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wearing my heart on your sleeve {resultados.
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Re: wearing my heart on your sleeve {resultados.
dragón. escribió:espere a ser la ultima ficha, las tradiciones no se pueden perder.
Invitado
Invitado
Re: wearing my heart on your sleeve {resultados.
yo tengo que dejar mi audicióooon ah. no la dejé antes porque no tenía escritos nuevos yyy lloro sangre ah que
pero hoy la dejo, sí o sí
pero hoy la dejo, sí o sí
aurelia.
Re: wearing my heart on your sleeve {resultados.
MAGDAAAAAAAAAAAAAA , mi destino era ser la ultima, he desonrado a mi nación.
dragón.
Re: wearing my heart on your sleeve {resultados.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] LIZZIEEEEEEE ;-; lo siento, no quería que eso pasara, tE LO JURO ah
aurelia.
Re: wearing my heart on your sleeve {resultados.
dejo los escritos en spoiler porque no los he subido a ningún lado ay
✖ nombres: Charlotte Lee; Leonardo Martínez; Margaret Vautin; Ethan Woods; Violet Giudici; Isaac Donovan; Cleo Feltner; Sebastian Kerridge.
✖ representantes: Katherine Mcnamara; Matthew Daddario; Amy Ward; Cody Christian; Adelaide Kane; Jack Falahee; Rose Williams; Jonathan Keltz.
✖ escritos:
✖ representantes: Katherine Mcnamara; Matthew Daddario; Amy Ward; Cody Christian; Adelaide Kane; Jack Falahee; Rose Williams; Jonathan Keltz.
✖ escritos:
- escrito uno :
- Ellos tomaron todo lo que éramos. Nos arrebataron nuestras vidas, consumiéndolas sin previo aviso. Nos hicieron creer que todo mejoraría, que sería un bien para la humanidad y que ya no habría problema alguno; nos prometieron infinidad de cosas que nunca cumplieron, que sólo eran excusas para esconder su despreciable plan, propio de la monstruosidad que llevaban en sus almas.
Ahora, no somos más que desgraciados, ninguno de nosotros durará más de una semana, y ya varios han muerto, deshidratados o por graves enfermedades. Nos han dejado como si fuéramos basura, expulsando a niños, mujeres, abuelos y hombres al infierno ubicado en el mismo lugar al que ellos llaman hogar. A ninguno de ellos les importa, viven el día a día ignorando a los que quedamos, ignorando a la auténtica humanidad que vive en cada uno de nosotros.
Pero ya no servimos, nuestras mentes no fueron capaces de acostumbrarse a los cambios; no fuimos capaces de adaptarnos a la nueva Tierra, y por aquella razón ahora somos desechados. Intentaron jugar con nosotros tal como lo hicieron con los demás, nos inyectaron líquidos y nos hicieron pasar por un montón de horribles pesadillas que lamentablemente, eran la realidad. Sin embargo, nosotros éramos distintos. Los primeros, los más débiles, como ellos les llaman, comenzaron a tener efectos secundarios: vómitos, desmayos, confusión, llegando a desangrarse, aún puedo escuchar los gritos de dolor y angustia que me despertaban por las noches. Observaba a los pequeños niños ubicados en otras camillas taparse con las almohadas, intentando ahogar los gritos y dormir en paz.
Cuando nos llevaron al exterior, todos estaban ansiosos por saber si eran capaces de vivir o tendrían que sofocarse en las celdas, esperando a que la muerte llegara. Aunque, claramente, todos pensaban que los "fenómenos" (como nos llamaban), morían al instante, para que así no sufriéramos ni tuviéramos que vivir añorando el exterior, viendo como todos jugaban al sol y admiraban las estrellas por las noches. Gran error, porque lo hacíamos. Muchos, desesperados, comenzaban a gritar a los guardias encargados de nosotros, les rogaban a que intentaran curarlos nuevamente, pero ellos no lo hacían. En cambio, todos los días se llevaban a un par de los nuestros al exterior, dejando que se quemaran por un par de minutos y luego, se limitaban a colocarles ropa especializada para evitar el calor y mandarlos a la misma muerte. Solían dejarlos en el medio del bosque, amarrados y con una venda en los ojos; seguramente, para inculcar el miedo a nosotros, que éramos llamados monstruos.
Recuerdo haber estado en el exterior por unos segundos. El aire se sentía tan bien, que fue en lo único que me concentré. Por un par de segundos, fui libre. Quería correr, gritar, caminar alrededor de las casas y encontrar una que fuera para mí. Sin embargo, eso nunca ocurrió. Luego de haber respirado, mi cuerpo entero comenzó a quemarse, tal como si fuera un vampiro. Caí de rodillas, pidiendo a que eso sólo se tratara de un sueño, y con algunas personas mirándome, uno de los guardias me disparó un tranquilizante, que supuestamente, era lo que nos mataba. Sí, gran engaño.
Desperté en la misma celda en la que me encontraba en aquel instante. Otras personas se acercaron a mí y me dijeron que lo sentían, sin tener razón alguna. Pero de alguna u otra manera, se sentía reconfortante. En un principio todo estaba bien, pero luego de un par de horas comencé a sofocarme. Nos entregaban tan sólo cinco botellas de agua por día, siendo que sólo en aquella celda habitaban más de cincuenta personas. Solíamos repartir el agua entre niños y jóvenes (por lo que yo estaba incluida), y si es que sobraba algo en la noche le entregábamos lo que quedaba a los ancianos, que muchas veces se negaban a tomar agua, diciendo que de todas formas no les quedaba tanto tiempo de vida.
Por eso, los hombres, mujeres y ancianos morían antes que todos nosotros. Recordaba haber oído a una pequeña niña decir que su madre había sido separada de ella, pues su madre fue capaz de soportar las "fases", mientras que la pequeña no. Yo también recordaba eso. La niña había salido el mismo día que yo, su madre la esperaba fuera. Antes de que yo saliera hacia el exterior, los guardias hicieron que los niños se fueran a reencontrar con sus familias. La pequeña recibió un pequeño rayo de sol y cayó, haciendo que le dispararan. La mujer que parecía ser su madre comenzó a llorar, pero no pudo acercarse a su hija, pues le dijeron que era peligroso.
Recuerdo también, haber visto a mi padre entre todas las personas. No vi su rostro cuando yo caí, pero estoy segura de que lo rompió en mil pedazos. Era la más pequeña de la casa, mis hermanos y madre ya habían sido intervenidos y yo era la única que faltaba en la familia. Pero no lo logré, y eso me devastaba. No fui lo suficientemente fuerte para soportar la intervención. Desde un principio que todo había salido mal, y en parte, era mi culpa.
Nada de lo que estoy contando es completamente cierto. Sí, nos hacen una intervención, pero esa intervención no es nada más que un plan para volver a las personas una especie de máquinas, las que servirán al gobierno en la guerra que ya está comenzando. Eso sólo ocurre a algunas personas, pues otras son privilegiadas y no participan de la intervención, como mi padre, que supuestamente, nació con la habilidad de adaptarse a distintos ambientes.
¿Yo? Yo estoy aquí, en una celda con más de cincuenta personas, entre ellos, abuelos, mujeres, hombres, y niños. Nos dan cinco botellas de agua al día y a veces nos tiran comida. Nos golpean y nos torturan con diferentes mecanismos: duchas de agua congelada, nos queman la espalda, marcándonos, y muchos otros castigos que no deseo mencionar en este instante.
La intervención no funcionó en nosotros por diferentes causas, pero todas conllevan a una: nos eligieron. Algunos al azar, otros por obligación, pero nos eligieron. Nos dejan en el bosque para hacer que los del exterior (nuevamente, llamados fenómenos por la población), teman al gobierno, y aunque muchos mueren, he escuchado que otros logran escapar y se unen a los que se encuentran en la lejanía, cerca de las montañas. En mi caso, la intervención no funcionó porque ellos me eligieron por obligación. Hace un par de meses descubrí la verdad acerca de todo junto a mi padre, y cuando me descubrieron husmeando en los archivos del gobierno, me tomaron. Mi padre nunca supo la verdadera razón y jamás lo culpé, pero supongo que se dio cuenta del porqué cuando me vio caer en el exterior.
Ellos nunca me hicieron la intervención. En cambio, me colocaron una especie de veneno, que provoca que no soportemos el sol la primera vez que nos liberan, haciendo creer a la población que somos extraños, y que de verdad hay un peligro allá afuera. Pero no hay peligro alguno. La Tierra es la misma en la que nacimos. El gobierno nos ha mentido por años, haciéndonos esclavos y tomando todo lo que tenemos.
Tomaron a nuestras familias, nos separaron de ellas y les hicieron creer que somos monstruos. Nos quitaron nuestra libertad de vivir, únicamente porque éramos una amenaza hacia el gran plan que tienen: matar a los auténticos fenómenos, cientos y cientos que huyeron del país hacia las montañas en el momento que comenzaron a intervenir personas. Tomaron nuestra identidad, nos convirtieron en reales fantasmas que a la vista de los demás, no existen.
Pero aquí estamos, sobreviviendo a duras penas e intentando mantenernos con vida. Somos un equipo, un grupo de personas que está intentando vivir el día a día y respirar el aire libre. Correr, caminar, oler y saborear los distintos sabores que nos ofrece la naturaleza. Ser libres.
No obstante, ellos no nos darán la libertad así de simple. Ellos quieren guerra, demostrarnos que no somos capaces de vencerlos. Pero estoy segura de que lo somos.
Sé que mi tiempo de libertad llegará pronto, porque ellos, los que viven en las montañas, me eligieron a mí. Me dieron la oportunidad de vivir. Los guardias me podrán dejar en el bosque en un par de horas, amarrada a un árbol, pero sé que ellos vendrán por mí, porque me necesitan.
Sí, mucha gente muere en los bosques, pero son aquellos que están dispuestos a sacrificarse para darle la vida a otros. De tal forma, el gobierno no nos mata y tenemos la oportunidad de luchar por nuestros derechos y libertades.
Y por esa razón, cuando oigo mi nombre a mis espaldas y siento a los guardias levantarme, me siento feliz. Cuando veo las cadenas que ellos colocan en mis manos y observo las miradas de los demás, sonriendo, me siento afortunada.
Porque sé que en un futuro, nosotros venceremos y podremos formar una vida, tener una familia y llenarnos de alegría.
Y es mejor que se preparen, porque aunque ellos tienen sed de sangre, nosotros tenemos sed de libertad.
- y dos por si acaso (???):
- Ella estaba cansada de ahogarse cada vez que ingresaba al agua; cansada de perder el aire cuando corría por los bosques; cansada de caer cada vez que intentaba levantarse.
No había forma de que ellos sintieran el dolor y la desesperación que la joven sentía cada vez que aspiraba aquel tóxico aire, porque ellos nunca intentaron (ni se atrevieron) a hacerlo. Ellos sólo se miraban entre sí, escuchando el sonido de las gotas de lluvia cayendo en los ventanales. Pero ella era distinta. Era extraña, a la vista de los demás, una niña que nunca terminó de crecer; sin embargo, para ella, los demás eran los extraños, demasiado cuidadosos y con miedo a la felicidad.
A ella le gustaba bailar al compás de la música que el agua producía, las gotas cayendo lenta y suavemente en su rostro, refrescándola. Le gustaba saltar en los charcos, sentir el sonido de sus botas chocando en el agua y viendo la manera en que las gotas rebotaban en su abrigo. Adoraba oler aquellas flores de exquisito olor que tanta alergia le provocaba.
No importaba si luego quedaba llena de rasguños provocados por las espinas de las rosas, o llena de moretones por resbalar en uno de los charcos, o resfriarse por el cambio de temperatura. Nada importaba en aquellos momentos, porque en ese preciso instante, ella podía sentir una sonrisa dentro de sí misma, brotando y esparciendo alegría en el ambiente. No había ningún impedimento, nada que pudiera derrotar su felicidad, porque ella era libre.
Cada dolor, cada felicidad, cada susto, cada tristeza y desesperación, significaba una sola cosa para ella: estaba viva.
Así que, tal vez, ella no estaba agotada de ahogarse, ni de perder el aire, tampoco de caer. Eran los demás, aquellos que preferían cuidarse de todo peligro y alejarse de lo que significaba vivir, ellos eran los que la convencían de lo agotada que se encontraba.
Pero al final del día, ella agradecía por todos los sentimientos, colores y alegrías que la vida le traía.
Porque ella no necesitaba nada más que vivir para no sentirse vacía. No necesitaba la felicidad de otra persona para ser feliz, porque ella ya estaba llena de alegría.
Y aunque vivir significaba caer una y otra vez, ella nunca quitaba esa sonrisa de su rostro.
Porque no le importaba caer en un abismo que parece eterno. Porque sabía que se levantaría, y que finalmente, sabría, que ella se encontraba con vida.
aurelia.
Re: wearing my heart on your sleeve {resultados.
ya la aceptoaurelia. escribió:yo tengo que dejar mi audicióooon ah. no la dejé antes porque no tenía escritos nuevos yyy lloro sangre ah que
pero hoy la dejo, sí o sí
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Re: wearing my heart on your sleeve {resultados.
aurelia. escribió:dejo los escritos en spoiler porque no los he subido a ningún lado ay ✖ nombres: Charlotte Lee; Leonardo Martínez; Margaret Vautin; Ethan Woods; Violet Giudici; Isaac Donovan; Cleo Feltner; Sebastian Kerridge.
✖ representantes: Katherine Mcnamara; Matthew Daddario; Amy Ward; Cody Christian; Adelaide Kane; Jack Falahee; Rose Williams; Jonathan Keltz.
✖ escritos:
- escrito uno :
Ellos tomaron todo lo que éramos. Nos arrebataron nuestras vidas, consumiéndolas sin previo aviso. Nos hicieron creer que todo mejoraría, que sería un bien para la humanidad y que ya no habría problema alguno; nos prometieron infinidad de cosas que nunca cumplieron, que sólo eran excusas para esconder su despreciable plan, propio de la monstruosidad que llevaban en sus almas.
Ahora, no somos más que desgraciados, ninguno de nosotros durará más de una semana, y ya varios han muerto, deshidratados o por graves enfermedades. Nos han dejado como si fuéramos basura, expulsando a niños, mujeres, abuelos y hombres al infierno ubicado en el mismo lugar al que ellos llaman hogar. A ninguno de ellos les importa, viven el día a día ignorando a los que quedamos, ignorando a la auténtica humanidad que vive en cada uno de nosotros.
Pero ya no servimos, nuestras mentes no fueron capaces de acostumbrarse a los cambios; no fuimos capaces de adaptarnos a la nueva Tierra, y por aquella razón ahora somos desechados. Intentaron jugar con nosotros tal como lo hicieron con los demás, nos inyectaron líquidos y nos hicieron pasar por un montón de horribles pesadillas que lamentablemente, eran la realidad. Sin embargo, nosotros éramos distintos. Los primeros, los más débiles, como ellos les llaman, comenzaron a tener efectos secundarios: vómitos, desmayos, confusión, llegando a desangrarse, aún puedo escuchar los gritos de dolor y angustia que me despertaban por las noches. Observaba a los pequeños niños ubicados en otras camillas taparse con las almohadas, intentando ahogar los gritos y dormir en paz.
Cuando nos llevaron al exterior, todos estaban ansiosos por saber si eran capaces de vivir o tendrían que sofocarse en las celdas, esperando a que la muerte llegara. Aunque, claramente, todos pensaban que los "fenómenos" (como nos llamaban), morían al instante, para que así no sufriéramos ni tuviéramos que vivir añorando el exterior, viendo como todos jugaban al sol y admiraban las estrellas por las noches. Gran error, porque lo hacíamos. Muchos, desesperados, comenzaban a gritar a los guardias encargados de nosotros, les rogaban a que intentaran curarlos nuevamente, pero ellos no lo hacían. En cambio, todos los días se llevaban a un par de los nuestros al exterior, dejando que se quemaran por un par de minutos y luego, se limitaban a colocarles ropa especializada para evitar el calor y mandarlos a la misma muerte. Solían dejarlos en el medio del bosque, amarrados y con una venda en los ojos; seguramente, para inculcar el miedo a nosotros, que éramos llamados monstruos.
Recuerdo haber estado en el exterior por unos segundos. El aire se sentía tan bien, que fue en lo único que me concentré. Por un par de segundos, fui libre. Quería correr, gritar, caminar alrededor de las casas y encontrar una que fuera para mí. Sin embargo, eso nunca ocurrió. Luego de haber respirado, mi cuerpo entero comenzó a quemarse, tal como si fuera un vampiro. Caí de rodillas, pidiendo a que eso sólo se tratara de un sueño, y con algunas personas mirándome, uno de los guardias me disparó un tranquilizante, que supuestamente, era lo que nos mataba. Sí, gran engaño.
Desperté en la misma celda en la que me encontraba en aquel instante. Otras personas se acercaron a mí y me dijeron que lo sentían, sin tener razón alguna. Pero de alguna u otra manera, se sentía reconfortante. En un principio todo estaba bien, pero luego de un par de horas comencé a sofocarme. Nos entregaban tan sólo cinco botellas de agua por día, siendo que sólo en aquella celda habitaban más de cincuenta personas. Solíamos repartir el agua entre niños y jóvenes (por lo que yo estaba incluida), y si es que sobraba algo en la noche le entregábamos lo que quedaba a los ancianos, que muchas veces se negaban a tomar agua, diciendo que de todas formas no les quedaba tanto tiempo de vida.
Por eso, los hombres, mujeres y ancianos morían antes que todos nosotros. Recordaba haber oído a una pequeña niña decir que su madre había sido separada de ella, pues su madre fue capaz de soportar las "fases", mientras que la pequeña no. Yo también recordaba eso. La niña había salido el mismo día que yo, su madre la esperaba fuera. Antes de que yo saliera hacia el exterior, los guardias hicieron que los niños se fueran a reencontrar con sus familias. La pequeña recibió un pequeño rayo de sol y cayó, haciendo que le dispararan. La mujer que parecía ser su madre comenzó a llorar, pero no pudo acercarse a su hija, pues le dijeron que era peligroso.
Recuerdo también, haber visto a mi padre entre todas las personas. No vi su rostro cuando yo caí, pero estoy segura de que lo rompió en mil pedazos. Era la más pequeña de la casa, mis hermanos y madre ya habían sido intervenidos y yo era la única que faltaba en la familia. Pero no lo logré, y eso me devastaba. No fui lo suficientemente fuerte para soportar la intervención. Desde un principio que todo había salido mal, y en parte, era mi culpa.
Nada de lo que estoy contando es completamente cierto. Sí, nos hacen una intervención, pero esa intervención no es nada más que un plan para volver a las personas una especie de máquinas, las que servirán al gobierno en la guerra que ya está comenzando. Eso sólo ocurre a algunas personas, pues otras son privilegiadas y no participan de la intervención, como mi padre, que supuestamente, nació con la habilidad de adaptarse a distintos ambientes.
¿Yo? Yo estoy aquí, en una celda con más de cincuenta personas, entre ellos, abuelos, mujeres, hombres, y niños. Nos dan cinco botellas de agua al día y a veces nos tiran comida. Nos golpean y nos torturan con diferentes mecanismos: duchas de agua congelada, nos queman la espalda, marcándonos, y muchos otros castigos que no deseo mencionar en este instante.
La intervención no funcionó en nosotros por diferentes causas, pero todas conllevan a una: nos eligieron. Algunos al azar, otros por obligación, pero nos eligieron. Nos dejan en el bosque para hacer que los del exterior (nuevamente, llamados fenómenos por la población), teman al gobierno, y aunque muchos mueren, he escuchado que otros logran escapar y se unen a los que se encuentran en la lejanía, cerca de las montañas. En mi caso, la intervención no funcionó porque ellos me eligieron por obligación. Hace un par de meses descubrí la verdad acerca de todo junto a mi padre, y cuando me descubrieron husmeando en los archivos del gobierno, me tomaron. Mi padre nunca supo la verdadera razón y jamás lo culpé, pero supongo que se dio cuenta del porqué cuando me vio caer en el exterior.
Ellos nunca me hicieron la intervención. En cambio, me colocaron una especie de veneno, que provoca que no soportemos el sol la primera vez que nos liberan, haciendo creer a la población que somos extraños, y que de verdad hay un peligro allá afuera. Pero no hay peligro alguno. La Tierra es la misma en la que nacimos. El gobierno nos ha mentido por años, haciéndonos esclavos y tomando todo lo que tenemos.
Tomaron a nuestras familias, nos separaron de ellas y les hicieron creer que somos monstruos. Nos quitaron nuestra libertad de vivir, únicamente porque éramos una amenaza hacia el gran plan que tienen: matar a los auténticos fenómenos, cientos y cientos que huyeron del país hacia las montañas en el momento que comenzaron a intervenir personas. Tomaron nuestra identidad, nos convirtieron en reales fantasmas que a la vista de los demás, no existen.
Pero aquí estamos, sobreviviendo a duras penas e intentando mantenernos con vida. Somos un equipo, un grupo de personas que está intentando vivir el día a día y respirar el aire libre. Correr, caminar, oler y saborear los distintos sabores que nos ofrece la naturaleza. Ser libres.
No obstante, ellos no nos darán la libertad así de simple. Ellos quieren guerra, demostrarnos que no somos capaces de vencerlos. Pero estoy segura de que lo somos.
Sé que mi tiempo de libertad llegará pronto, porque ellos, los que viven en las montañas, me eligieron a mí. Me dieron la oportunidad de vivir. Los guardias me podrán dejar en el bosque en un par de horas, amarrada a un árbol, pero sé que ellos vendrán por mí, porque me necesitan.
Sí, mucha gente muere en los bosques, pero son aquellos que están dispuestos a sacrificarse para darle la vida a otros. De tal forma, el gobierno no nos mata y tenemos la oportunidad de luchar por nuestros derechos y libertades.
Y por esa razón, cuando oigo mi nombre a mis espaldas y siento a los guardias levantarme, me siento feliz. Cuando veo las cadenas que ellos colocan en mis manos y observo las miradas de los demás, sonriendo, me siento afortunada.
Porque sé que en un futuro, nosotros venceremos y podremos formar una vida, tener una familia y llenarnos de alegría.
Y es mejor que se preparen, porque aunque ellos tienen sed de sangre, nosotros tenemos sed de libertad.✖ reglas: Without you i'm a half of a whole.
- y dos por si acaso (???):
Ella estaba cansada de ahogarse cada vez que ingresaba al agua; cansada de perder el aire cuando corría por los bosques; cansada de caer cada vez que intentaba levantarse.
No había forma de que ellos sintieran el dolor y la desesperación que la joven sentía cada vez que aspiraba aquel tóxico aire, porque ellos nunca intentaron (ni se atrevieron) a hacerlo. Ellos sólo se miraban entre sí, escuchando el sonido de las gotas de lluvia cayendo en los ventanales. Pero ella era distinta. Era extraña, a la vista de los demás, una niña que nunca terminó de crecer; sin embargo, para ella, los demás eran los extraños, demasiado cuidadosos y con miedo a la felicidad.
A ella le gustaba bailar al compás de la música que el agua producía, las gotas cayendo lenta y suavemente en su rostro, refrescándola. Le gustaba saltar en los charcos, sentir el sonido de sus botas chocando en el agua y viendo la manera en que las gotas rebotaban en su abrigo. Adoraba oler aquellas flores de exquisito olor que tanta alergia le provocaba.
No importaba si luego quedaba llena de rasguños provocados por las espinas de las rosas, o llena de moretones por resbalar en uno de los charcos, o resfriarse por el cambio de temperatura. Nada importaba en aquellos momentos, porque en ese preciso instante, ella podía sentir una sonrisa dentro de sí misma, brotando y esparciendo alegría en el ambiente. No había ningún impedimento, nada que pudiera derrotar su felicidad, porque ella era libre.
Cada dolor, cada felicidad, cada susto, cada tristeza y desesperación, significaba una sola cosa para ella: estaba viva.
Así que, tal vez, ella no estaba agotada de ahogarse, ni de perder el aire, tampoco de caer. Eran los demás, aquellos que preferían cuidarse de todo peligro y alejarse de lo que significaba vivir, ellos eran los que la convencían de lo agotada que se encontraba.
Pero al final del día, ella agradecía por todos los sentimientos, colores y alegrías que la vida le traía.
Porque ella no necesitaba nada más que vivir para no sentirse vacía. No necesitaba la felicidad de otra persona para ser feliz, porque ella ya estaba llena de alegría.
Y aunque vivir significaba caer una y otra vez, ella nunca quitaba esa sonrisa de su rostro.
Porque no le importaba caer en un abismo que parece eterno. Porque sabía que se levantaría, y que finalmente, sabría, que ella se encontraba con vida.
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