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BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
bueno chicas gracias x haberme esperado y aqui les subo dos caps :P
Las manos de Joe agarraron otra vez mis caderas y me levanto como si no pesara nada. Sorprendida, envolví mis manos alrededor de su cuello, anclando mi cuerpo contra el suyo. Lanzo mi manta al suelo y me bajo hacia ella, sujetándome entre ella y su dura carne. Esta vez, sus caderas se aplastaron contra las mías de manera obvia, y la excitación empezó a crecer en mi cuerpo otra vez.
-Todavía estás vestido –dije alcanzando la cinturilla de sus pantalones y tirando de ellos-. Quiero ver qué consigo con este acuerdo –bromeé.
-Estas muy juguetona ahora. –Su barba rascaba contra mi mandíbula mientras presionaba besos contra mí, incline la cabeza para darle un mejor acceso a la piel sensible de mi cuello-. ¿Ya no eres tímida?
-Me gusta esto –admití-, estar aquí contigo.
Ya con un asombroso orgasmo, y la polla de Joe estaba todavía dura en sus pantalones, lo que hablaba de las cosas buenas por venir.
Su ferviente boca bajo a mi pecho, y lo sentí acariciándome contra un pezón otra vez. Me arqueé, jadeando cuando la punta de sus dientes salió. Sus dedos se deslizaron a mi otro pecho jugueteando allí con la punta conjuntamente.
-Joe –jadeé-, quiero verte desnudo. –Quería ver todo. Se levanto y agarro la cinturilla de sus pantalones-. ¿Puedo hacerlo? –pregunté. Se puso de pie, levantándome con él, luego me miro con ojos ardientes.
Deslicé mi mano arriba y abajo por la dura parte delantera, sintiendo la caliente longitud. No era la mejor juez para estas cosas, pero parecía estar empacado para un buen golpe.
-Eso parece… impresionante.
Se rio en la parte baja de la garganta.
-¿Por qué no lo sacas y lo averiguas?
Deslicé los pantalones por sus piernas. M mejilla rozo su pene mientras lo hacia. Conseguí un vistazo de ello mientras cogía la cinturilla de sus calzoncillos y hacia lo mismo.
Él era magnifico.
A pesar de que era virgen, no estaba completamente en la oscuridad. Había visto penes en el arte, en las películas y en la pornografía de internet. Pero no recordaba que fueran tan grandes o firmes. Deslice mis dedos por la punta más oscura.
-Hay mucho de ti aquí –susurre, mis dedos patinando hacia abajo la longitud de él y luego otra vez arriba.
Estaba en silencio.
Alcé la mirada hacia él y vi su mandíbula apretada, como si estuviera tratando muy fuerte de mantenerse bajo control.
-¿Joe?
-¿Si?
Empujé un mechón de cabello hacia delante e hice cosquillas en la punta de su pene con él. No tenia ni idea de si lo encontraría sexy o no, pero lo disfrutaba.
-¿Qué estas esperando?
-¿Esperando? –Estaba teniendo dificultades al hablar. Su pene se agitaba cerca de mis dedos, fascinante.
Moví el mechón de pelo hacia arriba por al lado de su muslo y a través de su ombligo. El hombre tenia abdominales que podía utilizar para cenar de ellos de los planos que eran.
-¿No me vas a violar?
Trago fuerte.
Me tumbe en la sabana, poniendo mi pelo húmedo en forma de abanico en lo que esperaba fuera un modo seductor, y el hilo de control del que se había estado colgando se rompió. Sus piernas abrieron las mías, y sentí el estiramiento de mis poco usados músculos de los muslos mientras él exponía todo ante mi. Sus manos fueron a mis pliegues, deslizando los dedos en la parte más secreta de todo mi cuerpo. Lancé un grito ahogado ante la sensación invasiva y me retorcí. Me silencio con un profundo, anhelante beso, y sentí sus caderas acomodarse contra las mías, note el deslizamiento de su pene contra la resbaladiza conexión de mis muslos. Eso fue… delicioso.
Se echo atrás durante un momento, después sentí la punta de su pene golpear suavemente contra mi. Me tense, y un momento después, la clavo en mi cuerpo en un rápido golpe que pareció como si me rompiera.
Todo el aire salió de mis pulmones y gimoteé. Dolía.
Joe gimió en la parte baja de su garganta, metiéndola en mí otra vez, estirándome hasta el límite. Me tense por el dolor. Apretando mis caderas contra él, volvió a clavarla. Había menos dolor con esta estocada, reemplazado por una curiosa plenitud, una mezcla de placer/dolor que me dolía y me hacia desear mas. Cuando levanto mis caderas una tercera vez, seguí su movimiento.
-Eso es, dulzura. Ven conmigo.
Se metió en mi otra vez, y no había dolor, solo la deliciosa sensación de estar completa. Me retorcí debajo de él, queriendo más. Se paró, sus dedos alcanzando para provocar uno de mis pezones.
-¿Estas bien?
Asentí, repetidamente tímida por este intenso escrutinio cuando estaba clavada bajo él. Estaba completamente quieto, y no estaba segura de que me gustara eso.
-Mejor que bien. –Meneé las caderas para mostrarle mi aprobación.
Gimió bajo otra vez, cogió una de mis piernas y la engancho detrás de su espalda. Cogió la otra y la puso sobre su hombro, después empujo fuerte.
Y oh wow, eso estaba bien. Le clave las uñas en la piel con la siguiente estocada.
-Eso también ésta bien –respire.
Golpeo otra vez.
-¿Y esto?
Gemí en afirmación.
-¿Y… esto?
La metió otra vez, y otra, las estocadas viniendo mas fuertes y mas rápidas, como si ahora estuviese seguro de que no me rompería.
-Pequeña dulce ______________________ -dijo en una voz rasposa, punteando cada palabra con una estocada-, tan sexy… toda mía.
Mis manos cayeron hacia atrás y se curvaron en la manta, tratando de anclarse en un lugar. Nuestra carne se golpeaba fuerte, rápida y salvajemente. El excitado pulso creció dentro de mi otra vez y mis suaves gritos llenaron el aire, mezclándose con sus gruñidos mientras me empujaba contra el precipicio otra vez.
Entonces se agito, las venas de su cuello sobresaliendo, su cuerpo tensándose mientras se corría. Gruño mi nombre bajo su aliento, sus caderas rotando contra las mías una ultima y maravillosa vez mientras me llenaba con su semen. Me apoye en él, sintiéndome vagamente mal porque no estaba teniendo un segundo orgasmo. Debió de ser aparente en mi cara, porque me dio esa lenta, perezosa sonrisa y se echo hacia atrás, sus dedos deslizándose hacia los rizos húmedos que juntaban nuestros cuerpos juntos. Sus dedos se deslizaron directamente a mi clítoris y frotaron gentilmente, provocando a mi carne.
-No me dijiste si eso también estaba bien.
Me retorcí contra él, sus besos tragándose mis respuestas. En segundos estaba gritando su nombre.
Una vez mis temblores pararon, se puso encima de mí y presiono un beso satisfecho en mi boca.
Me calle.
-Demonios.
Sus ojos se abrieron rápidamente, estudiándome.
-¿Qué?
-Condones. –Una caja entera llena de los industrializados, todavía en la cocina.
Joe parecía petulante.
-Eso es lindo.
Chisporroteé.
-¿Qué quieres decir, “eso es lindo”? ¿Estás podridamente loco? –La virgen mas estúpida jamás vista, me había completamente dejado seducir sin protección.
Quitó un mechón de cabello de mi mejilla.
-No te preocupes. Es extremadamente raro para un cambiaformas dejar embarazada a una humana. Lo más probable es que ni pueda dejarte embarazada.
Mi respiración salió con un whoosh, y cerré los ojos.
-Por un momento, estaba teniendo visiones sobre engendrar una camada en nueve meses.
Él rio.
-Estas a salvo de eso. Nuestra biología es bastante incompatible a menos que tengas un gen cambiador. A veces esta latente, lo que es el por qué hay una pequeña posibilidad. Las probabilidades serian mayores si te transformara en un cambiador, pero incluso eso no siempre funciona.
Estaba en silencio. Sabía que tenía una total ausencia de cualquier gen cambiador en mi línea de sangre. Era completamente inmune. Me podría morder mil veces y nunca funcionaria.
Aunque no compartí eso con Joe. Era también, probablemente quería niños con alguna buena mujer gato. El mero pensamiento me hizo apretar los dedos en sus hombros posesivamente.
Me pellizco la barbilla, observando mi expresión.
-¿Estás loca?
-No. –Decidí distraerme-. ¿Entonces que pasa con los condones que trajo Nick?
Sonrió.
-Nunca sabes quien tiene enfermedades. Los cambiadores son inmunes, ¿recuerdas?
¿Así que era la enferma? Empujé mi mano contra su cara y le aparté.
-Oh, muy amable. Tienes el alma de un romántico. Tú y Nick, los dos.
Sonrió y me chupó la punta de mi pecho.
-Así que… ¿Qué decías? –pregunté temblando.
-Ahora vamos lento.
Oh, chico.
Se puso de pie y alcanzó mis manos.
-Démonos una ducha.
-¿Y vas a lavarme?
La mirada oscura volvió a sus ojos.
-Absolutamente.
Oh, mi Dios. Mi pulso revoloteó mientras ponía mi mano en la suya.
CAPITULO
13Las manos de Joe agarraron otra vez mis caderas y me levanto como si no pesara nada. Sorprendida, envolví mis manos alrededor de su cuello, anclando mi cuerpo contra el suyo. Lanzo mi manta al suelo y me bajo hacia ella, sujetándome entre ella y su dura carne. Esta vez, sus caderas se aplastaron contra las mías de manera obvia, y la excitación empezó a crecer en mi cuerpo otra vez.
-Todavía estás vestido –dije alcanzando la cinturilla de sus pantalones y tirando de ellos-. Quiero ver qué consigo con este acuerdo –bromeé.
-Estas muy juguetona ahora. –Su barba rascaba contra mi mandíbula mientras presionaba besos contra mí, incline la cabeza para darle un mejor acceso a la piel sensible de mi cuello-. ¿Ya no eres tímida?
-Me gusta esto –admití-, estar aquí contigo.
Ya con un asombroso orgasmo, y la polla de Joe estaba todavía dura en sus pantalones, lo que hablaba de las cosas buenas por venir.
Su ferviente boca bajo a mi pecho, y lo sentí acariciándome contra un pezón otra vez. Me arqueé, jadeando cuando la punta de sus dientes salió. Sus dedos se deslizaron a mi otro pecho jugueteando allí con la punta conjuntamente.
-Joe –jadeé-, quiero verte desnudo. –Quería ver todo. Se levanto y agarro la cinturilla de sus pantalones-. ¿Puedo hacerlo? –pregunté. Se puso de pie, levantándome con él, luego me miro con ojos ardientes.
Deslicé mi mano arriba y abajo por la dura parte delantera, sintiendo la caliente longitud. No era la mejor juez para estas cosas, pero parecía estar empacado para un buen golpe.
-Eso parece… impresionante.
Se rio en la parte baja de la garganta.
-¿Por qué no lo sacas y lo averiguas?
Deslicé los pantalones por sus piernas. M mejilla rozo su pene mientras lo hacia. Conseguí un vistazo de ello mientras cogía la cinturilla de sus calzoncillos y hacia lo mismo.
Él era magnifico.
A pesar de que era virgen, no estaba completamente en la oscuridad. Había visto penes en el arte, en las películas y en la pornografía de internet. Pero no recordaba que fueran tan grandes o firmes. Deslice mis dedos por la punta más oscura.
-Hay mucho de ti aquí –susurre, mis dedos patinando hacia abajo la longitud de él y luego otra vez arriba.
Estaba en silencio.
Alcé la mirada hacia él y vi su mandíbula apretada, como si estuviera tratando muy fuerte de mantenerse bajo control.
-¿Joe?
-¿Si?
Empujé un mechón de cabello hacia delante e hice cosquillas en la punta de su pene con él. No tenia ni idea de si lo encontraría sexy o no, pero lo disfrutaba.
-¿Qué estas esperando?
-¿Esperando? –Estaba teniendo dificultades al hablar. Su pene se agitaba cerca de mis dedos, fascinante.
Moví el mechón de pelo hacia arriba por al lado de su muslo y a través de su ombligo. El hombre tenia abdominales que podía utilizar para cenar de ellos de los planos que eran.
-¿No me vas a violar?
Trago fuerte.
Me tumbe en la sabana, poniendo mi pelo húmedo en forma de abanico en lo que esperaba fuera un modo seductor, y el hilo de control del que se había estado colgando se rompió. Sus piernas abrieron las mías, y sentí el estiramiento de mis poco usados músculos de los muslos mientras él exponía todo ante mi. Sus manos fueron a mis pliegues, deslizando los dedos en la parte más secreta de todo mi cuerpo. Lancé un grito ahogado ante la sensación invasiva y me retorcí. Me silencio con un profundo, anhelante beso, y sentí sus caderas acomodarse contra las mías, note el deslizamiento de su pene contra la resbaladiza conexión de mis muslos. Eso fue… delicioso.
Se echo atrás durante un momento, después sentí la punta de su pene golpear suavemente contra mi. Me tense, y un momento después, la clavo en mi cuerpo en un rápido golpe que pareció como si me rompiera.
Todo el aire salió de mis pulmones y gimoteé. Dolía.
Joe gimió en la parte baja de su garganta, metiéndola en mí otra vez, estirándome hasta el límite. Me tense por el dolor. Apretando mis caderas contra él, volvió a clavarla. Había menos dolor con esta estocada, reemplazado por una curiosa plenitud, una mezcla de placer/dolor que me dolía y me hacia desear mas. Cuando levanto mis caderas una tercera vez, seguí su movimiento.
-Eso es, dulzura. Ven conmigo.
Se metió en mi otra vez, y no había dolor, solo la deliciosa sensación de estar completa. Me retorcí debajo de él, queriendo más. Se paró, sus dedos alcanzando para provocar uno de mis pezones.
-¿Estas bien?
Asentí, repetidamente tímida por este intenso escrutinio cuando estaba clavada bajo él. Estaba completamente quieto, y no estaba segura de que me gustara eso.
-Mejor que bien. –Meneé las caderas para mostrarle mi aprobación.
Gimió bajo otra vez, cogió una de mis piernas y la engancho detrás de su espalda. Cogió la otra y la puso sobre su hombro, después empujo fuerte.
Y oh wow, eso estaba bien. Le clave las uñas en la piel con la siguiente estocada.
-Eso también ésta bien –respire.
Golpeo otra vez.
-¿Y esto?
Gemí en afirmación.
-¿Y… esto?
La metió otra vez, y otra, las estocadas viniendo mas fuertes y mas rápidas, como si ahora estuviese seguro de que no me rompería.
-Pequeña dulce ______________________ -dijo en una voz rasposa, punteando cada palabra con una estocada-, tan sexy… toda mía.
Mis manos cayeron hacia atrás y se curvaron en la manta, tratando de anclarse en un lugar. Nuestra carne se golpeaba fuerte, rápida y salvajemente. El excitado pulso creció dentro de mi otra vez y mis suaves gritos llenaron el aire, mezclándose con sus gruñidos mientras me empujaba contra el precipicio otra vez.
Entonces se agito, las venas de su cuello sobresaliendo, su cuerpo tensándose mientras se corría. Gruño mi nombre bajo su aliento, sus caderas rotando contra las mías una ultima y maravillosa vez mientras me llenaba con su semen. Me apoye en él, sintiéndome vagamente mal porque no estaba teniendo un segundo orgasmo. Debió de ser aparente en mi cara, porque me dio esa lenta, perezosa sonrisa y se echo hacia atrás, sus dedos deslizándose hacia los rizos húmedos que juntaban nuestros cuerpos juntos. Sus dedos se deslizaron directamente a mi clítoris y frotaron gentilmente, provocando a mi carne.
-No me dijiste si eso también estaba bien.
Me retorcí contra él, sus besos tragándose mis respuestas. En segundos estaba gritando su nombre.
Una vez mis temblores pararon, se puso encima de mí y presiono un beso satisfecho en mi boca.
Me calle.
-Demonios.
Sus ojos se abrieron rápidamente, estudiándome.
-¿Qué?
-Condones. –Una caja entera llena de los industrializados, todavía en la cocina.
Joe parecía petulante.
-Eso es lindo.
Chisporroteé.
-¿Qué quieres decir, “eso es lindo”? ¿Estás podridamente loco? –La virgen mas estúpida jamás vista, me había completamente dejado seducir sin protección.
Quitó un mechón de cabello de mi mejilla.
-No te preocupes. Es extremadamente raro para un cambiaformas dejar embarazada a una humana. Lo más probable es que ni pueda dejarte embarazada.
Mi respiración salió con un whoosh, y cerré los ojos.
-Por un momento, estaba teniendo visiones sobre engendrar una camada en nueve meses.
Él rio.
-Estas a salvo de eso. Nuestra biología es bastante incompatible a menos que tengas un gen cambiador. A veces esta latente, lo que es el por qué hay una pequeña posibilidad. Las probabilidades serian mayores si te transformara en un cambiador, pero incluso eso no siempre funciona.
Estaba en silencio. Sabía que tenía una total ausencia de cualquier gen cambiador en mi línea de sangre. Era completamente inmune. Me podría morder mil veces y nunca funcionaria.
Aunque no compartí eso con Joe. Era también, probablemente quería niños con alguna buena mujer gato. El mero pensamiento me hizo apretar los dedos en sus hombros posesivamente.
Me pellizco la barbilla, observando mi expresión.
-¿Estás loca?
-No. –Decidí distraerme-. ¿Entonces que pasa con los condones que trajo Nick?
Sonrió.
-Nunca sabes quien tiene enfermedades. Los cambiadores son inmunes, ¿recuerdas?
¿Así que era la enferma? Empujé mi mano contra su cara y le aparté.
-Oh, muy amable. Tienes el alma de un romántico. Tú y Nick, los dos.
Sonrió y me chupó la punta de mi pecho.
-Así que… ¿Qué decías? –pregunté temblando.
-Ahora vamos lento.
Oh, chico.
Se puso de pie y alcanzó mis manos.
-Démonos una ducha.
-¿Y vas a lavarme?
La mirada oscura volvió a sus ojos.
-Absolutamente.
Oh, mi Dios. Mi pulso revoloteó mientras ponía mi mano en la suya.
jamileth
Re: BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
CAPITULO 14
Una de las cosas que mas me gustaba de la rustica cabaña de Joe era su cuarto de baño para nada rustico. Había una ducha acristalada que era más grande que todos los armarios de mi casa y una bañera de mármol hundida en la esquina.
Me había dado un par de duchas rápidas hasta ahora, pero no había utilizado la bañera, y era más tentadora a cada momento. Así que cuando él tomó mi mano y me condujo a la ducha, le dirigí de nuevo a la bañera.
-Burbujas.
Joe captó mi señal y empezó a llenar la bañera, adicionando burbujas de baño con un suave aroma de fresas, que sospechaba había comprado para mí. A medida que la tina comenzó a llenarse, sonreí.
-¿Burbujas rosadas? Su masculinidad se encuentra en grave peligro, señor.
-¿Se puede culpar a un hombre por querer verte cubierta de espuma? –Su mano se deslizó hacia abajo para atrapar mi trasero.
Me moví fuera de su alcance.
-Entonces, ¿Qué vas a hacer mientras me baño?
-Entrar ahí contigo y lavar tu espalda. –Me dio un beso en la parte superior de la cabeza y luego se metió en la bañera, sentado en el otro extremo. Era absurdo, el grande, masculino were-puma rodeado de burbujas de baño rosadas, me mordí los labios para no dejar escapar una risa salvaje.
Dio una palmadita sobre su regazo y una ola de burbujas salpicó el lado de la bañera.
-Ven, siéntate aquí, dulzura.
Fruncí el ceño.
-Ahora no vamos a caber.
-Es muy halagador de u parte decir eso –gruñó, su voz mesclada con un bajo ronroneo-, pero te aseguro que tu exquisito trasero siempre cabra sobre mi regazo. Ahora ven aquí.
Mientras entraba en el borde, vacilando, me agarró por la cintura y me arrastró, grité por la perdida de control y la caída de agua por sobre el borde de la bañera, pero no parecía importarle. Separó las piernas hasta que mi trasero se deslizó entre sus muslos, y sentí el calor de su polla contra la hendidura de él. Se movió un poco, para encontrar una posición cómoda, y luego sus piernas se envolvieron alrededor de mi cintura, sujetándome contra él.
-¿Ves? Acogedor.
Resoplé en respuesta, empujando su rodilla.
-Te dije que no cabríamos.
-Estás demasiado centrada en lo que no debería ser, ¿lo sabias? Ahora cállate y déjame lavar tu cabello.
Y con eso, me arrojó un puñado de agua en la cabeza. Escupí, limpiando el agua de mis ojos mientras hacia lo mismo una y otra vez.
-¿Te das cuenta de que va a tomarte un millón de años mojar todo mi cabello con tus pequeñas manos?
¿La respuesta? Un enorme chorro de agua sobre mi cabeza que me dejó el cabello empapado pegado a la cara. Me volví a mirar sus manos, y él sostenía una cubeta de plástico en ellas. Le oía reírse.
-¿Dé donde salió eso?
-Lo puse aquí anoche. Todo es parte del gran día romántico que había planeado.
Escuché el chorro de la botella de champú y luego las manos de Joe estaban en mi cabello, masajeando el cuero cabelludo. El aroma de las fresas llenó el aire.
-Supongo que te gustan las fresas –dije, cerrando los ojos y relajándome.
Podía sentir el estruendo de su risa.
-No fue sino hasta recientemente. Tú me haces pensar en una fresa. Dulce, suave y deliciosa.
-La adulación te conducirá a donde quieres –bromeé-. Sigue así y puede que te deje llegar a la tercera base.
-Ya tengo mi mano en la tercera base –dijo, y un rayo de deseo se disparo a través de mi. Estaba muy consciente de la línea dura de su polla en mi trasero.
El deseo seguía siendo fuerte dentro de él, y me dio un escalofrió de excitación.
-Es tan extraño –dije-. Te he conocido por una semana y aquí estamos en una bañera juntos.
Joe le dio un beso a mi cuello.
-Eso se puede arreglar fácilmente. Así que dime de ti.
Odiaba hablar de mí. Hablar me conducía a hablar de Sara, y había demasiados secretos que guardar. Tomé un puñado de burbujas y fingí soplarlas fuera de la palma de mi mano.
-¿Qué hay que decir?
-¿Por qué eras virgen a los veinticinco años?
Lo salpique.
-No se le pregunta eso a una chica.
-Muy bien –dijo, riendo entre dientes. Sus manos jabonosas se deslizaron de mi cabello hasta mis hombros, frotando la tensión fuera de ellos-. Se me ocurrió que no sé nada de ti además de que te gustan las matemáticas y trabajas para Giselle. ¿Tienes una gran familia?
-Sara es la única que reconozco como tal. –Mantuve mi respuesta corta y poco fresca-. ¿Qué hay de ti? ¿Familia?
-Si. –Paso los dedos arriba y debajo de la espalda en un movimiento relajante-. Pero estamos hablando de ti en estos momentos. ¿Tus padres están muertos?
Suspiré.
-Uno de ellos.
Esas manos mágicas reanudaron su masaje, quería apoyarme y que lo hiciera durante horas. Suspiré de felicidad.
-¿Fuera de contacto con ellos? –preguntó en voz baja, y tranquila.
-Se podría decir –admití-. No he visto a mi padre en diez años.
Cuando sus dedos no se detuvieron, decidí decirle solo lo suficiente para sacarlo del tema.
-Mi madre biológica murió poco después de que yo naciera, y mi padre se caso con la mama de Sara cuando tenía tres años. No me gustaba mucho… Sara era todavía un bebe y mi papa se fue casi tan pronto como la luna de miel termino. Él conducía un camión para ganarse la vida, por lo que se iba mucho, y después de un tiempo solo dejo de venir a casa. Me hice cargo de Sara cuando éramos niñas. Cuando mi madrastra no estaba en uno de sus trabajos, estaba completamente borracha. Así que aprendí a mantener la casa y hacerme cargo de las cosas desde temprana edad. Lavaba la ropa, iba al supermercado, iba a las reuniones de padres y maestros de Sara. Hice todo por ella.
Sus manos continuaban en mi espalda.
La ebria madre de Sara no fue capaz de entender lo que le pasó. Cuando vio a su hija convertirse en un lobo, fue tras ella con un sartén. Y cuando la salvé de eso, su madre trato de entregar a Sara a la policía por ser un monstruo. Por suerte, estaban familiarizados con la borracha señora Ward, y sus historias, por lo que desestimaron sus cuentos de su hija hombre lobo. La traición dejo a Sara devastada. Yo estaba muy feliz de no volver a ver a esa horrible mujer de nuevo.
Cogí un puñado de espuma, mirando a ciegas.
-Sara siempre ha sido todo por mí.
Comenzó a verter agua sobre mi cabello.
-¿Es por eso que la colocaste delante de tus propias necesidades? –No sonaba como si estuviera juzgando.
-Mmm.
-¿Y es por eso que no tenias citas?
Me moví en la bañera, incomoda.
-¿Podemos hablar de otra cosa?
-Tengo curiosidad. Eres hermosa, inteligente y deliciosa. ¿Por qué no fuiste seducida por un humano hace mucho tiempo?
Le fruncí el ceño por encima del hombro.
-¿Puedes dejarlo? Tal vez simplemente no me gusta ser tocada. –Siempre me preocupaba que captaran el aroma de Sara cada vez que alguien se me acercaba.
Sus manos aun en mi espalda.
-¿Quieres que deje de tocarte?
Sentí la tensión de su cuerpo, y sabia que si decía una sola palabra, de lo contrario, nunca me tocaría de nuevo a meno que se lo pidiera.
-En realidad –dije, deslizando una mano por el muslo apretado contra mi lado-, me gusta cuando me tocas. No quiero que te detengas.
Sus manos se deslizaron rozando mi espalda, haciéndome temblar.
-Eso es muy bueno, porque no tengo ningún deseo de detenerme.
-Entonces, ¿Qué hay de ti? ¿Cómo fue tu vida hogareña?
-Recuerda que te dije que mi papa era el líder del clan de Russell, en realidad él lo inicio. Entre eso y múltiples trabajo que mantenía. Rara vez estaba en casa. Dado que yo era el mayor, era mi responsabilidad cuidar de la familia. Mi padre siempre estaba acogiendo a miembros perdidos sin hogar, de la Alianza, ubicándolos en algún lugar donde pudieran estar seguros. Era un clan liberal, incluso si no hubiésemos tenido una denominación oficial. Hombre tejones, hombres águilas y todo tipo de criaturas. Era un mal momento para ir por cuenta propia: se tenía que pagar protección a los vampiros o a los lobos. Así que no contabas con la suerte de haber nacido en un clan, tendrías una vida muy dura, y pobre. Mi padre quería detener eso, y se acerco bastante.
¿Solo se acerco? El clan Russell parecía bien establecido, por lo que me sorprendió.
-¿No lo consiguió?
Silencio: Joe vertió mas agua a través de mi cabello, enjuagándolo.
-Cuando estaba en la preparatoria, mi padre entró en una pelea entre mi mejor amigo y Savannah. Mi amigo la había lastimado, pensó que era su derecho como hombre el reclamar a una mujer. Mi padre no estaba de acuerdo. JT arranco la garganta de mi padre. –Una pausa lleno el aire, y me preguntaba si debía hablar. Pero Joe continuo-. Así que mi padre no tuvo la oportunidad de terminar el cometido de su sueño.
bueno chicas hasta qui les dejo el otro :D
y de nuevo gracias x sus comentarios :D
jamileth
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