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Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
LIAM TE ODIO
NOOO NICK¡¡¡
NOOO NICK¡¡¡
berenice_89
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
tienes que seguirla porfis!!!!!!
DanieladeJonas
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
porfis! estamos muriendo sin capitulo!!!!
DanieladeJonas
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
hola chicas como estan!!!
bueno eh pasado rapidito a dejarle la continuación del capitulo anterior
espero q les guste
como siempre les digo gracias x los comentarios y x leer esta novela
cuidence nos leeremos pronto ah y sip estoy pensando seriamente hacer un maratón.
no se para cuando pero de q lo hago lo hago okis bye no les quito su tiempo mas disfrunten de este nuevo capi....
Toqué el pecho de nick, sentí la tela húmeda de su camisa bajo mis dedos, mis ojos brillaron puesto que dentro de su pecho percibí movimiento, su corazón luchaba por latir, golpeaba su pecho lenta y enfermizamente.
Un estrepitoso ruido me distrajo.
Me volví hacia la escena de la batalla, Joe escupía sangre, Adolph se estaba levantando del suelo, Nina estaba oculta en un rincón y Alan se encontraba encima de Edmond con mi daga plateada empuñada en su mano y afincada en el cuello del pequeño demonio.
–De acuerdo –cedió finalmente Edmond, su voz salió de su boca como un ronquido agudo–. Será entre nosotros, has que tus amigos huyan ahora.
Retiré los cabellos húmedos adheridos en la piel gélida del rostro de nick.
–Ya escucharon, lárguense –vociferó Alan–. Puedo arreglar esto yo solo.
–No voy a dejarte aquí, hermano –dijo Adolph apartando a Liam de su camino.
–Puedo solo con este par bastardos –Alan alzó la voz–. Por favor Adolph, llévatelos.
Escuché silencio por parte de Adolph, él estaba titubeando en mencionar su respuesta.
Edmond gimió a regañadientes cuando Alan hundió más el filo de la navaja en su cuello, oí la respiración ajetreada de los demás y gruñidos por lo bajo de Joe.
–Ay nick, no te mueras –proferí con alteración y una tonalidad enormemente rezagada y trémula.
–¿Estás seguro? –le preguntaba Adolph a Alan.
–Lo estoy –gruñó Alan en respuesta dejando caer intencionalmente su navaja en el empedrado. El arma hizo un filoso sonido metálico al chocar contra el piso y rebotar ligeramente un par de veces.
Nina estaba en un impenetrable estado de Shock, enmudecida y pálida.
Desde la boca entreabierta de nick brotó un coagulo de sangre gelatinosa, sus labios se mancharon de rojo más notablemente. Los párpados de nick empezaron a agitarse y también su pecho.
¡Estaba vivo! ¡Dios mío estaba vivo!
Aturdido, lastimado y con una mueca adolorida abrió los ojos, yo fui lo primero que él vio. Pestañeó varias veces y en ese momento sentí que me alzaban del brazo.
Elevé la mirada por encima de mi cabeza y vislumbré a Joe en un intento por levantarme.
–Joe, alza a nick.
–¿Estás bromeando? –escudriñó Joe con actitud de desagrado.
El semblante de Joe se endureció de disgusto, me miraba encrespado y aturdido, como si se sintiera ofendido ante mi petición. ¿En qué estaba pensando? ¿Dejaría que nick se desangrara?
–¿Vas a dejar que nick muera aquí? –me quejé alzando mi mirada para que Joe me viera a los ojos, sus mirada era rígida y penetrante.
–Él haría lo mismo –rebatió Joseph a la defensiva.
Negué con decepción.
Joseph escupió otro poco de sangre de su boca y limpió ligeramente sus labios con la parte exterior de su mano, su robusto cuerpo se inclinó hacia abajo y con sorpresiva delicadeza levantó a nick del suelo, la ropa de Joe se manchó con toda la sangre de nick, quien se agitó y tosió tanta sangre como era posible, trataba de ponerse de pie por sí mismo pero a duras penas cabeceaba y se mantenía consciente.
Joe pasó un brazo de nick por encima de sus hombros y lo ayudaba a caminar con una expresión de molestia en el rostro. Sabía que Joe no podía ser tan resentido, que haya dado el paso de ayudar a nick significaba mucho, aún sabiendo que seguramente Joe tenía planeado darle una paliza cuando éste se recuperara. Bueno, ellos no eran precisamente… amigos.
–No querrán irse sin esto –resonó la voz de liam que le mostraba a Adolph las llaves del Chevy.
Adolph, por su parte, le arrancó de las manos el llavero y jaló a Nina con él para hacerla caminar.
Con un suspiro me puse de pie.
–¡Vámonos! –ordenó rigurosamente Adolph sosteniendo a Nina de un brazo.
Entorné los ojos al ver que Alan era vapuleado fuertemente por Edmond y su sucio hermano.
–Saca a tus amigos ahora mismo antes de que me arrepienta y los aniquile –gruñó Edmond a Alan atrapando entre sus manos la daga plateada.
–¡_______corre, maldita sea! –aulló Joe.
Vacilando me encaminé a seguir a Adolph y a Joe, ellos decididos recorrieron el lugar tan rápido como podían, Joe llevando a Nick y Nina siendo prácticamente arrastrada por Adolph. Cada pasillo era más oscuro que otro, personas y vampiros desconocidos aparecían en cada rincón del aposento, nos acechaban con atisbos fríos y recelosos. Bajamos un montón de escalones, mi corazón latía tan rápido que sentía que mi pecho se estremecía, cada peldaño abajo perdía más el aliento. Nina nunca había estado tan callada, no expresaba la más minúscula palabra. Y fue en ese momento cuando me percaté de la ausencia de alguien. ¡Darius! Otra vez se había marchado sin dejar rastros aparentes.
Llegamos hasta una enorme antesala en la que había algunos ataúdes, todo estaba levemente iluminado bajo una tenue luz proveniente de algunas velas encendidas, la sutil luz áurea daba calor al recinto y lo hacía parecer más aterrador. Tragué saliva antes de preguntarme llena de pánico lo que había en el interior de aquellos ataúdes.
La aparente salida estaba bloqueada para nosotros, había una puerta de gran tamaño obstruida con algunos muebles de madera. Adolph se escabulló atravesando el lugar hasta conseguir apartar los muebles y golpear la puerta con abundante fuerza, embestía con su cuerpo aquella puerta repetidas veces
Apoyado en Joe, Nick seguía en un estado muy crítico, su piel blanca perdía más color y se mezclaba con el rojo de la sangre dispersa en todo su cuerpo. Me acerqué a Nina para ver que tal estaba, sus ojos emanaban angustia pura.
–Adolph –dijo pasivamente Joe–. No queremos que te disloques los hombros en el intento.
En respuesta Adolph miró a Joe rápidamente, podría haber jurado que su mirada hablaba por sí sola, como si cobrara vida y dijera mil palabras a Joe. En su último intento desesperado por huir embistió la puerta una última vez pero con más potencia e impulso, la cerradura no cedió pero la madera se destrozó, Adolph se sujetó el hombro derecho con su mano contraría y se quejó por lo bajo, se había lastimado.
Por la abertura de la puerta entraron ráfagas de viento frío y una luz plateada resplandeciente proveniente de la luna en las afueras de ese lugar. Adolph dio innumerables patadas y sacudidas a lo que quedaba del trozo rectangular de madera, hasta que estuvo lo suficientemente destrozada como para que saliéramos por allí. Nina tomó mi mano en gesto de protección para jalarme con ella hacía el lado de afuera, los dedos de Nina temblaban y su piel estaba notablemente helada del temor. Por mi parte me mantuve acongojada por cada cosa que se movía a mi alrededor.
Al salir por esa puerta vi la noche encumbrada, la luz cegadora de la luna, la carretera alargándose hasta el horizonte que finalizaba con un panorama de montañas apenas visibles tras las espesa oscuridad y el siempre fiel Chevy Impala aparcado sobre el pavimento oscuro y con los faros encendidos alumbrando el largo de la vía. Éramos libres.
Con sumo cuidado Joe ayudó a Nick a entrar al asiento del copiloto. nick jadeaba tratando de respirar con esmero y empeño. Nina, Joe y yo nos deslizamos en el asiento trasero y Adolph poniendo la llave en el contacto hizo andar el auto.
Aún me encontraba nauseabunda, mareada, con un desapacible dolor de cabeza y un ligero sabor a sangre en mi boca, mi cuerpo se estremeció de manera casi absurda e ilógica cuando Joe me tomó de la mano y acarició mis dedos suavemente en la oscuridad del automóvil, mi corazón dio un vuelco como si lo hubieran agitado en mi organismo y sentí un repentino deseo incontrolable que me llevaba a querer devorarme al hombre que tenía sentado a mi costado. Podía oler su sangre tan fresca y tan apetitosa que parecía imposible contenerme de él, me imaginaba hincando mis dientes en su delicioso y exquisito cuello hasta que toda esa sangre cayera en mis adentros y me hiciera sentir viva y excitada.
–¿Estás bien, nick? –habló Adolph mirando momentáneamente a su compañero agonizando a su lado.
No percibí respuesta alguna de nick, oía el sonido del auto al cortar el aire y cruzar las calles desocupadas, veía por la ventana como el cosmos se movía rápidamente y el cielo azul.
Nick di algo, pensó mi inconsciente mientras las luces de la ciudad de New York se vislumbraban aproximándose hacía nosotros. Joe respiraba cerca de mi oído y mi piel se erizaba de manera irracional.
–¡nick! –insistió Adolph al tiempo que daba vuelta en una curva.
Se escuchó un gruñido de dolor de nick, apreté los dientes y la mano de Joe dentro de la mía.
La ciudad empezaba a tomar forma en mi campo visual, nos adentramos en el tráfico de las vías atestadas de humanos por doquier.
Un ruido desconocido surgió de la nada, y un espeso humo grisáceo inundó la cabina del auto.
–¡Diablos! –se quejó Adolph al tiempo que el vehículo se quedaba inmóvil en medio de la nada–. Y ahora es cuando este pedazo de chatarra inoxidable se antoja de quedarse varado.
Bajamos del Chevy en medio segundo ayudando a Nick a mantenerse de pie.
–¿Adónde iremos? –habló al fin Nina.
–Erick –respondió Adolph– él nos conseguirá un lugar.
Y sí que lo hizo.
Un lujoso chalet en Manhattan, en una zona de personas adineradas, el lugar tenía una arquitectura portentosa, un diseño muy moderno con paredes blancas y grandes ventanales de vidrio, escaleras en la entrada y un porche espectacular con una maravillosa vista de la cuidad. El interior del lugar tenía una decoración moderna contemporánea, había una fuente adoquinada en medio del salón principal que hacía un relajante sonido acuático, había un par de divanes en color blanco impecable que hacían juego con los sillones, en el suelo de mármol se reflejaban las luces de las bombillas deslumbradoras que resplandecían la estancia y un televisor pantalla gigante ocupaba toda una pared. Eso sin mencionar las ocho habitaciones y que cada cuarto de baño tenía un jacuzzi en su interior. ¡Santo Cielos!
–Wow –dijo estupefacta Nina.
Parpadeé un par de veces antes de creerlo.
Casi amanecía y Alan no había aparecido, Nick estaba tumbado en el sofá y era yo quien desinfectaba sus heridas y le colocaba vendas. Yo estaba hecha un manojo de nervios, totalmente preocupada por el estado de salud de Nick y además por Alan. Sin embargo, esa maliciosa parte de mí no dejaba de preguntarse si Joe estaría celoso allí mirándome curar las heridas de Nick.
–_______ –balbuceó Nick–. Duele –se quejó cuando puse algodón humedecido en alcohol en la magulladura de su frente.
Me he metido en un gran embrollo, pensé para mí misma. Mi mente divagaba entre una monumental confusión, todo desembocaba en lo mismo: Nick o Joseph.
¡Maldición! Creo que amo a Joe en serio. Tan solo no podía apartarlo de mis pensamientos, simplemente no conseguía hacerlo ni un segundo. ¿Por qué, Joseph Jonas? ¿Por qué me robaste el corazón, maldito ladrón?
Lo vi mirarme desde el sillón blanco, no me quitaba la mirada de encima, tenía una seriedad descomunal en cada gesto de cara. Era tan provocativo que podía imaginarme entre sus brazos mientras él adentraba su ardiente legua en mi boca y me ocasionaba un transitorio shock.
Podía entender que a cada momento mi deseo, codicia y apetito por Joe se hacía más incontrolable, él poseía eso que me envenenaba y me hacía palpitar desde mis adentros. ¿Qué es lo que me haces, chico diabólico chupasangre?
El sol empezaba a filtrarse por esas ventanas cristalinas cuando Joe se levantó con apatía a cubrir los vidrios con la tela de las cortinas.
Finalmente de golpe se vimos aparecer a Alan por esa puerta de entrada, de pie bajo la oleada de sol que irrumpía dentro de la casa a través del umbral de madera, había sangre y heridas secas cubriendo su cuerpo, su cabello estaba ligeramente empapado de sangre y sudor, sus mejillas enrojecidas, y empuñaba en su mano derecha la daga.
Nina atravesó el aposento como un soplo para echarse en brazos de su novio Zephyr, Alan la rodeó con patente fuerza entre sus fornidos brazos y luego se besaron con brutal desesperación. Casi creí que Nina se echaría a llorar entre sus brazos, ella tomó el rostro de Alan con ambas manos y lo besaba una y otra vez sin descanso.
–Me diste un tremendo susto, sanguinario Zephyr –masculló Nina entre besos.
–Lo importante es que estamos a salvo –Alan sonrió y devolvió otro beso a su novia.
Nick apretó mi mano cuando yo sin querer había presionado mucho en una de sus laceraciones, con delicadeza volví a mi trabajo.
–¿Qué ha sucedido? –profirió Adolph entrelazando su manos en sus risos cobrizos.
–Maté a liam, no iba a dejarlo con vida después de lo que le hizo a Nina –contestó Alan–. Y he llegado a un acuerdo con el demonio en miniatura de Edmond. No va a molestarnos jamás.
–¡Vaya! –farfulló Adolph–. No tenía idea de lo influyente que eras.
Alan se sonrió a sí mismo con sus colmillos reluciendo.
Me coloqué mis anteojos de sol antes de exponerme directamente a los flagrantes rayos solares. Salí al porche principal de nuestra nueva villa en Manhattan y me senté a contemplar la hermosa vista desde mi lugar. El Chevy había vuelto a nosotros, se encontraba reposado sobre el asfalto con sus puertas abiertas, Adolph estaba en el asiento del conductor haciendo un vano intento por encender la maquina, y Joe… ¡Oh por Dios! ¡Joe! Él estaba reclinado en la parte delantera del vehículo, apoyando sus manos en la cubierta con bisagras que cubre el motor del automóvil con la compuerta abierta sobre su cabeza, él sol estaba radiante sobre su perfecto cuerpo, haciéndolo ver refulgente y latente. Llevaba puesta una guardacamisa en color blanco que dejaba a la vista aquellos portentosos y suculentos brazos, bíceps, tríceps, y se aglutinaba a sus abdominales y espectaculares y comestibles pectorales. A eso yo le llamaba que el hombre se encontraba como para chuparse los dedos, se me hacía agua a la boca. Ya podía sentir mis dientes ardiendo y lacerando mi lengua para exigirme morder en su garganta, ya podía sentir cada centímetro de mi piel sublevándose ante aquel espectáculo de vampiro que tenía a escasos metros de distancia. Esos pantalones ajustados a su cuerpo. ¡Dios! Era demasiado para mi deleite. No pude evitar fantasear con su cuerpo, me lo imaginaba azotándome contra el muro y arrancándome la ropa de un tirón. ¿Qué me está pasando? Él me está volviendo loca, loquísima, completamente desquiciada. ¿Por qué me siento así? Sentía que estaba perdiendo la cabeza, Joe me estaba consumiendo, metiéndose en mí de manera bestial, era tan dañino como una enfermedad mental, podía controlarme, era tan fácil perderse en el camino del vampiro sexy y seductor.
Para mi desventaja, Joe tenía ganas de jugar, levantó su mirada hacía mí y me guiñó un ojo brindándome esa perfecta sonrisa deslumbrante, sus manos manchadas de negros fluidos del motor estaban puestas sobre la maquina mientras intentaba reparar los daños, empleando el mejor papel de mecánico sexy, con su antebrazo limpió un invisible sudor de su frente, tomó un botellón de agua que reposaba en el suelo y lo vació sobre su cabello negro. ¿Cómo puedo evitar el derretimiento masivo? Pensé lascivamente. ¡Llamen a los bomberos! ¡Santo Dios! porque me estoy incendiando como un trozo de madera en una hoguera. El agua de la botella transparente de plástico se deslizó desde el cabello de Joe recorriendo sutilmente y de forma provocativa los ángulos de su rostro para luego caer a través del ancho de sus corpulentos hombros y finalizar empapando su camiseta, la cual se adhirió en sus abdominales y en su exquisito pecho, haciendo que la tela se torne transparente para mayor contemplación y perturbación. Sentí arder mis mejillas, esperaba no estar tan sonrojada como me sentía, mi sangre dentro de mí hervía, todo mi cuerpo emprendía a enardecer, mis músculos se tensaron, necesitaba deshacerme de mis fantasías con Joe.
Me encaminé hasta él con otra botella de agua en mi mano, la excusa perfecta.
–¡Enciéndelo! –le gritó Joe a Adolph.
El auto hizo asonancias relinchantes por durante algunos segundos antes de volver a apaciguarse, me recliné en la parte delantera del auto, cerca de Joe, el metal estaba caliente, el sol también me calentaba la piel. Adolph bajó del auto con gesto acalorado.
–Voy por una soda –expresó Adolph al tiempo que se alejaba.
Acerqué la botella de agua fría a Joe con una sonrisa bosquejada en mi rostro. Joe salió de sus asuntos en el motor del vehículo para sonreírme pícaramente con los ojos entrecerrados. Tuve que parpadear varias veces para reorganizar mis precipitadas hormonas, me urgía calmar el calor dentro de mí, precisaba al menos respirar porque se me había ido el aliento de manera arrebatada. Tan solo ver de cerca esos músculos mojados debajo de su camiseta, deleitarme de cerca viendo la perfección de su rostro, la textura de sus labios jugosos, las gotas de agua escurridas en su cara. Me hacía figurarme una escena picante en la que Joe estaba entre mis piernas.
Joe rodeó la botella con su mano antes de que yo la soltara y nuestros dedos se tocaron, suministrándome fuego de forma más veloz que una descarga eléctrica, en cuanto lo noté solté el botellón de mis manos.
–Gracias, linda –murmuró él. Lo observé mientras destapaba la botella y bebía agua inclinando su cabeza hacia atrás.
–Deja de jugar –le dije con voz apenas audible.
–¿Jugar? –sondeó con catadura inocente–. No estoy jugando.
Lo miré entrecerrando mis ojos.
–No te hagas el inocente, Joseph –le sonreí–. Quieres echar leña al fuego.
Joe alzó una ceja al verme con la misma mirada de travesura. Me percaté de que un grupo de chicas que transitaban por el callejón se detenían impertinentemente a mirar a Joe. Abrí la boca para seguir dialogando pero luego la cerré.
–Dímelo, ¿está funcionando? –musitó–. ¿Te sientes toda enardecida, encendida, acalorada?
Lo sabía. Él lo estaba haciendo a propósito.
–Eres malvado –le inculpé.
–Hey, me la debías –contestó apresurado Joe–. Aquella tarde en el bar de Jacob tú comiste esa fresa de esa forma y luego lamiste tus dedos de esa manera… y fue intencional, tuve que dejar de mirarte para evitar tener “problemas” en público, y la noche que salimos juntos pintaste tus labios como si…
–Calla –lo interrumpí–, ya entendí.
–¿Entonces? –habló acercándose más a mí–. ¿Estás un poco sofocada?
Se acercó mucho, muchísimo, sus labios se ubicaban a escasos centímetros de distancia de los míos. Puse mis manos encima de su pecho mojado y lo empujé levemente para entrar en el juego de Joe. Mis colmillos ardieron con urgencia, mi piel se erizó. Estaba mucho más que “un poco sofocada”.
Joe lanzó una miradilla por encima de mi hombro al porche de nuestra casa, asegurándose de que Adolph ya estuviera dentro.
Con aires de seductor me atrapó por la cintura, recorrió mis labios con su legua intensamente.
Me paralicé como si me hubiese besado por primera vez. Sabía besar tan bien, y se sentía tan ameno y nuevo. Me aferré a él con fuerza y rodeé su cuello con mis manos para besarlo con todos los instrumentos, lo besé con mis manos, con mis labios, con mi lengua, con mi cuerpo, y sentí que mi deseo crecía tan rápido que creí perdería el control en cualquier momento y le rogaría que me desvistiera en medio de la calurosa calle. Que por cierto, mi calor corporal había aumentado tanto gracias a Joe que el sol se asimilaba a una inofensiva luz en el cielo.
–Ti voglio, bella ragazza –oí murmurar a Joe en mis labios.
No sé lo que dijo, pero sin importar su significado me había causado ardientes escalofríos en todo el cuerpo.
les gusto???
q tal va la nove...??
bueno eh pasado rapidito a dejarle la continuación del capitulo anterior
espero q les guste
como siempre les digo gracias x los comentarios y x leer esta novela
cuidence nos leeremos pronto ah y sip estoy pensando seriamente hacer un maratón.
no se para cuando pero de q lo hago lo hago okis bye no les quito su tiempo mas disfrunten de este nuevo capi....
Segunda Parte de:
Ti Voglio
Ti Voglio
Toqué el pecho de nick, sentí la tela húmeda de su camisa bajo mis dedos, mis ojos brillaron puesto que dentro de su pecho percibí movimiento, su corazón luchaba por latir, golpeaba su pecho lenta y enfermizamente.
Un estrepitoso ruido me distrajo.
Me volví hacia la escena de la batalla, Joe escupía sangre, Adolph se estaba levantando del suelo, Nina estaba oculta en un rincón y Alan se encontraba encima de Edmond con mi daga plateada empuñada en su mano y afincada en el cuello del pequeño demonio.
–De acuerdo –cedió finalmente Edmond, su voz salió de su boca como un ronquido agudo–. Será entre nosotros, has que tus amigos huyan ahora.
Retiré los cabellos húmedos adheridos en la piel gélida del rostro de nick.
–Ya escucharon, lárguense –vociferó Alan–. Puedo arreglar esto yo solo.
–No voy a dejarte aquí, hermano –dijo Adolph apartando a Liam de su camino.
–Puedo solo con este par bastardos –Alan alzó la voz–. Por favor Adolph, llévatelos.
Escuché silencio por parte de Adolph, él estaba titubeando en mencionar su respuesta.
Edmond gimió a regañadientes cuando Alan hundió más el filo de la navaja en su cuello, oí la respiración ajetreada de los demás y gruñidos por lo bajo de Joe.
–Ay nick, no te mueras –proferí con alteración y una tonalidad enormemente rezagada y trémula.
–¿Estás seguro? –le preguntaba Adolph a Alan.
–Lo estoy –gruñó Alan en respuesta dejando caer intencionalmente su navaja en el empedrado. El arma hizo un filoso sonido metálico al chocar contra el piso y rebotar ligeramente un par de veces.
Nina estaba en un impenetrable estado de Shock, enmudecida y pálida.
Desde la boca entreabierta de nick brotó un coagulo de sangre gelatinosa, sus labios se mancharon de rojo más notablemente. Los párpados de nick empezaron a agitarse y también su pecho.
¡Estaba vivo! ¡Dios mío estaba vivo!
Aturdido, lastimado y con una mueca adolorida abrió los ojos, yo fui lo primero que él vio. Pestañeó varias veces y en ese momento sentí que me alzaban del brazo.
Elevé la mirada por encima de mi cabeza y vislumbré a Joe en un intento por levantarme.
–Joe, alza a nick.
–¿Estás bromeando? –escudriñó Joe con actitud de desagrado.
El semblante de Joe se endureció de disgusto, me miraba encrespado y aturdido, como si se sintiera ofendido ante mi petición. ¿En qué estaba pensando? ¿Dejaría que nick se desangrara?
–¿Vas a dejar que nick muera aquí? –me quejé alzando mi mirada para que Joe me viera a los ojos, sus mirada era rígida y penetrante.
–Él haría lo mismo –rebatió Joseph a la defensiva.
Negué con decepción.
Joseph escupió otro poco de sangre de su boca y limpió ligeramente sus labios con la parte exterior de su mano, su robusto cuerpo se inclinó hacia abajo y con sorpresiva delicadeza levantó a nick del suelo, la ropa de Joe se manchó con toda la sangre de nick, quien se agitó y tosió tanta sangre como era posible, trataba de ponerse de pie por sí mismo pero a duras penas cabeceaba y se mantenía consciente.
Joe pasó un brazo de nick por encima de sus hombros y lo ayudaba a caminar con una expresión de molestia en el rostro. Sabía que Joe no podía ser tan resentido, que haya dado el paso de ayudar a nick significaba mucho, aún sabiendo que seguramente Joe tenía planeado darle una paliza cuando éste se recuperara. Bueno, ellos no eran precisamente… amigos.
–No querrán irse sin esto –resonó la voz de liam que le mostraba a Adolph las llaves del Chevy.
Adolph, por su parte, le arrancó de las manos el llavero y jaló a Nina con él para hacerla caminar.
Con un suspiro me puse de pie.
–¡Vámonos! –ordenó rigurosamente Adolph sosteniendo a Nina de un brazo.
Entorné los ojos al ver que Alan era vapuleado fuertemente por Edmond y su sucio hermano.
–Saca a tus amigos ahora mismo antes de que me arrepienta y los aniquile –gruñó Edmond a Alan atrapando entre sus manos la daga plateada.
–¡_______corre, maldita sea! –aulló Joe.
Vacilando me encaminé a seguir a Adolph y a Joe, ellos decididos recorrieron el lugar tan rápido como podían, Joe llevando a Nick y Nina siendo prácticamente arrastrada por Adolph. Cada pasillo era más oscuro que otro, personas y vampiros desconocidos aparecían en cada rincón del aposento, nos acechaban con atisbos fríos y recelosos. Bajamos un montón de escalones, mi corazón latía tan rápido que sentía que mi pecho se estremecía, cada peldaño abajo perdía más el aliento. Nina nunca había estado tan callada, no expresaba la más minúscula palabra. Y fue en ese momento cuando me percaté de la ausencia de alguien. ¡Darius! Otra vez se había marchado sin dejar rastros aparentes.
Llegamos hasta una enorme antesala en la que había algunos ataúdes, todo estaba levemente iluminado bajo una tenue luz proveniente de algunas velas encendidas, la sutil luz áurea daba calor al recinto y lo hacía parecer más aterrador. Tragué saliva antes de preguntarme llena de pánico lo que había en el interior de aquellos ataúdes.
La aparente salida estaba bloqueada para nosotros, había una puerta de gran tamaño obstruida con algunos muebles de madera. Adolph se escabulló atravesando el lugar hasta conseguir apartar los muebles y golpear la puerta con abundante fuerza, embestía con su cuerpo aquella puerta repetidas veces
Apoyado en Joe, Nick seguía en un estado muy crítico, su piel blanca perdía más color y se mezclaba con el rojo de la sangre dispersa en todo su cuerpo. Me acerqué a Nina para ver que tal estaba, sus ojos emanaban angustia pura.
–Adolph –dijo pasivamente Joe–. No queremos que te disloques los hombros en el intento.
En respuesta Adolph miró a Joe rápidamente, podría haber jurado que su mirada hablaba por sí sola, como si cobrara vida y dijera mil palabras a Joe. En su último intento desesperado por huir embistió la puerta una última vez pero con más potencia e impulso, la cerradura no cedió pero la madera se destrozó, Adolph se sujetó el hombro derecho con su mano contraría y se quejó por lo bajo, se había lastimado.
Por la abertura de la puerta entraron ráfagas de viento frío y una luz plateada resplandeciente proveniente de la luna en las afueras de ese lugar. Adolph dio innumerables patadas y sacudidas a lo que quedaba del trozo rectangular de madera, hasta que estuvo lo suficientemente destrozada como para que saliéramos por allí. Nina tomó mi mano en gesto de protección para jalarme con ella hacía el lado de afuera, los dedos de Nina temblaban y su piel estaba notablemente helada del temor. Por mi parte me mantuve acongojada por cada cosa que se movía a mi alrededor.
Al salir por esa puerta vi la noche encumbrada, la luz cegadora de la luna, la carretera alargándose hasta el horizonte que finalizaba con un panorama de montañas apenas visibles tras las espesa oscuridad y el siempre fiel Chevy Impala aparcado sobre el pavimento oscuro y con los faros encendidos alumbrando el largo de la vía. Éramos libres.
Con sumo cuidado Joe ayudó a Nick a entrar al asiento del copiloto. nick jadeaba tratando de respirar con esmero y empeño. Nina, Joe y yo nos deslizamos en el asiento trasero y Adolph poniendo la llave en el contacto hizo andar el auto.
Aún me encontraba nauseabunda, mareada, con un desapacible dolor de cabeza y un ligero sabor a sangre en mi boca, mi cuerpo se estremeció de manera casi absurda e ilógica cuando Joe me tomó de la mano y acarició mis dedos suavemente en la oscuridad del automóvil, mi corazón dio un vuelco como si lo hubieran agitado en mi organismo y sentí un repentino deseo incontrolable que me llevaba a querer devorarme al hombre que tenía sentado a mi costado. Podía oler su sangre tan fresca y tan apetitosa que parecía imposible contenerme de él, me imaginaba hincando mis dientes en su delicioso y exquisito cuello hasta que toda esa sangre cayera en mis adentros y me hiciera sentir viva y excitada.
–¿Estás bien, nick? –habló Adolph mirando momentáneamente a su compañero agonizando a su lado.
No percibí respuesta alguna de nick, oía el sonido del auto al cortar el aire y cruzar las calles desocupadas, veía por la ventana como el cosmos se movía rápidamente y el cielo azul.
Nick di algo, pensó mi inconsciente mientras las luces de la ciudad de New York se vislumbraban aproximándose hacía nosotros. Joe respiraba cerca de mi oído y mi piel se erizaba de manera irracional.
–¡nick! –insistió Adolph al tiempo que daba vuelta en una curva.
Se escuchó un gruñido de dolor de nick, apreté los dientes y la mano de Joe dentro de la mía.
La ciudad empezaba a tomar forma en mi campo visual, nos adentramos en el tráfico de las vías atestadas de humanos por doquier.
Un ruido desconocido surgió de la nada, y un espeso humo grisáceo inundó la cabina del auto.
–¡Diablos! –se quejó Adolph al tiempo que el vehículo se quedaba inmóvil en medio de la nada–. Y ahora es cuando este pedazo de chatarra inoxidable se antoja de quedarse varado.
Bajamos del Chevy en medio segundo ayudando a Nick a mantenerse de pie.
–¿Adónde iremos? –habló al fin Nina.
–Erick –respondió Adolph– él nos conseguirá un lugar.
Y sí que lo hizo.
Un lujoso chalet en Manhattan, en una zona de personas adineradas, el lugar tenía una arquitectura portentosa, un diseño muy moderno con paredes blancas y grandes ventanales de vidrio, escaleras en la entrada y un porche espectacular con una maravillosa vista de la cuidad. El interior del lugar tenía una decoración moderna contemporánea, había una fuente adoquinada en medio del salón principal que hacía un relajante sonido acuático, había un par de divanes en color blanco impecable que hacían juego con los sillones, en el suelo de mármol se reflejaban las luces de las bombillas deslumbradoras que resplandecían la estancia y un televisor pantalla gigante ocupaba toda una pared. Eso sin mencionar las ocho habitaciones y que cada cuarto de baño tenía un jacuzzi en su interior. ¡Santo Cielos!
–Wow –dijo estupefacta Nina.
Parpadeé un par de veces antes de creerlo.
Casi amanecía y Alan no había aparecido, Nick estaba tumbado en el sofá y era yo quien desinfectaba sus heridas y le colocaba vendas. Yo estaba hecha un manojo de nervios, totalmente preocupada por el estado de salud de Nick y además por Alan. Sin embargo, esa maliciosa parte de mí no dejaba de preguntarse si Joe estaría celoso allí mirándome curar las heridas de Nick.
–_______ –balbuceó Nick–. Duele –se quejó cuando puse algodón humedecido en alcohol en la magulladura de su frente.
Me he metido en un gran embrollo, pensé para mí misma. Mi mente divagaba entre una monumental confusión, todo desembocaba en lo mismo: Nick o Joseph.
¡Maldición! Creo que amo a Joe en serio. Tan solo no podía apartarlo de mis pensamientos, simplemente no conseguía hacerlo ni un segundo. ¿Por qué, Joseph Jonas? ¿Por qué me robaste el corazón, maldito ladrón?
Lo vi mirarme desde el sillón blanco, no me quitaba la mirada de encima, tenía una seriedad descomunal en cada gesto de cara. Era tan provocativo que podía imaginarme entre sus brazos mientras él adentraba su ardiente legua en mi boca y me ocasionaba un transitorio shock.
Podía entender que a cada momento mi deseo, codicia y apetito por Joe se hacía más incontrolable, él poseía eso que me envenenaba y me hacía palpitar desde mis adentros. ¿Qué es lo que me haces, chico diabólico chupasangre?
El sol empezaba a filtrarse por esas ventanas cristalinas cuando Joe se levantó con apatía a cubrir los vidrios con la tela de las cortinas.
Finalmente de golpe se vimos aparecer a Alan por esa puerta de entrada, de pie bajo la oleada de sol que irrumpía dentro de la casa a través del umbral de madera, había sangre y heridas secas cubriendo su cuerpo, su cabello estaba ligeramente empapado de sangre y sudor, sus mejillas enrojecidas, y empuñaba en su mano derecha la daga.
Nina atravesó el aposento como un soplo para echarse en brazos de su novio Zephyr, Alan la rodeó con patente fuerza entre sus fornidos brazos y luego se besaron con brutal desesperación. Casi creí que Nina se echaría a llorar entre sus brazos, ella tomó el rostro de Alan con ambas manos y lo besaba una y otra vez sin descanso.
–Me diste un tremendo susto, sanguinario Zephyr –masculló Nina entre besos.
–Lo importante es que estamos a salvo –Alan sonrió y devolvió otro beso a su novia.
Nick apretó mi mano cuando yo sin querer había presionado mucho en una de sus laceraciones, con delicadeza volví a mi trabajo.
–¿Qué ha sucedido? –profirió Adolph entrelazando su manos en sus risos cobrizos.
–Maté a liam, no iba a dejarlo con vida después de lo que le hizo a Nina –contestó Alan–. Y he llegado a un acuerdo con el demonio en miniatura de Edmond. No va a molestarnos jamás.
–¡Vaya! –farfulló Adolph–. No tenía idea de lo influyente que eras.
Alan se sonrió a sí mismo con sus colmillos reluciendo.
Me coloqué mis anteojos de sol antes de exponerme directamente a los flagrantes rayos solares. Salí al porche principal de nuestra nueva villa en Manhattan y me senté a contemplar la hermosa vista desde mi lugar. El Chevy había vuelto a nosotros, se encontraba reposado sobre el asfalto con sus puertas abiertas, Adolph estaba en el asiento del conductor haciendo un vano intento por encender la maquina, y Joe… ¡Oh por Dios! ¡Joe! Él estaba reclinado en la parte delantera del vehículo, apoyando sus manos en la cubierta con bisagras que cubre el motor del automóvil con la compuerta abierta sobre su cabeza, él sol estaba radiante sobre su perfecto cuerpo, haciéndolo ver refulgente y latente. Llevaba puesta una guardacamisa en color blanco que dejaba a la vista aquellos portentosos y suculentos brazos, bíceps, tríceps, y se aglutinaba a sus abdominales y espectaculares y comestibles pectorales. A eso yo le llamaba que el hombre se encontraba como para chuparse los dedos, se me hacía agua a la boca. Ya podía sentir mis dientes ardiendo y lacerando mi lengua para exigirme morder en su garganta, ya podía sentir cada centímetro de mi piel sublevándose ante aquel espectáculo de vampiro que tenía a escasos metros de distancia. Esos pantalones ajustados a su cuerpo. ¡Dios! Era demasiado para mi deleite. No pude evitar fantasear con su cuerpo, me lo imaginaba azotándome contra el muro y arrancándome la ropa de un tirón. ¿Qué me está pasando? Él me está volviendo loca, loquísima, completamente desquiciada. ¿Por qué me siento así? Sentía que estaba perdiendo la cabeza, Joe me estaba consumiendo, metiéndose en mí de manera bestial, era tan dañino como una enfermedad mental, podía controlarme, era tan fácil perderse en el camino del vampiro sexy y seductor.
Para mi desventaja, Joe tenía ganas de jugar, levantó su mirada hacía mí y me guiñó un ojo brindándome esa perfecta sonrisa deslumbrante, sus manos manchadas de negros fluidos del motor estaban puestas sobre la maquina mientras intentaba reparar los daños, empleando el mejor papel de mecánico sexy, con su antebrazo limpió un invisible sudor de su frente, tomó un botellón de agua que reposaba en el suelo y lo vació sobre su cabello negro. ¿Cómo puedo evitar el derretimiento masivo? Pensé lascivamente. ¡Llamen a los bomberos! ¡Santo Dios! porque me estoy incendiando como un trozo de madera en una hoguera. El agua de la botella transparente de plástico se deslizó desde el cabello de Joe recorriendo sutilmente y de forma provocativa los ángulos de su rostro para luego caer a través del ancho de sus corpulentos hombros y finalizar empapando su camiseta, la cual se adhirió en sus abdominales y en su exquisito pecho, haciendo que la tela se torne transparente para mayor contemplación y perturbación. Sentí arder mis mejillas, esperaba no estar tan sonrojada como me sentía, mi sangre dentro de mí hervía, todo mi cuerpo emprendía a enardecer, mis músculos se tensaron, necesitaba deshacerme de mis fantasías con Joe.
Me encaminé hasta él con otra botella de agua en mi mano, la excusa perfecta.
–¡Enciéndelo! –le gritó Joe a Adolph.
El auto hizo asonancias relinchantes por durante algunos segundos antes de volver a apaciguarse, me recliné en la parte delantera del auto, cerca de Joe, el metal estaba caliente, el sol también me calentaba la piel. Adolph bajó del auto con gesto acalorado.
–Voy por una soda –expresó Adolph al tiempo que se alejaba.
Acerqué la botella de agua fría a Joe con una sonrisa bosquejada en mi rostro. Joe salió de sus asuntos en el motor del vehículo para sonreírme pícaramente con los ojos entrecerrados. Tuve que parpadear varias veces para reorganizar mis precipitadas hormonas, me urgía calmar el calor dentro de mí, precisaba al menos respirar porque se me había ido el aliento de manera arrebatada. Tan solo ver de cerca esos músculos mojados debajo de su camiseta, deleitarme de cerca viendo la perfección de su rostro, la textura de sus labios jugosos, las gotas de agua escurridas en su cara. Me hacía figurarme una escena picante en la que Joe estaba entre mis piernas.
Joe rodeó la botella con su mano antes de que yo la soltara y nuestros dedos se tocaron, suministrándome fuego de forma más veloz que una descarga eléctrica, en cuanto lo noté solté el botellón de mis manos.
–Gracias, linda –murmuró él. Lo observé mientras destapaba la botella y bebía agua inclinando su cabeza hacia atrás.
–Deja de jugar –le dije con voz apenas audible.
–¿Jugar? –sondeó con catadura inocente–. No estoy jugando.
Lo miré entrecerrando mis ojos.
–No te hagas el inocente, Joseph –le sonreí–. Quieres echar leña al fuego.
Joe alzó una ceja al verme con la misma mirada de travesura. Me percaté de que un grupo de chicas que transitaban por el callejón se detenían impertinentemente a mirar a Joe. Abrí la boca para seguir dialogando pero luego la cerré.
–Dímelo, ¿está funcionando? –musitó–. ¿Te sientes toda enardecida, encendida, acalorada?
Lo sabía. Él lo estaba haciendo a propósito.
–Eres malvado –le inculpé.
–Hey, me la debías –contestó apresurado Joe–. Aquella tarde en el bar de Jacob tú comiste esa fresa de esa forma y luego lamiste tus dedos de esa manera… y fue intencional, tuve que dejar de mirarte para evitar tener “problemas” en público, y la noche que salimos juntos pintaste tus labios como si…
–Calla –lo interrumpí–, ya entendí.
–¿Entonces? –habló acercándose más a mí–. ¿Estás un poco sofocada?
Se acercó mucho, muchísimo, sus labios se ubicaban a escasos centímetros de distancia de los míos. Puse mis manos encima de su pecho mojado y lo empujé levemente para entrar en el juego de Joe. Mis colmillos ardieron con urgencia, mi piel se erizó. Estaba mucho más que “un poco sofocada”.
Joe lanzó una miradilla por encima de mi hombro al porche de nuestra casa, asegurándose de que Adolph ya estuviera dentro.
Con aires de seductor me atrapó por la cintura, recorrió mis labios con su legua intensamente.
Me paralicé como si me hubiese besado por primera vez. Sabía besar tan bien, y se sentía tan ameno y nuevo. Me aferré a él con fuerza y rodeé su cuello con mis manos para besarlo con todos los instrumentos, lo besé con mis manos, con mis labios, con mi lengua, con mi cuerpo, y sentí que mi deseo crecía tan rápido que creí perdería el control en cualquier momento y le rogaría que me desvistiera en medio de la calurosa calle. Que por cierto, mi calor corporal había aumentado tanto gracias a Joe que el sol se asimilaba a una inofensiva luz en el cielo.
–Ti voglio, bella ragazza –oí murmurar a Joe en mis labios.
No sé lo que dijo, pero sin importar su significado me había causado ardientes escalofríos en todo el cuerpo.
les gusto???
q tal va la nove...??
ElitzJb
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
Me encanto el cap
Y la nove cada vez esta mejor
Espero con ansias ese maraton
SIGUELAA
Y la nove cada vez esta mejor
Espero con ansias ese maraton
SIGUELAA
MaleeJonas
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
aww que si me gusto?? :o
me encanto
fue tan hermoso cuando Joe le dijo "Ti voglio, bella ragazza" :arre:
Siguela!!! :bounce:
me encanto
fue tan hermoso cuando Joe le dijo "Ti voglio, bella ragazza" :arre:
Siguela!!! :bounce:
aranzhitha
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
ame el capitulo!!!!! que bueno que Alan mato a Liam!! el maldito se lo merecia!! y Nick uffff pense que si se nos iba!!! oie nonono hasta a mi se me hizo agua la boca de imaginarme a Joe asi!!! hahahaha que lindo es!!! tienes que seguirla pronto porfis!!!! siii maraton!! maraton!!!!
DanieladeJonas
Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)
WUUUAAUU QUE SI ME GUUUSTOOOOO!!!!?????
MEEEEEE FAACIIINOOOOOOOO!!!!!!
AAAII SI QUE NECESITAAANN A LOS BOMBEEEEERRROOOSSSS!!!!!....
Y YO QUIERO IR CON ESE MECANIIICOOOOOOOO!!!!
MEEEEEE FAACIIINOOOOOOOO!!!!!!
AAAII SI QUE NECESITAAANN A LOS BOMBEEEEERRROOOSSSS!!!!!....
Y YO QUIERO IR CON ESE MECANIIICOOOOOOOO!!!!
chelis
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