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Isolated Key Motel.
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Re: Isolated Key Motel.
Capítulo 05
Zachary James; Brooke Seathes; Cedric Reeves; Amelie Woods; Theo Woods; Zoey Jefferson. || escrito por margarita.|| Sigue: woozi.
Amelie todavía podía sentir sus mejillas húmedas cuando entró en el aeropuerto. Con una mano sujetó con fuerza su maleta, y con la otra secó bruscamente su cara. Miró a un lado y hacia otro en la inmensidad del lugar y por un par de segundos se sintió completamente perdida. No solo en el lugar que se encontraba, se sentía perdida emocionalmente. Acomodó la mochila en su hombro y tomó un suspiro determinado. Antes muerta, que volver atrás. Orientándose como pudo, preguntando a un par de personas y guiándose con los carteles, se dirigió a comprar un boleto. Una chica de cabellos lacios y bien peinados la recibió sonriente, pero Amelie no correspondió su gesto. Sus manos temblaban cuando abrió su mochila y sacó una tarjeta de crédito. El corazón le palpitaba bastante fuerte, pero como antes había dicho, antes muerta que arrepentirse de su escape.
—¿Qué tienes, que esté saliendo ahora? —Le preguntó a la chica. Ella tecleó un par de veces en su computador y observó fijamente la pantalla.
—A Carolina del Norte, Estados Unidos, en media hora. Estocolmo, Suecia, en diez minutos y… San Pablo, Brasil, en cuarenta minutos. —Amelie analizó sus opciones en silencio mientras la joven la miraba expectante aún con sus sonrisa de propaganda brillando en su rostro, con el mal humor que tenía, comenzaba a ponerla nerviosa. Carolina del Norte le parecía la mejor opción, no tan lejos como Brasil, no tan cerca como Suecia.
—Uno para Carolina del Norte, por favor. —Respondió, entregándole la tarjeta de crédito y su documento de identidad.
—Que sean dos. —Ordenó una voz a su lado. Amelie giró sobresaltada al oír la voz de su hermano. La joven detrás del mostrador esperó el “ok” de la chica que había atendido primero, pero cuando Theo asintió en su dirección indicándole con su documento que era el hermano de la misma, prosiguió con los trámites de la compra. Amelie esperaba que si Theo llegara a encontrarla antes de partir, iba a ser para decirle algo como “No te permitiré hacer esto, te vuelves conmigo a casa”. Sin embargo, el pelinegro estaba a su lado, respirando agitadamente con una leve capa de sudor en la frente y sus mejillas ruborizadas, evadiendo la mirada acusadora de su hermana.
—Perfecto, aquí están sus boletos. Que tengan un buen viaje. —Theo se adelantó a tomar ambos boletos y murmuró un poco audible “Gracias”, que fue correspondido con una sonrisa. Al voltear a ver a su hermana, sus facciones eran todo lo opuesto a las que la chica que les vendió los boletos mostraba.
—¿Qué demonios haces, Theo? —Fue lo primero que pudo pronunciar Amelie, cuando se alejaron de allí. Si él pensaba que con su presencia se iba a alegrar, o le iba a otorgar un poco de paz, estaba completamente equivocado. Amelie se sentía casi furiosa, y lo estuvo más cuando él respondió su pregunta.
—¿Qué más, Amelie? Salvándote de cometer… estupideces. —La última palabra la dijo en un susurro que solo ella podía escuchar. Soltó una sonrisa irónica, sabía que su hermano no le gustaba decir groserías, y si lo hacía era porque se encontraba verdaderamente molesto. Quiso protestar, quiso hacer un berrinche allí mismo. Pero aunque eso siempre funcionaba en casa, no lo iba a hacer con Theo. Mucho menos teniendo en cuenta que en vez de intentar convencerla de volver a casa, estaba allí con una maleta dispuesto a acompañarla al otro lado del océano. ”Mi héroe”, pensó con sarcasmo.
La espera de aquellos treinta minutos se hizo insoportable en la incomodidad de la tensión que había entre ellos. Amelie llevaba aquella mueca de disgusto, con el ceño fruncido, que solía poner cuando algo no salía como ella quería o planeaba. Theo, en cambio, se encontraba ansioso, moviendo su rodilla sin cesar y mordiendo su labio constantemente. Observaba a cada persona que se cruzaba con ellos, como si esperaba que alguno le gritara “¡Detente, no puedes escapar!”
Cuando subieron al avión, todo fue mucho peor. Estaban por despegar, y aunque no era la primera vez que viajaba en un avión Amy se sentía verdaderamente mal. Solía encantarle las cosquillas que le provocaba el despegue, pero esta vez hizo un efecto contrario. Theo apretó su mano cuando el avión se tambaleó un poco, muy poco, al separarse del suelo, y en ese momento, ella comenzó a llorar.
No era arrepentimiento, sinceramente. Era una mezcla de temor y cansancio, cansancio de estar mal, de no sentirse bien. Se olvidó de todo alrededor de cinco minutos y dejó salir su mar de lágrimas. Después de todo, solo él podía verla, y no le importaba en lo absoluto. Theo era, aunque detestaba admitirlo, la única persona que no le importaba que la viera llorar. De hecho, la había visto así más de una vez. Amelie tapó su rostro con una sola mano, mientras la otra era fuertemente estrechada por su hermano. Theo se quedó en silencio y suspiró. Sabía que su hermana no lloraba porque quería bajar de aquel avión o porque quería volver a casa. Lo sabía porque el mismo sentimiento que ella tenía, lo sentía él dentro de su corazón. Así que sin estar muy seguro de qué podía decir, se quedó en silencio, con la mirada al frente, mientras Amy dejaba correr sus lágrimas y las secaba a cada rato.
La vida en casa últimamente no había sido fácil. En realidad, desde que sus padres se habían divorciado dramáticamente cuando ellos estaban entrando en la adolescencia, cada día se había convertido en una tortura llena de nervios, incomodidad y discusiones. Sabía que muy probablemente, una de las razones por la que su hermana se sentía así de mal era por la reciente discusión que habían tenido en casa con sus padres. Theo se había mantenido callado mientras ellos se gritaban, su hermana atónita ante la situación, ya que a ninguno parecía importarle que estuviera yéndose de la casa de su madre. Él pasaba una mano por su cabello una y otra vez, y no pronunció palabras hasta que Amelie cerró la puerta principal de un portazo, haciendo que los vidrios de la misma retumbaran. Entonces una furia nació de él destrozando su tranquilidad habitual. Pero Theo no gritó, no necesitaba gritar.
—Perdonamos mucho, pero olvidamos poco. Algún día, cuando se den cuenta, lo van a lamentar. —Fueron sus últimas palabras antes de dejar atrás aquella casa de ladrillos y flores en el jardín. No quiso girar a verla, la recordaba y conocía de memoria. Apacible y con la verdadera imagen de cómo un hogar luciría. Mientras dentro de ella se habían desatado las más crueles peleas. Nadie salió a buscarlo. Nadie intentó detenerlo mientras las ruedas de su valija sonaban en el silencio de la calle del vecindario. Sus ojos celestes se volvieron rojos mientras aguantaba su llanto. De la misma manera que hacía en aquel momento, sosteniendo a su hermana y consolándola con su simple silencio.
—¿Sabes siquiera a dónde vamos? —Preguntó él con la vista fija en el camino. Luego de varias horas de viaje, se encontraban finalmente en Carolina del Norte. Ninguno tenía demasiada hambre, pero aún así compraron un poco de comida y alquilaron un auto, apenas tuvieron la oportunidad. Conociéndose tanto como lo hacían, sabían que en la mente de ambos aún no se había infiltrado el remordimiento. Gastando el dinero de sus padres, incluso, la determinación brillaba en los ojos de los hermanos Woods.
—Sí. Reservé dos habitaciones, en un motel de Southport. —Respondió Amelie, mirando fijamente como las gotas de lluvia golpeaban su ventana, mientras que kilómetros dentro del campo, el sol aún bañaba los pastizales con su luz dorada. No fue consciente de la mirada de preocupación de Theo. El chico se extrañó interiormente, ¿«dos»? Él ya había comenzado a pensar.
—¿Southport? ¿Al menos sabes dónde queda eso? —En su voz, al final de las palabras, ella identificó que su tono amenazaba con el descontrol. Así que habló más tranquila de lo que en realidad estaba. Que su hermano perdiera el control aunque solía ser algo que le provocaba mucha gracia, ahora mismo no lo hacía. Solo quería llegar allá, a su destino, y sentir paz mientras hacía todo lo que deseaba hacer. Libre.
—Yo no, pero el GPS sí. Síguelo y llegaremos bien. —Respondió, sonando un tanto cortante. Theo soltó un largo suspiro.
—Esto es una locura, Amy. Una verdadera locura. —Theo negó levemente su cabeza mientras hablaba, como si no pudiera procesar el hecho de que estaban allí, dirigiéndose al medio de la nada.
—Lo sé. —Dijo ella, con una sonrisa en sus labios.
Cuando Ced se había presentado como voluntario para trabajar de cocinero, no había pensado más allá de su capacidad de cocinar bien. Ahora, con Vennie haciéndose cargo en la cocina, echando humo cada vez que su amigo Edik jugaba una de sus bromas, sabía que implicaba más que experiencia. Implicaba responsabilidad, seriedad y organización… Pero aquellas tres características no lo definían demasiado bien.
—¿Qué están hacien…?—Un puñado de harina lanzado por Edik cayó sobre el rostro de Vennie. En ese momento Cedric supo que estaban jodidos.
—¡Era para él, lo juro! —Era notable que Edik quería mantener la seriedad pero le era imposible, y la verdad era que con el rostro de Vennie cubierto de harina contrastando con el rojo que tomaba al hervirle la sangre, era algo gracioso. Pero lo último que Ced quería era hacerla enojar, no después de ver de lo que era capaz. Así que antes de que ella pudiera ir sobre su amigo, se colocó en medio.
—¡Déjame! Voy a hacer que ese idiota madure de una buena vez. —Pero Cedric, con las manos en sus hombros, intentaba impedir que pusiera las manos sobre el oji-verde. Desde luego no creía que éste saliera con vida si ella lo lograba.
—Tranquila, tranquila. ¡Hey! —Vennie se deshizo de su agarre con un empujón y mantuvo la calma, como si nunca la hubiera perdido. Incluso acomodó uno de sus bucles detrás de su oreja, mientras Ced la miraba esperando que una vez más se lanzara sobre ellos. Edik, a sus espaldas, tapaba su boca para no reír. Vennie limpió su cara de harina y esperó por una explicación. —Me encargaré de que no arme más líos, lo prometo. —Pero la pelirroja no estuvo tranquila con eso, en lo absoluto.
—¿Y se supone que debo confiar en ti? ¡Mírense! Parecen niños de cinco años. —Ced rodó ambos ojos. —Solo necesito que no se metan conmigo y mi trabajo. Me tomo esto muy en serio, a diferencia de algunos niñatos como ustedes dos.
—¿Disculpa? —Cedric puso una mano en su pecho y fingió ofenderse. —Entre los tres que estamos en esta cocina ahora mismo, soy parte de los mayores. —Vennie mostró una auténtica mueca de “¿Qué diablos estás diciendo?” —Sí, así que puedo garantizarte que a partir de este momento, seguiré trabajando, cero bromas, si prometes soltar ese palo de amasar. —Vennie casi no se había dado cuenta de que sus nudillos emblanquecían alrededor del utensilio de madera. Inmediatamente lo dejó sobre la mesa y analizó al castaño con la mirada.
—Bien. Pero basta de jueguitos y bromas, o tendré que encargarme de ambos. —Y sin más, volvió a lo suyo. Cedric se giró para encontrarse con un Edik aguantando sus carcajadas a más no poder. Sabía lo que estaba pensando. Conociéndolo, para Ced iba a ser muy difícil mantener las cosas en orden, sin que se le escapar una que otra broma. Pero debía intentarlo por Caleb, sabía que a ninguno allí le convenía comenzar una guerra dentro de la cocina.
—¿No tienes trabajo que hacer? —Le preguntó a su amigo intentando echarlo no de una manera muy sutil —¡Lárgate de mi espacio! —Entre risas y empujones, pudo deshacerse de Edik mientras el mismo levantaba sus manos y decía “Está bien, está bien”. Una vez solo, o más bien, ignorando la presencia de alguien más en la cocina, se dispuso a ordenar los ingredientes que se le habían otorgado para el desayuno del día siguiente. Al cabo de unos minutos, bajo algunas miradas de soslayo por parte de Vennie, controlando que no hiciera ninguna tontería, se sintió solo.
Era un hecho que no le gustaba la soledad. Y más que encontrarse solo en una habitación, casi no soportaba no hablar con alguien. Principalmente porque al hacerlo, comenzaba a pensar. Oh, sí. A su mente le encantaba viajar en el tiempo, recordar y llenarlo de melancolía. Por eso se mantenía la mayor parte del tiempo hablando, haciendo bromas, pensando en otras cosas que no arruinaran su buen humor. Lamentablemente antes de que pudiera intentar entablar una conversación con Vennie (no le molestaba, si eso significaba dejar de pensar) ella abandonó la cocina, dejándolo momentáneamente solo.
A diferencia de un par de minutos atrás, su sonrisa había abandonado su rostro y se apoyó en la mesada de la cocina. Cruzó sus brazos y carraspeó en medio del silencio absoluto, comenzó a preguntarse qué lo hacía sentir así. Claro, la respuesta no tardó en llegar. Una chica de cabellos rubios, largos, rizados y con ojos oscuros y profundos, entró a su mente sin pedir permiso. Cedric sabía bien que antes de conocerla, no se sentía como se estaba sintiendo en aquel momento. Mucho menos durante el tiempo que salió con ella. Él nunca se sintió solo, en realidad, a su lado sentía que siempre iba a estar acompañado, sentía que siempre iba a estar bien si estaba con ella. Una pequeña sonrisa se posó en sus labios al recordar los buenos momentos. Pero la misma se borró rápidamente porque supo que habían terminado.
Sin embargo también sabía que no debía amargar sus días por este tipo de cosas. Cosas que pasan en la vida. Rechazos, abandonos, desamores. Seguro existen cosas peores. Rió en la soledad por pensar en una rima.
—¡Hey! ¿Por qué tan solo? —Caleb entró en la cocina, haciéndolo sobresaltar. Primero pensó en que lo había descubierto holgazaneando en su trabajo, pero temió que conociendo tan bien su situación, sospechara que aquellos pequeños momentos de depresión continuaran atormentándolo, hoy después de medio año de haber superado su más dolorosa ruptura. Por esto fue que Cedric le dedicó su más grande sonrisa. Detrás de ellos Vennie volvió caminando con el mismo ímpetu con el que se fue. Caleb casi ni notó los miles de pensamientos que se reflejaban en los ojos azules de su amigo. —¿Estás bien, hermano?
—Sí, sí. Solo intentando organizarme. Ya sabes, no quiero cagarla. —Le dijo, tomando uno de los delantales y poniéndoselo. —Voy a preguntarle a Vennie si necesita ayuda con algo. —Viendo que Caleb continuaba mirándolo fijo con su par de ojos negros, intentando descubrir el porqué de sus extrañas reacciones, lo tranquilizó. —Estoy bien, en serio. Siempre lo estoy. —Un golpe en su hombro y se fue a trabajar.
Cuando Zoey despertó aquella mañana, lo primero que sintió fue una punzada aguda y dolorosa en la cabeza. El sol iluminaba toda la alcoba con su luz, había humedad en el ambiente y le dolía el cuello, por haber dormido torcida. Apoyó los codos en el colchón y suspiró rascándose la cabeza. Recordó casi lamentándose que le había prometido a Ro ser voluntaria en el Motel, a partir de ese día. Se le había hecho tarde, pero no esperaba que hubiera problema, después de todo estaba trabajando gratis. A su lado, un chico de cabellos negros se removió en su lugar, seguía roncando como si nada le perturbase. Zoey rodó los ojos y se dispuso a vestirse para salir de ahí.
—Hey… —Billy despertó a medias cuando ella se colocaba sus pantalones. Qué desgracia pensó, planeaba irse de allí sin que nadie la viera. Se volteó a verlo, con aquella clara expresión en su rostro que advertía que no tenía ganas de hablar. Una mueca que solía llevar muy a menudo. —¿Ya te vas? —Billy tenía lo suyo. Desde la cama, con sus pectorales al aire, su pelo negro corto y despeinado y su par de ojos claros, la observaba como si con esa mirada fuera a lograr que volviera a la cama y continuaran con lo que fue la noche anterior.
Sigue soñando, amigo.
A penas se preocupó en contestar positivamente con un “ajá”, hasta que terminó de cambiarse. Se sentó en la cama para ponerse sus zapatillas.
—¿Por qué tan temprano? —Preguntó el chico mientras se acercaba a ella e intentaba acariciar su espalda. Zoey no intentó apartar su toque.
—Soy voluntaria en el Motel de mi amiga. —Respondió, y una vez vestida tomó sus cosas para irse.
—¿Nos volveremos a ver? —Preguntó Billy y por primera vez aquel día Zoey sonrió, aunque no genuinamente.
—No si tienes suerte, Bill. —Le guiñó un ojo antes de salir del dormitorio, buscó la puerta de entrada (aunque no fue muy difícil encontrarla en la pequeña casa) y salió al calor del día.
El sol brillaba y lo iluminaba todo, aunque de vez en cuando una nube negra se cruzaba en su camino provocando una leve sombra. La resolana era casi peor que los rayos solares. Zoey ató su cabello en una coleta mal hecha, sabía por el aspecto de esas nubes que en cualquier momento llovería y también sabía que su pelo no se llevaba tan bien con la lluvia.
—Zoey, que bueno que llegas. —A pesar de haber llegado tarde, Ro la había recibido con una sonrisa. —Pensé que no ibas a venir.
—Perdón por llegar tarde, lo había olvidado por completo. Pero ya estoy aquí, ¿en qué puedo ayudar? —Era cierto que el trabajo y Zoey no se llevaban de maravilla, pero hacerlo por Ro, una de sus pocas amigas de verdad, valía la pena. Podía ser sincera con ella, pues la conocía bien y sabía que no iba a juzgarla. La aceptaba, con esa bolsa gigante de defectos que llevaba encima.
—Qué te parece si empiezas por limpiar algunas habitaciones desocupadas, así estarán listas por si llega a venir alguien más. ¿No es sorprendente que estén viniendo tantos huéspedes? —Zoey seguía pensando en la palabra “limpiar”. Pero sacudió su cabeza levemente para prestarle atención a Ro. Miró el lugar a su alrededor, que de a poco iba tomando el aspecto de un Motel bien cuidado, con el trabajo y ayuda de todos los voluntarios.
Era muy conmovedor.
—Tienes razón, es sorprendente, muy sorprendente, casi increíble. No entiendo cómo es posible… —Comenzó a jugar con ella, Ro se dio cuenta al instante.
—Bueno, bueno. Ya entendí, gracias por eso, eh. —Zoey sonrió, por segunda vez en el día, pero con sinceridad. No era una sonrisa muy grande ni nada para ilusionarse, pero sí sonrió.
—Iré por mis herramientas y transformaré esas habitaciones, amiga. Cuenta con ello. —Ro sonrió y palmeó su hombro cuando ambas tomaron caminos distintos. Bien, la idea no era totalmente de su agrado, pero iba a esforzarse por hacerlo bien, quería demostrar que podía hacer algo bien. Se encargaría de que los huéspedes dejen buenos comentarios sobre la limpieza de sus habitaciones.
Luego de haber ordenado y limpiado dos cuartos (y por limpiar se refería a barrer y lustrar los muebles, tirando agua en el baño porque le daba un poco de cosa) Entró a su tercera habitación ya un poco más cómoda con la tarea a la que se estaba acostumbrando. Y de a poco lo hacía mejor. O al menos así lo veía ella. Mientras lustraba una de las dos mesitas de luz, alguien entró en el cuarto.
—Amy, soy tu hermano por Dios. Vamos a compartir cuarto, te guste o no…—Un chico y una chica de aspectos muy parecidos entraron y se sorprendieron al verla. —Oh, disculpa. No sabía que estaban limpiando la habitación… —Zoey no pensó que iba a encontrarse con algún huésped así que tardó un poco en reaccionar ante lo que debía hacer para dar la bienvenida. ¿Sonreír, quizás?
—Descuida, yo ya había terminado. —No era cierto, pero esperaba que no se dieran cuenta. —Eh, pues bienvenidos. Soy Zoey, soy voluntaria en este motel. —Bien, sorprendentemente amable, se dijo a sí misma.
—Eso es genial. —El chico sonrió, algo nervioso. —Soy Theo, ella es mi hermana… mi hermana…
—Amelie Woods, hola. —La chica de cabellos castaños y ojos verdes lo miró de forma extraña y su hermano se ruborizó, Zoey no se molestó en disimular la gracia que esto le causaba.
—Sí, lo que ella dijo. —Se quedaron así, un par de silenciosos segundos que fueron bastante incómodos, hasta que Zoey se dio cuenta que era momento de irse. La manera en la que ese tal Theo la miraba estaba molestándola. No porque fuera uno de esos pervertidos que te miran en la calle como si fueras un pedazo de carne. Theo estaba mirando directamente a sus ojos y de alguna manera la desconcertaba.
—Me tengo que ir, que tengan una buena estadía. —Dijo antes de pasar entre los hermanos, para salir de allí. Cuando Zoey dejó la habitación, el chico soltó un suspiro.
—Espera, Theo. Acaba de limpiar el cuarto, y tú ya estás ensuciando el suelo con tu baba. —El muchacho de ojos claros, que se había quedado mirando por donde la castaña se fue, miró a su hermana indignado.
—No seas tonta. Ahora, a desempacar. —Le ordenó a su hermana menor.
El cielo tronó sobre su cabeza haciéndolo sobresaltar. Zachary soltó un bufido, lo único que faltaba era que se largara a llover. Aún así, ya estaba acostumbrado a las locuras que el clima de Southport lo había sometido. Sol, humedad, lluvia. Pasó una mano por su frente y siguió en lo suyo. Le había dicho a Caleb que él se encargaría de quitar las hierbas de la entrada, y como le había quedado muy bien, quería rematar con algunas flores. Pero el cielo no parecía estar muy de acuerdo con sus planes. Luego de unos minutos trabajando con la tierra, comenzó a sentir las gotas de agua fría en su espalda.
No se detuvo.
Era su forma de ser en su máxima expresión. Cuando comenzaba algo, no lo iba a dejar así como así. Y no se detendría hasta lograr lo que se había propuesto. Por supuesto, se había hecho la pregunta más de una vez: ¿Qué hacía allí, trabajando gratis? Su hermana menor, Lyla, tampoco comprendía muy bien el punto. Hasta le sorprendía que su hermano, tan deseoso de salir de aquel pueblo y dejar sus trabajos como jardinero, haya aceptado tal propuesta. ¿Qué le había respondido? Por Caleb, y solo por ese tonto.
Más allá de su sorpresa a Lyla le agradaba escuchar que, aunque su hermano había cambiado mucho desde la muerte de sus padres, aún era leal a sus amigos, como lo fue desde que eran pequeños. Razón por la cual aceptó pasar aquel tiempo en la casa de June, su tía. Al principio Zac se sintió interiormente culpable por dejar a su hermana, pero la tía June no era un extraño, y no vivía demasiado lejos del motel. Además sabía cuánto le gustaba a su hermanita pasar el tiempo con su tía.
Otro trueno. Varios de los chicos y chicas trabajando fuera del motel continuaron su trabajo bajo las gotas (pocas pero grandes) de la lluvia. Miró el cielo con una mano sobre la frente, observando el sol a penas tapado por algunas nubes negras, supo que en cualquier momento dejaría de llover. Sin embargo luego de un tiempo trabajando sobre la tierra, su camiseta ya se encontraba bastante mojada, al igual que su cabello. Pero estaba a punto de terminar y no podía detenerse en ese momento.
Por poco no se había dado cuenta de la cantidad de tiempo que llevaba concentrado en su pequeño trabajo, así que giró para darse cuenta que ya no había nadie el jardín de la entrada, más que una chica que venía corriendo a toda velocidad por el camino desde el bosque, del lado izquierdo del motel, con una maleta y una revista tapando su cabeza. Zac rió ya que su intento de no mojarse no había funcionado bien, y ahora finalmente había dejado de llover. Los rayos dorados del atardecer eran calurosos, aun más con la humedad que la lluvia pasajera había dejado.
—Disculpa, ¿trabajas aquí? —Le preguntó la joven cuando hubo llegado hasta él. Zac miró sus guantes de jardinería, su ropa sucia con barro y sus flores recién plantadas, secó el sudor de su frente con el dorso de una mano y la miró como diciendo ¿estás bromeando?.
—Eso parece. —Fue lo que respondió, sin embargo. La castaña se rió ante su respuesta… y a Zac le gustó su risa. —¿Te puedo ayudar en algo? —Preguntó, pero más que cortés sonó fastidiado. La verdad era que estaba cansando y sabía perfectamente que tenía sus mejillas enrojecidas, por el calor que sentía en su rostro y cuerpo. Ella no pareció importarle.
—Bueno, sinceramente… Estoy perdida, vi un cartel hace un rato que decía algo de un motel, pero siéndote honesta ni siquiera sé dónde estoy. —Zac casi no podía creer lo que escuchaba. Agachó su cabeza para sonreír sin que ella lo notara, pero la castaña de grandes ojos verdes no tardó en darse cuenta. —Probablemente pensarás que soy una tonta, pero no estoy bromeando. —Él volvió al instante con su seriedad y se sintió algo ridículo. Viéndola bien, no tenía idea de cuáles eran sus razones para terminar allí sin saber donde estaba. Como aquel día se sentía bondadoso, decidió hacer otra obra de bien, orientándola un poco. No iba a ser una molestia para nada, considerando que estaba bastante buen… —¿Y bien? ¿Me puedes ayudar?
Zachary sacudió su cabeza levemente. —Sí, ven. Seguro tendrán una habitación para ti. —La acompañó hasta la puerta de entrada. —Bienvenida al Isolated Key Motel. —Percatándose de su mueca de interrogación, continuó. —Lo sé, es un nombre bastante raro. Pero descuida, aquí trabaja buena gente, somos confiables. —Dijo haciendo un ademán hacia sí mismo. —Zachary James, para lo que necesites. —Se quitó un guante de la mano y tomó su mano. La joven lo miró analizándolo bien, y sonrió como diciendo: sé algo que tú no.
—Brooklyn Seathes, Brooke. —Agitó su mano en un saludo amistoso antes de que él pudiera depositar un beso en ella. —Y tengo novio, Zachary James.
—Oh. —Fue todo lo que se le ocurrió decir, o más bien lo primero que salió de su boca sin pensar. Golpe bajo para su orgullo. —Claro, por supuesto. Eh… mi amigo… —Señaló al castaño en el mostrador, pero con su reciente metida de pata Zac no pensaba con claridad más que en la manera de no quedar peor.
—Caleb. —Respondió el chico, incrédulo de la estupidez de su amigo.
—Claro, Caleb. Él es el recepcionista al mando aquí, así que… —Mientras Brooke lo miraba con gracia, no se le ocurrió que otra cosa inteligente decir, así que luego de un par de balbuceos se giró y volvió a su trabajo.
—Perdónalo, solía ser un rompecorazones en sus días de antaño. —Bromeó Caleb, tomando su identificación y tarjeta de crédito.
—No lo dudo. —Fue la respuesta de Brooke, aun un poco extrañada, pero para nada insegura de hablar con desconocidos.
—¿Y bien, sabes cuánto tiempo vas a quedarte? —Preguntó el chico, tecleando en la computadora.
Ella respondió sonriente. —Por ahora... Ilimitado.
Brooke se sintió finalmente cómoda cuando estuvo en la alcoba que le habían asignado. El viaje había sido algo duro. ¿Dijo algo? Había sido un desastre, en realidad. No era la primera vez que hacía dedo para llegar a algún lugar en particular. Pero luego de que los imbéciles que se ofrecieron a llevarla hubieran intentado aprovecharse de su situación, prefirió quedarse allí, en medio de la ruta y caminar, antes de seguir viajando con ellos. ¿Cómo pudo pensar que aquella zorra que viajaba en el asiento del copiloto, iba a hacerla sentir más segura? Gracias a Dios vio aquel cartel de un motel cerca, como si los ángeles lo hubieran puesto allí para ella. No tuvo que caminar más que un par de kilómetros para estar en un lugar seguro y con ducha ¡Con ducha! No recordaba la última vez que había disfrutado tanto de una ducha Y eso que había pasado por mil cosas desde su “hogar” en Canadá. ¿Y ahora dónde se encontraba?
—South…port. —Leyó en un folleto que retiró del mostrador en recepción. Se encogió de hombros, no podía ser tan malo aquel lugar. Un poco de paz le vendría bien, aunque algo dentro suyo le advertía que no se confiara demasiado de aquella idea de encontrar “paz”. Además, ¡Vamos! Ella no era una chica exactamente “tranquila”.
Dejó la maleta a un lado de la cama y se recostó en la misma, luego de haberse bañado, inhalando el aroma a limpio y a tierra mojada. Sonrió.
Tierra mojada… Inmediatamente pensó en aquel chico, Zac. Se notaba que el muchacho era consciente de cada uno de sus atributos, y Brooke también lo era. Cuando lo vio luego de su tediosa caminata entre los árboles húmedos y las hojas, fue prácticamente el paraíso encontrarlo allí, sudado y con la ajustada camiseta mojada por la reciente lluvia. Por su mente instantáneamente se le cruzó la idea de que si se hospedaba allí donde él trabajaba, quizás sería parte de aquella aventura que Brooke tanto buscaba.
Y sobre aquello de tener novio… Se rió sola, mirando el techo de la habitación. Ni siquiera sabía por qué le había dicho aquello. Pero ahora, en la soledad de su cuarto, lo razonó más y encontró algunos beneficios de su mentira. Reconocía en esos ojos claros (¿eran celestes, o verdes? No lo recordaba) una perspicacia que ya había visto en otros chicos. Y le resultaba de alguna manera divertida la idea de probar hasta qué punto era capaz de llegar, ¿la seduciría, respetaría el hecho de que tenía “novio”? Dejó de pensar en él y se acomodó más en la cama.
Estaba cansada, pero ansiosa por comenzar su aventura y seguir disfrutando de su tan ansiada independencia.
- Leer porfi :
- Buenoooo acá mi cap, juro que pensé que era más largo, en world eran más de diez hojas, pero ahora se ve cortito igual espero que les guste, o más bien no les disguste mucho(?) Seguramente odien a Zoey al principio pero ella tiene algunos problemas de personaldad que tiene que resolver, pronto se volverá al lado bueno, lo prometo(?) Espero el cap de Angie las quieroooo
Última edición por margarita. el Lun 15 Feb 2016, 8:23 pm, editado 1 vez
bless.
Re: Isolated Key Motel.
deeeeeeeby qué te digo, amé completamente el capítulo! Amo como escribís, eso ya te lo he dicho infinitas veces, pero te lo sigo deciendo. En serio, amé cada uno de tus personajes y la manera en que llegan al hotel o que interactuan con mis pejotas, en serio LO AMO! AMO QUE TODAS ESTÉN OBLIGADAS A TENER TRAMAS CONMIGO!! ahqué jajajaja nah mentira
En serio amé el capítulo deb! es hermoso
Espero el de homie
En serio amé el capítulo deb! es hermoso
Espero el de homie
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
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Re: Isolated Key Motel.
DEBYYY, AY LO AMEEE en serio, mujer comentaré más lindo más adelante, pERO ME ENCANTÓ TODO, y todos tus personajes igual y la parte de Cedric, Vennie y Edik a Zac le salió el coqueteo como el tiro por la culata, ehehehhe en serio me encantó
hange.
Re: Isolated Key Motel.
IJEKDJHJII YA ME TOCA DIOS Y APENAS EMPIEZO. prometo que dentro de unos dias lo tengo listo, no quiero que se atrase pero no prometo nada perfecto.
Ame el capitulo por completo, me encanto, la verdad que disfrute cada palabra de el. Lamento que mi comentario sea corto pero tengo muchos problemas que no quiero hablar y se me junta todo. Así que quiero que sepas deby que me encanto de verdad tu capitulo y tus personajes.
Me pondré a trabajar en el mio, lo tendrán pronto, besos
Ame el capitulo por completo, me encanto, la verdad que disfrute cada palabra de el. Lamento que mi comentario sea corto pero tengo muchos problemas que no quiero hablar y se me junta todo. Así que quiero que sepas deby que me encanto de verdad tu capitulo y tus personajes.
Me pondré a trabajar en el mio, lo tendrán pronto, besos
changkyun.
Re: Isolated Key Motel.
el capitulo va lento pero en proceso, lamento que me tarde mucho pero la inspiración no esta de mi lado estos días.
changkyun.
Re: Isolated Key Motel.
Asi estoy ahora que han actualizado la novela.Cuando tenga tiempo me presento formalmente al igual que les brindo un mejor comentario.
Willa
Re: Isolated Key Motel.
chicas!!
hoy me devolvieron la PC, igual todavia tengo que terminal mi cap voy a estar toda la noche terminandolo y mañana subo si o si
hoy me devolvieron la PC, igual todavia tengo que terminal mi cap voy a estar toda la noche terminandolo y mañana subo si o si
Invitado
Invitado
Re: Isolated Key Motel.
Capítulo 06
Aspen y Rainbow Nostrand, Morgan Cordell, Nathaniel Valentino, Sebastian Miachelis, Serena Keegan-Hobbs. || escrito por ácido. || Sigue: Teph.
— Rainbow....
Cuando Rainbow imaginaba sus mañanas de domingo, definitivamente no se imaginaba algo como esto. Ella imaginaba una mañana despertando con su rostro recostado sobre una almohada de plumas de algún tipo de animal exótico, el distante aroma a tocino proviniendo de la cocina, e incluso el perfume masculino de algún hombre a su lado (Aunque la realidad siempre difería de la fantasía; normalmente despertaba con un dolor punzante en el cuello porque su almohada la acaparaba el perro de su compañera de cuarto, aroma a gas por que aparentemente Neeva no sabe cómo controlar un horno, y lentejuelas por todas partes).
Pero Rainbow nunca imagino que despertaría un domingo a la dulce voz de una mujer sacudiéndole el hombro delicadamente, un dolor de cuello aún más terrible que el normal, usando un vestido de cóctel negro y el aliento olor champagne y margarita de su hermana colisionando contra su cara. Y, además, le dolía el culo. La cabeza le daba vueltas, y tardó unos momentos en acostumbrarse a la luz cegadora de... del avión. ¿Eso era, no? Habían asientos en fila, la habitación era estrecha pero larga, y la señora al lado de su hermana tenía algún tipo de uniforme de- de azafata.
Dios mío. Estaba en un avión. En un puto avión.
— ¡Al fin! — Interrumpe sus pensamientos su hermana, sonriendo de costado —¿Cómo logra Neeva despertarte en las mañanas, eh?
La azafata, la mujer que intentaba despertarla, le sonríe. Rainbow debe tener los ojos abiertos como platos y la expresión más asustada que alguna vez vistió porque la sonrisa de la misma tiembla y no le llega a los ojos, como si estuviese preparada para que la misma rompa en llanto, o algo así.
— B-bienvenidas a California... — Murmura la misma, con la sonrisa falsa pegada en el rostro.
Oh.
— ¡Aspen!
— ¿Qué? — La misma pregunta, con los ojos de cachorrito que leían yo-no-hice-nada. 'Típico de Aspen,' piensa frustrada la hermana mayor. Siempre era la misma historia con Aspen. Si tenía algo entre manos, nunca lo admitiría. Bueno, a menos que consiguiera algo a cambio.
— ¿Estamos en California? — Raibow pregunta - aunque suena más como una declaración que otra cosa. Aspen abre la boca para contestar, pero rápidamente su hermana la interrumpe alzando un dedo frente a su rostro — Espera. Déjame reformular eso. ¿Cómo llegué a este avión? ¿Y qué está pasando? ¿Papá sabe? ¿Y Neeva? Sabes que necesito ayudarla con su audición para el programa de RuPaul -
— ¡Cálmate, Rainbow! Dios mío... — Murmura exasperada. Las manos de la morocha se cierran formando puños y está completa y absolutamente lista para volarle la cabeza a su hermana, cuando la azafata anuncia que debían bajar por que hacía diez minutos que habían aterrizado y quería poner los pies en tierra firme de una vez. De mala gana, ambas hermanas lo hacen. Rainbow se levanta de su asiento para descubrir que su vestido es demasiado corto para su gusto, al igual que sus zapatos son demasiado altos para que camine con normalidad. Ambos pertenecen a Aspen - y, de verdad, Rainbow se lo veía venir.
Aspen luce igual. Tacones que la hacen ver mucho más alta de lo que realmente es (hem, hobbit, hem), vestido color rojo tipo cóctel y maquillaje pesado algo corrido. Su cabello parece alborotado, sus rizos matutinos naturales ya formados en su cabellera. ¿Qué paso anoche? Se pregunta Rainbow. Lo último que recordaba era la visita de su hermana mientras Neeva estaba fuera trabajando. Recordaba su última taza de té verde, el perro de su compañera de apartamento aullándole a la luna de media noche de Londres y luego su hermana sacando una botella de cerveza de su bolso. Y... Dios mío.
— Creo que sé que sucedió anoche — Proclama la hermana mayor, mientras arrastran sus maletas por el aeropuerto. La gente las observa, y Rainbow puede entenderlo. No es todos los días que vez dos prostitutas caminando por ahí.
— ¿Ah sí? — Pregunta distraída Aspen, quién ahora esta mascando chicle.
— ¿De dónde sacaste eso? —Rainbow cuestiona, inevitablemente levantando las cejas — No lo tenías cuando estábamos dentro del avión.
— Oh, sí lo tenía — Responde con una sonrisa cómplice, para luego de una pausa agregar —. Desperté con él en la boca. Creo que lo compartí con uno de los tíos de anoche.
— Parece que realmente no sé qué sucedió anoche después de todo — Comentó Rainbow, acariciándose la sien. La cabeza le estaba matando. Todo parecía darle vueltas, y sentía que estaba dentro de una licuadora constantemente. La luz perforaba sus parpados y le martillaba constantemente la cabeza. Aspen, por el otro lado, parecía estar de lo más normal. Rainbow razonó que, tal vez, estaba tan acostumbrada a este tipo de cosas que ya no le afectaban en lo más mínimo.
— ¿Qué creías que había sucedido? — Rió un poco Aspen, jugueteando con la goma de mascar con su lengua — ¿Qué vimos Mi Pequeño Pony mientras te bajabas un botella entera de vodka y yo tejía a tu lado?
Aspen omitió la parte en la que eso si había sucedido. Bueno, al comenzar la noche, al menos. Y ni siquiera había sido Mi Pequeño Pony. Estaban mirando Star Wars. O Batman. Algo así. Sabía que si lo vociferaba su hermana nunca la iba a dejar en paz, así que decidió guardárselo para sí misma.
— Uno siempre puede soñar — Bromeó levemente. Su mano permanecía en su frente, como si bajarla haría que el dolor de cabeza se volviese menos tolerable —. No, vale, pero, ¿Qué sucedió anoche?
Aspen se tomó su tiempo mientras explotaba una burbuja de goma de mascar. Rainbow, más frustrada de lo normal, quería estallársela en el rostro y gritarle hasta que le contestase de una vez. Pero, por supuesto, Rainbow siendo Rainbow, la hermana perfecta, nunca haría algo como eso.
— Fui a tu apartamento cuando Gabri - digo, Neeva - salió a trabajar — Comenzó la Nostrand más joven, interrumpiéndose cuando se dio cuenta que había usado el nombre incorrecto para dirigirse a la compañera de su hermana mayor. Los drag queens son complicados, suspiró —. Y, ¿recuerdas a Caleb, el estadounidense?
Caleb había sido una coincidencia. En las vacaciones de verano, en las que su familia se reunía y viajaban en avión hasta algún destino, cualquiera que su padre tuviese preparado. Era de las pocas cosas que Rainbow se permitía a si misma hacer con el dinero de su familia. Ese verano había escogido Carolina del Norte. Una mañana, cuando Aspen y Rainbow salieron a correr (algo sobre un plan de dieta que tenía preparado Aspen porque quería que, y cito, "los chicos le noten más"), Aspen había chocado contra un tipo. Le había llamado idiota y Rainbow tuvo que disculparse de su parte al ver que el chico tenía un raspón en la rodilla derecha. Caleb se había disculpado y Aspen inmediatamente notó que era lindo y le invitó a una fiesta. Después de eso, los tres se volvieron buenos amigos, a pesar de que Aspen insistía en culparle del incidente. Cuando regresaron a Inglaterra, Aspen hablaba con él vía mensaje de texto, mientras que Rainbow prefería hablar con él de cuando en cuando por teléfono. La mayor de las Nostrands siempre creyó que Aspen estaba enamorada de él o algo así (sabiendo lo romántica que era su hermana, no se inmutó cuando Rainbow lo vocifero), aunque su hermana menor siempre lo negaba.
— Sí, por supuesto que le recuerdo — Asintió con la cabeza, pensativa y algo confundida. ¿Qué tenía que ver él con todo esto?
— ¿Recuerdas que sus padres tienen un motel? — Preguntó, cautelosa. De repente, se detuvo en el medio del camino.
— Si, lo recuerdo... — ¿...Y el punto es?
— El, em... — Tomó una bocanada de aire —. Nos invitó a trabajar con él, y, em. Le dije que sí. Por eso te emborraché. Y te metí en el avión. Y, de paso, te lleve a una fiesta para que beses un par de chicos. Pero eso es todo, ¡Lo juro!
Rainbow bajó su mano de reflejo e instintivamente comenzó a golpearla.
— ¡Aspen!
— ¡A-antes de que me asesines! — Interrumpió la ojiverde, antes de que Rainbow pudiese hacer algo más drástico que un par de golpes — Piénsalo bien. California. Lejos de Londres. Lejos de mamá y papá. Lejos de la pocilga que llamas apartamento. Un nuevo comienzo, Rainbow. ¡Imagínatelo! ¿Y si conoces el amor de tu vida en este motel, Rain? ¿Y si consigues al fin la felicidad que necesitabas aquí mismo? Porque, déjame decirte algo: en tu pequeño mundo, nunca encontrarás tu final feliz. Tu misma debes buscarlo - luchar por él. Además, no te vendría mal trabajar un poco, babosa.
— Esto es secuestro — Contraatacó la mayor de las Nostrand, sin pensar mucho en su comentario (Y, a decir verdad, no tenía idea de cómo responder a eso).
Aspen no estaba satisfecha con la respuesta, tampoco.
— ¿En serio? ¿Eso es lo único que tienes para decir después de ese discurso sobre la vida que recité solo para ti?
Debería ser lo único, de verdad. Londres era hermoso. Toda su vida era Londres - Neeva, sus padres, su hermana, su trabajo, su apartamento. La lluvia pesada de la capital, el Big Ben, el té. Rainbow no estaba lista para California, definitivamente. Pero Rainbow no podía dejar de pensar en la posibilidad de que, al final, su hermana tenía toda la razón del mundo. Se la pasaba en su apartamento, encerrada, tomando té y cosiendo trajes para pagar la renta. La verdad era que simplemente Rainbow necesitaba empezar de cero, un nuevo comienzo. Necesitaba encontrar amor, porque francamente ya estaba envejeciendo, y rápido. Necesitaba volver a sentirse viva sin la necesidad de tener que hacerlo a través de una película de Ryan Reynolds.
¿Y sí decía que no? ¿Y si se perdía de una aventura? ¿Y si se perdía de grandes momentos simplemente por qué tenía miedo de lo que podía venir? La verdad era qué, tenía miedo de aceptar. Pero también tenía miedo de negarse.
— Bien — Suspiró agitada. La cabeza le dolía y se convenció a si misma que estaba aceptando meramente porque necesitaba un par de aspirinas. No podía creer lo que estaba haciendo. Estaba dejando que su hermana se saliera con la suya. La sonrisa de Aspen se podía ver desde el otro lado del aeropuerto, seguramente. Ambas comenzaron a caminar otra vez, esta vez, dirigiéndose a la salida — Entonces, ¿Cuánto nos van a pagar?
La sonrisa de Aspen se cayó de repente.
— De hecho...
El dolor de cabeza estaba a punto de empeorarle.
Bronx siempre sería el verdadero hogar de Morgan. Por alguna razón. Sus calles eran las únicas calles en todo el mundo que podían traerle tranquilidad, o incluso confort. No era la ciudad más segura del mundo, por supuesto, pero Morgan la conocía como la palma de su mano. Cuando su madre tenía que trabajar en el café deplorable en la esquina de su edifico, Morgan aprovechaba para escabullirse y jugar a la pelota en el parque, o para salir a hurgar en algún basurero de la ciudad. No era como si a su padre le importara, de todos modos.
Pero Morgan se aseguraba de que, precisamente, en el momento en el que su madre regresaba de aquél café, con las mejillas rosadas por el calor abrumador del verano o el frío cruel del invierno, allí estaba Morgan para recibir a su madre con los brazos abiertos.
Cuando eres un niño creciendo en un vecindario peligroso, rodeado de proxenetas, gánsters y prostitutas, lo primero que aprendes es a cuidar de ti mismo y de tu madre. O a prostituirte. Alguna de las dos.
(Desafortunadamente, Morgan las aprendió al mismo tiempo).
Por eso se sentía tan fuera de lugar en California del Norte. Era raro, y no se parecía en nada a Bronx, pero Morgan supuso que eso era una ventaja. Al final de cuentas, si necesitaba comenzar de cero en un lugar donde nadie lo conociera, un lugar desconocido para él. Southport, un pueblo en medio de la nada, sonaba como la mejor opción. Podía conseguir trabajo como vendedor de algún local, o algo así. O podía acostarse con alguien y conseguir un trabajo.
Pero eso estaba reservado para emergencias. Después de todo, acostarse con alguien por un trabajo es lo mismo que matar a alguien por él, ¿no?
(No).
Vale, no.
La verdad es que Morgan intentaba dejar todo lo que tuviese que ver con el sexo, o con su pasado, detrás. Ya estaba harto. Quería dejar de ser... lo que era antes de venir a Southport. Además, no lo necesitaba. Ahora mismo necesitaba un trabajo (que no involucrase vender su cuerpo), un hogar (que no fuese aquél banco solitario en el parque central) y ropa limpia. Y sentar cabeza con alguien. Y tener más dinero. Y un puto teléfono para hacerle saber a su madre que no estaba tirado en alguna zanja de por ahí.
A decir verdad, Southport era pintoresco. Bonito, incluso. Un poco desolado, pero bonito de cualquier forma. Era distinto a todo lo que él conocía realmente – las luces de ciudad, los gánsters, los ricachones. Le gustaba. Su madre siempre le había hablado de cómo soñaba de una vida fuera de la ciudad, del humo del escape de gas del camión de entregas que llegaba todos los miércoles al restaurante en frente de su edificio, lejos de las garras de la ciudad que si alguna vez te atrapan, nunca te dejan ir. Le hubiese gustado el lugar.
Morgan botó el capuchino en el bote de basura a su izquierda. Tenía la suerte de que la gente notaba lo sucio que lucía y le regalaba un par de cosas. El sábado anterior un tipo le había dado tres dólares. Morgan solo podía desear, silenciosamente, que esas personas vivieran en Bronx cuando él era un niño pequeño.
El rubio observaba un mercado, sigilosamente. Los tres dólares de aquél tipo estaban apretados dentro de su puño. Probablemente sudados (¿Quién hubiese imaginado que hacía tanto calor en California?) y arrugados a más no poder. Estaba teniendo un debate interno, ¿Entrar, o no entrar? Esa es la cuestión.
Al final, el estómago de Morgan decidió por él. Pronto estaba entrando al pequeño mercado con solo tres dólares y cinco centavos entre sus puños. Y él no era idiota, estaba completamente al tanto de que no le iba a alcanzar para conseguir un almuerzo. Uno decente, por lo menos. Además, gastar los tres dólares ahora era estúpido porque tal vez los necesitaría después. Algún tipo podía venir a robarle - afrontémoslo, vivir en un parque no es lo más seguro del mundo - y cuando se diera cuenta de que no tenía siquiera un dólar iba a, probablemente, acuchillarle. O algo. Y nadie quiere ser apuñalado, ¿verdad? Entonces, iba a entrar allí, tomar una manzana y correr por su vida.
Ya saben... Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.
Dentro del mercado había unas tres personas, solamente. Una señora mayor que se regocijaba con el aire acondicionador (¿Y quién podía culparla?), un hombre de mediana edad comprando una caja de condones y una chica rubia, con un carro lleno de provisiones. Que alimentarían, sin duda, a un gran número de personas. Morgan intentó no divagar tanto en el porqué cargaba tanta comida cuando se percató que, mientras esperaba para pagar toda la comida, había sacado un teléfono. Parecía que estaba escribiendo un texto.
Y, vale, Morgan realmente no iba a robar la manzana, ¿no? Pero ese celular le hizo recordar a su madre (A quién tenía que llamar para hacerle saber que ISIS no le había secuestrado, todavía) y lo decepcionada que hubiese estado si hubiera cometido un delito. Uno muy pequeño, ¿A quién demonios le importa un ladrón de manzanas, verdad? De igual manera, una ola de tristeza lo sacudió de arriba a abajo y, sin pensarlo, se acercó a la muchacha.
— ¿Me prestas tu celular? —A la chica pareció tomarle por sorpresa, porque en el momento que abrió la boca, dio un saltito y soltó un chillido. Morgan abrió los ojos como platos y comenzó a disculparse como loco.
— No importa — Responde después de la tercer disculpa, negando levemente con la cabeza. Sonríe un poco de costado, pero la sonrisa con le llega a los ojos —. Me tomaste desprevenida, eso es todo.
El rubio siente lo tensa que esta desde donde esta parado. Debe de haberse dado cuenta de lo indigente que se ve, y probablemente pensaba que iba a asesinarla y tirar su cuerpo en una zanja. O que iba a robar su teléfono. La sonrisa falsa de la muchacha se hace evidente una vez más cuando vuelve a abrir la boca para hablar.
— ¿Y para qué quieres mi celular, desconocido indigente?
Ouch, piensa. No la puede culpar, después de todo. Si un tipo con su apariencia se le acercará a hablar y le pidiese el teléfono, se comportaría igual.
— Tengo que llamar a mi madre, por favor. Acabo de llegar a Southport y, de verdad, necesito hablar con ella. Por favor — Su dignidad esta en el piso cuando se da cuenta que esta rogando. No le importa mucho, ya casi no le queda — Creo que piensa que me raptó un asesino serial y que soy su nueva víctima, o lo que sea. Ya sabes cómo son las madres... ¿Por favor?
— ... — Se queda en silencio. La sonrisa falsa se le borra para mostrar una mueca pensativa. Las manos de Morgan tiemblan, por alguna razón, y los tres billetes de un dólar se empapan un poco más. Las monedas se clavan profundamente en la palma de su mano, esperando una respuesta con ansiedad. Morgan se resiste a la urgencia de comerse las uñas - un tic desafortunado. Y es como que Dios escuchó sus plegarias por que la chica, todavía tensa e insegura, le extiende la mano derecha con el aparato en ella —. Está bien. Pero hazlo rápido.
Morgan le hubiese besado. Pero las rubias no son su tipo.
Con las manos temblorosas, marca el número de su madre y la misma deja que suene una sola vez antes de contestar.
— ¿Morgan?
La voz de su madre, llena de esperanza, le llena el corazón de felicidad.
— ¿Así respondes el teléfono cada vez que un extraño te llama, mamá? — El mismo responde, con un tono juguetón y una sonrisa de oreja a oreja.
— ¡Morgan!— Ríe ella, una risa liberadora y ligera. Como si escuchar la voz de su hijo le quitara un peso de encima — ¿Cómo has estado? ¿Nadie ha intentado darte alguna pastilla? ¿Estás comiendo bien? ¿No te secuestraron?
— Bien, no y creo que no — Le contesta su hijo, y la sonrisa no se borra del rostro hasta que ve, de reojo, a la muchacha a su lado y se recuerda a sí misma que debe de acortarlo un poco —. Escucha mamá, no tengo mucho tiempo. Solo necesitaba hacerte saber de que nadie me había raptado, o algo así.
— ¿Por qué el apuro, hijo? — Pregunta, con el tono bañado de preocupación.
— No sé si lo notaste, mamá, pero no es mi teléfono — Morgan dice, como si fuese obvio. Y lo es.
— Vale, vale... —Se rinde su madre —. Y, ¿no has conseguido trabajo?
— No, no lo he hecho. Nadie aquí quiere que trabaje para él — Suspira frustrado Morgan, rascándose el ojo derecho con pasión. De repente, hablar del trabajo le traía una jaqueca insoportable —. Tal vez sea el olor, o el hecho de que vivo en un parque, o el tipo de trabajos que realizaba antes... Quién sabe.
— Probablemente sean todos — Dice, y Morgan puede prácticamente escuchar la sonrisa del otro lado de la línea.
— Mis pensamientos exactos — Responde con una risa —. Escucha mamá, debo irme. Cuando pueda vuelvo a llamarte, ¿sí?
— No te tardes tanto la próxima — Se escucha, y siente que el corazón le pesa una tonelada. Su madre se despide con un te amo.
Morgan termina la llamada con tristeza y se dirige a la chica a su lado. Le extiende la mano, con el aparato en la misma y está preparado para agradecerle y ofrecerle llevar las bolsas por ella cuando se da cuenta de que la misma lo está observando con ojos de halcón. ¿Había hecho algo mal? De un momento a otro, la chica abre la boca para hablar, y, de verdad, Morgan no se imaginaba lo que estaba a punto de sucederle.
— Entonces... oí que necesitas trabajo.
La vida de Nathaniel era lo suficientemente buena. Tenía una familia relativamente buena, fiestas a las que asistir, un trabajo bueno, chicas a montones y un mejor amigo de la puta madre. Nathaniel no necesitaba mucho más. Estaba completamente conforme, ¿saben? Pero a veces conforme no es suficiente, y Nathaniel no es de las personas que se conforman. No - le gustaba tener más de lo que podía morder.
(El saber que alguna de esas cosas podía morderle devuelta lo llenaba de adrenalina. Ya ven, Nathaniel Valentino no era nada más y nada menos que un desastre esperando por suceder).
Por eso su vida giraba en torno a sí mismo, un par de amigos, sexo, licores, drogas. Y física. Ya saben, lo típico. Pero lo más importante de su vida era, sin duda, su mejor amigo, Sebastian. Sebastian y él siempre fueron inseparables de pequeños: sus familias vivían en la misma calle devuelta en Florencia, Italia. Jugueteaban hasta más no poder. Sebastian le protegía de los bravucones y Nathaniel le cuidaba la espalda de todas las arpías que hablaban estupideces crueles de su mejor amigo. Y la vida no era genial, pero ambos sentían que juntos, no podía ser mejor.
Sebastian y Nathaniel eran como los tres mosqueteros - pero, em, dos. O lo que sea. Sebastian era el más sensible, el más listo del dúo. Sin embargo, también era el más aventurero, y disfrutaba de una muy buena aventura con Nathaniel arrastrándose detrás. El romántico que conquistaba a cualquier chica que quisiese. Nathaniel, en cambio, era el chico malo. El que se burla de cosas que no debería, el tío que suelta una risotada vez que caes de cara al pavimento. El manipulador que disfrutaba de las piernas abiertas de una chica y nada más. El que, en realidad (lo juro) no es tan malo.
Cuando Sebastian decidió casarse con una chica dieciséis años menor, Nathaniel prometió que no iba a intervenir. Era lo justo, porque Sebastian respetaba sus malas decisiones y dejaba que aprendiera la lección. Y, al final, siempre daba sus frutos. Así que observó, con la boca cerrada y los ojos un poco aguados, como su hermano de distinta familia, su compañero de vida, se casaba con una de sus ex-estudiantes.
Paralelamente, Nathaniel también observó como su vida se venía abajo cuando, posiblemente, el amor de su vida se casaba con su mejor amigo.
La vida es una mierda.
Como demonios había sucedido, no tenía ni la más mínima idea. Serena Keegan-Hobbs llegó estrellando contra su vida, lo dejó atontado, enamoró a su mejor amigo y se quedó en su vida para quedarse irrefutablemente. Tal vez era porque Serena era simplemente única. Rara, incluso. Rara estilo Luna-Lovegood-rara, o lo qué sea. Serena siempre hablaba de cosas de las que nadie hablaba, de una manera tan calmada y... serena que Nathaniel no podía explicar. Eran dos polos opuestos. La luna y la Tierra; La uña y el... ¿corta uñas? Lo volvía loco.
Pero, lo que sea. El daño estaba hecho, porque ahora era la esposa de su mejor amigo y no podía hacer nada más que apoyarle.
Nathaniel no podía explicar lo contento que estaba cuando Sebastian propuso el viaje a California como destino para las vacaciones de verano, mientras corregían ensayos en la sala de profesores (horribles ensayos, por cierto, los chicos de hoy en día no tienen la más mínima idea de lo que es siquiera una mitocondria), a un motelcito en Southmore... O algo así. A quién le importa. Lo que importante era que:
A) Chicas californianas.
B) Vacaciones, lejos de la sala de profesores al fin.
C) Vacaciones lejos de la sala de profesores al fin pero junto con la esposa de tu mejor amigo de la cuál estas perdidamente enamorado.
De repente, las vacaciones en California no sonaban tan divertidas.
- jshihfs:
- bUEEENo, ese fue mi capítulo. siento que podría haber hecho más descripción, pero lo hecho hecho esta. ojalá les haya gustado.
sí incluí drag queens. no lo pude evitar
*RuPaul: una drag queen conocida. tiene un reality show (el cual obviamente no miro para nada no nunca) en el cual elijen al próximo drag queen de america. básciamente amerca's next top model pero con drag queens. es buenisímo
*Ryan Reynolds: actor. Hizo un par de comedias románticas.
*Luna Lovegood: personaje de la saga Harry Potter.plussssssss:- deby:
- no había comentado tu cap creí que si buen aquí va:
amO COMO ESCRIBÍS. me encanta, mucho mucho mucho.desde la otra nc que teníamos juntas, bueq
tus personajes son todos tan coloridos (en el sentido de la variedad) e interesantes. me encantan todos los personajes de esta nc porque no son cliché (??) cada uno tiene una personalidad distinta a la de otro y eso me re gusta.
amy me gusta mucho porque es bien aventurera, los personajes así que les encanta hacer locuras me gustan mucho porque yo quiero ser así pero nunca pude (???)—Esto es una locura, Amy. Una verdadera locura. —Theo negó levemente su cabeza mientras hablaba, como si no pudiera procesar el hecho de que estaban allí, dirigiéndose al medio de la nada.
—Lo sé. —Dijo ella, con una sonrisa en sus labios.
lA PARTE DE ZOEY. dIOH MIOH.Sigue soñando, amigo.
bueno, me encantó, en simples palabras.
Invitado
Invitado
Re: Isolated Key Motel.
YO SOLO COMENTÉ FEO DEBY Y LO SIENTO PERO LA UNIVERSIDAD ME TIENE HASTIADA Y BUENO, NO HE PODIDO TERMINAR LOS COMENTARIOS LINDOS, PERO SEPA QUE LO AMÉ SEÑORA, PRONTO COMENTO BIEN
LUCY AMÉ TU CAPÍTULO MUJER, EN SERIOOOO, CREO QUE SI YO TUVIERA UNA HERMANA COMO ASPEN, YA LA HABRÍA MOLIDO A GOLPES PORQUE OMG, Y MORGAN DIOS, BBY MORGAN TE JURO QUE SE ME APRETÓ EL CORAZÓN CUANDO LEÍ QUE ESTABA VIVIENDO EN EL PARQUE Y AY DIOS NO, Y EL QUE NO SEPA QUIEN ES RYAN REYNOLDS O QUIEN ES LUNA QUE APRENDA CULTURA GENERAL POR FAVOR Y NATHANIEL Y SEBASTIÁN BROS BEFORE HOES DUDE, PERO SERENA NO ES HOE, ES UN AMOR. ¿POR QUÉ TODO ES TAN COMPLICADO?????
COMENTARÉ MÁS LINDO LO MÁS PRONTO POSIBLE, LO SIENTO PERO LO AMÉEEEE
LUCY AMÉ TU CAPÍTULO MUJER, EN SERIOOOO, CREO QUE SI YO TUVIERA UNA HERMANA COMO ASPEN, YA LA HABRÍA MOLIDO A GOLPES PORQUE OMG, Y MORGAN DIOS, BBY MORGAN TE JURO QUE SE ME APRETÓ EL CORAZÓN CUANDO LEÍ QUE ESTABA VIVIENDO EN EL PARQUE Y AY DIOS NO, Y EL QUE NO SEPA QUIEN ES RYAN REYNOLDS O QUIEN ES LUNA QUE APRENDA CULTURA GENERAL POR FAVOR Y NATHANIEL Y SEBASTIÁN BROS BEFORE HOES DUDE, PERO SERENA NO ES HOE, ES UN AMOR. ¿POR QUÉ TODO ES TAN COMPLICADO?????
COMENTARÉ MÁS LINDO LO MÁS PRONTO POSIBLE, LO SIENTO PERO LO AMÉEEEE
hange.
Re: Isolated Key Motel.
siento las mayúsculas me emocioné un poco
¿donde están las demás eh eh eh?
¿donde están las demás eh eh eh?
hange.
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