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Mensaje por JessDann Mar 12 Mayo 2020, 4:10 pm

Ficha:







Posesión 






SINOPSIS

Algunos errores cometidos, son aquellos que uno prefiere olvidarse y seguir adelante. Jessie se hallaba en una especie de limbo, aun no podía creerse que tendría que volver aquel lugar. Hace cinco años que había abandonado a lo que para ella era un hogar. Lastimosamente Erick no estaba dispuesto a darle ese tipo de hogar que anhelaba. Su matrimonio no había dura más que una semana. Tras un divorcio rápido, ella había puesto cielo, mar y tierra para evitar encontrase.
Erick en cambio tras su matrimonio fallido, se había jurado nunca más volver a estar con una mujer que se pareciera a su ex mujer. Su carrera estaba por las cumbres y tenía suficiente dinero para estar con una compañera cada que se le apetecía. Su trabajo demandaba mucho riesgo y aun así siempre tiene espacio para divertirse.

Y sus miradas se cruzaron en medio de esa multitud. La sonrisa de Erick se esfumo y Jessie tuvo que mantener la calma para no desvanecerse ese mismo momento.



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Mensaje por JessDann Mar 12 Mayo 2020, 8:59 pm


Prologo

25 de Abril 2015
 

 
El azul intenso que reflejaba el cielo se había disipado para dar paso a un oscuro color, y tras eso la tormenta llego. No lo podía creer Jessie, no hace un par de horas todo estaba tan soleado. Tal vez sería una premonición de que algo iba  a suceder. Ella se apartó de aquellas ventanas, para dirigirse a la cocina. Necesitaba tomarse con calma aquella tormenta, la asustaba, nunca se acostumbraría a ellas. Encendió la cafetera y mientras esperaba, sus pensamientos se volvieron más profundos.

Jessie se encontraba en  Francia visitando a su tía-abuela Malvina, cuando recibió su llamada ella se había asustado tras saber que Malvina estaba en cama rota una pierna, por lo que no dudo mucho y tomo el primer avión para cuidar a su tía. Era casi su única familia. Tras la muerte de sus padres, ella se había hecho cargo de Jessie. Pero no estaba acostumbrada a la vida que llevaban en Los Ángeles, todos iban muy deprisa, no existía un poco de paz y tranquilidad por lo que cuando Jessie Connor cumplió 18 años, ella regreso a su país natal. Jessie entendía a Malvina por lo que no tenía derecho a impedírselo, ella ya cumplió parte del  trato que tenía con sus padres.

Tras colocar unas cuantas galletas y las tazas de café en el charol de porcelana, subió por las escaleras, entro en la habitación sonrió a su tía, dejo la bandeja en la mesita que se encontraba a lado de la cama, ayudo a Malvina a levantarse.
—No tienes que hacer esto. La recriminó, ella se sentía una inútil. No estaba acostumbrada a no poder hacer nada. Tan solo si hubiera tenido más cuidado en las escaleras nada hubiera sucedido. Pero aun así estaba encantada tener a su sobrina con ella.
—Otra vez con lo mismo, llevo aquí más de una semana. El ayudarte me hace sentir útil. No sabes lo mucho que he necesito salir de aquel lugar. Jessie aún no había decido que hacer con su vida, por lo que estaba trabajando a medio tiempo como mesera, no lo necesitaba pero eso la distraía un poco de su agobiante vida.
—Está bien, pero hazme el favor de salir. Disfruta un poco del paisaje, visita tiendas y cómprate algo decente.  Tras lanzarle una mirada reprobatoria por su atuendo. Ella lleva puesta un buzo negro, unos pantalones medios cortos y zapatillas.
— ¿Qué tiene mi atuendo? Respondió un poco indignada, odiaba los vestidos o vestirse algo más sofisticado. Al mirar a su tía supo que no estaba siendo gusta —De acuerdo, te hare caso. Estaré aquí antes de la cena. Tras decir aquello, tomo la bandeja antes de salir —Llevare el móvil, te lo ruego no dudes en llamar si algo se presenta.

Tras comprar y recorrer casi media ciudad. Jess está agotada, su tía tenía razón aquella ciudad era hermosa, ahora entendía el amor por estar ahí. Observo una cafetería cerca, por lo que decidió entrar y tomarse un frapuchino, para recuperar fuerzas. Al abrir la puerta una corriente de aire la rodeo, haciendo que unos cuantos cabellos rizados se soltaran de su coleta.
Sintió que alguien la observaba, al alzar su mirada se encontró con unos ojos tan azules como el mar mirándola.  Inmediatamente sus mejillas se ruborizaron, respiro profundamente, desvió la mirada, rápidamente se acercó a la caja para solicitar su frapuchino y salir de ahí cuanto antes. Eso fue casi imposible, pudo notar que el joven de ojos azules se acercaba directamente donde ella. Jessie hizo todo el esfuerzo posible para mantener la calma y controlar sus nervios. No estaba acostumbrada a que alguien se fijara en ella, su habitual forma de vestir no era la de una joven guapa.

—Yo pagare, anuncio el desconocido. Su voz fue un tanto autoritario y a la vez tranquila. La cajera, tomo el dinero que le ofreció y facturo sin siquiera mirarme. Ella también se había ruborizado y sonreía tontamente. Que se creía, estaría pensando que no tenía dinero, pues cuan equivocado estaba. Estaba dispuesta a darle frente.
— ¡Se puede saber que pretende usted! Lo dijo en voz algo baja pero firme, no quería armar escándalos en ese momento.
—Solo estoy siendo cortes con una joven perdida. Sonrió, haciendo que unos pequeños hoyuelos se le hicieran en sus mejillas. Jess tuvo que  desviar la mirada y sonreír cuando la cajera regresaba con su pedido. Pero aquel joven la estaba poniendo muy nerviosa. —Si me permite le ayudare a encontrar el camino. Dijo mientras la seguía.
—No es necesario, se cuál es el camino. Aunque usted piensa que soy una pobre niña perdida, se equivoca. Ahora si me disculpa, alguien me espera. Ya más tranquila Jess, pasó por su lado un error, al rozar su brazo con la de él  sintió una corriente recorrer toda su medula. ¡Qué demonios le pasaba!
Pero él no se dio por vencido, la tomo del brazo y la salió con ella de la cafetería. La subió a la fuerza en un auto negro, el mismo que no llevaba placas. Jess se sentía muy asustada, era como que la historia se volvía a repetirse. Sin poder articular una sola palabra y moverse, cerró sus ojos muy fuertes, esperando lo peor. El sonido de su móvil, la hizo reaccionar, pero unas manos muy fuertes se las quito y contesto. Escuchó maldecir tras colgar. Poco a poco fue abriendo los ojos y noto que unas pequeñas gotas corrían por sus mejillas. Tras dar un grito de socorro, su mente se nublo.

Jessie no podía creer que estuviera recordando aquel momento. Llevaba ya varios días pensando, soñando con lo sucedido tiempo atrás. Ella quería comprender que el motivo, pero simplemente no podía. Tras prepararse su café, se dirigió al salón a la espera de su marido. Tan solo llevaban dos días en Londres y el había salido por su trabajo. El ser un detective le conllevaba viajar demasiado, también exponerse a peligros. Jessie en varios ocasiones le había pedido que se retirara, que si de dinero se traba ella le podía ayudar, mientras él alzaba su negocios, así podría disfrutar un poco de su compañía y estar más tranquilo. Cosa que para Erick Tanner estaba fuera de discusión.

Aun no podía creer que su trabajo era más importante que estar con su mujer. El sexo que tienen era grandioso. Pero no había amor,  Jessie supo que estaba enamorada de Erick desde el primer momento que lo vio. En cambio el jamás le había dicho que le amaba, solo que la admiraba, respetaba y era su diosa; ella lo que quería era su amor, formar una familia. Él no estaba dispuesto a eso, por eso había duda mucho en casarse, pero su insistencia  la hizo ceder y ahí se encontraba, sola en ese apartamento esperando que volviera.
Sintió unos brazos rodeándola su cuerpo, abrió los ojos de par en par asustada. Al ver de quien se trataba se tranquilizó. Siempre tendría que estar con ese medio de ser secuestrada. El la volvió a dejar en el sillón, se sacó la chaqueta. Y tomo asiento a su lado. Aquel acto la hizo sentirse mucho más vulnerable y triste.

—Jess, como puede ser posible que te asustes, te dije que este apartamento es totalmente seguro. Además hay guardaespaldas. Estaba muy irritado.
—Erick, por dios, sabes muy bien cuál es la razón. Miro su reloj de mano y eran las tres de la mañana. Se había quedado dormida, ella solo quería cerrar los ojos y relajarse.
—Porque no estás en el dormitorio.
—Te estaba esperado, no pensé que era muy tarde. Ella se levantó, dejo su taza en la mesita. Cuando estaba llegado a las escaleras se tambaleo. Tuvo que sostenerse, para evitar caerse.

A grandes zancadas Erick se acercó la tomo en brazos y subió con ella. La miro algo asustado, desde que había llegado, lo único que quería era abrazarla y hacerle el amor. Pero al encontrarla hecha un ovillo en el sillón lo dejo perplejo. No estaba acostumbrado que alguien le esperara, toda su vida había vivido solo. Jessie lo cambiaba todo, aún era una niña para el solo tenía veinte años, en cambio él tiene 26 años.
Pero a culpa la tenía el, no debía haberla pedido que se casara con él, el sexo era increíble y parecía que no iba a saciarse. Aun es su interior decía que estaba equivocado, pero el aún no estaba saciado y no iba a permitir que ella se alejara o fuera de otro hombre. Estaba siendo un completo idiota, lo sabía y aun así casi la obligo a que aceptara su propuesta. Él le daba seguridad y a cambio ella le daba todo lo mejor en su cama. Además que Jessie era una joven dulce, no le gustaba de estar de fiestas y prefería estar entre libros.
La dejo sobre la cama, saco sus zapatos y le ofreció un vaso con agua. Se deshizo de su corbata, vacío sus bolsillos. Camino hacia la cama para hacer lo que desde un principio tenía en mente. La beso, como nunca antes le había besado. Aquel beso la cogió desprevenida a Jessie, pero no tardo en corresponderle, levanto sus manos y rodeo su cuello. Erick cortó el beso para continuar por su cuello y descender por senos. Se arqueo más, el la soltó por  un rato para desvestirse, luego la desvistió a ella. Los gemidos eran lo único que se escuchaba, ya no había tormenta. Solo dos personas amándose.

Los dos llegaron al clímax juntos, Erick salió de ella, la tomo en brazos para darse un baño. Jessie estaba más que contenta, se dejó llevar por el momento. Se permitió soñar por un momento que todo iba a cambiar. Su marido estaba siendo muy tierno. De pronto un dolor muy intenso en el vientre la hizo volver, Erick de inmediato reacciono, dejo lo que estaba haciendo para salir de la bañera. Jessie estaba sangrando, además de eso se había desmayado.

Cuando ella abrió sus ojos, se sentía aturdida. Lo último que recordaba es que estaba en brazos de su marido disfrutando de sus caricias. Se movió un poco y un dolor intenso la hizo gritar.  Vio a su marido tenso, se levantó de la silla. La obligo a no moverse. Tomo unas analgésicos y se las dio. Jessie no comprendía que le estaba pasando. Después de eso el salió, minutos más tarde regreso con unos papeles en la mano.
Como Jess tras tomar los analgésicos, el dolor se había casi esfumado. Se sentó con un poco de dificultad, intento acomodarse un poco su cabello. No dejaba de mirar a su marido intentando descifrar sus gestos y mirada. Erick no se acercó a ella solo tiro los documentos en la cama.  Pero en ese mismo instante comprendió todo su matrimonio se había acabado.

Su cabeza daba mil vuelta como pudo haber sido tan estúpida, de no  haberse dado cuenta que su periodo no había llegado. Tal vez quería hacerse a la idea que era el estrés, agotamiento. No se había olvidado ni un solo día de tomar la píldora. ¡No! Esa palabra se repetía. Como era posible que estuviera embarazada. Se llevó la mano al vientre y las lágrimas frotaron.

—¡Se acabó! Su marido había cortado el silencio con sus palabras duras. —Te lo advertí Jessie, si me ocultabas algo tan importante, se acaba todo. La fulmino con la mirada. Ella observaba como el hacia la maleta.
—Pero, con todas sus fuerzas Jessie intento hablar que las palabras se le quedaron atoradas en la garganta. Respiro varias veces. Hasta que logro por fin hablar. —Te lo juro yo no lo sabía, tienes que creerme. Ni siquiera lo pensé, creí que eran los efectos de la píldora y de todo lo que hemos vivido estos días. En sus palabras suplicaba que le creyera pero él no lo hizo.
—No pienso oírte, si todo hubiera sido diferente talvez te hubiera perdonado. Ahora no hay nada que nos ate. Con eso lo que Jessie había temido se le hizo realidad, perdió al bebe y ahora a su marido. Con un esfuerzo sobre humano se levantó de la cama. Intento acercarse a su marido pero no lo logro estaba muy débil. El ni siquiera hizo nada para ayudarla.

Él no tenía por qué irse al fin de cuenta esa era su casa, ella era la que se ira. Con el poco orgullo que le quedaba. Le dijo —Seré yo quien me vaya. Esta es tu casa, no tengo más que hacer aquí. Tomo los documentos, saco un bolígrafo de la mesilla de noche y firmo, encima dejo los anillos. Ya con un poco más de fuerzas paso a su lado tomo rápidamente lo primero que encontró se cambió. Y abandono aquel apartamento. Por un momento ella pensó que la detendría, pero no fue así. Y supo que todo había acabado.
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Mensaje por JessDann Miér 13 Mayo 2020, 7:22 pm


Capitulo 1

Jessie
 

 
     Jessie tras mirar el reloj de su computador. Supe que era hora de ir a casa. Llevaba muchas horas de trabajo. Dejo una de teclear aquel informe. Se levantó de la silla, tomo su bolso y salió. Su oficina era como su refugio, donde podía olvidarse de todo. Mantenerse metida en aquel lugar era un punto de equilibrio.

         Tras darle unas instrucciones a Molly su secretaria, una joven muy bonita. Cuando le habían presentado ella no duda en contratarla. Era como se reflejaba un poco de su personalidad en superarse. Sabía que estaba próxima en casarse. Por lo que no quería acumularla de trabajo.

         Las puertas del ascensor se abrieron, y tras cerrarse la misma. Jessie que arrimo un poco y por fin se relajaba. Cerró un poco los ojos. Suspiro, cuando el sonido de que las puertas se abrieron en algunos pisos más abajo. Noto algunos comentarios, de aquellas jovencitas que entraron. Jessie decidió no prestar atención.
Cuando al fin llego al parking, espero que las demás salieran para salir ella. Se acercó a su coche. Y ahí diviso una imagen muy conocida para ella. Joe Evans, su casi jefe y compañero. Al verla el sonrió, se dirigió hacia ella para ayudarla a subir. Jessie tuvo que dirigirle una sonrisa para no ser descortés. El lleva algún tiempo intentando cortejarla.

        No podía negar que su compañía era de mucha ayuda. Cuando tuvo que regresar a Miami, se sentía como perdida. Tras pisar aquel aeropuerto de Miami los recuerdos le embargaron. Si no hubiera sido por su presencia tal vez hubiera huido nuevamente. Joe conocía una parte de su historia.

      Cuando ellos dos se conocieron, Jessie era una recién llegada a un país y ciudad, distinta a la de ella. Le estaba costando horrores poder relacionarse. Había tomado un curso intensivo de español antes de irse. Pero aun todo era nuevo para ella. Su tía Malvina, casi le había suplicado para que fuera con ella.

       Ni por más suplicas la hizo desistir de esa absurda idea. Jessie necesitaba terminar con aquel miedo, y si para eso era necesario seguir lo mismo que sus padres estaba dispuesta hacerlo.  Joe fue como su salvador. Él estudia en aquella universidad tan solo le falta dos años para terminar la misma carrera que ella estaba por empezar.
Todo transcurrió muy rápido, al poco tiempo estaban compartiendo departamento. Joe le había sugerido que una mejor manera de vivir y suplir los gastos era que compartir departamento, no especialmente con el pero podría buscar un inquilino. Ella que no quería que nadie interfiriera en su espacio. Lo pensó y después de un largo tiempo le había pedido a su maestro por así decir compartiera con ella.  

      Cuando Joe se graduó, lo celebraron con una cena. El todo el tiempo se mantuvo a su lado. Cada vez que salía le suplicaba que le llamara y él estaba muy a su pendiente. Su trabajo casi le impedía que estuviera más que unos días en el apartamento. Jessie por momentos se sentía sola, se había acostumbrado a su presencia.
En el fondo entendía, tras su graduación. Joe le pidió que trabaje con él. La condición era que tendrían que ir a Miami. Su corazón se aceleró un momento pensó que se saldría. Contuvo la respiración. Ella supo que para él tampoco le agradaba aquella idea, pero aquel trabajo era muy importante para él. Jessie también pensó que debía ser tan desconsidera con Joe, él le había apoyado. No solo, no podía dejarlo, sino que era la mejor oferta que le hubiera hecho en años.

      Sus pocos trabajos, no eran lo que esperaba. La subestimaban mucho. Eso en una parte le dolía. Su autoestima no era la mejor. Pero ella sabía que todavía no la conocían en verdad, ella tenía mucho por dar. Así es como ahora se encontraba en aquel lugar.
—Estas a kilómetros. El tono tranquilo que empleo Joe. La hizo regresar de sus recuerdos.
—Yo lo siento. Se disculpó, le regreso el beso en modo de saludo. Ya se sentía un poco más relajada. Él no tenía la culpa de su mal humor.
Él le abrió la puerta, la tomo de la mano para darle un beso. Ese acto en otros momentos le hubiera parecido hermoso y se hubiera derretido. En cambio no era así, se sentía algo rara. Como suplicando que la dejara. Aun así no aparto la mano.
— ¿No olvidaste el compromiso de hoy? Por su manera de alzar la ceja, entendió que era manera de advertencia. Solo bastaron unos milisegundos para que la soltara, se incorporara y la retara. —No lo puedo creer, siendo tú tan ordena, se te haya pasado por alto.
— Joe, déjalo. Lo siento. Con eso era la segunda vez que se disculpaba. Se sonrojo un poco. Tomo aire. —De acuerdo, pensé huir. Odio ese tipo de fiestas, solo asisten aquellas personas que quieren mostrar todo su dinero.
—Es parte del trabajo. Le recordó

    Y como olvidarlo. No estaba aún acostumbrada al ritmo del trabajo de Joe, iba a toda una velocidad. No quería dejar ningún clavo suelto. No le importaba que con eso tendría que poner en riesgo su vida. Suspiro, tendría que dejar de ser una caprichosa. Aquello con lleva el trabajo que hacían.

—Nos veremos a las siete. Le dijo mientras cerraba la puerta, he encendía el motor. Unos golpecitos en el capo, hizo que bajara la ventana. Vio una sonrisa en los labios de Joe.
—Pasare por ti. No quiero arriesgarme a que nos vean llegar en autos separados. Con eso se alejó. Por su manera de caminar Jessie supo que se estaba burlando de ella. Apretó mucho el volante, tras unos minutos en retomar la calma. Se marchó.

       Tomo una ducha rápida, busco el atuendo adecuado para aquella fiesta. No algo muy sofisticado, pero moderno. Tomo un vestido de color crema, que se le ceñía muy bien a su cuerpo, el mismo no llevaba tirantes, por lo que la acompaño con una chaqueta de un color rosa dorado, sandalias rosadas pálidas. Se maquillo muy poco, solo aplico un poco de color en sus mejillas y un tono bajo para sus labios. Se miró en el espejo, se veía hermosa. En aquel tiempo dejo de ser una niña asustadiza, para pasar a una mujer fuerte. Logro retomar peso. Tenía una figura singular, no tenía que envidiar a nadie. Tomo su bolso guardando lo necesario.
El sonido del timbre, no tardo mucho y supo que había llegado la hora de actuar. Bajo, abrió la puerta. Miro a Joe con un traje se satín negro. Dejo la corbata por una pajarita. Era guapo a su manera. Alto, cabello negro azabache. Era fuerte de eso no lo du daba. Le examino esperando que algún cosquilleo la recorriera, pero no hubo nada. El solo sería un buen amigo.  

      Sonrió, tras darle un beso en cada mejilla. Salió del brazo de él. En el aparcamiento ya se encontraba una limosina esperándolos. Le sostuvo la puerta mientras ella subía. Segundos después el la acompaño. Joe dio instrucciones al chofer. Ella intento estar tranquila, no le gustaba fingir. Observo por la ventana, disfruto ver el atardecer, siempre había sido uno de las grandes cosas que Miami le ofrecía. Se dio cuenta que iban en dirección contraria al lugar que ella pensaba que irían. Miro de reojo a Joe, estaba hablando por el móvil. Espero a que terminara.

—Pensé que iríamos a Bayside Marketplace. Le dijo, según ella el evento se iba a realizar en un barco.
—Hubo cambio de planes. Ayer recibí una llamada, donde me informaban que Nick Collins estaba advertido que le tendrían una emboscada en aquel barco. Jessie le miro algo escéptica. Nick era un hombre millonario, estaba casado. Tenía 4 hijos los mismos que ahora estaban en el Caribe disfrutando de unas vacaciones junto a su madre. Un hombre ejemplar, caritativo. Eso solo era fachada, pues Nick Collins era un asesino, el mismo que buscaba niñas entre los 10 y 15 años para convertirlas en víctimas.
Joe y su equipo llevaban casi dos meses siguiéndole, cada vez que se acercaban, él movía sus fichas, pareciendo que ellos eran sus peones. Era un juego del gato y el ratón. Algo en el interior de Jessie se alertó, removiendo oscuros momentos.
—Debe haber alguien que le está informando, Joe. Eso se lo había planteado, ya hace mucho tiempo. Tal y como iban las cosas no había duda.
—Es por eso que a partir de hoy,  solo estaremos tú y yo. Nadie más accederá a la información.

Aquel instante supo que tendría que hacer uso de todo su esfuerzo. Para lograr atraparlo.
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Mensaje por JessDann Sáb 16 Mayo 2020, 2:41 pm


Capitulo 2

erick
 

 
     No le tomo, ningún momento en aceptar el cargo que le estaban ofreciendo. Aquel hombre, fuerte y atlético que estaba en medio de aquella sala de reuniones. Era pura sensación. Al ver dado un discurso, documentos y explicaciones de cómo se haría cargo de todo aquello que estaba fuera de control. El directorio no dudo es aceptarlo.

      Tenía entendido que Joe Evans, era el que estaba a cargo de aquella oficina en Miami, así como también le estaba costando mucho dar información sobre aquel asesino. Lo que tenía en sus manos no era nada que el ya no hubiera investigado, además del resto de casos que aún estaban incompletos.

        No le quitaría el mérito, pero ahora él era el jefe. Y todo estaba bajo su mando. Todos le dieron la bienvenida, una de las secretarias le hizo un recorrido por todo el edificio. Le fue indicando a cada departamento y nombres. Le vio que entre cada palabra que le decía intentaba coquetear le, el por supuesto estaba maravillado.
Aquel recorrido duro más de lo previsto. Ahora ya se encontraba instalado en su nueva oficina. La misma que daba una gran vista a sus exteriores. Se aflojo un poco la corbata. Tomo asiento en uno se los sillón de cuero que contenía aquella oficina. Mientras examinaba un expediente, sus ojos se cerraron pesadamente.

    Lo menos que desea Erick era dormirse. Su cuerpo le pedía un poco de descanso, a tan solo unas horas, que había llegado. Su viaje fue largo, estaba en Francia. Intentando disfrutar de unas vacaciones, ese lugar era muy hermoso. Su familia entera vivía allí. Siempre que buscaba un lugar para olvidarse de todo, solía alojarse ahí.
Su madre durante semanas le estuvo ocultando, aquella llamada donde le solicitaban. Se molestó mucho. Tuvo que reprimirse de gritarle unas cuantas cosas, por entrometerse en su vida. En ocasiones aquella mujer podría ser un dolor de cabeza. En cambio su padre era tan tranquilo que le daba miedo. Complacía en todo a su madre.

     Su familia era grande, tenía un hermano y una hermana, siendo él el primero. Cuando el había tomado la decisión de casarse, lo oculto a su familia. Ya que su familia era algo tradicional. Pero su secreto fue descubierto, puesto que la tía abuela de Jessie, se les había contado.  Sus padres le recriminaron, casi obligándole  a regresar a Francia para conocerla.
    La sorpresa de todos es que el llego solo. Erick no estaba dispuesto a contar nada sobre las razones de haber terminado con Jessie. Les conto una historia rápida y casi creíble.
    Unos golpecitos en el hombro, le hicieron despertar. Se fijó en quien era. Su nueva secretaria. Una joven de aproximadamente 25 años, llevaba trenzado su cabello el mismo de color negro intenso. Ahora que la observaba de mejor manera, pudo ver que tenía un parecido a su ex esposa. Movió un poco la cabeza para quitarse esa imagen. Se incorporó, y con eso su secretaria  también se había movido hacia atrás.
 
—Lamento, interrumpirlo. Se disculpó. Noto que su voz sonaba entrecortada. Tal vez de miedo.
— ¿Adriana? Le pregunto, esperando que ese fuera el nombre, no lo recordaba muy bien.
—Sí, me han pedio que le entregara esto. Levanto un sobre que llevaba en sus manos. —Dijeron que es muy importante. Por cierto, le he preparado café. Indico una taza que estaba sobre su escritorio.
—Gracias.
 
     Ella salió, y el agradeció por estar solo otra vez. Se levantó y tomo el café que su eficiente secretaria le había dejado. Arrimo su cintura contra el escritorio. Di una vista aquel sobre, entre dudando abrirlo. Cuando tomo el valor, una corriente de ira le recorrió. Dentro de él estaban todos sus cheques endosados a su ex mujer. Además de una nota.
 
       <<”No la he podido localizar, creo que debes rendirte. Su tía es muy dura de persuadir. Ha venido a casa hecha  una furia, a dicho un montón de cosas. Menos mal que nuestros padres no estuvieran. Tras eso dejo este sobre. Lo lamento tanto”>>
       Esa letra era inconfundible, también clara no era más que su hermana pequeña. Ella tras escuchar la historia que había dicho no se la creyó. Le persiguió durante días, para que le contara la verdad.
 
—Alice, déjame en paz.  Le advirtió, su cabeza daba mil vuelta. Quería paz y eso no lo había encontrado.
—Te dejare solo hasta que me cuentes todo. Alice podía pasar de ser una niña distraída a una investigadora total.  —Todos los demás puede que te creyeran, pero a mí no me vas a engañar. Te conozco lo suficiente como para creerte esa mentira.
    
Erick suspiro, le indico que se sentara. Le sirvió un vaso de limonada. —Ella tiene tu edad, es una niña, dijo al fin. Noto que su hermana quería decir algo, pero no la dejo. —Todo empezó hace dos años atrás, cuando le confundí con una pobre niña que huía de su hogar. Según mis cálculos tendría unos quince años, y estuve muy lejos de la  realidad.
 
—Después de un mal entendido, no la podía dejar escarpar. Era todo un enigma. Ella tenía algo que me hacía sacar lo bueno y malo de mí. La persuadí, salimos a cenar. Le llevaba de compras, paseamos. La química que teníamos era algo electrizante, pues ya te imaginas que sucedió luego. Erick miro de reojo a su hermana, ella solo enarco la ceja. —Ella tenía que volver, su estancia en Francia había terminado. Tan solo no podía dejarla, por lo que le pedí que se casara conmigo.
Un golpe en la mesa por parte de su hermana, confirmo sus sospechas. Exactamente ese enfado fue por lo que no dijo la verdad.
—Eres un ¡Idiota!, te has comportado como un <>, en todo el sentido de la palabra. Anuncio su hermana muy molesta. Se levantó de su asiento y empezó a dar vueltas por la habitación.
—Fue un grave error. No estaba listo; ni estoy listo para asentar cabeza. Jessie me mintió teníamos un acuerdo. Mismo que ella incumplió, fin de la historia. Si Alice quería escuchar otra cosa estaba equivocada. Él se levantó y salió de aquella habitación.
 
     Se odio a si mismo por recordar. Aunque la verdadera culpa era de su entrañable hermana. Ciertamente que hubo un tiempo que quiso localizar a su ex mujer. Luego de analizar los acontecimientos; tan solo lo dejo. Pero él seguía cumpliendo con el deber le pasaba una pensiona, con una generosa cantidad. ¿Por qué ahora? Se preguntó; si Alice no hubiera escrito eso, él se hubiera olvidado.

     Metió el sobre, en un cajón de su escritorio y puso llave. Tomo sus pertenencias, iría a casa a descansar un poco. Le esperaba una larga noche.
El camino a su casa, no fue muy largo. Escucho todos los mensajes. Su madre le había llamado; al igual que una de sus últimas acompañantes.

—Erick, se escuchó tras el contestador. No he podido localizarte. Tan solo quiero saber si has llegado bien, y si gustarías que te haga compañía. Su voz sonaba demasiado zalamera para sus oídos.

      Maldigo para sus adentros, no tendría que haberle llevado a su casa; y mucho menos acceso a sus datos personales. Aunque ella era la única persona que ha estado por más tiempo. Tampoco era que estaba de celibato. Disfrutaba de su compañía; jamás dormían en la misma habitación, después de una sesión de sexo, él se trasladaba a su habitación mientras ella se quedaba del otro lado de la casa.

     Estaba tentado a no llamarla. Sus dedos inmediatamente marcaron. Necesitaba una dosis de sexo, para poner en orden sus pensamientos y concentrarse en su trabajo. La conversación fue muy rápida. Ella estaría dentro de una hora, lo suficiente para el tomarse un baño y una buena taza de café.
Dos horas más tarde, estaba duchándose nuevamente. Su compañera de cama, estaba profundamente dormida. Se puso algo informal; ahora estaba en su despacho. Ordenando sus documentos por orden de prioridad. 

    Digitando en su computador, un correo donde convocaba a una reunión urgente  a todo el personal. Llamo a su secretaria, para solicitar que le tuviera todo listo en la sala de reuniones.
Se relajó un poco, al fin estaba más concentrado. Él pensaba que nadie le quitaría esa calma. El tiempo paso volando, tendría que despachar a la susodicha. Descansa era su prioridad mañana sería un largo día.
Como si sus planes se fueran al traste; estaba en el vestíbulo del Hotel Croydon. Del brazo de su amiga pelirroja. 
     Ella estaba charlando con uno de los encargados de la recepción, para que le dieran paso. Tras unas pequeñas sonrisas y pestañar coquetamente. Estaban dentro de la recepción.
Erick, tan solo se odiaba a si mismo por seguirle el juego. Tendría que estar en casa, y no en medio de esa recepción. Donde no se hallaba. Su compañera se desenvolvía muy bien con todas las personas. La observaba desde una de las barras que estaba instaladas para la ocasión.
Era toda una sensualidad, sonreía y coqueteaba. Con la mayor parte de los presente. Por un momento pensó que se estaba molestando, pero desecho la idea. Ella le regreso a ver, alzo su copa en su dirección;  dejo a sus conocidos y se dirigía a donde él.

—Lamento, dejarte solo.
—Tranquila. Solo que no me gusta este tipo de eventos. Dijo en un poco tenso. Ella solo hizo un puchero, pidió otra copa de champan y se la bebió completo. Ya con ella cerca, la observo más detenidamente, era la típica niña rica. Al que tenía todo el mundo a sus pies. Tez blanca, demasiada para su gusto. Sus curvas de eso no se podrían quejar, sus ojos eran de un color verde azulado. Cualquier hombre caería a sus pies.

     Él no entraba en esa lista, ahora comprendía que la mayor parte de sus compañeras de cama, se parecían a ella. Evitaba a toda costa que se parecieran a su <>. Apretó un poco su copa de wiski, y se irguió más tenso.  Reprimió el mismo por tener aquel tipo de pensamientos. No existía ¡su Jessie!, ella estaba lejos de su vida.
     
      Su acompañante, le estaba hablando animadamente. La mayor parte del tiempo tan solo decía lo maravillosos que son esos hombres. Hombres millonarios, sin escrúpulos; los catalogo Erick. Él se disculpó con ella, decidido en marcharse de aquel lugar. Se dio una vuelta para tomarse su último wiski, deposito un beso breve a su amiga.

      Como si se tratara de una alucinación. Vio a Jessie Connor entre la multitud, sonriendo. Se fijó que era una sonrisa fingida. Al igual que observo a su acompañante. Analizo cada uno de los movimientos que el hacía con su mano, por encima de su cintura. Jessie, se relajó. Tras beberse un poco del líquido que había en su copa; la vio decirle una palabras al grupo de personas. Se apoyó en el joven que estaba a su lado. Pudo notar que cerraba los ojos para relajarse.

     Tan bien la conocía, que podía descifrar cada gesto o movimientos que ella hacía. Tiempo atrás disfrutaba de cada gesto. Ella siempre se comportaba de una manera relajante, jovial. No iba a fiestas, prefería quedarse en casa disfrutando de una lectura. Erick lo veía de buena manera así no la tendría que compartir. Por lo que nunca le había visto relacionarse como en aquellos momentos.

Para su interior quiso negar, que era ella. Tal vez sea alguien que se parece mucho. Como si necesitara confirmar sus sospechas. Ella se giró despacio. Al verle abrió los ojos como platos. Erick reconfirmo era Jessie, su ex – mujer. 
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Mensaje por JessDann Lun 25 Mayo 2020, 12:21 am


Capitulo 2

Jessie
 

 
     Se estaba cansando de sonreír. Le dolía ya los músculos de su rostro.  Lo único que deseaba en ese momento era ir a su casa. Su ajetreado trabajo, no le daba tiempo de compartir con su pequeño hijo. Lamento no poder darle el beso de las buenas noches. Susan, le había dicho que no se preocupara.

Evidentemente no era eso lo que le preocupaba, algo en su interior le decía que esa noche iba a ser diferente. Su hijo la mayor parte del tiempo la reprochaba su ausencia. Mientras iba creciendo más se daba cuenta de su distanciamiento. 

Ella se esforzaba por darle lo mejor.  La mayor parte de su dinero era para su hijo. En el fondo sabía que eso no era lo que necesitaba su hijo. Pero si no trabajaba no le podría dar  lo que ahora tenían.
Le estaba costando mantener su vida equilibrada. Precisamente ese día cuando ella llego su hijo aun no llegaba de la escuela, y cuando salió Susan ya se le había llevado. Tras dar varios sorbos de su copa, recorrió la mirada por todo el salón. Joe le había dejado sola, casi ella no había notado su partida.

Todo de repente en su mundo se paralizo. Apretó un poco su copa. Cambio de posición, pero no pudo apartar sus ojos de los otros pares de ojos que la veían detenidamente. Segundos después se giró de golpe, derramando el líquido que tenía su copa encima de una joven que se acercaba donde ella.
De pronto ella se sentía avergonzada, pidió desesperadamente al mesero una servilleta. La joven a la cual ella le tiro la copa, la miro con ira.

— ¡Eres estúpida! Asalto ella.
—Lo lamento. Jessie se disculpó torpemente.
—Acabas de arruinar mi vestido. Ella llevaba un vestido de color turquesa. Con un descubierto demasiado para sus ojos.
Jessie cerró los ojos, como para eliminar aquella imagen; ella quería pensar que solo era una ilusión que su mente le estaba dando. Cuando abrió los ojos, él estaba frente a ella. Su mirada era fría. La sonrisa que le dirigió a la joven que estaba su lado, no alcanzo a sus ojos.
Pensó que eso era una pesadilla, con todo el esfuerzo. Se incorporó de mejor manera. Se pasó las manos por el vestido intentando que no vieran lo nerviosa que estaba. Busco con la mirada a Joe para que el la sacara de ese aprieto.
— ¿Qué sucedió? Su voz era diferente, no era como antes.
—Esta, contesto la joven indicando a Jessie. Me a tira su copa a propósito.
— ¡Eso no es cierto! Replico Jessie con su voz entrecortada. —Yo no te vi, lo cerca que estabas. Si me permites te pagare el daño. Cuando se fijó en la expresión que hicieron ambos. Ella se arrepintió de haberlo dicho.
— ¡Piensas que esto tiene arreglo! Casi grito la joven.
—Tranquila cariño, creo que la señorita ya se ha disculpado. Por su acto. Le dijo muy suave pero en sus palabras ella encontró desdén.

Jessie se odiaba a sí misma, por sentirse tan idiota. No podía moverse, tenía miedo que sus piernas no reaccionaran y ella podría caerse. La pelirroja hizo un puchero, y se alejó. Dejándolos solos. Ella tiene que salir de ahí. No podía permitir que el la afectara tanto. Mirándole mejor, se fijó que unas pequeñas arrugas sobresalían sobre sus ojos. Su cabello estaba un poco más largo que de su costumbre de llevarlo. Se notaba muchos sus musculas tras el traje. Los años en el casi no habían pasado, pensó ella.

En cambio se analizó ella y se sentía muy diferente a la joven con la que Erick estaba. Sus curvas eran perfectas. Jessie había subido un poco de peso después de la dura experiencia que tuvo que pasar.
Para ella todo se había acabado cuando salió de casa de Erick. Mientras buscaba la manera de recuperase por todo lo sucedido, ella ni siquiera notaba que su cuerpo estaba cambiando. Cuando llego a España ella se sentía enferma. No podía comer, todo vomitaba. Paso días en cama. Por un tiempo pensó que era debido a su cambio. Y que aún le dolía el estar lejos de su casa y no podía ir donde su único familiar.

Cuando Joe no soportar más verla en esa situación. Pues el imagino que ella estaba teniendo problemas alimenticios. La obligo a ir al hospital. Tras recibir los exámenes,  ella casi pensó que era imposible. Llamo al hospital a reclamar y exigir que le volvieran hacer los exámenes. Con el segundo resultado Jessie no lo podía creer.
 
—Señora Connor, los resultados no miente. Tiene 20 semanas de embarazo. El ginecólogo que la estaba atendiendo, le tendió la ecografía.
—Pero eso es imposible, me dijeron que tuve un aborto hace aproximadamente las misma semanas. Respondió Jessie con incredibilidad.
—Lo que pasa señora, es que un su matriz llevaba dos óvulos fecundados. Por lo que me ha dicho deduzco que usted arrogo a un solo. El otro se mantuvo. Le diré la verdad veo que está débil. Su Matriz es muy débil por lo que necesita pasar en reposo, si en realidad no quiere perder a este bebe, de lo contrario las consecuencias pueden ser terribles.
Jessie contuvo el aliento. Estaba embaraza tendría un hijo de Erick. Se llevó las manos a su rostro y sollozo. El doctor le paso unos pañuelos desechables.
— ¿Qué debo hacer? Pregunto con lágrimas aun en los ojos.
—Yo le recomiendo que se interne y pase el resto del embarazo aquí, así le podemos monitorear a usted y a su bebe. El doctor la miro preocupado. — ¿Quiere que le avise a su marido? Pregunto. Ella se dio cuenta que habla de Joe. El mismo que ahora estaba afuera. Ella no saco de su error al ginecólogo, solo asintió con la cabeza. Joe entro a toda prisa, la vio y lo que hizo fue abrazarla. El doctor los dejo solos.
— ¿No sé qué hacer? Volvió a llorar.
—Lo que sea cuántas con mi apoyo.
— ¡Estoy embarazada! Susurro, Joe la soltó. La miro perplejo.
—Debo internarme, el embarazo es complicado. No quiero perder al bebe. 

Tras unas cuantas horas más; ella estaba instalada en una habitación sola. Joe estaba haciéndose cargo de los papeleos. Se estaba comportando como un caballero. Sabía que se estaba conteniendo, eso la tensaba un poco. Los doctores le explicaron a ella y a su amigo todo lo que iba a suceder durante los siguientes cuatro meses.
Su amigo la acompaño siempre. Habían hablado, y tras contarle un poco de ella y su historia. El la contuvo. Se ofreció a que su hijo llevara su apellido. Jessie se negó, a partir de eso momento el hijo era solo suyo. Haría cualquier cosa por él.

Jessie, se llevó una mano inconsciente a la boca. Recordó donde estaba y quien era la persona que estaba a su enfrente. No podría permitirse recordar nuevamente. Esos eran recuerdos que debían olvidarse. Ahora solo importaba ella y su hijo.

— ¿Jessie? Pregunto Erick como si no la hubiera reconocido.
—Si. Contesto atropelladamente. Después de asentir con la cabeza. —Señor Tanner, no me diga que no me reconoció. Se alegraba que su voz hay salido segura y tranquila.
— ¡Vaya! En otros tiempo solías decirme Erick. Replico su ex marido con un tono acido.
—Y yo hubiera deseado que esos momentos no hubieran pasado. Murmuro molesta. Su repentina expresión le dejo algo desconcertado a su ex marido, pero el inmediatamente se recompuso.
—Veo, que has dejado de ser una sumisa. El tono hirió a Jessie, abrió los ojos. Su mirada centello de ira.
—Y tú no has cambiado nada, sigues siendo el mismo casanovas de siempre. Tu cita de hoy no te ha satisfecho. Debía haberse quedado callada, se mordió la lengua.  Pero él la había ofendido primero. Su pequeña conversación se vio interrumpida por el regreso de Samantha.
— ¡Erick, cariño!, podemos ir a casa. No hay solución con el vestido.

Jessie se molestó, al parecer su relación si iba enserio. Erick no llevaba a cualquiera a su casa. Pero el hecho de pensarlo al enfermaba. Aquel lugar era solo de los dos. Apretó los puños. Ella no tendría que molestarse; ella fue la que tomo la decisión de poner todas las distancias posibles. Tanto como él y ella tenían el derecho de rehacer sus vidas.
Erick se movió un poco molesto, Jessie percibió que tal vez su molestia era porque interrumpió el salto de sus palabras. Por una parte ella se alegró; y por otra también le molestaba su interrupción. Se habían reencontrado y lo menos que podían hacer eran ser cordiales. Ella estaba dispuesta a calmarse y ser cordial.

—Pediré un taxi, para que te lleve a tu casa. Contesto Erick.    
—Eso no era lo que tenía planeado. Dijo la rubia con un poco de furia.
—Debes conformarte con lo que te ofrezco. Su mirada ya no era de ternura. Samantha solo asintió. Erick saco su teléfono. Llamo al servicio de taxi.
—No te muevas, solo ira a dejarla en el taxi. Su tono era autoritario, quiso responderle. Pero él había tomado a Samantha y se dirigía a la salida. Si él pensaba que iba hacerle caso estaba equivocado.

Él no podía venir a dar órdenes. Jessie tampoco estaba dispuesta a esperar. Ella necesitaba escabullirse. Y lograr salir sin que la viera. Se encamino hacia el otro extremo del salón.  Encontró un grupo de jóvenes que se estaban dirigiendo hacia la playa; se mezcló entre aquellos. Su corazón latía rápido, se sentía una adolecente huyendo de algún psicópata. Eso la hizo sonreír un poco. Alguien la tomo del brazo, miro y respiro tranquilamente era una muchacho de unos 20 años aproximadamente, el mismo que le estaba haciendo señas para que se sacara los zapatos.

Jessie se apoyó en el para sacarse los zapatos. Le dio una sonrisa. El joven la soltó y siguió su camino. Sus pies tocaron la arena era muy relajante. Paseo por la orilla, no supo cuánto tiempo estuvo allí. Se fijó que la mayor parte de la gente había desaparecido. Tras dar una última vista al mar, ella se dirigió a la avenida para tomar un taxi.


Unos gritos desesperados, hicieron que Jessie se despertara. Por un momento tuvo que recordar en donde estaba. Otros gritos llegaron a sus oídos. Jessie tomo su albornoz  y corrió a la otra habitación. Unos ojos azules le miraron desesperados. Jessie se acercó y tomo a su hijo en brazos.

—Cariño, otra pesadilla. Jessie deposito un beso en su cabellera. El niño se pegó más a ella.
—Mama, sollozo. Ella trato tranquilizarlo, le tomo más de lo que pensó. Cuando su hijo estuvo más calmado le deposito en la cama. Se levantó, para traer un vaso de leche.
—No te vayas, suplico. Jessie se derritió. Se recostó a su lado. Le contemplo mientras su respiración retomaba la normalidad. Era la viva copia de Erick. Sus labios, sus gestos. La única diferencia eran sus ojos eran verdes azulados, la mezcla perfecta de ellos dos. Suspiro, una lagrima rodo por su mejilla. Él era su verdadero milagro. Por el mismo estaba dispuesta a luchar contra cualquier persona.
Después de haber salido de aquel hotel, paso por casa de Susan para llevar a su hijo. Necesitaba tenerlo cerca. Un miedo le recorrió por sus venas; el encuentro con Erick la dejo muy alterada. Si por alguna razón él se llegara a enterar. Rápidamente ella quito esos pensamientos. No tenía manera de descubrir, según él ella había abortado.
 
Después de haber dejado a su hijo en la escuela. Dio una vuelta por la playa. Tendría que ir a la oficina, enfrentar a Joe, retomar sus pendientes. Luego de haber estacionado, tomo su bolso. Se fijó que el auto de Joe ya se encontraba en el estacionamiento. Tomo un poco de aire y mentalizarse el día que le venía.
Molly le dio varios mensajes. Rectificaron su agenda.  Tras revisar varios documentos. Las dos estaban casi exhaustas. Era casi medio día. Joe no había parecido. Ello le tenía los pelos de punta. Le dio un descanso a Molly antes de asistir a la reunión prevista a las dos.
Mientras ella se servía un poco de café. Continuo revisando los expedientes. La mayor parte de aquellos expedientes, tenían información muy vaga. No le costaba a ella mucho descubrir ciertas personalidades, pero ahora si lo estaba costando.

Llamo al laboratorio, para solicitar los resultados pendientes. Tras teclear ya el último informe. Se sentía satisfecha. Armo la carpeta, para ir a la reunión. Miro su reloj y aún tenía tiempo para llamar a su hijo, si las cosas iban bien después de la reunión, ella podría pasar un poco más con su hijo.

—Cariño, ¿Cómo estás?
— ¡Mamá! La voz de su hijo estaba muy alegre. ¿Cuándo vuelves? Ahora su voz cambio a una de intriga.
—Pronto, espero que lo de hoy no dure mucho. Así podremos cenar juntos.
—Enserio, por fin. Tío Joe te ha dejado espacio para mí. Jessie sonrió. Su hijo se le estaba tomando con calma el cambio.
—Alan, el tío Joe. No es el culpable. El trabajo lo es. Aun así, por ahora buscare la manera de estar contigo cariño. Has tus tareas y se bueno con Susan. Contesto Jessie.
—De acuerdo mamá. Te quiero
—Y yo a ti. Colgó el teléfono. Al dar vuelta su silla, se encontró con un Joe molesto y a Molly sorprendida.  Dejo el lapicero con el que estaba jugando mientras hablaba. Se acomodó de mejor manera en la silla. Hizo señas a su secretaria que se fuera. Cuando Molly salió. Joe exploto.
— ¿Dónde te metiste anoche?
—Puedes tomar asiento. Indico Jessie, pero él no hizo caso. Ella se levantó y puso sus manos en el escritorio. —Fui a casa, para estar más tiempo con Alan.
—No es excusa, estuve desesperado, no te localice. Tus malditas cosas las dejaste. Se acercó y lanzo su bolso y chaqueta.
—Joe, por dios no soy una niña. Se cuidarme. No estaba cómoda en ese lugar.
— ¿No mediste el peligro? Todo el lugar estaba rodeado de asesinos.
— ¡Basta! Joe somos agentes, se lo que tengo que hacer si pasaba algo. Tampoco podía decirte que me iba, sabría cómo te pondrías.
— ¿Y no piensas que si te pasa algo, que haría Alan? Touch eso fue un golpe para Jessie.

Ella volvió a sentarse, resignada. Joe le hecho un letanía. Después de echarle toda su furia. Ella y él se dieron la mano en son de paz. Jessie intento sacarle información, del porqué de su ausencia durante el día, y no lo logro. Joe se mantuvo callado. Solo le contestaba en monosílabos.  Jessie se estaba molestando, Joe la tranquilizo tras pedirle algunos informes. Se concentraron en el caso de Nick. Los dos habían conseguido que ella entrara en la red. Brindaron con café. Joe aún no estaba muy convencido; pero a Jessie no la podía sacar esa idea.
Los dos juntos subieron  a la sala de juntas, con sus respectivas secretarias. Molly intento hablar con Jessie, pero ella casi le ignoro, solo trataron temas del trabajo.  Ella percibió la molestia de su secretaria, lo único que pudo hacer era sonreír con eso bastaba para tranquilizarla. Ya después le contaría no necesario, para que no se haga ideas raras. 

Poco a poco la sale se fue llenado, ella hablaba con algunos agentes. Cruzo unas palabras con un colega. Todos estaban inmersos en sus conversaciones, cada uno con sus ideas y soluciones para cada caso. Cuando observaron que se acercaba su jefe, todos tomaron asiento en sus puestos. Jessie no presto mucha atención a los acompañantes. Se puso sus gafas y tomo su Tablet para el inicio de la reunión. Como estaba tan absorta analizando unos módulos que le habían llegado. Que no presto atención a lo que le llamaban, su secretaria le dio un pequeño golpecito en su pierna. Ella alzo su mirada, tomo sus apuntes. En ese preciso momento cuando iba a dirigirse a su jefe. Sus palabras que atoraron en su garganta. Erick estaba sentado a la derecha de su jefe. La observaba detenidamente, ella apretó más sus apuntes.

Sacudió un poco su cabeza, como para borrar esa imagen. Pero ella persistía. Él estaba ahí, en el mismo lugar que ella. Noto él también se tensaba. En el segundo que sus miradas se cruzaron, ella noto que él estaba más sorprendido que ayer en la noche. En poco de eso hizo que ella se sintiera segura.
Se disculpó con todos y hablo sobre lo que ella tenía en sus manos. Dio varias explicaciones. Luego vinieron las preguntas a las que ella contesto segura y dando todo lo necesario para los que estaban en la reunión.  En aquel preciso momento Jessie, era toda una profesional. Intento que su mirada no se cruzara con la de Erick, lo cual le costó horrores.

Ese día ella llevaba un traje formal. Una falda que torneaba muy bien su figura, una blusa color crema. El cabello a diferencia de ayer lo había recogido, pero aun así aún se le salían algunos cabellos, lo cual le hacían ver mucho más joven de lo que era.  
La sala estalló en aplausos y varias felicitaciones. Algunos de sus colegas se levantaron para abrazarla. Joe fue uno de los últimos, después del caluroso abrazo, el poso sus labios en los de ella. Lo cual le sorprendió  mucho, cerró los ojos de golpe. Fue rápido y breve, todos en la sala se acallaron. Escucho a Molly soltar un pequeño grito. Si no estuviera en la sala con toda esa gente ella lo golpearía.

Su cuerpo se tensó, porque era consciente de que Erick la estaba observando. Su cuerpo presento un subidón de calor. No precisamente por el beso, sino por la presencia de su exmarido. Con toda la calma se apartó del lado de Joe. Fingió que nada había sucedido y por completo evito mirar hacia el centro de la sala.
Escuchaba murmullos, ella deseaba que se acabara pronto. Y poder salir lo más pronto posible. La reunión siguió, cada una presento sus propuestas. Algunas no eran tan tentadoras. Miro su reloj eran casa las cinco, había prometido regresar a casa temprano. Descruzo sus piernas, aquel movimiento alzo su falda un poco, el mismo que no se le paso por alto a Erick.

Cuando todo acabo, ella salió casi corriendo de la sala. No espero al ascensor bajo por las escaleras, ello le haría distraerse un poco. Molly iba tras ella más cansada que ella, pero con cara de preocupación. Al llegar a su piso se fue directamente al baño, las ganas de vomitar le gano. Vacío su estómago con lo poco que tenía.  Tras limpiarse y acomodarse un poco salió del baño.

Al dirigirse a su oficina, Molly trato de decirle algo, pero ella la ignoro. Estaba molesta, a la vez indignada. Entro, noto que alguien estaba en su asiento, ella imagino que era Joe. Su furia aumento. Lanzo la puerta y grito.

— ¿Desde cuándo lo sabias? Has sido un completo idiota. Jessie estaba muy enojada, se acercó un poco más a su escritorio, pero su silla no dio vuelta.
— ¡Date la maldita vuelta! Crees que con ocultármelo te voy a perdonar. Como no hubo repuesta siguió —No volverás a entrar a mi casa, hasta que me des una explicación coherente. No permitiré que vuelvas a ver a mi h…. se quedó muda. Cuando Erick se dio la vuelta. Ella tuvo que sentarse de golpe en la silla de enfrente. Estaba a punto de decir ¡Mi hijo!, que estúpida había sido. Como no se fijó de mejor manera, si hubiera estado tan molesta; le hubiera escuchado a su secretaria. De pronto nuevamente sintió nauseas. Inhala y exhalo para evitar las arcadas.  

— ¿Qué haces aquí? Pregunto, intento que su tono fuera normal y algo profesional.
—Lo mismo iba a preguntar. Contesto
—Esta es mi oficina. Le dijo Jessie como diciendo estás loco.
—Jess, sabes a lo que refiero. Él se levantó pero no dejo del todo la silla. La miro molesto.
—Sr. Tanner, si no le importa soy Jessie Connor. Jessie estaba indignada. Él no podía entrar y adueñarse de su oficina, mucho menos tutearle.
—Jessie, arrastró la palabra. ¿Qué haces aquí? Pregunto
—Trabajando. Contesto ella airada.
—Me refiero a este tipo de trabajo. Alzo la voz mientras se acercaba a donde ella estaba sentada. Jessie se alarmo por lo que antes de que él la pudiera alcanzar se dirigió al otro extremo del escritorio. La actitud de Jessie era como infantil, el solo hecho de estar en el mismo lugar. Le daba claustrofobia. —No has contesto a mi pregunta.
—No tengo por qué contestar nada. Tú no eres nadie para que me hagas este tipo de preguntas. Lo que haga con mi vida solo me corresponde a mí.
— ¿El señor Evans? El cambio de pregunta la tomo desprevenida.
—Joe no tiene nada que ver. Como vio que él no se movía de donde estaba, ella tomo asiento en su silla. Abrió su cajón para tomar su bolso. Estaba retrasada, su hijo la retaría. No quiera defraudarle.
—Hace un momento, creí que ibas terminar con él. Su sarcasmo la hizo estallar de ira.
— ¡Vete al infierno Erick! Sin darle tiempo, salió de su oficina. Se chocó con Joe quien, salía del ascensor. No lo miro ella se subió y pulso la planta baja. Su móvil empezó a sonar. La adrenalina aun corría por sus venas, por lo que lo ignoró. Paso su mano por su cabello, intentado acomodarle. Sus manos temblaban.  Como si estuviera escapando, entro en su coche y arranco. Las llantas rechinaron por el exceso de velocidad. Después de varias cuadras, bajo la velocidad no quería sufrir un accidente. Miro por el retrovisor para ver si Joe no la seguía, suspiro con tranquilidad. Su móvil empezó a sonar nuevamente. Se estaciona en una esquina, rebusco su bolso. Al mirar su pantalla se asustó.
—Señora Connor, lamento molestar. Pero Alan no deja de preguntar por usted. Marco a su oficina. Jessie pensó que eso era una mala jugada del destino. Rogo porque Erick haya salido de su oficina.
—Estoy de camino a casa, puedes decirle si quiere algo en especial. Noto como unos gritos de emoción. Su hijo no tardo estar en el teléfono.
—Solo te quiero aquí y ahora. Su hijo tan autoritario como su padre. Recordó a Erick y su pequeño dialogo.
—Cariño si no cuelgo, no podre conducir. En unos minutos más estaré contigo. Te amo.
 
Jessie y su hijo Alan están más que feliz. Ella decidió romper un poco la regla de la comida y solicito pizza. Le dio el resto de la tarde libre a Susan. Mientras su hijo veía la televisión. Ella marco a Molly le pidió que algunos informes que están en su mesa. Los repartiera a cada uno de sus colegas. Además le pido que le entregara su última investigación a su jefe.

Su eficiente secretaria, le dio algunos mensajes. No eran tan importantes los primeros. Pero los dos últimos, le revolvió el estómago. <>, ella apunto su número de mala gana. <>. Jessie medito el pedido de Joe. Enseguida marco su número. No hubo respuesta. Si cualquiera de los dos pensaba que le iban a dar órdenes, pues tendrían que esperar.

Le baño a su hijo, le leyó un cuento. Alan aún tenía baterías. Jessie tras varias horas después. Se tomó un baño relajante. Su hijo la agotaba pero eso no la molestaba, en cambio sonrió. Su carrera estaba en el equilibrio que ella siempre quiso. Su único temor es que le hicieran daño a su hijo. Por precauciones ella decidió no decirle la verdad sobre su trabajo, su hijo creía que ella era una publicista.

No quería pensar más en eso, por lo que  se puso una cómoda pijama. Estaba en su despacho, tomando un café y observando aquellas imágenes, enviadas por el departamento forense. Le dio un asco total.
Tras analizar todo, no podía dejar de pensar en su amiga Catalina. Una joven risueña como ella. Se había empeñado en entrar en la red de BDSM, lastimosamente su entrenamiento fue básico. Y la descubrieron. Jessie se prometió así misma rescatarla y atrapar a los culpables.

Se lo estuvo pensando todo el tiempo, mientras Joe investigaba. Joe era y formaba parte del equipo de Sedal. Jessie le rogo para que le entrenara, ella estaba casi lista en teoría. La práctica era lo que le costaba y su amigo la tenía paciencia. Capaz por eso Joe le hubiera citado. Reviso la hora y era muy tarde. Mañana hablaría con su amigo y lo retomarían las clases.

Apago todo, aseguro su casa. Se detuvo en la habitación de su hijo, estaba tan tranquilo que le costaba pensar que despierto era todo un parlanchín y terremoto. Le deposito un beso y se dirigió a su habitación. Mañana seria otro día.
JessDann
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