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Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Ay!!
Carambar rayis, como vas a poder hacer eso!! D:
pobre joseph!
siguela pronto :D
Carambar rayis, como vas a poder hacer eso!! D:
pobre joseph!
siguela pronto :D
helado00
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Jajajajaja xD ..
pobre del conde D: ..
Y más porque la raya va a coser su herida :O ..
como tiene el valor de hacer eso ? D: , es algo muy delicado ..
pero seguro lo hará bien :D ..
SI-GUE-LAA !! ..
pobre del conde D: ..
Y más porque la raya va a coser su herida :O ..
como tiene el valor de hacer eso ? D: , es algo muy delicado ..
pero seguro lo hará bien :D ..
SI-GUE-LAA !! ..
Jess Jonas ..
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Asffghdjkl! Dios lo ampare!
Rayita tiene que tener mucho cuidado! xd
Siguee!
Rayita tiene que tener mucho cuidado! xd
Siguee!
-Lizz-
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
CAPITULO 14 Parte II
—Allá vamos —dijo con una alegría fingida. La piel de Joe parecía tan rosada, sana y..., bueno, tan viva. Todo lo contrario a los últimos bajos de vestido que había cosido.
—¿Estás segura de que lo has hecho antes?
Ella sonrió algo tensa.
—¿Te mentiría?
—No querrás oír mi respuesta.
—¡Joe!
—Venga, acaba cuanto antes.
Ella respiró hondo y clavó la aguja. El primer punto fue el peor, aunque ______ descubrió que su pequeña mentira resultó ser verdad: era un poco como coser una colcha. Emprendió la tarea con la misma devoción y concentración que aplicaba a todo en la vida y, al cabo de poco, Joe tenía una preciosa hilera de puntos en el brazo.
También se había terminado lo que quedaba en la única botella de coñac que había en casa de Sally Evans.
—También te compraremos una —dijo ______, con una sonrisa a modo de disculpa.
—Te compraremos una casa entera —dijo él, arrastrando las palabras.
—Oh, no hace falta —dijo Sally enseguida—. Ésta está como nueva, con la chimenea arreglada.
—Ah, sí —dijo Joseph, que estaba muy parlanchín—. Bonita chimenea. La he visto. ¿Sabías que la he visto?
—Lo sabemos todos —dijo _____, en un tono de lo más paciente—. Te hemos visto subido al tejado.
—Claro, es verdad —sonrió y luego tuvo hipo.
Ella se volvió hacia Sally y dijo:
—Suele ponerse un poco tonto cuando está borracho.
—¿Y quién puede culparlo? —respondió Sally—. Si me estuvieran cosiendo a mí, habría necesitado dos botellas de coñac enteras.
—Y yo tres —dijo mientras acariciaba el brazo de su esposo. No quería que se preocupara de que las dos mujeres pensaran que era un débil por beber alcohol para soportar el dolor.
Pero él todavía seguía dándole vueltas al comentario de que estaba borracho.
—¡No estoy borracho! —dijo, indignado—. Un caballero nunca se emborracha.
—¿De verdad? —preguntó ella con una paciente sonrisa.
—Un caballero se confunde —dijo, asintiendo decidido—. Estoy confundido.
______ vio que Sally se tapaba la boca para esconder una sonrisa.
—No me importaría aceptar otra taza de té mientras esperamos el carruaje —le dijo a su anfitriona.
—No tendrá tiempo —respondió Sally—. Lo acabo de ver girar la curva.
—Gracias a Dios —dijo —. Tengo que meterlo en la cama enseguida.
—¿Te meterás conmigo? —dijo Joe mientras se levantaba, algo titubeante.
—¡Milord!
—No me importaría retomar las cosas donde las hemos dejado —hizo una pausa para tres hipos muy seguidos—. Me imagino que sabes a qué me refiero.
—Milord —dijo muy seria—, el coñac te ha dejado la lengua muy suelta.
—¿En serio? Me pregunto qué habrá hecho con la tuya —se balanceó hacia ella y _____ se apartó justo antes de que sus labios se tocaran. Por desgracia, esto provocó que perdiera el equilibrio y cayera al suelo.
—¡Por todos los santos! —exclamó ella—. Si te has abierto los puntos, juro por Dios que te despellejaré vivo.
Él parpadeó y apoyó las manos en las caderas. Sin embargo, el gesto no le otorgaba demasiada dignidad, porque seguía sentado en el suelo.
—Eso parece bastante contraproducente, ¿no crees?
______ soltó un sufrido suspiro.
—Sally, ¿quieres ayudarme a poner al conde de pie?
La joven acudió de inmediato en su ayuda y, en unos segundos, habían levantado a Joseph y lo habían sacado fuera. Por suerte, con el carruaje habían venido tres mozos. _____ dudaba que, entre las dos, hubieran podido meterlo dentro.
El trayecto a casa fue tranquilo, puesto que Charles se quedó dormido. Ella lo agradeció, porque suponía un descanso bien merecido. Sin embargo, cuando llegaron, tuvo que despertarlo y, cuando los mozos y ella lo subieron a su habitación, estaba convencida de que iba a gritar. Había intentado besarla catorce veces en las escaleras, cosa que no le habría importado demasiado si no hubiera estado borracho, si no hubiera hecho caso omiso de la presencia de los mozos y si no corriera peligro de desangrarse si se caía y se abría los puntos.
Bueno, pensó, seguramente no se desangraría, pero la amenaza resultó efectiva cuando al final perdió los nervios y gritó:
—Joseph, si no paras ahora mismo, voy a dejarte caer y, por mí, puedes desangrarte hasta morir.
Él parpadeó.
—¿Que pare de qué?
—De intentar besarme —gruñó, avergonzada por tener que decir eso delante de los mozos.
—¿Por qué? —preguntó él mientras se acercaba a ella con los labios preparados.
—Porque estamos en las escaleras.
Él ladeó la cabeza y la miró con una expresión desconcertada.
—Es curioso cómo puedes hablar sin abrir la boca.
Antes de volver a hablar, _____ intentó separar los dientes, pero no pudo:
—Haz el favor de subir las escaleras y entrar en tu habitación.
—¿Y allí podré besarte?
—¡Sí! ¡De acuerdo!
Él suspiró encantado.
—Perfecto.
Gruñó e intentó ignorar cómo los mozos trataban de ocultar sus sonrisas.
Al cabo de un minuto o dos, casi habían llegado a su habitación, pero su esposo se detuvo en seco y dijo:
—¿Sabes cuál es tu problema, ______, querida?
Ella siguió empujándolo por el pasillo.
—¿Cuál?
—Eres increíblemente buena en todo.
Ella se preguntó por qué aquellas palabras no le había parecido un cumplido.
—Quiero decir... —agitó el brazo bueno, lo que provocó que se inclinara hacia delante, con lo que ella y dos de los mozos tuvieron que sujetarlo para que no se cayera al suelo.
—Joseph, no creo que sea el momento —dijo.
—Verás —dijo, ignorándola—. Pensaba que quería una esposa a la que poder ignorar.
—Lo sé —Miró desesperada a los mozos mientras lo metían en la cama—. Creo que ahora ya puedo encargarme sola.
—¿Está segura, milady?
—Sí —dijo entre dientes—. Con un poco de suerte, se desmayará dentro de nada.
Los mozos parecían tener sus reservas, pero se marcharon.
—¡Cerrad la puerta! —gritó Joe.
_____ se volvió y se cruzó de brazos.
—No eres un borracho nada atractivo, milord.
—¿En serio? Un día me dijiste que te gustaba más borracho.
—He cambiado de opinión.
Él suspiró.
—Mujeres.
—El mundo sería un lugar mucho menos civilizado sin nosotras —dijo ella con la cabeza alta.
—Estoy totalmente de acuerdo —eructó—. A ver, ¿por dónde iba? Ah, sí, quería una esposa para poder ignorarla.
—Lo que eres es un buen ejemplo de la alegría y la caballerosidad inglesa —dijo ella en voz baja.
—¿Qué has dicho? No te he oído. Bueno, da igual. En cualquier caso, lo que quería decir es lo siguiente.
______ lo miró con una expresión de impaciencia sarcástica.
—He acabado encontrando una esposa que puede ignorarme —se golpeó en el pecho y dijo: —¡A mí!
Ella parpadeó.
—¿Cómo dices?
—Sabes hacer de todo. Coserme el brazo, amasar una fortuna. Bueno, dejando aparte el incendiarme la cocina...
—¡Basta ya!
—Mmm, y el desastre del invernadero es memorable, pero he recibido una nota de Barnes donde te describe como la mujer más inteligente que ha conocido. Y los arrendatarios te quieren más de lo que nunca me han querido a mí.
Ella se cruzó de brazos.
—¿Este discurso tiene una conclusión?
—No —se encogió de hombros—. Bueno, seguramente sí, pero me está costando un poco alcanzarla.
—No me había dado cuenta.
—Intento decir que no me necesitas para nada.
—Bueno, eso no es del todo cierto...
—¿Ah, no? —de repente, parecía un poco más sobrio que hacía un segundo—. Tienes tu dinero. Tienes tus nuevos amigos. ¿Para qué diablos necesitas un marido? Está claro que puedes ignorarme.
—No sé si diría eso...
—Supongo que podría hacer que me necesitaras.
—¿Por qué ibas a hacerlo? No me quieres.
Él se quedó pensativo un instante y luego dijo:
—No sé. Pero podría.
—¿Quererme? —preguntó ella con incredulidad.
—No, pero quiero que me necesites.
______ intentó ignorar la punzada de tristeza que sintió en el corazón cuando él admitió que no la quería.
—¿Por qué? —repitió ella.
Él se encogió de hombros.
—No sé. Pero es lo que quiero. Ahora métete en la cama.
—¡No pienso meterme en tu cama!
—¿Crees que no me acuerdo de lo que estábamos haciendo en el campo?
Ella se sonrojó, pero no estaba segura de si era de vergüenza o de rabia.
Joe se incorporó y le lanzó una mirada lasciva.
—Estoy impaciente por terminar lo que empezamos, esposa mía.
—¡No cuando estás como una cuba! —respondió ella mientras retrocedía para salir de su alcance—. Eres capaz de olvidarte de lo que haces.
Él contuvo la respiración, obvia y gravemente ofendido.
—Nunca... Nunca olvidaría lo que estoy haciendo. Soy un amante excelente, milady. Soberbio.
—¿Te lo han dicho tus amantes? —no pudo resistirse.
—Sí. ¡No! —murmuró él—. No es algo que uno suela comentar con su mujer.
—Exacto. Y por eso mismo me voy a marchar.
—¡Ni hablar! —con una velocidad impropia de alguien que se había bebido una botella de coñac, Joseph saltó de la cama, cruzó la habitación y la agarró por la cintura. En cuanto ______ pudo volver a respirar, estaba tendida en la cama, y su marido estaba tendido encima de ella.
—Hola, mujer —dijo él con aspecto de lobo.
—Un lobo entonado —dijo ella entre dientes, intentando no toser por el olor a alcohol.
Él arqueó una ceja.
—Dijiste que podría besarte.
—¿Cuándo? —preguntó ella a modo de prueba.
—En las escaleras. Insistí, insistí e insistí y, al final, dijiste: «¡Sí! ¡De acuerdo!»
______ soltó un suspiro irritado. Eso implicaba que la memoria todavía le funcionaba a la perfección. Él sonrió triunfante.
—Lo que me encanta de ti, ______, es que eres fundamentalmente incapaz de romper tu palabra.
No iba a pedirle que la besara, pero tampoco podía negar sus palabras que, en cierto modo, eran un cumplido, de modo que no dijo nada.
Aunque el plan falló, porque las siguientes palabras de Joe fueron:
—Eres muy amable por no empezar a protestar, querida esposa. Me dificulta encontrarte la boca.
Y entonces la besó y ella descubrió que el coñac sabía mucho mejor de lo que olía. Tanto, en realidad, que cuando él se separó para besarle el cuello, ella se sorprendió a sí misma tomándolo por la cabeza y acercándole los labios a los suyos.
Él se rió y volvió a besarla, esta vez con más pasión. Después de lo que pareció una eternidad de tortura sensual, Joe levantó la cabeza un par de centímetros, apoyó la nariz en la suya y pronunció su nombre.
______ tardó unos segundos en poder responder:
—Sí.
—No estoy tan confundido como crees.
—¿Ah, no?
Lentamente, él meneó la cabeza.
—Pero... Pero si andabas tambaleándote. Y con hipo. Y eructando.
Él le sonrió maravillado.
—Pues ya no.
—Oh —Ella separó los labios mientras intentaba digerir aquella información y decidir qué significaba. Pensaba que significaba que iban a consumar su matrimonio esa noche..., seguramente, esa misma hora. Pero estaba algo aturdida y, para ser sincera, tenía mucho calor, y el cerebro no le iba a la velocidad óptima.
Él la miró unos segundos más y luego volvió a acercarse para besarla. Sus labios la besaron por todas partes menos en la boca; le recorrieron las mejillas, los ojos, las orejas. Tenía los dedos entrelazados en su pelo y se lo estaba esparciendo por encima de la almohada. Y luego le estaban recorriendo todo el cuerpo, acariciándole la curva de las caderas, rozándole las piernas, dejando huellas de fuego por allí por donde pasaban.
______ tenía la sensación de que había dos mujeres en su interior. Una quería quedarse allí y dejar que él ejerciera su magia sobre ella, aceptar sus caricias como un extraordinario regalo. Sin embargo, la otra ansiaba ser una participante activa, y se preguntaba qué haría él si lo acariciaba, si levantaba la cabeza y depositaba una lluvia de besos en su cuello.
Al final, no pudo reprimir sus sentimientos. Siempre había sido activa y en su naturaleza no entraba el ser pasiva, ni siquiera cuando la actividad en cuestión era su propia seducción. Lo abrazó y se aferró a él con fuerza, y sus dedos se convirtieron en apasionadas garras y...
—¡Aaaah! —el espeluznante grito de Joe atravesó el aire y apagó de inmediato su ardor.
Ella dio un grito de sorpresa y se estremeció debajo de él mientras intentaba volver a dejar las manos a los lados...
—¡Aaaaaaah! —en una escala de gritos, ése debía ser de los peores.
—¿Qué diantres...? —preguntó ella, al final, moviéndose hacia un lado mientras él se sentaba en la cama con una cara deformada por el dolor.
—Vas a matarme —dijo en un tono neutro—. Antes de fin de año, estaré muerto.
—¿De qué demonios hablas?
Él se incorporó y se miró el brazo, que estaba sangrando otra vez.
—¿He sido yo?
Él asintió.
—Esto ha sido el segundo grito.
—¿Y el primero?
—¿Un moretón en la espalda?
—No sabía que tuvieras moretones en la espalda.
—Yo tampoco —respondió él con sequedad.
_____ tuvo ganas de dibujar una extremadamente inapropiada sonrisa, pero se mordió el labio.
—Lo siento mucho.
Él meneó la cabeza.
—Algún día conseguiré consumar de una vez por todas este matrimonio.
—Siempre puedes intentar ver el lado positivo —sugirió ella.
—¿Hay un lado positivo?
—Eh..., sí. Tiene que haberlo —aunque no se le ocurría ninguno.
Él suspiró y le ofreció el brazo.
—¿Me coses?
—¿Vas a querer más coñac?
—Seguramente arruinará cualquier intención amatoria por esta noche, pero, sí, gracias —suspiró—. ¿Sabes una cosa, ______? Creo que los hombres se casan por esto.
—¿Cómo dices?
—Me duele todo. Todo. Y está bien tener a alguien a quien poder decírselo.
—¿Antes no lo hacías?
Él meneó la cabeza.
Ella le acarició la mano.
—Me alegro de que puedas hablar conmigo —encontró hilo y coñac y se puso manos a la obra.
JAJAJAJAJJA, disfrutenlo! :D
Daai.Jonas.Lovato
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
ahhh pobre de Joseph
Que ñañaras coserlo :suspect:
Siguela!!!
Que ñañaras coserlo :suspect:
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Jajajajajajajajajajajajajajaja xD ..
me reí tanto con este capi , ..
que mi panza me duele (? Jajajajajajaja xD ..
Me imaginé a Joe borracho y JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA xD ..
A M É E L C A P I ..
fue ASDFGHJKLÑ' ! ..
SI-GUE-LAA !! ..
me reí tanto con este capi , ..
que mi panza me duele (? Jajajajajajaja xD ..
Me imaginé a Joe borracho y JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA xD ..
A M É E L C A P I ..
fue ASDFGHJKLÑ' ! ..
SI-GUE-LAA !! ..
Jess Jonas ..
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
1. Me encantó que porfin _____ se le haya enfrentado a Demi
2. Acaso, ¿puede Joe ser más bello? :*
3. Me encanta cuando Joe esta como una Cuba, HAHAHAHAHA
4. ¡Me encanta la nove! SIGUELAAAAA
2. Acaso, ¿puede Joe ser más bello? :*
3. Me encanta cuando Joe esta como una Cuba, HAHAHAHAHA
4. ¡Me encanta la nove! SIGUELAAAAA
Dayi_JonasLove!*
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
los amo a los dos y se que elos se aman tambien aunque joe no lo admita
andreita
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Nueva lectora $:
En verdad me ha encantado la novela, y espero que la sigas muy muy pronto a ver que pasa con esta pareja tan particular, también para saber si de una vez por todas descubren a Demi!
Bueno, me encanta! Porfis siguela muy muy muy pronto! Saludos
En verdad me ha encantado la novela, y espero que la sigas muy muy pronto a ver que pasa con esta pareja tan particular, también para saber si de una vez por todas descubren a Demi!
Bueno, me encanta! Porfis siguela muy muy muy pronto! Saludos
Zore De Jonas*-*
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Afsgahjkdlxa!
Otro coñac para el Joee por favor! xd
Siguee!
Otro coñac para el Joee por favor! xd
Siguee!
-Lizz-
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
CAPITULO 15 Parte I
Como de costumbre, ______ se levantó temprano y alegre. Sin embargo, lo extraño es que se despertó en la cama de Joe, acurrucada contra él y rodeada por sus brazos.
Después de coserle el brazo por segunda vez, su marido se había quedado dormido enseguida. Había sido un día agotador y doloroso, y la botella de coñac adicional no había ayudado. Ella quiso dejarlo descansar, pero cada vez que intentaba levantarse e irse a su habitación, él se despertaba. Al final, se había quedado dormida encima de las mantas.
Salió de la habitación sin hacer ruido, porque no quería despertarlo. Estaba profundamente dormido y sospechaba que su cuerpo necesitaba descansar.
Ella, en cambio, era físicamente incapaz de dormir hasta tarde; después de quitarse el vestido arrugado y ponerse uno limpio, bajó a desayunar. También como de costumbre, Helen ya estaba a la mesa hojeando el periódico que llegaba cada día con el correo de Londres.
—Buenos días, ______ —dijo.
—Buenos días.
Se sentó y, al cabo de un momento, Helen le preguntó:
—¿Qué pasó anoche? Oí que Joe iba bastante intoxicado.
_____ le explicó los detalles del día anterior mientras untaba uno de los bollos recién hechos de la señora Stubbs con mermelada de naranja.
—Y esto me recuerda... —dijo, cuando le acabó de explicar la segunda experiencia de Joe con los puntos.
—¿Qué te recuerda?
—Estuve pensando en algo especial que pudiera hacer por los arrendatarios para el invierno y las Navidades, y se me ocurrió que podría hacerles mermelada casera.
Helen había alargado el brazo para coger otro bollo, y se quedó inmóvil a medio camino.
—Espero que no implique que vuelvas a entrar en la cocina.
—Será una sorpresa especial porque seguro que no esperan que una condesa cocine.
—Quizá sea por un motivo. Aunque, en tu caso, creo que la gente ya ha aprendido a esperar cualquier cosa.
_____ frunció el ceño.
—Te aseguro que he hecho mermelada cientos de veces.
—No, si te creo. Pero creo que nadie más te creerá. Y menos la señora Stubbs, que sigue quejándose cada vez que encuentra hollín en algún rincón de la cocina.
—A la señora Stubbs le gusta quejarse.
—Eso es cierto, pero sigo sin estar convencida...
—Pues yo lo estoy —respondió con énfasis—, y es lo único que importa.
Cuando terminaron de desayunar, había convencido a Helen para que la ayudara y enviaron a dos doncellas a comprar frutos rojos. Al cabo de una hora, volvieron de la ciudad con un gran surtido de frutos rojos y _____ se dispuso a trabajar. Como era de esperar, a la señora Stubbs no le hizo ninguna gracia ver a la condesa por la cocina.
—¡No, no, no! —gritó—. ¡Lo del horno ya fue suficiente!
—Señora Stubbs —dijo con su voz más severa—, ¿necesita que le recuerde que soy la señora de la casa y que, si me apetece, puedo llenar las paredes de crema de limón?
La señora Stubbs palideció y miró aterrada a Helen.
—Exagera —le explicó ésta enseguida—, pero quizá sería mejor si hoy trabajara fuera de la cocina.
—Una idea excelente —asintió _____, y prácticamente sacó a empujones al ama de llaves de la cocina.
—No sé por qué creo que a Joseph no le va a hacer ninguna gracia —dijo Helen.
—Bobadas. Sabe que el incendio no fue culpa mía.
—¿Ah, sí? —preguntó Helen, incrédula.
—Bueno, si no lo sabe, debería. Y ahora, manos a la obra. —Pidió a una de las ayudantes de cocina que le trajera la olla más grande de Jonas Abbey y metió dentro todos los frutos rojos—. Supongo que podríamos hacer distintas mermeladas, pero creo que una de frutos rojos mezclados estará deliciosa.
—Además —añadió Helen—, podemos hacerla en una única olla.
—Aprendes deprisa. —_____ sonrió y luego añadió agua y azúcar—. Seguramente, tendremos que hacer otra olla. Dudo que esta nos llegue para todos los arrendatarios.
Helen se inclinó hacia delante y se asomó.
—Probablemente, no. Pero si realmente es tan fácil, no tenemos de qué preocuparnos. Podemos hacer otra olla mañana.
—No tiene secretos —dijo ella—. Ahora sólo tenemos que taparlo y dejar que la mezcla se cocine —alejó la olla hasta el perímetro de la cocina, lejos del fuego que ardía con fuerza justo debajo del centro de la superficie de cocinar. No quería provocar más accidentes.
—¿Cuánto tardará? —preguntó Helen.
—Casi todo el día. Podría intentar hacerla más deprisa, pero tendría que controlarla más de cerca y removerla con mayor frecuencia. Con tanto azúcar, es posible que se pegara al fondo. Así, sólo tendré que decirle a una de las chicas que lo remueva mientras yo no esté. Vendré cada hora, aproximadamente, para ver cómo va.
—Entiendo.
—Un día, mi cuñado me dijo que pusiera piedras encima de la tapa. Dijo que así se cocinaría más deprisa.
—Entiendo —dijo Helen automáticamente, aunque luego añadió—: No. En realidad, no lo entiendo.
—Así mantienes el vapor dentro, lo que aumenta la presión. Y eso, a su vez, permite que la mermelada se cocine a mayor temperatura.
—A tu cuñado debe de gustarle la ciencia.
—Sí, bastante. —Tapó la olla y añadió—: Pero da igual. No tengo prisa. Sólo tengo que asegurarme de que alguien lo remueva con frecuencia.
—Parece bastante fácil —dijo Helen.
—Lo es. A prueba de patosos. —_____ colocó la mano una última vez unos centímetros por encima de la cocina para comprobar que la temperatura no era demasiado alta y se marcharon.
Disculpen la tardanza, chicas. Acá les dejo el Cap (:
Última edición por Daai.Jonas.Lovato el Dom 12 Ago 2012, 6:18 pm, editado 1 vez
Daai.Jonas.Lovato
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