Re: Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA)

por **andreita** Dom 20 Mayo 2012, 1:22 pm

que si me gusto??
ha me encanto

jajajaaj mori con la parte de llamar a los bombros jajaj estuvo genial me encantoo

por **aranzhitha** Dom 20 Mayo 2012, 1:33 pm

siguela!!!

por **chelis** Dom 20 Mayo 2012, 6:04 pm

PORFIISSS

por **Augustinesg** Dom 20 Mayo 2012, 7:34 pm

Hola!!! Soy nueva lectora!
VALLA!! QUE NOVELA!
¡Por todos los cielos! Eso si que es seducir y responder!
Me encanta, me fascina!!
Enserio... porque mis amigas me invitaron a salir dos noches seguidas y yo dije que no porque tenia que leer una novela hahah xD
Por todos los cielos! gracias por subir la novela!
Y cuando puedas pone la conti que me encanta!!
Un beso grande!

por **andreita** Lun 21 Mayo 2012, 4:20 pm

por **ElitzJb** Lun 21 Mayo 2012, 4:56 pm

Augustinesg escribió:Hola!!! Soy nueva lectora!
VALLA!! QUE NOVELA!
¡Por todos los cielos! Eso si que es seducir y responder!
Me encanta, me fascina!!
Enserio... porque mis amigas me invitaron a salir dos noches seguidas y yo dije que no porque tenia que leer una novela hahah xD
Por todos los cielos! gracias por subir la novela!
Y cuando puedas pone la conti que me encanta!!
Un beso grande!

hola Augustinesg :hi:
es un gusto q estes leyendo la novela......
bienvenida :) bueno si yo también estaba asi como tu cuando la comencé a leer no salia casi mi atención estaba cien por ciento en ella.
y creeme vale la pena Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 19 1477071114

Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 19 1477071114

HOLA!!!
Chicas hoy no estoy segura de poder poner capitulos xq solo pase rapido a leer los coentarios no coloco cap nuevo xq saldre x unas cuantas horas pero si regreso temprano me pongo en marcha para ponerles mas nove okis gracias x todos los comentarios son geniales Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 19 88550944

Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 19 88550944

por **berenice_89** Lun 21 Mayo 2012, 10:46 pm

SIGUELA

por **andreita** Mar 22 Mayo 2012, 11:15 am

por **chelis** Mar 22 Mayo 2012, 12:30 pm

OOOOOOOOOOOOOOKIIISSSS

por **ElitzJb** Mar 22 Mayo 2012, 7:48 pm

hay chicas hoy lei los ultimos capitulos de esta novela y dejenme decirle q llore es demasiado hermoso el final extrañare leela :crybaby:

pero sinceramente es la mejor novela de vampiros q eh leido en mi vida definitivo y créanme eh leido muchas

aqui esta sus capitulos les dejere 2 xq estoy feliz hoy

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Capítulo 15: Primera Parte

Señorita Escurridiza

Separé mis labios de los de Joe para lograr hablar.
–¿Qué fue lo que dijiste? –balbuceé exaltada.
–Es italiano –contestó echándome un vistazo de forma coqueta y con una sonrisilla.
¿Italiano? Me pregunté boquiabierta.
–¿Qué significa? –interrogué aún con mis brazos rodeando su cuello.
–No lo sé –mintió–. No te lo diré.
El aroma de Joe me colmó hasta lo más hondo, su aroma varonil, pulcro e inmaculado, olía como si estuviera preparado para beber sangre, tan fresco e incitado.
–Significa que te deseo –confirió Joe finalmente antes de que yo le insistiera.
–¿Cómo aprendiste italiano? –susurré prendiéndome de su boca.
Volví a besarlo, entrelazando mis dedos entre su enmarañado y húmedo cabello, lo acaricié con mi lengua y le di cortos besos en toda la superficie de su cara, comenzando suavemente desde su mandíbula, luego en sus húmedos y jugosos labios, recorrí su barbilla y sus mejillas con mis labios y le suministré incandescentes besos alrededor de su agraciado rostro fastuoso.
–Hace tiempo yo… salí con una italiana. Ya sabes –contestó dejando que yo besuqueara su rostro, pero me detuve cuando un perturbador sobresalto me barrió los sesos. ¡Maldición! Espero que no sean celos. Me dije sintiéndome asfixiada inexplicablemente–. No es que hable fluidamente, únicamente me enseñó a decir una que otra frase en una noche –concluyó.
Y esa sensación de que mi pecho se cerraba se hacía más intolerable e incómoda, deseé que Joe dejara de hablar, ciertamente no me interesaba saber ahora cómo rayos había aprendido ese seductor idioma, tan solo no quería imaginarme a la chica italiana con su cuerpazo de diosa seduciendo a mi hombre, y diciéndole al oído “te deseo” en italiano en una de esas noches que a Joe le gustaba pasar.
Apreté los dientes conteniendo una mordida.
–Dame un beso –me pidió él–. En el cuello.
No estaba segura de hacer eso, tal vez no podría aguantarme de morder su cuello cuando tuviera su piel bajo mis labios, sin embargo, adosé mis labios a la fosa que escondía su garganta, apoyé ligeramente mis labios en la piel que recubría su cuello, podía oler su deseo, su vena palpitaba haciéndome saber que su sangre estaba atravesando su interior, así terminé mordiendo mis labios y alejándome de su cuello. Debo tener hambre, pensé, puesto que por alguna razón mis colmillos no dejaban de exigirme que mordiera de una buena vez.
Vi a Joe lamer sus labios antes de alojarlos en mi cuello, me besó recorriendo mi garganta con su lengua mientras que en mi vientre podía sentir una oleada de cosquilleos en mi interior y mi piel se calentaba más señaladamente.
–¿Sabes? –dijo Joe apretando mis caderas contra las suyas utilizando una fuerza extraordinaria–. Quiero darte una noche especial, una noche cómo tú te la mereces.
Instantáneamente esbocé una sonrisa en la comisura de mis labios, yo quería y necesitaba que lo hiciera ya. Que me tocara cómo sabe hacerlo.
Manteniendo la sagacidad en mis ojos y en mi sonrisa puse mis manos en los bolsillos traseros de los vaqueros de Joe y lo atraje más hacia mi cuerpo. Sin poder evitarlo Joe me acorraló contra el Chevy me besó con arrebato y vehemencia manoseando mis pechos. Sentí que perdí toda la respiración de un tirón y jadeé impacientemente, oí un gemido sobrecogido de Joe y también escuché a Adolph acercarse.
Cómo dos adolescentes pillados con las manos en la masa nos separamos rápidamente y calmamos nuestras respiraciones antes de que Adolph apareciera por esa puerta con una soda en mano y su rostro sonrojado. Repentinamente el calor del sol me comenzaba a afectar y me sentía totalmente sofocada. Sacudí el cuello de mi camisa y bajé mis anteojos desde mi cabeza hasta mis ojos nuevamente.
–¿Qué hacían? –preguntó Adolph después de engullir su bocanada de coca cola.
–Hablar –contestó Joe. Percibí que su voz apenas salió de sus labios y su respiración era soliviantada, como la mía.
Adolph me propinó una sonrisa agraciada y yo se la devolví para luego marcharme tímidamente al interior de la casa.
De camino a la puerta oí que el motor del auto rechinaba y Joe clamaba.
–Sí, finalmente ha encendido este pedazo de chatarra.
Joe limpió sus ennegrecidas manos con un pañuelo que descansaba en la superficie del vehículo y chocó su mano contra la de Adolph con una sonrisa bosquejada en sus labios.
Delirando por el calor me adentré en la casa y me encontré a Alan sin Nina recostado en el sofá viendo la televisión de tamaño monumental.
–Hey –lo saludé.
–¿Qué tal? –profirió él sonriéndome–. Te noto un poco sonrojada.
Si lo estaba probablemente ahora había empeorado.
–Sí, hace calor, ¿no lo crees? –tartamudeé.
–Seguro –respondió ampliando su sonrisa sagaz.
–¿Dónde está Nina? –quise cambiar el tema.
La sonrisa de Alan se apagó.
–No lo sé –respondió con seriedad.
–¿Todo bien? –curioseé–. Quiero decir, ¿todo bien con Nina?
Alan lanzó un suspiro. Su rostro y sus gestos se endurecieron.
–¿Te puedo confiar algo? –escudriñó Alan mirándome directamente a los ojos.
–Lo que sea –departí sin pensarlo.
–Ven, acércate –expresó haciéndome señas para que me sentara a su lado. Precavidamente me senté a su costado en el sofá–. Sé que te dije que no hablo sobre los pensamientos de las personas pero… yo quiero a Nina y ella pues… me oculta cosas.
–¿Te oculta cosas? –repetí extrañada.
–Hay cosas de su pasado que le atormentan y no confía en mí lo suficiente como para hablar del tema, ni siquiera me ha dicho que está casada con Adolph –dijo en voz baja.
–¿Que está qué? –pregunté estupefacta entre susurros–. ¿Dices que Nina y Adolph están casados?
–Ellos se casaron hace mucho, legalmente no están divorciados aún, pero su relación ha terminado hace algunos años –explicó brevemente Alan–. Ella no me lo ha dicho, tampoco piensa hacerlo nunca, yo lo sé todo sobre ella, pero es sólo porque entro en su mente la mayoría del tiempo.
Alan me había confiado algo muy personal, él confiaba en mí. Lo que significaba sin duda que quería un consejo de mi parte. Y así me llené de pensamientos y especulaciones.
–Pero, Alan, debes entenderla, tú debes saber bien que todo el mundo oculta cosas –manifesté asimilando la noticia de que Nina y Adolph… es decir, ¿casados?–. Tú también ocultas cosas, ella no sabe que puedes entrar en su mente a diestra y siniestra.
–No es sólo eso pero… creo que tienes razón –Alan suspiró nuevamente y me rodeó los hombros con su brazo–. Siento que estoy empezando a depender de Nina demasiado, me da la impresión de que no soy nadie sin esa chica y puede que eso me preocupe.
–Yo te entiendo –le dije–. Más que nadie sé cómo te sientes, pero no tienes porqué preocuparte, tú y Nina son uno para el otro, confío en que estarán siempre juntos.
–Eso espero –Alan tenía una tonalidad no muy convencida. Me despeinó el cabello cariñosamente con sus manos.
Sigilosamente apareció Nina desde el pasillo, su cabello rubio estaba oculto bajo una peluca de tonalidad púrpura, nos echó una mirada a ambos mientras sonreía alegremente, ella llevaba puesta una mini falda de color negro, tenía medias agujeradas de color negro y un top que combinaba con su falso cabello. Se sentó en las piernas de su novio y lo besó intensamente mientras que Alan le devolvía el beso de la manera más tierna. Sonreí al verlos. ¡Pero qué dúo más tierno!
Al mismo tiempo nick se presentó con el cabello despeinado y el rostro lleno de vendas y moretones, arrugué mi cara al verlo, ¡Ouch! De sólo verlo era doloroso.
–¿Qué estás haciendo fuera de cama? –lo reñí–. Se supone que debes descansar.
Nick largó una sonrisilla torcida y hermosa.

–De hecho ya estoy mucho mejor –aseguró–. Quizás no puedo apalear a ningún Zephyr, por ahora, pero cuídate, Alan, porque pronto estaré listo para darte una tunda –bromeó.
–Estoy seguro de que lo harás –contestó casi de forma burlona Alan, pero en su tono de voz percibí cierta desconfianza, o tal vez sólo eran ideas mías.

Esa misma noche me dirigí hasta el bar que se encontraba junto a la piscina en el patio trasero, licué un batido escanciado de fresa con sólo un poco de un licor de limón que había encontrado previamente en el almacén de licores. Arrojé al vaso un par de hielos y me recosté frente a la piscina, el agua transparente de esta se hallaba tenuemente iluminada bajo la luz de la noche y los faros de la ciudad, la brisa me congelaba la piel y las estrellas estaban pintadas en el cielo cómo una valiosa obra de arte.
–Darius Ross –dije en voz baja en cuanto su nombre llegó a mi cabeza.
Bebí lo que quedaba de mi trago, entré a hurtadillas a casa y me calcé mi par de tacones, seguidamente busqué mi bolso y lo colgué en mi hombro para escabullirme en medio de la noche. Haciendo el menor ruido posible cerré en mi puño las llaves del Chevy y abrí la puerta principal para dirigirme a las afueras de la vivienda. Crucé la oscura calle hasta que conseguí entrar en los confortables y cómodos asientos de tela del Chevy logrando no activar la alarma. Me acomodé situando mis pies en el acelerador e introduciendo la llave correcta en el contacto. Lo más rápido que pude puse a andar el motor, a esas alturas los chicos debían de haber escuchado el ronquido de la máquina. Antes de que pudieran salir a detenerme aplasté el pedal y… no sucedió nada.
¡Demonios! Pedal equivocado. Estaba pisando el freno, quedaba claro que mi experiencia conduciendo autos era irrisoria.
Aceleré de golpe y conduje a través de Manhattan, presioné el volante con nerviosismo, mis músculos estaban tensos, las calles se encontraban oscuras y atestadas de personas.
Actividad normal a las 12:00 am.
¿Qué? Pensé trastornada.
¡Qué diablos! Es más de media noche, estoy fuera de casa, no tengo los documentos del auto y no tengo licencia, eso sin mencionar que había bebido antes conducir y que _______ Moore era buscada por la policía por desaparición. La presa perfecta para unos cuantos oficiales uniformados. ¡Rayos!
Soy un vampiro, no tengo que preocuparme por unos cuantos oficiales armados, ¿cierto?
Me detuve a esperar que la luz del semáforo cambiara de rojo a verde, a pesar de que ningún auto estaba cerca y esa avenida en específico estaba desierta. La luz roja me caía en la cara como una cascada brillante.

En el trayecto me distraje viendo dentro de la pesadez de las sombras en un callejón, había unos cuatro vampiros jóvenes devorando la sangre de su indefensa presa. Sin pensar en nada más continué mi rumbo hacía la autopista.

Forest Hall, ahí me encontraba, encaminándome nuevamente hasta Deadly Hall, para ser más específica me dirigía a la mansión de las hermanas Salem.
¡Oh sí! Terreno peligroso. Pero allí había conocido a Darius y esperaba encontrarlo en el mismo lugar. Únicamente debía de cuidarme de uno que otro cazador e intentar salir viva. ¡Bah! ¡Nada de qué preocuparse! Sí, claro.
Ahí estaba ese mismo letrero deshilachado “Welcome to Deadly Hall”.
Insegura aparqué al fiel Chevy delante de la “mansión embrujada”, apagué el motor y salí del vehículo en silencio. Ya tenía los pelos de punta, relativamente estaba… cómo decirlo, Hmmm… ¡Aterrada!
Hacía un frío mortífero, mi cabello se batía al viento, debí de haber llevado un abrigo. El aire gélido me estaba congelando y yo con tan poca ropa. Di temerosas zancadas hasta la verja del castillo.
¡Argh! Un mal día para traer una falda. De manera precavida me enganché a la verja de hierro dispuesta a escalar hasta el otro lado. Al final del sendero de piedras vislumbré el castillo empedrado de las trillizas, tan oscuro que parecía abandonado, oculto tras la niebla fatídica. Me aferré a los tubos de acero oxidado hasta que conseguí llegar a la parte más alta del enrejado, desde allí titubeé antes de aventurarme a saltar al otro lado. En esa perspectiva el suelo se veía más lejano de lo que quizás estaba.
Para ser valiente necesitaba recordarme a mí misma una y otra vez que yo era una vampira malvada, sólo así conseguí saltar y aterrizar en la hierba con suavidad. Oficialmente me hallaba dentro de la trampa para osos, y yo era el oso, corriendo el riesgo de ser apresada en una jaula de cazadores.
No dudé en cruzar la senda que me acercaba cada vez más hasta esa mansión macabra.
¿Y ahora qué hago? Me interrogué a mi misma pensando en que ésa era la estupidez más grande que se me había ocurrido, los chicos me matarían si llegaba a casa viva.
Di vuelta al castillo con cautos trancos, había gárgolas inanimadas que parecían tener incluso más vida que yo, respiré hondo y observé entre el espesor de la neblina la terraza sobresaliente del cuarto dónde yo solía dormir, y en frente, ese lúgubre cementerio repleto de lápidas, flores marchitas, cruces y tumbas. Por un momento sentí escalofríos de pavor. Me aproximé hasta el enrejado que encercaba ese terreno fúnebre, detenidamente examiné las envejecidas lápidas, entreví losas de cemento y piedra cuarteada.
Michelle Peters. Leí a regañadientes el nombre en una de las lápidas y pasé mi mirada a la siguiente.
RIP Brenda Simon. Decía en letras borrosas.
Steven Thompson.
Dante Damien. Logré leer el siguiente nombre en la losa contigua.
Jamie Salem.
Y en el centro del terreno deletéreo había una laude de piedra con una cruz como cabecera en la que se leía la inscripción: “Descanse en paz nuestro más entusiasta adversario, sea consagrada su sátira ironía. Darius Ross.”
Me inmuté, mi rostro perdió color y sentí como se me ponía la piel de gallina.
¡Oh Dios! Darius Ross está muerto, pensé congelada. Un perturbador estremecimiento me recorrió las entrañas. Todo este tiempo he estado tratando con un… ¿un fantasma? ¿Un muerto? ¿Un espectro? ¿Un Zombie?
Y entonces un aire gélido rozó mi piel y fue como si alguien estuviera tocándome. Y así era, pues Darius Ross apareció de pronto frente a mí. Algo me hizo callarme antes de abrir la boca para lanzar un estrepitoso grito de pánico y asombro.
–Siempre he pensado que eres muy inteligente –susurró con voz poco audible Darius–. Pero hoy, a pesar de que diste conmigo, has cometido una gran insensatez. ¿En qué pensabas cuando viniste aquí? Si tienes complejos suicidas podrías al menos avisarme para dejar de protegerte, chiquilla impertinente.
Lo miré sin palabras para responder, abrí la boca pero ningún sonido salió de allí, dejé escapar mi aliento antes de poder pronunciar la mitad de una palabra.
–Dar… –Darius quería decir yo, pero era difícil estando en ese estado.
–Sí, Darius es mi nombre –dijo él–. Como veo que no podrás hablar yo te diré lo que quieres saber. Pero ¿al menos podrías hacerme el trabajo más fácil? Cada día me haces más dura la labor de cuidarte –suspiró e hizo una larga pausa antes de seguir dialogando, mirándome con sus ojos añiles cómo el cielo en pleno día–. Yo era un vampiro, cómo tú. Solía ser de alto rango, bastante antiguo, pálido, poderoso, sin alma, no-muerto, un bebedor de sangre profesional, un sanguinario mata humanos, tenía una estricta dieta de sangre y por supuesto también era despiadado y cruel, al igual que el resto de ustedes. Un simple vampiro, que no se cansaba de batallar con un trío de hermanas magas y un día se descuidó y fue asesinado por esas tres inmortales hechiceras. Ése solía ser mi otro yo. Ahora llevo siglos siendo el espíritu de un vampiro muerto que busca irse al otro mundo, fuera de este infierno terrenal. ¡Algo loco! –mi rostro tenía una expresión de asombro que ni siquiera podía ocultar. Estaba claro que había mucho más de lo que yo conocía–. La cosa es así: no fui buen vampiro cuando estuve con vida, las hechiceras me pusieron una maldición y ahora estoy condenado a permanecer en este desgraciado mundo, para deshacerme de mi maldición y liberarme de mis culpas he sido asignado para protegerte y ser tu guardián. Hasta que no cumpla con ese mandato no podré atravesar el sendero que separa la tierra del paraíso.
Concluyendo su frase me sonrió con amabilidad y sus azules ojos brillaron de una forma refulgente. Igual que todo el tiempo se encontraba pálido como la nieve, con su piel blanca y traslúcida, y su vestuario arcaico de siglos pasados.

por **ElitzJb** Mar 22 Mayo 2012, 7:55 pm

Segunda Parte de:
Señorita Escurridiza

Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 19 Scaled.php?server=703&filename=sexygothiclips

–Eso es… –balbuceé.
–No me importa lo que opines. Ahora corre que estás a punto de ser perseguida por el mayordomo malvado –habló sonriendo.
Abrí mis ojos de par en par y Darius se borró de mi vista, evaporándose cómo agua en su punto de ebullición.
Efectivamente escuché sus pisadas y percibí su aroma aproximarse con cuantiosa velocidad. Casi no tuve tiempo para girarme, ni pensar, ni parpadear; Harvey se arrojó sobre mí y me atrapó con su cuerpo, solté un grito desde el fondo de mi garganta, caí encima de la hierba y mi cabeza golpeó contra el suelo. Ante mis alaridos de terror Harvey cubrió sus oídos con sus manos haciendo un mohín de disgusto como si hubiese paladeado algo muy agrio.
–Shhh –me mandó a callar y yo jadeé para recuperar el aliento que había perdido con mi aullido–. Cuidado con mis oídos, son sensibles.
Me sonrió de manera insolente cubriendo a su vez mi boca con su mano. Braseé y forcejeé para salir de ese espacio entre el suelo y su pecho.
–Me alegra que hayas vuelto –me mostró sus alargados colmillos con un gruñido.
En serio, ¿qué estaba pensando cuando decidí venir hasta aquí? Me dije arrepentida dentro de mi mente.
–Lo mismo me pregunto yo –siseó Harvey–. ¿Qué pensabas? Esta vez no tendrás tanta suerte como la última vez.
Apliqué mi técnica de “en caso de emergencia muerde aquí,” mordí su mano; dando bramidos y soltando quejidos Harvey soltó mi boca y agitó su mano ensangrentada de arriba abajo.
–¡Zorra! –me insultó.
–Maldito –respondí dándole un fuerte empujón con el que conseguí apartarlo unos centímetros de mi cuerpo, lo suficiente como para poder rodar hacia mi costado salir de su masivo aplaste.
Me tambaleé al levantarme del suelo, me eché a correr utilizando toda mi fuerza para cruzar el césped y la senda que me había llevado hasta allí. Sentía a ese vampiro avanzando detrás de mí, giré mi mirada hacía mis espaldas y lo contemplé durante menos de un segundo antes de volver mi mirada hacia adelante. Repetí la acción unas varias veces hasta que tuve frente a mí la verja enorme forjada en hierro con esa aldabilla atrancada. Escalé igual que un gato el enrejado y salté hasta el lado de afuera donde ese vejestorio que llevaba como auto estaba aparcado. Busqué en el bolsillo trasero de mi falda las llaves del Impala, cerré en mi puño el llavero y cuando volví mi vista hacía mi frente Harvey estaba allí, erguido, mirándome con una sonrisa que me hacía saber que ya estaba perdida.
Estoy muerta, pensé con cierto humor frustrado.
Pero repentinamente Darius se materializó a mi lado y miró a Harvey como si éste pudiera verlo también, alzó una ceja y negó con la cabeza fijando su atención en el psicópata mayordomo.
–Maldita sea –farfulló Harvey pálido, mirando en dirección a Darius con perplejidad.
Aproveché el repentino aturdimiento de Harvey y lo empujé hacia un lado, entré al auto y lo cerré de un portazo, puse la llave en el contacto cuando escuché como el vidrio de la ventanilla lateral se resquebrajaba, debido a que Harvey había golpeado con su puño el cristal. Encendí el motor y aceleré rápidamente encaminándome en esa ruta difusa por efecto de la neblina, en el espejo retrovisor aprecié un último reflejo de las vías de Deadly Hall, Darius en la entrada del castillo de brazos cruzados viendo como Harvey me perseguía corriendo a través de las calles. Pero yo llevaba ventaja, tenía un auto. No tardé en perder de vista a ese vampiro obstinado.

En Manhattan disminuí la velocidad, quería aminorar el ritmo de mi paso lo más posible. Digamos que no se me hacía muy agradable la idea de ser reñida por los chicos que seguramente me esperaban en medio de la sala, sentados en los sillones, con la luz apagada, caras largas y aspecto atemorizante.
Desde luego las luces estaban apagadas cuando aparqué el vehículo en la entrada de la casa, pero apenas conseguí salir del auto cuando Adolph, Nina y Alan aparecieron en el porche con los brazos cruzados en su pecho. ¿Y dónde estaban Joe y nick?
Muy quieta los miré acercarse hasta donde yo estaba.
Hmmm. Sí, parecían molestos.
Adolph se puso de pie delante de mí, Nina estaba erguida a su derecha y Alan a su izquierda. Los tres me examinaban con el ceño fruncido y gesto de desconfianza. Les sonreí con nerviosismo.
–¿Cómo estás? –departió Adolph apretando los dientes–. Si te hicieron daño tendrás problemas con todos nosotros.
–Estoy bien –diserté con inquietud.
–Mas te vale –soltó Nina.
Adolph miró por encima de hombro fijamente con los ojos entrecerrados.
–_______–tomó aire profundamente y después lo desprendió por la boca–. ¿Qué rayos le has hecho a mi auto?
Me volví para ver esa ventanilla quebrada y a mi mente volvieron las imágenes de Harvey golpeando el vidrio con su puño mientras yo intentaba escapar.
–Oh por Dios, pudiste haber muerto –interrumpió Alan.
Inmediatamente supe que Alan se encontraba indagando en mi mente, lo más probable es que haya visto mis recuerdos en ese mismo instante y seguramente ya sabía donde había estado yo.
Adolph tocó la ventana agrietada del Chevy Impala y se volvió a mirarme.
–¿Dónde demonios estabas, pequeña incorregible? –gruñó Adolph.
–Fui a la mansión Salem –confesé algo avergonzada. Ya no tenía porqué mentir, Alan era un tonto leedor de mentes.
Nina abrió la boca por la sorpresa, los rasgos de Adolph se endurecieron y se veía mucho más enfurecido y Alan me miraba aún con sus brazos cruzados, los ojos entornados y negando con la cabeza; la comisura de sus labios había formado una fina línea.
Vaya, pensé. Con lo del auto ya era suficiente.
–Dime que estás mintiendo –expresó Adolph.
Mordí mis labios y negué con la cabeza.
–¡Santo cielo! –vociferó escandalosamente Nina–. Sí que eres ruda, ¿cómo conseguiste llegar con vida?
Darius Ross, me dije. Ésa era la respuesta a la pregunta de Nina.
–¡Bah! No dramaticen. Estoy sana y salva –dije.
–Voy a pasarlo por esta vez –me amonestó Adolph poniendo más interés en su Chevy Impala de hace cinco décadas–. Pero si sucede otra vez voy a encerrarte en el desván durante dos siglos. ¿Entendiste? –creí que había terminado pero concluyó–. ¡Oh! Y casi lo olvido, ahora que sé que no te ha sucedido nada me gustaría decir lo mismo del auto. Que no se repita o serán tres siglos.
Separé los labios para decir “lo siento” pero Nina me interrumpió.
–Sólo una cosa más… ¿qué estabas haciendo en ese lugar? –interrogó curiosa Nina.
–Eso no importa, lo siento, ¿sí?
Nina me atisbó de reojo con suspicacia.
–Pensé que estabas con Nick –admitió Nina. Alan y Adolph negaron con la cabeza seguros de que no era así.
¿nick tampoco estaba en casa? ¡Oh! Cierto, ya era más de medianoche.
Caminamos hasta las escalerillas del porche y Nina parecía confundida.
–¿Cómo estaban tan seguros de que nick no estaba con ______? –Nina caminaba hacia atrás tratando de detener el paso de los chicos y haciéndoles frente.
–Nina yo creo que tienes que saber algo que todos ya sabemos a excepción de ti, claro –Señaló Alan, Nina esperó atónita la confesión de su novio–. Nuestro amigo Nick es un Succubus.
La pobre chica con su cabello de un matiz naranja abrió la boca con asombro.
–¿Estás bromeando? –masculló ella–. ¿Todos ustedes sabían esto? ¿Hasta ella? –me señaló.
Los cuatro detuvimos nuestro andar en medio del porche. Adolph observó con sorpresa a su camarada Alan.
–¿Cómo se supone que todos ustedes sabían que Nick es Succubus? –refunfuñó Adolph.
–¿Cómo se supone que yo no lo sabía? –se quejó Nina.
–_______te escuchó hablar con Nick y le ha preguntado a Joe lo que significaba Succubus –contestó Alan a Adolph.
El rostro de Adolph se atiborró de recelo.
–¿Y tú cómo lo sabes? ¿Y cómo sabes qué así lo supieron ______ y Joe?
“!Oh! Él lee mentes” me tenté a decir, pero me mantuve en silencio.
–¿Creen que son los únicos que tienen oído súper desarrollado? –Alan sonrió.
–Creo que soy la única que no se entera de nada en este lugar –continuó indignada Nina y siguió andando.
Por alguna razón me encontraba aguantando una sonrisa, pensando en lo graciosa que solía verse Nina cuando se enojaba.
–¿Dónde está Joe? –pregunté sin parecer interesada cuando no lo vi en casa.
–No lo sé –respondió Nina fingiendo más enojo del que tenía–. Hace un rato estaba aquí, parecía un poco irritado.
Asentí levemente y me escabullí por el pasillo hasta mi dormitorio nuevo, al abrir la puerta vislumbré a Joe acostado en mi cama con las piernas cruzadas, sujetando en sus manos un libro, cuya portada no distinguí entre las sombras. Sin poder ver su rostro oculto tras el libro lo saludé.
–¿Hola? –le dije vacilante.
Vi a Joe lanzar el libro al suelo, la rudeza de sus facciones era irrefutable, me echó una ojeada de arriba abajo, inspeccionándome. Pasó sus manos por detrás de su cabeza y pestañeó un par de veces.
–¿Hola? –repitió cómo si yo hubiera dicho algo completamente absurdo–. ¿Por qué demonios te has ido esta noche, señorita escurridiza?
–Oh –dije, y luego más lentamente–. ¡Oh! Sólo estuve recorriendo algunas discos y paseando por algunos clubes.
Joe me sonrió ampliamente dejando a la vista esos afilados colmillos.
–Estoy enojado, estoy furioso contigo –Joe se levantó de la cama y se aproximó caminando hacia mí de forma extremadamente seductora–. Si crees que bromeando voy a olvidarme de que pusiste tu vida en peligro una vez más, pues te estás equivocando.
¡Oh Madre Mía! Joe llevaba tanta ropa encima... le hacía falta deshacerse de unos cuantos harapos. En cuanto estuvo cerca y su aroma se hizo más penetrante no pude evitar aferrar mis manos en las solapas de su abrigo y halarlo hacía mí.
–No te pongas caliente, no me ha sucedido nada –resoplé en voz baja.
–No estoy caliente –dijo él severamente. Adentré mis manos en el interior de su abrigo y empecé a acariciar sus hombros–. Si haces eso sí me pondré caliente.
Reprimí una sonrisa que quería escaparse de mis labios.
Mi piel se calentó como vivo fuego y en dentro de mí se avivaron andanadas de llamas incitantes cuando sentí sus manos rodear mi delgada cintura. Casi me paralicé.
–Sigo muy enojado contigo –habló de manera dura.
–¿No tienes un poco de calor? –mi voz sonó increíblemente sensual, con mis manos en sus fornidos hombros me ayudé para correr hacia atrás el abrigo de Joseph y luego deslizarlo a través de sus corpulentos brazos.
–¡Oye! No es justo que empieces a desvestirme cuando quería parecer muy, muy furioso.
–¡Oh, no! Pensé que tenías calor, sólo eso –jugueteé con los botones de su camisa antes de terminar de quitarle el jersey.
Joe se inclinó para besarme y yo me escurrí fuera de sus brazos alejándome de él de forma cruel.
–¡Vaya! Eres tan… tan imposible, tan irresistible. En serio, ¿cómo lo haces? –bufó Joseph mirándome al tiempo que me alejaba caminando hacia la cama.
Atisbé por el rabillo del ojo la manera en que Joe se acomodaba para observarme reclinándose contra una pared y cruzando los brazos igual que un inspector.
Sentí mi corazón acelerarse bajo mi pecho. ¡Por Dios! ¿Cómo puedo estar tan enamorada de ese hombre?
Mis palpitaciones acrecentaron su ritmo considerablemente, mi temperatura aumentó de manera formidable. Él era tan hermoso, tan seductor, tan perfecto, sublime, garboso. La fantasía de cualquier mujer en la tierra.
–¿Sigues enojado? –balbuceé entre dientes con inquietud y nerviosismo.
–Eso intento –enunció severamente Joe.
Me detuve frente al espejo colgado en la pared y observé mí reflejo detenidamente. Aparté el cabello de mi rostro poniéndolo detrás de mi espalda, me saqué los aretes y los guardé en el cajón de la mesita de noche, empecé a quitarme el maquillaje y me quité mis zapatos de tacón.
Advertí discretamente que Joseph tenía su mirada puesta encima de mí, sus ojos estaban clavados en mi cuerpo.
Me intimidé y necesité un momento de silencio para asimilar la mirada de Joe.
Sacudí mi cabello y comencé a quitar el collar que rodeaba mi cuello, pasé las manos por detrás de mi cuello hasta alcanzar el broche de la gargantilla.
–________, quiero… es decir, me gustaría… –Joe titubeaba–. ¿Podrías complacerme en algo?
Me volví a verlo pasmada, saqué una toalla y la coloqué en mi hombro, preparada para entrar al cuarto de baño.
–Eso depende –vacilé–. ¿Qué es lo que quieres?
Abrí la puerta del cuarto de baño, ignoré a Joe, me dirigí lentamente hacía el jacuzzi que había en medio y giré ambas llaves de agua para luego volver a la habitación con Joseph.
–Desvístete –lo escuché decir–. Desvístete para mí..... :twisted:

jeje se q me odian xq la deje alli pero pronto la seguire se los prometo xD....

por **aranzhitha** Mar 22 Mayo 2012, 8:25 pm

ahh pero que mala eres Tentación y Seduccion I y II temporada Joe Jonas & Tu (TERMINADA) - Página 19 3619577255

Voy a llorar como la dejas asi :x
Aww Joe es tan sexy baba

Tan dios este hombre me va a matar de lo irresistible que es :twisted:
Siguela!!!

por **chelis** Mar 22 Mayo 2012, 9:25 pm

wwwuuuuuuuuuaaauuuuuuuu!!!!!!
que caaapiiiisssss!!! tan extraordinaaariiiooosssss!!!!!!
y ese joe si que es un atreviiidooooo!!! como le pide eso a _____???

por **DanieladeJonas** Mar 22 Mayo 2012, 10:09 pm

ahhhhhh como puede ser posible que nos dejes asi!!!?? eso deberia ser un crimen!!! awww tan lindos todos se preocupan por la rayis!! y ame cuando Joe queria parecer furioso hahaha que lindo ya actuan como enamorados y eso me fascina!!!! nonono te juro que si no la sigues pronto me muero!!! ok no pues pero si sufrire mucho!! y otra cosa.... que diga que siiii plis!!!! hahahaha

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