Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 19 de 27. • Comparte
Página 19 de 27. • 1 ... 11 ... 18, 19, 20 ... 23 ... 27
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Zore De Jonas*-* escribió:Nueva lectora $:
En verdad me ha encantado la novela, y espero que la sigas muy muy pronto a ver que pasa con esta pareja tan particular, también para saber si de una vez por todas descubren a Demi!
Bueno, me encanta! Porfis siguela muy muy muy pronto! Saludos
¡Bienvenida! Gracias por leer. Me gusta que te guste :B
Daai.Jonas.Lovato
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
ahh espero que Demetria no vaya a hacer nada para estropearlo
Porque si no ahora si la mato :x
Siguela!!!
Porque si no ahora si la mato :x
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Dios, es que le encanta que le pasen las cosas.
Yo siendo ella no me despego de la cocina...
Por favor, pon capítulos más largos :'(
SIGUELAAAAAA
Yo siendo ella no me despego de la cocina...
Por favor, pon capítulos más largos :'(
SIGUELAAAAAA
Dayi_JonasLove!*
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
maaaaaaaaas capi!! algo me dice que esa Demetria le va a dañar otra vez la comida!!! y JOe sigue dormido?? ejjejeje :P
Zulencita González
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
espero que este proyecyo no se salga mal a la rayis jaja buno mejor dicho que demi no se lo arruine
andreita
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Por que será que tengo esa sensación de que mientras la rayis no esté para controlar la olla ..
vendrá una niña niña llamada Demetria y le pondrá más azúcar , o elevará más la temperatura , o hará algo que estropee la mermelada ¬¬' ..
SI-GUE-LAA !! ..
vendrá una niña niña llamada Demetria y le pondrá más azúcar , o elevará más la temperatura , o hará algo que estropee la mermelada ¬¬' ..
SI-GUE-LAA !! ..
Jess Jonas ..
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Si, yo tengo la misma sensacion vendr auna niña petulante a arruinar todo..solo espror que porfin la atrapen ¬¬'...
por cierto, cuantos caps tiene la nove?
por cierto, cuantos caps tiene la nove?
helado00
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
CAPITULO 15 Parte II
Se colgó un reloj de la manga para acordarse de comprobar cómo iba la mermelada cada cierto tiempo. Se cocinaba despacio y, según ______, estaba deliciosa. La olla era gruesa y no se calentaba demasiado a fuego lento, de modo que podía agarrar las asas mientras removía, que era una facilidad más.
Como la mermelada no requería su atención exclusiva, decidió dedicar sus energías al apestoso desastre del invernadero. La irritaba tremendamente no haber podido descubrir todavía cómo el saboteador había conseguido matar todas sus plantas preferidas. Sólo había podido deducir que la peste no provenía de las propias plantas.
Estaban muertas; eso era innegable. Sin embargo, la peste procedía de pilas de basura de la cocina discretamente colocadas que sospechaba que alguien había interceptado cuando iban camino del comedero de los cerdos. Además, vio que, mezclada con la basura, había una sospechosa sustancia marrón que sólo podía conseguirse en el suelo de los establos.
Quienquiera que quería causarle problemas debía de estar plenamente dedicado a ello. Ellz no se imaginaba odiar tanto a alguien como para recoger excrementos de caballo y basura de la cocina de forma diaria. Sin embargo, su pequeño invernadero le gustaba lo suficiente como para ponerse un par de guantes y sacar toda aquella porquería fuera. Encontró unos sacos y una pala, decidió no respirar por la nariz en la siguiente hora y empezó a cavar.
Sin embargo, al cabo de cinco minutos quedó claro que la falda le molestaba, de modo que encontró unos trozos de cordel y se sentó en un banco de piedra para atarse los bajos del vestido.
—Una vista preciosa.
_____ levantó la cabeza y vio a su marido entrar en el invernadero.
—Buenos días, Joseph.
—Hace tiempo que deseo que te subas el vestido para mí —dijo —con una picara sonrisa—. ¿Quién es el beneficiario de un gesto tan delicado?
Ella olvidó sus modales y le sacó la lengua.
—Dirás mejor «qué».
Joe siguió su mirada hasta un apestoso montón de porquería apilado detrás de un naranjo. Se acercó, olió el aire y retrocedió.
—Por el amor de Dios, _____ —dijo, con una arcada y tosiendo—, ¿qué les has hecho a las plantas?
—No he sido yo —gruñó ella—. ¿De veras crees que soy tan estúpida como para pensar que una cabeza de oveja podrida ayudaría a crecer al naranjo?
—¿Una qué? —volvió a acercarse al árbol para echar otro vistazo.
—Ya la he sacado —dijo ella señalando el saco.
—Dios, _____, no tendrías que estar haciendo esto.
—No —asintió ella—, no debería. Está claro que alguien en Jonas Abbey no aprecia mi presencia en la casa, pero, si me permites el juego de palabras, llegaré al fondo de esto, aunque me vaya la vida. No toleraré más esta situación.
Joe soltó un sonoro suspiro y observó cómo ella clavaba la pala en la tierra.
—Toma —le dijo ella—, puedes aguantar el saco abierto. Aunque quizá quieras ponerte unos guantes.
Él parpadeó, incapaz de creer que lo estuviera limpiando ella sola.
—_____, puedo pedir a los criados que lo hagan.
—No, no puedes —respondió ella de inmediato y con más emoción de la que él hubiera esperado—. No deberían hacer esto. No voy a pedirles que lo hagan.
—Querida, precisamente para esto tenemos criados. Les pago unos sueldos muy generosos para que Jonas Abbey esté limpia. Esto es... un poco más apestoso de lo habitual.
Ella lo miró con los ojos sospechosamente brillantes.
—Van a pensar que lo he hecho yo. Y no quiero.
Joe se dio cuenta de que estaba en juego el orgullo de su esposa. Y como él también sabía un par de cosas sobre el orgullo, no insistió más. Sólo dijo:
—De acuerdo. Pero debo insistir en que me des la pala. ¿Qué clase de marido sería si me quedara aquí sentado mirando cómo haces todo el trabajo?
—Ni hablar. Llevas puntos en un brazo.
—No es tan grave.
Ella se rió.
—Quizá olvidas que fui yo quien te cosió anoche. Sé exactamente lo grave que es.
—_____, dame la pala.
—Nunca.
Él se cruzó de brazos y la miró fijamente. Dios santo, era muy tozuda.
—_____, la pala, por favor.
—No.
Él se encogió de brazos.
—Está bien. Tú ganas. No cavaré.
—Sabía que acabarías cediendo... ¡eh!
—El brazo —dijo mientras la pegaba a su cuerpo— funciona bastante bien, en realidad.
Cuando ella dobló el cuello para mirarlo, la pala cayó al suelo.
—¿Joe? —preguntó ella, dubitativa.
Él dibujó una sonrisa lobezna.
—He pensado que podría besarte.
—¿Aquí? —preguntó ella con voz ronca.
—Mmm.
—Pero si apesta.
—Si tú lo ignoras, yo también.
—Pero ¿por qué?
—¿Besarte?
Ella asintió.
—Porque he pensado que quizá así conseguía que dejaras de hablar de esa estúpida pala —antes de que ella pudiera decir nada más, Joseph inclinó la cabeza y le dio un beso en los labios. Ella no se relajó de inmediato; él tampoco esperaba que lo hiciera. Pero es que era tan divertido sostener a esa mujer decidida e inquieta entre los brazos. Era como una leona pequeña, salvaje y protectora, y Joe descubría que quería que todas esas emociones fueran dirigidas a él. Su insistencia en que descansara mientras ella hacía el trabajo duro no lo hacía sentirse menos hombre. Sólo lo hacía sentirse querido.
¿Querido? ¿Era eso lo que quería? Siempre había pensado que quería un matrimonio como el de sus padres. Él llevaría su vida, su mujer llevaría la suya y ambos estarían satisfechos con eso. Excepto que se sentía atraído por su mujer como nunca había imaginado, como nunca había ni siquiera soñado. Y no estaba satisfecho. La deseaba, la deseaba con todas sus fuerzas, y ella siempre estaba justo fuera de su alcance.
Levantó la cabeza un centímetro y la miró. ______ tenía la mirada perdida, los labios suaves y separados y él no sabía por qué nunca se había dado cuenta, pero debía de ser la mujer más bonita del mundo entero, y estaba justo allí, en sus brazos y... tenía que volver a besarla. Ahora. Su boca la devoró con una nueva y sorprendente urgencia, y bebió su esencia. Sabía a frutos rojos calientes, dulces, ácidos, a pura _____. Sus manos arremangaron la tela de la falda hasta que pudo introducirlas debajo y acariciar la firme piel de su muslo.
Ella contuvo el aliento y se aferró a sus hombros, cosa que sólo consiguió aumentar su excitación, y deslizó la mano hacia arriba hasta que encontró dónde terminaba la media. Con un dedo, le acarició la piel desnuda, y disfrutó de cómo ella se estremecía por sus caricias.
—Oh, Joe —gimió ella, y aquello bastó para acabar de encenderlo. Sólo oír el sonido de su nombre en su boca.
—______ —dijo, con una voz tan ronca que casi ni él mismo reconoció—, tenemos que ir arriba. Ahora.
Ella no reaccionó durante unos segundos, sólo se quedó pegada a él, pero luego parpadeó y dijo:
—No puedo.
—No digas eso —dijo él arrastrándola hacia la puerta—. Di cualquier cosa menos eso.
—No, tengo que remover la mermelada.
Aquello hizo que él se detuviera en seco.
—¿De qué diantres hablas?
—Tengo que... —hizo una pausa y se humedeció los labios—. No me mires así.
—¿Cómo? —dijo él, que lentamente iba recuperando el sentido del humor.
Ella puso los brazos en jarra y lo miró fijamente.
—Como si quisieras comerme.
—Es lo que quiero.
—¡Joe!
Él se encogió de hombros.
—Mi madre me enseñó a no mentir.
Ella lo miró como si estuviera a punto de perder la paciencia.
—Tengo que irme.
—Perfecto. Te acompañaré arriba.
—Tengo que ir a la cocina —dijo ella, decidida.
Él suspiró.
—La cocina, no.
Ella apretó los labios y dibujó una línea recta antes de gruñir:
—Estoy haciendo mermelada como regalo de Navidad para los arrendatarios. Te lo dije ayer.
—De acuerdo. A la cocina. Y luego a la habitación.
—Pero yo... —_____ dejó las palabras en el aire cuando se dio cuenta de que no quería discutir más con él. Quería que la acariciara, quería escuchar sus dulces palabras de seducción. Quería sentirse la mujer más deseada del mundo, que era exactamente cómo se sentía cada vez que él la miraba con esos ojos ardientes y lascivos.
Una vez decidida, dibujó una tímida sonrisa y dijo:
—Está bien.
Estaba claro que él no esperaba aquella respuesta, porque dijo:
—¿Sí?
Ella asintió, pero sin mirarlo a los ojos.
—¡Genial! —parecía un niño emocionado, cosa que extrañó un poco a Ellie, puesto que estaba a punto de dejarse seducir por él.
—Pero primero tengo que ir a la cocina —le recordó.
—La cocina. Es verdad. La cocina —él la miró de reojo mientras la llevaba por el pasillo—. Esto le resta un poco de espontaneidad, ¿no crees?
—Joe —dijo ella en tono de advertencia.
—Muy bien —cambió de dirección y empezó a arrastrarla hacia la cocina, incluso más deprisa que cuando la llevaba a la habitación.
—¿Intentando compensar de antemano el tiempo perdido? —se burló ella.
Giraron una esquina, la pegó a la pared y le dio un breve pero posesivo beso.
—Tienes tres minutos en la cocina —dijo—. Tres. Ni uno más.
Joseph es muy apasionado :twisted: (?) No se ustedes, pero yo no puedo creer que ya mañana nuestrp Danger cumpla 23 años :(
Se colgó un reloj de la manga para acordarse de comprobar cómo iba la mermelada cada cierto tiempo. Se cocinaba despacio y, según ______, estaba deliciosa. La olla era gruesa y no se calentaba demasiado a fuego lento, de modo que podía agarrar las asas mientras removía, que era una facilidad más.
Como la mermelada no requería su atención exclusiva, decidió dedicar sus energías al apestoso desastre del invernadero. La irritaba tremendamente no haber podido descubrir todavía cómo el saboteador había conseguido matar todas sus plantas preferidas. Sólo había podido deducir que la peste no provenía de las propias plantas.
Estaban muertas; eso era innegable. Sin embargo, la peste procedía de pilas de basura de la cocina discretamente colocadas que sospechaba que alguien había interceptado cuando iban camino del comedero de los cerdos. Además, vio que, mezclada con la basura, había una sospechosa sustancia marrón que sólo podía conseguirse en el suelo de los establos.
Quienquiera que quería causarle problemas debía de estar plenamente dedicado a ello. Ellz no se imaginaba odiar tanto a alguien como para recoger excrementos de caballo y basura de la cocina de forma diaria. Sin embargo, su pequeño invernadero le gustaba lo suficiente como para ponerse un par de guantes y sacar toda aquella porquería fuera. Encontró unos sacos y una pala, decidió no respirar por la nariz en la siguiente hora y empezó a cavar.
Sin embargo, al cabo de cinco minutos quedó claro que la falda le molestaba, de modo que encontró unos trozos de cordel y se sentó en un banco de piedra para atarse los bajos del vestido.
—Una vista preciosa.
_____ levantó la cabeza y vio a su marido entrar en el invernadero.
—Buenos días, Joseph.
—Hace tiempo que deseo que te subas el vestido para mí —dijo —con una picara sonrisa—. ¿Quién es el beneficiario de un gesto tan delicado?
Ella olvidó sus modales y le sacó la lengua.
—Dirás mejor «qué».
Joe siguió su mirada hasta un apestoso montón de porquería apilado detrás de un naranjo. Se acercó, olió el aire y retrocedió.
—Por el amor de Dios, _____ —dijo, con una arcada y tosiendo—, ¿qué les has hecho a las plantas?
—No he sido yo —gruñó ella—. ¿De veras crees que soy tan estúpida como para pensar que una cabeza de oveja podrida ayudaría a crecer al naranjo?
—¿Una qué? —volvió a acercarse al árbol para echar otro vistazo.
—Ya la he sacado —dijo ella señalando el saco.
—Dios, _____, no tendrías que estar haciendo esto.
—No —asintió ella—, no debería. Está claro que alguien en Jonas Abbey no aprecia mi presencia en la casa, pero, si me permites el juego de palabras, llegaré al fondo de esto, aunque me vaya la vida. No toleraré más esta situación.
Joe soltó un sonoro suspiro y observó cómo ella clavaba la pala en la tierra.
—Toma —le dijo ella—, puedes aguantar el saco abierto. Aunque quizá quieras ponerte unos guantes.
Él parpadeó, incapaz de creer que lo estuviera limpiando ella sola.
—_____, puedo pedir a los criados que lo hagan.
—No, no puedes —respondió ella de inmediato y con más emoción de la que él hubiera esperado—. No deberían hacer esto. No voy a pedirles que lo hagan.
—Querida, precisamente para esto tenemos criados. Les pago unos sueldos muy generosos para que Jonas Abbey esté limpia. Esto es... un poco más apestoso de lo habitual.
Ella lo miró con los ojos sospechosamente brillantes.
—Van a pensar que lo he hecho yo. Y no quiero.
Joe se dio cuenta de que estaba en juego el orgullo de su esposa. Y como él también sabía un par de cosas sobre el orgullo, no insistió más. Sólo dijo:
—De acuerdo. Pero debo insistir en que me des la pala. ¿Qué clase de marido sería si me quedara aquí sentado mirando cómo haces todo el trabajo?
—Ni hablar. Llevas puntos en un brazo.
—No es tan grave.
Ella se rió.
—Quizá olvidas que fui yo quien te cosió anoche. Sé exactamente lo grave que es.
—_____, dame la pala.
—Nunca.
Él se cruzó de brazos y la miró fijamente. Dios santo, era muy tozuda.
—_____, la pala, por favor.
—No.
Él se encogió de brazos.
—Está bien. Tú ganas. No cavaré.
—Sabía que acabarías cediendo... ¡eh!
—El brazo —dijo mientras la pegaba a su cuerpo— funciona bastante bien, en realidad.
Cuando ella dobló el cuello para mirarlo, la pala cayó al suelo.
—¿Joe? —preguntó ella, dubitativa.
Él dibujó una sonrisa lobezna.
—He pensado que podría besarte.
—¿Aquí? —preguntó ella con voz ronca.
—Mmm.
—Pero si apesta.
—Si tú lo ignoras, yo también.
—Pero ¿por qué?
—¿Besarte?
Ella asintió.
—Porque he pensado que quizá así conseguía que dejaras de hablar de esa estúpida pala —antes de que ella pudiera decir nada más, Joseph inclinó la cabeza y le dio un beso en los labios. Ella no se relajó de inmediato; él tampoco esperaba que lo hiciera. Pero es que era tan divertido sostener a esa mujer decidida e inquieta entre los brazos. Era como una leona pequeña, salvaje y protectora, y Joe descubría que quería que todas esas emociones fueran dirigidas a él. Su insistencia en que descansara mientras ella hacía el trabajo duro no lo hacía sentirse menos hombre. Sólo lo hacía sentirse querido.
¿Querido? ¿Era eso lo que quería? Siempre había pensado que quería un matrimonio como el de sus padres. Él llevaría su vida, su mujer llevaría la suya y ambos estarían satisfechos con eso. Excepto que se sentía atraído por su mujer como nunca había imaginado, como nunca había ni siquiera soñado. Y no estaba satisfecho. La deseaba, la deseaba con todas sus fuerzas, y ella siempre estaba justo fuera de su alcance.
Levantó la cabeza un centímetro y la miró. ______ tenía la mirada perdida, los labios suaves y separados y él no sabía por qué nunca se había dado cuenta, pero debía de ser la mujer más bonita del mundo entero, y estaba justo allí, en sus brazos y... tenía que volver a besarla. Ahora. Su boca la devoró con una nueva y sorprendente urgencia, y bebió su esencia. Sabía a frutos rojos calientes, dulces, ácidos, a pura _____. Sus manos arremangaron la tela de la falda hasta que pudo introducirlas debajo y acariciar la firme piel de su muslo.
Ella contuvo el aliento y se aferró a sus hombros, cosa que sólo consiguió aumentar su excitación, y deslizó la mano hacia arriba hasta que encontró dónde terminaba la media. Con un dedo, le acarició la piel desnuda, y disfrutó de cómo ella se estremecía por sus caricias.
—Oh, Joe —gimió ella, y aquello bastó para acabar de encenderlo. Sólo oír el sonido de su nombre en su boca.
—______ —dijo, con una voz tan ronca que casi ni él mismo reconoció—, tenemos que ir arriba. Ahora.
Ella no reaccionó durante unos segundos, sólo se quedó pegada a él, pero luego parpadeó y dijo:
—No puedo.
—No digas eso —dijo él arrastrándola hacia la puerta—. Di cualquier cosa menos eso.
—No, tengo que remover la mermelada.
Aquello hizo que él se detuviera en seco.
—¿De qué diantres hablas?
—Tengo que... —hizo una pausa y se humedeció los labios—. No me mires así.
—¿Cómo? —dijo él, que lentamente iba recuperando el sentido del humor.
Ella puso los brazos en jarra y lo miró fijamente.
—Como si quisieras comerme.
—Es lo que quiero.
—¡Joe!
Él se encogió de hombros.
—Mi madre me enseñó a no mentir.
Ella lo miró como si estuviera a punto de perder la paciencia.
—Tengo que irme.
—Perfecto. Te acompañaré arriba.
—Tengo que ir a la cocina —dijo ella, decidida.
Él suspiró.
—La cocina, no.
Ella apretó los labios y dibujó una línea recta antes de gruñir:
—Estoy haciendo mermelada como regalo de Navidad para los arrendatarios. Te lo dije ayer.
—De acuerdo. A la cocina. Y luego a la habitación.
—Pero yo... —_____ dejó las palabras en el aire cuando se dio cuenta de que no quería discutir más con él. Quería que la acariciara, quería escuchar sus dulces palabras de seducción. Quería sentirse la mujer más deseada del mundo, que era exactamente cómo se sentía cada vez que él la miraba con esos ojos ardientes y lascivos.
Una vez decidida, dibujó una tímida sonrisa y dijo:
—Está bien.
Estaba claro que él no esperaba aquella respuesta, porque dijo:
—¿Sí?
Ella asintió, pero sin mirarlo a los ojos.
—¡Genial! —parecía un niño emocionado, cosa que extrañó un poco a Ellie, puesto que estaba a punto de dejarse seducir por él.
—Pero primero tengo que ir a la cocina —le recordó.
—La cocina. Es verdad. La cocina —él la miró de reojo mientras la llevaba por el pasillo—. Esto le resta un poco de espontaneidad, ¿no crees?
—Joe —dijo ella en tono de advertencia.
—Muy bien —cambió de dirección y empezó a arrastrarla hacia la cocina, incluso más deprisa que cuando la llevaba a la habitación.
—¿Intentando compensar de antemano el tiempo perdido? —se burló ella.
Giraron una esquina, la pegó a la pared y le dio un breve pero posesivo beso.
—Tienes tres minutos en la cocina —dijo—. Tres. Ni uno más.
Joseph es muy apasionado :twisted: (?) No se ustedes, pero yo no puedo creer que ya mañana nuestrp Danger cumpla 23 años :(
Daai.Jonas.Lovato
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
helado00 escribió:Si, yo tengo la misma sensacion vendr auna niña petulante a arruinar todo..solo espror que porfin la atrapen ¬¬'...
por cierto, cuantos caps tiene la nove?
Unos 20 0 21.. (:
Daai.Jonas.Lovato
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Jajajajajajajajajajajajajajaja xD ..
A M É E L C A PI ! ..
" cambió de dirección y empezó a arrastrarla hacia la cocina, incluso más deprisa que cuando la llevaba a la habitación. " ..
Jajajaja morí con eso ..
me encantó el capi ..
si Joe es muuuy muuuy apasionado xD ..
Quién puede creer que nuestro DJ Danger MAÑANA , MAÑANA ya cumpla 23 AÑOS ! D: ..
que rápido pasan los años ..
Boeh .
SI-GUE-LAA !! ..
A M É E L C A PI ! ..
" cambió de dirección y empezó a arrastrarla hacia la cocina, incluso más deprisa que cuando la llevaba a la habitación. " ..
Jajajaja morí con eso ..
me encantó el capi ..
si Joe es muuuy muuuy apasionado xD ..
Quién puede creer que nuestro DJ Danger MAÑANA , MAÑANA ya cumpla 23 AÑOS ! D: ..
que rápido pasan los años ..
Boeh .
SI-GUE-LAA !! ..
Jess Jonas ..
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Si es muy apasionado
Yo tampoco puedo creer que sean 23 añitos ya esta grande :') el tiempo pasa muy rápido
Siguelaaa :)
Yo tampoco puedo creer que sean 23 añitos ya esta grande :') el tiempo pasa muy rápido
Siguelaaa :)
JB&1D2
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
CAPITULO 15 Parte III
—Tienes tres minutos en la cocina —dijo—. Tres. Ni uno más.
_____ se rió y asintió, dispuesta a dejar que tuviera esa actitud dictatorial, porque la excitaba por dentro. La soltó y bajaron las escaleras, aunque ella casi tenía que correr para mantener su ritmo.
La cocina empezaba a bullir de actividad mientras monsieur Belmont y su equipo comenzaban a preparar las comidas del día. La señora Stubbs estaba en un rincón intentando ignorar al francés mientras éste supervisaba a las tres doncellas que estaban limpiando los cacharros del desayuno.
—La mermelada está allí encima del fuego — le dijo a Joe mientras señalaba la olla grande—. Frutos rojos. Helen y yo la hemos preparado juntas y...
—Tres minutos, _____.
—Sí. Sólo tengo que removerla y luego...
—Pues remuévela —dijo él.
Ella avanzó hacia el fuego y luego dijo:
—¡Oh! Antes tengo que lavarme las manos. Llevaba guantes, pero hacía mucha peste.
Joseph suspiró impaciente. Si no le hubiera dado tantas vueltas, ya lo habría hecho todo.
—Lávate las manos, remuévelo y acaba ya. Mira, encima de la mesa hay un cubo de agua.
Ella sonrió, metió las manos en el agua y soltó un grito.
—¿Y ahora qué?
—Está congelada. Monsieur Belmont debe haber mandado traer hielo. Quizá tendremos un postre de fruta helada esta noche.
—_____, la mermelada...
Alargó las manos hacia la olla, frunciendo el ceño cuando vio que las doncellas se alejaban. Estaba claro que todavía no confiaban en ella.
—Sólo voy a dejarla en esta mesa, para que se enfríe y...
Joe nunca sabría con seguridad qué pasó a continuación. Estaba mirando cómo monsieur Belmont cortaba una berenjena con manos expertas cuando oyó que _____ soltaba un grito de dolor. Cuando la miró, vio que la enorme olla estaba cayendo al suelo. Mientras observaba la escena horrorizado e impotente, la olla cayó al suelo y la tapa salió volando. La mermelada violeta salpicó por todas partes: la cocina, el suelo y a _____.
Ella gritó como un animal herido y cayó al suelo, llorando de agonía. A Joseph se le detuvo el corazón y corrió a su lado, resbalando con el líquido caliente y pegajoso.
—Quítamela —lloró ella—. Quítamela.
Joe la miró y vio que la mermelada hirviente estaba pegada a su piel. Por Dios, mientras él miraba, la piel de ella se quemaba. Parecía que sólo le había salpicado las manos y las muñecas. Sin pensárselo dos veces, agarró el cubo de agua fría que ella había utilizado dentro y le metió las manos dentro.
Ella lo golpeó con el cuerpo e intentó sacar las manos.
—No —gritó—. Está demasiado fría.
—Cariño, ya lo sé —dijo él, con delicadeza, rezando para que ella no percibiera el pequeño temblor en su voz—. Yo también tengo las manos en el agua.
—Duele. Duele mucho.
Joe tragó saliva y miró alrededor de la cocina. Seguro que había alguien que sabía qué hacer, cómo aliviarle el dolor. Oírla llorar y notar las sacudidas de su cuerpo le rompía el corazón.
—Chisss, _____ —dijo con su voz más dulce—. Mira, la mermelada se está despegando, ¿lo ves?
Ella bajó la mirada hacia el cubo y él deseó no haber dicho nada, porque tenía las manos llenas de manchas rojas en carne viva.
—Traedme más hielo —gritó a nadie en particular—. El agua se está calentando.
La señora Stubbs dio un paso adelante a pesar de que tres doncellas ya corrían hacia la hielera.
—Señor, no sé si ha hecho lo correcto.
—La mermelada todavía estaba hirviendo. Tenía que enfriarla.
—Pero está temblando.
Joe se volvió hacia su esposa.
—¿Todavía duele tanto?
Ella meneó la cabeza.
—Casi no siento nada.
Joseph se mordió el labio inferior. No sabía cómo curar una quemadura.
—Está bien. Quizá deberíamos vendarlas.
Permitió que _____ sacara las manos del agua, pero, a los diez segundos, ya volvía a llorar de dolor. Le metió las manos en el agua otra vez justo cuando las doncellas venían con el hielo.
—Parece que el agua fría le alivia el dolor —le dijo a la señora Stubbs.
—Pero no puede quedarse así siempre.
—Lo sé. Un minuto más. Quiero estar seguro.
—¿Quiere que prepare una pomada especial para las quemaduras?
Joe asintió y volvió a concentrarse en _____. La abrazó con fuerza y pegó los labios a su oreja mientras susurraba:
—Quédate aquí, cariño. Deja que te alivie el dolor.
Ella asintió.
—Respira hondo —le dijo. Cuando ella lo hizo, Joe miró a la señora Stubbs y dijo—: Que alguien limpie todo esto. No quiero verlo. Que lo tiren.
—¡No! —gritó _____—. ¡Mi mermelada no!
—Cielo, sólo es mermelada.
Ella se volvió hacia él con los ojos más claros desde que se había quemado.
—Me he pasado todo el día haciéndola.
Joe suspiró internamente, aliviado. Si ella podía concentrarse en la mermelada, quizá podía conseguir que dejara de pensar en el dolor.
—¿Qué está pasando? —dijo alguien con una horrible voz aguda.
Él levantó la cabeza. Era su tía Cordelia. Perfecto, esto era lo último que necesitaban.
—Que alguien la saque de aquí —dijo entre dientes.
—¿Se ha quemado? ¿Se ha quemado alguien? Llevo años advirtiéndoos a todos del peligro del fuego.
—¿Quiere alguien sacarla de la cocina? —dijo más alto.
—El fuego nos consumirá a todos. —Cordelia empezó a agitar los brazos en el aire—. ¡A todos!
—¡Ahora! —gritó Joseph, y esta vez aparecieron dos mozos para llevarse a su tía—. Dios santo —murmuró—, esta mujer está totalmente trastornada.
—Es inofensiva —dijo _____, temblorosa—. Tú mismo me lo dijiste.
—Tú no digas nada y conserva todas tus energías —le respondió, con la voz impregnada de miedo.
La señora Stubbs se les acercó con un pequeño cuenco en las manos.
—Aquí está la pomada, señor. Tenemos que untarle las heridas y luego vendarle las manos.
Miró con recelo la pegajosa mezcla.
—¿Qué es?
—Un huevo batido y dos cucharadas de aceite dulce, señor.
—¿Y está segura de que funcionará?
—Es lo que siempre usaba mi madre, señor.
—Está bien. —Joe se sentó mientras observaba cómo la señora Stubbs aplicaba la pomada en la maltrecha piel de _____ y luego le vendaba las manos con un fino lino. La joven condesa tenía el cuello y los hombros tensos, y él sabía que estaba intentando no llorar del dolor.
Dios, verla así le rompía el corazón.
Oyeron un pequeño alboroto en la puerta y él se volvió y vio a Judith, seguida de cerca por Demetria y Helen.
—Hemos oído ruidos —dijo Helen, casi sin aliento después de haber cruzado la casa corriendo—. La tía Cordelia estaba gritando.
—La tía Cordelia siempre grita —dijo Judith. Entonces vio a _____ y añadió—: ¿Qué ha pasado?
—Se ha quemado las manos —respondió Charles.
—¿Cómo? —preguntó Demi con la voz extrañamente áspera.
—La mermelada —respondió él—. Estaba... —se volvió hacia su esposa con la esperanza de que se olvidara un poco del dolor si la incluía en la conversación—. ¿Cómo diablos ha sucedido?
—La olla —jadeó ella—. He sido una estúpida. Debería haberme dado cuenta de que no estaba donde la había dejado.
Helen avanzó, se arrodilló y colocó un reconfortante brazo en sus hombros.
—¿Qué quieres decir?
La condesa se volvió hacia su nueva prima.
—Cuando dejamos la mermelada en el fuego..., queríamos que se hiciera a fuego lento, ¿recuerdas?
Helen asintió.
—Alguien debió de acercarla al fuego. Y no me di cuenta —se interrumpió y contuvo un grito de dolor cuando la señora Stubbs apretó las vendas de una mano y empezó a untarle la otra.
—¿Y luego qué pasó? —preguntó Helen.
—Las asas estaban calientes. No me lo esperaba y solté la olla. Cuando cayó al suelo... —cerró los ojos con fuerza, intentando no recordar el terrible momento en que el líquido violeta lo salpicó todo, y también sus manos, y la horrorosa sensación de quemarse.
—Ya basta —ordenó Joe, percibiendo su angustia—. Helen, llévate a Demi y a Judith de la cocina. No hay ninguna necesidad de que vean todo esto. Y haz que lleven una botella de láudano a la habitación de _____.
Helen asintió, tomó a sus hijas de la mano y se marchó.
—No quiero láudano —protestó.
—No tienes otra opción. Me niego a quedarme quieto y no hacer nada para calmarte el dolor.
—Pero no quiero dormir. No quiero... —tragó saliva y lo miró, sintiéndose más vulnerable que en toda su vida—. No quiero estar sola —susurró al final.
Joe se inclinó y le dio un delicado beso en la sien.
—No te preocupes —murmuró—. No me moveré de tu lado. Te lo prometo.
Y cuando por fin le administraron el láudano y la metieron en la cama, él se sentó en una silla junto a ella. Observó su cara mientras se dormía y luego se quedó sentado en silencio hasta que el sueño también se apoderó de él.
Daai.Jonas.Lovato
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
aghh maldita Demi estoy segura que fue ella
Siempre los interrumpen cuando lo van a hacer
Joe es tan lindo verdad
Siguela!!!
Siempre los interrumpen cuando lo van a hacer
Joe es tan lindo verdad
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
es esa niña otra vez verdad? :x
pero ya va a ver :twisted:
tan lindo mi joe :(L):
SÍGUELA! :pokerface:
pero ya va a ver :twisted:
tan lindo mi joe :(L):
SÍGUELA! :pokerface:
fernanda
Página 19 de 27. • 1 ... 11 ... 18, 19, 20 ... 23 ... 27
Temas similares
» "El Caballero De La Brillante Armadura"(Joe y ______)
» Gossip Girl- la Nueva generación. (1D Y MÁS)
» Un brillante juguete nuevo. [OS Larry Stylinson] Hot/Smut
» Gossip Girl- la Nueva generación. (1D Y MÁS)
» Un brillante juguete nuevo. [OS Larry Stylinson] Hot/Smut
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 19 de 27.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.