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Mensaje por indigo. Lun 04 Sep 2017, 4:21 am

The Lonely Hearts Club. - Página 3 1926951358
indigo.
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Mensaje por hange. Lun 04 Sep 2017, 5:50 am

YO NO SABÍA QUE HABÍA CAPÍTULO, perdón. He tenido unas semanas tediosas de vuelta a clases The Lonely Hearts Club. - Página 3 1926951358 Pero ya empezaré a leer y comentar lo más pronto posible The Lonely Hearts Club. - Página 3 1857533193
hange.
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http://www.wattpad.com/user/EmsDepper
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Mensaje por Atenea. Lun 04 Sep 2017, 8:49 am

Katerinooooooooo, creo que ya ni te dije lo mucho que me encantó tu capítulo The Lonely Hearts Club. - Página 3 2841648573 The Lonely Hearts Club. - Página 3 2841648573 The Lonely Hearts Club. - Página 3 2841648573 (que no es de extrañarse, que siempre me gusta lo que escribes), además que me reí en varias partes The Lonely Hearts Club. - Página 3 1313521601 The Lonely Hearts Club. - Página 3 1313521601 The Lonely Hearts Club. - Página 3 1313521601

Pero igual espero dejar el comentario que te mereces a lo largo de esta semana The Lonely Hearts Club. - Página 3 1187795894 The Lonely Hearts Club. - Página 3 1477071114
Atenea.
Atenea.


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Mensaje por Jaeger. Lun 04 Sep 2017, 4:36 pm

PERDÓN KATE, POR DIOS! No lo habia visto :( pronto preparare tu comentario y subiré mi cap The Lonely Hearts Club. - Página 3 1477071114
Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por Jaeger. Dom 17 Sep 2017, 4:38 am

Kateeeeeeee queria avisarte que tengo semana libre del estudiante The Lonely Hearts Club. - Página 3 2841648573 asi que mas tardar el proximo domingo subo :3
Jaeger.
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Mensaje por indigo. Dom 17 Sep 2017, 4:19 pm

Omg, genial Kande The Lonely Hearts Club. - Página 3 2841648573 The Lonely Hearts Club. - Página 3 1857533193
indigo.
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Mensaje por hange. Mar 26 Sep 2017, 9:21 pm

katee :
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Mensaje por indigo. Jue 28 Sep 2017, 10:04 am

Amo tus comentarios, Ems, ya sean de dos líneas o de cincuenta The Lonely Hearts Club. - Página 3 1054092304 Y este por supuesto que no es menos The Lonely Hearts Club. - Página 3 1477071114 Me alegra que te hayan gustado mis personajes y que te hayas inspirado para tu capítulo *ya quiere leerlo * :posnoveo: The Lonely Hearts Club. - Página 3 1857533193
indigo.
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Mensaje por Jaeger. Mar 03 Oct 2017, 2:11 am

from me to you The Lonely Hearts Club. - Página 3 1477071114:

Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por Jaeger. Mar 03 Oct 2017, 3:24 am

:

CATULO 02

PERSONAJES: Sisters Stone, Brothers Hounter & Mr. Parker || ESCRITO POR: Stark.




Desde el espejo de la habitación, Maxine observo una y otra vez el vestido rosa pastel que sus hermanas mayores habían confeccionado para ella. Encaje claro en el pecho y mangas cortas, un cinturón blanco alrededor de su cintura (una que había descubierto aquel día) y una caída delicada y dulce que se levantaba levemente al dar un simple giro. Su cabello corto había sido planchado y peinado cuidadosamente hacia un costado y habían aplicado un maquillaje natural que la habían hecho sentir irreconocible.

“¿Quién es esa?”

Maxine se sintió incomoda al no poder reconocerse.

Que si era complicado, pues si lo era, pero después de todo el esfuerzo que habían hecho por ella ni siquiera se le había pasado por la mente quitarse el vestido o su cabeza rodaría en el suelo en menos de un segundo.

—¿Y yo por qué tengo que ir? —refunfuño Joe Stone.

Max la observo desde el espejo que tenia varios vestidos en la mano y todos de diferentes colores.

—Tía Marge dijo que no haría más galletas con chipas de chocolate si no ibas.

—¡Amenazarme con eso! ¡A mí! —exclamo ofendida y se cruzó de brazos—Engordo por su culpa.

—Por favor, tu no engordas —replico Jack Stone entrando a la habitación de Max—Al menos no tanto.

—La bendecida fue Maxie, no yo.

Jacqueline Stone, alias Jack, es la mayor con veintiún años, de cabello pelirrojo y ojos oscuros rasgados, siempre usando tacones y con una cinta métrica en el bolsillo. Max la admiraba porque Jacqueline era determinada, segura y con un temperamento tranquilo, pero un carácter demasiado fuerte. La figura materna de la familia y la que prácticamente manda en casa, porque hasta Vince Stone temía enfrentarla. Estaba segura que algún día, Jack lanzaría su marca personal al mercado y tendría éxito como diseñadora de zapatos.

La segunda de las Stone era Josephine, o mejor decirle Joe si es que no quería que gritara. Joe era su melliza, solo 10 minutos mas grande; ojos rasgados, cabello negro brillante y sedoso que le llegaba hasta la cintura y con las medidas de 90-60-90. Max le apenaba que la primera impresión que las demás personas se llevaban de su hermana: egoísta, engreída y zorra. Nada podía estar más lejos de la realidad. Si, a veces Joe era odiosa pegando un grito cada vez que una uña se le rompía o cuando la nueva colección salía, pero hasta ahora Max no había tenido a nadie que la haya cuidado y animado como Joe.

Y allí estaba ella: la chaparrita de las hermanas, con cabello bien corto como llevaba hacia años, fanática de la lucha libre, practicante de los boxeos y deportes extremos. Max sabía que, aunque compartía genes con sus hermanas, no significaba que fuera una belleza como ellas. Más bien, no tenía pecho ni trasero, le encantaba jugar a la competencia de eructos, comer hasta reventar y trabajar en el taller mecánico o el gimnasio de su padre.
¿Realmente podía hacerlo sabiendo que él sabía todo eso de ella?

—¿Qué pasa? —inquirió Joe asomándose por su hombro, sobresaltándola.

—N-nada.

Al instante, la pelinegra entrecerró los ojos.

—¿No estas ocultándome nada, burbujas?

—No, bombon.

—Bien, si tú lo dices. Por cierto, ¡estas bellísima! —Joe coloco las manos sobre el hombro de su hermana, mirándola a través del espejo. La sonrisa juguetona advirtió a Max sobre el siguiente movimiento, sonrojándola—No será que nos pediste vestirte así de linda para alguien especial, ¿eh?

—¡Shh! —la callo de inmediato —Está en el cuarto de Van.

Joe meneo la cabeza divertida y abrazo a su hermana por detrás.

—Si ese idiota no se da cuenta, por Mercury que voy a pasarme la vida incrustándole los alfileres.

—¿Acaso vas a usarlo para aprender la técnica de la acupuntura?

—Con mis primeros vestidos, él fue mi modelo. ¿Crees que no lo obligaría y pudiera tener chance de negarse?

Y sonriendo, Joe se alejó para volverse a la cama y discutir con Jack sobre el vestido que usaría aquella noche, aunque la pelirroja parecía más concentrada en su celular sin prestarle demasiada atención.

Volviendo su vista hacia el espejo, Max suspiro profundamente y sonrió frente al espejo. Ya estaba, se había decido hacia unos meses y estuvo juntando coraje todo ese tiempo para decir su mayor secreto —quizá no tan secreto. Grey y Damia la habían apoyado y animado a que se confesara de una buena vez. Tenían razón, si quería que las cosas cambiaran, entonces ella también tenía que poner de su parte.

Finalmente el día llego más pronto de lo esperado. Le diría en algún momento en que estuviesen solos. Quería declararse antes que el verano terminara, y tomando en cuenta que el curso escolar empezaba el lunes, la fiesta de Van le parecía la única ocasión en la que realmente pudiese hablar con sinceridad frente a Blake Parker, su vecino y mejor amigo.

Mientras tanto, Jack seguía prestándole más atención de lo debido a su teléfono. Cole Laurent, su compañero de la secundaria y ahora de la universidad, había subido una foto con su peor pesadilla hacia tres horas, ambos saliendo de Starbucks con un café en la mano y con un gran “DAN HOUNTER VOLVIÓ A LA CIUDAD”. Y de seguro estaría en la fiesta. Ya le daba migraña de solo pensar volverlo a ver después de cinco años.

—¿Damia ira a la fiesta? —pregunto Joe aun sin decidirse que ponerse.

—Sí, pasara por aquí antes de ir. ¿Kaela ira?

—Nah, mañana tiene un partido de soccer y tiene que madrugar. Me parece horrible que no esté sabiendo que tendré que estar en esa absurda fiesta.

—No seas tan dramática —dijo Jack observando por primera vez los vestidos arriba de la cama y saco uno entre el montón—Ponte este. Estoy segura que utilizaras los zapatos que te regalo tía Marge.

Joe abrió en grande la boca antes de sonreír de oreja a oreja.

—¿Cómo lo supiste? ¡Ira genial con mis bellezas!  

—A veces eres demasiado predecible, Joe.

—Los chicos suelen decir que les gusto porque soy interesante y misteriosa.

—O más bien básica y tonta.

—¡Jack!

Maxine rió por la discusión entre sus hermanas y miro hacia la ventana que estaba frente a la suya. Mordió su labio inferior y volvió a echarse un vistazo hacia el espejo. Bien, iría por todo o nada.

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Recostado en la cama junto a Jagger, el gato negro de las Stone y visitador frecuente en los hogares Parker y Hounter, Blake Parker tocaba la guitarra acústica a la vez que escuchaba el parloteo incesante de su mejor amigo. Blablablá, muchas chicas, blablablá, orgías aquí o allá, blablablá, alcohol y más alcohol, blablablá, ¡Joe se está desvistiendo en el cuarto de Max!

Abel Evan Hounter no alcanzo a esquivar la lata de cerveza vacía que Blake le aventó en la cabeza. Se alejó de inmediato de la ventana con la mano sobre la cara. Jagger solo bostezo, como si aquello fuera lo mas rutinario posible.

—¡Casi me da en el ojo, tarado!

—Eres un asno.

—Es la culpa de Maxine que nunca cierra sus cortinas.

Blake encarno una ceja y volteo a mirarlo una vez más, fulminante.

—¿Has visto a Max desvestirse?

—¿Solo desvestirse? Por favor, he visto a Max desnuda más veces que— ¡No! ¡No lances a mi nena, es mi guitarra preferida! ¡No te aguantas pero ni una broma, hombre! ¿Por qué te crees que tengo las cortinas siempre cerradas?

—Lo repito: eres un asno.

Van se hecho a reír de la reacción de su amigo, tan susceptible como siempre.

Hounter, Stone y Parker. Así es como estaban ordenadas las casas en la manzana. Habían sido amigos desde la infancia y forjado una amistad profunda en todos aquellos años, incluso hace unas semanas habían vuelto del viaje los cuatro y se la pasaron genial. Eran una familia que compartían navidades, acción de gracias y cumpleaños. Y justamente, aquel sábado era el cumpleaños de Van.

Esa noche iban a pasarla mejor que nunca. Van odiaba cuando el verano terminaba porque significaba obligarse a sí mismo a agarrar un libro y estudiar todo lo posible para sumar puntos para la universidad, aunque estaba claro que entraría a cualquiera que Maxie estuviera allí. Sin embargo, el que terminara el verano significaba su cumple número 18. Y vaya que quería que fuera todo un desmadre como la fiesta que hizo por el inicio del verano.

—Supe por instagram que Dan volvió —soltó Blake aun tocando la guitarra.

—Sí, ayer por la noche —respondió Hounter colocándose colonia en el cuello—Se fue a hablar con el abuelo Hounter, dijo que llegaría más tarde.

—Pensé que quería quedarse unos años más en Inglaterra.

—El viejo le dijo que volviera. No le hacía gracia que estuviera viajando por todo el mundo.

—¿Pero él no termino la carrera?

—Por eso es que lo quiere devuelta. Dice que un inútil como yo no podría hacerse cargo del negocio.

—Y tiene razón.

Van le arrojo una almohada del sofá del cuarto con diversión. Jagger gruño lanzandole una mirada fulminante al castaño. Blake le acaricio debajo de las orejas antes que el gato saltara sobre la cara de su amigo, aunque ganas no le faltaban. Jagger tenia un pésimo carácter y era agresivo cuando se lo molestaba, tal cual como su dueña, la mayor de las Stone.

—No pienso vivir mi vida encerrado en una oficina. Este chico tiene mucho para darle al mundo allá afuera.

Blake coloco los ojos en blanco mientras Van se tiraba arriba del sofá y abría una bolsa de frituras.

—A veces creo que eres una versión masculina de Joe.

—Y tú de Jack. ¿Cómo puede ser que no tengan una pizca de emoción en la vida?

—Mi concepto de emoción es distinto al tuyo.

—Por eso es que pienso que eres gay y te enamoraste de mí.

—Todavía es temprano, no me hagas golpearte —advirtió tranquilamente.

Van se echó a reír, muy seguro que el chico estaba hablando enserio.

—Ey, ¿qué vas a hacer con Maxie?

El pelinegro dejo de tocar al instante para levantar la vista y mirar hacia su amigo castaño.

—¿Qué pasa con Max?

—No te hagas el tonto. Sabes bien a que me refiero.

—No, no lo sé.

—No me hagas decirlo, prometí por el meñique que no iba a decir nada, y sabes que por algo fui el mejor de los Scout Boys.

—Por favor, te echaron de los Scout por tirarle del pelo a la hija del instructor.

—Ella estaba molestando a Joe. Había que tomar venganza —se encogió de hombros y se acomodó sentándose en el sillón, volviéndose serio, y Blake sabía bien que cuando Van dejaba su mueca burlona y relajada no había manera de esquivar. Odiaba que fuera tan frontal —Blake, te voy a partir el culo si haces daño a Max.

—Deja de hablar estupideces.

—No es ninguna estupidez. Sabes perfectamente lo que me refiero, y enserio te daré una paliza.

—¿Cómo la que te di cuando la cagaste con Joe?

Van suspiro.

—Ya pasó tiempo. ¿Cuándo vas a dejarlo ir?

—Nunca.

—Está bien, no lo hagas —se encogió de hombros con una sonrisa seca—Yo haré lo mismo si la jodes con Maxie.

Una promesa que Blake estaba seguro que se cumpliría, y rezaba por todo lo divino que existiera que Max jamás se confesara.

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Maxine aun recordaba la frase de Shakespeare del libro que le leyó Dan hace años, no recordaba cual libro, solo la frase porque le gustó mucho: “Lo que empieza bien, termina bien.” Y si el gran padre de la tragedia lo decía, entonces así debía ser ¿No?

Entonces, ¿por qué diablos pensó que declararse a Blake era una buena idea cuando las cosas entre ellos habían empezado mal desde niños?

Fue muy tarde cuando se dio cuenta. Demasiado. El rostro de Blake sonriente se había deformado a una cara más parecida a un ogro a punto de comer niños, y no es que quisiera comerla de una manera como ella quisiera; la quería matar, para ser exacto.

Allí, afuera de la casa de Van, justo entre los arboles con las luces de navidad que tanto le habían costado a su mejor amigo y ella colocarlas —incluso casi se parte la cabeza, pues Van quiso hacerle un chiste con correrle la escalera, la cual finalmente cayo y Max quedo colgada de una de las ramas. Pensó que era el escenario perfecto, romántico con las estrellas y la luna llena encima de ellos, todos los revoltosos adentro cantando el feliz cumpleaños a Van. Se había imaginado a Blake sonriéndole y dándole un beso de esos de las películas de adolescentes, muy apasionado y verdadero. Entrarían a la casa tomados de la mano y Joe y Van se pondrían muy felices por ellos, incluso podrían salir a una cita doble —aunque eso tampoco lo pensó bien, pues Joe aborrecía estar cerca de Van y solo había ido porque la tía Marge la había obligado.

Los segundos pasaban y el silencio se hacía cada vez más eterno junto con una atmosfera agobiante. El rostro serio y frió de Blake la hacía temblar y estremecerse, sabía lo que vendría a continuación y no quería escucharlo por nada del mundo.

—¡No te preocupes! —le regalo una sonrisa tan propias de ella, llenas de alegría y optimismo. —Solo quería decírtelo, no estoy pidiendo que seas mi novio ni nada por el estilo. ¿Volvemos a la fiesta? ¡Quiero un pedazo de torta! Amo las tortas de la tía Marge, fue genial que le hiciera una Van para su cumple, y con mucho chocolate como le gusta. ¿Vamos yendo? No quiero que él se acabe todo y…

—Maxine —interrumpió él, levantando levemente la voz.

Aunque ella trato de seguir sosteniendo la sonrisa en su rostro, pronto esta empezó a flaquear. No podía mentirle, no a Blake que la conocía como la palma de su mano.

—Quiero que escuches esto…

—Blake, no es necesario…

—Claro que es necesario —replico él de malhumor y suspiro, llevándose las manos a la cadera —Nunca va a pasar algo entre nosotros, Max. Nunca. Así que olvídate de cualquier estupidez que tengas en la cabeza.

La garganta de la chica se cerró y trato de reprimir las lágrimas.

—Yo…

—No sé qué diablos pensaste al hacer esto, pero estas arruinando nuestra amistad —dijo como si la acusara de asesinar a alguien —Ahora olvídate de todo, ¿de acuerdo?

Max solo asintió con la cabeza agachada, aun reteniendo con fuerzas los sollozos. No quería llorar, no delante de él cuando sabía que las cosas estaban aún peor de lo que pensaban. Suficiente humillación era ser rechazada. Blake no tenía que haberlo hecho, puede que fuera lenta algunas veces pero no era una idiota para notar enseguida que él no le correspondía. Aun así, sabía que lo hizo para no hacerle ideas equivocadas, para dejar las cosas claras desde el principio. Así era Blake, solo que no creía que fuera tan duro, al menos no con ella.

Tras un silencio y un suspiro, Blake finalmente le hablo.

—Dile a Van que me voy. Estoy cansado.

Ni siquiera espero su respuesta, solo pasó de ella caminando con sus pasos largos y rápidos, alejándose cada vez más y más. Solo en ese entonces que dejo de escuchar sus pasos y la música volvió a sonar fuerte desde dentro de la casa, fue solo en ese entonces en que Max se escondió detrás del árbol y empezó a llorar.

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Joe veía desde la parte de atrás de la fiesta como dos chicas se apegaban a Van y se turnaban para darle su regalo de cumpleaños, parecía que ambas competían por darle el beso más asqueroso de la faz de la tierra y el idiota solo sonría engreído por ser el centro de la fiesta. Todos le aplaudían y le silbaban, como si el imbécil no tuviera el ego por los aires. Desvió la mirada de él cuando los ojos cafés del chico cruzaron con los de ella y bebió un poco del vaso de cerveza que tenía en la mano. Lo que menos quería es que Van fuera a molestarla como siempre lo hacía. No había celos ni nada por el estilo, hacía tiempo se había acostumbrado de verlo todo prostituto con cada cosa que tuviera lindas piernas, pero no iba negar que muy dentro de ella aun tenía sentimientos por él. Era Van Hounter, su primer amor y el primero que le rompió el corazón. Ella lo había amado con devoción incluso desde niños y, aunque siempre se la pasaban peleando, sabía que Van era importante en su vida y nadie le quitaría el puesto. Solo que él no debía saberlo, le daría más poder sobre ella y no quería tenerlo más tiempo a su alrededor molestándola.

Desgraciadamente, ignorar a Van había provocado que se fijara inconscientemente en Matt, su ex novio hasta hace un par de semanas. El chico solo la miraba con tristeza, lo que hizo que Joe revoleara los ojos y fuera camino hacia el patio. Si creía que con esa mirada de ojitos perdidos la había a hacer flaquear estaba muy equivocado.
Matt la siguió hasta el patio, deteniéndola en su paso posicionándose frente a ella.

—¿Y ahora qué quieres? —pregunto de mala gana, cruzándose de brazos.

—No puedes terminar conmigo por algo así, Josephine.

—¡No me digas así! —chillo molesta—Y si puedo. Ya lo hice, genio.

—¡Pero es una estupidez! Ya te pedí perdón. ¿Qué más quieres que haga?

—Que desaparezcas —aleteo con la mano—Esfúmate, Matthew. Me da asco el solo verte.

Giro sobre sí misma para ir camino hacia su casa, suficiente había tenido de esa jodida fiesta, pero Matt la tomo bruscamente del brazo y la hizo voltear. Joe no disimulo el gesto de dolor, pues el cabron le había agarrado muy fuerte.

—No vas a terminar conmigo —dijo demandante y fulminándola con la mirada—No vas a dejarme como un idiota.

—Eso es lo que eres: un idiota. Un cerdo despreciable y me da arcadas el solo tener que verte —agito el brazo tratando de soltars, en vano —¡Suéltame, Matt, o voy a golpearte!

—¿Quién diablos te crees que eres? ¿Crees que por ser linda puedes hacer lo que quieras?

—¡No! ¡No por ser linda, sino por ser alguien con decisión propia, y mi decisión es no volver a verte la cara, pedazo de mierda!

—Esa boca sucia deberían lavártela con jabón, pero yo hare algo mucho mejor.

Entonces fue cuando tiro de ella y le agarro del mentón con una mano, obligándola a darle un beso. Joe lo golpeo, resistiéndose mientras se formaban lágrimas en sus ojos. No quería, realmente no quería besarlo. No a él que había sido un idiota y esparció miles de rumores sobre ella, como que se la pasaba haciéndole sexo oral y las poses del kamasutra que él quería. No había tenido ni una sola vez un contacto más allá de unos besos calientes y se alejaba cuando las manos de su entonces novio empezaban a subirse hacia sus pechos. Tener diecisiete años y ser virgen no era un crimen, lo horrible es que parecía que con todos los chicos que había salido a citas buscaban exactamente eso: ser el primer chico en meterse debajo de la falta de Josephine Stone.

Forcejeo sin parar hasta que en un segundo ya no lo sintió sobre ella y dejo de estrecharla contra él. Pero no porque este haya querido, sino porque Van lo había agarrado del cuello de la camisa y tiro de el con fuerza hasta hacerlo caer al suelo. Joe lo observo entre sorprendida y asustada, y en el momento en que Van vio sus lágrimas, fue entonces cuando se subió arriba de Matt y comenzó a golpearlo.

—¡Van, no! —grito Joe intentando detenerl. Jack apareció por detrás y la hizo a un lado—¿Qué estás haciendo? ¡Se van a matar!

—No intervengas, pueden lastimarte—replico sin dejar de sujetarla.

La pelea se volvió más ruda cuando el rubio le encesto una patada en el estómago, logrando que saliera arriba suyo. Se levantaron casi al mismo tiempo y los puñetazos se escuchaban como un golpe sordo y fuerte, las personas empezaron a salir para ver el espectáculo y muchos comenzaron a gritar el típico “¡pelea, pelea, pelea!” que parecía animar más el combate. Joe intento zafarse varias veces del agarre de su hermana, sin éxito.

—¡Van, basta! —pero él no hacía caso. Estaba enfuscado en romperle la cara al idiota que se había atrevido a hacerle daño a Joe.

La pelea siguió unos minutos más hasta que alguien más intercedió, sorprendiendo a todos e incluso a las Stone. Fue Dan Hounter, el hermano mayor de Van, quien lo tomo por detrás y lo saco encima de Matt antes que lo matara.

—¡Suéltame! ¡Voy a matar a ese hijo de puta! —vocifero Van intentando echarse de nuevo encima, Dan no lo permitió.

—¡Tranquilo, hermano! Estas asustando a Joe, ¿no ves como esta?

Van miro en dirección hacia la chica, quien le rogaba con la mirada que ya no pelearan. Apretó con fuerza los puños y dientes, pues pensaba que la muy tonta aun tenía sentimientos por ese imbécil. Se libró bruscamente del agarre de Dan y fue caminando con pasos rápidos hacia dentro de la casa. Joe lo siguió en al instante, guiada más por sus impulsos y su corazón que su mente.

—Levanten a este idiota y sáquenlo de mi casa—dijo el pelinegro en dirección a los amigos de Matt, tan despreocupado como siempre y manteniendo una leve sonrisa en el rostro. —Muy bien, gente, sigan con la fiesta. Estoy seguro que Van bajara cuando se haya calmado.

—En la heladera del sótano hay más cervezas. —añadió Jack.

Los adolescentes hicieron caso a ambos, aun excitados por la pelea y emocionados porque había más alcohol dentro de la casa. Una vez todos adentro, Dan se acercó con una sonrisa juguetona hacia Jack, quien solo lo observaba con indiferencia. Pero para ella no había nada indiferente: habían pasado cinco años desde que volvía a ver a Dan y le costaba reconocer que los cambios que había dado eran bruscos. Ya no tenía facciones infantiles, estaba más alto y se notaba que había trabajado sus músculos. Casi podía ver a ese niño rechoncho que siempre llevaba una barra de chocolate en la mano y lloraba en las clases de taekwondo cuando Jack lo derribaba.

—Debiste intervenir —le regaño suavemente, aun sonriéndole.

Despertando de los viejos recuerdos, Jack se recordó así misma con mucho resentimiento que las cosas ahora eran distintas: jamás volvería aquel niño dulce y divertido que tomaba su mano al cruzar la calle y le regalaba dulces solo para verla sonreír. Aquello todo era pasado.

—No voy a meterme en peleas de adolescentes, y mucho más si ese lame bolas se lo merecía.

Dan se rio ligeramente y se acercó unos pasos más hasta abrazarla. Jack no respondió el abrazo.

—Te extrañe todos estos años, Jackie.

—Pues yo no —lo empujo con brusquedad y le dirigió una mirada sin ninguna emoción—No pienses que las cosas entre nosotros están bien, Dan.

—Nunca lo pensé, solo quise abrazarte.

—No vuelvas a hacerlo.

—Tenía qué. Vengo deseándolo hacia tiempo —le regalo una sonrisa ciertamente triste.

Jack suspiro y se cruzó de brazos, esperando a que él también se metiera adentro de la casa, pero no había chance de que pasara. Dan seguía observándola con sus ojos cafés dulces, como si esperara algo más de ella, algo que jamás podría darle ni aunque quisiera.

—Escuche que estas estudiando diseño de modas. Felicidades, es lo que siempre quisiste.

—No busques charla conmigo. Solo lárgate.

—¿Y qué harás aquí tan sola? Compañía es lo que necesitas, nena.

—Quizá, pero no la tuya —le empujo con el dedo índice cuando Dan intento acercarse, aun juguetón. —Estoy hablando enserio, Hounter. A kilómetros de mi es como te quiero.

—Pero al menos me quieres —se encogió de hombros y se dirigió hacia dentro de la casa, pero antes de entrar le echo una última mirada—He vuelto y pienso quedarme, Jackie.

—¿Y a mí qué?

—Volví por ti —admitió sincero.

Jack sonrió cínicamente y meneo la cabeza.

—Aquí no encontraras nada, Hounter.

—Por supuesto que no, ya lo he encontrado hacía tiempo, mi amor.

Una vez que desapareció frente de ella, Jack suspiro y se llevó una mano en el pelo haciendo el cabello hacia atrás. Justo lo que le faltaba, que el playboy volviera a la ciudad. Como si tener un Hounter de vecino no fuera suficiente, ahora tenía al Hounter mayor para hacerle perder la paciencia y toda la tranquilidad con la que había vivido en todos esos años. Pero no es como si ella iba a dejarse así porque si, las cosas habían sido muy claras cuando Dan se marchó. Ella nunca iba a verlo más que como el mejor amigo que tuvo alguna vez y no dejaría de ser el traidor que era.

Olvidándose momentáneamente de él, fue hasta el árbol más alejado del patio donde había visto una cabecilla asomarse, y no fue sorpresa encontrarse a Max sentada y con la cabeza entre las rodillas. Se agacho hasta quedar en su altura y le acaricio el cabello, escuchando los sollozos de su hermana aumentar.

—¿Qué te hicieron, Maxie?

Max solo lloriqueo y se lanzó en brazos de su hermana, llorando y llorando por lo que había ocurrido hacia unos minutos atrás.

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Dentro de la casa, Van caminaba de un lado a otro como fiera en su habitación. Aun tenía ganas de salir corriendo y volver a golpear el imbécil de Matt, se iba asegurar que no volviera a acercarse a Joe ni hablara mierdas sobre ella, aun si Joe lo odiaba más de lo que hacía.

La puerta se abrió de repente, Joe entro aún asustada y con lagrimas.

—¿Qué haces aquí? Pensé que te ibas por tu Romeo —soltó con cinismo y lleno de celos. Odiaba a cualquier estúpido que estuviese cerca de ella, lo odiaba y más se odiaba a si mismo por no tener derechos sobre ella, ya no.

—Tienes que dejar de pelear. Tu mano —la señalo—si le pasa algo no podrás tocar la guitarra.

—¡No me importa, joder—exclamo aun furioso, demasiado molesto recordando la escena. Camino hacia Joe con rapidez y tomo su cabeza entre sus manos con delicadeza, solo para no asustarla más—No te quiero cerca de esa mierda, ¡voy a matarlo si te veo con él!

—¡Por Dios, Van, tranquilo! —rogo Joe, imitando su acción—Ya termine con Matt y no voy a volver a verlo nunca. Por favor, solo cálmate.

No quería hacerlo, no quería calmarse, solo quería correr tras esa mierda y hacerle pagar muy caro cada lágrima que Joe había soltado. Pero ella se lo estaba pidiendo, y Joe jamás le pedía nada porque siempre se limitaba a gruñir y alejarse cuando estaba alrededor. Solo que ahora la tenía tan cerca que parecía irreal.

Rodeo sus brazos alrededor de su cintura, sintiendo como ella se tensaba, aunque no se separó de él. Se atrevió a pegar su frente con la suya, solo para tenerla más cerca.

—Voy a volverme loco contigo, nena. No te quiero con nadie más…

—Van, por favor…

—Estoy hablando enserio, Joe—le acaricio la mejilla e intento acercarse aún más.

—No, basta —Joe se alejó tan de repente al adivinar sus intenciones. —Voy a buscar el botiquín, ya vengo.

Van solo negó con la cabeza.

—No vengas. Solo lárgate.

—Van…

—¡Solo vete, Joe!

Intento decir algo más, la puerta fue abierta bruscamente y una de las chicas con las que Van solía tontear apareció dándole una mala mirada. Joe la ignoro y volteo a mirar al castaño, quien solo le volvió a pedir que se marchara.

—Necesitamos estar a solas, ¿sabes? —hablo la chica sonriéndole burlona.

—Estas sobrando, vete.

Le echo la última mirada antes de irse, solo en ese entonces Van se atrevió a mirarla.

—Es por este tipo de cosas que sigues arruinando todo entre nosotros, Van.

—Tu dijiste bien que no hay nada entre nosotros —replico él con una sonrisa cínica y desgastada—¿O acaso también te quieres sumar a la diversión con Daisy y conmigo?

—Eres un idiota.

Y vaya que lo era, lo sabía incluso cuando ella dio un portazo y se marchó. Que más daba, nunca iba a tenerla de regreso, no se lo merecía.

Pero Joe no se fue por más que lo quiso, solo se quedó frente a la puerta mientras trataba de juntar coraje para largarse de una buena vez. No hubo resultado, ni siquiera cuando el sonido de los besuqueos empezó a resonar en la habitación de adentro.

Estaba a punto de marcharse cuando de pronto escucho la voz de Van.

—Basta, Daisy. No tengo ganas de jugar contigo…

—¡Pero me prometiste prestarme atención hoy!

—Nunca te prometí nada, solo lo diste por hecho. No estoy de humor, así que largo.

Daisy pareció seguir protestando, Joe no podía distinguir bien la discusión que estaba armándose dentro porque la música resonaba con más fuerza en la casa. Apoyo su oreja a la puerta, sin siquiera pensar en ser cachada por alguien.

—¡Basta, Van, me estas lastimando!

—No te pongas densa y vete…

La puerta se abrió de golpe y Joe casi cae hacia delante sino fuese porque alcanzo a agarrarse del marco de la puerta. Su cara enrojeció cuando noto las miradas incrédulas y sorpresivas de ambos.

—Yo… —aclaro la garganta y se encogió de hombros—Solo me voy…

Su oportunidad de irse se había esfumado. Van prácticamente la agarró del brazo y tiro de ella para que entrara a la habitación mientras que con la mano libre empujaba a Daisy hacia afuera y cerro de un portazo.

—¡Esta bien! ¡Quédate con la virgen María que yo si voy a buscar a un chico mucho mejor que tú, cretino!

Daisy pateo dos o tres veces la puerta antes de marcharse. Pero ninguno de los dos le dio realmente importancia. No cuando los ojos de Joe se volvían a llenar de lágrimas y Van trataba de limpiarle el rostro con sus pulgares, acunando la cabeza de la chica con sus manos.

—Te dije que te vayas —regaño él suavemente, aun consolándola.

—¿Y alguna vez te hice caso?

Van sonrió sin sincero antes de besarla, la primera vez después de casi dos años. Y vaya que había extrañado hacerlo.

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No era de sorprenderse que la casa de los Hounter se convirtiera en un verdadero desastre la noche anterior. Todas las fiestas de Van terminaban igual, por eso era que todo el mundo la ansiaba al final del verano. Para Max Stone no era el caso. Las fiestas de Van significaban una sola cosa: limpiar. Esa era la muestra de pura amistad y lealtad que Maxie podía ofrecerle después de pasarse más de medio día limpiando el cochinero que habían dejado.

Con solo estar frente a la casa, el suspiro que había soportado desde que puso un pie fuera de la cama se soltó de pronto. Ni siquiera había empezado con el infierno que ya estaba cansada. Lo peor es que esta vez tendría que hacerlo sola, pues quien siempre venía a ayudarla o a obligar a Van a colaborar la rechazo la noche anterior y Max sabía que las cosas ahora no seguirían como antes.

Entro por la puerta principal con la copia que Van le confió hacia unos años. Max casi lanzo un grito ahogado al ver el desastre: latas de cerveza por doquier, los sillones manchados de alcohol, las cortinas desarregladas, los muebles hechos un desastre y un asfixiante olor a cigarrillo había por todos lados.

—Por los santos Beatles. ¿Qué hice para merecer esto?

—No lo hagas sino quieres.

El sonido de la voz masculina y demasiado familiar la tenso al instante. Parecía que en cualquier momento Max se echaría a correr por cualquier dirección lejos de él, pero en su inútil intento las piernas no le reaccionaron. Apenas y si volteo en su dirección con la cabeza hacia abajo, el solo cruzar por un segundo la mirada entre ambos logro que el ambiente fuese aún más incómodo de lo que ya era.

—Hola.

—Ey —asintió el castaño sin más y paso de largo de ella, dejándole un rollo de bolsas negras de residuos en la mano—Vine a dejar esto y buscar mi consola.

—¿N-no vas a…?

—No.

Rotundo y cortante. Así era Blake la mayor parte del tiempo, siempre lo fue desde niño y difícilmente era amigable con alguien. Sin embargo, Blake no era así con ella. Bien, quizás si era así incluso con Max, pero no había que ser un genio para saber que él estaba poniendo más distancia que de costumbre, y la pelicorto lo adivino al instante. Solo pudo verlo subir las escaleras de dos en dos y perdiéndose al entrarse en el pasillo.

Volvió a suspirar, esta vez tratando de retener las lágrimas que le picaban los ojos. Se pasó gran parte de la noche llorando con Jack acariciándole el cabello hasta que logro dormirse. Cuando despertó en la mañana sentía que la noche anterior había sido solo una pesadilla, que nada de ello ocurrió y que Blake estaría en la cocina de su casa con el desayuno listo y apurándola para ir a ayudar a Van con el desastre.

La cocina estaba vacía cuando llego y tardo cuarenta minutos en terminar de bañarse porque no podía parar de llorar.

—¿Max?

Max miro hacia el frente donde un sonriente Dan venia caminando con una taza de café en las manos y un piyama de color blanco con una bata de seda del mismo color.

—¿Dan?

—Estas preciosa —dijo apenas llego frente a ella y le dio un tierno beso en la frente para luego darle un corto abrazo—No te he visto en cinco años, Maxie. ¿Cómo vas soportando a los idiotas y las locas de tus hermanas?

Max solo respondió con una sonrisa débil. Dan lo intuyo al instante, pero no pregunto al instante.

—No es necesario que estés aquí. Debes estar cansada…

—Pero…

—No te preocupes, Van dijo que quería sacar músculos o algo así —le dio unas leves palmaditas en la espalda y comenzó a guiarla hacia la cocina—Sabes dónde están las cosas de la casa. ¿Verdad?

—Eh, pues sí. Yo…

—Genial. Ven, dime donde diablos Van guarda sus dulces. Sabes que nosotros amamos el chocolate —le guiño el ojo en forma de complicidad, arrebatándole una pequeñísima sonrisa sincera.

—¡Van, hijo de puta!

Max y Dan miraron hacia en dirección de las escaleras antes de volver a mirarse entre ellos. ¿Y ahora?

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Desde el primer instante en que Blake conoció a Van, supo que él iba a ser su grano en el culo personal. No era que el chico no fuese un gran amigo; en sus peores momentos, estuvo allí para sostener su carga junto a él y nunca dejo que se encerrara en sí mismo. Van era cabezota, odioso, engreído, entrometido, inmaduro y manipulador; le robaba la ropa y sus discos nuevos, le vaciaba la alacena, se la pasaba jodiendole la paciencia con sus estúpidas bromas, hacia trampa en las apuestas, rayo su guitarra preferida, quemo sus parlantes e incluso choco su auto dos semanas después de que finalmente lo compro con sus ahorros. Y Blake jamás peleo con él por ello. Ni siquiera cuando eran niños y Van se la pasaba tirando sus juguetes a la piscina o degollando a sus figuras de acción.

Solo existían dos razones por las que peleaban: Maxie y Joe. El solo saber que tendría a Max nuevamente como esclava limpiando su chiquero mientras él solo dormía, ya lo mantenía molesto y de malhumor. Pero eso de encontrarlo en la cama con Joe, ambos desnudos, eso sí que no lo podía tolerar.

—Van —lo llamo sin clara respuesta, aun perplejo por la escena —¡Levántate!

Sin un mayor proceso, Van solo rodeo aun con las fuerza a la dormida Joe entre su pecho, estirando el acolchado que los cubría levemente hacia arriba. A Blake se le congelo el corazón en cuanto vio las pequeñas manchas de sangre en la frazada.

Era oficial. Habría un parasito menos en la Tierra.

—¡Van, hijo de puta!

Acercándose a él como si fuese el mismísimo diablo, Blake lo tomo del brazo y lo tiro de la cama con fuerza hacia el suelo, despertando al castaño de inmediato.

—¿Qué mierda te pasa? —dijo Van poniendo una mano sobre su cabeza por el dolor del impacto y la resaca. —¿Por qué tienes esa cara, gruñón? Alguien pensaría que estas por matar a alguien.

Blake solo sonrió con una sombría ironía.

—¡Si, si voy a matar a alguien y adivina que jodido imbécil va a ser el desgraciado! —exclamo dándole una sola patada en la cabeza.

Van alcanzo a amortiguar el impacto colocando sus brazos como escudo y aprovecho a tomar la pierna de Blake para impulsarlo hacia atrás. Este se tambaleo sin caer, recomponiéndose y fulminando con la mirada mientras su respiración se agitaba aún más.

—¡¿Cómo mierda se te ocurre…?!

El chico solo miro hacia la cama donde estaba Joe y se fijó en sí mismo, como si recién recordara que era lo que había sucedido, y vaya que agradeció haberse puesto los bóxer antes de dormirse. Levanto la vista hacia su mejor amigo, tragando en seco.

—Yo sé que esto se ve mal, pero te juro, amigo, que no es así…

—Te aprovechaste de ella, hijo de puta.

—¡Claro que no! Ella estuvo de acuerdo y no la paso mal...

—Definitivamente hoy te quedas sin huevos.

—¿Qué les pasa? —murmuro Joe despertándose con el ceño fruncido y apenas abriendo los ojos. Volteo a mirar uno a otro sin comprender que era lo que pasaba—¿por qué están en mi cuarto?

—¡Este no es tu cuarto, joder! —grito aún más enojado el pelinegro y desvió la mirada de ella—Ni siquiera te das cuentas en que fachas estas.

—¿Qué no es mi…?

Dos segundos más, Joe ahogo un grito mientras apretaba las mantas contra ella, su cara se tiño de rojo y trataba de hallar las palabras correctas, pero parecían haberse esfumado. No había excusa alguna, y diablos que ayer había sucumbido ante sus sentimientos y el alcohol.

—No es lo que parece.

—No me jodas, Josephine.

Ella ni siquiera replico por el nombre. Blake estaba furioso. Más que furioso. Nunca le hizo gracia su romance con Van, siempre fue sincero con ella cuando le dijo que Hounter solo iba a lastimarla, y tuvo razón.

Dos golpes en la puerta fueron suficientes para cortar el breve silencio y el ambiente tenso que los rodeaba a los tres.

—Chicos, ¿paso algo?

Max intento abrir la puerta, pero alguien más puso una mano sobre esta y le impidió el paso.

—Van está desnudo. No entres.

—No es la primera vez que lo veo como Dios lo trajo al mundo —replico Max. Y era cierto, Van se la pasaba desnudo en su casa y ella tuvo la desgracia de verlo en esas fachas más de una vez.

—¡No entres! —exclamo Blake furioso cuando Max volvió a intentar empujar la puerta.

—Bien, ¿pero que pasa que está peleando?

—Max, verás… —Van camino hacia la puerta para hablar con ella, Blake enseguida lo empujo con la mano libre, advirtiéndole con sus ojos negros que no diera un paso más.

—Lo mismo de siempre, Max. Solo vete. Van dijo que hoy limpiaría solo él…

—Pero…

—¡Ya vete, Maxine! ¡No estorbes!

Max quiso volver a replicar, gritarle y derribar la puerta, solo que su corazón ya se sentía lo bastante herido para seguir indagando. Algo había pasado y Blake quería dejarle fuera de esto porque sabía que iba a perjudicarla. El problema era saber que era lo que estaba pasando.

—Está bien, yo…

—Y no se te ocurra pasar por el balcón.

La descubrió.

Resignada, solo giro sobre sí misma para caminar con pasos lentos hacia la escalera.
Fueron breves segundos en que Blake se mantuvo atento a los sonidos hasta que pudo asegurarse que no estaba nadie detrás de la puerta.

—Joe ya vete a casa.

—Es que…

Blake suspiro frustrado. ¿Cómo era que ninguna de las dos le hacía caso?

—Solo cámbiate, no voy a mirarte ni Van tampoco.

Agarro de la nuca a su amigo para ponerse ambos mirando frente a la pared. Joe se cambió a toda velocidad aun sintiendo la incomodidad en su entrepierna y sonrojándose cuando noto la mancha roja en las sabanas grises. No dudo un segundo en llevárselas para su casa.

—Más le vale a los dos no pelearse, ¿de acuerdo? —trato de sonar dura en sus palabras, pero la voz flaqueo y solo pudo observar como la mano de Blake apretaba con más fuerza de lo común la nuca de Van.

—Solo no me golpees en la cara —alcanzo a escuchar el susurro del rubio.

Con la sabana en la mano, sus zapatos en la otra y completamente desarreglada, Joe paso por el árbol que conectaba el balcón de Van junto con el de Max y salto hacia dentro el de su hermana. Por la calle observo a Max caminar con pasos lentos y la mirada perdida hacia la casa, y apresuro el paso hasta llegar a su habitación.
Solo allí logro respirar con profundidad y se golpeo la frente con la palma de la mano.

—¿Qué mierda hice anoche?

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Si el problema de algunas personas era preocuparse demasiado, en Dan era todo lo contrario: sabía que ser despreocupado era tan malo como serlo al extremo, pero hasta él supo que dejar que Blake usara como saco de boxeo a su hermano ya estaba llegando demasiado lejos.

Mientras el pelinegro le pateaba el culo al Hounter menor, Dan solo los observaba la pelea en la sala a la vez que fumaba un cigarrillo, luego que Blake arrastrara a Van por las escaleras, seguramente para que ninguna de las Stone —y sobre todo Max, teniendo en cuenta su ventana frente de la de Van—no presenciaran la escena del crimen.

—¿No crees que estas exagerando?—le pregunto a Blake, deteniendo su puño en el aire y Van se cubría con los brazos la cara.

—¡Se acostó con Joe!

—¿Y?

—¡Este mujeriego —señalo a Van, quien miraba a través de sus dedos con las manos cubiertas en el rostro —solo va a jugar con ella!

—¡Eso ni siquiera lo sabes! —replico el castaño ofendido—Estoy dejando que me golpees porque reconozco que no debí hacerlo... o al menos no debí haber sido descubierto.

El mayor de los Hounter se echó a reír, Blake estaba aún más enojado y no dudo en darle una patada que afortunadamente el chico supo esquivar.

—Me prometiste que no volverías a intentar nada con ella.

—La carne es débil. Que no sepas que es una jodida erección no es mi problema.

—Hijo de...

—Vale, vale —aplaudió Dan aun divertido por la situación—No es el único idiota que le rompió el corazón a una Stone, no deberías juzgarlo.

—¿Ah? Pero si yo no le metí mano a Max...

—¡Te colgaría de las bolas si lo hicieras!—grito Blake de solo imaginárselo.

—Yo estaba hablando de ti —señalo a Blake, este de inmediato se tensó, y por la sonrisa socarrona que Dan mantenía, supo que él lo sabía todo —Ayer por la noche estaba dando un corto paseo por el patio cuando me encontré con una dulce y triste escena: la pequeña Maxie confesando sus sentimientos y el ogro gruñón rechazándolos. ¿No te dolió un poquito el corazón al verla llorar?

Fue una breve mirada en que compartieron los dos adolescentes. Eran amigos desde hace años y se conocían tan perfectamente que solo bastaba ello para confirmar si era cierto o no. Y cuando Van lo confirmo, se levantó de un golpe y corrió hacia Blake, derribándolo hacia el suelo y empezando nuevamente la pelea.

Dan le dio otra calada a su cigarrillo antes de ir a la cocina por su café. No podía esperar a como se desarrollarían las cosas a partir de ahora. De todas formas, no es como si ninguno de los cuatro chicos pudiera seguir ocultando los sentimientos. Joe por Van. Van por Joe. Max por Blake. Blake por Max. Aunque pensándolo bien, Blake tardaría un poco más.

—La juventud —suspiro nostálgico escuchando los golpes sordos, los insultos y la discusión de los chicos—Oigan, cualquier cosa le dicen a la tía Marge que yo hice lo imposible por separarlos, ¿de acuerdo?

No hubo respuesta, estaban demasiado enfocados en la pelea. Se encogió de hombros y fue hacia el estante de arriba donde Van tenía guardado sus dulces. Bendita sea Maxine.

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I was happy in the haze of a drunken hour
But heaven knows I'm miserable now
I was looking for a job, and then I found a job
And heaven knows I'm miserable now

Lo único que apaciguo el dolor por momentos fue su banda preferida, The Smith, y exactamente escuchar una y otra vez la misma canción. Maxine sabía que ser dramática le iba mejor a Joe que a ella, pero desde la mañana del domingo no volvió a hablar con Blake. El lunes había roto su tradicional primer día donde los cuatro solían fugarse e ir al mirador de la ciudad para beber cerveza y pasar la mañana haciendo cualquier cosa menos asistir a la escuela. Por favor, lo había hecho desde que entraron en la secundaria y ahora la tradición se terminó cuando pasados veinte minutos de la hora que siempre acordaban encontrarse, ninguno de los tres se presentó, ni siquiera su hermana, vaya a saber a qué horas se había ido para la escuela como para no esperarla. El martes solo alcanzo a ver a Blake de lejos, pero este parecía esquivarla cuando sus miradas se encontraban brevemente.

¿Qué iba a hacer? Las cosas estaban terribles. Nunca tuvo que haber sido sincera en ningún momento, lo peor es que todavía tenia ese nudo en la garganta atorado de solo pensar en tener que ver a Damia y contarle. Esta había estado llamándola desde entonces y no respondió ninguna de las llamadas. Tampoco podía contárselo a Joe, estaría furiosa con Blake y ya la situación era lo bastante complicada para empeorarla aún más.

Suspiro y aun recostada en la alfombra rosa que Lina, su madre, le regalo en su cumpleaños, Max siguió susurrando la canción una y otra vez.

In my life
Oh, why do I give valuable time
To people who don't care if I live or die?

Tres golpes en la ventana llamaron su atención, Van la miraba desde el otro lado del vidrio con el ceño fruncido y ¿traía lentes de sol?

—¡Abre!

Max lo ignoro y subió el volumen del estéreo con el control remoto, ignorando los gritos que Van le repartía para que le abriese de una buena vez la ventanilla. No quería ni mirarlo a la cara, quizá Blake ya le había contado y enserio que las bromas pesadas no estaban disponibles para ella en ese momento.

La puerta se abrió de golpe con una Joe recién salida de la ducha y con una bata rosada. Camino hacia el estéreo y lo apago, suspirando.

—Santos cielos, Maxie, cambia de canción. Llevas escuchándolas dos horas.

Max no reacciono, seguía tan triste mirando hacia el techo, tan sumida en sus pensamientos y penas que casi no le prestó atención. Joe se cruzó de brazos y evaluó a su hermana menor, era claro que algo no iba bien, ¿pero qué?

De pronto, la figura detrás de la ventana llamo su atención, sobresaltándola cuando noto que era Van. Estuvo todos esos días ignorando sus llamadas y escapándose de él en la escuela, incluso hoy se había ido corriendo y se subió prácticamente arriba de la moto de Grey, obligándola a llevarla lo más lejos posible de su pesadilla personal. Las mejillas de golpe se le calentaron y peor fue cuando la sonrisa socarrona del chico se extendió por el rostro.

—¡Tu vete a tu casa! —le chillo molesta, tratando de no verse demasiado evidente. Recién en ese entonces recordó que solo llevaba una bata y se apresuró a salir del cuarto —No pienses que estas salvada —señalo a su hermana antes de cerrar la puerta—Traeré cerveza.

—Son de papá.

—Le diremos que fue Jack —le guiño un ojo y cerró la puerta tras de ella.

Se recostó en ella y suspiro en grande, tratando de mantener a control los latidos fuertes de su corazón. Todavía podía recordar los besos y las manos de Van por todo su cuerpo y, diablos, solo esperaba que las cosas siguieran como antes o sino lo poco que habían construido de amistad todos esos años se irían al carajo.

—¡Max, abre!

—Esta la llave en la meseta.

Van busco rápidamente por debajo de las plantas hasta que encontró la llave y la introdujo, abriendo la ventana-puerta que conectaba al balcón.

—¿Qué te paso? ¿Acaso te perdiste la maratón de los Simpson o algo así?

Max solo suspiro.

—Levántate, traje frituras —levanto la bolsa arriba, pero ella no se inmuto—También compre cerveza, Stella como te gusta.

Van le piso la cabeza a no ver respuesta.

—¡Ey! ¿Qué te pasa?

—No puedo soportar ser ignorado, daña mi existencia —dramatizo y le extendió la mano para ayudarla a incorporar—Solo come.

Tomo la bolsa extendida y se sentó en el sofá viejo del cuarto, abriendo el paquete y comiendo una papa lentamente hasta terminarla. Van solo abrió la cerveza y le dio un buen trago antes de hablar.

—¿Por qué tu hermana me odia tanto?

—No sé, quizá porque le fuiste un puto infiel —le contesto volviendo a llevar otra fritura a su boca.

—Cierto —sonrió diciéndose a si mismo que exactamente no era odio, sino otra cosa. Se quitó los lentes de sol y se acomodó al lado de su amiga—¿Estuviste llorando? —señalo sus ojos hinchados—Y no me mientas.

Max suspiro. Van ya lo sabía.

—Ya no me importa.

—Mentirosa.

Estaba por replicarle que no era así, que no le estaba mintiendo aunque si lo hacía, no fue hasta que se dio cuenta el ojo morado de su amigo.

—¿Qué te paso?

—Ah, ¿esto? —se encogió de hombros y le quito el paquete de las manos para llevarse un par de papas a la boca.

—No me digas que peleaste con Blake —dijo Maxie mirándolo con regaño.

—No te digo.

—¡Van!

—Me dijiste que no te diga, y no voy a mentirte —se volvió a encoger de hombros y busco el control remoto para prender el Smart colocado en la pared.

—No tenías que hacerlo, es tu mejor amigo...

—También era tu mejor amigo y te hizo llorar. Él no tenía que ser un idiota y lo fue, Maxie, y sabes que en este vecindario hay un solo idiota y ese soy yo.

La castaña solo le sonrió con ternura. Van podía ser un mujeriego, engreído y pesado, pero cuidaba de los suyos como ningún otro.

—¡Aquí traje las...!

La oración quedo suspendida en el aire cuando, al abrir la puerta, Joe se dio cuenta que su hermana no estaba sola. La mirada juguetona y la sonrisa socarrona de Van le hicieron temblar las piernas que por un momento creyó que se le iban a caer las latas al suelo, no fue hasta que respiro profundo. Si, se había acostado con Van en un momento de debilidad y porque la maldita de Grey no le había dejado bajar su vaso y le sonreía divertida. Pero tenía que superarlo, y era ahora o nunca. No podía permitirse darse el lujo que él tuviera poder sobre ella.

Avanzo dentro de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Van encarno una ceja divertido mientras la veía acercarse con la peor cara de culo que tenía, la conocía demasiado bien para darse cuenta que Joe solo estaba haciéndose la dura.

—¿Por que no te vas a tu...? Espera, ¿tienes el ojo morado?

—Cortesía de Mr. Gruñón.

Joe abrió la boca en grande sin poder creerlo.
—No me digas que fue por... —el castaño solo meneo la cabeza, sabiendo a que se refería. Joe ignoro el guiño que le hecho—¿Entonces?

—Blake rechazo a Max.

—¡Van! —le reclamo la Stone más joven.

—¿Qué? ¿No sabias?

—¡No!—exclamo Joe sorprendida y volteo enseguida hacia su hermana—¿Que paso? ¿Qué te dijo? ¿Enserio te rechazo? ¿Cómo?

Eran justamente esas preguntas que quería evitar a toda costa. De solo pensar en cada una de las respuestas le rompía el corazón.

¿Qué paso? Fue una tonta, como siempre.

¿Qué le dijo? Que estaba arruinando la amistad.

¿Si enserio le había rechazado? Más que seguro.

¿Cómo? Cruelmente.

Casi de inmediato tuvo que enterrar el rostro entre las manos porque no pudo seguir reteniendo las lágrimas. Joe quito bruscamente a Van del sofá y se sentó a su lado, abrazándola y dejándole reposar su cabeza en su hombro mientras le sobaba la espalda.

—Ya, ya, cariño. No llores por ese idiota.

—Yo sé que no era seguro que le gustara —dijo Maxie soltando lo que le llevaba quemando hacia días por dentro—Pero al menos pensé que seguiría todo normal entre nosotros. Esto es horrible, ni siquiera quiere mirarme.

—Solo han pasado tres días, Maxie, dale tiempo —aconsejo Van despeinándole el cabello—Estoy seguro que se dará cuenta pronto que está siendo un imbécil y que es imposible sacarte de su vida. Él te adora.

Max meneo la cabeza y siguió sollozando, recordando la expresión de Blake y el corazón le dolió aún más. Joe la abrazo aún más fuerte y le hecho una mirada hacia Van. La comunicación fue inmediata: ¿por qué Blake rechazaría a Maxie cuando él era el más evidente de los dos?

La respuesta de Van fue solo menear la cabeza y ella lo entendió: sus fantasmas lo estaban persiguiendo de nuevo.

—No llores, nena. Bebe un poco.

Ese poco se convirtió en cinco latas, una tras otra. Ninguno de los otros dos pudo seguir bebiendo.
Max eructo antes de hablar.

—Quizá es por esas cosas que te rechazo —pensó Van en voz alta y encogiéndose de hombros.

Joe le fulmino con la mirada, haciéndole saber que no era momento de su mierda de honestidad.

—No entiendo, ¿qué es lo que tengo de malo?

—¡No tienes nada de malo!—exclamo Joe prometiendo una golpiza al chico, pero este la ignoro olímpicamente.

—Veras —Van se paró delante de Max con una mano sobre el mentón y la examino de arriba a abajo, haciendo sentir incomoda a la pelicorto—Es que tu... tu eres Max, ¿entiendes?

—Ella ya sabe quién es, imbécil —replico Joe molesta.

—Joe —Max le dirigió una mirada pidiéndole que no interrumpa. Su hermana acepto tras un suspiro y cruzarse los brazos, aun sin dejar de mirar mal hacia su ex novio.

—Max, no te lo tomes a mal, pero tú eres el compadre —se encoge de hombros levantando las manos al mismo tiempo—Tu eres ese amigo con el que te puedes tirar pedos y hacer concursos de eructos, romperle los vidrios al viejo cascarrabias de enfrente y ver todos los martes lucha libre. ¿Qué te puedo decir? No eres exactamente una mujer delante de los ojos masculinos. Yo me entere que eras una niña cuando te crecieron las tetas, porque hasta ese entonces creí que eras un niño. Y tu nombre tampoco ayuda demasiado.

—¡Si serás cabron, hijo de puta! —chillo la Stone del medio levantándose del sillón y agarrando lo primero que vio cerca, y para desgracia del rubio fue un bate de béisbol.

—¡No, Joe! —grito Max tomándola desde la cintura con fuerza para que no se lanzara sobre su amigo.

Van se rio a carcajadas limpias del rostro furioso de Joe, y no evito pensar que se veía muy linda. No había nada mejor en el mundo que sacar de sus casillas a la princesita, y vaya que cuando lo hacía le daban unas tremendas ganas de volver a besarla.

—¡Tranquila, nena! Sabes que lo que digo es cierto. Tan solo mírala —señalo hacia Maxine —Sus pantalones deportivos, esa remera que parece de Vince, y estoy seguro que es de él. Además no tiene curvas y suda como chivo. ¿Qué más quieres?

Max lo fulmino con la mirada ante las crueles palabras. No sabía qué diablos pensaba cuando pidió sinceridad a la persona más cruel y amante de la pura verdad que existía en la faz de la tierra. No dudo en soltar a Josephine, quien casi cae hacia delante por la fuerza con la que seguía impulsando para salirse del agarre.

Van borro la sonrisa socarrona de su rostro y abrió en grande los ojos mientras que Joe sonreía maliciosamente y empuñaba con firmeza el bate.

—Ahora sí que te rompo las piernas.

—¡Max! —chillo Van corriendo hacia la ventana.

—¡Jodete! —le grito está de regreso.

Joe le tiro enseguida el bate al no poder encajarle ni un golpe y viendo como el desgraciado ya estaba por llegar a su balcón. Por suerte, el bate le dio justo en la cabeza.

—¡Santa mierda! —exclamo Van poniendo una mano sobre la zona adolorida y volteo a mirarlas con el ceño fruncido—¡Las Stone son unas locas!

—¡Y tu un maricon de mierda! ¡Te voy a partir la madre si te veo en mi casa, mujeriego asqueroso!—busco lo primero que vio a su alcance y fue la lata vacía de cerveza —¡Y llévate tu basura contigo que pinta muy bien en  tu chiquero!

Justo alcanzo a agacharse antes que la lata le diera en la cara. No dudo en entrar a su habitación y cerrar las ventanas del balcón antes que alguna de las locas se les ocurriera pasar por las ramas del árbol que conectaba las dos casas. Estaría muerto si alguna de las dos le diera una paliza.

—Olvida lo que dijo ese imbécil, Maxie —la castaña volvió a pasar un brazo por sus hombros y a atraerla hacia ella para mimarla—Tu eres preciosa y la mejor chica que ese idiota de Blake pudiera conseguir. Allá él si te pierde.

Pero las palabras se sintieron tan vacías para ella. Sabía que su hermana la adoraba y para sus ojos tenía una versión muy distinta a la que era en realidad: la versión de como la veían los chicos. Van fue su mejor amigo desde siempre y si había algo que destacaba en él es que jamás mentía. Era un chico y le hizo entender que no era atractiva para los ojos masculinos. Y eso incluía a Blake.

Y nuevamente, su poca autoestima desapareció.


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The Lonely Hearts Club. - Página 3 Empty Re: The Lonely Hearts Club.

Mensaje por Jaeger. Mar 03 Oct 2017, 3:29 am

CATULO 02.2.

PERSONAJES: Sisters Stone, Brothers Hounter & Mr. Parker || ESCRITO POR: Stark.



Jueves en la mañana, Max tuvo que soportar las lágrimas con fuerza cuando Blake paso a su lado sin siquiera mirarla y se sentó al fondo del aula. Peor aún fue cuando Grey le pregunto qué era lo que había sucedido entre ellos y no supo que responder. No entendía como este problema se había extendido tanto. Lo que más le dolía era la manera en que Blake la esquivaba. Jamás en su vida creyó que eso pudiera suceder. Ya no la llevaba al colegio, Van lo hacía por él y trataba de animarla, completamente en vano. Ya no se sentaba con ella ni en clases ni en el almuerzo.

Nunca habían estado tanto tiempo separados como ahora.

Se encontró con Damia en su taquilla, la pequeña castaña la esperaba con los brazos cruzados y su semblante tranquilo de siempre, pero Max sabía que ella estaba molesta por ignorarla todos aquellos días. Simplemente no quería hablar de ello, ni siquiera con ella.

—¿Vas a decirme que va mal?

Abrió la boca para contestarle, pero las palabras simplemente no salieron. Damia miro fijamente detrás de su hombro y sonrió levemente.

—Hola Blake.

El corazón de Max se congelo en ese instante. Asustada, ni siquiera volteo a mirar hacia atrás.

—Hola.

Peor desgracia que el casillero de Blake quedara a dos casilleros del suyo no había. Escucho el sonido de la puerta abrirse y luego cerrarse de golpe, después de unos segundos Blake pasó a su lado sin más, sin ningún saludo para ella.

Largo un profundo suspiro mientras sentía el dolor al verlo marcharse y perdiéndose entre las personas.

—¿Paso algo entre ustedes?—dijo Damia mirando hacia por donde se había ido el chico y hacia su amiga.

Los ojos de la pelicorto se llenaron de lágrimas al mismo tiempo que cerraba sus parpados para volver a suspirar. Al abrirlos, su amiga la miraba preocupada.

—¿Maxie?

—Por Dios, Damia, ¿qué hice? —mordió su labio inferior tratando de sostener los sollozos, pero sin evidente resultado.

—Ven, vamos —le rodeo con el brazo por los hombros y comenzaron a caminar hacia el patio.

Ya no importaba asistir a clases, Maxine no creía que podría hacerlo después de soportar tanto.


Hablar con Damia resulto demasiado liberador. Simplemente hablo y hablo, y lloro y lloro mientras su amiga le pasaba pañuelos descartables que llevaba encima. Le conto todo: la manera en que la miro como si fuera lo más despreciable que existiera hasta la manera en que él fingía que ella no existía. Max no quería contarle esto a Damia porque sabía que ella había pasado algo similar cuando se le declaro a Tim, el mejor amigo de la rubia, no deseaba removerle viejas heridas. Pero, ¿quién mejor que Damia para aconsejarle sobre ello?

—Oh Maxie—le sobo la espalda mientras la pelicorto terminaba de sonarse la nariz.

—No sé qué hacer para que vuelva todo a la normalidad.

—Deberías enfrentarlo.

—Ya lo viste, ni siquiera quiere mirarme.

—¡Dejar las cosas así es peor! —Insistió dulcemente su amiga—Se está comportando como un idiota, realmente es un tonto.

—Lo sé. Sin embargo, pienso que yo soy más tonta —se encogió los hombros y se odio por volver a sentir las lágrimas juntarse—Es que... ¿por qué iba a salir conmigo? Hay chicas aún más lindas que yo y están interesadas en él. Yo solo soy el amigote del grupo.

—No es así, Max.

—Claro que sí. Ósea, ¿has jugado alguna vez a la competencia de eructos?

Damia frunció el ceño y meneo la cabeza.

—¿A las luchas?

La chica volvió a negar.

—¿A las...?

—Ve al grano, Maxie.

—Los chicos no me ven como una chica. Ellos solo me ven como uno más —se encogió de hombros y volvió a sonar su nariz en el pañuelo—Estoy en el equipo de luchas, he pateado más traseros masculinos en toda mi vida que ellos mismos. Ni siquiera se avergüenzan de andar en ropa interior delante de mí porque piensan que soy lesbiana...

—Max...

—¿Así va a ser toda mi vida? Yo... —carraspeo antes de hablar, la garganta aún tenía ese nudo malicioso que no le dejaba hablar sin querer llorar—Creo que estoy cansada de no poder alcanzar las expectativas.

—Por favor, Maxine, no todo tiene que ver con ello. Blake enserio es un idiota si no se da cuenta de lo especial que eres.

—Él no siente nada por mí, y por lo que veo, tampoco siente amistad. No entiendo —meneo la cabeza con frustración—¿Por qué tuvo que ser tan cruel? ¿Cómo pudo decir que estaba arruinando las cosas entre nosotros? ¡Es él quien las arruino!

—Quizá necesita tiempo.

—¿Pero cuánto? Hace cinco días que no hablamos. ¡Cinco días!

—No te desesperes, ten un poco más de paciencia.

—Ya estoy cansada de sentirme así—murmuro más para sí misma que para su acompañante.

Damia intento decir algo más, pero fue interrumpida cuando Timothy Crawford se acercó hacia ellas.

—Perdón, no quería...

—No te preocupes —interrumpió Maxie terminado de secarse las lágrimas—Creo que me iré a casa, no me siento bien.

—¿Quieres que te acompañe?

Max le sonrió desganada y negó con la cabeza.

—Tienes algo pendiente. No te preocupes por mí.

—Pero...

—Está bien. Necesito estar un poco sola —susurro lo suficiente para que la rubia la escuchase.

Damia la observo por unos largos segundos hasta que asintió, aunque no estaba completamente segura cuando siguió los pasos de su amigo, pues seguía volteando a ver a Max sentada debajo de la copa del árbol mientras trataba de retener las lágrimas.

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Si buscaras en el diccionario la palabra “Incomodo”, definitivamente saldría una imagen y referencia a la situación que Joe Stone estaba viviendo en ese momento. Allí en el auto de Van, el lugar de encuentro que habían programado luego que él le llenara la casilla de mensajes y saturado el WhatsApp con mensaje tras mensaje.

Cuando le había contado a Kalea, esta se quedó con la boca abierta.

—No me mires así, dime algo —dijo Joe nerviosa.

—No me la puedo creer. ¡¿Te acostaste con Van?!

—¡Kalea, joder! —chillo tapándole la boca y mirando hacia ambos lados, con miedo de que alguien la escuchara—No grites, demonios.

—¿Por qué carajos tardaste tanto en contármelo? —replico la castaña quitándole las manos de su boca —¿Así que es por eso que no te vieron después de la pelea? Pensé que te habías ido a tu casa.

—Debería haberme ido a casa —resoplo Joe y se abrazó a si misma—Ahora Van se ha convertido en el acosador número uno del planeta. Es más, estoy segura que podría aparecer en cualquier momento.

—Estás paranoica—se burló su amiga.

Y si que lo estaba, y con toda la razón. No fueron mas de un minuto que Van apareció y se la llevo a rastras hacia el estacionamiento. Kalea simplemente se rió de la situación y se marcho con Tim que había ido a buscarla junto con Damia. Joe podía saborear la traición de su mejor amiga.

¿Ahora que debían hacer? Los minutos pasaban y ninguno de los dos decía nada. Era tan extraño que justamente Hounter se quedara sin palabras después que él había insistido en que necesitaban hablar de lo que sucedió. Joe se sentía confundida y extraña, porque si antes reprimía todo lo que sentía por el chico, ahora parecía casi imposible. Siempre amo a Van. Tenía defectos como todo el mundo, no es como si ella fuera tan perfecta como se hacía ver. Pero simplemente él había tocado su corazón como ninguna otra persona y sabía que le pertenecería para toda la vida. Haber perdido su virginidad con Van era algo que no podía arrepentirse nunca, fue con alguien especial y la cuido como nadie lo hubiese hecho.

Un minuto más de silencio y no lo soporto.

—Solo habla —suspiro cansina —No tengo todo el tiempo del mundo.

—No es tan fácil.

—Claro que lo es. Solo di lo que tengas que decir.

—Lo del sábado…

—Lo del sábado se queda en el sábado.

—¿Por qué? —frunció el ceño de inmediato, volteando a verla por primera vez. Joe se sintió tan intimidada por esos ojos cafés —Seamos sinceros, Joe: lo nuestro nunca fue historia. Lo que sucedió fue una demostración de ello.

—¿No deberíamos solo dejarlo? Digo, no es como si tú quisieras ser mi novio y dejar de ser un gigolo.

—El problema es que no quiero dejarlo, nena.

Casi sintió las lágrimas acumularse en sus ojos, pero fue más dura para reprimirlas como nunca. En verdad no quería volver a caer en las garras del maldito, sabía que si flaqueaba un solo segundo terminaría en su cama como sucedió el fin de semana y era lo que necesitaba evitar. No podía dejar que Van supiera todo lo que él le provocaba y hasta qué punto. Si lo hacía, la poca dignidad que seguía sosteniendo se desbordaría.

—No hagamos esto más complicado, Van. Estábamos bien como antes.

—Y una mierda, Joe. No estábamos bien,  siempre peleabamos.

—Cuando salíamos también peleábamos.

—Éramos unos críos, Joe. Si, fui un gilipollas contigo y la cague. Lo siento y lo sentí todo este tiempo —dijo con sinceridad, notando que los ojos de Joe se iluminaban—Pero sabes bien que nunca deje de quererte.

—Van…

—Solo dame una oportunidad, Joe. No voy a cagarla.

—Esto es estúpido, yo…

—Joe, por favor.

Van le tomo la mano y la llevo hasta sus labios, dándole un tierno beso que la hizo suspirar de nuevo. Casi podía sentirse completamente agotada por los encantos. Estaba cayendo de nuevo, una parte de ella no le importaba porque lo único que quería era estar con él como todos esos años siempre quiso, otra le insistía que todo era un truco y que creerle sería lo más estúpido que hiciera en la vida.

—¿Y qué pasa si no funciona? En verdad, no quiero volver a crear problemas entre los cuatro.

—Ya hay problemas con Blake y Max. Pero no es como si realmente pudieras ignorar lo que paso. ¿O sí?

Tuvo que darle la razón a regañadientes.

—Mira, podemos ir tranquilos y a tu ritmo. Hare todo lo que quieras, solo dame otra oportunidad, nena.

Medito por unos segundos hasta que simplemente la parte suya de querer estar con él gano.

—Lo pensare.

—No quiero que lo pienses, quiero que me digas si quieres estar conmigo —insistió, tan terco.

—Dijiste que sería a mi ritmo, este es mi ritmo.

—Hazme sufrir si te apetece, está bien, pero no así…

Joe lo alejo en cuanto noto que se acercaba para besarla.

—Si no quieres aceptar mis condiciones, no lo hagas. Siempre habrá otro que esté de acuerdo.

—Y una mierda.

—Entonces, compórtate.

Van le sonrió juguetón al mismo tiempo que le quitaba la mano que marcaba la distancia y la atraía con la mano libre hacia él. La beso sujetándola desde la nuca, Joe apenas y se resistió, dejándose vencer una vez más por el sabor de sus labios.

—Estas pidiendo lo imposible, nena.

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Un largo día y Jacqueline Stone sabía que aún le quedaba un largo camino para que la noche caiga. Pese a ser la primera semana para la universidad, ya tenía un trabajo práctico que presentar, la entrega de un borrador y la fecha de presentación para el siguiente diseño. A veces maldecía a los profesores y sus ansias de dejarlos sin vidas a tan temprano del año escolar.

Aún tenía en mente la noche del sábado donde Dan Hounter apareció delante de ella con su sonrisa despreocupada y simplona queriéndole dar una vuelta de 360º a su vida. Admitía que los Hounter parecían tener algún tipo de habilidad para perturbar a las personas, sobre todo si te tenían en la mira justo como Dan lo estaba haciendo con ella.

Tras un largo suspiro, retiro de la máquina de bebidas su energizante en lata y prosiguió a abrirla.

—No te hará bien a tu gastritis, Jay.

Sonrió sin ganas volteando a ver a la única persona que la llamaba así, Bastian Longaster. Se habían vuelto amigos desde el año pasado cuando la facultad de pedagogía y de diseño coincidieron en el mismo bar. Jack recordaba perfectamente esa noche: se emborracho a más no poder y fue Bastian que la llevo sobre su espalda hasta su casa. Todavía podía recordar la cara de Vince Stone cuando vio que un chico traía a su nena a la casa completamente borracha. Por un pelo que Bastian no fue molido a golpes por el ex boxeador, y él aseguraba estar feliz de tener piernas rápidas.

Pero pese a ello, Jack no sabía realmente demasiado de Bastian. Sí que había sido adoptado por una familia y fue un chico malo en el pasado, pero a él no le gustaba indagar demasiado en ello y siempre lo dejaba de lado. Por otra parte, no es como si ella realmente fuera demasiado abierta con él. Sin embargo, Jack podía encontrar un amigo confortable y sincero en él.

—Mi gastritis está bien, Bas. Ve a fastidiar a otro lado —aleteo con la mano, como si esperara que se esfumara.

Bastian le sonrió de inmediato.

—¿Vas a tu casa? Te llevo.

—Voy al gimnasio de Vince. Tengo que supervisar el entrenamiento ahora que esta de viaje con su campeón.

—Pensé que eras cinta negra en taekwondo —comento siguiéndola hacia la salida que dirigía hacia el estacionamiento.

—También aprendí boxeo. ¿Te gustaría que te enseñe?

—¿Y convertirme en tu saco de arena? Gracias, pero declinare tu oferta.

—Te estás perdiendo de la grandiosa Jack Stone, bebe.

—Y de unos buenos moretones, seguramente.

Jack soltó una breve risa que Bastian acompaño con una sonrisa. Era relajante tener a alguien así.

—¿Qué tal estuvo esa fiesta de adolescentes? ¿Grey se comportó?

—¿Cuando tu hermana se comporta?

—Ey, ella es una buena chica —replico con el ceño fruncido.

—Eso no la salvo de salir sobre la espalda de su amiga. Estaba completamente borracha.

—Es la mala influencia de tus hermanas.

—También —reconoció Jack con rencor. Más de una vez sus hermanas le habían echado la culpa a ella por beberse las cervezas de Vince.

—Pero he notado algo extraño —dijo Bastian abriendo la puerta de la salida, dejándola pasar primero.

—¿Qué cosa?

—Has estado muy pensativa.

Jack no le contesto. Puede que fuese verdad, puede que había estado pensando en un pelinegro con ojos cafés y sonrisa coqueta toda esa semana porque su regreso realmente le afecto más de lo que pensó. ¿Y cómo no? Todavía podía recordar tocar la trompeta desde su balcón y Dan acompañándola con el saxo. Estuvieron juntos en la secundaria en una banda de jazz, convirtiéndose en un equipo.

—Y tú estás muy imaginativo.

—Y también estas evasiva.

Jack suspiro y detuvo sus pasos para decirle que dejara de indagar en ella, pero la persona que venía hacia ellos la distrajo: era Dan, con las manos en los bolsillos de sus jeans apretados y el rostro serio, tan serio que se le hacía casi difícil reconocerlo.

—Carajo.

—¿Qué pasa?—el castaño volteo hacia atrás observando a la persona que se acercaba —¿Lo conoces?

—No. Vámonos.

—¡Jackie! —exclamo Dan colocándose delante de los dos, impidiendo el paso.

Bastian lo observo con curiosidad a la vez que se dirigía a una seria Jack.

—No me llames así. ¿Qué haces aquí?

—Vine a inscribirme.

—Las inscripciones ya cerraron...

—La secretaria fue muy amable de tomar mi inscripción —se encogió de hombros con su típica sonrisa de imbécil sin quitarle los ojos de encima.

Genial, hasta Gertrudis había sido seducida.

—Bien, ten un buen año. Andando, Bas.

—¡Espera! —Dan volvió a entrometerse en su camino, sin dejar que diera un solo paso —Creo que no nos has presentado.

—Bastian Longaster —extendió la mano el chico con una sonrisa amable—Yo soy un ami—...

—Mi novio —interrumpió Jack de repente, sintiendo la mirada incrédula de Bastian sobre ella.

—¿Tu novio? Él no parece muy seguro.

—Yo...

—Lo es. ¿Cierto, Bas?

Su amigo la miro sin saber que decir, no fue hasta que los ojos de Jack se abrieron en grande y le transmitieron la futura golpiza en manos de la teakwondista si se negaba.

—Sí, cierto —asintió con la cabeza, aun curioso por todo lo que estaba sucediendo.

—Un placer —solo en ese entonces Dan tomo su mano, apretándola con más fuerza. Bastian, lejos de enojarse, embozo una sonrisa divertida, molestando aún más al pelinegro—Soy Dante Hounter.

—Lo mismo—se soltó del agarre y agito su mano para alivianar el dolor —¿Conoces a mi Jay buby hace mucho?

¿Jay buby?

La pelirroja lo fulmino con la mirada, pero Bastian la ignoro.

—Somos amigos de la infancia.

—Ya veo. Entonces, te veré seguido —atravesó su brazo por los hombros de Jack, atrayéndola hacia él. La mirada de Dan se oscureció al instante—Ten un buen año escolar, nosotros ya nos vamos. Adiós.

Caminaron pasando al lado de Dan, directo al auto de Jack. Se marcharon en cuestión, y ella no evito observar desde el espejo retrovisor la figura del chico. Solo cuando doblo en la esquina, fue cuando finalmente pudo realmente centrarse en la carretera.

—Ahora tienes que explicarme muchas cosas, Jay. Esto no fue gratis.

—No es como si tuvieras otra opción. Te hubiese roto las piernas si te negabas.

—Tu grado de agresividad también afecta a tu gastritis.

La Stone mayor resoplo al instante.

—Créeme. Mi gastritis no puede estar peor que ahora.

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—¿Hay algo que quieras decirme, Joe?

Esta meneo la cabeza haciéndose la desentendida mientras ajustaba el traje que la madre de Blake le había pedido que hiciera para él, pronto seria la boda de la prima del pelinegro.

Habían estado en su habitación aproximadamente media hora para que Joe terminara de ajustar el traje. Ni siquiera hablaron sobre el asunto de Van o Maxie, lo que por una parte ambos agradecían, aunque tenían los reclamos atragantados en la garganta. Josephine por la manera en que su amigo trataba a su hermana y Blake porque ella se había metido con Van otra vez, como si le gustara ser masoquista sabiendo como terminaría ello.

—Lo digo porque estas prácticamente clavándome los alfileres.

—Que sensible estas —le sonrió falsamente Joe—Solo cállate y déjame terminar esto.

—Olvídalo—Blake la aparto tomándola de las muñecas y dando dos pasos hacia atrás —No quiero terminar como un colador.

—Créeme, en mis manos terminarías peor que un colador.

—Por eso mismo—el chico se quitó el saco dejándolo arriba de la cama y prosiguió a quitarse los pantalones hasta quedar en bóxer—Déjalo como esta, me da igual.

—Ya había terminado de ajustarlo, de todos modos —replico Joe con los brazos cruzados mientras lo veía ir hacia el balcón—¿No quieres que te preste mi bata? Siempre andas saltando el balcón en bóxer, algún día van a cacharte y te tomaran fotografías.

—Es preferible eso a esa bata rosa tan fea —la señalo colgada detrás de la puerta

—¡No es fea!

Blake le echo una media sonrisa antes de volver a caminar hacia el balcón.

—Espera —lo llamo la pelinegra, deteniéndolo—Blake, ¿por qué rechazaste a Max?

—No creo que eso sea de tu incumbencia.

—La hiciste llorar.

Vacilo por un momento, pero no dejo ver lo afectado que se sintió al saberlo cuando ella lo dijo. Sin embargo, Joe lo conocía como la palma de su mano y sabía perfectamente que significaba ese pequeño titubeo. No por nada habían sido mejores amigos tantos años. Con Blake, los silencios se comprendían mejor que las palabras.

—Es lo mejor.

—¿Para quién? Todos sabemos que te gusta Max, ¿entonces?

Blake suspiro frustrado y le miro con el ceño fruncido de siempre, solo que más pronunciado.

—¿Qué tienen Van y tú que vienen con la misma mierda?

—Nos preocupan. No quiero que terminen como nosotros, y seguramente a él le sucede lo mismo.

—Primero ocúpense la mierda entre ustedes antes de meterse en la de los demás —sentencio duramente antes de saltar hacia su balcón.

Joe corrió hacia el balcón sin poder contenerse, recordando las lágrimas y lo triste que se sentía su hermana. Agarro las prendas en el camino.

—¡Hiciste que Maxie se sintiera como basura!

Blake se detuvo para cerrar los ojos y suspirar, deseando que su amiga se callara la boca, pero sabía que era imposible.

—¡Ahora ella cree que nunca va a poder encontrar el amor por tu culpa! —exclamo enojada y le tiro la ropa que cayó en el balcón vecino—Mas te vale que te disculpes, si antes tenía el autoestima por los suelos, ahora se fue al quinto infierno de Dante. Y dile a Jack que te ayude con eso, yo ya no estoy disponible para ti, cobarde de mierda.

Joe cerró bruscamente las puertas ventanales de su balcón y corrió las largas cortinas aun fulminándolo con la mirada. Blake tomo las prendas con desgano y se metió dentro de su habitación cerrando la puerta tras de él. Se sentó sobre la cama mientras aun pensaba en las palabras de la pelinegra y los ojos tristes de Max cuando le dijo toda esa basura. ¡Pero es que ella no tenía por qué arruinar las cosas entre ellos! ¿Qué quería? ¿Que terminaran como Van y Joe, teniendo una relación enfermiza que solo estaba destinada al fracaso?

Volteo a mirar el cuadro que había sobre su mesita de luz, en él estaba una fotografía que se habían sacado a principios de verano: Maxine a su lado sonriendo tan alegre y risueña como siempre, él salía como en la mayoría de las fotos, siempre serio y frunciendo el ceño. Pero lo cierto es que ese día en particular se había sentido muy feliz, junto con Max fueron a todos lados donde se les ocurría y se la pasaron en grande. En verdad, no existía un día donde no la pasara bien con ella, era fácil y rápida de entender, jamás hacia escándalo por nada y tenían los mismos gustos. Maxine era la única persona que lo comprendía, y realmente esperaba que esta vez también lo hiciera, por más egoísta que fuese.

Las cosas ahora estaban mal, sobre todo si Joe y Van metían sus narices donde no les importaba. Guardo el cuadro dentro del cajón y se recostó en la cama suspirando, aun pensando en las palabras de Josephine y el rostro triste de Maxine.

—Soy un gran idiota.

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Apenas lo escucho salir de la boca de la castaña, Joe se rio de inmediato mientras que Jack la miraba con curiosidad.

—¿Un club de corazones solitarios? —repitió Joe divertida meneando la cabeza—¿No es eso una canción de los Beatles? Si te escucha Vince, va a pensar que te uniste a un club de los Beatles y se va a poner de malas.

No es como si le hiciera falta recordarle. Vince Stone estaba tan obsesionado por los Rolling Stone como los padres de Grey Longaster lo estaban por los Beatles. Había prohibido a Ringo, John, Paul y George y su música en la casa mientras él estuviera vivió. Max aun recordaba el berrinche que su padre, un mecánico y boxeador retirado, le hizo a las más grandes de su hija cuando esta replico que era la música más bella que había escuchado en su vida, opacando la "basura" de los Stone.

—¡Esta en nuestra sangre! ¡Somos Stone!—repetía una y otra vez su padre cada vez que en la casa resonaban los Beatles.

—Por eso es que no podemos ir a cenar a ningún lado contigo —le reclamaba Jack molesta.

Maxine aún se ponía roja de la vergüenza cuando recordaba a Vince y el padre de Grey discutir sobre cuál era la mejor banda de todos los tiempos en la reunión de padres y maestros. Definitivamente, Vince pondría un grito sobre el cielo. Agradecía que estuviese en otro estado presentando a su nuevo pupilo en la pelea de aquella noche.

—No es un club de los Beatles, en verdad no sé a qué viene realmente —se encogió de hombros y se dejó desplomar con desgano sobre el sillón de la sala.

Joe, sentada en el sillón individual y acariciando a Jagger, quien se retorcía de gusto por las caricias, la miro incrédula y aun divertida. Jack bebía su café desde el marco de la puerta que iba directo hacia la cocina.

—¿Entonces, Grey te envió un mensaje con que iban a ir a un club y ya?

—Sip.

—Que locura. ¿Que será?

—Es un club donde te centras más en pasar la preparatoria sin salir con chicos y disfrutar de tus amigas —contesto Jack con serenidad, obteniendo la atención de sus hermanas.

—¿No se puede salir con chicos?—inquirió Joe horrorizada—¿Qué tipo de castigo es ese?

—¿Enserio?

—Seh. Estuve de moda cuando era adolescente. Incluso teníamos uno en la secundaria, yo me uní a ellos.

Joe y Max se miraron sorprendidas.

—¿No querías salir con chicos?

—Me interesaba más una vida escolar más saludable y menos problemática. Pero en el que estuve la mayoría de las chicas perdieron el interés de inmediato y salían con chicos a nuestras espaldas, faltaban la mayoría de las veces a las reuniones de los sábados y el club se desintegro. Trágico, muy trágico —se encogió de hombros y le dio otro sorbo a su café—Pero hoy leí un artículo, van a estar las fundadoras del club original.

—¿Entonces, Max entrara a un club para que no pueda salir con chicos?—Joe abrió la boca en grande sin poder creerlo —¡No puedes hacer eso! ¡Estoy organizando una cita para ti!

—No quiero una cita —replico incomoda la chica —Las citas que organizas siempre se escapan con la excusa de ir al baño.

—Admito que he elegido mal, ¡pero no puedes dejar de salir con chicos! ¿Qué pasa si Blake se da cuenta de que es un idiota y va hacia ti?

La pelicorto sonrió con tristeza.

—Eso jamás va a suceder.

—¡Eso no lo sabes!

—No la fastidies —interrumpió Jack —Quizá es lo que andes necesitando, Max. Poder femenino.

—¡Hay una diferencia muy grande entre hacerse monja y centrarse en ella!

La bocina sonó de pronto, distrayendo a las hermanas de la discusión.

—¡No vayas! ¡Te lavaran la cabeza!

Max volteo a ver a Jack, quien le sonrió y asintió con la cabeza.

—Ve, nena. Aprender un mundo sin bolas te ayudara, no termines como ella —señalo a la pelinegra, dejándola boca abierta y ofendida.

Ni tonta ni perezosa, Maxine agarro su chaqueta y camino rápidamente hacia la puerta aun escuchado los reclamos de Joe hacia Jack por como la había llamado. Había un 50 y 50 de que ambas tuviesen razón, pero no por nada su amiga la había llamado.

Un club que se centraba solo en ellas. Quizá es lo que le hacía falta en su lucha diaria de empezar a quererse.

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Haberle hecho caso a su hermana mayor fue lo mejor que Maxie había hecho en toda la semana. El club le dio un punto de vista que antes no había contemplado: ¿por qué perder tiempo en los chicos si podías disfrutar tu vida en la preparatoria disfrutándola con personas que buscaban divertirse? Al principio no estuvo demasiado segura, pero apenas y Penny y Eleanor comenzaron a explicar a lo que iba, lo que harían en las siguientes semanas y lo que realmente se trataba el club, no dudo un segundo en apuntar su nombre en la lista de miembros. Grey había compartido tanto como ella su emoción que no dudaron un segundo en quedar el próximo sábado para ir juntas con Annie y Damia.

—Mi chica Beatle —pronuncio apenas la vio en su taquilla el lunes por la mañana, la cual quedaba al lado de la suya.

—Mi chica Stone —le guiño el ojo la rubia mientras saca un libro desde adentro—¿Qué tal tu fin de semana?

—Ya sabes, entrenando —se encogió de hombros sin prestarle importancia antes de volver a hablar con una gran sonrisa —Todavía sigo emocionada por lo del club ¡Me encanta!

—Sabía que te agradaría. Ya pareces la de antes.

—Decidí una cosa —Max se puso seria, llenando de curiosidad a su amiga—Si los chicos no me ven como una chica, ¿por qué yo verlos de la misma manera? Digo, no es como si realmente hubiera algo especial en salir a citas. Yo ya soy especial de por sí.

—¡Esa es la actitud, Maxie! —exclamo Grey contenta y choco los cinco con la pelicorto—Hay que buscar más miembros. Estoy segura que en esta escuela hay muchas sufriendo por los gilipollas.

—Deberíamos repetir volantes en la escuela.

—Habría que consultar con Penny y Eleanor.

—Ya consulte y estoy en espera de su respuesta —levanto el pulgar y soltó una risita risueña—Estoy emocionadísima con esto.

—Se nota, se te ha vuelto color en la cara. ¿O será que las cosas con Blake cambiaron?

Max negó con la cabeza con una sonrisa triste.

—Lo siento —dijo de pronto Grey, notando el cambio de ánimo.

—No te preocupes. Esto era lo que necesitaba. Espacio y concentrarme en algo más. De todas formas, las luchas tienen que tener mi completa atención, sobre todo este último año.

—La universidad —suspiro rubia con frustración—¿Aun no te decides cuál?

—Nah. ¿Y tú?

—Neh.

Ambas rieron en unisón, volviendo al tema del club y encimadas en ello.

—Hola.

La charla se vio interrumpida cuando la voz de Blake sonó en el pasillo. Max volteo a mirarlo al instante ciertamente sorprendida y nerviosa, un incómodo Blake no se atrevía a mirarla, solo habría su casillero para guardar sus libros y sacar los necesarios para la próxima clase.

Maxie le sonrió por primera vez sin culpas ni resentimientos, aunque por dentro aun existía ese revoltijo.

—¿Qué tal, gruñón? ¿Te has divertido en la clase de química?

El pelinegro la miro por un segundo notando la sonrisa sincera en el rostro de la chica. Parecía alegre y energética, como de costumbre lo era. Lo que si noto fue la mirada fulminante que Grey le dirigió, pero simplemente la ignoro.

—Lo mismo de siempre.

Max fingió vomitar y luego volvió a reír.

—Nos vemos —lo saludo alegremente con la mano y enrollo su brazo con el de la rubia —¡Hay pizza hoy en el almuerzo! Vamos antes de que se la terminen.

—Annie está reservando lugar para nosotras en la fila.

—Estoy hambrienta, necesito calorías en mi cuerpo.

—Y una buena coca-cola.

—¡Ahí le vamos!

Un cambio repentino de humor en Maxie y Blake ya intuía que lo que estaba sucediendo no iba a gustarle nada.  

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A unos casilleros más alejados, Joe parloteaba y parloteaba sin siquiera prestarle atención a Kalea. La cita con Van el sábado había resultado muy romántica desde la pequeña casa del árbol que había en el patio de este; velas, cena y millones de besos que compartieron. Pese a que no quiso llegar más que eso, Van había sido dulce y encantador que no olvidaba todavía lo fuerte que latía su corazón y la esperanza que todo saldría bien ahora. Incluso habían quedado en salir el viernes a cenar a un restaurante. Trataban de mantener la relación aun no establecida del todo en secreto hasta que finalmente formalizaran. Pero si seguía todo como hasta ahora, no tardarían en anunciarlo.

Cuando Joe levanto la mirada por primera vez para que esta hablara, lo que vio no le gustó nada: Kalea estaba seria y cruzada de brazos sin tocar su pizza en lo absoluto desde las mesas de afuera.

—Por favor, no me regañes —resoplo Joe a la defensiva —Es tu culpa, tú me dejaste sola con él y, por ende, que me sedujera.

—No es eso...

—¿Entonces? ¿Qué es esa cara de perro?

—Veras...

—Ya sé. Te preocupa que te deje de lado —Joe estiro su mano para tomar la de su amiga—Ya te dije que no lo hare. Voy a seguir yendo a verte a tus partidos y a pisar ese horroroso campo de soccer con mis hermosos zapatos. Por cierto, ¿viste los que llevo puesto? ¡Los hizo Jack solo para mí! Puede ser gruñona y odiosa a veces, pero es dulce y talentosa. ¿No lo crees?

—Es que...

—Le diré que te haga un par para ti, ¿qué te parece? —retiro su mano sin dejar de sonreírle y abrió su lonchera para sacar su ensalada cero calorías —No puedo almorzar pizza, necesito llegar perfecta para la cita del viernes. ¿Piensas que me iría mejor un vestido turquesa o celeste?

—¿No son lo mismo?

—Claro que no, tontita. ¡Oh, ya se! ¿Hueso o blanco? ¿O quizá parecerá que quiero ir al altar? Mejor, ¿por qué no naranja o anaranjado? ¡Y no son lo mismo! Son muy distintos. Estoy pensando en usar mis zapatos...

—¡Vale! —Kalea golpeo la mesa, interrumpiendo el parloteo. Josephine la miro con los ojos bien abiertos.

—Lo volví a hacer ¿verdad?

—No es eso.

—Lo siento, sabes que cuando me emociono hablo sin parar. Perdona.

—Joe —suspiro Kalea con pesadumbre —No es eso, es que tengo que decirte algo muy importante.

—¿Mas importante que saber que usare en mi cita con Van el viernes?—replico Joe con el ceño fruncido.—Dime, ¿qué es lo que pasa?

—No va a gustarte lo que te diga.

—Eso nunca te detuvo para serme sincera, Kal.

—Es que...

—Estas celosa —interrumpió de repente, dejando sorprendida a la castaña. —Eres mi BFF, ósea, my best friend forever. Ya sabes, nada que tenga bolas abajo o vagina importara más que tú, excepto Brad Pitt, y eso ya lo tienes asumido.

—Por Dios, Joe, déjame hablar.

—¡Pero si lo estoy haciendo!

—¡Claro que no! ¡Sigues y sigues parloteando!

—Vale, vale, lo siento —levanto las manos al aire y le hecho una sonrisa a su amiga—Habla, prometo cerrar el pico de una buena vez.

Kalea la miro profundamente, como si tratara de tomar coraje para hablar. Joe estuvo a punto de romper su promesa, pero con esfuerzo se mantuvo fiel a ella.

—Joy, el domingo fuimos con Etzel, Tim y Damia a los bolos y... verás —la castaña trago profundo, sabiendo que esto iba a dolerle demasiado a la pelinegra—Vimos a Van con otra chica en su auto. Se estaban besando.

La Stone soltó una risita y meneo la cabeza.

—No te entiendo, Kal.

Su amiga bajo la cabeza con culpa.

—Lo siento.

Josephine sabía perfectamente lo que era que le rompieran el corazón, sobre todo si ese alguien fuese Van. Él había sido el perfecto idiota que la hizo sentir como si no valiera lo suficiente para permanecerle fiel, como si todo el esfuerzo que pusiera en su relación no significara nada. Pasaba horas y horas sobre el espejo para verse hermosa y deslumbrante, ser el centro de atención nunca le molesto y lo ansiaba, aun mas si era por los chicos. Pero cada vez que le rompían el corazón se sentía patética y utilizada.

Así es como se sentía cuando las palabras sinceras de Kalea le llegaron a lo más profundo. No existía manera en que su amiga le fallara, no cabía lugar a ello. Sus manos estaban en el fuego por ella y eran pocas cosas que no cambiarían a lo largo de su vida. Aun así, pidió que se lo repitiera, como si esperara que solo se riera y le dijera que estaba jugando con ella. Los ojos cafés tristes le expresaron la pura realidad.

—¿Estas segura que era Van?

—Aunque fuese ciega lo reconocería.

Joe se llevó la botella de agua a la boca y la bebió un gran sorbo antes de levantarse del asiento. Kalea la imito al instante, alarmada.

—Joy, no vayas a...

—Voy a romperle su mismísima madre.

—Es que... ¡Joe!

No le hizo ni el más mínimo caso, ni siquiera a las miradas curiosas que se posaron sobre ella. Sus pies caminaban tan rápido que sin darse cuenta ya estaba corriendo hacia el estacionamiento donde Van solía estar en la hora del almuerzo para fumar cigarrillos junto con Blake para que nadie los viera de infraganti. Lo alcanzo a divisar a la distancia, sin siquiera prestarle atención a la presencia de Blake y de Damen, uno de los mejores amigos de Van, apoyados sobre el auto de este.

Llego con la respiración agitada y escuchando a Kalea gritando su nombre a la distancia. El rubio de inmediato se acercó hacia ella, preocupado al ver su rostro pálido.

—Nena, ¿estás bien?

No supo hallar las palabras en ese momento, parecía tener un nudo en la garganta que no le permitía dejar salir ni un sonido a menos que empezara a llorar, y solo los dioses sabían cuanto se estaba reprimiendo para no soltar el llanto que se estaba acumulando dentro de sí.

—¿Es verdad?

—¿Qué cosa?

—¿Es verdad que estuviste con otra chica el domingo en la noche? —noto la expresión de Van pasando a confusión a una seria y arrepentida.—Responde.

—Joe...

—¡¿Es verdad o no?!
El silencio en Van lo confirmo. Ni siquiera necesito escuchar sus palabras para que sus ojos se llenaran de lágrimas.

—Lo siento, nena. Soy un imbécil.

Su mano directamente fue hacia su mejilla y la cara de Van a un costado de la cachetada que le propino.

—Soy una estúpida —sollozo quitándose con brusquedad las lágrimas que caían por sus mejillas, pero parecía en vano cuando estas seguían cayendo —¿Cómo puede volver a confiar en ti?

—Nosotros no estábamos saliendo oficialmente, por lo tanto... no te fui infiel.

Como si no bastara con que la ilusionara y la tratara como una más de sus muñecas, ahora pretendía zafarse de toda culpa.

Joe lo miro y por primera vez en su vida no reconoció a la persona que tenía en frente. Si, sabía que lo que paso con Van hace años quizá se debió a que ella era muy celosa y dependiente de él, que si podía ser que la cago porque eran chicos y tenían millones de cosas que querían experimentar. Pero ella había confiado ciegamente su corazón una vez más y esperaba que al menos tuviera la delicadeza de no volver a lastimarla de nuevo. Prefería mil veces que él terminara con ella a que la engañara, porque no dejaba de ser engaño cuando le había prometido el cielo y las estrellas.

Dio dos pasos hacia atrás cuando intento acercarse.

—No quiero volver a verte nunca más.

—Joe...

—Es enserio —expreso lo más sincera posible, aun sintiendo sus lágrimas caer sin darle revancha—No quiero volver a verte en mi vida.

—Espera, Joe... ¡Joe!

Corrió lo más lejos que pudo del lugar sin siquiera importarle las clases o sus pertenencias en su casillero. Necesitaba salir de allí, necesitaba huir lo más pronto posible antes que la realidad la consumiera.

Otra vez, otra vez jugaban con ella y la desechaban a su antojo. ¿Cuándo iba a terminarse todo ese ciclo enfermizo?

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Sus piernas avanzaron lo más rápido que pudo y lo que las personas le permitieron, pues había montones y montones reunidos en el estacionamiento, no dudo un segundo en dejar su sabrosa pizza con queso extra para correr hacia el lugar. Las cosas estaban peor de lo que esperaba: ninguno se daba chance en los golpes, incluso Blake había estampado a Van contra el capot del auto para comenzar a repetir golpe tras golpe.

—¡No, Blake! —chillo llegando hasta él y agarrándolo del brazo, tratando de pararlo.

—¡No te metas en esto, Maxine! —solo le basto un segundo en hacerla a un lado moviendo bruscamente su brazo, dándole con el codo en la nariz.

Max cayó con el trasero sobre el suelo y de inmediato puso una mano sobre su nariz, sintiendo la sangre caliente salirle de esta. Damen la levanto al instante poniéndole un pañuelo en la nariz.

—Joder, Max, estas sangrando —dijo preocupado, tomando distancia de la pelea.

Fue un segundo en que Van y Blake observaron el rostro de Maxine cubierto de lágrimas de dolor y el pañuelo llenarse de sangre. Van le pateo en el estómago al pelinegro para lanzarse sobre él, repartiendo puñetazos.

—¡No, Van! —chillo Max intentando acercarse.

—¡Ayúdame en esto! —le grito Damen a Grey.

Mientras su rubia amiga la sostenía para que no interviniera, Damen y otro chico rubio separaron a los dos para terminar la pelea. Stone se horrorizo al verlos a ambos con la cara ensangrentada, sin dejar de fulminarse con la mirada el uno al otro.

—¡Blake! ¡Amor!

Su mirada fue directamente a Stacy, una de las porristas de la escuela, quien se acercaba hacia un enojado Blake que no quitaba la vista sobre Hounter. Esta lo tomo del brazo, tratando de tocar su cara con las manos, pero Blake le aparto con brusquedad.

—¿Estas saliendo con ella?—pregunto Van escupiendo al suelo sangre.

—¿Te importa?

Van le dirigió una mirada que puso nerviosa a Max.

—Algún día te vas a arrepentir, Parker.

—¡No me vengas con mierdas moralistas, hijo de puta!

Hicieron falta dos chicos más para detener a Blake antes que le soltara encima del rubio.

—Tranquilo, amigo, no causes más problemas —le dijo Damen, tratando de calmar las aguas.

—Burro hablando de orejas —sonrió sin gracia y se soltó brusco del agarre.—Esto no se me va a olvidar nunca, Blake.

—Lo mismo para ti, Hounter. Te dije que no la jodieras con Joe.

Max estuvo a punto de preguntar qué diablos era lo que estaba sucediendo y por qué Joe y ella estaban en el medio de todo. Desgraciadamente, el director llego y llevo a ambos a la oficina para dictar el castigo. Apenas llevaban una semana de clases. Aun peor, llevaban una semana y ya habían peleado en dos ocasiones. Van era insoportable y Blake intolerante, pero jamás se habían liado a los golpes así, era como si realmente quisieran hacer daño.

—¿Qué paso? ¿Por qué actuaron de esa forma?

Damen suspiro antes de volver a Grey y contestarle.

—No es asunto tuyo.

—Pero si es el mío —replico Max quitándose el pañuelo de la cara, notando que ya no sangraba —¿Qué paso?

—Deberías preguntarle a tu hermana.

El chico de rulos se alejó rápidamente de ellas, sin dejarle una respuesta clara.

Damia y Annie llegaron a su lado.

—¿Y ahora?

Maxine suspiro cansina por todo lo que estaba sucediendo.

—No lo sé. Sinceramente, no lo sé.

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Definitivamente, lo que había sucedido era solamente su culpa. Existía una diferencia muy grande entre desconocer y conocer algo a la perfección. Equivocarse por no saber era comprensible y debía valorarse el aprendizaje, pero lanzarse a un pozo sabiendo que lo único que esperaba era un impacto fuerte y doloroso, eso ya era de masoquista. Aun así, Joe quiso creer que esta vez las cosas irían por un rumbo distinto.

Siempre era igual. No importaba si era Van u otro chico. Todos le hacían lo mismo. La ilusionaban, la volvían una chica tonta y dependiente de ellos y sus opiniones, que siempre terminaba olvidando lo más importante en la vida: quererse a sí misma y valorarse antes que a nadie. ¿Cómo se atrevía a dar un discurso sobre el amor propio hacia su hermana menor cuando se fallaba una y otra vez? ¿De qué servia hacerlo?

Al final, con amargura, debía reconocer que Jack tenía razón: era demasiado ingenua y entregada, demasiado superficial e hipócrita.

Otro sollozo se escapó de su garganta en el momento en que la puerta se abrió y sus dos hermanas entraron. Max de inmediato se acercó hacia ella para acostarse a un lado de la cama y abrazarla por detrás, dándole en silencio su apoyo.

—Joe, tienes que comer algo —dijo suavemente la pelirroja, aun parada en el marco de la puerta. Jagger camino entre sus piernas hasta llegar a la cama, acostándose en la punta, como si también estuviese dando su apoyo.

La mencionada solo meneo la cabeza.

—Has estado vomitando todo el día. Al menos un té te hará bien.

—Solo un té —insistió Maxie dándole un apretón cariñoso en el hombro.

Tuvo que asentir aunque no lo quería. Desde que había llegado a la casa no había hecho más que llorar e incluso se sentía tan mal que vomito lo poco del almuerzo que había ingerido. Y esto siempre era igual, siempre terminaba con el corazón y el estómago hecho trizas y sus hermanas tratando de reparar ambas cosas.

Solo cuando la puerta se cerró, Joe giro sobre la cama y lloro sobre el hombro de su hermana, sintiéndose tan pequeña y mucho más triste.

—Tranquila, puedes llorar lo que quieras —susurro Maxie acariciándole el cabello.

Tardo más de diez minutos en dejar de llorar, minutos antes que Jack entrara por la puerta con una bandeja de tres tazas de té y galletitas de chispas de chocolate, cortesía de la tía Marge y las preferidas de Joe.

—Lo siento, Marge llamo para que vaya a buscarlas.

Maxine la ayudo a sentarse en la cama, por reojo observo su reflejo en el espejo ubicado en un costado del cuarto: despeinada, con los ojos hinchados y la nariz chorreando de mocos. Apenas le dio un sorbo al té cuando ya sintió ganas de vomitar de nuevo.

—Lo siento —murmuro con más lagrimas juntándose en sus ojos. Se sentía tan culpable en echar al vacío todos los esfuerzos para hacerla sentir mejor.

Sin embargo, la pelicorto le dio una pequeña sonrisa antes de frotarle la espalda.

—No te preocupes, Joe. La venganza será perfecta.

Solo meneo la cabeza.

—No quiero vengarme.

—¿Estas segura? Porque hay algunos chicos del gimnasio que les gustaría entrenar un nuevo saco de arena —replico Jack llevando una galleta a la boca para morderla.

—Yo... —suspiro, sin poder encontrar las palabras correctas—En verdad... ya no quiero pasar por esto de nuevo. Estoy cansada.

—¿A qué te refieres con esto?

—Esto. Los chicos tomándome como una idiota, yo siendo una idiota y ustedes tratando de hacerme sentir menos idiota. ¿Por qué siempre caigo?

—Porque eres una tonta romántica que sigue llorando cada vez que ve el Titanic.

—Jack, por favor…

—Es la verdad —se encogió de hombros, terminando finalmente la galleta y limpiándose las comisuras de los labios—No pretendo hacerte sentir mal, Joe, pero debes reconocer que eso de salir con Van de nuevo es una idea estúpida. ¿Cómo carajos volviste a caer? Pensé que con dos años de ir y venir serían suficientes...

—¡Jack!

—Tiene razón, Maxie —admitió Joe, sorprendiendo a ambas. Era difícil que Joe reconociera cuando se equivocaba—Me pregunto porque siempre sucede lo mismo, pero lo cierto es que es mi culpa...

—No es tu culpa que se comporten como cerdos contigo...

—Pero soy culpable por permitirlo —le discutió a la castaña, callándola al instante—Desde que termine con Van hace año y medio, no he hecho más que salir con cualquier chico que sea lindo y me dé una pequeña atención. No sé qué es estar sola —reconoció, sorprendiéndose de ese hecho—Yo... yo no sé ser independiente como mujer. Por no querer sentirme sola, es que me he equivocado tanto.

Era como si ese simple pensamiento lo había cambiado todo. Fue un títere para todos los idiotas que jugaron con ella, ninguno fue sincero desde el principio porque caía fácil en las promesas. Le tenía terror a la soledad, a que la abandonaran y la ignoraran que por ello siempre se esforzaba en alcanzar las expectativas masculinas. ¿Y las suyas? ¿Dónde estaban? ¿Por qué se ocupaba tanto en sí misma para satisfacer a esos cerdos? ¿Realmente se había valorado con sinceridad?

Una luz la ilumino junto con el coraje que sentía. Vio a Max a los ojos, de inmediato esta se removió inquieta, como si supiese que se aproximaba una declaración importante.

—El club de la soltería...

—De los corazones solitarios.

—Sí, sí, ese. ¿Los sábados a la noche?

—Eh, si...

Jagger volvió a bostezar antes de echarse a dormir, ahora despreocupado. Joe se quitó las lágrimas y suspiro, más determinada que nunca ante los ojos curiosos de sus hermanas

—Entonces, yo voy contigo.



Última edición por Jaeger. el Jue 27 Ago 2020, 3:03 pm, editado 4 veces
Jaeger.
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Mensaje por indigo. Mar 03 Oct 2017, 3:18 pm

O.M.G The Lonely Hearts Club. - Página 3 1857533193 Comentario y capítulo al mismo tiempo, me haces feliz Kande The Lonely Hearts Club. - Página 3 3373640616
Mañana que tengo el día "libre" leo todo bien y trato de hacerte tu comentario muack
indigo.
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Mensaje por hange. Miér 04 Oct 2017, 6:10 am

me toca The Lonely Hearts Club. - Página 3 2998878722 voy a tardar para subir, chicas The Lonely Hearts Club. - Página 3 2998878722 voy lento pero seguro The Lonely Hearts Club. - Página 3 1477071114 comentare tan pronto pueda, Kande The Lonely Hearts Club. - Página 3 1477071114
hange.
hange.


http://www.wattpad.com/user/EmsDepper
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Mensaje por indigo. Miér 04 Oct 2017, 11:40 am

Hello little girl The Lonely Hearts Club. - Página 3 1477071114:
indigo.
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Mensaje por peralta. Sáb 13 Ene 2018, 1:29 pm

KATE

prólogo:

saldré ahorita, entonces dejo el comentario del prólogo y en la noche subo el del primer capítulo The Lonely Hearts Club. - Página 3 1477071114
peralta.
peralta.


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