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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Reminders of reality.
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Reminders of reality.
- Spoiler:
- Ficha informativaNombre: Reminders of reality.
Autor: Colectiva.
Adaptación: No.
Genero: General.
Advertencia: Depende de cada escritora.
Otras Paginas: Solo OWN.
¿Qué se necesita para cumplir un sueño? ó, más bien, ¿qué se necesita para mantenerlo?
Se dice que la vida está llena de opciones, nadie nunca menciona que también está llena de miedos. Principalmente el miedo de perseguir tus sueños, y que al final nunca lleges a lograrlos o que no sea lo que se haya esperado en un principio, transformando el sueño en una decepción. Todos los adolescentes estamos llenos de sueños, sueños pasajeros, que se van tan rápido como vinieron; alcanzables, que los consituyen las metas de corto o largo plazo; e incluso también imposibles, aquellos que por más que los desees, parecen más lejanos que la muerte, estos últimos al final llegan a dejarse de lado, sin embargo, algunos tienden a aferrarse a la esperanza, por algunos vale la pena creer, algunos terminan volviéndose alcanzables. No obstante, antes de todo sueño hay una realidad, una que no se irá sólo para darle paso al sueño.
A pesar de todo, aunque sea sólo por ese único momento donde tu sueño imposible se encuentra tan cerca, ruega que tu corazón no falle, que tu coraje no te abandone, que no des vuelta atrás ahora que lograste alcanzarlo y, más que todo, que la realidad no llegue a destruir ese sueño imposible que la vida te dio la oportunidad de cumplir.
Reglas.
» Respeto.
» Responsabilidad.
» Buena ortografía, no necesariamente perfecta porque todos tenemos nuestras faltas, pero al menos saber lo básico.
» Cualquier duda, no duden en preguntarme, estoy a sus servivios.
» Tienen una semana para subir, si no se pasa a la siguiente y su turno pasa al final de la ronda.
»¡Diviértanse!
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I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
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Kida
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Re: Reminders of reality.
Qué rápidas
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Kida
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Re: Reminders of reality.
Necesito tiempo para controlar la emoción aire x1000 [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Invitado
Invitado
Re: Reminders of reality.
Lo sos kate
Las amo chicas, gracias por apoyarme tanto en esto
Las amo chicas, gracias por apoyarme tanto en esto
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Kida
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Re: Reminders of reality.
Ays, todo por las cosas buenas de esta vida, Ally
All the love, para ustedes, chicas <3.
All the love, para ustedes, chicas <3.
Invitado
Invitado
Re: Reminders of reality.
ayyyy ya hay tema que emoción c: ya quiero empezaaar esto le hace mal a mi corazoncillo
katara.
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Re: Reminders of reality.
Ya lo subo, sólo me faltan como cuatro parrafos para terminarlo y luego sólo hago los crackships y se los subo
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I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
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Kida
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Re: Reminders of reality.
todo por ustedes bb
TU FIRMA ME ESTÁ MATANDO MUJER! MATANDO
TU FIRMA ME ESTÁ MATANDO MUJER! MATANDO
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Kida
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Re: Reminders of reality.
Prólogo
Liam Payne.
Aubrey Kennett.
Aubrey Kennett.
Su computadora yacía tirada en el piso al lado contrario de su habitación, su teléfono estaba descargado y aún guardado en el bolso de aquella noche, y no sabía con seguridad en qué lugar había llegado a parar su tableta; y, con sinceridad, no le importaba. Ya nada era lo mismo. No sabía qué hacer con su vida, por más patético que llegara a parecer, ya no tenía un motivo por el cuál estar emocionada del inicio de un nuevo día o si quiera llegar a saber que iba a suceder en él. Sólo es un grupo. Lo sabe. Eres sólo una fan más. También lo sabía y ya lo había comprobado, demasiadas veces.
Ahora, nada más estaba cansada. Cansada de seguir intentando. Cansada de siquiera levantarse de esa suave alfombra que cubría el piso de su habitación.
– Bree, abre la puerta. – se escuchó la voz cansada de su padre del otro lado de la blanquecina madera. De nuevo, no respondió. – Vamos, Aubrey, tienes una visita.
Aún así no se levantó. Probablemente era Winter y, por más que la quisiera, no podría enfrentarla en este momento. Si le hablaba, probablemente dejaría caer las lágrimas que había retenido esta última semana y no quería hacerlo. No quería llorar por una “estupidez”, como le llamaban todos.
– Bree, por favor abre – habló esta vez una voz diferente a la de su padre.
Su corazón se detuvo por unos segundos y sintió un gran escalofrío recorrer su piel. Odió eso. Odiaba sentirse así. Sin embargo, la única que tenía la culpa acá, era ella, era su culpa, todo lo era. Si tan sólo su personalidad fuera diferente, tal vez, sólo tal vez…
– ¿Aubrey? – suspiró y se levantó de la alfombra. Sus piernas temblaron ante el acto debido a la no existencia de movimiento de los días anteriores, así que sus pasos fueron muy lentos hacia la puerta, tanto que creyó que él seguramente ya se hubiera ido, mas, cuando la abrió, ahí se encontraba él. Tan hermoso como lo había memorizado de cada una de las fotos que había visto a lo largo de su afición por el grupo, tan hermoso, y tan inalcanzable, incluso ahora que lo tenía a menos de un metro de ella.
Al segundo en que sus ojos se encontraron con los mieles del otro, el dolor de aquella noche volvió como una avalancha sobre ella. Un dolor que tan fuertemente había intentado suprimir la última semana, y lo había logrado, pero ahora que lo veía de frente, esa muralla simplemente se desvanecía sin reponer ningún tipo de resistencia. Se apartó de la puerta, decidiendo que lo mejor era alejarse lo más que pudiera de él y se sentó en el borde de su cama, manteniendo la vista en sus manos.
Escuchó un suspiro, luego el sonido de la puerta cerrarse y por último el de los resortes de su cama al momento en el que se sentó a su lado. Mantuvo la respiración por los siguientes segundos, los cuales ninguno de los dos provocó sonido alguno, él, porque no sabía cómo comenzar, ella, porque no tenía nada más que decir que no hubiera dicho ya.
– Lo siento – habló el muchacho luego de un nuevo suspiro – Yo, no sé lo que sucede conmigo. Sólo que, cuando estoy a tu lado, nada tiene sentido. – completó. Se levantó de la cama, al parecer siendo incapaz de mantenerse sentado. El corazón de Bree dio un vuelco al escuchar esas palabras y sus ojos se levantaron para mirarlo caminar por la habitación. Él fijó la atención en el los carteles que adornaban sus paredes y sonrió al reconocerse en ellos. – No los quitaste. – señaló el cartel y fijó su vista en ella.
– ¿Por qué los quitaría? – su voz sonaba ronca y como un leve susurro, su garganta seca ya que no había hablado para nada en estos últimos días.
– Por, por lo que te dije la otra noche. – ella se encogió de hombros.
– Nada que no me hayan dicho antes. – volvió la vista a sus manos al encontrarse incapaz de sostenerle la mirada por mucho tiempo.
– Probablemente, pero yo no debí haberlo dicho, menos cuando no lo sentía. – bufó y se puso de cuclillas frente a ella – nada de lo que dije fue en serio, sólo, estaba asustado e irritado y asumí lo peor. Pero Zayn tiene razón, que seas una fan no tiene ninguna relevancia con lo que pasó la noche anterior, ni, ni tampoco debería tener ninguna en lo referente a por qué me niego a aceptar que posiblemente esté enamorado de ti. Bueno, aunque probablemente ya no lo seas tanto y el grupo haya perdido una de sus mejores seguidoras.
En ese momento comprendió el motivo de su visita, y su corazón se rompió un poco más, claro, en su mente, ¿por qué otra razón vendría a visitarla? En su ignorancia, se sentía tan estúpida por creer que él hubiera venido por ella.
– No te preocupes Liam, la banda no va a perder sus ingresos por sólo una persona que deje de atender a sus conciertos, además, no le diré nada a nadie, todo está bien. No hace falta que vengas a consolar a una fan herida.
Intentó levantarse y alejarse de él, pero al levantarse, él hizo lo mismo, quedando más cerca de lo que jamás habían estado. Aubrey sintió un escalofrío mayor que el primero al sentir las manos del castaño recorrer la piel de sus brazos desnudos y al escuchar su risa incrédula.
– Te acabo de decir que probablemente esté empezando a enamorarme de ti, ¿y lo único que escuchas es que lo hago por la banda?
Ella subió la vista y lo miró a los ojos, quedando fascinada al instante. Podía detallarlos tan sencillamente que le parecía imposible que esto fuera siquiera real, por lo que probablemente no lo era.
– Suéltame, por favor – susurró, sin siquiera tener la fuerza necesaria para intentar apartarse.
– ¿Qué?
– Suéltame – esta vez bajó la mirada y la enfocó en la alfombra para evitar que él viera sus lágrimas.
– Bree – su voz sonaba herida, pero ella lo estaba aún más.
– ¿Por qué Liam? ¿Por qué me haces esto? Duele, en serio duele y yo, yo no puedo soportarlo. – estaba cansada y agotada.
– No Bree, no, no estoy, yo, estoy tratando de decirte que te quiero Aubrey y…
– No Liam. ¿Por qué lo harías? Es imposible. ¿Qué podrías amar de mí? No soy nada que valga la pena.
– La pregunta es, ¿qué no hay para amar? – se encogió de hombros y le tomó la barbilla para obligarla a verlo. Hasta ese momento pudo ver que él tenía los ojos llorosos. – Puede que no lo creas en este momento, pero te prometo que de ahora en adelante, te lo voy a demostrar, así me lleve la vida entera. Sólo te pido una oportunidad, para empezar de nuevo y para que me dejes quedarme a tu lado, porque en este momento, es lo único que quiero.
Ahora, nada más estaba cansada. Cansada de seguir intentando. Cansada de siquiera levantarse de esa suave alfombra que cubría el piso de su habitación.
– Bree, abre la puerta. – se escuchó la voz cansada de su padre del otro lado de la blanquecina madera. De nuevo, no respondió. – Vamos, Aubrey, tienes una visita.
Aún así no se levantó. Probablemente era Winter y, por más que la quisiera, no podría enfrentarla en este momento. Si le hablaba, probablemente dejaría caer las lágrimas que había retenido esta última semana y no quería hacerlo. No quería llorar por una “estupidez”, como le llamaban todos.
– Bree, por favor abre – habló esta vez una voz diferente a la de su padre.
Su corazón se detuvo por unos segundos y sintió un gran escalofrío recorrer su piel. Odió eso. Odiaba sentirse así. Sin embargo, la única que tenía la culpa acá, era ella, era su culpa, todo lo era. Si tan sólo su personalidad fuera diferente, tal vez, sólo tal vez…
– ¿Aubrey? – suspiró y se levantó de la alfombra. Sus piernas temblaron ante el acto debido a la no existencia de movimiento de los días anteriores, así que sus pasos fueron muy lentos hacia la puerta, tanto que creyó que él seguramente ya se hubiera ido, mas, cuando la abrió, ahí se encontraba él. Tan hermoso como lo había memorizado de cada una de las fotos que había visto a lo largo de su afición por el grupo, tan hermoso, y tan inalcanzable, incluso ahora que lo tenía a menos de un metro de ella.
Al segundo en que sus ojos se encontraron con los mieles del otro, el dolor de aquella noche volvió como una avalancha sobre ella. Un dolor que tan fuertemente había intentado suprimir la última semana, y lo había logrado, pero ahora que lo veía de frente, esa muralla simplemente se desvanecía sin reponer ningún tipo de resistencia. Se apartó de la puerta, decidiendo que lo mejor era alejarse lo más que pudiera de él y se sentó en el borde de su cama, manteniendo la vista en sus manos.
Escuchó un suspiro, luego el sonido de la puerta cerrarse y por último el de los resortes de su cama al momento en el que se sentó a su lado. Mantuvo la respiración por los siguientes segundos, los cuales ninguno de los dos provocó sonido alguno, él, porque no sabía cómo comenzar, ella, porque no tenía nada más que decir que no hubiera dicho ya.
– Lo siento – habló el muchacho luego de un nuevo suspiro – Yo, no sé lo que sucede conmigo. Sólo que, cuando estoy a tu lado, nada tiene sentido. – completó. Se levantó de la cama, al parecer siendo incapaz de mantenerse sentado. El corazón de Bree dio un vuelco al escuchar esas palabras y sus ojos se levantaron para mirarlo caminar por la habitación. Él fijó la atención en el los carteles que adornaban sus paredes y sonrió al reconocerse en ellos. – No los quitaste. – señaló el cartel y fijó su vista en ella.
– ¿Por qué los quitaría? – su voz sonaba ronca y como un leve susurro, su garganta seca ya que no había hablado para nada en estos últimos días.
– Por, por lo que te dije la otra noche. – ella se encogió de hombros.
– Nada que no me hayan dicho antes. – volvió la vista a sus manos al encontrarse incapaz de sostenerle la mirada por mucho tiempo.
– Probablemente, pero yo no debí haberlo dicho, menos cuando no lo sentía. – bufó y se puso de cuclillas frente a ella – nada de lo que dije fue en serio, sólo, estaba asustado e irritado y asumí lo peor. Pero Zayn tiene razón, que seas una fan no tiene ninguna relevancia con lo que pasó la noche anterior, ni, ni tampoco debería tener ninguna en lo referente a por qué me niego a aceptar que posiblemente esté enamorado de ti. Bueno, aunque probablemente ya no lo seas tanto y el grupo haya perdido una de sus mejores seguidoras.
En ese momento comprendió el motivo de su visita, y su corazón se rompió un poco más, claro, en su mente, ¿por qué otra razón vendría a visitarla? En su ignorancia, se sentía tan estúpida por creer que él hubiera venido por ella.
– No te preocupes Liam, la banda no va a perder sus ingresos por sólo una persona que deje de atender a sus conciertos, además, no le diré nada a nadie, todo está bien. No hace falta que vengas a consolar a una fan herida.
Intentó levantarse y alejarse de él, pero al levantarse, él hizo lo mismo, quedando más cerca de lo que jamás habían estado. Aubrey sintió un escalofrío mayor que el primero al sentir las manos del castaño recorrer la piel de sus brazos desnudos y al escuchar su risa incrédula.
– Te acabo de decir que probablemente esté empezando a enamorarme de ti, ¿y lo único que escuchas es que lo hago por la banda?
Ella subió la vista y lo miró a los ojos, quedando fascinada al instante. Podía detallarlos tan sencillamente que le parecía imposible que esto fuera siquiera real, por lo que probablemente no lo era.
– Suéltame, por favor – susurró, sin siquiera tener la fuerza necesaria para intentar apartarse.
– ¿Qué?
– Suéltame – esta vez bajó la mirada y la enfocó en la alfombra para evitar que él viera sus lágrimas.
– Bree – su voz sonaba herida, pero ella lo estaba aún más.
– ¿Por qué Liam? ¿Por qué me haces esto? Duele, en serio duele y yo, yo no puedo soportarlo. – estaba cansada y agotada.
– No Bree, no, no estoy, yo, estoy tratando de decirte que te quiero Aubrey y…
– No Liam. ¿Por qué lo harías? Es imposible. ¿Qué podrías amar de mí? No soy nada que valga la pena.
– La pregunta es, ¿qué no hay para amar? – se encogió de hombros y le tomó la barbilla para obligarla a verlo. Hasta ese momento pudo ver que él tenía los ojos llorosos. – Puede que no lo creas en este momento, pero te prometo que de ahora en adelante, te lo voy a demostrar, así me lleve la vida entera. Sólo te pido una oportunidad, para empezar de nuevo y para que me dejes quedarme a tu lado, porque en este momento, es lo único que quiero.
Louis Tomlinson.
Winter Mclean.
Winter Mclean.
Desde hace aproximadamente media hora que esperaba fuera del complejo de apartamentos. Sólo rogaba que bajara pronto. Una parte de ella le decía que entrara y dijera su nombre en recepción para que él supiera que ella estaba abajo. La otra se negaba a dejarla hacerlo. ¿Qué si no quería verla? Que era lo más probable. Si las situaciones fueran invertidas, ella mandaría a seguridad a que lo sacaran del edificio. Ciertamente, no podía culparlo.
Suspiró.
A segundos de desistir. Lo vio acercándose hacia el edificio. Tenía ropa deportiva, iba levemente sudado, sus auriculares puestos y se acercaba trotando, aún sin darse cuenta que ella estaba ahí. Al parecer ni siquiera había estado en su apartamento, cosa que se hubiera dado cuenta si hubiera preguntado en recepción.
Levantó la vista y sus miradas se encontraron, antes de que él la apartara rápidamente.
– Louis – llamó cuando pasó a su lado sin siquiera prestarle atención. Ella bufó, aún no creía que pudiera ser tan inmaduro.
Lo siguió a través del vestíbulo hasta que logró alcanzarlo casi llegando al ascensor. Lo llamaba, pero él no respondía, por lo que antes de que pudiera ir más lejos lo tomó del brazo para que detuviera su andar y se volviera para escucharla.
Él bufó y quitó uno de sus auriculares. La miró, sin ninguna expresión marcada en su rostro. Su respiración levemente agitada, seguramente por el ejercicio.
– Sin comentarios – se adelantó a decir antes de que ella hablara, luego cruzó los brazos. Aunque fuera una reacción que ella esperaba, no quedaba de más decir que un nuevo nudo se había formado en su garganta.
– Oh no, esto es, fuera del trabajo, no estoy aquí por la revista. – suspiró por segunda vez en menos de cinco minutos. – Yo, me equivoqué. Fue un acto impulsivo y no debí haber publicado ese artículo sin preguntarte primero. Cometí un error y lo lamento, sé que te lastimé, pero…
– No lo hiciste – la interrumpió – si dejara que cualquier comentario que apareciera en las revistas me afectara no hubiera sobrevivido ni el primer año. Créeme, no eres la primera, ni tampoco la última. Pero si quieres ser una buena reportera deberías revisar mejor tus fuentes.
Se volvió para continuar su camino, esta vez a las escaleras, mas, antes de que pudiera hacerlo ella lo sujetó con mayor fuerza del brazo.
– A mí no me vengas con salidas dramáticas. Hablemos como adultos, ¿quieres? – no podía creer que ella venía a disculparse y él simplemente le daba la espalda. Había esperado una jodida media hora, no lo dejaría irse tan sencillo.
– ¿Adultos? Pero si aquí no hay ninguno. Al parecer yo soy sólo un niñato mimado que tiene el mundo a sus pies y no sabe lo que significa trabajar por ganarse algo en la vida. Alguien con una personalidad tan ignorante, semejante a la de un infante, que provoca que incluso se llegue a dudar que conozca el significado de la palabra madurez, – citó parte de su artículo – y tu actitud es igual a la de una adolescente. Nunca pensando en nadie más que en sí misma. Si vienes a disculparte ahora es para limpiar tu ego, no porque realmente lo sientes.
– ¿Y tú como sabes lo que siento? No tienes la menor idea, así que no hables estupideces. – soltó el agarre y se cruzó de brazos.
– La tengo, sólo mírate, no puedes ni siquiera bajar la cabeza por cinco segundos para admitir realmente que cometiste un error.
– Ya lo admití, a eso vine, ¿qué no escuchaste?
– Lo que escuché fueron palabras vacías que seguramente practicaste frente a un espejo esperando a ver que reacción sería más convincente. – estaba a punto de debatir, sin embargo, las palabras se negaron a salir, tenía razón. – ¿Ahora te quedas callada? – negó incrédulo, con una sonrisa divertida que desapareció a los pocos segundos.
Y en ese momento lo vio. Sí lo había lastimado. Por más que él hubiera dicho antes que no, y que por poco lo había creído, realmente le había lastimado; y ahora lo veía. Veía las ojeras, veía como su postura flaqueaba a momentos y más que todo, veía el anhelo y la decepción marcado en sus ojos. Algo tan contradictorio pero con tanto sentido, puede que no para los demás, pero sí para ella. Ahora lo entendía.
– Lo siento Louis. – él la miró a los ojos, un poco sorprendido. – No debí haber posteado ese artículo. – y tan rápido como había llegado la sorpresa, así se fue. Rodó lo ojos.
– ¿Acaso no lo entiendes? No es por el maldito artículo.
– ¿Entonces por qué es?
– Por ti Winter. Todo es por ti. Porque detesto el hecho de que estés tan metida en tu trabajo como para ver más allá del trasero de tu jefe. Detesto el hecho de que por más que lo intente no puedas dejar de verme como un integrante más de la banda que tanto odias, cuya razón todavía no sé. Detesto el hecho de que sólo me consideres un maldito trabajo que pusieron en la pila de papeles de tu escritorio.
– Por favor Louis. Yo soy exactamente lo mismo para ti. Sólo un trabajo, un obstáculo en el camino de tu querida banda del que tenías que deshacerte. – pensó que él le iba a responder. Pensó que iba a irse. Pensó que iba a enojarse. Pensó que iba a mostrar cualquier otra cosa, no eso.
Louis se quedó estático en su lugar. Estático mirando sus ojos. Ninguna emoción presente, sólo la veía. Limpió la lágrima que había escapado de su ojo, aún ante la mirada estupefacta de Winter.
– Que lo niegues no significa que no pasó. Ya te expliqué eso, te expliqué que el trabajo era sólo una excusa para hablarte, de conocerte, de hacerte entender que no puedes hablar de alguien de quien nunca te has dado el tiempo de conocer, no sólo ver las partes que te interesen, si no ir más allá de sólo lo malo que esperas encontrar, de hacerte entender que la banda nos une, pero no es la única parte de nuestras vidas. Somos personas, no títeres, personas que sienten, que quieren y que luchan, tanto como lo he hecho yo por ti desde que te conocí. Yo te dije todo lo que tenía que decirte ese día y te lo acabo de recordar. Yo ya hecho todo lo que puedo. Ahora te toca a ti.
Sin más, se volvió y tomó las escaleras, perdiéndolo de vista luego de que subiera rápidamente los peldaños.
Al igual que Louis momentos antes, ahora era ella la que no parecía encontrar la fuerza para moverse de su lugar. Sus brazos habían caído de su lugar en su pecho y ahora se encontraban libremente a sus lados. Podía asegurar que era la primera vez que había visto a Louis tan serio, o en todo caso, que lo había visto llorar. Jamás pensó que su voz pudiera salir tan calma luego de eso y no lo entendía.
Louis quería que ella hiciera el siguiente paso, sin embargo, no tenía la menor idea como, más que todo porque iba en contra de todos sus ideales. Pero eso no implicaba que no tuviera el pequeño deseo o la curiosidad de querer intentarlo.
Suspiró.
A segundos de desistir. Lo vio acercándose hacia el edificio. Tenía ropa deportiva, iba levemente sudado, sus auriculares puestos y se acercaba trotando, aún sin darse cuenta que ella estaba ahí. Al parecer ni siquiera había estado en su apartamento, cosa que se hubiera dado cuenta si hubiera preguntado en recepción.
Levantó la vista y sus miradas se encontraron, antes de que él la apartara rápidamente.
– Louis – llamó cuando pasó a su lado sin siquiera prestarle atención. Ella bufó, aún no creía que pudiera ser tan inmaduro.
Lo siguió a través del vestíbulo hasta que logró alcanzarlo casi llegando al ascensor. Lo llamaba, pero él no respondía, por lo que antes de que pudiera ir más lejos lo tomó del brazo para que detuviera su andar y se volviera para escucharla.
Él bufó y quitó uno de sus auriculares. La miró, sin ninguna expresión marcada en su rostro. Su respiración levemente agitada, seguramente por el ejercicio.
– Sin comentarios – se adelantó a decir antes de que ella hablara, luego cruzó los brazos. Aunque fuera una reacción que ella esperaba, no quedaba de más decir que un nuevo nudo se había formado en su garganta.
– Oh no, esto es, fuera del trabajo, no estoy aquí por la revista. – suspiró por segunda vez en menos de cinco minutos. – Yo, me equivoqué. Fue un acto impulsivo y no debí haber publicado ese artículo sin preguntarte primero. Cometí un error y lo lamento, sé que te lastimé, pero…
– No lo hiciste – la interrumpió – si dejara que cualquier comentario que apareciera en las revistas me afectara no hubiera sobrevivido ni el primer año. Créeme, no eres la primera, ni tampoco la última. Pero si quieres ser una buena reportera deberías revisar mejor tus fuentes.
Se volvió para continuar su camino, esta vez a las escaleras, mas, antes de que pudiera hacerlo ella lo sujetó con mayor fuerza del brazo.
– A mí no me vengas con salidas dramáticas. Hablemos como adultos, ¿quieres? – no podía creer que ella venía a disculparse y él simplemente le daba la espalda. Había esperado una jodida media hora, no lo dejaría irse tan sencillo.
– ¿Adultos? Pero si aquí no hay ninguno. Al parecer yo soy sólo un niñato mimado que tiene el mundo a sus pies y no sabe lo que significa trabajar por ganarse algo en la vida. Alguien con una personalidad tan ignorante, semejante a la de un infante, que provoca que incluso se llegue a dudar que conozca el significado de la palabra madurez, – citó parte de su artículo – y tu actitud es igual a la de una adolescente. Nunca pensando en nadie más que en sí misma. Si vienes a disculparte ahora es para limpiar tu ego, no porque realmente lo sientes.
– ¿Y tú como sabes lo que siento? No tienes la menor idea, así que no hables estupideces. – soltó el agarre y se cruzó de brazos.
– La tengo, sólo mírate, no puedes ni siquiera bajar la cabeza por cinco segundos para admitir realmente que cometiste un error.
– Ya lo admití, a eso vine, ¿qué no escuchaste?
– Lo que escuché fueron palabras vacías que seguramente practicaste frente a un espejo esperando a ver que reacción sería más convincente. – estaba a punto de debatir, sin embargo, las palabras se negaron a salir, tenía razón. – ¿Ahora te quedas callada? – negó incrédulo, con una sonrisa divertida que desapareció a los pocos segundos.
Y en ese momento lo vio. Sí lo había lastimado. Por más que él hubiera dicho antes que no, y que por poco lo había creído, realmente le había lastimado; y ahora lo veía. Veía las ojeras, veía como su postura flaqueaba a momentos y más que todo, veía el anhelo y la decepción marcado en sus ojos. Algo tan contradictorio pero con tanto sentido, puede que no para los demás, pero sí para ella. Ahora lo entendía.
– Lo siento Louis. – él la miró a los ojos, un poco sorprendido. – No debí haber posteado ese artículo. – y tan rápido como había llegado la sorpresa, así se fue. Rodó lo ojos.
– ¿Acaso no lo entiendes? No es por el maldito artículo.
– ¿Entonces por qué es?
– Por ti Winter. Todo es por ti. Porque detesto el hecho de que estés tan metida en tu trabajo como para ver más allá del trasero de tu jefe. Detesto el hecho de que por más que lo intente no puedas dejar de verme como un integrante más de la banda que tanto odias, cuya razón todavía no sé. Detesto el hecho de que sólo me consideres un maldito trabajo que pusieron en la pila de papeles de tu escritorio.
– Por favor Louis. Yo soy exactamente lo mismo para ti. Sólo un trabajo, un obstáculo en el camino de tu querida banda del que tenías que deshacerte. – pensó que él le iba a responder. Pensó que iba a irse. Pensó que iba a enojarse. Pensó que iba a mostrar cualquier otra cosa, no eso.
Louis se quedó estático en su lugar. Estático mirando sus ojos. Ninguna emoción presente, sólo la veía. Limpió la lágrima que había escapado de su ojo, aún ante la mirada estupefacta de Winter.
– Que lo niegues no significa que no pasó. Ya te expliqué eso, te expliqué que el trabajo era sólo una excusa para hablarte, de conocerte, de hacerte entender que no puedes hablar de alguien de quien nunca te has dado el tiempo de conocer, no sólo ver las partes que te interesen, si no ir más allá de sólo lo malo que esperas encontrar, de hacerte entender que la banda nos une, pero no es la única parte de nuestras vidas. Somos personas, no títeres, personas que sienten, que quieren y que luchan, tanto como lo he hecho yo por ti desde que te conocí. Yo te dije todo lo que tenía que decirte ese día y te lo acabo de recordar. Yo ya hecho todo lo que puedo. Ahora te toca a ti.
Sin más, se volvió y tomó las escaleras, perdiéndolo de vista luego de que subiera rápidamente los peldaños.
Al igual que Louis momentos antes, ahora era ella la que no parecía encontrar la fuerza para moverse de su lugar. Sus brazos habían caído de su lugar en su pecho y ahora se encontraban libremente a sus lados. Podía asegurar que era la primera vez que había visto a Louis tan serio, o en todo caso, que lo había visto llorar. Jamás pensó que su voz pudiera salir tan calma luego de eso y no lo entendía.
Louis quería que ella hiciera el siguiente paso, sin embargo, no tenía la menor idea como, más que todo porque iba en contra de todos sus ideales. Pero eso no implicaba que no tuviera el pequeño deseo o la curiosidad de querer intentarlo.
Zayn Malik.
Marissa Jessen.
Marissa Jessen.
– Yo, bueno, si les soy sincero. Sí hay una persona. – habló Zayn a través del micrófono, provocando que todo el estadio estallara, ya fuera por aplausos, lloriqueos o sonidos de sorpresa.
En el estadio, la noche enmascaraba el cielo, siendo únicamente las luces del escenario y las pantallas lo único que iluminaba el lugar. En una de las pantallas, yacía, ahora olvidada, la pregunta que le había tocado responder al moreno. Toda la atención estaba fija en él puesto que nadie esperaba esa respuesta de su parte. Nadie esperaba que el integrante más callado y reservado de la banda pudiera permitir que alguien se acercara lo suficiente como para permitirse enamorarse. Su risa atrajo la atención de nuevo, sin embargo, no era su risa de alegría, si no de ironía.
– Sé que la vez pasada respondí que no creía posible encontrar a alguien que lograra atraer mi atención o que valiera la pena de ser el caso, sin embargo, sí la hay. Sólo una persona que puede poner mi mundo entero de cabeza y salirse con la suya, esa que me saca de quicio pero me hipnotiza al mismo tiempo. Sólo es una, sólo es ella. – completó esta vez melancólico, levantando la vista del suelo y tratando de visualizarla en la primera fila, sin embargo, el lugar estaba rebosando de personas lo que se lo hacía todo mucho más complicado.
Por otro lado, Marissa lo veía fascinada desde el público. La facilidad con la que hablaba con cientos de personas sin siquiera titubear por ello y el control que mantenía sobre su postura y sus expresiones, no obstante, esta vez había algo diferente a como actuaba en los otros conciertos, como si esta vez sus defensas no estuvieran en guardia y como si por primera vez en mucho tiempo se estuviera relajando y disfrutando de la experiencia en el escenario.
Sonrió ante el pensamiento de que Zayn al fin estuviera recuperando su pasión por interpretar sus canciones en público sin preocuparse por lo que pensara la prensa. Pero, si estaba feliz ¿por qué no podía quitar esa sensación de dolor que se esparcía en su pecho sólo por el hecho de pensar que Zayn estuviera interesado por otra muchacha? Ella tenía novio, no se podía permitir pensar de otra manera sobre Zayn, él era su amigo y quizás que él tuviera novia le ayudaría a volver a la realidad de que ella y Zayn no podrían estar juntos. Su novio debería ser suficiente barrera y hasta el momento lo había sido. Tal vez, tal vez era lo mejor. Suspiró, cerró los ojos y sacudió la cabeza intentando eliminar el malestar. Al abrirlos de nuevo y subir su mirada, se encontró con los perfectos ojos avellanas de Zayn que habían logrado enfocarla dentro del público. Le sonrió, provocando que ella sonriera por acto reflejo.
– Verán, el problema es, que por más que lo desee, ella no puede estar conmigo. – habló mirándola sólo a ella, luego miró al resto del público con una sonrisa divertida. Esta vez se escucharon abucheos, y de nuevo los lloriqueos y los nuevos sonidos de sorpresa. Seguido por gritos que lograba entender como “¿Por qué?” – Bueno, se podría decir que no soy el único que está enamorado de ella, y, lastimosamente, el otro me lleva la delantera.
La reacción que provocaba en el estadio era asombrosa, en cierto modo, Marissa estaba segura que si el decía que el brócoli era mejor que el chocolate ellas se lo creerían. Rió ante la diversión que el propio Zayn contagiaba. No obstante, esa diversión desapareció en el momento en el que sus ojos se encontraron con los de ella de nuevo.
– Entonces, ustedes dicen, ¿peleo por lo que podría ser el amor de mi vida o dejo mi egoísmo de lado y dejo que el otro la ame como yo quisiera hacerlo? – preguntó aún sin apartar la mirada de sus ojos y en ese momento lo supo. Hablaba de ella. Todo este tiempo había estado refiriéndose a ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su pecho se estrujó. Levantó la mirada que había bajado hacia el piso y salió de sus pensamientos cuando escuchó que Zayn hablaba de nuevo, dándose cuenta que no había prestado atención a la respuesta del estadio – Bueno, ya las escuchaste, creo que vas a tener que lidiar conmigo por mucho tiempo más – estaban de acuerdo. Suspiró y miró a Zayn; a pesar de las millones de personas que habían en el lugar, por la forma en que la miraba, parecía ser que sólo hubieran estado ellos dos y por más que la sonrisa divertida hubiera vuelto a tomar lugar en sus labios, había un destello de determinación en su mirada, uno que le hacía saber que hablaba en serio.
Apartó la vista al encontrarse incapaz de seguir manteniéndola, ignoró el dolor de su pecho, los gritos de las personas a su espalda y los ojos de Zayn sobre ella, y salió de ahí. Fue difícil puesto que tuvo que empujar su camino hacia afuera y debido a su contextura tan pequeña, no se le hacía fácil. Las lágrimas aún corrían por sus mejillas, pero muchos adolescentes a su alrededor también lloraban por lo que no pensaba que a nadie le pareciera extraño.
Al salir del bochorno del estadio, al poder respirar de nuevo, pensó que todo desaparecería, pero seguía ahí, el dolor seguía ahí. Y lo que más le molestaba de ese dolor, era que no era porque no le podía corresponder a Zayn, al contrario, era porque nunca se había sentido más feliz que como se sintió cuando escuchó esas palabras salir de la boca del pelinegro. El problema era que no podía estar feliz, ella tenía novio, no podía.
– Marissa – escuchó que llamaron a sus espaldas, se volteó asustada esperando encontrar a cualquiera menos a él.
– ¿Qué haces aquí? Deberías estar en el concierto. – habló secando las lágrimas de sus mejillas y recuperando su compostura.
– Debería estar con la mujer que amo, y aquí estoy. – su corazón se contrajo de nuevo y retrocedió al ver que él se acercaba a ella.
– No digas eso, por favor no lo hagas – el dolor con el que esas palabras salieron de sus labios provocó que el moreno frunciera el ceño, no quería lastimarla, pero tampoco podía dejarla ir.
– Lo digo, porque es la verdad y a partir de ahora no voy a dejar de decirlo entonces puedes ir acostumbrándote.
– ¿Por qué Zayn? Yo, yo no puedo, tengo novio, no puedo lastimarlo.
– ¿Entonces prefieres lastimarme a mí? – ella lo miró incrédula.
– ¿Cómo puedes decir eso? Jamás querría lastimarte, es sólo que Will es mi mejor amigo, siempre ha estado ahí cuando lo necesito, es el mejor novio del mundo. – ¿Entonces por qué no es suficiente? ¿Por qué quiero a Zayn? Pensó y frunció el ceño. Zayn la estudió por unos segundos y luego sonrió levemente, esta vez acercándose y viendo que ella ya no retrocedía.
–Entonces dilo como si en serio lo sintieras, dime que lo amas y te dejaré ir, pero convénceme de ello – se quedó esperando unos segundos, pero nada salió de sus labios. Zayn suspiró y se acercó más – Sé que estás mejor con él. Que ha estado ahí para ti, que te puede dar una mejor vida llena de flores, chocolates, peluches y paz. Esto – se señala – y la carga de un mundo que evalúa cada maldito segundo de mi vida, eso es lo único que yo te puedo dar. Pero quiero que lo tomes, porque te amo y porque, ahora, realmente no tengo intención de dejarte ir.
En el estadio, la noche enmascaraba el cielo, siendo únicamente las luces del escenario y las pantallas lo único que iluminaba el lugar. En una de las pantallas, yacía, ahora olvidada, la pregunta que le había tocado responder al moreno. Toda la atención estaba fija en él puesto que nadie esperaba esa respuesta de su parte. Nadie esperaba que el integrante más callado y reservado de la banda pudiera permitir que alguien se acercara lo suficiente como para permitirse enamorarse. Su risa atrajo la atención de nuevo, sin embargo, no era su risa de alegría, si no de ironía.
– Sé que la vez pasada respondí que no creía posible encontrar a alguien que lograra atraer mi atención o que valiera la pena de ser el caso, sin embargo, sí la hay. Sólo una persona que puede poner mi mundo entero de cabeza y salirse con la suya, esa que me saca de quicio pero me hipnotiza al mismo tiempo. Sólo es una, sólo es ella. – completó esta vez melancólico, levantando la vista del suelo y tratando de visualizarla en la primera fila, sin embargo, el lugar estaba rebosando de personas lo que se lo hacía todo mucho más complicado.
Por otro lado, Marissa lo veía fascinada desde el público. La facilidad con la que hablaba con cientos de personas sin siquiera titubear por ello y el control que mantenía sobre su postura y sus expresiones, no obstante, esta vez había algo diferente a como actuaba en los otros conciertos, como si esta vez sus defensas no estuvieran en guardia y como si por primera vez en mucho tiempo se estuviera relajando y disfrutando de la experiencia en el escenario.
Sonrió ante el pensamiento de que Zayn al fin estuviera recuperando su pasión por interpretar sus canciones en público sin preocuparse por lo que pensara la prensa. Pero, si estaba feliz ¿por qué no podía quitar esa sensación de dolor que se esparcía en su pecho sólo por el hecho de pensar que Zayn estuviera interesado por otra muchacha? Ella tenía novio, no se podía permitir pensar de otra manera sobre Zayn, él era su amigo y quizás que él tuviera novia le ayudaría a volver a la realidad de que ella y Zayn no podrían estar juntos. Su novio debería ser suficiente barrera y hasta el momento lo había sido. Tal vez, tal vez era lo mejor. Suspiró, cerró los ojos y sacudió la cabeza intentando eliminar el malestar. Al abrirlos de nuevo y subir su mirada, se encontró con los perfectos ojos avellanas de Zayn que habían logrado enfocarla dentro del público. Le sonrió, provocando que ella sonriera por acto reflejo.
– Verán, el problema es, que por más que lo desee, ella no puede estar conmigo. – habló mirándola sólo a ella, luego miró al resto del público con una sonrisa divertida. Esta vez se escucharon abucheos, y de nuevo los lloriqueos y los nuevos sonidos de sorpresa. Seguido por gritos que lograba entender como “¿Por qué?” – Bueno, se podría decir que no soy el único que está enamorado de ella, y, lastimosamente, el otro me lleva la delantera.
La reacción que provocaba en el estadio era asombrosa, en cierto modo, Marissa estaba segura que si el decía que el brócoli era mejor que el chocolate ellas se lo creerían. Rió ante la diversión que el propio Zayn contagiaba. No obstante, esa diversión desapareció en el momento en el que sus ojos se encontraron con los de ella de nuevo.
– Entonces, ustedes dicen, ¿peleo por lo que podría ser el amor de mi vida o dejo mi egoísmo de lado y dejo que el otro la ame como yo quisiera hacerlo? – preguntó aún sin apartar la mirada de sus ojos y en ese momento lo supo. Hablaba de ella. Todo este tiempo había estado refiriéndose a ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su pecho se estrujó. Levantó la mirada que había bajado hacia el piso y salió de sus pensamientos cuando escuchó que Zayn hablaba de nuevo, dándose cuenta que no había prestado atención a la respuesta del estadio – Bueno, ya las escuchaste, creo que vas a tener que lidiar conmigo por mucho tiempo más – estaban de acuerdo. Suspiró y miró a Zayn; a pesar de las millones de personas que habían en el lugar, por la forma en que la miraba, parecía ser que sólo hubieran estado ellos dos y por más que la sonrisa divertida hubiera vuelto a tomar lugar en sus labios, había un destello de determinación en su mirada, uno que le hacía saber que hablaba en serio.
Apartó la vista al encontrarse incapaz de seguir manteniéndola, ignoró el dolor de su pecho, los gritos de las personas a su espalda y los ojos de Zayn sobre ella, y salió de ahí. Fue difícil puesto que tuvo que empujar su camino hacia afuera y debido a su contextura tan pequeña, no se le hacía fácil. Las lágrimas aún corrían por sus mejillas, pero muchos adolescentes a su alrededor también lloraban por lo que no pensaba que a nadie le pareciera extraño.
Al salir del bochorno del estadio, al poder respirar de nuevo, pensó que todo desaparecería, pero seguía ahí, el dolor seguía ahí. Y lo que más le molestaba de ese dolor, era que no era porque no le podía corresponder a Zayn, al contrario, era porque nunca se había sentido más feliz que como se sintió cuando escuchó esas palabras salir de la boca del pelinegro. El problema era que no podía estar feliz, ella tenía novio, no podía.
– Marissa – escuchó que llamaron a sus espaldas, se volteó asustada esperando encontrar a cualquiera menos a él.
– ¿Qué haces aquí? Deberías estar en el concierto. – habló secando las lágrimas de sus mejillas y recuperando su compostura.
– Debería estar con la mujer que amo, y aquí estoy. – su corazón se contrajo de nuevo y retrocedió al ver que él se acercaba a ella.
– No digas eso, por favor no lo hagas – el dolor con el que esas palabras salieron de sus labios provocó que el moreno frunciera el ceño, no quería lastimarla, pero tampoco podía dejarla ir.
– Lo digo, porque es la verdad y a partir de ahora no voy a dejar de decirlo entonces puedes ir acostumbrándote.
– ¿Por qué Zayn? Yo, yo no puedo, tengo novio, no puedo lastimarlo.
– ¿Entonces prefieres lastimarme a mí? – ella lo miró incrédula.
– ¿Cómo puedes decir eso? Jamás querría lastimarte, es sólo que Will es mi mejor amigo, siempre ha estado ahí cuando lo necesito, es el mejor novio del mundo. – ¿Entonces por qué no es suficiente? ¿Por qué quiero a Zayn? Pensó y frunció el ceño. Zayn la estudió por unos segundos y luego sonrió levemente, esta vez acercándose y viendo que ella ya no retrocedía.
–Entonces dilo como si en serio lo sintieras, dime que lo amas y te dejaré ir, pero convénceme de ello – se quedó esperando unos segundos, pero nada salió de sus labios. Zayn suspiró y se acercó más – Sé que estás mejor con él. Que ha estado ahí para ti, que te puede dar una mejor vida llena de flores, chocolates, peluches y paz. Esto – se señala – y la carga de un mundo que evalúa cada maldito segundo de mi vida, eso es lo único que yo te puedo dar. Pero quiero que lo tomes, porque te amo y porque, ahora, realmente no tengo intención de dejarte ir.
Harry Styles.
Liberty River.
Liberty River.
Para estas horas, el escritorio estaba desbordando de libros, apuntes, lapiceros, cuadernos, todo aquello que le ayudara a seguir estudiando. La siguiente semana comenzaban los exámenes y quería estar preparada para ellos, aunque ya lo estuviera. Al parecer nunca era suficiente.
Era mediodía en sábado y era un día hermoso, soleado como hace mucho tiempo no estaba y con una brisa lo suficientemente fresca como para que el calor no fuera un problema, y no obstante, allí estaba ella encerrada en su habitación repasando la materia que ya se sabía de memoria y no tenía necesidad de seguir estudiando, pero para ella, si no seguía estudiando reprobaría los exámenes, cosa que no iba a pasar.
Su celular sonaba a sus espaldas desde hace aproximadamente una hora, pero no perdería el tiempo que requería llegar hasta el. Ya lo había perdido cuando se había vuelto a ponerlo en vibrador, pero al parecer aún peleaba por hacerse escuchar al provocar la vibración contra la madre de su mesa de noche. La estaba distrayendo. Bufó y se acercó al teléfono.
– ¿Sí? – preguntó claramente irritada.
– ¿Libie? – preguntaron extrañados del otro lado del auricular.
– ¡Harry! – exclamó sorprendida y pegándose mentalmente por su tono de voz y por no revisar el identificador antes de contestar.
– ¿Es un mal momento? – sonaba levemente incómodo.
– No, sólo estaba estudiando – se apresuró a responder.
– Ah, de acuerdo. ¿Entonces estás muy ocupada?
– Bueno… – miró la pila tirada de cuadernos que estaba en su escritorio y se dispuso a afirmar, pero antes de lograrlo, el ruloso prosiguió.
– Porque estoy enfrente de tu puerta.
– ¿Qué? – ni siquiera recordaba que le hubiera dado su dirección.
– Sí, lo siento, sólo, intenté avisarte, pero no me contestaste.
– ¿Estás enfrente de mi casa? – preguntó aún sin creérselo – ya, ya bajo – titubeó. Colgó sin darle el tiempo de responder y salió de su habitación rápidamente.
Se detuvo a medio camino, como si acabara de recordar algo. Miró su ropa y rápidamente los pantalones de animales llamaron su atención. Negó y corrió de nuevo a su habitación. Se cambió la ropa de dormir por unos pantalones de mezclilla y una camisa de tirantes negra, la cual cubrió con un abrigo de lana blanco y cambió las pantuflas por unas sandalias negras. Caminó al baño, se lavó rápidamente los dientes y el rostro y cubrió su pelo con gorrito antes de recorrer el camino hacia la puerta en paso apresurado. Intentó calmar su respiración agitada y luego abrió. Una parte de ella esperando que en realidad no estuviera ahí. Pero su suerte no era la mejor.
Al terminar de abrirla, lo vio. Con unos botines cafés, sus pantalones negros que parecían estar pintados sobre los músculos de sus piernas, una camisa a cuadros de botones que dejaba a la vista parte del tatuaje de pájaros en su pecho, unos lentes y su cabello despeinado, seguramente por el viento o por la cantidad de veces que lo removía durante el día.
Él se quitó los lentes de sol e inmediatamente Libie quedó absorta por el verde de sus ojos, sin embargo, la sonrisa divertida que crecía en los labios de Harry la hizo salir de sus pensamientos lo suficiente para darse cuenta que se había quedado como retrasada mirándolo. Sus mejillas se tiñeron de rojo y su sonrisa creció.
– Hola Libie – saludó depositando un beso en su mejilla.
– Harry – respondió. – ¿Cómo conseguiste mi dirección? ¿Qué haces aquí?
– Le pregunté a Zayn, él le preguntó a Marissa y ella me la pasó. – respondió a su primera pregunta con una sonrisa de suficiencia en sus labios – Y venía a darte esto – le tendió una caja de chocolates que hasta ahora había notado – y a invitarte a almorzar, Marissa también me dijo que estarías sola este fin de semana.
Ella asintió y tomó la caja, mostrándose fascinada por el acto, era la primera vez que le regalaban algo. Leyó la etiqueta debajo de la marca y pudo ver que, extrañamente, era chocolate negro con almendras y dulce de leche, sus favoritos.
– Déjame adivinar, ¿Marissa? – preguntó señalando el sabor del chocolate.
– No, lo mencionaste la primera vez que hablamos. – miró hacia el piso.
Segundos después, Liberty vio que era para esconder el sonrojo de sus mejillas. Su boca se abrió levemente, jamás pensó ver a Harry Styles sonrojarse, o que fuera a acordarse de un dato tan banal como ese. Ella rió y esta vez fue ella la que besó su mejilla.
– Gracias – él asintió mordiendo su labio. – Pasa – le indicó mientras caminaba hacia el sillón de su sala y se dejaba caer en el, comenzando a abrir el chocolate.
– ¿Vamos? – preguntó luego de unos segundos en los ella saboreaba el sabor del dulce de leche y dejaba el resto de la barra en la mesa enfrente suyo.
– ¿Dónde? – su voz sonaba confusa y distraída.
– A almorzar – respondió frunciendo el ceño.
Ella se mordió el labio y miró el reloj que reposaba en la mesa del televisor. Tenía que estudiar.
– Gracias por la invitación Harry, pero no puedo, tengo exámenes y aún tengo muchas cosas que estudiar.
– Marissa me dijo que dirías eso. – se colocó como si estuviera pensando, una sonrisa divertida intentando escapar de sus labios. – Y me permitió hacer esto. – Esta vez no pudo contener la sonrisa mientras se acercaba a ella y en un rápido movimiento la alzó colocándola en su hombro y tomando camino a la salida.
– Harry – gritó – Harry bájame, esto es denigrante. – a pesar de sus gritos, el parecía ignorarla mientras salía de la casa y cerraba la puerta a sus espaldas. Iban como a medio camino hacia su auto cuando ella empezó a patear y a gritas más fuerte, él, asustado, la bajó.
– ¿Cuál es tu problema? – gritó ella viéndolo enojada – Quieras aceptarlo o no, tengo una vida, y tú no eres parte de ella Harry.
– ¿La tienes? – preguntó irónico – te encierras en tu cuarto todo el día a estudiar temas que ya sabes. Intento salir contigo, distraerte y no me dejas.
– Pues mi mundo no gira alrededor de tu jodido trasero.
– No, al parecer gira alrededor de tus estudios y tu trabajo. Pero entonces ¿cuál es el motivo? ¿Cuál es el motivo de hacer lo que amas si ni siquiera te das el tiempo de disfrutarlo?
Sabía que tenía razón, pero no quería aceptarlo. Todos esperaban tanto de ella como persona, no podía decepcionarlos, además, había estado tanto tiempo en la rutina que ya no sabía salir de ella, ni siquiera sabía que sería de ella sin esa rutina que le ayudaba a mantener sus acciones mecánicas día a día sin siquiera detenerse a pensar que faltaba en su vida.
La expresión de Harry se suavizó luego de unos segundos en los que ella mantuvo el silencio, como si su cerebro estuviera maquinando y no quisiera que nadie se diera cuenta sobre qué. La expresión abatida en su rostro, esa expresión que reemplazó al enojo provocó que su pecho se encogiera.
– ¿A qué le temes Liberty? – preguntó suave, acercándose a ella y tomando sus manos, al ver que no hablaba, prosiguió – Yo estoy aquí para ti nena, sólo para ti. – la jaló de sus brazos acercándola más a él y bajó su rostro, al punto donde sus labios rozaban los de ella.
El bullicio de su mente no se detenía, Liberty no sabía qué hacer y eso la frustraba. Levantó la vista y los ojos verdes de Harry amenazaron con embobarla de nuevo. El anhelo en su pecho creció, eso era lo que quería, nada más estirarse unos milímetros para permitir que sus labios se tocaran, pero en lugar de eso, el anhelo que continuaba creciendo en su pecho la asustó, por lo que se separó y lo empujó lejos de ella.
– Déjame tranquila – pronunció como pudo y se decidió a caminar hacia la casa de nuevo.
– Liberty – gritó Harry a sus espaldas luego de que salió de la sorpresa, esperando que ella detuviera sus pasos, sin embargo, ella siguió caminando – Liberty – gritó de nuevo – Bésame – pidió, y esa simple palabra pareció paralizar todos y cada uno de sus músculos, ella se había dicho que no pararía, pero ahora era su cuerpo el que se negaba a dar otro paso – No busques una razón, sólo hazlo, bésame y si no sientes nada después de ello te prometo que te dejo tranquila, te dejo seguir con tu vida, pero si lo sientes, me quedo, y no va a haber nada que me aparte de tu lado.
Era mediodía en sábado y era un día hermoso, soleado como hace mucho tiempo no estaba y con una brisa lo suficientemente fresca como para que el calor no fuera un problema, y no obstante, allí estaba ella encerrada en su habitación repasando la materia que ya se sabía de memoria y no tenía necesidad de seguir estudiando, pero para ella, si no seguía estudiando reprobaría los exámenes, cosa que no iba a pasar.
Su celular sonaba a sus espaldas desde hace aproximadamente una hora, pero no perdería el tiempo que requería llegar hasta el. Ya lo había perdido cuando se había vuelto a ponerlo en vibrador, pero al parecer aún peleaba por hacerse escuchar al provocar la vibración contra la madre de su mesa de noche. La estaba distrayendo. Bufó y se acercó al teléfono.
– ¿Sí? – preguntó claramente irritada.
– ¿Libie? – preguntaron extrañados del otro lado del auricular.
– ¡Harry! – exclamó sorprendida y pegándose mentalmente por su tono de voz y por no revisar el identificador antes de contestar.
– ¿Es un mal momento? – sonaba levemente incómodo.
– No, sólo estaba estudiando – se apresuró a responder.
– Ah, de acuerdo. ¿Entonces estás muy ocupada?
– Bueno… – miró la pila tirada de cuadernos que estaba en su escritorio y se dispuso a afirmar, pero antes de lograrlo, el ruloso prosiguió.
– Porque estoy enfrente de tu puerta.
– ¿Qué? – ni siquiera recordaba que le hubiera dado su dirección.
– Sí, lo siento, sólo, intenté avisarte, pero no me contestaste.
– ¿Estás enfrente de mi casa? – preguntó aún sin creérselo – ya, ya bajo – titubeó. Colgó sin darle el tiempo de responder y salió de su habitación rápidamente.
Se detuvo a medio camino, como si acabara de recordar algo. Miró su ropa y rápidamente los pantalones de animales llamaron su atención. Negó y corrió de nuevo a su habitación. Se cambió la ropa de dormir por unos pantalones de mezclilla y una camisa de tirantes negra, la cual cubrió con un abrigo de lana blanco y cambió las pantuflas por unas sandalias negras. Caminó al baño, se lavó rápidamente los dientes y el rostro y cubrió su pelo con gorrito antes de recorrer el camino hacia la puerta en paso apresurado. Intentó calmar su respiración agitada y luego abrió. Una parte de ella esperando que en realidad no estuviera ahí. Pero su suerte no era la mejor.
Al terminar de abrirla, lo vio. Con unos botines cafés, sus pantalones negros que parecían estar pintados sobre los músculos de sus piernas, una camisa a cuadros de botones que dejaba a la vista parte del tatuaje de pájaros en su pecho, unos lentes y su cabello despeinado, seguramente por el viento o por la cantidad de veces que lo removía durante el día.
Él se quitó los lentes de sol e inmediatamente Libie quedó absorta por el verde de sus ojos, sin embargo, la sonrisa divertida que crecía en los labios de Harry la hizo salir de sus pensamientos lo suficiente para darse cuenta que se había quedado como retrasada mirándolo. Sus mejillas se tiñeron de rojo y su sonrisa creció.
– Hola Libie – saludó depositando un beso en su mejilla.
– Harry – respondió. – ¿Cómo conseguiste mi dirección? ¿Qué haces aquí?
– Le pregunté a Zayn, él le preguntó a Marissa y ella me la pasó. – respondió a su primera pregunta con una sonrisa de suficiencia en sus labios – Y venía a darte esto – le tendió una caja de chocolates que hasta ahora había notado – y a invitarte a almorzar, Marissa también me dijo que estarías sola este fin de semana.
Ella asintió y tomó la caja, mostrándose fascinada por el acto, era la primera vez que le regalaban algo. Leyó la etiqueta debajo de la marca y pudo ver que, extrañamente, era chocolate negro con almendras y dulce de leche, sus favoritos.
– Déjame adivinar, ¿Marissa? – preguntó señalando el sabor del chocolate.
– No, lo mencionaste la primera vez que hablamos. – miró hacia el piso.
Segundos después, Liberty vio que era para esconder el sonrojo de sus mejillas. Su boca se abrió levemente, jamás pensó ver a Harry Styles sonrojarse, o que fuera a acordarse de un dato tan banal como ese. Ella rió y esta vez fue ella la que besó su mejilla.
– Gracias – él asintió mordiendo su labio. – Pasa – le indicó mientras caminaba hacia el sillón de su sala y se dejaba caer en el, comenzando a abrir el chocolate.
– ¿Vamos? – preguntó luego de unos segundos en los ella saboreaba el sabor del dulce de leche y dejaba el resto de la barra en la mesa enfrente suyo.
– ¿Dónde? – su voz sonaba confusa y distraída.
– A almorzar – respondió frunciendo el ceño.
Ella se mordió el labio y miró el reloj que reposaba en la mesa del televisor. Tenía que estudiar.
– Gracias por la invitación Harry, pero no puedo, tengo exámenes y aún tengo muchas cosas que estudiar.
– Marissa me dijo que dirías eso. – se colocó como si estuviera pensando, una sonrisa divertida intentando escapar de sus labios. – Y me permitió hacer esto. – Esta vez no pudo contener la sonrisa mientras se acercaba a ella y en un rápido movimiento la alzó colocándola en su hombro y tomando camino a la salida.
– Harry – gritó – Harry bájame, esto es denigrante. – a pesar de sus gritos, el parecía ignorarla mientras salía de la casa y cerraba la puerta a sus espaldas. Iban como a medio camino hacia su auto cuando ella empezó a patear y a gritas más fuerte, él, asustado, la bajó.
– ¿Cuál es tu problema? – gritó ella viéndolo enojada – Quieras aceptarlo o no, tengo una vida, y tú no eres parte de ella Harry.
– ¿La tienes? – preguntó irónico – te encierras en tu cuarto todo el día a estudiar temas que ya sabes. Intento salir contigo, distraerte y no me dejas.
– Pues mi mundo no gira alrededor de tu jodido trasero.
– No, al parecer gira alrededor de tus estudios y tu trabajo. Pero entonces ¿cuál es el motivo? ¿Cuál es el motivo de hacer lo que amas si ni siquiera te das el tiempo de disfrutarlo?
Sabía que tenía razón, pero no quería aceptarlo. Todos esperaban tanto de ella como persona, no podía decepcionarlos, además, había estado tanto tiempo en la rutina que ya no sabía salir de ella, ni siquiera sabía que sería de ella sin esa rutina que le ayudaba a mantener sus acciones mecánicas día a día sin siquiera detenerse a pensar que faltaba en su vida.
La expresión de Harry se suavizó luego de unos segundos en los que ella mantuvo el silencio, como si su cerebro estuviera maquinando y no quisiera que nadie se diera cuenta sobre qué. La expresión abatida en su rostro, esa expresión que reemplazó al enojo provocó que su pecho se encogiera.
– ¿A qué le temes Liberty? – preguntó suave, acercándose a ella y tomando sus manos, al ver que no hablaba, prosiguió – Yo estoy aquí para ti nena, sólo para ti. – la jaló de sus brazos acercándola más a él y bajó su rostro, al punto donde sus labios rozaban los de ella.
El bullicio de su mente no se detenía, Liberty no sabía qué hacer y eso la frustraba. Levantó la vista y los ojos verdes de Harry amenazaron con embobarla de nuevo. El anhelo en su pecho creció, eso era lo que quería, nada más estirarse unos milímetros para permitir que sus labios se tocaran, pero en lugar de eso, el anhelo que continuaba creciendo en su pecho la asustó, por lo que se separó y lo empujó lejos de ella.
– Déjame tranquila – pronunció como pudo y se decidió a caminar hacia la casa de nuevo.
– Liberty – gritó Harry a sus espaldas luego de que salió de la sorpresa, esperando que ella detuviera sus pasos, sin embargo, ella siguió caminando – Liberty – gritó de nuevo – Bésame – pidió, y esa simple palabra pareció paralizar todos y cada uno de sus músculos, ella se había dicho que no pararía, pero ahora era su cuerpo el que se negaba a dar otro paso – No busques una razón, sólo hazlo, bésame y si no sientes nada después de ello te prometo que te dejo tranquila, te dejo seguir con tu vida, pero si lo sientes, me quedo, y no va a haber nada que me aparte de tu lado.
Niall Horan.
Maximiliana McCoy.
Maximiliana McCoy.
No había nada diferente esa noche, sólo era otra noche de películas, algo muy común para ellos dos, no había nada diferente. O al menos de eso quería convencerse Maxie, que todo seguía igual, aunque de cierta manera, quería más.
Se acercó al DVD y puso la película que ella y Niall habían escogido esa mañana. Tomó el control a distancia y acomodó las almohadas en el respaldar de la cama para recostarse en ellas y que el rubio pudiera hacer lo mismo a su lado.
– De acuerdo, no sabía si querías gaseosa o jugo por lo que traje ambos, toma el que quieras y yo tomaré el otro – habló Niall, entrando a la habitación, con una sonrisa en su rostro colocando los vasos en la mesa de noche, luego puso el tarro de palomitas y la bolsa de frituras en medio de ellos en la cama.
– Jugo está bien – declaró, luego tomó el vaso que Niall le tendía y lo puso a su lado en la otra mesa de noche.
– ¿Sabes? Aún no es muy tarde para cambiar la película. – Dijo Niall mientras se acostaba a su lado.
– No, ya te dije que quiero ver esa.
– Ni siquiera te gustan las películas románticas.
– Pero a ti sí. – volteó los ojos ante la sonrisa que le dedicaba Niall y cruzó su brazos – Sólo ponla antes de que cambie de opinión – agregó para intentar que el rubio apartara la mirada de ella y romper un poco el ambiente que se había formado de repente.
– Lo haría – continuó mirándola– pero tú tienes el control remoto.
La risa de Niall resonó por toda la habitación. Ella bajó la mirada para ver el control remoto firmemente aprisionado por su mano derecha. Ella frunció el ceño mientras él seguía riendo y no pudo evitar que una sonrisa se escapara de sus labios.
– Idiota – agregó divertida mientras le tiraba el control.
Esto no era para nada común, conseguir una sonrisa de ella, sin embargo, algunas veces, Niall lo lograba con demasiada facilidad. Había algo en Niall, que la descolocaba, que lograba que fuera más difícil mantenerse alejada de él o no reír cuando él lo hacía. El rubio lograba que ella fuera una mejor versión de sí misma, y eso le aterraba.
Era la película más aburrida que había visto en su vida, pensaba. Había logrado soportar ya la mitad de ella, más que todo por la expresión en el rostro de su amigo que por otra cosa. Más de una vez se había quedado dormida, pero lograba despertarse antes de que Niall se diera cuenta que después de los diez minutos había dejado de prestarle atención a lo que se reproducía en la pantalla.
Más bien, se había dedicado a evaluar cada una de sus reacciones y por más que lo intentara, no lo entendía. ¿Por qué podía actuar así? ¿Cómo lo lograba? Era como si nunca hubiera pasado, como si él nunca le hubiera dicho que la amaba, como si ella nunca le hubiera instado que peleara por hacerla cambiar de opinión. Algunas veces simplemente la sacaba de quicio.
Para Niall, estas últimas horas habían sido una clase de tortura, pero no le molestaría vivirla de nuevo. Sabía que a Maxie realmente no le importaba la película y sabía que lo hacía por él, por lo que si no le hacía creer que estaba tan interesado en la película como para no notar las miradas ocasionales que ella le daba, estaba seguro de que pararía la película. No quería que terminara. Había tratado de tocarla todas las veces que podía, obviamente haciéndolo parecer un accidente. Ya fuera al agarrar las palomitas o el roce de sus brazos debido a la cercanía en la que se encontraban en la cama o el roce de sus pies cada vez que se acomodaba en la cama, se estaba volviendo loco, ella lo volvía loco. Suspiró, si no salía de la zona de amigos pronto, nunca llegaría a ningún lado.
Notando que ella estaba distraída con cualquier cosa fuera de la ventana, se corrió en la cama intentado acercarse más a ella. Sabía que ella le había dicho que dejara las cosas como estaban y lo había intentado, pero el esfuerzo había sido en vano y lo supo al momento en el que la escuchó reír hace menos de una hora.
Tomó aire y con el único pensamiento de su risa resonando en su mente, se llenó de valentía y tomó la mano de Maximiliana entre las suyas. Acarició suavemente la piel de su palma y no apartó la vista de ese lugar.
Maxie quería hablar, quería apartar la mano, quería hacer cualquier cosa, pero la mirada en el rostro de Niall se lo impedía. La dedicación y el cariño con el que tomaba su mano. Por un segundo, pensó que no llegaría más allá de eso debido a la forma en la que su mano temblaba, pero se extrañó al ver que el rubio levantó la mirada para enfocarla con la de ella. Café contra Azul.
Ellos eran tan diferentes, de ninguna manera sus mundos podían llegar a encajar, sin embargo, allá estaba ella, perdiéndose en el azul de sus ojos sin siquiera querer permitirse hacerlo.
Todo en el lugar se encontraba silencioso, incluso los murmullos de la película, ya olvidada, parecían lejanos. Sus ojos no se apartaban y ellos sólo parecían estar más cerca, incluso sin siquiera darse cuenta de que lo estaban. Niall soltó el aliento que había estado conteniendo e hizo lo que desde hace años había querido hacer, la besó. Al menos por el segundo que ella se lo permitió.
- ¿Qué estás haciendo? – preguntó, de repente enojada, levantándose de la cama. Había sido una estúpida en permitirlo y lo peor de todo era que una parte de ella desearía no haberse aparto. – ¿Creés que es tan fácil? ¿Qué simplemente puedes llegar y besarme cuando se te pegue la regalada gana?
– ¿Fácil? Nada contigo es fácil Maxie. Sin embargo, aquí estoy, como un idiota. Te estado persiguiendo por años y ahora que logro que me notes, me tienes encerrado en un ciclo donde me atraes y al momento en que quiero demostrarte cuanto te quiero te alejas, pero luego me atraes de nuevo.
Ella negó, haciendo oídos sordos a sus palabras. No quería escucharlo. Él no le había demostrado nada.
– Por favor Niall, no puedes hacerlo. Ni siquiera lo estás intentando.
– ¿En serio Max? ¿Ahí vas a llegar? He hecho todo lo que está a mi alcance, sólo que no quieres verlo. – se quedó mirándolo por unos segundos antes de dar la vuelta y comenzar a caminar hasta salir, sin embargo, antes de poder dar un paso hacia la escalera, sintió como la tomaban del brazo y la metían de nuevo a la habitación.
Intentó irse de nuevo, pero Niall le bloqueó la puerta.
– ¿Esto es lo que quieres? Bien. – la acorraló contra la pared, toda la seguridad que había mantenido hasta ahora siendo disipada por la mirada decidida que se mantenía en los ojos azulinos del muchacho. – Te amo Maximiliana, métetelo en la cabeza de una vez ¿quieres? Te amo.
Se acercó al DVD y puso la película que ella y Niall habían escogido esa mañana. Tomó el control a distancia y acomodó las almohadas en el respaldar de la cama para recostarse en ellas y que el rubio pudiera hacer lo mismo a su lado.
– De acuerdo, no sabía si querías gaseosa o jugo por lo que traje ambos, toma el que quieras y yo tomaré el otro – habló Niall, entrando a la habitación, con una sonrisa en su rostro colocando los vasos en la mesa de noche, luego puso el tarro de palomitas y la bolsa de frituras en medio de ellos en la cama.
– Jugo está bien – declaró, luego tomó el vaso que Niall le tendía y lo puso a su lado en la otra mesa de noche.
– ¿Sabes? Aún no es muy tarde para cambiar la película. – Dijo Niall mientras se acostaba a su lado.
– No, ya te dije que quiero ver esa.
– Ni siquiera te gustan las películas románticas.
– Pero a ti sí. – volteó los ojos ante la sonrisa que le dedicaba Niall y cruzó su brazos – Sólo ponla antes de que cambie de opinión – agregó para intentar que el rubio apartara la mirada de ella y romper un poco el ambiente que se había formado de repente.
– Lo haría – continuó mirándola– pero tú tienes el control remoto.
La risa de Niall resonó por toda la habitación. Ella bajó la mirada para ver el control remoto firmemente aprisionado por su mano derecha. Ella frunció el ceño mientras él seguía riendo y no pudo evitar que una sonrisa se escapara de sus labios.
– Idiota – agregó divertida mientras le tiraba el control.
Esto no era para nada común, conseguir una sonrisa de ella, sin embargo, algunas veces, Niall lo lograba con demasiada facilidad. Había algo en Niall, que la descolocaba, que lograba que fuera más difícil mantenerse alejada de él o no reír cuando él lo hacía. El rubio lograba que ella fuera una mejor versión de sí misma, y eso le aterraba.
*****
Era la película más aburrida que había visto en su vida, pensaba. Había logrado soportar ya la mitad de ella, más que todo por la expresión en el rostro de su amigo que por otra cosa. Más de una vez se había quedado dormida, pero lograba despertarse antes de que Niall se diera cuenta que después de los diez minutos había dejado de prestarle atención a lo que se reproducía en la pantalla.
Más bien, se había dedicado a evaluar cada una de sus reacciones y por más que lo intentara, no lo entendía. ¿Por qué podía actuar así? ¿Cómo lo lograba? Era como si nunca hubiera pasado, como si él nunca le hubiera dicho que la amaba, como si ella nunca le hubiera instado que peleara por hacerla cambiar de opinión. Algunas veces simplemente la sacaba de quicio.
Para Niall, estas últimas horas habían sido una clase de tortura, pero no le molestaría vivirla de nuevo. Sabía que a Maxie realmente no le importaba la película y sabía que lo hacía por él, por lo que si no le hacía creer que estaba tan interesado en la película como para no notar las miradas ocasionales que ella le daba, estaba seguro de que pararía la película. No quería que terminara. Había tratado de tocarla todas las veces que podía, obviamente haciéndolo parecer un accidente. Ya fuera al agarrar las palomitas o el roce de sus brazos debido a la cercanía en la que se encontraban en la cama o el roce de sus pies cada vez que se acomodaba en la cama, se estaba volviendo loco, ella lo volvía loco. Suspiró, si no salía de la zona de amigos pronto, nunca llegaría a ningún lado.
Notando que ella estaba distraída con cualquier cosa fuera de la ventana, se corrió en la cama intentado acercarse más a ella. Sabía que ella le había dicho que dejara las cosas como estaban y lo había intentado, pero el esfuerzo había sido en vano y lo supo al momento en el que la escuchó reír hace menos de una hora.
Tomó aire y con el único pensamiento de su risa resonando en su mente, se llenó de valentía y tomó la mano de Maximiliana entre las suyas. Acarició suavemente la piel de su palma y no apartó la vista de ese lugar.
Maxie quería hablar, quería apartar la mano, quería hacer cualquier cosa, pero la mirada en el rostro de Niall se lo impedía. La dedicación y el cariño con el que tomaba su mano. Por un segundo, pensó que no llegaría más allá de eso debido a la forma en la que su mano temblaba, pero se extrañó al ver que el rubio levantó la mirada para enfocarla con la de ella. Café contra Azul.
Ellos eran tan diferentes, de ninguna manera sus mundos podían llegar a encajar, sin embargo, allá estaba ella, perdiéndose en el azul de sus ojos sin siquiera querer permitirse hacerlo.
Todo en el lugar se encontraba silencioso, incluso los murmullos de la película, ya olvidada, parecían lejanos. Sus ojos no se apartaban y ellos sólo parecían estar más cerca, incluso sin siquiera darse cuenta de que lo estaban. Niall soltó el aliento que había estado conteniendo e hizo lo que desde hace años había querido hacer, la besó. Al menos por el segundo que ella se lo permitió.
- ¿Qué estás haciendo? – preguntó, de repente enojada, levantándose de la cama. Había sido una estúpida en permitirlo y lo peor de todo era que una parte de ella desearía no haberse aparto. – ¿Creés que es tan fácil? ¿Qué simplemente puedes llegar y besarme cuando se te pegue la regalada gana?
– ¿Fácil? Nada contigo es fácil Maxie. Sin embargo, aquí estoy, como un idiota. Te estado persiguiendo por años y ahora que logro que me notes, me tienes encerrado en un ciclo donde me atraes y al momento en que quiero demostrarte cuanto te quiero te alejas, pero luego me atraes de nuevo.
Ella negó, haciendo oídos sordos a sus palabras. No quería escucharlo. Él no le había demostrado nada.
– Por favor Niall, no puedes hacerlo. Ni siquiera lo estás intentando.
– ¿En serio Max? ¿Ahí vas a llegar? He hecho todo lo que está a mi alcance, sólo que no quieres verlo. – se quedó mirándolo por unos segundos antes de dar la vuelta y comenzar a caminar hasta salir, sin embargo, antes de poder dar un paso hacia la escalera, sintió como la tomaban del brazo y la metían de nuevo a la habitación.
Intentó irse de nuevo, pero Niall le bloqueó la puerta.
– ¿Esto es lo que quieres? Bien. – la acorraló contra la pared, toda la seguridad que había mantenido hasta ahora siendo disipada por la mirada decidida que se mantenía en los ojos azulinos del muchacho. – Te amo Maximiliana, métetelo en la cabeza de una vez ¿quieres? Te amo.
Última edición por Kida el Sáb 13 Feb 2016, 12:43 pm, editado 5 veces
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I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
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Re: Reminders of reality.
Ahí tienen, 13 páginas de word, 6171 palabras y muchas horas de mi vida
Espero que les guste por que trabajé muy duro en él. Todo por ustedes y por que las amo.
Espero poder subir el primer capítulo mañana, si no el viernes, pero me tienen paciencia
Las amo.
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Las amo.
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