no dejes que esto acabe

Tenía las palmas de la mano una contra la otra, en el espacio entre su índice y pulgar sostenía su barbilla mientras me observaba deambular discretamente por el lugar, él y varios de sus perros guardianes que estaban en distintas posiciones del casino verificando que su gran mentira no se viniera abajo, observo como se levanta del sillón y me da un último vistazo.

Levanto mi copa hacia su dirección antes de que se mueva.

Estaba segura de que se acercaría a mí porque era muy buena en lo que hacía. Estímulo. Ese era mi negocio. Puro estímulo. Y porque era cierto, no tendría que estar aquí. 

― ¿Qué mierda estás haciendo aquí? ― Sentí su aliento cálido rozar mi oreja, puso una mano en mi cintura y me dio la vuelta para que pudiera contemplarme, me recargo en la pared de tal manera que el corte de mi vestido negro que llegaba a la cadera se abriera, mostrándole que no traía ropa interior.

― En todo caso, me dejaron pasar. La culpa no ha sido mía. ―  En su voz puedo notar lo molesto que está y a juzgar por la manera en la que aprieta las mandíbulas es mucho. ― Sabes exactamente lo que hago aquí. ― No me esfuerzo en mentir. Todo mundo sabía que este era el momento menos indicado para joder con nosotras. ― También tengo un mensaje: si vuelven a excluirnos de las actividades importantes, en BP no sólo rodaran cabezas nos aseguraremos que sientan la necesidad de esconderse como cucarachas frente al insecticida.

Él me quita lo que resta de mi trago y lo bebe rápidamente, en sus ojos puedo notar una pizca de malicia y diversión, al mirarme de pies a cabeza sé que sólo piensa en tenerme de piernas abiertas. No me molestaba en lo absoluto. Me gustaba el sexo con él. ― Vamos, Andrómeda. ― Pasa los dedos recorriéndome la mejilla y se detiene en mi boca, lentamente mueve el pulgar sobre mi labio inferior. ―Estás haciendo un buen trabajo tratando de amenazarnos en nuestro casino. ― Rápidamente comienzo a distinguir a los hombres que últimamente acompañaban a Donovan a cualquier lugar, por supuesto que Billy no dejaría a que su hijo anduviera por ahí solo, no después de la muerte de O, ni siquiera bajo su techo.

Esta vez sin duda comienzo a reír y evito poner los ojos en blanco. ―No es una amenaza, es una invitación a que lo hagan. ―Tomo su mano antes de que deje de tocar mi piel e introduzco su dedo pulgar a mi boca, chupando lentamente y al final lo muerdo suavemente.

― De acuerdo. ¿Entonces dime hay algo más? Porqué para todo esto, pudiste haberme enviado un mensaje. ―Al dejar de incitarlo, busca lo que atrae mi atención y cuando se da cuenta de que uno de los suyos no me deja de mirar chasquea los dedos y lo obliga a alejarse con un movimiento de cabeza. ― ¿No me digas que las mujeres de tu organización se sienten inseguras después de que su alma mater pasara a mejor vida?

Tomo de su entrepierna sin pensarlo dos veces y entierro mis uñas sobre él solo lo suficiente para que aún sea excitante. ― Cuida lo que dices. No te olvides que quién está tomándote del miembro soy yo. ― Y amenazador. Ninguna de mis hermanas dudaba que un cabecilla de las organizaciones tenía algo que ver con la muerte de Octavia, y Billy Parker no iba a hacer la excepción.

La misma O me había pedido alejarme de Donovan Parker, pero ya no era una opción, no cuando sabía que tarde o temprano iba a ser la carnada. ― Que Octavia haya muerto no significa que pueden perdernos el respeto. ― Mi lealtad se había ido con ella a la tumba y eso me asustaba un poco porque por más que la extrañara, ella no iba a volver.

Don toma de mi mano y de un giro ágil logra hacerme dar la vuelta quedando con mi brazo tras mi espalda mientras siento como discretamente pega a mi cuerpo algún arma corta que oculta en lo que parece ser un abrazo donde yo estoy de espaldas recargada en su pecho y él me rodea con su otro brazo.

― Hay mejores formas de terminar esta conversación. ― Debía sacarle provecho a esto y para eso no debía poner a prueba mi falta de sensatez o terminaríamos muertos antes del amanecer. La idea de enterrarle el tacón de mi zapatilla a su pie entra a mi cabeza y es tentadora. ― Que no incluyen tirar tu cuerpo en algún contenedor de basura, no me gustaría tener que arruinar ese vestido que te hace lucir tremendamente excitante y que a decir verdad me pone un poco celoso. ― Mierda.  Cuando siente que me relajo me deja de apuntar y me suelta. ―  Todo este tiempo creí que nos estábamos divirtiendo. ― Resultaba irritable que me provocará.

― Oh, créeme que lo estaba disfrutando. ― Comienzo a escuchar una melodía en un piano cerca de nosotros. El hombre al que he estado siguiendo desde hace dos días es quién toca, aún no sabía quién era ni que era lo que tramaba con BP. El mismo Billy lo había invitado y ahora lo estaba observando todo desde la cabina privada, tras los ventanales aprueba de balas.

Admitía que lo que estaba tocando era muy diferente a lo que acostumbraban poner en el casino: sonaba crudo y explosivo, la interpretación también le estaba haciendo honor a su música. Pronto comencé a sentirme asfixiada entre más atención le ponía, una lagrima pequeña recorría mi mejilla, la limpié en un movimiento brusco antes de que Donovan se percatara, me muevo incómoda hacia la salida mientras a mi paso chocó con varias personas y atraigo miradas molestas.

Ni siquiera soy consciente de que cuando cruzo la salida, él deja de tocar.

Cuando siento el aire fresco en mi rostro me detengo, no entiendo porque siquiera estoy llorando únicamente muestra mi falta de autocontrol y debo detenerme. ― Te saliste a mitad de mi pieza. ― Gruñe alguien tras de mí, me encuentro con el hombre al que he estado siguiendo, es muy diferente tenerlo frente a frente.

― ¿Qué?

― Nunca nadie había mostrado disgusto mientras tocaba. ― Su voz ronca es difícil de descifrar. Tiene el rostro serio pero sé que siente curiosidad por mí y a decir verdad yo también estaba ya interesada en él pero me negaba a contestar eso, dispuesta a irme toma de mi brazo antes de que pueda dar otro paso. ― ¿Por qué tú sí?

― ¿Interrumpo algo? ― Tras de él, habla Don. Con un poco de fuerza me suelto del agarre delicado del hombre, quién es apenas unos años mayor que yo, en ningún momento muestra más interés en Don sobre mí.

― Por supuesto que no. ― Contesto, no dejamos de mirarnos en ningún momento directamente a los ojos pero finalmente él es quién cede y pasa a un lado de Donovan sin decir una palabra más.