Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA

por **CariitoJonas15** Dom 15 Jul 2012, 11:49 pm

Capítulo 13

El estómago volvió a darle un vuelco. «¡Ay!», pen¬só, «espero no estar a punto de vomitan>
—¿Te encuentras bien? —preguntó su madre con semblante preocupado—. ¿Necesitas sentarte un momento?
Mientras combatía las lágrimas, _________ pensó en mentir. Después, con voz trémula, susurró:
—Mamá, estoy aterrada.
—Ay, querida mía...
—¡Me caso con un desconocido! ¿Quién es ese tal Nick Jonas? Mamá, no lo conozco de nada.
—Entonces, aprenderás —dijo su madre con una inesperada voz firme, apartando a _________ para hacerle pequeños retoques en los velos—.Y él aprenderá a conocerte. Y, Dios mediante, seguiréis haciéndolo mientras viváis. Como tu padre y yo.
—¿Madre? —_________ se secó una lágrima—. ¿Cono¬cías bien a papá antes de casarte con él? ¿Lo... ama¬bas?
Alima se quedó pensativa un momento y sus ojos parecieron mirar a la lejanía. Después, sonrió.
—Sabía que era un buen hombre —contestó con firmeza—.Y creo que Nick Jonas también lo es —se interrumpió cuando _________ le dio la espalda, frus¬trada. La sujetó por el brazo y prosiguió con exaspe¬ración—. _________, fuiste a su habitación. ¿Lo has olvidado? Debió de existir un motivo. Quizá necesites recordar qué tenía el señor Jonas para que cometieras esa estupidez. ¿Qué te hizo decidir, de entre todos los hombres del mundo, perseguirlo a él?
En el silencio que siguió, _________ volvió a contem¬plar su imagen en el espejo pero, de pronto, sus ojos veían otra escena: un jardín soleado, lleno de flores y de personas charlando... y un hombre alto de traje gris pálido y sombrero texano con el rostro levanta¬do para seguir el vuelo de un pájaro, sonriendo y con los ojos brillantes de asombro, como los de un niño. Inspiró hondo.

«Sí, ése fue el momento en que lo supe. Todo lo demás vino después...»
Se volvió hacia su madre y dijo con voz firme, cu¬briéndose la cara con los velos:
—Estoy lista.
—Así que esto es Texas —_________ intentó camuflar cualquier ápice de decepción en su voz mientras contemplaba por la ventanilla del enorme coche norteamericano la maraña de altos edificios y lazos de autovías llenos de vehículos, multitud de coches, todos ellos rodando despacio como ríos de lava mul¬ticolor.
—Esto es Houston —respondió su marido.
Al mirarlo, _________ vio que había elevado la comisu¬ra de los labios a modo de sonrisa... una sonrisa que no se parecía en nada a la que había iluminado su rostro como el sol al ver el vuelo del pájaro. La que ella retenía con fuerza en su memoria como si fuera un talismán sagrado. Aun así, se animó un poco. Lo había visto sonreír bastante poco en las veinticuatro horas que llevaba siendo su esposa.
Su esposa... «Soy su esposa. Él es mi marido» ¡Cuántas veces había repetido aquellas palabras sen¬tada junto a él en aviones, coches y salas de espera de aeropuerto o en mesas de restaurante! Y, aun así, las palabras le parecían irreales... carentes de signifi¬cado.
—No es exactamente lo que esperaba —dijo con desenfado, enseñando los hoyuelos. Nick le lanzó una mirada fugaz, ya que estaba conduciendo.
—¿En qué sentido?
—Pensaba que sería un espacio más abierto. Ya sabes, como en las películas. Con menos personas, menos edificios y... —añadió, volviendo a mirar por la ventanilla— con menos árboles —de hecho, nun¬ca había visto tantos árboles juntos, ni siquiera en Inglaterra. En algunas zonas formaban cortinas sóli¬das, como tapices tejidos con hilo verde, a ambos la¬dos de la autovía.
Su marido rió con suavidad, con una risa gutural. No lo había oído emitir aquel sonido antes, y deci¬dió que le gustaba, y mucho. Le propagaba calor por las entrañas.
—Como te he dicho, esto es Houston, el este de Texas. Los espacios abiertos de los que hablas están al oeste. Tengo una propiedad... supongo que podría llamársele rancho, en esa zona —le lanzó otra de esas miradas tensas de media sonrisa—.Ya lo verás... en algún momento.
Ella se mordió el labio para contener la emoción.
—¿Vamos ahora hacia allí?
Volvió a contestar con una carcajada... indulgente en aquella ocasión.
—No. Tardaríamos el resto del día y casi toda la mañana en llegar.Texas es un estado muy grande.
—Sí —dijo _________ con un pequeño estremecimien¬to de alegría contenida—, lo sé —sintió la mirada de su marido, pero no se volvió hacia él—. Entonces, ¿vives aquí, en Houston? —y su felicidad momentá¬nea se evaporó al comprender lo poco que sabía acerca del hombre con quien se había casado... ni si¬quiera dónde vivía.
—Cerca. Todavía tardaremos un rato en llegar, así que, si quieres, puedes ponerte cómoda y dormir.
—Ah, no —dijo con una exhalación decidida—. No quiero perderme nada.
—Despierta, princesa —dijo una suave voz grave muy próxima—. Estamos en casa.
«En casa» _________ abrió los ojos de par en par y se incorporó bruscamente.

por **aranzhitha** Lun 16 Jul 2012, 9:33 am

awww me encanta el Nicho es tan lindo
Siiguela!!!

por **chelis** Lun 16 Jul 2012, 2:28 pm

JAJAJAJA NO QUE NO SE IBA A DOOORRMIIRRR

por **CariitoJonas15** Mar 17 Jul 2012, 7:59 pm

Capítulo 14

El corazón le latía con fuer¬za y estaba desorientada, porque el paisaje que veía por la ventanilla le resultaba extrañamente familiar, como algo sacado de una película. No del Oeste, tal vez de la guerra civil norteamericana.
Conducían despacio por una avenida larga y rec¬ta con árboles a ambos lados que se reunían por en¬cima de sus cabezas formando una especie de dosel. La luz del sol moteaba la senda de hierba y en algún lugar de aquellas ramas oía cantar a los pájaros. An¬siosa por oírlos mejor, bajó la ventanilla del coche y profirió una exclamación al sentir la bofetada de una especie de toalla húmeda y caliente.
Nick la miró y dijo:
—Será mejor que cierres la ventanilla. Es posible que no estés acostumbrada a la humedad.
Al final de la avenida sombreada, los árboles se abrían a un espacio de sol. La senda de entrada traza¬ba un círculo en torno a un espacio de césped bor¬deado de arbustos y flores. Al otro lado, columnas gemelas de ladrillo con farolas en lo alto flanqueaban un paseo bordeado de flores y arbustos. El pa¬seo conducía a los peldaños de un amplio porche de ladrillo de columnas altas y blancas, y a unas puertas dobles pintadas de verde oscuro que casi hacían juego con los árboles. A un lado del porche y por encima, amplias ventanas con múltiples paneles pequeños y contraventanas pintadas de blanco con¬ferían a la casa de ladrillo un aspecto alegre y acoge¬dor.
_________ inspiró hondo y exhaló un largo suspiro. Le parecía una casa preciosa, pequeña comparada con el palacio real de Tamir, pero más que suficiente para una familia.
Familia. «¿Alguna vez Nick y yo seremos una... fa¬milia?» Sintió una peculiar presión en el corazón.
Dos personas, un hombre y una mujer, habían sa¬lido de las puertas verdes y estaban esperándolos en el porche, entre dos de las columnas blancas. No eran altos, y la cabeza de la mujer apenas rozaba el hombro del hombre.
Él era delgado, huesudo y patizambo. Llevaba el pelo blanco peinado hacia atrás y tenía un grueso bigote gris que le cubría casi por completo la boca, en claro contraste con una piel tan morena y arruga¬da como la cascara de una nuez. Llevaba vaqueros azules y, a pesar del calor, una camisa azul de manga larga. De su mano nudosa colgaba un sombrero texano manchado de sudor.
La mujer parecía casi tan ancha como alta, con rostro redondo y liso como una moneda. Tenía bri¬llantes ojos negros y redondos, y piel morena. El pelo, negro con algunas vetas de gris, era corto y muy rizado en torno a la cabeza, y lucía un holgado vestido de algodón con alegres flores de colores.

—Ésos son Rueben y Betsy Flores —dijo Nick antes de que _________ pudiera preguntar, señalando con la cabeza a la pareja del porche—. Cuidan de la casa.
—¿Son tus criados?
Nick respondió con una risa brusca.
—Bueno...Trabajan para mí. Pero más bien son amigos. O familia.
—Ah —dijo _________, que asintió, comprendiéndolo a la perfección. «Como Salma», pensó—.Y... ¿también viven aquí? ¿Contigo?
Nick negó con la cabeza.
—Tienen su propia casa junto al arroyo —detuvo el coche delante del porche y apagó el motor.
«La hora de la verdad», pensó Nick. Y, sin saber por qué, el corazón comenzó a latirle con fuerza, como si fuera un adolescente y hubiera llevado a su novia a casa de sus padres. Inspiró hondo para sere¬narse y cerró los dedos en torno al tirador.
Pero la mano pequeña y apremiante de su esposa le tiró del brazo. En voz baja y ahogada, _________ dijo:
—¿Se lo has dicho? ¿Lo saben? —volviéndose, Nick vio el pánico en sus ojos. La garganta se le ce¬rró con esa extraña ternura protectora que había empezado a sentir por ella.
—No pasa nada. Los llamé desde el aeropuerto de Nueva York y los puse al corriente —salvo por el detalle de que su esposa era una princesa. Y, pensó, aun así, todavía debían de estar en estado de shock. Pero, impulsivamente, cubrió la mano de _________ con la suya y le dio un apretón antes de apearse.
Rodeó el coche y abrió la puerta de _________, se in¬clinó y dijo en voz baja:
—Te prevengo: a Rueben se le dan de maravilla los caballos y los perros, pero es un poco tímido con los animales de dos patas, así que no hablará mucho. Betsy te abrazará. Nacieron en México pero ahora son norteamericanos de la cabeza a los pies... Dudo que estén al corriente del protocolo real.
—No importa —dijo _________ con serenidad—.Ahora yo también soy norteamericana.
Mientras intentaba pensar en una réplica a aquel comentario, _________ lo contradijo extendiendo una mano regia y permitiéndole que la ayudara a salir del coche. Pero lo soltó enseguida y permaneció er¬guida un momento, parpadeando un poco a la fuer¬te luz del sol, alisándose la falda y tirando de la cha¬queta del traje de diseño, antes elegante, en aquellos momentos arrugado, que se había puesto para el via¬je desde Tamir. Después, antes de que Nick pudiera pensar en ofrecerle el brazo, pasó junto a él y empe¬zó a subir sola los peldaños.
Y, por alguna razón, en lugar de apresurarse a alcanzarla, Nick se quedó un momento donde estaba y observó a la mujer que era en aquellos momentos su esposa: esbelta y airosa, caminaba con la cabeza erguida y orgullosa.
¿Norteamericana? Tal vez, pensó con algo parecido a la admiración, pero seguía siendo una princesa.

por **chelis** Mar 17 Jul 2012, 8:19 pm

OOOOOOOOOHHHH
PRINCESA.. PERO NORTEAMERIIICAAANAAAA :P
JEJEJE SIGUELA PORFIISS

por **aranzhitha** Mar 17 Jul 2012, 9:12 pm

jajaja me encanta
Nick es tan tierno :hug:
me dan ganas de comerlo a besos La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA - Página 7 1922094727

siguela!!!!!

por **chelis** Miér 18 Jul 2012, 6:00 pm

por **CariitoJonas15** Jue 19 Jul 2012, 7:29 pm

Capítulo 15

Llegó al porche a tiempo de ver cómo extendía la mano a Rueben y decía con su voz musical de leve acento:
—Hola, soy _________. Tú debes de ser Rueben. Me ale¬gro mucho de conocerte. Nick me ha hablado mu¬cho de ti.
Era una mentirijilla amable... Nick no había di¬cho ni media palabra.Y debería haberlo hecho, com¬prendió. Pero apenas le había dirigido la palabra durante el viaje porque no había sabido qué decirle. Seguía sin saberlo.
Para entonces, _________ se había vuelto hacia Betsy, con la mano extendida y la sonrisa con hoyuelos.
—Hola, tú debes de ser... —y no pudo decir más porque, tal como Nick había predicho, Betsy ya esta¬ba estrechándola entre sus brazos y diciendole cosas cariñosas, como a uno de sus cachorrillos perdidos.
Acababan de cruzar por su cabeza aquellas pala¬bras cuando apareció la manada de chuchos adopta¬dos de Betsy, ladrando, moviendo la cola, gimiendo y haciendo lo posible por ser los primeros en dar la¬metazos a la recién llegada. Betsy consiguió hacerla sortear a los cuatro animales y meterla en la casa. La puerta principal se cerró con firmeza tras las dos mujeres, dejando a Nick, a Rueben y a los perros en el porche.
Durante varios segundos, los dos hombres per¬manecieron donde estaban, sin decir nada. Olvida¬dos, los perros se dispersaron. Nick carraspeó y em¬pezó a volverse.
—¿Quieres que te eche una mano con las male¬tas? —preguntó Rueben, cubriéndose de nuevo la cabeza.
—No, ya las sacaré yo —Nick empezó a bajar los peldaños, y Rueben lo siguió con piernas rígidas—. ¿Todo en orden en mi ausencia?
Rueben se encogió de hombros.
—Claro. Ningún problema.
Al final de los peldaños, los dos hombres se vol¬vieron con tácito acuerdo y echaron a andar por el costado de la casa hacia los establos.
—¿Suki ha tenido ya a su potrillo? —preguntó Nick. Rueben negó con la cabeza.
—Todavía quedan un par de días.
—¿Ah, sí? ¿Qué tal está?
—Bien, muy bien.
Nick fue a echar un vistazo a Suki. Era su me¬jor yegua, gris moteada con crin y cola negra, ca¬beza y patas muy oscuras, una auténtica belleza, y aquél sería su primer potrillo. No estaba preocu¬pado: si Rueben decía que estaba bien, lo estaba. Pero le echó un vistazo de todas formas y habló con Rueben de su estado y de sus cuidados, como siempre hacían. Después, salió al corral para ver al resto de su cuadra. Dos yeguas con potrillos y otras tres embarazadas que darían a luz a finales del verano.
Estaba apoyado en la cerca, viendo trotar a los potrillos, cuando Rueben se reunió con él.
—Conque te has casado, ¿eh? —dijo Rueben tras un pequeño silencio. Nick se sorprendió profirien¬do una carcajada, que reprimió con ánimo culpable.
—Sí, supongo que sí.
—Ha sido repentino.
No intentó reprimir la risa en aquella ocasión.
—Podría decirse que sí.
Rueben se quedó pensativo.
—Una joven bonita —dijo pasado un tiempo, asintiendo de forma reflexiva. Nick también asintió.
—Sí —dijo, y movió la cabeza con admiración—, lo es.
—Parece amable —dijo Rueben; se quedó miran¬do las puntas de sus botas, dio una patada a la tierra un par de veces y, por fin, se volvió para darle la mano a Nick—. Enhorabuena.
Se estrecharon la mano, y Rueben encogió un hombro.

—Voy a sacar las maletas —se alejó rápidamente con los andares de un hombre que se había pasado gran parte de su vida sentado a lomos de un caballo.
Nick pensó en ayudarlo pero, por alguna razón, no lo hizo. Se quedó donde estaba, apoyado en la cerca, viendo a los potros retozar al sol, inspirando los olores familiares de hierba, paja y excremento de caballo, sin¬tiendo cómo la humedad lo envolvía como una vieja camisa favorita. Aquél era su mundo, su hogar.
Su hogar... «¿Se puede saber qué he hecho?»
Habiendo sufrido el divorcio de sus padres a una edad en que también debía afrontar sus forcejeos adolescentes, había llegado a creer de todo corazón que si dos personas se casaban debían hacerlo para siempre. Por eso no había intentado casarse nunca... No se creía capaz de mantener esa clase de compro¬miso. Y allí estaba él, no solamente casado, sino con una esposa diez años más joven de la otra punta del mundo con quien no tenía nada en común y a quien apenas conocía.
Bueno, en realidad no había sido tan terrible, pensó, pero... En fin, era lo que Rueben había dicho. _________ era una joven muy bonita, hermosa en realidad pero, más aún, era amable. Sí, era una princesa, esta¬ba mimada y consentida y era muy joven. Pero tenía un espíritu muy alegre, y Rueben había llegado a comprender, incluso en el breve espacio de tiempo que la conocía, que también tenía buen corazón. Se merecía a alguien que la correspondiera, que la hi¬ciera feliz. Como él no podría hacerlo jamás.
«Maldita sea», pensó. «No puedo hacerle esto, no puedo»
En su momento, le había parecido que no tenía elección. Convertirse y casarse con _________ le había parecido la única salida. Pero eso había sido allí, en el mundo de Las mil y una noches de Tamir. En su casa, con la hierba verde de Texas bajo las botas, sa¬bía que era imposible. No tanto la conversión, por¬que nunca había sentido una fuerte creencia religio¬sa, así que ¿qué más daba qué etiqueta llevara? Pero el matrimonio era harina de otro costal. Implicaba a otra persona, no sólo a él. En aquel caso, a una joven encantadora y amable. A una princesa, y virgen.

por **aranzhitha** Jue 19 Jul 2012, 8:01 pm

awww Nick tu vas a hacer feliz a la rayiz, no te preocupes
Siguela!!! Me encanta

por **chelis** Jue 19 Jul 2012, 9:07 pm

OOOHHHH QUE PASAAAAARAAAAA???
AAAHHHH!!!
YO DIGO QUE NICK YA SE ENAMOOROO!!!
PERO TENGO MIS DUDAAASS!!!
PORFIISS SIGUELA

por **CariitoJonas15** Lun 23 Jul 2012, 7:51 pm

Capítulo 16

Cerró el puño sobre el primer travesaño. De un modo u otro, encontraría una salida... por el bien de ambos. Y mientras tanto... En fin, lo menos que po¬día hacer era encargarse de que la princesa virgen saliera de aquel matrimonio en el mismo estado en que había llegado a él.
Era tarde, casi medianoche, y _________ se ponía más nerviosa y recelosa con cada minuto que pasaba. Nick no tardaría en aparecer, se dijo. Debía de estar cansado tras un viaje tan largo, ¿por qué no se acos¬taba?
Aquél era su dormitorio, Betsy se lo había dicho.
—Y ahora también el tuyo —había recalcado la mujer oronda de rostro amable dándole un apretón a _________ en la mano.
El marido de Betsy, Rueben, había llevado allí las maletas de los dos, y después Betsy la había ayudado a deshacerlas hasta que se había ido a preparar la cena. Incluso había reorganizado el contenido de los cajones y de los espaciosos armarios para hacer sitio a las pertenencias de _________. En realidad, había llevado tan pocas cosas... Había salido de Tamir a toda prisa. Guardarían el resto de sus efectos personales en cajas y se las enviarían más adelante, aunque _________ no sabía dónde iba a encontrar espacio para guardarlas.
¿Necesitaría tantas prendas bonitas, sombreros, zapatos de diseño, ahora que se había casado con Nick Jonas y vivía en Houston? No lo sabía. Ha¬bía tantas cosas que ignoraba... Inspiró hondo va¬rias veces y parpadeó con fuerza hasta que el senti¬miento se disipó. «No debo llorar. ¿Qué pensaría Nick?»
Quizá fuera que estaba cansada. Hacía siglos que no dormía. La cama de Nick, enorme y amplia y cu¬bierta por una colcha mullida de tonos burdeos, azu¬les y verdes, resultaba acogedora. Pero _________ no se atrevía a tumbarse. Ni siquiera a sentarse. De hecho, estaba dando vueltas, no tanto por nerviosismo como por temor a dormirse si dejaba de moverse. Había re¬chazado el vino en la cena por la misma razón.

Nick tomaba café solo con la comida y, después, bebía un pequeño vaso de un líquido de color dora¬do oscuro idéntico al de sus ojos. Bourbon, había di¬cho que era cuando _________ se lo había preguntado. Después, se había disculpado y había ido a su despa-cho... para hacer algunas llamadas, había dicho. Ella, en cambio, se había dirigido al dormitorio, la habita¬ción que compartirían, para prepararse para la noche. Y para su marido.
Hormigueos. Sí, los sentía por todo el cuerpo, no sólo en el estómago, sino también bajo la piel. Inten¬tó calmarlos dándose un baño de agua tibia aromati¬zada con jazmín, pero aunque el agua le calentaba los músculos, el nudo que sentía en el vientre no se disipaba. Y había algo más, un nuevo temblor entre las piernas. Cuando se llevó allí la mano y la apretó contra el temblor, sintió el pulso en lugares blandos bajo las yemas de los dedos, latiendo a un ritmo len¬to y pesado.
Entonces, los recuerdos surgieron en su mente, recuerdos vividos y táctiles que barrieron todos los temores.
El torso de Nick, un paisaje de suaves colinas y valles.inesperados que sus labios habían explorado como un cazador de tesoros en busca de oro perdi¬do. Una piel tibia y lisa y un olor almizcleño, desco¬nocido pero embriagador como el vino, los pezones pequeños y duros, una intrigante textura de vello que le hacía cosquillas cuando lo acariciaba con la nariz.
Las palpitaciones de entre las piernas se volvie¬ron más pesadas. Arqueó las espalda y se retorció si¬nuosamente al tiempo que, bajo el agua, deslizaba las manos por su cuerpo, siguiendo inconsciente¬mente los mismos caminos que las imágenes de su memoria. Pero, ¡ay, qué diferencia había entre sus propias curvas y los planos duros y huecos del cuer¬po masculino que recordaba...! El cuerpo que inva¬día sus pensamientos, le aceleraba el pulso y la hacía ruborizarse en momentos del todo inapropiados. El cuerpo de Nick. De su marido.
«Mi marido... ¿Me deseará ahora que soy su espo¬sa? ¿Me besará como lo hizo la otra noche en la te¬rraza?»
Temblando como si estuviera enferma, _________ salió de la bañera y se envolvió en una toalla mullida. Se secó rápidamente, haciendo caso omiso de los tem¬blores; después, arrojó a un lado la toalla con osadía y permaneció, desnuda, ante el reflejo borroso del es¬pejo cubierto de vaho. Haciendo pucheros, se miró de un lado y otro. Sí, tenía los senos llenos y todavía firmes, los pezones contraídos, las caderas marcadas pero no demasiado anchas, la cintura esbelta y fir¬me, el estómago plano, los muslos bien musculados, seguramente de montar a caballo, y los glúteos, o lo que podía ver de ellos, redondos y lisos, y confiaba en que no demasiado grandes.

«Me besó. Me deseó entonces, sé que lo hizo» La confianza brotó en ella como una fuente. «Me deseó una vez, y haré que vuelva a desearme»
Animada y confiada con aquella resolución, _________ se lavó los dientes, se cepilló el pelo y se aplicó acei¬te aromático por toda la piel hasta que la sintió suave y tersa como la seda. Se puso un modesto pero sugerente camisón de brillante color verde azulado y si¬guió dando vueltas con nerviosismo, lanzando de vez en cuando miradas al reloj de la mesilla de Nick. «Es¬toy preparada», pensó. «Preparada para mi marido»
Eran las doce y media cuando oyó el crujido y unas pisadas al otro lado de la puerta. El corazón se le alborotó mientras veía cómo giraba despacio el pomo de la puerta y ésta se abría hacia dentro para enmarcar la imponente y alta figura de su marido.
Por un momento, éste vaciló, como si creyera que se había equivocado de habitación. Después, atravesó el umbral y cerró la puerta con cuidado tras él. No dejaba de mirarla, y sus ojos reflejaban el resplandor de la lámpara que _________ había encendido en la mesilla.
Se le encogió el estómago mientras la confianza y el aplomo a los que había estado aferrándose caían en picado.

por **chelis** Lun 23 Jul 2012, 7:54 pm

AAAAAAAAHHH
AHOOORSAAA QUE HAAARAAA NIIICCCKK CUANDO LA VEEAAA????
AAAIII PON OTROOO

por **aranzhitha** Lun 23 Jul 2012, 10:09 pm

hay Nick como que la auieres dejar virgen??
Si es tu esposa, y no creo que acepten divorcios en su religion
Siguela!!!!

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