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Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
Capitulo 9
San Diego
Nicholas estaba en el ascensor con _____(tn), bajando hacia su apartamento, concentrado en la palabra bajar porque su erección estaba a punto de hacerle un agujero en los pantalones.
Con la mirada fija al frente, deseando que _____(tn) también mirara al frente, porque si miraba hacia abajo, entendería exactamente la verdadera intención de la abrupta salida de la casa de Sam.
Nicholas lamentaba el modo en que había actuado. O lo sentiría mañana, tan pronto como algo de sangre le volviera a la cabeza. O se la follara.
Lo que sucediera primero.
Ni siquiera se reconocía a sí mismo. Sabía que podía ser un ordinario con sus hermanos cuando quería; rayaba en la vulgaridad. Pero se había comportado de un modo pésimo con Nicole, que había preparado una agradable tarde de relax para ellos, sin esperar que fuera interrumpida por un maníaco. Nicole se merecía algo mejor.
Y tío, _____(tn) también se merecía algo mejor.
Creyó que le estallaría el corazón al escucharla, escuchando a ____(tn), en carne y hueso. Cantando en directo, para él, algo que nunca habría pensado en pedir a quien fuera que estuviera allá arriba, porque era demasiado absurdo siquiera para considerarlo.
Y aun así, allí estaba ella, en la hermosa biblioteca de Nicole y Sam, tejiendo su hechizo. Escuchando su música en la oscuridad, la que le había salvado la vida. Escucharla actuar en directo, a no más de metro y medio de él, bueno, eso había sido mágico.
Y resultó que esa voz mágica iba acompañada de un rostro precioso y un pequeño cuerpo despampanante que le había despertado una libido largo tiempo inactiva.
Nicole era una mujer hermosa, casi de un modo escandaloso. Tenía esa clase de belleza que hacía girar las cabezas y paraba el tráfico. La belleza de _____(tn) era más sosegada, más delicada. No hacía girar las cabezas, o al menos no al instante. E incluso así, Nicholas apenas había sido capaz de mirar a Nicole cuando _____(tn) estaba en la sala.
Todo en ella lo fascinaba, sus modales delicados, esa suave e irresistible voz con una sonrisa implícita, la clara piel de porcelana y los verdes ojos rasgados. Estaba un poco demasiado delgada, haciéndola parecer increíblemente frágil. Pero eso era seguramente porque se había pasado el último año ocultándose de los matones asesinos que la perseguían.
Nicholas apretó los puños y vio que _____(tn) alzaba la mirada hacia él, asustada. Esa era otra cosa sobre ella, además del aspecto y el talento. Parecía tener un sexto sentido.
Eso era fabuloso, porque seguramente le había salvado la vida, pero también la había hecho huir de Sam y de él. Y ahora estaba captando las emociones violentas que lo recorrían al pensar en Gerald Montez persiguiéndola.
Estaba expresando agresividad y violencia y ella lo captaba. No iban dirigidas a ella. No, por Dios. Preferiría dispararse en el pecho antes que lastimarla de algún modo. Pero, ¿cómo podía saberlo?
Nicholas se obligó a relajarse, músculo por músculo. Arrancando el odio por Gerald Montez de su cabeza, como sacando un robusto hierbajo de raíces profundas. Ya llegaría el momento de recrearse en matar al puto cabrón, pero ahora no era el momento.
Ahora era el tiempo para el sexo y tenía que quitarse la violencia del cuerpo antes de ni siquiera pensar en tocar a ____(tn). _____(tn).
Matar y follar iban de la mano. No le gustaba especialmente la idea, pero así era. Los soldados necesitaban sexo después de una batalla: sexo duro, rápido y rudo. Preferiblemente no con la esposa o la novia, porque lo que estaban expulsando de su cuerpo no era agradable ni delicado.
Nicholas raras veces confiaba en sí mismo con una mujer después de la violencia extrema porque el pensar en hacer daño a una mujer, incluso un poco, incluso si ella quería sexo rudo, incluso si ella lo pedía, no tío. No podía hacerlo. Se mantenía alejado de las damas cuando la adrenalina de la violencia todavía le agitaba el cuerpo. Bebía, corría o utilizaba los puños.
A diferencia de Sam y Mike, que eran como leones golpeando barrotes donde se congregaban las mujeres como gacelas ante el abrevadero. Bueno, Sam ya no. Nicholas no pensaba que Sam fuera ni siquiera consciente de otra mujer ahora que estaba casado con Nicole.
Mike... bueno, Mike era un mujeriego. Se follaba a cualquier hembra que se quedara quieta el rato suficiente.
Nicholas tenía que expulsar cada gramo de violencia de su cuerpo ahora mismo. Deseaba llevarse a _____(tn) a la cama con una ferocidad que lo asustaba. La deseaba muchísimo y la deseaba ahora.
Tenía que atarla a él con sexo. Hacerla suya.
El sudor le bajaba por la espalda y no era el sudor de la excitación sexual. No, era sudor frío al imaginar a esta asombrosa mujer con las uñas arrancadas una a una y luego los dedos cercenados con las tijeras de podar, nudillo a nudillo. Se la imaginaba vejada, violada en grupo... y el horror le venía a oleadas.
Aquello no iba a suceder. Si tenía que esposarla a él, lo haría. Nadie iba a tocarla, nunca más, a menos que fuera él.
Pero para estar absolutamente seguro de que podría mantenerla a salvo, de que nada malo le ocurriría, tenía que atarla a él. Asegurarse que le obedecería al instante. Sin más fugas precipitadas porque él mirara mal a Sam.
Así que ella tenía que obedecerle, quedarse donde él la dejara, y no ocuparse de las cosas por sí misma. Un año antes, ella se había apeado de la tierra y había aterrizado en un planeta de vicio donde todos los habitantes eran depredadores. Las normas habituales no se aplicaban. Las normas habituales te matarían y morirías miserablemente. Nicholas conocía ese planeta al dedillo. Era donde había nacido, su tierra natal.
La mejor manera de mantenerla a salvo era atarla a él con sexo, que hiciera exactamente lo que él decía y cuando lo decía. Sexo caliente e intenso. Y un montón. Tanto que ella no pudiera ni empezar a imaginarse estar separada de él. Tanto que en situación de peligro, ella hiciera lo que él le dijera al instante, por instinto.
Porque al regresar a ese hotel, había estado tan cerca. Si ella hubiera ido a la izquierda en vez de a la derecha, si hubiera llegado un minuto antes o él hubiera llegado un minuto después, ahora mismo estaría muerta en vez de volviéndole loca la cabeza.
El ascensor hizo ‘tin’, las puertas se abrieron en su planta y como si encendiera un interruptor, el sudor del miedo se convirtió en sudor de lujuria.
Acercándonos al aeropuerto de Sea-Tac.
—El piloto empieza el descenso —dijo Montez y Piet gruñó.
Montez había dormido, comido dos bocadillos gourmet con una excelente media botella de Shiraz y visto una película.
Piet no había comido ni bebido nada. Ni siquiera había visitado el baño. Se había pasado las tres horas y media tecleando en el ordenador, mirando con ferocidad el monitor. Por curiosidad, Montez se había detenido a echar un vistazo de camino al baño, pero todo lo que vio fue una cuadrícula y algunos números parpadeando en la
pantalla.
Estaba harto del silencio, harto de la actitud de Piet, como si no existiera, pero no se atrevió a quejarse. Simplemente esperaba que Piet no hubiera perdido su toque. No tenía ni idea de lo que había estado haciendo los últimos ocho años. Haciendo calceta, por todo lo que sabía. Quizás Piet ya no podía rastrear, quizás...
—Lo tengo —dijo éste en voz baja.
Montez se levantó de un salto.
—¿El qué? ¿Qué tienes?
Piet giró el monitor y Montez miró la pantalla sin comprender. Parecía uno de aquellos juegos de niños: une los puntos. Había unos diez puntos en un grupo y cuatro puntos alejados. Todos los puntos de tamaños distintos.
Aquello no tenía sentido para él. Alzó las cejas.
—Es una mujer a la fuga —dijo Piet—. Mantiene un nivel básico de preparación e imagino que eso incluiría mantenerse no rastreable. Así que si tuviera un móvil, imagino que tendrá tecnología bluetooth. Un auricular y un micro de manos libres.
Montez se encogió de hombros.
—¿Y?
—El bluetooth emite una señal de radio, la cual se puede rastrear con el tiempo. Se llama snarfing. Lo que estás viendo son las huellas de la señal de bluetooth, conforme pasa el tiempo. Así que estos son los sitios en los que ha estado durante los últimos tres meses, lo cual es presumiblemente cuando ella adquirió la tarjeta de prepago. El tamaño de los puntos indica el número de veces que estuvo en un lugar en concreto y el tiempo que estuvo allí. Cuanto más grande el punto, más cerca la conexión a ella.
Cristo. Montez se inclinó hacia delante para mirar los puntos. Ahora si solo...
Como en respuesta a su petición silenciosa, Piet pulsó un botón y los puntos se sobrepusieron a un mapa. Un mapa callejero, vio Montez. ¡De Seattle!
De pronto lo vio. Estaba mirando un mapa de todos los lugares en los que _____(tn) había estado durante los últimos meses. Había mantenido una vida sencilla, en un círculo cerrado alrededor de Larsen Square.
Piet tocó los puntos, empezando por el más grande.
—Aquí es donde alquiló una habitación. Este es el bar en el que canta jazz dos noches a la semana, se llama Blue Moon. Hasta hace poco estaba allí casi cada noche. Seguramente trabajando, hasta que empezó a vender a lo grande. Esto es un mercado, esto una librería, esto un café Internet. —Tocó un punto grande—. Y eso es una pensión de tres habitaciones. Dos hombres y una mujer. Uno de los hombres es un viajante que alquila la habitación porque mensual sale barata, pero solo está allí seis o siete noches al mes. El otro hombre es un bibliotecario de sesenta años. ¿Y la mujer? —Sacó una foto de la DGT. Era joven, bonita, rubia—. Se llama Kerry
Robinson, pero la identidad no se sostiene mucho, así que pienso que podemos asumir que es falsa. Y trabaja en el Blue Moon. Creo que es amiga de _____(tn).
Montez miró a Piet con otros ojos. Joder, el hombre era bueno.
—Así que supongo que vamos directos a por la mujer.
—No. —Piet negó con la cabeza—. Primero resucitaremos al agente, nos aseguraremos que lo encuentran. Luego le haremos una visita a Kerry Robinson. Primero su agente, luego su amiga. Vamos a sacudir la jaula de _____(tn) Palmer y sacarla de su escondite.
San Diego
_____(tn) entró recelosa al apartamento de Nicholas. Ahora había una vibración completamente distinta.
Algo había cambiado en casa de Sam y Nicole. De algún modo el aire se había sobrecargado.
Nicholas le puso una mano enorme y cálida en la parte inferior de la espalda y la alentó con suavidad hacia adelante, como si ella estuviera reacia a entrar. Bueno, tal vez lo estaba.
Estaba tan tensa que era un milagro que sus músculos no estuvieran vibrando. Tenía el corazón acelerado pero no podía decir porqué. Sentía las extremidades pesadas; el aire estaba denso y caliente.
Nicholas se alejó ligeramente de ella al entrar y _____(tn) casi se cayó hacia adelante, como si él tuviera un enorme campo de fuerza a su alrededor que generara su propia gravedad.
—¿Quieres un whisky? —preguntó Nicholas frente al aparador.
¿Lo quería? Ella quería... algo, eso estaba claro.
—Mmm, sí. —Tenía la garganta oprimida y la voz rasposa. Se la aclaró—. Gracias.
El gorgoteo de whisky se oyó alto en el silencio. Nicholas se acercó sujetando dos vasos y le puso uno en la mano.
Alzó la mirada hacia él. ¿Cómo podía estar más guapo por momentos? ¿Cómo era posible? En la penumbra estaba simplemente magnífico, un dios dorado mirándola con pasión en sus ojos dorados.
Se llevó el vaso a la boca y él el suyo, luego ella dudó cuando lo tuvo en los labios. Ambos dudaron. Por fin, Nicholas bajó el vaso sin probar el whisky.
—Esto no es lo que quiero —susurró.
_____(tn) también bajó el suyo, a ciegas.
—Yo tampoco.
Ambos dieron un paso al frente y en un segundo ella estaba entre sus brazos, lo cual fue más fácil para Nicholas que para ella.
Deseaba tantísimo abrazarle, pero era tan alto y sus hombros tan anchos, que era imposible. Y entonces no importó que no pudiera rodearle con los brazos porque la estaba besando y _____(tn) estalló en llamas.
Aunque él no tuvo problema. Tenía un brazo alrededor de su cintura, una gran mano acunándole la nuca, cubriéndola. Era bueno que esa mano estuviera allí, porque los músculos de su cuello se habían quedado laxos.
Se la estaba comiendo con la boca, acariciando con la lengua la de ella, y cada vez que sus lenguas se encontraban, un fogonazo de calor la traspasaba y todos los músculos de su bajo vientre se encogían con fuerza.
Nicholas levantó la cabeza e inclinó la boca y fue completamente otro beso, más largo, más apasionado.
Él sabía al vino que habían tomado para cenar, al mousse de chocolate de postre y a sexo.
Inclinó otra vez la cabeza, le mordió l____(tn)mente el labio inferior y ella gimió.
Fue como si ella encendiera un interruptor. Nicholas se puso rígido, apretó el brazo que la rodeaba y ella pudo notarlo todo: los duros músculos de su pecho, el estómago plano y el enorme pene erecto. El calor se propagó por todo el cuerpo de _____(tn). Simplemente se encendió por dentro, esta pequeña detonación nuclear le derritió las entrañas y le aflojó las piernas. Era del todo posible que el brazo de Nicholas alrededor de su cintura fuera la única cosa que la sostuviera.
Con tanto poder y calor, instintivamente ella quiso más, acercándose incluso más a él, con los pies entre los de Nicholas. Dónde se tocaban las ingles el calor se convirtió en un horno. Lo tocó con la lengua en una caricia sedosa y pudo notar cómo se le alargaba el pene.
Esta vez fue Nicholas quien gimió.
—La cama —gruñó, mientras apartaba la boca durante un segundo. _____(tn) asintió entusiasta y le tiró de la cabeza hacia abajo.
Un sonido oxidado provino del pecho de él y a ella le costó un segundo identificarlo. Risas. El Oscuro Nicholas Jonas se estaba riendo.
Ella sonrió debajo de su boca.
Todavía besándola y besándola, Nicholas dobló las rodillas y la levantó en brazos, como en las escenas de las películas. Pero _____(tn) no conocía a muchos hombres que pudieran hacerlo como Nicholas. Sencillamente la levantó en brazos como si no pesara nada y la llevó sin ninguna sensación de esfuerzo en absoluto. Ni siquiera se le alteró la respiración.
No, espera. Mientras atravesaban la oscuridad de lo que parecían interminables salas, _____(tn) se incorporó un poco para rodearle el cuello con los brazos y morderle la boca ligeramente, pasándole la lengua sobre los labios, y oh, sí, su respiración se alteró.
Levantar a una mujer adulta en brazos no lo hizo, pero aumentar el nivel de sexualidad claro que sí.
Al menos era bueno que su casa estuviera en su mayor parte vacía porque Nicholas no miraba por dónde iba, la estaba besando con los ojos cerrados como si saboreara cada aspecto de su boca.
Llegaron a la habitación y con suavidad la puso sobre sus pies, sujetándola por los hombros con sus grandes manos.
_____(tn) lentamente abrió los ojos, con las manos curvadas en los costados de él. Bajo las palmas podía notar el movimiento de los duros músculos sin grasa cuando respiraba.
Se miraban el uno al otro, las suaves olas del océano llegaban por las ventanas francesas abiertas como el sonido del mundo respirando.
Nicholas parecía casi adolorido, su rostro demacrado, profundos surcos enmarcaban su boca. Soltó el aliento. Sus ojos claros casi brillaban en la penumbra mientras la aferraba con las manos.
—Vale. No sé cómo vamos a hacerlo. Si no estoy dentro de ti en cinco minutos me voy a morir. Mi corazón simplemente estallará y no será agradable. Pero el asunto es este: no he practicado sexo en un par de años, lo cual genera dos problemas. Uno, no tengo condones. Si tuviera condones en algún cajón de por ahí estarían caducados ahora mismo. Y dos, no puedo prometerte que me vaya a salir porque voy a correrme al instante en que entre en ti. No significará nada porque por como me siento ahora mismo, permaneceré duro durante los próximos diez años, pero no tengo ningún control sobre nada ahora mismo. —Soltó otro aliento—. ¿Qué vamos a
hacer?
_____(tn) no contestó inmediatamente. Él llevaba una camisa blanca que se puso para subir a cenar a casa de Sam y Nicole. Tenía la impresión de que la camisa blanca era lo más formal que seguramente había tenido en su vida. Ni siquiera podía empezar a imaginárselo con una corbata. Bien, una cosa menos de la que preocuparse.
Extendió los brazos y subió las manos lentamente por su pecho, saboreando la sensación de él: duro, delgado y perfecto. No llevaba camiseta y mientras subía las manos pudo sentir los pezones bajo las palmas y le acarició uno con el pulgar.
Nicholas pegó un brinco. No había otra palabra para aquello. El ritmo de su respiración se aceleró.
—¿_____(tn)? —Le sobresalían los tendones del cuello y los músculos de su mandíbula estaban tensos—. ¿Oíste una palabra de lo que dije?
—¿Eh? —Subió y subió hasta que llegó al botón superior de la camisa. Lo desabrochó, luego el siguiente, el siguiente y el siguiente. Hasta que la camisa colgó abierta, junta solo bajo el cinturón.
Ostras. Aquello fue suficiente para dejarla boquiabierta. No había pirata de ninguna novela romántica que pudiera llegarle a la suela de los zapatos a Nicholas con la camisa abierta. Su vello era una mata de pelo rizado de color rubio oscuro que le cubría los pectorales, menos tupido al bajar hacia el ombligo. Nunca se había visto un pecho así en la historia del mundo. Incluso las cicatrices eran hermosas.
—¿_____(tn)? —dijo con un sonido estrangulado.
Ella apartó una mitad y vio un duro pezón rodeado de una aureola color cobrizo claro. Avanzando lentamente, como si estuviera en un sueño, lo acarició con la nariz. Cuando lo lamió, solo para percibir qué sabor tenía, él se sobresaltó de nuevo.
—Por todos los santos, mujer —dijo con los dientes apretados.
Delicioso. Él sabía absolutamente delicioso. Salado y dulce a la vez.
Le sonrió.
—Si estás preocupado por las enfermedades, ha pasado mucho más de dos años para mí. Así que supongo que ambos estamos libres de enfermedades. Si te preocupas por la actuación, créeme, hagas lo que hagas, serás mejor que yo. Si estás preocupado por un embarazo, tuve que ir al médico hace un par de meses. A causa del estrés no tenía el periodo. Me recetaron una serie de inyecciones, una al mes, para regularla. Como efecto secundario son anticonceptivas. La última inyección fue hace diez días, así que...
Nicholas había abierto los ojos de par en par mientras escuchaba.
—Cristo —soltó, con los ojos clavados en el rostro de ella—. A pelo.
A ella le costó un segundo darse cuenta de lo que él quería decir.
—¿Eh? esto... sí.
Se puso en acción, extendiendo las manos detrás de ella para sacarle los clips del pelo, descendiéndolas para desabrocharle el vestido, bajándole las bragas antes de que el vestido tuviera tiempo de arremolinarse a sus pies, sacándole los zapatos, levantándola del vestido, poniéndola en la cama, sacándose la ropa, los botones
inferiores de su camisa repiquetearon por todo el suelo de madera... y poniéndose encima de ella.
_____(tn) apenas tuvo tiempo de registrar lo que estaba pasando cuando él le abrió las rodillas, le separó las piernas con sus fuertes piernas velludas, y se agachó para penetrarla. Ella sintió la enorme, caliente y dura punta de su pene, luego Nicholas apretó los labios y entró con fuerza en ella, temblando y sudando. Apenas entró del
todo cuando su pene se hinchó y explotó en su interior, cada músculo tenso mientras ella sentía en su interior los duros chorros de semen y salpicaduras tibias.
Le estaba sujetando estrechamente la cabeza, besándola con fuerza, gimiendo en su boca, meciendo las caderas una y otra vez mientras seguía soltando chorros dentro de ella y seguía y seguía, hasta que al final se derrumbó sobre _____(tn), caliente y enorme, pesado y sudoroso, respirando como toro.
—Dios —respiró, luego se sobresaltó—. ¡Tu hombro!
Se apoyó en los codos, con aspecto consternado y _____(tn) lo bajó haciéndole presión en el cuello.
—Está bien —le dijo en voz baja—. No duele.
Con un profundo suspiro, se volvió a poner sobre ella, el amplio pecho rugiendo como si acabara de correr una maratón.
La respiración poco a poco se le calmó. Tenía el rostro enterrado en la almohada al lado de la cabeza de ella.
—Ahora deberías estar cantando “Rocket Man” —dijo en la almohada con la voz apagada.
_____(tn) sonrió al techo.
—Bueno, algo me dice que todavía no has acabado.
Estaba enorme dentro de ella. El clímax no lo había ablandado ni un poquito. Aunque su orgasmo había tenido un efecto fabuloso. Había bombeado tanta humedad dentro de ella que ahora era capaz de alojarlo. Aquella primera entrada había sido dolorosa. Era grande y ella no había hecho el amor en mucho tiempo.
Nicholas giró la cabeza en la almohada y le sonrió.
—Ni hablar —soltó, arrastrando un poco las palabras—. Jamás voy a terminar. Voy a permanecer justo aquí el resto de mis días.
Ella tomó una profunda bocanada de aire, o al menos lo intentó. El hombre pesaba una tonelada. Aunque no importaba porqué, ¿a quién le interesaba respirar cuando tenía todas aquellas sensaciones fantásticas inundando su cuerpo?
Solo su espalda era una fuente de fascinación. Enorme, de amplios hombros, duros planos de músculos sin grasa que podía reseguir con la yema de los dedos,uno a uno. Ahuecó la articulación redondeada de su hombro, y presionó fuerte con los dedos, incapaz de dejar ninguna clase de huella. Si no fuera tan cálido, no se creería que estuviera tocando piel humana.
El poder zumbaba justo bajo la piel, la clase de poder que ella nunca sintió antes en un ser humano. Una energía de otro mundo, una fuerza vital que vibraba a través de sus dedos solo por tocarlo.
Y también era una increíble experiencia estética, porque el hombre era tan musculoso. Le pasó las puntas de los dedos y luego las manos por los hombros, la espalda, siguiendo las líneas poderosas de músculos. Asombrada, simplemente asombrada de que un hombre pudiera ser tan fuerte. Sobre los omóplatos, músculos de acero sobre el hueso, a lo largo de la profunda hendidura de su columna, los fuertes músculos que envolvían las costillas. Ella suspiró con profunda satisfacción cuando alcanzó su trasero, enterrando las uñas y arañándolo, aunque aquí también fracasó en dejarle cualquier clase de marca.
Aquello tuvo un efecto real, ya que ella sintió su pene tensarse e hincharse en su interior.
—Te gusta —murmuró ella contra su hombro.
—Um. —Nicholas sonrió perezosamente y giró la cabeza justo lo suficiente para besarle el hombro. Le pasó una mano enorme por la caja torácica y le ahuecó un pecho, trazando círculos en su pezón con el pulgar—. Me gusta todo.
Hizo otro lento círculo con el pulgar y su vagina se contrajo con fuerza.
—Esto también te gusta.
_____(tn) apenas tenía aire suficiente para hablar, porque la ráfaga de calor le había incinerado los pulmones. Ni siquiera se estaba moviendo y era el mejor sexo de su vida.
—Sí.
—¿Qué más? —le preguntó, mordisqueándole el lóbulo, moviendo la boca más abajo para rozarle el cuello con los dientes. Se le puso la piel de gallina por todo el cuerpo y se contrajo de nuevo alrededor de él.
¡El cuello! ¡El cuello era una zona erógena! Le pasó la palma de las manos arriba y abajo por el hueco de la zona lumbar mientras él le lamía el área detrás de las orejas y ella se contraía de nuevo. Detrás de las orejas... ¿quién diría que era erógena? Cuando respiró dentro de su oído se le puso la piel de gallina de nuevo y cuando él se incorporó un poco sobre los codos, con el rostro de repente serio, los ojos entrecerrados hasta mostrar solo una ranura dorada y le lamió la oreja, se contrajo otra vez. Y otra.
Podía notar la respiración de Nicholas acelerándose en su oído y podía sentir en sus manos los músculos abultándose en la parte inferior de su espalda cuando empezó a mecerse dentro de ella. Al principio movimientos cortos, cada uno provocando un fuego arrasador de sensaciones, luego un descenso largo y profundo, y otro, y ella paró de respirar, paró de moverse, porque en otro segundo...
Su cuerpo entero se contrajo alrededor de él, con los brazos y piernas pegados, su vagina apretándose con fuerza en torno a él una y otra vez, el placer tan intenso que era una descarga casi insoportable, ahora los movimientos eran bruscos, su pene frotando directamente la concentración de terminaciones nerviosas, cada una explotando como pequeñas detonaciones...
La cama chirriaba, golpeando contra la pared, y ambos estaban sudando, cada molécula de sus cuerpos conspirando para hacerles ajustarse, todo tan intenso que quiso gritar, pero no podía porque la estaba besando con tanta intensidad, con la lengua enterrada en su boca. Cada aliento que tomaba lo sacaba de Nicholas, cada
movimiento que hacía lo acercaba más a ella, su pecho frotando contra el suyo mientras se movía en su interior, el duro vientre golpeando contra el de ella, de un modo como si su cuerpo entero le estuviera haciendo el amor, desde la boca hasta los dedos de los pies.
Más cerca, lo deseaba incluso más cerca, con todo ese poder, fortaleza y pasión. Lo aferró con más fuerza, entrelazando las piernas alrededor de él y mordiéndolo en la mandíbula por la excitación.
Fue como si le cambiara la marcha. El cuerpo de Nicholas se despertó y los movimientos en su interior se hicieron más rápidos, más intensos, la fricción la consumió. La gran base de su pene frotaba contra la piel que se había vuelto súper sensible, sensaciones tan intensas que rondaban el filo del dolor, y pudo notar cómo se aproximaba otro orgasmo, a toda velocidad como un tren de mercancías. Se puso tensa, arqueó la espalda, la respiración atascada en los pulmones, colgada, temblando, en alguna clase de meseta y entonces simplemente estalló en
contracciones fuertes y rápidas en torno a él.
Él también explotó con movimientos duros y fuertes, estallando dentro de ella hasta que todo el cuerpo femenino estuvo marcado por él, por dentro y por fuera.
Simplemente fue demasiado, una sobrecarga sensorial. Los pulmones rugiendo, el calor pulsando en cada célula de su cuerpo, ella vio las estrellas con los párpados cerrados. El tópico más chalado habido y por haber era cierto.
Los músculos de _____(tn) poco a poco volvieron a su sitio, se relajó, la respiración se le calmó volviendo a la normalidad. Estaban cubiertos por el sudor de ambos y la zona de la ingle estaba húmeda por el semen de Nicholas y la excitación de ella.
En serio nunca habría pensado cómo de... lo desinhibido que era el sexo. Lo increíblemente íntimo que era. El sexo que había tenido hasta ahora había sido educado, incluso un poco distante. Ahora sentía la piel de Nicholas como la propia, su respiración como la propia.
Estaban tan cerca como dos seres humanos podían estar. Él estaba dentro de ella, cubriéndola completamente con su cuerpo. Boca, pecho y sexo, vinculados con los de Nicholas.
El frío y la soledad que sintió este último año simplemente se desvanecieron. ¡Puf! Como si jamás hubieran existido. Estaba unida a este hombre de cada modo posible, piel contra piel. Estaba segura de que olía y sabía como él.
—Ostras —soltó, y no pudo decir nada más. Las palabras volaron de su cabeza. En realidad no había palabras para lo que sentía, solo sensaciones. Cálidas y doradas sensaciones.
—Sí —estuvo de acuerdo Nicholas con un brusco suspiro.
Se hizo el silencio. No el silencio incómodo de dos personas que no sabían qué decirse la una a la otra, sino el silencio de algo demasiado grande para expresar con palabras.
Nicholas todavía estaba tremendamente caliente y duro dentro de ella. ¿Era normal? ¿No se suponía que los hombres... se deshinchaban después del sexo? Después de dos clímax, seguramente debería haber perdido su erección.
Pero no.
_____(tn) cerró los ojos y sintió como si estuviera flotando en un océano cálido, flotando, flotando...
—Espero que no estés pensando en dormir —le susurró Nicholas al oído—. Porque ni siquiera he empezado.
Nicholas estaba en el ascensor con _____(tn), bajando hacia su apartamento, concentrado en la palabra bajar porque su erección estaba a punto de hacerle un agujero en los pantalones.
Con la mirada fija al frente, deseando que _____(tn) también mirara al frente, porque si miraba hacia abajo, entendería exactamente la verdadera intención de la abrupta salida de la casa de Sam.
Nicholas lamentaba el modo en que había actuado. O lo sentiría mañana, tan pronto como algo de sangre le volviera a la cabeza. O se la follara.
Lo que sucediera primero.
Ni siquiera se reconocía a sí mismo. Sabía que podía ser un ordinario con sus hermanos cuando quería; rayaba en la vulgaridad. Pero se había comportado de un modo pésimo con Nicole, que había preparado una agradable tarde de relax para ellos, sin esperar que fuera interrumpida por un maníaco. Nicole se merecía algo mejor.
Y tío, _____(tn) también se merecía algo mejor.
Creyó que le estallaría el corazón al escucharla, escuchando a ____(tn), en carne y hueso. Cantando en directo, para él, algo que nunca habría pensado en pedir a quien fuera que estuviera allá arriba, porque era demasiado absurdo siquiera para considerarlo.
Y aun así, allí estaba ella, en la hermosa biblioteca de Nicole y Sam, tejiendo su hechizo. Escuchando su música en la oscuridad, la que le había salvado la vida. Escucharla actuar en directo, a no más de metro y medio de él, bueno, eso había sido mágico.
Y resultó que esa voz mágica iba acompañada de un rostro precioso y un pequeño cuerpo despampanante que le había despertado una libido largo tiempo inactiva.
Nicole era una mujer hermosa, casi de un modo escandaloso. Tenía esa clase de belleza que hacía girar las cabezas y paraba el tráfico. La belleza de _____(tn) era más sosegada, más delicada. No hacía girar las cabezas, o al menos no al instante. E incluso así, Nicholas apenas había sido capaz de mirar a Nicole cuando _____(tn) estaba en la sala.
Todo en ella lo fascinaba, sus modales delicados, esa suave e irresistible voz con una sonrisa implícita, la clara piel de porcelana y los verdes ojos rasgados. Estaba un poco demasiado delgada, haciéndola parecer increíblemente frágil. Pero eso era seguramente porque se había pasado el último año ocultándose de los matones asesinos que la perseguían.
Nicholas apretó los puños y vio que _____(tn) alzaba la mirada hacia él, asustada. Esa era otra cosa sobre ella, además del aspecto y el talento. Parecía tener un sexto sentido.
Eso era fabuloso, porque seguramente le había salvado la vida, pero también la había hecho huir de Sam y de él. Y ahora estaba captando las emociones violentas que lo recorrían al pensar en Gerald Montez persiguiéndola.
Estaba expresando agresividad y violencia y ella lo captaba. No iban dirigidas a ella. No, por Dios. Preferiría dispararse en el pecho antes que lastimarla de algún modo. Pero, ¿cómo podía saberlo?
Nicholas se obligó a relajarse, músculo por músculo. Arrancando el odio por Gerald Montez de su cabeza, como sacando un robusto hierbajo de raíces profundas. Ya llegaría el momento de recrearse en matar al puto cabrón, pero ahora no era el momento.
Ahora era el tiempo para el sexo y tenía que quitarse la violencia del cuerpo antes de ni siquiera pensar en tocar a ____(tn). _____(tn).
Matar y follar iban de la mano. No le gustaba especialmente la idea, pero así era. Los soldados necesitaban sexo después de una batalla: sexo duro, rápido y rudo. Preferiblemente no con la esposa o la novia, porque lo que estaban expulsando de su cuerpo no era agradable ni delicado.
Nicholas raras veces confiaba en sí mismo con una mujer después de la violencia extrema porque el pensar en hacer daño a una mujer, incluso un poco, incluso si ella quería sexo rudo, incluso si ella lo pedía, no tío. No podía hacerlo. Se mantenía alejado de las damas cuando la adrenalina de la violencia todavía le agitaba el cuerpo. Bebía, corría o utilizaba los puños.
A diferencia de Sam y Mike, que eran como leones golpeando barrotes donde se congregaban las mujeres como gacelas ante el abrevadero. Bueno, Sam ya no. Nicholas no pensaba que Sam fuera ni siquiera consciente de otra mujer ahora que estaba casado con Nicole.
Mike... bueno, Mike era un mujeriego. Se follaba a cualquier hembra que se quedara quieta el rato suficiente.
Nicholas tenía que expulsar cada gramo de violencia de su cuerpo ahora mismo. Deseaba llevarse a _____(tn) a la cama con una ferocidad que lo asustaba. La deseaba muchísimo y la deseaba ahora.
Tenía que atarla a él con sexo. Hacerla suya.
El sudor le bajaba por la espalda y no era el sudor de la excitación sexual. No, era sudor frío al imaginar a esta asombrosa mujer con las uñas arrancadas una a una y luego los dedos cercenados con las tijeras de podar, nudillo a nudillo. Se la imaginaba vejada, violada en grupo... y el horror le venía a oleadas.
Aquello no iba a suceder. Si tenía que esposarla a él, lo haría. Nadie iba a tocarla, nunca más, a menos que fuera él.
Pero para estar absolutamente seguro de que podría mantenerla a salvo, de que nada malo le ocurriría, tenía que atarla a él. Asegurarse que le obedecería al instante. Sin más fugas precipitadas porque él mirara mal a Sam.
Así que ella tenía que obedecerle, quedarse donde él la dejara, y no ocuparse de las cosas por sí misma. Un año antes, ella se había apeado de la tierra y había aterrizado en un planeta de vicio donde todos los habitantes eran depredadores. Las normas habituales no se aplicaban. Las normas habituales te matarían y morirías miserablemente. Nicholas conocía ese planeta al dedillo. Era donde había nacido, su tierra natal.
La mejor manera de mantenerla a salvo era atarla a él con sexo, que hiciera exactamente lo que él decía y cuando lo decía. Sexo caliente e intenso. Y un montón. Tanto que ella no pudiera ni empezar a imaginarse estar separada de él. Tanto que en situación de peligro, ella hiciera lo que él le dijera al instante, por instinto.
Porque al regresar a ese hotel, había estado tan cerca. Si ella hubiera ido a la izquierda en vez de a la derecha, si hubiera llegado un minuto antes o él hubiera llegado un minuto después, ahora mismo estaría muerta en vez de volviéndole loca la cabeza.
El ascensor hizo ‘tin’, las puertas se abrieron en su planta y como si encendiera un interruptor, el sudor del miedo se convirtió en sudor de lujuria.
****************************
Acercándonos al aeropuerto de Sea-Tac.
—El piloto empieza el descenso —dijo Montez y Piet gruñó.
Montez había dormido, comido dos bocadillos gourmet con una excelente media botella de Shiraz y visto una película.
Piet no había comido ni bebido nada. Ni siquiera había visitado el baño. Se había pasado las tres horas y media tecleando en el ordenador, mirando con ferocidad el monitor. Por curiosidad, Montez se había detenido a echar un vistazo de camino al baño, pero todo lo que vio fue una cuadrícula y algunos números parpadeando en la
pantalla.
Estaba harto del silencio, harto de la actitud de Piet, como si no existiera, pero no se atrevió a quejarse. Simplemente esperaba que Piet no hubiera perdido su toque. No tenía ni idea de lo que había estado haciendo los últimos ocho años. Haciendo calceta, por todo lo que sabía. Quizás Piet ya no podía rastrear, quizás...
—Lo tengo —dijo éste en voz baja.
Montez se levantó de un salto.
—¿El qué? ¿Qué tienes?
Piet giró el monitor y Montez miró la pantalla sin comprender. Parecía uno de aquellos juegos de niños: une los puntos. Había unos diez puntos en un grupo y cuatro puntos alejados. Todos los puntos de tamaños distintos.
Aquello no tenía sentido para él. Alzó las cejas.
—Es una mujer a la fuga —dijo Piet—. Mantiene un nivel básico de preparación e imagino que eso incluiría mantenerse no rastreable. Así que si tuviera un móvil, imagino que tendrá tecnología bluetooth. Un auricular y un micro de manos libres.
Montez se encogió de hombros.
—¿Y?
—El bluetooth emite una señal de radio, la cual se puede rastrear con el tiempo. Se llama snarfing. Lo que estás viendo son las huellas de la señal de bluetooth, conforme pasa el tiempo. Así que estos son los sitios en los que ha estado durante los últimos tres meses, lo cual es presumiblemente cuando ella adquirió la tarjeta de prepago. El tamaño de los puntos indica el número de veces que estuvo en un lugar en concreto y el tiempo que estuvo allí. Cuanto más grande el punto, más cerca la conexión a ella.
Cristo. Montez se inclinó hacia delante para mirar los puntos. Ahora si solo...
Como en respuesta a su petición silenciosa, Piet pulsó un botón y los puntos se sobrepusieron a un mapa. Un mapa callejero, vio Montez. ¡De Seattle!
De pronto lo vio. Estaba mirando un mapa de todos los lugares en los que _____(tn) había estado durante los últimos meses. Había mantenido una vida sencilla, en un círculo cerrado alrededor de Larsen Square.
Piet tocó los puntos, empezando por el más grande.
—Aquí es donde alquiló una habitación. Este es el bar en el que canta jazz dos noches a la semana, se llama Blue Moon. Hasta hace poco estaba allí casi cada noche. Seguramente trabajando, hasta que empezó a vender a lo grande. Esto es un mercado, esto una librería, esto un café Internet. —Tocó un punto grande—. Y eso es una pensión de tres habitaciones. Dos hombres y una mujer. Uno de los hombres es un viajante que alquila la habitación porque mensual sale barata, pero solo está allí seis o siete noches al mes. El otro hombre es un bibliotecario de sesenta años. ¿Y la mujer? —Sacó una foto de la DGT. Era joven, bonita, rubia—. Se llama Kerry
Robinson, pero la identidad no se sostiene mucho, así que pienso que podemos asumir que es falsa. Y trabaja en el Blue Moon. Creo que es amiga de _____(tn).
Montez miró a Piet con otros ojos. Joder, el hombre era bueno.
—Así que supongo que vamos directos a por la mujer.
—No. —Piet negó con la cabeza—. Primero resucitaremos al agente, nos aseguraremos que lo encuentran. Luego le haremos una visita a Kerry Robinson. Primero su agente, luego su amiga. Vamos a sacudir la jaula de _____(tn) Palmer y sacarla de su escondite.
*************************************
San Diego
_____(tn) entró recelosa al apartamento de Nicholas. Ahora había una vibración completamente distinta.
Algo había cambiado en casa de Sam y Nicole. De algún modo el aire se había sobrecargado.
Nicholas le puso una mano enorme y cálida en la parte inferior de la espalda y la alentó con suavidad hacia adelante, como si ella estuviera reacia a entrar. Bueno, tal vez lo estaba.
Estaba tan tensa que era un milagro que sus músculos no estuvieran vibrando. Tenía el corazón acelerado pero no podía decir porqué. Sentía las extremidades pesadas; el aire estaba denso y caliente.
Nicholas se alejó ligeramente de ella al entrar y _____(tn) casi se cayó hacia adelante, como si él tuviera un enorme campo de fuerza a su alrededor que generara su propia gravedad.
—¿Quieres un whisky? —preguntó Nicholas frente al aparador.
¿Lo quería? Ella quería... algo, eso estaba claro.
—Mmm, sí. —Tenía la garganta oprimida y la voz rasposa. Se la aclaró—. Gracias.
El gorgoteo de whisky se oyó alto en el silencio. Nicholas se acercó sujetando dos vasos y le puso uno en la mano.
Alzó la mirada hacia él. ¿Cómo podía estar más guapo por momentos? ¿Cómo era posible? En la penumbra estaba simplemente magnífico, un dios dorado mirándola con pasión en sus ojos dorados.
Se llevó el vaso a la boca y él el suyo, luego ella dudó cuando lo tuvo en los labios. Ambos dudaron. Por fin, Nicholas bajó el vaso sin probar el whisky.
—Esto no es lo que quiero —susurró.
_____(tn) también bajó el suyo, a ciegas.
—Yo tampoco.
Ambos dieron un paso al frente y en un segundo ella estaba entre sus brazos, lo cual fue más fácil para Nicholas que para ella.
Deseaba tantísimo abrazarle, pero era tan alto y sus hombros tan anchos, que era imposible. Y entonces no importó que no pudiera rodearle con los brazos porque la estaba besando y _____(tn) estalló en llamas.
Aunque él no tuvo problema. Tenía un brazo alrededor de su cintura, una gran mano acunándole la nuca, cubriéndola. Era bueno que esa mano estuviera allí, porque los músculos de su cuello se habían quedado laxos.
Se la estaba comiendo con la boca, acariciando con la lengua la de ella, y cada vez que sus lenguas se encontraban, un fogonazo de calor la traspasaba y todos los músculos de su bajo vientre se encogían con fuerza.
Nicholas levantó la cabeza e inclinó la boca y fue completamente otro beso, más largo, más apasionado.
Él sabía al vino que habían tomado para cenar, al mousse de chocolate de postre y a sexo.
Inclinó otra vez la cabeza, le mordió l____(tn)mente el labio inferior y ella gimió.
Fue como si ella encendiera un interruptor. Nicholas se puso rígido, apretó el brazo que la rodeaba y ella pudo notarlo todo: los duros músculos de su pecho, el estómago plano y el enorme pene erecto. El calor se propagó por todo el cuerpo de _____(tn). Simplemente se encendió por dentro, esta pequeña detonación nuclear le derritió las entrañas y le aflojó las piernas. Era del todo posible que el brazo de Nicholas alrededor de su cintura fuera la única cosa que la sostuviera.
Con tanto poder y calor, instintivamente ella quiso más, acercándose incluso más a él, con los pies entre los de Nicholas. Dónde se tocaban las ingles el calor se convirtió en un horno. Lo tocó con la lengua en una caricia sedosa y pudo notar cómo se le alargaba el pene.
Esta vez fue Nicholas quien gimió.
—La cama —gruñó, mientras apartaba la boca durante un segundo. _____(tn) asintió entusiasta y le tiró de la cabeza hacia abajo.
Un sonido oxidado provino del pecho de él y a ella le costó un segundo identificarlo. Risas. El Oscuro Nicholas Jonas se estaba riendo.
Ella sonrió debajo de su boca.
Todavía besándola y besándola, Nicholas dobló las rodillas y la levantó en brazos, como en las escenas de las películas. Pero _____(tn) no conocía a muchos hombres que pudieran hacerlo como Nicholas. Sencillamente la levantó en brazos como si no pesara nada y la llevó sin ninguna sensación de esfuerzo en absoluto. Ni siquiera se le alteró la respiración.
No, espera. Mientras atravesaban la oscuridad de lo que parecían interminables salas, _____(tn) se incorporó un poco para rodearle el cuello con los brazos y morderle la boca ligeramente, pasándole la lengua sobre los labios, y oh, sí, su respiración se alteró.
Levantar a una mujer adulta en brazos no lo hizo, pero aumentar el nivel de sexualidad claro que sí.
Al menos era bueno que su casa estuviera en su mayor parte vacía porque Nicholas no miraba por dónde iba, la estaba besando con los ojos cerrados como si saboreara cada aspecto de su boca.
Llegaron a la habitación y con suavidad la puso sobre sus pies, sujetándola por los hombros con sus grandes manos.
_____(tn) lentamente abrió los ojos, con las manos curvadas en los costados de él. Bajo las palmas podía notar el movimiento de los duros músculos sin grasa cuando respiraba.
Se miraban el uno al otro, las suaves olas del océano llegaban por las ventanas francesas abiertas como el sonido del mundo respirando.
Nicholas parecía casi adolorido, su rostro demacrado, profundos surcos enmarcaban su boca. Soltó el aliento. Sus ojos claros casi brillaban en la penumbra mientras la aferraba con las manos.
—Vale. No sé cómo vamos a hacerlo. Si no estoy dentro de ti en cinco minutos me voy a morir. Mi corazón simplemente estallará y no será agradable. Pero el asunto es este: no he practicado sexo en un par de años, lo cual genera dos problemas. Uno, no tengo condones. Si tuviera condones en algún cajón de por ahí estarían caducados ahora mismo. Y dos, no puedo prometerte que me vaya a salir porque voy a correrme al instante en que entre en ti. No significará nada porque por como me siento ahora mismo, permaneceré duro durante los próximos diez años, pero no tengo ningún control sobre nada ahora mismo. —Soltó otro aliento—. ¿Qué vamos a
hacer?
_____(tn) no contestó inmediatamente. Él llevaba una camisa blanca que se puso para subir a cenar a casa de Sam y Nicole. Tenía la impresión de que la camisa blanca era lo más formal que seguramente había tenido en su vida. Ni siquiera podía empezar a imaginárselo con una corbata. Bien, una cosa menos de la que preocuparse.
Extendió los brazos y subió las manos lentamente por su pecho, saboreando la sensación de él: duro, delgado y perfecto. No llevaba camiseta y mientras subía las manos pudo sentir los pezones bajo las palmas y le acarició uno con el pulgar.
Nicholas pegó un brinco. No había otra palabra para aquello. El ritmo de su respiración se aceleró.
—¿_____(tn)? —Le sobresalían los tendones del cuello y los músculos de su mandíbula estaban tensos—. ¿Oíste una palabra de lo que dije?
—¿Eh? —Subió y subió hasta que llegó al botón superior de la camisa. Lo desabrochó, luego el siguiente, el siguiente y el siguiente. Hasta que la camisa colgó abierta, junta solo bajo el cinturón.
Ostras. Aquello fue suficiente para dejarla boquiabierta. No había pirata de ninguna novela romántica que pudiera llegarle a la suela de los zapatos a Nicholas con la camisa abierta. Su vello era una mata de pelo rizado de color rubio oscuro que le cubría los pectorales, menos tupido al bajar hacia el ombligo. Nunca se había visto un pecho así en la historia del mundo. Incluso las cicatrices eran hermosas.
—¿_____(tn)? —dijo con un sonido estrangulado.
Ella apartó una mitad y vio un duro pezón rodeado de una aureola color cobrizo claro. Avanzando lentamente, como si estuviera en un sueño, lo acarició con la nariz. Cuando lo lamió, solo para percibir qué sabor tenía, él se sobresaltó de nuevo.
—Por todos los santos, mujer —dijo con los dientes apretados.
Delicioso. Él sabía absolutamente delicioso. Salado y dulce a la vez.
Le sonrió.
—Si estás preocupado por las enfermedades, ha pasado mucho más de dos años para mí. Así que supongo que ambos estamos libres de enfermedades. Si te preocupas por la actuación, créeme, hagas lo que hagas, serás mejor que yo. Si estás preocupado por un embarazo, tuve que ir al médico hace un par de meses. A causa del estrés no tenía el periodo. Me recetaron una serie de inyecciones, una al mes, para regularla. Como efecto secundario son anticonceptivas. La última inyección fue hace diez días, así que...
Nicholas había abierto los ojos de par en par mientras escuchaba.
—Cristo —soltó, con los ojos clavados en el rostro de ella—. A pelo.
A ella le costó un segundo darse cuenta de lo que él quería decir.
—¿Eh? esto... sí.
Se puso en acción, extendiendo las manos detrás de ella para sacarle los clips del pelo, descendiéndolas para desabrocharle el vestido, bajándole las bragas antes de que el vestido tuviera tiempo de arremolinarse a sus pies, sacándole los zapatos, levantándola del vestido, poniéndola en la cama, sacándose la ropa, los botones
inferiores de su camisa repiquetearon por todo el suelo de madera... y poniéndose encima de ella.
_____(tn) apenas tuvo tiempo de registrar lo que estaba pasando cuando él le abrió las rodillas, le separó las piernas con sus fuertes piernas velludas, y se agachó para penetrarla. Ella sintió la enorme, caliente y dura punta de su pene, luego Nicholas apretó los labios y entró con fuerza en ella, temblando y sudando. Apenas entró del
todo cuando su pene se hinchó y explotó en su interior, cada músculo tenso mientras ella sentía en su interior los duros chorros de semen y salpicaduras tibias.
Le estaba sujetando estrechamente la cabeza, besándola con fuerza, gimiendo en su boca, meciendo las caderas una y otra vez mientras seguía soltando chorros dentro de ella y seguía y seguía, hasta que al final se derrumbó sobre _____(tn), caliente y enorme, pesado y sudoroso, respirando como toro.
—Dios —respiró, luego se sobresaltó—. ¡Tu hombro!
Se apoyó en los codos, con aspecto consternado y _____(tn) lo bajó haciéndole presión en el cuello.
—Está bien —le dijo en voz baja—. No duele.
Con un profundo suspiro, se volvió a poner sobre ella, el amplio pecho rugiendo como si acabara de correr una maratón.
La respiración poco a poco se le calmó. Tenía el rostro enterrado en la almohada al lado de la cabeza de ella.
—Ahora deberías estar cantando “Rocket Man” —dijo en la almohada con la voz apagada.
_____(tn) sonrió al techo.
—Bueno, algo me dice que todavía no has acabado.
Estaba enorme dentro de ella. El clímax no lo había ablandado ni un poquito. Aunque su orgasmo había tenido un efecto fabuloso. Había bombeado tanta humedad dentro de ella que ahora era capaz de alojarlo. Aquella primera entrada había sido dolorosa. Era grande y ella no había hecho el amor en mucho tiempo.
Nicholas giró la cabeza en la almohada y le sonrió.
—Ni hablar —soltó, arrastrando un poco las palabras—. Jamás voy a terminar. Voy a permanecer justo aquí el resto de mis días.
Ella tomó una profunda bocanada de aire, o al menos lo intentó. El hombre pesaba una tonelada. Aunque no importaba porqué, ¿a quién le interesaba respirar cuando tenía todas aquellas sensaciones fantásticas inundando su cuerpo?
Solo su espalda era una fuente de fascinación. Enorme, de amplios hombros, duros planos de músculos sin grasa que podía reseguir con la yema de los dedos,uno a uno. Ahuecó la articulación redondeada de su hombro, y presionó fuerte con los dedos, incapaz de dejar ninguna clase de huella. Si no fuera tan cálido, no se creería que estuviera tocando piel humana.
El poder zumbaba justo bajo la piel, la clase de poder que ella nunca sintió antes en un ser humano. Una energía de otro mundo, una fuerza vital que vibraba a través de sus dedos solo por tocarlo.
Y también era una increíble experiencia estética, porque el hombre era tan musculoso. Le pasó las puntas de los dedos y luego las manos por los hombros, la espalda, siguiendo las líneas poderosas de músculos. Asombrada, simplemente asombrada de que un hombre pudiera ser tan fuerte. Sobre los omóplatos, músculos de acero sobre el hueso, a lo largo de la profunda hendidura de su columna, los fuertes músculos que envolvían las costillas. Ella suspiró con profunda satisfacción cuando alcanzó su trasero, enterrando las uñas y arañándolo, aunque aquí también fracasó en dejarle cualquier clase de marca.
Aquello tuvo un efecto real, ya que ella sintió su pene tensarse e hincharse en su interior.
—Te gusta —murmuró ella contra su hombro.
—Um. —Nicholas sonrió perezosamente y giró la cabeza justo lo suficiente para besarle el hombro. Le pasó una mano enorme por la caja torácica y le ahuecó un pecho, trazando círculos en su pezón con el pulgar—. Me gusta todo.
Hizo otro lento círculo con el pulgar y su vagina se contrajo con fuerza.
—Esto también te gusta.
_____(tn) apenas tenía aire suficiente para hablar, porque la ráfaga de calor le había incinerado los pulmones. Ni siquiera se estaba moviendo y era el mejor sexo de su vida.
—Sí.
—¿Qué más? —le preguntó, mordisqueándole el lóbulo, moviendo la boca más abajo para rozarle el cuello con los dientes. Se le puso la piel de gallina por todo el cuerpo y se contrajo de nuevo alrededor de él.
¡El cuello! ¡El cuello era una zona erógena! Le pasó la palma de las manos arriba y abajo por el hueco de la zona lumbar mientras él le lamía el área detrás de las orejas y ella se contraía de nuevo. Detrás de las orejas... ¿quién diría que era erógena? Cuando respiró dentro de su oído se le puso la piel de gallina de nuevo y cuando él se incorporó un poco sobre los codos, con el rostro de repente serio, los ojos entrecerrados hasta mostrar solo una ranura dorada y le lamió la oreja, se contrajo otra vez. Y otra.
Podía notar la respiración de Nicholas acelerándose en su oído y podía sentir en sus manos los músculos abultándose en la parte inferior de su espalda cuando empezó a mecerse dentro de ella. Al principio movimientos cortos, cada uno provocando un fuego arrasador de sensaciones, luego un descenso largo y profundo, y otro, y ella paró de respirar, paró de moverse, porque en otro segundo...
Su cuerpo entero se contrajo alrededor de él, con los brazos y piernas pegados, su vagina apretándose con fuerza en torno a él una y otra vez, el placer tan intenso que era una descarga casi insoportable, ahora los movimientos eran bruscos, su pene frotando directamente la concentración de terminaciones nerviosas, cada una explotando como pequeñas detonaciones...
La cama chirriaba, golpeando contra la pared, y ambos estaban sudando, cada molécula de sus cuerpos conspirando para hacerles ajustarse, todo tan intenso que quiso gritar, pero no podía porque la estaba besando con tanta intensidad, con la lengua enterrada en su boca. Cada aliento que tomaba lo sacaba de Nicholas, cada
movimiento que hacía lo acercaba más a ella, su pecho frotando contra el suyo mientras se movía en su interior, el duro vientre golpeando contra el de ella, de un modo como si su cuerpo entero le estuviera haciendo el amor, desde la boca hasta los dedos de los pies.
Más cerca, lo deseaba incluso más cerca, con todo ese poder, fortaleza y pasión. Lo aferró con más fuerza, entrelazando las piernas alrededor de él y mordiéndolo en la mandíbula por la excitación.
Fue como si le cambiara la marcha. El cuerpo de Nicholas se despertó y los movimientos en su interior se hicieron más rápidos, más intensos, la fricción la consumió. La gran base de su pene frotaba contra la piel que se había vuelto súper sensible, sensaciones tan intensas que rondaban el filo del dolor, y pudo notar cómo se aproximaba otro orgasmo, a toda velocidad como un tren de mercancías. Se puso tensa, arqueó la espalda, la respiración atascada en los pulmones, colgada, temblando, en alguna clase de meseta y entonces simplemente estalló en
contracciones fuertes y rápidas en torno a él.
Él también explotó con movimientos duros y fuertes, estallando dentro de ella hasta que todo el cuerpo femenino estuvo marcado por él, por dentro y por fuera.
Simplemente fue demasiado, una sobrecarga sensorial. Los pulmones rugiendo, el calor pulsando en cada célula de su cuerpo, ella vio las estrellas con los párpados cerrados. El tópico más chalado habido y por haber era cierto.
Los músculos de _____(tn) poco a poco volvieron a su sitio, se relajó, la respiración se le calmó volviendo a la normalidad. Estaban cubiertos por el sudor de ambos y la zona de la ingle estaba húmeda por el semen de Nicholas y la excitación de ella.
En serio nunca habría pensado cómo de... lo desinhibido que era el sexo. Lo increíblemente íntimo que era. El sexo que había tenido hasta ahora había sido educado, incluso un poco distante. Ahora sentía la piel de Nicholas como la propia, su respiración como la propia.
Estaban tan cerca como dos seres humanos podían estar. Él estaba dentro de ella, cubriéndola completamente con su cuerpo. Boca, pecho y sexo, vinculados con los de Nicholas.
El frío y la soledad que sintió este último año simplemente se desvanecieron. ¡Puf! Como si jamás hubieran existido. Estaba unida a este hombre de cada modo posible, piel contra piel. Estaba segura de que olía y sabía como él.
—Ostras —soltó, y no pudo decir nada más. Las palabras volaron de su cabeza. En realidad no había palabras para lo que sentía, solo sensaciones. Cálidas y doradas sensaciones.
—Sí —estuvo de acuerdo Nicholas con un brusco suspiro.
Se hizo el silencio. No el silencio incómodo de dos personas que no sabían qué decirse la una a la otra, sino el silencio de algo demasiado grande para expresar con palabras.
Nicholas todavía estaba tremendamente caliente y duro dentro de ella. ¿Era normal? ¿No se suponía que los hombres... se deshinchaban después del sexo? Después de dos clímax, seguramente debería haber perdido su erección.
Pero no.
_____(tn) cerró los ojos y sintió como si estuviera flotando en un océano cálido, flotando, flotando...
—Espero que no estés pensando en dormir —le susurró Nicholas al oído—. Porque ni siquiera he empezado.
:) ahí esta!
vieron fui buena & les puse el capitulo completo! ^.^
lo sé soy un pan de Dios! :jeje:
hahahah Enjoy it! :D
Las leo mañana! ;)
Lu wH!;*
:hi:
vieron fui buena & les puse el capitulo completo! ^.^
lo sé soy un pan de Dios! :jeje:
hahahah Enjoy it! :D
Las leo mañana! ;)
Lu wH!;*
:hi:
HeyItsLupitaNJ
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
:affraid: :affraid: :affraid: :affraid:
:oops: :oops: :oops: :oops:
WUUAUU SIN PALABRAAASSSS!!!!
YOO QUIERO UNO ASIII
JJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ
PERO BUENO SOÑAR NO CUESTA Y MENOS IMAGINAAARRR
JAJAJAJAJJAJA
SIGUELA PORFIISS
:oops: :oops: :oops: :oops:
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SIGUELA PORFIISS
chelis
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
OMG!!!!! *O*
Hermosiiiiiiiiisimo el cap! gosh! esos dos son tan tiernos :3 amo tu novela Lupita!! Es supermegahipergenial!!!!!
SIGUELAAAAAA*
Hermosiiiiiiiiisimo el cap! gosh! esos dos son tan tiernos :3 amo tu novela Lupita!! Es supermegahipergenial!!!!!
SIGUELAAAAAA*
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
Wooooooooooooww
siguela :b
siguela :b
Bell Salvatore
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
ASJDAIHSDGASKD!
D-I-O-S S-A-N-T-O!
NO ENTRO EN UN PAR DE DIAS Y ME ENCUENTRO CON UNA MARATON, PARA MI, DEMASIADO INTENSA!
ME ENCANTA ESTA NOVELA Y LA OTRA ¡UFFF! NI SE DIGA!
ME ENCANTA CADA CAPITULO!
PERO ME PREOCUPA MONTEZ, Y EL TAL PIET
PERO TODO LO DEMAS ES FANTASTICO!!!
SIGUELA!!!!
D-I-O-S S-A-N-T-O!
NO ENTRO EN UN PAR DE DIAS Y ME ENCUENTRO CON UNA MARATON, PARA MI, DEMASIADO INTENSA!
ME ENCANTA ESTA NOVELA Y LA OTRA ¡UFFF! NI SE DIGA!
ME ENCANTA CADA CAPITULO!
PERO ME PREOCUPA MONTEZ, Y EL TAL PIET
PERO TODO LO DEMAS ES FANTASTICO!!!
SIGUELA!!!!
Just Me! Melissa! :)
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
awwww hermoso :hug:
Nick es tan djskdhsjsk
Me encanta yo quiero uno asi
Donde lo puedo pedir??
Awww tehe dicho que amo tu nove
Siguela!!!!
Nick es tan djskdhsjsk
Me encanta yo quiero uno asi
Donde lo puedo pedir??
Awww tehe dicho que amo tu nove
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
Capitulo 10 (Parte 1)
Seattle.
—Cristo, date prisa.
Montez brincaba de un pie al otro, su aliento era una columna de humo en el aire frío. No estaba vestido para la ocasión y hacía un puñetero frío aquí arriba en Cougar Mountain, a dieciséis kilómetros de Seattle.
Al llegar en el vehículo habían hecho una parada en una tienda de artículos de ferretería, pesca y comestibles en la conchinchina y habían comprado dos palas, guantes y una lona grande.
No había estado allí cuando sus hombres habían enterrado el cuerpo, pero le habían enviado las coordenadas GPS, con una precisión de centímetros.
Una vez estuvieron en el lugar, Montez había comenzado a cavar codo a codo con Piet, pero éste había levantado la mano y señalado hacia un lado.
Co...rrecto.
A decir verdad, no le importaba que no se le permitiera excavar en el terreno turboso, desenterrando un cadáver. ¿Piet quería hacerlo solo? Muy bien.
Piet debió haber hecho un montón de tumbas en su vida porque trabajaba con un ritmo constante y parejo, como una máquina. A la media hora, había una gran cantidad de tierra arcillosa y oscura apilada junto a un agujero en forma de ataúd con paredes oscuras y grumosas.
Montez había estado escuchando a medias los sonidos que Piet hacía, como una especie de música, con el fondo de un silbido constante por entre los pinos. Siseo de deslizamiento, sonido metálico, repiqueteo. El hierro de la pala mordiendo el suelo, excavando bajo un terrón de tierra, siendo arrojado al costado.
Los sonidos cambiaron y Montez se acercó al lado del hoyo.
Piet estaba cavando alrededor de algo, algo que iba apareciendo minuto a minuto mientras lo hacía, como una imagen despojándose de un baño de reactivos fotográficos. Pronto Piet había cavado todo alrededor y un cuerpo quedó al descubierto. Montez miró hacia abajo alumbrando con su linterna. El cabello rubio, ahora oscuro por los terrones de tierra, una elegante chaqueta de diseñador, ajada y muy sucia, botas completamente nuevas, aún brillantes. Él las reconoció. No reconoció nada más.
La piel desprendiéndose de los huesos. Piel oscura, facciones hinchadas más allá del reconocimiento. Montez frunció el ceño.
Piet levantó la mirada por un instante, sin detener sus movimientos.
—Se ve diferente... habiendo estado en la tierra una semana, ¿no? —extendió la lona grande alrededor del lado derecho del hoyo, dejando algo de ella colgar hacia abajo sobre el lateral—. Ayúdame —gruñó Piet, y Montez saltó con él dentro del hoyo. Subieron el peso muerto de Roddy Fisher encima de la lona, haciéndolo rodar hacia arriba dentro de ella. Al final del ejercicio era un rollo plástico largo con forma de salchicha que Piet alzó sobre sus hombros con tanta facilidad como había levantado la pala.
—Vamos—dijo.
—¿A dónde? —Montez no tenía ni idea por qué necesitaba el cuerpo.
Piet reacomodó el cuerpo encima de su hombro.
—A apostarlo, como carnada.
San Diego.
Nicholas por lo general se despertaba bruscamente, saliendo del sueño como un buzo de aguas profundas sacando la cabeza de la superficie en el último segundo con una boqueada. A menudo tenía pesadillas y despertarse al instante era un mecanismo de autodefensa.
Sácame de este puto infierno, rápido.
Pero ahora se estaba despertando por etapas, cada etapa con un poco más de aporte sensorial, cada etapa mejor que la anterior.
Primero, los ojos cerrados. Una sensación de calor. Por lo general se despertaba de sus pesadillas helado, sin importar cómo estuviera el tiempo afuera. Ahora, se sentía caliente por todas partes. Había un peso suave y cálido sobre su lado izquierdo, extendiendo el calor por todo su cuerpo. Movió la mano y acunó algo suave y tibio.
Se sentía... bien. Fantástico, de hecho. Raras veces dormía toda la noche, y por lo general estaba cansado cuando se despertaba. No era hasta su segunda o tercera dosis de café que se sentía listo, en condiciones de enfrentarse al mundo. Ahora se despertaba tan renovado que se sentía como un león.
Había algo suave y delicadamente redondeado atrayendo la palma de su mano como un imán. Subió y bajó la mano, encontrando una cálida... mujer.
Abrió los ojos de golpe. No había tenido nada de sexo desde antes de Afganistán. Había estado viviendo en Celibestán durante dos años.
El sexo que había tenido con anterioridad era técnicamente bueno, pero impersonal. Nunca se quiso quedar a pasar la noche y nunca folló mujeres en su casa. En la casa de ellas o en un cuarto de hotel, no le importaba, mientras no fuera en su propio espacio. Y siempre se fue después del sexo, antes de quedarse dormido. Dormir toda la noche con una mujer lo hacía vulnerable.
Nunca sabía cuándo tendría una de sus pesadillas y despertaría gritando por la noche. Nadie debía saber lo jodido que estaba y no podía esconderlo estando dormido. Por la noche estaba expuesto y accesible.
Así que la sensación de una mujer bajo su mano fue una sorpresa. Aterradora, en realidad porque se sentía demasiado malditamente bien.
Miró hacia abajo y sonrió. Una masa de brillante cabello marrón rojizo se desparramaba sobre su pecho. Veía un perfil pálido y perfecto, pestañas tan largas que proyectaban una pequeña sombra, piel como la crema con un toque de rosa por debajo, a diferencia del color blanco como el hielo que había tenido mientras se había sentado vigilante junto a ella.
Tenía el sueño tranquilo. Incluso con la cabeza sobre su pecho, Nicholas no podía oír su respiración pero sí podía sentir el ligero subir y bajar de su estrecha caja torácica. Le hacía cosquillas en unos pocos vellos del pecho con sus exhalaciones.
Un brazo delgado le cruzaba el pecho y una mano angosta de dedos largos se enroscaba en torno a su tórax, abrazándole aún dormida. Su piel hormigueaba donde tocaba la de ella, todo a lo largo de su costado. Una pierna doblada atravesada en la de él, la rodilla justo debajo de su entrepierna. Si no hubiera tenido una enorme erección, la rodilla habría estado justo sobre su polla.
No había perdido la erección ni por un segundo desde que la había besado. Ni mucho menos. Era como si estuviese conectado a este enchufe eléctrico llamado _____(tn) que hacía que toda cosa en él se levantara.
La última noche pasó como un relámpago por su mente en un recuerdo palpitante, al rojo vivo, y su polla se alargó y engrosó. No podía vérsela porque en algún momento durante la noche había tirado las mantas por encima de los hombros de _____(tn), pero por Dios que podía sentirla.
Después de ser esencialmente carne muerta, un pedazo colgante del que se olvidaba durante varios días seguidos, útil únicamente como un conducto para orinar, su polla ahora latía con emoción. Había tenido una probada de algo de lo que quería más. Mucho más. Tanto, que no podía imaginar que se saciase algún día.
Obviamente estaba bombeando en el aire, porque _____(tn) se removió, los ojos se movían de acá para allá debajo de los párpados. De repente, los abrió de par en par y se encontraron mirándose el uno al otro.
La observaba mientras ella parpadeaba, tratando de juntar las piezas desconocidas: su cara, el hecho que ambos estaban desnudos y que ella estaba estampada contra su lado. _____(tn) se movió, su pierna rebotando de lado contra su polla. Su muy dura polla.
Se puso colorada. Era asombroso de ver. Un latido y su color cambió por completo, hasta sus pechos. O al menos lo que podía ver de ellos. Nicholas habría revisado encantado para ver si el rojo bajaba a sus pezones, pero ella de repente estaba aferrando la manta a su alrededor como si fuese un salvavidas.
Intentó no suspirar. Si fuera por él, simplemente la giraría un poco, le levantaría la pierna con una mano y se deslizaría bien adentro. Oh sí. Ese primer momento ardiente cuando la penetraba... vaya, tío. Nada en su experiencia de follar se había siquiera aproximado.
¿Estaba lastimada? Tenía que estarlo. Mierda, había estado tan estrecha esa primera vez que la penetró. Buena cosa que se hubiera corrido al instante y lubricado el asunto un poco. Nicholas no tenía idea de cuánto tiempo había pasado dentro de ella... incluso el concepto del paso del tiempo había huido de su mente... pero había sido
un montón. Tenía que estar sensible.
Y, ahora que pensaba en ello, la mayor parte de la noche anterior se había concentrado en él, no en ella. El nivel de excitación que había sentido sencillamente le había freído el cerebro.
Siempre estaba controlado mientras follaba, era la ley de Nicholas. Siempre había sido grande y fuerte y... bueno, grande por todas partes. Siempre era posible lastimar a una mujer mientras follabas... apretar con demasiada fuerza con las manos, abrazarla demasiado fuerte, follarla demasiado duro.
La idea lo ponía realmente enfermo, así que desde esa primera vez de pie contra una puerta, se aseguraba que estaba controlado y no las lastimaba. Esa era la regla número uno.
Y, por desgracia, también existía la regla número dos, la que era, no le dejes acercarse demasiado.
Follar era genial, un relajante fabuloso para el estrés. Sobre todo divertido y siempre excitante.
Las relaciones, no tanto. De hecho, nunca había tenido una relación. Ser la pareja de alguien significaba... hablar. Abrirse. Dejarla entrar en tu cabeza.
Dejarla ver tus demonios.
No. Absolutamente no. Lo que estaba en su cabeza iba a quedarse allí. A las únicas personas que dejó ver sus vulnerabilidades era a sus hermanos. Ellos sabían y no hablaban.
De esta manera follar era genial, y si la dama quería algo más que eso, ahí estaba la puerta, el mundo estaba lleno de hombres.
La noche anterior había sido una revelación. Primero, no había estado tan controlado como le hubiese gustado.
De hecho, no había estado controlado en absoluto. Ni siquiera una vez habíapensado detenidamente en sus , repartiéndolos en la intimidad, en esa cantidad y no más. No había habido ningún mecanismo dirigiendo nada en su cabeza. Todo había estado en su cuerpo, y no solo en su polla.
Había estado esta enorme sensación de... dejarse ir. No había reprimido nada, no en lo emocional, y desafortunadamente, no en lo físico. Había claudicado cuando _____(tn) se había vuelto casi comatosa.
Sin embargo, no se había quejado. Le había sonreído, acariciado con suavidad, tocado de una manera que... vaya, tío. No existían palabras para describirlo. Las emociones turbulentas rodeándole se sentían bien, pero en verdad eran desestabilizantes y totalmente nuevas.
—Cristo, date prisa.
Montez brincaba de un pie al otro, su aliento era una columna de humo en el aire frío. No estaba vestido para la ocasión y hacía un puñetero frío aquí arriba en Cougar Mountain, a dieciséis kilómetros de Seattle.
Al llegar en el vehículo habían hecho una parada en una tienda de artículos de ferretería, pesca y comestibles en la conchinchina y habían comprado dos palas, guantes y una lona grande.
No había estado allí cuando sus hombres habían enterrado el cuerpo, pero le habían enviado las coordenadas GPS, con una precisión de centímetros.
Una vez estuvieron en el lugar, Montez había comenzado a cavar codo a codo con Piet, pero éste había levantado la mano y señalado hacia un lado.
Co...rrecto.
A decir verdad, no le importaba que no se le permitiera excavar en el terreno turboso, desenterrando un cadáver. ¿Piet quería hacerlo solo? Muy bien.
Piet debió haber hecho un montón de tumbas en su vida porque trabajaba con un ritmo constante y parejo, como una máquina. A la media hora, había una gran cantidad de tierra arcillosa y oscura apilada junto a un agujero en forma de ataúd con paredes oscuras y grumosas.
Montez había estado escuchando a medias los sonidos que Piet hacía, como una especie de música, con el fondo de un silbido constante por entre los pinos. Siseo de deslizamiento, sonido metálico, repiqueteo. El hierro de la pala mordiendo el suelo, excavando bajo un terrón de tierra, siendo arrojado al costado.
Los sonidos cambiaron y Montez se acercó al lado del hoyo.
Piet estaba cavando alrededor de algo, algo que iba apareciendo minuto a minuto mientras lo hacía, como una imagen despojándose de un baño de reactivos fotográficos. Pronto Piet había cavado todo alrededor y un cuerpo quedó al descubierto. Montez miró hacia abajo alumbrando con su linterna. El cabello rubio, ahora oscuro por los terrones de tierra, una elegante chaqueta de diseñador, ajada y muy sucia, botas completamente nuevas, aún brillantes. Él las reconoció. No reconoció nada más.
La piel desprendiéndose de los huesos. Piel oscura, facciones hinchadas más allá del reconocimiento. Montez frunció el ceño.
Piet levantó la mirada por un instante, sin detener sus movimientos.
—Se ve diferente... habiendo estado en la tierra una semana, ¿no? —extendió la lona grande alrededor del lado derecho del hoyo, dejando algo de ella colgar hacia abajo sobre el lateral—. Ayúdame —gruñó Piet, y Montez saltó con él dentro del hoyo. Subieron el peso muerto de Roddy Fisher encima de la lona, haciéndolo rodar hacia arriba dentro de ella. Al final del ejercicio era un rollo plástico largo con forma de salchicha que Piet alzó sobre sus hombros con tanta facilidad como había levantado la pala.
—Vamos—dijo.
—¿A dónde? —Montez no tenía ni idea por qué necesitaba el cuerpo.
Piet reacomodó el cuerpo encima de su hombro.
—A apostarlo, como carnada.
********************************
San Diego.
Nicholas por lo general se despertaba bruscamente, saliendo del sueño como un buzo de aguas profundas sacando la cabeza de la superficie en el último segundo con una boqueada. A menudo tenía pesadillas y despertarse al instante era un mecanismo de autodefensa.
Sácame de este puto infierno, rápido.
Pero ahora se estaba despertando por etapas, cada etapa con un poco más de aporte sensorial, cada etapa mejor que la anterior.
Primero, los ojos cerrados. Una sensación de calor. Por lo general se despertaba de sus pesadillas helado, sin importar cómo estuviera el tiempo afuera. Ahora, se sentía caliente por todas partes. Había un peso suave y cálido sobre su lado izquierdo, extendiendo el calor por todo su cuerpo. Movió la mano y acunó algo suave y tibio.
Se sentía... bien. Fantástico, de hecho. Raras veces dormía toda la noche, y por lo general estaba cansado cuando se despertaba. No era hasta su segunda o tercera dosis de café que se sentía listo, en condiciones de enfrentarse al mundo. Ahora se despertaba tan renovado que se sentía como un león.
Había algo suave y delicadamente redondeado atrayendo la palma de su mano como un imán. Subió y bajó la mano, encontrando una cálida... mujer.
Abrió los ojos de golpe. No había tenido nada de sexo desde antes de Afganistán. Había estado viviendo en Celibestán durante dos años.
El sexo que había tenido con anterioridad era técnicamente bueno, pero impersonal. Nunca se quiso quedar a pasar la noche y nunca folló mujeres en su casa. En la casa de ellas o en un cuarto de hotel, no le importaba, mientras no fuera en su propio espacio. Y siempre se fue después del sexo, antes de quedarse dormido. Dormir toda la noche con una mujer lo hacía vulnerable.
Nunca sabía cuándo tendría una de sus pesadillas y despertaría gritando por la noche. Nadie debía saber lo jodido que estaba y no podía esconderlo estando dormido. Por la noche estaba expuesto y accesible.
Así que la sensación de una mujer bajo su mano fue una sorpresa. Aterradora, en realidad porque se sentía demasiado malditamente bien.
Miró hacia abajo y sonrió. Una masa de brillante cabello marrón rojizo se desparramaba sobre su pecho. Veía un perfil pálido y perfecto, pestañas tan largas que proyectaban una pequeña sombra, piel como la crema con un toque de rosa por debajo, a diferencia del color blanco como el hielo que había tenido mientras se había sentado vigilante junto a ella.
Tenía el sueño tranquilo. Incluso con la cabeza sobre su pecho, Nicholas no podía oír su respiración pero sí podía sentir el ligero subir y bajar de su estrecha caja torácica. Le hacía cosquillas en unos pocos vellos del pecho con sus exhalaciones.
Un brazo delgado le cruzaba el pecho y una mano angosta de dedos largos se enroscaba en torno a su tórax, abrazándole aún dormida. Su piel hormigueaba donde tocaba la de ella, todo a lo largo de su costado. Una pierna doblada atravesada en la de él, la rodilla justo debajo de su entrepierna. Si no hubiera tenido una enorme erección, la rodilla habría estado justo sobre su polla.
No había perdido la erección ni por un segundo desde que la había besado. Ni mucho menos. Era como si estuviese conectado a este enchufe eléctrico llamado _____(tn) que hacía que toda cosa en él se levantara.
La última noche pasó como un relámpago por su mente en un recuerdo palpitante, al rojo vivo, y su polla se alargó y engrosó. No podía vérsela porque en algún momento durante la noche había tirado las mantas por encima de los hombros de _____(tn), pero por Dios que podía sentirla.
Después de ser esencialmente carne muerta, un pedazo colgante del que se olvidaba durante varios días seguidos, útil únicamente como un conducto para orinar, su polla ahora latía con emoción. Había tenido una probada de algo de lo que quería más. Mucho más. Tanto, que no podía imaginar que se saciase algún día.
Obviamente estaba bombeando en el aire, porque _____(tn) se removió, los ojos se movían de acá para allá debajo de los párpados. De repente, los abrió de par en par y se encontraron mirándose el uno al otro.
La observaba mientras ella parpadeaba, tratando de juntar las piezas desconocidas: su cara, el hecho que ambos estaban desnudos y que ella estaba estampada contra su lado. _____(tn) se movió, su pierna rebotando de lado contra su polla. Su muy dura polla.
Se puso colorada. Era asombroso de ver. Un latido y su color cambió por completo, hasta sus pechos. O al menos lo que podía ver de ellos. Nicholas habría revisado encantado para ver si el rojo bajaba a sus pezones, pero ella de repente estaba aferrando la manta a su alrededor como si fuese un salvavidas.
Intentó no suspirar. Si fuera por él, simplemente la giraría un poco, le levantaría la pierna con una mano y se deslizaría bien adentro. Oh sí. Ese primer momento ardiente cuando la penetraba... vaya, tío. Nada en su experiencia de follar se había siquiera aproximado.
¿Estaba lastimada? Tenía que estarlo. Mierda, había estado tan estrecha esa primera vez que la penetró. Buena cosa que se hubiera corrido al instante y lubricado el asunto un poco. Nicholas no tenía idea de cuánto tiempo había pasado dentro de ella... incluso el concepto del paso del tiempo había huido de su mente... pero había sido
un montón. Tenía que estar sensible.
Y, ahora que pensaba en ello, la mayor parte de la noche anterior se había concentrado en él, no en ella. El nivel de excitación que había sentido sencillamente le había freído el cerebro.
Siempre estaba controlado mientras follaba, era la ley de Nicholas. Siempre había sido grande y fuerte y... bueno, grande por todas partes. Siempre era posible lastimar a una mujer mientras follabas... apretar con demasiada fuerza con las manos, abrazarla demasiado fuerte, follarla demasiado duro.
La idea lo ponía realmente enfermo, así que desde esa primera vez de pie contra una puerta, se aseguraba que estaba controlado y no las lastimaba. Esa era la regla número uno.
Y, por desgracia, también existía la regla número dos, la que era, no le dejes acercarse demasiado.
Follar era genial, un relajante fabuloso para el estrés. Sobre todo divertido y siempre excitante.
Las relaciones, no tanto. De hecho, nunca había tenido una relación. Ser la pareja de alguien significaba... hablar. Abrirse. Dejarla entrar en tu cabeza.
Dejarla ver tus demonios.
No. Absolutamente no. Lo que estaba en su cabeza iba a quedarse allí. A las únicas personas que dejó ver sus vulnerabilidades era a sus hermanos. Ellos sabían y no hablaban.
De esta manera follar era genial, y si la dama quería algo más que eso, ahí estaba la puerta, el mundo estaba lleno de hombres.
La noche anterior había sido una revelación. Primero, no había estado tan controlado como le hubiese gustado.
De hecho, no había estado controlado en absoluto. Ni siquiera una vez habíapensado detenidamente en sus , repartiéndolos en la intimidad, en esa cantidad y no más. No había habido ningún mecanismo dirigiendo nada en su cabeza. Todo había estado en su cuerpo, y no solo en su polla.
Había estado esta enorme sensación de... dejarse ir. No había reprimido nada, no en lo emocional, y desafortunadamente, no en lo físico. Había claudicado cuando _____(tn) se había vuelto casi comatosa.
Sin embargo, no se había quejado. Le había sonreído, acariciado con suavidad, tocado de una manera que... vaya, tío. No existían palabras para describirlo. Las emociones turbulentas rodeándole se sentían bien, pero en verdad eran desestabilizantes y totalmente nuevas.
Listo! ahí lo tienen! :D
Las leo más tarde! ;)
que tengan un lindo día! :P
Lu wH!;*
:hi:
Las leo más tarde! ;)
que tengan un lindo día! :P
Lu wH!;*
:hi:
HeyItsLupitaNJ
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
:O QUE LINDOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, ya me había perdido unos capítulos pero me encantaron
Any Ledezma
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
hay mi Nick no tiene remedio
Despues de toda una noche de pasion
y todavia quiere mas es insaciable :evil:
Pero quien le dice que no a él
Siguela!!
Despues de toda una noche de pasion
y todavia quiere mas es insaciable :evil:
Pero quien le dice que no a él
Siguela!!
aranzhitha
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
DEMONIOS!
ME ENCANTA!
SIGUELA!!!!
ME ENCANTA!
SIGUELA!!!!
Just Me! Melissa! :)
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
ohhh esta geenial!
Me encaantaron demaasiado
los caaps
siguuelaa proonto
Me encaantaron demaasiado
los caaps
siguuelaa proonto
Rebecca Alvz
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
Capitulo 10 (Parte 2)
Pues bien, basta de mirarse el ombligo. Estaba listo para la segunda ronda... ¿o era
la quinta?... pero ella no lo estaba.
Aun así, eso dejaba un montón de espacio para otras cosas.
Besando su cuello, acariciando con la nariz su clavícula, bajó hasta esos pequeños, pero espectaculares pechos blancos con pezones color rosado intenso... se desvió hacia ellos porque sabían tan jodidamente buenos. Como una mezcla entre helado de vainilla y mar.
Seh.
Las manos de _____(tn) estaban en su nuca, los dedos enterrados profundamente en su pelo, y eso se sentía muy bien también.
Todo se sentía bien. Increíblemente bien, de hecho. Tocar su piel pálida, su sabor, sus manos sobre él...
Él alargó la mano para acariciar un pecho, bajando por su costado, siguiendo por esa increíble depresión de su angosta cintura, cruzando por ese vientre plano y ah... la dicha. Los labios de su pequeño coño estaban suaves, inflamados y húmedos.
La tocó en la abertura con su dedo y su boca sobre la de ella hicieron lujuriosos sonidos de chupeteo en el silencio de la mañana, luego toqueteó su interior.
Caliente, suave, húmedo. Pero hubo apenas un poco de indecisión allí, la más diminuta mueca de dolor, la cual ella inmediatamente contuvo. Seh, hora del plan B.
Nicholas besó el camino hacia su adorable vientre, hasta donde su barbilla sin afeitar se atascó un poco en la suave nube de vellos color rojo oscuro entre sus muslos. Y bajó más.
Se acomodó entre los muslos, le levantó las piernas y se las abrió, contento, por el momento, con solo mirar.
Jesús, ella era tan hermosa, incluso allí. Suave y rosada, pequeños pétalos desplegados, carne tierna brillando. Levantó la mirada y se encontró con sus ojos, esos bellísimos ojos verdes. Hubo ese momento de conexión magnética que le asustó, así que se agachó, la abrió con sus dedos y la besó, exactamente como si estuviera
besándole la boca.
Su coño sabía incluso más delicioso que sus pechos. Dulce y salado, complemente embriagador.
Y oh, tío, podía saborear su excitación. Inclinó la cabeza para un mejor y más profundo acceso, y ella se contrajo, un movimiento ardiente y cálido contra su boca, seguido por el más suave de los suspiros.
Le abrió de par en par las piernas con las manos, estaba totalmente abierta para él ahora, suya por completo.
Cada caricia de su lengua era recibida por un latido, un suspiro y luego un gemido. Más profundo, más profundo... sus muslos comenzaron a temblar y entonces de repente ella se puso rígida y lanzó un grito salvaje que resonó en la habitación. Comenzó a arremeter contra su boca, su cuerpo entero tensándose debajo de su boca y manos, y los gemidos suaves volviéndose más altos cuando le chupó el clítoris.
Oh Dios, no había nada mejor que esto, nada. Se olvidó de todo, incluso de su propio cuerpo, completamente inmerso en el de ella mientras _____(tn) se corría y temblaba contra él.
Los estremecimientos se redujeron, se detuvieron y ella dio un gran suspiro. Dejó caer los brazos a los lados, exhausta.
Él estaba bastante hecho polvo también. Abrió los ojos y la miró, suprimiendo una sonrisa socarrona mientras regresaba arrastrándose hacia ella.
_____(tn) tenía la cabeza hacia atrás, mirando el cielorraso, un brazo fuera del colchón, respirando con pesadez.
—¿Estás bien?
—Eh —retorció los dedos de las manos y de los pies—. Sí. Creo que sí. Todo parece estar funcionando, aunque pienso que, o perdí el sentido, o tuve una experiencia religiosa allí.
La sonrisa socarrona se le escapó. Se estaba sintiendo muy bien. Podría escalar una montaña, y luchar contra leones y tigres en el suelo, si pudiera lograr que sus músculos se pusieran a trabajar.
—¿Sabes qué? —preguntó ella al cielorraso.
—No. ¿Qué?
—Tengo hambre. Me muero de hambre —lo miraba de reojo sin mover la cabeza—. Me podría comer un caballo y escupir los huesos.
—Ajá —Nicholas retorció los dedos de sus pies, o lo intentó. Nada más se movía—. Tan pronto como consiga que algo de mi control motriz regrese, me encargaré de eso para ti. Me vendría bien algo de comida.
Dios, era cierto.
Nicholas no podía recordar la última vez que había estado hambriento. La primera vez cuando regresó de Ramstein, comer parecía imposible. Era como si su estómago estuviese lleno de arena. La sola idea de comer le había dado náuseas. Y fue solo porque Sam y Mike insistieron, hasta el punto de comprar comida para llevar y
pararse junto a él hasta que tragaba todo lo que podía sin vomitar, que había comido. Casi había olvidado lo que se sentía al tener hambre.
Cristo. Sexo y hambre. Todas esas cosas olvidadas rugiendo de nuevo más fuertes que antes, como si se hubieran ausentado por mucho tiempo y acabaran de regresar.
Tenía hambre y quería otra ronda con _____(tn) tan pronto como ella pudiera soportarlo.
Ella volvió la cabeza y miró hacia abajo.
—Ajá. Ni siquiera pienses en ello. No hasta que me des de comer primero. Existen, ya sabes, reglas.
—Oh sí, lo sé.
Por supuesto que existían reglas. No dejar que su amante pasara hambre era la más importante. Él le sonrió, su cabeza golpeó en la almohada, los bordes de su campo visual volviéndose grises y negro.
—Consigo comida enseguida —masculló él—. Descanso mis ojos primero.
_____(tn) hizo un pequeño carraspeo de exasperación.
—El guerrero grande y malo, ni siquiera puede mantenerse despierto. Creo que haré una pequeña incursión en busca de comida por tu cocina, veré lo que hay.
—Hazlo —dijo somnoliento, articulando mal la palabra. Trató de recordar si había algo de verdadera comida en su cocina, pero no podía poner su cabeza a trabajar tanto. Podía sentir sus extremidades. Eso era más o menos hasta donde su afectado cerebro estaba funcionando.
Oía ruidos de traqueteo provenientes de la cocina, el olor del café llegaba hasta el
dormitorio. El sonido metálico del microondas. Era evidente que había encontrado
algo para cocinar.
Tal vez podría engatusarla para que le trajera el desayuno a la cama. Oh sí. Alimentarse el uno a otro con lo que fuera que hubiese conseguido, bebiendo café. Tenía un pequeño pote de miel en alguna parte; podría esparcir un poco sobre sus pechos y lamerlo.
Con ese muy feliz pensamiento, su mente fue a la deriva, se perdió.
Hasta que oyó un fuerte impacto, el sonido de cristales rotos y gritos de _____(tn).
En un instante estaba fuera de la cama con el corazón latiéndole acelerado mientras revolvía buscando su Glock. Entró corriendo a la sala de estar, sin saber qué esperar pero dispuesto a todo.
_____(tn) estaba sentada en una silla con el ordenador portátil abierto y un vaso hecho añicos en el suelo. Pedazos de vidrio roto destellaban por la luz del sol de la mañana y el agua todavía se desparramaba por el suelo.
Se tapaba la boca con la mano y estaba de ese color blanco hielo de nuevo.
Se volvió hacia él con la desesperación en cada línea de su rostro y se echó a llorar.
Seattle.
—En todas las noticias. Ella no puede dejar de verlo —Montez cerró el sitio de Yahoo noticias y se volvió—. Esto la pondrá nerviosa.
—Oh, sí.
Yiah.
Piet miró por el espejo retrovisor del SUV alquilado. Se veía la lluviosa calle con tiendas de ropa de segunda mano, casas de empeño, un quiromántico, un lavadero chino y el Blue Moon. Kerry Robinson iba a entrar en servicio al mediodía. Montez habría esperado hasta que ella saliera. Estaría oscuro para entonces, menos
probabilidades de que alguien los viese.
Pero Piet había sostenido que en el seguimiento, el tiempo era primordial. Ellos tenían la sospecha de dónde había estado _____(tn)... San Diego. Y estaba con alguien. Cada día que pasaba era un día en el cual ella y su desconocido protector podrían resolver mudarse y la perderían otra vez. Por no mencionar el hecho de que dos
conmociones grandes casi juntas serían más propensas a desestabilizarla que dos grandes separadas.
Montez pensaba que eran todas gilipolleces. Que Piet estaba ansioso por terminar el trabajo y marcharse.
¿Pero qué diablos podía hacer? Y si era sincero consigo mismo, también quería que esto se acabase. Ayer.
La perra le había llevado mucho más tiempo y dedicación, lo que lo había alejado del trabajo en un momento muy difícil, cuando necesitaba concentrarse para mantener su empresa a flote.
No había discutido con Piet y aquí estaban, a las doce menos cinco, en una calle lluviosa de Seattle.
Cristo, pensaba Montez mirando por la ventanilla salpicada de lluvia, que clima de mierda. ¿Cómo podía alguien vivir aquí? Era todo tan gris y vacío. Todos parecían clones, incluso los niños. Incluso los perdedores que frecuentaban Blue Moon. Los jornaleros desempleados, los borrachos, los tíos que lucían como que no se habían
afeitado y bañado en semanas. Todos ellos goteaban allí en Perdedorlandia.
La calle estaba casi vacía. Pasaba un coche cada cinco minutos, avanzando lentamente debido a la lluvia acumulada en las cunetas. Y todas las malditas personas que cruzaban la calle se detenían ante el semáforo en rojo, aunque la calle estuviera vacía y tú pudieras ver Canadá, permaneciendo de pie en la lluvia torrencial hasta que la luz cambiaba a verde, y aun así, miraban a ambos lados antes de cruzar.
De locos.
Extrañaba Georgia. Echaba de menos el calor y el brillo del sol. Extrañaba a sus hombres, que sabían cómo ser respetuosos, no como Piet, que la mitad del tiempo fingía que no estaba allí. Todo el mundo trataba bien a Montez allá en Georgia. Sus hombres, los agentes locales del orden, que disparaban gratis en sus campos de tiro,
y las mujeres que sabían que era rico.
Un sólido arrebato de furia lo atravesó con ese pensamiento. Nunca había favorecido a una mujer sobre otra. Entraban y salían de su cama y todas obtenían un regalito... un collar de oro, un par de pendientes... pero ninguna conseguía más que la otra.
Había estado dispuesto a hacer una gran excepción por _____(tn). Mierda, había estado dispuesto a casarse con la perra, y ¡mira cómo le pagó! Habría...
—Allí está —dijo Piet en voz baja, y Montez alejó su mente de lo que le enfurecía. Se trajo de regreso a la zona de operación, donde todo era frío y sin emociones. Rápido y eficiente. Hacer el trabajo y largarse.
—Vamos —dijo Piet y empujó la puerta con el hombro para abrirla.
la quinta?... pero ella no lo estaba.
Aun así, eso dejaba un montón de espacio para otras cosas.
Besando su cuello, acariciando con la nariz su clavícula, bajó hasta esos pequeños, pero espectaculares pechos blancos con pezones color rosado intenso... se desvió hacia ellos porque sabían tan jodidamente buenos. Como una mezcla entre helado de vainilla y mar.
Seh.
Las manos de _____(tn) estaban en su nuca, los dedos enterrados profundamente en su pelo, y eso se sentía muy bien también.
Todo se sentía bien. Increíblemente bien, de hecho. Tocar su piel pálida, su sabor, sus manos sobre él...
Él alargó la mano para acariciar un pecho, bajando por su costado, siguiendo por esa increíble depresión de su angosta cintura, cruzando por ese vientre plano y ah... la dicha. Los labios de su pequeño coño estaban suaves, inflamados y húmedos.
La tocó en la abertura con su dedo y su boca sobre la de ella hicieron lujuriosos sonidos de chupeteo en el silencio de la mañana, luego toqueteó su interior.
Caliente, suave, húmedo. Pero hubo apenas un poco de indecisión allí, la más diminuta mueca de dolor, la cual ella inmediatamente contuvo. Seh, hora del plan B.
Nicholas besó el camino hacia su adorable vientre, hasta donde su barbilla sin afeitar se atascó un poco en la suave nube de vellos color rojo oscuro entre sus muslos. Y bajó más.
Se acomodó entre los muslos, le levantó las piernas y se las abrió, contento, por el momento, con solo mirar.
Jesús, ella era tan hermosa, incluso allí. Suave y rosada, pequeños pétalos desplegados, carne tierna brillando. Levantó la mirada y se encontró con sus ojos, esos bellísimos ojos verdes. Hubo ese momento de conexión magnética que le asustó, así que se agachó, la abrió con sus dedos y la besó, exactamente como si estuviera
besándole la boca.
Su coño sabía incluso más delicioso que sus pechos. Dulce y salado, complemente embriagador.
Y oh, tío, podía saborear su excitación. Inclinó la cabeza para un mejor y más profundo acceso, y ella se contrajo, un movimiento ardiente y cálido contra su boca, seguido por el más suave de los suspiros.
Le abrió de par en par las piernas con las manos, estaba totalmente abierta para él ahora, suya por completo.
Cada caricia de su lengua era recibida por un latido, un suspiro y luego un gemido. Más profundo, más profundo... sus muslos comenzaron a temblar y entonces de repente ella se puso rígida y lanzó un grito salvaje que resonó en la habitación. Comenzó a arremeter contra su boca, su cuerpo entero tensándose debajo de su boca y manos, y los gemidos suaves volviéndose más altos cuando le chupó el clítoris.
Oh Dios, no había nada mejor que esto, nada. Se olvidó de todo, incluso de su propio cuerpo, completamente inmerso en el de ella mientras _____(tn) se corría y temblaba contra él.
Los estremecimientos se redujeron, se detuvieron y ella dio un gran suspiro. Dejó caer los brazos a los lados, exhausta.
Él estaba bastante hecho polvo también. Abrió los ojos y la miró, suprimiendo una sonrisa socarrona mientras regresaba arrastrándose hacia ella.
_____(tn) tenía la cabeza hacia atrás, mirando el cielorraso, un brazo fuera del colchón, respirando con pesadez.
—¿Estás bien?
—Eh —retorció los dedos de las manos y de los pies—. Sí. Creo que sí. Todo parece estar funcionando, aunque pienso que, o perdí el sentido, o tuve una experiencia religiosa allí.
La sonrisa socarrona se le escapó. Se estaba sintiendo muy bien. Podría escalar una montaña, y luchar contra leones y tigres en el suelo, si pudiera lograr que sus músculos se pusieran a trabajar.
—¿Sabes qué? —preguntó ella al cielorraso.
—No. ¿Qué?
—Tengo hambre. Me muero de hambre —lo miraba de reojo sin mover la cabeza—. Me podría comer un caballo y escupir los huesos.
—Ajá —Nicholas retorció los dedos de sus pies, o lo intentó. Nada más se movía—. Tan pronto como consiga que algo de mi control motriz regrese, me encargaré de eso para ti. Me vendría bien algo de comida.
Dios, era cierto.
Nicholas no podía recordar la última vez que había estado hambriento. La primera vez cuando regresó de Ramstein, comer parecía imposible. Era como si su estómago estuviese lleno de arena. La sola idea de comer le había dado náuseas. Y fue solo porque Sam y Mike insistieron, hasta el punto de comprar comida para llevar y
pararse junto a él hasta que tragaba todo lo que podía sin vomitar, que había comido. Casi había olvidado lo que se sentía al tener hambre.
Cristo. Sexo y hambre. Todas esas cosas olvidadas rugiendo de nuevo más fuertes que antes, como si se hubieran ausentado por mucho tiempo y acabaran de regresar.
Tenía hambre y quería otra ronda con _____(tn) tan pronto como ella pudiera soportarlo.
Ella volvió la cabeza y miró hacia abajo.
—Ajá. Ni siquiera pienses en ello. No hasta que me des de comer primero. Existen, ya sabes, reglas.
—Oh sí, lo sé.
Por supuesto que existían reglas. No dejar que su amante pasara hambre era la más importante. Él le sonrió, su cabeza golpeó en la almohada, los bordes de su campo visual volviéndose grises y negro.
—Consigo comida enseguida —masculló él—. Descanso mis ojos primero.
_____(tn) hizo un pequeño carraspeo de exasperación.
—El guerrero grande y malo, ni siquiera puede mantenerse despierto. Creo que haré una pequeña incursión en busca de comida por tu cocina, veré lo que hay.
—Hazlo —dijo somnoliento, articulando mal la palabra. Trató de recordar si había algo de verdadera comida en su cocina, pero no podía poner su cabeza a trabajar tanto. Podía sentir sus extremidades. Eso era más o menos hasta donde su afectado cerebro estaba funcionando.
Oía ruidos de traqueteo provenientes de la cocina, el olor del café llegaba hasta el
dormitorio. El sonido metálico del microondas. Era evidente que había encontrado
algo para cocinar.
Tal vez podría engatusarla para que le trajera el desayuno a la cama. Oh sí. Alimentarse el uno a otro con lo que fuera que hubiese conseguido, bebiendo café. Tenía un pequeño pote de miel en alguna parte; podría esparcir un poco sobre sus pechos y lamerlo.
Con ese muy feliz pensamiento, su mente fue a la deriva, se perdió.
Hasta que oyó un fuerte impacto, el sonido de cristales rotos y gritos de _____(tn).
En un instante estaba fuera de la cama con el corazón latiéndole acelerado mientras revolvía buscando su Glock. Entró corriendo a la sala de estar, sin saber qué esperar pero dispuesto a todo.
_____(tn) estaba sentada en una silla con el ordenador portátil abierto y un vaso hecho añicos en el suelo. Pedazos de vidrio roto destellaban por la luz del sol de la mañana y el agua todavía se desparramaba por el suelo.
Se tapaba la boca con la mano y estaba de ese color blanco hielo de nuevo.
Se volvió hacia él con la desesperación en cada línea de su rostro y se echó a llorar.
**********************************
Seattle.
—En todas las noticias. Ella no puede dejar de verlo —Montez cerró el sitio de Yahoo noticias y se volvió—. Esto la pondrá nerviosa.
—Oh, sí.
Yiah.
Piet miró por el espejo retrovisor del SUV alquilado. Se veía la lluviosa calle con tiendas de ropa de segunda mano, casas de empeño, un quiromántico, un lavadero chino y el Blue Moon. Kerry Robinson iba a entrar en servicio al mediodía. Montez habría esperado hasta que ella saliera. Estaría oscuro para entonces, menos
probabilidades de que alguien los viese.
Pero Piet había sostenido que en el seguimiento, el tiempo era primordial. Ellos tenían la sospecha de dónde había estado _____(tn)... San Diego. Y estaba con alguien. Cada día que pasaba era un día en el cual ella y su desconocido protector podrían resolver mudarse y la perderían otra vez. Por no mencionar el hecho de que dos
conmociones grandes casi juntas serían más propensas a desestabilizarla que dos grandes separadas.
Montez pensaba que eran todas gilipolleces. Que Piet estaba ansioso por terminar el trabajo y marcharse.
¿Pero qué diablos podía hacer? Y si era sincero consigo mismo, también quería que esto se acabase. Ayer.
La perra le había llevado mucho más tiempo y dedicación, lo que lo había alejado del trabajo en un momento muy difícil, cuando necesitaba concentrarse para mantener su empresa a flote.
No había discutido con Piet y aquí estaban, a las doce menos cinco, en una calle lluviosa de Seattle.
Cristo, pensaba Montez mirando por la ventanilla salpicada de lluvia, que clima de mierda. ¿Cómo podía alguien vivir aquí? Era todo tan gris y vacío. Todos parecían clones, incluso los niños. Incluso los perdedores que frecuentaban Blue Moon. Los jornaleros desempleados, los borrachos, los tíos que lucían como que no se habían
afeitado y bañado en semanas. Todos ellos goteaban allí en Perdedorlandia.
La calle estaba casi vacía. Pasaba un coche cada cinco minutos, avanzando lentamente debido a la lluvia acumulada en las cunetas. Y todas las malditas personas que cruzaban la calle se detenían ante el semáforo en rojo, aunque la calle estuviera vacía y tú pudieras ver Canadá, permaneciendo de pie en la lluvia torrencial hasta que la luz cambiaba a verde, y aun así, miraban a ambos lados antes de cruzar.
De locos.
Extrañaba Georgia. Echaba de menos el calor y el brillo del sol. Extrañaba a sus hombres, que sabían cómo ser respetuosos, no como Piet, que la mitad del tiempo fingía que no estaba allí. Todo el mundo trataba bien a Montez allá en Georgia. Sus hombres, los agentes locales del orden, que disparaban gratis en sus campos de tiro,
y las mujeres que sabían que era rico.
Un sólido arrebato de furia lo atravesó con ese pensamiento. Nunca había favorecido a una mujer sobre otra. Entraban y salían de su cama y todas obtenían un regalito... un collar de oro, un par de pendientes... pero ninguna conseguía más que la otra.
Había estado dispuesto a hacer una gran excepción por _____(tn). Mierda, había estado dispuesto a casarse con la perra, y ¡mira cómo le pagó! Habría...
—Allí está —dijo Piet en voz baja, y Montez alejó su mente de lo que le enfurecía. Se trajo de regreso a la zona de operación, donde todo era frío y sin emociones. Rápido y eficiente. Hacer el trabajo y largarse.
—Vamos —dijo Piet y empujó la puerta con el hombro para abrirla.
Listo chicas aquí esta el capitulo! ;)
Las leo mañana! :D
Enjoy it!
Lu wH!;*
:hi:
HeyItsLupitaNJ
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
*O* geniaaal!!
SIGUELAAAA
SIGUELAAAA
.Lu' Anne Lovegood.
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