Reminders of reality.

Capítulo 01

Ally.
Aubrey Kennett.

Ayer me hubiera gustado soñar contigo, pero de nuevo, no he podido lograrlo, sólo es una pantalla negra que nubla las noches de descanso, si lo puedo llamar de esa manera. Todas las noches me duermo con la misma esperanza de cumplir en mis sueños lo que no puedo cumplir a tu lado durante el día, durante la conciencia; no siempre se me cumple esa esperanza.

Hay noches, como la de ayer, que no sueño absolutamente nada, en el caso de hacerlo, no logro recordarlo. Otras noches, mis sueños son tan bizarros que ni yo misma logro llegar a comprenderlos; y otras noches, las mejores de ellas, sueño contigo. Pero estas últimas son muy pocas, lo que me recuerda que, ni siquiera en mis sueños, puedo estar como realmente quisiera estar contigo.

Cerré la libreta y la aprisioné contra mi pecho. Algún día, en algún momento, ¿podría llegar a existir la posibilidad de…? No, claro que no. Suspiré, guardé la libreta y me levanté para acercarme a uno de los tantos carteles que estaban pegados en mi pared. Sonreí ante la imagen impresa en el pedazo de papel y esa sonrisa se acrecentó al sentir el cartón en mi mano izquierda.

– Ya falta poco, aunque sea sólo para verlos en el escenario, de alguna manera, estaré más cerca de ustedes. – una risa escapó de mis labios. Realmente faltaba poco.
– Y yo que creía que Maddie sólo exageraba – me volteé, mirando a Rob apoyado en la puerta con una sonrisa en sus labios. Sentía el calor subir a mis mejillas, debía aprender a dejar los pensamientos encerrados en mi mente. – Vamos Bree, tienes que desayunar. – simplemente asentí, volví a guardar cuidadosamente los boletos debajo de mi almohada y tomé mi celular antes de pasar a su lado y depositar un beso en la mejilla de mi hermano. Escuché su risa a mis espaldas y luego sus pisadas detrás de las mías mientras bajábamos los peldaños de las escaleras.

Al llegar al comedor, besé la mejilla de papá y dudé unos segundos antes de hacer lo mismo con mi hermana. Al momento de hacerlo, corrí al otro lado de la mesa, sentándome al lado de Rob y acercándome más a él en caso de que Maddie decidiera levantarse de su asiento o algo parecido. Sólo limpió su mejilla, lo que hizo que soltara el aire que había estado reteniendo.

– ¿Siempre son así? – preguntó Rob.
– La mayoría del tiempo, sí – afirmó mi padre mientras miraba reprobatoriamente a Maddelaine.

No siempre fue así. Quise decir, pero me contuve, no quería crear una pelea tan temprano en la mañana. Algunas veces realmente extrañaba a mi hermana, pero ella parecía llevar su vida mejor sin mí, por lo que no quería interponerme. Papá y Rob se dedicaron a hablar temas de la graduación de mi hermano y los planes que debíamos hacer para viajar hasta la universidad, entre otras cosas. Terminé la comida que había en mi plato y revisé mi reloj, al parecer aún me quedaba algún tiempo de sobra antes de tener que ir al instituto.

Tomé mi celular de la mesa e inmediatamente entré a revisar las últimas fotos que había posteado Niall en su Instagram. Me aseguré de comentar y presionar el corazón en cada una de ellas. Una risa escapó de mis labios. Todos comentaban cosas en algún momento, el rubio no lo hacía sólo en unos momentos, lo hacía siempre. Realmente se preocupaba por sus seguidoras y mantener contacto con ellas. En cierto modo, todos lo hacían, sólo que Niall lo hacía más seguido.

– Aubrey, deja el celular. No lo repetiré, no utilices el celular en la mesa. – regañó mi padre. Salté en mi asiento debido al repentino y elevado tono de voz de mi padre. Simplemente asentí y guardé el teléfono en mi bolsillo. Lo escuché suspirar. – ¿Cuándo es el concierto del que me habías hablado? – intentó cambiar de tema, y funcionó. Sonreí de nuevo.
– El sábado.
– ¿Este sábado?
– Sí – contesté insegura al mirar que su ceño se fruncía.

Al ver esto, papá negó con la cabeza y suspiró de nuevo, luego calló y continuó su desayuno. Miré a Rob, él simplemente se encogió de hombros, no me atreví a mirar a Maddie, por lo que simplemente me dediqué a callar también, hasta que el silencio se interrumpió por la voz de mi padre.

– Termina de alistarte, ya casi es hora de que vayas al instituto.

Asentí, aún con miedo a hablar y subí las escaleras rápidamente, lavé mis dientes, tomé la mochila, me coloqué los zapatos y bajé, me despedí de mi familia y salí de la casa, aún con un poco de inseguridad debido a las palabras de mi padre. Pero no debía pensar en ello, mi padre jamás me haría faltar al concierto estando tan cerca, y más que todo sabiendo que es lo que más quiero.

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– Lo siento – tartamudeé y terminé de pasar la calle. Mi corazón latía acelerado y la adrenalina aún corría por todo mi cuerpo. El sonido de la bocina aún retumbaba en mis oídos y la imagen del auto a pocos centímetros míos había quedado grabado en mi mente. Debía tener mayor cuidado cuando se trataba de utilizar el celular en la calle.

Terminé mi camino hacia el instituto con el celular guardado en mi bolsillo. De momento a otro vibraba, indicando una nuevo notificación, sin embargo, mi miedo se había hecho presente y ahora nada me haría sacar el celular hasta que me encontrara lo suficientemente segura de hacerlo.

Ese momento llegó cuando crucé las puertas del instituto. En ese preciso instante, saqué mi celular y revisé todas las nuevas notificaciones. Algunos eran tuits que expresaban la alegría de ellos por el concierto del sábado, otros decían las entrevistas a las que se dirigían, otros eran fotos de Instagram o vines de Liam. Contesté a cada uno de ellos. Reí ante la absurda idea de mi mente. La idea de que algún día alguno de ellos siguiera alguna de mis cuentas o en todo caso contestara alguno de mis mensajes. Pero sabía que no pasaría. Entre mil comentarios, el mío no sería nada extraordinario que llamara la atención.

Al terminar con las notificaciones, apagué el celular, la guardé en la mochila y me encaminé a mi casillero. Claro que me encantaría estar pendiente de ellos, pero en el instituto tendía a apagar el celular mientras me encontraba en clases, ya que, de otra manera, la tentación era demasiada como para simplemente dejarlo sonar, y eso podría, muy probablemente, ocasionarme problemas, no quería causarlos estando tan cerca del concierto.

Todos a mi alrededor parecían tener el mejor día de sus vidas, al menos mientras la campanilla no avisara la entrada a clases. Miraba como se saludaban, como bromeaban, como reían y más que todo, como se esforzaban por dejarme fuera de todo ello. Cuando sentía que alguien me miraba y les sonreía, ellos se burlaban y miraban para otro lado. Ya estaba acostumbrada. Y normalmente no dejaba que eso me afectara, porque sabía la razón porque lo hacía, no obstante, yo no estaba avergonzada de ser una fan, yo no estaba avergonzada de creer en un sueño y eso me era suficiente razón para sonreír a pesar de que las circunstancias no lo ameritaran.

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Desde hace varios minutos que me encontraba viendo la pizarra. No digas nada, no digas nada. Me repetía una y otra vez en mi mente conforme el profesor explicaba el ejercicio que recién había escrito en la pizarra. Mordí mi labio y apreté con mayor fuerza el lápiz que se encontraba en mi mano. Tal vez yo estaría equivocada. Copié el ejercicio en mi cuaderno y lo seguí paso a paso, sin embargo, me daba el mismo error que cuando lo había hecho de manera mental. Suspiré, y para mi desgracia, lo hice un poco más fuerte de lo que debía.

– ¿Algún problema señorita Kennett? – me golpeé mentalmente y negué. No obstante, el señor Hills ya me conocía lo suficiente como para reconocer que cuando me mordía el labio era porque no quería decir algo que deseaba escapar de mi mente. – Si hay algún problema en el ejercicio, por favor hágamelo saber.

Él me miraba fijamente, corrección, toda la clase me miraba fijamente y sabía que ya estaba perdida de todas maneras por lo que simplemente pensé que mientras más rápido lo dijera, más rápido terminaría todo esto.

– El logaritmo resultante queda inválido si lo hace de esa manera, necesita cambiar el ocho por un seis y la base del tercer logaritmo debe ser igual a su argumento. – respondí mientras encontraba la solución en mi mente.

Él me sonrió, algo que no esperaba que hiciera y se volvió a comprobar su ejercicio, para luego darse cuenta que estaba en lo correcto y cambiarlo. Me sonrió de nuevo y se dirigió al resto de la clase.

– Si todos ustedes pensaran como ella el mundo no estaría tan arruinado. – habló después de continuar con su clase, dedicándome una sonrisa de agradecimiento.

Una parte de mí se alegró ante el comentario, la otra estaba absolutamente aterrada. Ésta segunda suprimió a la primera al ver la mirada que me dedicaban mis compañeros de clase. Cerré los ojos y un escalofrío recorrió mi espalda. Hubiera preferido que fuera despectivo, como lo había sido en las veces anteriores. Casi nunca se equivocaba, pero las veces que lo hacía no le gustaba que lo corrigieran. Me odiaba por ello, sin embargo, desde que me había dado la inscripción para las olimpiadas de matemática, lo veía más… condescendiente, conmigo. No me gustaba, apreciaba los momentos donde lograba ser invisible hacia el resto de mi clase, esto me hacía resaltar, por lo tanto, me metía en mayores problemas.

Miré hacia mi derecha para ver la mirada de Fletcher fija en las pulseras que adornaban mi muñeca. Las miré, y no vi nada distinto en ellos, aún seguían intactos, en el primero, el nombre de la banda, en el segundo, los nombres de los integrantes y en el tercero el “future Mrs. Payne” que me había regalado Robbie. Sonreí ante ellos y fruncí el ceño al pensar en por qué alguien como él estaría viendo mis pulseras. Devolví mi mirada hacia su persona y un nuevo escalofrío me recorrió al ver que esta vez me miraba burlonamente, a mí. Me guiñó un ojo y el sentimiento de miedo que había sentido momentos antes no se comparaba con nada al que sentía ahora. Personas como él no le guiñaban coquetamente a personas como mí, lo hacían para avisar que algo venía y por más que quisiéramos, no podríamos evitarlo.

Decidí no pensar en eso por el momento y concentrarme en los nuevos ejercicios que debían encontrarse en la pizarra, pero al ver hacia ella, el profesor ya estaba dando la despedida a la clase. Suspiré resignada y me guardé mis cosas con la mayor lentitud del mundo esperando que todos se fueran de la clase, incluido Fletcher y sus amigos, no obstante, no tomé en cuenta que al mismo tiempo me quedaba sola con el profesor.

– Entonces Aubrey. ¿Ya tienes la hoja firmada? Las inscripciones cierran pronto. – aclaró, elevando una ceja y tendiendo su mano para que yo pusiera la inscripción rellena en ella. No obstante, la hoja aún estaba en blanco. Me aclaré la garganta y me acerqué a su escritorio.
– Yo, no voy a participar, lo siento señor Hills, sé que esperaba que… – su risa irónica me cortó.
– Oh Aubrey, por favor. De ti, no espero nada. – sonrió de nuevo, tomó su maletín y se fue de la clase.

Como decía anteriormente, no le gustaba cuando las cosas no iban a su manera. Eso lo sabía, eso no era lo que me había dejado paralizada en mi lugar, era el hecho de que, ser molestada por mis compañeros de clase y el resto de la escuela era una cosa, pero que los profesores también lo hicieran, no era algo que llegara a esperar exactamente.

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El resto del día no mejoró, miraba a mi alrededor con constante miedo. Sabía que Fletcher no lo dejaría pasar tan sencillo, pero al mismo tiempo sabía que él no era el tipo de persona que hacía las cosas apresuradas, él tenía paciencia, por lo tanto, la inminente duda de cuando actuaría era lo que en verdad me preocupaba.

Por lo tanto, al momento de escuchar las campanas de salida, me apresuré lo más que pude para salir del edificio y suspiré aliviada al ver la carretera exterior del instituto, no obstante, esa leve sonrisa que había aparecido desapareció rápidamente al ver a mi padre esperando por mí unos metros más adelante, él nunca venía a recogerme al instituto ya que siempre estaba trabajando.

Me acerqué indecisa a él, deposité un beso en su mejilla y le sonreí, tratando de no preocuparlo más de lo que ya parecía que estaba.

– Tengo algo que decirte – habló, aún sin sonreír. No me gustaba cuando esto pasaba, no me gustaba cuando mi padre no sonreía. Así que me dije que entendería y me convencí de que seguiría sonriendo.
– Dime
– Bree, no – tartamudeó un poco, buscando las palabras, pero al no encontrar ninguna correcta, suspiró y solo lo dijo – No vas a poder ir al concierto.

Mi sonrisa cayó, esto no, esto no lo entendía.

Aparecí:

yo ni enterada que ya habían empezado, el foro no me mandó ninguna notificación  en fin, me alegra :) la leo con calma y dejo un coment mas lindo

Oh, bueno, por mi parte, yo si quiero seguir :3 mientras tanto, aprovecho en dejar mi comentario.
No se si cometí el error de leer tu capítulo, Ally, mientras escuchaba Once In A Life Time, así que sí, lloré mientras leía  además de que escribes muy hermoso, muy perfecto, era toda una mezcla que te hiere dulcemente, ah. Por otro lado, Maddie me da mala espina, lo peor es que Bree extraña a su hermana de la manera en la cual se trataban antes y a ella parece no importarle, hasta ahora.

Ni siquiera en mis sueños, puedo estar como realmente quisiera estar contigo.

This is not okay, all right? You hurt my feelings, a lot . Aubrey es yo, Aubrey es nosotras, Aubrey es todo el mundo. Sinceramente, me cae muy bien Aubrey, no es de las que se avergüenza por seguir una banda, obviamente es ficción, pero igual cuenta :roll: . Además es inteligente, Liam tiene que amarla si o si, si no espera lo peor(???). Mal, sufrí también cuando su papá le dijo que no iba a ir al concierto, pobre corazón): sin más, esperaré un poquito más para saber más de tu historia, que hasta ahora está re interesante, eso si.