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Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
NO!
POBRE KERRY!
YO SABIA QUE NO ERA TOM
ME DA IMPOTENCIA SABER QUE PROBABLEMENTE NADIE LA RESCATE ARG!
PERO PASANDO AL ANTERIOR
RAYIS PERVERTIDA! PERO TENIENDO A NICK, JASJAASJAS, QUIEN NO?
AJKSASKD NICK LA QUIERE CON ELLA
Y AWWW TODOS SON SUPER LINDOS!
ESTOY ESPERANDO LA DE MIKE Y ME DEJASTE INTRIGADA SOBRE COMO VA A ACABAR
SIGUELA!!!!
POBRE KERRY!
YO SABIA QUE NO ERA TOM
ME DA IMPOTENCIA SABER QUE PROBABLEMENTE NADIE LA RESCATE ARG!
PERO PASANDO AL ANTERIOR
RAYIS PERVERTIDA! PERO TENIENDO A NICK, JASJAASJAS, QUIEN NO?
AJKSASKD NICK LA QUIERE CON ELLA
Y AWWW TODOS SON SUPER LINDOS!
ESTOY ESPERANDO LA DE MIKE Y ME DEJASTE INTRIGADA SOBRE COMO VA A ACABAR
SIGUELA!!!!
Just Me! Melissa! :)
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
PASE DE PAG!!
AGAIN >.<
AGAIN >.<
Just Me! Melissa! :)
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
Oh noooo pobre Kerry
Espero la rescaten a tiempo
Y agggg me odio por haberme
Desaparecido en la nove jejejejej
Prometo ya no acerlo!!
Y ahhhh plis tienes que seguirla
De inmediato en verdad esta genial
Y awww Nick es tan lindo me encanta
Bueno de hecho los tres Nick, Sam(el otro Nick jejejeje)
Y ahh Mike y ahhh Nicole es genial
Espero la rescaten a tiempo
Y agggg me odio por haberme
Desaparecido en la nove jejejejej
Prometo ya no acerlo!!
Y ahhhh plis tienes que seguirla
De inmediato en verdad esta genial
Y awww Nick es tan lindo me encanta
Bueno de hecho los tres Nick, Sam(el otro Nick jejejeje)
Y ahh Mike y ahhh Nicole es genial
Karli Jonas
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
Capitulo 12 (Parte 3)
El temblor estaba más allá de su control. Ella miró hacia abajo a sus rodillas, estaban golpeándose, aunque los movimientos estaban obstaculizados por la cinta de embalar de sus tobillos. Su respiración era fuerte en la habitación, con agudas tomas de aire y sollozos.
No había salida.
Excepto una.
—Necesito ir al baño —masculló. Apenas pudo sacar las palabras.
—¿Al baño? —preguntó el señor Elegante, sus cejas oscuras se elevaron, como si el concepto mismo fuera extraño.
—Por favor.
Ella no podía aguantar otra sesión de dolor. Y ellos solo habían empezado. Kerry no tenía mucha información de Irene. Irene había sido muy reservada sobre su historia y ahora Kerry entendía exactamente por qué.
Pero el hecho de que ella supiera tan poco solo acabó por enfurecer al hombre sentado frente a ella. Podía notarlo. Los años con Tom le habían enseñado mucho sobre la ira masculina. La ira de este tipo no era explosiva como la de Tom. Este tipo tenía la ira oculta bajo la piel, cruel hasta los huesos. Incluso después que ella le dijo todo lo que sabía, la había castigado por saber tan poco.
Kerry no podía hacerlo.
Tenía dos cosas para dar. Había dado una, entonces rogó para ir al baño.
Sus manos, necesitaba sus manos.
—Baño —balbuceó de nuevo, intentando secarse los ojos sobre el hombro—. Por favor.
—¿Cómo os poníais en contacto? —preguntó el hombre bruscamente.
Era una pregunta que estaba esperando. Tranquila... No lo hagas fácil. Dejó caer la cabeza durante un minuto, entonces levantó los ojos. Intentó parecer agitada, desorientada. No era difícil. Sus músculos mantenían el recuerdo del dolor al rojo vivo y un pulso acelerado se instaló en su cabeza.
Abrió la boca.
Él bajó la voz, se volvió hielo frío
—Y no me digas que a través del móvil, porque no tenéis.
Actualmente, ellas los tenían. Kerry debió darse cuenta de la clase de hombre que iba tras Irene por las precauciones que tomaba. Irene tenía tres móviles, prepago, imposibles de rastrear con ella, uno para comunicarse con su agente y uno para su jefe. Mario.
Esos hombres no sabían eso. Oh Dios, cada pizca de información que ella podía retener —¡si solo pudiera ir al baño!— era algo que podía ayudar a Irene a sobrevivir.
Su propia vida estaba perdida, eso lo entendía bien. De poder escoger, hubiera escogido salvar su vida en lugar de la de Irene, pero la elección no era suya.
Vida, sino, destino. Como quieras llamarlo, estaba actuando aquí. Ella casi se había ido. Un fantasma. Su viaje de treinta y dos años desde Denver a Vassar para casarse en San Diego, para vivir huyendo, se había acabado. Nunca conocería el amor de un niño, o de un buen hombre. Nunca sentiría la lluvia en su cara, nunca bailaría el rock de Aerosmith de nuevo. Nunca comería helado, nunca acabaría Guerra y Paz.
Su vida acababa aquí. Su única oportunidad estaba entre traicionar a una amiga que podía morir en manos de ese hombre, después de horas de indescriptible dolor, o controlar la situación de la única manera que ella sabía.
—¿Cómo os comunicabais? —preguntó de nuevo. No era un hombre que preguntara tres veces.
—Ordenador —Kerry soltó la palabra. Le supo amarga, como una traición. Pero de los dos, esto era mejor que dar un número de móvil. O —¡Dios!, obligar a Irene a salir para salvarla—. Foro de internet —dio los datos de acceso y la contraseña.
El señor Elegante asintió con la cabeza al hombre detrás de ella. El hombre cuyas manos contenían tanto dolor. Un zumbido eléctrico, una tenue luz azulada se reflejó en los muros de hormigón. La vibración de Windows iniciándose. El golpeteo de las teclas.
—Lo tengo. Síe —la forma en que hablaba era extraña. Recortada, todas las vocales mal. Síe—. Pasando las pantallas. En su mayoría mensajes sobre reuniones. Nada interesante.
No, allí no había nada interesante. Irene y ella nunca habían escrito nada potencialmente peligroso. Así que no, estos dos hombres peligrosos no encontrarían nada de lo que necesitaban en el tablón de mensajes. Lo que significaba que sondearían, mucho, para el siguiente paso.
Dolor, mucho más dolor, estaba llegando. Con la muerte, al final, de ella.
Kerry de repente se resistió, las patas traseras de la silla se apartaron del suelo. Ella abrió la boca, apretando los músculos del estómago, esforzándose por vomitar con arcadas secas.
—Por favor —susurró—, voy a devolver. Por favor déjeme ir al baño.
Ellos intercambiaron miradas. Iban a matarla. Pero disponer de un cuerpo empapado en vómito iba a ser ligeramente más desagradable que disponer de un cuerpo al que se le había permitido vomitar en el inodoro.
Con un sonido de disgusto el señor Elegante movió la mano.
—Llévala al baño —él la detuvo con su oscura mirada de cocodrilo—. Intenta cualquier cosa y desearás no haber nacido.
Forzarse a sí misma a vomitar le había producido bilis, que empeoró con sus palabras y las imágenes que conjuraron. Ella sacudió la cabeza. El hombre detrás de ella se inclinó y sacó un cuchillo largo y afilado, tan reluciente como los instrumentos de la mesa. Con un movimiento fluido, lo deslizó a través de la cinta de embalar qu mantenía sus tobillos unidos y por la que estaba alrededor de sus pechos anclándola a la silla.
Con una mano firme la levantó de la silla. Si él no hubiera mantenido el agarre en su brazo, se hubiera caído al suelo.
Por primera vez, ella le dio un buen vistazo. Era el hombre en su calle lluviosa. El hombre que por un horrorizado momento pensó que era Tom.
Resultó que era peor que Tom.
—Deprisa —dijo agriamente el señor Elegante.
Las lágrimas le picaban en los ojos. Sí, debería darse prisa y morir.
—De acuerdo —susurró.
El hombre rubio sostenía su brazo con un agarre fuerte e irrompible, Kerry arrastraba los pies más que andar hacia una puerta en un corredor que ella antes no había visto. Sus piernas estaban extremadamente flojas, por estar atadas, por el terror que ella sentía.
El hombre con el acento curioso casi la sostenía. Cuando sus rodillas se doblaron, él solo la levantó con un brazo alrededor de su cintura y la empujó hacia la puerta del cuarto de baño. En el interior había un cubículo maloliente, manchado e inmundo.
Kerry se detuvo en la puerta, estremeciéndose en lo más profundo con intensos temblores. Oh Dios, eso era todo. Su vida, ahora se detenía. Sin embargo, el año pasado había sido horrible, huyendo de Tom, una o dos veces ella pensó que, de alguna manera, algún día todo iba a parar.
Podría comenzar su vida otra vez. Él se olvidaría de ella y ella podría seguir su vida adelante, a la luz del sol, a una vida normal, en lugar de acurrucarse en las sombras. Tal vez incluso empezar un negocio de decoración de interiores. Tal vez encontrar un hombre agradable para casarse. Tal vez... tal vez incluso tener niños.
E incluso con el miedo y el terror del pasado año, había habido buenos momentos. El té con Irene, un cliente divertido. Había leído mucho en la biblioteca local, escuchado mucha música en la radio. Placeres solitarios, pero sin embargo, placeres.
Todo terminó, ahora.
Un golpe en su espalda, fuerte. La puerta del baño se abrió ante ella.
—Vamos. No tenemos todo el día —Yijah.
Kerry se giró, lamiéndose los labios secos
—Yo... yo necesitaré las manos —le miró, miró sus ojos azul claro, como canicas coloreadas, tan desprovistos de cualquier humanidad como los del señor Elegante—. Para... humm —su mente runruneó inútilmente—. Necesito las manos —repitió en un susurro.
Ya sea que hubiera cortado la cinta o no. Ella no podía hacer nada al respecto.
Él sacó otra vez esa hoja afilada, el acero susurró contra su funda y con un hábil movimiento cortó a través de la cinta de embalar. Una proeza. Él la deslizó sin tocar su piel, aunque sus muñecas estaban firmemente atadas juntas.
Así que era muy hábil con un cuchillo. Un cuchillo de verdad. Ella se estremeció cada vez más intensamente.
Él cabeceó bruscamente hacia el cuarto de baño, ni siquiera se molestó en malgastar palabras con ella.
—¿Puedo...? —Kerry se estaba estremeciendo tan fuerte que su boca apenas podía formar palabras. Flexionó las manos, intentando conseguir de nuevo la circulación. Sería demasiado horrible si estropeara esto—. ¿Puedo cerrar la puerta?
Él sacudió la cabeza.
Oh Dios.
—¿Puede usted... puede usted darse la vuelta?
Sin una palabra, él se volvió sobre sus talones, le presentó su amplia espalda. Kerry sospechaba que esto era más porque no quería verla vomitando que para proveerla de alguna privacidad.
Esta era su oportunidad, ahora mismo. Se adentró en el cubículo inmundo y manchado. Estaba oscuro, solo con una pequeña ventana en lo alto. No había duda de su posibilidad de escapar por ella y ella sabía que los dos hombres se daban cuenta de ello también. Incluso si fuera lo suficientemente atlética como para saltar al
asiento del inodoro, romper el sucio panel de vidrio e intentar izarse y salir, este hombre podría atraparla en menos de un segundo.
No, no había manera de salir.
Así que miró a su alrededor, el corazón bombeando con pavor, las lágrimas sangrando desde su corazón. Este era el lugar donde iba a terminar su vida, en este fétido baño abandonado, con solo dos extraños sin corazón para presenciar su muerte.
Qué solitario lugar, tan miserable y asqueroso para morir.
—De prisa —dijo el hombre con el acento curioso. Vamos, ponte en marcha, haz lo que tienes que hacer para que nosotros te podamos torturar hasta la muerte para una información que no está en tu cabeza.
De repente, un rubor de ira rompió a través de su organismo y ella le dio la bienvenida. Eso ahuyentó el crudo frío del miedo e incluso la tristeza, porque iba a hacer lo que esos dos hombres pensaban que era imposible.
Iba a vencerles.
—De acuerdo —Kerry puso una suave humildad en su voz, justo como él esperaba. Ella entendía muy bien que a ellos les gustaba degradarla, humillarla. Precisamente como les gustaría herirla.
Que se jodan.
Levantó la tapa del inodoro, un sonido que el hombre esperaba. Solo que en lugar de inclinarse sobre esa inmundicia, levantó su mano derecha y examinó el anillo en ella. Era un elegante diseño moderno de titanio puro. Resistiría un incendio, así decía el folleto online.
Por supuesto el trasfondo era, si ellos queman tu cuerpo, algo permanecerá.
La empresa era tan misteriosa como su propietaria... una legendaria belleza que se escondía del mundo. Quienquiera que fuera, era brillante... una diseñadora de joyería que duplicaba armamento, solo para mujeres. Collares que se convertían en pequeñas y afiladas guadañas o garrotes ocultos, pulseras que escondían una pequeña cantidad de C-4 y un detonador que venía con instrucciones detalladas y era suficiente como para volar a alguien. Las soluciones eran interminables y fascinantes.
Kerry había optado por un anillo, muy simple y discreto, pero sin embargo hermoso. Estaba disfrazado como la clase de anillo que a primera vista parecía como algo que podías comprar en una feria de artesanía o en cualquier parada de joyería de fantasía.
Un anillo perfectamente corriente excepto por una cosa: presiona un diminuto botón oculto en un lado y un resorte dispara una pequeña aguja hipodérmica precargada con suficiente neurotoxina para tirar a un toro. La jeringa podía también precargarse con un poderoso tranquilizante, pero Kerry sabía que si alguna vez estaba tan desesperada como para utilizarlo, necesitaba matar. Por lo que había sido la opción A, neurotoxina.
Había una segunda opción para el anillo, a la cual Kerry apenas había prestado atención. Gira ese botón diminuto en lugar de presionarlo y la jeringa podía salir por la parte oculta, penetrar la piel de tu mano y matarte instantáneamente.
Si el hombre que le daba la espalda hubiera estado solo, ella le hubiera apuñalado sin pensarlo dos veces. Se acercaría y se lo clavaría fuerte en el cuello. Él no se lo esperaría en absoluto. Moriría a los pies de ella y ella se alegraría.
Pero la jeringa estaba precargada solamente con una dosis. Kerry no lo había pensado pero se dio cuenta cuán increíblemente inteligente era la diseñadora. Si necesitabas dos dosis, era mejor que te mataras porque nunca triunfarías.
—Ya basta —murmuró el hombre y se giró, dándole un vistazo impersonal arriba y abajo. Ella no había ido al baño, no había vomitado—. Qué coño...
Mirándole fijamente a sus ojos muertos, Kerry torció fuertemente el botón, sintió el pinchazo al rojo vivo de la aguja, le dio la bienvenida y cayó donde estaba, muerta antes de golpear el suelo.
No había salida.
Excepto una.
—Necesito ir al baño —masculló. Apenas pudo sacar las palabras.
—¿Al baño? —preguntó el señor Elegante, sus cejas oscuras se elevaron, como si el concepto mismo fuera extraño.
—Por favor.
Ella no podía aguantar otra sesión de dolor. Y ellos solo habían empezado. Kerry no tenía mucha información de Irene. Irene había sido muy reservada sobre su historia y ahora Kerry entendía exactamente por qué.
Pero el hecho de que ella supiera tan poco solo acabó por enfurecer al hombre sentado frente a ella. Podía notarlo. Los años con Tom le habían enseñado mucho sobre la ira masculina. La ira de este tipo no era explosiva como la de Tom. Este tipo tenía la ira oculta bajo la piel, cruel hasta los huesos. Incluso después que ella le dijo todo lo que sabía, la había castigado por saber tan poco.
Kerry no podía hacerlo.
Tenía dos cosas para dar. Había dado una, entonces rogó para ir al baño.
Sus manos, necesitaba sus manos.
—Baño —balbuceó de nuevo, intentando secarse los ojos sobre el hombro—. Por favor.
—¿Cómo os poníais en contacto? —preguntó el hombre bruscamente.
Era una pregunta que estaba esperando. Tranquila... No lo hagas fácil. Dejó caer la cabeza durante un minuto, entonces levantó los ojos. Intentó parecer agitada, desorientada. No era difícil. Sus músculos mantenían el recuerdo del dolor al rojo vivo y un pulso acelerado se instaló en su cabeza.
Abrió la boca.
Él bajó la voz, se volvió hielo frío
—Y no me digas que a través del móvil, porque no tenéis.
Actualmente, ellas los tenían. Kerry debió darse cuenta de la clase de hombre que iba tras Irene por las precauciones que tomaba. Irene tenía tres móviles, prepago, imposibles de rastrear con ella, uno para comunicarse con su agente y uno para su jefe. Mario.
Esos hombres no sabían eso. Oh Dios, cada pizca de información que ella podía retener —¡si solo pudiera ir al baño!— era algo que podía ayudar a Irene a sobrevivir.
Su propia vida estaba perdida, eso lo entendía bien. De poder escoger, hubiera escogido salvar su vida en lugar de la de Irene, pero la elección no era suya.
Vida, sino, destino. Como quieras llamarlo, estaba actuando aquí. Ella casi se había ido. Un fantasma. Su viaje de treinta y dos años desde Denver a Vassar para casarse en San Diego, para vivir huyendo, se había acabado. Nunca conocería el amor de un niño, o de un buen hombre. Nunca sentiría la lluvia en su cara, nunca bailaría el rock de Aerosmith de nuevo. Nunca comería helado, nunca acabaría Guerra y Paz.
Su vida acababa aquí. Su única oportunidad estaba entre traicionar a una amiga que podía morir en manos de ese hombre, después de horas de indescriptible dolor, o controlar la situación de la única manera que ella sabía.
—¿Cómo os comunicabais? —preguntó de nuevo. No era un hombre que preguntara tres veces.
—Ordenador —Kerry soltó la palabra. Le supo amarga, como una traición. Pero de los dos, esto era mejor que dar un número de móvil. O —¡Dios!, obligar a Irene a salir para salvarla—. Foro de internet —dio los datos de acceso y la contraseña.
El señor Elegante asintió con la cabeza al hombre detrás de ella. El hombre cuyas manos contenían tanto dolor. Un zumbido eléctrico, una tenue luz azulada se reflejó en los muros de hormigón. La vibración de Windows iniciándose. El golpeteo de las teclas.
—Lo tengo. Síe —la forma en que hablaba era extraña. Recortada, todas las vocales mal. Síe—. Pasando las pantallas. En su mayoría mensajes sobre reuniones. Nada interesante.
No, allí no había nada interesante. Irene y ella nunca habían escrito nada potencialmente peligroso. Así que no, estos dos hombres peligrosos no encontrarían nada de lo que necesitaban en el tablón de mensajes. Lo que significaba que sondearían, mucho, para el siguiente paso.
Dolor, mucho más dolor, estaba llegando. Con la muerte, al final, de ella.
Kerry de repente se resistió, las patas traseras de la silla se apartaron del suelo. Ella abrió la boca, apretando los músculos del estómago, esforzándose por vomitar con arcadas secas.
—Por favor —susurró—, voy a devolver. Por favor déjeme ir al baño.
Ellos intercambiaron miradas. Iban a matarla. Pero disponer de un cuerpo empapado en vómito iba a ser ligeramente más desagradable que disponer de un cuerpo al que se le había permitido vomitar en el inodoro.
Con un sonido de disgusto el señor Elegante movió la mano.
—Llévala al baño —él la detuvo con su oscura mirada de cocodrilo—. Intenta cualquier cosa y desearás no haber nacido.
Forzarse a sí misma a vomitar le había producido bilis, que empeoró con sus palabras y las imágenes que conjuraron. Ella sacudió la cabeza. El hombre detrás de ella se inclinó y sacó un cuchillo largo y afilado, tan reluciente como los instrumentos de la mesa. Con un movimiento fluido, lo deslizó a través de la cinta de embalar qu mantenía sus tobillos unidos y por la que estaba alrededor de sus pechos anclándola a la silla.
Con una mano firme la levantó de la silla. Si él no hubiera mantenido el agarre en su brazo, se hubiera caído al suelo.
Por primera vez, ella le dio un buen vistazo. Era el hombre en su calle lluviosa. El hombre que por un horrorizado momento pensó que era Tom.
Resultó que era peor que Tom.
—Deprisa —dijo agriamente el señor Elegante.
Las lágrimas le picaban en los ojos. Sí, debería darse prisa y morir.
—De acuerdo —susurró.
El hombre rubio sostenía su brazo con un agarre fuerte e irrompible, Kerry arrastraba los pies más que andar hacia una puerta en un corredor que ella antes no había visto. Sus piernas estaban extremadamente flojas, por estar atadas, por el terror que ella sentía.
El hombre con el acento curioso casi la sostenía. Cuando sus rodillas se doblaron, él solo la levantó con un brazo alrededor de su cintura y la empujó hacia la puerta del cuarto de baño. En el interior había un cubículo maloliente, manchado e inmundo.
Kerry se detuvo en la puerta, estremeciéndose en lo más profundo con intensos temblores. Oh Dios, eso era todo. Su vida, ahora se detenía. Sin embargo, el año pasado había sido horrible, huyendo de Tom, una o dos veces ella pensó que, de alguna manera, algún día todo iba a parar.
Podría comenzar su vida otra vez. Él se olvidaría de ella y ella podría seguir su vida adelante, a la luz del sol, a una vida normal, en lugar de acurrucarse en las sombras. Tal vez incluso empezar un negocio de decoración de interiores. Tal vez encontrar un hombre agradable para casarse. Tal vez... tal vez incluso tener niños.
E incluso con el miedo y el terror del pasado año, había habido buenos momentos. El té con Irene, un cliente divertido. Había leído mucho en la biblioteca local, escuchado mucha música en la radio. Placeres solitarios, pero sin embargo, placeres.
Todo terminó, ahora.
Un golpe en su espalda, fuerte. La puerta del baño se abrió ante ella.
—Vamos. No tenemos todo el día —Yijah.
Kerry se giró, lamiéndose los labios secos
—Yo... yo necesitaré las manos —le miró, miró sus ojos azul claro, como canicas coloreadas, tan desprovistos de cualquier humanidad como los del señor Elegante—. Para... humm —su mente runruneó inútilmente—. Necesito las manos —repitió en un susurro.
Ya sea que hubiera cortado la cinta o no. Ella no podía hacer nada al respecto.
Él sacó otra vez esa hoja afilada, el acero susurró contra su funda y con un hábil movimiento cortó a través de la cinta de embalar. Una proeza. Él la deslizó sin tocar su piel, aunque sus muñecas estaban firmemente atadas juntas.
Así que era muy hábil con un cuchillo. Un cuchillo de verdad. Ella se estremeció cada vez más intensamente.
Él cabeceó bruscamente hacia el cuarto de baño, ni siquiera se molestó en malgastar palabras con ella.
—¿Puedo...? —Kerry se estaba estremeciendo tan fuerte que su boca apenas podía formar palabras. Flexionó las manos, intentando conseguir de nuevo la circulación. Sería demasiado horrible si estropeara esto—. ¿Puedo cerrar la puerta?
Él sacudió la cabeza.
Oh Dios.
—¿Puede usted... puede usted darse la vuelta?
Sin una palabra, él se volvió sobre sus talones, le presentó su amplia espalda. Kerry sospechaba que esto era más porque no quería verla vomitando que para proveerla de alguna privacidad.
Esta era su oportunidad, ahora mismo. Se adentró en el cubículo inmundo y manchado. Estaba oscuro, solo con una pequeña ventana en lo alto. No había duda de su posibilidad de escapar por ella y ella sabía que los dos hombres se daban cuenta de ello también. Incluso si fuera lo suficientemente atlética como para saltar al
asiento del inodoro, romper el sucio panel de vidrio e intentar izarse y salir, este hombre podría atraparla en menos de un segundo.
No, no había manera de salir.
Así que miró a su alrededor, el corazón bombeando con pavor, las lágrimas sangrando desde su corazón. Este era el lugar donde iba a terminar su vida, en este fétido baño abandonado, con solo dos extraños sin corazón para presenciar su muerte.
Qué solitario lugar, tan miserable y asqueroso para morir.
—De prisa —dijo el hombre con el acento curioso. Vamos, ponte en marcha, haz lo que tienes que hacer para que nosotros te podamos torturar hasta la muerte para una información que no está en tu cabeza.
De repente, un rubor de ira rompió a través de su organismo y ella le dio la bienvenida. Eso ahuyentó el crudo frío del miedo e incluso la tristeza, porque iba a hacer lo que esos dos hombres pensaban que era imposible.
Iba a vencerles.
—De acuerdo —Kerry puso una suave humildad en su voz, justo como él esperaba. Ella entendía muy bien que a ellos les gustaba degradarla, humillarla. Precisamente como les gustaría herirla.
Que se jodan.
Levantó la tapa del inodoro, un sonido que el hombre esperaba. Solo que en lugar de inclinarse sobre esa inmundicia, levantó su mano derecha y examinó el anillo en ella. Era un elegante diseño moderno de titanio puro. Resistiría un incendio, así decía el folleto online.
Por supuesto el trasfondo era, si ellos queman tu cuerpo, algo permanecerá.
La empresa era tan misteriosa como su propietaria... una legendaria belleza que se escondía del mundo. Quienquiera que fuera, era brillante... una diseñadora de joyería que duplicaba armamento, solo para mujeres. Collares que se convertían en pequeñas y afiladas guadañas o garrotes ocultos, pulseras que escondían una pequeña cantidad de C-4 y un detonador que venía con instrucciones detalladas y era suficiente como para volar a alguien. Las soluciones eran interminables y fascinantes.
Kerry había optado por un anillo, muy simple y discreto, pero sin embargo hermoso. Estaba disfrazado como la clase de anillo que a primera vista parecía como algo que podías comprar en una feria de artesanía o en cualquier parada de joyería de fantasía.
Un anillo perfectamente corriente excepto por una cosa: presiona un diminuto botón oculto en un lado y un resorte dispara una pequeña aguja hipodérmica precargada con suficiente neurotoxina para tirar a un toro. La jeringa podía también precargarse con un poderoso tranquilizante, pero Kerry sabía que si alguna vez estaba tan desesperada como para utilizarlo, necesitaba matar. Por lo que había sido la opción A, neurotoxina.
Había una segunda opción para el anillo, a la cual Kerry apenas había prestado atención. Gira ese botón diminuto en lugar de presionarlo y la jeringa podía salir por la parte oculta, penetrar la piel de tu mano y matarte instantáneamente.
Si el hombre que le daba la espalda hubiera estado solo, ella le hubiera apuñalado sin pensarlo dos veces. Se acercaría y se lo clavaría fuerte en el cuello. Él no se lo esperaría en absoluto. Moriría a los pies de ella y ella se alegraría.
Pero la jeringa estaba precargada solamente con una dosis. Kerry no lo había pensado pero se dio cuenta cuán increíblemente inteligente era la diseñadora. Si necesitabas dos dosis, era mejor que te mataras porque nunca triunfarías.
—Ya basta —murmuró el hombre y se giró, dándole un vistazo impersonal arriba y abajo. Ella no había ido al baño, no había vomitado—. Qué coño...
Mirándole fijamente a sus ojos muertos, Kerry torció fuertemente el botón, sintió el pinchazo al rojo vivo de la aguja, le dio la bienvenida y cayó donde estaba, muerta antes de golpear el suelo.
pobre Kerry! Lo siento, pero los chicos no la salvaron! :crybaby:
:sad: como se va a poner la pobre rayiz cuando lo sepa! :(
Vuelvo más tarde! :)
Lu wH!;*
:hi:
:sad: como se va a poner la pobre rayiz cuando lo sepa! :(
Vuelvo más tarde! :)
Lu wH!;*
:hi:
HeyItsLupitaNJ
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
NOOOOOOOOOOOOOOO por queeeee :sad:
Siguela
Siguela
Any Ledezma
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
ahh ella se mato :affraid:
Creo que si yo estuviera en su situacion haria lo mismo
Porque esos hombre la torturarian antes de matarla
Y lo pasaria muy mal, pobre Kerry
Siguela!!!
Creo que si yo estuviera en su situacion haria lo mismo
Porque esos hombre la torturarian antes de matarla
Y lo pasaria muy mal, pobre Kerry
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
OMJ!! Noooooo
Murio?? :( oh no!!
Plis siguela no la dejes asi!!
Sigueeeeee!!
Murio?? :( oh no!!
Plis siguela no la dejes asi!!
Sigueeeeee!!
Karli Jonas
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
pobre Kerry u.u
siguelaaa
siguelaaa
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
:( :sad: :crybaby: :crybaby:
NOOOOOOOOOOO!!!!!
PE...PEE...PEROO POR QUEEEEE?????
AAAAAAAAAAAAAAAAHHH
ESOOSS MERECEENNN LA MUERTEEEEEEE!!!
PORFIISSS PON OTROOOOO
NOOOOOOOOOOO!!!!!
PE...PEE...PEROO POR QUEEEEE?????
AAAAAAAAAAAAAAAAHHH
ESOOSS MERECEENNN LA MUERTEEEEEEE!!!
PORFIISSS PON OTROOOOO
chelis
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
DIOS!
POBRE KERRY!
SE MATO...
ARRR! QUE IMPOTENCIA!
SIGUELA!!!!
POBRE KERRY!
SE MATO...
ARRR! QUE IMPOTENCIA!
SIGUELA!!!!
Just Me! Melissa! :)
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
AnyLedezma1 escribió:NOOOOOOOOOOOOOOO por queeeee :sad:
Siguela
lo sé!
ya la sigo! ;)
ya la sigo! ;)
HeyItsLupitaNJ
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
aranzhitha escribió:ahh ella se mato :affraid:
Creo que si yo estuviera en su situacion haria lo mismo
Porque esos hombre la torturarian antes de matarla
Y lo pasaria muy mal, pobre Kerry
Siguela!!!
lo sé fue muy valiente, & además no delato a la rayiz! ;)
creo que yo tmb hiciera lo mismo! :|
bueno ya subo capitulo! :D
creo que yo tmb hiciera lo mismo! :|
bueno ya subo capitulo! :D
HeyItsLupitaNJ
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