Isolated Key Motel.

Hola mundo de OWN. Para las escritoras: esta es nuestra idea ahora, nuestra novela, luchemos por ella igual como lo hemos hecho hasta el momento y no la dejemos caer. No la veamos como un compriso, veámolo como un momento de relajación y diversión que estamos compartiendo con otro grupo de personas. Es nuestro aporte al mundo de la literatura, fomentémolo y comprometámonos a hacerlo crecer. Gracias por formar parte de este proyecto y sin más, las queremos montones.
Para las lectoras: Esperamo que disfruten leyendo tanto como nosotras lo hacemos escribiendo y que toda esta colectiva sea de su agrado.

La luz mortecina de la luna se filtraba por las ventanas manchadas por el desuso y el abandono, incidiendo en los muebles del vestíbulo. Brillaban con la esencia del pasado, llenos de polvo, de recuerdos. Eso era, sí, un cementerio de recuerdos. Costaba creer que tan sólo un año atrás el Isolated Key Motel estuviera lleno de vida. Si Ro y Caleb, los hijos del dueño, se concentraban lo suficiente, casi podían oír el ajetreo de los clientes zumbando en sus oídos, el tintineo de la cerámica chocando, el olor de la comida que provenía de las cocinas. Si se concentraban…

Caminaron juntos por los pasillos desiertos de la planta baja, haciendo chirriar la madera del suelo bajo su peso. Casi era siniestro estar allí. Llegaron al patio trasero y se sentaron en una de las hamacas que circundaban la zona de la piscina, bajo la sintonía clara de los grillos de media noche y el calor sofocante de Southport pegado a la piel.

Precedida por un suspiro que contenía todo lo que no se podía expresar con palabras, Ro dijo:

― ¿Qué nos pasó? ―Caleb no se inmutó a su pregunta, con los ojos fijos en el fondo de la piscina vacía. Sin embargo, su hermana pequeña sabía que estaba meditando la respuesta más acertada.
―Supongo que lo dejamos pasar, y cuando nos dimos cuenta, ya no había nada que hacer ―respondió al fin. Su voz sonó tan fuerte en medio de aquel silencio sepulcral que los grillos detuvieron su concierto por unos instantes.

Los hermanos se miraron por unos segundos, conscientes de que lo que habían dicho guardaba un significado más profundo que el cierre del motel. Pero era más fácil hablar de eso, que de la desestructura familiar con la que convivían.  

Aurora asintió a su respuesta, con los brazos estirados hacia atrás, soportando el peso de su cuerpo, alzó la vista al mar de estrellas sobre sus cabezas.

―Estaría bien abrirlo de nuevo ―confesó. Su voz, al contrario que la de su hermano, era tenue como la narración de una mito antiguo―. Es un buen sitio para escaparse. Southport está en el mismísimo culo del infierno. Por eso me gustaba cuando éramos pequeños, parecía que estábamos en otro mundo.

Caleb soltó una risilla.

― ¿Estás segura de que ese cóctel sólo llevaba frutas?

Ro puso los ojos en blanco, pero a su pesar también rio. El silencio se hizo con ellos por un rato. Hasta que Caleb, acometido por algo que sólo él conocía se sacó el teléfono del bolsillo. Llena de curiosidad, Ro miró por encima de su hombro. Su hermano mayor había abierto una página para publicar anuncios.

―Podrías esperar a mañana para ponerte a comprar cosas inservibles ―se quejó, apoyando la barbilla en su hombro.
―No es eso lo que estoy haciendo. ―Caleb acababa de abrirse una cuenta en la página y había pinchado en la pestaña «Publique su anuncio.»―. Dices que quieres reabrirlo, pues hagámoslo.

Ro rompió a reír como si se tratase de otro de sus chistes, como cuando eran pequeños y ella decía «Caleb, quiero ir a Atlántida» y él respondía muy seguro «Pues vayamos, buscaré el bañador.» Sin embargo, en aquella ocasión, Caleb parecía decidido a hacerlo de verdad.

―Te has vuelto loco.
―Vamos, Ro. Nadie en su sano juicio vendría aquí ―a la vez que hablaba, tecleaba el anuncio en la casilla correspondiente―, pero que no se diga que no lo hemos intentado.
― ¿En serio piensas publicar un anuncio? ―seguía escéptica a todo el asunto, de haberlo sabido, se habría quedado callada.
―Es sólo una broma, para divertirnos. ―Se miraron a los ojos de nuevo, pero en esa ocasión fue diferente. Algo oculto en el brillo de los ojos de Caleb le gritaba que al menos una ínfima parte de él no se estaba tomando la situación en broma―. Hay diez mil anuncios en esta página web, nadie hará caso al nuestro.

Ro sólo podía pensar en lo que pasaría si alguien llegaba a ver el anuncio, en lo que sucedería si alguien fuera al motel con la intención de quedarse. ¡De ninguna manera estaban preparados para reabrir! Sólo había que mirar la hojarasca que se arremolinaba a sus pies y el moho que crecía entre los azulejos de la piscina. Por no hablar del lamentable aspecto del interior. Pero su hermano tenía razón, nadie se fijaría en un anuncio de pacotilla acerca de un motel en Southport. Y, además, una ínfima parte suya tampoco se tomaba la situación en broma.

―Bueno, la verdad es que será divertido.

Caleb asintió con una sonrisa altanera. En el acto, se puso a escribir el comienzo del anuncio y Ro se unió a él. Pasaron un buen rato hasta que se decidieron, habían pasado por el humor negro: «Venga a conocer al Isolated Key Motel, le prometemos el ambiente de una película de terror. Puede que con un poco de suerte, encuentre al asesino en serie perfecto, que le rebanará el pescuezo por el módico precio de…» y por el dramatismo: «Motel sólo y abandonado busca pandilleros dispuestos a pintarrajear sus paredes con promesas de amor con mases de por medio o declaraciones anárquicas, también se permiten yonkis o adolescentes con la intención de consumar su primer acto sexual…». Pero al final, se habían inclinado por la verdad.

Fue Ro la que pulsó el botón de publicar, y cuando la página cargó y vio el anuncio publicado, sintió que su estómago daba una vuelta en la montaña rusa más alta del mundo.

―Cuando recordemos esto dentro de unos meses, nos reiremos ―confluyó Caleb al viento.

Ro asintió.

Lo equivocado que estaba su hermano.



― Caleb, por favor, detente ― rogó su hermana por tercera vez al ver que el pelinegro aún caminaba de un lado a otro en la habitación de la menor.

No obstante, él no parecía escucharla. Se encontraba sumido en sus pensamientos y por más que intentara no se encontraba capaz de poder salir de ellos. Se suponía que era una broma. Era la oración que más parecía rondar por su mente. Nunca pensó que alguien en su sano juicio se atrevería a visitar ese lugar, por supuesto que las personas que visitaban ese hotel adrede nunca podrían estarlo.  

― Caleb ― llamó su hermana de nuevo, esta vez un poco más fuerte.
― La cagamos Ro, ¿Qué no lo ves? ― respondió un poco más fuerte de lo que había planeado, no quería desquitarse con ella.
― Fue una broma, nunca pensamos que pasaría
― Pero pasó ― la interrumpió.

Si fuera cualquier otra persona, probablemente le hubiera gritado de vuelta, pero no era cualquier persona, era su hermano, por lo que simplemente lo tomó de la mano y lo jaló para que se sentara a su lado. Ella se encontraba mucho más desconcertada que él, pero las cosas no saldrían bien si ambos entraban en pánico, por lo que simplemente decidió callar, intentar evaluar las cosas y salir con una solución que los dejara a ambos fuera del motel, pero su mente parecía estar en blanco, mostrándose reacia a aportar cualquier idea que les ayudara, en realidad, a aportar cualquier idea del todo.

Caleb suspiró y abrazó a su hermana, teniendo en cuenta que aunque ella no lo dijera, estaba preocupada por él. Apoyó su barbilla en el cabello blanco de Ro y la dejó reposar ahí, viendo perdidamente la habitación buscando alguna salida del lío en el que se habían metido, en el que él la había metido. Rayos, nunca había visto a Dick tan enojado, pero ese no era su problema, le divertía enojarlo y realmente no podría importarle menos lo que su progenitor pensaba, pero estaría mintiendo si no admitiera que lo que le había dicho realmente le había afectado.

«Todo lo que su abuelo hizo para sacar este motel adelante y ustedes lo toman como una jodida broma, pueden no respetarme a mí, ya aprendí a lidiar con ello, pero al menos ténganle un poco de respeto a la memoria de su abuelo. ¿Eso es lo que el enseñas a tu hermana, esa es la persona que quieres que sea?»

Suspiró de nuevo y justo cuando estaba por pronerle a Ro la idea de alejarse de Southport, una foto en la mesa de la muchacha llamó su atención. Era una foto del nacimiento de Ro, él debía tener unos cuatro años y la sostenía en sus brazos. Ella se veía tan pequeña y frágil en sus manos, para él, aún lo era. No, esa no era la persona en la que se convertiría Ro, ella nunca huiría, y él tampoco.

― Lo sacaremos adelante ― pronunció decidido. Ro lo miró más que sorprendida y antes de que pudiera hablar, él continuó ― por el abuelo, por los recuerdos, por nosotros.
― Por el abuelo ― pronunció, luego siguió la mirada de Caleb hasta encontrarse la fotografía y sonrió también ― por nosotros. ― se soltó de su hermano y caminó hasta la mesa para tomar su teléfono y empezar a marcarle a Willow ― Pero si realmente lo vamos a hacer, necesitaremos ayuda, y mucha.