Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 10 de 16. • Comparte
Página 10 de 16. • 1 ... 6 ... 9, 10, 11 ... 16
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
CIIIEEELOOSS DONDE SE CONCIGUE UN HOMBRE ASIII!!!!
JAJAJAJAJ SIGUELA PORFIISS
JAJAJAJAJ SIGUELA PORFIISS
chelis
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
ahh yo estoy a cargo :twisted:
Me encanta Joe es tan sexy
Lo amo
Siguela!!!! Espero el maraton!!!
Me encanta Joe es tan sexy
Lo amo
Siguela!!!! Espero el maraton!!!
aranzhitha
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
Si es viernessssssss!
MaferCastilloJonas
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
HEYYYY! ES VIERNES!
MaferCastilloJonas
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
[CAPITULO 16]
Lentamente el mundo exterior invade mis sentidos y ay mi Dios, que invasión. Estoy flotando, mis extremidades suaves y lánguidas, absolutamente gastadas. Estoy recostada sobre él, mi cabeza está en su pecho y huele divino: fresco, limpio y a alguna clase de gel de baño costoso y la mejor y más seductora esencia en el planeta… Joseph. No quiero moverme, quiero oler este elixir por toda la eternidad. Lo huelo, deseando no tener como barrera su camiseta. Y mientras el entendimiento y la razón regresan al resto de mi cuerpo, extiendo mi mano sobre su pecho. Esta es la primera vez que lo he tocado ahí. Es firme… fuerte. Su mano se extiende y toma la mía, pero suaviza el golpe llevándola hacia su boca, besando dulcemente mis nudillos. Se da la vuelta, por lo que me está mirando fijamente.
―No ―murmura, luego me besa suavemente.
―¿Por qué no te gusta que te toquen? ―susurro, mirando directamente a sus suaves ojos ambarinos.
―Porque soy cincuenta sombras de mierda, ____.
Oh, su honestidad me desarma por completo. Lo miro, parpadeando.
―Tuve una dura introducción a la vida. No quiero agobiarte con los detalles. Simplemente no me gusta. ―Frota su nariz contra la mía, luego me aleja y se sienta.
―Creo que eso cubre todos los conceptos básicos. ¿Cómo fue?
Se ve completamente satisfecho de sí mismo y suena muy realista a la vez, como si acabara de marcar otra casilla en una lista de verificación. Todavía me estoy recuperando del comentario de la dura introducción a la vida. Es tan frustrante… estoy desesperada por saber más. Pero no me lo dirá. Ladeo mi cabeza a un lado, como él y hago un enorme esfuerzo para sonreírle.
―Si por un minuto imaginaste que pensé me cediste el control, bueno, nos has tomado en cuenta mi puntaje promedio de notas. ―Le sonrío tímidamente―. Pero gracias por la ilusión.
―Señorita Steele, usted no es simplemente una cara bonita. Ha tenido seis orgasmos hasta ahora y todos me pertenecen. ―Se jacta, juguetón de nuevo.
Me ruborizo y parpadeo al mismo tiempo, mientras él me mira fijamente. ¡Está llevando la cuenta! Frunce su ceño.
―¿Tienes algo que decirme? ―Su voz es repentinamente severa.
Frunzo el ceño. Mierda.
―Tuve un sueño esta mañana.
―¿Ah? ―Me mira.
Doble mierda. ¿Estoy en problemas?
―Me vine en mi sueño. ―Lanzo mi brazo por sobre mis ojos. Él no dice nada. Lo miro por debajo de mi brazo, luce entretenido.
―¿En tu sueño?
―Me despertó.
―Estoy seguro que lo hizo. ¿En qué estabas soñando?
Mierda.
―Tú.
―¿Qué estaba haciendo?
Lanzo mi brazo sobre mis ojos otra vez. Y, al igual que una niña pequeña, brevemente mantengo la idea de que si no puedo verlo, él no me puede ver.
―____, ¿qué estaba haciendo? No preguntaré de nuevo.
―Tenías un látigo.
Él mueve mi brazo.
―¿En serio?
―Sí. ―Estoy de color carmesí.
―Todavía hay esperanza para ti ―murmura―. Tengo muchos látigos.
―¿Uno de cuero trenzado?
Ríe.
―No, pero estoy seguro de que puedo conseguir uno. ―Sus ojos ambarinos se encienden con emoción.
Inclinándose, me da un breve beso, luego se levanta y toma sus bóxer. Oh no, se está yendo. Miro rápidamente la hora y son sólo las nueve y cuarenta, me deslizo también de la cama, tomo mis pantalones y mi camisola, luego me siento otra vez en la cama, piernas cruzadas, mirándolo. No quiero que se vaya. ¿Qué puedo hacer?
―¿Cuándo es tu periodo? ―Interrumpe mis pensamientos.
¡Qué!
―Odio usar estás cosas ―se queja. Alza el condón, luego lo pone en el piso y se desliza en sus vaqueros―. ¿Entonces? ―dice cuando no hay respuesta, me mira como si estuviese esperando el reporte del clima. Mierda… esto es algo personal.
―La próxima semana. ―Bajo mi mirada hasta mis manos.
―Es necesario resolver algunos métodos anticonceptivos.
Él es muy mandón. Lo miro fijamente. Se sienta en la cama mientras se pone sus medias y zapatos.
―¿Tienes un doctor?
Niego con la cabeza. Estamos de vuelta en las fusiones y adquisiciones, otro cambio emocional de 180 grados.
Frunce el ceño.
―Puedo traer al mío y que te vea en tu apartamento, domingo por la mañana antes de que vengas a verme. O puede verte en la mía. ¿Qué preferirías?
Sin presión entonces. Algo más por lo que está pagando… pero en realidad esto es para su beneficio.
―En la tuya. ―Eso significa que tengo garantizado verlo el domingo.
―De acuerdo. Te haré saber la hora.
―¿Te vas?
No te vayas… quédate conmigo por favor.
―Sí.
¿Por qué?
―¿Cómo regresarás a tu casa? ―susurro.
―Taylor me recogerá.
―Puedo llevarte. Tengo un encantador auto nuevo.
Me mira, su expresión cálida.
―Eso me gusta más. Pero creo que has bebido mucho.
―¿Me emborrachaste a propósito?
―Sí.
―¿Por qué?
―Porque sobre piensas todo y eres reservada como tu padrastro. Una gota de vino en ti y empiezas a hablar y necesito que seas honesta conmigo. De otra manera, te cierras y no tengo ni idea en lo que estás pensando. In vino veritas, _____.
―¿Y tú crees que siempre eres honesto conmigo?
―Me esfuerzo por serlo. ―Me mira con cautela―. Esto sólo funcionará si somos honestos el uno con el otro.
―Quiero que te quedes y uses esto. ―Sostengo el segundo condón.
Sonríe y sus ojos se llenan de humor.
―____, he cruzado muchas líneas esta noche. Tengo que irme. Te veré el domingo. Tendré el contrato de revisión listo para ti y luego podremos empezar a jugar en serio.
―¿Jugar? ―Mierda. Mi corazón salta hacia mi boca.
―Me gustaría hacer una escena contigo. Pero no lo haré hasta que hayas firmado, así sabré que estás lista.
―Oh. Así que, ¿podría extender esto sino firmo?
Me mira evaluándome y luego sus labios tiemblan en una sonrisa.
―Bueno, supongo que podrías, pero podría romperme bajo la tensión.
―¿Romperte? ¿Cómo? ―Mi Diosa interna se ha despertado y está prestando atención.
Él asiente lentamente y luego sonríe burlón.
―Podría ponerse realmente feo.
Su sonrisa es contagiosa.
―Feo. ¿Cómo?
―Oh, tú sabes, explosiones, choques de autos, secuestro, encarcelamiento.
―¿Me secuestrarias?
―Oh sí. ―Sonríe.
―¿Me retendrás contra mis deseos? ―Dios esto es excitante.
―Oh sí. ―Asiente―. Y entonces estamos hablando IET 24/7.
―Me has perdido. ―Respiro, mi corazón está palpitando… ¿está hablando en serio?
―Intercambio de Energía Total, durante todo el tiempo. ―Sus ojos están brillando, y puedo sentir su excitación desde donde estoy sentada.
Mierda.
―Así que no tienes elección ―dice sardónicamente.
―Es evidente. ―No puedo mantener el sarcasmo en mi voz mientras mis ojos alcanzan los cielos.
―Oh, ____ Steele. ¿Acabas de poner los ojos en blanco ante mí?
Mierda.
―No ―rechino.
―Creo que lo hiciste. ¿Qué dije que te haría si ponías tus ojos en blanco de nuevo?
Mierda. Se sienta en la punta de la cama.
―Ven aquí ―dice suavemente.
Palidezco. Dios mío… está serio. Me siento, mirándolo fijamente completamente inmóvil.
―No he firmado ―susurro.
―Te dije que haría. Soy un hombre de palabra. Voy a azotarte y luego voy a follarte muy rápido y muy fuerte. Parece que necesitaremos el condón después de todo.
Su voz es muy suave, amenazante y es condenadamente caliente. Mis entrañas prácticamente se retuercen con potencia, necesidad, líquidos, deseo. Me mira, esperando, con los ojos ardiendo. Tentativamente, bajo mis piernas. ¿Debería correr? Esto es todo, nuestra relación cuelga en el balance, justo aquí, justo ahora. ¿Lo dejo hacer esto o no y luego eso es todo? Porque sé que se terminará si digo que no. ¡Hazlo! Mi Diosa interna me ruega, mi subconsciente está tan paralizado como yo.
―Estoy esperando ―dice―. No soy un hombre paciente.
Oh, por el amor de todo lo que es santo. Estoy jadeando, asustada, caliente. Sangre palpitando a través de mi cuerpo, mis piernas son como jalea. Lentamente, me arrastro hacia él hasta que quedo a su lado.
―Buena chica ―murmura―. Ahora párate.
Oh mierda… ¿Simplemente no puede acabar con esto? No estoy segura de que me pueda levantar. Dudosa, me pongo sobre mis pies. Él extiende su mano y pongo el condón en su palma. De pronto me toma, poniéndome sobre su regazo. Con un suave movimiento, angula su cuerpo de manera que mi torso está descansando en la cama junto a él. Lanza su pierna derecha sobre las mías y pone su antebrazo izquierdo en la parte baja de mi espalda, afirmándome de manera que no me puedo mover. Mierda.
―Pon tus manos en cada lado de tu cabeza ―ordena.
Obedezco inmediatamente.
―¿Por qué estoy haciendo esto, ____? ―pregunta.
―Porque puse mis ojos en blanco. ―Apenas puedo hablar.
―¿Crees que eso es educado?
―No.
―¿Volverás a hacerlo de nuevo?
―No.
―Yo te castigare cada vez que lo hagas, ¿entiendes?
Muy despacio, tira hacia abajo mis pantalones deportivos. Oh, cuan denigrante es esto, denigrante, tenebroso y excitante. Él se está tomando su tiempo. Tengo el corazón en la boca. Apenas puedo respirar. Mierda, ¿esto va a doler?
Coloca su mano sobre mi trasero desnudo, me toca suavemente, acariciando, dando vueltas y vueltas con su palma. Y entonces su mano se levanta de allí… y me golpea, fuerte. ¡Ay! Mis ojos se abren de golpe en respuesta al dolor y trato de levantarme, pero su mano se mueve entre mis hombros, controlándome. Me acaricia de nuevo en donde me golpeó y su respiración cambia, es más fuerte, más áspera. Me golpea una y otra vez, rápidamente en sucesión. Mierda santa esto duele. No hago ningún sonido, mi rostro se contrae por el dolor. Intento escabullirme de los golpes, impulsada por la adrenalina que corre a través de mi cuerpo.
―Quédate quieta ―gruñe―, o te pegaré durante más tiempo.
Está frotándome ahora y sigue palmoteando. Surge un patrón rítmico, acaricia, frota, golpea fuerte. Tengo que concentrarme para controlar este dolor. Mi mente queda en blanco cuando me esfuerzo por absorber la agotadora sensación. No me pega dos veces seguidas en el mismo lugar, está extendiendo el dolor.
―¡Arrggg! ―grito en la décima palmada y soy consciente de que mentalmente he ido contando los golpes.
―Simplemente estoy calentando.
Me golpea de nuevo y luego me acaricia suavemente. La combinación de la palmada y la suave caricia adormece la mente. Me golpea de nuevo… esto es cada vez más difícil de aguantar. Mi rostro duele, al estar sujeta tan firmemente. Él me acaricia suavemente y luego viene el golpe. Y grito nuevamente.
―Nadie te oirá, cariño, sólo yo.
Y me pega una y otra vez. En alguna parte, en lo más profundo de mí, quiero pedirle que se detenga. Pero no lo hago. No quiero darle esa satisfacción. Él continúa el ritmo tenaz. Y grito seis veces más. Dieciocho palmadas en total. Mi cuerpo está ardiendo, escociendo por su ataque despiadado.
―Suficiente ―respira roncamente―. Bien hecho, ____. Ahora voy a follarte.
Acaricia mi trasero suavemente y arde cuando lo acaricia en círculos, descendiendo. De pronto, inserta dos dedos dentro de mí, tomándome completamente por sorpresa. Jadeo entrecortadamente, rompiendo con este nuevo asalto el entumecimiento alrededor de mi cerebro.
―Siente esto. Mira cuánto le gusta esto a tu cuerpo, ____. Estás empapándote sólo para mí. ―Hay emoción en su voz. Mueve sus dedos, dentro y fuera en rápida sucesión.
Gimo, sin duda y entonces sus dedos desaparecen… y me quedo queriendo más.
―La próxima vez, conseguiré que cuentes. Ahora, ¿en dónde está ese preservativo?
Alcanza el condón, me levanta suavemente y me empuja boca abajo hacia la cama. Oigo el sonido de su cremallera y la rasgadura de la lámina. Saca mis pantalones deportivos y luego me pone de rodillas, acariciando suavemente mi trasero, ahora muy dolorido.
―Voy a tomarte ahora. Puedes venirte ―murmura.
¿Qué? Como si tuviera una opción.
Y él está dentro de mí, llenándome rápidamente, mientras gimo fuerte. Moviéndose, golpeando en mí, con un ritmo rápido e intenso contra mi trasero irritado. La sensación es mucho más que exquisita, salvaje, degradante y mi mente alucina. Mis sentidos son devastados, desconectados, concentrándose solamente en lo que me está haciendo. Cómo me está haciendo sentir, ese familiar tirón profundo en mi vientre, tensándose, acelerándose. NO… y mi cuerpo traicionero explota en un orgasmo intenso.
―¡Oh, ____! ―grita fuertemente cuando encuentra su clímax, manteniéndome quieta mientras se descarga a raudales dentro de mí. Se derrumba, jadeando fuertemente junto a mí y me tira sobre él, enterrando su rostro en mi pelo, sosteniéndome cerca―. ¡Oh, pequeña! ―respira―. Bienvenida a mi mundo.
Nos quedamos allí, jadeando juntos, esperando lentamente recuperar el aliento. Él acaricia mi cabello suavemente. Estoy de nuevo en su pecho. Pero esta vez, no tengo la fuerza para levantar mi mano y sentirlo. Hombre… sobreviví. Esto no era tan malo. Soy más tolerante de lo que pensé. Mi diosa interna está postrada… bueno, por lo menos ella está callada. Joseph huele mi cabello de nuevo, inhalando profundamente.
―Bien hecho, cariño ―susurra, con tranquila alegría en su voz. Sus palabras se curvan alrededor de mí como una suave toalla mullida del Hotel Heathman y estoy muy contenta de que él esté feliz.
Toma el tirante de mi camisola.
―¿Esto es con lo que duermes? ―pregunta suavemente.
―Sí ―respiro adormecida.
―Deberías estar entre sedas y rasos, hermosa chica. Te llevaré de compras.
―Me gustan mis sudaderas ―murmuro, intentando y fallando en parecer irritada.
Él besa mi cabeza de nuevo.
―Ya veremos ―dice.
Nos quedamos durante unos minutos más, horas, quién sabe y creo que me adormecí.
―Tengo que irme ―dice e inclinándose hacia abajo, besa mi frente suavemente―. ¿Estás bien? ―Su voz es suave.
Pienso sobre su pregunta. Mi trasero está dolorido. Bueno, ardiendo ahora y sorprendentemente me siento, además de agotada, radiante. La comprensión es humillante, inesperada. No entiendo. Mierda.
―Estoy bien ―susurro. No quiero decir nada más que eso.
Se levanta.
―¿Dónde está el baño?
―En el pasillo a la izquierda.
Levanta el otro condón y sale de la habitación. Me incorporo y vuelvo a ponerme mis pantalones deportivos. Rozan un poco contra mi trasero que todavía escoce. Estoy muy desconcertada por mi reacción. Lo recuerdo diciendo ―no puedo recordar cuándo― que me sentiría mucho mejor después de una buena paliza. ¿Cómo puede ser así? Realmente no lo entiendo. Pero extrañamente, lo hago. No puedo decir que haya disfrutado de la experiencia, de hecho, me gustaría hasta cierto punto haberlo evitado, pero ahora… tengo esta sensación de seguridad, rareza, de resplandor y satisfacción. Pongo la cabeza entre mis manos. Simplemente no lo entiendo.
Joseph entra a la habitación. No puedo mirarlo a los ojos. Miro fijamente hacia abajo, a mis manos.
―Encontré un poco de aceite de bebé. Déjame frotarlo en tu trasero.
¿Qué?
―No. Voy a estar bien.
―____ ―advierte y quiero poner mis ojos en blanco pero rápidamente me detengo. Me pongo de pie frente a la cama. Sentado junto a mí, vuelve a tirar hacia abajo mis pantalones deportivos. De arriba abajo al igual que la ropa interior de una prostituta comenta amargamente mi subconsciente. En mi cabeza, le digo a dónde ir. Siento como Joseph echa un chorro de aceite de bebé en su mano y luego frota mi trasero con extrema ternura: de limpiador de maquillaje a bálsamo para suavizar un trasero golpeado, quién habría pensado que un líquido fuera tan versátil―. Me gustan mis manos en ti ―murmura y tengo que estar de acuerdo, a mí también―. Ahí ―dice cuando ha acabado y vuelve a subir mis pantalones.
Echo un vistazo a mi reloj. Las diez treinta.
―Me voy ahora.
―Te dejaré afuera. ―Aún no puedo mirarlo.
Tomando mi mano, me lleva a la puerta principal. Afortunadamente, Kate aún no está en casa. Todavía debe estar cenando con su familia y Ethan. Me alegro realmente que ella no haya estado aquí para oír mi castigo.
―¿No tienes que llamar a Taylor? ―pregunto, evitando el contacto visual.
―Taylor ha estado aquí desde las nueve. Mírame ―respira.
Me esfuerzo en encontrar sus ojos, pero cuando lo hago, él está mirándome fijamente de arriba abajo, asombrado.
―No lloraste ―murmura, luego me toma de repente y me besa fervientemente―. El domingo ―susurra contra mis labios y eso es una promesa y una amenaza.
Lo observo caminar por el sendero y subir en el gran Audi negro. No mira hacia atrás. Cierro la puerta y permanezco indefensa en la sala de un apartamento en el que sólo voy a pasar otro par de noches. Un lugar en el que he vivido felizmente durante casi cuatro años… aun así hoy, por primera vez, me siento sola e incómoda aquí, conmigo misma. ¿Tanto me he desviado de quién soy? Sé que escondido, no muy lejos, bajo mi exterior entumecido, hay un torrente de lágrimas. ¿Qué estoy haciendo? La ironía es que ni siquiera puedo sentarme y disfrutar un buen llanto. Tendré que estar de pie. Sé que es tarde, pero decido llamar a mi madre.
―Cariño, ¿cómo estás? ¿Cómo fue tu graduación? ―Ella se entusiasma por teléfono. Su voz es un bálsamo consolador.
―Lo siento, es tan tarde ―susurro.
Ella hace una pausa.
―¿____? ¿Qué va mal? ―Ahora está muy seria.
―Nada, mamá, sólo quería oír tu voz.
Está callada durante un momento.
―____, ¿qué es? Por favor, dímelo. ―Su voz es suave, confortante y sé que le importa. Sin que las invite, mis lágrimas empiezan a fluir. He llorado tan a menudo en los últimos días―. Por favor, ____ ―dice ella y su angustia refleja la mía.
―¡Oh, mamá, es un hombre!
―¿Qué te ha hecho? ―Su alarma es palpable.
―No es así. ―Aunque sí lo es… Oh, mierda. No quiero preocuparla. Sólo quiero a alguien que sea fuerte por mí en este momento.
―____, por favor, está preocupándome.
Tomo una profunda respiración.
―Estoy enamorada de este chico y él es tan diferente a mí, que no sé si deberíamos estar juntos.
―Oh, querida. Me gustaría poder estar contigo. Lo siento mucho, me perdí tu graduación. Así que, finalmente, te has enamorado de alguien. ¡Oh, cariño! Los hombres, ellos son tan complicados. Son una especie diferente, cariño. ¿Cuánto tiempo hace que lo conoces?
Joseph es definitivamente una especie diferente… un planeta diferente.
―Oh, casi tres semanas, más o menos.
―____, querida, eso no es para nada mucho tiempo. ¿Cómo puedes conocer a alguien en ese intervalo de tiempo? Simplemente tómatelo con calma y mantenlo a una distancia segura hasta que decidas si él es digno de ti.
Estupendo… es enervante cuando mi madre es tan perspicaz, pero llega demasiado tarde para esto. ¿Es él digno de mí? Ese es un concepto interesante. Siempre me pregunto si yo soy digna de él.
―Cariño, pareces tan infeliz. Ven a casa, visítanos. Te extraño, querida. A Bob también le encantaría verte. Puedes conseguir un poco de distancia y quizá un poco de perspectiva. Necesitas un descanso. Has estado trabajando muy duro.
¡Oh, hombre! Eso es tentador. Huir a Georgia. Tomar el sol, algunos cócteles. El buen humor de mi madre… sus amorosos abrazos.
―Tengo dos entrevistas de trabajo en Seattle el lunes.
―¡Oh, eso es una noticia maravillosa!
La puerta abre y Kate aparece, sonriéndome abiertamente. Su rostro cae cuando ve que he estado llorando.
―Mamá, tengo que irme. Pensaré en la visita. Gracias.
―Cariño, por favor, no dejes que un hombre consiga meterse bajo tu piel. Eres demasiado joven. Ve y disfruta.
―Sí, mamá, te quiero.
―¡Oh, ____, te quiero mucho, también! Cuídate, cariño. ―Cuelgo y enfrento a Kate que me mira fijamente.
―¿Te ha molestado de nuevo ese capullo obscenamente rico?
―No… más o menos… hum… sí.
―Simplemente envíalo de paseo, ____. Has estado dando tumbos de arriba abajo desde que lo conociste. Nunca te había visto así.
El mundo de Katherine Kavanagh es muy claro, muy blanco y negro. No tiene los intangibles, misteriosos e imprecisos tonos de gris que colorean mi mundo. Bienvenida a mi mundo.
―Siéntate, hablemos. Tomemos algo de vino. Oh, tienes champán. ―Ve la botella―. Algunas cosas buenas.
Sonrío ineficazmente, mirando aprensivamente el sofá. Me acerco a él con cuidado. Hmm… sentarse.
―¿Estás bien?
―Me caí y aterricé con mi parte trasera.
No piensa cuestionar mi explicación, porque soy una de las personas más faltas de coordinación del estado de Washington. Nunca pensé que lo vería como una bendición. Me siento con cautela, gratamente sorprendida de estar bien y vuelvo mi atención a Kate, pero mi mente se absorbe y me empuja de vuelta al Heathman: “Bien, si fueses mía, no podrías sentarte durante una semana después de la broma que gastaste ayer”. Lo dijo entonces y todo en lo que me podía concentrar en ese momento, era en ser suya. Todas las señales de advertencia estaban ahí, era demasiado despistada y estaba demasiado enamorada para darme cuenta.
Kate vuelve al salón con una botella de vino tinto y copas limpias.
―Aquí vamos. ―Me pasa una copa de vino. No sabrá tan bien como el Bolly―. ____, si es un idiota acerca de los asuntos de compromiso, déjalo. A pesar de que no comprendo realmente sus problemas de compromiso. No podía quitarte los ojos de encima en la marquesina, te miraba como un halcón. Dije que estaba completamente loco por ti, pero puede que tenga una forma graciosa de demostrarlo.
¿Loco por mí? ¿Joseph? ¿Forma graciosa de demostrarlo? Diré.
―Kate, es complicado. ¿Cómo ha ido tu tarde? ―pregunto.
No puedo discutir esto con Kate sin revelar demasiado, pero una pregunta sobre su día y Kate se apaga. Es tan tranquilizador sentarse y escuchar su parloteo habitual. La noticia caliente es que puede que Ethan venga a vivir con nosotros después de sus vacaciones. Eso será divertido, Ethan es para morirse de risa. Frunzo el ceño. No creo que Joseph lo acepte. Bueno… que pena. Tendrá que aguantarse. He bebido un par de copas de vino y decido llamarlo en la noche. Ha sido un día muy largo. Kate me abraza y luego toma el teléfono para llamar a Elliot.
Reviso la máquina malvada tras lavarme los dientes. Hay un correo de Joseph.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Tú
Fecha: 26 Mayo 2011 23:14
Para: ____ Steele
Querida señorita Steele:
Eres simplemente exquisita. La mujer más bella, inteligente, ingeniosa y valiente que haya conocido. Toma un poco de Ibuprofeno, esto no es una solicitud. Y no conduzcas tu Escarabajo de nuevo. Lo sabré.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Oh, ¡que no conduzca mi coche de nuevo! Tecleo la respuesta.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Adulación
Fecha: 26 Mayo 2011 23:20
Para: Joseph Jonas
Estimado señor Jonas:
La adulación no te llevará a ningún lado, pero como has estado en todas partes, el punto es discutible.
Necesitaré conducir mi Escarabajo a un garaje para poder venderlo, por lo que no aceptaré ninguno de tus sinsentidos sobre eso. El vino tinto es siempre preferible al Ibuprofeno.
____
P.D: El azotamiento es un límite DURO para mí.
Presiono enviar.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Mujeres frustrantes que no pueden aceptar cumplidos.
Fecha: 26 Mayo 2011 23:26
Para: ____ Steele
Estimada señorita Steele:
No te estoy adulando. Deberías irte a la cama.
Acepto tu adición a los límites duros.
No bebas mucho.
Taylor se deshará de tu coche y también conseguirá un buen precio por él.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Taylor, ¿es el hombre adecuado para el trabajo?
Fecha: 26 Mayo 2011 23:40
Para: Joseph Jonas
Querido señor:
Estoy intrigada de que estés feliz de arriesgarte, dejando a tu mano derecha conducir mi coche, pero no a una mujer a la que te follas ocasionalmente. ¿Cómo puedo estar segura de que Taylor es el hombre que me conseguirá el mejor precio por dicho coche? He sido conocida, en el pasado, probablemente antes de conocerte, por ser una dura negociadora.
____
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: ¡Cuidado!
Fecha: 26 Mayo 2011 23:44
Para: ____ Steele
Estimada señorita Steele:
Estoy suponiendo que eso es el VINO TINTO hablando y que has tenido un día muy largo.
A pesar de que estoy tentado de conducir de vuelta hasta ahí para asegurarme de que no te sientes durante toda una semana, en vez de sólo una tarde.
Taylor es un ex-soldado del ejército y es capaz de conducir cualquier cosa desde una motocicleta hasta un Tanque Sherman. Tu coche no representa una hazaña para él.
Ahora, por favor, no te refieras a ti misma como “alguna mujer a la que me follo ocasionalmente” porque, francamente, me vuelve LOCO y la verdad, es que no me querrías cuando estoy enfadado.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Ten cuidado tú
Fecha: 26 Mayo 2011 23:57
Para: Joseph Jonas
Querido señor Jonas:
No estoy segura de que te quiera de ninguna forma, especialmente ahora.
Señorita Steele
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Ten cuidado tú
Fecha: 27 Mayo 2011 00:03
Para: ____ Steele
¿Por qué no te gusto?
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Ten cuidado tú
Fecha: 27 Mayo 2011 00:09
Para: Joseph Jonas
Porque nunca te quedas conmigo.
Ahí, le he dado algo en lo que pensar. Apago la máquina con un movimiento que en verdad no siento y gateo hacia mi cama. Apago la luz de la mesilla y miro hacia el techo. Ha sido un día largo, un dolor emocional tras otro. Fue reconfortante pasar algo de tiempo con Ray. Lucia bien y extrañamente tenía una buena opinión de Joseph. Jesús, Kate y su gigantesca boca. Escuchar a Joseph hablar sobre estar hambriento. ¿De qué demonios va todo eso? Dios y el coche. Ni siquiera le he dicho a Kate sobre el coche nuevo. ¿En qué estaba pensando Joseph?
Y luego esta tarde, realmente me pegó. Nunca me habían pegado en mi vida. ¿En qué me he metido? Muy lentamente, mis lágrimas, interrumpidas por la llegada de Kate, empiezan a deslizarse hacia abajo por un lado de mi rostro y en mis oídos. Me he enamorado de alguien que está emocionalmente cerrado, solo saldré herida ―en mi interior lo sé― por alguien que admite estar completamente jodido. ¿Por qué está tan jodido? Tiene que ser horrible estar tan enfadado como él lo está y el pensamiento de que de niño sufrió algunas crueldades insoportables me hace llorar más fuerte. Puede que si fuera más normal no te quisiera, mi subconsciente contribuye sarcásticamente a mis meditaciones… y aunque no lo haya admitido, sé que es verdad. Me giro hacia mi almohada y las compuertas se abren… y por primera vez en años, estoy sollozando incontrolablemente en mi almohada.
Me distraigo momentáneamente de mi oscura noche del alma al escuchar a Kate gritar.
―¿Qué coño crees que estás haciendo aquí?... ¡Bien, pues no puedes!... ¿Qué mierda le has hecho ahora?... Desde que te conoció llora todo el tiempo… ¡No puedes entrar!
Joseph irrumpe en mi habitación y bruscamente enciende la luz, haciéndome entre cerrar los ojos.
―Jesús, ____ ―murmura. Apaga la luz otra vez y está a mi lado en un momento.
―¿Qué estás haciendo aquí? ―jadeo entre sollozos. Mierda. No puedo parar de llorar.
Enciende la luz de la mesilla haciéndome entrecerrar los ojos otra vez. Kate viene y se queda de pie en la puerta.
―¿Quieres que eche a este imbécil? ―pregunta, radiando hostilidad termonuclear.
Joseph levanta las cejas hacia ella, sin duda sorprendido por su halagador epíteto y su salvaje antagonismo. Niego con la cabeza y ella pone los ojos en blanco. Oh… No haría eso cerca del Señor J.
―Sólo grita si me necesitas ―dice ella gentilmente―. Jonas, tus tarjetas están marcadas ―sisea. Él asiente con la cabeza, ella se da vuelta y tira de la puerta pero no se cierra. Joseph me mira, su expresión grave, su rostro lívido. Usa su chaqueta a rayas y de su bolsillo interno, saca un pañuelo y me lo entrega. Creo que aún tengo el otro en algún lado.
―¿Qué está pasando? ―pregunta en voz baja.
―¿Por qué estás aquí? ―pregunto, ignorando su pregunta. Mis lágrimas milagrosamente han cesado, pero me quedo con temblores sacudiendo mi cuerpo.
―Parte de mi rol es anteponer tus necesidades. Dijiste que querías que me quedara, así que aquí estoy. Y sin embargo, te encuentro así. ―Parpadea en mi dirección, realmente desconcertado―. Estoy seguro de que soy el responsable, pero no tengo idea de por qué. ¿Es porque te golpeé?
Me levanto, haciendo una mueca de dolor por mi trasero. Me siento y lo enfrento.
―¿Tomaste un ibuprofeno?
Niego con la cabeza. Pone los ojos en blanco, se levanta y abandona la habitación. Lo oigo hablar con Kate pero no lo que están diciendo. Él está de vuelta unos momentos después con píldoras y una taza de agua.
―Toma esto ―ordena gentilmente mientras se sienta a mi lado en la cama.
Hago lo que dice.
―Háblame ―susurra―. Me dijiste que estabas bien. Nunca te hubiese dejado si pensé que estarías así.
Me quedo mirando mis manos. ¿Qué puedo decir que no haya dicho ya? Quiero más. Quiero que se quede porque él quiera quedarse conmigo, no porque estoy llorando y hecha un lio y no quiero que me golpee, ¿es eso tan irracional?
―Considero entonces que cuando dijiste que estabas bien, no lo estabas.
Me sonrojo.
―Pensé que estaba bien.
―____, no puedes decirme lo que piensas que quiero oír. Eso no es muy honesto ―me reprende―. ¿Cómo puedo confiar en algo de lo que me hayas dicho?
Lo miro de reojo y está con el ceño fruncido, con una expresión sombría en sus ojos. Pasa ambas manos por su cabello.
―¿Cómo te sentiste mientras estaba pegándote y después de eso?
―No me gustó. Preferiría que no lo hicieras otra vez.
―No estaba destinado a que te gustara.
―¿Por qué te gusta? ―Me quedo mirándolo.
Mi pregunta lo sorprende.
―¿Realmente quieres saber?
―Oh, créeme, estoy intrigada. ―No puedo evitar el sarcasmo en mi voz.
Frunce el ceño otra vez.
―Cuidado ―advierte.
Me pongo pálida.
―¿Vas a pegarme otra vez? ―lo reto.
―No, no esta noche.
Uf… mi subconsciente y yo damos en silencio un suspiro de alivio.
―Así que ―empiezo.
―Me gusta el control que me da, ____. Quiero que te comportes de cierta forma y si no lo haces, debo castigarte y aprenderás a comportarte de la forma que deseo. Disfruto castigándote. He querido darte nalgadas desde que me preguntaste si era gay.
Me sonrojo ante el recuerdo. Vaya, yo misma quería golpearme después de esa pregunta. Así que Katherine Kavanagh eres la responsable de todo esto y si ella hubiese ido a esa entrevista y preguntado si era gay, estaría sentada aquí con dolor en el trasero. No me gusta ese pensamiento. ¿Cuán confuso es esto?
―Así que, no te gusta como soy.
Él me mira de nuevo, desconcertado.
―Creo que eres preciosa como eres.
―Entonces, ¿por qué estás tratando de cambiarme?
―No estoy tratando de cambiarte. Me gustaría que fueras cortés, que sigas el conjunto de reglas que te he dado y no me desafíes. Simple ―dice él.
―Pero, ¿quieres castigarme?
―Sí, quiero.
―Eso es lo que no entiendo.
Suspira y pasa sus manos por su cabello otra vez.
―Es la forma en la que estoy hecho, ____. Necesito controlarte. Necesito que te comportes de cierta manera, ____ y si no lo haces… me encanta ver que tu hermosa piel se ponga rosa alabastro y se caliente en mis manos. Me excita.
Mierda. Ahora estamos llegando a algo.
―Entonces, ¿no es el dolor por el que me haces pasar?
Él traga.
―Un poco, para ver si puedes soportarlo, pero esa no es toda la razón. Es el hecho de que tú eres mía para hacer lo que considere oportuno, el máximo control sobre otra persona. Y me excita. Muchísimo, ____. Mira, no me estoy explicando muy bien… nunca antes tuve que hacerlo. Realmente no he pensado en esto en profundidad. Siempre he estado con personas con ideas afines ―dice, encogiéndose de hombros como disculpándose―. Y todavía no responde mi pregunta: ¿Cómo te sentiste después?
―Confundida.
―Estabas excitada por eso, ____. ―Cierra sus ojos un instante y cuando vuelve abrirlos y me mira, están ardiendo.
Su expresión saca esa parte oscura en mí, enterrada en las profundidades de mi vientre: mi libido, despertado y dominado por él, incluso ahora insaciable.
―No me mires así ―murmura.
Frunzo el ceño. Dios, ¿qué he hecho ahora?
―No tengo ningún condón, ____ y sabes que estas molesta. Contrario a lo que tu compañera cree, no soy un monstruo fálico. Por lo tanto, ¿te sientes confundida?
Me retuerzo bajo su intensa mirada.
―No tienes ningún problema en ser honesta conmigo por correo. Tus correos siempre me dicen exactamente cómo te sientes. ¿Por qué no puedes hacer eso en una conversación? ¿Tanto te intimido?
Elijo un punto imaginario en la manta azul crema de mi madre.
―Me seduces, Joseph. Me abrumas completamente. Me siento como Ícaro volando demasiado cerca del Sol ―le susurro.
Él jadea.
―Bueno, creo que lo entiendes al revés ―susurra.
―¿Qué?
―Oh, ____, me has hechizado, ¿no es obvio?
No, yo no. Hechizado… mi diosa interior está mirando con la boca abierta. Incluso ella no cree esto.
―Todavía no has respondido mi pregunta. Escríbeme un correo, por favor. Pero ahora, realmente me gustaría dormir. ¿Me puedo quedar?
―¿Te quieres quedar? ―No puedo ocultar la esperanza en mi voz.
―Tú me querías aquí.
―No has respondido a mi pregunta.
―Te voy a escribir un correo electrónico ―murmura con petulancia.
De pie, saca de los bolsillos de sus pantalones vaqueros su BlackBerry, sus llaves, su billetera y dinero. Santo cielo, los hombres llevan un montón de basura en sus bolsillos. Se despoja de su reloj, sus zapatos, los calcetines, los pantalones, su chaqueta y los coloca sobre mi silla. Camina hacia el otro lado de la cama y se mete en ella.
―Acuéstate ―ordena.
Me deslizo lentamente bajo las sábanas, haciendo una mueca, mirándolo fijamente. Dios… va a quedarse. Creo que estoy entumecida de la sorpresa. Se apoya en un codo, mirándome.
―Si vas a llorar, llora frente a mí. Necesito saber.
―¿Quieres que llore?
―No particularmente. Solo quiero saber cómo te estás sintiendo. No te quiero escapando de mis manos. Apaga la luz. Es tarde y los dos tenemos que trabajar mañana.
Está aquí… y todavía tan mandón, pero no me puedo quejar, está en mi cama. Aun no entiendo por qué… tal vez debería llorar más a menudo frente a él. Apago la luz de la mesilla.
―Recuéstate de lado, de espaldas a mí ―murmura en la oscuridad.
Pongo mis ojos en blanco, con el completo conocimiento de que no puede verme, pero hago lo que me ha dicho. Con cautela, se acerca, pone sus brazos a mí alrededor y me acerca a su pecho… Oh mi Dios.
―Duerme, nena ―susurra y siento su nariz en mi cabello mientras inhala profundamente.
Santo cielos. Joseph Jonas está durmiendo conmigo y en la comodidad y el consuelo de sus brazos, voy a la deriva en un sueño pacífico.
―No ―murmura, luego me besa suavemente.
―¿Por qué no te gusta que te toquen? ―susurro, mirando directamente a sus suaves ojos ambarinos.
―Porque soy cincuenta sombras de mierda, ____.
Oh, su honestidad me desarma por completo. Lo miro, parpadeando.
―Tuve una dura introducción a la vida. No quiero agobiarte con los detalles. Simplemente no me gusta. ―Frota su nariz contra la mía, luego me aleja y se sienta.
―Creo que eso cubre todos los conceptos básicos. ¿Cómo fue?
Se ve completamente satisfecho de sí mismo y suena muy realista a la vez, como si acabara de marcar otra casilla en una lista de verificación. Todavía me estoy recuperando del comentario de la dura introducción a la vida. Es tan frustrante… estoy desesperada por saber más. Pero no me lo dirá. Ladeo mi cabeza a un lado, como él y hago un enorme esfuerzo para sonreírle.
―Si por un minuto imaginaste que pensé me cediste el control, bueno, nos has tomado en cuenta mi puntaje promedio de notas. ―Le sonrío tímidamente―. Pero gracias por la ilusión.
―Señorita Steele, usted no es simplemente una cara bonita. Ha tenido seis orgasmos hasta ahora y todos me pertenecen. ―Se jacta, juguetón de nuevo.
Me ruborizo y parpadeo al mismo tiempo, mientras él me mira fijamente. ¡Está llevando la cuenta! Frunce su ceño.
―¿Tienes algo que decirme? ―Su voz es repentinamente severa.
Frunzo el ceño. Mierda.
―Tuve un sueño esta mañana.
―¿Ah? ―Me mira.
Doble mierda. ¿Estoy en problemas?
―Me vine en mi sueño. ―Lanzo mi brazo por sobre mis ojos. Él no dice nada. Lo miro por debajo de mi brazo, luce entretenido.
―¿En tu sueño?
―Me despertó.
―Estoy seguro que lo hizo. ¿En qué estabas soñando?
Mierda.
―Tú.
―¿Qué estaba haciendo?
Lanzo mi brazo sobre mis ojos otra vez. Y, al igual que una niña pequeña, brevemente mantengo la idea de que si no puedo verlo, él no me puede ver.
―____, ¿qué estaba haciendo? No preguntaré de nuevo.
―Tenías un látigo.
Él mueve mi brazo.
―¿En serio?
―Sí. ―Estoy de color carmesí.
―Todavía hay esperanza para ti ―murmura―. Tengo muchos látigos.
―¿Uno de cuero trenzado?
Ríe.
―No, pero estoy seguro de que puedo conseguir uno. ―Sus ojos ambarinos se encienden con emoción.
Inclinándose, me da un breve beso, luego se levanta y toma sus bóxer. Oh no, se está yendo. Miro rápidamente la hora y son sólo las nueve y cuarenta, me deslizo también de la cama, tomo mis pantalones y mi camisola, luego me siento otra vez en la cama, piernas cruzadas, mirándolo. No quiero que se vaya. ¿Qué puedo hacer?
―¿Cuándo es tu periodo? ―Interrumpe mis pensamientos.
¡Qué!
―Odio usar estás cosas ―se queja. Alza el condón, luego lo pone en el piso y se desliza en sus vaqueros―. ¿Entonces? ―dice cuando no hay respuesta, me mira como si estuviese esperando el reporte del clima. Mierda… esto es algo personal.
―La próxima semana. ―Bajo mi mirada hasta mis manos.
―Es necesario resolver algunos métodos anticonceptivos.
Él es muy mandón. Lo miro fijamente. Se sienta en la cama mientras se pone sus medias y zapatos.
―¿Tienes un doctor?
Niego con la cabeza. Estamos de vuelta en las fusiones y adquisiciones, otro cambio emocional de 180 grados.
Frunce el ceño.
―Puedo traer al mío y que te vea en tu apartamento, domingo por la mañana antes de que vengas a verme. O puede verte en la mía. ¿Qué preferirías?
Sin presión entonces. Algo más por lo que está pagando… pero en realidad esto es para su beneficio.
―En la tuya. ―Eso significa que tengo garantizado verlo el domingo.
―De acuerdo. Te haré saber la hora.
―¿Te vas?
No te vayas… quédate conmigo por favor.
―Sí.
¿Por qué?
―¿Cómo regresarás a tu casa? ―susurro.
―Taylor me recogerá.
―Puedo llevarte. Tengo un encantador auto nuevo.
Me mira, su expresión cálida.
―Eso me gusta más. Pero creo que has bebido mucho.
―¿Me emborrachaste a propósito?
―Sí.
―¿Por qué?
―Porque sobre piensas todo y eres reservada como tu padrastro. Una gota de vino en ti y empiezas a hablar y necesito que seas honesta conmigo. De otra manera, te cierras y no tengo ni idea en lo que estás pensando. In vino veritas, _____.
―¿Y tú crees que siempre eres honesto conmigo?
―Me esfuerzo por serlo. ―Me mira con cautela―. Esto sólo funcionará si somos honestos el uno con el otro.
―Quiero que te quedes y uses esto. ―Sostengo el segundo condón.
Sonríe y sus ojos se llenan de humor.
―____, he cruzado muchas líneas esta noche. Tengo que irme. Te veré el domingo. Tendré el contrato de revisión listo para ti y luego podremos empezar a jugar en serio.
―¿Jugar? ―Mierda. Mi corazón salta hacia mi boca.
―Me gustaría hacer una escena contigo. Pero no lo haré hasta que hayas firmado, así sabré que estás lista.
―Oh. Así que, ¿podría extender esto sino firmo?
Me mira evaluándome y luego sus labios tiemblan en una sonrisa.
―Bueno, supongo que podrías, pero podría romperme bajo la tensión.
―¿Romperte? ¿Cómo? ―Mi Diosa interna se ha despertado y está prestando atención.
Él asiente lentamente y luego sonríe burlón.
―Podría ponerse realmente feo.
Su sonrisa es contagiosa.
―Feo. ¿Cómo?
―Oh, tú sabes, explosiones, choques de autos, secuestro, encarcelamiento.
―¿Me secuestrarias?
―Oh sí. ―Sonríe.
―¿Me retendrás contra mis deseos? ―Dios esto es excitante.
―Oh sí. ―Asiente―. Y entonces estamos hablando IET 24/7.
―Me has perdido. ―Respiro, mi corazón está palpitando… ¿está hablando en serio?
―Intercambio de Energía Total, durante todo el tiempo. ―Sus ojos están brillando, y puedo sentir su excitación desde donde estoy sentada.
Mierda.
―Así que no tienes elección ―dice sardónicamente.
―Es evidente. ―No puedo mantener el sarcasmo en mi voz mientras mis ojos alcanzan los cielos.
―Oh, ____ Steele. ¿Acabas de poner los ojos en blanco ante mí?
Mierda.
―No ―rechino.
―Creo que lo hiciste. ¿Qué dije que te haría si ponías tus ojos en blanco de nuevo?
Mierda. Se sienta en la punta de la cama.
―Ven aquí ―dice suavemente.
Palidezco. Dios mío… está serio. Me siento, mirándolo fijamente completamente inmóvil.
―No he firmado ―susurro.
―Te dije que haría. Soy un hombre de palabra. Voy a azotarte y luego voy a follarte muy rápido y muy fuerte. Parece que necesitaremos el condón después de todo.
Su voz es muy suave, amenazante y es condenadamente caliente. Mis entrañas prácticamente se retuercen con potencia, necesidad, líquidos, deseo. Me mira, esperando, con los ojos ardiendo. Tentativamente, bajo mis piernas. ¿Debería correr? Esto es todo, nuestra relación cuelga en el balance, justo aquí, justo ahora. ¿Lo dejo hacer esto o no y luego eso es todo? Porque sé que se terminará si digo que no. ¡Hazlo! Mi Diosa interna me ruega, mi subconsciente está tan paralizado como yo.
―Estoy esperando ―dice―. No soy un hombre paciente.
Oh, por el amor de todo lo que es santo. Estoy jadeando, asustada, caliente. Sangre palpitando a través de mi cuerpo, mis piernas son como jalea. Lentamente, me arrastro hacia él hasta que quedo a su lado.
―Buena chica ―murmura―. Ahora párate.
Oh mierda… ¿Simplemente no puede acabar con esto? No estoy segura de que me pueda levantar. Dudosa, me pongo sobre mis pies. Él extiende su mano y pongo el condón en su palma. De pronto me toma, poniéndome sobre su regazo. Con un suave movimiento, angula su cuerpo de manera que mi torso está descansando en la cama junto a él. Lanza su pierna derecha sobre las mías y pone su antebrazo izquierdo en la parte baja de mi espalda, afirmándome de manera que no me puedo mover. Mierda.
―Pon tus manos en cada lado de tu cabeza ―ordena.
Obedezco inmediatamente.
―¿Por qué estoy haciendo esto, ____? ―pregunta.
―Porque puse mis ojos en blanco. ―Apenas puedo hablar.
―¿Crees que eso es educado?
―No.
―¿Volverás a hacerlo de nuevo?
―No.
―Yo te castigare cada vez que lo hagas, ¿entiendes?
Muy despacio, tira hacia abajo mis pantalones deportivos. Oh, cuan denigrante es esto, denigrante, tenebroso y excitante. Él se está tomando su tiempo. Tengo el corazón en la boca. Apenas puedo respirar. Mierda, ¿esto va a doler?
Coloca su mano sobre mi trasero desnudo, me toca suavemente, acariciando, dando vueltas y vueltas con su palma. Y entonces su mano se levanta de allí… y me golpea, fuerte. ¡Ay! Mis ojos se abren de golpe en respuesta al dolor y trato de levantarme, pero su mano se mueve entre mis hombros, controlándome. Me acaricia de nuevo en donde me golpeó y su respiración cambia, es más fuerte, más áspera. Me golpea una y otra vez, rápidamente en sucesión. Mierda santa esto duele. No hago ningún sonido, mi rostro se contrae por el dolor. Intento escabullirme de los golpes, impulsada por la adrenalina que corre a través de mi cuerpo.
―Quédate quieta ―gruñe―, o te pegaré durante más tiempo.
Está frotándome ahora y sigue palmoteando. Surge un patrón rítmico, acaricia, frota, golpea fuerte. Tengo que concentrarme para controlar este dolor. Mi mente queda en blanco cuando me esfuerzo por absorber la agotadora sensación. No me pega dos veces seguidas en el mismo lugar, está extendiendo el dolor.
―¡Arrggg! ―grito en la décima palmada y soy consciente de que mentalmente he ido contando los golpes.
―Simplemente estoy calentando.
Me golpea de nuevo y luego me acaricia suavemente. La combinación de la palmada y la suave caricia adormece la mente. Me golpea de nuevo… esto es cada vez más difícil de aguantar. Mi rostro duele, al estar sujeta tan firmemente. Él me acaricia suavemente y luego viene el golpe. Y grito nuevamente.
―Nadie te oirá, cariño, sólo yo.
Y me pega una y otra vez. En alguna parte, en lo más profundo de mí, quiero pedirle que se detenga. Pero no lo hago. No quiero darle esa satisfacción. Él continúa el ritmo tenaz. Y grito seis veces más. Dieciocho palmadas en total. Mi cuerpo está ardiendo, escociendo por su ataque despiadado.
―Suficiente ―respira roncamente―. Bien hecho, ____. Ahora voy a follarte.
Acaricia mi trasero suavemente y arde cuando lo acaricia en círculos, descendiendo. De pronto, inserta dos dedos dentro de mí, tomándome completamente por sorpresa. Jadeo entrecortadamente, rompiendo con este nuevo asalto el entumecimiento alrededor de mi cerebro.
―Siente esto. Mira cuánto le gusta esto a tu cuerpo, ____. Estás empapándote sólo para mí. ―Hay emoción en su voz. Mueve sus dedos, dentro y fuera en rápida sucesión.
Gimo, sin duda y entonces sus dedos desaparecen… y me quedo queriendo más.
―La próxima vez, conseguiré que cuentes. Ahora, ¿en dónde está ese preservativo?
Alcanza el condón, me levanta suavemente y me empuja boca abajo hacia la cama. Oigo el sonido de su cremallera y la rasgadura de la lámina. Saca mis pantalones deportivos y luego me pone de rodillas, acariciando suavemente mi trasero, ahora muy dolorido.
―Voy a tomarte ahora. Puedes venirte ―murmura.
¿Qué? Como si tuviera una opción.
Y él está dentro de mí, llenándome rápidamente, mientras gimo fuerte. Moviéndose, golpeando en mí, con un ritmo rápido e intenso contra mi trasero irritado. La sensación es mucho más que exquisita, salvaje, degradante y mi mente alucina. Mis sentidos son devastados, desconectados, concentrándose solamente en lo que me está haciendo. Cómo me está haciendo sentir, ese familiar tirón profundo en mi vientre, tensándose, acelerándose. NO… y mi cuerpo traicionero explota en un orgasmo intenso.
―¡Oh, ____! ―grita fuertemente cuando encuentra su clímax, manteniéndome quieta mientras se descarga a raudales dentro de mí. Se derrumba, jadeando fuertemente junto a mí y me tira sobre él, enterrando su rostro en mi pelo, sosteniéndome cerca―. ¡Oh, pequeña! ―respira―. Bienvenida a mi mundo.
Nos quedamos allí, jadeando juntos, esperando lentamente recuperar el aliento. Él acaricia mi cabello suavemente. Estoy de nuevo en su pecho. Pero esta vez, no tengo la fuerza para levantar mi mano y sentirlo. Hombre… sobreviví. Esto no era tan malo. Soy más tolerante de lo que pensé. Mi diosa interna está postrada… bueno, por lo menos ella está callada. Joseph huele mi cabello de nuevo, inhalando profundamente.
―Bien hecho, cariño ―susurra, con tranquila alegría en su voz. Sus palabras se curvan alrededor de mí como una suave toalla mullida del Hotel Heathman y estoy muy contenta de que él esté feliz.
Toma el tirante de mi camisola.
―¿Esto es con lo que duermes? ―pregunta suavemente.
―Sí ―respiro adormecida.
―Deberías estar entre sedas y rasos, hermosa chica. Te llevaré de compras.
―Me gustan mis sudaderas ―murmuro, intentando y fallando en parecer irritada.
Él besa mi cabeza de nuevo.
―Ya veremos ―dice.
Nos quedamos durante unos minutos más, horas, quién sabe y creo que me adormecí.
―Tengo que irme ―dice e inclinándose hacia abajo, besa mi frente suavemente―. ¿Estás bien? ―Su voz es suave.
Pienso sobre su pregunta. Mi trasero está dolorido. Bueno, ardiendo ahora y sorprendentemente me siento, además de agotada, radiante. La comprensión es humillante, inesperada. No entiendo. Mierda.
―Estoy bien ―susurro. No quiero decir nada más que eso.
Se levanta.
―¿Dónde está el baño?
―En el pasillo a la izquierda.
Levanta el otro condón y sale de la habitación. Me incorporo y vuelvo a ponerme mis pantalones deportivos. Rozan un poco contra mi trasero que todavía escoce. Estoy muy desconcertada por mi reacción. Lo recuerdo diciendo ―no puedo recordar cuándo― que me sentiría mucho mejor después de una buena paliza. ¿Cómo puede ser así? Realmente no lo entiendo. Pero extrañamente, lo hago. No puedo decir que haya disfrutado de la experiencia, de hecho, me gustaría hasta cierto punto haberlo evitado, pero ahora… tengo esta sensación de seguridad, rareza, de resplandor y satisfacción. Pongo la cabeza entre mis manos. Simplemente no lo entiendo.
Joseph entra a la habitación. No puedo mirarlo a los ojos. Miro fijamente hacia abajo, a mis manos.
―Encontré un poco de aceite de bebé. Déjame frotarlo en tu trasero.
¿Qué?
―No. Voy a estar bien.
―____ ―advierte y quiero poner mis ojos en blanco pero rápidamente me detengo. Me pongo de pie frente a la cama. Sentado junto a mí, vuelve a tirar hacia abajo mis pantalones deportivos. De arriba abajo al igual que la ropa interior de una prostituta comenta amargamente mi subconsciente. En mi cabeza, le digo a dónde ir. Siento como Joseph echa un chorro de aceite de bebé en su mano y luego frota mi trasero con extrema ternura: de limpiador de maquillaje a bálsamo para suavizar un trasero golpeado, quién habría pensado que un líquido fuera tan versátil―. Me gustan mis manos en ti ―murmura y tengo que estar de acuerdo, a mí también―. Ahí ―dice cuando ha acabado y vuelve a subir mis pantalones.
Echo un vistazo a mi reloj. Las diez treinta.
―Me voy ahora.
―Te dejaré afuera. ―Aún no puedo mirarlo.
Tomando mi mano, me lleva a la puerta principal. Afortunadamente, Kate aún no está en casa. Todavía debe estar cenando con su familia y Ethan. Me alegro realmente que ella no haya estado aquí para oír mi castigo.
―¿No tienes que llamar a Taylor? ―pregunto, evitando el contacto visual.
―Taylor ha estado aquí desde las nueve. Mírame ―respira.
Me esfuerzo en encontrar sus ojos, pero cuando lo hago, él está mirándome fijamente de arriba abajo, asombrado.
―No lloraste ―murmura, luego me toma de repente y me besa fervientemente―. El domingo ―susurra contra mis labios y eso es una promesa y una amenaza.
Lo observo caminar por el sendero y subir en el gran Audi negro. No mira hacia atrás. Cierro la puerta y permanezco indefensa en la sala de un apartamento en el que sólo voy a pasar otro par de noches. Un lugar en el que he vivido felizmente durante casi cuatro años… aun así hoy, por primera vez, me siento sola e incómoda aquí, conmigo misma. ¿Tanto me he desviado de quién soy? Sé que escondido, no muy lejos, bajo mi exterior entumecido, hay un torrente de lágrimas. ¿Qué estoy haciendo? La ironía es que ni siquiera puedo sentarme y disfrutar un buen llanto. Tendré que estar de pie. Sé que es tarde, pero decido llamar a mi madre.
―Cariño, ¿cómo estás? ¿Cómo fue tu graduación? ―Ella se entusiasma por teléfono. Su voz es un bálsamo consolador.
―Lo siento, es tan tarde ―susurro.
Ella hace una pausa.
―¿____? ¿Qué va mal? ―Ahora está muy seria.
―Nada, mamá, sólo quería oír tu voz.
Está callada durante un momento.
―____, ¿qué es? Por favor, dímelo. ―Su voz es suave, confortante y sé que le importa. Sin que las invite, mis lágrimas empiezan a fluir. He llorado tan a menudo en los últimos días―. Por favor, ____ ―dice ella y su angustia refleja la mía.
―¡Oh, mamá, es un hombre!
―¿Qué te ha hecho? ―Su alarma es palpable.
―No es así. ―Aunque sí lo es… Oh, mierda. No quiero preocuparla. Sólo quiero a alguien que sea fuerte por mí en este momento.
―____, por favor, está preocupándome.
Tomo una profunda respiración.
―Estoy enamorada de este chico y él es tan diferente a mí, que no sé si deberíamos estar juntos.
―Oh, querida. Me gustaría poder estar contigo. Lo siento mucho, me perdí tu graduación. Así que, finalmente, te has enamorado de alguien. ¡Oh, cariño! Los hombres, ellos son tan complicados. Son una especie diferente, cariño. ¿Cuánto tiempo hace que lo conoces?
Joseph es definitivamente una especie diferente… un planeta diferente.
―Oh, casi tres semanas, más o menos.
―____, querida, eso no es para nada mucho tiempo. ¿Cómo puedes conocer a alguien en ese intervalo de tiempo? Simplemente tómatelo con calma y mantenlo a una distancia segura hasta que decidas si él es digno de ti.
Estupendo… es enervante cuando mi madre es tan perspicaz, pero llega demasiado tarde para esto. ¿Es él digno de mí? Ese es un concepto interesante. Siempre me pregunto si yo soy digna de él.
―Cariño, pareces tan infeliz. Ven a casa, visítanos. Te extraño, querida. A Bob también le encantaría verte. Puedes conseguir un poco de distancia y quizá un poco de perspectiva. Necesitas un descanso. Has estado trabajando muy duro.
¡Oh, hombre! Eso es tentador. Huir a Georgia. Tomar el sol, algunos cócteles. El buen humor de mi madre… sus amorosos abrazos.
―Tengo dos entrevistas de trabajo en Seattle el lunes.
―¡Oh, eso es una noticia maravillosa!
La puerta abre y Kate aparece, sonriéndome abiertamente. Su rostro cae cuando ve que he estado llorando.
―Mamá, tengo que irme. Pensaré en la visita. Gracias.
―Cariño, por favor, no dejes que un hombre consiga meterse bajo tu piel. Eres demasiado joven. Ve y disfruta.
―Sí, mamá, te quiero.
―¡Oh, ____, te quiero mucho, también! Cuídate, cariño. ―Cuelgo y enfrento a Kate que me mira fijamente.
―¿Te ha molestado de nuevo ese capullo obscenamente rico?
―No… más o menos… hum… sí.
―Simplemente envíalo de paseo, ____. Has estado dando tumbos de arriba abajo desde que lo conociste. Nunca te había visto así.
El mundo de Katherine Kavanagh es muy claro, muy blanco y negro. No tiene los intangibles, misteriosos e imprecisos tonos de gris que colorean mi mundo. Bienvenida a mi mundo.
―Siéntate, hablemos. Tomemos algo de vino. Oh, tienes champán. ―Ve la botella―. Algunas cosas buenas.
Sonrío ineficazmente, mirando aprensivamente el sofá. Me acerco a él con cuidado. Hmm… sentarse.
―¿Estás bien?
―Me caí y aterricé con mi parte trasera.
No piensa cuestionar mi explicación, porque soy una de las personas más faltas de coordinación del estado de Washington. Nunca pensé que lo vería como una bendición. Me siento con cautela, gratamente sorprendida de estar bien y vuelvo mi atención a Kate, pero mi mente se absorbe y me empuja de vuelta al Heathman: “Bien, si fueses mía, no podrías sentarte durante una semana después de la broma que gastaste ayer”. Lo dijo entonces y todo en lo que me podía concentrar en ese momento, era en ser suya. Todas las señales de advertencia estaban ahí, era demasiado despistada y estaba demasiado enamorada para darme cuenta.
Kate vuelve al salón con una botella de vino tinto y copas limpias.
―Aquí vamos. ―Me pasa una copa de vino. No sabrá tan bien como el Bolly―. ____, si es un idiota acerca de los asuntos de compromiso, déjalo. A pesar de que no comprendo realmente sus problemas de compromiso. No podía quitarte los ojos de encima en la marquesina, te miraba como un halcón. Dije que estaba completamente loco por ti, pero puede que tenga una forma graciosa de demostrarlo.
¿Loco por mí? ¿Joseph? ¿Forma graciosa de demostrarlo? Diré.
―Kate, es complicado. ¿Cómo ha ido tu tarde? ―pregunto.
No puedo discutir esto con Kate sin revelar demasiado, pero una pregunta sobre su día y Kate se apaga. Es tan tranquilizador sentarse y escuchar su parloteo habitual. La noticia caliente es que puede que Ethan venga a vivir con nosotros después de sus vacaciones. Eso será divertido, Ethan es para morirse de risa. Frunzo el ceño. No creo que Joseph lo acepte. Bueno… que pena. Tendrá que aguantarse. He bebido un par de copas de vino y decido llamarlo en la noche. Ha sido un día muy largo. Kate me abraza y luego toma el teléfono para llamar a Elliot.
Reviso la máquina malvada tras lavarme los dientes. Hay un correo de Joseph.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Tú
Fecha: 26 Mayo 2011 23:14
Para: ____ Steele
Querida señorita Steele:
Eres simplemente exquisita. La mujer más bella, inteligente, ingeniosa y valiente que haya conocido. Toma un poco de Ibuprofeno, esto no es una solicitud. Y no conduzcas tu Escarabajo de nuevo. Lo sabré.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Oh, ¡que no conduzca mi coche de nuevo! Tecleo la respuesta.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Adulación
Fecha: 26 Mayo 2011 23:20
Para: Joseph Jonas
Estimado señor Jonas:
La adulación no te llevará a ningún lado, pero como has estado en todas partes, el punto es discutible.
Necesitaré conducir mi Escarabajo a un garaje para poder venderlo, por lo que no aceptaré ninguno de tus sinsentidos sobre eso. El vino tinto es siempre preferible al Ibuprofeno.
____
P.D: El azotamiento es un límite DURO para mí.
Presiono enviar.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Mujeres frustrantes que no pueden aceptar cumplidos.
Fecha: 26 Mayo 2011 23:26
Para: ____ Steele
Estimada señorita Steele:
No te estoy adulando. Deberías irte a la cama.
Acepto tu adición a los límites duros.
No bebas mucho.
Taylor se deshará de tu coche y también conseguirá un buen precio por él.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Taylor, ¿es el hombre adecuado para el trabajo?
Fecha: 26 Mayo 2011 23:40
Para: Joseph Jonas
Querido señor:
Estoy intrigada de que estés feliz de arriesgarte, dejando a tu mano derecha conducir mi coche, pero no a una mujer a la que te follas ocasionalmente. ¿Cómo puedo estar segura de que Taylor es el hombre que me conseguirá el mejor precio por dicho coche? He sido conocida, en el pasado, probablemente antes de conocerte, por ser una dura negociadora.
____
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: ¡Cuidado!
Fecha: 26 Mayo 2011 23:44
Para: ____ Steele
Estimada señorita Steele:
Estoy suponiendo que eso es el VINO TINTO hablando y que has tenido un día muy largo.
A pesar de que estoy tentado de conducir de vuelta hasta ahí para asegurarme de que no te sientes durante toda una semana, en vez de sólo una tarde.
Taylor es un ex-soldado del ejército y es capaz de conducir cualquier cosa desde una motocicleta hasta un Tanque Sherman. Tu coche no representa una hazaña para él.
Ahora, por favor, no te refieras a ti misma como “alguna mujer a la que me follo ocasionalmente” porque, francamente, me vuelve LOCO y la verdad, es que no me querrías cuando estoy enfadado.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Ten cuidado tú
Fecha: 26 Mayo 2011 23:57
Para: Joseph Jonas
Querido señor Jonas:
No estoy segura de que te quiera de ninguna forma, especialmente ahora.
Señorita Steele
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Ten cuidado tú
Fecha: 27 Mayo 2011 00:03
Para: ____ Steele
¿Por qué no te gusto?
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Ten cuidado tú
Fecha: 27 Mayo 2011 00:09
Para: Joseph Jonas
Porque nunca te quedas conmigo.
Ahí, le he dado algo en lo que pensar. Apago la máquina con un movimiento que en verdad no siento y gateo hacia mi cama. Apago la luz de la mesilla y miro hacia el techo. Ha sido un día largo, un dolor emocional tras otro. Fue reconfortante pasar algo de tiempo con Ray. Lucia bien y extrañamente tenía una buena opinión de Joseph. Jesús, Kate y su gigantesca boca. Escuchar a Joseph hablar sobre estar hambriento. ¿De qué demonios va todo eso? Dios y el coche. Ni siquiera le he dicho a Kate sobre el coche nuevo. ¿En qué estaba pensando Joseph?
Y luego esta tarde, realmente me pegó. Nunca me habían pegado en mi vida. ¿En qué me he metido? Muy lentamente, mis lágrimas, interrumpidas por la llegada de Kate, empiezan a deslizarse hacia abajo por un lado de mi rostro y en mis oídos. Me he enamorado de alguien que está emocionalmente cerrado, solo saldré herida ―en mi interior lo sé― por alguien que admite estar completamente jodido. ¿Por qué está tan jodido? Tiene que ser horrible estar tan enfadado como él lo está y el pensamiento de que de niño sufrió algunas crueldades insoportables me hace llorar más fuerte. Puede que si fuera más normal no te quisiera, mi subconsciente contribuye sarcásticamente a mis meditaciones… y aunque no lo haya admitido, sé que es verdad. Me giro hacia mi almohada y las compuertas se abren… y por primera vez en años, estoy sollozando incontrolablemente en mi almohada.
Me distraigo momentáneamente de mi oscura noche del alma al escuchar a Kate gritar.
―¿Qué coño crees que estás haciendo aquí?... ¡Bien, pues no puedes!... ¿Qué mierda le has hecho ahora?... Desde que te conoció llora todo el tiempo… ¡No puedes entrar!
Joseph irrumpe en mi habitación y bruscamente enciende la luz, haciéndome entre cerrar los ojos.
―Jesús, ____ ―murmura. Apaga la luz otra vez y está a mi lado en un momento.
―¿Qué estás haciendo aquí? ―jadeo entre sollozos. Mierda. No puedo parar de llorar.
Enciende la luz de la mesilla haciéndome entrecerrar los ojos otra vez. Kate viene y se queda de pie en la puerta.
―¿Quieres que eche a este imbécil? ―pregunta, radiando hostilidad termonuclear.
Joseph levanta las cejas hacia ella, sin duda sorprendido por su halagador epíteto y su salvaje antagonismo. Niego con la cabeza y ella pone los ojos en blanco. Oh… No haría eso cerca del Señor J.
―Sólo grita si me necesitas ―dice ella gentilmente―. Jonas, tus tarjetas están marcadas ―sisea. Él asiente con la cabeza, ella se da vuelta y tira de la puerta pero no se cierra. Joseph me mira, su expresión grave, su rostro lívido. Usa su chaqueta a rayas y de su bolsillo interno, saca un pañuelo y me lo entrega. Creo que aún tengo el otro en algún lado.
―¿Qué está pasando? ―pregunta en voz baja.
―¿Por qué estás aquí? ―pregunto, ignorando su pregunta. Mis lágrimas milagrosamente han cesado, pero me quedo con temblores sacudiendo mi cuerpo.
―Parte de mi rol es anteponer tus necesidades. Dijiste que querías que me quedara, así que aquí estoy. Y sin embargo, te encuentro así. ―Parpadea en mi dirección, realmente desconcertado―. Estoy seguro de que soy el responsable, pero no tengo idea de por qué. ¿Es porque te golpeé?
Me levanto, haciendo una mueca de dolor por mi trasero. Me siento y lo enfrento.
―¿Tomaste un ibuprofeno?
Niego con la cabeza. Pone los ojos en blanco, se levanta y abandona la habitación. Lo oigo hablar con Kate pero no lo que están diciendo. Él está de vuelta unos momentos después con píldoras y una taza de agua.
―Toma esto ―ordena gentilmente mientras se sienta a mi lado en la cama.
Hago lo que dice.
―Háblame ―susurra―. Me dijiste que estabas bien. Nunca te hubiese dejado si pensé que estarías así.
Me quedo mirando mis manos. ¿Qué puedo decir que no haya dicho ya? Quiero más. Quiero que se quede porque él quiera quedarse conmigo, no porque estoy llorando y hecha un lio y no quiero que me golpee, ¿es eso tan irracional?
―Considero entonces que cuando dijiste que estabas bien, no lo estabas.
Me sonrojo.
―Pensé que estaba bien.
―____, no puedes decirme lo que piensas que quiero oír. Eso no es muy honesto ―me reprende―. ¿Cómo puedo confiar en algo de lo que me hayas dicho?
Lo miro de reojo y está con el ceño fruncido, con una expresión sombría en sus ojos. Pasa ambas manos por su cabello.
―¿Cómo te sentiste mientras estaba pegándote y después de eso?
―No me gustó. Preferiría que no lo hicieras otra vez.
―No estaba destinado a que te gustara.
―¿Por qué te gusta? ―Me quedo mirándolo.
Mi pregunta lo sorprende.
―¿Realmente quieres saber?
―Oh, créeme, estoy intrigada. ―No puedo evitar el sarcasmo en mi voz.
Frunce el ceño otra vez.
―Cuidado ―advierte.
Me pongo pálida.
―¿Vas a pegarme otra vez? ―lo reto.
―No, no esta noche.
Uf… mi subconsciente y yo damos en silencio un suspiro de alivio.
―Así que ―empiezo.
―Me gusta el control que me da, ____. Quiero que te comportes de cierta forma y si no lo haces, debo castigarte y aprenderás a comportarte de la forma que deseo. Disfruto castigándote. He querido darte nalgadas desde que me preguntaste si era gay.
Me sonrojo ante el recuerdo. Vaya, yo misma quería golpearme después de esa pregunta. Así que Katherine Kavanagh eres la responsable de todo esto y si ella hubiese ido a esa entrevista y preguntado si era gay, estaría sentada aquí con dolor en el trasero. No me gusta ese pensamiento. ¿Cuán confuso es esto?
―Así que, no te gusta como soy.
Él me mira de nuevo, desconcertado.
―Creo que eres preciosa como eres.
―Entonces, ¿por qué estás tratando de cambiarme?
―No estoy tratando de cambiarte. Me gustaría que fueras cortés, que sigas el conjunto de reglas que te he dado y no me desafíes. Simple ―dice él.
―Pero, ¿quieres castigarme?
―Sí, quiero.
―Eso es lo que no entiendo.
Suspira y pasa sus manos por su cabello otra vez.
―Es la forma en la que estoy hecho, ____. Necesito controlarte. Necesito que te comportes de cierta manera, ____ y si no lo haces… me encanta ver que tu hermosa piel se ponga rosa alabastro y se caliente en mis manos. Me excita.
Mierda. Ahora estamos llegando a algo.
―Entonces, ¿no es el dolor por el que me haces pasar?
Él traga.
―Un poco, para ver si puedes soportarlo, pero esa no es toda la razón. Es el hecho de que tú eres mía para hacer lo que considere oportuno, el máximo control sobre otra persona. Y me excita. Muchísimo, ____. Mira, no me estoy explicando muy bien… nunca antes tuve que hacerlo. Realmente no he pensado en esto en profundidad. Siempre he estado con personas con ideas afines ―dice, encogiéndose de hombros como disculpándose―. Y todavía no responde mi pregunta: ¿Cómo te sentiste después?
―Confundida.
―Estabas excitada por eso, ____. ―Cierra sus ojos un instante y cuando vuelve abrirlos y me mira, están ardiendo.
Su expresión saca esa parte oscura en mí, enterrada en las profundidades de mi vientre: mi libido, despertado y dominado por él, incluso ahora insaciable.
―No me mires así ―murmura.
Frunzo el ceño. Dios, ¿qué he hecho ahora?
―No tengo ningún condón, ____ y sabes que estas molesta. Contrario a lo que tu compañera cree, no soy un monstruo fálico. Por lo tanto, ¿te sientes confundida?
Me retuerzo bajo su intensa mirada.
―No tienes ningún problema en ser honesta conmigo por correo. Tus correos siempre me dicen exactamente cómo te sientes. ¿Por qué no puedes hacer eso en una conversación? ¿Tanto te intimido?
Elijo un punto imaginario en la manta azul crema de mi madre.
―Me seduces, Joseph. Me abrumas completamente. Me siento como Ícaro volando demasiado cerca del Sol ―le susurro.
Él jadea.
―Bueno, creo que lo entiendes al revés ―susurra.
―¿Qué?
―Oh, ____, me has hechizado, ¿no es obvio?
No, yo no. Hechizado… mi diosa interior está mirando con la boca abierta. Incluso ella no cree esto.
―Todavía no has respondido mi pregunta. Escríbeme un correo, por favor. Pero ahora, realmente me gustaría dormir. ¿Me puedo quedar?
―¿Te quieres quedar? ―No puedo ocultar la esperanza en mi voz.
―Tú me querías aquí.
―No has respondido a mi pregunta.
―Te voy a escribir un correo electrónico ―murmura con petulancia.
De pie, saca de los bolsillos de sus pantalones vaqueros su BlackBerry, sus llaves, su billetera y dinero. Santo cielo, los hombres llevan un montón de basura en sus bolsillos. Se despoja de su reloj, sus zapatos, los calcetines, los pantalones, su chaqueta y los coloca sobre mi silla. Camina hacia el otro lado de la cama y se mete en ella.
―Acuéstate ―ordena.
Me deslizo lentamente bajo las sábanas, haciendo una mueca, mirándolo fijamente. Dios… va a quedarse. Creo que estoy entumecida de la sorpresa. Se apoya en un codo, mirándome.
―Si vas a llorar, llora frente a mí. Necesito saber.
―¿Quieres que llore?
―No particularmente. Solo quiero saber cómo te estás sintiendo. No te quiero escapando de mis manos. Apaga la luz. Es tarde y los dos tenemos que trabajar mañana.
Está aquí… y todavía tan mandón, pero no me puedo quejar, está en mi cama. Aun no entiendo por qué… tal vez debería llorar más a menudo frente a él. Apago la luz de la mesilla.
―Recuéstate de lado, de espaldas a mí ―murmura en la oscuridad.
Pongo mis ojos en blanco, con el completo conocimiento de que no puede verme, pero hago lo que me ha dicho. Con cautela, se acerca, pone sus brazos a mí alrededor y me acerca a su pecho… Oh mi Dios.
―Duerme, nena ―susurra y siento su nariz en mi cabello mientras inhala profundamente.
Santo cielos. Joseph Jonas está durmiendo conmigo y en la comodidad y el consuelo de sus brazos, voy a la deriva en un sueño pacífico.
Karely Jonatika
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
[CAPITULO 17]
La llama de la vela está demasiado caliente. Parpadea y danza en una brisa demasiado cálida, una brisa que no trae ningún respiro del calor. Suaves y delicadas alas aletean hacia adelante y atrás en la oscuridad, salpicando escamas de polvo en el haz de luz. Estoy luchando por resistir, pero me siento atraída. Y entonces, es tan brillante y estoy volando tan cerca del sol, deslumbrada por la luz, hervida y derritiéndose por el calor, cansada de mis esfuerzos por permanecer en el aire. Estoy tan caliente. El calor… es sofocante, opresivo. Me despierta.
Abro los ojos y me encuentro cubierta por Joseph Jonas. Se ha envuelto alrededor de mí como una bandera de victoria. Está dormido con su cabeza en mi pecho, su brazo sobre mí, sosteniéndome cerca, una de sus piernas enganchada alrededor de las mías. Me está sofocando con el calor de su cuerpo y es pesado. Me tomo un momento para absorber que todavía se encuentra en mi cama y se ha quedado dormido, hay luz en el exterior, es de mañana. Ha pasado toda la noche conmigo.
Mi brazo derecho se estira, sin dudarlo buscando un lugar fresco y mientras proceso el hecho de que todavía está conmigo, se me ocurre la idea de que puedo tocarlo. Está dormido. Tentativamente, levanto mi mano y paso las puntas de mis dedos por su espalda. En lo profundo de su garganta escucho un leve gemido angustiado y se remueve. Acaricia mi pecho, inhalando profundamente mientras despierta. Unos somnolientos y parpadeantes ojos ambarinos se encuentran con los míos bajo una mata de cabello revuelto.
―Buenos días ―masculla y frunce el ceño―. Jesús, incluso en mis sueños me siento atraído por ti. ―Se mueve lentamente, despegando sus extremidades de mí mientras se espabila. Soy consciente de su erección contra mi cadera. Nota mi reacción de sorpresa y sonríe de una manera lenta, sexy―. Hmm… esto tiene posibilidades, pero creo que deberíamos esperar hasta el domingo. ―Se inclina hacia abajo y acaricia mi oreja con la nariz.
Me ruborizo, pero luego me siento de siete tonos de escarlata debido a su calor.
―Estás muy caliente ―murmuro.
―Tú tampoco está tan mal ―murmura y se presiona contra mí, sugestivamente.
Me ruborizo aún más. Eso no es lo que quise decir. Se apoya sobre su codo mirándome, divertido. Se agacha y para mi sorpresa, planta un suave beso sobre mis labios.
―¿Dormiste bien? ―pregunta.
Asiento con la cabeza, mirándolo fijamente y me doy cuenta de que he dormido muy bien, excepto quizás por esa última media hora cuando tuve demasiado calor.
―Yo también. ―Frunce el ceño―. Sí, muy bien. ―Levanta sus cejas con confundida sorpresa―. ¿Qué hora es?
Miro mi alarma.
―Las 7:30.
―7:30… mierda. ―Se pone de pie saliendo de la cama y se arrastra en sus jeans.
Es mi turno de mirarlo divertida mientras me siento. Joseph Jonas llega tarde y está nervioso. Esto es algo que nunca antes he visto. Tardíamente me doy cuenta que mi trasero ya no duele más.
―Eres una mala influencia para mí. Tengo una reunión. Tengo que irme, tengo que estar en Portland a las ocho. ¿Te estás riendo?
―Sí.
Sonríe.
―Llego tarde. Nunca llego tarde. Otra primera vez, señorita Steele. ―Saca su chaqueta, se agacha y toma mi cabeza, sus manos a ambos lados―. Domingo ―dice y la palabra está impregnada con una promesa tácita. Todo dentro de mí se repliega y entonces se aprieta con una deliciosa previsión, la sensación es exquisita.
Santo infierno, si mi mente pudiera mantenerse a ritmo con mi cuerpo. Se inclina hacia adelante y me besa rápidamente. Toma sus cosas de mi mesa de noche y sus zapatos, los que no se pone.
―Taylor vendrá y se encargará de tu Beetle. Lo dije en serio. No manejes. Te veré en mi casa el domingo. Te mandaré un correo dentro de un rato. ―Y como un torbellino, se ha ido.
Oh Dios mío, Joseph Jonas ha pasado la noche conmigo y me siento descansada. Y no hubo sexo, solo caricias. Me dijo que nunca había dormido con nadie, pero ha dormido tres veces conmigo. Sonrío y lentamente salgo de la cama. Me siento más optimista de lo que he sido en el último día más o menos. Me dirijo a la cocina, necesitando una taza de té.
Luego del desayuno, me ducho y me visto rápidamente para mi último día en Clayton. Es el fin de un ciclo, adiós al Sr. y a la Sra. Clayton, WSU, Vancouver, el apartamento, mi Beetle. Miro el malvado artefacto: son las 7:52. Tengo tiempo.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Asalto con lesiones: las secuelas
Fecha: 27 Mayo 2011 08:05
Para: Joseph Jonas
Querido señor Jonas:
Querías saber por qué me sentí confundida luego de que tú, ¿qué eufemismo deberíamos utilizar?, me azotaras, castigaras, golpearas, agredieras. Bueno, durante todo el alarmante proceso, me sentí cercenada, degradada y maltratada. Y para mí mortificación, tienes razón, estaba excitada y eso fue inesperado. Como bien sabes, todos los asuntos sexuales son nuevos para mí, sólo deseo haber sido más experimentada y por lo tanto, más preparada. Me sorprendió sentirme excitada.
Lo que realmente me preocupó fue cómo me sentí después. Y eso fue más difícil de expresar. Me sentí feliz de que estuvieras contento. Me sentí aliviada de que no fuera tan doloroso como pensé que sería. Y cuando estaba yaciendo en tus brazos, me sentí… saciada. Pero me sentí muy incómoda, culpable incluso, sintiéndome de esa manera. No me sentó bien y como resultado, estoy confundida. ¿Eso responde tu pregunta?
Espero que el mundo de las Fusiones y Adquisiciones sea tan estimulante como siempre… y que no llegaras muy tarde. Gracias por quedarte conmigo.
____
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Libera tu mente
Fecha: 27 Mayo 2011 08:24
Para: ____ Steele
Interesante… aunque ligeramente exagerado el título, señorita Steele.
Para responder a sus puntos:
• Iré con palmadas, ya que eso es lo que fueron.
• Así que te sentiste degradada, devaluada, maltratada y agredida, muy Tess Durbeyfield para ti. Creo que fuiste tú quien decidió sobre la degradación, si recuerdo correctamente. ¿Te sientes realmente así o crees que deberías sentirte así? Dos cosas muy diferentes. Si así es como te sientes, ¿crees que podrías intentar abrazar esos sentimientos, enfrentarlos por mí? Eso es lo que una sumisa haría.
• Estoy agradecido de tu inexperiencia. La valoro mucho y apenas estoy empezando a entender lo que significa. En pocas palabras… significa que eres mía en todos los sentidos.
• Sí, estabas excitada, lo cual fue muy excitante, no hay nada malo con ello.
• Contento ni siquiera empieza por cubrir cómo me sentí. El gozo extático se le acerca.
• Las nalgadas de castigo duelen mucho más que los azotes sensuales, así que jamás dolerá más que eso, a menos por supuesto, que cometas una transgresión importante, en cuyo caso usaré algunos implementos para castigarte. Mi mano estaba muy dolorida. Pero me gustó eso.
• También me sentí excitado, más de lo que puedas imaginarte.
• No pierdas tu energía en la culpabilidad, sentimientos equivocados, etc. Somos adultos con mutuo consentimiento y lo que hacemos a puertas cerradas es entre nosotros. Necesito que liberes tu mente y escuches a tu cuerpo.
• El mundo de las F&A es casi tan estimulante como tú lo eres, señorita Steele.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Mierda… mía en todos los sentidos. Mi respiración se detiene.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: ¡Adultos con consentimiento!
Fecha: 27 Mayo 2011 08:26
Para: Joseph Jonas
¿No estás en una reunión?
Me alegra mucho que tu mano estuviera dolorida.
Y si escuchara a mi cuerpo, estaría en Alaska en este momento.
____
PD: Pensaré en abrazar esos sentimientos.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: No llamaste a los policías
Fecha: 27 Mayo 2011 08:35
Para: ____ Steele
Señorita Steele:
Estoy en una reunión discutiendo sobre futuros mercados, por si te interesa.
Para el registro: estabas junto a mí sabiendo lo que iba hacer.
En ningún momento me dijiste que me detuviera, no usaste la palabra de seguridad.
Eres una adulta, tienes opciones.
Francamente, estoy esperando la próxima vez que mi palma esté latiendo de dolor.
Obviamente no estás escuchando la parte correcta de tu cuerpo.
Alaska es muy fría y no hay lugar para escapar. Te encontraría. Puedo rastrear tu celular, ¿recuerdas?
Ve a trabajar.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Frunzo el ceño hacia la pantalla. Por supuesto que tiene razón. Es mi elección. Hmm. ¿Está hablando en serio respecto a encontrarme, debería decidir escapar por un tiempo? Mi mente revolotea brevemente hacia la oferta de mi madre. Contesto.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Acosador
Fecha: 27 Mayo 2011 08:36
Para: Joseph Jonas
¿Has buscado terapia para tus tendencias acosadoras?
____
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: ¿Acosador? ¿Yo?
Fecha: 27 Mayo 2011 08:38
Para: ____ Steele
Le pago al eminente Dr. Flynn una pequeña fortuna con respecto a mis tendencias, entre ellas, las acosadoras.
Ve a trabajar.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Charlatanes Caros
Fecha: 27 Mayo 2011 08:40
Para: Joseph Jonas
¿Puedo, humildemente, sugerir que busques una segunda opinión?
No estoy segura de que el Dr. Flynn sea muy efectivo.
Señorita Steele.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Segundas opiniones
Fecha: 27 Mayo 2011 08:43
Para: ____ Steele
No es que sea de tu incumbencia, pero el Dr. Flynn es la segunda opinión.
Deberás acelerar en tu auto nuevo, exponiéndote a un riesgo innecesario… creo que eso va contra las reglas.
¡Ve a trabajar!
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Mayúsculas Chillonas
Fecha: 27 Mayo 2011 08:47
Para: Joseph Jonas
Como el objeto de tus tendencias de acosador, creo que es asunto mío, en realidad. No he firmado todavía. Así que, olvida las reglas. Y no comienzo hasta las nueve y media.
Señorita Steele.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Lingüística descriptiva
Fecha: 27 Mayo 2011 08:49
Para: _____ Steele
¿Olvidar? No estoy seguro si eso aparece en el Diccionario Webster.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Lingüística descriptiva
Fecha: 27 Mayo 2011 08:52
Para: Joseph Jonas
Está entre obeso del control y acosador. Y la lingüística descriptiva es un límite duro para mí.
¿Dejarás de molestarme ahora? Me gustaría ir a trabajar en mi coche nuevo.
____
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Mujeres jóvenes, desafiantes pero divertidas
Fecha: 27 Mayo 2011 08:56
Para: ____ Steele
Mi mano está temblando.
Conduce con cuidado, señorita Steele.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Es un placer conducir el Audi. Tiene dirección hidráulica. Wanda, mi Beetle, no tiene dirección en absoluto… como sea, así que mi ejercicio diario, que era conducir mi Beetle, se acabará. Ah, pero tendré un entrenador personal con el que lidiar, según las normas de Joseph. Frunzo el ceño. Odio hacer ejercicio.
Mientras conduzco, intento analizar nuestro intercambio de correos electrónicos. Es un condescendiente hijo de puta a veces. Y entonces, pienso en Grace y me siento culpable. Pero, por supuesto, ella no es su madre biológica. Hmm, eso es todo un mundo de dolor desconocido. Bueno, condescendiente hijo de puta funciona bien entonces. Sí. Soy un adulto, gracias por recordármelo, Joseph Jonas y es mi decisión. El problema es que sólo quiero a Joseph, no todo su… equipaje y ahora tiene como equipaje la bodega de un 747. ¿Puedo simplemente recostarme y aceptarlo? ¿Cómo una sumisa? He dicho que iba a tratar. Es una gran, gran incógnita.
Me detengo en el estacionamiento de Clayton. Mientras entro, me cuesta creer que es mi último día. Afortunadamente, la tienda está ocupada y el tiempo pasa rápidamente. A la hora del almuerzo, el señor Clayton me llama desde el almacén. Está de pie junto a un mensajero en motocicleta.
―¿Señorita Steele? ―pregunta el mensajero. Frunzo el ceño interrogativamente al señor Clayton, quien se encoge de hombros, tan sorprendido como yo. Mi corazón se hunde. ¿Qué me ha enviado Joseph ahora? Firmo por el pequeño paquete y lo abro de inmediato. Es un BlackBerry. Mi corazón se hunde aún más. La enciendo.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: BlackBerry en préstamo
Fecha: 27 Mayo 2011 11:15
Para: _____ Steele
Tengo que ser capaz de contactarte en todo momento y ya que esta es la forma en que te comunicas más honestamente, me di cuenta que necesitas un BlackBerry.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Consumismo enloquecido
Fecha: 27 Mayo 2011 13:22
Para: Joseph Jonas
Creo que debes llamar al Dr. Flynn en este momento.
Tus tendencias de acoso están desenfrenadas.
Estoy en el trabajo. Te enviaré un correo electrónico cuando llegue a casa.
Gracias por otro aparato.
No me equivoqué cuando dije que eras el consumidor final.
¿Por qué haces esto?
____
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: La perspicacia de alguien tan joven
Fecha: 27 Mayo 2011 13:24
Para: ____ Steele
Un punto justo, bien dicho, como siempre señorita Steele.
El Dr. Flynn está de vacaciones.
Y hago esto porque puedo.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Guardo la cosa en mi bolsillo trasero, ya odiándolo. Enviarle correos a Joseph es adictivo, pero se supone que debo estar trabajando. Vibra una vez contra mi trasero… Que adecuado, pienso irónicamente, pero convocando toda mi fuerza de voluntad, lo ignoro.
A las cuatro, el señor y la señora Clayton reúnen a todos los demás empleados en la tienda y durante un discurso vergonzoso, me entregan un cheque por trescientos dólares. En ese momento, tres semanas de exámenes, graduación, locos e intensos multimillonarios, perder mi virginidad, límites duros y suaves, habitaciones de juego sin consolas de juego, viajes en helicóptero y el hecho de que me mudaré mañana, todo se desborda dentro de mí. Sorprendentemente, me mantengo impasible. Mi subconsciente teme. Abrazo fuerte a los Clayton. Han sido empleadores amables, generosos y les echaré de menos.
Kate está saliendo de su coche cuando llego a casa.
―¿Qué es eso? ―dice en tono acusador, apuntando hacia el Audi. No puedo resistirlo.
―Es un coche ―digo en broma. Entrecierra los ojos y por un breve momento, me pregunto si ella también quiere ponerme sobre sus rodillas―. Mi regalo de graduación. ―Trato de actuar indiferente. Sí, recibo automóviles caros todos los días. Su boca se abre.
―Generoso y que hijo de puta, ¿no?
Asiento con la cabeza.
―Traté de no aceptarlo, pero, francamente, no vale la pena luchar.
Kate frunce los labios.
―No es de extrañar que estés tan abrumada. Me di cuenta que se quedó.
―Sí. ―Sonrío con tristeza.
―¿Vamos a terminar de empacar?
Asiento con la cabeza y la sigo adentro. Reviso el correo electrónico de Joseph.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Domingo
Fecha: 27 Mayo 2011 13:40
Para: ____ Steele
¿Te veo a la una de la tarde del domingo?
El médico estará en Escala para verte a la una y media.
Me voy a Seattle ahora.
Espero que tu mudanza vaya bien y espero con ansias el domingo.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Dios, él podría estar hablando del clima. Decido que le enviaré un correo electrónico una vez que haya terminado de empacar, él puede ser tan divertido un minuto y luego puede ser tan formal. Es difícil mantener el ritmo. Honestamente, es como enviarle un correo electrónico a un empleado. Pongo los ojos en blanco, desafiante y me uno a Kate para hacer las maletas.
Kate y yo estamos en la cocina cuando hay un golpe en la puerta. Taylor se encuentra en el porche, viéndose impecable en su traje. Noto la huella del ejército en su corte de cabello, su físico y en su fría mirada.
―Señorita Steele ―dice―, he venido por su coche.
―Oh, sí, por supuesto. Venga, voy a recoger las llaves.
Seguramente esto está por encima y más allá del llamado del deber. Me pregunto de nuevo cuál es la descripción del trabajo de Taylor. Le doy las llaves y caminamos en un silencio incómodo para mí, hacia el Beetle de color azul claro. Abro la puerta y retiro la linterna de la guantera. Eso es todo. No tengo nada más que sea personal en Wanda. Adiós, Wanda. Gracias. Acaricia su techo mientras cierro la puerta del pasajero.
―¿Cuánto tiempo ha trabajado para el señor Jonas? ―pregunto.
―Cuatro años, señorita Steele.
De repente, tengo la imperiosa necesidad de bombardearlo con preguntas. Lo que este hombre debe saber acerca de Joseph, todos sus secretos. Pero entonces, él probablemente firmó un acuerdo de confidencialidad. Lo miro nerviosamente. Tiene la misma expresión taciturna que Ray y es caliente como él.
―Es un buen hombre, señorita Steele ―dice y sonríe ligeramente. Con eso, me da una leve inclinación de cabeza, se sube a mi coche y se aleja.
Apartamento, Beetle, Clayton, todo es distinto ahora. Sacudo la cabeza mientras vuelvo adentro. Y el cambio más importante de todo es Joseph Jonas. Taylor piensa que es un buen hombre. ¿Puedo creerle?
José se une a nosotros con comida china para llevar a las ocho. Ya hemos terminado. Hemos empacado y estamos listas para irnos. Él trae varias botellas de cerveza y Kate y yo nos sentamos en el sofá mientras él está con las piernas cruzadas en el suelo entre nosotras. Vemos televisión basura, bebemos cerveza y mientras transcurre la noche, recordamos con cariño y en voz alta mientras la cerveza hace efecto. Han sido unos buenos cuatro años.
El ambiente entre José y yo ha vuelto a la normalidad, el intento de beso olvidado. Bueno, ha sido barrido bajo la alfombra en la que mi Diosa interior esta recostada, comiendo uvas y moviendo los dedos, esperando no tan pacientemente el domingo. Hay un golpe en la puerta y mi corazón salta en mi garganta. ¿Es él?
Kate abre la puerta y casi cae al suelo gracias a Elliot. Él la toma al más puro estilo de Hollywood, que cambia rápidamente a un abrazo. Honestamente… consíganse una habitación. José y yo nos miramos el uno al otro. Estoy consternada por su falta de modestia.
―¿Deberíamos caminar hacia el bar? ―le pregunto a José, quien asiente con la cabeza frenéticamente. Estamos demasiado incómodos con la determinación del sexo sin límites que se desarrolla en frente de nosotros. Kate me mira, sonrojada y con los ojos brillantes―. José y yo nos vamos a tomar una copa rápida. ―Pongo los ojos en blanco. ¡Ja! Todavía puedo poner los ojos en blanco cuando quiera.
―Está bien ―sonríe.
―Hola Elliot, adiós Elliot.
Me hace un guiño con un gran ojo azul y José y yo estamos fuera de la puerta, riendo como adolescentes.
Mientras caminamos hacia el bar, uno mi brazo al de José. Dios, él es tan sencillo. No había apreciado realmente esto antes.
―Todavía vienes a la apertura de mi exhibición, ¿no?
―Por supuesto, José, ¿cuándo es?
―El 9 de Junio.
―¿Qué día es ese? ―Repentinamente, entro en pánico.
―Es un jueves.
―Sí, debería poder llegar… ¿Y nos visitarás en Seattle?
―Intenta detenerme. ―Sonríe.
Es tarde cuando vuelvo del bar. Kate y Elliot no están donde pueda verlos, pero Dios, se les puede escuchar. Mierda. Espero no ser tan bullosa. Sé que Joseph no lo es. Me sonrojo con el pensamiento y escapo a mi habitación. Después de un corto abrazo no-tan-incómodo-gracias-a-Dios, José se ha ido. No sé cuándo lo veré de nuevo, probablemente en su exhibición fotográfica y una vez más, estoy sorprendida de que finalmente tenga una. Lo extraño a él y su encanto juvenil. No pude decirle sobre mi Beetle, sé que enloquecerá cuando se entere y sólo puedo lidiar con un hombre al tiempo enloqueciéndose ante mí. Una vez que estoy en mi habitación, reviso la computadora y, por supuesto, hay un e-mail de Joseph.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: ¿En dónde estás?
Fecha: 27 Mayo 2011 22:14
Para: ____ Steele
“Estoy en el trabajo. Te enviaré un mail cuando llegue a casa”.
¿Todavía estás en el trabajo o has empacado tu teléfono, BlackBerry y MacBook? Llámame o puede que me vea forzado a llamar a Elliot.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Mierda… José… mierda.
Tomo mi teléfono. Cinco llamadas pérdidas y un mensaje de voz. Tentativamente, escucho el mensaje. Es Joseph.
“Creo que necesitas aprender a manejar mis expectativas. No soy un hombre paciente. Si dices que vas a contactarme cuando termines de trabajar, entonces deberías tener la decencia de hacerlo. De lo contrario, me preocupo, no es una emoción con la que estoy familiarizado y no la tolero muy bien. Llámame.”
Doble mierda. ¿Alguna vez me dejará descansar? Frunzo el ceño al teléfono. Me está sofocando. Con un profundo miedo desenredándose en mi estómago, busco su número y lo llamo. Mi corazón está en mi boca mientras espero que responda. Probablemente le gustaría sacarme siete sombras de mierda. El pensamiento es deprimente.
―Hola ―dice suavemente y su respuesta me desequilibra porque estoy esperando su rabia, pero si acaso, él suena aliviado.
―Hola ―murmuro.
―Estaba preocupado por ti.
―Lo sé. Lamento no responder, pero estoy bien.
Él hace una pausa por un momento.
―¿Tuviste una noche placentera? ―Es secamente cortés.
―Sí. Terminamos de empacar y Kate y yo compartimos comida China a domicilio con José. ―Cierro los ojos fuertemente cuando digo el nombre de José. Joseph no dice nada―. ¿Qué hay de ti? ―pregunto para llenar el repentino abismo ensordecedor de silencio. No lo dejaré culparme por José.
Eventualmente, suspira.
―Fui a una cena de recaudación de fondos. Fue aburrida a muerte. Me fui tan pronto como pude.
Suena tan triste y resignado. Mi corazón se aprieta. Lo imagino todas esas noches atrás, sentado frente al piano en su enorme sala y la insoportable melancolía amarga de la música que estaba tocando.
―Desearía que estuvieras aquí ―susurro, porque tengo una urgencia de sostenerlo. Calmarlo. Incluso aunque no me dejará. Quiero su proximidad.
―¿De verdad? ―murmura suavemente. ¡Dios mío! Esto no suena como él y mi cuero cabelludo pica con naciente aprehensión.
―Sí ―susurro. Después de una eternidad, él suspira.
―¿Te veré el domingo?
―Sí, el domingo ―murmuro y un escalofrío se desliza por mi cuerpo.
―Buenas noches.
―Buenas noches, Amo.
Mi tratamiento lo atrapa por sorpresa, puedo decirlo por su seca inhalación.
―Buena suerte con tu mudanza mañana, ____. ―Su voz es suave. Y ambos estamos esperando en el teléfono como adolescente, ninguno de los dos queriendo colgar.
―Cuelga tú ―susurro. Finalmente, siento su sonrisa.
―No, cuelga tú. ―Y sé que está sonriendo ampliamente.
―No quiero hacerlo.
―Tampoco yo.
―¿Estabas muy enojado conmigo?
―Sí.
―¿Todavía lo estás?
―No.
―¿Así que no vas a castigarme?
―No. Soy más un tipo de en-el-momento.
―Lo he notado.
―Puedes colgar ahora, señorita Steele.
―¿De verdad quiere que lo haga, Amo?
―Ve a la cama, _____.
―Sí, Amo.
Ambos permanecemos en la línea.
―¿Alguna vez crees que serás capaz de hacer lo que te dicen? ―Está maravillado y exasperado a la vez.
―Tal vez. Lo veremos después del domingo. ―Y presiono “finalizar” en el teléfono.
Elliot se levanta y admira su trabajo. Ha re-enchufado nuestra TV en el sistema satelital de nuestro apartamento en Pike Place Market. Katy y yo caemos en el sofá riendo, impresionadas por su destreza con un taladro. La pantalla plana luce rara contra el ladrillo del depósito convertido, pero no hay duda de que me acostumbraré a ello.
―Mira, nena, es fácil. ―Él le sonríe con una amplia sonrisa de dientes blancos a Kate y ella casi se disuelve literalmente en el sofá.
Pongo los ojos en blanco.
―Me encantaría quedarme, pero mi hermana está de regreso a París. Hay una cena familiar obligatoria esta noche.
―¿Puedes pasar después? ―pregunta Kate tentativamente, toda suave y no-como-Kate.
Me levanto y camino a la cocina con la pretensión de desempacar las cajas. Ellos se van a poner asquerosos.
―Veré si puedo escapar ―promete él.
―Bajaré contigo. ―Kate sonríe.
―Nos vemos, ____. ―Elliot sonríe.
―Hasta luego, Elliot. Saluda a Joseph de mi parte.
―¿Sólo lo saludo? ―Sus cejas se levantan sugestivamente.
―Sí. ―Me sonrojo. Me guiña y yo me pongo carmesí mientras él sigue a Kate fuera del apartamento.
Elliot es adorable y tan diferente a Joseph. Él es cálido, abierto, físico, muy físico, demasiado físico con Kate. Apenas pueden mantener sus manos lejos del otro ―para ser honesta, es vergonzoso― y estoy verde como un guisante por la envidia.
Kate regresa cerca de veinte minutos después con pizza y nos sentamos, rodeadas de cajas, en nuestro nuevo espacio abierto, comienzo directo de la caja. El papá de Kate nos ha dejado orgullosas. El apartamento no es enorme, pero lo suficientemente grande, con tres habitaciones y una gran sala que da hacia el mismo Pike Place Market. Tiene solidos pisos de madera, ladrillo rojo y los mesones de la cocina son de suave concretos, muy utilitarios, muy de estos tiempos. Ambas amamos el hecho de que estaremos en el corazón de la ciudad.
A las ocho, el teléfono de la entrada vibra. Kate se levanta de un salto y mi corazón salta a mi boca.
―Una entrega, señorita Steele, señorita Kavanagh. ―La decepción fluye libremente e inesperadamente a través de mis venas. No es Joseph.
―Segundo piso, apartamento dos.
Kate deja entrar al repartidor. Se queda boquiabierto cuando ve a Kate, con sus pantalones ajustados, camiseta y cabello recogido a lo alto con algunas hebras sueltas. Ella tiene ese efecto en los hombres. Sostiene una botella de champagne con un globo en forma de helicóptero adjunto. Ella le da una deslumbrante sonrisa para que vaya por su camino y procede a leer la tarjeta para mí.
Kate sacude la cabeza con desaprobación.
―¿Por qué no puede escribir “De Joseph”? ¿Y qué hay con lo del raro globo en forma de helicóptero?
―Charlie Tango.
―¿Qué?
―Joseph me trajo a Seattle en su helicóptero. ―Me encojo de hombros.
Kate me mira boquiabierta. Tengo que decirlo: amo estas ocasiones, Katherine Kavanagh, callada y anonadad, son ocasiones tan raras. Tomo un corto y lujoso momento para disfrutarlo.
―Sip, tiene un helicóptero que vuela él mismo ―digo orgullosamente.
―Por supuesto que el obscenamente rico bastardo tiene un helicóptero. ¿Por qué no me lo dijiste?
Kate me mira acusadoramente, pero está sonriendo, sacudiendo su cabeza con incredulidad.
―He tenido muchas cosas en mi mente últimamente.
Ella frunce el ceño.
―¿Vas a estar bien mientras no estoy?
―Por supuesto ―contestó tranquila. Nueva ciudad, sin trabajo… Novio loco.
―¿Le diste nuestra dirección?
―No, pero acechar es una de sus especialidades. ―Reflexiono, realista.
La frente de Kate se arruga más.
―De alguna manera, no estoy sorprendida. Él me preocupa, ____. Al menos esto es un champán bueno y frío.
Por supuesto, sólo Joseph enviaría el champán frío o haría que su secretaria lo haga… O tal vez Taylor. Lo abrimos ahí y luego encontramos nuestras tazas de té, eran nuestros últimos artículos para embalar.
―Bollinger Grande Année Rosé 1999, una cosecha excelente. ―Sonrío a Kate y tintineamos nuestras tazas de té.
Es temprano para una mañana gris de un domingo después de una noche de sueño sorprendentemente refrescante y de estar despierta, recostada, mirando mis cajas. Realmente deberías estar desempacando eso, gruñe mi subconsciente, juntando sus labios de arpía. No… Hoy es el día. Mi Diosa interna está a su lado, saltando de un pie al otro. La anticipación cuelga pesada y solemne sobre mi cabeza como una oscura nube de tormenta tropical. Las mariposas inundan mi vientre, al mismo tiempo que un dolor más oscuro, carnal, encantador, mientras trato de imaginarme qué me hará… Y por supuesto, tengo que firmar ese maldito contrato ¿o no? Escucho el sonido de un correo entrante de la máquina en el piso al lado de mi cama.
___________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Mi vida en números
Fecha: 29 Mayo 2011 08:04
Para: ____ Steele
Si conduces, necesitarás el código de acceso para el estacionamiento bajo tierra de Escala: 146963.
Estaciona en el espacio 5, es uno de los míos. Código para el ascensor: 1880.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
___________________
De: ____ Steele
Asunto: Una excelente cosecha.
Fecha: 29 Mayo 2011 08:08
Para: Joseph Jonas
Sí, señor. Entendido.
Gracias por el champán y por considerar a Charlie Tango que ahora está atado a mi cama.
____
___________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Envidia
Fecha: 29 Mayo 2011 08:11
Para: ____ Steele
De nada.
No llegues tarde.
Suertudo Charlie Tango.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Pongo mis ojos en blanco ante su carácter mandón, pero su última línea me hace sonreír. Me dirijo al baño, preguntándome si Elliot volvió anoche y tratando de controlar mis nervios.
¡Puedo manejar el Audi con tacones altos! A las 12:55 p.m. precisamente, dejo el automóvil en el estacionamiento de Escala, en el espacio cinco. ¿Cuántos lugares tiene? El Audi SUV está aquí, el R8 y dos Audi SUVs más pequeños… Mmm. Reviso mi rímel rara vez usando la luz en el espejo frente a mí parabrisas. No tenía uno de estos en el Beetle.
¡Vamos niña! Mi Diosa interna tiene sus pompones en la mano, está en el modo porrista. En los infinitos espejos del ascensor, reviso mi vestido color ciruela, bueno, el vestido color ciruela de Kate. La última vez que lo usé, él quiso quitármelo. Mi cuerpo toma ese pensamiento. Dios mío, el sentimiento es exquisito y me quita la respiración. Estoy usando la ropa interior que Taylor compró para mí. Me pongo colorada ante el pensamiento de su cuerpo sexy vagabundeando por los pasillos del Agente Provocador o donde fuera que lo compró. Las puertas se abren y estoy frente al vestíbulo del departamento once.
Taylor está fuera en la doble puerta cuando salgo del ascensor.
―Buenas tardes, señorita Steele ―dice.
―Oh, por favor, llámame ____.
―____ ―sonríe―. El Sr. Jonas está esperándote.
Apuesto que sí.
Joseph está sentado en el sofá del living leyendo los periódicos del domingo.
Levanta la vista cuando Taylor me dirige dentro del living. La habitación es exactamente como la recuerdo, ha pasado toda una semana desde que estuve aquí, pero se siente mucho más. Joseph parece tranquilo y calmado, realmente parece celestial.
Tiene puesta su camisa blanca de lino y unos jeans, sin zapatos o calcetines. Su cabello está alborotado, despeinado y sus ojos ambarinos brillan con maldad. Su belleza me deja con la boca abierta. Él se levanta y da un paso hacia mí, una divertida sonrisa evaluadora sobre sus hermosos labios esculpidos.
Me quedo inmóvil en la entrada de la habitación, paralizada por su belleza y la dulce anticipación de lo que viene. La familiar carga está aquí entre nosotros, chispeando despacio en mi vientre, arrastrándome hacia él.
―Mmm… Ese vestido ―murmura con aprobación mientras mira hacia abajo―. Bienvenida de nuevo, señorita Steele ―susurra y, sujetando mi barbilla, se inclina hacia abajo y me da un apacible y ligero beso en mis labios. El toque de sus labios con los míos retumba a través de mi cuerpo. Mi respiración se dificulta.
―Hola ―susurro mientras enrojezco.
―Estás a tiempo. Me gusta la puntualidad. Ven. ―Toma mi mano y me conduce al sofá―. Quiero mostrarte algo ―dice cuando nos sentamos. Me da el Seattle Times. En la página ocho, hay una fotografía de nosotros juntos en la ceremonia de graduación. Mierda. Estoy en el diario. Compruebo el título.
Me río.
―Así que ahora soy tu “amiga”.
―Así parece. Y en los periódicos, así que debe ser verdad. ―Sonríe con satisfacción.
Está sentado junto a mí, enfrentándome con todo el cuerpo, una de sus largas piernas bajo la otra. Estirándose, pone mi cabello tras mi oreja con su largo dedo índice. Mi cuerpo cobra vida ante su tacto, esperando y necesitando.
―Entonces ____, tienes una idea mucho más clara sobre lo que soy desde la última vez que estuviste aquí.
―Sí. ―¿A dónde va con esto?
―Y sin embargo volviste.
Asiento tímidamente y sus ojos ambarinos resplandecen. Sacude su cabeza ligeramente mientras lucha contra alguna idea.
―¿Has comido? ―pregunta de la nada.
Mierda.
―No.
―¿Estás hambrienta? ―Realmente trata de no parecer enfadado.
―No de comida ―susurro y las ventanas de su nariz estallan, reaccionando ligeramente.
Se inclina hacia adelante y susurra en mi oído.
―Estás más impaciente que nunca, señorita Steele y sólo para confiarle un pequeño secreto, yo también. Pero la Dra. Greene vendrá pronto. ―Se sienta―. Desearía que comieras ―me regaña suavemente. Mi sangre acalorada se enfría. Dios mío, la doctora. Lo había olvidado.
―¿Qué puedes decirme acerca de la Dra. Greene? ―le pregunto para distraernos a los dos.
―Ella es la mejor obstetra-ginecóloga en todo Seattle. ¿Qué más puedo decir? ―Se encoge de hombros.
―Pensé que iba a ver a tu doctor y no me digas que realmente eres una mujer porque no te creeré.
Me mira como diciendo no seas ridícula.
―Creo que es más apropiado que veas a un especialista ¿no? ―dice suavemente.
Asiento. Dios, si ella es la mejor obstetra-ginecóloga y él lo ha programado para que me vea un domingo, ¡al mediodía! No puedo imaginarme cuánto cuesta eso. Joseph frunce el ceño de repente, como si recordara algo desagradable.
―____, a mi madre le gustaría que vengas a cenar esta noche. Creo que Elliot también le preguntará a Kate. No sé qué pienses sobre eso. Sería extraño para mí presentarte a mi familia.
¿Extraño? ¿Por qué?
―¿Estás avergonzado de mí? ―No puedo ocultar el tono herido en mi voz.
―Por supuesto que no. ―Pone sus ojos en blanco.
―¿Por qué es extraño?
―Porque nunca antes lo he hecho.
―¿Por qué puedes poner tus ojos en blanco y yo no?
Parpadea.
―No fui consciente de que lo hice.
―Normalmente yo tampoco ―le digo, enojada.
Joseph me mira, sin hablar. Taylor aparece en la puerta.
―La Dra. Greene está aquí, señor.
―Acompáñala a la habitación de la señorita Steele.
¡La habitación de la Señorita Steele!
―¿Lista para algunos anticonceptivos? ―me pregunta mientras se levanta y me ofrece su mano.
―No vas a venir ―jadeo, sobresaltada.
Él ríe.
―Pagaría mucho dinero para mirar, créeme ____, pero no creo que la doctora lo apruebe.
Tomo su mano, él me atrae hacia sus brazos y me besa profundamente. Caigo en sus brazos, tomada por sorpresa. Su mano está en mi cabello sosteniendo mi cabeza y me atrae contra él, su frente contra la mía.
―Estoy tan feliz de que estés aquí ―susurra―. No puedo esperar a tenerte desnuda.
Abro los ojos y me encuentro cubierta por Joseph Jonas. Se ha envuelto alrededor de mí como una bandera de victoria. Está dormido con su cabeza en mi pecho, su brazo sobre mí, sosteniéndome cerca, una de sus piernas enganchada alrededor de las mías. Me está sofocando con el calor de su cuerpo y es pesado. Me tomo un momento para absorber que todavía se encuentra en mi cama y se ha quedado dormido, hay luz en el exterior, es de mañana. Ha pasado toda la noche conmigo.
Mi brazo derecho se estira, sin dudarlo buscando un lugar fresco y mientras proceso el hecho de que todavía está conmigo, se me ocurre la idea de que puedo tocarlo. Está dormido. Tentativamente, levanto mi mano y paso las puntas de mis dedos por su espalda. En lo profundo de su garganta escucho un leve gemido angustiado y se remueve. Acaricia mi pecho, inhalando profundamente mientras despierta. Unos somnolientos y parpadeantes ojos ambarinos se encuentran con los míos bajo una mata de cabello revuelto.
―Buenos días ―masculla y frunce el ceño―. Jesús, incluso en mis sueños me siento atraído por ti. ―Se mueve lentamente, despegando sus extremidades de mí mientras se espabila. Soy consciente de su erección contra mi cadera. Nota mi reacción de sorpresa y sonríe de una manera lenta, sexy―. Hmm… esto tiene posibilidades, pero creo que deberíamos esperar hasta el domingo. ―Se inclina hacia abajo y acaricia mi oreja con la nariz.
Me ruborizo, pero luego me siento de siete tonos de escarlata debido a su calor.
―Estás muy caliente ―murmuro.
―Tú tampoco está tan mal ―murmura y se presiona contra mí, sugestivamente.
Me ruborizo aún más. Eso no es lo que quise decir. Se apoya sobre su codo mirándome, divertido. Se agacha y para mi sorpresa, planta un suave beso sobre mis labios.
―¿Dormiste bien? ―pregunta.
Asiento con la cabeza, mirándolo fijamente y me doy cuenta de que he dormido muy bien, excepto quizás por esa última media hora cuando tuve demasiado calor.
―Yo también. ―Frunce el ceño―. Sí, muy bien. ―Levanta sus cejas con confundida sorpresa―. ¿Qué hora es?
Miro mi alarma.
―Las 7:30.
―7:30… mierda. ―Se pone de pie saliendo de la cama y se arrastra en sus jeans.
Es mi turno de mirarlo divertida mientras me siento. Joseph Jonas llega tarde y está nervioso. Esto es algo que nunca antes he visto. Tardíamente me doy cuenta que mi trasero ya no duele más.
―Eres una mala influencia para mí. Tengo una reunión. Tengo que irme, tengo que estar en Portland a las ocho. ¿Te estás riendo?
―Sí.
Sonríe.
―Llego tarde. Nunca llego tarde. Otra primera vez, señorita Steele. ―Saca su chaqueta, se agacha y toma mi cabeza, sus manos a ambos lados―. Domingo ―dice y la palabra está impregnada con una promesa tácita. Todo dentro de mí se repliega y entonces se aprieta con una deliciosa previsión, la sensación es exquisita.
Santo infierno, si mi mente pudiera mantenerse a ritmo con mi cuerpo. Se inclina hacia adelante y me besa rápidamente. Toma sus cosas de mi mesa de noche y sus zapatos, los que no se pone.
―Taylor vendrá y se encargará de tu Beetle. Lo dije en serio. No manejes. Te veré en mi casa el domingo. Te mandaré un correo dentro de un rato. ―Y como un torbellino, se ha ido.
Oh Dios mío, Joseph Jonas ha pasado la noche conmigo y me siento descansada. Y no hubo sexo, solo caricias. Me dijo que nunca había dormido con nadie, pero ha dormido tres veces conmigo. Sonrío y lentamente salgo de la cama. Me siento más optimista de lo que he sido en el último día más o menos. Me dirijo a la cocina, necesitando una taza de té.
Luego del desayuno, me ducho y me visto rápidamente para mi último día en Clayton. Es el fin de un ciclo, adiós al Sr. y a la Sra. Clayton, WSU, Vancouver, el apartamento, mi Beetle. Miro el malvado artefacto: son las 7:52. Tengo tiempo.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Asalto con lesiones: las secuelas
Fecha: 27 Mayo 2011 08:05
Para: Joseph Jonas
Querido señor Jonas:
Querías saber por qué me sentí confundida luego de que tú, ¿qué eufemismo deberíamos utilizar?, me azotaras, castigaras, golpearas, agredieras. Bueno, durante todo el alarmante proceso, me sentí cercenada, degradada y maltratada. Y para mí mortificación, tienes razón, estaba excitada y eso fue inesperado. Como bien sabes, todos los asuntos sexuales son nuevos para mí, sólo deseo haber sido más experimentada y por lo tanto, más preparada. Me sorprendió sentirme excitada.
Lo que realmente me preocupó fue cómo me sentí después. Y eso fue más difícil de expresar. Me sentí feliz de que estuvieras contento. Me sentí aliviada de que no fuera tan doloroso como pensé que sería. Y cuando estaba yaciendo en tus brazos, me sentí… saciada. Pero me sentí muy incómoda, culpable incluso, sintiéndome de esa manera. No me sentó bien y como resultado, estoy confundida. ¿Eso responde tu pregunta?
Espero que el mundo de las Fusiones y Adquisiciones sea tan estimulante como siempre… y que no llegaras muy tarde. Gracias por quedarte conmigo.
____
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Libera tu mente
Fecha: 27 Mayo 2011 08:24
Para: ____ Steele
Interesante… aunque ligeramente exagerado el título, señorita Steele.
Para responder a sus puntos:
• Iré con palmadas, ya que eso es lo que fueron.
• Así que te sentiste degradada, devaluada, maltratada y agredida, muy Tess Durbeyfield para ti. Creo que fuiste tú quien decidió sobre la degradación, si recuerdo correctamente. ¿Te sientes realmente así o crees que deberías sentirte así? Dos cosas muy diferentes. Si así es como te sientes, ¿crees que podrías intentar abrazar esos sentimientos, enfrentarlos por mí? Eso es lo que una sumisa haría.
• Estoy agradecido de tu inexperiencia. La valoro mucho y apenas estoy empezando a entender lo que significa. En pocas palabras… significa que eres mía en todos los sentidos.
• Sí, estabas excitada, lo cual fue muy excitante, no hay nada malo con ello.
• Contento ni siquiera empieza por cubrir cómo me sentí. El gozo extático se le acerca.
• Las nalgadas de castigo duelen mucho más que los azotes sensuales, así que jamás dolerá más que eso, a menos por supuesto, que cometas una transgresión importante, en cuyo caso usaré algunos implementos para castigarte. Mi mano estaba muy dolorida. Pero me gustó eso.
• También me sentí excitado, más de lo que puedas imaginarte.
• No pierdas tu energía en la culpabilidad, sentimientos equivocados, etc. Somos adultos con mutuo consentimiento y lo que hacemos a puertas cerradas es entre nosotros. Necesito que liberes tu mente y escuches a tu cuerpo.
• El mundo de las F&A es casi tan estimulante como tú lo eres, señorita Steele.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Mierda… mía en todos los sentidos. Mi respiración se detiene.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: ¡Adultos con consentimiento!
Fecha: 27 Mayo 2011 08:26
Para: Joseph Jonas
¿No estás en una reunión?
Me alegra mucho que tu mano estuviera dolorida.
Y si escuchara a mi cuerpo, estaría en Alaska en este momento.
____
PD: Pensaré en abrazar esos sentimientos.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: No llamaste a los policías
Fecha: 27 Mayo 2011 08:35
Para: ____ Steele
Señorita Steele:
Estoy en una reunión discutiendo sobre futuros mercados, por si te interesa.
Para el registro: estabas junto a mí sabiendo lo que iba hacer.
En ningún momento me dijiste que me detuviera, no usaste la palabra de seguridad.
Eres una adulta, tienes opciones.
Francamente, estoy esperando la próxima vez que mi palma esté latiendo de dolor.
Obviamente no estás escuchando la parte correcta de tu cuerpo.
Alaska es muy fría y no hay lugar para escapar. Te encontraría. Puedo rastrear tu celular, ¿recuerdas?
Ve a trabajar.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Frunzo el ceño hacia la pantalla. Por supuesto que tiene razón. Es mi elección. Hmm. ¿Está hablando en serio respecto a encontrarme, debería decidir escapar por un tiempo? Mi mente revolotea brevemente hacia la oferta de mi madre. Contesto.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Acosador
Fecha: 27 Mayo 2011 08:36
Para: Joseph Jonas
¿Has buscado terapia para tus tendencias acosadoras?
____
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: ¿Acosador? ¿Yo?
Fecha: 27 Mayo 2011 08:38
Para: ____ Steele
Le pago al eminente Dr. Flynn una pequeña fortuna con respecto a mis tendencias, entre ellas, las acosadoras.
Ve a trabajar.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Charlatanes Caros
Fecha: 27 Mayo 2011 08:40
Para: Joseph Jonas
¿Puedo, humildemente, sugerir que busques una segunda opinión?
No estoy segura de que el Dr. Flynn sea muy efectivo.
Señorita Steele.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Segundas opiniones
Fecha: 27 Mayo 2011 08:43
Para: ____ Steele
No es que sea de tu incumbencia, pero el Dr. Flynn es la segunda opinión.
Deberás acelerar en tu auto nuevo, exponiéndote a un riesgo innecesario… creo que eso va contra las reglas.
¡Ve a trabajar!
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Mayúsculas Chillonas
Fecha: 27 Mayo 2011 08:47
Para: Joseph Jonas
Como el objeto de tus tendencias de acosador, creo que es asunto mío, en realidad. No he firmado todavía. Así que, olvida las reglas. Y no comienzo hasta las nueve y media.
Señorita Steele.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Lingüística descriptiva
Fecha: 27 Mayo 2011 08:49
Para: _____ Steele
¿Olvidar? No estoy seguro si eso aparece en el Diccionario Webster.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Lingüística descriptiva
Fecha: 27 Mayo 2011 08:52
Para: Joseph Jonas
Está entre obeso del control y acosador. Y la lingüística descriptiva es un límite duro para mí.
¿Dejarás de molestarme ahora? Me gustaría ir a trabajar en mi coche nuevo.
____
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Mujeres jóvenes, desafiantes pero divertidas
Fecha: 27 Mayo 2011 08:56
Para: ____ Steele
Mi mano está temblando.
Conduce con cuidado, señorita Steele.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Es un placer conducir el Audi. Tiene dirección hidráulica. Wanda, mi Beetle, no tiene dirección en absoluto… como sea, así que mi ejercicio diario, que era conducir mi Beetle, se acabará. Ah, pero tendré un entrenador personal con el que lidiar, según las normas de Joseph. Frunzo el ceño. Odio hacer ejercicio.
Mientras conduzco, intento analizar nuestro intercambio de correos electrónicos. Es un condescendiente hijo de puta a veces. Y entonces, pienso en Grace y me siento culpable. Pero, por supuesto, ella no es su madre biológica. Hmm, eso es todo un mundo de dolor desconocido. Bueno, condescendiente hijo de puta funciona bien entonces. Sí. Soy un adulto, gracias por recordármelo, Joseph Jonas y es mi decisión. El problema es que sólo quiero a Joseph, no todo su… equipaje y ahora tiene como equipaje la bodega de un 747. ¿Puedo simplemente recostarme y aceptarlo? ¿Cómo una sumisa? He dicho que iba a tratar. Es una gran, gran incógnita.
Me detengo en el estacionamiento de Clayton. Mientras entro, me cuesta creer que es mi último día. Afortunadamente, la tienda está ocupada y el tiempo pasa rápidamente. A la hora del almuerzo, el señor Clayton me llama desde el almacén. Está de pie junto a un mensajero en motocicleta.
―¿Señorita Steele? ―pregunta el mensajero. Frunzo el ceño interrogativamente al señor Clayton, quien se encoge de hombros, tan sorprendido como yo. Mi corazón se hunde. ¿Qué me ha enviado Joseph ahora? Firmo por el pequeño paquete y lo abro de inmediato. Es un BlackBerry. Mi corazón se hunde aún más. La enciendo.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: BlackBerry en préstamo
Fecha: 27 Mayo 2011 11:15
Para: _____ Steele
Tengo que ser capaz de contactarte en todo momento y ya que esta es la forma en que te comunicas más honestamente, me di cuenta que necesitas un BlackBerry.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Consumismo enloquecido
Fecha: 27 Mayo 2011 13:22
Para: Joseph Jonas
Creo que debes llamar al Dr. Flynn en este momento.
Tus tendencias de acoso están desenfrenadas.
Estoy en el trabajo. Te enviaré un correo electrónico cuando llegue a casa.
Gracias por otro aparato.
No me equivoqué cuando dije que eras el consumidor final.
¿Por qué haces esto?
____
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: La perspicacia de alguien tan joven
Fecha: 27 Mayo 2011 13:24
Para: ____ Steele
Un punto justo, bien dicho, como siempre señorita Steele.
El Dr. Flynn está de vacaciones.
Y hago esto porque puedo.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Guardo la cosa en mi bolsillo trasero, ya odiándolo. Enviarle correos a Joseph es adictivo, pero se supone que debo estar trabajando. Vibra una vez contra mi trasero… Que adecuado, pienso irónicamente, pero convocando toda mi fuerza de voluntad, lo ignoro.
A las cuatro, el señor y la señora Clayton reúnen a todos los demás empleados en la tienda y durante un discurso vergonzoso, me entregan un cheque por trescientos dólares. En ese momento, tres semanas de exámenes, graduación, locos e intensos multimillonarios, perder mi virginidad, límites duros y suaves, habitaciones de juego sin consolas de juego, viajes en helicóptero y el hecho de que me mudaré mañana, todo se desborda dentro de mí. Sorprendentemente, me mantengo impasible. Mi subconsciente teme. Abrazo fuerte a los Clayton. Han sido empleadores amables, generosos y les echaré de menos.
Kate está saliendo de su coche cuando llego a casa.
―¿Qué es eso? ―dice en tono acusador, apuntando hacia el Audi. No puedo resistirlo.
―Es un coche ―digo en broma. Entrecierra los ojos y por un breve momento, me pregunto si ella también quiere ponerme sobre sus rodillas―. Mi regalo de graduación. ―Trato de actuar indiferente. Sí, recibo automóviles caros todos los días. Su boca se abre.
―Generoso y que hijo de puta, ¿no?
Asiento con la cabeza.
―Traté de no aceptarlo, pero, francamente, no vale la pena luchar.
Kate frunce los labios.
―No es de extrañar que estés tan abrumada. Me di cuenta que se quedó.
―Sí. ―Sonrío con tristeza.
―¿Vamos a terminar de empacar?
Asiento con la cabeza y la sigo adentro. Reviso el correo electrónico de Joseph.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Domingo
Fecha: 27 Mayo 2011 13:40
Para: ____ Steele
¿Te veo a la una de la tarde del domingo?
El médico estará en Escala para verte a la una y media.
Me voy a Seattle ahora.
Espero que tu mudanza vaya bien y espero con ansias el domingo.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Dios, él podría estar hablando del clima. Decido que le enviaré un correo electrónico una vez que haya terminado de empacar, él puede ser tan divertido un minuto y luego puede ser tan formal. Es difícil mantener el ritmo. Honestamente, es como enviarle un correo electrónico a un empleado. Pongo los ojos en blanco, desafiante y me uno a Kate para hacer las maletas.
Kate y yo estamos en la cocina cuando hay un golpe en la puerta. Taylor se encuentra en el porche, viéndose impecable en su traje. Noto la huella del ejército en su corte de cabello, su físico y en su fría mirada.
―Señorita Steele ―dice―, he venido por su coche.
―Oh, sí, por supuesto. Venga, voy a recoger las llaves.
Seguramente esto está por encima y más allá del llamado del deber. Me pregunto de nuevo cuál es la descripción del trabajo de Taylor. Le doy las llaves y caminamos en un silencio incómodo para mí, hacia el Beetle de color azul claro. Abro la puerta y retiro la linterna de la guantera. Eso es todo. No tengo nada más que sea personal en Wanda. Adiós, Wanda. Gracias. Acaricia su techo mientras cierro la puerta del pasajero.
―¿Cuánto tiempo ha trabajado para el señor Jonas? ―pregunto.
―Cuatro años, señorita Steele.
De repente, tengo la imperiosa necesidad de bombardearlo con preguntas. Lo que este hombre debe saber acerca de Joseph, todos sus secretos. Pero entonces, él probablemente firmó un acuerdo de confidencialidad. Lo miro nerviosamente. Tiene la misma expresión taciturna que Ray y es caliente como él.
―Es un buen hombre, señorita Steele ―dice y sonríe ligeramente. Con eso, me da una leve inclinación de cabeza, se sube a mi coche y se aleja.
Apartamento, Beetle, Clayton, todo es distinto ahora. Sacudo la cabeza mientras vuelvo adentro. Y el cambio más importante de todo es Joseph Jonas. Taylor piensa que es un buen hombre. ¿Puedo creerle?
José se une a nosotros con comida china para llevar a las ocho. Ya hemos terminado. Hemos empacado y estamos listas para irnos. Él trae varias botellas de cerveza y Kate y yo nos sentamos en el sofá mientras él está con las piernas cruzadas en el suelo entre nosotras. Vemos televisión basura, bebemos cerveza y mientras transcurre la noche, recordamos con cariño y en voz alta mientras la cerveza hace efecto. Han sido unos buenos cuatro años.
El ambiente entre José y yo ha vuelto a la normalidad, el intento de beso olvidado. Bueno, ha sido barrido bajo la alfombra en la que mi Diosa interior esta recostada, comiendo uvas y moviendo los dedos, esperando no tan pacientemente el domingo. Hay un golpe en la puerta y mi corazón salta en mi garganta. ¿Es él?
Kate abre la puerta y casi cae al suelo gracias a Elliot. Él la toma al más puro estilo de Hollywood, que cambia rápidamente a un abrazo. Honestamente… consíganse una habitación. José y yo nos miramos el uno al otro. Estoy consternada por su falta de modestia.
―¿Deberíamos caminar hacia el bar? ―le pregunto a José, quien asiente con la cabeza frenéticamente. Estamos demasiado incómodos con la determinación del sexo sin límites que se desarrolla en frente de nosotros. Kate me mira, sonrojada y con los ojos brillantes―. José y yo nos vamos a tomar una copa rápida. ―Pongo los ojos en blanco. ¡Ja! Todavía puedo poner los ojos en blanco cuando quiera.
―Está bien ―sonríe.
―Hola Elliot, adiós Elliot.
Me hace un guiño con un gran ojo azul y José y yo estamos fuera de la puerta, riendo como adolescentes.
Mientras caminamos hacia el bar, uno mi brazo al de José. Dios, él es tan sencillo. No había apreciado realmente esto antes.
―Todavía vienes a la apertura de mi exhibición, ¿no?
―Por supuesto, José, ¿cuándo es?
―El 9 de Junio.
―¿Qué día es ese? ―Repentinamente, entro en pánico.
―Es un jueves.
―Sí, debería poder llegar… ¿Y nos visitarás en Seattle?
―Intenta detenerme. ―Sonríe.
Es tarde cuando vuelvo del bar. Kate y Elliot no están donde pueda verlos, pero Dios, se les puede escuchar. Mierda. Espero no ser tan bullosa. Sé que Joseph no lo es. Me sonrojo con el pensamiento y escapo a mi habitación. Después de un corto abrazo no-tan-incómodo-gracias-a-Dios, José se ha ido. No sé cuándo lo veré de nuevo, probablemente en su exhibición fotográfica y una vez más, estoy sorprendida de que finalmente tenga una. Lo extraño a él y su encanto juvenil. No pude decirle sobre mi Beetle, sé que enloquecerá cuando se entere y sólo puedo lidiar con un hombre al tiempo enloqueciéndose ante mí. Una vez que estoy en mi habitación, reviso la computadora y, por supuesto, hay un e-mail de Joseph.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: ¿En dónde estás?
Fecha: 27 Mayo 2011 22:14
Para: ____ Steele
“Estoy en el trabajo. Te enviaré un mail cuando llegue a casa”.
¿Todavía estás en el trabajo o has empacado tu teléfono, BlackBerry y MacBook? Llámame o puede que me vea forzado a llamar a Elliot.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Mierda… José… mierda.
Tomo mi teléfono. Cinco llamadas pérdidas y un mensaje de voz. Tentativamente, escucho el mensaje. Es Joseph.
“Creo que necesitas aprender a manejar mis expectativas. No soy un hombre paciente. Si dices que vas a contactarme cuando termines de trabajar, entonces deberías tener la decencia de hacerlo. De lo contrario, me preocupo, no es una emoción con la que estoy familiarizado y no la tolero muy bien. Llámame.”
Doble mierda. ¿Alguna vez me dejará descansar? Frunzo el ceño al teléfono. Me está sofocando. Con un profundo miedo desenredándose en mi estómago, busco su número y lo llamo. Mi corazón está en mi boca mientras espero que responda. Probablemente le gustaría sacarme siete sombras de mierda. El pensamiento es deprimente.
―Hola ―dice suavemente y su respuesta me desequilibra porque estoy esperando su rabia, pero si acaso, él suena aliviado.
―Hola ―murmuro.
―Estaba preocupado por ti.
―Lo sé. Lamento no responder, pero estoy bien.
Él hace una pausa por un momento.
―¿Tuviste una noche placentera? ―Es secamente cortés.
―Sí. Terminamos de empacar y Kate y yo compartimos comida China a domicilio con José. ―Cierro los ojos fuertemente cuando digo el nombre de José. Joseph no dice nada―. ¿Qué hay de ti? ―pregunto para llenar el repentino abismo ensordecedor de silencio. No lo dejaré culparme por José.
Eventualmente, suspira.
―Fui a una cena de recaudación de fondos. Fue aburrida a muerte. Me fui tan pronto como pude.
Suena tan triste y resignado. Mi corazón se aprieta. Lo imagino todas esas noches atrás, sentado frente al piano en su enorme sala y la insoportable melancolía amarga de la música que estaba tocando.
―Desearía que estuvieras aquí ―susurro, porque tengo una urgencia de sostenerlo. Calmarlo. Incluso aunque no me dejará. Quiero su proximidad.
―¿De verdad? ―murmura suavemente. ¡Dios mío! Esto no suena como él y mi cuero cabelludo pica con naciente aprehensión.
―Sí ―susurro. Después de una eternidad, él suspira.
―¿Te veré el domingo?
―Sí, el domingo ―murmuro y un escalofrío se desliza por mi cuerpo.
―Buenas noches.
―Buenas noches, Amo.
Mi tratamiento lo atrapa por sorpresa, puedo decirlo por su seca inhalación.
―Buena suerte con tu mudanza mañana, ____. ―Su voz es suave. Y ambos estamos esperando en el teléfono como adolescente, ninguno de los dos queriendo colgar.
―Cuelga tú ―susurro. Finalmente, siento su sonrisa.
―No, cuelga tú. ―Y sé que está sonriendo ampliamente.
―No quiero hacerlo.
―Tampoco yo.
―¿Estabas muy enojado conmigo?
―Sí.
―¿Todavía lo estás?
―No.
―¿Así que no vas a castigarme?
―No. Soy más un tipo de en-el-momento.
―Lo he notado.
―Puedes colgar ahora, señorita Steele.
―¿De verdad quiere que lo haga, Amo?
―Ve a la cama, _____.
―Sí, Amo.
Ambos permanecemos en la línea.
―¿Alguna vez crees que serás capaz de hacer lo que te dicen? ―Está maravillado y exasperado a la vez.
―Tal vez. Lo veremos después del domingo. ―Y presiono “finalizar” en el teléfono.
Elliot se levanta y admira su trabajo. Ha re-enchufado nuestra TV en el sistema satelital de nuestro apartamento en Pike Place Market. Katy y yo caemos en el sofá riendo, impresionadas por su destreza con un taladro. La pantalla plana luce rara contra el ladrillo del depósito convertido, pero no hay duda de que me acostumbraré a ello.
―Mira, nena, es fácil. ―Él le sonríe con una amplia sonrisa de dientes blancos a Kate y ella casi se disuelve literalmente en el sofá.
Pongo los ojos en blanco.
―Me encantaría quedarme, pero mi hermana está de regreso a París. Hay una cena familiar obligatoria esta noche.
―¿Puedes pasar después? ―pregunta Kate tentativamente, toda suave y no-como-Kate.
Me levanto y camino a la cocina con la pretensión de desempacar las cajas. Ellos se van a poner asquerosos.
―Veré si puedo escapar ―promete él.
―Bajaré contigo. ―Kate sonríe.
―Nos vemos, ____. ―Elliot sonríe.
―Hasta luego, Elliot. Saluda a Joseph de mi parte.
―¿Sólo lo saludo? ―Sus cejas se levantan sugestivamente.
―Sí. ―Me sonrojo. Me guiña y yo me pongo carmesí mientras él sigue a Kate fuera del apartamento.
Elliot es adorable y tan diferente a Joseph. Él es cálido, abierto, físico, muy físico, demasiado físico con Kate. Apenas pueden mantener sus manos lejos del otro ―para ser honesta, es vergonzoso― y estoy verde como un guisante por la envidia.
Kate regresa cerca de veinte minutos después con pizza y nos sentamos, rodeadas de cajas, en nuestro nuevo espacio abierto, comienzo directo de la caja. El papá de Kate nos ha dejado orgullosas. El apartamento no es enorme, pero lo suficientemente grande, con tres habitaciones y una gran sala que da hacia el mismo Pike Place Market. Tiene solidos pisos de madera, ladrillo rojo y los mesones de la cocina son de suave concretos, muy utilitarios, muy de estos tiempos. Ambas amamos el hecho de que estaremos en el corazón de la ciudad.
A las ocho, el teléfono de la entrada vibra. Kate se levanta de un salto y mi corazón salta a mi boca.
―Una entrega, señorita Steele, señorita Kavanagh. ―La decepción fluye libremente e inesperadamente a través de mis venas. No es Joseph.
―Segundo piso, apartamento dos.
Kate deja entrar al repartidor. Se queda boquiabierto cuando ve a Kate, con sus pantalones ajustados, camiseta y cabello recogido a lo alto con algunas hebras sueltas. Ella tiene ese efecto en los hombres. Sostiene una botella de champagne con un globo en forma de helicóptero adjunto. Ella le da una deslumbrante sonrisa para que vaya por su camino y procede a leer la tarjeta para mí.
Señoritas. Buena suerte en su nuevo hogar. Joseph Jonas.
Kate sacude la cabeza con desaprobación.
―¿Por qué no puede escribir “De Joseph”? ¿Y qué hay con lo del raro globo en forma de helicóptero?
―Charlie Tango.
―¿Qué?
―Joseph me trajo a Seattle en su helicóptero. ―Me encojo de hombros.
Kate me mira boquiabierta. Tengo que decirlo: amo estas ocasiones, Katherine Kavanagh, callada y anonadad, son ocasiones tan raras. Tomo un corto y lujoso momento para disfrutarlo.
―Sip, tiene un helicóptero que vuela él mismo ―digo orgullosamente.
―Por supuesto que el obscenamente rico bastardo tiene un helicóptero. ¿Por qué no me lo dijiste?
Kate me mira acusadoramente, pero está sonriendo, sacudiendo su cabeza con incredulidad.
―He tenido muchas cosas en mi mente últimamente.
Ella frunce el ceño.
―¿Vas a estar bien mientras no estoy?
―Por supuesto ―contestó tranquila. Nueva ciudad, sin trabajo… Novio loco.
―¿Le diste nuestra dirección?
―No, pero acechar es una de sus especialidades. ―Reflexiono, realista.
La frente de Kate se arruga más.
―De alguna manera, no estoy sorprendida. Él me preocupa, ____. Al menos esto es un champán bueno y frío.
Por supuesto, sólo Joseph enviaría el champán frío o haría que su secretaria lo haga… O tal vez Taylor. Lo abrimos ahí y luego encontramos nuestras tazas de té, eran nuestros últimos artículos para embalar.
―Bollinger Grande Année Rosé 1999, una cosecha excelente. ―Sonrío a Kate y tintineamos nuestras tazas de té.
Es temprano para una mañana gris de un domingo después de una noche de sueño sorprendentemente refrescante y de estar despierta, recostada, mirando mis cajas. Realmente deberías estar desempacando eso, gruñe mi subconsciente, juntando sus labios de arpía. No… Hoy es el día. Mi Diosa interna está a su lado, saltando de un pie al otro. La anticipación cuelga pesada y solemne sobre mi cabeza como una oscura nube de tormenta tropical. Las mariposas inundan mi vientre, al mismo tiempo que un dolor más oscuro, carnal, encantador, mientras trato de imaginarme qué me hará… Y por supuesto, tengo que firmar ese maldito contrato ¿o no? Escucho el sonido de un correo entrante de la máquina en el piso al lado de mi cama.
___________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Mi vida en números
Fecha: 29 Mayo 2011 08:04
Para: ____ Steele
Si conduces, necesitarás el código de acceso para el estacionamiento bajo tierra de Escala: 146963.
Estaciona en el espacio 5, es uno de los míos. Código para el ascensor: 1880.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
___________________
De: ____ Steele
Asunto: Una excelente cosecha.
Fecha: 29 Mayo 2011 08:08
Para: Joseph Jonas
Sí, señor. Entendido.
Gracias por el champán y por considerar a Charlie Tango que ahora está atado a mi cama.
____
___________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Envidia
Fecha: 29 Mayo 2011 08:11
Para: ____ Steele
De nada.
No llegues tarde.
Suertudo Charlie Tango.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Pongo mis ojos en blanco ante su carácter mandón, pero su última línea me hace sonreír. Me dirijo al baño, preguntándome si Elliot volvió anoche y tratando de controlar mis nervios.
¡Puedo manejar el Audi con tacones altos! A las 12:55 p.m. precisamente, dejo el automóvil en el estacionamiento de Escala, en el espacio cinco. ¿Cuántos lugares tiene? El Audi SUV está aquí, el R8 y dos Audi SUVs más pequeños… Mmm. Reviso mi rímel rara vez usando la luz en el espejo frente a mí parabrisas. No tenía uno de estos en el Beetle.
¡Vamos niña! Mi Diosa interna tiene sus pompones en la mano, está en el modo porrista. En los infinitos espejos del ascensor, reviso mi vestido color ciruela, bueno, el vestido color ciruela de Kate. La última vez que lo usé, él quiso quitármelo. Mi cuerpo toma ese pensamiento. Dios mío, el sentimiento es exquisito y me quita la respiración. Estoy usando la ropa interior que Taylor compró para mí. Me pongo colorada ante el pensamiento de su cuerpo sexy vagabundeando por los pasillos del Agente Provocador o donde fuera que lo compró. Las puertas se abren y estoy frente al vestíbulo del departamento once.
Taylor está fuera en la doble puerta cuando salgo del ascensor.
―Buenas tardes, señorita Steele ―dice.
―Oh, por favor, llámame ____.
―____ ―sonríe―. El Sr. Jonas está esperándote.
Apuesto que sí.
Joseph está sentado en el sofá del living leyendo los periódicos del domingo.
Levanta la vista cuando Taylor me dirige dentro del living. La habitación es exactamente como la recuerdo, ha pasado toda una semana desde que estuve aquí, pero se siente mucho más. Joseph parece tranquilo y calmado, realmente parece celestial.
Tiene puesta su camisa blanca de lino y unos jeans, sin zapatos o calcetines. Su cabello está alborotado, despeinado y sus ojos ambarinos brillan con maldad. Su belleza me deja con la boca abierta. Él se levanta y da un paso hacia mí, una divertida sonrisa evaluadora sobre sus hermosos labios esculpidos.
Me quedo inmóvil en la entrada de la habitación, paralizada por su belleza y la dulce anticipación de lo que viene. La familiar carga está aquí entre nosotros, chispeando despacio en mi vientre, arrastrándome hacia él.
―Mmm… Ese vestido ―murmura con aprobación mientras mira hacia abajo―. Bienvenida de nuevo, señorita Steele ―susurra y, sujetando mi barbilla, se inclina hacia abajo y me da un apacible y ligero beso en mis labios. El toque de sus labios con los míos retumba a través de mi cuerpo. Mi respiración se dificulta.
―Hola ―susurro mientras enrojezco.
―Estás a tiempo. Me gusta la puntualidad. Ven. ―Toma mi mano y me conduce al sofá―. Quiero mostrarte algo ―dice cuando nos sentamos. Me da el Seattle Times. En la página ocho, hay una fotografía de nosotros juntos en la ceremonia de graduación. Mierda. Estoy en el diario. Compruebo el título.
Joseph Jonas y una amiga en la fiesta de graduación en WSU Vancouver.
Me río.
―Así que ahora soy tu “amiga”.
―Así parece. Y en los periódicos, así que debe ser verdad. ―Sonríe con satisfacción.
Está sentado junto a mí, enfrentándome con todo el cuerpo, una de sus largas piernas bajo la otra. Estirándose, pone mi cabello tras mi oreja con su largo dedo índice. Mi cuerpo cobra vida ante su tacto, esperando y necesitando.
―Entonces ____, tienes una idea mucho más clara sobre lo que soy desde la última vez que estuviste aquí.
―Sí. ―¿A dónde va con esto?
―Y sin embargo volviste.
Asiento tímidamente y sus ojos ambarinos resplandecen. Sacude su cabeza ligeramente mientras lucha contra alguna idea.
―¿Has comido? ―pregunta de la nada.
Mierda.
―No.
―¿Estás hambrienta? ―Realmente trata de no parecer enfadado.
―No de comida ―susurro y las ventanas de su nariz estallan, reaccionando ligeramente.
Se inclina hacia adelante y susurra en mi oído.
―Estás más impaciente que nunca, señorita Steele y sólo para confiarle un pequeño secreto, yo también. Pero la Dra. Greene vendrá pronto. ―Se sienta―. Desearía que comieras ―me regaña suavemente. Mi sangre acalorada se enfría. Dios mío, la doctora. Lo había olvidado.
―¿Qué puedes decirme acerca de la Dra. Greene? ―le pregunto para distraernos a los dos.
―Ella es la mejor obstetra-ginecóloga en todo Seattle. ¿Qué más puedo decir? ―Se encoge de hombros.
―Pensé que iba a ver a tu doctor y no me digas que realmente eres una mujer porque no te creeré.
Me mira como diciendo no seas ridícula.
―Creo que es más apropiado que veas a un especialista ¿no? ―dice suavemente.
Asiento. Dios, si ella es la mejor obstetra-ginecóloga y él lo ha programado para que me vea un domingo, ¡al mediodía! No puedo imaginarme cuánto cuesta eso. Joseph frunce el ceño de repente, como si recordara algo desagradable.
―____, a mi madre le gustaría que vengas a cenar esta noche. Creo que Elliot también le preguntará a Kate. No sé qué pienses sobre eso. Sería extraño para mí presentarte a mi familia.
¿Extraño? ¿Por qué?
―¿Estás avergonzado de mí? ―No puedo ocultar el tono herido en mi voz.
―Por supuesto que no. ―Pone sus ojos en blanco.
―¿Por qué es extraño?
―Porque nunca antes lo he hecho.
―¿Por qué puedes poner tus ojos en blanco y yo no?
Parpadea.
―No fui consciente de que lo hice.
―Normalmente yo tampoco ―le digo, enojada.
Joseph me mira, sin hablar. Taylor aparece en la puerta.
―La Dra. Greene está aquí, señor.
―Acompáñala a la habitación de la señorita Steele.
¡La habitación de la Señorita Steele!
―¿Lista para algunos anticonceptivos? ―me pregunta mientras se levanta y me ofrece su mano.
―No vas a venir ―jadeo, sobresaltada.
Él ríe.
―Pagaría mucho dinero para mirar, créeme ____, pero no creo que la doctora lo apruebe.
Tomo su mano, él me atrae hacia sus brazos y me besa profundamente. Caigo en sus brazos, tomada por sorpresa. Su mano está en mi cabello sosteniendo mi cabeza y me atrae contra él, su frente contra la mía.
―Estoy tan feliz de que estés aquí ―susurra―. No puedo esperar a tenerte desnuda.
Karely Jonatika
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
[CAPITULO 18]
La Dra. Greene es alta, rubia e impecablemente vestida con un traje azul marino. Me recuerda a las mujeres que trabajan en la oficina de Joseph. Es como un modelo idéntico de otra rubia perfecta. Su largo cabello está atrapado en un elegante moño. Debe tener unos cuarenta años.
―Señor Jonas. ―Ella sacude la mano tendida de Joseph.
―Gracias por venir en tan poco tiempo ―dice Joseph.
―Gracias por hacerme digna de su tiempo, señor Jonas. Señorita Steele. ―Ella sonríe, sus ojos frescos y evaluadores.
Nos damos la mano y sé que es una de esas mujeres que no toleran a los tontos. Al igual que Kate. Me gusta de inmediato. Le da una mirada mordaz a Joseph y después de un torpe latido, él toma su señal.
―Voy a estar abajo ―murmura y deja lo que va a ser mi dormitorio.
―Bueno, señorita Steele. El señor Jonas me está pagando una pequeña fortuna para atenderla. ¿Qué puedo hacer por usted?
Después de un minucioso examen y una prolongada discusión, la Dra. Greene y yo elegimos la mini píldora. Me escribe una receta pre-pago y me instruye a recogerlas mañana. Me encanta su actitud sensata: me ha dado una conferencia, hasta que está tan azul como el color de su vestido, acerca de lo importante que es tomarla a la misma hora cada día. Y puedo decir que está ardiendo de curiosidad acerca de mi llamada “relación” con el señor Jonas. No le doy ningún detalle. De alguna manera, no creo que luciera un aspecto tan tranquilo y sereno si hubiera visto un Salón Rojo del Dolor. Me ruborizo mientras pasamos la puerta cerrada volvemos a bajar a la galería de arte que es la sala de estar de Joseph.
Joseph está leyendo, sentado en su sofá. Un aria impresionante está sonando en el equipo de música, girando alrededor de él, envolviéndolo, llenando la habitación con una canción dulce, conmovedora. Por un momento, se ve sereno. Se vuelve y mira hacia nosotras cuando entramos y sonríe con gusto hacía mí.
―¿Ya terminaste? ―pregunta, como si estuviera sinceramente interesado. Señala con el mando a distancia a una elegante caja blanca debajo de la chimenea que alberga su iPod y la exquisita melodía se desvanece, pero sigue en el fondo. Se levanta y camina hacia nosotros.
―Sí, señor Jonas. Cuide de ella, es una mujer hermosa, joven y brillante.
Joseph se sorprende… al igual que yo. Qué cosa tan inapropiada para que un médico diga. ¿Está dándole algún tipo de advertencia no tan sutil? Joseph se recupera.
―Tengo toda la intención ―murmura, desconcertado.
Mirándolo, me encojo de hombros, avergonzada.
―Le enviaré mi cuenta ―dice secamente mientras le da la mano―. Buenos días y buena suerte para ti, ____. ―Ella sonríe, sus ojos se arrugan cuando lo hace mientras nos damos la mano.
Taylor aparece de la nada para acompañarla por las puertas dobles y fuera del ascenso. ¿Cómo hace eso? ¿Dónde se esconde?
―¿Cómo fue eso? ―pregunta Joseph.
―Muy bien, gracias. Dijo que tenía que abstenerme de toda actividad sexual durante las próximas cuatro semanas.
La boca de Joseph cae abierta en estado de conmoción, no puedo mantener un rostro serio por más tiempo y le sonrío como una idiota.
―¡Caíste!
Entorna los ojos e inmediatamente dejo de reír. De hecho, parece más bien algo imperdonable. Oh, mierda. Mi subconsciente se acobarda en la esquina ya que toda la sangre fluye de mi rostro y me imagino que me pone sobre sus rodillas otra vez.
―¡Caíste! ―dice y sonríe. Me agarra por la cintura y me jala contra él―. Eres incorregible, señorita Steele ―murmura, mirándome fijamente a los ojos mientras pasa sus dedos por mi cabello, sosteniéndome firmemente en el lugar. Me besa, duro y me aferro a sus musculosos brazos―. Por mucho que me gustaría tenerte aquí, ahora, necesitas comer y yo también, no quiero que mueras sobre mí más adelante ―murmura contra mis labios.
―¿Es mi cuerpo todo lo que quieres de mí? ―le susurro.
―Eso y tu inteligente boca ―respira.
Me besa apasionadamente una vez más, y luego, bruscamente, me libera, tomando mi mano y me lleva a la cocina. Me tambaleo. Un minuto estamos bromeando y al siguiente… Abanico mi rostro ardiente. Él es sexo con piernas y ahora tengo que recuperar mi equilibrio y comer algo. El aria sigue sonando en el fondo.
―¿Qué es esa música?
―Villa Lobos, un aria de Bachianas Brasileiras. Buena, ¿no?
―Sí ―murmuro en total acuerdo.
La barra de desayuno está prevista para dos personas; Joseph tiene una ensaladera en la nevera.
―¿Ensalada César con pollo está bien contigo?
Oh, gracias a Dios, nada demasiado pesado.
―Sí, bien, gracias.
Lo observo mientras se mueve con gracia a través de su cocina. Está tan a gusto con su cuerpo en un nivel, pero no le gusta que lo toquen… así que quizás, en el fondo, no lo está. Ningún hombre es una isla, reflexiono, excepto tal vez Joseph Jonas.
―¿En qué estás pensando? ―pregunta, alejándome de mi ensueño. Me ruborizo.
―Estaba viendo la forma en que te mueves.
Levanta una ceja, divertido.
―¿Y? ―dice secamente.
Me ruborizo un poco más.
―Eres muy elegante.
―Bueno, gracias señorita Steele ―murmura. Se sienta a mi lado, sosteniendo una botella de vino―. ¿Chablis?
―Por favor.
―Sírvete tú misma la ensalada ―dice, su voz suave―. Dime, ¿por cuál método optaste?
Estoy momentáneamente confundida por su pregunta, cuando me doy cuenta de que está hablando de la visita de la Dra. Greene.
―Mini píldora.
Frunce el ceño.
―¿Y recordaras tomarla regularmente en el momento adecuado, todos los días?
Por Dios… por supuesto que lo haré. ¿Cómo lo sabe? Me ruborizo al pensar que, probablemente, es por una o más de las quince.
―Estoy segura de que me acordaré ―me quejo con sequedad.
Me mira con divertida condescendencia.
―Voy a poner una alarma en mi calendario. ―Él sonríe―. Come.
La ensalada Cesar con pollo está deliciosa. Para mi sorpresa, me muero de hambre y por primera vez desde que estoy con él, termino mi comida antes que él. El vino es fresco, limpio y afrutado.
―¿Deseosa como siempre, señorita Steele? ―dice, sonriendo hacia mi plato vacío.
Lo miro desde debajo de mis pestañas.
―Sí ―le susurro.
Contiene el aliento. Y mientras me mira fijamente, siento la atmósfera entre nosotros cambiar poco a poco, evolucionando… cargándose. Su mirada va de oscura a ardiente, me lleva con él. Se pone de pie, cerrando la distancia entre nosotros y me estrecha en sus brazos.
―¿Quieres hacer esto? ―respira, mirándome fijamente.
―No he firmado nada.
―Ya lo sé, pero estoy rompiendo todas las reglas en estos días.
―¿Vas a pegarme?
―Sí, pero no voy a hacerte daño. No quiero castigarte en este momento. Si me hubieras atrapado ayer por la tarde, bueno, eso habría sido una historia diferente.
¡Santo cielo! Él quiere hacerme daño… ¿Cómo puedo lidiar con esto? No puedo ocultar el horror en la cara.
―No dejes que nadie te convenza de lo contrario, ____. Una de las razones por las que la gente como yo hace esto, es porque nos gusta, ya sea para dar o recibir dolor. Es muy simple. A ti no, así que pasé mucho tiempo ayer pensando en eso.
Me tira contra él y su erección presiona en mi vientre. Debo correr, pero no puedo. Me siento atraída por él en un nivel profundo, elemental, que no puedo empezar a entender.
―¿Llegaste a alguna conclusión? ―susurro.
―No y ahora mismo, sólo quiero atarte y follarte sin sentido. ¿Estás lista para esto?
―Sí ―respiro, ya que todo en mi cuerpo se tensa a la vez… oh.
―Bueno. Ven. ―Toma mi mano y dejando todos los platos sucios en la barra de desayuno, nos dirigimos al piso de arriba.
Mi corazón empieza a golpear. Esto es todo. Realmente voy a hacer esto. Mi diosa interior está girando como una bailarina de clase mundial, pirueta tras pirueta. Abre la puerta de su cuarto de juegos, dejándome de nuevo de pie y estoy una vez más en el Salón Rojo del Dolor.
Es el mismo, el olor a cuero, cítrico, barniz y madera oscura, todo muy sensual. Mi sangre está corriendo caliente y asustada por mi cuerpo, la adrenalina mezclada con la lujuria y el deseo. Es un coctel potente y embriagador. La postura de Joseph ha cambiado completamente, sutilmente alterada, más fuerte y cruel. Me mira y sus ojos están calientes, perdidos en la lujuria… hipnóticos.
―Cuando estés aquí, eres completamente mía ―suspira, cada palabra lenta y medida―, para hacer lo que yo quiera. ¿Lo entiendes? ―Su mirada es tan intensa.
Mi boca se seca, mi corazón estallando por encontrar una manera para salir de mi pecho.
―Quítate tus zapatos ―ordena suavemente.
Trago y más bien tontamente, me los quito. Él se inclina, los recoge y los deposita junto a la puerta.
―Bien. No dudes cuando te pida que hagas algo. Ahora voy a quitarte este vestido. Algo que he querido hacer por días, si recuerdo bien. Quiero que estés cómoda con tu cuerpo, ____ y me gustaría verlo todo. Es una alegría contemplarlo. De hecho, podría verte todo el día y te quiero sin vergüenza y sin pena de tu desnudez. ¿Entiendes?
―Sí.
―¿Sí qué? ―Él se inclina, mirando.
―Sí, Amo.
―Bien. Levanta tus brazos por encima de tu cabeza.
Hago lo que me dice, él se agacha y toma el dobladillo. Lentamente, sube el vestido por mis muslos, mis caderas, mi estómago, mis pechos, mis hombros y por encima de mi cabeza. Él se mueve hacia atrás para examinarme y distraídamente dobla mi vestido, sin quitar los ojos de mí. Lo pone en el gran armario junto a la puerta. Estirándose, levanta mi barbilla, su toque abrazándome.
―Estás mordiendo tu labio ―suspira―. Sabes lo que me hace esto ―añade sombríamente―. Voltéate.
Me volteo de inmediato, sin dudar. Él desabrocha mi sostén y luego toma ambas tiras, lentamente lo baja por mis brazos, acariciando mi piel con sus dedos y las puntas de sus uñas mientras desliza mi sostén hacia afuera. Su toque envía escalofríos por mi columna, despertando cada terminal nerviosa de mi cuerpo. Está detrás de mí, tan cerca que siento el calor radiando de él, calentándome toda. Lanza mi cabello hacia atrás para que caiga por mi espalda, agarra un puñado en mi nuca y mueve mi cabeza hacia un lado. Pasa su nariz por mi cuello expuesto, inhalando, luego va hacia mi oreja. Los músculos en mi estómago se aprietan, carnales y deseosos. Mierda, él apenas me ha tocado y ya lo quiero.
―Hueles tan divino como siempre, ____ ―susurra mientras me da un suave beso en mi oreja.
Gimo.
―Callada ―suspira―. No hagas ningún sonido. ―Sujetando mi cabello, para mi sorpresa, comienza a trenzarlo en una larga trenza, sus dedos rápidos y hábiles. La ata con una misteriosa banda para el cabello cuando termina y le da un pequeño jalón así que estoy contra él―. Me gusta trenzado aquí ―susurra.
Hmm… ¿Por qué? Suelta mi cabello.
―Date la vuelta ―ordena. Hago lo que me dice, mi respiración superficial, miedo y ansiedad mezclados. Es una mezcla embriagadora―. Cuando te diga que vengas aquí, así es como te vestirás. Sólo con tus bragas. ¿Entiendes?
―Sí.
―¿Sí, qué?
―Sí, Amo.
Un rastro de sonrisa levanta las esquinas de su boca.
―Buena chica. ―Sus ojos queman en los míos―. Cuando te diga que vengas aquí, espero que te arrodilles allá. ―Él señala un lugar junto a la puerta―. Hazlo ahora.
Pestañeo procesando sus palabras y hago lo que me dice.
―Puedes sentarte en tus tobillos. ―Me siento―. Pon tus manos y antebrazos en tus muslos. Ahora, abre tus piernas. Más. Más. Perfecto. Mira al suelo.
Él camina hacia mí y puedo ver sus pies y espinillas en mi campo de visión. Pies descalzos. Debería estar tomando notas si quiere que lo recuerde. Se agacha y toma mi trenza de nuevo. Luego, mueve mi cabeza hacia atrás así que estoy mirándolo. Esto no es doloroso.
―¿Recordarás esta posición, ____?
―Sí, Amo.
―Bien. Quédate aquí, no te muevas. ―Deja la habitación.
Estoy de rodillas, esperando. ¿A dónde se ha ido? ¿Qué va a hacerme? El tiempo se mueve. No tengo idea de cuánto tiempo me deja así… ¿unos cuantos minutos, cinco, diez? Mi respiración se vuelve más superficial. La anticipación me está devorando desde adentro hacia afuera.
Y de repente, regresa y de golpe estoy más calmada y excitada con cada respiración. ¿Podría estar más excitada? Puedo ver sus pies. Se ha cambiado sus pantalones. Estos son más viejos, suaves, rasgados y muy lavados. Santa vaca. Estos pantalones son calientes. Cierra la puerta y cuelga algo detrás.
―Buena chica, ____. Te ves adorable de esa manera. Muy bien. De pie.
Me pongo de pie pero mantengo mi cabeza agachada.
―Puedes mirarme.
Lo miro y está mirándome atentamente, evaluando, pero sus ojos son suaves. Se ha quitado su camisa. Oh mi… quiero tocarlo. El botón superior de sus pantalones está sin abotonar.
―Ahora voy a encadenarte, ____. Dame tu mano derecha. ―Le doy mi mano. Él voltea la palma hacia arriba y antes de que lo sepa, aplasta un látigo que no había notado en su mano derecha. Sucede tan rápido que la sorpresa a duras penas se registra. Incluso más asombroso, no duele. Bueno, no mucho, sólo un escozor―. ¿Cómo se siente eso? ―pregunta.
Pestañeo, mirándolo confundida.
―Respóndeme.
―Bien. ―Frunzo el ceño.
―No frunzas el ceño.
Pestañeo e intento estar impasible. Tengo éxito.
―¿Eso dolió?
―No.
―Esto no va a doler. ¿Lo entiendes?
―Sí. ―Mi voz es insegura. ¿En verdad no va a doler?
―Lo dije en serio ―dice él.
Mierda, mi respiración es tan superficial. ¿Sabe lo que estoy pensando? Me muestra el látigo. Es de cuero café trenzado. Mis ojos se encuentran con los suyos y están encendidos con fuego y un rastro de asombro.
―Nuestro objetivo es complacer, señorita Steele ―murmura―. Ven. ―Toma mi codo y me mueve debajo de la reja. Él se estira y baja algunos grilletes con esposas de cuerpo negro―. Esta reja está diseñada para que los grilletes se puedan mover.
Miro hacia arriba. Santa mierda, es como un mapa del subterráneo.
―Vamos a empezar aquí, pero quiero follarte de pie. Así que terminaremos en la pared. ―Él señala con el látigo hacia donde está la gran X de madera―. Pon tus brazos por encima de tu cabeza.
Lo hago, sintiendo como si estuviera saliendo de mi cuerpo, un observador casual de los eventos mientras se desarrollan a mí alrededor. Esto es más que fascinante, más allá de lo erótico. Es singularmente la cosa más emocionante y aterradora que he hecho. Me estoy confiando a este hermoso hombre, que por su propia admisión, es cincuenta tonos de mierda. Suprimo el breve estremecimiento de miedo. Kate y Elliot, saben que estoy aquí.
Él se para muy cerca mientras asegura las esposas. Estoy mirando su pecho. Su proximidad es celestial. Huele a jabón y a Joseph, una mezcla embriagadora y eso me arrastra al presente. Quiero pasar mi nariz y lengua por esa mata de vello del pecho. Podría solamente inclinarme…
Él da un paso hacia atrás y me mira, su expresión enmascarada, obscena, carnal y estoy pérdida, mis manos atadas, pero sólo mirando su hermoso rostro, leyendo su necesidad y ansiedad por mí, puedo sentir la humedad entre mis piernas.
Él camina lentamente a mí alrededor.
―Te ves muy bien atada, señorita Steele. Y tu boca inteligente, callada por ahora. Me gusta eso.
De pie frente a mí una vez más, engancha sus dedos en mis bragas y, a un paso lento, las desliza por mis piernas, desnudándome con agonizante lentitud, de modo que termina arrodillándose en frente de mí. Sin apartar los ojos de mí, estruja mis bragas en su mano, las sostiene sobre su nariz e inhala profundamente. Mierda. ¿Acaba de hacer eso? Me sonríe pícaramente y las guarda en el bolsillo de sus pantalones.
Levantándose del piso perezosamente como un gato montés, pone la punta de la fusta a la altura de mi ombligo, rodeándolo sin prisas, tentándome. Con el roce del cuero, me estremezco y jadeo. Él camina a mí alrededor de nuevo, deslizando la fusta por la mitad de mi cuerpo. En su segundo circuito, repentinamente me da un latigazo con la fusta y golpea bajo mi parte trasera… contra mi sexo. Grito de sorpresa mientras todas mis terminaciones nerviosas se alertan. Empujo contra mis restricciones. La sorpresa se desliza a través de mí y es la sensación más dulce, rara y hedonística.
―Calma ―susurra mientras camina a mí alrededor de nuevo, la fusta ligeramente más arriba, alrededor de la mitad de mi cuerpo. Esta vez, cuando la azota contra mí en el mismo lugar, lo estoy anticipando… oh, mí… Mi cuerpo convulsiona con el dulce y punzante latigazo.
Mientras me rodea da un latigazo de nuevo, esta vez golpeando mi pezón y echo mi cabeza hacia atrás cuando mis terminaciones nerviosas cantan. Golpea el otro… un corto, suave y dulce castigo. Mis pezones se endurecen y se alargan por la agresión y gimo audiblemente, tirando de mis esposas de cuero.
―¿Se siente bien? ―susurra él.
―Sí.
Me golpea de nuevo a través de mi trasero. La fusta arde esta vez.
―¿Sí, qué?
―Sí, Amo ―gimoteo.
Se detiene… pero ya no puedo verlo. Mis ojos están cerrados mientras intento absorber la multitud de sensaciones que atraviesan mi cuerpo. Muy lentamente, lanza pequeños latigazos de la fusta bajo mi estómago, dirigiéndose al sur. Sé a dónde está llevando esto e intento prepararme psicológicamente para ello, pero cuando golpea mi clítoris, grito en voz alta.
―¡Oh, por favor! ―gimo.
―Calma ―ordena y me golpea de nuevo en mi trasero.
No esperaba que esto fuera así… estoy perdida. Perdida en un mar de sensaciones. Y repentinamente, él está arrastrando la fusta contra mi sexo, a través de mi vello púbico, bajo la entrada de mi vagina.
―Ve lo mojada que estás por esto, ____. Abre tus ojos y tu boca.
Hago lo que me dice, completamente seducida. Él empuja la punta de la fusta en mi boca, como mi sueño. Mierda.
―Ve a qué sabes. Chupa. Chupa duro, nena.
Mi boca se cierra alrededor de la fusta mientras mis ojos se clavan en los suyos. Puedo saborear el rico cuero y la salinidad de mi excitación. Sus ojos están ardiendo. Él está en su elemento.
Saca la punta de mi boca y da un paso al frente, me toma y me besa duro, su lengua invadiendo mi boca. Envolviendo sus manos a mí alrededor, me empuja contra él. Su peso colisiona con el mío y anhelo tocarlo, pero no puedo, mis manos yacen inútiles sobre mí.
―Oh, ____, sabes tremendamente bien ―susurra―. ¿Te hago venir?
―Por favor ―ruego.
La fusta da en mi trasero. ¡Ow!
―¿Por favor, qué?
―Por favor, Amo ―gimoteo.
Él me sonríe, triunfante.
―¿Con esto? ―Sostiene la fusta arriba para que pueda verla.
―Sí, Amo.
―¿Estás segura? ―Me mira severamente.
―Sí, por favor, Amo.
―Cierra los ojos.
Aíslo la habitación, lo aíslo a él… a la fusta. Empieza lentos y mordaces latigazos contra mi estómago una vez más. Moviéndose abajo, suaves y pequeños latigazos contra mi clítoris, una, dos, tres veces, una y otra vez, hasta que, finalmente, allí es ―no puedo soportar más―, y me vengo, gloriosa, audiblemente, flaqueando. Sus brazos me rodean mientras mis piernas se vuelven gelatina. Me disuelvo en su abrazo, mi cabeza contra su pecho y estoy lloriqueando y gimoteando mientras los remanentes de mi orgasmo me consumen. Él me levanta y de repente nos estamos moviendo, mis brazos todavía atados sobre mi cabeza y puedo sentir la fría madera de la cruz pulida en mi espalda, está desabrochando los botones de sus pantalones. Me baja contra la cruz rápidamente mientras se pone un condón, luego sus manos envuelven mis muslos y me levanta de nuevo.
―Levanta tus piernas, nena, envuélvelas a mí alrededor.
Me siento tan débil, pero hago lo que pide mientras él envuelve mis piernas a su alrededor y se posiciona debajo de mí. Con una estocada, está dentro de mí y grito de nuevo, escuchando su gemido sofocado en mi oído. Mis brazos están descansando en sus hombros mientras él empuja dentro de mí. Caray, es profundo de esta forma. Él empuja una y otra vez, su rostro en mi cuello, su áspera respiración en mi garganta. Siento la cima más cerca. Caray, no… no de nuevo… y con una inevitabilidad que se está haciendo más familiar, me dejo ir y me vengo de nuevo y es dulce, agonizante e intenso. Pierdo todo el control de mí misma. Joseph me sigue, gritando su liberación a través de dientes apretados y sosteniéndome fuerte y cerca mientras lo hace.
Sale de mí suavemente y me pone contra la cruz, su cuerpo soportando el mío. Desatando las esposas, libera mis manos y ambos caemos al piso. Me empuja a su regazo, acunándome y recuesto mi cabeza contra su pecho. Si tuviera la fuerza, lo tocaría, pero no la tengo. Tardíamente, me doy cuenta que él todavía está usando sus pantalones.
―Bien hecho, nena ―murmura―. ¿Te dolió?
―No ―susurro. Apenas puedo mantener mis ojos abiertos. ¿Por qué estoy tan cansada?
―¿Esperabas que doliera? ―susurra mientras me mantiene cerca, sus dedos apartando algunas hebras de mi cabello fuera de mi rostro.
―Sí.
―Ya ves, la mayor parte de tu miedo está en tu cabeza, ____. ―Hace una pausa―. ¿Lo harías de nuevo?
Pienso por un momento mientras la fatiga nubla mi cerebro… ¿De nuevo?
―Sí. ―Mi voz es tan suave.
Él me abraza apretadamente.
―Bien. También yo ―murmura, luego se inclina y suavemente besa la cima de mi cabeza―. No he terminado contigo todavía.
No ha terminado conmigo todavía. ¡Santo Dios! No hay forma de que pueda hacer más. Estoy completamente cansada y luchando con el irresistible deseo de dormir. Estoy recostándome contra su pecho, mis ojos están cerrados y él está envuelto a mi alrededor ―brazos y piernas― y me siento… a salvo y oh, tan cómoda. ¿Me dejará dormir, tal vez soñar? Mi boca se curva con el tonto pensamiento y volviendo mi cara hacia el pecho de Joseph, inhalo su aroma único y lo olisqueo, pero se tensa inmediatamente… oh, mierda. Abro los ojos y lo miro. Él me está mirando fijamente.
―No lo hagas ―susurra en advertencia.
Me sonrojo y vuelvo a mirar a su pecho con anhelo. Quiero deslizar mi lengua a través del vello, besarlo y por primera vez, me doy cuenta de que él tiene unas cuantas cicatrices pequeñas y circulares salpicando su pecho. ¿Varicela? ¿Sarampión? Pienso ausentemente.
―Arrodíllate junto a la puerta ―ordena mientras se sienta, poniendo sus manos en sus rodillas, liberándome. Ya no tan cálida, la temperatura de su voz ha caído varios grados.
Tropiezo tontamente hasta ponerme de pie, voy hacia la puerta y me arrodillo como me ha instruido. Estoy temblorosa y muy, muy cansada, monumentalmente confundida. Quién hubiera pensado que podía encontrar tal gratificación en esta habitación. ¿Quién hubiera pensado que sería tan agotador? Mis miembros están deliciosamente pesados, saciados. Mi diosa interna tiene una señal de “No molestar” afuera de su habitación.
Joseph se está moviendo en la periferia de mi visión. Mis ojos empiezan a caerse.
―Te estoy aburriendo, ¿no es así, señorita Steele?
Me despierto de un salto y Joseph está de pie frente a mí, sus brazos cruzados mientras me mira. Oh, mierda, atrapada durante la siesta, esto no va a ser bueno. Sus ojos se suavizan cuando levanto la mirada hacia él.
―Levántate ―ordena.
Me pongo de pie cautelosamente. Él me mira fijamente y su boca se curva.
―Estás agotada, ¿no es cierto?
Asiento tímidamente, sonrojándome.
―Resistencia, señorita Steele. ―Entrecierra los ojos en mi dirección―. No he terminado contigo todavía. Sostén tus manos al frente como si estuvieras rezando.
Parpadeo hacia él. ¡Rezando! Rezando para que vayas más lento conmigo. Hago lo que me dice. Toma la abrazadera de plástico y la sujeta alrededor de mis muñecas, apretando el plástico. Infiernos. Mis ojos vuelan a los suyos.
―¿Luce familiar? ―pregunta él, incapaz de esconder su sonrisa.
Caray… las abrazaderas plásticas. ¡La Ferretería Clayton! Todo se vuelve claro. Me quedo boquiabierta ante él mientras la adrenalina se apresura a través de mi cuerpo otra vez. De acuerdo ―eso ha captado mi atención―, estoy despierta ahora.
―Tengo tijeras aquí. ―Las sostiene arriba para que las vea―. Puedo cortarlas en cualquier momento.
Intento separar mis muñecas, probando mis lazos y mientras lo hago, el plástico araña mi piel. Duele un poco, pero si relajo mis muñecas, están bien, la abrazadera no me corta la piel.
―Ven. ―Toma mis manos y me conduce hacia la cama de cuatro postes. Me doy cuenta ahora que tiene oscuras sábanas rojas y un grillete en cada esquina―. Quiero más… mucho, mucho más. ―Se inclina y susurra en mi oído. Y los latidos de mi corazón empiezan a retumbar de nuevo. Oh, Dios―. Pero haré esto rápido. Estás cansada. Sostente al poste ―dice.
Frunzo el ceño. ¿No en la cama, entonces? Encuentro que puedo separar las manos y sujeto el poste de madera tallada.
―Más abajo ―ordena―. Bien. No te sueltes. Si lo haces, te daré unas palmadas. ¿Entiendes?
―Sí, Amo.
―Bien.
Se para detrás de mí y sujeta mis caderas y luego me levanta rápidamente hacia atrás, de modo que estoy inclinándome hacia adelante, sosteniendo el poste.
―No te sueltes, ____ ―advierte él―. Voy a follarte duro desde atrás. Sostente al poste para soportar tu peso. ¿Entiendes?
―Sí.
Me da un manotazo a través de mi trasero. Ow… arde.
―Sí, Amo ―murmuro rápidamente.
―Separa tus piernas. ―Pone su pierna entre las mías y, sosteniendo mis caderas, empuja mi pierna derecha a un lado―. Así está mejor. Después de esto, te dejaré dormir.
¿Dormir? Estoy jadeando. No estoy pensando en dormir ahora. Se estira y gentilmente acaricia mi espalda.
―Tienes una piel tan hermosa, ____ ―susurra mientras se inclina y me besa a lo largo de la columna, besos gentiles y ligeros como plumas. Al mismo tiempo, sus manos se mueven hacia mi torso, palmeando mis pechos y, mientras hace esto, atrapa mis pezones entre sus dedos y los aprieta gentilmente.
Sofoco mi gemido cuando siento mi cuerpo entero responder, volviendo a la vida una vez más por él.
Gentilmente, me mordisquea y me chupa en la cintura, apretando mis pezones y mis manos se aprietan en el poste exquisitamente tallado. Sus manos caen a un lado, escucho el ahora familiar rasgar de la lámina y él se quita los pantalones.
―Tienes un trasero tan cautivante y sexy, ____ Steele. Lo que me gustaría hacerle. ―Sus manos acarician y rodean cada uno de mis glúteos, luego sus dedos se deslizan abajo e introduce dos dentro de mí―. Tan mojada. Nunca decepcionas, señorita Steele ―susurra y escucho el asombro en su voz―. Sostente fuerte… esto va a ser rápido, nena.
Agarra mis caderas y se posiciona y me abrazo a mí misma para su asalto. Pero se estira, sujeta mi trenza cerca del final y le da vuelta alrededor de su muñeca junto a mi nuca, sosteniendo mi cabeza en su lugar. Muy lentamente, se mueve dentro de mí, empujando mi cabello al mismo tiempo… oh, la plenitud. Sale de mí lentamente y su otra mano sujeta mi cadera, sosteniéndola fuerte y luego me penetra, empujándome hacia adelante.
―¡Sostente, ____! ―grita a través de los dientes apretados.
Me agarro más fuerte alrededor del poste y empujo contra él mientras continúa sus arremetidas despiadadas, una y otra vez, sus dedos hundiéndose en mi cadera. Mis brazos están doliendo, mis piernas se sienten inseguras, mi cuero cabelludo está doliendo por su agarre en mi cabello… y siento que algo se reúne muy profundo dentro de mí. Oh, no… y por primera vez, temo mi orgasmo… si me vengo… colapsaré. Joseph continúa moviéndose duramente contra mí, dentro de mí, su respiración áspera, gimiendo, gruñendo. Mi cuerpo está respondiendo… ¿cómo? Siento como acelera. Pero, repentinamente, Joseph se queda inmóvil, empujando realmente profundo.
―Vamos, ____, dámelo ―gruñe y mi nombre en sus labios me envía sobre el borde mientras me vuelvo toda cuerpo y sensación de espirar y una dulce, dulce liberación y luego pierdo por completo la conciencia.
Cuando el sentido regresa, estoy yaciendo sobre él. Está en el piso y yo estoy sobre él, mi espalda contra su frente y estoy mirando al techo, toda post-coito, resplandeciente, exhausta. Oh, las marcas, pienso ausentemente, los había olvidado. Joseph huele mi oreja.
―Sostén tus manos arriba.
Mis brazos se sienten como si estuvieran hechos de plomo, pero los levanto. Empuña las tijeras y pasa una hoja bajo el plástico.
―Declaro a esta ____, inaugurada ―susurra y corta el plástico.
Río tontamente y froto mis muñecas cuando son liberadas. Siento su sonrisa.
―Ese es un sonido tan adorable ―dice con añoranza. Se sienta de repente, tomándome con él de modo que estoy una vez más sentada en su regazo―. Eso es mi culpa ―dice y me mueve de modo que pueda acariciar mis hombros y brazos. Gentilmente, masajea la vida de vuelta a mis miembros.
¿Qué?
Levanto la mirada hacia él, intentando entender qué quiere decir.
―Que no te rías más a menudo.
―No soy muy buena riendo ―murmuro, adormilada.
―Oh, pero cuando pasa, señorita Steele, es una maravilla y una alegría para contemplar.
―Que lenguaje más florido, señor Jonas ―murmuro, intentando mantener mis ojos abiertos.
Sus ojos se suavizan y sonríe.
―Yo diría que te han follado y necesitas dormir.
―Eso no fue florido en absoluto ―refunfuño juguetonamente.
Sonríe ampliamente, gentilmente me levanta de él y se levanta, gloriosamente desnudo. Deseo momentáneamente estar más despierta para apreciarlo realmente. Recogiendo sus pantalones, se los pone de nuevo, a lo comando.
―No quiero asustar a Taylor, o a la señora Jones, si vamos al caso ―murmura él.
Hmm… deben saber el bastardo pervertido que es. El pensamiento me preocupa.
Se agacha para ayudarme a ponerme de pie y me conduce a la puerta. En la parte trasera de ésta, cuelga una toga gris. Pacientemente, me viste como si fuera una niña pequeña. No tengo la fuerza para levantar mis brazos. Cuando estoy cubierta y respetable, se inclina y me besa cariñosamente, su boca se curva en una sonrisa.
―A la cama ―dice.
Oh… no…
―Para dormir ―añade de modo tranquilizador cuando ve mi expresión.
De repente, me levanta y me carga, acurrucada contra su pecho, a la habitación al final del corredor en donde, más temprano hoy, la Dra. Greene me examinó. Mi cabeza cae contra su pecho. Estoy exhausta. No recuerdo alguna vez haber estado así de cansada. Retirando el edredón, me acuesta e incluso más sorpresivamente, se sube a mi lado y me sostiene cerca.
―Duerme ahora, chica hermosa ―susurra y besa mi cabello.
Y antes de que pueda hacer un comentario burlón, estoy dormida.
―Señor Jonas. ―Ella sacude la mano tendida de Joseph.
―Gracias por venir en tan poco tiempo ―dice Joseph.
―Gracias por hacerme digna de su tiempo, señor Jonas. Señorita Steele. ―Ella sonríe, sus ojos frescos y evaluadores.
Nos damos la mano y sé que es una de esas mujeres que no toleran a los tontos. Al igual que Kate. Me gusta de inmediato. Le da una mirada mordaz a Joseph y después de un torpe latido, él toma su señal.
―Voy a estar abajo ―murmura y deja lo que va a ser mi dormitorio.
―Bueno, señorita Steele. El señor Jonas me está pagando una pequeña fortuna para atenderla. ¿Qué puedo hacer por usted?
Después de un minucioso examen y una prolongada discusión, la Dra. Greene y yo elegimos la mini píldora. Me escribe una receta pre-pago y me instruye a recogerlas mañana. Me encanta su actitud sensata: me ha dado una conferencia, hasta que está tan azul como el color de su vestido, acerca de lo importante que es tomarla a la misma hora cada día. Y puedo decir que está ardiendo de curiosidad acerca de mi llamada “relación” con el señor Jonas. No le doy ningún detalle. De alguna manera, no creo que luciera un aspecto tan tranquilo y sereno si hubiera visto un Salón Rojo del Dolor. Me ruborizo mientras pasamos la puerta cerrada volvemos a bajar a la galería de arte que es la sala de estar de Joseph.
Joseph está leyendo, sentado en su sofá. Un aria impresionante está sonando en el equipo de música, girando alrededor de él, envolviéndolo, llenando la habitación con una canción dulce, conmovedora. Por un momento, se ve sereno. Se vuelve y mira hacia nosotras cuando entramos y sonríe con gusto hacía mí.
―¿Ya terminaste? ―pregunta, como si estuviera sinceramente interesado. Señala con el mando a distancia a una elegante caja blanca debajo de la chimenea que alberga su iPod y la exquisita melodía se desvanece, pero sigue en el fondo. Se levanta y camina hacia nosotros.
―Sí, señor Jonas. Cuide de ella, es una mujer hermosa, joven y brillante.
Joseph se sorprende… al igual que yo. Qué cosa tan inapropiada para que un médico diga. ¿Está dándole algún tipo de advertencia no tan sutil? Joseph se recupera.
―Tengo toda la intención ―murmura, desconcertado.
Mirándolo, me encojo de hombros, avergonzada.
―Le enviaré mi cuenta ―dice secamente mientras le da la mano―. Buenos días y buena suerte para ti, ____. ―Ella sonríe, sus ojos se arrugan cuando lo hace mientras nos damos la mano.
Taylor aparece de la nada para acompañarla por las puertas dobles y fuera del ascenso. ¿Cómo hace eso? ¿Dónde se esconde?
―¿Cómo fue eso? ―pregunta Joseph.
―Muy bien, gracias. Dijo que tenía que abstenerme de toda actividad sexual durante las próximas cuatro semanas.
La boca de Joseph cae abierta en estado de conmoción, no puedo mantener un rostro serio por más tiempo y le sonrío como una idiota.
―¡Caíste!
Entorna los ojos e inmediatamente dejo de reír. De hecho, parece más bien algo imperdonable. Oh, mierda. Mi subconsciente se acobarda en la esquina ya que toda la sangre fluye de mi rostro y me imagino que me pone sobre sus rodillas otra vez.
―¡Caíste! ―dice y sonríe. Me agarra por la cintura y me jala contra él―. Eres incorregible, señorita Steele ―murmura, mirándome fijamente a los ojos mientras pasa sus dedos por mi cabello, sosteniéndome firmemente en el lugar. Me besa, duro y me aferro a sus musculosos brazos―. Por mucho que me gustaría tenerte aquí, ahora, necesitas comer y yo también, no quiero que mueras sobre mí más adelante ―murmura contra mis labios.
―¿Es mi cuerpo todo lo que quieres de mí? ―le susurro.
―Eso y tu inteligente boca ―respira.
Me besa apasionadamente una vez más, y luego, bruscamente, me libera, tomando mi mano y me lleva a la cocina. Me tambaleo. Un minuto estamos bromeando y al siguiente… Abanico mi rostro ardiente. Él es sexo con piernas y ahora tengo que recuperar mi equilibrio y comer algo. El aria sigue sonando en el fondo.
―¿Qué es esa música?
―Villa Lobos, un aria de Bachianas Brasileiras. Buena, ¿no?
―Sí ―murmuro en total acuerdo.
La barra de desayuno está prevista para dos personas; Joseph tiene una ensaladera en la nevera.
―¿Ensalada César con pollo está bien contigo?
Oh, gracias a Dios, nada demasiado pesado.
―Sí, bien, gracias.
Lo observo mientras se mueve con gracia a través de su cocina. Está tan a gusto con su cuerpo en un nivel, pero no le gusta que lo toquen… así que quizás, en el fondo, no lo está. Ningún hombre es una isla, reflexiono, excepto tal vez Joseph Jonas.
―¿En qué estás pensando? ―pregunta, alejándome de mi ensueño. Me ruborizo.
―Estaba viendo la forma en que te mueves.
Levanta una ceja, divertido.
―¿Y? ―dice secamente.
Me ruborizo un poco más.
―Eres muy elegante.
―Bueno, gracias señorita Steele ―murmura. Se sienta a mi lado, sosteniendo una botella de vino―. ¿Chablis?
―Por favor.
―Sírvete tú misma la ensalada ―dice, su voz suave―. Dime, ¿por cuál método optaste?
Estoy momentáneamente confundida por su pregunta, cuando me doy cuenta de que está hablando de la visita de la Dra. Greene.
―Mini píldora.
Frunce el ceño.
―¿Y recordaras tomarla regularmente en el momento adecuado, todos los días?
Por Dios… por supuesto que lo haré. ¿Cómo lo sabe? Me ruborizo al pensar que, probablemente, es por una o más de las quince.
―Estoy segura de que me acordaré ―me quejo con sequedad.
Me mira con divertida condescendencia.
―Voy a poner una alarma en mi calendario. ―Él sonríe―. Come.
La ensalada Cesar con pollo está deliciosa. Para mi sorpresa, me muero de hambre y por primera vez desde que estoy con él, termino mi comida antes que él. El vino es fresco, limpio y afrutado.
―¿Deseosa como siempre, señorita Steele? ―dice, sonriendo hacia mi plato vacío.
Lo miro desde debajo de mis pestañas.
―Sí ―le susurro.
Contiene el aliento. Y mientras me mira fijamente, siento la atmósfera entre nosotros cambiar poco a poco, evolucionando… cargándose. Su mirada va de oscura a ardiente, me lleva con él. Se pone de pie, cerrando la distancia entre nosotros y me estrecha en sus brazos.
―¿Quieres hacer esto? ―respira, mirándome fijamente.
―No he firmado nada.
―Ya lo sé, pero estoy rompiendo todas las reglas en estos días.
―¿Vas a pegarme?
―Sí, pero no voy a hacerte daño. No quiero castigarte en este momento. Si me hubieras atrapado ayer por la tarde, bueno, eso habría sido una historia diferente.
¡Santo cielo! Él quiere hacerme daño… ¿Cómo puedo lidiar con esto? No puedo ocultar el horror en la cara.
―No dejes que nadie te convenza de lo contrario, ____. Una de las razones por las que la gente como yo hace esto, es porque nos gusta, ya sea para dar o recibir dolor. Es muy simple. A ti no, así que pasé mucho tiempo ayer pensando en eso.
Me tira contra él y su erección presiona en mi vientre. Debo correr, pero no puedo. Me siento atraída por él en un nivel profundo, elemental, que no puedo empezar a entender.
―¿Llegaste a alguna conclusión? ―susurro.
―No y ahora mismo, sólo quiero atarte y follarte sin sentido. ¿Estás lista para esto?
―Sí ―respiro, ya que todo en mi cuerpo se tensa a la vez… oh.
―Bueno. Ven. ―Toma mi mano y dejando todos los platos sucios en la barra de desayuno, nos dirigimos al piso de arriba.
Mi corazón empieza a golpear. Esto es todo. Realmente voy a hacer esto. Mi diosa interior está girando como una bailarina de clase mundial, pirueta tras pirueta. Abre la puerta de su cuarto de juegos, dejándome de nuevo de pie y estoy una vez más en el Salón Rojo del Dolor.
Es el mismo, el olor a cuero, cítrico, barniz y madera oscura, todo muy sensual. Mi sangre está corriendo caliente y asustada por mi cuerpo, la adrenalina mezclada con la lujuria y el deseo. Es un coctel potente y embriagador. La postura de Joseph ha cambiado completamente, sutilmente alterada, más fuerte y cruel. Me mira y sus ojos están calientes, perdidos en la lujuria… hipnóticos.
―Cuando estés aquí, eres completamente mía ―suspira, cada palabra lenta y medida―, para hacer lo que yo quiera. ¿Lo entiendes? ―Su mirada es tan intensa.
Mi boca se seca, mi corazón estallando por encontrar una manera para salir de mi pecho.
―Quítate tus zapatos ―ordena suavemente.
Trago y más bien tontamente, me los quito. Él se inclina, los recoge y los deposita junto a la puerta.
―Bien. No dudes cuando te pida que hagas algo. Ahora voy a quitarte este vestido. Algo que he querido hacer por días, si recuerdo bien. Quiero que estés cómoda con tu cuerpo, ____ y me gustaría verlo todo. Es una alegría contemplarlo. De hecho, podría verte todo el día y te quiero sin vergüenza y sin pena de tu desnudez. ¿Entiendes?
―Sí.
―¿Sí qué? ―Él se inclina, mirando.
―Sí, Amo.
―Bien. Levanta tus brazos por encima de tu cabeza.
Hago lo que me dice, él se agacha y toma el dobladillo. Lentamente, sube el vestido por mis muslos, mis caderas, mi estómago, mis pechos, mis hombros y por encima de mi cabeza. Él se mueve hacia atrás para examinarme y distraídamente dobla mi vestido, sin quitar los ojos de mí. Lo pone en el gran armario junto a la puerta. Estirándose, levanta mi barbilla, su toque abrazándome.
―Estás mordiendo tu labio ―suspira―. Sabes lo que me hace esto ―añade sombríamente―. Voltéate.
Me volteo de inmediato, sin dudar. Él desabrocha mi sostén y luego toma ambas tiras, lentamente lo baja por mis brazos, acariciando mi piel con sus dedos y las puntas de sus uñas mientras desliza mi sostén hacia afuera. Su toque envía escalofríos por mi columna, despertando cada terminal nerviosa de mi cuerpo. Está detrás de mí, tan cerca que siento el calor radiando de él, calentándome toda. Lanza mi cabello hacia atrás para que caiga por mi espalda, agarra un puñado en mi nuca y mueve mi cabeza hacia un lado. Pasa su nariz por mi cuello expuesto, inhalando, luego va hacia mi oreja. Los músculos en mi estómago se aprietan, carnales y deseosos. Mierda, él apenas me ha tocado y ya lo quiero.
―Hueles tan divino como siempre, ____ ―susurra mientras me da un suave beso en mi oreja.
Gimo.
―Callada ―suspira―. No hagas ningún sonido. ―Sujetando mi cabello, para mi sorpresa, comienza a trenzarlo en una larga trenza, sus dedos rápidos y hábiles. La ata con una misteriosa banda para el cabello cuando termina y le da un pequeño jalón así que estoy contra él―. Me gusta trenzado aquí ―susurra.
Hmm… ¿Por qué? Suelta mi cabello.
―Date la vuelta ―ordena. Hago lo que me dice, mi respiración superficial, miedo y ansiedad mezclados. Es una mezcla embriagadora―. Cuando te diga que vengas aquí, así es como te vestirás. Sólo con tus bragas. ¿Entiendes?
―Sí.
―¿Sí, qué?
―Sí, Amo.
Un rastro de sonrisa levanta las esquinas de su boca.
―Buena chica. ―Sus ojos queman en los míos―. Cuando te diga que vengas aquí, espero que te arrodilles allá. ―Él señala un lugar junto a la puerta―. Hazlo ahora.
Pestañeo procesando sus palabras y hago lo que me dice.
―Puedes sentarte en tus tobillos. ―Me siento―. Pon tus manos y antebrazos en tus muslos. Ahora, abre tus piernas. Más. Más. Perfecto. Mira al suelo.
Él camina hacia mí y puedo ver sus pies y espinillas en mi campo de visión. Pies descalzos. Debería estar tomando notas si quiere que lo recuerde. Se agacha y toma mi trenza de nuevo. Luego, mueve mi cabeza hacia atrás así que estoy mirándolo. Esto no es doloroso.
―¿Recordarás esta posición, ____?
―Sí, Amo.
―Bien. Quédate aquí, no te muevas. ―Deja la habitación.
Estoy de rodillas, esperando. ¿A dónde se ha ido? ¿Qué va a hacerme? El tiempo se mueve. No tengo idea de cuánto tiempo me deja así… ¿unos cuantos minutos, cinco, diez? Mi respiración se vuelve más superficial. La anticipación me está devorando desde adentro hacia afuera.
Y de repente, regresa y de golpe estoy más calmada y excitada con cada respiración. ¿Podría estar más excitada? Puedo ver sus pies. Se ha cambiado sus pantalones. Estos son más viejos, suaves, rasgados y muy lavados. Santa vaca. Estos pantalones son calientes. Cierra la puerta y cuelga algo detrás.
―Buena chica, ____. Te ves adorable de esa manera. Muy bien. De pie.
Me pongo de pie pero mantengo mi cabeza agachada.
―Puedes mirarme.
Lo miro y está mirándome atentamente, evaluando, pero sus ojos son suaves. Se ha quitado su camisa. Oh mi… quiero tocarlo. El botón superior de sus pantalones está sin abotonar.
―Ahora voy a encadenarte, ____. Dame tu mano derecha. ―Le doy mi mano. Él voltea la palma hacia arriba y antes de que lo sepa, aplasta un látigo que no había notado en su mano derecha. Sucede tan rápido que la sorpresa a duras penas se registra. Incluso más asombroso, no duele. Bueno, no mucho, sólo un escozor―. ¿Cómo se siente eso? ―pregunta.
Pestañeo, mirándolo confundida.
―Respóndeme.
―Bien. ―Frunzo el ceño.
―No frunzas el ceño.
Pestañeo e intento estar impasible. Tengo éxito.
―¿Eso dolió?
―No.
―Esto no va a doler. ¿Lo entiendes?
―Sí. ―Mi voz es insegura. ¿En verdad no va a doler?
―Lo dije en serio ―dice él.
Mierda, mi respiración es tan superficial. ¿Sabe lo que estoy pensando? Me muestra el látigo. Es de cuero café trenzado. Mis ojos se encuentran con los suyos y están encendidos con fuego y un rastro de asombro.
―Nuestro objetivo es complacer, señorita Steele ―murmura―. Ven. ―Toma mi codo y me mueve debajo de la reja. Él se estira y baja algunos grilletes con esposas de cuerpo negro―. Esta reja está diseñada para que los grilletes se puedan mover.
Miro hacia arriba. Santa mierda, es como un mapa del subterráneo.
―Vamos a empezar aquí, pero quiero follarte de pie. Así que terminaremos en la pared. ―Él señala con el látigo hacia donde está la gran X de madera―. Pon tus brazos por encima de tu cabeza.
Lo hago, sintiendo como si estuviera saliendo de mi cuerpo, un observador casual de los eventos mientras se desarrollan a mí alrededor. Esto es más que fascinante, más allá de lo erótico. Es singularmente la cosa más emocionante y aterradora que he hecho. Me estoy confiando a este hermoso hombre, que por su propia admisión, es cincuenta tonos de mierda. Suprimo el breve estremecimiento de miedo. Kate y Elliot, saben que estoy aquí.
Él se para muy cerca mientras asegura las esposas. Estoy mirando su pecho. Su proximidad es celestial. Huele a jabón y a Joseph, una mezcla embriagadora y eso me arrastra al presente. Quiero pasar mi nariz y lengua por esa mata de vello del pecho. Podría solamente inclinarme…
Él da un paso hacia atrás y me mira, su expresión enmascarada, obscena, carnal y estoy pérdida, mis manos atadas, pero sólo mirando su hermoso rostro, leyendo su necesidad y ansiedad por mí, puedo sentir la humedad entre mis piernas.
Él camina lentamente a mí alrededor.
―Te ves muy bien atada, señorita Steele. Y tu boca inteligente, callada por ahora. Me gusta eso.
De pie frente a mí una vez más, engancha sus dedos en mis bragas y, a un paso lento, las desliza por mis piernas, desnudándome con agonizante lentitud, de modo que termina arrodillándose en frente de mí. Sin apartar los ojos de mí, estruja mis bragas en su mano, las sostiene sobre su nariz e inhala profundamente. Mierda. ¿Acaba de hacer eso? Me sonríe pícaramente y las guarda en el bolsillo de sus pantalones.
Levantándose del piso perezosamente como un gato montés, pone la punta de la fusta a la altura de mi ombligo, rodeándolo sin prisas, tentándome. Con el roce del cuero, me estremezco y jadeo. Él camina a mí alrededor de nuevo, deslizando la fusta por la mitad de mi cuerpo. En su segundo circuito, repentinamente me da un latigazo con la fusta y golpea bajo mi parte trasera… contra mi sexo. Grito de sorpresa mientras todas mis terminaciones nerviosas se alertan. Empujo contra mis restricciones. La sorpresa se desliza a través de mí y es la sensación más dulce, rara y hedonística.
―Calma ―susurra mientras camina a mí alrededor de nuevo, la fusta ligeramente más arriba, alrededor de la mitad de mi cuerpo. Esta vez, cuando la azota contra mí en el mismo lugar, lo estoy anticipando… oh, mí… Mi cuerpo convulsiona con el dulce y punzante latigazo.
Mientras me rodea da un latigazo de nuevo, esta vez golpeando mi pezón y echo mi cabeza hacia atrás cuando mis terminaciones nerviosas cantan. Golpea el otro… un corto, suave y dulce castigo. Mis pezones se endurecen y se alargan por la agresión y gimo audiblemente, tirando de mis esposas de cuero.
―¿Se siente bien? ―susurra él.
―Sí.
Me golpea de nuevo a través de mi trasero. La fusta arde esta vez.
―¿Sí, qué?
―Sí, Amo ―gimoteo.
Se detiene… pero ya no puedo verlo. Mis ojos están cerrados mientras intento absorber la multitud de sensaciones que atraviesan mi cuerpo. Muy lentamente, lanza pequeños latigazos de la fusta bajo mi estómago, dirigiéndose al sur. Sé a dónde está llevando esto e intento prepararme psicológicamente para ello, pero cuando golpea mi clítoris, grito en voz alta.
―¡Oh, por favor! ―gimo.
―Calma ―ordena y me golpea de nuevo en mi trasero.
No esperaba que esto fuera así… estoy perdida. Perdida en un mar de sensaciones. Y repentinamente, él está arrastrando la fusta contra mi sexo, a través de mi vello púbico, bajo la entrada de mi vagina.
―Ve lo mojada que estás por esto, ____. Abre tus ojos y tu boca.
Hago lo que me dice, completamente seducida. Él empuja la punta de la fusta en mi boca, como mi sueño. Mierda.
―Ve a qué sabes. Chupa. Chupa duro, nena.
Mi boca se cierra alrededor de la fusta mientras mis ojos se clavan en los suyos. Puedo saborear el rico cuero y la salinidad de mi excitación. Sus ojos están ardiendo. Él está en su elemento.
Saca la punta de mi boca y da un paso al frente, me toma y me besa duro, su lengua invadiendo mi boca. Envolviendo sus manos a mí alrededor, me empuja contra él. Su peso colisiona con el mío y anhelo tocarlo, pero no puedo, mis manos yacen inútiles sobre mí.
―Oh, ____, sabes tremendamente bien ―susurra―. ¿Te hago venir?
―Por favor ―ruego.
La fusta da en mi trasero. ¡Ow!
―¿Por favor, qué?
―Por favor, Amo ―gimoteo.
Él me sonríe, triunfante.
―¿Con esto? ―Sostiene la fusta arriba para que pueda verla.
―Sí, Amo.
―¿Estás segura? ―Me mira severamente.
―Sí, por favor, Amo.
―Cierra los ojos.
Aíslo la habitación, lo aíslo a él… a la fusta. Empieza lentos y mordaces latigazos contra mi estómago una vez más. Moviéndose abajo, suaves y pequeños latigazos contra mi clítoris, una, dos, tres veces, una y otra vez, hasta que, finalmente, allí es ―no puedo soportar más―, y me vengo, gloriosa, audiblemente, flaqueando. Sus brazos me rodean mientras mis piernas se vuelven gelatina. Me disuelvo en su abrazo, mi cabeza contra su pecho y estoy lloriqueando y gimoteando mientras los remanentes de mi orgasmo me consumen. Él me levanta y de repente nos estamos moviendo, mis brazos todavía atados sobre mi cabeza y puedo sentir la fría madera de la cruz pulida en mi espalda, está desabrochando los botones de sus pantalones. Me baja contra la cruz rápidamente mientras se pone un condón, luego sus manos envuelven mis muslos y me levanta de nuevo.
―Levanta tus piernas, nena, envuélvelas a mí alrededor.
Me siento tan débil, pero hago lo que pide mientras él envuelve mis piernas a su alrededor y se posiciona debajo de mí. Con una estocada, está dentro de mí y grito de nuevo, escuchando su gemido sofocado en mi oído. Mis brazos están descansando en sus hombros mientras él empuja dentro de mí. Caray, es profundo de esta forma. Él empuja una y otra vez, su rostro en mi cuello, su áspera respiración en mi garganta. Siento la cima más cerca. Caray, no… no de nuevo… y con una inevitabilidad que se está haciendo más familiar, me dejo ir y me vengo de nuevo y es dulce, agonizante e intenso. Pierdo todo el control de mí misma. Joseph me sigue, gritando su liberación a través de dientes apretados y sosteniéndome fuerte y cerca mientras lo hace.
Sale de mí suavemente y me pone contra la cruz, su cuerpo soportando el mío. Desatando las esposas, libera mis manos y ambos caemos al piso. Me empuja a su regazo, acunándome y recuesto mi cabeza contra su pecho. Si tuviera la fuerza, lo tocaría, pero no la tengo. Tardíamente, me doy cuenta que él todavía está usando sus pantalones.
―Bien hecho, nena ―murmura―. ¿Te dolió?
―No ―susurro. Apenas puedo mantener mis ojos abiertos. ¿Por qué estoy tan cansada?
―¿Esperabas que doliera? ―susurra mientras me mantiene cerca, sus dedos apartando algunas hebras de mi cabello fuera de mi rostro.
―Sí.
―Ya ves, la mayor parte de tu miedo está en tu cabeza, ____. ―Hace una pausa―. ¿Lo harías de nuevo?
Pienso por un momento mientras la fatiga nubla mi cerebro… ¿De nuevo?
―Sí. ―Mi voz es tan suave.
Él me abraza apretadamente.
―Bien. También yo ―murmura, luego se inclina y suavemente besa la cima de mi cabeza―. No he terminado contigo todavía.
No ha terminado conmigo todavía. ¡Santo Dios! No hay forma de que pueda hacer más. Estoy completamente cansada y luchando con el irresistible deseo de dormir. Estoy recostándome contra su pecho, mis ojos están cerrados y él está envuelto a mi alrededor ―brazos y piernas― y me siento… a salvo y oh, tan cómoda. ¿Me dejará dormir, tal vez soñar? Mi boca se curva con el tonto pensamiento y volviendo mi cara hacia el pecho de Joseph, inhalo su aroma único y lo olisqueo, pero se tensa inmediatamente… oh, mierda. Abro los ojos y lo miro. Él me está mirando fijamente.
―No lo hagas ―susurra en advertencia.
Me sonrojo y vuelvo a mirar a su pecho con anhelo. Quiero deslizar mi lengua a través del vello, besarlo y por primera vez, me doy cuenta de que él tiene unas cuantas cicatrices pequeñas y circulares salpicando su pecho. ¿Varicela? ¿Sarampión? Pienso ausentemente.
―Arrodíllate junto a la puerta ―ordena mientras se sienta, poniendo sus manos en sus rodillas, liberándome. Ya no tan cálida, la temperatura de su voz ha caído varios grados.
Tropiezo tontamente hasta ponerme de pie, voy hacia la puerta y me arrodillo como me ha instruido. Estoy temblorosa y muy, muy cansada, monumentalmente confundida. Quién hubiera pensado que podía encontrar tal gratificación en esta habitación. ¿Quién hubiera pensado que sería tan agotador? Mis miembros están deliciosamente pesados, saciados. Mi diosa interna tiene una señal de “No molestar” afuera de su habitación.
Joseph se está moviendo en la periferia de mi visión. Mis ojos empiezan a caerse.
―Te estoy aburriendo, ¿no es así, señorita Steele?
Me despierto de un salto y Joseph está de pie frente a mí, sus brazos cruzados mientras me mira. Oh, mierda, atrapada durante la siesta, esto no va a ser bueno. Sus ojos se suavizan cuando levanto la mirada hacia él.
―Levántate ―ordena.
Me pongo de pie cautelosamente. Él me mira fijamente y su boca se curva.
―Estás agotada, ¿no es cierto?
Asiento tímidamente, sonrojándome.
―Resistencia, señorita Steele. ―Entrecierra los ojos en mi dirección―. No he terminado contigo todavía. Sostén tus manos al frente como si estuvieras rezando.
Parpadeo hacia él. ¡Rezando! Rezando para que vayas más lento conmigo. Hago lo que me dice. Toma la abrazadera de plástico y la sujeta alrededor de mis muñecas, apretando el plástico. Infiernos. Mis ojos vuelan a los suyos.
―¿Luce familiar? ―pregunta él, incapaz de esconder su sonrisa.
Caray… las abrazaderas plásticas. ¡La Ferretería Clayton! Todo se vuelve claro. Me quedo boquiabierta ante él mientras la adrenalina se apresura a través de mi cuerpo otra vez. De acuerdo ―eso ha captado mi atención―, estoy despierta ahora.
―Tengo tijeras aquí. ―Las sostiene arriba para que las vea―. Puedo cortarlas en cualquier momento.
Intento separar mis muñecas, probando mis lazos y mientras lo hago, el plástico araña mi piel. Duele un poco, pero si relajo mis muñecas, están bien, la abrazadera no me corta la piel.
―Ven. ―Toma mis manos y me conduce hacia la cama de cuatro postes. Me doy cuenta ahora que tiene oscuras sábanas rojas y un grillete en cada esquina―. Quiero más… mucho, mucho más. ―Se inclina y susurra en mi oído. Y los latidos de mi corazón empiezan a retumbar de nuevo. Oh, Dios―. Pero haré esto rápido. Estás cansada. Sostente al poste ―dice.
Frunzo el ceño. ¿No en la cama, entonces? Encuentro que puedo separar las manos y sujeto el poste de madera tallada.
―Más abajo ―ordena―. Bien. No te sueltes. Si lo haces, te daré unas palmadas. ¿Entiendes?
―Sí, Amo.
―Bien.
Se para detrás de mí y sujeta mis caderas y luego me levanta rápidamente hacia atrás, de modo que estoy inclinándome hacia adelante, sosteniendo el poste.
―No te sueltes, ____ ―advierte él―. Voy a follarte duro desde atrás. Sostente al poste para soportar tu peso. ¿Entiendes?
―Sí.
Me da un manotazo a través de mi trasero. Ow… arde.
―Sí, Amo ―murmuro rápidamente.
―Separa tus piernas. ―Pone su pierna entre las mías y, sosteniendo mis caderas, empuja mi pierna derecha a un lado―. Así está mejor. Después de esto, te dejaré dormir.
¿Dormir? Estoy jadeando. No estoy pensando en dormir ahora. Se estira y gentilmente acaricia mi espalda.
―Tienes una piel tan hermosa, ____ ―susurra mientras se inclina y me besa a lo largo de la columna, besos gentiles y ligeros como plumas. Al mismo tiempo, sus manos se mueven hacia mi torso, palmeando mis pechos y, mientras hace esto, atrapa mis pezones entre sus dedos y los aprieta gentilmente.
Sofoco mi gemido cuando siento mi cuerpo entero responder, volviendo a la vida una vez más por él.
Gentilmente, me mordisquea y me chupa en la cintura, apretando mis pezones y mis manos se aprietan en el poste exquisitamente tallado. Sus manos caen a un lado, escucho el ahora familiar rasgar de la lámina y él se quita los pantalones.
―Tienes un trasero tan cautivante y sexy, ____ Steele. Lo que me gustaría hacerle. ―Sus manos acarician y rodean cada uno de mis glúteos, luego sus dedos se deslizan abajo e introduce dos dentro de mí―. Tan mojada. Nunca decepcionas, señorita Steele ―susurra y escucho el asombro en su voz―. Sostente fuerte… esto va a ser rápido, nena.
Agarra mis caderas y se posiciona y me abrazo a mí misma para su asalto. Pero se estira, sujeta mi trenza cerca del final y le da vuelta alrededor de su muñeca junto a mi nuca, sosteniendo mi cabeza en su lugar. Muy lentamente, se mueve dentro de mí, empujando mi cabello al mismo tiempo… oh, la plenitud. Sale de mí lentamente y su otra mano sujeta mi cadera, sosteniéndola fuerte y luego me penetra, empujándome hacia adelante.
―¡Sostente, ____! ―grita a través de los dientes apretados.
Me agarro más fuerte alrededor del poste y empujo contra él mientras continúa sus arremetidas despiadadas, una y otra vez, sus dedos hundiéndose en mi cadera. Mis brazos están doliendo, mis piernas se sienten inseguras, mi cuero cabelludo está doliendo por su agarre en mi cabello… y siento que algo se reúne muy profundo dentro de mí. Oh, no… y por primera vez, temo mi orgasmo… si me vengo… colapsaré. Joseph continúa moviéndose duramente contra mí, dentro de mí, su respiración áspera, gimiendo, gruñendo. Mi cuerpo está respondiendo… ¿cómo? Siento como acelera. Pero, repentinamente, Joseph se queda inmóvil, empujando realmente profundo.
―Vamos, ____, dámelo ―gruñe y mi nombre en sus labios me envía sobre el borde mientras me vuelvo toda cuerpo y sensación de espirar y una dulce, dulce liberación y luego pierdo por completo la conciencia.
Cuando el sentido regresa, estoy yaciendo sobre él. Está en el piso y yo estoy sobre él, mi espalda contra su frente y estoy mirando al techo, toda post-coito, resplandeciente, exhausta. Oh, las marcas, pienso ausentemente, los había olvidado. Joseph huele mi oreja.
―Sostén tus manos arriba.
Mis brazos se sienten como si estuvieran hechos de plomo, pero los levanto. Empuña las tijeras y pasa una hoja bajo el plástico.
―Declaro a esta ____, inaugurada ―susurra y corta el plástico.
Río tontamente y froto mis muñecas cuando son liberadas. Siento su sonrisa.
―Ese es un sonido tan adorable ―dice con añoranza. Se sienta de repente, tomándome con él de modo que estoy una vez más sentada en su regazo―. Eso es mi culpa ―dice y me mueve de modo que pueda acariciar mis hombros y brazos. Gentilmente, masajea la vida de vuelta a mis miembros.
¿Qué?
Levanto la mirada hacia él, intentando entender qué quiere decir.
―Que no te rías más a menudo.
―No soy muy buena riendo ―murmuro, adormilada.
―Oh, pero cuando pasa, señorita Steele, es una maravilla y una alegría para contemplar.
―Que lenguaje más florido, señor Jonas ―murmuro, intentando mantener mis ojos abiertos.
Sus ojos se suavizan y sonríe.
―Yo diría que te han follado y necesitas dormir.
―Eso no fue florido en absoluto ―refunfuño juguetonamente.
Sonríe ampliamente, gentilmente me levanta de él y se levanta, gloriosamente desnudo. Deseo momentáneamente estar más despierta para apreciarlo realmente. Recogiendo sus pantalones, se los pone de nuevo, a lo comando.
―No quiero asustar a Taylor, o a la señora Jones, si vamos al caso ―murmura él.
Hmm… deben saber el bastardo pervertido que es. El pensamiento me preocupa.
Se agacha para ayudarme a ponerme de pie y me conduce a la puerta. En la parte trasera de ésta, cuelga una toga gris. Pacientemente, me viste como si fuera una niña pequeña. No tengo la fuerza para levantar mis brazos. Cuando estoy cubierta y respetable, se inclina y me besa cariñosamente, su boca se curva en una sonrisa.
―A la cama ―dice.
Oh… no…
―Para dormir ―añade de modo tranquilizador cuando ve mi expresión.
De repente, me levanta y me carga, acurrucada contra su pecho, a la habitación al final del corredor en donde, más temprano hoy, la Dra. Greene me examinó. Mi cabeza cae contra su pecho. Estoy exhausta. No recuerdo alguna vez haber estado así de cansada. Retirando el edredón, me acuesta e incluso más sorpresivamente, se sube a mi lado y me sostiene cerca.
―Duerme ahora, chica hermosa ―susurra y besa mi cabello.
Y antes de que pueda hacer un comentario burlón, estoy dormida.
Karely Jonatika
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
awwww me encanta
Joe es tan lindo cuando se lo propone
Lo amo
Gracias por el maraton!!!
Siguela!!!
Joe es tan lindo cuando se lo propone
Lo amo
Gracias por el maraton!!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii me encantooo! :)
MaferCastilloJonas
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
Pero que bonito maratón :D Gracias en serio . ouf aun no firma el contrato y mira nada mas lo que le hizo. Espero con ansias el próximo capítulo
misterygirl
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
Me encanta cada capitulo
MaferCastilloJonas
Página 10 de 16. • 1 ... 6 ... 9, 10, 11 ... 16
Temas similares
» "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
» "Fifty Shades Freed" (Joe&Tu) [Tercer Libro] [TERMINADO]
» Blood Magic JoeJonas & Tu [Primer libro]
» Mi primer error fue amarte Nick Jonas y tu [TERMINADA]
» Novela "Leopard" (Joseph Jonas, Nicholas Jonas & Kevin Jonas)
» "Fifty Shades Freed" (Joe&Tu) [Tercer Libro] [TERMINADO]
» Blood Magic JoeJonas & Tu [Primer libro]
» Mi primer error fue amarte Nick Jonas y tu [TERMINADA]
» Novela "Leopard" (Joseph Jonas, Nicholas Jonas & Kevin Jonas)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 10 de 16.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.