Killer for Love [Terminada]

Killenton, por su parte, estaba en la posada que le estaba brindando techo estos días, pensando en lo bien que puede ser estar con Luciana cada instante que le brinde la vida vivir y que de haber muerto o haber sido asesinado, le hubiera encantado que ese acontecimiento hubiera pasado cuando estaba absorto en los brazos cálidos de ella y luego de que ella le confesó abiertamente su amor. Él estaba tan embriagado de felicidad como ella y entre tanto descubrió que en su estuche faltaba la más filosa y corta de las alabardas para colocar en el garfio, en ese momento se maldijo y suplicó al viento que no le hicieran daño a ella de haber sido descubierta. Luego de esto, Kill no podía relajarse y caída la noche se la pasó en vela, sin poder pegar un ojo en las más de ocho horas de oscuridad. Pensaba en planes de llevarse a Luciana, en que esperaba que ella no cambiase de opinión o que no haya sido solo una estratagema del señor Andarcia para capturarlo; después de tanta meditación acordó ir al alba a la mansión y llevarse consigo a Luciana costase lo que costase.
Ya estaba Killenton preparado cuando ve pasar por la rendija de debajo de la puerta un sobre perlado. Al abrirlo, con una fina escritura se leía la invitación a la boda de Sir Benjamin Hutcherson Williams con la señorita Luciana Andrea Andarcia y Fuentes que se celebraría en un día. Había un anexo, exclusivo para el señor Bourg que decía que contaba con un arma de su propiedad…
Kill, guardó la invitación primorosamente dentro de su camisa color crema, se armó con cuchillas y alabardas adicionales por su cinturón, no olvidó su arma cargada y más municiones, el bastón y cogió el andante hasta la mansión.
Llegados a este punto, Kill se iba a introducir sagazmente al interior del perímetro, abiertamente y sin esconderse ni nada, pero los guardias habían recibido órdenes específicas de no permitir la entrada de hombres enmascarados, con bastones, parches o que se hicieran llamar Billenton, Killenton, Bourg o afines. Por lo tanto, al percatarse de que no estaban solos se armó un alboroto en la puerta y se apersonó el señor Andarcia para ahuyentar a Kill. Sin éxito, ya que se escurrió por un flanco débil de la entrada incluso antes de que el dueño de la mansión llegase. Kill corrió por los pasillos de los jardines, fue hasta una entrada trasera del castillo que daba al ala este y subió la escalinata hasta llegar al hall que después lleva a la habitación de Luciana.
En este lugar se encuentra un guardia, mayor y barbudo que al parecer perdió ambos pies algún día y ahora se sostiene por una especie de zapatos redondos, metálicos, estrambóticos y de base plana. Estaba armado con una espoleta y se interpuso en el camino hacia una puerta, movimiento que anticipaba que tras de ella había un tesoro, o al menos así pensó Kill.
–¡Quítese de mi camino si quiere contar la historia! –le imperó Kill con decisión.
–Tengo órdenes de no hacer caso a sus amenazas.
–¡Quítese! Nueva orden –le gritó con furia e intercambió el garfio por una cuchilla que presionó contra la mejilla del guardia.
–Está bien. Venga que le abro las puertas. Ella está encerrada con el Sir al final de todas. Resguardándose de usted.
–Como si eso me detendría –espeta con ironía– y aun mejor, así elimino a la sabandija esa, el pomposo Sir.

Ambos se pusieron en andas con sus dificultades propias, el guardia abrió unas cinco puertas de aluminio, todas sin pomo por ninguno de los dos lados y entraron a un último cuarto que tenía de fondo un ventanal cerrado y las paredes eran curvadas.
—¿Luciana? —dijo cauto Kill.
Pero cuando reaccionó qué estaba pasando, que no estaba Luciana en esa habitación si no que se veía a través de la ventana, en el jardín del columpio y sentado junto a ella su prometido, Sir Hutcherson, ya era demasiado tarde; el guardia cerró con ímpetu la puerta de aluminio y lo dejó atrapado en el punto más alto del castillo. Sacó su arma y la disparó contra esa puerta que lo apresaba. La bala abolló la superficie y de no haber sido porque es bastante gruesa, habría impactado en el cráneo del guardia, el cual, sorprendido aceleró el ritmo tanto como pudo y cerró tras él otras cinco puertas más de las mismas características.
Impotente, furioso y armado gritó tan fuerte como su garganta se lo permitió.
Con la cuchilla intentó abrir la puerta pero estaba tan herméticamente cerrada que era imposible abrirla, y el aluminio ya parecía acero por ser tan resistente. No había ningún sentido en forcejear con la cuchilla, disparar a mansalva hasta acabar con las balas o saltar por la ventana porque en dichos casos las causas de muerte implicarían más tortura y sufrimiento, además de traumáticas para todos.
Ya había suficiente sufrimiento en él como lo era el incumplir la promesa y permitir que otro hombre hiciera como su esposa a la niña Luciana, la que tanto amaba… así que tras un minuto de sosiego se escuchó retumbar en todo el castillo un último disparo que al comprobar la gente de Andarcia descubrieron que fue un acto de suicidio.
Pasados cuatro años, Luciana pudo concebir una hija de Sir Hutcherson que nombraron Annellil.
La vida marital de esta joven pareja se basó en mentir sobre el día que murió Killenton: ella decía que lo habían encerrado por asesino e intentar masacrar a toda la familia Andarcia por viejas deudas —la respuesta impuesta por el padre de ella, valga acotar—, pero Sir Hutcherson insistía en que no parecía mala persona, más bien que debió tratarse de intenciones frustradas y se asesinó… pero él nunca especificó qué intenciones creía fueron el detonante de su suicidio.
En su honor, Sir Hutcherson aceptó colocarle un añadido al nombre de su hija, 'ill', en conmemoración de un hombre audaz.
Otro de los secretos que en la familia Andarcia se manejaban era que Luciana quedó embarazada de Killenton, producto de la relación apasionada que vivieron un día antes de su muerte, pero por ser su padre un hombre que nunca volvió a querer a Kill como Bill, mandó a que los doctores nunca dejaran nacer al bebé o, según el propio señor Andarcia, “el engendro del demonio.” De esto, Sir Hutcherson no tiene conocimiento.
A la semana de haber muerto Killenton, en un barco llegó un pequeño niño de dos años, que según dijeron era hijo de Kill con Mariel, este tenía por nombre Lucier y como la salud de Mariel había empeorado por el apuñalamiento que le propino Kill antes de dejar la isla, enviaron al niño al continente para que lo criara su padre, pero ahora era huérfano y Luciana pidió su guarda y custodia con mucho gusto… así que a partir de ese entonces ella era madre de un niño de dos años.
Como decimos que ya pasaron cuatro años de la tragedia y que Luciana trajo al mundo a Annellil, es momento de presentarla al público en una exquisita fiesta organizada por sus abuelos maternos y paternos. Lucier desconocía el rostro angelical de la nena porque esperarían el momento del anuncio oficial para que él la conociera, todo por tratar de evitar que en sus genes estuviera el de la obsesión de enamorarse eternamente de un imposible, como lo hizo su padre de Luciana.