Hooked Love.

Capitulo 09

Liam Payne.

Cerré la puerta de la casa de golpe, pero ni siquiera el sonido logró sobresaltarme. De seguro los chicos me atiborrarán con preguntas luego, pero ahora, ahora sólo quiero huir. ¿Huir de qué? De mi vida, tal vez. Estaba cansado de todo, sé que debería estar agradecido, pero la fama viene con su precio. Limpié las lágrimas que habían resbalado de mis ojos y me negué a dejar que cualquier otra resbalara por mi mejilla, ignoré el dolor de mi pecho y me dediqué únicamente a mirar el talle de mis zapatos al dar cada paso.

No obstante, el revoltijo de pensamientos me impedía obviar cualquier evento de la última hora, por más que levantara la barrera, esta no hacía más que derrumbarse.

La lluvia que caía desenfrenada desde el cielo había empapado mi ropa, provocando un tedioso sonido al presionar el agua dentro del zapato, raramente, me sentía cómodo de esta manera. Con la lluvia y tan tarde en la noche impediría que cualquiera pudiera reconocerme, ahora necesitaba un poco de paz, sólo eso pedía.


No sabía cuánto tiempo llevaba caminado con la vista al suelo, todo aún se encontraba un poco revuelto en mi cabeza, pero al menos el enojo se había desvanecido, permitiéndole el paso únicamente a la decepción. Además de la tristeza y el vacío en mi pecho, si es necesario agregar.

Finalmente mis pies se negaron a dar cualquier otro paso. Levanté la vista, sólo para verificar me encontraba en el medio de la nada, o al menos en ningún lugar que yo conociera.  La lluvia aún caía, pero ahora carecía de la misma fuerza de un principio. Mi celular se encontraba en pequeños pedazos en una esquina de mi habitación, por lo que llamar a alguien no sería una opción. Decidí aceptar el hecho de que estaría otro rato así y caminé a una banca cercana para permitirle a mis pies el descanso que tanto imploraban.  
Aunque la lluvia provocara una vista borrosa y el manto de la noche no hiciera más que oscurecer el panorama, la luz que creaba el poste de luz, brindaba la luminosidad suficiente para apreciar unos cuantos detalles. Me encontraba en un parque, aunque aún no llegara a saber el nombre de este.

Mi mirada se fijo por unos segundos en el columpio que ahora yacía vacío, remontándome a mi niñez. Todo llegaría a parecer más sencillo en aquel entonces. Las únicas preocupaciones que llegabas a tener eran si el niño en el patio de juegos aceptaría ser tu amigo o el sabor del caramelo que cualquier adulto decide regalarte cuando aún eres pequeño. Ahora incluso la más sencilla acción escondía todo un acertijo detrás. Ahora se sobreanaliza cualquier mínimo detalle y se llega a cuestionar cualquier mínima decisión.

Suspiré y jalé mi pelo hacia atrás, eliminando los mechones empapados de mi frente. Apoyé mis brazos en mis rodillas y bajé la mirada para evitar que el agua llegara a mis ojos. Me sobresalté cuando escuché unos pasos, al mirar, sólo se trataba de una pareja dando un paseo nocturno. Ambos protegidos bajo la capa de la sombrilla, pero tan juntos cómo si cualquier movimiento de separación pudiera acabarlos.

– Gracias por esto – dijo ella. – He querido poner un candado desde pequeña y me alegra que sea contigo.

Dejé de escuchar luego ya que comenzaban a alejarse. Candados, los candados del puente. Por puro curioseo y puesto que no tenía nada mejor que hacer, decidí seguir el camino que la pareja había tomado y avancé mi paso un poco para no perderla de vista y desviarme en el camino.

Luego de al menos unos veinte minutos donde mis piernas se quejaban por el esfuerzo acumulado, las luces de locales se hicieron presentes y la noche se veía iluminada por letreros, señales o postes de luz que ahora se encontraban en mayor cantidad. Un bar que se encontraba a unos cuantos metros llamó mi atención y podía decir que estaba más que tentado de entrar y ahogar mis panas en el alcohol, pero nunca había sido esa clase de muchacho, y estaba seguro de que nunca lo sería.

Miré a mi alrededor y pude ver el puente a unos metros más adelante. Continué caminando lo que faltaba pero antes de llegar algo llamó mi atención. Me detuve y analicé la pared unos cuantos minutos, la imagen la conocía, esa toma de fotos fue una de las más cansadas de todas, pero lo que más me atraía eran los bigotes que residían en nuestras caras. Al ver mi imagen no pude evitar la sonrisa, pero la risa se hizo más sonora al ver el rostro de mis compañeros. Por ese momento, cualquier presión se vio opacada pero cuando la realidad volvió a mí, la risa se desvaneció poco a poco.

Le dediqué una última mirada a la imagen para luego seguir con camino a mi destino.

Al llegar al puente, pasé la mano por la barra y llegué a tiempo para ver como la misma pareja de antes hacía su promesa de amor.
Una parte de mi se sintió asqueada, la parte herida, pero la otra se encontraba más que fascinada por el evento. Aunque la primera parte me decía que el amor lastimaba y no hacía más que desilusionarte paso a paso en la vida, la segunda se negaba a creerlo, la verdad, todo yo se negaba a creerlo.

No permitiría que esa llamada me cambiara. Pues sí, Sofía no me amaba, sí, me usó, pero entonces no era amor. El amor no te daña, es el que te impulsa a seguir adelante, siempre había creído eso, y por más decepciones que tuviera siempre lo creería, nunca perdería mis esperanzas en él, porque sin amor, la vida sería una tediosa rutina en la cuál sería imposible sobrevivir.

Una sonrisa se posó en mi rostro de nuevo. Todos aprendemos de los errores, todo sucede por alguna razón. Algún momento encontraré a esa persona que me ame por quien soy, no por mi fama y me niego a perder la esperanza.

Habiendo calmado mis pensamientos, aclarado mis ideas y ubicado en el lugar en el cual me encontraba, decidí que era hora de volver a casa y cambiarme de ropas, pero antes, vagué por el puente leyendo algunos de los candados.

Pero detuve mis pasos al ver ese candado. Mi ceño se frunció y me arrodillé para verlo mejor. Lo tomé en mis manos y lo analicé, pero el nombre seguía siendo el mismo. Había un candado con mi nombre.