forever.

El frío me cala hasta los huesos durante mi corta caminata a pesar de llevar las cinco capas de ropa recomendadas encima. Al parecer, los pantalones térmicos no son tan calientitos como se anunciaban en Amazon y eso, además del dolor de trasero que me causó el viaje de 5 horas en la tonta camioneta que compré hace apenas dos meses, sólo empeoran mi ánimo.
Me detengo un momento para mirar al frente y noto que aún me quedan otros 50 metros para llegar finalmente a las escaleras que dan inicio al imponente edificio principal del instituto. Yo más bien le diría castillo de Howarts, pero dado que Howarts se encuentra en la Unión Europea y yo en el Muy Muy Lejano Alaskeño, por hoy tendré que detener mis fantasías.
Inhalo profundamente para intentar tragarme el mal humor, la decepción y este pequeño malestar que se está convirtiendo en fastidio provocado por mis [al parecer] inalcanzables expectativas. Yo esperaba ver al sol esconderse entre las montañas mientras los alumnos tenían una fiesta de piscina [o estanque] con trajes de baño, cocos y flotadores incluidos.
Demasiado genial para ellos.
Es decir, estamos en pleno agosto, es verano, ¿y qué es lo que veo? Metros y metros de nieve, a donde sea que mire, la nieve acapara todo. Estoy completamente seguro que el Katmere sigue siendo un internado para lobos, vampiros y [redoble de tambores]… magos increíblemente hábiles.
No lo digo porque yo sea uno… bien, quizás un 85% sí es porque soy un mago, pero el otro 15% se debe a mi basta experiencia sobre academias para seres paranormales alrededor del mundo, con lo que puedo decir orgullosamente que el Katmere es la tercer mejor escuela para magos.
¿Y cómo es que ningún mago ha realizado un hechizo en el estanque congelado frente al edificio de astronomía para elevar la temperatura y tener una increíble fiesta tropical? Chicos, me decepciona su falta de disposición.
Niego con la cabeza mientras tomo mi maleta del suelo nuevamente y retomo el paso hacia las escaleras. Pequeños flashbacks de mí entrando al estanque ya aclimatado veraniegamente llegan a mi mente y con ellos, otros tantos de mí siendo regañado por el director por usar magia que [aparentemente] aún no podía controlar. Pero, rayos, ¿alguna se detuvo a ver las palmeras y la arena que salió de quién-sabe-dónde? Claro que yo sabía lo que hacía.