Re: La seducción de una princesa (Nick y tu) TERMINADA

por **jamileth** Lun 09 Jul 2012, 7:41 pm

entonces la rayis se casa cno nick???
ahhhh

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

por **chelis** Mar 10 Jul 2012, 3:08 pm

WUUUUUUAAUUUUUU!!!!!
QUEEEEEEEEE!!!
COOOSAAASSSSS
YO CREO QUE LA MAMI DE _____ LE AYUDARA PARA QUE SE CASE CON NICK!!!!!!

por **CariitoJonas15** Mar 10 Jul 2012, 4:50 pm

MARATOOOOON!!!

Capítulo 10

Nick dejó caer el neceser en la bolsa de mano, añadió un paquete medio vacío de puros y la agenda en la que anotaba sus citas de trabajo; después, se enderezó para echar un último vistazo. No por te¬mor a haberse olvidado algo, sino por asombro. To¬davía le costaba aceptar lo ocurrido. Intentaba re¬cordar si alguna otra vez se había ido de un lugar con el rabo entre las piernas, y no podía.
«Ah, el coche», pensó cuando oyó el discreto gol¬pe de nudillos en la puerta. Dijo:
—¡Ya va! —y tomó la bolsa para acercarla a la puerta. Un poco pronto, pensó, consultando el re¬loj, pero tanto mejor. Podría desayunar en el aero¬puerto antes del vuelo. No pensaba tomar nada en el palacio ni seguir aceptando la hospitalidad de la familia Kamal ni un minuto más del estrictamente necesario. Había, visto suficiente realeza para toda una vida, con la excepción de Elena, por supuesto. Aunque no le apetecería tropezarse con ella. Ni si-
quiera se le ocurría cómo empezar a explicar la si¬tuación.
Cerró la bolsa, la dejó junto a la maleta a juego y abrió la puerta. El hombre que se erguía en el um¬bral, esperando con paciencia, no llevaba el unifor¬me blanco y dorado de la servidumbre, sino un traje occidental gris oscuro, con camisa blanca y corbata a franjas azules y grises. Le resultaba familiar: more¬no, tez acetrinada, apuesto, de una forma austera y arrogante. Sin duda se lo habían presentado en el transcurso del fin de semana, de modo que o era miembro de la familia real u ocupaba un puesto muy elevado en la pirámide burocrática.
—El jeque desea hablar con usted —dijo el hom¬bre con acento marcado—. Si hace el favor de acom¬pañarme...
«¿Y ahora qué? Quizá se haya pensado mejor lo de ejecutarme», pensó Nick con amargura mientras lanzaba una última mirada a la habitación y seguía al recién llegado por el pasillo. Casi esperaba ver guar¬dias armados con espadas y picas cruzadas prohi¬biendo la entrada a las enormes puertas dobles de madera labrada del final del pasillo.
En cambio, su acompañante se limitó a llamar dos veces, se detuvo, abrió las puertas y le hizo una seña a Nick para que lo precediera.
El despacho del jeque era enorme, pero la cálida opulencia de la caoba, el cuero y las alfombras per¬sas impedían que pareciera cavernoso. Unos venta¬nales con forma de arco ofrecían una magnífica vista al mar. Al otro lado de la estancia, el jeque Ahmed es¬peraba tras un largo escritorio de caoba. Aquella ma¬ñana llevaba un traje de negocios, pero eso no mer¬maba su majestuosidad. Seguía ofreciendo un aspecto bíblico, pensó Nick. Moisés con traje y cor¬bata.
El jeque se había puesto en pie mientras Nick se acercaba. Se dirigió al acompañante de éste:
—Gracias, Butrus. Ya puedes irte. Le agradezco que haya venido, señor Jonas. Por favor, siéntese.
El jeque señaló una de las sillas de cuero situadas delante del escritorio, esperó a que Nick tomara asiento y regresó a su sillón. Como un anfitrión cor¬dial, pensó Nick, salvo que sin sonrisa. De hecho, casi parecía... Sí, no había duda. El monarca de Tamir daba la impresión de estar avergonzado.
—Señor Jonas, le he pedido que viniera para poder presentarle mis disculpas. Al parecer, anoche, en el calor del momento, me formé un juicio dema¬siado precipitado. Creo que lo acusé de ser un hom¬bre sin honor, cuando parece que se comportó con más honor que el de muchos hombres en las mis¬mas... eh... circunstancias. Espero que disculpe mi comportamiento y el de mi hija —y, acto seguido, le¬vantándose un poco, el jeque se inclinó sobre la mesa para ofrecerle la mano a Nick.
Éste se quedó momentáneamente mudo, con la boca abierta como un colegial. No se había espera¬do aquello. Pero sólo podía hacer una cosa: estre¬charle la mano al jeque y darle las gracias.
Se estaba acomodando otra vez en la silla, todavía aturdido, cuando el jeque volvió a carraspear y pro¬siguió:
—En cuanto a su petición de casarse con mi hija... —se produjo una pausa en la que el jeque miró a Nick con intensidad, con los ojos refulgiendo bajo unas cejas fruncidas. Contra su voluntad, el co¬razón de Nick empezó a latir más deprisa—. Señor Jonas, soy consciente de las circunstancias en las que la formuló y yo... En fin, no crea que no agra¬dezco su galante intento de salvar el honor de mi hija... —se produjo otra pausa en la que el jeque vol¬vió a taladrar a Nick con el penetrante escrutinio de un halcón.
Nick pensaba con celeridad. ¿Qué querría de él aquel viejo zorro? El jeque tenía un plan, era eviden¬te. Lo que no resultaba tan evidente era el papel que quería que Nick jugara en él. De acuerdo, lo había eximido de deshonrar a la princesa, le había presen¬tado sus disculpas, lo había dejado libre. Sin embar¬go, tenía la impresión de que, si daba las gracias, es¬trechaba la mano del jeque y salía de la habitación, tomaría ese vuelo temprano a Texas sin rencor, pero sin acuerdo de negocios, tampoco.
El corazón le estallaba en el pecho y su mente era un caos. Sin embargo, sólo los ojos entornados de Nick delataban el tumulto que estaba sintiendo mientras decía con calma:
—Señor, se lo aseguro. No le pedí la mano de su hija solamente para salvar su reputación. Mi deseo de casarme con _________ era... es sincero.
Dios, ¿qué acababa de decir? ¿Casarse con _________? Sintió una poderosa punzada de pánico antes de re¬cordar que estaba a salvo. De todas formas, su regio papá no lo consentiría.
Pero la manera en que el anciano jeque lo miraba en aquellos momentos lo intranquilizaba sobrema¬nera.
—Mmm, sí... Entiendo —el jeque Ahmed tambo¬rileó con los dedos sobre la mesa—. Señor Jonas, debe comprender que, en nuestra cultura, una alianza así sería imposible...

—Lo entiendo —murmuró Nick, asintiendo gra¬vemente.
—A no ser... —añadió el jeque— que quisiera convertirse.
A Nick se le aceleró el pulso.
—¿Convertirme?
—A nuestras costumbres, a nuestra cultura —el jeque abrió las manos y en el nido blanco de su bar¬ba sus labios formaron una sonrisa—.Así no habría objeción a un matrimonio entre usted y mi hija pe¬queña... Por mi parte, por supuesto. Como es natu¬ral, _________ tendría que acceder a ese enlace —rió en¬tre dientes.
—Como es natural —murmuró Nick. La cabeza le daba vueltas. ¿Qué diablos estaba pasando? Movió un poco la cabeza e intentó sonreír—. Caramba. Convertirme, ¿eh? Es una idea... interesante. Tendré que...
—Por supuesto —dijo el jeque Ahmed con flui¬dez—. Entiendo que una decisión así no debería to¬marse a la ligera. Y comprendería perfectamente que deseara dejarnos, señor Jonas, después del trata¬miento al que ha sido sometido recientemente... por mi parte y por miembros de mi familia. Sin embargo, si decidiera quedarse... —nuevamente, una de esas pausas estratégicas, otra mirada astuta—.Tengo en¬tendido que mi hijo Hassan y mi nuera Elena han programado una visita a las regiones productoras de petróleo de nuestro país antes de su... —frunció el ceño, buscando la palabra.
—De su luna de miel —le recordó Nick.
—Sí, eso —el jeque apartó aquel término occi¬dental con la mano—. También me han dicho que tanto ellos como usted querían tratar un posible acuerdo de negocios entre su compañía, la de Elena yTamir.
Nick, que estaba en estado de shock en aquellos momentos, se limitó a asentir y a murmurar:
—Sí, señor, esperaba poder reunirme con usted para hablar de ese tema...
El jeque hizo un ademán despectivo con la mano.
—He decidido dejar ese aspecto de los negocios de mi país en manos de mi hijo. Y de su esposa quien, como jefa de su propia compañía, parece co¬nocer a fondo el tema. Puede considerarlos mis re¬presentantes. Cualquier acuerdo que haga con ellos, sobre todo como miembro de la familia, si decide dar ese paso... —el jeque sonrió, dejando al descu¬bierto unos dientes fuertes y blancos— será respal¬dado plenamente por el gobierno deTamir.
Nick exhaló con fuerza. Sentía una calma absolu¬ta. Las cartas estaban sobre la mesa y estaba bastante seguro de conocer el juego y las apuestas. También sabía que lo habían superado en ingenio.
—Lo entiendo —dijo mientras se incorporaba para aceptar la mano que le ofrecía el jeque—. Gra¬cias, Majestad. Me ha dado mucho en que pensar. Es¬toy impaciente por visitar sus centros de producción de crudo —probó a hacer una pausa estratégica pro¬pia, y sostuvo los centelleantes ojos negros del jeque mientras éste entrelazaba las manos por encima de la mesa de caoba. Sentía la sonrisa rígida en el rostro—. Estoy seguro de que podremos llegar a un acuerdo que sea provechoso para ambos.
—¿Que va a qué? —chilló _________, derramando café caliente en el plato, casi sobre su regazo.

por **CariitoJonas15** Mar 10 Jul 2012, 4:54 pm

Capítulo 11

—Va a convertirse —repitió su madre, con el ros¬tro tan redondo y feliz que parecía el dibujo del sol radiante hecho por un niño. _________ tenía la sensación de que su sol acababa de ocultarse tras un nubarrón negro.
Estaba en la terraza con Nadia, tomando un desa¬yuno tardío, o quizá un almuerzo temprano, mientras su hermana mayor, que ya había comido, se entrete¬nía, como siempre, con su cuaderno de bocetos. Cuando su madre se acercó, Nadia levantó la vista fu¬gazmente; después, siguió haciendo pequeños boce¬tos a lápiz de _________.
—Tu padre acaba de dar su permiso para que os unáis en matrimonio —dijo Alima en tono ronco y emocionado, y miró a _________ con ojos relucien¬tes—. Pequeña, ¡me alegro tanto por ti...! El señor Jonas debe de quererte mucho para hacerte este honor.
_________ se alegraba de haber soltado la taza de café; con lo que le temblaban las manos, se le habría caí¬do. Por dentro estaba rabiosa, indignada. Recordaba la manera en que Nick la había apartado de él, como si fuera algo maligno. Recordaba la humillación. ¿Cómo se atrevía? ¿Por qué hacía aquello?, pensó con desesperación. «¿Qué espera ganar? ¿Intenta hu¬millarme aún más?»
Porque sabía, con absoluta certeza, que fuera cual fuera el motivo por el que Nick Jonas que¬ría casarse con ella, no era porque la amara.
—Madre —dijo _________ con voz ahogada—. No quiero casarme con el señor Jonas. No voy a ca¬sarme con él —y una lágrima resbaló por su mejilla.
Su madre se sentó junto a ella y le secó la lágri¬ma.

—Cariño, pensé que te alegrarías. Dime, ¿por qué no?
«¿Que por qué no? Porque me hizo sentirme como... como no imaginaba que nadie se pudiera sentir. Porque abrió una puerta y me llamó, me ense¬ñó un instante el paraíso y, después, me dio con la puerta en las narices. Porque me hizo desearlo... y no puedo dejar de pensar en él... y sé que nunca po¬dré olvidarlo. ¿Cómo puedo perdonarlo por eso?»
—¡Es norteamericano! —exclamó _________, apartan¬do con furia las lágrimas y la mano de su madre. Era lo único que se le ocurría decir—. ¡De Texas!
Alima pareció sobresaltarse, pero sólo un mo¬mento. Después, rodeó a _________ con los brazos y le dio una palmadita en la espalda mientras la tranquili¬zaba.
—Sí, claro... Lo entiendo. No llores, cariño mío. Es natural que no quieras casarte con alguien que va a llevarte tan lejos de tu casa, de tu familia. No lo ha¬bía pensado pero sí, tendrías que vivir en Norteamé¬rica, ¡en Texas! Tu padre y yo apenas te veríamos. ¿En qué estábamos pensando? Mmm. Bueno, no importa.
Le dio a _________ un último pequeño abrazo y se puso en pie.
—No te preocupes, cariño mío, se lo explicaré a tu padre —sonrió y se inclinó para darle un beso a _________ en la mejilla—. Para ser sincera, creo que se ale¬grará de que te quedes aquí, en Tamir.
Cuando su madre se fue, _________ tomó la taza de café y la apartó con fuerza. Nadia dejó a un lado el cuaderno de bocetos.
—¿Acaso has perdido la cabeza? —preguntó con suavidad—. ¿O sólo quieres llevar la contraria? —ex¬haló un suspiro de exasperación—. ¿No dijiste hace dos días lo atractivo que te parecía el señor Jonas? ¿Y no hablabas de lo mucho que te gustaría via¬jar a Norteamérica? En particular, a Texas. Te parecía un sueño imposible. Para que se cumpliera tendría que ocurrir un milagro. Ahora parece que hubieras frotado una lámpara mágica. Todos tus deseos se han hecho realidad. ¿Y quieres rechazarlos? _________, por el amor de Dios, ¿por qué?
—Porque no lo amo —dijo _________ con rotundidad, con voz tan reseca como la mirada—.Y él tampoco me quiere a mí.
Con un ruido de exasperación, Nadia se apartó de la mesa.
—_________, qué pequeña eres. No sabes lo que dices. El amor sólo da dolor. Créeme. No te interesa cono¬cer un dolor como ése.
—Lo siento, Nadia —susurró _________, acordándose de que a su hermana le habían roto el corazón.
—Además —prosiguió Nadia con vigor—, no es¬tamos hablando de amor, sino de matrimonio, lo cual no tiene nada que ver. El amor es el peor moti¬vo que existe para casarse. Es una idea reciente la de que uno debe estar enamorado para contraer matri-monio, ¿no lo sabías? ¡Y mira lo que acarrea! Tanta infelicidad... Al final, el amor conduce a la decep¬ción, la decepción a la tristeza e incluso al divorcio. No, gracias.
—Entonces —dijo _________ a regañadientes—. ¿Por qué razón crees que la gente debería casarse, si no es por amor? —no estaba dispuesta a coincidir con aquella visión cínica de la vida, pero no quería discu¬tir con Nadia.
—Pues por razones prácticas, por supuesto —Na¬dia se mostraba tan irritantemente superior como puede mostrarse una hermana mayor—. El matrimo¬nio ha de acordarse como un negocio: debe ser un contrato ventajoso para las dos partes. Yo, por ejem¬plo —dijo con altivez, manteniendo la cabeza alta—, he decidido casarme con Butrus. ¿Por qué? —pasan¬do por alto la exclamación de sorpresa de _________, si¬guió hablando, señalando las razones una a una con los dedos—. Primero, Butrus quiere casarse conmigo para ganarse el favor de nuestro padre, por tanto, sabe que debe tratarme bien, muy bien, porque si me hiciera desgraciada, a nuestro padre no le agra¬daría. Dos, como consejero de nuestro padre, Butrus pasa mucho tiempo fuera del país. Así que, no sólo gozaría de la condición de una mujer casada, sino que dispondría de mucha libertad. Y, tres, quiero te¬ner hijos. Butrus es apuesto y bien proporcionado. Así que tendríamos bebés guapos y sanos. Y tiene unos dientes muy bonitos, creo.
—Nadia —dijo _________, riendo a su pesar—, hablas como si estuvieras comprando un caballo.
—Es prácticamente lo mismo —repuso Nadia con desenfado. Pero, un momento después, volvió a mostrarse seria cuando se inclinó para cubrir la mano de _________ con la suya y darle un pequeño apre¬tón urgente—. _________, por una vez en tu vida, piensa con la cabeza. Nick Jonas también te dará hijos hermosos y sanos. Y te llevará a Norteamérica, a Te¬xas —volvió la cabeza rápidamente y bajó la voz. Aun así, le temblaba de pasión—. Lejos de aquí. Pién¬salo, _________. En Norteamérica podrás hacer lo que quieras. Lo que quieras. ¿Lo entiendes? La libertad... —se enderezó bruscamente y se mordió el labio—. Piénsatelo, _________ —susurró y, tomando su cuaderno de bocetos, se alejó rápidamente sin mirar atrás.

por **CariitoJonas15** Mar 10 Jul 2012, 4:56 pm

Capítulo 12

_________ perdió la noción del tiempo que permane¬ció allí, mordiéndose el labio y frunciendo el ceño mientras miraba al vacío.
Fue la reunión más extraña en la que Nick había tomado parte en toda su vida. Desde luego, no era lo que había imaginado. Aunque le habría costado bas¬tante describir la situación que se había formado en la cabeza.
Salvo por un detalle: había esperado disponer de al menos una oportunidad para hablar con _________ en privado. Pero era evidente que eso no ocurriría. En cambio, ambos ocupaban sendas sillas de cuero ante el largo escritorio de caoba del jeque Ahmed, con varios palmos de espacio entre ellos. Podrían haber sido kilómetros.
Como un híbrido entre el Moisés bíblico y un di¬rector de instituto, el jeque Ahmed presidía la reu-nión. Su esposa, Alima, la madre de _________, ocupaba una cómoda silla cerca de los ventanales que daban al mar. Lucía una serena sonrisa y sostenía en sus manos un pequeño libro encuadernado en cuero.
En cuanto a _________, no le había dicho ni una sola palabra a Nick, ni siquiera lo había mirado. Permane¬cía sentada, con la espalda muy erguida y la cabeza alta, el arco de su cuello tan pálido como las colum¬nas de mármol que adornaban los jardines del pala¬cio. Sólo la trémula suavidad de sus labios delataba cierta emoción o vulnerabilidad, pero a Nick le bas¬taba. Contrariado por la sensación de náuseas que le entraba cuando veía.... cuando recordaba esa boca madura e increíblemente frágil, había dejado de mi¬rarla.

Con un rostro tan severo como el de un juez, el jeque Ahmed estaba hablando:
—¿Y que has tomado esta decisión libremente y por propia voluntad, con la mente pura y el corazón sincero?
—Sí... —Nick carraspeó—. Sí, señor, así es.
El jeque siguió hablando, diciendo algo solemne acerca de que el corazón de un hombre era tierra de Dios y no debía ser cuestionado por ningún con¬génere, pero Nick no escuchaba, estaba aturdido, perplejo, incapaz de explicar cómo un hombre como él, capaz de sortear las más complejas nego¬ciaciones, podía haber caído en aquella encerrona. Porque, lo cierto era que no veía otra salida... A no ser que estuviera dispuesto a dar marcha atrás delan¬te de _________ y de sus padres y decir que no había sido sincero al pedir la mano de _________, que había sido un error y que no estaba dispuesto a hacerlo después de todo.
Imposible. No podía decirlo, ni hablar. Porque, si algo había aprendido de niño era a afrontar las con¬secuencias de sus acciones como un hombre.
Consecuencias... Elena había dicho algo así, ¿no? Sólo habían estado unos minutos a solas, mientras Hassan hablaba con el capataz de una de las refinerías que habían visitado aquella tarde. Incluso en aquellos momentos, al recordar la decepción de su mirada, Nick se retorcía.
—Nick, te lo advertí... —había dicho Elena.
—Lo hiciste —reconoció él, y trató de hacer una broma lúgubre—. No te preocupes, asumo plena¬mente la responsabilidad de mi estupidez.
Pero Elena no sonrió, y con un triste movimiento de cabeza, murmuró:

—No era lo que quería para ti, Nick —desvió la mirada hacia donde su marido, de espaldas a ellos, hablaba con el encargado de la refinería—. Confiaba en que, algún día, encontrarías a alguien a quien pu¬dieras amar como yo amo a Hassan —se le quebró la voz en aquel momento, y Nick resopló para camu¬flar la punzada de dolor que le traspasó de forma inesperada el corazón.
No sabía por qué había experimentado esa sensa¬ción de pérdida. De todas formas, nunca había espe¬rado conocer esa clase de amor. El amor que dura toda una vida. Por su experiencia personal, le pare¬cía dudoso que un amor así existiera de verdad.
En cuanto a sus sentimientos por _________, ya que eran tan confusos para él, gran parte del tiempo in¬tentaba no pensar en ellos. Si hubiera tenido que de¬finirlos, habría dicho que consistían en una mezcla de enojo y de remordimientos. Sí, ella se había com¬portado como una colegiala enamoradiza, pero él era lo bastante maduro, lo bastante experimentado, para haberlo visto venir. Era responsable y dependía de él enderezar la situación. Pero había algo más en el torbellino de emociones que no acertaba a defi¬nir; posiblemente, porque le resultaba muy poco fa¬miliar. Lo más parecido que se le ocurría era un ins¬tinto protector. Había herido los sentimientos de aquella niña mujer y no quería volverlo a hacer.
Resultaba comprensible. Pero ni siquiera eso ex¬plicaba la extraña ternura que lo invadía algunas ve¬ces cuando la miraba, como en aquellos momentos, mientras murmuraba respuestas afirmativas a las preguntas de sus padres.
—¿Accedes a este matrimonio, _________, libremente y por propia voluntad?
—Sí, padre. .
Pero en ningún momento miró a Nick, y éste ex¬perimentó un extraño vacío.
_________ contemplaba su imagen en el espejo, los ojos oscuros y solemnes en un rostro pálido y ceroso. Veía las manos de su madre, airosas y blancas como péta¬los de azucenas, retocando los velos que cubrían la larga melena negra de su hija, velos con los que no tardaría en taparle la cara y que _________ conservaría has¬ta los últimos momentos de la ceremonia de aquella mañana, cuando su marido se los levantaría para con¬templar su rostro.
Al menos, pensó _________, no habría muchas perso¬nas presenciando aquel momento. Sólo sus padres y sus hermanas, Nadia y Sammi, y Salma, y tal vez algún criado que la conocía desde pequeña. Se alegraba de no tener que ver a Elena y, en especial, a Hassan. Al parecer, se habían ido de luna de miel la noche ante¬rior, justo después de recorrer las refinerías de petró¬leo de la isla con Nick. La mayoría de invitados que habían asistido a la boda de Hassan y de Elena habían partido la víspera, y probablemente ni siquiera se ha¬brían enterado aún de la humillación de _________.
Ni siquiera tendría un banquete, ya que Nick y ella partirían hacia Texas inmediatamente después de la ceremonia de nikah. Imposible organizar una celebración gozosa de la consumación.
Se le revolvió el estómago y tragó saliva. «Ojalá tuviera un poco de maquillaje», pensó. «Pintalabios, al menos. ¿Qué pensará Nick cuando me vea tan pá¬lida? ¿Le pareceré bonita? ¿Querrá besarme otra vez, como hizo la otra noche?»

Fin de la maratón :D

por **aranzhitha** Mar 10 Jul 2012, 5:27 pm

ahh que feo que no tuvo una boda completa y que se dieran asi las cosas
Pero bueno se caso con Nick y estoy segura que seran felices
Gracias por el maraton!!!

por **chelis** Mar 10 Jul 2012, 5:51 pm

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHHHHHHH
LOOOSSSS DOOOOOOSSS MEYIEROONN LAS PAAATAAAASSSS
AAAAII SIGUEEELAAA PORFIISS

por **jamileth** Jue 12 Jul 2012, 5:46 pm

siguelaaaaaa

quiero mas cap1!!!

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

por **chelis** Jue 12 Jul 2012, 8:39 pm

por **Sunny** Vie 13 Jul 2012, 11:39 am

Ahhhhhhhhhhhhhh!Me encanta! Aunque no haya amor se que pronto lo habra!!!!Me alero de que se hayan casado!Espero que la sigas pronto!besos

por **chelis** Vie 13 Jul 2012, 1:52 pm

CAAAPIISS

por **jamileth** Vie 13 Jul 2012, 6:36 pm

capppp

por **chelis** Vie 13 Jul 2012, 7:00 pm

por **jamileth** Vie 13 Jul 2012, 7:07 pm

lalalalla

siguelaaaa

por **chelis** Vie 13 Jul 2012, 7:08 pm

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