sweet and dangerous exception — audiciones abiertas {nc}.

La familia Smith —integrada únicamente con chicos con exceso de testosterona—, desde hace años ha estado encargada de traficar mujeres de belleza única e inocencia indiscutible en cada una de sus facciones de ángel, para utilizarlas en prostíbulos de propiedad estadounidense o canadiense y venderlas al mercado negro, dónde varios magnates del narcotráfico de mujeres esperan ansiosos, con un maletín debajo del brazo con una cantidad respectivamente insuperable de dinero, y una sonrisa seca que expresa la victoria invaluable de la miseria.
Son elegidas por la red de trata que funciona entre Estados Unidos y Canadá, para abastecer prostitutas a la Mafia Smith, un grupo muy criminal cuyos orígenes se remontan años trascendentales, que controlan el negocio del tráfico de mujeres con fines de explotación sexual. La mafia recluta sólo extranjeras para consumo nacional, o particularmente exclusivo.
El fundador de esta mafia, Jeremy Smith la ha mantenido durante años con prestigio, siempre ocultándola bajo la penumbra existente en la vista de los ignorantes.  Pero no es el beneficio económico el principal factor para tomar esta iniciativa. Además de la fatídica personalidad de aquel brutal hombre, influyeron otros factores: el azar, el odio que mantuvo y mantiene por toda mujer que se le atraviese, y por supuesto, el deseo que latía con ímpetu dentro de su pecho de verlas sufrir tanto como él alguna vez lo hizo.
Sus hijos mayores, jóvenes con dieciocho y diecinueve años recién cumplidos, fascinantes e irresistiblemente guapos, que aunque estén con personas de bajo —quizás pobre— nivel moral y ético, todavía conservaban los valores de hogar; lastimosamente, también se ven envueltos en estas terribles operaciones. Desde temprana edad, su padre les exigía disciplina y les implantaba en sus inocentes mentes la cruda percepción que el poseía con satisfacción. Aquel hombre de corazón de carbón miraba a sus hijos con un orgullo tan cínico como el mismo.
Seis chicos que el negocio de la familia era todo lo que conocían por obligación. Era posible que vivieran una vida de adolescentes con variedad de estereotipos escritos en sus sonrisas encantadoras, miradas penetrantes, pero había ciertos límites que ni el más rebelde podría refutar, ni el más inteligente podía replicar.
Limites que eran acatados con precisión.
Hasta que su máscara de arrogancia y suficiencia se vino abajo en cuanto un grupo de chicas aparecieron en su perímetro.
Aunque lo intenten con todas sus fuerzas, ya no podían zafarse de su decisión de vida. Al fin del caso, ¿Qué más da? Sólo eran simples y desafortunadas chicas que estuvieron en lugar equivocado, al momento equivocado. Se convencían casi a regañadientes que eran un botín más para el mercado negro. Que pronto se irían y nunca más sabrían de ellas. Que algunas eran muy dulces y eso los irritaban, otras capaces de callarles la boca con un comentario brillante, otras tan inocentes que sentían penas por ellas, u alguna copia exacta de ellos que fuera su espejo personal. En pocas palabras, siempre había una razón para no entablar más que gruñidos, respuestas secas y una mirada con la palabra Cállate leídas claramente.
Pero, ¿qué ocurre cuando te enamoras de alguien que te arroja fuera de tu zona de confort? ¿Qué sucede cuando te enamoras de tu potencial destrucción?
Todo sucede gradualmente.
Permites que se metan en tu piel y luego te preguntas que demonios estás haciendo. La salida que buscas se ve resumida en sentir. Sentir que no debería ser así. Sentir que deberías estar haciendo otras cosas como uniendo los pedazos de sus corazones. Tratando de volverse contra sí mismos y ser mejores. Para ellas. Por ellas.
Pero las consecuencias a ello implican peligro, adrenalina haciendo que el corazón te lata en las cienes, y ser suficientes. Por lo menos lo suficientemente no imbéciles para seguir adelante, sacándolas del país a costa de sus decisiones y manteniéndolas lejos de sentirse rotas.
Sin embargo, ¿cuán ingenuo o que tan ciego se puede estar como para no darse cuenta de que estaban jodidos al momento de siquiera mirarlas? Y sobre todo, ¿qué garantías habían que después de escapar el infierno no fuera desatado?