Flight of the Dragon {One Direction}. TERMINADA.

Desperté casi a las diez de la mañana. Abrí los ojos y me encontré con un techo azul opaco. Quise girarme y no pude, un brazo rodeaba mi cintura posesivamente.
—Buenos días, amor —el tono meloso de un Zayn algo adormilado llegó a mis oídos.
—Buen día, príncipe —dije risueña, esperando una risa de su parte que recibí unos segundos más tarde.
—¿Has dormido bien? —dejó que me girara y pude ver sus ojos, algo opacos por el solo hecho de que recién despertaba.
—De mil maravillas —besé su nariz y luego sonreí. —Gracias por dejarme venir.
—¿Me agradeces? —preguntó incrédulo. —¡Por favor! Jamás conocí una chica como tú, mi amor —besó mi frente. —Te amo, muchísimo.
—Y yo te amo a ti.
Me acurruqué en el hueco de su cuello, buscando calor. La temperatura había caído hasta el suelo. El frío calaba hasta los huesos. Zayn tiró de su acolchado para taparnos a ambos. Su mano recorrió mi espalda y me estremecí.
—Hermosa —susurró en mi oído.
Rodeé su cadera con mi brazo derecho y besé su cuello.
—No hagas eso —rió.
—¿Qué no haga qué? —lo besé de nuevo, en el mismo lugar.
—Eso, _______ —dijo sonando más serio. —No lo hagas.
—Ey, no te enojes —me alejé un poco de él para mirarlo.
—No me enojo, preciosa. Solo que si lo haces luego no podré hacerme cargo de mis actos.
—¡No seas idiota! —protesté sonriendo. —Oye, ¿me prestas ropa? —le pregunté algo avergonzada. —Es que tengo que bañarme y… no he traído nada de ropa.
—Cosas que pasan —se rió.
—¿Cosas que pasan? —lo miré. —¿Cuántas veces te ha pasado? —no pude evitar sonar celosa.
—Solo bromeaba tontita —besó mis labios antes de levantarse de la cama. Caminó hasta su ropero y saco algunas cosas. Luego las aventó hacia mí. —El baño está allá —señaló con la mano y luego me guiñó un ojo.
Yo reí y me metí dentro. Abrí la ducha, para luego desvestirme y dejar que el agua golpeara mi cuerpo suavemente.
—«You’re perfect to me.» —lo oí cantar. —«You never love yourself half as much as I love you. You’ll never treat yourself right, darlin’ but I want you to. If I let you know I’m here… for you. Maybe you’ll love yourself like I love you.» —sentí el rasgueo de una guitarra, aquello combinado con su hermosa voz fue demasiado para mí.
Cuando acabé de bañarme y vestirme, di un paso dentro de la habitación y me dejé caer en la cama de Zayn. Él no se encontraba allí.
—Mi amor —sonrió al entrar.
—Hola —le sonreí sentándome en la cama, con su guitarra entre mis brazos.
—¿Me escuchaste cantar? —preguntó.
—Sí —lo miré. —Cantas hermoso. —Se ruborizó y yo reí. —Lo digo en serio.
—Claro, sí —dijo desviando la mirada. —¿Tocas?
—Algo… —murmuré. —Danny ha estado enseñándome, hace mucho. Quizá recuerde cómo… —posicione mis dedos sobre la diapasón de aquel instrumento. Rasgueé con cuidado y la música comenzó a salir. Algunos acordes más y decidí hacerlo más interesante. —«Oh his eyes, his eyes make the stars look like they’re noy shining. His hair, his hair falls perfectly without him trying. He’s so wonderful and I tell him everyday. Yeah, I know, I know when I compliment him he won’t believe me and it’s so, it’s so sad to think he don’t see what I see. But every time I ask him “Do I look ok?” I say… When I see your face there’s not a thing that I would change. Jusy cause you’re amazing just the way you are… and when you smile, the whole world stops and stares for a while, cause boy you’re amazing just the way you are. Oh you know, you know, you know I’d never ask you to change if perfect is what you’re searching for the just stay the same. So don’t even bother asking if you look ok, you know I’ll say when I see your face there’s not a thing that I would change. Jusy cause you’re amazing just the way you are… and when you smile, the whole world stops and stares for a while, cause boy you’re amazing just the way you are. The way you are, the way you are cause boy you’re amazing just the way you are when I see your face there’s not a thing that I would change. Jusy cause you’re amazing just the way you are… and when you smile, the whole world stops and stares for a while, cause boy you’re amazing just the way you are.Yeah.» —y con aquello le dije todo lo que pensaba. —Cause boy, I love you.
Él se acercó a mí ligeramente y tomó la guitarra para ponerla lejos de ambos. —Yo te amo aún más —besó mis labios exigentemente. Sin darme tiempo a saber qué iba a suceder. Se alejó de mí un momento para poder recuperar el aliento y volvió a lo suyo dejándome saber que yo era a quién él había elegido como la chica que quería tener toda su vida a su lado. —Eres el amor de mi vida —susurró entre beso y beso.

Al día siguiente, luego de desperdiciar aquel hermoso día pasando el tiempo con el amor de mi vida, decidí salir a caminar. Estaba segura de que no faltaba mucho para que la guerra cayera sobre nosotros, y yo pensaba dar pelea hasta el final. No iba a dejar que nos vencieran fácilmente. De todas maneras necesitaba pensar… y adaptarme a la sensación de pérdida que me generaría la derrota. Me sentiría mal, por todos. Dray, Shy, Heady, Frev, Bea, Lake, Benyaan, Khea, Zaes y Deffoní; había desarrollado un gran cariño por todos ellos… en especial por Draco.
Sabía que si ganábamos la guerra eso se convertiría en un recuerdo del que todos nos reiríamos en un futuro no muy lejano. Seguiríamos siendo los amigos que somos. Sé que mis amistades con Ni, Julie, Liam, Aang y Zayn durarían para toda la vida. Porque a pesar de ser muy diferentes, éramos muy unidos también.
Salí de la casa sin miras de ir a algún lugar en particular. Terminaría en donde las calles me hicieran terminar. Necesitaba estar sola. Pensar. Antes de salir me había dado un baño, puesto a lavar las ropas de Zayn y había elegido qué ponerme. Desayuné liviano.
Los auriculares colgaban de mi cuello, y la paz reinaba en mi alma. La soledad me ayudaba bastante.
—¿Estás bien, preciosa? —la voz de Dray llegó a mis oídos.
—Sí, Dray —le dije. —Es solo que… necesitaba pensar, salir y despejarme.
—No te sientes preparada —susurró.
—Claro que sí —murmuré. —No quiero perderte —alegué.
—No vas a perderme. Venceremos. —Su seguridad era vital para mí.
—Venceremos —repetí, más para mí que para él.
Asentí con la cabeza, a sabiendas de que él podía sentir mis movimientos y miré el cielo. Y recordé la frase que Danny me había dicho. «Cuándo lo extrañes a él, o me eches de menos, mira el cielo. Tienes que saber que aquello es algo que nos une a todos… porque es igual en todos lados.» Hoy echaba de menos a mi papá. Extrañaba sus abrazos, sus frases. Su manera de calmarme y hacerme saber que todo estaba bien. Aunque fuera una patraña, yo le creía.
—¿Por qué tuvo que abandonarnos así? —le pregunté al cielo. —¿Por qué? ¿No tenías un mejor destino para mí? —las lágrimas quemaban en mis ojos, luchando por salir y decidí dejarlas ir.
Tomé los auriculares y los puse sobre mis oídos. Deseando perderme. Encendí la música y me dejé llevar.
Necesitaba un abrazo. Pero no uno cualquiera. Uno de mi papá. De esos que sólo él sabía dar. De esos que te reconfortaban al instante.

Con el pasar de los minutos, junto con mí andar, llegué a un parque de aspecto viejo. Aquel parque, era ese parque. Ese que frecuentaba con mis padres cuando estábamos juntos. Cuando él estaba vivo.
Algunos pasos más y ya estaba dentro del parque. Sentada en uno de los bancos de cemento que allí yacían miré a mí alrededor. Niños y niñas que corrían por todos lados, padres e hijos que jugaban juntos. Madres que peinaban amorosamente el cabello de sus hijas.
Y yo.
Yo sentada sola.
Sola recordando a la persona que había colaborado en el proceso de darme la vida.
Lo celeste del cielo de esfumo en un instante, y la lluvia comenzó a caer. Los mayores tomaban las manitos de sus hijos y los impulsaban a abandonar el parque. ¿Dónde estaba mi padre para tomar mi mano y sacarme de allí? No. Él no estaba. Y eso escocía en mi corazón. La falta de él se hacía cada vez más dolorosa. Aunque a veces me mentía a mi misma diciendo que no le necesitaba, diciendo que había superado lo sucedido… puras mentiras.
Cerré los ojos, encogiéndome sobre aquel banco. Abracé mis rodillas y escondí mi cabeza entre ellas. Las lágrimas salían sin cesar, no tenían motivo para dejar de caer.
Alcé la cabeza, apoyando mi mentón sobre mis brazos, buscando tranquilizarme. Al abrir los ojos lo vi. Vi a mi padre correr con un paraguas sobre su cabeza, protegiéndose de la lluvia.
No me dieron las piernas para levantarme del banco y correr tras él. Intentando atraparlo.
—¡Oye! —grité como pude y bajé los auriculares hasta mi cuello. —¡Oye, espera! ¡¡Papá!!
Aligeré aun más el paso, necesitaba hacerlo parar. Necesitaba estar entre sus brazos. Un escalofrío recorrió mi espalda.
—¡¡Papá!! —grité más fuerte. Las gotas se hicieron más pesadas, estaba totalmente empapada y agradecía el haber tomado un buzo, al menos. —¡¡Frank!! —le llamé, el dolor de darme cuenta de que él no era mi padre comenzaba a invadirme… hasta que dio media vuelta para ver de dónde provenía ese grito. Estudió mi rostro y el suyo se transformo por completo. Negó con la cabeza y continuó con su huída.
Yo caí de rodillas al suelo. Estaba destrozada. —No —susurré al tiempo que dejaba escapar un par de sollozos.
Me puse en pie, instantes después, al darme cuenta de que podría terminar enfermándome y seguía allí bajo la lluvia. Emprendí el camino de regreso a casa…
A tan solo dos cuadras me dije que si mi madre, o mismo Danny o Doug, me veían llegar en este estado comenzarían a preguntar qué había sucedido y yo iba a terminar llorando, sin poder explicar nada. Entonces decidí ir a casa de Zayn, no era tan lejos.

Golpeé la puerta dos veces, y esperé a que él saliera.
Quise morir cuando Safaa abrió. Detrás de ella apareció Trisha, su rostro cambió por completo al verme así.
—¿Qué te ha sucedido, preciosa? —su instinto maternal hizo que me abrazará. —¿Por qué estás tan mojada? ¿No has visto la fuerza con la que la lluvia nos está golpeando?
—Lo siento —susurré, las lágrimas comenzaron a caer de nuevo.
—Zayn no está, pequeña. Entra, date un baño caliente. Prepararé chocolate mientras tú te bañas. Safaa, dale algo de ropa de Waliyha. —La pequeña asintió con los ojos bien abiertos y corrió escaleras arriba.
—Síguela, ella te dirá dónde está el baño.
Tiritando subí las escaleras… apenas si podía moverme. Estaba helada y tenía muchísimo frío. Encontré a Safaa en la puerta de lo que debería ser el baño, balanceándose sobre sus piecitos.
—Dejé la ropa dentro.
—Gracias, bonita —susurré, e iba a entrar cuando ella me habló.
—¿Qué te paso?
—Estaba en el parque cuando comenzó a llover… y… caí en un charco —reí. —No te preocupes.
Ella rió armoniosamente, su risa era idéntica a la de Zayn. —Vale —dio algunos saltitos y bajó las escaleras.
Entré al baño y abrí el agua caliente para luego meterme debajo. El frío se escapó de mí, en cuanto el agua toco mi cuerpo. Suspiré aliviada.
Me quedé otro rato allí, lavé mi pelo y lo desenredé. Al acabar de ducharme salí del baño. Me vestí con la ropa de Waliyha, a quien aún no conocía, y bajé las escaleras.
—Siéntate, siéntate —me dijo Trisha, señalando un sofá. —Te traeré una manta.
—No… Señora Malik, no es necesario.
—Sí, sí lo es —subió las escaleras y bajó con una manta con dibujos de Marvel. Probablemente era de Zayn.
Estornudé. —Gracias.
—Haz pescado un resfriado —se quejó y luego me dio una taza de chocolate caliente.
Le di un sorbo, y le agradecí nuevamente.
—No es nada, ______ —dijo y desapareció en la cocina.
La puerta se abrió. Divisé al moreno cerrando su paraguas y sacudiendo la cabeza.
—¡Mamá, volví! —dio un par de pasos. —No sabes cómo llueve af… _______. Mi amor. —Se precipitó hasta mí y me miró a los ojos. —¿Qué te ha sucedido? ¿Has estado llorando? —besó mi frente y se sentó a mi lado. —¿Quieres contarme? Mejor subamos a mi habitación. Tendremos algo más de privacidad —murmuró y tomó mi mano para luego llevarme hasta su cuarto. Me miró, nuevamente, buscando alguna palabra que saliera de mis labios.
—Salí de mi casa, hoy por la mañana. Necesitaba pensar y reorganizarme con tranquilidad. Comencé a caminar sin rumbo… cuando llegué al parque que frecuentaba con mis padres cuando aún estábamos los tres. Recordé muchas cosas referidas a mi padre, y me di cuenta de cuánto lo extraño. Miré a las familias que, junto con sus hijos, correteaban por el parque, jugando, divirtiéndose. Me vi sola allí cuando la lluvia comenzó a caer. Quise quedarme más tiempo —susurré. —Me acurruqué y comencé a llorar, en verdad necesito a mi padre —su mirada apenada se posó sobre mí. —Buscando calmarme examiné el parque. Al hacer aquello vi a mi padre correr con un paraguas sobre su cabeza. Corrí tras él, intentando atraparlo… o que al menos me escuchase. Grité, y grité, hasta que la idea de gritar su nombre se cruzó por mi cabeza… —sollocé, sin darme cuenta había comenzado a llorar. —Fue lo peor que pude haber hecho. Él se giró, me miró, examinando mi rostro. ¡Era él! ¡Mi padre está vivo! Pero… cuando se dio cuenta de quién soy… él sólo siguió corriendo. No se acercó a mí.
—Amor —susurró al tiempo que me rodeaba con sus brazos. Atrayéndome hasta él. Consolándome. —Quizá no era tu padre.
—Sí… sí era él. Lo vi —sollocé con fuerza.
—Te ayudaré a encontrarlo, lo prometo —besó mi cabeza. —Pero ahora cálmate, necesitas estar tranquila —comenzó a arrullarme, cantando canciones de cuna… o algunas tan tranquilas que ayudaban a conciliar el sueño, y así caí entre los brazos de Morfeo.

Desperté entre los brazos de Zayn… tal y como me había quedado dormida.
—¿Estás mejor? —preguntó mirándome a los ojos. Asentí con la cabeza, un poco adormilada. —Gracias a Dios —besó la punta de mi nariz. —Me asusté, ¿sabes? —susurró y yo miré sus ojos. —No esperaba encontrarte aquí, amor —dijo—, al menos no con una lluvia como esa. Además, envuelta en una manta, con los ojos llorosos y tomando chocolate caliente… —murmuró. —No vuelvas a hacer eso —sonrió.
—No voy a volver a hacerlo, lo prometo —me senté en la cama y llevé mis ojos hasta la ventana. Había dejado de llover. —Tengo que encontrarlo.
—Prometí ayudarte y voy a hacerlo. Cuando tú lo sientas.
—Ahora —lo miré. —Ahora, Zayn. No podemos esperar más. No puedo esperar más.
—Entonces vamos —dijo, al tiempo que me pasaba algunas prendas. —Ya están secas, cámbiate y nos vamos.
Salió de la habitación y yo me puse mi ropa. Me peiné un poco y bajé las escaleras corriendo. Él tomó mi mano, nos despedimos de su madre y salimos de la casa.
—Draco, habla con Khea. Todos en el bosque en diez minutos.
—Vale, princesa.
—Vamos con Shyvana —susurró cerca de mi oído.
Corrimos hasta el patio trasero de la casa de Zayn y nos subimos en el lomo de Shy. Ella comenzó a volar de inmediato.
A los pocos minutos ya estábamos en el bosque que ladeaba mi casa.
Nos encontramos con los chicos y nos dividimos en cinco grupos, de a parejas. Sofí y Niall, Lin y Hazza, Aang y Liam, Julie y Tommo, Zayn y yo. Pactamos un lugar de encuentro. Les mostré una foto de mi padre.
—¿Qué hacemos si lo encontramos? —preguntó Louis.
—Llámenme, a mi o a Zayn. Da igual, pero hágannos saber.
Él asintió.
Decidimos ir caminando, la cosa sería menos complicada de esa manera.
El moreno tomaba mi mano con seguridad, y cada tanto daba diferentes apretones para mantenerme con los pies en la tierra. Caminamos alrededor de ese pequeño parque.
—¿En qué dirección corrió? —preguntó Zayn sigilosamente.
Recordé el momento y repentinamente me sentí débil… pero no podía dejar que eso influyera. Al menos no ahora. Alcé la mano y señalé hacia dónde. —Hacia allá.
Zayn sostuvo mi mano con fuerza, mientras yo flaqueaba mis pasos hacia aquel lugar.
Un bar.
Un lugar deprimente, donde la gente ahogaba sus problemas. Donde bebían sin medida, algunos terminaban en un hospital. Otros terminaban en el suelo. Lejos de sus casas y de sus familias… mientras éstas sufrían por el solo hecho de no saber dónde estaba el hombre de la casa.
Por un momento quise quedarme afuera, pero luego decidí que lo mejor sería entrar y enfrentar a mi padre si es que estaba allí dentro. Pase mi brazo por las caderas de Zayn. Necesitaba sentirme segura.
Cerré los ojos e intenté recordar cómo estaba vestido mi papá. Sobre-todo negro, jeans celestes, y un paraguas azul.
—Sobre-todo negro, jeans celestes, paraguas azul —le susurré a mi novio, él asintió con seguridad. Bajó los hombros, mostrando una actitud tranquila, con la guardia baja.
Ambos examinamos el lugar con la mirada, ligeramente y con muchísimo sigilo. Mi corazón se agitó cuando creí verlo. Tenía sus antebrazos sobre la mesa, tomaba su castaño cabello entre sus dedos. El cuello del sobre-todo estaba desacomodado. Casi cubría sus orejas por completo. Una jarra de cerveza yacía frente a él, dos botellas a un costado. Probablemente estaba borracho.
Tiré levemente del abrigo de Zayn, él me miró. —Está allá —murmuré y apunté con mi mentón disimuladamente.
—¿Quieres acercarte?
—¿Deberíamos? —lo miré a los ojos. Me encontré con aquellos irises avellana… él aceptaría cualquier cosa que yo eligiera, así fuera volver… sin siquiera hablar con Frank.
—No voy a dejar que te haga nada, preciosa —me dijo. Asentí y entrelacé mis dedos con los suyos. Juntos caminamos hasta la mesa donde él se encontraba sentado.
Nos sentamos allí y esperamos a que Frank nos notara.
—¿Qué hacen aquí? —pregunto con voz queda, sin mirarnos.
—Papá… —murmuré y extendí mi mano para tocar su brazo.
Con esfuerzo despegó su cabeza de sus manos. Sus profundos ojos azules se encontraron con los míos, y quise que Danny estuviera a mi lado. Su silencio fue largo y doloroso.
«Es él, _______, es él. Tu padre no está muerto, ¡él está vivo, _______!».
—_______ —dijo. ¿Por qué no me llamo por mi nombre?
La mano de Zayn se posó sobre mi pierna.
No sé si darme cuenta de que no estaba borracho fue reconfortante o un motivo para arrojarme sobre él y comenzar a… vale, no. No soy una persona violenta.
—¿Por qué te fuiste? —lo miré. —¿Por qué te diste por muerto? ¿Por qué nos abandonaste? —no pude evitar la última pregunta.
—Tu padre ha muerto, _______. Ahora no soy ése Frank. No hay más explicación que esa.
Zayn cerró su mano con ira, descansando su puño sobre mis jeans.
—No puedo creer que digas eso —dije. —Papá, todos estos años estuviste vivo y yo me mantuve culpándome por el accidente. ¡Creí que fue mi culpa todo el tiempo! Mi padre no murió —mis ojos se llenaron de lágrimas. —Siento que me odias, siento que por eso desapareciste.
—Yo no te odio, _______.
—¡Soy tu hija, Frank! ¿Recuerdas? —cerré mis puños sobre la mesa. —¿Recuerdas cuando decías que nunca ibas a dejarme? ¿Recuerdas cuando me llamabas “princesa”, “muñeca”, “pequeña”…? El que más usabas era “nena” ¿lo recuerdas? ¿Recuerdas todas esas tardes que pasamos juntos? Divirtiéndonos. Porque era divertido, ¿sabes? Era lindo que gastaras tu tiempo libre en mí. Que me llevarás al parque, que me dieras pequeños gustos como peluches, helado, caramelos. Siempre fui fácil de conformar, y tú lo sabes. Pero hoy no, hoy no voy a quedarme con un simple: “Tu padre ha muerto, _______. Ahora no soy ése Frank.”
Él cerró los ojos. Sin decir nada, y yo continué.
—Porque quieras o no, me ames o no, sigues siendo mi padre. Y yo si te amo a ti, papá —dije sintiéndome impotente. —Porque tú no sabes lo que es desvelarse por las noches, llorar hasta quedarse dormido. Ver fotos, sonrisas, miradas y que todo te recuerde a alguien. Tú no sentiste el abandono que yo sentí. El que mamá sintió. ¡Tú no sabes cuánto te extraña Daniel! Sé que no eres su padre, ya lo he entendido… pero tú fuiste quién colaboró en su crianza cuando Jones desapareció. ¡Porque Jones lo abandono! Como tú hiciste conmigo, con él y con mamá —las lágrimas aún quemaban en mis ojos. —Daniel ha vivido esa experiencia dos veces, ¡lo han abandonado dos veces! Tú no sabes… tú no fuiste quién lo vio llorar todas las noches desde que te fuiste. ¡Esa fui yo! Yo escuchaba sus sollozos cuando pasaba por la puerta de su habitación. ¡Me creí culpable, joder! Tenían la vida perfecta hasta que llegué, me hiciste sentir una lacra, una mierda. Alguien que no merecía la vida que tenía. ¡Me hiciste querer estar muerta! —ahora sí, las lágrimas comenzaron a caer. —¡Dime! ¿Qué clase de padre eres? Porque que yo sepa los padres no dejan a sus hijos y a su esposa a la buena de Dios —lo miré. —Tenía doce años, ¿recuerdas? Tenía doce años cuando decidiste esfumarte. Sé que Danny tenía veintidós años, pero él también sufrió la pérdida… —me quedé en silencio por un momento. Examiné la situación… cerré los ojos y luego los abrí nuevamente para clavar mi vista en los ojos azules de mi padre. —¿Sabes? No sé por qué mierda te digo todo esto. Si nos abandonaste una vez, puedes hacerlo cuantas veces se te plazca. Creo que no debí buscarte. ¿Vale? Mejor dejémoslo así.
Tomé la mano de Zayn, me puse de pie y caminé hasta la puerta. Unos segundos después de atravesarla escuché su voz.
—¡Espera, ________! —sentí sus pasos apresurados y deseé tener la fuerza suficiente para seguir caminando y volver al bosque.
—¿Qué quieres? —me detuve, pero no me di vuelta.
—Lo siento.
—¿Lo siento? —murmuré. —¡No puedo creerlo! ¿Crees que con un “lo siento” vas a arreglar todo lo que hiciste? Joder. Qué equivocado estás —negué con la cabeza y continué caminando. Hasta el parque.
—¡En verdad, lo siento!
Zayn me miró a los ojos y besó la punta de mi nariz. —Tranquila, tigre. —Reí y besé sus labios.
—Te amo.
Por el rabillo del ojo pude apreciar cómo mi padre se quedaba tieso a pocos metros de nosotros. —No tiene caso, nada de todo esto —aquellas palabras salieron de su boca en un tono frío, desolado.
—¿De qué hablas?
—Todo lo que hiciste, ¿para qué? No te interesa.
—¡Claro que me interesa! ¿Por qué crees que me preocupe en buscarte? Porque tenía ganas de jugar a las escondidas, porque se me ocurrió alborotar a mis amigos, darles una foto tuya a cada uno y ponerlos en movimiento para que me ayudasen a encontrarte —reí irónicamente. —Sí, fue por eso. Solamente tenía ganas de joder a mis seres queridos —le sonreí y negué con la cabeza. —La pregunta es… ¿te intereso? ¿Te importa lo que pueda llegar a sucederme?
—Claro que me importa. Eres mi hija.