Love Hurts

A medianoche su imagen siempre ha venido a mi mente, su toxicidad me deja en un embriagante shock corporal del que no deseo salir por horas, Valentín era como una rosa roja con espinas, era anhelado de lejos y venenoso al toque. Todo lo que lograba atraer con su encanto lo desangraba en el proceso de intentar llegar a su corazón, oculto entre capas de frialdad y poco interés en los demás. Yo lo logre, estuve allí, aprisionando la espina contra mi pecho, desangrándome para no dejarlo solo.
No le intereso, sin duda no le intereso ni un poco.
 
Cría en el amor, tan ciegamente como una niña pequeña lo hace al ver una película romántica, lo creí aun más la primera vez que vi a Valentín, con su pelo rizado y corto, café como el cocholate, diferente a todos, piel acanelada y labios provocativos, su mandíbula tensa advertía a que nadie se acercara; me vasto una mirada para saber que debía conocerle de alguna u otra manera, pero sin duda en aquel entonces era inocente y no tenia ni la más mínima idea de cómo acercarme a alguien guapo, ¡ja! Sin duda me rió hoy en día de las estupideces que hice solo para que me dirigiera media palabra, teniendo en cuenta que cada vez que lo lograba metía la pata; no dudo que pensara que no era alguien normal, juro creer que él pensaba que yo era una niña aburrida, no lo juzgo, en ese tiempo probablemente lo fui.
 
A pesar de ello, a él pareció interesarle mi extraña manera de ser, empezó a sonreírme y a dedicar tiempo de su vida exclusivamente a mí, aquello me hizo sentir única, bien y sin duda importante para él, mi segundo error: creer que le importaba, sin duda el primero fue intentar entrar en su vida. Por un largo tiempo creí que era más que un patán mujeriego como muchos advertían, me hizo creer en la inocencia de sus pecados, aun cuando los vía frente a mi, pues mientras yo le acompañaba como consejera el buscaba el amor en otras personas que no era yo, no dije nada, preferí ser un amiga o ser nada.
 
El tiempo paso tan rápido que no me di cuenta cuando me había enamorado y había caído ante alguien para quien no importaba más de medio centavo, hice hasta lo imposible por él, y aunque no niego que hubieron recompensas, de esas pocas hoy recuerdo, porque pocas fueron.
 
Lamentablemente llego ese día llego y supe que un amor fuerte, siempre tiene un final explosivo, porque toda pasión desenfrenada termina en su éxtasis y tras ella no hay nada, me atragante con todos mi sentimientos, que en mi interior solo hicieron un bomba de tiempo, y su tiempo había llegado. El se había enamorado, y ella era perfecta, una chica le había enseñado el amor y no era yo. Las personas románticas como yo siempre soñamos con enseñarle a amar a alguien como él, sufrí con el hecho de ver como alguien le enseñaba ese dulce suplir, la amaba a ella, lo sabía, sabía la pureza de su sentimiento por ella, por eso partí lejos, con dolor.
 
Mi partir no le inmuto su existencia, Valentín pareció aliviarse al tener que no lidiar con la tonta chica enamorada de su esencia, no me podía creer que tan poco le importara mi partir y al reclamarle note como fue que mi engaño inicio desde el día en que lo conocí, citándole, me afirmo con palaras bruscas que hiciera lo que me viniera en gana, y con lagrimas en mi ojos me pidió a tono alto que me alejara tanto como pudiera, que jamás le importaría mi vida, en mi cara, quien creía el amor de mi vida me hecho de su vida como un pañuelo sucio, me voto a la basura con facilidad, sin un poco de temblor en su mano.
 
Y aun, hoy en día me pregunto que tan bien actuó para hacerme creer por tanto tiempo que pude importarle a alguien como Valentín Chiffet, con él tiempo encontré alguien que vió en mi lo que Valentín no pudo, lo acepte, tal vez debes aceptar alguien que te quiera más no alguien que quieras ¿Tan difícil el que debas quedarte con quien eliges y no con quien te elija?. A fin de cuentas, jamás ame a alguien como Valentín, lamentablemente su recuerdo se pierde entre el polvo de mi memoria y con el tiempo empecé a olvidar su voz y su rostro, solo recuerdo un poco del sentimiento, supe que no todo terminara como lo quieras, tal vez, no siempre hay un final feliz para todos los aspectos. Ahora, al volver aquí, donde le conocí, donde le vi sentado en esa silla del medio de la habitación me pregunto que se sentiría volver a verle.
 
Pero sinceramente no quiero que pase, no soportaría ver una vez más a quien jamás me amo o me amaría, ver para quien no fui suficiente, no soportaría ver a un imposible.
 
 
Juliet había sido como una brisa matutina de primavera, era sensible hasta la medula y expresiva de pies a cabeza, no solía hablarme de ella pues parecía más interesada en mi vida que en la suya, siempre me molesto eso, nunca supe porque, pero me molestaba su constante insistencia en iniciar una conversación, con esa alegría de niña pequeña que nunca entro en mi compresión, Juliet la verdad nunca me había importado pues verle era como una rutina de días comunes, sonaría estúpido decir que no pensé lo que le dije aquel día, a decir verdad yo si anhelaba que se alejara de mi, su dulzura intoxicaba mi gusto por las sensaciones grises.
 
Tras su partida descubrí los matices color rosa que había dejado en la escalada de grises de mi vida, arrepentimiento sonaba cursi en aquel momento, ahora suena pequeño. Oía decir “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” y solo podía pensar “jodidos sentimentales”.
Los azules ojos de Juliet que un día habían pintado mi cielo de un nuevo tono se desvanecía cada vez que recordaba sus pupilas inundadas de las lágrimas que provocaban mis palabras; no la ame, o no lo se, solo se que la perdí.
 
Era simple, no se por qué no pude comprenderlo, mi vida era gris pero tras su partida el gris oscureció a negro y de allí no salí nunca más, descubrí lo mucho que me negué a quererla por querer estar con otros, busque algo más grande sin saber que lo más grande que tenía me levantaba cada vez que caía.
 
Al final sus tonos rosas fueron desapareciendo y nunca volvieron a darle color a mi vida, no supe que la quería, mi único y más grande error.
 
Observe de nuevo el puesto desde donde me observaba fijamente la primera vez que nos conocimos, sonreí sin notarlo al recordar lo indiscreta que era, en aquel momento fue irremediablemente molesto. Un cuerpo exaltante de color beige y rosa se sentó allí, unas capas de cabello castaño dejaron a mi vista un mar de ojos azules, no me observaban pues parecía sumidos en su memoria, ahora era yo quien la observaba desde mi lugar y ella cuando por fin su azulada mirada me otorgo el placer de mirarme supe solo una cosa, una pequeña e importante, no me observaba como hace 4 años, el amor habia expirado en sus pupilas dilatadas, me levante y fui a ella, pero antes di la vuelta y me aleje, esto era lo que se sentí renunciar a quien no te ama.
 
―¿Valentín? ― sono a mis espaldas y vi un destellar de tonos rojos en mi negro mar, gire sobre mis talones y la vi de pie con su azul apuntando a mis ojos, algo brillo, algo pequeño , algo desastroso.