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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Hhahaa, me dio risa la ultima parte.
Gracias por subir la novela!
Gracias por subir la novela!
Augustinesg
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
chicas Mañana Maraton okis no se lo pierdan
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Tienes que subir YA mismooooo! :bounce: esperaré.....
Lorena Jonas
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Segunda Parte
Imprudencia
Imprudencia
–Él no es mal tipo –aseguró Adolph con seriedad, nada de sarcasmo–, no tiene la culpa de ser un demonio.
Le dirigí una dura mirada, él sonreía aún.
–Bueno, ¿qué tanto leíste? –me preguntó enseñándome su diario.
De nuevo me puse nerviosa.
–No tanto –mentí–. Amas mucho a Nina, ¿no?
Él devolvió el diario a la guantera y luego apretó sus puños en el volante.
–Pongámoslo así, si ella no estuviera, yo me quitaría la vida –tragué con dificultad al advertir la nota de sinceridad y sentimiento de su voz–. Aunque tú no lo quieras creer Joe también te ama de esa manera. Pero hay personas que lamentablemente no conocen la forma correcta de amar, ¿y quién lo hace? El amor es muy complicado, no obstante, es la fuerza más poderosa del universo. Nunca olvides eso.
Cuando volvimos a casa Adolph me dejó en la entrada y se marchó en su vehículo sin decirme adonde.
La casa estaba desierta, me encaminé a tocar a la puerta de Nina, de Alan, de Jerry, y hasta busqué en la habitación de Joe, pero no encontré a ninguno. Luego de haberle dado la vuelta a todas las habitaciones se me ocurrió pasar a la sala de entretenimiento, donde había un sofá-cama, varías mesas de billar, toda clase de consolas de videojuegos nuevos, football de mesa, karaoke, y una maquina de ejercicios en la que Joe estaba recostado sosteniendo con las dos manos la barra metálica de una colosal pesa de plomo. Yo perdí el aliento de un tirón, me calenté y me paralicé.
Joe no tenía camisa puesta, ni zapatos, ni pantalones. Únicamente una toalla azul que rodeaba sus caderas. Mi garganta se secó y mi sangre empezó a escocerme por dentro.
¡Jesús! ¡Esos músculos! Mientras ese sexy vampiro me ignoraba yo le miraba contar en voz baja, acercando la barra metálica a su pecho y luego elevándola con los brazos extendidos, una y otra vez en un perfecto ciclo, sus brazos se estiraban y se flexionaban, sus músculos cubiertos por el sudor del ejercicio se contraían y se relajaban, las venas en sus brazos sobresalían, sus abdominales se endurecían mientras él trabajaba cada bien formado músculo. Mordí mi labio inferior para contener un gemido de delectación, me regocijé por la satisfacción que me causaba mirar su cabello humedecido con un embozo de sudor, su carne desnuda brillante contra la pálida luz de la bombilla. Necesitaba morder un poco de eso, de ese cuello dilatado que albergaba unas cuantas capas de musculatura, un poco de sus abdominales que formaban una telaraña de dotados cuadrantes de carnosidad endurecida.
No podía respirar, mi vientre se alborotaba con agitaciones y cosquilleos, abaniqué mi rostro con una de mis manos, escuché a Joe contar en susurros las repeticiones de la acción. Él murmuraba por lo bajo… Quinientos dos… gemía… quinientos tres… y otro gemido por el esfuerzo salía de su garganta, mordí mi labio con más fuerza y todo mi cuerpo se tornó tenso y caliente, mis latidos estaban desbocados al oír ese sonido satisfactorio de su gemido. Quinientos cuatro…
–Nueve mil doscientos cincuenta –gimió Joseph en voz alta para que yo escuchara.
Sonriendo se sentó en la máquina, dejó la barra metálica pesada en su soporte y me sonrió. Mi rostro enrojeció como si fuera una tonta niña y ése fuera el primer chico que me sonreía.
¿Por qué él podía hacer que mis rodillas se desestabilizaran con tanta facilidad? ¿Qué tenía ese espécimen masculino que me hacía ponerme tan nerviosa y temblar como si siempre fuera mi primera vez?
–No sabes contar –le dije. Escuché su sicalíptica y erótica risa, él se levantó y cogió una botella de agua que descansaba en el piso–. Por favor no empieces a derramarte agua en el cuerpo.
Volvió a reírse.
–¿Por qué? –murmuró con fingida inocencia y bebió un sorbo de agua.
Porque me vas a provocar un ataque al corazón, respondí en un pensamiento.
Incluso el movimiento que hacía su garganta cuando tragaba agua me estimulaba. No le respondí.
–¿Me alcanzarías aquella toalla? –me pidió amablemente y señaló hacia detrás de mi hombro.
Me giré, observé la toalla en el espaldar de una silla, la tomé y me acerqué a Joe para entregársela. Deseaba muy urgentemente su tacto, sus caricias, el roce de su cuerpo y sus indomables manos idóneas, y me decepcioné cuando él tomó la toalla sin tocarme, ni siquiera un poco.
–¿Dónde están todos? –le pregunté.
–¿Nina, Alan y Jerry? –interpeló–. Dos cosas, o los dos vampiros acordaron llevarse al humano para chuparle la sangre, o los tres decidieron meterse en una cama y hacer un trío.
Hice una mueca de desagrado.
–Espero que estés equivocado. Ahora en serio, ¿dónde están?
–No lo sé, pero sea lo que sea me molestaré con ellos por no invitarme –me contestó y bebió otro trago de agua.
–Bueno, ¿y por qué estás desnudo?
Experimenté un escalofrío erizando la piel de mi espalda al decirlo.
–No vas a creer esto, un grupo de siniestras mujeres entraron por la ventana, me desnudaron y se robaron toda mi ropa –departió con un tono serio, pero sus ojos brillaban.
–Si no te conociera tan bien creería que dices la verdad –entrecerré los ojos–. ¿Nunca dices nada en serio? Eres perverso y diabólico.
Todavía su piel brillaba con su sudor y su torso desnudo estaba llamándome, me susurraba sensualmente que lo tocara. La toalla en la parte baja de su cadera censuraba parte de su cuerpo.
La censura conduce al deseo, y yo lo deseaba.
–Sí, lo sé, soy un chico tan malvado –me dirigió una pícara mirada caliente–. La verdad es que pensé que estaba solo en casa.
–¿Para qué estás haciendo ejercicios? Seguramente quieres ponerte en forma y guapo para conquistar a un tropel de mujeres.
–Hmm, puede ser –gruñó con picardía–. ¿Qué piensas? ¿Crees que funcionará?
Él apretó los músculos de su pecho y abdomen y flexionó sus brazos fornidos para mostrarme el buen trabajo que hizo moldeando su esbelta y sobrehumana figura.
Conmigo funciona, pensé.
–Seguramente, grandullón –le di un puñetazo suave en el abdomen.
Él me sonrió, tomó la botella de agua, me dio un suave beso en la frente y me rodeó con un brazo para abrir la puerta detrás de mí que yo estaba bloqueando, por un momento su pecho desnudo tocó el mío y mi respiración se hizo agitada. Me dejó sola en la pequeña sala de estar, froté mi frente con mi mano, todavía sentía un hormigueo allí donde me había besado.
Los siguientes días fueron tranquilos, pasaba los días en casa bromeando con los chicos y durmiendo sola, sin Joe. Él desaparecía durante el día, la tarde, la noche, y la madrugada. Si algunas veces nos encontrábamos en el desayuno o transitando por ahí él bromeaba un poco conmigo, coqueteándome un poco, pero estaba distante y se apartaba de mí a toda velocidad, desaparecía con frecuencia y me evadía. A veces sentía que era el mismo Joe de siempre, sin embargo otras veces era aislado y estaba cubierto con una armadura. Eso estaba lastimándome, deseaba poder hablar con él pero apenas lo veía, quería que me abrazara como antes y nunca lo hacía.
También estuve atormentando a Adolph un poco, todos los días le recordaba que pasara a visitar al despiadado Zephyr y demonio Kevin Ravenwood y le hablara sobre Joseph. Adolph se encogía de hombros, besaba mi cabello cariñosamente y siempre oía lo mismo: “Hoy tampoco estaba en casa”.
Me encontraba sentada en el borde de la piscina, con las puntas de los pies sumergidas en el agua fría, mirando la noche solitaria y muerta. Cómo extrañaba a mi amante vampiro, ¡cómo lo necesitaba! Tenía un nudo atragantado en la garganta, pero no permití que las lágrimas me consumieran, no iba a llorar, él estaba bien, también yo.
Era mejor si estábamos alejados, era mejor si nos odiábamos.
Sí, seguro, sigue engañándote. Decía la voz sarcástica de mi cabeza.
¿Puede alguien callar a esa estúpida voz?
Alcé la vista al cielo en el momento en que escuché el viento escindirse y una bandada de alas agitándose en alguna parte. Me pareció ver que el cielo se abría en un agujero negro sobre mi cabeza, parpadeé varias veces antes de comprender lo que era. Cientos de aves arremolinándose en las alturas y cayendo en picada directo hacia mí. Grité, saqué mis pies del agua en un segundo, apoyé mis manos en el suelo detrás de mí y me impulsé hacia atrás para levantarme. Antes de que pudiera concluir mi acción decenas de cuervos hicieron un torbellino a alrededor de mí. ¿De dónde habían salido?
Cubrí mi rostro entre mis brazos, sentí garras y picos rasguñar mis antebrazos, di alaridos y jadeé intentando bloquear los ataques de los cuervos, me arrastré por el suelo y mis gritos se ahogaban con el sonido sobreabundante de los chillidos de las aves y el estampido de sus alas en movimiento que suscitaban una bruma de fragoso viento helado. Tenía mis ojos cerrados con fuerza y el cuerpo me ardía por todas partes.
Sacudí mis manos forzosamente hacia diferentes direcciones para sacudirme a la manada de animales, el terror colmó mis sentidos por completo, podía sentir mis nervios palpitando.
De repente se detuvieron, la calma reinó de un segundo a otro como si los cuervos nunca hubiesen estado ahí. Me pregunté si estaba alucinado, me pregunté si era Darius con otro de sus aterradores juegos.
Abrí los ojos, no había nada en ese lugar, estaba todo vacío, sin aves, ni viento, ni chillidos, ni picos, ni alas, ni garras, pero mis brazos estaban rasguñados y sangraban. Respiré con agitación, parpadeé pasmada y perpleja. ¿Qué había sido todo eso? Tragué pero mi garganta estaba seca, sentí como si tragaba astillas y polvo.
En el momento en que puse en pie descubrí a un solo cuervo estático sobre el tejado haciendo equilibrio con sus patas.
–¿Qué diablos…? –dije hecha un ovillo.
El cuervo extendió sus alas, que de pronto se asemejaban a unas descomunales alas negras de demonio, me llené de pavor y escalofríos.
¡Mierda!
Las enormes alas se sacudieron y ventilaron ráfagas de viento que conseguían elevar todo del suelo, las sillas volaron por los aires, el agua de la piscina formó un remolino pequeño por las corrientes de aire, mi cabello daba latigazos en mi rostro y mi cuello cuando volaba por ahí desfachatadamente, entrecerré los ojos y alcé una mano frente a mi cara en gesto de protección.
La feroz fuerza del viento me empujaba hacia atrás, lo que antes era un pequeño cuervo ahora se había convertido en un pájaro negro tan gigantesco y endemoniado que me recordaba a un vil pterodáctilo maligno o algo parecido.
Entre la deletérea oscuridad lo único que se distinguía claramente eran los ojos amarillos y brillantes del animal. Esos ojos… yo conocía aquella mirada amarilla.
La bestia rugió y se transformó en una gran sombra que abarcaba todo el espacio, la negrura se apoderó de mi visión, la figura se movió de aquí a allá danzando como un espectro oscuro.
Súbitamente la silueta se desplomó en el suelo convirtiéndose en un montón de polvo negruzco a mis pies. No me moví, me encontraba anonadada y patidifusa. Las cenizas oscuras a mis pies comenzaron a cernirse sobre mí, alzándose para tomar la forma de un contorno humano, como el esbozo de una sombra. Los déspotas ojos áureos comenzaron a tomar vida, todo ese ser oscuro emprendió a cobrar vida y Kevin Ravenwood se materializó delante de mí.
No sabía si sentir alivio o más terror, sólo estaba consciente de que mis piernas trepidaban y mi garganta se cerraba al igual que mi pecho.
–Siento haberte asustado –sonó su sanguinaria voz–, escuché que habías estado buscándome.
Di varios pasos hacia atrás al tiempo que le miraba con incredulidad y espanto.
–No… yo no… no creí que aparecerías en mi casa con todo ese espectáculo –tartamudeé.
Él se rió de manera siniestra.
–Uh huh –balbuceó–. Disfruto de tu cara cada vez que descubres que puedo tomar forma animal. Y créeme, han sido más veces de las que recuerdas –él se acercó y tomó mi brazo–. Ahora necesito hablar con algún mayor, niñita. ¿Hay alguien responsable en casa?
Jaló de mi brazo bruscamente y me hizo caminar hacia el gran salón de juegos, allí los chicos estaban reunidos haciendo bromas. Sus rostros empalidecieron en cuanto me vieron entrar con Kevin , Adolph que estaba sentado en el suelo se levantó a la velocidad de un rayo y abrió ampliamente los ojos al verme junto con aquel demonio. Como era costumbre, Joe no estaba allí.
–Vaya recibimiento –se quejó Ravenwood irónicamente–, ni siquiera un “hola”. Las nuevas generaciones cada vez están más estropeadas.
Adolph tragó saliva antes de contestar.
–No esperábamos tu agradable visita –no supe jamás si Adolph hablaba en serio con lo de “agradable visita”, pues su voz realmente no sonaba nada sardónica–. ¿Podrías soltar a ___tn?
Kevin observó su mano que rodeaba mi brazo y mantuvo su sonrisa.
–Sí, lo siento –me soltó y sacudió su vestuario como si le quitara el polvo–. Crowley, que gusto el verte de nuevo, debes saber que uno de tus niños está fuera de control. Vine a informarte algo que podría interesarte. La cuestión es que hace días mi mansión fue invadida, hubo un atentado de robo, quisieron robar La Daga de Fuego, pero por suerte no lo han logrado.
Después de un corto silencio Adolph frunció el ceño con interrogantes en su semblante.
–¿Y eso qué tiene que ver conmigo? –dijo.
–¿Aún no lo sabes? –contra preguntó Kevin –. Realmente eres peor líder de lo que pensé, al menos creí que podrías imaginar lo que trato de decirte. Pues el delito lo ha cometido uno de los tuyos.
Por un momento la habitación se abarrotó de tensión hasta los topes, las miradas se hicieron inquietantes. Cerré los ojos deseando que no fuera lo que yo me imaginaba.
–¿Joe? ¿Joe ha intentado robar La Daga de Fuego? –articuló Adolph–. ¿Es eso lo que intentas decirme?
–Lo has pillado –Kevin asintió. Los rostros de asombro y alarma saturaron la habitación–. Me gustaría que tuvieran la mínima idea de todo lo que está sucediendo, pero ya veo que tendré que explicárselos todo –suspiró mortificado–. Ustedes no tienen protección como les hice creer a los Black, él único que está protegido es Jonas y yo no le di esa protección, ha sido alguien más, un demonio, el demonio que lo trajo a la vida –él se volvió hacia Adolph– Crowley, tú sabes que sólo hay dos formas de traer a la vida a alguien. La primera es un pacto, así es como la señorita Moore está hoy con nosotros. Y la segunda, un ritual con La Daga de Sangre, y así es como Jonas está con vida –Ravenwood aguardó unos segundos esperando una respuesta, y como nadie dijo nada continuó–. La Daga de Sangre, que supuestamente estaba desaparecida, desde hace mil años ha estado escondida en el infierno, en manos del gran demonio Sam, este demonio hizo vivir a Joseph y ahora lo ha hecho trabajar para él, por alguna razón el tipo está en busca de nuestras dagas. Cuando el Sr. Black convocó a Alan a un juicio lo hizo porque una vez más La Daga de Cristal ha sido robada, en la actualidad. Él no hablaba de la vez que Alan robó la daga cuando era un niño, él hablaba de un nuevo robo, y se le ocurrió culpar a su hijo de eso. Pero Alan seguía hablando de los hechos del pasado, por eso es que iban a torturarte, niño –concluyó mirando a Alan.
¡Oh por Dios! ¿Por qué Joe?
En esos instantes yo me encontraba consternada y en shock, asimilar tanta información era difícil, y más aún si se trataba del hombre que yo más amaba.
–¿Eso quiere decir que el verdadero ladrón de La Daga de Cristal ha sido Joe, e intenta conseguir La Daga de Fuego también? –interrogó Adolph, su rostro estaba pálido y se veía confundido.
–Sí, lo más probable es que Jonas esté involucrado con el robo de La Daga de Cristal –la mirada de Kevin se hizo más dura. Él miente, pensé, tiene que estar mintiendo–. Joe está siendo influenciado por fuerzas demoniacas, todos sabemos que el ritual con La Daga de Sangre consiste en poner sangre de demonio en el cuerpo fallecido para darle vida nuevamente, de otra manera no podría vivir. Y si ___tn ha bebido de Joseph seguramente también estará infectada con su sangre.
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Capítulo 16: Primera Parte
Amante Peligroso
Amante Peligroso
Prensé mis labios, padecía en mi interior una especie de furia mesclada con martirio, me sentía engañada en algún punto.
–Joe no podría, él no robó La Daga de Cristal, no lo hizo. Tú estás mintiendo –acusé a Ravenwood.
Por un segundo todos intercambiaron miradas fugaces, Adolph me miró y se giró hacia Kevin .
–Tu Joseph podría hacer cualquier cosa mientras la sangre de demonio consuma parte de él –me dijo Ravenwood con austeridad–. Y yo no he dicho que él ha robado la daga, yo dije que podría estar involucrado.
Nina y Jerry estaban taciturnos al fondo del recinto, mordisqueándose las uñas y mirando con incredulidad, temor y nerviosismo. Bajé la mirada avergonzada.
–Yo he bebido un poco de él –murmuré en voz baja, luego miré a los chicos–. ¿También yo he estado comportándome rara?
Cuando había estado en mi cama con Joe yo le había mordido en el hombro, había bebido algo de su sangre, quizás eso era suficiente, tal vez yo había estado haciendo cosas horribles los últimos días sin saberlo.
–___tn no ha cambiado –indicó Alan y meneó la cabeza irreflexivamente–. Se ha descontrolado un par de veces bebiendo la sangre de Jerry, pero eso pasa porque aún es novata, ¿no es así?
–Ésa es sólo una de las razones –expresó Kevin –. Lo de ___tn no tiene mucha importancia, si ha bebido poca sangre posiblemente no tenga ninguna secuela. Además el efecto en ella puede revertirse, ya que no tuvo un ritual con La Daga de Sangre.
Nina se adelantó unos pasos para quedar cara a cara con Kevin .
–¿Piensas tomar medidas en contra de Joe? –indagó ella con rigurosidad.
Maldije en voz baja, después de todo lo que Ravenwood había declarado sobre Joe todos estarían en su contra, incluso yo debía estarlo, pero no podía creerlo, estaba dispuesta a escucharlo antes de juzgarlo. Mi corazón dolió al pensar repentinamente en la perspectiva de que quisieran hacerle daño si fuera culpable.
–Primero debemos tomar medidas en contra de su preceptor, Sam es un demonio muy poderoso, y si está caminando por la tierra, en lugar de estar encerrado entre las llamas del infierno, significa problemas, unos muy grandes. Y si Joseph está involucrado también todos ustedes, especialmente ___tn.
Adolph frotó su barbilla y apretó sus dientes, parecía disgustado, perturbado y atónito.
–Alan, súbete al auto, vamos a buscar a Joe –dijo Adolph y se giró hacia Jerry–. Jerry, cuida de que ___tn no salga de aquí, también tú, Nina.
Kevin salió de la habitación y todos le seguimos.
–Esto no es justo –vociferé afligida, seguí a Adolph–. Yo tengo que ir, tengo que hablar con Joe. Él tiene que escucharme, Adolph, déjame ir con ustedes, por favor.
–No. ___tn, te quedarás aquí aunque tenga que dejarte encerrada, ¿me oíste? –finalizó Adolph.
El agobio se evidenció en mi rostro.
–Adolph, no van a hacerle daño, ¿verdad?
Él me observó adusto.
–No puedo prometerte nada –me contestó.
Sentí un nudo atravesado en la garganta, mi corazón estaba teniendo dificultades para latir.
–Tengo que ir con ustedes –cuando Adolph abrió la puerta principal yo me interpuse en su camino–. Por favor, Adolph, llévame, yo necesito ir…
–No, ya basta –clamó Adolph y me empujó de nuevo hacia dentro de la casa–. No intentes hacer locuras, chiquilla.
Empecé a correr detrás de él, Jerry y Nina me sujetaron de los brazos y me arrastraron hacia dentro. Kevin , Alan y Adolph cerraron la puerta al salir. Forcejeé con mi amiga vampira y con el hechicero humano de los tatuajes para zafarme de ellos y fugarme.
–Déjenme ir –demandé enfurecida–. Por favor, chicos por favor, suéltenme.
–Chiquilla, deja de moverte como loca –Nina me apretó el brazo más fuerte–. No te dejaremos ir.
Me sentía tan iracunda y colérica que deseaba gritar y llorar. No sabía qué pensar, quería creer que Kevin estaba mintiendo, sabía que no podía permitir que lastimaran a Joe. Por otra parte, si todo era cierto, Joe habría robado la estúpida daga de cristal, y Alan había sido torturado por su culpa, había traicionado y herido mi confianza y la de todos sus amigos.
Solté un gimoteo de consternación.
–Por favor –susurré antes de darme por vencido.
–Está bien, ___tn –Nina trató de serenarme–. Todo va a estar bien.
–Le harán daño –mi voz sonó terrible y cortada.
Jerry suspiró, había estado tan callado.
Me arrojé en el diván, no dije una palabra más, me quedé inmóvil y con los brazos cruzados. Nina y Jerry no se separaron de mí en toda la noche, me estaban vigilando como si fuera una criminal.
–¡Vamos! Di algo, ___tn diminutivo –insistió Jerry luego de un par de horas acaecidas.
No respondí, no me había movido ni hablado en absoluto desde que Adolph se había marchado dejándome encerrada con ese par de chicos. Mantuve mi ceño fruncido y mis ojos entreabiertos e inmutables.
La puerta se abrió de golpe, me puse de pie en reflejo, tan rápido como una exhalación.
Alan y Adolph entraron, cada uno a un lado de Joe sosteniéndolo de la cintura, lo primero que noté es que Joe no era capaz de afirmarse a sí mismo sobre sus pies, él tenía sus brazos extendidos alrededor de los hombros de los chicos y su cabeza se tambaleaba hacia atrás.
–¿Qué le han hecho? –corrí hacia Joe.
Al verlo de cerca me percaté de las magulladuras en su rostro, tenía moretones, rasguños, lesiones de golpes, restos de sangre y estaba adormecido. Sujeté su cara entre mis manos, el gimió adolorido.
–¡Oh Dios mío! ¿Qué demonios le hicieron? ¿Por qué lo han golpeado de esa manera? –reclamé.
Empujé a Alan y Adolph lejos de Joe para que lo soltaran, yo lo sostuve y le ayudé a mantenerse en pie.
–No le hemos hecho nada –trató de elucidar Adolph–. Tranquilízate, pequeña. No hemos sido nosotros.
Apenas lo había escuchado, abrí un espacio en el sofá para recostar a Joe. Su macizo cuerpo se desplomó encima de los cojines, siguió gimiendo quejumbroso.
–¿Joe, qué tienes? –le pregunté mientras removía su cabello de su cara, los mechones de pelo estaban cada vez más largos, necesitaba un corte, aunque seguía siendo prodigiosamente hermoso de todas formas.
–¿Estás bien? –me dijo Joe murmurando.
–Creo que está drogado –escuché decir a Alan.
Me giré súbitamente hacia el Zephyr.
–¿Qué le pasó? –mascullé.
–Lo echaron de un bar y lo encontramos así tumbado en un callejón –me reveló Adolph–. No le hemos lastimado, él ya estaba drogado y apaleado cuando lo encontramos. Creo que se metió en problemas.
–___tn, te quiero, te quiero mucho, te amo –canturreó Joe con balbuceos ilegibles.
–¡Oh Joe! ¿En qué estás metido? –arrullé su rostro desaliñado.
–No me dejes, nena –siguió hablando sin decir nada realmente.
Lo besé levemente en la frente, él siseó un poco así que me alejé para no lastimarlo más. Todos estaban sin palabras, nadie tenía nada para decir, seguramente sentían lastima de él.
–Levántate, Joe –le dije y le ayudé a sentarse.
Los oscuros ojos de Joe estaban fijos en nada, sus pupilas se veían dilatadas y sus largas pestañas hacían sombras en sus pómulos. Pasé el brazo de Joe por encima de mis hombros y con mucho esfuerzo le hice ponerse de pie.
–Chicos –empezó Joe–, los amo. Y no estoy borracho, no lo estoy.
–Joe, ¿qué estuviste haciendo? –le cuestionó Adolph con mucha severidad. El tono de su voz era autoritario.
–No he bebido, si es eso lo que insinúas –contestó Joe de manera inestable, seguía pareciendo seguro de sí mismo, pero tenía una fanfarrona sonrisa irónica de felicidad y una mirada de loco–. ¿Te has dado cuenta de lo apuesto que eres?
Joe guiñó un ojo hacia su amigo, quien pareció ligeramente sorprendido.
–¡Oh! Compórtate, cielo –le dijo Adolph muy masculinamente, usó su voz gruesa y profunda para dar órdenes–. Deja de jugar, chico.
–___tn diminutivo, sujétame fuerte, creo que me voy a caer –Joe apretó mis hombros y se estrujó contra mi cuerpo, la estructura de su cuerpo robusto y de piedra me hacía difícil la tarea de sujetarlo, y cada contacto con su piel me hacia estremecer–. Me duele la boca, y los labios, podrías besarme allí, quizás mejore.
Entorné los ojos. ¡Chico aprovechado!
Sin embargo sí parecía malditamente dolorido, cualquiera que fuera tan fuerte como para haber apaleado a Joe de esa manera tenía que ser un peligro.
Encaminé a Joe hacia su dormitorio con dificultad, pesaba demasiado para mí, y él no me hacía la labor más fácil, descansaba todo su peso sobre mí y se quejaba en voz alta.
–¿Te ayudo con eso? –se ofreció Jerry caballerosamente.
–No necesito que niñitas maricas me ayuden –gruñó Joe con repentina irritación.
–Joe –le dije en tono de amonestación.
A pesar de todo Jerry se movió para sostener a Joe del otro lado.
–___tn diminutivo, no dejes que este niñita me toque –Joe hundió su rostro en mi cuello fingiendo llorar como un bebito.
–¡Vaya homofóbico! –bufó Jerry haciendo una breve distancia entre él y Joe.
–Está bien, puedo sola, Jerry –le dije.
Al llegar al cuarto hice que Joe se recostase cuidadosamente en su cama y luego cerré la puerta. Él lloriqueó un poco como un chiquillo, gimió y se revolvió en la cama gruñendo maldiciones y juramentos.
–¿Quién te golpeó? –sondeé afirmándome en la cama a su lado.
Él abrazó mis caderas y me encerró entre sus brazos.
–¡Oh! mi hermosa princesa, amo que te preocupes tanto por mí –el susurró–. Nadie nunca se había preocupado por mí, nadie antes de ti me había demostrado que me amaba, no habido nadie en mi vida a quien quisiera cuidar más que a ti. ¿Cómo diablos es que te gusta un tipo como yo? Soy la peor elección que pudiste tomar alguna vez.
Revolví su pelo, había un montón de sentimientos apresándome, cuando se esfumaran los efectos de los narcóticos él seguramente no recordaría que me dijo todas esas cosas. Yo me preguntaba cómo es que nunca antes alguien se había preocupado por él. Porque sí, quizás era arrogante, vanidoso, presumido y con mal genio, pero también tenía muchas cosas buenas, era protector, carismático, divertido, incluso podía ser romántico detrás de su aspecto fanfarrón. Yo amaba cada vez que sonreía y me tocaba, la manera en que me calentaba cuando tan solo decía mi nombre, la picardía traviesa de su mirada, la forma increíble en la que sabía tocar y amar, amaba todo él aunque deseara no hacerlo, eso sin mencionar lo sexy y sensual que era este chico, siempre tan seguro de sí mismo, siempre tan irresistible. Aunque algunas veces, como ahora, parecía tan indefenso, solitario, como si necesitara ser cuidado y amado, y probablemente así era, él siempre se cuidaba de conservar su apariencia fuerte, actuaba como si no necesitara a nadie, y se culpaba de todo lo que sucedía.
–No vas a decirme quien te golpeó, ¿verdad? –lo reprendí.
Comencé a quitarle su chaqueta con cuidado de no lastimarlo, él esbozó una sonrisa pecaminosa, las puntas de sus blancos colmillos se asomaban ligeramente. Me alcé de la cama para buscar en el armario de Joe uno de esos pants que utilizaba como pijama. La chaqueta de cuero de Joe estaba exuberantemente pesada, revisé sus bolsillos, encontré armas allí, estaba repleta de navajas en sus bolsillos interiores y exteriores, dagas, incluso había una pistola, bien cargada con balas. Al parecer no le había dado tiempo de usar ninguna de esas armas cuando fue abofeteado.
Continué sustrayendo las pesadas y modernas botas de los pies de Joe, me sorprendí aún más, tenía más armas en sus zapatos, pequeños cuchillos de todos los estilos.
Él no estaba demasiado al tanto de lo que yo estaba haciendo, parecía somnoliento, estaba un poco adormecido. Deslicé mis manos por encima del botón de su pantalón, él gimió de júbilo, a medida que me despojaba de su ropa descubría más y más armas, estaba armado hasta los dientes, y también tenía una billetera y un Blackberry. Él frunció el ceño cuando me vio acercarme con los pantalones amplios de algodón.
–No voy a ponerme eso –me dijo rezongonamente.
–Está bien, quédate en bóxers –pero lo arropé hasta el cuello, porque su piel tan descubierta exigía ser tocada, y yo no quería sentirme tentada–. ¿Quieres que limpie tus heridas?
Él negó frunciendo más el ceño, sus cejas formaron una gran V en su frente.
–No. Ven aquí, eso es lo que quiero –él se desarropó hasta sus caderas, torturándome. Me hizo señas para que me acostara con él–. Te necesito a mi lado.
Noté que él cabeceó y cerró sus ojos unos segundos.
–¿Te sientes bien? –me preocupé.
–No. ¡Demonios! –mantuvo sus ojos cerrados–. Me siento muy mal, me duele todo. Creo que tengo unas costillas rotas, y veo dos como tú. Aunque eso no me molesta, pero me duele, me está matando, todo el cuerpo me duele.
En su voz pude advertir la seriedad del asunto, estaba apabullado y lastimado. Me acerqué para examinarlo, acuné su bello rostro en mis manos, distinguí los moretones en sus hombros y en su abdomen e hice una mueca.
–Creo que debería decirle a los chicos.
–No –negó, también tomó mi rostro–. No les digas, no entiendo lo que está pasando, no entiendo nada.
–¿Has consumido algo?
Él pareció no escucharme.
–Tuñ vofz e lejangda –balbuceó una maraña de palabras, como si estuviera bostezando o comiendo al hablar perezosamente.
–¿Qué? –me esforcé para entenderlo.
–Que tu voz es lejana –él batalló para hablar con claridad–. Acércate más, no puedo escucharte. Acércate.
Pero ya estaba suficiente cerca, sin embargo él me haló de la camiseta y me recostó en su pecho, me asusté cuando él se lamentó de dolor.
–Estás haciendo que te lastime –soné firme.
–No importa. No me importa –repitió.
Me abrazó fuertemente, todo su torso desnudo y sus brazos se comprimieron envolviendo mi cuerpo. Una ola de calor me hizo temblar, mis piernas se entrelazaron con las de él e involuntariamente mis manos se movieron hasta sus hombros, el placer que sentía al deslizar mis dedos en su piel desnuda era enloquecedor, cada toque era como una corriente eléctrica recorriendo mis músculos recónditos.
Mi estómago se apretaba contra el suyo, incliné mi cabeza hacia atrás intentando respirar, pues su rostro tan cercano no me lo permitía, sentía algo inexplicable dentro de mi pecho, como si mi corazón estuviera contrayéndose dolorosamente, como si se volcara y diera vueltas, estaba a punto de saltar de mi pecho, se asemejaba a una ráfaga de aire transcurriendo por dentro de mi tórax. Contuve el aliento y él me besó, la suavidad y la calidez de sus húmedos labios me dejó atontada, probé el sabor ameno de su lengua que luchaba con la mía exigentemente, reclamándome a mí.
Sus manos fuertes ahuecaron mis pechos, me palpaban a través de mi camisa y con sus dedos delineaba los bordes de mi sujetador.
Ambos gemimos, pero no estaba segura de si su gemido era de dolor o de gozo. Me aparté bruscamente de él, lidiando con mi respiración intermitente y conmovida. Lo único que conseguía mirar eran sus potentes, poderosos y afanosos labios saciados, enrojecidos e hinchados. Las ganas de devorarlos me atragantaban en mi propia saliva.
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Segunda Parte
Amante Peligroso
Amante Peligroso
–No está bien esto –logré despedir las palabras en un jadeo–. Estás mal, estás herido y drogado.
–Pero te necesito, me estoy muriendo, voy a morir si no te quedas conmigo –su tono de voz reflejaba un dramatismo fatalista exagerado–. Ponte una de mis camisas y duerme conmigo, por favor.
Me había dicho por favor, pensé estúpidamente. Eso significaba que estaba rogándome, ¿cómo negarse a eso?
Debía recordarme a mí misma que Joe no era demasiado fiable ahora, pero no quería, de verdad no quería recordar eso justo en este momento, cuando realmente necesitaba que él durmiera abrazado a mis caderas.
¡Dios! ¿Por qué ponían tentaciones tan grandes delante de mí? Joe era un pecado, uno grande, pero el más satisfactorio que pudiera existir, de esos por los que no importaría ir al infierno.
Salté fuera de su cama, busqué una de sus camisas en su armario, le di la espalda para cambiarme, aunque sabía que eso no era necesario, pero de todas formas seguía avergonzándome un poco. Podía sentir la mirada de Joe fija en mi espalda desnuda cuando me saqué la blusa, que rápidamente fue remplazada con la camisa de Joe que parecía enorme cubriendo mi cuerpo.
Resignada me acosté a un lado de Joseph, él nos envolvió a ambos entre sus mantas, sábanas que tenían su olor, la fragancia exquisita de su piel dorada y bronceada ligeramente. Su rostro era precioso, aún más de cerca, la barba oscurecía un poco el área de su mandíbula, tenía ojos juguetones y pícaros, a veces parecía tan joven. Le acaricié los labios y él me apretó en un abrazo, su cuerpo prácticamente desnudo era tan deseable que me hacía perder los sentidos.
–Dime que me amas, hace tiempo que no te escucho decírmelo –susurró en mi oído.
–¿Tú me amas? –dije yo–. Quiero decir, ¿me amarás luego de que estés sobrio y todo eso?
–Te amaré aunque pasen mil vidas después de ésta.
–Entonces también yo te amo –respondí. Él cerró sus ojos, continuaba débil y extraño–. Tienes que descansar, o esos moretones no se curarán solos.
Asintió, llevó sus manos a su cabeza y luego de varios minutos en la misma posición él se quedó dormido. Percibí la relajación en su profunda respiración, mirarlo dormir era algo de lo que jamás podría saciarme, podría hacerlo durante horas, durante toda la noche. Su cara estaba pacifica como la de un ángel, su cabello desordenado y revuelto acariciaba su cara, y sus omnipotentes labios tenían toda mi atención. Le di la espalda, sus brazos no se desaferraron de mi cintura, su pecho amplio, rígido y desnudo chocando contra mi espalda conseguía estremecerme hasta los huesos.
Las manos de Joe me sacudieron los hombros con firmeza, desperté de una pesadilla cuando eso pasó.
–¡___tn! –Joe me llamó y me zarandeó sin delicadeza.
Parpadeé varias veces aclarando mis ojos, observé su cara frente a la mía y parte de su pecho desnudo, froté mis ojos hasta que finalmente la imagen se hizo más lúcida, el calor de su cuerpo en la cama debilitaba mis sentidos.
–¿Qué pasó? –exclamó, me percaté de que ocultaba miedo en sus ojos y estaba tan confundido que apenas reconocía su habitación–. ¿Por qué diablos me siento tan mal? Todo mi cuerpo –se quejó con un gemido al tocar sus costillas–. Me duele. ¿Qué sucedió? ¿Me acosté contigo anoche?
En esos momentos lo único que yo recordaba era mi última pesadilla. Que constaba de Joe mordiéndome hasta matarme, así que tuve que esforzarme para recordar.
–Sólo dormimos –hablé finalmente–. Tú deberías saber lo que sucedió anoche. ¿No fuiste tú quien consumió drogas hasta ser echado de un bar y luego se dejó golpear deliberadamente?
Él me miró crudamente, su cara estaba roja.
–¿Que yo qué? –me sorprendió oír lo confuso que se escuchaba–. Eso no es posible, yo no consumo drogas, y no recuerdo haber sido echado de ningún bar ni haber tenido ninguna pelea. Si algo así hubiera pasado yo lo recordaría justo ahora, no es posible que…
Se levantó violentamente de la cama envolviendo una sábana en su cadera, corrió a mirarse al espejo del baño, muy holgazanamente yo me puse de pie, él volvió conmigo y me dirigió una mirada que no conseguí leer.
–No te he mordido, ¿cierto?
Por puro instinto toqué mi cuello, lo de la mordida había sido sólo un sueño, aunque últimamente no podía confiar en nada.
–No, no me has mordido –le contesté–. Tranquilízate, ¿puedes?
Sacudió su cabeza y agitó las manos en el aire en gesto de frustración. Miró el reloj en su muñeca.
–No ¡Maldita sea! Es tarde, muy tarde, debo trabajar –maldijo en voz alta y buscó entre su ropa–. ¿Dónde están mis armas?
–Alto ahí, amigo –me intercepté en su camino, él me miraba encrespado–. No dejaremos que salgas de aquí. Primero necesito que me respondas algo. Joe, ¿tú has intentado robar La Daga de Fuego de la casa de los Ravenwood?
Aunque su mirada no cambió su rostro se transformó en el de un fantasma, tan pálido como el papel.
–¿Quién te dijo eso? –fue su respuesta.
Mi rostro también palideció al escucharlo, eso sólo significaba una cosa…
–¿Entonces es verdad? –mi voz se alteró, grité–. Has intentado robar la maldita daga, eso significa que tú has sido también el ladrón de La Daga de Cristal. Alan fue torturado por eso, ¡Joe! ¿En qué diablos estabas pensando? ¡Yo tenía la esperanza de que lo negaras! ¡Tenía la esperanza de que fuera una mentira! Eres despreciable, eres un…
Me detuve, respiré con sublevación. Él seguía mirándome sólidamente, con el ceño fruncido y los ojos brillantes.
–¿Terminaste?
–¡NO! –negué furiosa.
–No he robado nada. ¡No lo he hecho! –señaló calmado, pero con una nota de furia.
–¡Mentira! Eres un mentiroso. ¿Cómo pudiste hacerle esto a Alan? ¿Cómo pudiste? –lo empujé, pero no se movió.
–Bien, ¿quieres que sea sincero? –él alzó la voz–. No he robado nada, pero sí estuve en la mansión de los Ravenwood tratando de robar la daga. Soy culpable de eso, pero sobre la daga de la familia Black… yo no lo hice, ___tn. ¿Crees que hubiera sido capaz de ver que torturaban a Alan sabiendo que yo era el ladrón? ¿Crees que soy capaz de eso? –él tomó mi cara con una mano–. Mírame, ¿dejaste de confiar en mí, cierto?
Mis ojos se tiñeron con lágrimas de rabia, sentía la necesidad de lanzar cosas por todas partes. Sacudí mi cabeza intentando contenerme.
–Sólo porque tú has hecho que deje de confiar en ti, ¿cómo puedo confiar en ti si lo único que haces es darme razones para dudar?
–Bien, de todas formas, no deberías confiar en mí –dijo–. Aunque me duele que tenga que ser así, es mejor para los dos. La razón por la que intenté robar La Daga de Fuego creo ya la debes saber. Fue una orden de mi jefe, el demonio para el que trabajo. Y La Daga de Cristal había desaparecido antes de que yo… –se interrumpió y se quedó callado.
–¿Antes de que tú qué? –alcé una ceja–. ¿Antes de que pudieras robarla también? –él asintió–. Tú estás involucrado, tú incluso sabes quién tiene la daga de la familia de Alan.
Volvió a asentir, le di una bofetada, él se limitó a cerrar los ojos y apretar sus labios.
–Viste a tu amigo llorar y gritar de dolor cuando su propio padre hacía que le dieran latigazos y aun así no dijiste nada –le reproché–. Si todo este tiempo lo supiste, ¿por qué no se te ocurrió decir dónde estaba esa maldita arma mientras tu amigo era juzgado? Eres un bastardo.
–¡Yo no lo sabía! –vociferó él–. Para ese tiempo yo no lo sabía, lo supe algunos días después de que nos liberaron.
–No te creo.
–Bueno, no me importa, no lo hagas –dijo mientras se ponía unos pantalones limpios–. Ahora déjame en paz y dime dónde están mis armas –señalé hacia el armario, él agarró un par de cuchillas y antes de dirigirse hacia la puerta me habló–. Todo lo que he hecho ha sido para protegerte, si traté de robar la daga de los Ravenwood fue porque tú me importas, todo ha sido por ti, porque necesito mantenerte a salvo. Al menos me di cuenta de que fue un desperdicio, pensé que me agradecerías, pero ya veo que me equivoqué.
Cuando él abrió la puerta los chicos estaban allí de pie del lado de afuera del umbral, con miradas desdeñosas hacia Joe, salvo Jerry, quien solamente estaba reclinado en la pared pareciendo aburrido.
–¿Ustedes también? –la furia hizo que la mandíbula de Joe temblara al hablar mientras apretaba sus dientes–. Déjenme en paz, dejen de meterse en mi maldita vida –él gritó.
Adolph se paró delante de Joe y lo sujetó de los hombros, yo me coloqué unos pantalones rápidamente.
–No vas a salir de este lugar –le advirtió Adolph–. Joe, Sam está manipulándote, no vamos a permitir que sigas trabajando para él.
Joe tenía el rostro de alguien que fue abofeteado, con su mirada fría e irascible, como si sintiera que había sido traicionado.
–Tengo que irme –Joe puso sus manos encima de los brazos de Adolph y se deshizo de su sujeción fácilmente.
Esta vez fue Alan quien bloqueó su camino interponiéndose con su cuerpo delante de Joe.
–Lo siento, hermano –masculló Alan–. No podemos dejarte ir.
La mirada de Joe recorrió toda la habitación, miró hacia todas partes como si buscara alguna escapatoria, yo me encontraba a su espalda mirándolo con sospecha, cuando él me lanzó una ojeada nuestros ojos se encontraron, yo distinguí el fiero brillo del odio que manaban sus oscuras pupilas, él parpadeó y ese brillo malvado desapareció, fue substituido por miedo, volvió a parpadear y la maldad retornó a él.
–¡No entienden! ¡No entienden nada! –él gritó–. ¿Qué saben ustedes de Sam? No saben nada. Si no voy a encontrarme ahora con él es ___tn la que está en peligro, no voy a permitir que nada le pase a ella, ¿me escucharon? Me iré aunque sea lo último que haga.
Joe empujó a todos igual que un toro enfurecido llevándose todo a su paso, se dirigió apresuradamente hacia la puerta de salida, todos le seguimos. Igual o peor que un depredador Adolph saltó grácilmente con la agilidad de un león listo para aislar la puerta con su cuerpo.
Sintiéndose atrapado Joe alzó un puño y golpeó con todas sus fuerzas a Adolph en el estómago, mi boca se abrió y mi corazón palpitó asustado. Dando un grito ahogado Nina corrió hacia Adolph, que cayó lentamente en el suelo tocándose el abdomen, ella se puso de rodillas a su lado y adoptó una mirada asesina dirigida a Joe.
Había ira comprimiendo mi garganta.
Adolph se sorprendió de lo adolorido que se encontraba.
–Estoy bien –le dijo él a Nina para aplacarla, sin embargo no se levantó y se encogió con la mano descansada cerca del pecho.
–Vamos, Joe, si quieres pelear con alguien pelea conmigo –se enfrentó Alan.
–No tengo tiempo para esto –resopló Joe y se encaminó hacia el jardín trasero, donde podría huir factiblemente.
Alan corrió a tanta velocidad que apenas conseguí verlo, mis ojos sólo captaron el destello de su movimiento como un celaje de su silueta, no era más que una borrosa mancha.
De pronto Alan aterrizó encima de Joe, el impacto hizo que sus cuerpos se deslizaran varios metros lejos hacia la chimenea de cristal, ésta se hizo pedazos. Reprimí un grito.
–Lastima, ¡me gustaba mucho esa chimenea! –murmuró Joe debajo de Alan.
El Zephyr parecía furioso.
–¡Anda! Mírame, Joseph –Alan agarró a Joe de la garganta y éste lo miró con cara de pocos amigos.
Se miraron fijamente a los ojos, casi podía sentir la tensión entre ambas miradas, los ojos castaños de Alan y los ojos de plata que tenía Joe. Ellos estaban peligrosamente cercanos el uno al otro.
–¿Ahora quieres besarme? –se burló Joe con mordacidad.
La mirada de Alan se hizo más intensa y después de unos segundos Joe abrió ambos ojos de par en par.
–¡Maldito! –le insultó a Alan–. Intentas manipular mi mente.
Furioso y salvaje Joe forcejeó pero todos sabíamos perfectamente que no escaparía de Alan, ese Zephyr era mucho más fuerte.
–Somos amigos, Joe –pero el tono de Alan no era nada amigable.
–¿Amigos? –soltó Joe, cerró los ojos y giró su cara hacia otro lado–. Si, claro. Los amigos no manipulan a sus amigos.
Me quedé petrificada en mi sitio, no sabía que hacer, tenía mucho miedo. ¿Desde cuándo Joe se había convertido en nuestro enemigo?
Pasé mi mirada inquieta hacia Jerry, él estaba mirándome con seriedad, sus labios fruncidos y su cara acalorada. Rápidamente miré a Nina, ella se hallaba muy cerca de Adolph, cuidaban uno del otro.
Y cuando volví a mirar hacia Alan él había alzado una mano frente a la cara de Joe, pero éste se encontraba resistiéndose, apretaba los labios y cerraba con fuerza los ojos. Entonces Alan tocó la frente de Joe, quien al contacto desistió de luchar y su respiración se volvió más relajada.
Luego lo noté, le había hecho quedar inconsciente. Estaba por lanzarme a correr hacia Joe cuando sentí que Jerry me sujetaba, lo miré.
–¿Te encuentras bien? –me dijo él.
Escuché que Alan suspiraba del otro lado de la estancia y se levantó de encima de Joe dejándolo dormido, extendido en el mármol como un cadáver. Antes de que yo pudiera soltar un insulto y una exclamación Alan me habló:
–Él está bien –me aseguró, por alguna razón yo no podía creerle–. Creo que he borrado su memoria, no recordará esta incómoda escena cuando despierte.
–Tú… tú… –tartamudeé perpleja.
–Es la primera vez que he intentado hacer eso, ___tn. Ni siquiera sabía que podía, pero no estoy seguro de lo que le hecho, ya que intenté manipular su mente, y no sólo no me dejó, creo que tiene un bloqueo mental, no puedo leer su mente ni manipularla. Por eso no sé cuánto recuerde –declaró Alan con calma.
¿Podía borrar la memoria de las personas? Maldito cabrón.
Alan alzó las cejas y me dirigió una mirada cuando escuchó el insulto mi mente.
Me solté de las manos de Jerry, me arrodillé en el piso cercana a Joe. No lo toqué siquiera, simplemente lo observé, parecía haberse dormido pacíficamente.
Adolph caminó hacia mí, revolvió mi cabello cariñosamente y suspiró.
–Pequeña, te juro que quiero ayudarlo, y también a ti, pero no sé cómo hacerlo –dijo Adolph.
–Lo siento –me disculpé por Joe.
Nina se inclinó a mi lado y me dio un corto abrazo.
–No importa –manifestó ella y puso una mano afectuosamente en un brazo de Joe–. Pero si este chico grandullón vuelve a golpear a mi… a… a Adolph, le golpearé yo misma.
–Por la seguridad de todos, si Joe sigue así tendremos que hacer que se vaya –sugirió Adolph.
Yo no dije nada, era la seguridad de todos, a pesar de que amaba a Joe, él estaba convirtiéndose en un monstruo.
–¿Cómo se supone que lo olvide? –susurré. Lo peor era que todos se habían quedado callados después de escucharme–. Ya no soporto más toda esta mierda.
–¿Dónde está ese mocoso…? –oí decir a Adolph.
Misteriosamente Jerry se había esfumado.
Varias horas después todavía esperaba a que Joe despertara de su sueño de princesa, Jerry todavía no aparecía, y yo estaba haciendo un mal tercio con Nina y Adolph. Ellos no estaban haciendo nada, ni siquiera hablando, pero yo podía asegurar que si yo no hubiera estado allí, sentada en medio de los dos, estuviesen haciendo muchas cosas. La manera en que se miraban el uno al otro me lo decía, y cada vez que yo intentaba levantarme cada uno me tomaba de un brazo y me halaban de nuevo hacia el sofá.
–De verdad, chicos, puedo irme si quieren –traté de no sonar desesperada.
–Bien, vete, luego no digas que te dejamos sola –Nina resopló hastiada.
Intenté no demostrar el gran alivio que sentí, reprimí la sonrisa.
–Iré a ver a Joe.
–Ten cuidado –me advirtió Adolph.
Abrí la puerta del cuarto de Joseph, parpadeé varias veces antes de asimilar lo que veía. Era Joe, había despertado, se hallaba sentado en el suelo amarrando sus manos al poste de su cama, se ayudaba con sus dientes para apretar la gruesa cuerda alrededor de sus muñecas.
Mi garganta se secó por un momento.
–¿Qué haces?
–¿Podrías ayudarme con esto? –me pidió él hablando mientras sostenía la cuerda entre sus dientes.
–¿Por qué demonios te ayudaría a amarrarte?
Con un movimiento de cabeza se sacudió su cabello desordenado para deshacerse de los mechones sudorosos que se adherían en su piel. A pesar de todo, ver su pecho desnudo todavía me causaba pensamientos sucios, también tuve que sacudir mi cabeza y contener el deleite.
–No sé que pasó –me garantizó–. Pero sé que Alan ha revuelto mis recuerdos a placer y también estoy seguro de que quise lastimarlos. Así que acércate aquí y ayúdame.
–¡Como si eso fuera a detenerte! ¿Has notado lo fuerte que eres cuando estás… –dejé que mi voz se ahogara dentro de mi garganta–, cuando estás, bueno, ya sabes. Sé que estoy siendo poco racional, pero no voy a ayudarte con eso.
Él pareció un poco conmovido, sus ojos se estrecharon y me miró directamente a los ojos con súplica. Mi estómago se revolvió al reconocer sufrimiento en su mirada.
–Tienes que ayudarme, ya me estoy perdiendo a mí mismo, por favor –cerró los ojos–. Quizás debería rendirme y permitir que me envíen al infierno de vuelta.
bueno mis chicas espero q les ala gustado el maratón
ya vamos x la mitad de la novela
y se q va genial ya ponto sabran mas cosas sobre
que demonio esta manejando a joe....
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
:crybaby:
SOLO PREGUNTARE UNA COOOSAAAAA!!!
PORFIISS DIMEEE SI JOE VUELVE A SER EL MISMOOOO!!??
SOLO DIIMEEE SI O NO
POORRRFIISSSS
SOLO PREGUNTARE UNA COOOSAAAAA!!!
PORFIISS DIMEEE SI JOE VUELVE A SER EL MISMOOOO!!??
SOLO DIIMEEE SI O NO
POORRRFIISSSS
chelis
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
chelis escribió: :crybaby:
SOLO PREGUNTARE UNA COOOSAAAAA!!!
PORFIISS DIMEEE SI JOE VUELVE A SER EL MISMOOOO!!??
SOLO DIIMEEE SI O NO
POORRRFIISSSS
tal vez sip tal vez nop lo mas seguro es q no se :P
jajajajjaja no te digo nada oncreto xq si no te cuento el final y no es justo
lo siento :(
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
NOOOOOOO!!!!!!
PE... PEROOOOO!!
AAAIIIIII
ES MUY DIFIIICIILLLL!!!.. PERO ESPERAREE A QUE PONGAAASS MAS CAAAPIIISSS
PE... PEROOOOO!!
AAAIIIIII
ES MUY DIFIIICIILLLL!!!.. PERO ESPERAREE A QUE PONGAAASS MAS CAAAPIIISSS
chelis
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
me encanto!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AylenDeJonas
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
SUBE YAAAAAAAAA!!!1
Lorena Jonas
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