Pumpkin, the little monster.

— ¡Venga date prisa!

La muchacha subia decidida por lo alto de la pequeña colina. Las hojas secas caían conforme iba dejando huellas a su paso, Tom le seguía el paso acobardado por no quedarse solo. Eran casi las cinco de la tarde, Tom y Lily habían salido a aventurarse tras el bosque antes de la cena. Lily,era la mayor y Tom el pequeño de seis años. Ella era de espíritu rebelde y aventurero, le había propuesto a su hermano menor ir a cazar insectos. Él que era más calmado y obediente, le siguió la corriente por tal de no tener que poner la mesa.
Así pues se pusieron sus gorras de exploradores, cogieron el mapa que habían elaborado y con la ayuda de sus linternas y brújulas se habían aventurado en el bosque que había alrededor de su casa.

Los árboles bailaban al son de la brisa del otoño, las ramas se chocaban la mano y los pájaros comentaban el día tan hermoso que había hecho. Pese a que habían deambulado un rato todavía se podía oler la calabaza que estaba cocinando su madre. Tom se volteó por un instante a respirar el dulce aroma que llegaba desde la casa. Después se apresuró hasta alcanzar a su hermana, pero esta se paró inesperadamente haciendo que ambos cayeran al suelo.

— ¡Auch, Mira por donde andas enano!
— La culpa es tuya te has parado en todo el medio —le replicó el pequeño rascándose el trasero por la caída.

La castaña le respondió con una mueca burlona y se paró en pie para esposarse la tierra de la ropa. Luego recogió los aparatos que se le habían caído al suelo. Al mover las hojas anaranjadas del suelo de un lado a otro se paró a ver un agujero de extraña forma que estaba en el suelo, su hermano intrigado se puso a su lado para ver de qué se trataba. Parecía un cráter de una luna o algo así, pero sobre este había una especie de líquido extraño marrón. Ella se puso a examinarlo con un palo, metió el dedo y se giró para mancharle la mejilla a Tom.

— ¡Puaj, que asco!
— Es solo barro tontorrón. Además esto es una huella, probablemente sea de un perro o algún otro animal — dijo ella— ¡Mira hay un rastro. Vamos a ver que es!

Tom le miró cansado pero finalmente accedió después de limpiarse el barro de la cara. Las huellas aparecían dispersas por todas partes además del suelo: piedras, árboles, troncos... Parecía como si saltara de un lado a otro como una rana, pero las ranas no pueden estar muy lejos del agua ¿no?

Lily volvió a pararse señalándole a su hermano que se quedara quieto. Entonces se oyó un ruido detrás de un árbol que volvió a rebotar detrás de una piedra dificultando saber la posición del animal. El pequeño se acercó más a su hermana y ella le dijo que se callara con la mano mientras seguía tratando de encontrar el animal. Un arbusto empezó a moverse de manera extraña mientras se escuchaba una especie de quejido o sonido extraño. Se movieron lentamente para no asustarlo hasta llegar al arbusto y entonces lo vieron;
Era el ser más extraño que podían haber visto. A Tom se le revolvieron las tripas y tuvo que aguantarse el vómito, su hermana le propinó un codazo para que no lo asustara. Ella observaba al animal con admiración y curiosidad. Se parecía algo así como una rana, pero tenía cola y cuatro patas, sin embargo la piel era casi igual a la de los anfibios, pero era de color anaranjada con manchas, no era más grande que un chiguagua y tenía los ojos enormes. Al verles el animal sacó la lengua como si fuera un cachorro.

Lily sonrió y dijo; —ay que llevarlo a casa, seguro que está hambriento.
— ¡No! —exclamó él extrañado por la apariencia del animal— No sabemos lo que es...
— ¿A ti te gustaría que te dejaran aquí parado en el bosque sin comida? —le preguntó ella seriamente, a lo que el chico respondió negando con la cabeza— Pues ya está.

La castaña lo recogió con la bufanda que llevaba en el cuello y lo cogió al brazo. Después emprendieron el camino a casa. Justo antes de llegar guardaron al animal en la mochila para que su madre no lo viera, pues seguramente les haría dejarlo fuera de la casa.

Al llegar a la casa cenaron con su madre, Lily asustó a su hermano con el truco de los colmillos de patatas fritas y él le lanzó una estaca de salchicha. Cuando su madre no miraba ambos se guardaban trozos de comida en los bolsillos para dárselos a su nueva mascota. Al acabar de cenar, ambos ayudaron a su madre a acabar de recoger las cosas y después fueron a acostarse.

— Uff, por fin solos. Saca lo que te has guardado.

Empezaron a sacar de los bolsillos trozos de patata, salchicha y fruta que se habían guardado en el bolsillo y lo colocaron en el suelo. Colocaron la mochila frente a ellos y la abrieron con cuidado, y como una bala él salió. Dando brincos por prácticamente toda la habitación, con la lengua fuera iba como loco sin parar. Tom se levantó y empezó a hacer señales con los brazos para que se calmara, si seguía así su madre entraría. Cuando por fin el animal se calmó y fijó su mirada en la comida se abalanzó contra ella, en un periquete se la había tragado toda.

— Dios que glotón, ¿como te vamos a llamar? —dijo la joven admirando su mascota— ¡Ya se, Pumpkin! Por que eres rechoncho y naranja como una calabaza.

Tom sonrió y aplaudió por la ocurrencia de su hermana, sin duda le iba como anillo al dedo. El animal a ver la reacción de sus dos nuevos amigos empezó a saltar y a rodar por el suelo consiguiendo que ambos se rieran más.


Bien entrada la madrugada una sombra empezó a deambular por la casa de un lado a otro dejando un leve rastro pegajoso por donde caminaba. Primero fue a la habitación de la madre de Tom y Lily, después fue al baño y finalmente a la cocina. Saltó hasta la encimera y la recorrió hasta llegar a la semilla de arroz que había plantada en un baso la cual se tragó, sintió un leve malestar y finalmente la escupió. Volvió a saltar al suelo y trató de aumentar su capacidad olfativa. Algo pareció olfatear porque acto seguido se dirigió hacia la puerta trasera de la casa y rompió un cristal por tal de salir de la casa. Acto seguido se dirigió al contenedor y empezó a comer cosas de la basura, una rata le gritó un tanto ofendida por estar quitándole su comida a lo que el animal respondió abalanzándose contra ella y descuartizarla para comersela.

A la mañana siguiente los dos hermanos amanecieron ansiosos por jugar con su recién llegada, pumpkin. Sin embargo su madre les llamó para que se dieran prisa en arreglarse o no lograrían coger el bus para ir a clase, a lo que accedieron rechistando por tener que ir a clase justo el día antes del día de todos los santos. Sin embargo ella les prometió que esa noche irían a pedir caramelos solos si se portaban bien. El día les pareció el más largo del mundo, Tom se encontraba más nervioso y distraído de lo habitual, mientras que Lily había mordisqueado tanto el boli que se le había salido la tinta —con un sabor horrendo— que se había empezado a ganar el mote de poseida.

Al fin dieron las cuatro y pudieron regresar a casa, pero al acudir a su cuarto se encontraron con una sorpresa inesperada. Pumpkin no estaba. Trataron de registrar toda la casa sin éxito alguno, solo encontraron restos de por donde había pasado y algunas especie de escamas.

— ¡Lily, he encontrado algo! —exclamó el niño.

Al llegar le señaló bajo de la cama. Al asomarse lo primero que notó la muchacha fue un fuerte olor a podrido, por lo que tuvo que taparse la nariz y la boca con un trozo de sábana que colgaba, al fondo se encontraba una especie de resto o elemento extraño que emitía ese pudor tan asqueroso. Cogió una regla del cajón y volvió bajo de la cama para sacar lo que había allí bajo.
Lo primero que pudieron observar fueron una especie de escamas que formaban un pelaje o una especie de muda transparente y viscosa, entre ella se encontraban los restos de una rata. Tom no pudo evitarlo y corrió hasta el baño a vomitar, Lily también sintió la misma repugnancia sin embargo tragó saliva y evitó hacerlo. Pero ella sabía que lo único que eso podía significar eran problemas.

Un grito les aterrorizó todavía más. Ambos corrieron en busca de quien lo había evocado y acabaron frente a la casa de la señora Rogers. Ella aseguraba haber sido embestida por una bestia anaranjada, recelosa y como el diablo que le había mordido y había secuestrado a la pequeña Tritzy, su perra.
Los dos hermanos se miraron acobardados y sintieron como un sudor frío empezaba a empaparles. Antes de que se fueran la mujer les pidió que le trajeran la crema del cuerpo que se encontraba en el cuarto de baño para aliviarse el escozor que el mordisco le estaba provocando. Cuando giró el gemelo pudieron verlo, era lo más horrible que habían visto. No solo por el aspecto enmohecido por el color verdoso y las venas gangrenadas que hacían que la pierna pareciera violeta, era por el pus y la viscosidad que sobresalía de la parte donde habían rozado los colmillos del animal. Al final los niños se disculparon y prometieron tratar de encontrar a su perrita Tritzy.

— ¡Joder Lily, mira lo que ha hecho Pumpkin. Te dije que no había que traerlo!
— Calmate Tommy, gritando y diciendo palabrotas no se van a arreglar las cosas —le dijo ella tratando de calmarlo— A ver sabemos que Pumpkin ha desaparecido, va buscando algo que comer y no para de dejar restos asquerosos — el niño asintió sin dejar de abrir los ojos como platos— Esta noche en vez de pedir caramelos me da que vamos a tener que buscar a ese pequeño demonio. Nos prepararemos y iremos en su busca.
— ¿Y si se ha comido el perro de la señora Rogers? —le preguntó él.
— Supongo que tendremos que enterrarlo o algo.

Los dos hermanos se encerraron en su cuarto al llegar  a casa y empezaron a prepararse para la recuperación de Pumpkin. Tom se colocó su disfraz de indiana jones  —junior— que tenía para halloween, preparó unas bombas de globos de agua y otras de salsa picante. Lily por otra parte tomó el disfraz de la princesa Leia del Imperio contraataca, cogió su tirachinas —anteriormente de Johnny el loco, pero que le había ganado con una apuesta— unas cuantas piedras y unas canicas para guardarlas en sus bolsillos especiales. Una vez uniformadados y preparados contra lo desconocido salieron de casa con las cestas para caramelos, fueron a varias casas y se pararon ante la casa de la señora Rogers de nuevo.

¿Si yo fuera un animal extraño con hambre, comedor de ratas y secuestrador de perros dónde me escondería?, pensó Lily tratando de determinar dónde irían; El desagüe de las alcantarillas.

Y así tomó rumbo hacia una de las zonas menos transitadas y iluminadas de todo el pueblo. Puesto que tenía la piel de anfibio pero parecía comportarse como un reptil pensó que estaría en un lugar oscuro, húmedo y maloliente. Justo antes el paso a las alcantarillas por lo que ellos denominaban el agujero negro —un túnel que llevaba al interior de las alcantarillas pero que estaba cerrada supuestamente la verja— había una especie de estanque diminuto de peces que olía peor que el trasero del demonio.

Justo cuando encendieron las linternas una bocina resonó detrás de ellos y unas luces como faros se encendieron en el casco del conductor de la bici que estaba a penas un par de metros. Al llegar encendió la linterna de su bicicleta y se quitó el casco. Era Jerry Lewis, que no solo había decidido deambular por ahí si no que iba disfrazado como si hubiera salido de Lost Boys.

— Eh Jerry ¿por qué no vuelves al habitáculo con tus no-amigos?
— ¿Por qué no vuelves tú y el caraculo de tu hermano lejos de nuestras tierras? —le respondió él antes de escupir al suelo.
— Estamos buscando a nuestra mascota que se ha comido a Tritzy... —la castaña corrió a taparle la boca a su hermano para que no siguiera hablando.
— Si claro, y mi madre es un zombie.
— ¡Que si, díselo Lily! —insistió el pequeño. El pelirrojo miró hacia la chica a lo que ella respondió simplemente con un silencio— Ayer nos encontramos a un animal raro y lo llevamos a casa, y ahora anda por ahí suelto comiendoselo todo.
— En ese caso necesitarás esto —dijo sacando una navaja de la chaqueta— Esta flaca era de mi viejo pero se la pillé el otro día, seguro que con esto podéis diseccionar al bicho raro y que os deje en paz.
— No vamos a diseccionar nada Jerry.

Lily se dio media vuelta y continuó buscando entre las aguas con un palo a ver si habían restos de alguna cosa, mientras los dos varones se quedaban apartados. Ahí encontró el collar de la perra, lo sacó con cuidado y lo examinó, no parecía tener sangre pero estaba roto por lo que parecía ser un mordisco y el agua podía haber quitado los restos de sangre.

Finalmente decidieron colocar los caramelos formando un gran círculo y un montón en el medio para así formar una trampa. Los tres se separaron en distintos ángulos para que fuera más fácil atacar al animal. Después de un rato, Tom se había cansado de esperar a que algo pasara, estaba cansado y tenía miedo de lo que podía pasar. Iba a decirle a su hermana que se marcharan a casa cuando un sonido se escuchó detrás de su posición, una especie de gemido proveniente de alguno de los arbustos y plantas exóticas que estaban atrás de él. El joven tragó saliva y se giró a ver si había algo, pero la oscuridad era tan grande que apenas veía su propia sombra.

Entonces de la nada Pumpkin salió y se abalanzó contra los dulces. El jodido animal no solo había engordado de comer sin parar, si no que lo que antes tenía tamaño de una rata ahora era del tamaño de un cachorro y en vez de tener ojos dulces parecían llenos de ira junto con sus colmillos y su boca babosa. ' ¡Ahora! ', gritó Lily dando la señal de ataque. Empezaron a lanzar cosas arbitrariamente de lo que habían cargado contr el animal, sin embargo este las esquivaba todas o se comía hasta las piedras. Jerry se acercó mientras los otros lo distraían y le propinó un arañazo con su navaja a Pumpkin, lo que no le gustó en absoluto y se abalanzó contra el chico tirándolo al suelo. Él trató de deshacerse de él, pero pesaba demasiado, al final este le vomitó un líquido viscoso y verde y trató de abalanzarse contra Tom, pero Lily le tiró una piedra con su tirachinas para cortarle el paso. El pelirrojo pudo alcanzar su arma y la lanzó contra el bicho clavándosela en el cuerpo, que gritó en un idioma indescifrable y empezó a huir hacia el agujero negro mientras su herida no paraba de sangrar. Lily evocó un ruidito de pena hacia el animal.

— Lily, debes acabar con esto, si sigue vivo seguirá comiéndoselo todo y haciéndose más grande —le dijo el joven tratando de hacerla despertar de su preocupación— Imaginate que eso pasa y se quiere comer a Tom, ¿lo permitirías?

La joven se aguantó las lágrimas haciendo que sus ojos ardieran por culpa de no dejarlas salir y preparó su tirachinas en posición. Lo había encontrado, cuidado y alimentado como un semejante, y ahora estaba a punto de matar a su amiguito. Finalmente colocó el dardo de plata que había sacado de la diana de la sala de estar y lo lanzó contra su amigo anaranjado acabando con su vida, al acabar dejó correr las lágrimas de prepotencia.

Tras comprobar que el animal no respiraba ni daba ningún signo vital lo envolvieron en una bufanda que traía el mayor y hicieron un lazo. Luego caminaron hasta el final del camino y lo lanzaron contra el riachuelo que llevaría el cuerpecito hasta la presa más allá del pueblo.

Al final los tres jóvenes habían salvado la ciudad de una potente amenaza, y sin embargo serían tan solo ellos tres los únicos que conocerán la historia. Pero lo importante era que todos estaban a salvo ahora ¿cierto?