When you start to believe... (nuestra novela colectiva sobre Harry Potter)

Hundio de nuevo las manos en la nieve, lo más profundo que podía. Odiaba sentir cómo se derretía entre sus manos. Comenzaba a sentir cómo el poder la abandonaba poco a poco. Levantó la mirada y se encontró con Emma besando a Louis. ¿Cómo se sentiría? ¿Cómo sería besar a alguien? Inconscientemente su mirada se desvió hasta el moreno que reía con Liam, Niall y Harry detrás de Louis.
-¡Vicky!
La morena se ruborizó al oír su nombre en los labios del rubio. Se levantó enseguida sintiéndose tonta y ocultó sus manos detrás de su espalda.
-Hola…
Sonrió débilmente y dio un par de pasos para acercarse al grupo, donde Emma y Louis continuaban acaramelados.
-¿Vosotros dos vais a estar así todo el día?
Vicky estuvo a punto de reír, pero las palabras de Emma provocaron que le ardiesen las mejillas.
-Si sientes celos porque no tienes a nadie que te bese, te jodes. Eso es por estar tan ciego, Zabini.
Dirigió una mirada rápida a Zayn y, cuando éste entrecerró los ojos riendo, la apartó tan rápido como pudo. Sus ojos tropezaron con los de Niall, que mantenía los labios torcidos en una sonrisa tan pícara que las mejillas de Vicky ardieron más fuertemente.
Se dio la vuelta avergonzada y corrió hasta donde se encontraba antes, cogió su pequeña maleta y corrió hacia dentro del castillo sujetando con fuerza la bufanda. Lo último que quería era que se le cayese y tener que regresarse a por ella y tener que enfrentarse de nuevo a la mirada de Niall o, peor aún, a la de Zayn.
Mientras corría por los pasillos de Hogwarts pensaba que siempre sintió que el rubio sospechaba algo sobre lo que ella sentía cada vez que Zayn la miraba… Tenía la certeza de que él lo sabía y aquella mirada se lo había confirmado tanto como la había avergonzado.
Abrió la puerta de su habitación y un animal de pelaje negro saltó sobre ella ronroneando.
-Filliph…
Sonrió con debilidad y dejó al pequeño animal a un lado. Sobre su cama había un pilar de cosas que reconoció a la vista. Cogió los regalos de navidad de sus amigas y los colocó bajo su cama, ahí estarían protegidos hasta que se decidiese a abrirlos. Al colocar el último regalo, un sobre negro se deslizó de entre las cajas y cayó sobre las sábanas.
-¿Pero qué…?
Lo cogió entre sus manos frunciendo el ceño con curiosidad y lo abrió. Al dar la vuelta al sobre cayeron dos fotografías sobre el edredón de la cama. Dos hombres con los ojos abiertos y ajenos a la vida.
La morena frunció el ceño con gravedad sin entender de dónde había salido aquella carta. Miró a su alrededor como esperando que alguien estuviese observándola. Miró una vez más dentro del sobre y sacó un pequeño papelito blanco inscrito con letras rojas tan oscuras como la mismísima sangre.
“No eres mejor que nadie, eres una asesina.”
Entonces lo comprendió todo. Dio la vuelta a la hoja de la carta y había una imagen de sus propios padres, uno al lado del otro, inertes. Reconoció a los hombres de las otras dos imágenes. Eran los dos hombres a los que había matado en el momento en el que entró a la cueva el día anterior. Eran los dos cazadores, y la carta también era de los cazadores… Se llevó la mano a la boca, con fuerza, intentando ahogar sus sentimientos. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Secó sus ojos sin otro resultado que el que volviesen a llenarse de lágrimas. Rompió las fotos y la carta con decisión.
Era una asesina…
Se puso de pie y se sintió débil, las piernas le fallaron y cayó al suelo de inmediato, con las lágrimas abriéndose paso entre sus ojos y sus mejillas.
Desesperada, pasó sus manos temblorosas por su cara una y otra vez intentando secar las lágrimas que seguían saliendo de sus ojos sin dar tregua.


Era increíble la forma en que había cambiado su estado de ánimo desde que había vuelto al colegio ese mismo día. Aquel sentimiento de nerviosismo, ansiedad y la angustia que había estado llevando consigo durante los últimos meses, habían desaparecido. Atrás quedaba aquella Alice que vivía preocupada, volviéndose loca con cada periódico que pasaban por delante de su rostro en los desayunos y a quien cada vez que sacaban el tema de su familia, debilitaban. Los pensamientos tormentosos se habían disipado ya de su mente y ahora no podía hacer mas que pensar y disfrutar del hermoso paisaje que se extendía delante de ella.
Con las manos refugiadas en el calor de los bolsillos de su capa, siguió caminando por el césped cubierto por la nieve que no dejaba de caer. Ese día, el frío era insoportable y helaba hasta los huesos a cualquiera, pero en ese preciso momento no le importaba. Podía sentir como se le humedecían los ojos y su rostro se congelaba... podía jurar que sus mejillas y la punta de su nariz tenían ese tono rosa que tanto odiaba e incluso alguna que otra vez se estremecía cuando el viento soplaba mas fuerte haciendo que su cabello se moviera como si de bailar se tratase. Y estaba bien, aun así no le molestaba. Una vez mas comprobaba que después de todo, el invierno era algo hermoso, que el frío no era tan malo y que lo disfrutaba, como nunca antes. Quizá era porque ahora estaba feliz y nada mas podía arruinar eso o simplemente porque le había tomado gusto a la blanca estación.
Aquel árbol la esperaba para refugiarse allí a leer el libro que Hermione le había regalado en Navidad. No tenía mucho conocimiento acerca de la literatura muggle y la lectura demasiado extensa la aburrían, pero estaba segura que su amiga se las había apañado para conseguir una historia que lograra atraparla sin importar la cantidad de páginas que tuviera por delante.
Sonrió una vez mas, al descubrir que efectivamente su amiga había dado en el clavo con la historia. Era exactamente el tipo de libro que ella leería, los personajes de los cuales se enamoraría y aquello que soñaría algún día poder vivir.
Los constantes gritos de cinco chicos que estaban cerca suyo, la hicieron dejar el libro a un lado y quedarse riendo mientras los observaba haciendo el tonto. Fred y George acababan de encantar unas bolas de nieve que estallaron en la cara del pobre Neville, quien cayó de espaldas al suelo mientras a su lado, Dean se desternillaba de risa y Seamus comenzaba a ser perseguido por uno de los pelirrojos. Negó con la cabeza, divertida. Podría seguir pasando el tiempo pero sus amigos seguirían siendo los mismos chicos traviesos y desastrosos -en el buen sentido- que había conocido cuando era tan solo una pequeña.

- Nadie te quita esa sonrisa del rostro - Comentó un chico que se asomaba por detrás del árbol.
- No, no hoy - Sonrió dejando espacio para que Fred se sentara - Ya te cansaste de molestar al pobre de Neville?
- Un Weasley nunca se cansa de eso - Respondió seguro - Solo me detuve a reponer energías y ver cómo puedo alegrar aun mas tu día!
- Que considerado!
- Si, es que te vi sola aquí con ese aburrido libro que seguro Hermione te dio - Alice rodó los ojos. Este chico no cambiaría mas - Pensé que quizá te gustaría tener un poco de compañía o bien podrías venir a divertirte un rato con nosotros... ya sabes, faltas tu para que el grupo de descerebrados del colegio esté completo.
- Fred...
- Oh vamos, que poco a poco vuelves a ser como antes - Chilló poniéndose de pie frente a ella - Hasta has conseguido que te echen de clase! Eso es todo un mérito!
- Si, pero no es divertido cuando es Cursell quien te saca del salón - Repuso para luego resoplar. Era verdad que cada vez que la habían echado de clase, había sido siempre en Defensa Contra las Artes Oscuras a excepción de aquella vez en Encantamientos. Sonrió. Ese día tenía ganas de matar a Eustace por haber arruinado su trabajo y manchado su túnica.
- Qué dices? - Preguntó el pelirrojo extendiendo su mano - Por favor...
- Weasley, detesto cuando pones esa cara - Se quejó mientras se ponía de pie - Haces que no pueda decirte que no!
- Nunca pudiste resistirte a mis encantos...
- Idiota.


Lanzó una carcajada mientras corría por su vida, tratando de escapar de las bolas de nieve que Seamus y Dean habían hechizado. La castaña había intentado detenerlas con otro hechizo reductor, pero sólo había logrado que la persiguieran a mas velocidad. Maldijo a los chicos. Seguramente habían encantado las bolas de nieve para que cualquier hechizo que les lanzara, rebotase y su intento por deshacerse de ellas fuera en vano.
Miró a su izquierda, disminuyendo la marcha y se encontró con dos conocidos Slytherins riendo, Pansy Parkinson y Blaise Zabini. Ambos sonreían burlonamente al ver a la pobre de Alice, correr como si no hubiera un mañana porque dos estúpidas bolas de nieve no dejaban de perseguirle. Al darse cuenta de que efectivamente se reían de ella, no pudo evitar sentirse completamente ridícula y mas aun percatándose de que su cabello estaba revuelto y lleno de nieve producto de una guerra con los chicos tan solo minutos atrás.

- Tienes miedo a que un poco de nieve termine de estropear tu rostro? - Preguntó Pansy en tono de burla.
- Habló la reina de las arpías - Susurró por lo bajo sabiendo que aun así había podido escucharla.

Blaise reprimió una carcajada, volteando a ver hacia el otro lado para que su compañera no lo notara. Pansy en cambio miraba a Alice con cara de pocos amigos, buscando algo con lo que pudiera ofenderle. Claro estaba, el brillo en los ojos de la leona y aquella sonrisa con dejo de burla, acababa por enfurecerle. Y Alice por otro lado, se estaba divirtiendo bastante con la situación. Corría sin percatarse que ahora al igual que pasaba con Cursell, su collar brillaba cada vez que pasaba cerca de Pansy.

- Finite! - Pronunció a unos metros de las serpientes, cuando al fin logró tomar su varita que había dejado caer al suelo - Por qué rayos no se me ocurrió antes!?

No pudo contenerse y comenzó a reír como si la vida se le fuese en ello. Al voltear, había podido ver cómo George dirigía a toda velocidad una cantidad considerable de bolas de nieve en dirección a Pansy, quien asustada y sin mucho que hacer para evitar la colisión, solo retrocedió unos pasos antes de que toda la nieve diera de lleno en su rostro.

- Que haces ahí con el idiota mayor de los Zabini y con Parkinson? - Gritó Fred, llamando la atención de la castaña.
- Si Alissa, ya ven con nosotros! - Gritó de igual modo George, burlándose de su momento de desesperación en el baile de los Malfoy, cuando había tenido que mentir a Blaise y él había sido tan estúpido de no reconocerle de todos modos.
- Ya cállense! - Chilló para regresar corriendo con ellos.
- Alissa...
- Notaste el collar que llevaba la estúpida de Goodrich? - Preguntó Pansy -aun cubierta de nieve- a su compañero que no hacía mas que mirar en dirección al grupito de Gryffindors que seguía haciendo el tonto.
- Lo escuchaste a Weasley? Dijo Alissa...
- Blaise ya déjate de estupideces! - Chilló tomándolo de un brazo y comenzando a arrastrarlo hacia el castillo - No se quien demonios sea esa Alissa de la que le has hablado a tu hermano, ni me importa... debemos encontrar a Draco.


Levantó la mirada justo a tiempo para ver cómo la mano de Adela Blake aterrizaba en la cara de Blaise Zabini. Rió fuertemente al mismo tiempo que el chico que estaba a su lado reía también.
-¡Zabini es tan estúpido…!
Theo negó con la cabeza riendo.
-Y tú que le besaste el primer día en el expreso…
Jenny se sonrojó fuertemente.
-¡Eso fue diferente! Estaba agotada por los insultos de los estúpidos Gryffindors…
-Ya, claro, y por eso le besaste como si no hubiese un mañana…
Mientras el chico reía ella ponía los ojos en blanco.
-Sólo fue un beso de nada…
-Claro, un beso que tuvo que acabarse con un Aguamenti.
El chico rió y Jennifer le dio un golpe en el hombro.
-¡Seguro que tú también has besado a alguna chica y luego te has arrepentido!
-Vamos, Jenny, tú no te arrepientes, en el fondo le amas y tienes celos de Adela Blake porque quisieses que Blaise te persiguiese a ti…
La muchacha dejó los ojos en blanco y levantó el brazo para darle otro golpe en el hombro al chico, pero él fue más rápido y salió corriendo.
-¡Puedes correr, pero no esconderte, Theodore!
El chico rió y se giró para mirar a Jennifer.
-¡Mírame intentarlo!
La risa de Theo se hizo cada vez más lejana hasta desaparecer del todo del campo auditivo de Jenny, que se quedó inmóvil reprimiendo la suya propia y negando con la cabeza.
-Este ya no cambia nunca…
Se cruzó de brazos y sonrió viendo cómo los estudiantes iban entrando al castillo. Por fin la vida regresaba a Hogwarts, comenzaba a aburrirse ahí.


La biblioteca, como era de esperarse a esa hora, estaba llena de estudiantes desesperados que se amontonaban en las grandes estanterías por conseguir algún libro que los ayudara a terminar las tareas pendientes. Hermione caminaba delante de ella y Ginny, mientras buscaba un lugar en el que pudieran sentarse tranquilas... aunque tranquilidad era lo que menos iban a conseguir, ya que a pesar de los constantes y fallidos intentos de la Señorita Pince, todo el mundo hablaba y corría de un lado al otro con montañas de libros y pergaminos en brazos.

- Por Merlín, esto se supone que es una biblioteca no un campo de batalla! - Se quejó Hermione en medio de un bufido, mientras dejaba caer sobre la mesa algunos de los pergaminos que llevaba en las manos.
- Te dije que no era la única que no hizo su tarea - Anneliese tomó uno de los libros de Herbología y al llegar a la página indicada, comenzó a hacer su resumen. Estaba mas que claro que su amiga no le iba a permitir que le copiara pero si se aseguraría de que lo terminase por su cuenta.
- Pues debiste haberlo terminado así te ahorrabas venir a aquí y estar entre medio de todo este caos!
- Ya, no me regañes que empezarás a parecerte a mi madre - Bromeó observando como su castaña amiga le dirigía una seria mirada por arriba de su libro y Ginny reía.
- Hablando de tu madre... que tal ese baile del que me escribiste? - Preguntó Hermione resignándose al hecho de poder leer en paz - Cómo hiciste...
- ... para sobrevivir a eso!? - Completó la pelirroja, interrumpiendo a su amiga.
- Ginny!
- Deja hablar a Anneliese!
- Simple - Sonrió con sarcasmo la pelinegra - Pasé toda la noche pretendiendo ser la señorita que justamente no soy cuando tengo a mi madre en frente.
- Podrías dar mas detalles?
- Estuve casi que bajo amenaza de muerte desde que puse un pie en mi casa así que sencillamente no me quedó otra opción mas que ir a esa estúpida fiesta - Explicó dejando a un lado el libro y su pluma - Toda la noche no hice mas que escuchar las aburridas y desagradables conversaciones de mi querida madre con una pareja que no hacía mas que quejarse de mestizos, lo aberrante que es vivir en un mundo lleno de muggles y oh, no olvidemos que también hablaron de mi.
- De ti?
- Si, mi madre se encargó personalmente de hacerme sentir como un trapo de piso - Rodó los ojos y luego de hacer una mueca continuó hablando - Creo que ahora todos están enterados de que no soy mortífaga como el resto del clan Lestrange y que soy la escoria de la familia por pertenecer a Gryffindor y tener amigos muggles y mestizos.
- Cuanto mas vas a seguir soportando ese trato!? - Chilló Hermione golpeando la mesa con su libro y dejando a ambas chicas sorprendidas por tal reacción en medio de la biblioteca - Anneliese, no es justo que tengas que vivir de ese modo!
- Hermione tiene razón - Comentó Ginny en medio de un suspiro - Ya tienes la edad suficiente como para tomar tus propias decisiones y no dejarte pasar por arriba. Quizá sea tu madre pero no tiene derecho alguno a hacer de tu vida una humillación constante...
- Yo si fuera tu, me hubiera largado de casa hace rato - Sentenció la castaña mirando fijamente a Anneliese.
- Yo le dije exactamente lo mismo hace un tiempo, estábamos con Fred y George recuerdas? - Anneliese asintió - Te dije que fueras a vivir con nosotros...
- Y lo hará - Afirmo Hermione seriamente - Así de ello dependa mi verano, lo hará.
- Oigan, no que Adela iba a venir con nosotras? - Preguntó Ginny levantándose para ver si lograba encontrarla ente el mar de gente.
- Saben, la he notado algo extraña - Comentó algo preocupada Hermione, con el ceño fruncido - Quizá solo sea porque el estúpido ese de Blaise no la deja en paz.
- Quizá, pero ahora que lo dices... ella estaba en la fiesta de los Malfoy y no lo se, estaba rara.
- Deberíamos hablar con ella, no creen? - Preguntó Ginny antes de que las otras dos chicas asintieran y volvieran la vista de nuevo a los libros.


El viento batía con fuerza inigualable su cabello.
Se sentó sobre el césped verde intenso. Estaba rodeada de los árboles más frondosos y altos que había visto nunca, con el tronco más grueso y robusto que existía entre sus recuerdos.
El aire caliente parecía quemarle el rostro. Hacía muchísimo calor, solsticio de verano.
Las estrellas de la noche brillaban con una intensidad sobrenatural.
Pero no había agua. No había ni una sola gota de agua.
Sus labios estaban agrietados, su piel pálida. De vez en cuando le daban unos espantosos espasmos que no podía controlar. Qué manera tan cruel de matar a una pequeña jovencita de once años de edad.
La figura de una chica de cabellos castaños apareció frente a ella, aunque le costó reconocerla ya que hasta sus ojos estaban irritados a falta del agua.
-Scarlett...-susurró.
-Marie, Marie, Marie...-la chica sonrió cruelmente- qué ocurre contigo? Creí que eras una chica fuerte...
-A... Agua...
Scarlett negó con la cabeza mientras chasqueaba con la lengua y se agachaba en el suelo para quedar a la altura de la morena, que estaba tendida sobre él.
-Has sido una chica muy mala...
-Yo...
-No, no hables, es inútil, no te oiré...
La sonrisa de Scarlett pasó de cruel a cínica.
-Eres débil, Marie... Hoy eres débil.
-Por qué haces...?
Las palabras sonaban roncas despues de pasar por su garganta reseca. Se estaba deshidratando, lo sabía.
-Porque no mereces vivir... Ni tú ni tus hermanos. Sois bestias, monstruos, sois dañinos para el mundo... Y debeis morir y, no tengas la menor duda, lo haréis.
La risa cruda de la castaña se desvaneció en el aire junto con todo el entorno.
Una morena abrió los ojos agitada. Miró a su alrededor y suspiró.
Seguía siendo invierno y seguía estando en Hogwarts.
Miró a la cama en la que sabía que dormía Pansy Parkinson.
"Siempre han jugado con nosotros, con nuestras vidas... Estoy segura de que ahora juegan con Emma porque saben que es Débil, igual que Elizabeth... Es invierno y pronto comenzara la primavera... El agua abunda en invierno porque la nieve es agua... Y en la primavera el aire es denso por la polinización de las plantas y las esporas de éstas... Pero en cuanto llegue el verano y el otoño... Cuando el agua escasea y los árboles mueren... Entonces tú y Sam seréis las débiles... Jugarán con vosotras tal y como lo hacen con Emma y Beth ahora..."
Vicky cerró los ojos. Le resultaba insoportable la idea de ver a sus hermanas sufriendo.
Susurró una palabra a penas auditible.
-Iox...
Marie pareció sonreir en su cabeza.
"Él siempre es fuerte... Siempre y cuando este en equilibrio consigo mismo... Tienen una manera diferente de jugar con él. Su debilidad es la energía y es de ahí de donde sacan el potencial para hacerle daños... Además, Ryan podía sentir nuestro dolor como suyo propio... Por eso cuando jugaban de esas maneras con nosotras, él era en el fondo quien más sufría."
El odio le apretó el corazón contra el pecho y sintió ganas de levantarse en ese mismo instante y matar a aquella cría. Por jugar con sus hermanas, por ser una cazadora, por enviarle aquella horrible carta y por ser tan insoportablemente cruel.
"No debes hacer eso, vicky... No debes hacer nada... Ellos se encargarían de que todos se enterasen de quién fue la responsable de lo que le suceda a ella y sacarian a la luz vuestros poderes... Tendrían motivos para decir publicamente que sois monstruos, que no sabeis controlaros y que debeis ser destruidos."
"Los tiempos han cambiado, Marie... Ahora todos tienen poderes y nadie es un monstruo por ser diferente..."
"No, pero las personas siguen siendo igual de vengativas, envidiosas y crueles como entonces... Y cualquier excusa es buena para destruir el poder mas grande conocido por la magia... El poder de la luz."
Victoria tragó saliva dificultosamente , tenía que admitirlo; Marie tenía razón.
"No podemos quedarnos de brazos cruzados... Si ellos juegan con nuestras vidas, debemos de poder hacer nosotros lo mismo!"
Marie sonrió y se podría asegurar que fue ella la que dirigió la mirada de Victoria hacia el vaso de Agua que tenía Pansy al lado de su cama, sobre la pequeña mesilla.
"No le cuentes a Ryan que te he ayudado en esto"
La sonrisa maliciosa de ambas morenas floreció en sus rostros como única prueba de lo que harían a continuación.
Vicky miró fijamente el vaso de agua y fue siguiendo las instrucciones de Marie.
Se concentró en formar una pequeña bola de agua y moverla hasta colocarla justo debajo de la nariz de aquella niña estúpida, de manera que en la siguiente respiración que hizo Pansy en sueños, despertó agitada tosiendo agua. Inmediatamente, antes de que pudiese abrir los ojos, Victoria ya se había acostado nuevamente y había cerrado los ojos de manera inocente. Lo que no había conseguido era borrar la sonrisa que tenía en sus labios. Parkinson tosía repetidamente como si la vida le fuese en ello y de hecho así era.


Salió de clase con los puños apretados. "Señorita Slightouth, hay algo que quiera compartir con nosotros?"
"Sí, que usted es un asesino y un cazador."
Se tragó las palabras. Aquel hombre había conseguido que todos la mirasen fijamente. Lo había odiado. Por unos momentos sintió la necesidad de ponerse de pie y gritar tan fuerte como pudiese la verdad de aquel hombre.
-Estúpido Cursell, estúpido!
Eliox andaba con la mirada perdida, como si ni siquiera estuviese escuchando lo que la morena le decía, pero ella sabía que no era así.
-Cualquier día… Alguien debería, debería…
Resopló de frustración y se cruzó de brazos incapaz de terminar la frase.
-¡Eh! ¡Esperadme!
Sam llegó hasta los dos corriendo y, cuando los alcanzó, respiró profundamente.
-¿Qué ocurre?
-Nada, es que estaba con Beth, pero llegó Malfoy y… No quería estar en medio de una pareja.
Sam entrecerró los ojos mirando a Victoria consiguiendo que ésta sonriese tan pícara como ella.
-Hablando de parejas…
Eliox sonrió de lado justo en el momento en el que Emma se acercó a ellos.
-Hola…
-¿Y Louis?-preguntó Vicky sonriendo aún como Sam.
-¿Y Zayn?-Contraatacó Emma sonriente cuando Vicky se tensó.
-¿Y yo por qué tengo que saberlo?
-Oh, no se… Como os vi hablando ayer creí que quizás lo sabrías…
-Eso no tiene nada que ver.
La morena se cruzó de brazos sintiendo cómo las mejillas le ardían y Sam rió tan fuerte como pudo hasta que Victoria le dio un codazo para que callase.
-¡Auch!-gritó Sam aún riendo mientras Vicky viraba los ojos.


Se apresuró por el pasillo para poder alcanzarla. Se le dificultaba caminar por entre medio de tanta gente con todos los libros que llevaba en brazos. Al llegar a las escaleras se preguntó por qué rayos no los había guardado en su bolso. Negó levemente mientras se retaba mentalmente, por no haberlo hecho ni bien había salido del aula.

- Sam! - Gritó para que su amiga pudiera oírla en medio del bullicio - Sam, espérame!
- Lo siento, no te había escuchado - Se disculpó con una sonrisa, al llegar a su lado - Transformaciones, cierto?
- No lo vuelvas a decir - Suplicó Alice haciendo que Samantha volteara a verla con una expresión divertida en el rostro - Empiezo a odiar esa materia...
- Oh se que no podrías, es una de tus favoritas!
- Entonces comenzaré a decir que los libros me dan alergia - Ambas chicas rieron para comenzar a andar escaleras abajo - A ti que te tocó?
- Herbología.
- Y ahora vas al Gran Salón a encontrarte con tus amigos, cierto? - Sam asintió con una media sonrisa - Perfecto, yo tengo que devolverle este libro a Adela - Sonrió - Te acompaño, de paso hablamos un poco...
- Creo que ya se por donde va esto pero... antes que nada déjame preguntarte por tus pad... - Resopló al casi ser tirada al suelo por unos pequeños de primero que acababan de pasar corriendo por entre medio de ambas. Salir de la última hora de clase del día, revolucionaba a cualquiera - La materia no atraviesa la materia!!
- Física-química muggle?
- Cómo sabes de eso?
- Matt me hizo leer alguno de los libros que le pidieron para la Universidad a la que asiste.
- No que Matt es mago? - Preguntó Sam extrañada.
- Si pero es hijo de muggles así que creo que quiere aparentar ser un chico "normal" para lo que serían el resto de sus amigos y las familias de ellos.
- Estás diciendo que somos como unos bichos raros?
- Comienzo a creer que si - Afirmó Alice, al llegar al Hall - Me lo insinúa todo el tiempo.
- Por Merlín, ahora a lo que íbamos.
- Oh cierto me desvié... Mis padres, están bien... - Se detuvo unos segundos. Sam se percató de ello y al Alice verla, añadió - Mi madre fue quien sufrió la mayor parte de las torturas por parte de los Malfoy, pero tranquila está bien, de veras.
- Lo siento Alice...
- Sam, cuántas veces voy a tener que repetirte que no debes disculparte por algo de lo que no tienes la culpa? - Preguntó volteando la mirada hacia ella - Ya hablamos de ésto.
- Lo se, es solo que no puedo evitarlo... ese no es Eustace siguiendo a Emma? - Preguntó cambiando de tema al ver a ambos chicos subiendo las escaleras por las que minutos antes ellas habían andado.
- Creo que si...
- Me enteré que son buenos amigos - Comentó Sam con una ceja en alto, provocando que una sonrisa asomara en el rostro de su amiga - Quién diría que tu y un Slightouth terminarían llevándose bien! Recuerdas el día que lo conocimos?


- Estás loca! - Dijo Alice riendo.
- Lo estaré, pero así me quieres - Sam caminaba de espaldas y no se dió cuenta de que alguien venía caminando y chocó - Como lo siento - Se apresuró a decir, girándose para ver al chico que había chocado y que estaba acompañado de Calina.
- No importa, madame - Sonrió, dejando ver sus blancos dientes.
- Quién eres? - Preguntó Alice - Nunca te había visto.
- Él es Eustace Slightouth, primo de Victoria.


- Tu cara era para sacarte una foto y conservarla! - Chilló Sam riendo.
- Oye, no te burles que tu cara de sorpresa también se notaba! - Se quejó con el ceño fruncido - Además, como te digo, solo estaba sorprendida... no todos los días llega al colegio un estudiante nuevo, que se la pase hablando en francés hasta por las dudas y coqueteando con las chicas a puro madame esto y madame lo otro... de qué te ríes!?
- Nada, voy a guardarme los comentarios - Se apresuró a contestar antes de que Alice pudiera decir algo mas - Allí está Beth, te molesta si voy con ella?
- Ve tranquila, yo iré a ver si encuentro a Adela por aquí abajo... así que seguramente te veo luego en la Sala Común o en la cena - Sonrió antes de ver como Sam volteaba en dirección al Gran Salón, y ella se perdía en la planta baja.


Miró a Emma a los ojos.
-¿Y bien? ¿Qué es el anillo?
Frunció el ceño al oírla suspirar.
-Ten, lee esto.
Emma abrió un enorme libro y se lo mostró a Eustace por una página en específico. Una en la que salía impreso un anillo exactamente igual al de él.
Leyó atentamente lo que ponía y al acabar tragó saliva dificultosamente. No era verdad, no podía ser verdad.
-No entiendo, ¿Esto qué tiene que ver con ella?
Apretó los puños y miró a la ojiazul con la expresión más dura que había visto la chica en él nunca antes.
De nuevo Emma suspiró.
-Pasa la página.
“Los cuatro elementos y el equilibrio”
Eustace levantó la mirada confundido y Emma asintió en señal de que continuase leyendo. Mientras leía algo se removía en él. ¿Qué demonios significaba todo aquello? ¿Qué quería decir Emma al hacerle leer eso?
“Años atrás…”, “Los cuatro elementos…”, “El poder de la luz…”, “El aire, el fuego, la tierra y el agua convivían creando caos…”, “El equilibrio fue creado para protegerlos…”, “Así se mantuvieron unidos…”, “Los cazadores de la luz…”, “Encargados de acabar con ellos…”, “Los últimos descendientes conocidos estudiaron en Hogwarts…”, “Ryan, Kate, Devonne, Rose y Marie Fletrut…”, “Asesinados…”.
Tragó saliva y llenó de aire sus pulmones justo antes de pasar sus ojos ante la foto de los cinco hermanos, soltó el libro de golpe y lo alejó de él identificando como “Marie” a una de las chicas que salía en la foto, la que era exactamente igual a su prima.
-¿De qué va todo esto?- Exigió saber casi gritando a Emma.
-¡No seas estúpido, Eustace!- Emma le dirigió una mirada severa y recogió el libro.
-¿Es cierto lo que dice en ese libro?- Quiso saber fuera de sí.
-¿Por qué iba a decirte que lo leyeses si no?
-No… No me lo creo.
Eustace frunció el ceño mientras movía la cabeza enérgicamente. ¿Agua? ¿Tierra? ¿Aire? ¿Fuego? ¿Equilibrio?... No, no podía ser verdad. Pero ¿Qué otra manera había entonces de explicarlo todo?
Levantó la cabeza y apuntó a Emma con el dedo.
-Tú… Se supone que eres la del fuego, ¿verdad?
Emma viró los ojos sonriendo, ya suponía que Eustace querría una prueba, estaba preparada para dársela. Levantó una ceja como pidiéndole que prestase atención porque no pensaba repetirlo. Se agachó y hundió su mano en la nieve, se concentró y ésta comenzó a derretirse para luego encender unas pequeñas chispas justo en el mismo lugar donde antes estaba la nieve. Ante la sorpresa del francés las chispas iban tomando cada vez más fuerza hasta que de repente, se apagaron.
-¿Ahora lo crees?
El chico, congelado de pies a cabeza miró en los ojos de Emma y la chica pudo sentir la desesperación de él.
-Eustace… Es importante que no digas nada a nadie, corremos peligro, si le cuentas a alguien algo sobre esto… Vicky morirá.
Emma estaba segura de que Victoria no moriría. Ella misma no lo permitiría. Ni ella ni el resto de sus hermanos morirían, pero era necesario hablar tan claramente a Eustace o él cometería el error de tomarse aquella información a la ligera.
La boca de él continuaba totalmente abierta y Emma no pudo virar los ojos ante una expresión tan ridícula.
-Pero…
-Tú quisiste saberlo, Eustace.
Ella sabía que no se equivocaba contándole aquello al chico, pues él había protegido a Vicky en todo momento. Ella lo sabía, aunque nunca había dicho nada al respecto.
A pesar de que él fuese un cazador ni siquiera sabía lo que eso significaba ni mucho menos lo que implicaba. Hasta ahora, ahora era consciente de que tenía que deshacerse de ese anillo.
Sin decir una sola palabra más, se dio la vuelta y corrió por los pasillos, nervioso, alterado, decepcionado, dolido…
Tenía ganas de vomitar, tantos sentimientos contradictorios le estaban mareando. Intentó sacarse el anillo del dedo pero una vez más no lo consiguió. Estaba atascado. Sentía ganas de llorar. Golpeó la pared con el puño cerrado fuertemente. Ni siquiera fue capaz de sentir el dolor. Siguió pateando y golpeando la pared con toda la fuerza que le quedaba. Apretaba los dientes lo más fuerte que podía para evitar que los gritos se le escapasen.
Tanto tiempo intentando proteger a su prima y resultaba que ahora su padre hacía que ella tuviese que alejarse de él de aquella manera, porque lo sabía, estaba convencido de que Dominique sabía perfectamente que una vez que él se pusiese aquel estúpido anillo ya no podría quitárselo y entonces Vicky se alejaría tanto de él como le fuese posible.
Pero estaba muy equivocado si creía que él iba a cumplir con lo que aquel anillo representaba. Se equivocaba si creía que él iba a matar a alguien porque no iba a ser así. Sus manos estarían limpias.


-Ven, hijo.
El chico de nueve años levantó la mirada hacia su tío y se acercó al sofá, donde estaba sentado. Sus padres le habían permitido pasar el fin de semana en casa de su prima. Adoraba fastidiar a aquella niña un año menor que él.
-¿Si?-Preguntó deseando que Stephen no se hubiese enterado de que había pintado al gato negro de Vicky a color rosa.
-Siéntate aquí.
Stephen dejó a un lado el periódico y señaló una pequeña silla que Bernette le había comprado a Victoria para que jugase a tomar el té, cosa que la morena nunca hizo.
Eustace arrugó la nariz al ver el color rosa de la sillita y negó con la cabeza mientras se cruzaba de brazos.
-No, gracias, estoy mejor de pié.
El brillo de la astucia cruzó por los ojos inocentes del pequeño niño mientras Stephen Slightouth asentía.
-Está bien- Reprimió la risa y miró al chico como si fuese todo un adulto- He oído por ahí que has pintado al gato de Victoria.
-¡Y también me ha empujado!
La pequeña vocecita salió de detrás del sofá al mismo tiempo que se asomaba una niña morena de ocho años de edad.
-¡Eso no es verdad!-reclamó Eustace, indignado-¡No te he empujado! ¡Y Fillo está mejor así!
-¡Filliph!, ¡Se llama Filliph! ¡Y está horrible de ese color! ¡Normal que te odie!
La morena sacó la lengua a su primo mientras éste sonreía resuelto.
-Y normal que sea el único que te quiera a ti.
La niña frunció el ceño y tocó el hombro de su padre suplicante, subida a una sillita desde detrás del sofá.
-¡Papá!
Stephen reprimió la risa una vez más.
-Venga, dejad de pelear, chicos.
-Niños, la merienda…-Se escuchó la dulce voz de Bernette.
-¡Já! ¡Me voy a comer todas las galletas!
La morena saltó de la silla y corrió hasta la cocina, con su madre.
-¡Me da igual!-Gritó Eustace cruzándose de brazos de nuevo-Es una cotilla-dijo, mirando a su tío-Se ha escondido ahí solo para escuchar si me riñes.
-No te voy a reñir-confesó Stephen.
-¡Pero eso es injusto! ¡El gato se ve mejor de ese color!...
-He dicho que no te voy a reñir, Eustace.
-¿Ah sí?-El chico frunció el ceño, confundido-¿también te gusta que Fillo sea rosa?
Stephen rió y negó con la cabeza.
-No, lo prefiero negro, pero a cambio te pediré un favor.
Eustace asintió demostrando que le oía.
-¿Alguna vez te han dicho que te pareces a tu padre, chico?
Eustace pensó como haciendo memoria. Un día una amiga te su madre visitó su casa y no dejaba de repetir que era todo un hombrecito y que se parecía a su padre mientras le pellizcaba las mejillas tan fuertemente que él juraría que aquella señora no tenía manos, sino pinzas. Aún sentía el dolor en las mejillas, y eso que ya habían pasado dos años de aquello.
Asintió llevándose las manos a las mejillas.
-Pues no les creas-Contestó Stephen de repente, tomando una expresión dura en su rostro y hablando en un tono totalmente misterioso para el chico- Nunca les creas… Eres distinto a ellos, muchacho, lo sé.
Eustace se encogió de hombros pensando en que realmente habían muchas diferencias entre él y su padre como, por ejemplo, la estatura.
-Entonces, te pediré un favor… Y tendrás que cumplirlo, ¿vale?
El pequeño asintió desesperado por no ser castigado.
-Si algún día tienes que cuidar de Victoria y protegerla… Lo harás ¿De acuerdo?
No entendía nada. ¿Para qué iba a proteger a su prima? ¿De qué? ¿No estaban para eso ya Stephen y Bernette?
Aún así, el chico asintió enérgicamente, aquella condición no la veía como nada más que como un desliz de Stephen. Él se libraba del castigo y le decía a Stephen lo que quería oir.
-Sí, lo haré.
Entonces, Ambos sonrieron triunfales. El pequeño en su inocencia y Stephen en su satisfacción.
-Serás un hombrecito de palabra, hijo, esa será una de las cosas que te diferenciará de tu padre.
Eustace sonrió satisfecho, se había librado de un castigo y de una riña. Era un sensación liberadora. Para entonces no tenía ni idea que aquel momento era el comienzo de una larga hilera de sucesos que tardarían ocho años hasta llevarlo a Hogwarts, donde estaría golpeando una pared con todas sus fuerzas.


Sintió un líquido caliente correr por sus manos y no le hizo falta mirarlas para saber que se trataba de sangre.
Abrió las manos y se pasó la palma por la cara, intentando calmarse, pero la confusión aún no le daba tregua a la rabia que sentía por dentro, hacia su padre.

Había estado cerca de quince minutos dando vueltas en la planta baja del castillo, en busca de Adela quien al parecer había desaparecido de la faz de la tierra desde que habían salido de clase. Resopló resignada mientras tiraba hacia atrás su cabello. Ya cansada de seguir buscando a su amiga, decidió que lo mejor sería ir a la Sala Común a dejar sus cosas y relajarse un poco en el sofá frente a la chimenea, quizá hasta leer algunas páginas mas de su libro nuevo.
Como pudo, acomodó nuevamente los libros que llevaba consigo, y emprendió la marcha por uno de los largos pasillos. Unos cuantos metros mas adelante, un ruido llamó su atención haciendo que se detuviera a escuchar. Lentamente volvió sobre sus pasos ya que lo que había escuchado nuevamente, venía desde uno de los pasillos laterales al que ella se encontraba atravesando.

- Eustace... - Susurró dejando caer al suelo todas sus cosas y corriendo hacia el chico que desesperado, volvía a golpear la pared con el puño - Eustace para ya, estas sangrando...
- Todo este maldito tiempo me la he pasado tratando de proteger a mi prima y ahora... - Otra vez su puño impactaba contra la pared mientras Alice hecha un manojo de nervios, intentaba que se separase del muro - Maldito sea el día en que acepté que mi padre me entregase esta porquería!
- Eustace!! - Gritó Alice haciendo que el francés se detuviera a tiempo antes de dar el tercer golpe - Por favor, para ya!

Volteó a verla. Alice estaba asustada, no podía ocultarlo y tampoco iba a negarlo. Le partía el alma verlo en ese estado. Tanto como a él le avergonzaba que fuera ella quien siempre se lo encontrara en sus peores momentos. En su rostro la sonrisa que siempre llevaba, había desaparecido. En su mirada, en lo profundo de aquellos ojos celestes se podía ver el dolor, la angustia y la desesperación que le producía el tener conocimiento de todo lo que aquel anillo representaba. Mas aun, el dolor por saber que su prima se alejaría mas de él sin que pudiera evitarlo.

- Lo siento... - Susurró Eustace casi inaudible mente, recostándose en el muro y cerrando los ojos con fuerza.
- Necesitas calmarte - Habló Alice firmemente, tomando con delicadeza el rostro del chico y obligando a que la mirase.
- No, necesito encontrar a Victoria... debo hablar con ella.
- Primero te calmas y luego la buscas.
- No lo entiendes... - Dijo intentando quitar a Alice de enfrente, que le impedía moverse.
- Lo voy a entender cuando estés calmado y me lo expliques - Sentenció seriamente - Si te dejo ir por los pasillos en el estado en el que estas, estoy segura de que terminarás haciendo alguna estupidez como ésta y no pienso ponerme mas nerviosa de lo que ya estoy! No hagas que me enfade contigo...

Observó el techo mientras respiraba profundamente, para luego dirigir la vista hacia ella. Se veía realmente preocupada y ahora se sentía como un idiota por mostrarse tan necio. Alice no tenía por qué aguantarle tantas cosas y sin embargo estaba allí con él, preocupándose, tratando de calmarlo. Suspiró.

- No haré que te enfades conmigo - Consiguió articular lo mas calmado que pudo - Pero estás en todo tu derecho de hacerlo...
- Cuándo será el día en que te encuentre en una pieza? - Preguntó mientras pasaba su mirada desde de las manos del chico a sus ojos claros y negaba angustiada - Anda, vayámonos de aquí.


Caminaron en silencio. Eustace con las manos en los bolsillos, no hacía mas que mirar al suelo y de vez en cuando dirigir sus ojos a la castaña que iba a su lado. Alice por otro lado, se debatía mentalmente si comenzar a preguntarle qué había sucedido antes de haberlo encontrado en aquel pasillo, o si sería mejor esperar a llegar al lugar al que se dirigían. Quizá comentar sobre cualquier cosa sería lo mejor, después de todo no estaba enojada ni quería estarlo como para no dirigirle la palabra. Además era algo raro que viniendo de ambos, una conversación no saliera en cuestión de segundos.

- No recuerdo que la enfermería quede en esta dirección - Apuntó un extrañado Eustace, al desierto pasillo que se extendía frente a ellos.
- No pensaba llevarte a la enfermería - Alice se adelantó unos pasos mientras el francés se quedaba parado en medio del lugar con la misma expresión en el rostro - Qué querías que le dijera a Madame Pomfrey? Que te encontré delirando y luchando a muerte con una pared!?

Eustace suspiró resignado mientras se acercaba a la chica y se recostaba en el muro a observarla.
Buscaba algo, pasaba sus manos por el frío muro de piedra esperando encontrar una pequeña marca que ya tan bien conocía. Segundos después la encontró y ante la atenta mirada del francés, colocó su mano sobre aquellos pequeños cinco círculos en el muro donde segundos después, una grieta comenzó a formarse hasta dejar espacio suficiente para que una persona pudiera pasar.

- Vas a quedarte ahí o vas a entrar? - Preguntó Alice sonriendo ante la cara de asombro de Eustace.


Una habitación se extendía frente a sus ojos. En el centro, un viejo piano negro relucía bajo la cálida luz de cientos de pequeñas velas que colmaban el techo del lugar. Al otro lado una biblioteca colmada de libros viejos y llenos de polvo, dejaba ver el paso del tiempo que hacía que cualquiera se diera cuenta que nadie los tomaba desde hacía años. Un par de uniformes igual de antiguos como los libros, asomaban desde un baúl en la otra esquina de la habitación y finalmente una mesa de madera tan reluciente como el piano, se ubicaba cerca de una chimenea en la que el fuego ardía constantemente. Eustace observaba todo con detenimiento, increíblemente aquellos sentimientos que lo atormentaban hacía tan solo unos minutos atrás, habían desaparecido ni bien había entrado allí.

- Este lugar es...
- Especial - Completó Eustace volteando a ver a Alice quien sonrió - Cómo...?
- He venido a aquí desde mi primer año - Explicó acercándose a la mesa para dejar su bolso e indicándole a Eustace que se sentara.

Recordaba haber discutido con su hermano. Era solo una niña de once años que intentaba comprender el por qué su hermano mayor se comportaba de ese modo, quería hacerle ver que le dolía escucharlo decir las cosas que le gritaba y él no hacía mas que dejarla en ridículo frente a sus amigos, una y otra vez. Un día no había aguantado y corrió hasta estar lo suficientemente lejos como para que nadie le viera llorar, estaba cansada y había apoyado sus manos en el muro mientras cerraba los ojos con fuerza. Dos segundos después, estaba tirada en el suelo de la habitación y la grieta del muro había desaparecido.
Desde ese día, había regresado a aquel lugar miles de veces. No importaba el momento del día en el que decidiera aparecer allí, aquella chimenea seguía encendida como esperando a que ella volviera. Y en parte lo sentía así, el lugar era especial tal como su amigo acababa de decir y mas de una vez podría haber jurado que había estado allí antes. Quizá en sueños, no lo sabía.
A pesar de los años que habían pasado, jamás se había atrevido a cambiar algo allí. Si bien la curiosidad siempre estaba presente, jamás había querido leer alguno de esos empolvados libros, investigar de quien eran las cartas que reposaban en el fondo de aquel baúl y tampoco había podido acercarse a aquel piano, que desde el centro mismo del lugar, la esperaba como invitándola a tocar aquellas melodías que tan bien recordaba.

- Las veces que Zayn me perseguía o simplemente cuando necesitaba calmarme o estar sola para poder tranquilizarme, venía a aquí - Sonrió de lado - Quizá solo sea yo pero estar aquí, en este lugar, hace que todos los problemas desaparezcan por mas imposible que parezca.
- Creo que tiene el mismo efecto en mi - Comentó un ya mas calmado Eustace que sentado frente a Alice, pasaba la palma de su mano por su rostro.
- Dame tu mano - Pidió la castaña para luego, con un movimiento de su varita hacer aparecer unas vendas - Ahora vas a explicarme qué fue lo que pasó?
- Alice yo...
- Si quieres que entienda, vas a tener que decirme de que va todo esto Eustace - Sentenció comenzando a vendarlo como había hecho veces antes.
- Y quiero que entiendas - Se detuvo recordando las palabras de Emma - Pero Victoria...
- No va a pasarle nada a tu prima porque me digas la verdad.
- Eso no fue lo que dijo Emma - Resopló.
- Y crees que si yo lo supiera le haría algo a Victoria? Te dije que quiero ayudarte o no lo hice? - Preguntó obligando a que él la mirase.
- Si, lo dijiste.
- Entonces puedes confiar en mi. Además, si Emma te dijo eso es porque quiere proteger a Victoria; estoy segura de que ella misma haría cualquier cosa antes de que algo le pase a su amiga.


- Enfadado y a los golpes con, jamás conseguir nada Eustace! - Soltó Alice mirándolo seriamente mientras él no hacía mas que dar vueltas por el lugar.
- No lo estoy! Y se que así no gano nada - Dijo el francés, sentándose en el banco del piano y hundiendo su rostro en las manos - Es solo que esto ya me superó Alice, cada vez que intento hacer algo bien, que intento mantener a mi prima a salvo... siempre algo tiene que pasar.
- Eustace estás haciendo todo lo que puedes y no es tu culpa.
- Pero yo acepté que mi padre me diera este maldito anillo! - Volteó a verla desesperado - Ahora entiendes por qué Victoria no va a querer acercarse a mi?
- Quítate ese anillo ahora - Le exigió Alice señalando su mano, mientras se acercaba para sentarse a un lado de Eustace.
- Lo intenté pero es... - La expresión en su rostro cambió al ver que la castaña tenía en su mano aquel anillo - ...imposible. Alice, cómo le hiciste?
- Solo lo quité y ya - Respondió observando el anillo - Se siente extraño, como si la oscuridad de la piedra pudiera...
- Qué?
- Nada, olvídalo - Negó levemente con el ceño fruncido, despejando su mente de los pensamientos que pasaban en ese momento y sonrió de lado sin quitar la vista del piano - Yo me quedaré con él, al menos por un día así te olvidas de esto y estas mas calmado para cuando tengas que hablar con Victoria.
- Alice - Pronunció obligando a la castaña a dirigir la vista a él - Gracias.
- No es nada.
- Sabes tocar? - Eustace señaló el piano haciendo que Alice suspirase.
- Si, pero dejé de hacerlo hace mucho tiempo - Sonrió con nostalgia al aparecer en sus recuerdos, la imagen de su hermano sonriendo.
- Podrías?
- No lo creo, yo...
- Anda, quiero escucharte.

Lo observó sonreír durante unos segundos. Estaba nerviosa y era cierto que hacía tiempo que no tocaba al piano. No tenía a nadie que quisiera escucharla y sin embargo ahora, Eustace esperaba a que ella comenzara a presionar las teclas de aquel instrumento y dejar que la melodía fluyera.
Respiró profundamente. Levantó la tapa y colocó sus manos para comenzar a tocar.
Eustace la observaba con una sonrisa. El brillo en los ojos de la chica era notable y cualquiera podría darse cuenta de cuanto estaba disfrutando.
Alice dejaba que sus manos fueran de un lado al otro con delicadeza, mientras una hermosa melodía inundaba la habitación. Había echado tanto de menos tocar el piano, sentir la música que el solo presionar aquellas teclas, producía. Recordaba a si misma de pequeña, insistiendo a su abuelo para que le enseñara y como desde el día en que aprendió, no dejaba de hacerlo.

"And then a hero comes along with the strength to carry on
And you cast your fears aside and you know you can survive
So when you feel like hope is gone, look inside you and be strong
And you'll finally see the truth
That a hero lies in you..."

Dejó que las últimas notas sonaran para luego voltear hacia Eustace. El chico la observaba con una sonrisa haciendo que se perdiera en aquellos hermosos ojos celestes. Ninguno decía nada, parecía como si el tiempo se hubiera detenido en los pocos segundos -que a Alice le parecieron una eternidad- en los que no se quitaban la mirada el uno del otro. Volvió a sonreír nerviosa y al darse cuenta, no hizo mas que levantarse lentamente de su lugar.

- Yo... creo que ya es tarde y... y tienes que buscar a Victoria - Asintió para si misma.


Caminaba sola entre los pasillos cuando observó un montón de garabatos en una de las paredes.
Alguien había dibujado en la pared una pequeña figura obviamente caricaturizada en la que se veía a una chica de cabello negro y flequillo recto. Los ojos de la chica eran dos círculos negros repasados repetidas veces. La boca de la caricatura estaba torcida, con los extremos de los labios hacia abajo, y las cejas parecían fruncidas, como revelando que ella no solía sonreír. Al lado de la figura de la muñeca habían dibujados dos pequeños cuadrados que, al acercarse, Vicky comprobó que eran lápidas con las inscripciones "S.S" y "BB".
Se estremeció al comprobar que aquel dibujo se trataba de una burla hacia ella. ¿Lo habría hecho Pansy? ¿Por qué decidía torturarla de aquella manera? ¿Cómo era posible que ella supiese lo que sentía por haber matado a aquellos dos hombres?
La morena, con las manos temblorosas apuntó al dibujo dispuesta a borrarlo con algún hechizo pero, cuando alguien se aclaró la garganta a su espalda, se giró alarmada con la varita aún levantada.
-¡Eh! Baja eso, no vayas a sacarle un ojo a alguien...
Zayn rió, pero Victoria estaba demasiado ensimismada como para si quiera sonreír.
De repente se sintió avergonzada, se posicionó justo delante del dibujo intentando taparlo para que el chico no lo viese. No quería que viese cómo alguien la había ridiculizado porque, por algún motivo, aquel dibujo había removido algo en ella, algo que la tenía al borde de las lágrimas.
-Perdona- Contestó cortante bajando la varita, haciendo un esfuerzo por no echarse a llorar.
Zayn frunció el ceño y observó los ojos oscuros indescifrables y después dirigió una rápida mirada hacia la espalda de Vicky. Cuando dio un paso a la derecha para observar algo, ella también se movió para obstruir su vista. Entonces lo supo: algo pasaba.
-¿Qué ocultas?- Preguntó sonriendo intrigado.
-Nada.
La voz de ella fue tan fría que él pudo palpar el dolor en sus palabras. Se sintió furioso de repente sin saber realmente por qué.
Tomó a la chica con delicadeza por los hombros, mientras la miraba a los ojos seriamente y la movió hacia un lado, para poder observar lo que ocultaba.
Victoria no opuso resistencia, se dejó guiar. Temerosa, tímida, avergonzada, dolida por el dibujo...
El moreno lo observó en silencio durante unos segundos como si intentase memorizar hasta el último detalle del dibujo.
-No me gusta- Declaró finalmente.
La ira se apoderó de la morena.
¿"No me gusta"? ¿Era eso todo lo que iba a decir?
-¿Qué?-preguntó entre la confusión y la estupefacción.
-Creo que esa chica del dibujo está demasiado triste y sola...-hizo una pausa como si intentase recordar algo y, luego, al mismo tiempo que sonreía y sacaba su varita, pronunció un hechizo- Ahora sí, mucho mejor.
Vicky dirigió la mirada hasta el dibujo y no pudo reprimir una sonrisa. Ahora la Victoria dibujada sonreía. Las lápidas habían desaparecido dando lugar a lo que era un árbol como los que dibujan los preescolares. Al lado de los trazos que formaban a la pelinegra (y la razón por la que sonreía Vicky) había ahora otra figura, ésta con el cabello mucho más corto, pero igual de negro. Sonreía con las manos en los bolsillos. Era Zayn Zabini caricaturizado. Incluso así se podía apreciar su mirada pícara a la vez que coqueta.
-¿Y bien? ¿No te gusta más ahora?
La chica sonrió hipnotizada por esos ojos chocolate.
-Pintar en las paredes de Hogwarts no está permitido...
Zabini rió y señaló el dibujo con la cabeza.
-No creo que nadie se entere de quién ha sido... Hay muchos morenos y morenas en todo el colegio... Y aunque se vinculen con nosotros, no tienen manera de demostrarlo.
La chica rió audaz.
-Quizás yo se lo quiera contar a McGonagall.
Rió una vez más acompañada de la amplia sonrisa de él.
-Entonces tendré que asegurarme de que mantengas el secreto...
Levantó una ceja sintiéndose segura de sí misma, lo que no era común en ella.
-Y ¿cómo se supone que harás eso?
El chico rió y, con un ágil movimiento, cogió la varita de Victoria.
-¡Eh! ¡Devuélveme mi varita!
La morena rió al mismo tiempo que intentaba recuperar su varita.
-¿La quieres? Ven a por ella.
Zayn echó a correr tan rápido como podía riendo, seguido por Vicky que mantenía una sonrisa tímida en los labios.
Cualquiera que viese a aquellos dos correteando por los pasillos no podría pasar por alto el brillo en los ojos de la morena, que parecía haber vuelto a la infancia repentinamente.
Victoria se detuvo exhausta de tanto correr. Respiraba entrecortadamente y apoyaba las manos en sus rodillas temiendo que el chico se alejase cada vez más con su varita hasta que le fuese imposible recuperarla. Quiso gritarle que se detuviera pero sus ojos se toparon con un par de zapatos negros tan brillantes que casi le hacen daño a los ojos. Levantó la vista lentamente sabiendo que se iba a encontrar con los ojos grises de su profesor de defensa contra las artes oscuras.
-No se puede correr por los pasillos, señorita Slightouth, creo que ya conoce las normas.
Todo rastro de sonrisa se borro del rostro de la chica, el cansancio por la carrera desapareció de inmediato y sus ojos volvían a ser tan fríos y calculadores como el primer día que llego a Hogwarts ese mismo año.
Cursell parecía satisfecho con el resultado que habían conseguido sus palabras sobre la chica. Como si le disgustase el hecho de que ella sonriese pero admirara al mismo tiempo la carencia de brillo en sus ojos.
Victoria no respondió, sólo se tensó bajo la mirada del hombre y se sintió paralizada por completo. No era capaz de mover ni un solo músculo en presencia de John Cursell y, entonces, comprendió su error al no seguir corriendo tras Zayn para recuperar su varita... Ahora estaba ahí de pie, en un día impropio al solsticio de invierno y sin poder usar su magia.
-Tu tío quería que te hiciese llegar un mensaje- Las facciones del hombre se torcieron, como si considerase a Dominique un completo idiota y le diese incluso asco hablar de él.- Aleja a tu primo de este asunto... O morirá igual que tú.
Cursell entrecerró los ojos y se giró dejando a la chica tan estupefacta como paralizada.
"Morirá igual que tú"... Cursell había pronunciado aquellas palabras tan contundentemente... Ella había esperado percibir un atisbo de pena, decepción o tristeza al hablar sobre la muerte de alguien, pero no fue así, al contrario, fue como si el hombre casi pudiese saborear la palabra, como si pronunciarla le produjese satisfacción.
¿Por qué Dominique amenazaba a Eustace si, en definitiva, él sabía toda la verdad y estaba del lado de su padre?
Las palabras de Beth sobre Eustace del día anterior en la fiesta de los Malfoys golpearon su mente y sus recuerdos se agitaron dejando salir a flote todas las veces que había hablado con su primo y los resultados que ello había provocado. Se dio cuenta entonces de que la discusión el día de noche buena había conseguido que ella se largase de la casa de sus tíos, y había estado a salvo hasta que volvió a por sus cosas, entonces sus tíos estaban ahí, pero no había ni rastro de Eustace.
Cuando Beth descubrió que sus padres asesinaron a los suyos y Vicky se hundió, fue Eustace el primero en consolarla, en decirle que todo iría bien... ¿Por qué iba a consolarla para luego entregarla a sus padres y matarla?
Cuando los padres de Eustace estuvieron a punto de matarla, Poppy lo dijo: "Eustace ya no está aquí para protegerte" ¿Cómo había sido tan estúpida para olvidar ese detalle?
Estaba prácticamente inconsciente y aterrorizada, sí, tanto que ni siquiera era capaz de usar sus poderes, pero ¿cómo pudo olvidarlo?
¿Hace cuanto que él sabía la verdad? ¿Por qué no se lo había dicho?... Resultaba obvio, Eustace no sabía nada sobre los cazadores, por lo tanto no sabía nada sobre los hermanos, no sabía que ella ahora era fuerte, más que cualquier otro mago corriente. Pero lo que sí sabía Eustace, era que si alguien le contaba la manera en que murieron sus padres en el momento equivocado... Ella sería tan débil y susceptible que no respondería por sus actos y era verdad, de no ser por Marie y su conexión con los demás hermanos ella habría muerto por ser incapaz de asimilar la verdad sobre la muerte de sus padres. Se quedó en blanco y no pudo utilizar sus poderes para defenderse. Habría muerto en ese mismo instante. Se equivocaba al pensar que sus tíos y su primo no la conocían porque sí, la conocían, saben qué la hiere realmente y cómo reacciona ante ello, y no repararían en usar esos conocimientos para su beneficio. Corría peligro.
Su sangre se heló y sus ojos continuaban en blanco hasta que oyó las palabras de un chico cuya presencia no había sentido hasta que puso una mano en sus hombros.
-¿Vicky? ¿Estás bien?
Sacudió levemente la cabeza y se perdió en los ojos marrones. Estaba segura de que no había visto a Cursell ni había escuchado lo que le había dicho… Seguramente Zayn se habría preocupado al no ver que ella corría tras él y que no le alcanzaba pasado un rato.
-No… Sí, yo… Estoy… Estoy bien.
Él frunció el ceño, algo en los ojos negros parecía pedirle ayuda a gritos.
-¿Estás segura?
-C-claro…
No, no estaba bien y la manera en que bajó los ojos se lo confirmó. Tenía que hacer algo.
-Bien, entonces puedes acompañarme a un lugar.
-¿Un lugar?-Los ojos negros volvieron a levantarse. Su varita, ¿dónde estaba?... Seguía en su bolsillo- Pero...
-No, no acepto un “no” como respuesta- Se anticipó el moreno sonriendo- Ya han acabado las clases por hoy y no es tan tarde como para tener que estar en las habitaciones así que no tienes excusas…
Una tímida sonrisa se asomó por los labios de la chica mientras asentía levemente.
-Está bien… ¿A dónde iremos?
-Es una sorpresa…
Él sonrió. Ella sintió su mundo temblar bajo sus pies y estuvo a punto de preguntarle a Marie si Devonne o Sam tenían algo que ver, pero cuando él cogió su mano con esa hermosa sonrisa para llevarla al lugar misterioso no le quedó duda de que ni todo el poder de Sam y Devonne podrían lograr hacer que el mundo se estremeciese tanto como lo que ella estaba sintiendo por dentro.


-Bien, ¿Lista?
Rieron.
-Sí…
-¿Segura?
-¡Que sí!
Rieron de nuevo y, entonces, Zayn apartó sus manos de los ojos de la chica.
-Zayn…
-¿Si?
-¿Por qué tanto misterio para traerme al jardín?
El chico rió.
-Bueno, es… Es solo que si te decía que era al jardín a donde quería que me acompañases iba a ser aburrido.
-¿Así que decidiste traerme al jardín como si fuese la cosa más interesante del mundo?
-No puedes negar que ha sido más emocionante…
Zayn sonrió mirando cómo la morena reía negando con la cabeza.
-¿Para qué querías que viniésemos aquí?
Él le sonrió.
Frágil, así se sentía… Como si en cualquier momento fuese a caer sobre sus rodillas y desmoronarse por completo. ¿Por qué él y su sonrisa tenían ese efecto sobre ella? ¿Por qué se sentía incapaz de pensar con claridad en su presencia?
-Porque aún me debes un baile.
Aspiró el aire aún frío, se sentía un poco mejor a pesar de que la nieve ya comenzaba a escasear… El frío continuaría hasta febrero, entonces el vaho se iría y las flores comenzarían a brotas de los árboles que ahora, ante los ojos de los demás, parecían terriblemente tétricos y escasos de vida, pero para Vicky lucían hermosos y galantes, más que nunca.
-¿Un baile?
-Sí, el día de la fiesta de los Malfoys… Mi hermano nos interrumpió y luego desapareciste.
Zayn sonrió de lado coquetamente y, entonces, Vicky supo que aquella sonrisa no era única ni especial para ella y aquel baile no tenía un significado especial. Se le quebró el corazón en mil pedazos y bajó la mirada sintiéndose infinitamente tonta por no haberlo notado antes. Se había dejado llevar. El dibujo, el baile, las sonrisas… Nada era realmente especial. Era lo que Zayn hacía con todas las chicas. Simple coqueteo. Maldijo a su corazón por acelerarse cada vez que veía esa sonrisa de lado, esa que para él de seguro que no significaba absolutamente nada, porque ella para él era exactamente eso, nada, una chica más.
Levantó la mirada aún sintiéndose tonta y sonrió intentando parecer resuelta, a pesar de que su sonrisa impregnaba tristeza por donde se le mirase.
-Me temo que tendrá que ser en otro momento… Tengo que hablar con alguien… Nos vemos luego, Zabini.
El moreno frunció el ceño, casi decepcionado de que ella se tuviese que ir, e incluso más decepcionado por el hecho de que ella hubiese utilizado su apellido.
-Creo que esto es mío.
Bajó la mirada hasta el bolsillo de él y, dando un paso hacia el chico, la sacó y se la guardó para luego girarse y desaparecer de la vista de Zayn. Sin correr, sin tropezar, sin acelerar ni desacelerar el ritmo la vio marcharse. Suspiró y movió las manos incómodo ¿Qué había hecho para que se fuera? ¿Qué había dicho? ¿La había ofendido? Fuese como fuese, lo dejó pasar. No corrió tras ella para preguntarle qué había ocurrido. No iba a presionarla para que bailase con él. No iba a perseguirla por todo Hogwarts. No iba a hacer con ella lo mismo que hizo con Alice Goodrich que, por cierto, ¿Dónde estaría? Quizás hablar con ella un rato le haría bien.


-Eustace…
El chico levantó la mirada y se encontró con los ojos de Victoria y, entonces, la mirada de la chica se posó en Alice Goodrich que había estado con él en todo momento.
Frunció el ceño dando a entender, sin la más mínima delicadeza, que quería que la castaña se fuese de ahí.
Eustace suspiró al igual que Alice, quien lo observó a los ojos.
-Yo… Te veo luego, creo que tenéis mucho de qué hablar.
El chico asintió al igual que Alice y la siguió con la mirada hasta que desapareció de su campo visual.
-No sabía que tenías nueva novia-Dijo Victoria cortante.
-Emma me lo ha contado.
Vicky abrió los ojos y bajó la mirada, sabía que Emma se lo había dicho pero no creía que él quisiese ir tan directamente al tema.
-¿Por qué no me lo dijiste antes?
-Cursell me ha dado un mensaje- Dijo Victoria siguiendo la ley de su primo: “Ser directa”- Dice Dominique que si no te alejas de esto te matará al igual que a mí.
-Así que ahora me crees cuando te digo que no sabía de qué iba todo esto.
La morena sonrió de lado. Sí, su primo sabía cómo pensaba.
-Tenías el anillo, era normal que no te creyese, ¿no?
-¿Por qué no me lo dijiste antes?-insistió Eustace serio.
-¿Por qué iba a decírtelo? O, mejor dicho ¿A qué Eustace debía decírselo? ¿Al primo insoportable? ¿Al que sonreía siempre? ¿Al cazador que llevaba el anillo? ¿O al que insinuó que nadie me echaría de menos si muriese el día de noche buena?
Bajó la mirada, tenía razón.
-Al que te dijo que no tenía ni idea de qué era el anillo.
Levantó la mirada y, entonces, se encontró con la de Victoria, pero ahora no le parecían unos ojos tan oscuros como de costumbre.
-¿Por qué no me dijiste tú que sabías como murieron mis padres? ¿Por qué no me contaste que intentabas protegerme?
Sabía la respuesta.
-Porque me habrías dicho que sabías protegerte tú sola.
Era verdad, esa habrían sido exactamente sus palabras.
-Aún así… Debiste contármelo.
-Tu padre…-Comenzó Eustace tan suavemente que Vicky sintió que la punzada que sentía en el corazón cada vez que se les mencionaba no era tan fuerte como de costumbre- Me hizo prometerle que cuidaría de ti, fue hace mucho, pero cumpliré esa promesa.
La chica abrió la boca para responder pero, antes de que las palabras cortantes saliesen de su boca, Eustace se anticipó.
-Y lo haré porque es lo que quiero, no porque haya sido una simple promesa.
Victoria asintió levemente.
-¿Y cómo se supone que vas a hacer eso? Nadie más que yo misma puedo protegerme…
-No, sabes que no es verdad…
-Sí, es verdad…
-Victoria, puedes tener todos los poderes que quieras, pero seguirás siendo mi prima y no dejaré que te hagan daño…
La morena se cruzó de brazos y Eustace sonrió para sus adentros al notar que la mirada de los ojos negros se ablandaba.
Lo sabía: Victoria no iba a pedirle disculpas por todas las cosas que le había dicho a lo largo de su vida igual que él tampoco iba a hacerlo. No iba a decirle que lo quería… Pero él tampoco lo diría. Sabía que aquella sonrisa reprimida en los labios de ella era la única manera que iba a tener para decirle que se alegraba de no estar totalmente sola, por mucho que su boca dijese lo contrario.
-Pues tu prima te dice que te ocupes de tu novia y que me dejes en paz a mí. C’est tout.
Levantó la barbilla y se dio la vuelta sin notar que ya Eustace no llevaba el anillo de cazador en el dedo.
Negó con la cabeza sonriendo, iba a decirle a Vicky que Alice no era su novia pero eso solo serviría para darle un motivo para hablar de Alice y bien sabía él que a Victoria no le agradaba la castaña. Prefirió guardarse esa conversación para otro momento.


Buscaba a Emma y creía que la encontraría en la biblioteca pero no fue así.
“Que tonta he sido… Pues claro que ella no estará aquí… Ahora tiene novio, estará con Louis”
Se giró decidida a salir de ahí, quería contarle a Emma su conversación con Eustace, pero en ese momento escuchó la risa de Zayn, que entraba por la puerta con Niall.
Sujetó con fuerza sus libros contra su pecho al mismo tiempo que se escondía detrás de una de las estanterías. Lo que menos deseaba era enfrentarse a los ojos del moreno.
-¿Qué libro necesitas?
-Cualquiera de Defensa Contra las Artes Oscuras.
-Aun no entiendo por qué aceptaste ser el tutor de Lucia Johnson
Zayn se encogió de hombros mientras alcanzaba un libro de una de las estanterías y reía.
-Es una chica y tiene bonitos ojos ¿Se necesita algún otro motivo?
Rió de nuevo y Niall se encogió de hombros.
-En pocas palabras, lo menos que vas a hacer es enseñarle a defenderse contra las artes oscuras, ¿no?
Las voces fueron bajando el volumen hasta desaparecer por completo del campo auditivo de Vicky, que se había dejado caer al suelo deslizando su espalda por la estantería.
Lucía Johnson era una Slytherin de cabello caoba. Un rojizo castaño que resaltaba sus ojos grises verdosos. Nunca había hablado con ella pero, por lo que sabía se había ganado el apodo de “Lucy la friki” por sus excelentes notas. Dudaba mucho que necesitase realmente de un tutor personal.
Suspiró pesadamente recordando la sonrisa que Zayn le había regalado. Sin duda alguna él solo la consideraría una chica más.
Se levantó con las uñas clavadas en sus libros y salió de la biblioteca después de asegurarse que tanto Zayn como Niall ya estaban lo suficientemente lejos como para no verla.
Estúpida. Había sido tan estúpida.


Volvía de pasar el rato con Sam en la Sala Común. Habían reído sobre lo estúpida que se veía al llegar allí luego de que dejara a Eustace y a Victoria hablando; y ahora se dirigía al comedor en donde había acordado encontrarse con los gemelos y su buen amigo Dean.
Caminaba sin ver al frente mientras rebuscaba en los bolsillos de su túnica, los caramelos "especiales" que Fred le había pedido que le llevara. Todo sin darse cuenta de que al doblar a la derecha por el siguiente pasillo, cierta chica venía también caminando frente a ella sin ver por donde iba, consiguiendo que ambas chocaran y las cosas que la pelinegra llevaba, se desparramaran por el suelo.

- Podrías ver por dónde vas!? - Chilló Vicky mientras se agachaba para recoger sus cosas - Lo que me faltaba...

Se congeló al tomar y leer el contenido de un pequeño papel blanco que había caído de uno de los libros que llevaba. "Dos vidas en tus manos, no eres mejor que nadie, eres una asesina" rezaba la inscripción en tinta roja como la mismísima sangre. Miró a todos lados, desesperada. Alice al instante notó la expresión en el rostro de la chica y mientras se disponía a alcanzarle uno de los libros, habló.

- Te encuentras bien? - Victoria le arrancó el libro de las manos sin un atisbo de delicadeza o agradecimiento. Por otro lado, Alice había logrado leer lo que decía en aquel papel que ahora Vicky escondía en su túnica - Quién te envió eso?
- A ti que te importa!? - Chilló terminando de levantar todas sus cosas y dirigiéndole una fría mirada - Métete en tus asuntos y déjame en paz!
- Podrías parar de atacarme cada vez que me ves!? - Preguntó indignada, perdiendo la paciencia.
- Oh, lo lamento tanto... déjame decirte que tu también haces lo mismo Goodrich!
- En estos tiempos, uno da lo que recibe - Se defendió - Además, jamás en la vida siquiera me había cruzado contigo y ahora, las pocas veces que te he tenido en frente no has hecho mas que hablarme mal. Cómo no quieres que reaccione así!?

Victoria bajó la mirada y se mantuvo en silencio mientras Alice la observaba con el ceño fruncido.

- Solo trato de ayudarte, perdona si tal gesto de amabilidad en esta época del año, corrompe tu sensibilidad.
- Eustace te lo contó?
- Si pero tranquila, no soy del tipo de chicas que van por la vida contando cada cosa que le dicen.
- Aun así, no necesito tu ayuda.
- Sabes... olvídalo - La castaña se adelantó, pasando por al lado de Vicky quien llamó su atención segundos después.
- Alguna vez has sentido algo por un chico pero... que ese chico no te de ni la hora? Como si solo fueras otra chica del montón sin nada que te haga especial ante los ojos de esa persona?

Alice volteó lentamente para encontrarse con aquellos ojos negros puestos en ella a la espera de una respuesta.

- Sí, lo he sentido... - Respondió convencida y extrañada de que la misma Vicky que conocía, estuviese ahora preguntándole eso - Pero he aprendido a simplemente darle tiempo...
- Y andas con mi primo... cómo puedes decir eso?
- No cambies de tema - Resopló - Además si tanto te molesta, puedes dormir tranquila porque tu primo y yo solo somos amigos.
- Realmente me da igual lo que sean.
- Entonces por qué tanto te quejas? Acaso el chico que te gusta es un imposible?
- No te burles Goodrich... - Soltó, apretando los dientes.
- No lo hago - Afirmó pensando bien lo que le diría a la pelinegra - Sabes algo Victoria? Si Zayn es tan ciego como para no darse cuenta de lo que sientes, es que no te merece.

Victoria se quedó sin saber qué hacer ante lo que la leona acababa de decir. Alice intentó ocultar su sonrisa al darse cuenta por la cara de la chica, que había dado en el clavo. Suspiró. Acomodó su túnica y comenzó a caminar hacia el Gran Salón, no sin antes detenerse por última vez al escuchar nuevamente la voz de la chica.

- Goodrich... gracias.

YASS!! ME ALEGRO QUE TE GUSTASE EL CAP :)
Y DE VERDAD LAMENTO HABER TARDADO TANTO PERO CREO QUE DESPUÉS DE VER LO EXTENSO QUE ES, SE ENTIENDE POR QUÉ LA DEMORA JAJAJAJJ
AHORA QUE LO VUELVO A LEER, TAMBIÉN ESTOY MUY AKSDAJSDJASDFADASFDS
ESTOY CONFORME CON CÓMO NOS QUEDÓ. :3
DE VERDAD TU PARTE FAVORITA FUE LA DEL FINAL? AAAAAAAAWW
DEFINITIVAMENTE TENDRÁS QUE SEGUIR LEYENDO PARA ENTERARTE DE MAS!!

alsjdjkalsdfijfkaksddhfjasdfgsdkaskdjklasdkkalsdsfds me aburro :|

NellaSparksFlyϟ escribió:

DebbiePayne escribió:alsjdjkalsdfijfkaksddhfjasdfgsdkaskdjklasdkkalsdsfds me aburro :|

ldksfjkadslfjkladfsjadks Yo se supone que me tengo que ir a dormir ya, pero no puedo! estoy totalmente enganchada leyendo "Química perfecta" de Simone Elkeles.... sdjkafhadskjfhakjs ME HE ENAMORADO DE ESTE LIBRO!
en serio! es simplemente increíble! Aquí ya son las 12:30 de la mañana y sí, me muero de sueño, pero es que simplemente no puedo despegar mis ojos del ordenador (porque he tenido que descargarmelo porque no podré comprarmelo hasta, por lo menos, mañana) y dskjahfdsahfkjsadhfjads me morí :|

yo estoy luchando contra mis ganas de comenzar a leer "En Llamas" askdghasdhhsahdasjhdaskd me niego a leerlo hasta no tener el bendito libro en mis manos!