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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
:OOOOOO
Uuuuuu la paró la amiga me gusta me gusta
Siguelaaa
quiero saber que pasa con Joseph!!!
Siguelaaa pliiiiis :bounce:
Uuuuuu la paró la amiga me gusta me gusta
Siguelaaa
quiero saber que pasa con Joseph!!!
Siguelaaa pliiiiis :bounce:
Aerin
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
Wow el ultimo cap que subiste estubo genial :!:
Ademas de que me dejaras con la intriga de que pasara entre ______ y Dan
Y si _____ regresara pronto con Joseph y si ellos todavía se aman y si Joseph querrá regresar con ella o se encontrara otra y ya no querrá a ______.
Por favor SÍGUELA Y MUY BUENA NOVE :!: :!: :!:
Ademas de que me dejaras con la intriga de que pasara entre ______ y Dan
Y si _____ regresara pronto con Joseph y si ellos todavía se aman y si Joseph querrá regresar con ella o se encontrara otra y ya no querrá a ______.
Por favor SÍGUELA Y MUY BUENA NOVE :!: :!: :!:
Lizgs
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
CAPITULO CUARENTA Y CINCO.
-¿Dan?-me miró sorprendida, como una madre que acaba de descubrir la travesura de su hijo-_____, dime por favor que no tuviste nada que ver con ése adefesio-masculló.
Me di cuenta entonces de que Nick no le había mencionado nada de él y que yo misma fue quien se ató la soga al cuello.
-No, ¿pero y qué si así fuera? A ustedes qué les importa lo que yo quiero y siento.
-¡Claro que nos importa, _____!-articuló, ofendida-Nos importa porque sabemos que ése tipo te hará daño, de nuevo.
Mis manos se volvieron dos puños a mis costados, llenos de furia. ¿Por qué querían hacer de mí un títere? ¡Yo no podía sentir lo que ellos quisieran que sintiera!
-Las personas cambian, Lola. ¡Tener un poco de fe en eso no te mataría!-farfullé.
-¿Sí? No todas, _____. Pero si no te importan tus sentimientos y que los vuelvan a herir, al menos piensa en lo que tú heriste-se marchó dejando las palabras flotando en la tensa atmósfera que se había creado.
Jamás había discutido con Lola, ni siquiera con Nick… ¿es que esto de verdad me estaba haciendo daño y yo no me daba cuenta? Me dirigí, enfurecida aun, a detención. Mi fuero interno era un completo caos.
Cuando llegué a casa el sol ya estaba en su punto de partida para comenzar a ocultarse, aun iluminaba, sin embargo ya pasaban de las seis de la tarde.
Comí puesto que mi estómago rogaba por algo más que unas barritas de granola de las que había guardado en mi morral y que comí en el camino de vuelta a casa. Rato después, cuando mi estómago se hubo saciado me dispuse a ver un poco de televisión. Me percaté entonces del silencio de la casa y me pregunté por Alex. ¿Habrá salido? Aventé el control remoto hacía un lado y me levanté del sofá, curiosa me dirigí hasta la habitación de mi primo y la blanca puerta de madera estaba entreabierta, me asomé y pude distinguir el delgado cuerpo de Alex sobre la cama, acostado con el abdomen hacía abajo, los pies volando en el aire y la cabeza erguida, apoyado en sus dos codos para mantener el equilibrio y en las manos tenía su teléfono celular.
-Toc-toc-dije, asomándome un poco por su puerta.
-_____, hola, no te oí llegar-musitó.
-Lo hice hace como cuarenta minutos, ¿tienes hambre? En el horno quedó un poco de spaghetti-anuncié.
-No, gracias. Ya comí-sonrió mostrando toda la alegría que acumulaba.
-Bueno. ¿Y a qué se debe tan grande sonrisa?-pregunté, divertida.
El móvil sonó entre sus manos y la sonrisa en su rostro se ensanchó.
-Espera un minuto-murmuró y tecleó velozmente sobre el celular. Luego de un rato volvió su atención a mí de nuevo-Listo.
-Hum… déjame adivinar-dije-¿Tendrá acaso que ver una linda chica de cabello castaño y ojos miel llamada Raquel?-sonreí.
-Quizá-se sonrojó.
-¿Por qué no le dices que te gusta?
-No sólo me gusta, de verdad la quiero; pero no me atrevo a decírselo-torció el gesto-.A veces he estado a punto de hacerlo, cuando empezamos con juegos de preguntas como ‘¿quién te gusta?’ y comenzamos a discutir diciéndole al otro ‘Yo sé que te gusto’-rió al recordarlo-Pero jamás me ha dicho que sí, ni yo a ella-suspiró.
-Deja que el tiempo pase y verás que conseguirás el valor-lo animé.
-Gracias, _____. En realidad eso espero.
-O todas esas expresiones te delatarán, Romeo-bromeé-Pero tranquilo, algo me dice que ella te corresponderá.
Su móvil sonó de nuevo.
-¿Ves?-dije-Seguro le gustas, aunque deberías seriamente pensar en inscribirte a algún seminario de “Di no a la timidez” o algo por el estilo-reí.
-Muy graciosa, _____.
CAPITULO CUAREANTA Y SEIS .
Le sonreí y Alex desvió la mirada al móvil, abrió el mensaje y al leerlo las mejillas se le ruborizaron… mi sonrisa se fue desvaneciendo.Cerré la puerta y me recargué en la pared continua. Cerré los ojos queriendo descubrir porqué, muy en lo profundo… sentí vacío. El timbre sonó y me obligó a abrir los ojos, bajé rápidamente hasta la sala y abrí la puerta.
-Hola-me sonrió, tímido.
-¿Dan?
-Hola-volvió a repetir.
-Hola-musité.
-¿Ocupada?-preguntó.
-Eemm… no.
-Me dieron ganas de venir a platicar contigo-su mirada bajó mientras sonreía nervioso.
-Aun recuerdas dónde vivo-dije.
-Sí.
Salí y cerré la puerta detrás de mí.
-¿Quieres sentarte o tenías algún plan para ir a algún lado?-pregunté.
-Como prefieras-musitó.
-Bueno, no tengo muchos ánimos de salir, así que…-miré el par de escalones del porche.
Él me sonrió, de acuerdo con mi decisión. Esperó a que yo me sentara primero y luego él se sentó a mi lado. Vestía de blanco, unos pantalones ajustados que a decir verdad se le veían muy bien, y una camisa de manga larga blanca también, con rayitas verticales y delgadas en tono café. Con sus inseparables tenis converse blancos.
-¿Qué tal tu día?-preguntó.
Me reí para mis adentros, ¿mi día? Había resultado pésimo y todo debido a el.
-He tenido mejores-admití.
-¿Por qué?
-Bueno, mi mejor amigo no me habla, me levanté tarde, tomé un autobús para ir al instituto, llegué tarde, terminé en detención, discutí con mi mejor amiga y luego volví de nuevo en un asqueroso autobús-torcí el gesto.
-Qué mal día, lo siento.
¿Qué iba a decirle? ¿“No fue tu culpa”, cuando evidentemente, lo era? Sólo le sonreí.
-El miércoles será tu último día, ¿no?
Asentí.
-¡Por fin!-exclamé-.Aunque extrañaré un poco el estudio-admití.
-Qué linda-musitó, sin mirarme y consumido por la vergüenza.
-¿Por qué?-lo observé.
Se encogió de hombros.
-No sé, siempre has sido así-murmuró.
Quise encontrar todas aquellas mariposas que revoloteaban en mi estómago cuando me lo decía, pero no encontré ni una sola. ¿Y qué se supone que tenía que decir ahora? Sentí mi cuerpo en un estado de pasmo, no reaccionaba, parecía incluso… aburrido.
Una figura captó mi atención mientras caminaba hacía la entrada de la casa de enfrente, y mi corazón pareció despertar… lento empezó a palpitar… pum, pum, pum… Conocía ese andar grácil, también la silueta de su cuerpo… pum, pum, pum… Desde que había terminado conmigo, no lo había visto. Un golpe de nostalgia me abofeteó. Me le quedé mirando, Joseph caminaba con paso mustio y entonces dirigió su mirada hacía mí. ¡Pum, pum, pum, pum! Mi corazón latió un poco más a prisa. Se me quedó mirando, aturdido; luego su mirada se posó en el joven que yo tenía a mi lado para después volver a mí.
CAPITULO CUARENTA Y SIETE.
Se me quedó mirando, aturdido; luego su mirada se posó en el joven que yo tenía a mi lado para después volver a mí.Su rostro se endureció, e inclusive a distancia pude ver cuando su entrecejo se arrugó. Se giró, metió la llave a la cerradura, giró la perilla y se introdujo a su casa azotando por último la puerta.
Pum… pum… pum…. El latido de mi corazón se fue apaciguando cuando él desapareció, fue entonces que pude percatarme de que Dan me estaba hablando.
-¿Estás bien, _____?-su torpe voz resonó en mi oído.
Le miré, con el rostro estupefacto, los ojos dilatados y los labios entreabiertos.
-¿Te pasa algo?-preguntó, receloso.
-¿Sabes?-dije-Hace frío y no quiero resfriarme-pasé mis manos repetidas veces por mis antebrazos para producirme calor-. Creo que será mejor que me meta ya-me levanté, haciendo ademán de lo que había dicho.
-Está bien, sí, cuídate-me sonrió.
Abrí la puerta y me quedé allí congelada, pensativa.
-¿Estás bien?-preguntó al verme inmóvil.
-¿Eh?-le miré-Sí. Adiós-musité.
-Adiós-dijo y se dio la vuelta para comenzar a caminar.
Me introduje a casa y me recargué sobre la puerta una vez que estuvo cerrada, suspiré fuerte y hondo. Era irónico. Yo no podía sentir lo que mis amigos querían que sintiera, pero mi corazón tampoco podía sentía lo que yo quería. Me tapé la cara con ambas manos y me mantuve así por un instante, oculta bajo mi propia piel.
Subí las escaleras y me interné en mi habitación. Me aventé sobre el colchón y me acurruqué hasta quedarme dormida.
-Cierra los ojos-me ordenó, su voz retumbaba en mi oído con esa armonía que tanto me gustaba, produciéndome un extraño cosquilleo en el estómago.
Sonreí e hice caso de lo que me dijo. Luego sentí sus cálidas manos sobre mis mejillas y cómo su respiración chocó contra mi rostro. Sus labios se posaron cerca de los míos y después bajaron hasta ellos para unirse. El cosquilleo de mi estómago se hizo más fuerte y se extendió por todas las extremidades de mi cuerpo. Sus labios, suaves y tiernos, se mostraban sedientos de los míos.
Nos separamos despacio, dejando que nuestras respiraciones se acompasaran y comencé a abrir los ojos. Ver su rostro tan cerca del mío me hizo sentir como su estuviera en mi paraíso personal. Pude reflejarme en el amplio espejo de sus ojos color miel.
-Joseph…-susurré.
-Shh-posó sus labios nuevamente sobre los míos, pero esta vez fue breve.
Sentí la sangre agolpándose en mis mejillas.
- Ven, tenemos que correr-me dijo.
Tomó mi mano y me hizo apresurar mis pies a través de un pasillo oscuro, de un negro ébano; al principio le seguí, segura y confiada, pero luego, después de habernos internado en la negrura, comencé a sentir miedo. Su mano ya no era cálida ni su piel suave, ahora era fría y un poco callosa. Ésta mano no era de Joseph.
-¿Joe?-pregunté, temerosa.
No hubo respuesta y me sentí aún más incómoda. Pero entonces una blanquecina luz al otro extremo del negro pasillo me cegó, mientras mis pies aun corrían hacía ella. Paré junto con quien me llevaba de la mano y abrí los ojos lentamente.
Me encontré con unos ojos cafés, oscuros; parte de un rostro moreno.
-¿Dan?
-Te quiero-me dijo.
Pero no sentí nada, aburrida de nuevo, cansada incluso. Mi estómago estaba vacío; mis mejillas, pintadas de su color natural; y mi corazón silencioso, como si estuviese muerto.
CAPITULO CUARENTA Y OCHO.
-Se te hará tarde de nuevo; _____, despierta-sentí las manos de Alex sacudiéndome levemente.
-Mmm…-murmuré, abriendo los ojos.
-¿Una pesadilla?-preguntó mi primo, preocupado.
Hice un aspaviento, confundida. Pero entonces sentí la humedad en mis ojos; me llevé una mano hasta ellos e interrumpí el transcurso de aquella gota salada que resbalaba apenas. ¿Había estado llorando mientras soñaba?
-¿Estás bien?-insistió.
-Sí-musité limpiándome los ojos-. ¿Qué hora es?
-Las seis con cinco. Llegarás tarde de nuevo si no te paras ya-me sonrió.
-Gracias, Alex-aventé las sábanas a un lado.- Es un alivio tenerte aquí.
Él me sonrió.
-¿Ése es un ‘Te quiero’ implícito?-preguntó, divertido.
-Si así lo quieres ver-me encogí de hombros.
-Está bien. Yo también te quiero, prima.
Reí y él salió dándome la libertad de alistarme.
Me asomé por la ventana. Qué patético resultaba cuando sabía perfectamente que no habría nadie. A la mente se me vino el sueño, pero luché por enviarlo al infierno, en algún rincón de mi memoria. No tenía ánimos para pensar en eso.
Me duché y alisté con el tiempo justo, pero la hora de la llegada del autobús era algo que no podía controlar.
Salí de casa y lo primero que vi fue aquella casa que tenía justo enfrente. Inmediatamente pensé en Joseph, y lo sucedido anoche. Su rostro, no era el mismo, aquel rostro de niño tierno había desaparecido dejando solo el rastro de un hombre demacrado. “Pero si no te importan tus sentimientos y que los vuelvan a herir, al menos piensa en lo que tú heriste” las palabras de Lola resonaron en mi cabeza con la misma intensidad con la que habían sido pronunciadas. ¿Acaso… acaso era yo la culpable de la lánguida expresión en el rostro de Joseph? Me estremecí de sólo pensarlo. Pero, ¿cómo podía ser yo la causa de aquello si él ya no me quería? Estúpida. Rezongó una voz en mi cabeza. Genial, ya me estaba volviendo loca.
Arrastré mis pies sobre el cemento de la acera, obligándolos a ir más rápido de lo normal, luchando por eliminar todos aquellos remolinos de pensamientos y frases inconclusas que repentinamente se habían formado en mi cabeza. Llegué hasta la parada del autobús, esta vez el incómodo trasporte se tardó un poco más en aparecer; sin embargo eso no me trajo ningún inconveniente para la hora de llegada a mi instituto.
Esta vez llegué temprano, y pude ver cuando Nick aparcaba el auto en el lugar en el que siempre lo hacía. Lola venía con él.
Algo se removió dentro de mí. Le hice una mueca a lo que sea que haya sido y seguí caminando hasta la entrada del instituto. Un día largo me esperaba.
Era raro. Dormir pensando en el ya no era mi costumbre; pero ahora los recuerdos se venían a mi mente por si solos. Justo al cerrar los ojos la imagen de Joe viajaba a través de mi cabeza. Su cabello, su sonrisa –que ahora había desaparecido-, sus bellos ojos miel, sus amplias y fuertes manos… era como una tortura, porque empezaba a extrañarlo. Aun con todas aquellas proyecciones de su figura en mi cabeza, dejé que la inconsciencia me arrastrara en un profundo sueño.
A la mañana siguiente, pude despertar por mi misma; era una buena hora y mi último día en aquel horroroso instituto que siempre había odiado. Me bañé y vestí y salí lista para tomar el autobús. No iba a negarlo, una parte de mí estaba completamente emocionada mientras que otra se encontraba ahogada en la melancolía.
Este día fue diferente, quizá por ser el último los profesores se comportaron amigablemente, todos, sin excepción de ninguno. Todos los alumnos de último grado hacían fila para recoger la toga de graduación, típico. Me formé detrás de Leslie Massen y comencé a entablar conversación con ella.
-Esto es tedioso-farfullé.
-De hecho-coincidió.- Pero al menos, es la última vez que lo haremos.
-Sí-suspiré.
Leslie ladeó su cabeza y me miró con sus grandes ojos marrones, emocionada.
-Supongo que Joe vendrá a tu graduación y tú irás a la suya, ¿no?-preguntó.
-Eemm…-agaché la mirada y me dediqué a observar atentamente el papel que tenía en las manos-No.
-¿Por qué no? ¿Es el mismo día?-inquirió, aun inocente.
-No lo sé.
-¿Entonces?
-¿Nadie te lo ha contado ya?-levanté la mirada y la mantuve fija en sus coloreados ojos-Joseph y yo terminamos-dije y entonces pude sentir algo que muy dentro me dolió.
Los ojos de Leslie se abrieron de par en par y su cara se quedó contraída por la sorpresa.
-¿Hace cuánto? ¿Por qué no me lo habías dicho? ¡Por Dios! ¿Tú estás bien?
Hice un esfuerzo enorme, por ignorar aquello que sentía y por contestar a cada una de las preguntas de Les. Tomé una gran bocanada de aire y comencé a hablar, la voz resultó ser más débil de lo que jamás me hubiera imaginado.
-Hace como cuatro o cinco días, disculpa que no te lo haya dicho pero sólo Nick y Lola lo sabían y no quería divulgarlo. Yo estoy… bien.-Sólo la última parte, era mentira.
-¿Segura?-enarcó una ceja.
CAPITULO CUARENTA Y NUEVE.
-¡Les! Vas tú-avisó Charlie que era el turno de ella.
Leslie se giró y agradecí en mi fuero interno la interrupción oportuna de Charlie. En cuanto fue mi turno de recoger la toga lo hice rápidamente y salí despavorida de aquel lugar.
No quería la lástima ni la compasión de nadie. Mucho menos de mis amigos.
Afortunadamente llegué a casa, donde nadie me haría interrogatorios ni me refutaría cuando dijera que me encontraba bien.
-¡Prima!-me saludó Alex.
-¡Wow! ¿A dónde vas tan guapo?-pregunté, deslumbrada por la vestimenta que llevaba puesta. Una camisa de manga larga en tono azul acero, abotonada y planchada y unos pantalones negros.
-Tengo una… cita-sus mejillas se enrojecieron repentinamente.
No pude evitar soltar un alarido de alegría.
-¿Raquel?-pregunté, aunque era más que obvio.
Asintió sólo una vez.
-No quiero llegar tarde así que, te veo al rato prima-tomó su chaqueta y se despidió de mí con un beso en la mejilla.
-Que te diviertas-dije justo antes de que saliera por la puerta.
Me dirigí a la cocina y abrí el refrigerador; fruncí el ceño, Alex si que había arrasado con toda la despensa y aun así mantenía un cuerpo delgado.
Fui a la alacena rogando que aunque sea hubiera dejado en paz el paquete de galletas de chocolate que estaba guardado al fondo. Me alegré al ver la caja con cuatro empaques aun, sanos y salvos. Abrí uno y comí de las deliciosas galletas, me serví un vaso de leche para acompañarlas.
Luego de unas cuantas horas, cuando el reloj marcaba diez para las siete; el timbre sonó. Caminé rápido hasta la puerta y cuando la abrí la sonrisa en mi rostro apareció por sí sola.
-¡Kevin! ¡Andrea!-me aventé a los brazos de ésta última y las dos nos unimos en una abrazo.
-¡_____!
-¡Hace tanto tiempo que no sabía nada de ti!-le dije-Con eso de que ya eres una señorita comprometida-me separé y ambas reímos-. Te extrañé, tonta-musité.
-¡Yo también! Y disculpa que haya desaparecido pero…
-Ejém…-Kevin se aclaró la garganta haciéndose notar.
-¡Kevin!-lo abracé acomodando mi cabeza en el hueco de su hombro y cuello-. Perdón-dije-. También te extrañé.
-También yo, enana-sonrió y nos separamos.
-No me digas enana-rezongué-. Soy sólo unos cuantos centímetros más baja que tú, no hay mucha diferencia.
Él rió.
-Sí, pero mientras seas más baja que yo seguiré diciéndote enana-bromeó.
Reí y sacudí la cabeza, no iba a ganarle a Kevin jamás.
-Bueno, y ¿qué los trae por aquí? ¿Se acordaron de que tenían una amiga abandonada?-bromeé.
-Sí, bueno, sentimos eso-dijo Kevin.
-Pero queremos pedirte un favor-continuó Andrea.
-¿Un favor? Claro, díganme.
-¿Serías mi dama de honor?-pidió Andrea con los ojos color miel llenos de anhelo.
-¿Tu dama de honor? ¡¿Me lo pides a sólo semana y media de tu boda?!-me quedé atónita.
-Ah, bueno, por el tiempo no te preocupes-interrumpió Kevin-. Aplazamos la boda. Será dentro de un mes-anunció.
Abrí los ojos como platos por la sorpresa.
-¿Por qué?-inquirí.
-Bueno, queremos que esté toda la familia presente-dijo Andrea.
Hice ademán de desconcierto. ¿A quién esperarían? Según sabía yo, las familias de ambos estarían el día de su boda.
-La aplazamos por Joe-aclaró Kevin, sin embargo mi entrecejo se arrugó, aun sin entender.
-¿Joseph?-musité, confundida de pies a cabeza.
-Joe se fue de la ciudad-musitó Kevin, como quien no quiere la cosa.
Las palabras me tomaron desprevenida y se me clavaron como aguijones en el corazón. Me dolía mucho más de lo que podría describir, mucho más de lo que podía soportar. Miré hacía la casa de enfrente con una incredulidad que repentinamente se transformó en horror.
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
Noooooo!!! Siguelaaaa JOSeph porque te fuiste?????
Siguelaa porfisss!
Muero x saque sigue!!!!!
Siguelaaa
Siguelaaaaaaaaa
Me mueroooo!!!!!! *_*
Siguela piedad
Att: tu mega fiel lectora!
Siguelaa porfisss!
Muero x saque sigue!!!!!
Siguelaaa
Siguelaaaaaaaaa
Me mueroooo!!!!!! *_*
Siguela piedad
Att: tu mega fiel lectora!
Yhosdaly
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
Oh se fue, se fue nooo *tono super dramatico*
y ahora, por qué se fue, por qué ???
siguelaaaas
sigueeelaaaaaaaaa
y ahora, por qué se fue, por qué ???
siguelaaaas
sigueeelaaaaaaaaa
JB&1D2
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
:(
Dios!! he querido llorar con estos caps...rayis...a vece me dan ganas de darte unas buenas tundas enserio!! :x
siguela pronot si!¿!¿
Dios!! he querido llorar con estos caps...rayis...a vece me dan ganas de darte unas buenas tundas enserio!! :x
siguela pronot si!¿!¿
helado00
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
ELIMINADO
Última edición por DannyD'Jonas el Mar 24 Jul 2012, 5:11 pm, editado 2 veces
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
volviste a publicar el mismo capi atenriorr :(
Yhosdaly
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
ya lo habías publicado :(
JB&1D2
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee.... pleaseeeeeeeeeeeeeeeee
@ntonella
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
CAPITULO CINCUENTA.
-Joe se fue de la ciudad-musitó Kevin, como quien no quiere la cosa.
Las palabras me tomaron desprevenida y se me clavaron como aguijones en el corazón. Me dolía mucho más de lo que podría describir, mucho más de lo que podía soportar. Miré hacía la casa de enfrente con una incredulidad que repentinamente se transformó en horror.
-Pero… pero…-murmuré-¿Cuándo? Yo lo vi el lunes y… y…
-Partió hoy en la mañana-anunció su hermano.
Todo el cuerpo se me paralizó, hasta el corazón dejó de latir durante un largo segundo que sentí que me moría.
-¿A dónde fue?-interrogué, aun mirando incrédula hacía la casa que tenía delante de mí.
-Eemm…-Kevin y Andrea intercambiaron una mirada significativa y luego él volvió a hablar-_____, no… no podemos mentirte, mira… Joe nos dijo que no le dijéramos a nadie a dónde había ido…
-¿Qué?-posé mi mirada en el apesadumbrado rostro de Kevin-. ¿Ni siquiera a mí?
Guardó silencio durante medio segundo, como no queriendo decir lo que iba a decir.
-En especial a ti…-susurró.
Pude jurar que oí el estruendo de algo que se había rato. Entonces me di cuenta de que lo que había estallado se encontraba debajo de mi pecho, cerca de mis costillas.
-Pero…-la voz comenzó a temblarme al igual que los labios.
Andrea dio un paso hacía adelante y me abrigó en sus brazos, pero yo me quedé inmóvil, luchando por contener las lágrimas que rogaban por libertad.
-Escucha… vamos a dejarte que pienses un poco ¿sí?-me susurraba Andrea mientras me acariciaba el cabello con una mano-. Llámame si te sientes mal, o si necesitas a alguien.
Retiró su abrazó pero seguí inmóvil, aturdida por la noticia que acababa de saber.
-¿Estás bien, pequeña?-inquirió Kevin, con pena en sus facciones.
Asentí, obligando a todas las pesadas gotas cristalinas a regresar por el mismo camino y cerrándoles la salida.
-¿Por qué se fue?-no me aguanté las ganas de preguntarlo.
-A buscar un trabajo, ahora que salió de la Universidad quiere… independizarse.
-¿Volverá?-inquirí.
-No… lo sabemos-admitió Kevin-. Pero esperemos que sí.
Se despidieron y los vi alejarse hacía la casa de Kevin, con un arrepentimiento pintado en las facciones de ambos.
Cerré la puerta y corrí escaleras arriba. Las lágrimas brotaron a borbotones de mis ojos sin permiso alguno. Me dolía, me dolía. Me aventé a la cama y abracé la almohada escondiendo la cara en ella, tratando estúpidamente hacer parar el llanto que salía sin piedad. Sentía debajo de mis costillas un cruel estrujamiento y tironeo en todas direcciones de mi frágil órgano. Aquel que había latido alguna vez y ahora se encontraba roto. Sí, tenía el corazón roto. ¡Pero qué estúpida había sido! Joseph me odiaba; le había hecho daño y por supuesto, ahora entendía porqué había dejado de quererme. A final de cuentas, Nick y Lola habían tenido razón siempre.
Pero ahora lo había comprendido demasiado tarde, Joseph había partido y me había privado de su destino. Las lágrimas salieron con más intensidad empapando la almohada de mi cama; era todo tan obvio, me había dejado, ya no me quería, se había ido y no quería que yo supiera a dónde… él en realidad me odiaba.
No comí y no salí de mi habitación en el resto del día. Mis ojos ardían tanto y podía sentir el enrojecimiento de éstos, pero la inconsciencia era la única manera que conocía para evitar pensar en el dolor, antes de que este se volviera insoportable.
CAPITULO CINCUENTA Y UNO.
Un rayo de luz se escabulló por mi ventana y llegó a mi rostro. Abrí tan lentamente los ojos que yo creo que trascurrieron más de diez segundos en que pudiera captar el color violeta desgastado de mi techo. Tuve la cobarde esperanza de que todo hubiese sido sólo una pesadilla, uno de esos malos sueños que nunca en la vida quieres volver a tener. Recorrí la cortina de la ventana dejando que el sol pasase libre a través de ella y fijé mi vista en aquella acera vacía, en donde antes había un bonito vehículo negro estacionado; ahora ya no estaba y… ya no volvería.
No había sido una pesadilla, ni una broma de mal gusto. Era la cruel realidad la que ahora me estaba atormentando. Me llevé las manos a la cara, pensando inocentemente que así al retirarlas de nuevo me transportaría a otra dimensión, a algún lugar lejos de aquí ó… a donde él estaba. Las lágrimas salieron de nuevo y chocaron contra las palmas de mis manos, ¿de dónde salían tantas lágrimas? Era como si nunca se acabaran.
-¿_____?-los nudillos de Alex del otro lado de la puerta golpearon la madera-¿Estás despierta?
¿Desde cuándo Alex se preocupaba por la hora en la que me levantaba? Es decir, ya no tenía que ir al instituto nunca más. Fue entonces que me percaté de la hora. Eran las once con cincuenta y cuatro minutos, casi medio día. Me percaté también del dolor de cabeza.
-Sí-siseé, sin embargo demasiado bajo para que Alex pudiera oírme del otro lado de la habitación.
-¿_____?-preguntó de nuevo y esta vez abrió la puerta cautelosamente, como si temiera despertarme.
Pero entonces me vio allí, pegada a la ventana y con las manos en la cara, sollozando profundamente.
-¡______! ¿Qué pasó?-se acercó tan rápido que cuando me quité las manos del rostro, él ya estaba allí-¿Una pesadilla?
¡Cómo anhelaba que eso fuera!
-Una pesadilla real-sollocé-. ¡Joe se ha ido!
-Pero… yo pensé que ya no te importaba, ya habían terminado, ¿no?
-Sí, pero… me importa, Alex. ¡Me importa!-sollocé aun más.
-Tranquila, ¿sí?-me abrazó-. No pudo haberse ido para siempre-me consoló-. ¿Quieres desayunar? Ya es tarde y…
-No-siseé-. Quiero estar sola por un rato…-dije.
-Está bien. Si necesitas algo, llámame al celular, ¿sí? Voy a salir.
Asentí simplemente y vi que Alex salió por mi puerta.
CAPITULO CINCUENTA Y DOS.
Tenía que hacer algo, no podía quedarme de brazos cruzados derramando lágrimas hasta quedarme seca; había perdido a mis amigos, mi vida, y… a Joe. Y era hora de recuperarlos, aunque sea a los primeros dos. Sabía que tenía que ser fuerte y valiente, porque a fin de cuentas, Nick siempre tenía razón. Yo no estaba bien, y… aun quería a Joseph, aun le amaba y eso podía sentirlo ahora.
Me metí a la ducha, mis movimientos eran mecánicos, como los de un robot. El agua caliente caía sobre mi cuerpo desnudo mientras que la pequeña habitación se llenaba de vapor. Podía ver las partículas diminutas danzar al ritmo del aire denso en la luz, lo caliente del agua ponía roja mi piel pero yo seguía allí, inmóvil. Planeando en mi cabeza un montón de estrategias para volver a mi vida de antes y todo se reducía a una cosa. Dan tenía que salir definitivamente de mi vida. Cerré el paso del agua, la llave estaba demasiado caliente y si yo hubiera estado en mis cinco sentidos, hubiese sentido la quemadura, pero no. Salí de la ducha y me envolví en una toalla, me sequé y vestí, y aun así seguía viéndome como robot con movimientos mecánicos.
Decidí ir a ver a Nick. A él le debía un montón de disculpas y lo extrañaba demasiado. Caminé hasta su casa, el camino largo me hizo perder como cuarenta minutos del día, pero me dio más oportunidades de pensar.
Paré mis pasos justo delante de la casa de los Miller, y me encaminé por el estrecho pasillo que guiaba hasta el portal de su casa. Toqué el timbre y tardaron unos minutos en atenderme.
-Hola, _____, querida-me sonrió aquella bella señora de tez pálida y cabello rizado color castaño-¿Cómo estás?
-Hola, Michelle-le sonreí forzando a las comisuras de mis labios a elevarse-¿Está Nick?
-Claro, nena. Pasa, está arriba en su cuarto, ya sabes dónde es-me abrió la puerta y me indicó con un movimiento de cabeza que subiera.
-Gracias.
La madre de Nick me veía como una hija, justo como mis padres veían también a Nick. Él había heredado esa amabilidad de ella y aquellos caireles de su cabeza. Subí las escaleras, recordando cuantas veces las había recorrido de arriba abajo mientras Nick me perseguía para que le diera su oso teddy, sonreí ante el recuerdo. Llegué al segundo piso, la última de las puertas era su habitación, inhalé profundamente; si quería recuperar mi vida, tenía que recuperar también lo que había en ella. Dí un paso y una de las puertas de la derecha se abrió.
-¿_____?-un niño pequeño salió de aquella habitación.
-Frankie, hola-sonreí.
El niño corrió hacía mí, y tuve que ponerme en cuclillas para estar a su estatura. Sus brazos me rodearon en un tierno abrazo que sólo un niño de nueve años podía dar. Una de sus mejillas rellenas acarició la mía cuando nuestros cuerpos se unieron.
-¿Vienes a jugar conmigo?-preguntó emocionado.
-Hoy no, Frankie. Perdón. Tengo que hablar con tu hermano.
El niño se despegó de mí y me miró sonriendo.
-Está bien, ¿pero después vendrás a jugar conmigo?
-Seguro.
-¿Lo prometes?-me alzó su dedo meñique.
-Prometido-y uní mi dedo con el suyo.
-¿______?-la voz de Nick al fondo del corto pasillo me hizo despegar los ojos del pequeño Frankie para mirarle.
Me quedé allí, a la altura de Frankie, sin saber qué decir o qué hacer.
-Ve a jugar Frankie-ordenó Nick a su hermano.
El niño se encogió de hombros y besó mi mejilla.
-Adiós, _____-y salió corriendo escaleras abajo.
Me levanté despacio y me quedé mirando a Nick a través de los dos escasos dos metros y medio de distancia que había entre nosotros.
CAPITULO CINCUENTA Y TRES.
Me levanté despacio y me quedé mirando a Nick a través de los dos escasos dos metros y medio de distancia que había entre nosotros.
-Hola-dije, tímida.
-Hola-contestó. Conocía esa mirada en Nick, aquel par de ojos pardos que expresaban confusión y miedo a lo desconocido.
Me armé de valor y caminé la distancia entre nosotros hasta llegar a él, este momento era bastante incómodo y la verdad es que no tenía ganas de protagonizarlo; tan sólo quería a mi mejor amigo.
-Quiero hablar contigo-musité.
-Sí, oí que se lo dijiste a Frankie-dijo-. Pasa.
Abrió la puerta de su habitación y el azul provino de todos lados, Nick amaba ese color. Una guitarra se recargaba en una de las esquinas de su cama y había un montón de papeles arriba de aquel lecho; junto a su almohada estaba aquel oso teddy que Nick había conservado desde pequeño.
El sonido de la puerta al cerrarse atrajo mi atención de nuevo al rostro de él.
-¿Qué te hizo?-preguntó.
Su rostro seguía igual, con la misma mirada que hace unos momentos. Y aunque su pregunta fue un poco confusa, la entendí a la primera.
-Nada. Él no ha hecho nada-susurré.
-¿Entonces?
-Sólo… sólo quiero recuperar mi vida, Nick… y tú formas parte de ella… Te extraño-dije con el corazón en la mano.
Los ojos de Nick me miraron confusos, despiertos; mi respuesta no era la que esperaba.
-¿Qué?-preguntó, medio atolondrado.
-Que quiero a mi mejor amigo de vuelta-dije, fuerte y claro.
-______...
-Escucha, Nick-le interrumpí-. Sé que he estado equivocada y que puedo llegar a ser la persona más apática si me lo propongo; pero tenías razón. Soy terca, y no quería reconocerlo por… orgullo-bajé la cabeza-. Quiero a Joseph, lo extraño-una lágrima cayó de mis ojos quebrándome la voz-aunque ya sea tarde.
-¿Tarde?-inquirió-¿Tarde para qué?-de pronto el entusiasmo saltó a su voz-______ podemos ir con Joe y decirle que…
-No-volví a interrumpir-. No podemos. Joseph se ha ido-musité y otra lágrima más pesada y llena de dolor recorrió mi mejilla en una rápida carrera.
-¿Se fue? ¿A dónde fue?-su voz ya no era tan alegre como lo había sido hace sólo unos segundos.
-No, no lo sé-se me quebró la voz-Y él no quiere que yo me entere-dije, con todo el dolor que ya no fui capaz de esconder.
Por supuesto que me dolía aquello, me había ganado el odio de un hombre que una vez me amó, pero lo tenía bien merecido. Sabía que le había hecho daño, y por eso, ni yo misma me perdonaba. Un sollozo ahogado salió de mi pecho.
Nick me miró horrorizado, claro, la historia volvía a repetirse. Bueno, la historia no, pero el final era muy parecido. El dolor era casi el mismo, pero esta vez era más intenso
CAPITULO CINCUENTA Y CUATRO.
-Oh Dios…-Nick corrió hacía mí y me abrigó en sus brazos.
Y allí estaba yo, llorando sobre el hombro en el que siempre habían caído mis lágrimas; abrigándome en los brazos en los que había buscado refugio desde pequeña; llenando mi nariz con el delicioso aroma del cabello de mi mejor amigo; todo eso había vuelto ahora.
-Nick, perdóname-supliqué-. No puedo perderte a ti también-lo aferré más a mí.
-No me estás perdiendo, _____. Y no me perderás, nunca. Pero…
-Sé lo que tengo que hacer, Nick-me separé de él, me limpié las lágrimas y le miré.
-Sé que sabes, la verdadera pregunta es si puedes hacerlo.
-Quiero mi vida como estaba, Nick; cuando él no se encontraba-musité.
Me atrajo de nuevo y me aferró contra su pecho.
-Todo va a salir bien, _____-mientras me acariciaba el cabello.
-¿Me lo prometes?-farfullé.
-Ya lo verás…-musitó.
Aquella hermosa armonía que había encontrado desapareció por un segundo al sonido repiqueteante de mi celular.
Tomé el teléfono entre mis manos y miré el nombre. Nick también se percató de el.
-Tengo que irme, Nick-dije, con un nuevo y repentino temblor en la voz.
-______...
-Tengo que terminar con esto, ahora.
Me sonrió para darme ánimos pero aquel ánimo no llegó a los ojos, puesto que en ellos había preocupación. Me besó la frente con ternura.
-Ve, sé que puedes-murmuró.
Le sonreí desganada y salí de su habitación, sentía la sensación de que todo iba teniendo cabida en su lugar nuevamente; mi mejor amigo era de nuevo mi mejor amigo; y ahora, como si lo hubiese invocado, Dan me esperaba en el parque cercano a casa y allí era donde yo tenía que sacarme valor y terminar con lo que no empezó.
CAPITULO CINCUENTA Y CINCO.
Mis pasos eran fuertes, decididos y pisaban con vigor el cemento de la acera. Él me esperaba a unos cuantos minutos más y ahora podía desear que nunca volviera a hacerlo.El fiero anhelo de que mi vida volviese a su lugar me daba el valor que un día antes no tenía; la insondable culpabilidad me daba ánimos para decirle que se alejara.
Llegué, no sabía cuántos minutos habían trascurrido, sin embargo me parecieron pocos a diferencia del viaje de ida. Lo visualicé a lo lejos, su delgada figura se encontraba reposando en una banca; cuando me acerqué más pude notar que vestía diferente. Llevaba las ropas más limpias y finas que jamás le había visto, me pregunté si venía de alguna fiesta o reunión importante.
Me acerqué y al mirarme me sonrió. Aquellas comisuras elevadas y las líneas a lado de sus gruesos labios quisieron descomponer mi equilibrio. Pero me restauré de inmediato.
-Hola-su voz resonó en mi cabeza con un eco molesto.
-Hola-dije.
-Siéntate-se levantó y me indicó con una mano que tomara asiento, luego de que lo hice, él se sentó de nuevo.
-______, hay algo muy importante que quiero decirte-su labio inferior temblaba levemente.
Esperó a que contestara algo pero yo no moví la boca ni para decir mu. Él prosiguió.
-Yo… te quiero, ______.
Sus palabras me tomaron por sorpresa, ¿me quería? ¿Cómo que me quería? ¿En qué sentido? Mis ojos se abrieron inevitablemente y todos los órganos vitales dentro de mí se pasmaron.
-¿Qué?-pregunté, aturdida.
-Que te quiero-me miró-. Sé que en el pasado fui un idio’ta que te lastimó mucho y me arrepiento de veras; perdón por hacerte sufrir, mil disculpas te pido. No me había dado cuenta de que yo también me había enamorado de ti.
-Sunny…-murmuré.
-Sunny fue sólo un deslumbramiento, de quien me enamoré fue de ti.
-Dan, es que no…-farfullé pero él me interrumpió.
-Si es por que a Nick o a Lola no les agrado, vámonos.
-¿Qué?-él estaba perdiendo definitivamente la cabeza, y si no me reponía la mía también podía fallar.
-Sí, vámonos a otro lugar, en donde nadie nos juzgue o nos diga qué tenemos que hacer y qué no. Yo te quiero y quiero estar contigo.
-¿Qué?-mi tono de incredulidad era casi amargo, pero luego comencé a hablar lentamente-. Dan, esperé tantos años a que dijeras algo, ¡¿y se te ocurre decirlo ahora?! Quise estar contigo, ser yo tu única compañera; siempre estuve allí, día tras día, noche tras noche pero tú nunca me viste.
-Pero todavía…
-No, Dan-le interrumpí-. Ya no. Yo ya… ya no te quiero, no de esa forma.
-Pero, _____...
-¡Dan entiende!-bufé, sintiendo las lágrimas al borde de las comisuras de mis ojos-. ¡Yo amo a alguien más!
Su rostro se descompuso, sus facciones ya no dibujaban expresiones nerviosas ni tensas, ahora pintaban una máscara triste y las comisuras de sus labios tiraban hacía abajo su boca.
Hubo un silencio, incómodo y lleno de aire tenso.
-¿Y… él te ama?-preguntó, volviendo a bajar la mirada.
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
LISTO MIL DISCULPAS POR EL ERROR PERO EL POCO TIEMPO QUE TENGO QUE ENTRAR AL FORO ME CONFUNDO EN SUBIR LOS CAPS .... ESPERO QUE LES GUSTE LAS QUIERO Y MUCHAS GRACIAS :)
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
me encantaron los Caps :)
porfin la RAYIS se ha dado cuenta de lo que realmente sentia...
espero que la sigas pronto..
besos
porfin la RAYIS se ha dado cuenta de lo que realmente sentia...
espero que la sigas pronto..
besos
@ntonella
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
Ayy!! yei yei yei yeiiii!!!
Siguelaaaa se está poniendo muy buenaaa!!!
ahora por Lola!!
Siguelaaaa se está poniendo muy buenaaa!!!
ahora por Lola!!
Aerin
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
CAPITULO CINCUENTA Y SEIS.
Hubo un silencio, incómodo y lleno de aire tenso.
-¿Y… él te ama?-preguntó, volviendo a bajar la mirada.
No dije nada, me llevé una mano al pecho para intentar detener el dolor que se empezaba a acumular allí; y mis dedos sintieron algo frío y fino que colgaba de mi cuello. Sujeté entre las yemas de estos aquel pequeño dije metálico en forma de llave que nunca me había desprendido y los recuerdos hicieron aparición en mi mente de pronto. “Esto demuestra que solo tú tienes el acceso a mi corazón... La tienes… por siempre y para siempre” la voz de aquel ser al que yo amaba resonó en mi cabeza con aquella melodía dulce que destilaba el tilde de su voz. Y todo el cuerpo se me estremeció.
Miré a Dan, que aun esperaba mi respuesta.
-Me lo prometió…-murmuré, casi en un hilo de voz.
Quería reírme de mí misma en ese momento, ¿cómo esperaba que Joe aun me amara? Después de haberle lastimado, eso sí que era una locura. Pero allí, dentro, muy dentro de mí, existía la esperanza de que él aun sintiera algo por mí. Una lágrima cayó de mis ojos.
-Lo siento-musité.
Él negó con la cabeza.
-No tienes que disculparte por… querer a alguien más, ______. Yo soy el que tiene que disculparse aquí; sé que tuve mi oportunidad antes y que no la aproveche…-rió, dolido-qué idio’ta ¿no?-miró hacía adelante, frunciendo el ceño-. Igual, me dio gusto verte-musitó.
Sus palabras tenían otro significado, algo que me sorprendió deducir demasiado rápido.
-¿Te irás?-pregunté.
Entonces me miró, sus oscuros ojos cafés brillaban con indicios de llanto. A pesar de que podía comportarse como un patán, era tan sensible como un niño de seis años. Algo dentro de mí se removió. Culpa.
-No tengo a qué quedarme. La verdad es que vine sólo por ti… aunque demasiado tarde-hizo un mohín-. Regresaré con mis papás, seguro que quieren que termine la universidad.
-Tienes veinte años, Dan. No creo que te atrases tanto.
Soltó una delicada risita.
-Qué ánimos me das, gracias.
Le sonreí, sintiendo como la piel se expandía en la marca que había dejado aquella lágrima que rodó sobre mi mejilla.
-Cuídate mucho, ¿sí?-se acercó y me dio un beso en la mejilla. Por vez primera pude sentir aquellos gruesos labios carmín sobre mí. Esperé por alguna mariposa en mi estómago, pero entonces comprendí que se había acabado todo al sentir solamente el roce de su boca contra mi piel y nada más.
-Igualmente-murmuré.
Se levantó de la banca y me miró por última vez.
-El hombre a quien tú amas es muy afortunado-sonrió-. Adiós, _____.
CAPITULO CINCUENTA Y SIETE.
Y comenzó a caminar con las manos en los bolsillos del pantalón y un poco encorvado y luego simplemente se alejó.
Me quedé sobre la banca, sintiendo el aire rozar mi piel y mover mi flequillo; por un segundo me regaló tranquilidad, pero luego pensé en las últimas palabras que él había pronunciado.El hombre a quien tú amas es muy afortunado. Y entonces el aire se volvió agobiante, intoxicador. Joseph, Joseph, Joseph… ¿a dónde había volado mi ángel? El dolor en el pecho se expandió, abriendo una brecha que se consumía todo dentro de mí. Me llevé ambas manos al pecho y cerré los ojos, toqué de nuevo con los dedos aquella llave que pendía de mi cuello.
-Me lo prometiste, Joseph-mascullé, hablando entre dientes por el dolor.
Me quedé un rato allí, con las manos sobre el pecho y los ojos cerrados; esperando torpemente que el dolor desapareciera, o si no, que al menos disminuyera.
-¿_____?
Abrí los ojos de golpe ante la voz femenina tan conocida para mí. Lola me miraba preocupada y extrañada; casi con la misma mirada que Nick me había regalado hace unas horas.
-¿Estás bien?-preguntó, se acercó más y se sentó a mi lado.
-¿Tú… tú… tú no me… odias?-inquirí, con mi voz temblorosa y evadiendo su pregunta anterior; porque a fin de cuentas la respuesta era muy obvia.
-¿Odiarte? ¿Estás loca? ______, cómo podría odiarte, eres mi mejor amiga-sus delgados y rosados labios tiraron una comisura hacía arriba.
-Yo pensé que…
-…Te odiaba por lo que había ocurrido con Dan-me completó.
-Algo así-torcí el gesto.
-No seas tonta. Odié que te relacionaras de nuevo con ese idio’ta, pero nunca te odié a ti.
Le sonreí.
-Gracias. De igual manera, ya todo terminó-dije.
-¿A qué te refieres?
-Dan me dijo que… me quería-musité y sus ojos se abrieron de par en par, pero antes de que pudiera farfullar algo continué-. Pero, lo cierto es… que yo sigo amando a Joseph-otra lágrima que no sé supe de donde provino me recorrió la mejilla-. Y Dan lo ha… entendido.
-Déjame ver si entendí. ¿Dan se te declaró pero le dijiste no porque todavía quieres a Joe?
Asentí un par de veces nada más.
-¿Enserio?-su voz tomó un matiz de entusiasmo repentino, como el de Nick. A veces ellos eran tan iguales.
-Sí, Lola pero esta vez yo no sé qué hacer.
-Pues, lo primero es hacerle saber a Joe que lo sigues amando-en sus verdes ojos refulgía la esperanza que a mí me había abandonado.
-No sé cómo hacerlo-admití.
-¿Por qué no? Por favor, ______. ¡El chico vive enfrente de tu casa! Como si no pudieras ir y…
-Él ya no vive allí-gemí interrumpiéndola y Lola paró de hablar.
Hubo un silencio, incómodo y lleno de aire tenso.
-¿Y… él te ama?-preguntó, volviendo a bajar la mirada.
No dije nada, me llevé una mano al pecho para intentar detener el dolor que se empezaba a acumular allí; y mis dedos sintieron algo frío y fino que colgaba de mi cuello. Sujeté entre las yemas de estos aquel pequeño dije metálico en forma de llave que nunca me había desprendido y los recuerdos hicieron aparición en mi mente de pronto. “Esto demuestra que solo tú tienes el acceso a mi corazón... La tienes… por siempre y para siempre” la voz de aquel ser al que yo amaba resonó en mi cabeza con aquella melodía dulce que destilaba el tilde de su voz. Y todo el cuerpo se me estremeció.
Miré a Dan, que aun esperaba mi respuesta.
-Me lo prometió…-murmuré, casi en un hilo de voz.
Quería reírme de mí misma en ese momento, ¿cómo esperaba que Joe aun me amara? Después de haberle lastimado, eso sí que era una locura. Pero allí, dentro, muy dentro de mí, existía la esperanza de que él aun sintiera algo por mí. Una lágrima cayó de mis ojos.
-Lo siento-musité.
Él negó con la cabeza.
-No tienes que disculparte por… querer a alguien más, ______. Yo soy el que tiene que disculparse aquí; sé que tuve mi oportunidad antes y que no la aproveche…-rió, dolido-qué idio’ta ¿no?-miró hacía adelante, frunciendo el ceño-. Igual, me dio gusto verte-musitó.
Sus palabras tenían otro significado, algo que me sorprendió deducir demasiado rápido.
-¿Te irás?-pregunté.
Entonces me miró, sus oscuros ojos cafés brillaban con indicios de llanto. A pesar de que podía comportarse como un patán, era tan sensible como un niño de seis años. Algo dentro de mí se removió. Culpa.
-No tengo a qué quedarme. La verdad es que vine sólo por ti… aunque demasiado tarde-hizo un mohín-. Regresaré con mis papás, seguro que quieren que termine la universidad.
-Tienes veinte años, Dan. No creo que te atrases tanto.
Soltó una delicada risita.
-Qué ánimos me das, gracias.
Le sonreí, sintiendo como la piel se expandía en la marca que había dejado aquella lágrima que rodó sobre mi mejilla.
-Cuídate mucho, ¿sí?-se acercó y me dio un beso en la mejilla. Por vez primera pude sentir aquellos gruesos labios carmín sobre mí. Esperé por alguna mariposa en mi estómago, pero entonces comprendí que se había acabado todo al sentir solamente el roce de su boca contra mi piel y nada más.
-Igualmente-murmuré.
Se levantó de la banca y me miró por última vez.
-El hombre a quien tú amas es muy afortunado-sonrió-. Adiós, _____.
CAPITULO CINCUENTA Y SIETE.
Y comenzó a caminar con las manos en los bolsillos del pantalón y un poco encorvado y luego simplemente se alejó.
Me quedé sobre la banca, sintiendo el aire rozar mi piel y mover mi flequillo; por un segundo me regaló tranquilidad, pero luego pensé en las últimas palabras que él había pronunciado.El hombre a quien tú amas es muy afortunado. Y entonces el aire se volvió agobiante, intoxicador. Joseph, Joseph, Joseph… ¿a dónde había volado mi ángel? El dolor en el pecho se expandió, abriendo una brecha que se consumía todo dentro de mí. Me llevé ambas manos al pecho y cerré los ojos, toqué de nuevo con los dedos aquella llave que pendía de mi cuello.
-Me lo prometiste, Joseph-mascullé, hablando entre dientes por el dolor.
Me quedé un rato allí, con las manos sobre el pecho y los ojos cerrados; esperando torpemente que el dolor desapareciera, o si no, que al menos disminuyera.
-¿_____?
Abrí los ojos de golpe ante la voz femenina tan conocida para mí. Lola me miraba preocupada y extrañada; casi con la misma mirada que Nick me había regalado hace unas horas.
-¿Estás bien?-preguntó, se acercó más y se sentó a mi lado.
-¿Tú… tú… tú no me… odias?-inquirí, con mi voz temblorosa y evadiendo su pregunta anterior; porque a fin de cuentas la respuesta era muy obvia.
-¿Odiarte? ¿Estás loca? ______, cómo podría odiarte, eres mi mejor amiga-sus delgados y rosados labios tiraron una comisura hacía arriba.
-Yo pensé que…
-…Te odiaba por lo que había ocurrido con Dan-me completó.
-Algo así-torcí el gesto.
-No seas tonta. Odié que te relacionaras de nuevo con ese idio’ta, pero nunca te odié a ti.
Le sonreí.
-Gracias. De igual manera, ya todo terminó-dije.
-¿A qué te refieres?
-Dan me dijo que… me quería-musité y sus ojos se abrieron de par en par, pero antes de que pudiera farfullar algo continué-. Pero, lo cierto es… que yo sigo amando a Joseph-otra lágrima que no sé supe de donde provino me recorrió la mejilla-. Y Dan lo ha… entendido.
-Déjame ver si entendí. ¿Dan se te declaró pero le dijiste no porque todavía quieres a Joe?
Asentí un par de veces nada más.
-¿Enserio?-su voz tomó un matiz de entusiasmo repentino, como el de Nick. A veces ellos eran tan iguales.
-Sí, Lola pero esta vez yo no sé qué hacer.
-Pues, lo primero es hacerle saber a Joe que lo sigues amando-en sus verdes ojos refulgía la esperanza que a mí me había abandonado.
-No sé cómo hacerlo-admití.
-¿Por qué no? Por favor, ______. ¡El chico vive enfrente de tu casa! Como si no pudieras ir y…
-Él ya no vive allí-gemí interrumpiéndola y Lola paró de hablar.
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