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Lecciones Privadas (Nick & Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
Me encanta la personalidad de la rayis, no se deja intimidar *-*
hdsgfchjvg como que le gustaaaaa Joe? u.u por el que babea es por el padre.
Me encanta la nove siguelaaaaaaaaaaaaaa!
hdsgfchjvg como que le gustaaaaa Joe? u.u por el que babea es por el padre.
Me encanta la nove siguelaaaaaaaaaaaaaa!
WhoIam13
Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
Capítulo 4, Parte 2 • Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
Estaba claro que había corrido el rumor, porque la reunión de la junta escolar estuvo particularmente concurrida aquella noche. Había seis miembros de la junta: el señor Hearst, el dueño del supermercado; Francie Beecham, una antigua maestra de ochenta y un años; Walton Isby, el director del banco; Harlon Keschel, el propietario de la droguería-hamburguesería; Eli Baugh, una ranchera del pueblo cuya hija, Jackie, iba a la clase de _______; y Cicely Karr, la dueña de la gasolinera. Todos ellos eran personajes prominentes de la pequeña comunidad de Ruth; todos eran propietarios, y todos, salvo Francie Beecham, tenían caras largas.
La reunión se celebraba en el aula de Dottie, y hubo que llevar pupitres de la clase de _______ para que hubiera asientos para todos, lo cual era clara señal de que mucha gente se había sentido impelida a asistir. _______ estaba segura de que acudiría al menos uno de los padres de cada uno de sus alumnos. Cuando entró en la habitación, todos los ojos se volvieron hacia ella. Las mujeres parecían indignadas y los hombres hostiles y recelosos, y eso hizo que ______ se enfadara aún más. ¿ Qué derecho tenían aquellas personas a menospreciarla por sus supuestos pecados, cuando al mismo tiempo se morían de ganas por conocerlos con pelos y señales?
Apoyado en la pared había un hombre alto, ataviado con el uniforme caqui de ayudante del sheriff, que la observaba con los ojos entornados, y _______ se preguntó si pretendían arrestarla por abuso sexual. ¡Aquello era ridículo! Si no tuviera pinta de ser lo que era, una solterona esmirriada y feúcha, las sospechas de aquella gente habrían tenido al menos algún sentido. Se metió en el moño un mechón de pelo que se le había soltado, se sentó y cruzó los brazos con intención de dejar que fueran ellos quienes dieran el primer paso.
Walton Isby carraspeó y pidió silencio a los asistentes, consciente sin duda de la importancia de su posición, habiendo allí tanta gente que vigilaba el procedimiento. _______ se puso a tamborilear con los dedos sobre su brazo. La junta empezó a repasar los asuntos rutinarios del orden del día y, de pronto, ______ decidió que no quería esperar. La mejor defensa, había leído, era un buen ataque.
Cuando se dieron por zanjados los asuntos rutinarios, el señor Isby carraspeó de nuevo, y ______ interpretó aquello como una señal de que estaban a punto de abordar el verdadero motivo de la reunión. Entonces se puso en pie y dijo con claridad:
-Señor Isby, antes de que continuemos, quisiera decir algo.
El señor Isby pareció sorprendido, y su cara sonrosada adquirió un tono rojizo.
-Esto es... eh... bueno, un tanto irregular, señorita Potter.
-También es importante -______ mantuvo el tono de voz que usaba cuando daba clases y se volvió hacia la sala. El ayudante del sheriff se retiró de la pared y se irguió, y las miradas de todos volaron hacia ella como imanes atraídos por una barra de acero-. Estoy oficialmente cualificada para dar clases particulares, y los créditos que mis alumnos consigan con esas clases valen tanto como los conseguidos en un colegio público. Durante el mes pasado, he estado dando clases nocturnas a Joe Mackenzie en mi casa...
-Eso no hace falta que lo jure -masculló alguien, y los ojos de _______ centellearon.
-¿Quién ha dicho eso? -preguntó, crispada-. Ha sido increíblemente vulgar -la sala quedó en silencio-. Cuando vi el expediente de Joe Mackenzie, me extrañó que un alumno tan brillante hubiera dejado el colegio. Puede que ninguno de ustedes lo sepa, pero era el primero de su clase. Me puse en contacto con él y lo convencí para que estudiara por su cuenta y se pusiera al mismo nivel que sus compañeros de clase, y en un mes no sólo se ha puesto a su nivel: los ha superado con creces. También me he puesto en contacto con el senador Allard, que me ha expresado su interés por Joe. Las excelentes calificaciones de Joe lo convierten en un candidato idóneo para ingresar en la Academia de las Fuerzas Aéreas. Es todo un honor para el pueblo, y sé que todos ustedes le prestarán su apoyo a Joe.
_______ se sentó con la pose fría y distante que le había inculcado la tía Ardith, y observó con satisfacción la cara de pasmo de los asistentes. Sólo la gente sin educación daba gritos, solía decir la tía Ardith; una dama tenía otros modos más sutiles de hacerse oír.
Un murmullo se levantó en la sala; la gente se arremolinó y empezó a cuchichear, y el señor Isby se puso a revolver las tres hojas que tenía delante como si estuviera buscando algo que decir. Los otros miembros de la junta juntaron también las cabezas.
______ paseó la mirada por el aula, y de pronto, más allá de la puerta abierta, en el pasillo, una sombra llamó su atención. Era un movimiento sutil; de no haber mirado en ese preciso instante, no lo habría visto. Un instante después distinguió la alargada silueta de un hombre, y la piel se le erizó. Nick. Estaba en el pasillo, escuchando. Era la primera vez que _______ lo veía desde el día que fue a su casa, y a pesar de que sólo alcanzaba a distinguir una forma más oscura entre las sombras, el corazón empezó a latirle con violencia.
El señor Isby carraspeó, y los murmullos de la sala se fueron apagando.
-Eso es una buena noticia, señorita Potter -comenzó a decir-. Sin embargo, no creemos que haya dado usted el mejor ejemplo a nuestros jóvenes...
-Habla por ti, Walton -dijo Francie Beecham secamente con su resquebrajada voz de anciana.
______ se levantó de nuevo.
-¿En qué sentido exactamente no les he dado el mejor ejemplo?
-¡No está bien que tenga a ese chico en su casa toda la noche! -saltó el señor Hearst.
-Joe se va de mi casa a las nueve en punto, después de dar tres horas de clase. ¿Qué entiende usted por toda la noche? Sin embargo, si la junta no aprueba que Joe vaya a mi casa, supongo que todos estarán de acuerdo en que utilice las instalaciones del colegio para darle clases a última hora de la tarde. Yo no tengo objeción en trasladar las clases aquí.
El señor Isby, que era en el fondo un buen hombre, parecía angustiado. Los miembros de la junta se arremolinaron de nuevo. Tras un minuto de acalorada discusión, levantaron la vista de nuevo. Harlon Keschel se limpió el sudor de la cara con un pañuelo, y Francie Beecham parecía ofendida. Esta vez, fue Cicely Karr quien tomó la palabra.
-Señorita Potter, ésta es una situación difícil para nosotros. Como usted misma reconocerá, las probabilidades de que Joe Mackenzie sea aceptado en la Academia de las Fuerzas Aéreas son muy escasas, y la verdad es que no nos agrada que pase tanto tiempo a solas con él.
_______ levantó la barbilla.
-¿Y eso por qué?
-Lleva usted en Ruth poco tiempo, y estoy segura de que no entiende cómo funcionan las cosas por aquí. Los Mackenzie tienen mala fama, y tememos por su seguridad si continúa relacionándose con ese chico.
-Señora Karr, eso son bobadas -contestó _______ con candorosa franqueza. La tía Ardith habría puesto mala cara.
_______ se imaginó a Nick allí fuera, en el pasillo, escuchando las calumnias que aquella gente arrojaba sobre él y sobre su hijo, y casi pudo sentir el calor de su ira. Nick sin duda no permitiría que aquello lo afectara, pero a ella le dolía saber que lo estaba oyendo todo.
-Nick Mackenzie me ayudó a salir de una situación peligrosa cuando se me averió el coche y me quedé atrapada en la nieve. Fue amable y considerado conmigo, y se negó a aceptar que le pagara por repararme el coche. Joe Mackenzie es un alumno aventajado que trabaja mucho en su rancho, no bebe ni va por ahí armando jaleo -confiaba en que aquello fuera cierto-, y siempre ha sido respetuoso conmigo. Los considero a ambos mis amigos.
Entre las sombras del pasillo, Nick cerró los puños con fuerza. Condenada *******, ¿acaso no sabía que aquello iba a costarle el empleo? Él era consciente de que, si entraba en la clase, aquella gente apartaría su atención de ______ y dirigiría toda su hostilidad hacia él, y había empezado a ponerse en marcha cuando oyó de nuevo la voz de _______. ¿Es que aquella mujer no sabía cuándo cerrar el pico?
-Me preocuparía igualmente si fuera alguno de sus hijos el que dejara el colegio. No puedo soportar que un joven renuncie a su porvenir. Damas y caballeros, a mí me han contratado para enseñar. Y pienso hacerlo lo mejor que sé. Todos ustedes son buenas personas.
¿Alguno querría que me diera por vencida si se tratara de su hijo?
Estaba claro que había corrido el rumor, porque la reunión de la junta escolar estuvo particularmente concurrida aquella noche. Había seis miembros de la junta: el señor Hearst, el dueño del supermercado; Francie Beecham, una antigua maestra de ochenta y un años; Walton Isby, el director del banco; Harlon Keschel, el propietario de la droguería-hamburguesería; Eli Baugh, una ranchera del pueblo cuya hija, Jackie, iba a la clase de _______; y Cicely Karr, la dueña de la gasolinera. Todos ellos eran personajes prominentes de la pequeña comunidad de Ruth; todos eran propietarios, y todos, salvo Francie Beecham, tenían caras largas.
La reunión se celebraba en el aula de Dottie, y hubo que llevar pupitres de la clase de _______ para que hubiera asientos para todos, lo cual era clara señal de que mucha gente se había sentido impelida a asistir. _______ estaba segura de que acudiría al menos uno de los padres de cada uno de sus alumnos. Cuando entró en la habitación, todos los ojos se volvieron hacia ella. Las mujeres parecían indignadas y los hombres hostiles y recelosos, y eso hizo que ______ se enfadara aún más. ¿ Qué derecho tenían aquellas personas a menospreciarla por sus supuestos pecados, cuando al mismo tiempo se morían de ganas por conocerlos con pelos y señales?
Apoyado en la pared había un hombre alto, ataviado con el uniforme caqui de ayudante del sheriff, que la observaba con los ojos entornados, y _______ se preguntó si pretendían arrestarla por abuso sexual. ¡Aquello era ridículo! Si no tuviera pinta de ser lo que era, una solterona esmirriada y feúcha, las sospechas de aquella gente habrían tenido al menos algún sentido. Se metió en el moño un mechón de pelo que se le había soltado, se sentó y cruzó los brazos con intención de dejar que fueran ellos quienes dieran el primer paso.
Walton Isby carraspeó y pidió silencio a los asistentes, consciente sin duda de la importancia de su posición, habiendo allí tanta gente que vigilaba el procedimiento. _______ se puso a tamborilear con los dedos sobre su brazo. La junta empezó a repasar los asuntos rutinarios del orden del día y, de pronto, ______ decidió que no quería esperar. La mejor defensa, había leído, era un buen ataque.
Cuando se dieron por zanjados los asuntos rutinarios, el señor Isby carraspeó de nuevo, y ______ interpretó aquello como una señal de que estaban a punto de abordar el verdadero motivo de la reunión. Entonces se puso en pie y dijo con claridad:
-Señor Isby, antes de que continuemos, quisiera decir algo.
El señor Isby pareció sorprendido, y su cara sonrosada adquirió un tono rojizo.
-Esto es... eh... bueno, un tanto irregular, señorita Potter.
-También es importante -______ mantuvo el tono de voz que usaba cuando daba clases y se volvió hacia la sala. El ayudante del sheriff se retiró de la pared y se irguió, y las miradas de todos volaron hacia ella como imanes atraídos por una barra de acero-. Estoy oficialmente cualificada para dar clases particulares, y los créditos que mis alumnos consigan con esas clases valen tanto como los conseguidos en un colegio público. Durante el mes pasado, he estado dando clases nocturnas a Joe Mackenzie en mi casa...
-Eso no hace falta que lo jure -masculló alguien, y los ojos de _______ centellearon.
-¿Quién ha dicho eso? -preguntó, crispada-. Ha sido increíblemente vulgar -la sala quedó en silencio-. Cuando vi el expediente de Joe Mackenzie, me extrañó que un alumno tan brillante hubiera dejado el colegio. Puede que ninguno de ustedes lo sepa, pero era el primero de su clase. Me puse en contacto con él y lo convencí para que estudiara por su cuenta y se pusiera al mismo nivel que sus compañeros de clase, y en un mes no sólo se ha puesto a su nivel: los ha superado con creces. También me he puesto en contacto con el senador Allard, que me ha expresado su interés por Joe. Las excelentes calificaciones de Joe lo convierten en un candidato idóneo para ingresar en la Academia de las Fuerzas Aéreas. Es todo un honor para el pueblo, y sé que todos ustedes le prestarán su apoyo a Joe.
_______ se sentó con la pose fría y distante que le había inculcado la tía Ardith, y observó con satisfacción la cara de pasmo de los asistentes. Sólo la gente sin educación daba gritos, solía decir la tía Ardith; una dama tenía otros modos más sutiles de hacerse oír.
Un murmullo se levantó en la sala; la gente se arremolinó y empezó a cuchichear, y el señor Isby se puso a revolver las tres hojas que tenía delante como si estuviera buscando algo que decir. Los otros miembros de la junta juntaron también las cabezas.
______ paseó la mirada por el aula, y de pronto, más allá de la puerta abierta, en el pasillo, una sombra llamó su atención. Era un movimiento sutil; de no haber mirado en ese preciso instante, no lo habría visto. Un instante después distinguió la alargada silueta de un hombre, y la piel se le erizó. Nick. Estaba en el pasillo, escuchando. Era la primera vez que _______ lo veía desde el día que fue a su casa, y a pesar de que sólo alcanzaba a distinguir una forma más oscura entre las sombras, el corazón empezó a latirle con violencia.
El señor Isby carraspeó, y los murmullos de la sala se fueron apagando.
-Eso es una buena noticia, señorita Potter -comenzó a decir-. Sin embargo, no creemos que haya dado usted el mejor ejemplo a nuestros jóvenes...
-Habla por ti, Walton -dijo Francie Beecham secamente con su resquebrajada voz de anciana.
______ se levantó de nuevo.
-¿En qué sentido exactamente no les he dado el mejor ejemplo?
-¡No está bien que tenga a ese chico en su casa toda la noche! -saltó el señor Hearst.
-Joe se va de mi casa a las nueve en punto, después de dar tres horas de clase. ¿Qué entiende usted por toda la noche? Sin embargo, si la junta no aprueba que Joe vaya a mi casa, supongo que todos estarán de acuerdo en que utilice las instalaciones del colegio para darle clases a última hora de la tarde. Yo no tengo objeción en trasladar las clases aquí.
El señor Isby, que era en el fondo un buen hombre, parecía angustiado. Los miembros de la junta se arremolinaron de nuevo. Tras un minuto de acalorada discusión, levantaron la vista de nuevo. Harlon Keschel se limpió el sudor de la cara con un pañuelo, y Francie Beecham parecía ofendida. Esta vez, fue Cicely Karr quien tomó la palabra.
-Señorita Potter, ésta es una situación difícil para nosotros. Como usted misma reconocerá, las probabilidades de que Joe Mackenzie sea aceptado en la Academia de las Fuerzas Aéreas son muy escasas, y la verdad es que no nos agrada que pase tanto tiempo a solas con él.
_______ levantó la barbilla.
-¿Y eso por qué?
-Lleva usted en Ruth poco tiempo, y estoy segura de que no entiende cómo funcionan las cosas por aquí. Los Mackenzie tienen mala fama, y tememos por su seguridad si continúa relacionándose con ese chico.
-Señora Karr, eso son bobadas -contestó _______ con candorosa franqueza. La tía Ardith habría puesto mala cara.
_______ se imaginó a Nick allí fuera, en el pasillo, escuchando las calumnias que aquella gente arrojaba sobre él y sobre su hijo, y casi pudo sentir el calor de su ira. Nick sin duda no permitiría que aquello lo afectara, pero a ella le dolía saber que lo estaba oyendo todo.
-Nick Mackenzie me ayudó a salir de una situación peligrosa cuando se me averió el coche y me quedé atrapada en la nieve. Fue amable y considerado conmigo, y se negó a aceptar que le pagara por repararme el coche. Joe Mackenzie es un alumno aventajado que trabaja mucho en su rancho, no bebe ni va por ahí armando jaleo -confiaba en que aquello fuera cierto-, y siempre ha sido respetuoso conmigo. Los considero a ambos mis amigos.
Entre las sombras del pasillo, Nick cerró los puños con fuerza. Condenada *******, ¿acaso no sabía que aquello iba a costarle el empleo? Él era consciente de que, si entraba en la clase, aquella gente apartaría su atención de ______ y dirigiría toda su hostilidad hacia él, y había empezado a ponerse en marcha cuando oyó de nuevo la voz de _______. ¿Es que aquella mujer no sabía cuándo cerrar el pico?
-Me preocuparía igualmente si fuera alguno de sus hijos el que dejara el colegio. No puedo soportar que un joven renuncie a su porvenir. Damas y caballeros, a mí me han contratado para enseñar. Y pienso hacerlo lo mejor que sé. Todos ustedes son buenas personas.
¿Alguno querría que me diera por vencida si se tratara de su hijo?
☎ Jimena Horan ♥
Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
ahhh que valiente la rayiz
Les dijo lo qu se merecian eso hipocritas
Mal pensados :caliente:
Siguela!!!
Les dijo lo qu se merecian eso hipocritas
Mal pensados :caliente:
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
Amo el caracter y la fuerza de voluntad de la rayis, me gustaria tener un poquito al menos de ella
amo la nove es jdhjfgdhjgfd Siguelaaaaaaa!
amo la nove es jdhjfgdhjgfd Siguelaaaaaaa!
WhoIam13
Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
Capítulo 4, Parte 3• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
Varias personas apartaron la mirada y carraspearon. Cicely Karr se limitó a levantar la barbilla.
-Está usted soslayando la cuestión, señorita Potter. No se trata de uno de nuestros hijos. Se trata de Joe Mackenzie. Él es... es...
-¿Medio indio? -preguntó _____, alzando una ceja inquisitivamente.
-Pues sí. Pero no es sólo eso. Está, por otro lado, la cuestión de su padre...
-¿Qué pasa con su padre?
Nick sofocó una imprecación y de nuevo hizo ademán de entrar en la clase, pero en ese momento ______ preguntó con desdén:
-¿Es que los preocupa que haya estado en la cárcel?
-¡A mí me parece razón suficiente!
-¿Ah, sí? ¿Por qué?
-Cicely, siéntate y cierra la boca -soltó Francie Beecham-. La chica tiene razón, y estoy de acuerdo con ella. Si empiezas a pensar a tu edad, puede que te dé un sofoco.
La sala quedó por un instante sumida en un asombrado silencio; luego, de pronto, estalló un tumulto de risas. Los rústicos rancheros y sus hacendosas mujeres se partían de risa y se echaban las manos a la barriga mientras las lágrimas corrían por su cara. El señor Isby se puso tan colorado que su cara parecía casi púrpura; luego rompió a reír con una carcajada tan colosal que parecía una grulla histérica poniendo huevos, o eso le dijo Cicely Karr, que estaba también roja, pero de ira. El grandullón de Eli Baugh se cayó de la silla de tanto reírse. Cicely le quitó el sombrero de detrás de la silla y empezó a darle golpes en la cabeza con él. Eli siguió bramando de risa mientras intentaba cubrirse la cabeza con los brazos.
-¡A partir de ahora ya puedes ir a comprar aceite para el coche a otra parte! -le gritaba Cicely mientras seguía propinándole sombrerazos-. ¡Y la gasolina! ¡No quiero que ni tú ni ninguno de tus hombres volváis a pisar mi propiedad!
-Vamos, Cicely -balbució entre risas Eli al tiempo que intentaba recuperar su sombrero.
-¡Un poco de orden, amigos! -suplicó Harlon Keschel, a pesar de que parecía estar disfrutando de lo lindo del espectáculo que ofrecía Cicely golpeando a Eli con su propio sombrero. Todos los demás, por su parte, parecían estar pasándoselo en grande. O, mejor dicho, casi todos, pensó _______ al ver la cara crispada de Dottie Lancaster. De pronto se dio cuenta de que a aquella mujer le habría gustado que la despidieran, y se preguntó por qué. Siempre había intentado ser amable con Dottie, a pesar de que ella rechazaba cualquier acercamiento por su parte. ¿Había sido ella la que había visto la camioneta de Joe en su casa y había difundido el rumor? ¿Se dedicaba acaso a merodear por ahí de noche? En la carretera donde _______ vivía no había otras casas, de modo que nadie pasaba por allí para ir a visitar a un vecino.
El tumulto se había ido apagando, pero todavía se oía alguna risa dispersa por la sala. La señora Karr siguió mirando con cara de malas pulgas a Eli Baugh, al que por alguna razón había convertido en blanco de su furia, a pesar de que era Francie Beecham quien había desencadenado todo aquel alboroto. Incluso el señor Isby seguía sonriendo cuando tomó de nuevo la palabra.
-Vamos a ver si podemos retomar el debate, amigos.
Francie Beecham volvió a saltar.
-Me parece que ya hemos hablado bastante por hoy. La señorita Potter le está dando clases particulares a Joe Mackenzie para que pueda ir a la Academia de las Fuerzas Aéreas, y ya está. Yo haría lo mismo si siguiera enseñando.
El señor Hearst dijo:
-A mí me sigue pareciendo mal que...
-Pues entonces que use un aula. ¿Todo el mundo de acuerdo? -Francie miró a los demás miembros de la junta con expresión triunfante, y luego le hizo un guiño a ________.
-Por mí, bien -dijo Eli Baugh, que estaba intentando enderezar su sombrero-. La Academia de las Fuerzas Aéreas ...Vaya, eso sí que es importante. Me parece que nadie de este condado ha ido nunca a una academia del ejército.
El señor Hearst y la señora Karr seguían oponiéndose, pero el señor Isby y Harlon Keschel se pusieron del lado de Francie y de Eli. ______ miraba fijamente el pasillo en penumbra, pero ya no veía nada. ¿Se habría ido él? El ayudante del sheriff volvió la cabeza para ver qué estaba mirando, pero tampoco vio nada y, tras encogerse ligeramente de hombros, se volvió hacia ______ y él también le guiñó un ojo. ______ estaba atónita. Aquella noche le habían guiñado los ojos más veces que en toda su vida. ¿Cómo debía tomarse aquellos guiños? ¿ Debía ignorarlos? ¿Se esperaba acaso que los devolviera? Las lecciones de buenas maneras de la tía Ardith no incluían el asunto de los guiños.
La reunión se disolvió entre bromas y risas, y algunos padres se quedaron un momento para estrecharle la mano a ______ y decirle que estaba haciendo un buen trabajo. Pasó media hora antes de que _______ pudiera recoger su abrigo y llegar a la puerta y, cuando por fin salió, el ayudante del sheriff la estaba esperando.
-La acompaño a su coche -dijo él con naturalidad-. Soy Clay Armstrong, el ayudante del sheriff.
-¿Cómo está? _______ Potter -contestó ella, tendiéndole la mano.
Él se la estrechó, y la manita de ______ desapareció en su manaza. Clay Armstrong llevaba el sombrero calado sobre el pelo castaño oscuro y rizado, pero a pesar de la sombra del ala, sus ojos azules brillaban. A ______ le cayó bien a primera vista. Era uno de esos hombres fuertes y tranquilos, firmes como una roca pero provistos de buen humor. El alboroto de la reunión lo había hecho reír a carcajadas.
-Todo el mundo en el pueblo la conoce. Aquí no vienen a vivir muchos forasteros, y menos una joven soltera del sur. El día que llegó, todo el condado oyó hablar de su acento. ¿No ha notado que las chicas de la escuela intentan imitar su acento?
-¿De veras? -preguntó ______ con sorpresa.
-Claro -Clay Armstrong aminoró el ritmo para ponerse a su paso mientras caminaban hacia el coche. El aire frío se echaba sobre ______ y le helaba las piernas, pero, en compensación, la noche era diáfana y cristalina, y mil estrellas titilaban en el cielo.
Llegaron al coche.
-¿Le importaría aclararme una cosa, señor Armstrong?
-Lo que quiera. Y llámame Clay.
-¿Por qué se ha enfadado tanto la señora Karr con el señor Baugh, y no con la señora Beecham? Fue la señora Beecham quien empezó todo.
-Cicely y Eli son primos hermanos. Los padres de Cicely murieron cuando ella era pequeña, y los padres de Eli la acogieron en su casa. Cicely y Eli son de la misma edad, así que crecieron juntos y se peleaban todo el tiempo como gatos salvajes. Todavía se pelean, supongo, pero algunas familias son así. A pesar de todo, están muy unidos.
Aquella clase de familia causaba perplejidad en _______, pero parecía cómodo y agradable poder pelearse con alguien y saber que aun así te quería.
-Entonces, ¿le pegó por reírse de ella?
-Y porque con él podía enfadarse. Con la señorita Beecham nadie se enfada. Fue maestra de todos los adultos de este condado, y todos seguimos teniéndole mucho respeto.
-Eso suena muy bonito -dijo ______ sonriendo-. Espero estar todavía aquí cuando tenga su edad.
-¿También piensa seguir armando líos en la junta escolar?
-Eso espero -repitió ella.
Él se inclinó para abrirle la puerta del coche.
-Yo también lo espero. Tenga cuidado al volver a casa.
Cuando ______ montó en el coche, Clay cerró la puerta, se tocó con los dedos el ala del sombrero y se alejó.
Era un hombre agradable. La mayoría de los vecinos de Ruth eran agradables. Se equivocaban con Nick Mackenzie, pero en el fondo no eran mala gente.
Nick... ¿Dónde se habría metido?
_______ confiaba en que Joe no decidiera dejar de dar clases por culpa de aquello. Aunque sabía que era absurdo hacerse ilusiones, estaba cada vez más convencida de que sería aceptado en la Academia y se sentía extraordinariamente orgullosa de que fuera en parte gracias a ella. La tía Ardith habría dicho que cuanto más alto se sube, más dura es la caída, pero ______ pensaba a menudo que uno nunca se caía si primero no intentaba levantarse.
Varias personas apartaron la mirada y carraspearon. Cicely Karr se limitó a levantar la barbilla.
-Está usted soslayando la cuestión, señorita Potter. No se trata de uno de nuestros hijos. Se trata de Joe Mackenzie. Él es... es...
-¿Medio indio? -preguntó _____, alzando una ceja inquisitivamente.
-Pues sí. Pero no es sólo eso. Está, por otro lado, la cuestión de su padre...
-¿Qué pasa con su padre?
Nick sofocó una imprecación y de nuevo hizo ademán de entrar en la clase, pero en ese momento ______ preguntó con desdén:
-¿Es que los preocupa que haya estado en la cárcel?
-¡A mí me parece razón suficiente!
-¿Ah, sí? ¿Por qué?
-Cicely, siéntate y cierra la boca -soltó Francie Beecham-. La chica tiene razón, y estoy de acuerdo con ella. Si empiezas a pensar a tu edad, puede que te dé un sofoco.
La sala quedó por un instante sumida en un asombrado silencio; luego, de pronto, estalló un tumulto de risas. Los rústicos rancheros y sus hacendosas mujeres se partían de risa y se echaban las manos a la barriga mientras las lágrimas corrían por su cara. El señor Isby se puso tan colorado que su cara parecía casi púrpura; luego rompió a reír con una carcajada tan colosal que parecía una grulla histérica poniendo huevos, o eso le dijo Cicely Karr, que estaba también roja, pero de ira. El grandullón de Eli Baugh se cayó de la silla de tanto reírse. Cicely le quitó el sombrero de detrás de la silla y empezó a darle golpes en la cabeza con él. Eli siguió bramando de risa mientras intentaba cubrirse la cabeza con los brazos.
-¡A partir de ahora ya puedes ir a comprar aceite para el coche a otra parte! -le gritaba Cicely mientras seguía propinándole sombrerazos-. ¡Y la gasolina! ¡No quiero que ni tú ni ninguno de tus hombres volváis a pisar mi propiedad!
-Vamos, Cicely -balbució entre risas Eli al tiempo que intentaba recuperar su sombrero.
-¡Un poco de orden, amigos! -suplicó Harlon Keschel, a pesar de que parecía estar disfrutando de lo lindo del espectáculo que ofrecía Cicely golpeando a Eli con su propio sombrero. Todos los demás, por su parte, parecían estar pasándoselo en grande. O, mejor dicho, casi todos, pensó _______ al ver la cara crispada de Dottie Lancaster. De pronto se dio cuenta de que a aquella mujer le habría gustado que la despidieran, y se preguntó por qué. Siempre había intentado ser amable con Dottie, a pesar de que ella rechazaba cualquier acercamiento por su parte. ¿Había sido ella la que había visto la camioneta de Joe en su casa y había difundido el rumor? ¿Se dedicaba acaso a merodear por ahí de noche? En la carretera donde _______ vivía no había otras casas, de modo que nadie pasaba por allí para ir a visitar a un vecino.
El tumulto se había ido apagando, pero todavía se oía alguna risa dispersa por la sala. La señora Karr siguió mirando con cara de malas pulgas a Eli Baugh, al que por alguna razón había convertido en blanco de su furia, a pesar de que era Francie Beecham quien había desencadenado todo aquel alboroto. Incluso el señor Isby seguía sonriendo cuando tomó de nuevo la palabra.
-Vamos a ver si podemos retomar el debate, amigos.
Francie Beecham volvió a saltar.
-Me parece que ya hemos hablado bastante por hoy. La señorita Potter le está dando clases particulares a Joe Mackenzie para que pueda ir a la Academia de las Fuerzas Aéreas, y ya está. Yo haría lo mismo si siguiera enseñando.
El señor Hearst dijo:
-A mí me sigue pareciendo mal que...
-Pues entonces que use un aula. ¿Todo el mundo de acuerdo? -Francie miró a los demás miembros de la junta con expresión triunfante, y luego le hizo un guiño a ________.
-Por mí, bien -dijo Eli Baugh, que estaba intentando enderezar su sombrero-. La Academia de las Fuerzas Aéreas ...Vaya, eso sí que es importante. Me parece que nadie de este condado ha ido nunca a una academia del ejército.
El señor Hearst y la señora Karr seguían oponiéndose, pero el señor Isby y Harlon Keschel se pusieron del lado de Francie y de Eli. ______ miraba fijamente el pasillo en penumbra, pero ya no veía nada. ¿Se habría ido él? El ayudante del sheriff volvió la cabeza para ver qué estaba mirando, pero tampoco vio nada y, tras encogerse ligeramente de hombros, se volvió hacia ______ y él también le guiñó un ojo. ______ estaba atónita. Aquella noche le habían guiñado los ojos más veces que en toda su vida. ¿Cómo debía tomarse aquellos guiños? ¿ Debía ignorarlos? ¿Se esperaba acaso que los devolviera? Las lecciones de buenas maneras de la tía Ardith no incluían el asunto de los guiños.
La reunión se disolvió entre bromas y risas, y algunos padres se quedaron un momento para estrecharle la mano a ______ y decirle que estaba haciendo un buen trabajo. Pasó media hora antes de que _______ pudiera recoger su abrigo y llegar a la puerta y, cuando por fin salió, el ayudante del sheriff la estaba esperando.
-La acompaño a su coche -dijo él con naturalidad-. Soy Clay Armstrong, el ayudante del sheriff.
-¿Cómo está? _______ Potter -contestó ella, tendiéndole la mano.
Él se la estrechó, y la manita de ______ desapareció en su manaza. Clay Armstrong llevaba el sombrero calado sobre el pelo castaño oscuro y rizado, pero a pesar de la sombra del ala, sus ojos azules brillaban. A ______ le cayó bien a primera vista. Era uno de esos hombres fuertes y tranquilos, firmes como una roca pero provistos de buen humor. El alboroto de la reunión lo había hecho reír a carcajadas.
-Todo el mundo en el pueblo la conoce. Aquí no vienen a vivir muchos forasteros, y menos una joven soltera del sur. El día que llegó, todo el condado oyó hablar de su acento. ¿No ha notado que las chicas de la escuela intentan imitar su acento?
-¿De veras? -preguntó ______ con sorpresa.
-Claro -Clay Armstrong aminoró el ritmo para ponerse a su paso mientras caminaban hacia el coche. El aire frío se echaba sobre ______ y le helaba las piernas, pero, en compensación, la noche era diáfana y cristalina, y mil estrellas titilaban en el cielo.
Llegaron al coche.
-¿Le importaría aclararme una cosa, señor Armstrong?
-Lo que quiera. Y llámame Clay.
-¿Por qué se ha enfadado tanto la señora Karr con el señor Baugh, y no con la señora Beecham? Fue la señora Beecham quien empezó todo.
-Cicely y Eli son primos hermanos. Los padres de Cicely murieron cuando ella era pequeña, y los padres de Eli la acogieron en su casa. Cicely y Eli son de la misma edad, así que crecieron juntos y se peleaban todo el tiempo como gatos salvajes. Todavía se pelean, supongo, pero algunas familias son así. A pesar de todo, están muy unidos.
Aquella clase de familia causaba perplejidad en _______, pero parecía cómodo y agradable poder pelearse con alguien y saber que aun así te quería.
-Entonces, ¿le pegó por reírse de ella?
-Y porque con él podía enfadarse. Con la señorita Beecham nadie se enfada. Fue maestra de todos los adultos de este condado, y todos seguimos teniéndole mucho respeto.
-Eso suena muy bonito -dijo ______ sonriendo-. Espero estar todavía aquí cuando tenga su edad.
-¿También piensa seguir armando líos en la junta escolar?
-Eso espero -repitió ella.
Él se inclinó para abrirle la puerta del coche.
-Yo también lo espero. Tenga cuidado al volver a casa.
Cuando ______ montó en el coche, Clay cerró la puerta, se tocó con los dedos el ala del sombrero y se alejó.
Era un hombre agradable. La mayoría de los vecinos de Ruth eran agradables. Se equivocaban con Nick Mackenzie, pero en el fondo no eran mala gente.
Nick... ¿Dónde se habría metido?
_______ confiaba en que Joe no decidiera dejar de dar clases por culpa de aquello. Aunque sabía que era absurdo hacerse ilusiones, estaba cada vez más convencida de que sería aceptado en la Academia y se sentía extraordinariamente orgullosa de que fuera en parte gracias a ella. La tía Ardith habría dicho que cuanto más alto se sube, más dura es la caída, pero ______ pensaba a menudo que uno nunca se caía si primero no intentaba levantarse.
☎ Jimena Horan ♥
Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
Me encaaaaaaaaaaaaanta la Rayis es amazing (? donde se metio Nick? hfgdhjfbcxs
Siguelaaaaaaaaaaa
Siguelaaaaaaaaaaa
WhoIam13
Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
Capítulo 4, Parte 4• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
En más de una ocasión había replicado a aquel refrán de la tía Ardith con uno de su propia cosecha: de nada, nada se hace. A la tía Ardith la sacaba de sus casillas que su arma favorita se volviera contra ella. _____ suspiró. Echaba muchísimo de menos a su sarcástica tía. Su provisión de dichos y refranes acabaría enmoheciéndose por falta de uso ahora que no podía medir su ingenio con el de ella.
Cuando entró en el caminito de su casa, estaba cansada, hambrienta y nerviosa, y temía que, en un alarde de nobleza, Joe quisiera dejar las clases para no causarle más problemas.
-Voy a seguir dándole clases -masculló en voz alta mientras salía del coche-, aunque tenga que perseguirlo a caballo.
-¿A quién vas a perseguir a caballo? -preguntó Nick con aspereza, y _______ dio tal respingo que se golpeó la rodilla con la puerta del coche.
-¿De dónde sales? -preguntó con idéntica exasperación-. Maldita sea, me has asustado.
-Creo que no lo bastante. He aparcado en el granero, donde no se vea el coche.
_______ observó absorta su rostro cincelado e impenetrable. La luz incolora de las estrellas velaba sus rasgos angulosos, pero a ella le bastaba con eso. Hasta ese momento no se había dado cuenta de las ganas que tenía de volver a verlo, de sentir su sobrecogedora presencia. La sangre corría tan aprisa por sus venas que ya ni siquiera notaba el frío. Aquello era posiblemente lo que significaba «arder de deseo». Resultaba emocionante y en cierto modo pavoroso, pero _____ llegó a la conclusión de que le gustaba.
-Vamos dentro -dijo él al ver que ella no se movía, y ______ echó a andar en silencio hacia la puerta trasera. La había dejado abierta para no tener que andar a tiendas con la llave en la oscuridad, y Nick frunció el ceño cuando giró el picaporte y abrió.
Entraron y _____ cerró y encendió la luz. Nick se quedó mirando el sedoso pelo castaño que se le había escapado del moño, y tuvo que cerrar los puños para no tocarla.
-No vuelvas a dejar la puerta abierta -le advirtió.
-No creo que vayan a robarme -replicó ella, y luego añadió con sinceridad-: No tengo nada que un ladrón que se precie quiera robar.
Nick se había jurado no tocarla. Sabía lo difícil que iba a resultarle cumplir su promesa, pero no hasta qué punto. Deseaba zarandearla hasta que entrara en razón, pero sabía que si la tocaba no podría dominarse. El dulce olor de ______ excitaba sus sentidos, atrayéndolo hacia ella; olía a una fragancia cálida y delicada, tan femenina que hacía que todo su cuerpo se tensara de deseo. Finalmente, sin embargo, logró apartarse de ella, consciente de que a ambos les convenía guardar las distancias.
-No me refería a un ladrón.
-¿No? -______ sopesó su pregunta y entonces se dio cuenta de lo que él había querido decir y de lo que ella había contestado. Se aclaró la garganta y se acercó al fogón, confiando en que Nick no se diera cuenta de que se había puesto colorada-. Si hago café, ¿te tomarás una taza o te irás hecho una furia en cuanto esté hecho, como el otro día?
Su ácido tono de reproche hizo gracia a Nick, que se preguntó cómo había podido pensar alguna vez que ______ era una mojigata. Su ropa podía estar pasada de moda, pero su carácter distaba mucho de ser apocado. ______ decía exactamente lo que pensaba y no vacilaba en increpar a quien fuera. Apenas una hora antes había dado la cara por él delante de todo el condado. Aquel recuerdo lo hizo serenarse.
-Me tomaré el café si insistes en hacerlo, pero preferiría que te sentaras y me escucharas.
_______ se dio la vuelta, se deslizó en una silla y juntó las manos remilgadamente sobre la mesa.
-Te escucho.
Nick apartó de la mesa otra silla y la puso de lado, frente a ella, antes de sentarse. ______ posó en él una mirada seria.
-Te he visto en el pasillo.
Él pareció contrariado.
-Maldita sea. ¿Me ha visto alguien más?
Le extrañaba que ella lo hubiera visto porque había sido muy cauteloso, y se le daba bien esconderse cuando no quería que lo vieran.
-Creo que no -______ hizo una pausa-. Lamento que hayan dicho esas cosas.
-No me preocupa lo que la buena gente de Ruth piense de mí -dijo él con dureza-. Puedo vérmelas con ellos, y Joe también. Nuestro sustento no depende de esa gente, pero el tuyo sí. No vuelvas a dar la cara por nosotros, a menos que no te guste mucho tu trabajo y estés intentando perderlo, porque eso es lo que vas a conseguir si sigues así.
-No voy a perder mi trabajo por darle clases a Joe.
-Puede que no. Puede que se muestren tolerantes con Joe ahora que les has echado en cara lo de la Academia, pero conmigo es distinto.
-Tampoco voy a perder mi trabajo por ser amable contigo. Tengo un contrato -explicó ella con serenidad-. Un contrato blindado. No es fácil conseguir un profesor en un sitio tan pequeño y aislado como Ruth, sobre todo en pleno invierno. Podría perder mi empleo si me consideraran incompetente, o si infringiera la ley, y desafió a cualquiera a que demuestre que no hago bien mi trabajo.
Nick se preguntó si eso significaba que no descartaba infringir la ley, pero no se lo preguntó. La luz de la cocina caía directamente sobre la cabeza de ______, envolviendo su pelo en un nimbo plateado cuyo brillo lo distraía a cada instante. Sabía que su pelo era castaño, pero era tan claro y ceniciento que no tenía reflejos rojizos, y cuando la luz le daba de lleno sus mechones parecían casi plateados. Era como un ángel, con sus suaves ojos azules, su piel traslúcida y su sedoso pelo, que se deslizaba desde el prieto moño para ensortijarse alrededor de su cara. Nick sintió un doloroso nudo en las entrañas. Deseaba tocarla. Deseaba sentirla desnuda bajo él. Deseaba hallarse dentro de ella, cabalgarla suavemente hasta que estuviera húmeda y tersa y le clavara las uñas en la espalda...
______ alargó el brazo y puso su fina mano sobre la de él, mucho más grande, y hasta aquella leve caricia avivó el deseo de Nick.
-Cuéntame qué pasó -le pidió _______ con suavidad-. ¿Por qué te mandaron a la cárcel? Sé que no hiciste nada.
Nick era un hombre duro tanto por carácter como por necesidad, pero la sencilla y candorosa fe de ______ lo conmovió profundamente. Él siempre había estado solo, aislado de los blancos por su sangre india y de los indios por su sangre blanca. Ni siquiera se había sentido próximo a sus padres, a pesar del cariño que se habían profesado. Sus padres, en realidad, nunca lo habían conocido; nunca habían penetrado en sus pensamientos íntimos. Tampoco se había sentido unido a su esposa, la madre de Joe. Se acostaba con ella y le tenía afecto, pero también a ella la había mantenido a distancia. Sólo con Joe se había resquebrajado su reserva, y era Joe quien mejor lo conocía en el mundo. Él y su hijo, a quien quería con ferocidad, formaban parte el uno del otro. Tan sólo el recuerdo de Joe lo había mantenido vivo durante sus años en prisión.
Le causaba un profundo desasosiego que aquella mujercita blanca tuviera el don de tocar fibras sensibles que creía completamente aisladas. No quería que se acercara a él en ningún sentido que pudiera perturbar sus emociones. Quería acostarse con ella, no que le importara, y se enfurecía cuando se daba cuenta de que ya le importaba. Aquello no le gustaba nada.
Se quedó mirando la mano frágil de ______, cuyo tacto era leve y delicado. Ella no rehuía tocarlo como si fuera algo sucio; pero tampoco lo manoseaba como hacían otras mujeres, vorazmente, deseosas de utilizarlo, de averiguar si el salvaje podría satisfacer sus ávidos y banales apetitos. Ella sólo había alargado la mano para tocarlo porque se preocupaba por él.
Observó cómo su mano giraba lentamente y envolvía la de ______. rodeando sus pálidos y finos dedos entre la palma curtida como si quisiera protegerlos.
Cαpítulσ 4, Pαяtє 5• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
-Fue hace nueve años -su voz sonó baja y áspera, y _____ tuvo que inclinarse hacia delante para escucharlo-. No, casi diez. Hará diez años en junio. Joe y yo acabábamos de mudarnos aquí. Yo estaba trabajando en el rancho Media Luna. Una chica del condado de al lado fue violada y asesinada. Encontraron su cuerpo en la linde más alejada del Media Luna. Fueron a buscarme para interrogarme, pero la verdad es que me lo esperaba desde el momento en que me enteré de lo de la chica. Era nuevo aquí, y además indio. Pero no había pruebas contra mí, así que tuvieron que soltarme. Tres semanas después, violaron a otra chica. Ésta era del rancho Rocking L, justo al oeste del pueblo. La apuñalaron, como a la otra, pero sobrevivió. Había visto al violador -se detuvo un momento y la expresión de sus ojos negros pareció cerrarse al recordar aquellos años ya lejanos-. Dijo que parecía indio. Era moreno, con el pelo negro, y alto. No hay muchos indios altos por aquí. Volvieron a detenerme antes siquiera de que me enterara de que habían violado a otra chica. Me pusieron en una fila con seis blancos con el pelo negro. La chica me identificó, y me acusaron. Joe y yo vivíamos en el Media Luna, pero por alguna razón nadie recordaba haberme visto en casa la noche que violaron a la chica, excepto Joe, y la palabra de un crío indio de seis años no valía nada.
A Mary se le encogió el corazón al pensar en lo que aquello tenía que haber supuesto para él y para Joe, que entonces era sólo un niño. ¡Cuánto habría sufrido Nick pensando en lo que podía ocurrirle a su hijo! Ella no sabía qué podía decir para aliviar una indignación que duraba ya diez años, y prefirió no decir nada; se limitó a apretarle la mano para que supiera que no estaba solo.
-Me juzgaron y me declararon culpable. Tuve suerte porque no pudieron relacionarme con la primera violación, la de la chica a la que mataron, o me habrían linchado. Pero en realidad todo el mundo pensaba que lo había hecho yo.
-Fuiste a prisión -a ______ le costaba creerlo, aunque sabía que era cierto-. ¿Qué pasó con Joe?
-El estado se hizo cargo de él. Yo sobreviví a la cárcel. No fue fácil. Allí, a los violadores se los considera caza legal. Tuve que convertirme en el mayor hijo de puta del mundo sólo para sobrevivir de noche en noche.
Mary había oído historias acerca de lo que sucedía en las cárceles, y su angustia se hizo más intensa. Nick había sido encerrado, alejado de las montañas y del sol, del aire fresco y limpio, y ella sabía que aquello había tenido que ser como enjaular a un animal salvaje. Nick era inocente, pero pese a todo le habían arrebatado la libertad y a su hijo, y lo habían arrojado en prisión entre la escoria de la humanidad. ¿Habría dormido bien una sola vez en todo el tiempo que había pasado en la cárcel, o sólo se adormecía, con los sentidos siempre alerta, listo para atacar?
______ tenía la garganta seca y tirante. Sólo logró musitar:
-¿Cuánto tiempo estuviste en prisión?
-Dos años -el rostro de Nick tenía una expresión dura; sus ojos parecían llenos de amenazas, pero ______ sabía que aquellas amenazas iban dirigidas hacia dentro, hacia sus amargos recuerdos, no hacia ella-. Luego consiguieron relacionar una serie de violaciones y asesinatos entre Casper y Cheyenne y atraparon al culpable. El tipo confesó, y hasta parecía orgulloso de sus hazañas, aunque estaba también un poco molesto porque no le hubieran concedido a él todo el mérito. Confesó las dos violaciones en esta zona, y dio detalles que sólo el violador podía conocer.
-¿Era indio?
Nick esbozó una sonrisa cruel.
-Italiano. Moreno de piel, con el pelo rizado.
-Entonces, ¿te soltaron?
-Sí. Mi nombre quedó limpio. Me dijeron que lo sentían y me dejaron libre. Había perdido a mi hijo, mi trabajo, todo lo que poseía. Averigüé dónde habían llevado a Joe y fui a buscarlo. Luego pasé una temporada trabajando en rodeos para ganar algún dinero, y tuve suerte. Me fue bastante bien. Gané lo suficiente para volver aquí con algo en el bolsillo. El dueño del Media Luna había muerto sin herederos y las tierras iban salir a subasta para pagar los impuestos. Me quedé sin un centavo, pero compré las tierras. Joe y yo nos establecimos aquí, y empecé a adiestrar caballos y a levantar el rancho.
-¿Por qué volviste? -_______ no lograba entenderlo. ¿Por qué regresar a un lugar donde lo habían tratado tan cruelmente?
-Porque estaba cansado de dar tumbos, sin tener nunca un sitio que pudiera llamar mío; cansado de que me miraran como a un indio vago y sucio; cansado de que mi hijo no tuviera un hogar. Y porque de ningún modo iba a dejarme vencer por esos bastardos.
El dolor de ______ se intensificó. Deseaba poder aliviar la ira y la amargura de Nick, atreverse a tomarlo en sus brazos para ofrecerle consuelo; deseaba que pudiera formar parte de la sociedad en lugar de ser una espina clavada en su costado.
-Bueno, no todos son hijos ilegítimos -dijo, y le pareció que la boca de Nick se torcía de pronto como si fuera a sonreír-, del mismo modo que no todos los indios son vagos y sucios. La gente es sólo gente, buena y mala.
-Tú necesitas alguien que te proteja -contestó él-. Con esa actitud de buenaza te vas a meter en un lío. Dale clases a Joe, haz lo que puedas por él, pero, por tu propio bien, mantente alejada de mí. Esa gente no cambió de opinión sobre mí porque me soltaran.
-Tú no has intentado hacerlos cambiar de opinión. Te has limitado a restregarles su culpa por las narices -señaló ella en tono ácido.
-¿Y qué quieres? ¿Que olvide lo que me hicieron? -preguntó él con la misma acritud-. ¿Que olvide que su justicia consistió en ponerme en una fila con seis blancos y decirle a la chica que señalara al indio? Pasé dos años en el infierno. Todavía no sé qué le pasó a Joe, pero cuando por fin lo recuperé pasó tres meses sin pronunciar palabra. ¿Olvidar eso? ¡Ni en sueños!
-Así que ellos no cambian de idea, tú no cambias de idea, y yo tampoco. Creo que estamos todos en tablas.
Nick la miró con rabia y de pronto pareció darse cuenta de que seguía dándole la mano. La soltó bruscamente y se levantó.
-Mira, no puedes ser amiga mía. No podemos ser amigos.
En más de una ocasión había replicado a aquel refrán de la tía Ardith con uno de su propia cosecha: de nada, nada se hace. A la tía Ardith la sacaba de sus casillas que su arma favorita se volviera contra ella. _____ suspiró. Echaba muchísimo de menos a su sarcástica tía. Su provisión de dichos y refranes acabaría enmoheciéndose por falta de uso ahora que no podía medir su ingenio con el de ella.
Cuando entró en el caminito de su casa, estaba cansada, hambrienta y nerviosa, y temía que, en un alarde de nobleza, Joe quisiera dejar las clases para no causarle más problemas.
-Voy a seguir dándole clases -masculló en voz alta mientras salía del coche-, aunque tenga que perseguirlo a caballo.
-¿A quién vas a perseguir a caballo? -preguntó Nick con aspereza, y _______ dio tal respingo que se golpeó la rodilla con la puerta del coche.
-¿De dónde sales? -preguntó con idéntica exasperación-. Maldita sea, me has asustado.
-Creo que no lo bastante. He aparcado en el granero, donde no se vea el coche.
_______ observó absorta su rostro cincelado e impenetrable. La luz incolora de las estrellas velaba sus rasgos angulosos, pero a ella le bastaba con eso. Hasta ese momento no se había dado cuenta de las ganas que tenía de volver a verlo, de sentir su sobrecogedora presencia. La sangre corría tan aprisa por sus venas que ya ni siquiera notaba el frío. Aquello era posiblemente lo que significaba «arder de deseo». Resultaba emocionante y en cierto modo pavoroso, pero _____ llegó a la conclusión de que le gustaba.
-Vamos dentro -dijo él al ver que ella no se movía, y ______ echó a andar en silencio hacia la puerta trasera. La había dejado abierta para no tener que andar a tiendas con la llave en la oscuridad, y Nick frunció el ceño cuando giró el picaporte y abrió.
Entraron y _____ cerró y encendió la luz. Nick se quedó mirando el sedoso pelo castaño que se le había escapado del moño, y tuvo que cerrar los puños para no tocarla.
-No vuelvas a dejar la puerta abierta -le advirtió.
-No creo que vayan a robarme -replicó ella, y luego añadió con sinceridad-: No tengo nada que un ladrón que se precie quiera robar.
Nick se había jurado no tocarla. Sabía lo difícil que iba a resultarle cumplir su promesa, pero no hasta qué punto. Deseaba zarandearla hasta que entrara en razón, pero sabía que si la tocaba no podría dominarse. El dulce olor de ______ excitaba sus sentidos, atrayéndolo hacia ella; olía a una fragancia cálida y delicada, tan femenina que hacía que todo su cuerpo se tensara de deseo. Finalmente, sin embargo, logró apartarse de ella, consciente de que a ambos les convenía guardar las distancias.
-No me refería a un ladrón.
-¿No? -______ sopesó su pregunta y entonces se dio cuenta de lo que él había querido decir y de lo que ella había contestado. Se aclaró la garganta y se acercó al fogón, confiando en que Nick no se diera cuenta de que se había puesto colorada-. Si hago café, ¿te tomarás una taza o te irás hecho una furia en cuanto esté hecho, como el otro día?
Su ácido tono de reproche hizo gracia a Nick, que se preguntó cómo había podido pensar alguna vez que ______ era una mojigata. Su ropa podía estar pasada de moda, pero su carácter distaba mucho de ser apocado. ______ decía exactamente lo que pensaba y no vacilaba en increpar a quien fuera. Apenas una hora antes había dado la cara por él delante de todo el condado. Aquel recuerdo lo hizo serenarse.
-Me tomaré el café si insistes en hacerlo, pero preferiría que te sentaras y me escucharas.
_______ se dio la vuelta, se deslizó en una silla y juntó las manos remilgadamente sobre la mesa.
-Te escucho.
Nick apartó de la mesa otra silla y la puso de lado, frente a ella, antes de sentarse. ______ posó en él una mirada seria.
-Te he visto en el pasillo.
Él pareció contrariado.
-Maldita sea. ¿Me ha visto alguien más?
Le extrañaba que ella lo hubiera visto porque había sido muy cauteloso, y se le daba bien esconderse cuando no quería que lo vieran.
-Creo que no -______ hizo una pausa-. Lamento que hayan dicho esas cosas.
-No me preocupa lo que la buena gente de Ruth piense de mí -dijo él con dureza-. Puedo vérmelas con ellos, y Joe también. Nuestro sustento no depende de esa gente, pero el tuyo sí. No vuelvas a dar la cara por nosotros, a menos que no te guste mucho tu trabajo y estés intentando perderlo, porque eso es lo que vas a conseguir si sigues así.
-No voy a perder mi trabajo por darle clases a Joe.
-Puede que no. Puede que se muestren tolerantes con Joe ahora que les has echado en cara lo de la Academia, pero conmigo es distinto.
-Tampoco voy a perder mi trabajo por ser amable contigo. Tengo un contrato -explicó ella con serenidad-. Un contrato blindado. No es fácil conseguir un profesor en un sitio tan pequeño y aislado como Ruth, sobre todo en pleno invierno. Podría perder mi empleo si me consideraran incompetente, o si infringiera la ley, y desafió a cualquiera a que demuestre que no hago bien mi trabajo.
Nick se preguntó si eso significaba que no descartaba infringir la ley, pero no se lo preguntó. La luz de la cocina caía directamente sobre la cabeza de ______, envolviendo su pelo en un nimbo plateado cuyo brillo lo distraía a cada instante. Sabía que su pelo era castaño, pero era tan claro y ceniciento que no tenía reflejos rojizos, y cuando la luz le daba de lleno sus mechones parecían casi plateados. Era como un ángel, con sus suaves ojos azules, su piel traslúcida y su sedoso pelo, que se deslizaba desde el prieto moño para ensortijarse alrededor de su cara. Nick sintió un doloroso nudo en las entrañas. Deseaba tocarla. Deseaba sentirla desnuda bajo él. Deseaba hallarse dentro de ella, cabalgarla suavemente hasta que estuviera húmeda y tersa y le clavara las uñas en la espalda...
______ alargó el brazo y puso su fina mano sobre la de él, mucho más grande, y hasta aquella leve caricia avivó el deseo de Nick.
-Cuéntame qué pasó -le pidió _______ con suavidad-. ¿Por qué te mandaron a la cárcel? Sé que no hiciste nada.
Nick era un hombre duro tanto por carácter como por necesidad, pero la sencilla y candorosa fe de ______ lo conmovió profundamente. Él siempre había estado solo, aislado de los blancos por su sangre india y de los indios por su sangre blanca. Ni siquiera se había sentido próximo a sus padres, a pesar del cariño que se habían profesado. Sus padres, en realidad, nunca lo habían conocido; nunca habían penetrado en sus pensamientos íntimos. Tampoco se había sentido unido a su esposa, la madre de Joe. Se acostaba con ella y le tenía afecto, pero también a ella la había mantenido a distancia. Sólo con Joe se había resquebrajado su reserva, y era Joe quien mejor lo conocía en el mundo. Él y su hijo, a quien quería con ferocidad, formaban parte el uno del otro. Tan sólo el recuerdo de Joe lo había mantenido vivo durante sus años en prisión.
Le causaba un profundo desasosiego que aquella mujercita blanca tuviera el don de tocar fibras sensibles que creía completamente aisladas. No quería que se acercara a él en ningún sentido que pudiera perturbar sus emociones. Quería acostarse con ella, no que le importara, y se enfurecía cuando se daba cuenta de que ya le importaba. Aquello no le gustaba nada.
Se quedó mirando la mano frágil de ______, cuyo tacto era leve y delicado. Ella no rehuía tocarlo como si fuera algo sucio; pero tampoco lo manoseaba como hacían otras mujeres, vorazmente, deseosas de utilizarlo, de averiguar si el salvaje podría satisfacer sus ávidos y banales apetitos. Ella sólo había alargado la mano para tocarlo porque se preocupaba por él.
Observó cómo su mano giraba lentamente y envolvía la de ______. rodeando sus pálidos y finos dedos entre la palma curtida como si quisiera protegerlos.
Cαpítulσ 4, Pαяtє 5• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
-Fue hace nueve años -su voz sonó baja y áspera, y _____ tuvo que inclinarse hacia delante para escucharlo-. No, casi diez. Hará diez años en junio. Joe y yo acabábamos de mudarnos aquí. Yo estaba trabajando en el rancho Media Luna. Una chica del condado de al lado fue violada y asesinada. Encontraron su cuerpo en la linde más alejada del Media Luna. Fueron a buscarme para interrogarme, pero la verdad es que me lo esperaba desde el momento en que me enteré de lo de la chica. Era nuevo aquí, y además indio. Pero no había pruebas contra mí, así que tuvieron que soltarme. Tres semanas después, violaron a otra chica. Ésta era del rancho Rocking L, justo al oeste del pueblo. La apuñalaron, como a la otra, pero sobrevivió. Había visto al violador -se detuvo un momento y la expresión de sus ojos negros pareció cerrarse al recordar aquellos años ya lejanos-. Dijo que parecía indio. Era moreno, con el pelo negro, y alto. No hay muchos indios altos por aquí. Volvieron a detenerme antes siquiera de que me enterara de que habían violado a otra chica. Me pusieron en una fila con seis blancos con el pelo negro. La chica me identificó, y me acusaron. Joe y yo vivíamos en el Media Luna, pero por alguna razón nadie recordaba haberme visto en casa la noche que violaron a la chica, excepto Joe, y la palabra de un crío indio de seis años no valía nada.
A Mary se le encogió el corazón al pensar en lo que aquello tenía que haber supuesto para él y para Joe, que entonces era sólo un niño. ¡Cuánto habría sufrido Nick pensando en lo que podía ocurrirle a su hijo! Ella no sabía qué podía decir para aliviar una indignación que duraba ya diez años, y prefirió no decir nada; se limitó a apretarle la mano para que supiera que no estaba solo.
-Me juzgaron y me declararon culpable. Tuve suerte porque no pudieron relacionarme con la primera violación, la de la chica a la que mataron, o me habrían linchado. Pero en realidad todo el mundo pensaba que lo había hecho yo.
-Fuiste a prisión -a ______ le costaba creerlo, aunque sabía que era cierto-. ¿Qué pasó con Joe?
-El estado se hizo cargo de él. Yo sobreviví a la cárcel. No fue fácil. Allí, a los violadores se los considera caza legal. Tuve que convertirme en el mayor hijo de puta del mundo sólo para sobrevivir de noche en noche.
Mary había oído historias acerca de lo que sucedía en las cárceles, y su angustia se hizo más intensa. Nick había sido encerrado, alejado de las montañas y del sol, del aire fresco y limpio, y ella sabía que aquello había tenido que ser como enjaular a un animal salvaje. Nick era inocente, pero pese a todo le habían arrebatado la libertad y a su hijo, y lo habían arrojado en prisión entre la escoria de la humanidad. ¿Habría dormido bien una sola vez en todo el tiempo que había pasado en la cárcel, o sólo se adormecía, con los sentidos siempre alerta, listo para atacar?
______ tenía la garganta seca y tirante. Sólo logró musitar:
-¿Cuánto tiempo estuviste en prisión?
-Dos años -el rostro de Nick tenía una expresión dura; sus ojos parecían llenos de amenazas, pero ______ sabía que aquellas amenazas iban dirigidas hacia dentro, hacia sus amargos recuerdos, no hacia ella-. Luego consiguieron relacionar una serie de violaciones y asesinatos entre Casper y Cheyenne y atraparon al culpable. El tipo confesó, y hasta parecía orgulloso de sus hazañas, aunque estaba también un poco molesto porque no le hubieran concedido a él todo el mérito. Confesó las dos violaciones en esta zona, y dio detalles que sólo el violador podía conocer.
-¿Era indio?
Nick esbozó una sonrisa cruel.
-Italiano. Moreno de piel, con el pelo rizado.
-Entonces, ¿te soltaron?
-Sí. Mi nombre quedó limpio. Me dijeron que lo sentían y me dejaron libre. Había perdido a mi hijo, mi trabajo, todo lo que poseía. Averigüé dónde habían llevado a Joe y fui a buscarlo. Luego pasé una temporada trabajando en rodeos para ganar algún dinero, y tuve suerte. Me fue bastante bien. Gané lo suficiente para volver aquí con algo en el bolsillo. El dueño del Media Luna había muerto sin herederos y las tierras iban salir a subasta para pagar los impuestos. Me quedé sin un centavo, pero compré las tierras. Joe y yo nos establecimos aquí, y empecé a adiestrar caballos y a levantar el rancho.
-¿Por qué volviste? -_______ no lograba entenderlo. ¿Por qué regresar a un lugar donde lo habían tratado tan cruelmente?
-Porque estaba cansado de dar tumbos, sin tener nunca un sitio que pudiera llamar mío; cansado de que me miraran como a un indio vago y sucio; cansado de que mi hijo no tuviera un hogar. Y porque de ningún modo iba a dejarme vencer por esos bastardos.
El dolor de ______ se intensificó. Deseaba poder aliviar la ira y la amargura de Nick, atreverse a tomarlo en sus brazos para ofrecerle consuelo; deseaba que pudiera formar parte de la sociedad en lugar de ser una espina clavada en su costado.
-Bueno, no todos son hijos ilegítimos -dijo, y le pareció que la boca de Nick se torcía de pronto como si fuera a sonreír-, del mismo modo que no todos los indios son vagos y sucios. La gente es sólo gente, buena y mala.
-Tú necesitas alguien que te proteja -contestó él-. Con esa actitud de buenaza te vas a meter en un lío. Dale clases a Joe, haz lo que puedas por él, pero, por tu propio bien, mantente alejada de mí. Esa gente no cambió de opinión sobre mí porque me soltaran.
-Tú no has intentado hacerlos cambiar de opinión. Te has limitado a restregarles su culpa por las narices -señaló ella en tono ácido.
-¿Y qué quieres? ¿Que olvide lo que me hicieron? -preguntó él con la misma acritud-. ¿Que olvide que su justicia consistió en ponerme en una fila con seis blancos y decirle a la chica que señalara al indio? Pasé dos años en el infierno. Todavía no sé qué le pasó a Joe, pero cuando por fin lo recuperé pasó tres meses sin pronunciar palabra. ¿Olvidar eso? ¡Ni en sueños!
-Así que ellos no cambian de idea, tú no cambias de idea, y yo tampoco. Creo que estamos todos en tablas.
Nick la miró con rabia y de pronto pareció darse cuenta de que seguía dándole la mano. La soltó bruscamente y se levantó.
-Mira, no puedes ser amiga mía. No podemos ser amigos.
☎ Jimena Horan ♥
Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
awww pobre de Nick :(
Que malos fueron con el y Joe :(
Yo quiero que la rayiz lo ayude :)
Siguela!!!!
Que malos fueron con el y Joe :(
Yo quiero que la rayiz lo ayude :)
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
Siguela porfaaaaaaaaaaaaaaaaaa, un caaaaaaaaaaaaaaap maaaaaaas solo uno porfaaaaaaaaaaa, la nove está geniaaal, pobre Nick me da tanta pena el y Joe, maldita sociedad :'c
WhoIam13
Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
Maraton 1/4
Cαpítulσ 4, Pαяtє 6• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
______ se sintió helada y desvalida, con la mano vacía. Alzó la mirada hacia él y juntó las manos sobre el regazo.
-¿Por qué? Naturalmente, si no te gusto... -su voz se apagó, y bajó la cabeza para examinarse las manos como si nunca antes las hubiera visto.
¿No gustarle? Nick no podía dormir, tenía los nervios a flor de piel, se excitaba con sólo recordarla y pensaba en ella a todas horas. Se sentía físicamente tan frustrado que tenía la sensación de que iba a volverse loco, pero ni siquiera podía desfogarse con Julie Oakes o con cualquier otra mujer porque no lograba quitarse de la cabeza aquel pelo castaño, fino como el de un bebé, aquellos ojos azul pizarra y aquella piel traslúcida como pétalos de rosa. Luchaba a brazo partido por mantenerse alejado de ella, y sólo la certeza de que la buena gente de Ruth se volvería contra ella si la convertía en su mujer le impedía estrecharla entre sus brazos. A pesar de sus tercos principios, _____ no estaba preparada para afrontar el dolor y las dificultades que encontraría a su paso si eso llegaba a ocurrir.
Su frustración se desbordó de pronto, y se sintió lleno de ira por tener que alejarse de la única mujer a la que deseaba con locura. Sin darse cuenta de lo que hacía, alargó los brazos, asió a _____ por las muñecas y la hizo levantarse de un tirón.
-¡Maldita sea, entérate de una vez, no podemos ser amigos! ¿Quieres saber por qué? Porque no puedo estar a tu lado sin pensar en arrancarte la ropa y hacerte mía, allí donde estemos. ¡Demonios, ni siquiera sé si me pararía a desnudarte! Quiero tocar tus pechos, meterme tus pezones en la boca. Quiero que me rodees la cintura con las piernas, que pongas los tobillos sobre mis hombros, o que te pongas como quieras con tal de poder estar dentro de ti -la apretaba con tanta fuerza que su cálido aliento rozaba las mejillas de ______ mientras desgranaba sobre ella en voz baja aquellas ásperas palabras-. Por eso, cariño, es imposible que seamos amigos.
______ sintió que las palabras de Nick comenzaban a desperezar sus sentidos y se estremeció. A pesar de que estaban llenas de ira, aquellas palabras dejaban claro que Nick sentía lo mismo que ella, y al mismo tiempo describían actos que ella sólo a medias podía imaginar. Era demasiado inexperta y espontánea como para ocultarle sus emociones, de modo que ni siquiera lo intentó. Sus ojos estaban llenos de un doloroso deseo. -Nick. .
Bastó con que dijera su nombre de aquel modo, con una leve inflexión de anhelo, para que él le apretara las muñecas con más fuerza.
-¡No!
-Yo... te deseo.
Aquella confesión, formulada en un trémulo susurro, dejaba a ______ completamente a su merced, y Nick lo sabía. De pronto empezó a maldecir para sus adentros. ¿Acaso no tenía aquella mujer ni pizca de sentido común? ¿No sabía lo que suponía para un hombre que la mujer a la que deseaba se le ofreciera de aquel modo, sin condiciones ni reticencias? Nick sentía que su cordura pendía de un hilo, pero se aferró a ella con determinación, consciente de que ______ no sabía lo que decía. Ella era virgen. Había recibido una educación estricta y anticuada, y tenía únicamente una vaga idea de lo que le estaba proponiendo.
-No digas eso -murmuró finalmente-.Ya te dicho que...
-Lo sé -lo interrumpió ella-. Soy demasiado inexperta para resultar interesante, y tú... tú no quieres que te usen como conejillo de indias. No lo he olvidado -______ rara vez lloraba, pero en ese instante sentía la humedad salobre de las lágrimas quemándole los ojos.
Nick se ablandó al ver su expresión angustiada.
-Te mentí. ¡Dios, cómo te mentí!
De pronto perdió las riendas. Tenía que abrazarla, sentirla en sus brazos aunque fuera sólo un momento, saborear de nuevo su boca. Le alzó las muñecas y le hizo rodearle el cuello con las manos; luego inclinó la cabeza y la estrechó entre sus brazos, apretándola contra sí. Besó su boca, y la avidez con que respondió _______ inflamó aún más su deseo. Ella ya sabía qué debía hacer; abrió los labios y comenzó a acariciar con la lengua suavemente, con dulzura, la lengua de Nick. Eso se lo había enseñado él, lo mismo que le había enseñado a derretirse contra su cuerpo, y aquella certeza volvía a Nick casi tan loco corno el suave contacto de los pechos de _____ contra su torso.
Ella se sumergió en el éxtasis puro de hallarse de nuevo entre sus brazos, y las lágrimas que había estado conteniendo se deslizaron por sus pestañas. Aquello era demasiado doloroso, demasiado bello para ser simple lujuria. Si era amor, no sabía si podría soportarlo.
La boca de Nick, ávida y dura, le arrebataba largos y profundos besos que la hacían aferrarse a él, aturdida y ciega. La mano de Nick se movió con firmeza por su costado y se cerró sobre uno de sus pechos, y _____ sólo consiguió dejar escapar un quejido de placer, bajo y gutural. Los pezones le palpitaban, ardientes, y las caricias de Nick, que aplacaban su ansia y al mismo tiempo la avivaban, hacían que quisiera más y más. Deseaba que todo fuera como él se lo había descrito, ansiaba sentir su boca en los pechos y se retorcía febrilmente contra él. Se sentía vacía y necesitaba que él la colmara. Necesitaba que la hiciera suya.
Él levantó la cabeza bruscamente y le apretó la cara contra su hombro.
-Tengo que parar. Ahora mismo -dijo con voz ronca. Estaba tan excitado como un adolescente en el asiento trasero del coche de papá, y temblaba.
Mary sopesó un momento las advertencias de la tía Ardith y, al poner en el otro platillo de la balanza lo que sentía, llegó a la conclusión de que estaba enamorada de Nick; aquella mezcla de gozo y tormento no podía ser otra cosa.
-Yo no quiero parar- dijo con voz trémula-. Quiero que me ames.
-No. Soy indio, _______. Tú eres blanca. La gente del pueblo te hará la vida imposible. Lo de esta noche no ha sido más que una muestra de lo que tendrías que soportar.
-¡Estoy dispuesta a arriesgarme! -gritó ella con desesperación.
-Yo no. Yo puedo aguantarlo, pero tú... tú dependes de tus principios, cariño. Y no puedo ofrecerte nada a cambio.
Si hubiera creído que había alguna posibilidad de vivir allí en paz, Nick habría asumido el riesgo, pero sabía que, tal y como estaban las cosas, aquello era imposible. Aparte de Joe, _____ era la única persona en el mundo a la que deseaba proteger, y apartarse de ella le parecía lo más duro que había tenido que hacer en toda su vida.
_______ apartó la cabeza de su hombro, dejando al descubierto sus mejillas mojadas.
-Sólo te quiero a ti.
-Pero yo soy lo único que no puedes tener. Ellos te harían pedazos -Nick bajó suavemente los brazos y se volvió para marcharse.
_______ intentó contener las lágrimas, y su voz sonó baja y crispada.
-Me arriesgaré.
Nick se detuvo con la mano en el pomo de la puerta.
-Yo no.
________ lo vio marcharse nuevamente, y esta vez le resultó mucho más duro que la primera.
Cαpítulσ 5, Pαяtє 1• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
2/4
Joe estaba extrañamente distraído; era, por lo general, un alumno muy atento, que se aplicaba a la materia que estuviera estudiando con concentración casi extraordinaria, pero esa noche parecía tener otras cosas en la cabeza. Había aceptado sin decir palabra el traslado de las clases a la escuela y ni siquiera mostraba indicios de haberse enterado del asunto que se había tratado en la reunión de la junta escolar y que había dado lugar a aquel cambio. Como estaban a principios de mayo y el día había sido desacostumbradamente cálido, ______ atribuyó a medias su desasosiego a la fiebre primaveral. El invierno había sido muy largo, y ella también se sentía inquieta.
Por fin cerró el libro que tenía delante de ella.
-¿Por qué no nos vamos pronto a casa? -sugirió-. No estamos avanzando gran cosa.
Joe cerró su libro y se pasó los dedos por el denso pelo negro, tan parecido al de su padre. ______ tuvo que apartar la mirada.
-Lo siento -dijo él tras una larga exhalación.
Era propio de él no dar explicaciones. Rara vez sentía la necesidad de justificarse. Durante las semanas que llevaban dando clases, sin embargo, _______ y él habían mantenido entre lección y lección largas conversaciones íntimas, y ella nunca vacilaba cuando tenía la impresión de que alguno de sus alumnos se hallaba en dificultades. Si lo que le causaba aquel desasosiego era la fiebre primaveral, quería que Joe se lo dijera.
-¿Te preocupa algo?
Él le lanzó una sonrisa irónica; una sonrisa demasiado adulta para un chico de dieciséis años.
-Podría decirse así.
-Ah.
______ creyó adivinar por su sonrisa la causa de la inquietud de Joe, y se sintió más tranquila. Era, en efecto, más o menos, fiebre primaveral. Como solía decirle la tía Ardith: «Cuando a un jovencito le sube la calentura, las chicas deben andarse con cuidado. Dios mío, parecen volverse locos». Estaba claro que a Joe le estaba subiendo la calentura. _______ se preguntaba si las mujeres también tenían calentura.
Joe recogió su bolígrafo, estuvo jugando un momento con él y luego lo dejó a un lado como si de pronto hubiera decidido añadir algo más.
-Pam Hearst me ha pedido que la lleve al cine.
-¿Pam? -aquello era toda una sorpresa, y también una posible fuente de problemas. Ralph Hearst era uno de los vecinos del pueblo que con mayor vehemencia se oponían a los Mackenzie.
Joe entornó sus ojos azul hielo y la miró.
-Pam es la chica de la que te hablé.
Así que era Pam Hearst. Pam era bonita y brillante, y su cuerpo joven y esbelto tenía unas curvas capaces de alterar las hormonas de cualquier muchacho. ______ se preguntaba si su padre sabía que estaba coqueteando con Joe y si ésa sería una de las razones de su hostilidad.
-¿Vas a aceptar?
-No -dijo él con firmeza, y ______ se sorprendió.
-¿Por qué?
-En Ruth no hay cine.
-¿Y?
-Pues que ése es precisamente el problema. Tendríamos que ir a otro pueblo. No creo que nos viera nadie que conozcamos. Ella quiere que la lleve después de clase, cuando sea de noche -se recostó en la silla y enlazó las manos detrás de la cabeza-. Le daba vergüenza que fuéramos a bailar, pero no le importa escaparse conmigo, a ver qué pasa. Puede incluso que piense que, aunque nos vieran, como es posible que yo vaya a la Academia, tal vez no se meta en muchos líos. A la gente parece impresionarla mucho lo de la Academia -dijo con ironía-. Supongo que la cosa cambia cuando el indio lleva uniforme.
_______ pensó de pronto que el anuncio que había hecho impulsivamente en la junta escolar tal vez no fuera, tan buena idea.
-¿Preferirías que no hubiera dicho nada?
-Tenías que decirlo, tal y como estaban las cosas -contestó él, y ________ comprendió que estaba al corriente de lo que se había tratado en la reunión-. Ahora tengo más presión para entrar en la Academia, porque, si no entro, todos dirán que el indio la ha *******, pero eso no está mal. Si me obliga a esforzarme más, estaré mucho más cerca de conseguirlo.
________ no creía que Joe necesitara más alicientes; deseaba tanto entrar en la Academia que llevaba aquel deseo grabado a fuego en el alma. Desvió de nuevo la conversación hacia Pam.
-¿Te molesta que te lo haya pedido ahora?
-Me pone furioso. Y me puso todavía más furioso tener que decirle que no, porque te aseguro que me encantaría ponerle las manos encima -se detuvo bruscamente y le lanzó a ________ una de aquellas miradas demasiado maduras al tiempo que una leve sonrisa tensaba sus labios-. Lo siento. No quería entrar en detalles. Digamos que me siento atraído físicamente por ella, pero nada más, y ahora no puedo permitirme tontear con esas cosas. Pam es una buena chica, pero no figura en mis planes.
_______ entendía lo que quería decir. Ninguna mujer figuraba en los planes de Joe a largo plazo, o quizá nunca, excepto para procurarle desahogo físico. Joe era un chico solitario, igual que Nick, y estaba, además, tan poseído por la obsesión de volar que una parte de él había desaparecido ya. Pam Hearst se casaría con algún chico del pueblo, se establecería en Ruth o en los alre-dedores, y criaría a su familia en el mismo sereno escenario en el que ella había crecido. La fugaz atención que Joe Mackenzíe podía concederle antes de marcharse no estaba hecha para ella.
-¿Sabes de quién partió el rumor? -preguntó Joe con mirada dura. No le gustaba la idea de que hicieran daño a aquella mujer.
-No, ni me he molestado en averiguarlo. Pudo ser cualquiera que pasara por mi casa y viera tu camioneta. Pero, de todos modos, la gente parece haberlo olvidado ya, excepto... -se detuvo con expresión preocupada.
-¿Excepto quién? -insistió Joe.
-No pretendo decir que fuera ella quién difundió el rumor -se apresuró a decir ________-. Es sólo que no me siento a gusto con ella. No le caigo bien y no sé por qué. Tal vez sea así con todo el mundo. Dottie Lancaster es...
-¡Dottie Lancasteri Joe soltó una risa áspera-. Sí, no es mala idea. Pudo ser ella quien difundió el rumor. Ha tenido una vida dura, y en cierto modo me da pena, pero cuando iba a su clase me las hizo pasar moradas.
-¿Una vida dura? ¿Por qué?
-Su marido era camionero y se mató hace muchos años, cuando su hijo era sólo un bebé. Estaba haciendo una ruta por Colorado, y por culpa de un conductor borracho se salió de la carretera y cayó por un acantilado. El conductor era un indio. Ella nunca lo superó y supongo que culpa a todos los indios por lo que pasó.
-Pero eso es irracional.
Joe se encogió de hombros como si quisiera decir que había muchas cosas que eran irracionales.
-El caso es que se quedó sola con el niño y lo pasó muy mal. No tenía mucho dinero. Empezó a dar clases, pero tenía que pagar a alguien para que cuidara de su hijo, y, cuando tuvo edad para ir al colegio, el niño necesitó educación especial, lo cual exigía todavía más dinero.
-No sabía que Dottie tuviera hijos -dijo ______ sorprendida.
-Sólo Robert... Bueno, Bobby. Tiene unos veintitrés o veinticuatro años, creo. Vive todavía con la señora Lancaster, pero no sale mucho.
-¿Qué le pasa? ¿Tiene síndrome de Down, o alguna dificultad de aprendizaje?
-No es retrasado. Es sólo diferente. Le gusta la gente, pero no en grupo. Cuando hay mucha gente se pone nervioso, así que está casi siempre solo. Lee mucho y escucha música. Pero un verano le dieron trabajo en el almacén de materiales de construcción, y el señor Watkins le dijo que llenara una carretilla de arena. En vez de llevar la carretilla al montón de arena y echar la arena con una pala, Bobby llenaba la pala de arena y la llevaba hasta la carretilla. Hace cosas así.
Tenía problemas para vestirse porque primero se ponía los zapatos y luego no podía ponerse los pantalones.
_______ había visto a personas como Bobby, a las que les costaba solucionar problemas cotidianos. Era una dificultad de aprendizaje, y hacía falta mucha paciencia y formación específica para enfrentarse a ello. De pronto sentía lástima por él, y por Dottie, que no había podido tener una vida feliz.
Joe apartó la silla y se levantó, estirando sus músculos agarrotados.
-¿Tú montas a caballo? -preguntó de improviso.
-No, nunca me he subido en un caballo -_______ se echó a reír-. ¿Crees que me expulsarán de Wyoming por eso?
Joe se puso serio.
3/4 Cαpítulσ 5, Pαяtє 2• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
-Podría ser. ¿Por qué no subes a la montaña algún sábado y te doy unas clases? En el instituto darán pronto las vacaciones de verano, y tendrás mucho tiempo para practicar.
Joe no podía saber lo tentadora que le resultaba a _____ aquella idea, no sólo por aprender a montar a caballo, sino por volver a ver a Nick. El problema era que le haría tanto daño verlo como no verlo, porque él seguía estando fuera de su alcance.
-Me lo pensaré -prometió, aunque dudaba de que alguna vez le tomara la palabra.
Joe no insistió, pero no pensaba dejarlo así. De un modo u otro tenía que conseguir que _____ subiese a la montaña. Tenía la impresión de que su padre estaba a punto de perder los estribos. Pasear a _____ delante de sus narices sería como poner una yegua en celo delante de un semental. Su linda y sarcástica maestrita tendría suerte si su padre no se abalanzaba sobre ella antes siquiera de que dijera «hola». Joe tuvo que disimular una sonrisa. Nunca había visto a Nick tan impresionado por una mujer como por ______ Elizabeth Potter. Estaba tan colado por ella que era más peligroso que un puma herido.
Joe se puso a tararear para sus adentros unos compases de Casamentero.
El viernes siguiente por la tarde, cuando _____ llegó a casa, había en el buzón una carta del senador Allard, y al abrirla le temblaron los dedos. Si eran malas noticias para Joe, si el senador Allard declinaba recomendar su ingreso en la Academia, no sabía qué iba a hacer. El senador Allard no era su único recurso, pero parecía el más receptivo, y su rechazo resultaría sumamente desalentador.
La carta del senador era breve; le daba las gracias por sus esfuerzos y la informaba de que había resuelto recomendar el ingreso de Joe en la Academia para el curso siguiente a la graduación del muchacho en el instituto. A partir de ahí, sólo dependería de Joe superar las rigurosas pruebas físicas y académicas.
Dentro del sobre había también una carta de felicitación dirigida a Joe.
_____ se llevó las cartas al pecho y sintió que se le saltaban las lágrimas. ¡Lo habían conseguido, y no había sido tan difícil! Se había mentalizado para escribir a todos los congresistas una vez por semana hasta que le dieran a Joe una oportunidad, pero no había hecho falta. Había bastado con las notas de Joe.
Una noticia tan excelente no podía esperar, de modo que volvió a montarse en el coche y enfiló la carretera de la montaña Mackenzie. En aquella época del año, el trayecto era muy distinto; la nieve se había fundido, y junto a la carretera brotaban las flores silvestres. Después del crudo frío invernal, el sol de la primavera era como una bendición sobre su piel, a pesar de que no hacía ni mucho menos tanto calor como en Savannah. Estaba tan emocionada que ni siquiera reparó en el desnivel que bordeaba la sinuosa carretera. Se fijó, en cambio, en la salvaje magnificencia de las montañas, que se elevaban, majestuosas, hacia el cielo azul profundo. Respiró hondo y pensó que la prima
vera compensaba los rigores del invierno. Era como un hogar, un nuevo hogar, un lugar amado y familiar.
Las ruedas levantaron una nube de gravilla cuando se detuvo junto a la puerta de la cocina de la casa de un solo piso, y antes de que el coche dejara de oscilar sobre sus amortiguadores, subió de un salto los escalones y se puso a aporrear la puerta.
-¡Nick! ¡Joe! -sabía que estaba gritando como una loca, pero se sentía tan feliz que no le importaba. En algunas situaciones, había que gritar.
-¡_______!
Se giró al oír la voz de Nick tras ella. Él había salido del granero a todo correr. Su cuerpo poderoso avanzaba con fluidez. ______ dejó escapar un grito de júbilo, bajó los escalones de un salto y echó a correr por el camino de grava con la falda levantada.
-¡Lo ha conseguido! -gritaba, agitando las cartas-. ¡Lo ha conseguido!
Nick se paró en seco y observó cómo avanzaba _____ dando brincos hacia él, con la falda volando sobre los muslos. Apenas había tenido tiempo de com-prender que no pasaba nada malo, que ______ estaba riendo, cuando, a tres pasos de distancia de él, ella se lanzó al aire. Nick la agarró al vuelo, la rodeó con sus fornidos brazos y la sujetó contra su pecho.
-¡Lo ha conseguido! -gritó ella de nuevo, y le echó los brazos al cuello.
Nick, que sólo podía pensar en una cosa, notó que la boca se le quedaba seca.
-¿Lo ha conseguido?
_______ agitó las cartas ante su cara.
-¡Lo ha conseguido! El senador Allard... la carta estaba en mi buzón... no podía esperar... ¿Dónde está Joe? -sabía que hablaba casi con incoherencia e hizo un esfuerzo por recuperar la compostura, pero no podía parar de reír.
-Está en el pueblo. Ha ido a recoger unos tablones para el cercado. Maldita sea, ¿estás segura de que eso es lo que dice? Todavía le queda un año de instituto...
-Menos, al paso que va. Pero de todos modos tiene que tener diecisiete años cumplidos. El senador lo ha recomendado para el curso que empieza después de su graduación. ¡Dentro de menos de un año y medio!
Una fiera expresión de orgullo, heredada de sus antepasados comanches y celtas, inundó el rostro de Nick. En sus ojos brillaba un fuego oscuro. Exultante, agarró a _______ por debajo de los brazos, la levantó y comenzó a dar vueltas con ella. ______ echó la cabeza hacia atrás, riendo a carcajadas, y de pronto Nick sintió que todo su cuerpo se tensaba de deseo. Era un deseo poderoso como un golpe en las tripas; un deseo que le cortaba la respiración.
La risa de _____ era fresca como la primavera. Nick, que sentía su cuerpo cálido y suave entre los brazos, deseó de pronto quitarle el recatado vestido que llevaba puesto.
Su rostro fue adquiriendo paulatinamente una expresión más dura y más salvaje. Bajó a ______ despacio, mientras ella seguía riendo, agarrada a sus hombros, y se detuvo cuando tuvo sus pechos a la altura de la cara. La atrajo hacia sí y hundió la cara entre sus senos, y la risa se apagó en la garganta de ______. Entonces le rodeó con un brazo las nalgas y con el otro le enlazó la es-palda, y su boca ardiente buscó el pezón de uno de sus pechos. Al encontrarlo, cerró la boca sobre él a través de la tela del vestido y el sujetador.
Aquella caricia despertó en _______ un placer tan exquisito que dejó escapar un gemido y arqueó la espalda, comprimiéndose contra él. Aquello no le bas-taba. Metió los dedos entre el pelo de Nick y le apretó la cabeza contra sus pechos. Pero seguía sin ser suficiente. Deseaba a Nick con repentina y fiera desesperación. Las capas de ropa que separaban sus cuerpos la sacaban de quicio, y empezó a frotarse contra él al tiempo que leves quejidos escapaban de su garganta.
-Por favor -suplicó-. Nick...
Él levantó la cabeza con una salvaje mirada de deseo. Respiraba trabajosamente y la sangre le palpitaba en las venas.
-¿Quieres más? -preguntó guturalmente, incapaz de mantener un tono normal.
Ella se restregó de nuevo contra él, clavándole las uñas con desesperación.
-Sí.
Nick dejó que se deslizara despacio por su cuerpo, frotándola deliberadamente contra el duro abultamiento de sus vaqueros, y los dos se estremecieron. Ya no recordaba las razones que se había dado a sí mismo para no acostarse con ella; no pensaba ya en nada, salvo en el deseo de hacerla suya. ¡Y al diablo con lo que pensaran los demás!
Miró a su alrededor, calculando a qué distancia estaban de la casa y del granero. El granero estaba más cerca. La agarró por la cintura con una mano y echó a andar con paso firme hacia las grandes puertas que dejaban entrever el interior en penumbra.
_______ lo siguió a rastras, casi sin aliento. Estaba aturdida por la repentina interrupción del placer, y confusa por el comportamiento de Nick. Quería preguntarle qué iba a hacer, pero no tenía suficiente oxígeno en los pulmones para formular la pregunta. Entonces llegaron al granero, y al entrar se sintió inundada por la percepción de la luz tenue, del calor animal y del terrenal olor a tierra, a caballos, a cuero y a heno. Oyó suaves relinchos y el golpeteo amortiguado de los cascos sobre la paja. Nick la condujo a una caballeriza vacía y tiró de ella hacia el heno fresco. ______ se tendió de espaldas, y Nick se tumbó sobre ella, hundiéndola más entre la paja.
4/4 Cαpítulσ 5, Pαяtє 3• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
-Bésame -musitó ella, y alargó las manos para hundir los dedos entre el pelo largo de Nick.
-Voy a besarte por todas partes antes de que esto acabe -masculló él, y bajó la cabeza.
La boca de ______ se abrió bajo la presión de la suya, y su lengua penetró en ella profundamente. _____reconoció de manera instintiva el ritmo de sus caricias y respondió con avidez. Nick pesaba mucho, pero le parecía tan natural soportar su peso que incluso disfrutaba con la presión de su cuerpo. Rodeó con los brazos sus hombros musculosos y lo apretó con fuerza; quería estar tan cerca de él como fuera posible, y empezó a mover las caderas levemente, con un movimiento ondulante, ajustándose a la presión del sexo de Nick. Aquel lento balanceo provocó en Nick una repentina aceleración sanguínea. Pensando que iba a estallarle la cabeza, dejó escapar un sonido bajo y buscó a tiendas la cremallera del vestido de _______. Tenía la sensación de que se moriría si no sentía el tacto de su piel tersa, si no hundía dentro de ella su carne palpitante.
Un delicado rubor cubrió las mejillas de ______. Todo aquello era sobrecogedoramente nuevo para ella, pero era también tan delicioso que ni siquiera se le ocurrió proferir una queja. No quería protestar. Deseaba a Nick. Con él se sentía mujer, cálida y sexual, y era intensamente consciente de que se estaba ofreciendo al hombre que amaba. Quería estar desnuda para él, y lo ayudó a desvestirla sacando los brazos de las mangas mientras Nick le tiraba de los hombros del vestido y se lo bajaba hasta la cintura. En un arrebato de atrevimiento, se había comprado un sujetador que se abrochaba por delante con un solo corchete, y cuando Nick bajó la mirada hacia sus pechos, apenas cubiertos por la fina tela de color suave, se alegró de haberlo hecho. Nick desabrochó hábilmente el corchete con una mano, un truco que ella todavía no había aprendido, y observó cómo se replegaban los bordes del sujetador hasta detenerse justo antes de que se vieran los pezones. Las suaves curvas de los pechos de Nick quedaron al descubierto.
Nick profirió de nuevo aquel sonido áspero, casi un gruñido, y se inclinó para apartar con la cara el sujetador. Su boca, cálida y húmeda, se deslizó sobre uno de los pechos de ______ y se cerró sobre el prieto botoncillo del pezón. Ella dio un respingo, y todo su cuerpo se tensó, presa de un placer tan intenso que bordeaba el dolor, mientras Nick le chupaba con más fuerza el pezón. Cerró los ojos y gimió. No podía soportarlo; era demasiado delicioso. Un río ardiente de impulsos a un tiempo placenteros y desgarradores fluía desde su pecho hasta su sexo, cuyo pálpito, doloroso y vacío, le hacía tensar las piernas y arquearse bajo él, suplicándole en silencio la descarga que nunca había experimentado pero que su cuerpo conocía intuitivamente, fruto de una antigua sabiduría.
Nick la sintió moverse bajo él otra vez, y el último jirón de control que conservaba se desvaneció. Le subió bruscamente la falda hasta la cintura, le separó los muslos y se colocó entre la delicada uve que formaban sus piernas. ______ abrió los ojos, un poco asombrada por lo que sentía, pero ansiosa por seguir aprendiendo.
-Quítate la ropa -susurró frenéticamente, y empezó a tirar de los botones de la camisa de Nick.
Él se arrodilló y, echándose hacia atrás, se abrió la camisa de un tirón y se la quitó. Su piel desnuda relucía con una fina pátina de sudor y, a la luz tenue del establo, repleta de flotantes partículas de polvo, la capa lisa y morena que revestía sus recios músculos le daba el aspecto de una escultura viva, tallada por la mano de un maestro. La mirada de ______ se movía ansiosamente, enfebrecida, sobre él. Era perfecto, fuerte y viril, y su cuerpo tenía un olor caliente y levemente almizclado. _____ deslizó las manos sobre su amplio pecho, cuyo vello suave se extendía en forma de diamante entre sus pezones, y tocó aquellos brotes pequeños y duros.
Nick sintió que un brutal estremecimiento de placer recorría sus músculos, dejándolo paralizado. Dejó escapar un gruñido y se llevó las manos al cinturón. Desató la ancha banda de cuero, se desabrochó los vaqueros y, al bajarse de un tirón la cremallera, el siseo de sus dientes metálicos se mezcló con su áspera respiración. Con un último y desesperado fragmento de cordura, evitó bajarse los pantalones. A pesar de su urgencia, no podía olvidar que ______ era virgen. Tenía que dominarse, o le haría daño y ella se asustaría, y prefería morir antes que convertir su primera experiencia en una pesadilla.
Los finos dedos de _______ se hundieron entre el vello de su pecho y tiraron de él suavemente.
-Nick -dijo.
Sólo su nombre, esa única palabra, pero su voz cálida, lenta y embriagadora excitó a Nick más poderosamente que cualquier cosa que hubiera conocido.
-Sí -contestó él-. Ya voy -se inclinó hacia delante para tumbarse de nuevo sobre ella, pero de pronto oyó un sonido distante y se quedó paralizado.
Lanzó una maldición en voz baja y se sentó en cuclillas, intentando desesperadamente dominar su cuerpo y su frustración.
-¿Nick? -preguntó ______ en tono vacilante, como si de pronto se sintiera angustiada e insegura. Aquella inflexión de su voz sacó a Wolf de sus casillas porque, un instante antes, _____ no se había mostrado insegura, sino cálida y amorosa, dispuesta a entregarse a él sin reservas.
- Joe estará aquí dentro de un momento -dijo con firmeza-. Oigo su camioneta subiendo por la montaña.
_______ estaba tan aturdida que al principio no lo entendió.
-¿Joe?
-Sí, Joe. ¿Te acuerdas de él? Mi hijo, la razón por la que has venido.
_______ se puso de pronto colorada y se incorporó bruscamente hasta donde pudo, pues tenía todavía los muslos atrapados bajo él.
Cαpítulσ 4, Pαяtє 6• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
______ se sintió helada y desvalida, con la mano vacía. Alzó la mirada hacia él y juntó las manos sobre el regazo.
-¿Por qué? Naturalmente, si no te gusto... -su voz se apagó, y bajó la cabeza para examinarse las manos como si nunca antes las hubiera visto.
¿No gustarle? Nick no podía dormir, tenía los nervios a flor de piel, se excitaba con sólo recordarla y pensaba en ella a todas horas. Se sentía físicamente tan frustrado que tenía la sensación de que iba a volverse loco, pero ni siquiera podía desfogarse con Julie Oakes o con cualquier otra mujer porque no lograba quitarse de la cabeza aquel pelo castaño, fino como el de un bebé, aquellos ojos azul pizarra y aquella piel traslúcida como pétalos de rosa. Luchaba a brazo partido por mantenerse alejado de ella, y sólo la certeza de que la buena gente de Ruth se volvería contra ella si la convertía en su mujer le impedía estrecharla entre sus brazos. A pesar de sus tercos principios, _____ no estaba preparada para afrontar el dolor y las dificultades que encontraría a su paso si eso llegaba a ocurrir.
Su frustración se desbordó de pronto, y se sintió lleno de ira por tener que alejarse de la única mujer a la que deseaba con locura. Sin darse cuenta de lo que hacía, alargó los brazos, asió a _____ por las muñecas y la hizo levantarse de un tirón.
-¡Maldita sea, entérate de una vez, no podemos ser amigos! ¿Quieres saber por qué? Porque no puedo estar a tu lado sin pensar en arrancarte la ropa y hacerte mía, allí donde estemos. ¡Demonios, ni siquiera sé si me pararía a desnudarte! Quiero tocar tus pechos, meterme tus pezones en la boca. Quiero que me rodees la cintura con las piernas, que pongas los tobillos sobre mis hombros, o que te pongas como quieras con tal de poder estar dentro de ti -la apretaba con tanta fuerza que su cálido aliento rozaba las mejillas de ______ mientras desgranaba sobre ella en voz baja aquellas ásperas palabras-. Por eso, cariño, es imposible que seamos amigos.
______ sintió que las palabras de Nick comenzaban a desperezar sus sentidos y se estremeció. A pesar de que estaban llenas de ira, aquellas palabras dejaban claro que Nick sentía lo mismo que ella, y al mismo tiempo describían actos que ella sólo a medias podía imaginar. Era demasiado inexperta y espontánea como para ocultarle sus emociones, de modo que ni siquiera lo intentó. Sus ojos estaban llenos de un doloroso deseo. -Nick. .
Bastó con que dijera su nombre de aquel modo, con una leve inflexión de anhelo, para que él le apretara las muñecas con más fuerza.
-¡No!
-Yo... te deseo.
Aquella confesión, formulada en un trémulo susurro, dejaba a ______ completamente a su merced, y Nick lo sabía. De pronto empezó a maldecir para sus adentros. ¿Acaso no tenía aquella mujer ni pizca de sentido común? ¿No sabía lo que suponía para un hombre que la mujer a la que deseaba se le ofreciera de aquel modo, sin condiciones ni reticencias? Nick sentía que su cordura pendía de un hilo, pero se aferró a ella con determinación, consciente de que ______ no sabía lo que decía. Ella era virgen. Había recibido una educación estricta y anticuada, y tenía únicamente una vaga idea de lo que le estaba proponiendo.
-No digas eso -murmuró finalmente-.Ya te dicho que...
-Lo sé -lo interrumpió ella-. Soy demasiado inexperta para resultar interesante, y tú... tú no quieres que te usen como conejillo de indias. No lo he olvidado -______ rara vez lloraba, pero en ese instante sentía la humedad salobre de las lágrimas quemándole los ojos.
Nick se ablandó al ver su expresión angustiada.
-Te mentí. ¡Dios, cómo te mentí!
De pronto perdió las riendas. Tenía que abrazarla, sentirla en sus brazos aunque fuera sólo un momento, saborear de nuevo su boca. Le alzó las muñecas y le hizo rodearle el cuello con las manos; luego inclinó la cabeza y la estrechó entre sus brazos, apretándola contra sí. Besó su boca, y la avidez con que respondió _______ inflamó aún más su deseo. Ella ya sabía qué debía hacer; abrió los labios y comenzó a acariciar con la lengua suavemente, con dulzura, la lengua de Nick. Eso se lo había enseñado él, lo mismo que le había enseñado a derretirse contra su cuerpo, y aquella certeza volvía a Nick casi tan loco corno el suave contacto de los pechos de _____ contra su torso.
Ella se sumergió en el éxtasis puro de hallarse de nuevo entre sus brazos, y las lágrimas que había estado conteniendo se deslizaron por sus pestañas. Aquello era demasiado doloroso, demasiado bello para ser simple lujuria. Si era amor, no sabía si podría soportarlo.
La boca de Nick, ávida y dura, le arrebataba largos y profundos besos que la hacían aferrarse a él, aturdida y ciega. La mano de Nick se movió con firmeza por su costado y se cerró sobre uno de sus pechos, y _____ sólo consiguió dejar escapar un quejido de placer, bajo y gutural. Los pezones le palpitaban, ardientes, y las caricias de Nick, que aplacaban su ansia y al mismo tiempo la avivaban, hacían que quisiera más y más. Deseaba que todo fuera como él se lo había descrito, ansiaba sentir su boca en los pechos y se retorcía febrilmente contra él. Se sentía vacía y necesitaba que él la colmara. Necesitaba que la hiciera suya.
Él levantó la cabeza bruscamente y le apretó la cara contra su hombro.
-Tengo que parar. Ahora mismo -dijo con voz ronca. Estaba tan excitado como un adolescente en el asiento trasero del coche de papá, y temblaba.
Mary sopesó un momento las advertencias de la tía Ardith y, al poner en el otro platillo de la balanza lo que sentía, llegó a la conclusión de que estaba enamorada de Nick; aquella mezcla de gozo y tormento no podía ser otra cosa.
-Yo no quiero parar- dijo con voz trémula-. Quiero que me ames.
-No. Soy indio, _______. Tú eres blanca. La gente del pueblo te hará la vida imposible. Lo de esta noche no ha sido más que una muestra de lo que tendrías que soportar.
-¡Estoy dispuesta a arriesgarme! -gritó ella con desesperación.
-Yo no. Yo puedo aguantarlo, pero tú... tú dependes de tus principios, cariño. Y no puedo ofrecerte nada a cambio.
Si hubiera creído que había alguna posibilidad de vivir allí en paz, Nick habría asumido el riesgo, pero sabía que, tal y como estaban las cosas, aquello era imposible. Aparte de Joe, _____ era la única persona en el mundo a la que deseaba proteger, y apartarse de ella le parecía lo más duro que había tenido que hacer en toda su vida.
_______ apartó la cabeza de su hombro, dejando al descubierto sus mejillas mojadas.
-Sólo te quiero a ti.
-Pero yo soy lo único que no puedes tener. Ellos te harían pedazos -Nick bajó suavemente los brazos y se volvió para marcharse.
_______ intentó contener las lágrimas, y su voz sonó baja y crispada.
-Me arriesgaré.
Nick se detuvo con la mano en el pomo de la puerta.
-Yo no.
________ lo vio marcharse nuevamente, y esta vez le resultó mucho más duro que la primera.
Cαpítulσ 5, Pαяtє 1• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
2/4
Joe estaba extrañamente distraído; era, por lo general, un alumno muy atento, que se aplicaba a la materia que estuviera estudiando con concentración casi extraordinaria, pero esa noche parecía tener otras cosas en la cabeza. Había aceptado sin decir palabra el traslado de las clases a la escuela y ni siquiera mostraba indicios de haberse enterado del asunto que se había tratado en la reunión de la junta escolar y que había dado lugar a aquel cambio. Como estaban a principios de mayo y el día había sido desacostumbradamente cálido, ______ atribuyó a medias su desasosiego a la fiebre primaveral. El invierno había sido muy largo, y ella también se sentía inquieta.
Por fin cerró el libro que tenía delante de ella.
-¿Por qué no nos vamos pronto a casa? -sugirió-. No estamos avanzando gran cosa.
Joe cerró su libro y se pasó los dedos por el denso pelo negro, tan parecido al de su padre. ______ tuvo que apartar la mirada.
-Lo siento -dijo él tras una larga exhalación.
Era propio de él no dar explicaciones. Rara vez sentía la necesidad de justificarse. Durante las semanas que llevaban dando clases, sin embargo, _______ y él habían mantenido entre lección y lección largas conversaciones íntimas, y ella nunca vacilaba cuando tenía la impresión de que alguno de sus alumnos se hallaba en dificultades. Si lo que le causaba aquel desasosiego era la fiebre primaveral, quería que Joe se lo dijera.
-¿Te preocupa algo?
Él le lanzó una sonrisa irónica; una sonrisa demasiado adulta para un chico de dieciséis años.
-Podría decirse así.
-Ah.
______ creyó adivinar por su sonrisa la causa de la inquietud de Joe, y se sintió más tranquila. Era, en efecto, más o menos, fiebre primaveral. Como solía decirle la tía Ardith: «Cuando a un jovencito le sube la calentura, las chicas deben andarse con cuidado. Dios mío, parecen volverse locos». Estaba claro que a Joe le estaba subiendo la calentura. _______ se preguntaba si las mujeres también tenían calentura.
Joe recogió su bolígrafo, estuvo jugando un momento con él y luego lo dejó a un lado como si de pronto hubiera decidido añadir algo más.
-Pam Hearst me ha pedido que la lleve al cine.
-¿Pam? -aquello era toda una sorpresa, y también una posible fuente de problemas. Ralph Hearst era uno de los vecinos del pueblo que con mayor vehemencia se oponían a los Mackenzie.
Joe entornó sus ojos azul hielo y la miró.
-Pam es la chica de la que te hablé.
Así que era Pam Hearst. Pam era bonita y brillante, y su cuerpo joven y esbelto tenía unas curvas capaces de alterar las hormonas de cualquier muchacho. ______ se preguntaba si su padre sabía que estaba coqueteando con Joe y si ésa sería una de las razones de su hostilidad.
-¿Vas a aceptar?
-No -dijo él con firmeza, y ______ se sorprendió.
-¿Por qué?
-En Ruth no hay cine.
-¿Y?
-Pues que ése es precisamente el problema. Tendríamos que ir a otro pueblo. No creo que nos viera nadie que conozcamos. Ella quiere que la lleve después de clase, cuando sea de noche -se recostó en la silla y enlazó las manos detrás de la cabeza-. Le daba vergüenza que fuéramos a bailar, pero no le importa escaparse conmigo, a ver qué pasa. Puede incluso que piense que, aunque nos vieran, como es posible que yo vaya a la Academia, tal vez no se meta en muchos líos. A la gente parece impresionarla mucho lo de la Academia -dijo con ironía-. Supongo que la cosa cambia cuando el indio lleva uniforme.
_______ pensó de pronto que el anuncio que había hecho impulsivamente en la junta escolar tal vez no fuera, tan buena idea.
-¿Preferirías que no hubiera dicho nada?
-Tenías que decirlo, tal y como estaban las cosas -contestó él, y ________ comprendió que estaba al corriente de lo que se había tratado en la reunión-. Ahora tengo más presión para entrar en la Academia, porque, si no entro, todos dirán que el indio la ha *******, pero eso no está mal. Si me obliga a esforzarme más, estaré mucho más cerca de conseguirlo.
________ no creía que Joe necesitara más alicientes; deseaba tanto entrar en la Academia que llevaba aquel deseo grabado a fuego en el alma. Desvió de nuevo la conversación hacia Pam.
-¿Te molesta que te lo haya pedido ahora?
-Me pone furioso. Y me puso todavía más furioso tener que decirle que no, porque te aseguro que me encantaría ponerle las manos encima -se detuvo bruscamente y le lanzó a ________ una de aquellas miradas demasiado maduras al tiempo que una leve sonrisa tensaba sus labios-. Lo siento. No quería entrar en detalles. Digamos que me siento atraído físicamente por ella, pero nada más, y ahora no puedo permitirme tontear con esas cosas. Pam es una buena chica, pero no figura en mis planes.
_______ entendía lo que quería decir. Ninguna mujer figuraba en los planes de Joe a largo plazo, o quizá nunca, excepto para procurarle desahogo físico. Joe era un chico solitario, igual que Nick, y estaba, además, tan poseído por la obsesión de volar que una parte de él había desaparecido ya. Pam Hearst se casaría con algún chico del pueblo, se establecería en Ruth o en los alre-dedores, y criaría a su familia en el mismo sereno escenario en el que ella había crecido. La fugaz atención que Joe Mackenzíe podía concederle antes de marcharse no estaba hecha para ella.
-¿Sabes de quién partió el rumor? -preguntó Joe con mirada dura. No le gustaba la idea de que hicieran daño a aquella mujer.
-No, ni me he molestado en averiguarlo. Pudo ser cualquiera que pasara por mi casa y viera tu camioneta. Pero, de todos modos, la gente parece haberlo olvidado ya, excepto... -se detuvo con expresión preocupada.
-¿Excepto quién? -insistió Joe.
-No pretendo decir que fuera ella quién difundió el rumor -se apresuró a decir ________-. Es sólo que no me siento a gusto con ella. No le caigo bien y no sé por qué. Tal vez sea así con todo el mundo. Dottie Lancaster es...
-¡Dottie Lancasteri Joe soltó una risa áspera-. Sí, no es mala idea. Pudo ser ella quien difundió el rumor. Ha tenido una vida dura, y en cierto modo me da pena, pero cuando iba a su clase me las hizo pasar moradas.
-¿Una vida dura? ¿Por qué?
-Su marido era camionero y se mató hace muchos años, cuando su hijo era sólo un bebé. Estaba haciendo una ruta por Colorado, y por culpa de un conductor borracho se salió de la carretera y cayó por un acantilado. El conductor era un indio. Ella nunca lo superó y supongo que culpa a todos los indios por lo que pasó.
-Pero eso es irracional.
Joe se encogió de hombros como si quisiera decir que había muchas cosas que eran irracionales.
-El caso es que se quedó sola con el niño y lo pasó muy mal. No tenía mucho dinero. Empezó a dar clases, pero tenía que pagar a alguien para que cuidara de su hijo, y, cuando tuvo edad para ir al colegio, el niño necesitó educación especial, lo cual exigía todavía más dinero.
-No sabía que Dottie tuviera hijos -dijo ______ sorprendida.
-Sólo Robert... Bueno, Bobby. Tiene unos veintitrés o veinticuatro años, creo. Vive todavía con la señora Lancaster, pero no sale mucho.
-¿Qué le pasa? ¿Tiene síndrome de Down, o alguna dificultad de aprendizaje?
-No es retrasado. Es sólo diferente. Le gusta la gente, pero no en grupo. Cuando hay mucha gente se pone nervioso, así que está casi siempre solo. Lee mucho y escucha música. Pero un verano le dieron trabajo en el almacén de materiales de construcción, y el señor Watkins le dijo que llenara una carretilla de arena. En vez de llevar la carretilla al montón de arena y echar la arena con una pala, Bobby llenaba la pala de arena y la llevaba hasta la carretilla. Hace cosas así.
Tenía problemas para vestirse porque primero se ponía los zapatos y luego no podía ponerse los pantalones.
_______ había visto a personas como Bobby, a las que les costaba solucionar problemas cotidianos. Era una dificultad de aprendizaje, y hacía falta mucha paciencia y formación específica para enfrentarse a ello. De pronto sentía lástima por él, y por Dottie, que no había podido tener una vida feliz.
Joe apartó la silla y se levantó, estirando sus músculos agarrotados.
-¿Tú montas a caballo? -preguntó de improviso.
-No, nunca me he subido en un caballo -_______ se echó a reír-. ¿Crees que me expulsarán de Wyoming por eso?
Joe se puso serio.
3/4 Cαpítulσ 5, Pαяtє 2• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
-Podría ser. ¿Por qué no subes a la montaña algún sábado y te doy unas clases? En el instituto darán pronto las vacaciones de verano, y tendrás mucho tiempo para practicar.
Joe no podía saber lo tentadora que le resultaba a _____ aquella idea, no sólo por aprender a montar a caballo, sino por volver a ver a Nick. El problema era que le haría tanto daño verlo como no verlo, porque él seguía estando fuera de su alcance.
-Me lo pensaré -prometió, aunque dudaba de que alguna vez le tomara la palabra.
Joe no insistió, pero no pensaba dejarlo así. De un modo u otro tenía que conseguir que _____ subiese a la montaña. Tenía la impresión de que su padre estaba a punto de perder los estribos. Pasear a _____ delante de sus narices sería como poner una yegua en celo delante de un semental. Su linda y sarcástica maestrita tendría suerte si su padre no se abalanzaba sobre ella antes siquiera de que dijera «hola». Joe tuvo que disimular una sonrisa. Nunca había visto a Nick tan impresionado por una mujer como por ______ Elizabeth Potter. Estaba tan colado por ella que era más peligroso que un puma herido.
Joe se puso a tararear para sus adentros unos compases de Casamentero.
El viernes siguiente por la tarde, cuando _____ llegó a casa, había en el buzón una carta del senador Allard, y al abrirla le temblaron los dedos. Si eran malas noticias para Joe, si el senador Allard declinaba recomendar su ingreso en la Academia, no sabía qué iba a hacer. El senador Allard no era su único recurso, pero parecía el más receptivo, y su rechazo resultaría sumamente desalentador.
La carta del senador era breve; le daba las gracias por sus esfuerzos y la informaba de que había resuelto recomendar el ingreso de Joe en la Academia para el curso siguiente a la graduación del muchacho en el instituto. A partir de ahí, sólo dependería de Joe superar las rigurosas pruebas físicas y académicas.
Dentro del sobre había también una carta de felicitación dirigida a Joe.
_____ se llevó las cartas al pecho y sintió que se le saltaban las lágrimas. ¡Lo habían conseguido, y no había sido tan difícil! Se había mentalizado para escribir a todos los congresistas una vez por semana hasta que le dieran a Joe una oportunidad, pero no había hecho falta. Había bastado con las notas de Joe.
Una noticia tan excelente no podía esperar, de modo que volvió a montarse en el coche y enfiló la carretera de la montaña Mackenzie. En aquella época del año, el trayecto era muy distinto; la nieve se había fundido, y junto a la carretera brotaban las flores silvestres. Después del crudo frío invernal, el sol de la primavera era como una bendición sobre su piel, a pesar de que no hacía ni mucho menos tanto calor como en Savannah. Estaba tan emocionada que ni siquiera reparó en el desnivel que bordeaba la sinuosa carretera. Se fijó, en cambio, en la salvaje magnificencia de las montañas, que se elevaban, majestuosas, hacia el cielo azul profundo. Respiró hondo y pensó que la prima
vera compensaba los rigores del invierno. Era como un hogar, un nuevo hogar, un lugar amado y familiar.
Las ruedas levantaron una nube de gravilla cuando se detuvo junto a la puerta de la cocina de la casa de un solo piso, y antes de que el coche dejara de oscilar sobre sus amortiguadores, subió de un salto los escalones y se puso a aporrear la puerta.
-¡Nick! ¡Joe! -sabía que estaba gritando como una loca, pero se sentía tan feliz que no le importaba. En algunas situaciones, había que gritar.
-¡_______!
Se giró al oír la voz de Nick tras ella. Él había salido del granero a todo correr. Su cuerpo poderoso avanzaba con fluidez. ______ dejó escapar un grito de júbilo, bajó los escalones de un salto y echó a correr por el camino de grava con la falda levantada.
-¡Lo ha conseguido! -gritaba, agitando las cartas-. ¡Lo ha conseguido!
Nick se paró en seco y observó cómo avanzaba _____ dando brincos hacia él, con la falda volando sobre los muslos. Apenas había tenido tiempo de com-prender que no pasaba nada malo, que ______ estaba riendo, cuando, a tres pasos de distancia de él, ella se lanzó al aire. Nick la agarró al vuelo, la rodeó con sus fornidos brazos y la sujetó contra su pecho.
-¡Lo ha conseguido! -gritó ella de nuevo, y le echó los brazos al cuello.
Nick, que sólo podía pensar en una cosa, notó que la boca se le quedaba seca.
-¿Lo ha conseguido?
_______ agitó las cartas ante su cara.
-¡Lo ha conseguido! El senador Allard... la carta estaba en mi buzón... no podía esperar... ¿Dónde está Joe? -sabía que hablaba casi con incoherencia e hizo un esfuerzo por recuperar la compostura, pero no podía parar de reír.
-Está en el pueblo. Ha ido a recoger unos tablones para el cercado. Maldita sea, ¿estás segura de que eso es lo que dice? Todavía le queda un año de instituto...
-Menos, al paso que va. Pero de todos modos tiene que tener diecisiete años cumplidos. El senador lo ha recomendado para el curso que empieza después de su graduación. ¡Dentro de menos de un año y medio!
Una fiera expresión de orgullo, heredada de sus antepasados comanches y celtas, inundó el rostro de Nick. En sus ojos brillaba un fuego oscuro. Exultante, agarró a _______ por debajo de los brazos, la levantó y comenzó a dar vueltas con ella. ______ echó la cabeza hacia atrás, riendo a carcajadas, y de pronto Nick sintió que todo su cuerpo se tensaba de deseo. Era un deseo poderoso como un golpe en las tripas; un deseo que le cortaba la respiración.
La risa de _____ era fresca como la primavera. Nick, que sentía su cuerpo cálido y suave entre los brazos, deseó de pronto quitarle el recatado vestido que llevaba puesto.
Su rostro fue adquiriendo paulatinamente una expresión más dura y más salvaje. Bajó a ______ despacio, mientras ella seguía riendo, agarrada a sus hombros, y se detuvo cuando tuvo sus pechos a la altura de la cara. La atrajo hacia sí y hundió la cara entre sus senos, y la risa se apagó en la garganta de ______. Entonces le rodeó con un brazo las nalgas y con el otro le enlazó la es-palda, y su boca ardiente buscó el pezón de uno de sus pechos. Al encontrarlo, cerró la boca sobre él a través de la tela del vestido y el sujetador.
Aquella caricia despertó en _______ un placer tan exquisito que dejó escapar un gemido y arqueó la espalda, comprimiéndose contra él. Aquello no le bas-taba. Metió los dedos entre el pelo de Nick y le apretó la cabeza contra sus pechos. Pero seguía sin ser suficiente. Deseaba a Nick con repentina y fiera desesperación. Las capas de ropa que separaban sus cuerpos la sacaban de quicio, y empezó a frotarse contra él al tiempo que leves quejidos escapaban de su garganta.
-Por favor -suplicó-. Nick...
Él levantó la cabeza con una salvaje mirada de deseo. Respiraba trabajosamente y la sangre le palpitaba en las venas.
-¿Quieres más? -preguntó guturalmente, incapaz de mantener un tono normal.
Ella se restregó de nuevo contra él, clavándole las uñas con desesperación.
-Sí.
Nick dejó que se deslizara despacio por su cuerpo, frotándola deliberadamente contra el duro abultamiento de sus vaqueros, y los dos se estremecieron. Ya no recordaba las razones que se había dado a sí mismo para no acostarse con ella; no pensaba ya en nada, salvo en el deseo de hacerla suya. ¡Y al diablo con lo que pensaran los demás!
Miró a su alrededor, calculando a qué distancia estaban de la casa y del granero. El granero estaba más cerca. La agarró por la cintura con una mano y echó a andar con paso firme hacia las grandes puertas que dejaban entrever el interior en penumbra.
_______ lo siguió a rastras, casi sin aliento. Estaba aturdida por la repentina interrupción del placer, y confusa por el comportamiento de Nick. Quería preguntarle qué iba a hacer, pero no tenía suficiente oxígeno en los pulmones para formular la pregunta. Entonces llegaron al granero, y al entrar se sintió inundada por la percepción de la luz tenue, del calor animal y del terrenal olor a tierra, a caballos, a cuero y a heno. Oyó suaves relinchos y el golpeteo amortiguado de los cascos sobre la paja. Nick la condujo a una caballeriza vacía y tiró de ella hacia el heno fresco. ______ se tendió de espaldas, y Nick se tumbó sobre ella, hundiéndola más entre la paja.
4/4 Cαpítulσ 5, Pαяtє 3• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
-Bésame -musitó ella, y alargó las manos para hundir los dedos entre el pelo largo de Nick.
-Voy a besarte por todas partes antes de que esto acabe -masculló él, y bajó la cabeza.
La boca de ______ se abrió bajo la presión de la suya, y su lengua penetró en ella profundamente. _____reconoció de manera instintiva el ritmo de sus caricias y respondió con avidez. Nick pesaba mucho, pero le parecía tan natural soportar su peso que incluso disfrutaba con la presión de su cuerpo. Rodeó con los brazos sus hombros musculosos y lo apretó con fuerza; quería estar tan cerca de él como fuera posible, y empezó a mover las caderas levemente, con un movimiento ondulante, ajustándose a la presión del sexo de Nick. Aquel lento balanceo provocó en Nick una repentina aceleración sanguínea. Pensando que iba a estallarle la cabeza, dejó escapar un sonido bajo y buscó a tiendas la cremallera del vestido de _______. Tenía la sensación de que se moriría si no sentía el tacto de su piel tersa, si no hundía dentro de ella su carne palpitante.
Un delicado rubor cubrió las mejillas de ______. Todo aquello era sobrecogedoramente nuevo para ella, pero era también tan delicioso que ni siquiera se le ocurrió proferir una queja. No quería protestar. Deseaba a Nick. Con él se sentía mujer, cálida y sexual, y era intensamente consciente de que se estaba ofreciendo al hombre que amaba. Quería estar desnuda para él, y lo ayudó a desvestirla sacando los brazos de las mangas mientras Nick le tiraba de los hombros del vestido y se lo bajaba hasta la cintura. En un arrebato de atrevimiento, se había comprado un sujetador que se abrochaba por delante con un solo corchete, y cuando Nick bajó la mirada hacia sus pechos, apenas cubiertos por la fina tela de color suave, se alegró de haberlo hecho. Nick desabrochó hábilmente el corchete con una mano, un truco que ella todavía no había aprendido, y observó cómo se replegaban los bordes del sujetador hasta detenerse justo antes de que se vieran los pezones. Las suaves curvas de los pechos de Nick quedaron al descubierto.
Nick profirió de nuevo aquel sonido áspero, casi un gruñido, y se inclinó para apartar con la cara el sujetador. Su boca, cálida y húmeda, se deslizó sobre uno de los pechos de ______ y se cerró sobre el prieto botoncillo del pezón. Ella dio un respingo, y todo su cuerpo se tensó, presa de un placer tan intenso que bordeaba el dolor, mientras Nick le chupaba con más fuerza el pezón. Cerró los ojos y gimió. No podía soportarlo; era demasiado delicioso. Un río ardiente de impulsos a un tiempo placenteros y desgarradores fluía desde su pecho hasta su sexo, cuyo pálpito, doloroso y vacío, le hacía tensar las piernas y arquearse bajo él, suplicándole en silencio la descarga que nunca había experimentado pero que su cuerpo conocía intuitivamente, fruto de una antigua sabiduría.
Nick la sintió moverse bajo él otra vez, y el último jirón de control que conservaba se desvaneció. Le subió bruscamente la falda hasta la cintura, le separó los muslos y se colocó entre la delicada uve que formaban sus piernas. ______ abrió los ojos, un poco asombrada por lo que sentía, pero ansiosa por seguir aprendiendo.
-Quítate la ropa -susurró frenéticamente, y empezó a tirar de los botones de la camisa de Nick.
Él se arrodilló y, echándose hacia atrás, se abrió la camisa de un tirón y se la quitó. Su piel desnuda relucía con una fina pátina de sudor y, a la luz tenue del establo, repleta de flotantes partículas de polvo, la capa lisa y morena que revestía sus recios músculos le daba el aspecto de una escultura viva, tallada por la mano de un maestro. La mirada de ______ se movía ansiosamente, enfebrecida, sobre él. Era perfecto, fuerte y viril, y su cuerpo tenía un olor caliente y levemente almizclado. _____ deslizó las manos sobre su amplio pecho, cuyo vello suave se extendía en forma de diamante entre sus pezones, y tocó aquellos brotes pequeños y duros.
Nick sintió que un brutal estremecimiento de placer recorría sus músculos, dejándolo paralizado. Dejó escapar un gruñido y se llevó las manos al cinturón. Desató la ancha banda de cuero, se desabrochó los vaqueros y, al bajarse de un tirón la cremallera, el siseo de sus dientes metálicos se mezcló con su áspera respiración. Con un último y desesperado fragmento de cordura, evitó bajarse los pantalones. A pesar de su urgencia, no podía olvidar que ______ era virgen. Tenía que dominarse, o le haría daño y ella se asustaría, y prefería morir antes que convertir su primera experiencia en una pesadilla.
Los finos dedos de _______ se hundieron entre el vello de su pecho y tiraron de él suavemente.
-Nick -dijo.
Sólo su nombre, esa única palabra, pero su voz cálida, lenta y embriagadora excitó a Nick más poderosamente que cualquier cosa que hubiera conocido.
-Sí -contestó él-. Ya voy -se inclinó hacia delante para tumbarse de nuevo sobre ella, pero de pronto oyó un sonido distante y se quedó paralizado.
Lanzó una maldición en voz baja y se sentó en cuclillas, intentando desesperadamente dominar su cuerpo y su frustración.
-¿Nick? -preguntó ______ en tono vacilante, como si de pronto se sintiera angustiada e insegura. Aquella inflexión de su voz sacó a Wolf de sus casillas porque, un instante antes, _____ no se había mostrado insegura, sino cálida y amorosa, dispuesta a entregarse a él sin reservas.
- Joe estará aquí dentro de un momento -dijo con firmeza-. Oigo su camioneta subiendo por la montaña.
_______ estaba tan aturdida que al principio no lo entendió.
-¿Joe?
-Sí, Joe. ¿Te acuerdas de él? Mi hijo, la razón por la que has venido.
_______ se puso de pronto colorada y se incorporó bruscamente hasta donde pudo, pues tenía todavía los muslos atrapados bajo él.
☎ Jimena Horan ♥
Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
awww me encanto
Nick es tan sexy para comerse
Joe va a entrar a la Academia yeiii :lol!:
Y tenia que imterrumpir :evil: el momento awww
Siguela!!!
Nick es tan sexy para comerse
Joe va a entrar a la Academia yeiii :lol!:
Y tenia que imterrumpir :evil: el momento awww
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
bvfnkcdbvjkxfbvdfkj AAAAAAAAAAAAAAAAAAH LA RAYIS SE NOS FUE DEL MUNDO POR UN RATO NICHOLAS ES TAAAAAAAAAAAAAAA N AAAAAAAAAAH SOY FELIZ POR JOE AUNQUE CREO QUE ESO NO SERÁ FACIL :l AMO LA NOVE ME ENCANTAAAAAAA SIGUELA PRONTO!
WhoIam13
Re: Lecciones Privadas (Nick & Tu)
Cαpítulσ 5, Pαяtє 4• Lєccισηєѕ Pяιvαdαѕ •
-Oh, Dios mío -dijo-. Oh, Dios mío. Estoy desnuda. Tú estás desnudo. Oh, Dios mío.
-No estamos desnudos -masculló Nick, enjugándose el sudor de la cara-. ¡Maldita sea!
-¡Casi!
-No lo bastante.
_______ tenía hasta los pechos sonrojados por la vergüenza. Nick los miró con anhelo, recordando su dulce sabor y el modo en que sus pezones aterciopelados florecían dentro de su boca. Pero el ruido de la camioneta sonaba ya mucho más cerca. Nick farfulló un improperio acerca del sentido de la oportunidad de su hijo, se puso en pie y levantó a _______ sin esfuerzo.
Ella se dio la vuelta con la visión emborronada por las lágrimas y se puso a luchar con el dichoso cierre ultramoderno de su sujetador. ¿Por qué demonios se había comprado semejante invento? La tía Ardith se habría escandalizado. La tía Ardith se habría caído redonda al suelo de un ataque si hubiera sabido que su sobrina se revolcaba desnuda por el heno con un hombre. ¡Y ni siquiera había podido acabar de revolcarse!
-Espera, yo lo hago -dijo Nick en un tono suave que ______ nunca le había oído, y, haciendo que se girara, abrochó hábilmente el endiablado cierre. Incapaz de mirarlo a los ojos, ______ mantuvo la cabeza agachada, pero el contraste de las manos morenas de Nick y de sus pálidos pechos la excitó nuevamente.
Tragó saliva y miró la hebilla del cinturón de Nick. Él se había subido la cremallera y se había abrochado el cinturón, pero el abultamiento evidente de su sexo la convenció de que aquella interrupción no lo había dejado indiferente. Aquello la hizo sentirse mejor, y parpadeó para disipar las lágrimas mientras él la ayudaba a ponerse el vestido y le daba la vuelta para subirle la cremallera.
-Tienes heno en el pelo -dijo Nick alegremente, y, tras quitarle una pajita de la cabeza, le sacudió el vestido. _____ levantó las manos para atusarse el pelo y descubrió que se le había soltado por completo-. Déjatelo así -dijo Nick-. Me gusta más suelto. Parece de seda.
Ella se peinó con los dedos nerviosamente y lo observó cuando él se agachó para recoger su camisa del suelo.
-¿Qué va a pensar Joe? -balbució cuando la camioneta se detuvo fuera del establo.
-Que tiene suerte de ser mi hijo o lo mataría -masculló Nick con fastidio, y ______ no entendió si bromeaba o no. Él se puso la camisa, pero salió a la puerta sin molestarse en abrochársela. ______ respiró hondo, procuró armarse de valor para superar su vergüenza y salió tras él.
Joe acababa de salir de la camioneta y estaba junto a la puerta. Sus ojos azul hielo se movían sin cesar entre los dos, fijándose en la expresión pétrea y la camisa abierta de su padre y en el pelo revuelto de ______.
-¡Maldita sea! -exclamó, y cerró la puerta de la camioneta de golpe-. Si hubiera tardado quince minutos más...
-Eso mismo pienso yo -masculló Nick.
-Oye, que me voy ahora mismo y... (jajaja me encantó eso!, xD)
Nick dejó escapar un suspiro.
-No. De todos modos, ha venido a verte a ti.
-Eso fue lo que me dijiste la primera vez Joe puso una enorme sonrisa.
-Y acabo de decirlo otra vez -se volvió hacia _______ y de pronto retornó a sus ojos parte de la alegría que le había causado la asombrosa noticia-. Díselo.
Ella estaba en blanco.
-¿Decirle qué?
-Sí, mujer. Díselo.
El cerebro embotado de _____ procesó lentamente lo que Nick le estaba diciendo, y al cabo de un momento miró sus manos vacías con desconcierto. ¿Qué había pasado con las cartas? ¿Las habían perdido entre el heno? ¡Qué espantoso sería tener que buscarlas entre la paja! No sabiendo qué hacer, extendió las manos y dijo con sencillez:
-Te han aceptado. He recibido la carta hoy.
Joe, que la estaba mirando con fijeza, palideció de pronto. Luego extendió un brazo y apoyó la mano en la camioneta como si necesitara apoyo.
-¿Me han aceptado? ¿En la Academia? ¿Me han aceptado en la Academia? -preguntó con voz ronca.
-Has conseguido la recomendación. Ahora depende de ti aprobar las pruebas.
(Esto me encanta! =D) Joe echó la cabeza hacia atrás y lanzó un grito exultante y sobrecogedor, como el de una pantera en plena caza. Luego, se lanzó hacia Nick. Los dos se golpearon la espalda mutuamente, riendo y gritando de júbilo, y finalmente se abrazaron como dos hombres más débiles no habrían podido abrazarse. ______ juntó las manos y se quedó mirándolos con una sonrisa. Se sentía tan feliz que casi le dolía el corazón. Luego un brazo la agarró y tiró de ella, y de pronto se encontró empotrada entre los dos Mackenzie, cuyos saltos de alegría casi la aplastaban.
-¡Me estáis asfixiando! -protestó, jadeante, al tiempo que apoyaba las manos en sus amplios pechos y empujaba. Uno de aquellos pechos estaba desnudo, expuesto por una camisa sin abotonar, y el contacto de su cálida piel hizo que le flaquearan las piernas. Joe y Nick se echaron a reír, pero de inmediato aflojaron el abrazo.
______ se apartó el pelo de la cara y se alisó el vestido.
-Las cartas tienen que estar en alguna parte. Se me han debido de caer.
Nick le lanzó una mirada traviesa.
-Seguramente.
Su tono burlón hizo que ______ se sintiera feliz. Le lanzó una sonrisa apaciblemente íntima, la clase de sonrisa que una mujer le dedica al hombre que ama tras haber estado en sus brazos, y Nick se sintió bien. Para disimular su turbación, se dio la vuelta y se puso a buscar las cartas. Descubrió una en el caminito. La otra se había caído junto a la puerta del establo. Las recogió y le dio a Joe la que iba dirigida a él.
Al chico le temblaban las manos cuando la abrió, a pesar de que ya sabía lo que contenía. Casi no daba crédito. Había sucedido todo tan deprisa... Un sueño hecho realidad tenía que ser más difícil de conseguir; tendría que haber sudado sangre para lograrlo. ¡Oh, todavía no estaba pilotando una de aquellas preciosidades de veinte millones de dólares, pero pronto lo haría! Tenía que hacerlo porque, sin alas, sólo a medias se sentía vivo.
_____, que lo estaba mirando con orgullosa indulgencia, sintió que Nickf se envaraba a su lado y lo miró inquisitivamente. Él había alzado la cabeza como si oliera el peligro, y su rostro se había vuelto de pronto impasible como una roca. Un instante después, ______ oyó el ruido de un motor, y al girarse vio que el coche del ayudante del sheriff se detenía tras la camioneta.
Joe se dio la vuelta, y su semblante adquirió la misma expresión pétrea que el de Nick cuando Clay Armstrong salió del coche patrulla.
-Señora -le dijo Clay a _______, tocándose el ala del sombrero.
-Ayudante Armstrong.
La voz de ______ contenía doscientos años de estricta educación y buenos modales. La tía Ardith se habría sentido orgullosa de ella. Pero _______ sintió de pronto que una amenaza pendía sobre Nick, y le costó un arduo esfuerzo no interponerse entre el ayudante y él. Sólo la certeza de que a Nick no le agradaría que interviniera la mantuvo quieta a su lado.
Los ojos azules de Clay ya no parecían amistosos.
-¿A qué ha venido, señorita Potter?
-¿Por qué lo pregunta? -replicó ella, poniendo los brazos en jarras.
-Vaya al grano, Armstrong -saltó Nick.
-Está bien -replicó Clay-. Tenemos que interrogarte. Puedes venir conmigo voluntariamente, o puedo traer una orden de arresto.
Joe permanecía paralizado, con los ojos llenos de rabia y rencor. Aquello había ocurrido antes, y había perdido a su padre durante dos largos y horribles años. Pero esta vez le parecía aún más atroz, porque un momento antes habían estado de celebración, y él se había sentido en la cima del mundo.
Nick empezó a abrocharse la camisa. Con una voz rasposa como grava preguntó:
-¿Qué ha pasado esta vez?
-Hablaremos de eso en la oficina del sheriff
-Hablaremos ahora.
Unos ojos negros se encontraron con unos azules, y Clay comprendió de pronto que aquel hombre no daría ni un paso a menos que obtuviera alguna respuesta.
-Esta mañana violaron a una chica.
-Oh, Dios mío -dijo-. Oh, Dios mío. Estoy desnuda. Tú estás desnudo. Oh, Dios mío.
-No estamos desnudos -masculló Nick, enjugándose el sudor de la cara-. ¡Maldita sea!
-¡Casi!
-No lo bastante.
_______ tenía hasta los pechos sonrojados por la vergüenza. Nick los miró con anhelo, recordando su dulce sabor y el modo en que sus pezones aterciopelados florecían dentro de su boca. Pero el ruido de la camioneta sonaba ya mucho más cerca. Nick farfulló un improperio acerca del sentido de la oportunidad de su hijo, se puso en pie y levantó a _______ sin esfuerzo.
Ella se dio la vuelta con la visión emborronada por las lágrimas y se puso a luchar con el dichoso cierre ultramoderno de su sujetador. ¿Por qué demonios se había comprado semejante invento? La tía Ardith se habría escandalizado. La tía Ardith se habría caído redonda al suelo de un ataque si hubiera sabido que su sobrina se revolcaba desnuda por el heno con un hombre. ¡Y ni siquiera había podido acabar de revolcarse!
-Espera, yo lo hago -dijo Nick en un tono suave que ______ nunca le había oído, y, haciendo que se girara, abrochó hábilmente el endiablado cierre. Incapaz de mirarlo a los ojos, ______ mantuvo la cabeza agachada, pero el contraste de las manos morenas de Nick y de sus pálidos pechos la excitó nuevamente.
Tragó saliva y miró la hebilla del cinturón de Nick. Él se había subido la cremallera y se había abrochado el cinturón, pero el abultamiento evidente de su sexo la convenció de que aquella interrupción no lo había dejado indiferente. Aquello la hizo sentirse mejor, y parpadeó para disipar las lágrimas mientras él la ayudaba a ponerse el vestido y le daba la vuelta para subirle la cremallera.
-Tienes heno en el pelo -dijo Nick alegremente, y, tras quitarle una pajita de la cabeza, le sacudió el vestido. _____ levantó las manos para atusarse el pelo y descubrió que se le había soltado por completo-. Déjatelo así -dijo Nick-. Me gusta más suelto. Parece de seda.
Ella se peinó con los dedos nerviosamente y lo observó cuando él se agachó para recoger su camisa del suelo.
-¿Qué va a pensar Joe? -balbució cuando la camioneta se detuvo fuera del establo.
-Que tiene suerte de ser mi hijo o lo mataría -masculló Nick con fastidio, y ______ no entendió si bromeaba o no. Él se puso la camisa, pero salió a la puerta sin molestarse en abrochársela. ______ respiró hondo, procuró armarse de valor para superar su vergüenza y salió tras él.
Joe acababa de salir de la camioneta y estaba junto a la puerta. Sus ojos azul hielo se movían sin cesar entre los dos, fijándose en la expresión pétrea y la camisa abierta de su padre y en el pelo revuelto de ______.
-¡Maldita sea! -exclamó, y cerró la puerta de la camioneta de golpe-. Si hubiera tardado quince minutos más...
-Eso mismo pienso yo -masculló Nick.
-Oye, que me voy ahora mismo y... (jajaja me encantó eso!, xD)
Nick dejó escapar un suspiro.
-No. De todos modos, ha venido a verte a ti.
-Eso fue lo que me dijiste la primera vez Joe puso una enorme sonrisa.
-Y acabo de decirlo otra vez -se volvió hacia _______ y de pronto retornó a sus ojos parte de la alegría que le había causado la asombrosa noticia-. Díselo.
Ella estaba en blanco.
-¿Decirle qué?
-Sí, mujer. Díselo.
El cerebro embotado de _____ procesó lentamente lo que Nick le estaba diciendo, y al cabo de un momento miró sus manos vacías con desconcierto. ¿Qué había pasado con las cartas? ¿Las habían perdido entre el heno? ¡Qué espantoso sería tener que buscarlas entre la paja! No sabiendo qué hacer, extendió las manos y dijo con sencillez:
-Te han aceptado. He recibido la carta hoy.
Joe, que la estaba mirando con fijeza, palideció de pronto. Luego extendió un brazo y apoyó la mano en la camioneta como si necesitara apoyo.
-¿Me han aceptado? ¿En la Academia? ¿Me han aceptado en la Academia? -preguntó con voz ronca.
-Has conseguido la recomendación. Ahora depende de ti aprobar las pruebas.
(Esto me encanta! =D) Joe echó la cabeza hacia atrás y lanzó un grito exultante y sobrecogedor, como el de una pantera en plena caza. Luego, se lanzó hacia Nick. Los dos se golpearon la espalda mutuamente, riendo y gritando de júbilo, y finalmente se abrazaron como dos hombres más débiles no habrían podido abrazarse. ______ juntó las manos y se quedó mirándolos con una sonrisa. Se sentía tan feliz que casi le dolía el corazón. Luego un brazo la agarró y tiró de ella, y de pronto se encontró empotrada entre los dos Mackenzie, cuyos saltos de alegría casi la aplastaban.
-¡Me estáis asfixiando! -protestó, jadeante, al tiempo que apoyaba las manos en sus amplios pechos y empujaba. Uno de aquellos pechos estaba desnudo, expuesto por una camisa sin abotonar, y el contacto de su cálida piel hizo que le flaquearan las piernas. Joe y Nick se echaron a reír, pero de inmediato aflojaron el abrazo.
______ se apartó el pelo de la cara y se alisó el vestido.
-Las cartas tienen que estar en alguna parte. Se me han debido de caer.
Nick le lanzó una mirada traviesa.
-Seguramente.
Su tono burlón hizo que ______ se sintiera feliz. Le lanzó una sonrisa apaciblemente íntima, la clase de sonrisa que una mujer le dedica al hombre que ama tras haber estado en sus brazos, y Nick se sintió bien. Para disimular su turbación, se dio la vuelta y se puso a buscar las cartas. Descubrió una en el caminito. La otra se había caído junto a la puerta del establo. Las recogió y le dio a Joe la que iba dirigida a él.
Al chico le temblaban las manos cuando la abrió, a pesar de que ya sabía lo que contenía. Casi no daba crédito. Había sucedido todo tan deprisa... Un sueño hecho realidad tenía que ser más difícil de conseguir; tendría que haber sudado sangre para lograrlo. ¡Oh, todavía no estaba pilotando una de aquellas preciosidades de veinte millones de dólares, pero pronto lo haría! Tenía que hacerlo porque, sin alas, sólo a medias se sentía vivo.
_____, que lo estaba mirando con orgullosa indulgencia, sintió que Nickf se envaraba a su lado y lo miró inquisitivamente. Él había alzado la cabeza como si oliera el peligro, y su rostro se había vuelto de pronto impasible como una roca. Un instante después, ______ oyó el ruido de un motor, y al girarse vio que el coche del ayudante del sheriff se detenía tras la camioneta.
Joe se dio la vuelta, y su semblante adquirió la misma expresión pétrea que el de Nick cuando Clay Armstrong salió del coche patrulla.
-Señora -le dijo Clay a _______, tocándose el ala del sombrero.
-Ayudante Armstrong.
La voz de ______ contenía doscientos años de estricta educación y buenos modales. La tía Ardith se habría sentido orgullosa de ella. Pero _______ sintió de pronto que una amenaza pendía sobre Nick, y le costó un arduo esfuerzo no interponerse entre el ayudante y él. Sólo la certeza de que a Nick no le agradaría que interviniera la mantuvo quieta a su lado.
Los ojos azules de Clay ya no parecían amistosos.
-¿A qué ha venido, señorita Potter?
-¿Por qué lo pregunta? -replicó ella, poniendo los brazos en jarras.
-Vaya al grano, Armstrong -saltó Nick.
-Está bien -replicó Clay-. Tenemos que interrogarte. Puedes venir conmigo voluntariamente, o puedo traer una orden de arresto.
Joe permanecía paralizado, con los ojos llenos de rabia y rencor. Aquello había ocurrido antes, y había perdido a su padre durante dos largos y horribles años. Pero esta vez le parecía aún más atroz, porque un momento antes habían estado de celebración, y él se había sentido en la cima del mundo.
Nick empezó a abrocharse la camisa. Con una voz rasposa como grava preguntó:
-¿Qué ha pasado esta vez?
-Hablaremos de eso en la oficina del sheriff
-Hablaremos ahora.
Unos ojos negros se encontraron con unos azules, y Clay comprendió de pronto que aquel hombre no daría ni un paso a menos que obtuviera alguna respuesta.
-Esta mañana violaron a una chica.
☎ Jimena Horan ♥
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