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Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
siguleaaaaaaaaaaa
quiero saber que pasara
quiero saber que pasara
JB&1D2
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaa....
porfavor...
porfavor...
@ntonella
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
CAPITULO VEINTICUATRO .
-¿Y el? ¿Quiere regresar con ella?
-No lo sé, y si lo quisiera no sería exactamente regresar… ellos nunca estuvieron juntos. Pero, ella lo…-me saqué fuerzas de donde no las tenía para intentar pronunciar lo que le seguía a la frase-quiso demasiado.
-Oh…-musitó Kevin-Mira, déjala por este día, que esté sola y que piense un poco. Mañana pasa por ella como siempre.
-¿Quieres que finja que nada ha ocurrido?-me sentí un poco… ofendido.
-No, simplemente que no le des más importancia de la que merece. No te hagas drama, Joseph. Empiézate a preocupar si para mañana no mejora.
De pronto repasé la idea en mi cabeza, mañana sería un día normal, tenía que serlo. Asentí mientras repensaba la idea. Kevin se levantó de la cama y me palmeó la espalda.
-Tranquilo.
Me hizo recordar a Nick, él había hecho una acción muy parecida hoy.
-Gracias…-murmuré, un tanto perdido.
Salió por la puerta y la cerró detrás de sí. Me quedé sentado pero enseguida me levanté. Miré por la ventana a través del vidrio, la noche estaba muy oscura, más que otras veces. Casi igual que la habitación de _____.
La melodía comenzó a meterse por mis oídos hasta conseguir despertarme. Miré la hora aun un tanto dormido, era temprano. Me sacudí las cobijas de encima y me metí a la ducha. Este nuevo día tenía que ser normal pero la esperanza parecía desaparecer conforme pasaban los segundos.
Una vez vestido completamente, miré por la ventana. No iba a permitir que _____ faltara hoy al instituto.
Bajé a paso acelerado y ni siquiera me digné a mirar el desayuno que mamá ya me tenía en la mesa. Salí directo a casa de ella y llamé a la puerta un par de veces antes de que Alex me atendiera, de nuevo.
-¿Está _____?-pregunté, esta vez más con una voz más agradable que la del día anterior.
-Está en su cuarto… aun duerme-musitó.
-¿Me permites pasar?-pregunté.
-Emm…-vaciló por unos segundos-De acuerdo-y abrió la puerta para dejarme pasar.
Subí las escaleras velozmente hasta llegar a su habitación. Toqué la blanca puerta de madera pero nadie atendió así que me introduje sigilosamente en el pequeño cuarto.
Miré a _____ dormir mientras la débil luz que se infiltraba por la ventana la iluminaba delicadamente. Estaba recostada de lado, su rostro deba a la pared de la ventana. Caminé despacio hasta ella y miré su rostro, tenía atisbos de haber llorado mucho… sentí como si algo me estrujara el estómago retorciéndolo detestablemente. Me obligué a ignorar el dolor.
-_____, amor-musité despacio.
Me senté a su lado en la cama y coloqué una mano sobre su antebrazo. La acaricié.
-_____-susurré y ella comenzó a moverse-Vamos, bella durmiente; arriba.
Ella me miró, con esos oscuros ojos que me gritaban que habían llorado hasta el cansancio, me sentí fatal, pero traté de disimularlo.
-¿Joe?-musitó, confundida.
CAPITULO VEINTISEIS.
Ella me miró, con esos oscuros ojos que me gritaban que habían llorado hasta el cansancio, me sentí fatal, pero traté de disimularlo.
-¿Joe?-musitó, confundida.
-Despierta ya, amor. Es hora de ir a clases-le avisé.
-No…
El rostro se me crispó al oír su negación a la mitad, pero la interrumpí rápidamente.
-Vamos, _____. Perezosa, arriba-le retiré las cobijas y la levanté delicadamente-Si no te metes a la ducha ya, se nos hará tarde, sobre todo a mí.
Me miró con desgano.
-Y si no te levantas tú por tu propio pie me veré obligado a tomarte en brazos y llevarte yo mismo a la ducha-amenacé amablemente.
Ella sólo rió pero la alegría era algo que no había en esa sonrisa mediocre. Me obligué una vez más a ignorar el retorcimiento de estómago. El dolor que el verla así me inflingía.
-De acuerdo-musitó y se levantó para hacer más de fuerza que de ganas, lo que le ordené.
-Te espero aquí-dije elevando un poco la voz para que pudiera oírme a pesar de que el agua golpeteaba con fuerza sobre el suelo de azulejo de su baño.
Me quedé sentado en la cama y miré su almohada, la tela azul Copenhague que la cubría tenía pequeñas manchas redondas… ¿había estado llorando durante toda la noche? Maldición… esto no estaba bien.
Tenía que hacer algo y tenía que hacerlo rápido.
Miré luego su celular sobre el buró. Lo tomé curioseando entre los contactos que ella tenía. Allí, casi al final de la lista aparecía el nombre de la chica que le gustaba a Alex, Raquel. Una idea me pasó repentinamente por la mente.
Tardó más de lo usual en bañarse y mucho más en vestirse; la blusa violeta que había decidido usar ese día estaba mal abotonada. Ella definitivamente estaba mal.
-_____, amor-me acerqué a ella y le ayudé a corregir el error de su blusa-Tengo planes para nosotros hoy-dije, tratando de sonar entusiasmado.
-¿Planes?-preguntó-Joseph no…
-Es para Alex-la interrumpí, fingiendo no haberme dado cuenta de su apatía-¿Recuerdas a la chica? ¿Raquel?
Su rostro se contrajo en un dolor que quiso disimular rápidamente desviando su cara de mi vista. Otro golpe a mi estómago.
-Ajá-dijo, luego fue a buscar su morral para meter algunos libros.
-Pues, ¿qué te parece si ayudamos un poco?-le abrí la puerta para que saliera.
-¿Ayudar? No creo que meternos en eso sea lo adecuado, Joe-musitó mientras se dirigía escaleras abajo hacía la sala.
-¿Qué dices?-pregunté incrédulo, siguiéndola y adelantándome para abrirle la puerta del exterior-Si eras tú la que querías hacerla de cupido-justifiqué.
Ella frunció el ceño y se dirigió directo a mi auto sin decir palabra alguna, ni siquiera para despedirse de Alex, quien estaba sentado en el sofá más grande viendo un poco de televisión.
-Hasta luego, Alex-dije rápidamente cerrando la puerta detrás de mí y seguí el camino que mi novia había trazado segundos antes.
Subió al auto sin esperar que yo le abriera la puerta, así que me encaminé velozmente a mi lado y me subí.
-No tiene nada de malo regalarle a tu primo una tarde con la chica, además-dije mientras metía la llave para encender el motor-tú prometiste llamarla para salir-le recordé.
______ sólo miraba hacía la ventanilla de su lado, apretando con sus manos su morral.
-¿Y cuáles son sus planes, señor cupido?-no sonó a broma, como ella hubiera querido que sonara. Parecía más resignada que nada.
-Bueno, algo sencillo. ¿Qué tal una caminata por el parque?-sugerí, haciendo andar el auto en dirección a su instituto.
-Alex es muy tímido-bajó su mirada y la posó fija en su morral color caqui.
-Bueno, invitaremos a Nick y a Lola e iremos nosotros también-expliqué, mientras manobriaba con el volante para dar vuelta a una calle.
-¿No sería incómodo para Alex y Raquel?
-¿Por que tendría que serlo?
-Por que salen con dos parejas…-el matiz de su voz era triste, sin vida.
-¿Dos parejas? ¿Nick y Lola ya están saliendo?-pregunté, sorprendido.
-¿No sabías? Ayer se le declaró, Lola le dijo que sí.
-¡Por fin!-hice un ademán de victoria, pero _____ no rió como siempre lo hacía cuando yo actuaba estú’pido-No pareces muy feliz-la acusé.
-¿Eh?-me miró, aquel brillo que vislumbraba en sus ojos, simplemente había desaparecido-No, sí estoy feliz-quiso sonreír pero aquel intento de sonrisa se convirtió en una mueca.
-_____, ¿estás bien?-detuve el auto puesto que habíamos llegado a su instituto, coloqué mis manos en sus mejillas y la hice que me mirara directamente a los ojos. No podía mentirme.
CAPITULO VEINTISIETE.
-_____, ¿estás bien?-detuve el auto puesto que habíamos llegado a su instituto, coloqué mis manos en sus mejillas y la hice que me mirara directamente a los ojos. No podía mentirme.
-Estoy bien, Joseph-no podía mentirme, sin embargo lo hizo.
-De acuerdo, ¿te veo entonces en la tarde?-me dolía más a mí fingir no darme cuenta que a ella estar bien.
Sentí sólo su rostro asentir entre mis manos que aun lo sujetaban con delicadeza.
-Avísale a Nick, ¿quieres? Ah, y dile que lo felicito-me incliné hacía ella y posé mis labios en los suyos. Pero fue como besar a una muñeca sin vida.
-Adiós, Joe-se escapó de mis manos y salió del auto.
Esto no debería de estar así de mal.
Conduje hasta mi instituto a repasar la idea de la caminata durante el parque. En realidad no era tanto por Alex y Raquel -aunque eso serviría mucho para ellos- sino por revivir a _____, ella tenía que volver a la vida que repentinamente se le había fugado.
Tracé en la mente un montón de planes que deseché al instante… todos parecían estú’pidos. ¿Cómo devolverle aquella luz que ya no brillaba en ella? ¿Cómo poder hacerla brillar de nuevo? Llevé mis manos a mi cabeza terriblemente confundido, pero enseguida tuve que bajar para ir a clases.
Llegué a casa, dudando ya de aquella idea de la caminata, ¿y si esto empeoraría a _____? Gruñí en mi fuero interno, la desesperación me estaba inundando cada minuto más. Ayer todo parecía tan perfecto, y en un abrir y cerrar de ojos; el fin del mundo se aproximaba, el fin de mi mundo.
Me senté en el sofá de la sala antes de ir con ella, tenía que pensar bien las cosas antes de que actuara de cualquier forma. Me gasté cinco o seis minutos en darle vueltas a la idea que ya tenía planteada, y me levanté del sofá para dirigirme a la casa de mi novia. Arrastré mis pies por todo el pavimento de la calle hasta llegar a la otra acera, dónde desganadamente toqué la puerta de su casa. Esperaba que Alex fuese quien me atendiera, pero esta vez lo hizo Lola.
-¿Lola?-pregunté, sorprendido.
-Hola, Joe-me hizo que pasara y allí sentado en el sofá estaba Nick.
-¿Dónde está _____?-quise saber.
Pero entonces noté que salió de la cocina, traía el teléfono celular en la oreja y Alex la seguía ansioso.
Le sonreí, pero la sonrisa que ella me dio fue distraída y fugaz.
Me fui a sentar en el sofá pequeño y apoyé mi codo en el brazo izquierdo del mueble para sostener mi cara con aquella mano. Como si estuviese aburrido, pero en realidad estaba dolido y decepcionado.
-De acuerdo, Raquel; entonces nos encontramos en el parque-musitó y la sonrisa de Alex se expandió por si delgado rostro. Luego colgó.
-¿Vendrá?-preguntó entusiasmo el chico rizado detrás de _____.
Ella sólo asintió y las mejillas de su primo se tornaron color rojo.
-¿Entonces, nos vamos?-dijo Lola.
-Sí-concordó Nick y ayudó a Lola a levantarse del sofá en el que estaban sentados. Luego, Alex, Lola y Nick salieron por la puerta, mientras yo permanecí allí, en la misma posición, mirando a _____ tomar del perchero su chaqueta.
-¿No irás? Tú eres el que propusiste la idea-dijo.
Sólo me le quedé mirando, anhelando tener algún poder de leer la mente o algo por el estilo; esperando que aquellos ojos oscuros que delataban tantas cosas, me dijeran algo más.
CAPITULO VEINTIOCHO.
Sólo me le quedé mirando, anhelando tener algún poder de leer la mente o algo por el estilo; esperando que aquellos ojos oscuros que delataban tantas cosas, me dijeran algo más.
Me levanté del sofá y me acerqué a ella, la tomé delicadamente de la cintura y la acerqué a mí, necesitaba saber que ella estaba allí, en algún lugar. Que aun lo estaba. Acurruqué su rostro entre mis manos y me acerqué lentamente para poder saborear los labios que en la mañana estaban desabridos… pero no hubo diferencia alguna. Rocé mis labios con los suyos y nuevamente los junté con los de aquella muñeca muerta.
Me separé, triste y la miré nostálgico.
-Vamos, Joe-se apresuró a salir para alcanzar a los demás que ya se habían adelantado.
Esperé a que caminara unos cuántos metros y luego le pegué con fuerza a la pared, furioso, sintiendo cómo la piel del costado de mi mano derecha se enrojecía y ardía. Esto no estaba bien. Respiré un par de veces inhalando profundamente para tranquilizarme y luego salí y cerré la puerta tras de mí.
Aceleré mis pasos para ir con los demás y miré a _____ que iba con Lola. ¿Es que nadie se daba cuenta? La máscara tan débil que usaba _____ para hacernos creer que no pasaba nada, que estaba feliz… ¿es que estaban tan ciegos que no reconocían que debajo de esa sonrisa vacía había un ceño fruncido y unos ojos cansados de llorar? Seguro Nick era el único que lo sabía, pero ahora su tiempo estaba dedicado a Lola, y yo tenía que encargarme de _____. Le devolvería la sonrisa, sin importar cuál fuera el precio, ella sonreiría de nuevo. Los alcancé a los pocos segundos y me incorporé al grupo.
Llegamos al bello parque a los cinco minutos, éste no estaba muy retirado así que no tardamos tanto. Alex se puso nervioso al ver a Raquel sentada en una de las bancas esperando por nosotros.
-¡Allí está!-susurró-¿Qué le voy a decir?
-Tranquilo, hermano-Nick puso su brazo sobre los hombros de Alex-Sólo sé tu-le palmeó el pecho y le sonrió. Luego tomó la mano de Lola.
-Hola, Raquel-dijo _____ ya que nadie más habló cuando llegamos hasta ella.
-Hola-sonrió y luego dio una mirada fugaz a todos y cada uno de los que estábamos allí, pero tardó unos segundos más en Alex.
-Ellos son nuestros amigos; Lola y Nick, chicos, ella es Raquel-dijo mi novia intentando mantener su sonrisa.
-Hola, un gusto-saludó Nick.
-Igual-musitó Lola, sonriendo.
-El gusto es mío-dijo la chica de cabello castaño y lacio.
-Bueno, ¿por qué no vamos a dar un paseo?-sugirió Nick y entrelazó los dedos de su mano con los de Lola y ella le sonrió.
Suspiré, extrañando el momento en que _____ y yo hacíamos lo mismo y anhelando que volviera. Raquel se acomodó a lado de Alex y yo lo hice rápidamente a lado de _____. Nick y Lola se adelantaron mientras que Alex y Raquel sólo iban a unos cuantos metros de nosotros.
-Parece que se llevarán bien-comenté queriendo sonar casual.
-No si Alex no habla-dijo, observando como el chico solamente sonreía y miraba hacía otro lado, totalmente hundido en una vergüenza profunda.
-No lo culpo, la chica es linda-musité queriendo provocar una reacción en ella. Pero no hizo nada.
Estaba como ausente, como si su mente estuviera volando lejos de allí. Nick y Lola se perdieron entre los árboles del parque y Alex y Raquel pararon y se sentaron en una banca. Ahora sólo _____ y yo caminábamos por aquel sendero frío.
Su teléfono celular sonó de pronto y ella lo sacó del bolsillo de su chaqueta. Di una mirada furtiva hacía el aparato y me percaté de que tenía un nuevo mensaje, al parecer de un número que su agenda desconocía. Sólo pude ver los últimos dos ceros de los diez dígitos. _____ abrió aquel mensaje y pude notar cómo su rostro se contrajo de dolor, sus bellas facciones se deformaron con una expresión de congoja.
CAPITULO VEINTINUEVE.
-_____, ¿qué pasa?-exigí saber, mirándola cuando ella detuvo su caminar.
-¿Eh? No, nada-guardó rápido su celular-Joe, no…-se quedó en silencio un par de segundos-me tengo que ir-luego caminó a prisa.
-_____, espera-dije y traté de seguir su paso-¡_____!-pero ella corrió ignorándome.
Me quedé allí, indeciso de seguirla o no, debatiendo en mi fuero interno aquella agonía y confusión. Pero sólo me quedé allí. Miré a mí alrededor, nadie se había percatado de aquella escena, así que empecé a caminar de nuevo. Metí las manos a las bolsas de mi pantalón y me encogí sintiendo el aire gélido que jugaba con mi cabello. ¿Quién era la persona que le mandó aquel mensaje a _____? ¿Qué decía el mensaje? ¿Por qué… por qué no quiso decirme? Las preguntas empezaron a aparecer una tras otra, golpeando fuertemente mi débil mente; y a lo que se reducía todo era a un solo nombre… Dan.
Mis manos se hicieron puños dentro de las bolsas de mi pantalón y decidí irme a casa, yo no tenía nada que hacer allí. Caminé hasta mi hogar y lo primero que hice fue ir hasta mi habitación, lo único que quería en este momento era no pensar.
Marzo.
Había pasado el tiempo, un mes y medio. El sol salía con más fuerza en lo alto del cielo azul. Los pajarillos cantaban alegres entre las enredaderas verdes de los árboles del mes de abril. Kevin estaba a sólo nueve semanas de pisar el altar y faltaba menos de un mes para terminar el ciclo escolar. Me graduaría por fin. Sí, el tiempo había pasado y algunas cosas habían cambiado, la mayoría quizá… excepto una.
______ seguía fría, cuando la besaba, sus labios ya no encajaban en los míos con esa perfección con la que lo hacían antes; habían cambiado de sabor, ya no eran de miel sino duros y fríos. Sus ojos habían perdido aquella luz que refulgía poniendo celosas a las estrellas, ahora eran un par de ojos oscuros y opacos, tristes. Sus sonrisas eran vacías, carentes de alegría. Ya no me llamaba, tampoco salió algún ‘Te quiero’ de su boca, nada. Ella ya no era feliz.
Me sentía impotente, pero sobre todo, un cobarde. No podía ir y enfrentarla, decirle que lo sabía, que sabía que él había vuelto; no sabía cuando es que me había vuelto un completo miedoso, cobarde, pero ya lo era. Además de que me había convertido también en una especie de fantasma, escondiendo mi agonía detrás de una sonrisa.
-¡Joe, a comer!-gritó mamá desde abajo.
Dejé la pequeña pelotita con la que estaba jugando y me levanté de la cama en la que estaba recostado mirando el techo. Bajé hasta el comedor, papá se encontraba trabajando y Kevin en casa de Andrea; mamá y yo empezábamos a acostumbrarnos a la soledad de sólo dos almas en aquella gran casa.
Me senté a la mesa frente al tazón de sopa que mamá me había servido y sólo me quedé observando el líquido cremoso color perla.
-Joe, ¿te encuentras bien, hijo?-preguntó mamá, acomodando los cubiertos a un lado de mi plato.
Levanté mi rostro hacía el suyo; ruborizado naturalmente y suave, así era el rostro de mi madre, y pude ver en sus pardos ojos el rostro del fantasma reflejado.
CAPITULO TREINTA.
Levanté mi rostro hacía el suyo; ruborizado naturalmente y suave, así era el rostro de mi madre, y pude ver en sus pardos ojos el rostro del fantasma reflejado.
-Últimamente has estado muy raro, Joe-argumentó.
No sabía qué hacer, si llorar y aventarme a los brazos de mi madre platicándole todo ó simplemente seguir así, callado.
Acomodó el otro par de cubiertos a lado de su plato y luego se sentó enfrente de mí en aquella mesa.
-Cariño, dime qué tienes-extendió su mano a través de la mesa y la colocó sobre la mía. Sentí el cálido roce de su piel-¿Quieres hablar?
La miré de nuevo, sollozando en mi fuero interno, y sólo asentí.
-Es _____...-musité, bajando mi vista de nuevo hasta el tazón de sopa.
-¿Qué pasa con ella?-retiró su mano y me miró con cautela.
-Eso es lo que yo anhelo saber madre.
-Joe, no entiendo nada.
Suspiré y luché contra el nudo que se había formado en mi garganta.
-Cuando _____ tenía dieciséis años se… enamoró de un sujeto que sólo le hizo daño, por eso se volvió fría y poco sociable; pero entonces cambió cuando empecé a salir con ella; aquella chica alegre y sonriente había vuelto a la vida y yo estaba feliz de haber sido aquel que la revivió. Todo iba perfecto, hasta hace un par de meses…-el nudo en mi garganta pareció expandirse hasta dejarme casi sin aliento.
-¿Qué sucedió, Joe?-me instó a seguir.
Inhalé llenando mis pulmones de aire fresco y continué.
-Cuando el primo de _____ vino y tuvimos que ir al aeropuerto a recogerlo, ella se encontró con alguien…-recordé el momento y más que furia había tristeza en mí.
-¿Alguien?
-Con el, se encontró con el tipo que le había hecho daño antes. Desde ese día, mamá, _____ ya no ha sido la misma, se comporta fría conmigo, ella es una muñeca sin vida ahora, y me duele verla así y no poder hacer nada. Lo he intentado, madre, he intentado hacerla sonreír de nuevo, he actuado como si nada ocurriera; pero ya no puedo seguirlo haciendo… me duele cada vez más-una lágrima resbaló por mi mejilla.
Mi madre se angustió, se levantó de su lugar y llegó hasta mí, me abrazó con esa protección y ternura que sólo se encuentra en los brazos de una madre.
-Oh, Joseph, cariño-me acarició el cabello. Luego se separó de mí y me tomó la mano haciéndome seguirla hasta la sala y me sentó en uno de los sofás, ella se sentó a mi lado y no me soltó la mano. Su calor se sentía tan bien-¿_____ aun quiere a ese chico?-preguntó.
-Sinceramente mamá… no lo sé.
-¿Y tú crees que lo que ella necesite sea tiempo para pensar?
-¿Tiempo?-la miré, confundido por el significado que sabía que llevaban sus palabras-Madre, yo sólo quiero que _____ vuelva a ser feliz.
-¿Y qué estarías dispuesto a hacer para eso?
-Cualquier cosa-aseguré.
-Bueno, quizá _____ necesite tiempo para definir sus emociones y que vuelva a concentrarse en las que de verdad la hacen feliz.
-Tiempo…-susurré.
-Sé que vas a hacer lo que creas correcto, Joe. Eres valiente-me acarició el cabello y se levantó-¿Guardo tu plato?
-No, sí tengo hambre-me paré también y nos dirigimos de nuevo a la mesa-Gracias, mamá.
Se acercó y besó mi cabeza con ternura.
-Siempre tendrás mi apoyo, hijo-y se sentó a la mesa de nuevo.
Tiempo. Tiempo sin mí. Ella ya no era feliz… a mi lado, ¿y si su felicidad estaba con… el? Entonces era yo quien estorbaba… me dolió. Suspiré y me asomé por la ventana.
-Buenas noches, _____...-susurré mirando su habitación.
Estaba cansado, ya no quería pensar. Mañana sería viernes, mañana ordenaría todo en mi mente, mañana… hoy sólo quería dormir en un sueño profundo y despertar mañana…
CAPITULO TREINTA Y UNO.
Me desperté por el dolor de cabeza. Llevé una de mis manos a mi frente, anhelando estar enfermo y así poder faltar al instituto, pero no había más que sudor en una piel de temperatura normal. Hice un mohín y me levanté a regañadientes, miré por la ventana, el sol brillaba tenuemente a través de las espesas nubes. Quizá hoy llovería. Me vestí con la camisa azul que usé el sábado pasado y unos jeans de un azul muy oscuro, después de haberme bañado. Luego bajé arrastrando los pies por las escaleras; tomé sólo un vaso de jugo de naranja y me marché para encontrarme con la muñeca sin vida.
Llamé a su puerta un par de veces y Alex me atendió.
-Ya la llamo-dijo, antes de que yo pudiera pronunciar palabra alguna y salió escaleras arriba.
Me quedé esperando a que _____ bajara, el tiempo caminaba velozmente y el sol se apresuraba a ponerse en su sitio; ella estaba tardando más de lo normal.
Pero por fin bajó, con esa máscara traslucida que dejaba ver la agonizante tristeza, parecía estar aprisionada. Sus ojos me miraron y su boca quiso sonreír, pero los resultados fueron bastante malos.
-Buenos días-dije, sorprendentemente frío.
Ella no me respondió, sólo siguió su camino hasta llegar a mi auto y subió.
Últimamente esta era la rutina, y yo era el tipo que fingía que no pasaba nada, que le sonreía cuando en realidad tenía ganas de fruncir el ceño; pero ya estaba harto. Caminé también hacía mi auto y me subí en el asiento del piloto, y sin hablar me dirigí a su instituto. Cuando llegué, apagué el motor haciendo cesar el sordo rugido de éste.
-Gracias, Joseph-abrió la puerta para salir.
Le sonreí y la vi alejarse. Ya nada era igual, ¿dónde había quedado aquel beso que nos dábamos al despedirnos? Se había fugado también, junto con la chica feliz que era mi novia. Suspiré y encendí de nuevo el auto, y por primera vez les regalé una mirada al trío de chicas que _____ decía que me miraban como si fuese un premio. No se equivocaba, las tres me observaban con una fascinación en los ojos; la chica bajita de cabello rubio del medio quiso sonreírme; la de la derecha, alta y pelirroja se puso nerviosa; y la tercera, la de la izquierda, morena y de cabello largo desvió la mirada queriendo disimular el rubor de sus mejillas. Me reí en mis adentros pero me entristecí al instante, yo ya no provocaba ninguna de esas emociones en _____.
Manejé hasta mi instituto, al tedio de las seis horas, pero me animé al pensar en que sólo faltaban un par de semanas antes de graduarme. Igual que ella.
Cuando las clases terminaron, conduje hasta la playa; tenía tanto en qué pensar, tanto que solucionar, respuestas que darme… y no podía hacerlo en casa.
Las llantas de mi auto rodaron sobre el pavimento hasta que pude ver a unos cincuenta metros el puerto y de fondo, un mar azul. Estacioné cerca y bajé.
Esta era la playa en donde _____ y yo habíamos venido después de la primera cita, junto con Andrea y Kevin. Los recuerdos no me hicieron sentir mejor, ahora dolían como si una daga se me clavara en el pecho; caminé sobre la arena y me recargué en una enorme piedra, miré el cielo y cómo los nubarrones grises lo poblaban ferozmente, sin duda llovería tarde o temprano, quizá en un par de minutos las nubes ya estarían llorando sobre mí.
CAPITULO TREINTA Y DOS .
Me preguntaba hasta cuando iba a llegar el dolor sin matarme antes, la terrible confusión de no saber qué hacer. Pero es que la amaba tanto, y ella al parecer lo había olvidado. No podía seguir viviendo así, me lastimaba más a mí fingir que nada ocurría, pero el frío entre nosotros era evidente…
Ella tenía que ser feliz, tenía que sonreír de nuevo, y yo había prometido que lograría que ella pudiera hacerlo… y la pregunta del día anterior golpeó mi mente: ¿y si ella es feliz con el? ¿Si yo sólo estoy estorbando? Interponiéndome en su felicidad… en el rompecabezas sobraba una pieza, y esa pieza era yo. Tenía miedo de perderla pero no podía retenerla, no si ella ya no era feliz conmigo; eso sería egoísta de mi parte pues de nada sirve tenerla para mi si ya no está lo que realmente quiero; sin embargo la amaba con un amor descomunal, pero no tenía sentido alguno tener a una persona sin sentimientos, ella ya no los compartía conmigo y era como amar a una pared; yo era el único que sentía, que hablaba… ella estaba sin vida, inanimada.
Mi mente se llenaba de pensamientos, y conforme aumentaban disminuía mi capacidad de reacción, no sabia que decidir, y el sólo pensar que era una decisión que iba a marcar mi vida hacia ver todas mis posibilidades nubladas y lejanas.
Respiré hondo, la brisa del mar llegó hasta mí y el sonido de las olas rompiendo salvajemente en la orilla me avisaba que la tormenta estaba más cerca.
¿Cómo es que había soportado tanto? Ahora me sentía tan débil, ¿cómo es que dolía tanto? Parecía como si algo me estuviera rasguñando el corazón con tal fuerza que me hería en el alma… en lo más profundo de mí. Me sentía usado, destrozado, ¿porqué tenemos corazón? cuando lo rompen se vuelve inservible y un deseo de dejar de existir se apodera de mis pensamientos… no le hago falta, jamás le hice falta… y mi corazón aun la amaba. Sentía mi cabeza doler con un tremendo dolor que aniquilaba mis pensamientos; pero que sólo dejaba uno que me era difícil olvidar… ella, él… los dos. Me dolía de sólo imaginar el amor que ella aun le tenía; me partía los pedazos de corazón a unos aun más pequeños… en ese momento deseé fervientemente jamás haberme enamorado de ella; porque el dolor que ahora sentía, se había vuelto insoportable…
Quería dejarla ser feliz, pero… algo dentro de mí me exigía que peleara por ella… algo absurdo por supuesto, ella no me necesita, no necesita nada de mí… no me necesita como yo la necesito a ella… pero ¿cómo calmaba el incontrolable dolor que el solo verla me causaba? La tristeza que me invadía parecía acumularse cada vez más y más conforme pasaban los minutos… y el pensamiento parecía como si quisiera aniquilarme más… ¿Qué ella no veía cuánto es que me estaba lastimando? ¿Le era invisible el dolor que para mí era enloquecedor? El dolor que bañado en un matiz total de terror, me mataba sin condenarme a la muerte verdadera y menos dolorosa… apenas me sentía vivo, pero no hablaba de mi cuerpo físico, sino de mi alma y corazón… apenas respiraban moribundos… me esperaban días espantosos, sin ella.
La lluvia comenzó a caer, decida y voraz sobre la arena. Miré cómo la poca gente que había allí empezaba a correr para resguardarse y marcharse de allí… yo no me moví. Seguí allí, inmóvil, dejando que las gotas de lluvia golpetearan contra mi cuerpo… suspiré.
No debía seguir así, no podía; esto nos estaba haciendo daño a los dos. Era por su pronta felicidad ayudarle, y por el inicio nuevamente de la búsqueda de la mía… retiré mi espalda de la roca y me enderecé; tenía la respuesta a todo este dilema, sabía lo que tenía qué hacer, aunque me doliera en lo más profundo de mi alma.
-¿Y el? ¿Quiere regresar con ella?
-No lo sé, y si lo quisiera no sería exactamente regresar… ellos nunca estuvieron juntos. Pero, ella lo…-me saqué fuerzas de donde no las tenía para intentar pronunciar lo que le seguía a la frase-quiso demasiado.
-Oh…-musitó Kevin-Mira, déjala por este día, que esté sola y que piense un poco. Mañana pasa por ella como siempre.
-¿Quieres que finja que nada ha ocurrido?-me sentí un poco… ofendido.
-No, simplemente que no le des más importancia de la que merece. No te hagas drama, Joseph. Empiézate a preocupar si para mañana no mejora.
De pronto repasé la idea en mi cabeza, mañana sería un día normal, tenía que serlo. Asentí mientras repensaba la idea. Kevin se levantó de la cama y me palmeó la espalda.
-Tranquilo.
Me hizo recordar a Nick, él había hecho una acción muy parecida hoy.
-Gracias…-murmuré, un tanto perdido.
Salió por la puerta y la cerró detrás de sí. Me quedé sentado pero enseguida me levanté. Miré por la ventana a través del vidrio, la noche estaba muy oscura, más que otras veces. Casi igual que la habitación de _____.
La melodía comenzó a meterse por mis oídos hasta conseguir despertarme. Miré la hora aun un tanto dormido, era temprano. Me sacudí las cobijas de encima y me metí a la ducha. Este nuevo día tenía que ser normal pero la esperanza parecía desaparecer conforme pasaban los segundos.
Una vez vestido completamente, miré por la ventana. No iba a permitir que _____ faltara hoy al instituto.
Bajé a paso acelerado y ni siquiera me digné a mirar el desayuno que mamá ya me tenía en la mesa. Salí directo a casa de ella y llamé a la puerta un par de veces antes de que Alex me atendiera, de nuevo.
-¿Está _____?-pregunté, esta vez más con una voz más agradable que la del día anterior.
-Está en su cuarto… aun duerme-musitó.
-¿Me permites pasar?-pregunté.
-Emm…-vaciló por unos segundos-De acuerdo-y abrió la puerta para dejarme pasar.
Subí las escaleras velozmente hasta llegar a su habitación. Toqué la blanca puerta de madera pero nadie atendió así que me introduje sigilosamente en el pequeño cuarto.
Miré a _____ dormir mientras la débil luz que se infiltraba por la ventana la iluminaba delicadamente. Estaba recostada de lado, su rostro deba a la pared de la ventana. Caminé despacio hasta ella y miré su rostro, tenía atisbos de haber llorado mucho… sentí como si algo me estrujara el estómago retorciéndolo detestablemente. Me obligué a ignorar el dolor.
-_____, amor-musité despacio.
Me senté a su lado en la cama y coloqué una mano sobre su antebrazo. La acaricié.
-_____-susurré y ella comenzó a moverse-Vamos, bella durmiente; arriba.
Ella me miró, con esos oscuros ojos que me gritaban que habían llorado hasta el cansancio, me sentí fatal, pero traté de disimularlo.
-¿Joe?-musitó, confundida.
CAPITULO VEINTISEIS.
Ella me miró, con esos oscuros ojos que me gritaban que habían llorado hasta el cansancio, me sentí fatal, pero traté de disimularlo.
-¿Joe?-musitó, confundida.
-Despierta ya, amor. Es hora de ir a clases-le avisé.
-No…
El rostro se me crispó al oír su negación a la mitad, pero la interrumpí rápidamente.
-Vamos, _____. Perezosa, arriba-le retiré las cobijas y la levanté delicadamente-Si no te metes a la ducha ya, se nos hará tarde, sobre todo a mí.
Me miró con desgano.
-Y si no te levantas tú por tu propio pie me veré obligado a tomarte en brazos y llevarte yo mismo a la ducha-amenacé amablemente.
Ella sólo rió pero la alegría era algo que no había en esa sonrisa mediocre. Me obligué una vez más a ignorar el retorcimiento de estómago. El dolor que el verla así me inflingía.
-De acuerdo-musitó y se levantó para hacer más de fuerza que de ganas, lo que le ordené.
-Te espero aquí-dije elevando un poco la voz para que pudiera oírme a pesar de que el agua golpeteaba con fuerza sobre el suelo de azulejo de su baño.
Me quedé sentado en la cama y miré su almohada, la tela azul Copenhague que la cubría tenía pequeñas manchas redondas… ¿había estado llorando durante toda la noche? Maldición… esto no estaba bien.
Tenía que hacer algo y tenía que hacerlo rápido.
Miré luego su celular sobre el buró. Lo tomé curioseando entre los contactos que ella tenía. Allí, casi al final de la lista aparecía el nombre de la chica que le gustaba a Alex, Raquel. Una idea me pasó repentinamente por la mente.
Tardó más de lo usual en bañarse y mucho más en vestirse; la blusa violeta que había decidido usar ese día estaba mal abotonada. Ella definitivamente estaba mal.
-_____, amor-me acerqué a ella y le ayudé a corregir el error de su blusa-Tengo planes para nosotros hoy-dije, tratando de sonar entusiasmado.
-¿Planes?-preguntó-Joseph no…
-Es para Alex-la interrumpí, fingiendo no haberme dado cuenta de su apatía-¿Recuerdas a la chica? ¿Raquel?
Su rostro se contrajo en un dolor que quiso disimular rápidamente desviando su cara de mi vista. Otro golpe a mi estómago.
-Ajá-dijo, luego fue a buscar su morral para meter algunos libros.
-Pues, ¿qué te parece si ayudamos un poco?-le abrí la puerta para que saliera.
-¿Ayudar? No creo que meternos en eso sea lo adecuado, Joe-musitó mientras se dirigía escaleras abajo hacía la sala.
-¿Qué dices?-pregunté incrédulo, siguiéndola y adelantándome para abrirle la puerta del exterior-Si eras tú la que querías hacerla de cupido-justifiqué.
Ella frunció el ceño y se dirigió directo a mi auto sin decir palabra alguna, ni siquiera para despedirse de Alex, quien estaba sentado en el sofá más grande viendo un poco de televisión.
-Hasta luego, Alex-dije rápidamente cerrando la puerta detrás de mí y seguí el camino que mi novia había trazado segundos antes.
Subió al auto sin esperar que yo le abriera la puerta, así que me encaminé velozmente a mi lado y me subí.
-No tiene nada de malo regalarle a tu primo una tarde con la chica, además-dije mientras metía la llave para encender el motor-tú prometiste llamarla para salir-le recordé.
______ sólo miraba hacía la ventanilla de su lado, apretando con sus manos su morral.
-¿Y cuáles son sus planes, señor cupido?-no sonó a broma, como ella hubiera querido que sonara. Parecía más resignada que nada.
-Bueno, algo sencillo. ¿Qué tal una caminata por el parque?-sugerí, haciendo andar el auto en dirección a su instituto.
-Alex es muy tímido-bajó su mirada y la posó fija en su morral color caqui.
-Bueno, invitaremos a Nick y a Lola e iremos nosotros también-expliqué, mientras manobriaba con el volante para dar vuelta a una calle.
-¿No sería incómodo para Alex y Raquel?
-¿Por que tendría que serlo?
-Por que salen con dos parejas…-el matiz de su voz era triste, sin vida.
-¿Dos parejas? ¿Nick y Lola ya están saliendo?-pregunté, sorprendido.
-¿No sabías? Ayer se le declaró, Lola le dijo que sí.
-¡Por fin!-hice un ademán de victoria, pero _____ no rió como siempre lo hacía cuando yo actuaba estú’pido-No pareces muy feliz-la acusé.
-¿Eh?-me miró, aquel brillo que vislumbraba en sus ojos, simplemente había desaparecido-No, sí estoy feliz-quiso sonreír pero aquel intento de sonrisa se convirtió en una mueca.
-_____, ¿estás bien?-detuve el auto puesto que habíamos llegado a su instituto, coloqué mis manos en sus mejillas y la hice que me mirara directamente a los ojos. No podía mentirme.
CAPITULO VEINTISIETE.
-_____, ¿estás bien?-detuve el auto puesto que habíamos llegado a su instituto, coloqué mis manos en sus mejillas y la hice que me mirara directamente a los ojos. No podía mentirme.
-Estoy bien, Joseph-no podía mentirme, sin embargo lo hizo.
-De acuerdo, ¿te veo entonces en la tarde?-me dolía más a mí fingir no darme cuenta que a ella estar bien.
Sentí sólo su rostro asentir entre mis manos que aun lo sujetaban con delicadeza.
-Avísale a Nick, ¿quieres? Ah, y dile que lo felicito-me incliné hacía ella y posé mis labios en los suyos. Pero fue como besar a una muñeca sin vida.
-Adiós, Joe-se escapó de mis manos y salió del auto.
Esto no debería de estar así de mal.
Conduje hasta mi instituto a repasar la idea de la caminata durante el parque. En realidad no era tanto por Alex y Raquel -aunque eso serviría mucho para ellos- sino por revivir a _____, ella tenía que volver a la vida que repentinamente se le había fugado.
Tracé en la mente un montón de planes que deseché al instante… todos parecían estú’pidos. ¿Cómo devolverle aquella luz que ya no brillaba en ella? ¿Cómo poder hacerla brillar de nuevo? Llevé mis manos a mi cabeza terriblemente confundido, pero enseguida tuve que bajar para ir a clases.
Llegué a casa, dudando ya de aquella idea de la caminata, ¿y si esto empeoraría a _____? Gruñí en mi fuero interno, la desesperación me estaba inundando cada minuto más. Ayer todo parecía tan perfecto, y en un abrir y cerrar de ojos; el fin del mundo se aproximaba, el fin de mi mundo.
Me senté en el sofá de la sala antes de ir con ella, tenía que pensar bien las cosas antes de que actuara de cualquier forma. Me gasté cinco o seis minutos en darle vueltas a la idea que ya tenía planteada, y me levanté del sofá para dirigirme a la casa de mi novia. Arrastré mis pies por todo el pavimento de la calle hasta llegar a la otra acera, dónde desganadamente toqué la puerta de su casa. Esperaba que Alex fuese quien me atendiera, pero esta vez lo hizo Lola.
-¿Lola?-pregunté, sorprendido.
-Hola, Joe-me hizo que pasara y allí sentado en el sofá estaba Nick.
-¿Dónde está _____?-quise saber.
Pero entonces noté que salió de la cocina, traía el teléfono celular en la oreja y Alex la seguía ansioso.
Le sonreí, pero la sonrisa que ella me dio fue distraída y fugaz.
Me fui a sentar en el sofá pequeño y apoyé mi codo en el brazo izquierdo del mueble para sostener mi cara con aquella mano. Como si estuviese aburrido, pero en realidad estaba dolido y decepcionado.
-De acuerdo, Raquel; entonces nos encontramos en el parque-musitó y la sonrisa de Alex se expandió por si delgado rostro. Luego colgó.
-¿Vendrá?-preguntó entusiasmo el chico rizado detrás de _____.
Ella sólo asintió y las mejillas de su primo se tornaron color rojo.
-¿Entonces, nos vamos?-dijo Lola.
-Sí-concordó Nick y ayudó a Lola a levantarse del sofá en el que estaban sentados. Luego, Alex, Lola y Nick salieron por la puerta, mientras yo permanecí allí, en la misma posición, mirando a _____ tomar del perchero su chaqueta.
-¿No irás? Tú eres el que propusiste la idea-dijo.
Sólo me le quedé mirando, anhelando tener algún poder de leer la mente o algo por el estilo; esperando que aquellos ojos oscuros que delataban tantas cosas, me dijeran algo más.
CAPITULO VEINTIOCHO.
Sólo me le quedé mirando, anhelando tener algún poder de leer la mente o algo por el estilo; esperando que aquellos ojos oscuros que delataban tantas cosas, me dijeran algo más.
Me levanté del sofá y me acerqué a ella, la tomé delicadamente de la cintura y la acerqué a mí, necesitaba saber que ella estaba allí, en algún lugar. Que aun lo estaba. Acurruqué su rostro entre mis manos y me acerqué lentamente para poder saborear los labios que en la mañana estaban desabridos… pero no hubo diferencia alguna. Rocé mis labios con los suyos y nuevamente los junté con los de aquella muñeca muerta.
Me separé, triste y la miré nostálgico.
-Vamos, Joe-se apresuró a salir para alcanzar a los demás que ya se habían adelantado.
Esperé a que caminara unos cuántos metros y luego le pegué con fuerza a la pared, furioso, sintiendo cómo la piel del costado de mi mano derecha se enrojecía y ardía. Esto no estaba bien. Respiré un par de veces inhalando profundamente para tranquilizarme y luego salí y cerré la puerta tras de mí.
Aceleré mis pasos para ir con los demás y miré a _____ que iba con Lola. ¿Es que nadie se daba cuenta? La máscara tan débil que usaba _____ para hacernos creer que no pasaba nada, que estaba feliz… ¿es que estaban tan ciegos que no reconocían que debajo de esa sonrisa vacía había un ceño fruncido y unos ojos cansados de llorar? Seguro Nick era el único que lo sabía, pero ahora su tiempo estaba dedicado a Lola, y yo tenía que encargarme de _____. Le devolvería la sonrisa, sin importar cuál fuera el precio, ella sonreiría de nuevo. Los alcancé a los pocos segundos y me incorporé al grupo.
Llegamos al bello parque a los cinco minutos, éste no estaba muy retirado así que no tardamos tanto. Alex se puso nervioso al ver a Raquel sentada en una de las bancas esperando por nosotros.
-¡Allí está!-susurró-¿Qué le voy a decir?
-Tranquilo, hermano-Nick puso su brazo sobre los hombros de Alex-Sólo sé tu-le palmeó el pecho y le sonrió. Luego tomó la mano de Lola.
-Hola, Raquel-dijo _____ ya que nadie más habló cuando llegamos hasta ella.
-Hola-sonrió y luego dio una mirada fugaz a todos y cada uno de los que estábamos allí, pero tardó unos segundos más en Alex.
-Ellos son nuestros amigos; Lola y Nick, chicos, ella es Raquel-dijo mi novia intentando mantener su sonrisa.
-Hola, un gusto-saludó Nick.
-Igual-musitó Lola, sonriendo.
-El gusto es mío-dijo la chica de cabello castaño y lacio.
-Bueno, ¿por qué no vamos a dar un paseo?-sugirió Nick y entrelazó los dedos de su mano con los de Lola y ella le sonrió.
Suspiré, extrañando el momento en que _____ y yo hacíamos lo mismo y anhelando que volviera. Raquel se acomodó a lado de Alex y yo lo hice rápidamente a lado de _____. Nick y Lola se adelantaron mientras que Alex y Raquel sólo iban a unos cuantos metros de nosotros.
-Parece que se llevarán bien-comenté queriendo sonar casual.
-No si Alex no habla-dijo, observando como el chico solamente sonreía y miraba hacía otro lado, totalmente hundido en una vergüenza profunda.
-No lo culpo, la chica es linda-musité queriendo provocar una reacción en ella. Pero no hizo nada.
Estaba como ausente, como si su mente estuviera volando lejos de allí. Nick y Lola se perdieron entre los árboles del parque y Alex y Raquel pararon y se sentaron en una banca. Ahora sólo _____ y yo caminábamos por aquel sendero frío.
Su teléfono celular sonó de pronto y ella lo sacó del bolsillo de su chaqueta. Di una mirada furtiva hacía el aparato y me percaté de que tenía un nuevo mensaje, al parecer de un número que su agenda desconocía. Sólo pude ver los últimos dos ceros de los diez dígitos. _____ abrió aquel mensaje y pude notar cómo su rostro se contrajo de dolor, sus bellas facciones se deformaron con una expresión de congoja.
CAPITULO VEINTINUEVE.
-_____, ¿qué pasa?-exigí saber, mirándola cuando ella detuvo su caminar.
-¿Eh? No, nada-guardó rápido su celular-Joe, no…-se quedó en silencio un par de segundos-me tengo que ir-luego caminó a prisa.
-_____, espera-dije y traté de seguir su paso-¡_____!-pero ella corrió ignorándome.
Me quedé allí, indeciso de seguirla o no, debatiendo en mi fuero interno aquella agonía y confusión. Pero sólo me quedé allí. Miré a mí alrededor, nadie se había percatado de aquella escena, así que empecé a caminar de nuevo. Metí las manos a las bolsas de mi pantalón y me encogí sintiendo el aire gélido que jugaba con mi cabello. ¿Quién era la persona que le mandó aquel mensaje a _____? ¿Qué decía el mensaje? ¿Por qué… por qué no quiso decirme? Las preguntas empezaron a aparecer una tras otra, golpeando fuertemente mi débil mente; y a lo que se reducía todo era a un solo nombre… Dan.
Mis manos se hicieron puños dentro de las bolsas de mi pantalón y decidí irme a casa, yo no tenía nada que hacer allí. Caminé hasta mi hogar y lo primero que hice fue ir hasta mi habitación, lo único que quería en este momento era no pensar.
Marzo.
Había pasado el tiempo, un mes y medio. El sol salía con más fuerza en lo alto del cielo azul. Los pajarillos cantaban alegres entre las enredaderas verdes de los árboles del mes de abril. Kevin estaba a sólo nueve semanas de pisar el altar y faltaba menos de un mes para terminar el ciclo escolar. Me graduaría por fin. Sí, el tiempo había pasado y algunas cosas habían cambiado, la mayoría quizá… excepto una.
______ seguía fría, cuando la besaba, sus labios ya no encajaban en los míos con esa perfección con la que lo hacían antes; habían cambiado de sabor, ya no eran de miel sino duros y fríos. Sus ojos habían perdido aquella luz que refulgía poniendo celosas a las estrellas, ahora eran un par de ojos oscuros y opacos, tristes. Sus sonrisas eran vacías, carentes de alegría. Ya no me llamaba, tampoco salió algún ‘Te quiero’ de su boca, nada. Ella ya no era feliz.
Me sentía impotente, pero sobre todo, un cobarde. No podía ir y enfrentarla, decirle que lo sabía, que sabía que él había vuelto; no sabía cuando es que me había vuelto un completo miedoso, cobarde, pero ya lo era. Además de que me había convertido también en una especie de fantasma, escondiendo mi agonía detrás de una sonrisa.
-¡Joe, a comer!-gritó mamá desde abajo.
Dejé la pequeña pelotita con la que estaba jugando y me levanté de la cama en la que estaba recostado mirando el techo. Bajé hasta el comedor, papá se encontraba trabajando y Kevin en casa de Andrea; mamá y yo empezábamos a acostumbrarnos a la soledad de sólo dos almas en aquella gran casa.
Me senté a la mesa frente al tazón de sopa que mamá me había servido y sólo me quedé observando el líquido cremoso color perla.
-Joe, ¿te encuentras bien, hijo?-preguntó mamá, acomodando los cubiertos a un lado de mi plato.
Levanté mi rostro hacía el suyo; ruborizado naturalmente y suave, así era el rostro de mi madre, y pude ver en sus pardos ojos el rostro del fantasma reflejado.
CAPITULO TREINTA.
Levanté mi rostro hacía el suyo; ruborizado naturalmente y suave, así era el rostro de mi madre, y pude ver en sus pardos ojos el rostro del fantasma reflejado.
-Últimamente has estado muy raro, Joe-argumentó.
No sabía qué hacer, si llorar y aventarme a los brazos de mi madre platicándole todo ó simplemente seguir así, callado.
Acomodó el otro par de cubiertos a lado de su plato y luego se sentó enfrente de mí en aquella mesa.
-Cariño, dime qué tienes-extendió su mano a través de la mesa y la colocó sobre la mía. Sentí el cálido roce de su piel-¿Quieres hablar?
La miré de nuevo, sollozando en mi fuero interno, y sólo asentí.
-Es _____...-musité, bajando mi vista de nuevo hasta el tazón de sopa.
-¿Qué pasa con ella?-retiró su mano y me miró con cautela.
-Eso es lo que yo anhelo saber madre.
-Joe, no entiendo nada.
Suspiré y luché contra el nudo que se había formado en mi garganta.
-Cuando _____ tenía dieciséis años se… enamoró de un sujeto que sólo le hizo daño, por eso se volvió fría y poco sociable; pero entonces cambió cuando empecé a salir con ella; aquella chica alegre y sonriente había vuelto a la vida y yo estaba feliz de haber sido aquel que la revivió. Todo iba perfecto, hasta hace un par de meses…-el nudo en mi garganta pareció expandirse hasta dejarme casi sin aliento.
-¿Qué sucedió, Joe?-me instó a seguir.
Inhalé llenando mis pulmones de aire fresco y continué.
-Cuando el primo de _____ vino y tuvimos que ir al aeropuerto a recogerlo, ella se encontró con alguien…-recordé el momento y más que furia había tristeza en mí.
-¿Alguien?
-Con el, se encontró con el tipo que le había hecho daño antes. Desde ese día, mamá, _____ ya no ha sido la misma, se comporta fría conmigo, ella es una muñeca sin vida ahora, y me duele verla así y no poder hacer nada. Lo he intentado, madre, he intentado hacerla sonreír de nuevo, he actuado como si nada ocurriera; pero ya no puedo seguirlo haciendo… me duele cada vez más-una lágrima resbaló por mi mejilla.
Mi madre se angustió, se levantó de su lugar y llegó hasta mí, me abrazó con esa protección y ternura que sólo se encuentra en los brazos de una madre.
-Oh, Joseph, cariño-me acarició el cabello. Luego se separó de mí y me tomó la mano haciéndome seguirla hasta la sala y me sentó en uno de los sofás, ella se sentó a mi lado y no me soltó la mano. Su calor se sentía tan bien-¿_____ aun quiere a ese chico?-preguntó.
-Sinceramente mamá… no lo sé.
-¿Y tú crees que lo que ella necesite sea tiempo para pensar?
-¿Tiempo?-la miré, confundido por el significado que sabía que llevaban sus palabras-Madre, yo sólo quiero que _____ vuelva a ser feliz.
-¿Y qué estarías dispuesto a hacer para eso?
-Cualquier cosa-aseguré.
-Bueno, quizá _____ necesite tiempo para definir sus emociones y que vuelva a concentrarse en las que de verdad la hacen feliz.
-Tiempo…-susurré.
-Sé que vas a hacer lo que creas correcto, Joe. Eres valiente-me acarició el cabello y se levantó-¿Guardo tu plato?
-No, sí tengo hambre-me paré también y nos dirigimos de nuevo a la mesa-Gracias, mamá.
Se acercó y besó mi cabeza con ternura.
-Siempre tendrás mi apoyo, hijo-y se sentó a la mesa de nuevo.
Tiempo. Tiempo sin mí. Ella ya no era feliz… a mi lado, ¿y si su felicidad estaba con… el? Entonces era yo quien estorbaba… me dolió. Suspiré y me asomé por la ventana.
-Buenas noches, _____...-susurré mirando su habitación.
Estaba cansado, ya no quería pensar. Mañana sería viernes, mañana ordenaría todo en mi mente, mañana… hoy sólo quería dormir en un sueño profundo y despertar mañana…
CAPITULO TREINTA Y UNO.
Me desperté por el dolor de cabeza. Llevé una de mis manos a mi frente, anhelando estar enfermo y así poder faltar al instituto, pero no había más que sudor en una piel de temperatura normal. Hice un mohín y me levanté a regañadientes, miré por la ventana, el sol brillaba tenuemente a través de las espesas nubes. Quizá hoy llovería. Me vestí con la camisa azul que usé el sábado pasado y unos jeans de un azul muy oscuro, después de haberme bañado. Luego bajé arrastrando los pies por las escaleras; tomé sólo un vaso de jugo de naranja y me marché para encontrarme con la muñeca sin vida.
Llamé a su puerta un par de veces y Alex me atendió.
-Ya la llamo-dijo, antes de que yo pudiera pronunciar palabra alguna y salió escaleras arriba.
Me quedé esperando a que _____ bajara, el tiempo caminaba velozmente y el sol se apresuraba a ponerse en su sitio; ella estaba tardando más de lo normal.
Pero por fin bajó, con esa máscara traslucida que dejaba ver la agonizante tristeza, parecía estar aprisionada. Sus ojos me miraron y su boca quiso sonreír, pero los resultados fueron bastante malos.
-Buenos días-dije, sorprendentemente frío.
Ella no me respondió, sólo siguió su camino hasta llegar a mi auto y subió.
Últimamente esta era la rutina, y yo era el tipo que fingía que no pasaba nada, que le sonreía cuando en realidad tenía ganas de fruncir el ceño; pero ya estaba harto. Caminé también hacía mi auto y me subí en el asiento del piloto, y sin hablar me dirigí a su instituto. Cuando llegué, apagué el motor haciendo cesar el sordo rugido de éste.
-Gracias, Joseph-abrió la puerta para salir.
Le sonreí y la vi alejarse. Ya nada era igual, ¿dónde había quedado aquel beso que nos dábamos al despedirnos? Se había fugado también, junto con la chica feliz que era mi novia. Suspiré y encendí de nuevo el auto, y por primera vez les regalé una mirada al trío de chicas que _____ decía que me miraban como si fuese un premio. No se equivocaba, las tres me observaban con una fascinación en los ojos; la chica bajita de cabello rubio del medio quiso sonreírme; la de la derecha, alta y pelirroja se puso nerviosa; y la tercera, la de la izquierda, morena y de cabello largo desvió la mirada queriendo disimular el rubor de sus mejillas. Me reí en mis adentros pero me entristecí al instante, yo ya no provocaba ninguna de esas emociones en _____.
Manejé hasta mi instituto, al tedio de las seis horas, pero me animé al pensar en que sólo faltaban un par de semanas antes de graduarme. Igual que ella.
Cuando las clases terminaron, conduje hasta la playa; tenía tanto en qué pensar, tanto que solucionar, respuestas que darme… y no podía hacerlo en casa.
Las llantas de mi auto rodaron sobre el pavimento hasta que pude ver a unos cincuenta metros el puerto y de fondo, un mar azul. Estacioné cerca y bajé.
Esta era la playa en donde _____ y yo habíamos venido después de la primera cita, junto con Andrea y Kevin. Los recuerdos no me hicieron sentir mejor, ahora dolían como si una daga se me clavara en el pecho; caminé sobre la arena y me recargué en una enorme piedra, miré el cielo y cómo los nubarrones grises lo poblaban ferozmente, sin duda llovería tarde o temprano, quizá en un par de minutos las nubes ya estarían llorando sobre mí.
CAPITULO TREINTA Y DOS .
Me preguntaba hasta cuando iba a llegar el dolor sin matarme antes, la terrible confusión de no saber qué hacer. Pero es que la amaba tanto, y ella al parecer lo había olvidado. No podía seguir viviendo así, me lastimaba más a mí fingir que nada ocurría, pero el frío entre nosotros era evidente…
Ella tenía que ser feliz, tenía que sonreír de nuevo, y yo había prometido que lograría que ella pudiera hacerlo… y la pregunta del día anterior golpeó mi mente: ¿y si ella es feliz con el? ¿Si yo sólo estoy estorbando? Interponiéndome en su felicidad… en el rompecabezas sobraba una pieza, y esa pieza era yo. Tenía miedo de perderla pero no podía retenerla, no si ella ya no era feliz conmigo; eso sería egoísta de mi parte pues de nada sirve tenerla para mi si ya no está lo que realmente quiero; sin embargo la amaba con un amor descomunal, pero no tenía sentido alguno tener a una persona sin sentimientos, ella ya no los compartía conmigo y era como amar a una pared; yo era el único que sentía, que hablaba… ella estaba sin vida, inanimada.
Mi mente se llenaba de pensamientos, y conforme aumentaban disminuía mi capacidad de reacción, no sabia que decidir, y el sólo pensar que era una decisión que iba a marcar mi vida hacia ver todas mis posibilidades nubladas y lejanas.
Respiré hondo, la brisa del mar llegó hasta mí y el sonido de las olas rompiendo salvajemente en la orilla me avisaba que la tormenta estaba más cerca.
¿Cómo es que había soportado tanto? Ahora me sentía tan débil, ¿cómo es que dolía tanto? Parecía como si algo me estuviera rasguñando el corazón con tal fuerza que me hería en el alma… en lo más profundo de mí. Me sentía usado, destrozado, ¿porqué tenemos corazón? cuando lo rompen se vuelve inservible y un deseo de dejar de existir se apodera de mis pensamientos… no le hago falta, jamás le hice falta… y mi corazón aun la amaba. Sentía mi cabeza doler con un tremendo dolor que aniquilaba mis pensamientos; pero que sólo dejaba uno que me era difícil olvidar… ella, él… los dos. Me dolía de sólo imaginar el amor que ella aun le tenía; me partía los pedazos de corazón a unos aun más pequeños… en ese momento deseé fervientemente jamás haberme enamorado de ella; porque el dolor que ahora sentía, se había vuelto insoportable…
Quería dejarla ser feliz, pero… algo dentro de mí me exigía que peleara por ella… algo absurdo por supuesto, ella no me necesita, no necesita nada de mí… no me necesita como yo la necesito a ella… pero ¿cómo calmaba el incontrolable dolor que el solo verla me causaba? La tristeza que me invadía parecía acumularse cada vez más y más conforme pasaban los minutos… y el pensamiento parecía como si quisiera aniquilarme más… ¿Qué ella no veía cuánto es que me estaba lastimando? ¿Le era invisible el dolor que para mí era enloquecedor? El dolor que bañado en un matiz total de terror, me mataba sin condenarme a la muerte verdadera y menos dolorosa… apenas me sentía vivo, pero no hablaba de mi cuerpo físico, sino de mi alma y corazón… apenas respiraban moribundos… me esperaban días espantosos, sin ella.
La lluvia comenzó a caer, decida y voraz sobre la arena. Miré cómo la poca gente que había allí empezaba a correr para resguardarse y marcharse de allí… yo no me moví. Seguí allí, inmóvil, dejando que las gotas de lluvia golpetearan contra mi cuerpo… suspiré.
No debía seguir así, no podía; esto nos estaba haciendo daño a los dos. Era por su pronta felicidad ayudarle, y por el inicio nuevamente de la búsqueda de la mía… retiré mi espalda de la roca y me enderecé; tenía la respuesta a todo este dilema, sabía lo que tenía qué hacer, aunque me doliera en lo más profundo de mi alma.
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
NO quiero q se separen!
Siguelaa porfisS
Ainss provoca matar a la rayiss! Sigue
La amooo!
Amo tu nove Me fascinaa como escribes!
Siguelaa
Att: tu fiel lectora!
Siguelaa porfisS
Ainss provoca matar a la rayiss! Sigue
La amooo!
Amo tu nove Me fascinaa como escribes!
Siguelaa
Att: tu fiel lectora!
Yhosdaly
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
Noooo nooooo por favor que no sea separación la rayis va a revivir tiene que hacerlo, ademas que le pasa esta loca
siguelaa no me dejes con la angustia
P.D : Escribes muy lindo *_*
siguelaa no me dejes con la angustia
P.D : Escribes muy lindo *_*
JB&1D2
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
noooooooooooo ellos no se pueden separar que ******* le pasa a la rayis no ve que joe tambien esta sufriendo
MaleeJonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
Nueva lectora!!!! Me encanta la historia, leí la 1ª temporada pero te comento aqui y te digo que me encantó igual que me está gustando esta!!! te doy mi enhorabuena!!
Siguela está genial!! ^^
Saludos desde España
Siguela está genial!! ^^
Saludos desde España
Invitado
Invitado
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
:( Oh dios mio! hace mucho que no pasaba por aqui..y me encuentro con esto..
no pude evitar llorar....dios rayis porque eh?!?!
siguela cuanod puedas!!!
no pude evitar llorar....dios rayis porque eh?!?!
siguela cuanod puedas!!!
helado00
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
no no no nooooooooooooooooooo :(
ellos no se pueden separar, nooooooooooooooooo....
continuaaaaaaaaaaaaaa pronto quiero saber que pasaraaaa
ellos no se pueden separar, nooooooooooooooooo....
continuaaaaaaaaaaaaaa pronto quiero saber que pasaraaaa
@ntonella
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
CAPITULO TREINTA Y TRES.
~*~ _________ ~*~
[[Narras tu]]
No era justo.
Nada de lo que estaba pasando era justo. Arrugué la hoja que tenía delante de mí y la dejé allí sobre la madera de la mesa. Me llevé ambas manos a la cabeza, donde la maraña de cabellos eran sujetados por una pinza. Estaba tan cansada de llorar, pero era como si las lágrimas nunca se acabaran, limpié la que resbaló por mi mejilla y me obligué a concentrarme de nuevo… tomé una nueva hoja y con mi cansada mano sujeté el bolígrafo; pero enseguida lo lancé con furia hacía una de las esquinas de aquella habitación, ¿cómo le iba a decir a mi novio todo por medio de una carta? Qué cobarde.
Era tan cobarde que no podía decírselo cara a cara. Me sentí la persona más pérfida en toda la faz de la tierra, sabía que ya no era igual, que había cambiado a partir de su llegada… genial. Allí estaba yo, de nuevo pensando en el.
Mi celular comenzó a sonar con el tono característico de un mensaje, rogué a Dios que el nombre de mi tontería no se dibujara en la pantalla, pero allí estaba. Abrí el mensaje y lo leí cautelosamente…
Sólo quería desearte buenas noches, que tengas un lindo sueño… sueña conmigo, perdón, con tu novio.
Aventé el celular contra la mesa y me dejé caer sobre ella. Últimamente él era quien me deseaba buenas noches, Joe ya no lo hacía. Además, yo era culpable también, sabía que no debí de haberle contestado el primer mensaje que me había mandado, pero me sorprendió que aun conservara mi número después de tres años. Me levanté de la silla y me acerqué al ventanal de la sala, no había rastro alguno de Joe, su auto no estaba; miré fugazmente el reloj de la pared, iban a ser la nueve de la noche, la tormenta había pasado. Me retiré de la ventana, sintiéndome completamente sola y abandonada; aunque muy dentro de mí, muy al fondo de mi corazón, no era así, él estaba allí, a través de la distancia, pensando en mí. Y muy en el fondo… me sentí feliz.
Estaba tan aturdida, parada exactamente en el centro de un remolino de confusión y caos donde mi corazón era el objetivo principal. Miré la mesa, y el desorden que había dejado en ella, las hojas regadas por encima de un par de cuadernos y un puño de bolitas de papel mal esparcidas. Le fruncí el ceño a la escenografía y subí a mi habitación, era temprano; pero lo único que quería era dormir para no pensar.
Comencé a abrir los ojos perezosamente, lo primero que pude captar fue el tono violeta de las paredes de mi habitación; dirigí mi vista a la ventana, hoy había amanecido frío y sentí cómo la piel se me erizó.
Tomé mi celular, me di cuenta entonces de que tenía un nuevo mensaje; me tañé los ojos con el dorso de mi mano y abrí aquel mensaje no prestándole atención al nombre que se dibujaba en la pantalla.
Buenos días.
Busqué en la parte superior al emisor, y allí estaban esas tres letras formando su nombre. Hacía tres minutos que el mensaje se había colocado en mi bandeja de entrada, acomodándose junto con los otros cientos de mensajes de él. El nombre que pensé jamás se dibujaría en la pantalla de mi móvil, ahora atascaba la bandeja de entrada. Suspiré.
Me levanté y me metí a la ducha, el agua fría que salió al principio terminó por despertarme y me erizó la piel de nuevo; salté hacía el exterior de la cortina de agua que la regadera soltaba sobre mí y esperé a que el agua caliente saliera para poder así bañarme.
Desayuné unos huevos revueltos y cuando terminé lavé el plato que había usado. Miré por el ventanal, el auto de Joe estaba en el mismo lugar de siempre; pero hacía varios días ya que no lo veía a el. ¿Se habrá cansado de mí? ¿Es por eso que ya no me llama como lo solía hacer antes? Una parte de mí, se sentía indiferente ante eso; otra aun extrañaba ese tipo de detalles; sin embargo, la que mayor fuerza tenía era la primera.
Las manecillas del reloj recorrieron con velocidad su trascurso marcando así las seis con veinte de la tarde. El día estaba nublado, el cielo poblado de nubes grises tenía atisbos de que una tormenta parecida a la del día de ayer volvería a caer. Me acurruqué en el sofá de la oscura sala, el nublado cielo no otorgaba tanta luz y mi rostro sólo era iluminado por el televisor que desplegaba escenas de aquella aburrida película que estaba viendo.
Llamaron a la puerta sin tocar el timbre, sino con golpes serios. Me levanté recelosa y curiosa abrí la puerta, entonces vi a Joseph, su rostro era inescrutable; alguna extraña expresión dibujada en su cara.
-¿Joe?-pregunté, sosteniéndome en la puerta.
CAPITULO TREINTA Y CUATRO.
-¿Joe?-pregunté, sosteniéndome en la puerta.
-______, ¿podemos hablar?-dijo, serio.
-Por supuesto-le abrí la puerta para que pasara, pero el negó con su cabeza.
-Aquí no, ven-me hizo seña de que lo siguiera y antes de salir, arrebaté la chaqueta del perchero.
Me aseguré de traer la llave en el bolsillo y cerré la puerta tras de mí.
El no dijo nada en todo el camino, yo tampoco. Últimamente el silencio era muy común entre nosotros, las palabras simplemente ya no se formaban en mi boca. Le seguí por unos minutos, hasta que llegamos al verdoso parque que meses antes habíamos visitado.
Se sentó en una banca y me senté a su lado, sintiendo cómo el frío metal erizaba mi piel y cómo el aroma a lluvia se metía por mi nariz. Joe respiró hondo y comenzó a hablar.
-¿Has notado como nos hemos alejado?-preguntó así de repente, tomándome con la guardia baja.
-Emm…-murmuré, sin embargo él tenía razón-sí.
Su rostro se volvió duro y su mirada estaba posada en algún punto fijo sin dirección.
-______, creo que… estar juntos ya no… ya no nos beneficia-dijo y sentí el frío más intenso devorando mi piel.
-¿Qué?-intenté procesar sus palabras-¿Estás terminando conmigo?-exigí saber.
-Discúlpame-asintió-Estos últimos meses, sólo fueron una perdida de tiempo.
Fruncí el ceño automáticamente, le miré con incredulidad pero él no apartaba su vista de aquel punto sin dirección.
-¿Una perdida de tiempo?-repetí-¿Eso fue para ti?
-¿Para ti no?-dijo con aplomo.
-No. Joseph. ¿Qué pasó con el “por siempre y para siempre”?-pregunté, recordando aquel bello momento que habíamos tenido aun vez.
-La gente cambia y las promesas se rompen…-musitó.
-¿Ya… ya no me… quieres?-articulé cada palabra clara y concisa, con cierto temblor escondido en mi voz.
Fue entonces cuando se dignó a mirarme. Sus ojos miel eran duros, imperturbables.
CAPITULO TREINTA Y CINCO.
-No-musitó, serio, sin apartar sus ojos de los míos.
¿Era una broma? Sentí que el alma se me desplomó, una respuesta inesperada había entrado por mis oídos, él ya no me quería. Aturdida y con la mente en blanco me quedé mirándole, hundida en un silencio que produje instantáneamente. El tampoco dijo nada. En medio de un montón de pensamientos triviales, hubo uno que llevaba un nombre, tres letras aparecieron en mi cabeza y junto a ellas, una sonrisa.
-Está bien-murmuré, sin ver realmente los ojos de Joseph.
El no dijo nada, suspiró solamente y se levantó de la banca y comenzó a caminar en la dirección que habíamos venido. Me quedé allí sentada, viéndolo desaparecer por la vereda del parque hasta que me fue imposible distinguir su figura, lo perdí entre la niebla y luego pude sentir el frío metal de aquella blanca banca en la que mi cuerpo derrumbado descansaba. El frío comenzó a erizar de nuevo mi piel y el gélido aire a despeinar mis cabellos… todo había terminado.
Por alguna extraña razón que de cierta manera me traía un poco de terror, no me sentí tan mal. A la mente se me vino su nombre, ¿estaría esto mal? Saqué rápidamente mi celular del bolsillo de mi chaqueta y busqué entre mis contactos a aquel nombre que había aparecido en mi mente. Allí, debajo del último nombre con la letra c, estaba el de él. Dan.
El corazón me latió indeciso, preocupado y sintiéndose estú’pido; ¿qué tan mal estaría que le llamara y le dijera que mi novio me había dejado? Un leve tronido retumbó en el cielo gris, miré hacía las nubes espesas y fue como un aliento a hacerlo, apretar el botón verde y poner “llamar”… pero no, bajé un poco más y busqué en la letra n, en primer lugar estaba mi mejor amigo; a quien de verdad necesitaba.
Lo llamé y esperé a que contestara, sonó un par de veces antes de que la dulce voz de mi amigo resplandeciera del otro lado de la bocina.
-Hola, _____.
-¡Nicholas!
-¿Qué es lo que pasa, _____? ¿Estás bien?
Me pregunté que tan alarmada había sonado mi voz, Nick enseguida notó que había algo en mí.
-Necesito hablar…-musité.
Otro trueno un poco más fuerte que el de hace unos minutos relampagueó en el cielo y me fue imposible oír la tenue voz de Nick.
-¿Qué?-pedí que me repitiera lo que sea que había dicho.
-¿Dónde estás? ¿Quieres que vaya a tu casa?
-Estoy… sí, te encuentro en mi casa en media hora-dije.
-¿Segura que estás bien?
-No lo sé, Nick. No te dije que sí-colgué sin esperar respuesta de su parte.
Una gota de agua cayó en mi rostro, fría y decidida; miré al cielo y pude visualizar como más gotas caían de pronto; me levanté perezosamente sintiendo la culpa transitar por mi piel. Lo cierto era que no necesitaba a Nick para contarle que me sentía mal por que Joseph había terminado conmigo y peor aún, me había dicho que ya no sentía nada por mí; sino que lo necesitaba porque me sentía confundida con respecto a alguien más, quería saber que tan malo era pensar en Dan cuando Joe me decía “No”. Metí las manos a mis bolsillos para esconderlas del frío y agaché mi cara para ocultarla de la lluvia; mi cabello comenzó a humedecerse al igual que mi ropa, hasta llegar a un punto en el que me encontraba totalmente empapada y las gotas de lluvia resbalaban por mi cabeza hasta la punta de mi nariz. Caminé a una velocidad normal, perezosa incluso, sin inmutarme por la lluvia hasta que llegué a casa. Miré el hogar de enfrente, las luces se encontraban apagadas.
-¡_____!-gritó Nick al verme y salió de debajo del porche para ir a recibirme, sin importar que la lluvia aun cayera-¿Estás bien?-me sujetó de ambos brazos y me sacudió levemente para que lo mirase.
-Joseph terminó conmigo…-mascullé.
-¡¿Qué?! Pero, ¿te dijo por qué? ¿Qué pasó?-me atrajo hacía el porche para resguardarnos de la lluvia.
-Ya no me… quiere-sentí una leve, muy leve punzada de dolor.
-¡¿Qué?! Eso… eso… ¿te dijo?-las facciones del rostro de Nick se hicieron incrédulas.
-Sí.
-Pero…-se quedó en silencio por un segundo-¡Oh, cielos!-luego me atrajo hacía el y me abrazó con fuerza apretándome contra su cuerpo.
Pude oler el aroma de sus rizos, una combinación entre sensibilidad y firmeza.
-Nick…-susurré.
-Cielos, _____. Si necesitas llorar, hazlo-siguió apretándome.
-No, Nick es que…
-Nunca pensé que esto fuera posible, ¡¿pero cómo se le ocurrió decirte eso?!
-¡Nicholas!-elevé una octava la voz-¡No voy a llorar!-dije y me soltó.
-¿Qué?-me miró, confundido.
CAPITULO TREINTA Y SEIS.
-Nunca pensé que esto fuera posible, ¡¿pero cómo se le ocurrió decirte eso?!
-¡Nicholas!-elevé una octava la voz-¡No voy a llorar!-dije y me soltó.
-¿Qué?-me miró, confundido.
-Escucha…-me quedé en silencio y luego miré a la casa de enfrente. Era estúpido sentir que me observaban cuando en realidad no había nadie-Vayamos adentro primero, ¿sí? Necesito sacarme esta ropa.
Nick sólo asintió y abrí la puerta haciéndolo pasar, me siguió hasta mi habitación en donde me cambié de ropa y dejé la otra en el cesto de la ropa sucia que se encontraba vacío, sabía que tenía que lavarla pero la verdad es que no tenía ánimos para eso.
Me senté en mi cama con las piernas cruzadas y Nick se sentó a lado mío.
-Escucha, Nick. No te llamé para que me consolaras por que Joseph rompió conmigo…-agaché la cabeza y mi mirada se posó nerviosa en las sábanas, temiendo encontrarme con la expresión que Nick haría enseguida-Lo cierto es que no me siento mal por eso…-dije como quien no quiere la cosa-Te llamé por que… me siento culpable.
-¿Culpable? ¿Tú hiciste algo para que Joe terminará contigo? No me digas que…-a pesar de que no le estaba viendo el rostro, sabía que sus ojos se habían abierto como platos-¿Dan? ¿Por Dan? ¿Engañaste a Joe con…
-¡Nicholas! ¡¿Quieres callarte?!-bufé y lo miré.
Los ojos chocolate de Nick me miraron extraños, desconociéndome.
Me tranquilicé, suspirando.
-Escucha…-dije-Me siento culpable por que en el momento en que Joe terminó conmigo yo pensé en Dan, y eso hizo que no me sintiera mal…
-_____, ¿haz tenido algún tipo de comunicación con Dan desde que llegó?
Bajé la cabeza y mi mirada jugó nerviosa.
-Sí-admití-Por mensajes de texto.
-¿Desde cuándo?
-Hace como dos meses.
-¿Joe se dio cuenta de eso?
-No.
El silencio me hizo mirar a Nick, temerosa por su expresión; pero su rostro no era el de otra cosa si no el de alguien que estaba analizando todo. Tardó unos segundos antes de volver sus ojos chocolates a mí.
-¿Tú estás… bien?
-Sí.
-Déjame ver si entendí, ¿me estás diciendo que no te importó que Joe terminara contigo porque… tú quieres a… ese?
-Quizá…-quise tragarme de nuevo esa palabra.
Nick me miró y muy adentro de sus ojos pude encontrar la decepción.
-Ya veo-dijo-Estás loca-su acusación no era una broma, el tono serio de su voz era severo.
-Pero Nick…
-¡No!-me interrumpió-Definitivamente estás loca, ó dime que tan torpe eres. ¿No te bastó con que el tipo te arruinara la vida durante tres años? Ahora le das la oportunidad de nuevo y se la pones en bandeja de plata.
-¡Eso no es cierto, Nick!
-¡Por favor, _____! No seas niña, ambos sabemos que así es. Tú le estás dando la oportunidad de que te destroce otra vez y ya empezó a hacerlo, alejó a Joe de tu vida.
-¡El no lo alejó! Joseph se fue porque se le acabo el amor.
-El sol no se tapa con un dedo, _____. No seas ingenua-se levantó de la cama y se dirigió a la puerta.
-Sólo quería que me apoyaras…-susurré, cansada de pelear.
Nick se giró y me miró.
-No voy a ser un alcahuete entre el y tu. No voy a brindar apoyo para que tu vida se destroce. Discúlpame, _____.
-¿Eso qué quiere decir? ¿Qué ya no serás mi amigo?
CAPITULO TREINTA Y SIETE.
-¿Eso qué quiere decir? ¿Qué ya no serás mi amigo?
-Por supuesto que lo seré, pero no voy a apoyarte con esto-se dio la vuelta y salió por la puerta, dejándome allí.
La punzada de dolor que sentí por Joseph había aumentado en forma mínima ahora por Nick. Pero seguía siendo muy en lo profundo y podía pasar desapercibida.
Me acosté a dormir, cansada y con la cabeza a punto de explotar. En un día había perdido a mi novio y al parecer también a mi mejor amigo… ¿es que acaso Nick tenía razón?
El canto de los pájaros fue mi reloj despertador. Los atisbos de un día nublado eran mínimos a comparación de las del día anterior. Me revolví entre las sábanas y repasé en mi cabeza algún plan para un domingo como hoy; me decepcioné de no encontrar nada y de recordar que todos los domingos los pasaba con Joe. Suspiré y me levanté algo frustrada por lo de ayer; la declaración de Joseph retumbaba en mi cabeza como un eco aturdidor… “No, no, no” y la pequeña pelea con Nick me hacía sentir pésima. Podría llamar quizá a Lola, a decir verdad se había convertido en mi mejor amiga, éramos confidentes, le tenía muchísima confianza; pero justo ahora ella no era una buena opción. ¿Andrea? Más que una amiga, era como mi hermana; podría jurar incluso que sería mi gemela si yo no fuese hija única; pero molestarla con mis problemas a semanas de su boda no sería cortés de parte mía. Raquel, era una amiga fantástica a quien por cierto le tenía bastante confianza, pero parecía que ya estaba apartada para hoy; Alex pasaría un rato con ella… fruncí el ceño estrujándome los sesos en busca de un nombre… ¡pero claro! Leslie Massen, ¿estaría muy ocupada hoy? Busqué mi móvil entre las arrugas de las cobijas y lo encontré de lado izquierdo de mi almohada, tenía un mensaje nuevo.
El corazón se me paró al leer el nombre de mi tontería en la pequeña pantalla, abrí el mensaje y lo leí. Quería verme hoy.
Tonteé un buen rato con mi armario después de haberme bañado, buscando algo bonito para ponerme, nada parecía convencerme. A los minutos opté por una blusa café de botones dorados y con un cinto al centro del mismo color reluciente… me sentía estúpida. No por la ropa sino por el acto.
Cepillé mi cabello de forma rápida, algunos mechones aún estaban húmedos; tomé un bolso negro y me lo colgué en el hombro, así a grandes zancadas salí al encuentro con mi tontería.
Estaba nerviosa, era la primera vez después de casi cuatro años que lo vería en persona y le hablaría. Las piernas me temblaron debajo de la falda negra y mis pies quisieron correr en dirección opuesta. A lo lejos vi aquel parque, uno pequeño y verde, en donde me había citado. Lo busqué con la mirada una vez que me acerqué pero no pude verlo, me senté en una pequeña banca y suspiré, seguro me veía estúpida, o al menos así me sentía. Levanté la mirada una vez más y entonces lo vi, el corazón me latió nervioso, emocionado mientras el se acercaba.
Llevaba una mano en el bolsillo de su pantalón mientras la otra era libre, vestía una camisa de manga larga blanca y con rayas verticales en tonos pasteles; sus jeans ajustados me hicieron reír para mis adentros, ¡era tan delgado! Recordé a Joseph y comparé… sentí un poco de nostalgia. Miré su cara y le sonreí, las comisuras de sus labios se elevaron hasta formar una bonita sonrisa que luego chocó con el piso hasta que por fin llegó hasta mí.
-¿Tienes mucho esperándome?-me preguntó.
Su voz era la torpe melodía que yo había olvidado pero que me traía tanta inspiración.
-No, acabo de llegar también-dije y el se sentó a mi lado.
Lo observé por unos segundos, no era como lo recordaba, su cabello negro como la noche, estaba un poco más largo y era protagonista de un peinado raro, pero lindo. Unos cuantos centímetros habían sido agregados a su estatura, dejándome a mí un poco por debajo de su nariz; su cuerpo delgado estaba exactamente igual de menudo como la última vez, incluso quizá un poco más flaco… y el desgarbo en él era encantador. Sus ojos profundos y de un café oscuro me observaron intrigados y la morena piel de sus mejillas quiso convertirse en un leve rojo.
De pronto vi a Joseph en su rostro.
~*~ _________ ~*~
[[Narras tu]]
No era justo.
Nada de lo que estaba pasando era justo. Arrugué la hoja que tenía delante de mí y la dejé allí sobre la madera de la mesa. Me llevé ambas manos a la cabeza, donde la maraña de cabellos eran sujetados por una pinza. Estaba tan cansada de llorar, pero era como si las lágrimas nunca se acabaran, limpié la que resbaló por mi mejilla y me obligué a concentrarme de nuevo… tomé una nueva hoja y con mi cansada mano sujeté el bolígrafo; pero enseguida lo lancé con furia hacía una de las esquinas de aquella habitación, ¿cómo le iba a decir a mi novio todo por medio de una carta? Qué cobarde.
Era tan cobarde que no podía decírselo cara a cara. Me sentí la persona más pérfida en toda la faz de la tierra, sabía que ya no era igual, que había cambiado a partir de su llegada… genial. Allí estaba yo, de nuevo pensando en el.
Mi celular comenzó a sonar con el tono característico de un mensaje, rogué a Dios que el nombre de mi tontería no se dibujara en la pantalla, pero allí estaba. Abrí el mensaje y lo leí cautelosamente…
Sólo quería desearte buenas noches, que tengas un lindo sueño… sueña conmigo, perdón, con tu novio.
Aventé el celular contra la mesa y me dejé caer sobre ella. Últimamente él era quien me deseaba buenas noches, Joe ya no lo hacía. Además, yo era culpable también, sabía que no debí de haberle contestado el primer mensaje que me había mandado, pero me sorprendió que aun conservara mi número después de tres años. Me levanté de la silla y me acerqué al ventanal de la sala, no había rastro alguno de Joe, su auto no estaba; miré fugazmente el reloj de la pared, iban a ser la nueve de la noche, la tormenta había pasado. Me retiré de la ventana, sintiéndome completamente sola y abandonada; aunque muy dentro de mí, muy al fondo de mi corazón, no era así, él estaba allí, a través de la distancia, pensando en mí. Y muy en el fondo… me sentí feliz.
Estaba tan aturdida, parada exactamente en el centro de un remolino de confusión y caos donde mi corazón era el objetivo principal. Miré la mesa, y el desorden que había dejado en ella, las hojas regadas por encima de un par de cuadernos y un puño de bolitas de papel mal esparcidas. Le fruncí el ceño a la escenografía y subí a mi habitación, era temprano; pero lo único que quería era dormir para no pensar.
Comencé a abrir los ojos perezosamente, lo primero que pude captar fue el tono violeta de las paredes de mi habitación; dirigí mi vista a la ventana, hoy había amanecido frío y sentí cómo la piel se me erizó.
Tomé mi celular, me di cuenta entonces de que tenía un nuevo mensaje; me tañé los ojos con el dorso de mi mano y abrí aquel mensaje no prestándole atención al nombre que se dibujaba en la pantalla.
Buenos días.
Busqué en la parte superior al emisor, y allí estaban esas tres letras formando su nombre. Hacía tres minutos que el mensaje se había colocado en mi bandeja de entrada, acomodándose junto con los otros cientos de mensajes de él. El nombre que pensé jamás se dibujaría en la pantalla de mi móvil, ahora atascaba la bandeja de entrada. Suspiré.
Me levanté y me metí a la ducha, el agua fría que salió al principio terminó por despertarme y me erizó la piel de nuevo; salté hacía el exterior de la cortina de agua que la regadera soltaba sobre mí y esperé a que el agua caliente saliera para poder así bañarme.
Desayuné unos huevos revueltos y cuando terminé lavé el plato que había usado. Miré por el ventanal, el auto de Joe estaba en el mismo lugar de siempre; pero hacía varios días ya que no lo veía a el. ¿Se habrá cansado de mí? ¿Es por eso que ya no me llama como lo solía hacer antes? Una parte de mí, se sentía indiferente ante eso; otra aun extrañaba ese tipo de detalles; sin embargo, la que mayor fuerza tenía era la primera.
Las manecillas del reloj recorrieron con velocidad su trascurso marcando así las seis con veinte de la tarde. El día estaba nublado, el cielo poblado de nubes grises tenía atisbos de que una tormenta parecida a la del día de ayer volvería a caer. Me acurruqué en el sofá de la oscura sala, el nublado cielo no otorgaba tanta luz y mi rostro sólo era iluminado por el televisor que desplegaba escenas de aquella aburrida película que estaba viendo.
Llamaron a la puerta sin tocar el timbre, sino con golpes serios. Me levanté recelosa y curiosa abrí la puerta, entonces vi a Joseph, su rostro era inescrutable; alguna extraña expresión dibujada en su cara.
-¿Joe?-pregunté, sosteniéndome en la puerta.
CAPITULO TREINTA Y CUATRO.
-¿Joe?-pregunté, sosteniéndome en la puerta.
-______, ¿podemos hablar?-dijo, serio.
-Por supuesto-le abrí la puerta para que pasara, pero el negó con su cabeza.
-Aquí no, ven-me hizo seña de que lo siguiera y antes de salir, arrebaté la chaqueta del perchero.
Me aseguré de traer la llave en el bolsillo y cerré la puerta tras de mí.
El no dijo nada en todo el camino, yo tampoco. Últimamente el silencio era muy común entre nosotros, las palabras simplemente ya no se formaban en mi boca. Le seguí por unos minutos, hasta que llegamos al verdoso parque que meses antes habíamos visitado.
Se sentó en una banca y me senté a su lado, sintiendo cómo el frío metal erizaba mi piel y cómo el aroma a lluvia se metía por mi nariz. Joe respiró hondo y comenzó a hablar.
-¿Has notado como nos hemos alejado?-preguntó así de repente, tomándome con la guardia baja.
-Emm…-murmuré, sin embargo él tenía razón-sí.
Su rostro se volvió duro y su mirada estaba posada en algún punto fijo sin dirección.
-______, creo que… estar juntos ya no… ya no nos beneficia-dijo y sentí el frío más intenso devorando mi piel.
-¿Qué?-intenté procesar sus palabras-¿Estás terminando conmigo?-exigí saber.
-Discúlpame-asintió-Estos últimos meses, sólo fueron una perdida de tiempo.
Fruncí el ceño automáticamente, le miré con incredulidad pero él no apartaba su vista de aquel punto sin dirección.
-¿Una perdida de tiempo?-repetí-¿Eso fue para ti?
-¿Para ti no?-dijo con aplomo.
-No. Joseph. ¿Qué pasó con el “por siempre y para siempre”?-pregunté, recordando aquel bello momento que habíamos tenido aun vez.
-La gente cambia y las promesas se rompen…-musitó.
-¿Ya… ya no me… quieres?-articulé cada palabra clara y concisa, con cierto temblor escondido en mi voz.
Fue entonces cuando se dignó a mirarme. Sus ojos miel eran duros, imperturbables.
CAPITULO TREINTA Y CINCO.
-No-musitó, serio, sin apartar sus ojos de los míos.
¿Era una broma? Sentí que el alma se me desplomó, una respuesta inesperada había entrado por mis oídos, él ya no me quería. Aturdida y con la mente en blanco me quedé mirándole, hundida en un silencio que produje instantáneamente. El tampoco dijo nada. En medio de un montón de pensamientos triviales, hubo uno que llevaba un nombre, tres letras aparecieron en mi cabeza y junto a ellas, una sonrisa.
-Está bien-murmuré, sin ver realmente los ojos de Joseph.
El no dijo nada, suspiró solamente y se levantó de la banca y comenzó a caminar en la dirección que habíamos venido. Me quedé allí sentada, viéndolo desaparecer por la vereda del parque hasta que me fue imposible distinguir su figura, lo perdí entre la niebla y luego pude sentir el frío metal de aquella blanca banca en la que mi cuerpo derrumbado descansaba. El frío comenzó a erizar de nuevo mi piel y el gélido aire a despeinar mis cabellos… todo había terminado.
Por alguna extraña razón que de cierta manera me traía un poco de terror, no me sentí tan mal. A la mente se me vino su nombre, ¿estaría esto mal? Saqué rápidamente mi celular del bolsillo de mi chaqueta y busqué entre mis contactos a aquel nombre que había aparecido en mi mente. Allí, debajo del último nombre con la letra c, estaba el de él. Dan.
El corazón me latió indeciso, preocupado y sintiéndose estú’pido; ¿qué tan mal estaría que le llamara y le dijera que mi novio me había dejado? Un leve tronido retumbó en el cielo gris, miré hacía las nubes espesas y fue como un aliento a hacerlo, apretar el botón verde y poner “llamar”… pero no, bajé un poco más y busqué en la letra n, en primer lugar estaba mi mejor amigo; a quien de verdad necesitaba.
Lo llamé y esperé a que contestara, sonó un par de veces antes de que la dulce voz de mi amigo resplandeciera del otro lado de la bocina.
-Hola, _____.
-¡Nicholas!
-¿Qué es lo que pasa, _____? ¿Estás bien?
Me pregunté que tan alarmada había sonado mi voz, Nick enseguida notó que había algo en mí.
-Necesito hablar…-musité.
Otro trueno un poco más fuerte que el de hace unos minutos relampagueó en el cielo y me fue imposible oír la tenue voz de Nick.
-¿Qué?-pedí que me repitiera lo que sea que había dicho.
-¿Dónde estás? ¿Quieres que vaya a tu casa?
-Estoy… sí, te encuentro en mi casa en media hora-dije.
-¿Segura que estás bien?
-No lo sé, Nick. No te dije que sí-colgué sin esperar respuesta de su parte.
Una gota de agua cayó en mi rostro, fría y decidida; miré al cielo y pude visualizar como más gotas caían de pronto; me levanté perezosamente sintiendo la culpa transitar por mi piel. Lo cierto era que no necesitaba a Nick para contarle que me sentía mal por que Joseph había terminado conmigo y peor aún, me había dicho que ya no sentía nada por mí; sino que lo necesitaba porque me sentía confundida con respecto a alguien más, quería saber que tan malo era pensar en Dan cuando Joe me decía “No”. Metí las manos a mis bolsillos para esconderlas del frío y agaché mi cara para ocultarla de la lluvia; mi cabello comenzó a humedecerse al igual que mi ropa, hasta llegar a un punto en el que me encontraba totalmente empapada y las gotas de lluvia resbalaban por mi cabeza hasta la punta de mi nariz. Caminé a una velocidad normal, perezosa incluso, sin inmutarme por la lluvia hasta que llegué a casa. Miré el hogar de enfrente, las luces se encontraban apagadas.
-¡_____!-gritó Nick al verme y salió de debajo del porche para ir a recibirme, sin importar que la lluvia aun cayera-¿Estás bien?-me sujetó de ambos brazos y me sacudió levemente para que lo mirase.
-Joseph terminó conmigo…-mascullé.
-¡¿Qué?! Pero, ¿te dijo por qué? ¿Qué pasó?-me atrajo hacía el porche para resguardarnos de la lluvia.
-Ya no me… quiere-sentí una leve, muy leve punzada de dolor.
-¡¿Qué?! Eso… eso… ¿te dijo?-las facciones del rostro de Nick se hicieron incrédulas.
-Sí.
-Pero…-se quedó en silencio por un segundo-¡Oh, cielos!-luego me atrajo hacía el y me abrazó con fuerza apretándome contra su cuerpo.
Pude oler el aroma de sus rizos, una combinación entre sensibilidad y firmeza.
-Nick…-susurré.
-Cielos, _____. Si necesitas llorar, hazlo-siguió apretándome.
-No, Nick es que…
-Nunca pensé que esto fuera posible, ¡¿pero cómo se le ocurrió decirte eso?!
-¡Nicholas!-elevé una octava la voz-¡No voy a llorar!-dije y me soltó.
-¿Qué?-me miró, confundido.
CAPITULO TREINTA Y SEIS.
-Nunca pensé que esto fuera posible, ¡¿pero cómo se le ocurrió decirte eso?!
-¡Nicholas!-elevé una octava la voz-¡No voy a llorar!-dije y me soltó.
-¿Qué?-me miró, confundido.
-Escucha…-me quedé en silencio y luego miré a la casa de enfrente. Era estúpido sentir que me observaban cuando en realidad no había nadie-Vayamos adentro primero, ¿sí? Necesito sacarme esta ropa.
Nick sólo asintió y abrí la puerta haciéndolo pasar, me siguió hasta mi habitación en donde me cambié de ropa y dejé la otra en el cesto de la ropa sucia que se encontraba vacío, sabía que tenía que lavarla pero la verdad es que no tenía ánimos para eso.
Me senté en mi cama con las piernas cruzadas y Nick se sentó a lado mío.
-Escucha, Nick. No te llamé para que me consolaras por que Joseph rompió conmigo…-agaché la cabeza y mi mirada se posó nerviosa en las sábanas, temiendo encontrarme con la expresión que Nick haría enseguida-Lo cierto es que no me siento mal por eso…-dije como quien no quiere la cosa-Te llamé por que… me siento culpable.
-¿Culpable? ¿Tú hiciste algo para que Joe terminará contigo? No me digas que…-a pesar de que no le estaba viendo el rostro, sabía que sus ojos se habían abierto como platos-¿Dan? ¿Por Dan? ¿Engañaste a Joe con…
-¡Nicholas! ¡¿Quieres callarte?!-bufé y lo miré.
Los ojos chocolate de Nick me miraron extraños, desconociéndome.
Me tranquilicé, suspirando.
-Escucha…-dije-Me siento culpable por que en el momento en que Joe terminó conmigo yo pensé en Dan, y eso hizo que no me sintiera mal…
-_____, ¿haz tenido algún tipo de comunicación con Dan desde que llegó?
Bajé la cabeza y mi mirada jugó nerviosa.
-Sí-admití-Por mensajes de texto.
-¿Desde cuándo?
-Hace como dos meses.
-¿Joe se dio cuenta de eso?
-No.
El silencio me hizo mirar a Nick, temerosa por su expresión; pero su rostro no era el de otra cosa si no el de alguien que estaba analizando todo. Tardó unos segundos antes de volver sus ojos chocolates a mí.
-¿Tú estás… bien?
-Sí.
-Déjame ver si entendí, ¿me estás diciendo que no te importó que Joe terminara contigo porque… tú quieres a… ese?
-Quizá…-quise tragarme de nuevo esa palabra.
Nick me miró y muy adentro de sus ojos pude encontrar la decepción.
-Ya veo-dijo-Estás loca-su acusación no era una broma, el tono serio de su voz era severo.
-Pero Nick…
-¡No!-me interrumpió-Definitivamente estás loca, ó dime que tan torpe eres. ¿No te bastó con que el tipo te arruinara la vida durante tres años? Ahora le das la oportunidad de nuevo y se la pones en bandeja de plata.
-¡Eso no es cierto, Nick!
-¡Por favor, _____! No seas niña, ambos sabemos que así es. Tú le estás dando la oportunidad de que te destroce otra vez y ya empezó a hacerlo, alejó a Joe de tu vida.
-¡El no lo alejó! Joseph se fue porque se le acabo el amor.
-El sol no se tapa con un dedo, _____. No seas ingenua-se levantó de la cama y se dirigió a la puerta.
-Sólo quería que me apoyaras…-susurré, cansada de pelear.
Nick se giró y me miró.
-No voy a ser un alcahuete entre el y tu. No voy a brindar apoyo para que tu vida se destroce. Discúlpame, _____.
-¿Eso qué quiere decir? ¿Qué ya no serás mi amigo?
CAPITULO TREINTA Y SIETE.
-¿Eso qué quiere decir? ¿Qué ya no serás mi amigo?
-Por supuesto que lo seré, pero no voy a apoyarte con esto-se dio la vuelta y salió por la puerta, dejándome allí.
La punzada de dolor que sentí por Joseph había aumentado en forma mínima ahora por Nick. Pero seguía siendo muy en lo profundo y podía pasar desapercibida.
Me acosté a dormir, cansada y con la cabeza a punto de explotar. En un día había perdido a mi novio y al parecer también a mi mejor amigo… ¿es que acaso Nick tenía razón?
El canto de los pájaros fue mi reloj despertador. Los atisbos de un día nublado eran mínimos a comparación de las del día anterior. Me revolví entre las sábanas y repasé en mi cabeza algún plan para un domingo como hoy; me decepcioné de no encontrar nada y de recordar que todos los domingos los pasaba con Joe. Suspiré y me levanté algo frustrada por lo de ayer; la declaración de Joseph retumbaba en mi cabeza como un eco aturdidor… “No, no, no” y la pequeña pelea con Nick me hacía sentir pésima. Podría llamar quizá a Lola, a decir verdad se había convertido en mi mejor amiga, éramos confidentes, le tenía muchísima confianza; pero justo ahora ella no era una buena opción. ¿Andrea? Más que una amiga, era como mi hermana; podría jurar incluso que sería mi gemela si yo no fuese hija única; pero molestarla con mis problemas a semanas de su boda no sería cortés de parte mía. Raquel, era una amiga fantástica a quien por cierto le tenía bastante confianza, pero parecía que ya estaba apartada para hoy; Alex pasaría un rato con ella… fruncí el ceño estrujándome los sesos en busca de un nombre… ¡pero claro! Leslie Massen, ¿estaría muy ocupada hoy? Busqué mi móvil entre las arrugas de las cobijas y lo encontré de lado izquierdo de mi almohada, tenía un mensaje nuevo.
El corazón se me paró al leer el nombre de mi tontería en la pequeña pantalla, abrí el mensaje y lo leí. Quería verme hoy.
Tonteé un buen rato con mi armario después de haberme bañado, buscando algo bonito para ponerme, nada parecía convencerme. A los minutos opté por una blusa café de botones dorados y con un cinto al centro del mismo color reluciente… me sentía estúpida. No por la ropa sino por el acto.
Cepillé mi cabello de forma rápida, algunos mechones aún estaban húmedos; tomé un bolso negro y me lo colgué en el hombro, así a grandes zancadas salí al encuentro con mi tontería.
Estaba nerviosa, era la primera vez después de casi cuatro años que lo vería en persona y le hablaría. Las piernas me temblaron debajo de la falda negra y mis pies quisieron correr en dirección opuesta. A lo lejos vi aquel parque, uno pequeño y verde, en donde me había citado. Lo busqué con la mirada una vez que me acerqué pero no pude verlo, me senté en una pequeña banca y suspiré, seguro me veía estúpida, o al menos así me sentía. Levanté la mirada una vez más y entonces lo vi, el corazón me latió nervioso, emocionado mientras el se acercaba.
Llevaba una mano en el bolsillo de su pantalón mientras la otra era libre, vestía una camisa de manga larga blanca y con rayas verticales en tonos pasteles; sus jeans ajustados me hicieron reír para mis adentros, ¡era tan delgado! Recordé a Joseph y comparé… sentí un poco de nostalgia. Miré su cara y le sonreí, las comisuras de sus labios se elevaron hasta formar una bonita sonrisa que luego chocó con el piso hasta que por fin llegó hasta mí.
-¿Tienes mucho esperándome?-me preguntó.
Su voz era la torpe melodía que yo había olvidado pero que me traía tanta inspiración.
-No, acabo de llegar también-dije y el se sentó a mi lado.
Lo observé por unos segundos, no era como lo recordaba, su cabello negro como la noche, estaba un poco más largo y era protagonista de un peinado raro, pero lindo. Unos cuantos centímetros habían sido agregados a su estatura, dejándome a mí un poco por debajo de su nariz; su cuerpo delgado estaba exactamente igual de menudo como la última vez, incluso quizá un poco más flaco… y el desgarbo en él era encantador. Sus ojos profundos y de un café oscuro me observaron intrigados y la morena piel de sus mejillas quiso convertirse en un leve rojo.
De pronto vi a Joseph en su rostro.
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
Muchachas perdón por no poner capítulos antes es que la universidad me esta absorbiendo demasiado :c .... Bueno espero que les guste la maratón
DannyD'Jonas
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
como¿? la Rayis osea nunca sintio nada por Joe :( que tontaaaa... Dios Joe sufre por ella, pero espero que todo se solucione pronto...
ahhh continuala pronto..
Gracias por el maraton :)
ahhh continuala pronto..
Gracias por el maraton :)
@ntonella
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
Oseaaa que te sucede????? ;o como es eso q nunca sentiste nah x Joe????? WTF
Siguelaa
Y si nos gusto el maraton! *-*
Siguelaaa
Aaahhh la rayis esta viendo la cara de joe en la de DAN! Muajajaj!
Siguelaaa
Att: tu mega fiel lectora! :*
Siguelaa
Y si nos gusto el maraton! *-*
Siguelaaa
Aaahhh la rayis esta viendo la cara de joe en la de DAN! Muajajaj!
Siguelaaa
Att: tu mega fiel lectora! :*
Yhosdaly
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
ahhhhhhhhh kmo la dejas ahi
x dios sube me encanta tu nove!!!
soy nueva lectora!!
pobre joe =( debes sunir pronto xfa
x dios sube me encanta tu nove!!!
soy nueva lectora!!
pobre joe =( debes sunir pronto xfa
damned
Re: Simplemente no quiero extrañarte esta noche [ Joe Jonas y Tú ] ♥ 2da TEMPORADA .
Ya va tu quieres matarme verdad ??
Bueno si a ella no lloro por terminar con Joe, te digo que yo si
como es una traidora abandono al pobre de Joseph y todo por textear con Dan... :caliente: y sabes que?? me encanta tu nove eres buena escribiendo
espero que puedas subir mas seguido y haz mas maraton
Bueno si a ella no lloro por terminar con Joe, te digo que yo si
como es una traidora abandono al pobre de Joseph y todo por textear con Dan... :caliente: y sabes que?? me encanta tu nove eres buena escribiendo
espero que puedas subir mas seguido y haz mas maraton
JB&1D2
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