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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"Química Perfecta"- (Nick y Tu) - TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Química Perfecta"- (Nick y Tu) - TERMINADA
Chicas gracias por leer la nove y dejar sus comentarios tan lindos, se que les prometi nove el domingo pero tuve que salir haci que hoy les dejo dos capis
Capitulo 17 _____
- ¿Quién es Nick?
Esas son las primeras palabras que me dirige mi madre después de llegar a casa del aeropuerto, donde he ido a recoger a mi padre.
- Es un chico del instituto que me ha tocado como compañero en la clase de química -respondo en voz baja. Espero un momento antes de añadir-: ¿Por qué le conoces?
- Vino aquí después de que te fueras al aeropuerto. Le he echado.
La realidad le golpea en la cara. ¡Ay, Dios! Me olvidé de que había
quedado con Nick esta mañana.
Cuando pienso en ello, le imagino esperándome en la biblioteca y me
invade un sentimiento de culpabilidad. Era yo quien no confiaba en que se presentara, pero al final he sido yo quien no ha cumplido con su palabra. Debe de estar furioso. Puf, me siento fatal.
- No lo quiero cerca de casa -confiesa-. Los vecinos empezarían a
chismorrear sobre ti. «Como hacen con tu hermana», sé que está pensando. Espero que algún día pueda vivir en un lugar en el que no tenga que preocuparme de los cotilleos de los vecinos.
-De acuerdo -accedo.
- ¿Puedes cambiar de compañero?
- No.
- ¿Lo has intentado?
- Si, mamá. Lo he hecho. La señora Peterson se niega a volver a asignar compañeros.
- Quizás no hayas insistido lo suficiente. Llamaré al instituto el lunes y les haré...
La miro fijamente, ignorando la intensa y dolorosa punzada en la parte
posterior de la cabeza, donde mi hermana se ha llevado un buen mechón de pelo.
- Mamá, ya me encargo yo. No necesito que llames al instituto y me hagas sentir como una niña de dos años.
- ¿Ha sido ese chico, Nick, el que te ha enseñado a faltarle el respeto a tu madre? ¿De repente, crees que puedes hablarme así porque ese chico sea tu compañero? - Mamá...
Ojala estuviera mi padre para intervenir. Pero fue directamente a su
despacho para comprobar su correo justo después de que llegásemos a casa. Me gustaría que actuara como árbitro en lugar de quedarse al margen.
- Porque si empiezas a codearte con gentuza como esa, la gente te
considerará como tal. No es así como te hemos educado tu padre y yo. Vaya, aquí viene el sermón. Preferiría comer pescado vivo con escamas y todo antes de escuchar esto ahora. Sé cuál es el significado que se esconde tras sus palabras.
Shelley no es perfecta, de modo que yo tengo que serlo por las dos.
Aspiro profundamente intentando calmarme.
- Mamá, lo he entendido. Lo siento.
- Sólo intento protegerte -dice-. Y tú me lo hechas en cara.
- Lo sé. Lo siento. ¿Qué ha dicho el Dr. Meir de Shelley?
- Quiere que vaya dos veces por semana para hacer un seguimiento. Voy a necesitar tu ayuda para llevarla.
No le menciono nada de la política de la señora Small acerca de faltar al entrenamiento de animadoras, porque no sirve de nada que nos estresemos más de lo que ya lo estamos. Además, me gustaría averiguar por qué mi hermana se comporta de ese modo tan agresivo... Afortunadamente, suena el teléfono y mi madre va a atender la llamada.
Salgo corriendo hacia la habitación de mi hermana antes de que mi madre me llame para seguir con la discusión. Shelley está sentada frente a su ordenador personalizado, dando golpecitos al teclado. - Hola -le digo.
Shelley levanta la mirada. No está sonriendo. Quiero que sepa que no
estoy enfadada con ella porque sé que no era su intención hacerme daño. Puede que ni siquiera comprenda qué la empuja a hacer esas cosas. - ¿Quieres jugar a las damas? Niega con la cabeza. - ¿Ver la tele? -Vuelve a negar con la cabeza.
- Quiero que sepas que no estoy enfadada contigo -le explico mientras me acerco a ella, pero con cuidado para que el pelo quede fuera de su alcance, y le froto la espalda-. Ya sabes que te quiero.
No hay respuesta, ni asentimiento de cabeza, ni aproximación verbal.
Nada. Me siento en el borde de su cama y la observo jugar con el ordenador. De vez en cuando hago algún comentario para que sepa que estoy allí. Puede que ahora no me necesite, pero me gustaría que así fuera. Porque sé que llegará el día en el que me necesite, y yo no estaré aquí para ayudarla. Eso me asusta.
Poco después dejo a mi hermana y me voy a mi habitación. Busco la guía de estudiantes del Instituto Fairfield para conseguir el teléfono de Nick. Abro mi teléfono móvil y marco su número.
- ¿Sí? -contesta una voz de chico.
Aspiro profundamente.
- Hola -respondo-. ¿Está Nick?
- Ha salido.
- ¿Quién es? -oigo a una mujer preguntar a lo lejos.
- ¿Quién eres? -pregunta el muchacho.
Me doy cuenta de que estoy desconchándome la uña mientras hablo.
- ____ Ellis. Soy... una amiga del instituto de Nick.
- Es ____ Ellis, una amiga del instituto de Nick -explica el chico a su
madre.
- Coge el mensaje -le oigo decir.
- ¿Eres su nueva novia? -pregunta el chico.
Oigo un golpe y un «¡ Ay!» antes de que el chico rectifique
- ¿Quieres dejar un mensaje?
- Dile que ha llamado ____ Ellis. Este es mi número...
Capitulo 17 _____
- ¿Quién es Nick?
Esas son las primeras palabras que me dirige mi madre después de llegar a casa del aeropuerto, donde he ido a recoger a mi padre.
- Es un chico del instituto que me ha tocado como compañero en la clase de química -respondo en voz baja. Espero un momento antes de añadir-: ¿Por qué le conoces?
- Vino aquí después de que te fueras al aeropuerto. Le he echado.
La realidad le golpea en la cara. ¡Ay, Dios! Me olvidé de que había
quedado con Nick esta mañana.
Cuando pienso en ello, le imagino esperándome en la biblioteca y me
invade un sentimiento de culpabilidad. Era yo quien no confiaba en que se presentara, pero al final he sido yo quien no ha cumplido con su palabra. Debe de estar furioso. Puf, me siento fatal.
- No lo quiero cerca de casa -confiesa-. Los vecinos empezarían a
chismorrear sobre ti. «Como hacen con tu hermana», sé que está pensando. Espero que algún día pueda vivir en un lugar en el que no tenga que preocuparme de los cotilleos de los vecinos.
-De acuerdo -accedo.
- ¿Puedes cambiar de compañero?
- No.
- ¿Lo has intentado?
- Si, mamá. Lo he hecho. La señora Peterson se niega a volver a asignar compañeros.
- Quizás no hayas insistido lo suficiente. Llamaré al instituto el lunes y les haré...
La miro fijamente, ignorando la intensa y dolorosa punzada en la parte
posterior de la cabeza, donde mi hermana se ha llevado un buen mechón de pelo.
- Mamá, ya me encargo yo. No necesito que llames al instituto y me hagas sentir como una niña de dos años.
- ¿Ha sido ese chico, Nick, el que te ha enseñado a faltarle el respeto a tu madre? ¿De repente, crees que puedes hablarme así porque ese chico sea tu compañero? - Mamá...
Ojala estuviera mi padre para intervenir. Pero fue directamente a su
despacho para comprobar su correo justo después de que llegásemos a casa. Me gustaría que actuara como árbitro en lugar de quedarse al margen.
- Porque si empiezas a codearte con gentuza como esa, la gente te
considerará como tal. No es así como te hemos educado tu padre y yo. Vaya, aquí viene el sermón. Preferiría comer pescado vivo con escamas y todo antes de escuchar esto ahora. Sé cuál es el significado que se esconde tras sus palabras.
Shelley no es perfecta, de modo que yo tengo que serlo por las dos.
Aspiro profundamente intentando calmarme.
- Mamá, lo he entendido. Lo siento.
- Sólo intento protegerte -dice-. Y tú me lo hechas en cara.
- Lo sé. Lo siento. ¿Qué ha dicho el Dr. Meir de Shelley?
- Quiere que vaya dos veces por semana para hacer un seguimiento. Voy a necesitar tu ayuda para llevarla.
No le menciono nada de la política de la señora Small acerca de faltar al entrenamiento de animadoras, porque no sirve de nada que nos estresemos más de lo que ya lo estamos. Además, me gustaría averiguar por qué mi hermana se comporta de ese modo tan agresivo... Afortunadamente, suena el teléfono y mi madre va a atender la llamada.
Salgo corriendo hacia la habitación de mi hermana antes de que mi madre me llame para seguir con la discusión. Shelley está sentada frente a su ordenador personalizado, dando golpecitos al teclado. - Hola -le digo.
Shelley levanta la mirada. No está sonriendo. Quiero que sepa que no
estoy enfadada con ella porque sé que no era su intención hacerme daño. Puede que ni siquiera comprenda qué la empuja a hacer esas cosas. - ¿Quieres jugar a las damas? Niega con la cabeza. - ¿Ver la tele? -Vuelve a negar con la cabeza.
- Quiero que sepas que no estoy enfadada contigo -le explico mientras me acerco a ella, pero con cuidado para que el pelo quede fuera de su alcance, y le froto la espalda-. Ya sabes que te quiero.
No hay respuesta, ni asentimiento de cabeza, ni aproximación verbal.
Nada. Me siento en el borde de su cama y la observo jugar con el ordenador. De vez en cuando hago algún comentario para que sepa que estoy allí. Puede que ahora no me necesite, pero me gustaría que así fuera. Porque sé que llegará el día en el que me necesite, y yo no estaré aquí para ayudarla. Eso me asusta.
Poco después dejo a mi hermana y me voy a mi habitación. Busco la guía de estudiantes del Instituto Fairfield para conseguir el teléfono de Nick. Abro mi teléfono móvil y marco su número.
- ¿Sí? -contesta una voz de chico.
Aspiro profundamente.
- Hola -respondo-. ¿Está Nick?
- Ha salido.
- ¿Quién es? -oigo a una mujer preguntar a lo lejos.
- ¿Quién eres? -pregunta el muchacho.
Me doy cuenta de que estoy desconchándome la uña mientras hablo.
- ____ Ellis. Soy... una amiga del instituto de Nick.
- Es ____ Ellis, una amiga del instituto de Nick -explica el chico a su
madre.
- Coge el mensaje -le oigo decir.
- ¿Eres su nueva novia? -pregunta el chico.
Oigo un golpe y un «¡ Ay!» antes de que el chico rectifique
- ¿Quieres dejar un mensaje?
- Dile que ha llamado ____ Ellis. Este es mi número...
Mire
Re: "Química Perfecta"- (Nick y Tu) - TERMINADA
Capitulo 18 Nick
Estoy en el almacén donde los Latino Blood quedan cada noche. Acabo de fumarme el segundo o tercer cigarrillo, ya he perdido la cuenta.
- Bebe un poco de cerveza y borra esa cara de deprimido -suelta Paco, pasándome una botella. Le cuento que ____ me ha dejado plantado esta mañana y lo único que hace es negar con la cabeza, como si me lo mereciera por haberme acercado a la zona norte.
Cojo la botella pero vuelvo a lanzársela.
- No, gracias.
- ¿Qué pasa, tío? ¿No es lo suficientemente bueno para ti? -pregunta
Javier, probablemente el más imbécil de los Latino Blood. El colega consume alcohol con la misma moderación con la que consume droga, es decir, ninguna.
Le lanzo una mirada de advertencia, sin decir palabra.
- Estaba de coña, tío -masculla el borracho de Javier.
Nadie quiere meterse en líos conmigo. Durante mi primer año como
pandillero en los Latino Blood, demostré mi valía en un encontronazo con una banda rival.
Cuando era crío, solía pensar que podría salvar el mundo... o al menos salvar a mi familia. «Nunca me convertiré en miembro de ninguna banda», me repetía a mí mismo cuando ya tenía edad de meterme en una. «Protegeré a mi familia con mis propias manos». En la zona sur de Fairfield, o eres un gangster o estás contra ellos. Entonces, solía soñar con otro futuro, sueños ilusos en tíos que podía mantenerme al margen de las bandas y seguir protegiendo a mi familia. Pero esos sueños se desvanecieron hace mucho tiempo, condenando mi futuro, la noche en la que dispararon a mi padre a unos cinco metros de mí. Tenía seis años. Cuando me acerqué a su cuerpo, todo lo que pude ver fue una mancha roja extendiéndose por la parte delantera de la camiseta. Me recordó a una diana, excepto porque el centro del objetivo se hacía cada vez más grande.
En cuestión de segundos, mi padre se quedó sin aliento. Aquello fue todo. Había muerto. No me acerqué demasiado, ni tampoco lo toqué. Tenía demasiado miedo. No dije ni una palabra durante los días posteriores a su muerte. Incluso cuando la policía me interrogó, no fui capaz de hablar. Llegaron a la conclusión de que me encontraba en estado de shock, y que mi cerebro no sabía cómo procesar lo ocurrido. Tenían razón. Ni siquiera recuerdo el aspecto del tío que le disparó. Nunca he podido vengar la muerte de mi padre, aunque cada noche rememoro la escena del disparo e intento juntar las piezas del rompecabezas. Si pudiera acordarme, ese cabrón pagaría por lo que hizo. Lo que ha sucedido hoy, sin embargo, está perfectamente claro en mi mente.____ me ha dejado plantado, su madre me ha mirado con el ceño fruncido... cosas que deseo olvidar pero que parezco tener incrustadas en el cerebro.
Paco vacía la mitad de la cerveza de un trago, sin importarle que le caiga por las comisuras de los labios y que le salpique la camiseta. Cuando Javier se vuelve hacia otro de los chicos, Paco se dirige a mí. - Selena te la jugó bien, ¿verdad?
- ¿Por qué lo dices?
- No confíes en las tías. Y si no, fíjate en ____ Ellis... Suelto un taco en
voz baja.
- Paco, me lo he pensado mejor, pásame una cerveza. Una vez abierta la vacío de un trago y aplasto la lata contra la pared. - Puede que no quieras escuchar lo que voy a decirte, Nick. Pero vas a tener que hacerlo estés o no borracho, Selena, esa ex tuya, esa Latina sexy que adora los cotilleos y hacerle chupones a sus novios, te dio una puñalada por la espalda. De modo que lo único que haces con ____ Ellis es utilizarla porque necesitas devolverle el golpe a alguien. -Escucho a Paco, sin mucha gana, mientras cojo otra cerveza.
- ¿Crees que intento hacer eso con mi compañera de clase de química?
- Sí, pero te va a salir el tiro por la culata, colega, porque en realidad esa chica te gusta. Admítelo.
- Solo me interesa por la apuesta -concluyo, sin ninguna intención de
admitir nada.
Paco ríe con tanta fuerza que acaba tropezando y cayendo de culo sobre el suelo del almacén. Me señala con la cerveza que aún sostiene en la mano.
- Amigo, se te da tan bien mentirte a ti mismo que empiezas a creerte
todas las gilipolleces que sueltas por la boca. Esas dos tías son polos
opuestos, Nick.
Cojo otra cerveza. Cuando abro la pestaña, reflexiono sobre las
diferencias entre Selena y ____. Selena tiene una mirada sexy, oscura y misteriosa. La mirada de ____ parece más bien inocente, con esos ojos azules tan claros que casi puedes ver a través de ellos. ¿Seguirá siendo así cuando haga el amor con ella.
Mierda. ¿Hacer el amor? ¿Por qué coño he mezclado a ____ y el amor en una misma frase? Se me está yendo la cabeza.
La siguiente media hora, la paso bebiendo tanta cerveza como puedo. Así me siento lo suficientemente bien como para no tener que pensar... en nada.
Una voz de chica me saca del ensimismamiento.
- ¿Te apuntas a una fiesta en Danwood Beach? -pregunta.
Miro a unos ojos de color chocolate. Aunque mi mente esté nublada y me siento mareado, sé con seguridad que el chocolate es lo opuesto a lo azul. No quiero lo azul. El azul me confunde demasiado. El chocolate es sencillo, es más fácil tratar con él. Algo no va bien, pero no soy capaz de identificar de qué se trata. Y cuando siento los labios de chocolate sobre los míos, deja de importarme todo excepto apartar el azul de mi mente. Aunque también recuerdo que el chocolate puede ser amargo.
- Sí -digo cuando separo los labios de los de ella-. ¡Vámonos de fiesta!
Una hora más tarde, estoy con el agua hasta la cintura. Deseo convertirme en un pirata y surcar mares solitarios. Por supuesto, en el fondo de mi confusa mente sé que estoy contemplando el Lago Michigan y no un océano. Pero en este momento que no pienso con claridad, ser un pirata me parece una opción de narices. Sin familia, sin preocupaciones, sin chicas de pelo rubio y ojos azules que me perforan al mirarme. Unos brazos me rodean el torso, como tentáculos.
- ¿En qué piensas, cariño?
- En convertirme en pirata -murmuro al pulpo que acaba de dirigirse a mí con tanta confianza.
Las ventosas del pulpo me están besando en la espalda y avanzan hasta la cara. Pero en lugar de asustarme, me siento a gusto. Conozco este pulpo, estos tentáculos.
- Tú serás un pirata y yo una sirena. Podrás rescatarme.
De algún modo, tengo la sensación de que es a mí a quien deberían
rescatar porque siento que me está ahogando con sus besos.
- Selena -le digo al cefalópodo de ojos marrones que se ha transformado en una sexy sirena, comprendiendo de repente que estoy borracho, desnudo y con el agua hasta la cintura en el Lago Michigan.
- Shh, relájate y disfruta. Selena me conoce lo suficiente como para hacerme olvidar la realidad y ayudarme a concentrarme en la fantasía. Me abraza con sus manos y su cuerpo. Parece ingrávida en el agua. Llevo las manos hacia lugares en los que he estado antes y tanteo un territorio que me resulta familiar, pero la fantasía no me invade esta vez. Y cuando vuelvo la mirada hacia la orilla, el bullicio provocado por mis ruidosos amigos me recuerda que no estamos solos y que a mi pulpo-sirena le encanta tener público. A mí no.
Cojo a mi sirena de la mano y empiezo a caminar hacia la orilla. Hago
caso omiso de los comentarios de mis colegas y le digo a mi sirena que se vista mientras yo me pongo los pantalones. Hecho esto, la cojo de nuevo de la mano y nos abrimos paso a través de la multitud hasta dar con un espacio vacío en el que poder sentamos junto a nuestros amigos. Me recuesto sobre una enorme roca y estiro las piernas. Mi ex novia se acurruca a mi lado, como si nunca hubiéramos roto, como si nunca me hubiera engañado con otro. Me siento atrapado, sin escapatoria. Ella da una calada a algo más fuerte que un cigarrillo y me lo pasa. Observo el porro fino y bien liado.
- Esto no llevará alucinógenos, ¿verdad? -pregunto. Estoy deshecho, y lo último que necesito es mezclar la marihuana y la cerveza con otras drogas. No quiero matarme, solo pretendo alcanzar un estado de entumecimiento temporal.
- Solo es marihuana, cariño - dice, poniéndome el porro en los labios.
Quizás me ayude a dejar la mente en blanco y olvidar todo lo relacionado con disparos y ex novias, y apuestas en las que tengo que acostarme con una chica que cree que soy la escoria de la sociedad.
Acepto el porro y le doy una calada. Las manos de mi sirena avanzan hacia el pecho.
- Puedo hacerte feliz, Nick -susurra, tan cerca de mí que puedo oler el
alcohol y la marihuana en su aliento. O quizás sea el mío, no estoy seguro-. Dame otra oportunidad.
La droga y el alcohol confunden mis sentidos. Y al rememorar la imagen de Blaine y ____ abrazados en el instituto, acerco el cuerpo de Selena hacia mí.
No necesito una chica como _____. Necesito una chica sexy y picante como Selena, mi sirenita mentirosa.
Estoy en el almacén donde los Latino Blood quedan cada noche. Acabo de fumarme el segundo o tercer cigarrillo, ya he perdido la cuenta.
- Bebe un poco de cerveza y borra esa cara de deprimido -suelta Paco, pasándome una botella. Le cuento que ____ me ha dejado plantado esta mañana y lo único que hace es negar con la cabeza, como si me lo mereciera por haberme acercado a la zona norte.
Cojo la botella pero vuelvo a lanzársela.
- No, gracias.
- ¿Qué pasa, tío? ¿No es lo suficientemente bueno para ti? -pregunta
Javier, probablemente el más imbécil de los Latino Blood. El colega consume alcohol con la misma moderación con la que consume droga, es decir, ninguna.
Le lanzo una mirada de advertencia, sin decir palabra.
- Estaba de coña, tío -masculla el borracho de Javier.
Nadie quiere meterse en líos conmigo. Durante mi primer año como
pandillero en los Latino Blood, demostré mi valía en un encontronazo con una banda rival.
Cuando era crío, solía pensar que podría salvar el mundo... o al menos salvar a mi familia. «Nunca me convertiré en miembro de ninguna banda», me repetía a mí mismo cuando ya tenía edad de meterme en una. «Protegeré a mi familia con mis propias manos». En la zona sur de Fairfield, o eres un gangster o estás contra ellos. Entonces, solía soñar con otro futuro, sueños ilusos en tíos que podía mantenerme al margen de las bandas y seguir protegiendo a mi familia. Pero esos sueños se desvanecieron hace mucho tiempo, condenando mi futuro, la noche en la que dispararon a mi padre a unos cinco metros de mí. Tenía seis años. Cuando me acerqué a su cuerpo, todo lo que pude ver fue una mancha roja extendiéndose por la parte delantera de la camiseta. Me recordó a una diana, excepto porque el centro del objetivo se hacía cada vez más grande.
En cuestión de segundos, mi padre se quedó sin aliento. Aquello fue todo. Había muerto. No me acerqué demasiado, ni tampoco lo toqué. Tenía demasiado miedo. No dije ni una palabra durante los días posteriores a su muerte. Incluso cuando la policía me interrogó, no fui capaz de hablar. Llegaron a la conclusión de que me encontraba en estado de shock, y que mi cerebro no sabía cómo procesar lo ocurrido. Tenían razón. Ni siquiera recuerdo el aspecto del tío que le disparó. Nunca he podido vengar la muerte de mi padre, aunque cada noche rememoro la escena del disparo e intento juntar las piezas del rompecabezas. Si pudiera acordarme, ese cabrón pagaría por lo que hizo. Lo que ha sucedido hoy, sin embargo, está perfectamente claro en mi mente.____ me ha dejado plantado, su madre me ha mirado con el ceño fruncido... cosas que deseo olvidar pero que parezco tener incrustadas en el cerebro.
Paco vacía la mitad de la cerveza de un trago, sin importarle que le caiga por las comisuras de los labios y que le salpique la camiseta. Cuando Javier se vuelve hacia otro de los chicos, Paco se dirige a mí. - Selena te la jugó bien, ¿verdad?
- ¿Por qué lo dices?
- No confíes en las tías. Y si no, fíjate en ____ Ellis... Suelto un taco en
voz baja.
- Paco, me lo he pensado mejor, pásame una cerveza. Una vez abierta la vacío de un trago y aplasto la lata contra la pared. - Puede que no quieras escuchar lo que voy a decirte, Nick. Pero vas a tener que hacerlo estés o no borracho, Selena, esa ex tuya, esa Latina sexy que adora los cotilleos y hacerle chupones a sus novios, te dio una puñalada por la espalda. De modo que lo único que haces con ____ Ellis es utilizarla porque necesitas devolverle el golpe a alguien. -Escucho a Paco, sin mucha gana, mientras cojo otra cerveza.
- ¿Crees que intento hacer eso con mi compañera de clase de química?
- Sí, pero te va a salir el tiro por la culata, colega, porque en realidad esa chica te gusta. Admítelo.
- Solo me interesa por la apuesta -concluyo, sin ninguna intención de
admitir nada.
Paco ríe con tanta fuerza que acaba tropezando y cayendo de culo sobre el suelo del almacén. Me señala con la cerveza que aún sostiene en la mano.
- Amigo, se te da tan bien mentirte a ti mismo que empiezas a creerte
todas las gilipolleces que sueltas por la boca. Esas dos tías son polos
opuestos, Nick.
Cojo otra cerveza. Cuando abro la pestaña, reflexiono sobre las
diferencias entre Selena y ____. Selena tiene una mirada sexy, oscura y misteriosa. La mirada de ____ parece más bien inocente, con esos ojos azules tan claros que casi puedes ver a través de ellos. ¿Seguirá siendo así cuando haga el amor con ella.
Mierda. ¿Hacer el amor? ¿Por qué coño he mezclado a ____ y el amor en una misma frase? Se me está yendo la cabeza.
La siguiente media hora, la paso bebiendo tanta cerveza como puedo. Así me siento lo suficientemente bien como para no tener que pensar... en nada.
Una voz de chica me saca del ensimismamiento.
- ¿Te apuntas a una fiesta en Danwood Beach? -pregunta.
Miro a unos ojos de color chocolate. Aunque mi mente esté nublada y me siento mareado, sé con seguridad que el chocolate es lo opuesto a lo azul. No quiero lo azul. El azul me confunde demasiado. El chocolate es sencillo, es más fácil tratar con él. Algo no va bien, pero no soy capaz de identificar de qué se trata. Y cuando siento los labios de chocolate sobre los míos, deja de importarme todo excepto apartar el azul de mi mente. Aunque también recuerdo que el chocolate puede ser amargo.
- Sí -digo cuando separo los labios de los de ella-. ¡Vámonos de fiesta!
Una hora más tarde, estoy con el agua hasta la cintura. Deseo convertirme en un pirata y surcar mares solitarios. Por supuesto, en el fondo de mi confusa mente sé que estoy contemplando el Lago Michigan y no un océano. Pero en este momento que no pienso con claridad, ser un pirata me parece una opción de narices. Sin familia, sin preocupaciones, sin chicas de pelo rubio y ojos azules que me perforan al mirarme. Unos brazos me rodean el torso, como tentáculos.
- ¿En qué piensas, cariño?
- En convertirme en pirata -murmuro al pulpo que acaba de dirigirse a mí con tanta confianza.
Las ventosas del pulpo me están besando en la espalda y avanzan hasta la cara. Pero en lugar de asustarme, me siento a gusto. Conozco este pulpo, estos tentáculos.
- Tú serás un pirata y yo una sirena. Podrás rescatarme.
De algún modo, tengo la sensación de que es a mí a quien deberían
rescatar porque siento que me está ahogando con sus besos.
- Selena -le digo al cefalópodo de ojos marrones que se ha transformado en una sexy sirena, comprendiendo de repente que estoy borracho, desnudo y con el agua hasta la cintura en el Lago Michigan.
- Shh, relájate y disfruta. Selena me conoce lo suficiente como para hacerme olvidar la realidad y ayudarme a concentrarme en la fantasía. Me abraza con sus manos y su cuerpo. Parece ingrávida en el agua. Llevo las manos hacia lugares en los que he estado antes y tanteo un territorio que me resulta familiar, pero la fantasía no me invade esta vez. Y cuando vuelvo la mirada hacia la orilla, el bullicio provocado por mis ruidosos amigos me recuerda que no estamos solos y que a mi pulpo-sirena le encanta tener público. A mí no.
Cojo a mi sirena de la mano y empiezo a caminar hacia la orilla. Hago
caso omiso de los comentarios de mis colegas y le digo a mi sirena que se vista mientras yo me pongo los pantalones. Hecho esto, la cojo de nuevo de la mano y nos abrimos paso a través de la multitud hasta dar con un espacio vacío en el que poder sentamos junto a nuestros amigos. Me recuesto sobre una enorme roca y estiro las piernas. Mi ex novia se acurruca a mi lado, como si nunca hubiéramos roto, como si nunca me hubiera engañado con otro. Me siento atrapado, sin escapatoria. Ella da una calada a algo más fuerte que un cigarrillo y me lo pasa. Observo el porro fino y bien liado.
- Esto no llevará alucinógenos, ¿verdad? -pregunto. Estoy deshecho, y lo último que necesito es mezclar la marihuana y la cerveza con otras drogas. No quiero matarme, solo pretendo alcanzar un estado de entumecimiento temporal.
- Solo es marihuana, cariño - dice, poniéndome el porro en los labios.
Quizás me ayude a dejar la mente en blanco y olvidar todo lo relacionado con disparos y ex novias, y apuestas en las que tengo que acostarme con una chica que cree que soy la escoria de la sociedad.
Acepto el porro y le doy una calada. Las manos de mi sirena avanzan hacia el pecho.
- Puedo hacerte feliz, Nick -susurra, tan cerca de mí que puedo oler el
alcohol y la marihuana en su aliento. O quizás sea el mío, no estoy seguro-. Dame otra oportunidad.
La droga y el alcohol confunden mis sentidos. Y al rememorar la imagen de Blaine y ____ abrazados en el instituto, acerco el cuerpo de Selena hacia mí.
No necesito una chica como _____. Necesito una chica sexy y picante como Selena, mi sirenita mentirosa.
Mire
Re: "Química Perfecta"- (Nick y Tu) - TERMINADA
siguelaaaaaaaaa Dios Nick
como puedes salir con esa pu*ta de
Selena si tienes a la rayis
tienes q seguirlaaaaaa
como puedes salir con esa pu*ta de
Selena si tienes a la rayis
tienes q seguirlaaaaaa
As I am
Re: "Química Perfecta"- (Nick y Tu) - TERMINADA
Chicas gracias por sus comentarios y aqui les dejo el capi! (:
Capitulo19 ____
Convencí a Sierra, Doug, Blaine, Shane y Darlene para ir esta noche al Club Mystique, el local que me recomendó Megan. Está en Highland Grove, en la playa. A Blaine no le gusta mucho bailar, así que acabé bailando con el resto de la pandilla, incluso con ese chico llamado Troy, que baila genial. Creo que he aprendido algunos pasos que podremos introducir en las coreografías de las animadoras.
Ahora estamos en casa de Sierra, en la playa que hay detrás de su casa. Mi madre sabe que me quedo a dormir aquí esta noche, de modo que no tengo que preocuparme del toque de queda. Mientras Sierra y yo colocamos unas mantas sobre la arena, Darlene se ha quedado rezagada con los chicos, que están sacando las botellas de vino y las cervezas que llevábamos en el maletero del coche de Blaine.
- Doug y yo nos acostamos el fin de semana pasado -espeta Sierra.
- ¿En serio?
- Sí. Ya sé que quería esperar hasta que estuviéramos en la universidad, pero pasó sin más. Sus padres estaban en la ciudad, fui a su casa, una cosa llevó a la otra y lo hicimos.
- Vaya, ¿y cómo fue?
- No lo sé. Si te soy sincera, fue un poco extraño. Aunque él estuvo muy cariñoso después, preguntándome una y otra vez si estaba bien. Y por la noche vino a mi casa y me trajo tres docenas de rosas rojas. Tuve que mentir a mis padres y decirles que era por nuestro aniversario. No podía decirles que las flores eran para celebrar que había perdido la virginidad con él. ¿Qué hay de ti y Blaine?
- Blaine quiere que nos acostemos -le suelto.
- Todos los chicos de más de catorce años desean tener relaciones
sexuales -explica-. Es su obligación querer hacerlo.
- Pero es que... yo no quiero. Por lo menos, no ahora.
- Entonces tu obligación es decir que no -añade, como si fuera tan fácil. Sierra ya no es virgen porque ha dicho que sí. ¿Por qué me cuesta tanto a mí dar ese paso?
- ¿Cuándo sabré que ha llegado el momento?
- Te aseguro que no vas a venir a preguntármelo. Supongo que cuando estés completamente preparada, querrás hacerlo, sin reservas ni preguntas. Nosotras sabemos que ellos quieren tener relaciones. Depende de ti hacer que eso ocurra. O no. Verás, mi primera vez no ha sido divertida ni fácil. Fue un poco chapucera y la mayor parte del tiempo me sentía como una estúpida. Cuando estás con la persona a la que quieres, es más fácil abrirte y asumir que puedes cometer errores y no temer mostrarte vulnerable, y eso es lo que hace que sea hermoso y especial.
¿Será esa la razón por la que no quiero hacerlo con Blaine? Quizás en el fondo, no lo quiera tanto como suponía. ¿Soy capaz de querer tanto a alguien como para abrirme y no temer mostrarme vulnerable? La verdad es que no estoy segura.
- Tyler ha roto hoy con Darlene -susurra Sierra-. Ha empezado a salir con una chica de su residencia.
Si antes no me compadecía por Darlene, ahora sí lo hago. Sobre todo
porque sabe atraer la atención de los chicos, como si actuar así alimentara su autoestima. No me extraña que haya estado encima de Shane toda la noche.
Veo aparecer a Darlene y al resto del grupo, que se ponen a colocar las mantas sobre la arena. Darlene agarra a Shane por la camiseta y tira de él.
- Vayamos a darnos el lote -le dice. Shane está más que dispuesto a
aceptar la propuesta. Yo me la llevo aparte, me acerco a ella y le susurro para que nadie pueda oírnos:
- No juegues con Shane.
- ¿Por qué no?
- Porque no te gusta tanto. No lo utilices. Ni dejes que te utilice a ti.
Darlene me aparta de un empujón.
- En serio, ___, tienes una perspectiva distorsionada de la realidad. O
quizás quieras señalar las imperfecciones de todos para poder seguir
luciendo la corona de Reina de las Perfectas.
Eso no es justo. Mi intención no es subrayar sus defectos, pero si la veo avanzar por un camino peligroso, ¿acaso no es mi deber como amiga detenerla? Tal vez no. Somos amigas, pero no súper amigas. La única a la que permito acercarse lo suficiente es a Sierra. ¿Cómo me atrevo a darle consejos a Darlene cuando nunca le dejaría actuar del mismo modo conmigo?
Sierra, Doug, Blaine y yo nos sentamos en las mantas y hablamos sobre el último partido de fútbol delante de una fogata que hemos hecho a base de ramitas y viejos trozos de madera.
Reímos, recordando las jugadas fallidas e imitando al entrenador del
equipo cuando increpaba a los jugadores desde el banquillo. Cuando se enfada, se pone muy rojo, no deja de chillar y de escupir, y los jugadores tienen que apartarse para que no les salpique en la cara. Doug imita genial. Estoy a gusto aquí, sentada junto a mis amigos y a Blaine, y durante un momento me olvido de mi compañero de química que, últimamente, ocupa todos mis pensamientos.
Un rato después, Sierra y Doug se van a dar un paseo y yo me tumbo
sobre Blaine, frente a la hoguera, que ilumina la arena que nos rodea con un brillante resplandor. A pesar de mis consejos, Darlene y Shane han estado comiéndose a besos todo el tiempo, y aún no han regresado. Cojo la botella de Chardonnay que han comprado los chicos. Ellos han estado bebiendo cerveza, y las chicas vino, porque Sierra no soporta la cerveza. Me llevo la botella a los labios y la vacío. Empiezo a sentirme mareada, pero haría falta que me bebiera otra entera para sentirme desinhibida del todo.
- ¿Me has echado de menos este verano? -le pregunto. Me acurruco
contra él mientras me acaricia el pelo, el cual, por cierto, debe de estar hecho un desastre. Ojalá estuviera lo suficientemente bebida como para que no me importara. Blaine me coge una mano y se la lleva a la bragueta. Deja escapar un gemido lento.
- Sí -susurra contra mi cuello-. Un montón.
Cuando aparto la mano, me rodea el cuerpo con los brazos. Me apretuja las tetas como si fueran balones de agua. Nunca me habían molestado las caricias de Blaine, pero el recorrido que hace con las manos me está cabreando y dando asco, todo al mismo tiempo.
Me aparto de su lado.
- ¿Qué pasa, ___?
- No lo sé -le digo. Es verdad, no lo sé. Las cosas con Blaine parecen
tensas desde que empezó el curso. No puedo dejar de pensar en Nick, lo cual me molesta más que Cualquier otra cosa. Alargo la mano y cojo una cerveza-. Es demasiado forzado -le digo a mi novio mientras abro la lata y doy un sorbo de cerveza-. ¿No podemos quedarnos aquí sentados sin hacer nada? -Y Blaine deja escapar un resoplido fuerte y exagerado.
- ___, yo quiero hacerlo. -Intento vaciar la cerveza de un trago, aunque
acabo derramando un poco.
- ¿Quieres hacerlo ahora? -le pregunto. ¿Aquí, donde nuestros amigos pueden vernos si se dan la vuelta?
- ¿Por qué no? Ya hemos esperado mucho.
- No sé, Blaine -digo, verdaderamente asustada por estar teniendo aquella conversación pese a saber que llegaría el momento.
- Supongo... supongo que imaginaba que sucedería de un modo natural.
- ¿Qué puede ser más natural que hacerlo al aire libre, sobre la arena?
- ¿Y los condones?
- Me quitaré a tiempo.
Eso no suena nada romántico. Me volveré loca hasta que me baje el
periodo por miedo a haberme quedado embarazada. No es así como quiero que sea la primera vez.
- Hacer el amor significa mucho para mí.
- Y para mí también. Así que hagámoslo ya.
- Tengo la impresión de que el verano te ha cambiado.
- Tal vez -replica a la defensiva-. Quizás me haya dado cuenta de que
nuestra relación tiene que avanzar. Joder, ___. ¿Quién pensaria que una estudiante de último curso todavía es virgen? Todos creen que ya lo hemos hecho, ¿por qué no lo hacemos y ya está? Mierda, incluso has permitido que ese tipo, Jonas, piense que puede acostarse contigo.
El corazón me da un vuelco.
- ¿Crees que preferiría acostarme con Nick antes que contigo? –pregunto con los ojos llenos de lágrimas. No sé si es el alcohol el culpable de que me sienta tan sensible o si sus palabras han dado en el blanco. No puedo dejar de pensar en mi compañero de laboratorio. Me odio a mí misma por tener esos pensamientos, y ahora mismo odio a Blaine por habérmelo recordado.
- ¿Y Darlene? -replico, Echo un vistazo a mi alrededor para asegurarme de que Darlene no puede escucharnos-. Parece que hay muy buen rollo entre ustedes cuando están en clase de química.
- Déjalo ya, ____. Hay muchas chicas que se fijan en mí en clase.
Obviamente tú no lo haces porque estás demasiado ocupada discutiendo con Jonas. Todos saben que estan tonteando.
- Eso no es justo, Blaine.
- ¿Qué pasa? -pregunta Sierra, que aparece con Doug desde detrás de una enorme roca.
- Nada -respondo, antes de ponerme en pie con las sandalias en la mano-. Me voy a casa.
- Voy contigo -dice Sierra cogiendo su monedero.
- No -le contesto. Por fin me siento completamente mareada. Es como si hubiera abandonado mi cuerpo, pudiera observarlo todo y quisiera
enfrentarme sola a la situación-. No quiero ni necesito a nadie. Iré
caminando.
- Está borracha -añade Doug, mirando la botella vacía y la lata de cerveza donde había estado sentada.
- No lo estoy. -Cojo otra cerveza y la abro antes de acercarme a la orilla. Sola. Por mi misma. Como debe ser.
- No quiero que vayas sola por ahí -dice Sierra.
- Ahora quiero estar sola. Necesito pensar en ciertas cosas.
- ____, vuelve aquí -espeta Blaine, pero sin moverse de donde está.
Le ignoro.
- No vayas más allá del cuarto muelle. No es seguro -me advierte Sierra.
¿Que no es seguro? Qué más me da. ¿Qué pasará si me sucede algo? A Blaine no le importará. Ni a mis padres tampoco.
Cierro los ojos. Siento que los dedos de los pies se me hunden en la arena y me lleno los pulmones con la fresca y perfumada brisa del Lago Michigan que me acaricia la cara.
Y sigo bebiendo cerveza. Me olvido de todo excepto de la arena y la
cerveza, continúo caminando, deteniéndome solo para observar la oscura superficie del lago. La luz de la luna brilla sobre ella y dibuja una línea que parece cortarla en dos.
He pasado dos muelles. O tal vez sean tres. De todas formas, no queda mucho para llegar a casa. Menos de un kilómetro y medio. Cuando llegue a la siguiente playa, subiré la calle y me dirigiré a casa. No es la primera vez que hago algo así. Pero me gusta tanto sentir la arena bajo los pies, es como una de esas almohadas rellenas de bolitas que se adaptan a la forma. Y más adelante oigo música. Me encanta la música. Cierro los ojos y muevo el cuerpo al ritmo de una canción desconocida. No me he percatado de la distancia que he recorrido y sigo bailando hasta que el bullicio de risas y voces me deja paralizada. Frente a mí veo a un grupo de gente con bandanas rojas y negras. Está claro que hace mucho que he dejado atrás el cuarto muelle.
- Eh, mirad, es ____ Ellis, la animadora más sexy de todo el instituto
Fairfield -anuncia un tipo-. Ven aquí, guapa. Baila conmigo.
Miro desesperada a la multitud, esperando encontrar una cara amiga,
familiar. Nick. Está aquí. Y Selena Gomez está sentada sobre su regazo. Una imagen que da que pensar. Otro de los chicos avanza hacia mí.
- ¿No sabes que esta zona de la playa es solo para chicanos? -me
pregunta, acercándose más-. O quizás has venido atraída por el olor de la carne oscura. ¿Sabes lo que dicen, nena? Que la carne oscura es la más jugosa.
- Déjame en paz -mascullo como puedo.
- ¿Crees que eres demasiado buena para un tipo como yo? -insiste el
desconocido que ya me ha alcanzado y me acecha con unos ojos llenos de rabia. La música deja de sonar.
Me tambaleo hacia atrás. No estoy lo suficientemente borracha como para no darme cuenta de lo peligrosa que se ha vuelto la situación.
- Javier, déjala -interviene Nick en voz baja. Es una orden.
Nick le está acariciando el hombro a Selena, y sus labios están a escasos centímetros de su piel. Me tambaleo. Esta es una pesadilla de la que necesito escapar, y rápido. Empiezo a correr, las carcajadas de los miembros de la banda resuenan en mis oídos. No puedo huir lo suficientemente rápido, tengo la impresión de estar en un sueño en donde mis pies se mueven pero no consigo avanzar.
- ¡_____, espera! -llama una voz desde detrás de mí.
Me doy la vuelta y me encuentro cara a cara con el chico que me persigue en mis sueños... tanto en los que estoy despierta como en los que estoy dormida. Nick. El chico que odio. El chico que no consigo apartar de mis pensamientos, no importa lo borracha que esté.
- No hagas caso a Javier. A veces se deja llevar e intenta dárselas de
gamberro -dice Nick. Me quedo atónita cuando le veo acercarse para enjugar una lágrima de mi mejilla-. No llores. Nunca permitiría que te hicieran daño. ¿Debería decirle que no temo que me hagan daño? Me gusta no ser capaz de controlar lo que digo. Aunque no he corrido mucho, ha sido lo suficiente para alejarme de los amigos de Nick.
No pueden verme, ni tampoco oírme.
- ¿Por qué te gusta Selena? -le pregunto antes de que todo empiece a
darme vueltas. Me desplomo sobre la arena-. Es mala.
Sé ofrece para ayudarme a ponerme en pie, pero me asusto, y él se mete las manos en los bolsillos.- ¿Y, de todas formas, a ti qué cono te importa? Me has dejado plantado.- Tenía cosas pendientes.
- ¿Cómo lavarte el pelo o hacerte la manicura?
Más bien porque mi hermana me ha arrancado un mechón de pelo y mi madre me ha echado la bronca por ello. Le clavo el dedo en el pecho y le digo:
- Eres un gilipollas.
- Y tú una petarda -dice-. Una petarda con una sonrisa fascinante y unos ojos que pueden hacerle perder la cabeza a un chico.
Hace una mueca mientras las palabras salen de su boca, como si quisiera volver a tragárselas.
Esperaba que dijera un montón de cosas, pero eso no. Especialmente
eso. Me fijo en sus ojos inyectados en sangre.
- Estás drogado, Nick.
- Sí, bueno, tú tampoco pareces estar muy sobria. Quizás sea el momento perfecto para que me des ese beso que me debes.
- De ninguna manera.
- ¿Por qué no? ¿Temes que te guste tanto que acabes olvidando a tu
novio?
¿Besar a Nick? Nunca. Aunque es algo que me ha pasado por la cabeza. Muchas veces. Más de las que desearía. Sus labios son gruesos y tentadores. Ay, Dios, tiene razón. Estoy borracha. Y, definitivamente, no me siento bien. Se me ha pasado el atolondramiento y he empezado a delirar, porque estoy pensando en cosas en las que no debería pensar. Como, por ejemplo, en lo mucho que deseo saber qué se siente al tener esos labios pegados a los míos.
- Está bien. Bésame, Nick -digo, caminando hacia delante e inclinándome hacia él-. Entonces, estaremos en paz.
Me agarra de los brazos. Eso es. Voy a besar a Nick y voy a averiguar qué se siente. Es peligroso y se ríe de mí. Pero también es sexy, misterioso y guapo. Estar tan cerca de él me provoca tal excitación que empiezo a estremecerme y la cabeza me da vueltas. Meto el dedo dentro del pasador de su cinturón para mantener el equilibrio. Es como si estuviéramos subidos en la ruleta rusa
- Vas a vomitar -dice.
- Qué va. Estoy... disfrutando del paseo.
- No estamos paseando.
- Ah -digo, confusa. Suelto el pasador y me concentro en mis pies. Parece como si se levantaran solos, flotando sobre la arena-. Estoy un poco mareada, eso es todo. Pero estoy bien.
- Ni de coña.
- Si dejaras de moverte, me sentiría mucho mejor.
- No me estoy moviendo. Y odio tener que aguarte la fiesta, tía, pero estás a punto de vomitar.
Tiene razón. El estómago no deja de darme vueltas. Me tiene sujeta con la mano, mientras que con la otra me recoge el pelo, alejándolo de mi cara mientras me inclino y vomito. No consigo que el estómago deje de darme vueltas. Devuelvo una y otra vez. El sonido que emito, entre tanto gorgoteo y arcada, resulta asqueroso, aunque estoy demasiado borracha como para que me importe.
- Anda, mira -digo entre vómito y vómito-. Mi cena está sobre tu zapato.
Capitulo19 ____
Convencí a Sierra, Doug, Blaine, Shane y Darlene para ir esta noche al Club Mystique, el local que me recomendó Megan. Está en Highland Grove, en la playa. A Blaine no le gusta mucho bailar, así que acabé bailando con el resto de la pandilla, incluso con ese chico llamado Troy, que baila genial. Creo que he aprendido algunos pasos que podremos introducir en las coreografías de las animadoras.
Ahora estamos en casa de Sierra, en la playa que hay detrás de su casa. Mi madre sabe que me quedo a dormir aquí esta noche, de modo que no tengo que preocuparme del toque de queda. Mientras Sierra y yo colocamos unas mantas sobre la arena, Darlene se ha quedado rezagada con los chicos, que están sacando las botellas de vino y las cervezas que llevábamos en el maletero del coche de Blaine.
- Doug y yo nos acostamos el fin de semana pasado -espeta Sierra.
- ¿En serio?
- Sí. Ya sé que quería esperar hasta que estuviéramos en la universidad, pero pasó sin más. Sus padres estaban en la ciudad, fui a su casa, una cosa llevó a la otra y lo hicimos.
- Vaya, ¿y cómo fue?
- No lo sé. Si te soy sincera, fue un poco extraño. Aunque él estuvo muy cariñoso después, preguntándome una y otra vez si estaba bien. Y por la noche vino a mi casa y me trajo tres docenas de rosas rojas. Tuve que mentir a mis padres y decirles que era por nuestro aniversario. No podía decirles que las flores eran para celebrar que había perdido la virginidad con él. ¿Qué hay de ti y Blaine?
- Blaine quiere que nos acostemos -le suelto.
- Todos los chicos de más de catorce años desean tener relaciones
sexuales -explica-. Es su obligación querer hacerlo.
- Pero es que... yo no quiero. Por lo menos, no ahora.
- Entonces tu obligación es decir que no -añade, como si fuera tan fácil. Sierra ya no es virgen porque ha dicho que sí. ¿Por qué me cuesta tanto a mí dar ese paso?
- ¿Cuándo sabré que ha llegado el momento?
- Te aseguro que no vas a venir a preguntármelo. Supongo que cuando estés completamente preparada, querrás hacerlo, sin reservas ni preguntas. Nosotras sabemos que ellos quieren tener relaciones. Depende de ti hacer que eso ocurra. O no. Verás, mi primera vez no ha sido divertida ni fácil. Fue un poco chapucera y la mayor parte del tiempo me sentía como una estúpida. Cuando estás con la persona a la que quieres, es más fácil abrirte y asumir que puedes cometer errores y no temer mostrarte vulnerable, y eso es lo que hace que sea hermoso y especial.
¿Será esa la razón por la que no quiero hacerlo con Blaine? Quizás en el fondo, no lo quiera tanto como suponía. ¿Soy capaz de querer tanto a alguien como para abrirme y no temer mostrarme vulnerable? La verdad es que no estoy segura.
- Tyler ha roto hoy con Darlene -susurra Sierra-. Ha empezado a salir con una chica de su residencia.
Si antes no me compadecía por Darlene, ahora sí lo hago. Sobre todo
porque sabe atraer la atención de los chicos, como si actuar así alimentara su autoestima. No me extraña que haya estado encima de Shane toda la noche.
Veo aparecer a Darlene y al resto del grupo, que se ponen a colocar las mantas sobre la arena. Darlene agarra a Shane por la camiseta y tira de él.
- Vayamos a darnos el lote -le dice. Shane está más que dispuesto a
aceptar la propuesta. Yo me la llevo aparte, me acerco a ella y le susurro para que nadie pueda oírnos:
- No juegues con Shane.
- ¿Por qué no?
- Porque no te gusta tanto. No lo utilices. Ni dejes que te utilice a ti.
Darlene me aparta de un empujón.
- En serio, ___, tienes una perspectiva distorsionada de la realidad. O
quizás quieras señalar las imperfecciones de todos para poder seguir
luciendo la corona de Reina de las Perfectas.
Eso no es justo. Mi intención no es subrayar sus defectos, pero si la veo avanzar por un camino peligroso, ¿acaso no es mi deber como amiga detenerla? Tal vez no. Somos amigas, pero no súper amigas. La única a la que permito acercarse lo suficiente es a Sierra. ¿Cómo me atrevo a darle consejos a Darlene cuando nunca le dejaría actuar del mismo modo conmigo?
Sierra, Doug, Blaine y yo nos sentamos en las mantas y hablamos sobre el último partido de fútbol delante de una fogata que hemos hecho a base de ramitas y viejos trozos de madera.
Reímos, recordando las jugadas fallidas e imitando al entrenador del
equipo cuando increpaba a los jugadores desde el banquillo. Cuando se enfada, se pone muy rojo, no deja de chillar y de escupir, y los jugadores tienen que apartarse para que no les salpique en la cara. Doug imita genial. Estoy a gusto aquí, sentada junto a mis amigos y a Blaine, y durante un momento me olvido de mi compañero de química que, últimamente, ocupa todos mis pensamientos.
Un rato después, Sierra y Doug se van a dar un paseo y yo me tumbo
sobre Blaine, frente a la hoguera, que ilumina la arena que nos rodea con un brillante resplandor. A pesar de mis consejos, Darlene y Shane han estado comiéndose a besos todo el tiempo, y aún no han regresado. Cojo la botella de Chardonnay que han comprado los chicos. Ellos han estado bebiendo cerveza, y las chicas vino, porque Sierra no soporta la cerveza. Me llevo la botella a los labios y la vacío. Empiezo a sentirme mareada, pero haría falta que me bebiera otra entera para sentirme desinhibida del todo.
- ¿Me has echado de menos este verano? -le pregunto. Me acurruco
contra él mientras me acaricia el pelo, el cual, por cierto, debe de estar hecho un desastre. Ojalá estuviera lo suficientemente bebida como para que no me importara. Blaine me coge una mano y se la lleva a la bragueta. Deja escapar un gemido lento.
- Sí -susurra contra mi cuello-. Un montón.
Cuando aparto la mano, me rodea el cuerpo con los brazos. Me apretuja las tetas como si fueran balones de agua. Nunca me habían molestado las caricias de Blaine, pero el recorrido que hace con las manos me está cabreando y dando asco, todo al mismo tiempo.
Me aparto de su lado.
- ¿Qué pasa, ___?
- No lo sé -le digo. Es verdad, no lo sé. Las cosas con Blaine parecen
tensas desde que empezó el curso. No puedo dejar de pensar en Nick, lo cual me molesta más que Cualquier otra cosa. Alargo la mano y cojo una cerveza-. Es demasiado forzado -le digo a mi novio mientras abro la lata y doy un sorbo de cerveza-. ¿No podemos quedarnos aquí sentados sin hacer nada? -Y Blaine deja escapar un resoplido fuerte y exagerado.
- ___, yo quiero hacerlo. -Intento vaciar la cerveza de un trago, aunque
acabo derramando un poco.
- ¿Quieres hacerlo ahora? -le pregunto. ¿Aquí, donde nuestros amigos pueden vernos si se dan la vuelta?
- ¿Por qué no? Ya hemos esperado mucho.
- No sé, Blaine -digo, verdaderamente asustada por estar teniendo aquella conversación pese a saber que llegaría el momento.
- Supongo... supongo que imaginaba que sucedería de un modo natural.
- ¿Qué puede ser más natural que hacerlo al aire libre, sobre la arena?
- ¿Y los condones?
- Me quitaré a tiempo.
Eso no suena nada romántico. Me volveré loca hasta que me baje el
periodo por miedo a haberme quedado embarazada. No es así como quiero que sea la primera vez.
- Hacer el amor significa mucho para mí.
- Y para mí también. Así que hagámoslo ya.
- Tengo la impresión de que el verano te ha cambiado.
- Tal vez -replica a la defensiva-. Quizás me haya dado cuenta de que
nuestra relación tiene que avanzar. Joder, ___. ¿Quién pensaria que una estudiante de último curso todavía es virgen? Todos creen que ya lo hemos hecho, ¿por qué no lo hacemos y ya está? Mierda, incluso has permitido que ese tipo, Jonas, piense que puede acostarse contigo.
El corazón me da un vuelco.
- ¿Crees que preferiría acostarme con Nick antes que contigo? –pregunto con los ojos llenos de lágrimas. No sé si es el alcohol el culpable de que me sienta tan sensible o si sus palabras han dado en el blanco. No puedo dejar de pensar en mi compañero de laboratorio. Me odio a mí misma por tener esos pensamientos, y ahora mismo odio a Blaine por habérmelo recordado.
- ¿Y Darlene? -replico, Echo un vistazo a mi alrededor para asegurarme de que Darlene no puede escucharnos-. Parece que hay muy buen rollo entre ustedes cuando están en clase de química.
- Déjalo ya, ____. Hay muchas chicas que se fijan en mí en clase.
Obviamente tú no lo haces porque estás demasiado ocupada discutiendo con Jonas. Todos saben que estan tonteando.
- Eso no es justo, Blaine.
- ¿Qué pasa? -pregunta Sierra, que aparece con Doug desde detrás de una enorme roca.
- Nada -respondo, antes de ponerme en pie con las sandalias en la mano-. Me voy a casa.
- Voy contigo -dice Sierra cogiendo su monedero.
- No -le contesto. Por fin me siento completamente mareada. Es como si hubiera abandonado mi cuerpo, pudiera observarlo todo y quisiera
enfrentarme sola a la situación-. No quiero ni necesito a nadie. Iré
caminando.
- Está borracha -añade Doug, mirando la botella vacía y la lata de cerveza donde había estado sentada.
- No lo estoy. -Cojo otra cerveza y la abro antes de acercarme a la orilla. Sola. Por mi misma. Como debe ser.
- No quiero que vayas sola por ahí -dice Sierra.
- Ahora quiero estar sola. Necesito pensar en ciertas cosas.
- ____, vuelve aquí -espeta Blaine, pero sin moverse de donde está.
Le ignoro.
- No vayas más allá del cuarto muelle. No es seguro -me advierte Sierra.
¿Que no es seguro? Qué más me da. ¿Qué pasará si me sucede algo? A Blaine no le importará. Ni a mis padres tampoco.
Cierro los ojos. Siento que los dedos de los pies se me hunden en la arena y me lleno los pulmones con la fresca y perfumada brisa del Lago Michigan que me acaricia la cara.
Y sigo bebiendo cerveza. Me olvido de todo excepto de la arena y la
cerveza, continúo caminando, deteniéndome solo para observar la oscura superficie del lago. La luz de la luna brilla sobre ella y dibuja una línea que parece cortarla en dos.
He pasado dos muelles. O tal vez sean tres. De todas formas, no queda mucho para llegar a casa. Menos de un kilómetro y medio. Cuando llegue a la siguiente playa, subiré la calle y me dirigiré a casa. No es la primera vez que hago algo así. Pero me gusta tanto sentir la arena bajo los pies, es como una de esas almohadas rellenas de bolitas que se adaptan a la forma. Y más adelante oigo música. Me encanta la música. Cierro los ojos y muevo el cuerpo al ritmo de una canción desconocida. No me he percatado de la distancia que he recorrido y sigo bailando hasta que el bullicio de risas y voces me deja paralizada. Frente a mí veo a un grupo de gente con bandanas rojas y negras. Está claro que hace mucho que he dejado atrás el cuarto muelle.
- Eh, mirad, es ____ Ellis, la animadora más sexy de todo el instituto
Fairfield -anuncia un tipo-. Ven aquí, guapa. Baila conmigo.
Miro desesperada a la multitud, esperando encontrar una cara amiga,
familiar. Nick. Está aquí. Y Selena Gomez está sentada sobre su regazo. Una imagen que da que pensar. Otro de los chicos avanza hacia mí.
- ¿No sabes que esta zona de la playa es solo para chicanos? -me
pregunta, acercándose más-. O quizás has venido atraída por el olor de la carne oscura. ¿Sabes lo que dicen, nena? Que la carne oscura es la más jugosa.
- Déjame en paz -mascullo como puedo.
- ¿Crees que eres demasiado buena para un tipo como yo? -insiste el
desconocido que ya me ha alcanzado y me acecha con unos ojos llenos de rabia. La música deja de sonar.
Me tambaleo hacia atrás. No estoy lo suficientemente borracha como para no darme cuenta de lo peligrosa que se ha vuelto la situación.
- Javier, déjala -interviene Nick en voz baja. Es una orden.
Nick le está acariciando el hombro a Selena, y sus labios están a escasos centímetros de su piel. Me tambaleo. Esta es una pesadilla de la que necesito escapar, y rápido. Empiezo a correr, las carcajadas de los miembros de la banda resuenan en mis oídos. No puedo huir lo suficientemente rápido, tengo la impresión de estar en un sueño en donde mis pies se mueven pero no consigo avanzar.
- ¡_____, espera! -llama una voz desde detrás de mí.
Me doy la vuelta y me encuentro cara a cara con el chico que me persigue en mis sueños... tanto en los que estoy despierta como en los que estoy dormida. Nick. El chico que odio. El chico que no consigo apartar de mis pensamientos, no importa lo borracha que esté.
- No hagas caso a Javier. A veces se deja llevar e intenta dárselas de
gamberro -dice Nick. Me quedo atónita cuando le veo acercarse para enjugar una lágrima de mi mejilla-. No llores. Nunca permitiría que te hicieran daño. ¿Debería decirle que no temo que me hagan daño? Me gusta no ser capaz de controlar lo que digo. Aunque no he corrido mucho, ha sido lo suficiente para alejarme de los amigos de Nick.
No pueden verme, ni tampoco oírme.
- ¿Por qué te gusta Selena? -le pregunto antes de que todo empiece a
darme vueltas. Me desplomo sobre la arena-. Es mala.
Sé ofrece para ayudarme a ponerme en pie, pero me asusto, y él se mete las manos en los bolsillos.- ¿Y, de todas formas, a ti qué cono te importa? Me has dejado plantado.- Tenía cosas pendientes.
- ¿Cómo lavarte el pelo o hacerte la manicura?
Más bien porque mi hermana me ha arrancado un mechón de pelo y mi madre me ha echado la bronca por ello. Le clavo el dedo en el pecho y le digo:
- Eres un gilipollas.
- Y tú una petarda -dice-. Una petarda con una sonrisa fascinante y unos ojos que pueden hacerle perder la cabeza a un chico.
Hace una mueca mientras las palabras salen de su boca, como si quisiera volver a tragárselas.
Esperaba que dijera un montón de cosas, pero eso no. Especialmente
eso. Me fijo en sus ojos inyectados en sangre.
- Estás drogado, Nick.
- Sí, bueno, tú tampoco pareces estar muy sobria. Quizás sea el momento perfecto para que me des ese beso que me debes.
- De ninguna manera.
- ¿Por qué no? ¿Temes que te guste tanto que acabes olvidando a tu
novio?
¿Besar a Nick? Nunca. Aunque es algo que me ha pasado por la cabeza. Muchas veces. Más de las que desearía. Sus labios son gruesos y tentadores. Ay, Dios, tiene razón. Estoy borracha. Y, definitivamente, no me siento bien. Se me ha pasado el atolondramiento y he empezado a delirar, porque estoy pensando en cosas en las que no debería pensar. Como, por ejemplo, en lo mucho que deseo saber qué se siente al tener esos labios pegados a los míos.
- Está bien. Bésame, Nick -digo, caminando hacia delante e inclinándome hacia él-. Entonces, estaremos en paz.
Me agarra de los brazos. Eso es. Voy a besar a Nick y voy a averiguar qué se siente. Es peligroso y se ríe de mí. Pero también es sexy, misterioso y guapo. Estar tan cerca de él me provoca tal excitación que empiezo a estremecerme y la cabeza me da vueltas. Meto el dedo dentro del pasador de su cinturón para mantener el equilibrio. Es como si estuviéramos subidos en la ruleta rusa
- Vas a vomitar -dice.
- Qué va. Estoy... disfrutando del paseo.
- No estamos paseando.
- Ah -digo, confusa. Suelto el pasador y me concentro en mis pies. Parece como si se levantaran solos, flotando sobre la arena-. Estoy un poco mareada, eso es todo. Pero estoy bien.
- Ni de coña.
- Si dejaras de moverte, me sentiría mucho mejor.
- No me estoy moviendo. Y odio tener que aguarte la fiesta, tía, pero estás a punto de vomitar.
Tiene razón. El estómago no deja de darme vueltas. Me tiene sujeta con la mano, mientras que con la otra me recoge el pelo, alejándolo de mi cara mientras me inclino y vomito. No consigo que el estómago deje de darme vueltas. Devuelvo una y otra vez. El sonido que emito, entre tanto gorgoteo y arcada, resulta asqueroso, aunque estoy demasiado borracha como para que me importe.
- Anda, mira -digo entre vómito y vómito-. Mi cena está sobre tu zapato.
Mire
Re: "Química Perfecta"- (Nick y Tu) - TERMINADA
aww me encanto el capitulo :)
Black es un tonto y :x
Nick un amor :arre:
siguela pronto :o
Black es un tonto y :x
Nick un amor :arre:
siguela pronto :o
aranzhitha
Re: "Química Perfecta"- (Nick y Tu) - TERMINADA
Chicas mil disculpas por dejarlas abandonadas pero el colegio me tiene full. Bueno ya les dejo el capi y prometo mañana subir otro
Capítulo 20. Nick
Miro los tropezones que me chorrean por los zapatos. Me han ocurrido
cosas peores. Ella se incorpora, así que le suelto el pelo. No he podido evitar cogérselo para que no le cayera en la cara durante el episodio de los vómitos. Intento no pensar en la sensación que me ha provocado sentir su pelo deslizándose entre mis dedos como hilos de seda. Mi ilusión de hacerme pirata y raptarla para llevarla a mi barco vuelve a pasarme por la cabeza. Pero ni soy pirata, ni ella mi princesa cautiva. Solo somos dos adolescentes que se odian el uno al otro. De acuerdo, puede que no la odie de verdad.
Me quito la bandana de la cabeza y se la doy.
- Toma, límpiate la cara con esto.
Mientras me limpio el zapato en las frías aguas del Lago Michigan, ella utiliza la bandana para presionarse las comisuras de los labios, como si fuera una servilleta de un restaurante de categoría.
No sé qué decir ni qué hacer. Estoy solo... con _____ Ellis. No estoy acostumbrado a quedarme a solas con niñas pijas a las que la bebida les hace ponerse sensibles, especialmente con una que me pone tanto. Tengo dos opciones: o aprovecharme de ella y ganar la apuesta, lo que, teniendo en cuenta el estado en el que se encuentra, sería una auténtica guarrada o...
- Voy a buscar a alguien para que te lleve a casa -suelto antes de que mi embriagado cerebro piense en el millón de formas distintas de aprovecharme de ella esta noche. El alcohol me ha dejado tocado, y las drogas también. Y cuando tenga relaciones con esta chica, quiero contar con todas mis facultades.
Ella frunce los labios, haciendo pucheros como un bebé.
- No. No quiero ir a casa. A cualquier sitio menos a casa.
Oh, mierda. En menudo lío estoy metido. Cuando me mira, la luz de la luna hace que sus ojos brillen como una joya única y valiosa.
- Blaine cree que me gustas, ¿sabes? Dice que discutimos porque es nuestra manera de tontear.
- ¿Es cierto? -le pregunto, y contengo la respiración para oír su respuesta. Por favor, por favor, que sea capaz de recordarla mañana cuando me levante.
Ella levanta el dedo y dice:
- Espera un momento.
Entonces, se arrodilla en el suelo y vuelve a vomitar. Cuando termina, se encuentra demasiado débil para caminar. Parece la última muñeca de trapo que queda en un rastro.
La llevo hasta donde mis amigos han encendido una enorme fogata sin saber muy bien qué hacer.
Cuando me rodea el cuello con los brazos, me da la sensación de que necesita que alguien la defienda. Y seguro que Blaine no es ese tipo. Yo tampoco lo soy. He oído que en su primer año, antes de conocer a Blaine, salió con un alumno de penúltimo curso. Esta chica debe de tener experiencia. Entonces, ¿por qué parece tan inocente? Puede que esté buenísima, pero sigue pareciendo inocente.
Todas las miradas recaen sobre nosotros conforme nos acercamos al
grupo. Ven a una niña rica y desmayada en mis brazos y enseguida piensan en lo peor. Se me ha olvidado decir que, durante el paseo, mi compañera de laboratorio se ha quedado dormida entre mis brazos.
- ¿Qué le has hecho? -pregunta Paco.
Lucky se pone en pie. Está muy cabreado.
- Mierda, Nick. ¿He perdido mi RX-7?
- No, imbécil. No me tiro a tías inconscientes.
Por el rabillo de ojo puedo ver a una furiosa Selena. Mierda. Me he
pasado un montón con ella esta noche y merezco que esté cabreada
conmigo. Le hago una señal a Isabel para que se acerque.
- Isa, necesito tu ayuda.
- ¿Y qué quieres que haga con ella? -pregunta, echando un vistazo a
____.
- Ayúdame a sacarla de aquí. Estoy mareado y no puedo conducir.
Isa niega con la cabeza.
- ¿Te das cuenta de que tiene novio? ¿Y que es rica? ¿Y blanca? ¿Y que lleva ropa de diseño que tú nunca podrás permitirte?
Sí, ya sé todo eso. Y estoy harto y cansado de que todos me lo recuerden continuamente.
- Necesito tu ayuda, Isa. No un sermón, ¿vale? Ya tengo a Paco para que me dé el coñazo. Isa levanta en alto los brazos, a la defensiva, y añade: - Solo estoy afirmando lo evidente. Eres un chico listo, Nick. A ver, seamos lógicos. No importa cuánto desees que forme parte de tu vida, ella no pertenece a este mundo. No hay manera de hacer encajar un triángulo en un cuadrado. Ya me callo.
- Gracias.
No añado que si se trata de un cuadrado lo suficientemente grande, un
triangulito puede caber perfectamente. Todo es cuestión de aplicar una ligera variación a la ecuación. Estoy demasiado bebido y fumado como para explicárselo ahora mismo.
- He aparcado al otro lado de la calle -comenta. Deja escapar un suspiro de desesperación antes de rematar. - Sígueme.
Acompaño a Isabel hasta el coche, deseando recorrer esa distancia en
silencio. Pero no tengo tanta suerte.
- El año pasado también estuve en clase con ella -dice Isa.
- Bien.
- Es buena chica. Lleva demasiado maquillaje -continúa, encogiéndose de hombros.
- La mayoría de las tías la odian.
- La mayoría de las tías desearían ser como ella, tener su dinero y su
novio. Me detengo en seco y hago una mueca de desprecio.
- ¿Cara Burro?
- Venga ya, Nick. Blaine Adams es guapo, es el capitán del equipo de fútbol y el héroe de Fairfield. Tú eres más bien como Danny Zuko en Grease. Fumas, estás en una banda y has salido con las chicas más malas y guapas. ____ es como Sandy... una Sandy que nunca aparecerá en el instituto con una chaqueta negra de cuero y con un cigarrillo colgando de la boca. Olvida esa fantasía.
Dejo a mi fantasía en el asiento trasero del coche de Isa y me siento a su lado. ____ se acurruca contra mí, me utiliza como su almohada personal, sus rizos rubios se despliegan sobre mi cremallera. Cierro los ojos durante un segundo e intento quitarme la imagen de la cabeza. No sé qué hacer con las manos: la derecha está apoyada sobre el reposabrazos de la puerta, y la izquierda cuelga sobre ____.
Vacilo un momento. ¿A quién pretendo engañar? No soy virgen. Soy un chico de dieciocho años que puede soportar tener a una chica sexy y dormida a su lado. ¿Por qué tengo miedo de poner el brazo donde esté cómodo, justo sobre su pecho? Contengo la respiración mientras coloco el brazo sobre ella. ____ se acurruca más cerca de mí. Me siento raro y mareado. O son los efectos del porro o... no me apetece mucho pensar en la otra opción. Su larga melena me cae sobre el muslo. Sin pensarlo dos veces, deslizo la mano entre su cabello y lo observo mientras los sedosos mechones resbalan lentamente
entre mis dedos. Me detengo. Tiene una zona enorme del cuero cabelludo sin pelo. Como si hubiera tenido que pasar un análisis de drogas para un trabajo o algo así y le hubieran arrancado un gran trozo como muestra.
Cuando Isa da marcha atrás, Paco la detiene y se sube al asiento del
copiloto. Me apresuro a tapar la calva de ____; no quiero que nadie vea esa imperfección. No estoy dispuesto a analizar los motivos por los que actuó así... supondría comerme mucho la cabeza. Y hacerlo en este estado, podría ser mortal.
- Eh, chicos. He pensado apuntarme a dar una vuelta con vosotros –dice Paco. Se vuelve y ve mi brazo descansando sobre ____. Chasquea la lengua censurando el gesto y agita la cabeza.
- Cállate -le advierto.
- No he dicho nada.
Empieza a sonar un teléfono móvil. Puedo sentir la vibración a través de los pantalones de ____.
- Es de ella -anuncio.
- Pues cógelo -contesta Isa.
Me siento como si acabara de secuestrarla. ¿Y ahora voy a responder a su móvil? Mierda. La inclino ligeramente y distingo el bulto en el bolsillo trasero de sus pantalones.
- Contesta -susurra Isa.
- Ya voy -siseo, aunque los dedos me responden con torpeza mientras
intento sacar el teléfono.
- Yo lo haré -sugiere Paco, inclinándose sobre el asiento y acercando la mano al trasero de ____. Le aparto la mano de un manotazo.
- No le pongas las manos encima.
- Joder, tío, solo intentaba ayudar.
A modo de respuesta, le dirijo una mirada asesina. Deslizo los dedos en el bolsillo trasero, intentando no pensar cómo sería
poder acariciarla sin los pantalones. Sacó el teléfono poco a poco mientras sigue vibrando. Cuando logro sacarlo del todo, miro la llamada entrante.
- Es su amiga Sierra.
- Contesta -dice Paco.
- ¿Estás pirado, tío? No voy a hablar con una de ellas.
- Entonces, ¿por qué se lo has sacado del bolsillo?
Esa es una buena pregunta. Una a la que no sé muy bien cómo responder. Isa niega con la cabeza.
- Eso te pasa por meterte en camisa de once varas.
- Deberíamos llevarla a casa -dice Paco-. No puedes retenerla contigo.
Lo sé. Aunque todavía no estoy preparado para alejarme de ella.
- Isa, llevémosla a tu casa.
Capítulo 20. Nick
Miro los tropezones que me chorrean por los zapatos. Me han ocurrido
cosas peores. Ella se incorpora, así que le suelto el pelo. No he podido evitar cogérselo para que no le cayera en la cara durante el episodio de los vómitos. Intento no pensar en la sensación que me ha provocado sentir su pelo deslizándose entre mis dedos como hilos de seda. Mi ilusión de hacerme pirata y raptarla para llevarla a mi barco vuelve a pasarme por la cabeza. Pero ni soy pirata, ni ella mi princesa cautiva. Solo somos dos adolescentes que se odian el uno al otro. De acuerdo, puede que no la odie de verdad.
Me quito la bandana de la cabeza y se la doy.
- Toma, límpiate la cara con esto.
Mientras me limpio el zapato en las frías aguas del Lago Michigan, ella utiliza la bandana para presionarse las comisuras de los labios, como si fuera una servilleta de un restaurante de categoría.
No sé qué decir ni qué hacer. Estoy solo... con _____ Ellis. No estoy acostumbrado a quedarme a solas con niñas pijas a las que la bebida les hace ponerse sensibles, especialmente con una que me pone tanto. Tengo dos opciones: o aprovecharme de ella y ganar la apuesta, lo que, teniendo en cuenta el estado en el que se encuentra, sería una auténtica guarrada o...
- Voy a buscar a alguien para que te lleve a casa -suelto antes de que mi embriagado cerebro piense en el millón de formas distintas de aprovecharme de ella esta noche. El alcohol me ha dejado tocado, y las drogas también. Y cuando tenga relaciones con esta chica, quiero contar con todas mis facultades.
Ella frunce los labios, haciendo pucheros como un bebé.
- No. No quiero ir a casa. A cualquier sitio menos a casa.
Oh, mierda. En menudo lío estoy metido. Cuando me mira, la luz de la luna hace que sus ojos brillen como una joya única y valiosa.
- Blaine cree que me gustas, ¿sabes? Dice que discutimos porque es nuestra manera de tontear.
- ¿Es cierto? -le pregunto, y contengo la respiración para oír su respuesta. Por favor, por favor, que sea capaz de recordarla mañana cuando me levante.
Ella levanta el dedo y dice:
- Espera un momento.
Entonces, se arrodilla en el suelo y vuelve a vomitar. Cuando termina, se encuentra demasiado débil para caminar. Parece la última muñeca de trapo que queda en un rastro.
La llevo hasta donde mis amigos han encendido una enorme fogata sin saber muy bien qué hacer.
Cuando me rodea el cuello con los brazos, me da la sensación de que necesita que alguien la defienda. Y seguro que Blaine no es ese tipo. Yo tampoco lo soy. He oído que en su primer año, antes de conocer a Blaine, salió con un alumno de penúltimo curso. Esta chica debe de tener experiencia. Entonces, ¿por qué parece tan inocente? Puede que esté buenísima, pero sigue pareciendo inocente.
Todas las miradas recaen sobre nosotros conforme nos acercamos al
grupo. Ven a una niña rica y desmayada en mis brazos y enseguida piensan en lo peor. Se me ha olvidado decir que, durante el paseo, mi compañera de laboratorio se ha quedado dormida entre mis brazos.
- ¿Qué le has hecho? -pregunta Paco.
Lucky se pone en pie. Está muy cabreado.
- Mierda, Nick. ¿He perdido mi RX-7?
- No, imbécil. No me tiro a tías inconscientes.
Por el rabillo de ojo puedo ver a una furiosa Selena. Mierda. Me he
pasado un montón con ella esta noche y merezco que esté cabreada
conmigo. Le hago una señal a Isabel para que se acerque.
- Isa, necesito tu ayuda.
- ¿Y qué quieres que haga con ella? -pregunta, echando un vistazo a
____.
- Ayúdame a sacarla de aquí. Estoy mareado y no puedo conducir.
Isa niega con la cabeza.
- ¿Te das cuenta de que tiene novio? ¿Y que es rica? ¿Y blanca? ¿Y que lleva ropa de diseño que tú nunca podrás permitirte?
Sí, ya sé todo eso. Y estoy harto y cansado de que todos me lo recuerden continuamente.
- Necesito tu ayuda, Isa. No un sermón, ¿vale? Ya tengo a Paco para que me dé el coñazo. Isa levanta en alto los brazos, a la defensiva, y añade: - Solo estoy afirmando lo evidente. Eres un chico listo, Nick. A ver, seamos lógicos. No importa cuánto desees que forme parte de tu vida, ella no pertenece a este mundo. No hay manera de hacer encajar un triángulo en un cuadrado. Ya me callo.
- Gracias.
No añado que si se trata de un cuadrado lo suficientemente grande, un
triangulito puede caber perfectamente. Todo es cuestión de aplicar una ligera variación a la ecuación. Estoy demasiado bebido y fumado como para explicárselo ahora mismo.
- He aparcado al otro lado de la calle -comenta. Deja escapar un suspiro de desesperación antes de rematar. - Sígueme.
Acompaño a Isabel hasta el coche, deseando recorrer esa distancia en
silencio. Pero no tengo tanta suerte.
- El año pasado también estuve en clase con ella -dice Isa.
- Bien.
- Es buena chica. Lleva demasiado maquillaje -continúa, encogiéndose de hombros.
- La mayoría de las tías la odian.
- La mayoría de las tías desearían ser como ella, tener su dinero y su
novio. Me detengo en seco y hago una mueca de desprecio.
- ¿Cara Burro?
- Venga ya, Nick. Blaine Adams es guapo, es el capitán del equipo de fútbol y el héroe de Fairfield. Tú eres más bien como Danny Zuko en Grease. Fumas, estás en una banda y has salido con las chicas más malas y guapas. ____ es como Sandy... una Sandy que nunca aparecerá en el instituto con una chaqueta negra de cuero y con un cigarrillo colgando de la boca. Olvida esa fantasía.
Dejo a mi fantasía en el asiento trasero del coche de Isa y me siento a su lado. ____ se acurruca contra mí, me utiliza como su almohada personal, sus rizos rubios se despliegan sobre mi cremallera. Cierro los ojos durante un segundo e intento quitarme la imagen de la cabeza. No sé qué hacer con las manos: la derecha está apoyada sobre el reposabrazos de la puerta, y la izquierda cuelga sobre ____.
Vacilo un momento. ¿A quién pretendo engañar? No soy virgen. Soy un chico de dieciocho años que puede soportar tener a una chica sexy y dormida a su lado. ¿Por qué tengo miedo de poner el brazo donde esté cómodo, justo sobre su pecho? Contengo la respiración mientras coloco el brazo sobre ella. ____ se acurruca más cerca de mí. Me siento raro y mareado. O son los efectos del porro o... no me apetece mucho pensar en la otra opción. Su larga melena me cae sobre el muslo. Sin pensarlo dos veces, deslizo la mano entre su cabello y lo observo mientras los sedosos mechones resbalan lentamente
entre mis dedos. Me detengo. Tiene una zona enorme del cuero cabelludo sin pelo. Como si hubiera tenido que pasar un análisis de drogas para un trabajo o algo así y le hubieran arrancado un gran trozo como muestra.
Cuando Isa da marcha atrás, Paco la detiene y se sube al asiento del
copiloto. Me apresuro a tapar la calva de ____; no quiero que nadie vea esa imperfección. No estoy dispuesto a analizar los motivos por los que actuó así... supondría comerme mucho la cabeza. Y hacerlo en este estado, podría ser mortal.
- Eh, chicos. He pensado apuntarme a dar una vuelta con vosotros –dice Paco. Se vuelve y ve mi brazo descansando sobre ____. Chasquea la lengua censurando el gesto y agita la cabeza.
- Cállate -le advierto.
- No he dicho nada.
Empieza a sonar un teléfono móvil. Puedo sentir la vibración a través de los pantalones de ____.
- Es de ella -anuncio.
- Pues cógelo -contesta Isa.
Me siento como si acabara de secuestrarla. ¿Y ahora voy a responder a su móvil? Mierda. La inclino ligeramente y distingo el bulto en el bolsillo trasero de sus pantalones.
- Contesta -susurra Isa.
- Ya voy -siseo, aunque los dedos me responden con torpeza mientras
intento sacar el teléfono.
- Yo lo haré -sugiere Paco, inclinándose sobre el asiento y acercando la mano al trasero de ____. Le aparto la mano de un manotazo.
- No le pongas las manos encima.
- Joder, tío, solo intentaba ayudar.
A modo de respuesta, le dirijo una mirada asesina. Deslizo los dedos en el bolsillo trasero, intentando no pensar cómo sería
poder acariciarla sin los pantalones. Sacó el teléfono poco a poco mientras sigue vibrando. Cuando logro sacarlo del todo, miro la llamada entrante.
- Es su amiga Sierra.
- Contesta -dice Paco.
- ¿Estás pirado, tío? No voy a hablar con una de ellas.
- Entonces, ¿por qué se lo has sacado del bolsillo?
Esa es una buena pregunta. Una a la que no sé muy bien cómo responder. Isa niega con la cabeza.
- Eso te pasa por meterte en camisa de once varas.
- Deberíamos llevarla a casa -dice Paco-. No puedes retenerla contigo.
Lo sé. Aunque todavía no estoy preparado para alejarme de ella.
- Isa, llevémosla a tu casa.
Mire
Re: "Química Perfecta"- (Nick y Tu) - TERMINADA
awww que pena pobre rayita, como engañan las apariencias verdad?
Siguela pronto
Siguela pronto
aranzhitha
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