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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
siguela porfis porfis!!!
DanieladeJonas
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Vuelve!!
Me muero de intriga!!
Por favoooor!
:D
Me muero de intriga!!
Por favoooor!
:D
Augustinesg
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
andreita
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
siguela porfis!!
me estoy muriendo sin capi!!!
me estoy muriendo sin capi!!!
DanieladeJonas
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Sengunda Parte de:
Pasion Criminal
Pasion Criminal
–¿Quién es Henrie? –interrogó el muchacho–. Soy Jerry, nena. Este juego de nombres está empezando a ser divertido. Pero, no deberías preocuparte tanto por mi vida, sino más bien por la tuya. Los escuché hablando sobre ti, ellos quieren matarte, a ti y a tus amigos.
–¿De qué estás hablando? –dijo Joe–. ¿Por qué ellos querrían matarnos? si no habíamos hecho nada en contra de ellos hasta hoy.
–Sabía que esto significaba problemas –la voz de Adolph resonó en mis oídos, él entró a la habitación con una taza de café–. Empieza a hablar, niñito. ¿Qué novedades tienes?
–________ –Jerry habló y me miró–. El chico con el que peleabas la otra noche, él forma parte de ellos. Buscan venganza porque has asesinado a la mujer que ellos adoraban, has asesinado a la reina que les entregaba poder.
Joe y Adolph intercambiaron una mirada y se sobresaltaron un poco.
–Hay una parte de la que me he perdido –aseguró Joe, su rostro estaba sonrojado y tenía los labios apretados–. ¿Quién es el chico con el que peleabas la otra noche, ________? ¿Y por qué demonios yo no estoy enterado?
–Sólo forcejeé un poco con Nick la noche que creí que habías muerto –confesé bajando la mirada al suelo–. Y Jerry ha sido quien me ayudó a sacármelo de encima.
Nick aquella noche había llamado a Deborah su dueña. Alan había mencionado que Nick se reunía con los vampiros equivocados y que le entregaban poder a cambio de hacer lo que ellos desearan y por ser un Succubus. Kevin había comentado que Deborah era la reina de los Succubus. Y ahora este extraño humano me decía que aquellos vampiros junto con Nick querían vengar la muerte de su reina, Deborah.
Todo tenía sentido cuando todos los cabos se ataban.
–¡Genial! –me dijo Joe con una punzada sarcasmo–. Tu novio y sus amiguitos quieren venganza.
–Woah, espera –intervino Jerry–. Sé que estás bastante sexy, pero ¿dos novios? Si no te importa me gustaría ser el tercero.
Sin ruborizarme escudriñé a Jerry con aburrimiento.
–Primero, Nick es mi ex-novio, segundo, no creo que sea buena idea salir con humanos, y tercero, Joe te daría una paliza si lo intentaras –departí pensativa–. Entonces… Nick trabajaba para Deborah, ¿cierto? Es por eso que es un Succubus, ella le daba poder a cambio de sus servicios, él también estaba bajo su influencia, también estaba vendido a esa mujer, ¿no es así?
Si él trabajaba para ella todo tenía mucho más sentido, su inesperada maldad y el estúpido hecho de que quería separarnos a Joe y a mí.
–Ese maldito bastardo de Nick puede besarme el… –Joe fue interrumpido por Adolph que se aclaró la garganta audiblemente antes de que su amigo pudiera continuar. Joseph se rió ante la evidente interrupción y se puso de pie frente a Jerry–. ________, deberías sacar a tu amiguito de aquí, estoy empezando a sentirme sediento y no es que tenga muchas ganas de dejarlo con vida.
–Jerry, deberías irte –suspiré.
–La cosa es que… –comenzó Jerry, su cabello dorado caía en su frente y sus labios estaban fruncidos–. No tengo adonde ir esta noche, solía ser el sirviente de ese grupo de vampiros que intentó asesinarme esta noche, vivía con ellos, no podría volver allí.
–De ninguna manera dejaré que pases aquí la noche –espetó Adolph–. Realmente no me interesa si mueres al salir por esa puerta, seguramente tienes algún familiar humano al cual acudir.
Jerry sonrió.
–No lo tengo, nunca tuve padres, ni hermanos, ni tíos, ni abuelos. Vivo para los vampiros –contestó Jerry.
La expresión en el rostro de Adolph era rígida y rigurosa, estudió a Jerry a detalle con sus impasibles ojos verdes. Joe con su apariencia imperturbable, los ojos entrecerrados y la mirada en alto se acercó hacia mí sujetándome y atrayendo mi cuerpo hacia su pecho caliente, musculoso y desnudo. El aire se me escapó súbitamente, casi trepidé mientras mi cuerpo enardecía aprisa.
–Ve a una las habitaciones vacías, sal de aquí mañana a primera hora –Adolph dio esa orden discrepante y precisa al humano.
Jerry asintió, se lanzó su mochila al hombro y caminó a través del pasillo junto con Adolph.
Joe largó un resoplido burlón, no le agradaba la idea de que el chico pasara la noche en casa. Él estaba rodeándome con sus brazos, sus inquisitivas y hábiles manos bajaron desde mis caderas hasta mi trasero, mi estómago se agitó como una lata de soda a punto de hacer explosión, la sensación de su pecho desnudo sobre el mío casi provocaba espasmos en mí. Sus labios ardientes estaban cerca de los míos, deseaba mordisquearlos, saborearlos y degustarlos con mi lengua.
–Oye, grandullón. ¿A dónde llevas tus manos? –dije. De manera tierna aparté las manos de Joe de ese íntimo lugar en el que descansaban, aunque yo le permitía esas libertades, sin embargo, algunas veces me agradaba provocarlo. Él sonrió aposentando sus manos en medio de mi espalda y aprisionándome con más potencia entre sus brazos y su pecho bronceado.
–Quiero hablar contigo. Necesito hablarte –su voz era seria pero mantenía una sonrisilla curvada en esos perfectos labios.
–¿Sucede algo? –curioseé.
–Nada malo –negó.
Él se inclinó para levantarme en sus brazos, me alzó con facilidad en demasía. Conmigo entre sus brazos se dirigió hasta el jardín trasero, se sentó en una de las sillas de plástico delante de la piscina colocándome en su regazo de frente a él. Tomó mi rostro dentro de sus fuertes manos y se permitió mirarme a los ojos durante segundos y más placenteros segundos en los que mi corazón latía en mi pecho con tanta fuerza que dolía.
–¿Qué pasa? –le pregunté en voz baja acariciando al mismo tiempo sus sonrojadas mejillas.
Parecía más hermoso que cualquiera, su mirada me transmitía una distintiva añoranza, él me amaba y mi pecho se contraía al saberlo, no dejó de mirarme y sostenerme entre sus manos con tanta delicadeza como era posible.
–Quiero cuidarte, ________ –la manera en la que dijo mi nombre era tan íntima que conseguía helar mis huesos y calentar mi sangre–. Jamás sentí nada parecido por nadie, nunca he amado a una mujer, y te amo, no puedes imaginarte cuanto.
Me estreché contra su pecho hundiendo mi cara en su cuello, olfateé su aroma esperando recordarlo para siempre, no hablé, no podía hacerlo con ese nudo atravesando mi garganta, yo lo amaba también. Él acarició el largo de mi cuello con su nariz al tiempo que yo me encogía en sus brazos. Cerré los ojos regocijándome con el tacto de piel.
–Linda, mírame –me dijo. Me separé de su rostro para mirarlo, la luz de la luna reflejada en su mirada y su cabello lo hacía resplandecer–. Eres lo único que tengo, nunca dejaré que nada te haga daño. Quiero saber si me amas.
–¡Dios! sí, Joe. ¿Cómo puedes preguntar eso? Yo te amo –respondí mirándolo a los ojos.
Él curvó una sonrisa sesgada.
–Amo escucharte decirme que me amas, es algo de lo que nunca podré cansarme –enunció–. Eres hermosa, muy hermosa.
Me ruboricé, Joe besó mi cuello mordisqueándome suavemente, me besó en la boca de manera feroz saboreándome con su lengua y sujetándome del cuello fuertemente para profundizar el beso. Abandoné sus labios para besarlo, mordisquearlo y lamerlo en los hombros y en el pecho, lo escuché gemir. Él se levantó conmigo enredada en sus caderas, me apresó contra la barra del bar, besó mis hombros y me abasteció de excitantes mordidas afables. Me besaba de manera vertiginosa, vehemente y voraz, saboreando todo mi cuerpo con impaciencia.
Me sujeté de su espalda con fuerza y soltando gemidos cuando sentí sus besos bajar a mi pecho a través del escote de mi vestido, jadeé exasperada hundiendo mis uñas en sus omoplatos. Me encontraba en un estado de efervescencia desfavorable para mi salud, estaba en una ardiente situación siendo dominada por mis fogosas hormonas. El cuerpo de Joe me embestía más hacia la barra de madera del bar, oí algunas copas caerse y quebrarse al colisionar contra el suelo. Le proporcioné una cantidad innumerable de besos apasionados a Joe en todo el cuello, y hombros, y pecho, y espalda, y labios, y en ese bello rostro de ángel.
Él con arrebato buscó el cierre de mi vestido en mi espalda y comenzó a deslizarlo hacia abajo.
–Joe –comencé a jadear entre besos–. Joe, ¿vas… a… desvestirme… aquí?
Él se detuvo a sí mismo, lo escuché tragar saliva, sus manos en mi espalda volvieron a deslizar el cierre de mi vestido hacia arriba. Haciendo intentos para mitigar su respiración me escudriñó con la mirada, se acercó y recorrió el contorno de mis labios con su lengua. Escalofríos corrieron por mi columna vertebral, sobre mi piel sentía hormigueos, palpitaciones y ardor.
–Estoy realmente sediento –el sonido de la voz de Joe se quedaba a mitad de un gemido y un gruñido–. Estoy sediento de ti, de tu cuerpo y de tu sangre. Siento que ha pasado una eternidad desde la última vez que te saboreé por completo.
Habían surgido tantos altercados y problemas que no habíamos tenido algún tiempo para contemplarnos el uno al otro, yo también me sentía realmente sedienta, hambrienta y desesperada. Deseaba hincarle los dientes a ese precioso cuello colmado de músculos y beber de él hasta no poder más. Necesitaba sentirlo encima de mí con su cuerpo desnudo y llenarme del sonido y del sabor del placer que me brindaba su íntimo contacto.
–Por una vez desearía ser yo la que tenga el control –las palabras brotaron de mi boca inconscientemente.
–¿Qué quieres decir? –masculló él.
Acaricié su pecho pecaminosamente con lujuria mientras examinaba su atractivo.
–Siempre eres tú el que me llevas al cielo y me traes de vuelta. Por una vez desearía ser yo la que te seduzca tanto como para que te quedes inmóvil y caliente como el mismísimo infierno –le respondí con una maliciosa sonrisa.
–No tienes que esforzarte para hacer eso, contigo eso sucede cada vez que te acercas a mí, o cuando dices mi nombre, o cuando me miras, o incluso con sólo pensarte –me dijo devolviéndome la sonrisa y recorriendo mi mandíbula con mordisquitos–. ¿Sabes una cosa? esto se está poniendo caliente, deberíamos darnos un chapuzón.
Señaló con su barbilla la piscina que se hallaba en medio del jardín cuya agua en movimiento estaba siendo iluminada por la tenue luz del reflejo de la luna.
–¡Oh no! –proferí.
–¿Por qué no? –Joe me levantó del suelo a la fuerza. Grité y él se arrojó al agua conmigo en sus brazos.
Ascendí al exterior nadando, había una amplia profundidad desde el suelo de la piscina hasta la superficie. Respiré una amplia bocanada de aire, nadé para mantenerme a flote y lo vi a él. Joseph estaba sonriendo mientras se abría paso cruzando el agua en dirección hacia mí. Su cabello mojado estaba chorreando, su rostro estaba cubierto de gotas de agua que bajaban recorriendo su piel, su pecho desnudo también goteaba, sus labios estaban más enrojecidos al igual que la punta de su nariz y sus mejillas, sus pantalones ahora estaban mucho más adheridos a la piel de sus esculturales piernas de acero. No sabía si estaba jadeando por haber perdido el aire al mirarlo o por haber perdido el aire al nadar. Respiré y aspiré aire por la boca intentando con urgencia de aplacar mi respiración y los latidos exaltados de mi corazón apresurado junto con el movimiento de mi pecho en ascenso y descenso.
–Porque eso sólo te hace más caliente –le contesté a su pregunta aferrándome a su cuerpo, rodeando con mis piernas sus caderas y con mis brazos su cuello.
Ese hombre era condenadamente deseable.
Besé los labios empapados de Joe, nunca podría olvidar el sabor que tenían sus perfectos labios suaves y jugosos.
–Has estropeado mi vestido, Joseph Adam Jonas –me estremecí al escuchar de mis labios su segundo nombre. Yo nunca lo había llamado por ese nombre en voz alta.
Después de las confesiones de Kevin Ravenwood sobre nuestras vidas pasadas no podía dejar de pensar en eso como algo verdaderamente extraño.
–¡Oh! No, ahora está mucho mejor –me contestó Joseph despreocupado, con esa mirada picante con la que parecía estar viendo mi cuerpo como si yo me encontrara desnuda delante de él.
Cuando él me miraba de esa manera yo me atragantaba y me entorpecía mientras que mi rostro y el resto de mi cuerpo se sonrojaban. Ese chico me estaba poniendo tan caliente que era fácil ignorar el frío que estaba haciendo en los alrededores, mi cabello empapado estaba adherido en mi cara y espalda al igual que mi vestido rojo que parecía pesar una tonelada, se conglomeraba en mi piel, se hacía más transparente con el agua y me impedía nadar con desenvoltura.
–Bebé, quiero hacerte una pregunta –Joe sonrió al escuchar la palabra “Bebé” dicha por mí. Mi vestido rojo me había recordado algo que me daba miedo preguntar debido a que no sabía si quería escuchar su respuesta. Él asintió para que yo preguntara–. Deborah dijo…
–Huh, nada que empiece con las palabras “Deborah dijo” puede ser bueno –se apresuró a intervenir Joe.
–Escucha –comencé–, Deborah dijo que te gustaba el color rojo porque ella lo utilizaba, ¿es eso cierto?
La mueca de medio disgusto y medio asombro en su cara me dejó más tranquila.
–Amo cuando te pones rojo –dijo él–. No es por ella, es por el color, siento atracción hacia ese color. No has escuchado que es el color de la pasión, del amor, de la sangre y… las manzanas. Jugosas manzanas rojas.
Parecía lógico después de todo, él era mi eterno amante Adam, desde el principio de los tiempos.
–Ahora yo quiero hacerte una pregunta, señorita Moore –Joe me besó repetidamente antes de continuar dialogando, el sabor a piscina en sus labios cada vez era una pizca más exquisito–. Creo que… –él movió los mechones de cabello castaño de mi cara–. Estoy preparado para vivir el resto de mi vida a tu lado, hablo de toda la eternidad.
Continuó besándome entrelazando sus labios con los míos y haciéndome sentir suya por completo. Toda la eternidad incluso sería poco tiempo para tenerlo. El tiempo nunca alcanzaría para saciar mi sed de él.
De pronto me encontré tiritando en sus brazos, estaba empapada y hacía frío, pero yo ni siquiera había notado que mis dientes castañeaban.
–Voy a hablar rápido antes de que te congeles, baby –dijo Joe–. El asunto es que siento la necesidad de que seas mía, únicamente mía, oficialmente mía, para siempre. Y no estoy hablando de celos, estoy queriendo decirte que, te necesito, te amo, que jamás quiero tenerte lejos de mí, que quiero compartir mi vida contigo, hasta mi último día –la frase “Ultimo día” me causó miedo hasta en los huesos–. Quiero que me pertenezcas y a nadie más. La razón por la que quería que cenaras esta noche conmigo es pues… que yo… quería darte esto.
Lo vi rebuscar en sus bolsillos con sus manos inquietas, parecía nervioso. Luego sacó algo de su bolsillo trasero, sostuvo en sus manos un pequeño estuche de terciopelo rojo empapado de agua y lo abrió para que yo pudiera ver su contenido.
–Quiero que te cases conmigo, ________ Eve Moore –dijo decidido. Tragué. Él sujetó entre sus dedos algo brillante. Un anillo plateado con diminutos diamantes centelleando como un microscópico mar de estrellas. Era hermoso.
disculpen tanto la demora chicas
ahora si se pone esto interesante
q le dira la rayis a joe el "SI" o un rotundo "NO" :?:
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
ohh por dios!!! que se casen?!!
me dejaste asi :affraid:
ahhhh si no dice que sii yo la mato!!
haha no se porque pero me dio risa cuando
Joe le dijo baby, super tierno pero me dio risa haha
aww esos dos tienen las escenas mas tiernas
que hasta yo me enamoro :arre:
siguela pronto porfis!!!
necesito saber que va a pasar :bounce:
me dejaste asi :affraid:
ahhhh si no dice que sii yo la mato!!
haha no se porque pero me dio risa cuando
Joe le dijo baby, super tierno pero me dio risa haha
aww esos dos tienen las escenas mas tiernas
que hasta yo me enamoro :arre:
siguela pronto porfis!!!
necesito saber que va a pasar :bounce:
DanieladeJonas
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
oww Santa Madre de Dios! :affraid:
Es en serio se quiere casar :o
Awww Joe es tan lindo tan hermoso lo amo :hug:
Aww que le dira la rayiz? Espero que un SI grandote :bounce:
Me encanta los dos, son tan tiernos cuando se dicen bebe o baby :arre:
Siguela!!!!!
Es en serio se quiere casar :o
Awww Joe es tan lindo tan hermoso lo amo :hug:
Aww que le dira la rayiz? Espero que un SI grandote :bounce:
Me encanta los dos, son tan tiernos cuando se dicen bebe o baby :arre:
Siguela!!!!!
aranzhitha
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
oooooooooooooooooooohhhhhhhh!!!!!!!!
queee digaaa queeee siiiii
queee digaaa queeee siiiii
chelis
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Capítulo 6:Primera Parte
Ladrón
Ladrón
Mi boca se abrió de asombro. Enmudecí.
¡Por Dios! ¿Estaba proponiéndome matrimonio?
¡Santos Cielos! ¿Qué posibilidades había de que él hiciera eso? Pero definitivamente no estaba soñando, no cuando estaba sosteniendo a Joe entre mis brazos y cuando aún tenía el sabor de sus labios en los míos.
Me perdí en mis pensamientos y creí desfallecer mirando el pequeño y delicado anillo. Mis ojos captaban los reflejos de la luz sobre el metal y las piedrecillas brillantes, la banda era delgada de oro blanco. Ese anillo era perfecto para mí, perfecto para mis delgados dedos, perfecto para lucir en mi mano. Me sorprendió exageradamente lo mucho que me conocía Joe, conocía mis gustos a la perfección. El anillo parecía alarmantemente costoso y dramáticamente delicado como para que él lo hubiera elegido. Me gustaban los diamantes. ¿Y a quién no?
Volví mi mirada hacia el rostro de Joe, tenía una expresión imposible de leer, él era rotundamente hermético, no iba a dejar a nadie mirar más allá de las emociones ahogadas en sus fastuosos ojos. Jamás dejaría que nadie conociera lo que pasaba por su mente, o su alma, o su corazón. Le apunté la mirada más enamorada que tenía, acaricié su rostro con la punta de mis dedos.
–Es hermoso, Joe –murmuré con los labios trepidando. Tuve que tragar saliva antes de continuar–. ¿Sabes? No necesitamos un anillo, o una ceremonia, o un contrato para estar juntos el resto de los días. Yo soy tuya ahora, te pertenezco, eso lo sé.
Joe enarcó una ceja.
–¿Estás diciéndome que no? –me preguntó.
Le sonreí.
–He escuchado que los matrimonios echan abajo las parejas –declaré.
–Entonces eso es un no, ¿eh? –conjeturó él.
Aún él sostenía entre sus dedos el diminuto aro con diamantes. Mi sueño nunca había sido casarme, en mi mente siempre había tenido la idea de que esa clase de compromisos eran algún tipo de catástrofe para las parejas. Como alguna atadura o supresión de libertad. Por supuesto había considerado casarme algún día, pero nunca a los veinte años, quiero decir, diecinueve. Y lo que sí era certero es que jamás creí que a Joe pudieran agradarle los compromisos serios y a largo plazo, mucho menos tratándose de un matrimonio.
–Quizás necesito más tiempo –susurré–. Esto fue inesperado.
Una propuesta de matrimonio con una cena romántica en un restaurant lujoso era algo típico y hermoso. Pero, una propuesta de matrimonio mojada, en el interior de una piscina con besos y el novio semidesnudo era de otro mundo, mil veces mejor, ése era más mi estilo. En parte no me arrepentía de haber arruinado la noche.
–Si quieres pensarlo podría…
–Joe –lo interrumpí–. No hablo de más tiempo para pensar, hablo de más tiempo de esto, más de esto que tenemos, más tiempo de besos en el agua y más tiempo de coqueteos, seducción, amistad, juegos, libertad, y de hacerte arder. La vida de casados es diferente, monótona. Los hombres creen que tienen a la mujer atrapada y no se esfuerzan en lo más mínimo para reconquistarlas. Las mujeres saben que el hombre es suyo y descuidan su apariencia, engordan y no hacen más que limpiar su aburrido hogar y alimentar a sus criaturas. Y mira, la verdad es que yo soy demasiado inútil para ser una buena esposa, ni siquiera sé preparar café.
La carcajada de Joe resonó por lo alto. Se reía de mí y yo me sonrojé por eso.
–¿Eso te preocupa? –resopló él–. ¿Y si te prometo que nada va a cambiar? ¿De verdad crees que un matrimonio de vampiros sería igual al de cualquier mortal? No necesito que me prepares café en la mañana ni nada así. Y para que sepas, yo jamás dejaré de arder por ti –Joe besó mis labios–. ¿No te gustan los niños?
–Oh sí, me agradan los niños –dije–. Y te daría todos los bebés que desearas, nada me gustaría más que hacer unas réplicas de ti en miniatura, pero tenemos mucho, realmente mucho tiempo para eso.
–Si pudiéramos tener bebés, claro –Joe sonó desilusionado–. Los hijos de vampiros son poco frecuentes, y solamente los Zephyrs han conseguido reproducirse. Quizá es porque son muy poderosos –comenzó a desviarse del tema–. No es que sepa mucho sobre la vida sexual que tuvieron Alan y Nina pero ella aún no ha estado embarazada, bueno, ella no es un Zephyr pero Alan sí, no sé lo que sucede en esos casos, y si ellos se cuidaban…
–¡Hey! –le dije.
–Lo siento –Joe suspiró y después sonrió–. Está bien, no quieres casarte conmigo, ¿verdad?
–Mira, yo te amo, tal vez tengo miedo, pero nunca dudes que te amo.
Sentí que estaba delirando mientras sentía la respiración cálida de Joe sobre la piel de mi cuello, casi gemía con el contacto de su piel. Cada parte de mi cuerpo se estremecía y se contraía al sentir el placentero roce de su cuerpo. Su pecho estaba tenso y endurecido estrujando el mío. Eso me dejaba consumadamente frenética deseando saborear esa piel bronceada, brillante y húmeda.
–Eres bastante impredecible, me esperaba cualquier respuesta de tu parte –él se lamió los labios e inmediatamente mi cuerpo se tensó al divisar su lengua deslizándose por esos labios suculentos–. Y si no me amaras te secuestraría y te obligaría a permanecer a mi lado –bromeó.
La sonrisa malvada en mi rostro se reflejó en los ojos incandescentes de Joe.
–¿Y si yo quisiera que me secuestres? –mascullé traviesamente.
–Hmm… –gimió él.
–Dime, ¿qué planeabas? ¿Una boda en Las Vegas? ¿Un jardín con rosas y una alfombra? –curioseé.
–De manera que no podemos entrar a iglesias o templos yo pensaba en una boda con los Zephyrs, una boda para vampiros, tú sabes, un elegante vestido rojo, compartir sangre en copas y ellos te marcarían de alguna manera para que todos supieran que eres mía –respondió. De verdad él no estaba bromeando.
Estudié su cuerpo con ademán de asombro.
–Y, ¿cuándo has comprado el anillo? –le pregunté más curiosa.
–Oh, ¿esta baratija? –dijo mostrándome el pequeño aro mientras lo devolvía a su caja forrada de satén–. Intenté dárselo a tres de mis ex novias, y ya que ninguna aceptó decidí entregártelo.
Supe por su mirada artera que él no halaba en serio.
–No, eso no es verdad –le reproché.
–Por supuesto que no, tonta –contestó besando mi cuello–. Nunca le hubiera propuesto matrimonio a otra que no seas tú, jamás. Durante los días que estuviste dormida decidí comprarlo –entrelazó sus dedos en mi cabello sujetando mi cabeza de manera cariñosa–. ¿Aceptarás el anillo al menos? Considéralo un regalo.
Un escalofrío recorrió mi piel.
–Sin ofender, pero creo que no estoy lista para llevar eso en mi dedo –respondí–. No me malinterpretes, es hermoso. Te haré saber cuando me sienta preparada para ello.
Temblé de frío.
–Deberías salir de aquí –murmuró Joe–. Tus labios parecen azules, no es que no me gusten, pero creo que ése no es tu color.
Él me levantó de la cintura y me colocó sentada sobre el borde de piedra de la piscina. Muerta de frío comencé a sacarme el vestido mojado. Me intimidé al percibir la mirada de Joe cuando me encontré en ropa íntima, él continuaba en el agua con su cabello goteando en su rostro.
–Deberías traerme una toalla –le sugerí.
Joe desde el interior del agua se acercó a la orilla de la piscina hasta donde yo estaba sentada con mis piernas colgando hacia el agua, abracé mi cuerpo en un absurdo intento por mantenerme caliente.
Joseph se situó entre mis piernas alzando su vista para mirarme la cara, él continuaba en el agua y yo afuera con las puntas de mis pies sumergidas. Él apoyó sus brazos en mis muslos y me sonrió. Sentí un incesante cosquilleo en el interior de mi vientre. Posó sus manos a cada lado de mi cintura, me atrajo más hacia él, hasta que mis rodillas pudieran calzar por encima de sus hombros. Acto seguido, besó mi abdomen apasionadamente, arqueé la espalda en respuesta y enterré mis dedos en su cabello negro y brillante.
–Joseph, contrólate –jadeé–. Eres insaciable.
–Es sólo porque eres irresistible –dijo Joe.
Salió del agua y se marchó para volver minutos después con una toalla para él y otra para mí. Entramos a casa y surcamos el pasillo al tiempo que nos besábamos agitados. Cuando estuvimos en mi habitación él cerró la puerta y me arrojó en la cama. Se deshizo de la toalla que me envolvía para poner su cuerpo sobre el mío. La sensación de su abdomen duro y desnudo encima del mío me hacia palpitar de placer. Él parecía tenso, introdujo su rostro en mi cuello, me olfateó, lamió mi cuello y me mordió hundiendo sus colmillos dentro de mi piel. Lancé un grito ahogado y gemidos se escaparon de mi garganta. Cerré en mis puños los musculosos brazos de Joe. Su mordida causó un éxtasis tan formidable en mí que estaba revolviéndome de deseo. Era jodidamente satisfactorio sentir sus colmillos clavados en mi cuello y mi sangre circulando desde mi cuerpo hasta su boca. Él succionó las aberturas en mi cuello empujando con su lengua la sangre hacia el interior de su boca. Me costaba respirar, apreté más sus brazos cuando él profundizó su mordida enterrando más sus dientes en mí.
Entonces grité de dolor, él estaba succionando mi sangre como si estuviera alimentándose de mí. Mi cuerpo estaba zarandeándose debajo del suyo. Me percaté de que Joe cerraba sus puños sosteniendo una de las barras de madera de la cabecera de la cama y se saciaba gustosamente con mi sangre mientras gemía degustando su sabor.
Él perpetuó la mordida durante extensos minutos, entonces él había bebido en exceso. Me debilité por la pérdida garrafal de sangre. Pero si eso lo complacía estaba dispuesta a quedarme seca por él. Su mandíbula se cerró con más fuerza y entonces sus colmillos perforaron mi piel más dolorosa y profundamente. Respondiendo ante el potente dolor yo me aferraba más a sus brazos. Comencé a sentir frío, jadeé, me sentía mareada, atontada, dolorida, aturdida y sin aliento.
–Joe. Duele… me duele –jadeé con voz ronca.
Rápidamente sus colmillos salieron de mi cuello, yo continuaba sangrando. Él jadeó con los labios manchados en rojo, estaba agitado y parecía tan perturbado como yo, como si hubiera despertado con violencia de una pesadilla, trastornado y conmovido. Me miró con una exorbitante preocupación en los ojos.
–Oh hermosa, ¿te he hecho daño? –dijo él con una tonalidad de arrepentimiento que dolía–. ¡Oh! nena, no quería lastimarte. Lo juro.
Él sentado sobre mis caderas me sujetó de los brazos, alzó mi cuerpo atrayéndome hacia su pecho. Mi cara se vio rodeada de sus pectorales y sentí su corazón palpitando agitado debajo de mi mejilla. Distinguí las marcas en sus brazos como aros rosados rodeando sus músculos, las marcas de mis dedos apretándolo.
–Estoy bien –respiré de manera agitada.
Joseph tomó la toalla que estaba en la cama y la utilizó para limpiar la sangre que bajaba desde mi cuello hasta mis hombros.
–Perdóname, por favor –susurró Joe en mi oído con voz aterrada–. Podría haberte matado.
Mi cuerpo estaba débil, la habitación parecía estar dando vueltas.
–Estoy bien, en serio, cálmate –quise tranquilizarlo.
Él hizo una mueca de desagrado al examinar las laceraciones en mi cuello. Me besó en la frente y acarició mi cabello.
–¿Estás segura de que estás bien? –inquirió él. Asentí lentamente mientras me recuperaba de la pérdida de sangre–. Tengo que irme, y lo siento, linda.
Quise reclamar sus labios para despedirme con otro censurable beso, pero él se levantó de la cama y salió por la puerta velozmente igual que un destello.
Recostada en la cama no podía hacer otra cosa que pensar en Joe, recordarlo, desearlo, sentir su aroma, pensar dolorosamente en la propuesta de compromiso que había rechazado esa noche. Quizá estaba lastimado por eso, pero yo no estaba lista para dar ese paso, tenía mucho miedo. Me daba miedo pensar que de verdad él era mío cuando no estaba segura de eso. La idea de perderlo estaba allí, asechando, recordándome que no podía encadenarlo, que no debería continuar aferrándome a él como si fuera el aire con el que respiraba.
Ensimismada en mis cavilaciones el sueño no conseguía golpearme esa noche, sin embargo, no fue después de las cuatro de la mañana cuando las atroces fuerzas del sueño lograron arrastrarme consigo.
Horas más tarde, luego de una corta noche de sueño y un intensivo baño de espuma, recorrí la casa en busca de actividad. Allí estaba Nina, en la sala de estar mirándose en el reflejo del televisor apagado y amarrando todo su cabello rubio para colocarse una peluca de cabello de color rosa.
–Una noche agitada, ¿eh? –me dijo ella al mirarme en el reflejo.
Bostecé y la miré de soslayo, extrañada.
–¿Por qué lo dices? –balbuceé.
Nina colocó el cabello falso en su cabeza y arregló cada hebra en mal estado, el pelo rosado y liso caía en su cara y le colgaba hasta el cuello. Esa chica era un poco loca.
–No lo sé –profirió ella–. Había copas quebradas en el patio trasero, la ropa de Joe estaba lanzada por toda la sala, el suelo y la alfombra estaban mojados, encontré una toalla en el pasillo, mi vestido rojo aun está empapado, y había un sexy chico humano desnudo dándose una ducha en nuestro baño. Nada raro, ¿no crees? No imagino lo que habrán hecho anoche. Es en serio.
Contuve una sonrisa que estaba por asomarse en mis labios.
–¡Hey! El mortal, no lo habrás dejado sin sangre, ¿o sí? –la interrogué.
continuara
ElitzJb
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