Perfección.

perfección

La brisa marina se topa con mi rostro cada vez que cierro los ojos. El sol interviniendo en la escena, traspasando tus cabellos que se reflejan en mi mirada, que no puede separar la vista de la tuya, parece brillar más que otras veces. Me tiendes la mano y accedo, no quiero pasar ningún otro momento en aquel lugar, que parece estar deslumbrado debido a tu encanto. No, yo quiero ser la única capaz de mirar tu infinita belleza, la única en conocer hasta el más mínimo detalle que ocultas detrás de tus ojos.

Siento la mirada de los seres, aquellas mujeres sentadas cerca de nosotros. Nos miran como si fuéramos un espectáculo, una película; somos las estrellas que siempre me detengo a ver por las noches. Percibo la pizca de disgusto que tienes en tu rostro, y las mujeres parecen alarmarse. ¿Es que no soy yo, lo suficientemente hermosa para ti? ¿Lo suficientemente inteligente? ¿Acaso soy, una simple mujer como todas las demás? Notas los susurros de las otras y bajas la cabeza, susurrando un pequeño perdón antes de caminar lejos de mí.

Grito más fuerte que nunca. No quiero que te vayas, pero ya es muy tarde. Te alejas, caminas sobre las aguas y luego te sumerges, hundiéndote en la tormentosa agua que parece moverse con cada sollozo que surge de mi garganta.

No siento mis piernas y caigo como si fuera un trapo cualquiera. Las jóvenes, preocupadas y con muecas de tristeza se acercan, intentando a que me reponga y deje de llorar. Se lamentan y comienzan a botar lágrimas al igual que yo, causando que las aguas se agiten más de lo que ya estaban. Sus lágrimas plateadas caen en mis hombros, cabello, y muchas caen en la arena, esparciéndose en ella y dejando un rastro metálico con una belleza inexplicable y mágica.

Miro el cielo y lloro más fuerte aún. Comienzan a caer gotas, que se encuentran con mi rostro y enfrían mis lágrimas, que están ardiendo y queman mis mejillas, mis labios y mi nariz. Me recuesto y espero a que algún milagro ocurra, a que el hombre vuelva y me rescate de este lugar sin escapatoria, pero nadie llega. Las horas pasan y el sol ya no se encontraba alumbrando. Las jóvenes ya no están junto a mí, se habían retiraron y probablemente estaban durmiendo, o tal vez decidieron encender sus luces e iluminar el lugar completo. La lluvia que había caído hace unos momentos desaparecía, y con ello, las nubes se alejaban dejando a la luna en una cita conmigo.

Me calmo, quito mis lágrimas y me dirijo hacia el agua, dejando que mis luces se extingan y que el agua purifique mi alma. Pero no puedo hacer nada más que quedarme allí, observando como mis pies se hunden a medida que van avanzando.

Quiero escapar de este mundo, pero no puedo. ¿Cómo escapar si no tienes escapatoria alguna? Es imposible. Sé que las demás lograrán escapar en cuanto ellas lo deseen. Después de todo, ellas sólo se encuentran aquí a causa mía. Si desaparezco, podrían ser libres, viajar a las profundidades sin preocuparse de mí. Tal vez hay una escapatoria, tal vez la muerte es el escape que me llevará a un nuevo mundo.

La hermosura del agua, la claridad que hay en ella, hace que mi reflejo se vea como si se tratara de un espejo. Con las lágrimas, mi rostro se ve desgastado, sucio y viejo, pero cuando sonrío, la juventud vuelve a impregnarse en éste. No veo nada más que perfección. Asquerosa y maldita perfección.

Sin volver a ver mi reflejo, dirijo una mirada hacia atrás, y sin pensarlo dos veces, me sumerjo en las profundidades. Siento rasguños en mi cuerpo, mi rostro parece estar siendo desgarrado y ya no siento mis extremidades. Mis ojos se nublan y con cada segundo que pasa parecen ver menos; mi cabello está siendo tirado por las fuerzas de la profundidad y finalmente, me hundo en un vacío eterno.

Se acerca un nuevo mundo hacia mí, lo veo cada vez más cerca.

Me dejo llevar por la corriente.

Más cerca.

Una sonrisa se forma en mi rostro.

Más cerca.

Cierro los ojos.

Ya estoy allí.