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Rostros. Veía aquellos perfectos rostros, veía personas caminar de aquí para allá con rapidez. Siempre le habían dicho que los aeropuertos eran uno de los lugares más interesantes a los que podría ir, y en efectivo, así lo era. Se podía observar desde gente enfadada por no alcanzar su vuelo, hasta gente llorando de felicidad por poder viajar.
Min Sunhee tenía un ligero gran fallo dentro de su “cerebro”, pero aquello no le impedía el estar “despierta” por así decirlo. Su primer viaje había sido emocionante. Ahora si notaba la diferencia entre japoneses y coreanos, por lo que había visto, los japoneses tienen los ojos menos rasgados. Sonrió tranquila para luego oír su nombre, uno de los científicos que estaba a cargo de ella le estaba llamando. Obediente, se acercó hacia el hombre quien le acarició el cabello como si fuese una niña, a lo que Sunhee se limitó a sonreír feliz, realmente le llenaba el afecto por parte de los humanos…simplemente, era un sentimiento que ni siquiera ella podría explicar.
Le daba mucha tristeza el saber que existen humanos que odian la existencia de humanoides como ella, ¿por qué lo hacían? ¿Que había hecho mal?
Aquella pregunta era la que siempre, y sin falta rondaba en su cabeza cada jodido día desde que había nacido. Según los científicos del lugar, eran personas sin cerebro, pero Min Sunhee no podía pensar aquello, le molestaba incluso que hablaran así sobre ellos, seres vivos de su misma raza, humanos. Oh, cuanto le gustaría haber sido un humano, pero, sinceramente ella lo creía mejor así, de alguna manera.




 


Existe gente que cree a Kim Seung un loco, un Dr. House de la época futurística, y bueno, no erran para nada. Seung tenía sus propios ideales, siempre encontraba la solución a todo de la manera más rara que podía existir, bastante raro la verdad. 




Ja, ¿para que Seung se drogaría si existe café? 
La droga le era tan poco importante ni si quiera sabía si seguía comercializando, aunque tal vez, sería lo más probable, después de todo los humanoides estaban haciendo uso de todos los puestos libres de trabajo, y la droga se vendía fácil y era un trabajo que probablemente aún no está infectado con humanoides.
Seung se encontraba caminando por los pasillos del gran edificio de nanomedicina de Berlín. Estaba en su propio mundo. Necesitaba insumos robóticos, debía estudiar…tenía que hacer un montón de cosas y… ¡Oh! A penas y se acordaba que ese mismo día llegaba su “pupilo” vaya molestia que sería. Mordisqueo una rosca, se encontraba llegando a lo que sería su oficina. Frunció el ceño, estaba abierta. Camino hacia está acercándose aún más, hasta que llego, viendo así a una joven figura jugar con su antiguo cubo de rubik, ¿Quién cojones se creía para tomar sus cosas? ¡Era de colección! Nunca había visto a ese chico por ahí. Era bastante extraño de verdad, pero lo único que surcaba por su mente era echar a ese chico invade espacio personal de su oficina además, si desordenaba algo, estaría muerto.

—¿Qué haces aquí? —Pregunta con su ceño fruncido, viendo a la figura con recelo.




 
 
 
¿Cada loco tiene su mundo?
«Las mejores personas están locas.»
 
 
 
 
 
 
Un extravagante joven de rasgos asiáticos se encontraba caminando hacia los dormitorios de su residencia en el edificio de nanomedicina de Berlín. Traía arrastrando con su mano una gran maleta de colores variados, con un peluche enrollado en una de los fierros de la maleta. En su otra mano llevaba una jaula de transporte para animales, ¿qué llevaba ahí? A su gato, kumamon, no podía dejar a su preciosura de gato negro con manchas blancas en sus patas en Busan, no, ni aunque estuviera loco, aunque…ya lo estaba, ¿no?
El joven suelta una risa al encontrar su habitación, de inmediato abriendo esta con todo el esfuerzo del mundo al tener ya sus manos ocupadas, un objeto en cada una ya era demasiado para él. Jadeo una vez la abrió con fuerza al pegarle una patada. Al mismo tiempo que había pateado la puerta se oyó un sonido parecido a algo quebrándose. Hyungshik se quedó estático. A pasos lentos e inseguros se fue adentrando en la habitación, trago duro dejando la maleta y la jaula con el gato en el piso. Lentamente fue cerrando la puerta para así dejar a la vista un jarrón roto. Hyungshik de inmediato se exalto.
 
—¿¡A quién mierda se le ocurre dejar un jarrón detrás de la puerta!? Esa persona está loca, ¡loca! —Chillo moviendo sus manos como si buscara ayuda—. Kumamon, ¿puedes creerlo? La gente de hoy en día está loca. —Negó con la cabeza viendo la jaula para luego soltar un suspiro lastimero, debería limpiar ahora, algo que odiaba hacer, simplemente Hyungshik es un flojo de primera. Pero antes de hacer aquello; abrió la puerta aquella de la jaula de su pequeño gran gato, parecía un perro, la verdad es que lo alimenta demasiado.
 
—Que ni se te ocurra ir hacia allí, ¿entendiste gato loco? Iré a buscar algo con que limpiar esto así que me haces caso, o de lo contrario te romperás tus piecitos y yo no quiero eso. —Habló el muchacho mirando desafiante al gato el cual simplemente se dedicó a maullar.  




Hyungshik asomo su cabeza por el marco de la puerta observando el  “terreno”. Luego de limpiar y dejar como a Kumamon, se dirigió hacia lo que supuestamente sería la oficina del nanomédico que estaría a cargo de el durante su estadía como aprendiz. De inmediato un olor a café atrapo a sus fosas nasales haciendo una mueca, ladeo la cabeza tratando de oler algo más que no fuese ese fuerte olor. Estaba nervioso, ¿cómo no estarlo? Kim Seung está a solo metros de él, bueno, suponiendo que este estuviera en su oficina.
Lentamente fue abriendo más la puerta para así encontrarse con una gran oficina…vacía. Curioso se adentró por completo a la oficina, observando el desorden que había en el lugar, siempre había pensado que Seung era alguien ordenado, pero al parecer no, pero claro, no lo supera, nadie supera el gran desorden de Park Hyungshik.
Posó su mirada en una mesita que había por ahí, en ella había uno de estos cubo rubik, muy antiguo. El joven asiático se emocionó por lo que se acercó a ese, toda la situación gritaba «peligro»
Sin más el castaño tomo el cubo entre sus manos, de inmediato comenzando a armarlo. Estaba muy encimado en aquel cubo, muy concentrado a decir verdad, tanto, que no se dio cuenta cuando alguien entro en la oficina.
 
—¿Qué haces aquí? —Pregunta una voz ronca haciendo que el menor de ambos se exaltara haciendo aquel preciado cubo volar por los aires hasta caer en una pecera que tenía el nanomédico por ahí—. ¿Eres idiota? —Pregunta frustrado el gran Seung. Sobo su entrecejo cansado.
 
—Mierda, yo…yo lo siento, de verdad, suelo romper casi todo lo que toco y de verdad eso es un problema, usted no sabe con cuantos problemas he tenido que lidiar, ya estoy cansado de esto, en lo único que no rompo nada es cuando estoy trabajando con los humanoides y yo…—Fue interrumpido por Seung quien le puso en su boca la rosca que había estado comiendo.
 
—Cállate un rato. —Exige mirando al menor fijamente para luego asentir aprobatorio con un rostro de alivio al ya no oír su voz, el muchacho se había hiperventilado de la nada—. Así mejor. Ahora, responde, ¿qué haces aquí? ¿por qué no llevas tu credencial de reconocimiento, eh?
 
Hyungshik le observaba como si tuviera dos, no, incluso tres cabeza pero es que…Seung era más bonito en persona la verdad. Ríe como idiota ante su pensamiento, ganándose una mirada de incredulidad por parte de Seung, basta, él no era gay, ¿o sí? ¿qué mierda sabría él? Hyungshik estaba más perdido que puta en una iglesia.
 
—¿No responderás? ¿Si quiera pretendes hacerlo? —Vuelve a preguntar el mayor de a poco rodeando al cuerpo del muchacho llegando así hasta la pecera, sacando con sumo cuidado su antiguo cubo de rubik.
 
—Yo…Me llamo Park Hyungshik, soy el practicante del cual está a cargo, por favor cuide de mí. —Dice esta vez suave tratando de controlarse. Hizo una gran reverencia de 90° hacia su querido ídolo Seung.
 
—Bien, Hyungshik, ¿quieres decirme que haces en mi oficina? —Habla con un deje de molestia caminando hacia su cómoda silla de cuero giratoria, también antigua, Seung es un aficionado de lo antiguo.
 
—Solamente lo buscaba. —Entrelaza sus manos jugando con estas, nervioso. Aquello era un tic que él tiene al momento de estar nervioso, heredado de su tía.
 
—Pues, ahora que me has encontrado puedes irte. —Sonríe irónico haciendo un ademán con la mano, indicando que Hyungshik se fuera, está ocupado.
 
—Lo vendré a ver más tarde, tengo cosas que decirle. —Dice de manera rápida como una bala para luego con la misma velocidad salir de la oficina, el escape fue exitoso.
 
Una vez afuera cerró la puerta de la oficina del nanomédico. Jadeo respirando con fuerza, ¿Qué había sido aquello? Se había parecido a esa parte de los juegos en donde tienes que enfrentarte contra el villano final. Claro, en esas partes había jugadores que perdían como también otros que ganaban, pero Park Hyungshik definitivamente se ganó un “game over”.
Comenzó a caminar a pasos lentos y confundidos hacia su habitación, no sabía si pensar en Kim Seung, en su gato, o sí en la situación que acababa de suceder. Todo es un revoltijo para el en estos minutos, tal y como lo es su personalidad; cambiante y enredada.
De algo estaba seguro Hyungshik, y era que el tener a Kim Seung como tutor no sería para nada fácil. Cada loco con su tema.


 
 
 
Kwan había terminado hace poco de trabajar en una tienda de chucherías, había sido un milagro haber obtenido un trabajo pero bueno…tiene conexiones.
 
Se encontraba caminando hacia el pequeño departamento que comparte con Kim Taeil, su mejor amigo. Debía admitir que…se sentía extraño estando alrededor de él, no sabía si era incomodidad, ansiedad, nerviosismo, probablemente nunca lo descubriría, era un adolescente con sus sentimientos muy enterrados dentro de sí. 
 
Llego al pequeño edificio de inmediato entrando en su departamento, topándose con la figura de su mejor amigo.
 
—Eh, TaeTae has llegado temprano, ¿no? —Dice con un ligero de cariño en su voz mirando a su amigo con sus característica mirada fría que se suavizaba si era su amigo de quién miraba.
 
—S-Si…—Este asiente con la cabeza mirando fijamente a su amigo con sus mejillas ligeramente coloradas, ¡basta! Es un hombre. Cogió una gran bocanada de aire y se armó de valor.
 
—Mira, he escrito un poco de rap mientras estaba en el trabajo, sé que te gusta escucharme así que…—Observo a su amigo frunciendo su ceño dejando de hablar, ¿Qué le sucedía?
 
—¡Kwan, me gustas! —Exclamo el chico menor por meses, haciendo que los ojos rasgados del nombrado le miraran con cierto asombro e incredulidad. Taeil no se atrevía a mirarle a los ojos, simplemente se esperaba lo peor.
 
Kwan entro en un estado ligero de shock, no entendía… ¿le gustaba a Taeil? ¿Un chico y su mejor amigo? Nada bueno saldría de aquello.
 
—No digas tonterías, Kim. —Se limitó a escupir las palabras con frialdad, Kwan. Su mente era un revoltijo y su mente fría simplemente atinó a que kwan actuará así.
 
Nada bueno pasó, Kwan se fue echo una maraña de pensamientos, saliendo del departamento cerrando la puerta con fuerza, sin haber querido hacerlo, dejando a un Taeil roto. ¿Qué sucedería cuando Kwan regresará y despejara su mente?




 

Kwan entró en la gran instalación de robótica de Tokio. Había logrado conseguir un puesto ahí como robotista, claro, nuevamente gracias a sus conexiones. No se dudaba el que hubiera logrado entrar sin ayuda, puesto que sabe un montón sobre aquellos androides, sabe demasiado de sus enemigos y aquello es peligroso para los que están a favor de los androides, o como él les decía: las réplicas u replicantes.
Ciertamente era y es imaginable que, el nombrado “El valle inquietante” –punto en el cual los robots se vuelven tan parecidos a los humanos que generan rechazo. “Punto” denominado así en el 2014– estaba ya en acción. Nunca se había pensado que aquel momento llegaría tan rápido.
Kwan frunció su ceño al recordar una entrevista de años atrás, donde un robotista aseguraba que, cualquier persona que haya perdido a alguien cercano querrá un androide creado a su imagen y semejanza. Asco, esas palabras le causaron y le siguen causando un gran disgusto, personalmente para él era, inhumano.
Se quedó quieto observando a los científicos. Como androides pasaban por su lado y el ahí, quieto, sin hacer nada. Todos esos científicos estaban consumidos por la tecnología, consumidos por esos androides.
El joven de veintitrés años agito su cabeza hacia los lados. Debía pasar desapercibido y no lo está logrando para nada. Sus manos se hicieron puños, así apretando estos con fuerza. Soltó un suspiro tratando de relajarse para luego lentamente sus manos volver a su postura normal, ya con varías venas marcadas a lo largo de estas.
Gracias al estar rodeado de androides no pudo evitar en pesar en su mejor amigo, o bueno, quién había sido su mejor amigo. Muchas veces le había jodido el hecho de que tuvieran ideales distintos, mucho más cuando tiempo después se dio cuenta de que el correspondía a los sentimientos de Taeil. Fue y es muy frío de sentimientos, pero sabe que si se hubiera dado cuenta antes; todo hubiera sido distinto, porque Kwan puede que odie a todo el mundo pero taeil no es –o no era– todo el mundo.
Frunció su ceño molesto, pensar en aquello le ponía rabioso, debía dar gracias por el hecho de que esos sentimientos ya no están, como llegaron; se fueron.
El surcoreano camino a paso fuerte y elegante, con su personalidad estando más mierda de lo que era. Sin darse cuenta choco con alguien, lo cual le hizo exaltarse, ya que, el golpe había sido fuerte aun así no le había dejado en el piso.

—Cuida tus pasos, hijo de puta, que hay más gente caminando a parte de ti. —Rugió enfadado, elevando su vista hacia el maldito imbécil con el cual había chocado. Posó su mirada en una especie de cosa metálica que decía el jodido nombre de aquella persona. “Alistair” pudo leer antes de encarar con la mirada a ese joven. Esa mirada basto para que Kwan se indignara, Alistair es más alto que él. Doble mierda, debía mantener su conducta, pero su personalidad es así, ¿que debería hacer? 
Bah, ¿por qué debería dejar de lado su manera de ser? No lo haría, era suficiente con tener que aparentar amar a las replicas esas.

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