La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}

Mis ojos comenzaron a humedecerse, al igual que mi vista se tornó borrosa en su levedad. Un nudo se formó en mi garganta, muy difícil se me hizo poder tragarlo, a cada segundo se hacía más y más grande. No quería llorar, no deseaba llorar, no podía; habían muchas otras formas de expresar mi dolor oculto, siempre solía transformarlo en ira o furia y terminaba por desquitarme al golpear a alguien o algo. En ese preciso momento deseaba romper todo lo que estuviera en mi camino, golpear a quien se cruzara y hacer de todo para poder quitarme aquel dolor y furia de encima mío. Las voces de Lucy y Nathan me llamaban, pero yo simplemente los ignoraba, con ellos era con quienes menos deseaba conversar.

¿Por qué iba a llorar? Era una completa estupidez, me sorprendía lo débil que podía llegar a ser; estaba llorando por amor, algo que me prometí nunca hacer. Al igual que me prometí no llorar por ira, por odio, y menos por tristeza; en fin, no debía llorar. Aún así, pensándolo mejor, no debería de enojarme con ellos; sino que debería de agradecerles. El hecho de que ellos tuvieran que actuar estar irremediablemente enamorados significaba que yo no tendría que preocuparme por un Nathan enamorado de mí, al igual que no debería de luchar en contra de mis sentimientos por querer estar con él. Me habían facilitado todo, pero no sabía por qué algo presionaba mi pecho y me hacía sentir mal. ¿Inconscientemente, deseaba recibir el amor de Nathan? No podía, no debía, no me lo merecía. Lo había hecho sentir muy mal en estos últimos días, le había roto su corazón quizás más de una vez, lo había tirado al suelo cuando de verdad lo único que necesitaba era ser levantado con ayuda mía.

Me paré por un momento, antes de ingresar al loft, para retener las lágrimas y tragármelas. Mis ojos quedaron perfectamente secos, como deberían de estar; siempre que así, darse un pequeño momento y tragarse todo lo malo, para luego fingir que estaba de maravilla y que nadie había logrado golpear alguna de mis debilidades. Ingresé al loft, encontrando que no había nadie, debido a que Teesha y Dorotheea se habían sumado a la pequeña persecución que me habían hecho; poco después ingresaron todos, mientras que yo los observaba con la cara inexpresiva, formando una línea recta con mis labios, y de brazos cruzados. Antes de que Nathan y Lucy pudieran decirme algo, Teesha se giró hacia ellos y prácticamente les gritó.

-¡¿Qué rayos estaban pensando para hacer eso?!- exigió, sorprendiéndonos a todos con su tono alto, la diferencia es que yo disimulé mi asombro, mientras que Lucy y Nathan se quedaron perplejos.

-Es-Es que pensamos que se-sería una bue-buena manera de conseguir patro-patro-cinadores- se atrevió a responder Lucy, con sus ojos sin ocultar el temor que sentía hacia su mentora en ese preciso momento.

-Ok, buena respuesta, pero hay un problema- dijo, mientras lograba la atención de todos nosotros. Miró de golpe a Nathan y Lucy, para volver a gritar- ¡Que eso ya lo tenía solucionado!

-¿Cuál era tu plan?- me encontré a mi misma preguntando, con la misma cara fría y los brazos cruzados. Al parecer mi pregunta hizo que Teesha se calmara un poco, podía ver en sus ojos que me miraba con lamento. ¿Lamento? ¿De qué? Lo que menos quería era la pena de alguien.

-Era hacer que tú y Nathan fueran los enamorados, que lucharían contra el resto del "mundo"- dijo, haciendo comillas con sus dedos al decir lo último.

-Pero significaría la muerte de Lucy- dije bruscamente, sin siquiera importarme lo fuerte que le llegaría eso a ella. Sólo me preocupé de mirar a Teesha, quien parecía desear más mi supervivencia que la de mi mejor amigo- Ahora que lo pienso mejor, pienso que valdría más que Lucy y Nathan volvieran a que yo con él.

-¿Por qué?- preguntó la joven rubia, en un pequeño susurro.

-Porque tú tienes más gente que te celebrará la llegada- aclaré, mirándola sin intento de suavizar mi mirada, siendo igual de dura con ella que como lo era con la gente que no era de mi agrado. Eso pareció doler- ¿A quién tengo yo? Mi madre, mi padre, mi adorada hermana...Ahí llega mi gente querida.

-Yo también puedo apreciar tu llegada- dijo Nathan, al parecer ofendido de que no lo hubiera contado como alguien que festejaría el que siguiera viva. Sólo me limité a mirarlo, con la misma suavidad que con Lucy, lo cual lo hizo mirar al suelo y negar lentamente con la cabeza.

-Quizás haya algo que podamos hacer para revertir esto...-comenzó a decir Lucy, con la esperanza en sus ojos de poder revertir el error que cometió, no solo ella, sino que también Nathan. Pero yo la corté de inmediato.

-No, no pueden; si desmienten esto, entonces nadie confiará en nosotros y no tendremos posibilidades de patrocinadores. La han embarrado, completamente, pero en cierto modo me han quitado cierto peso de encima; Lucy te deseo lo mejor para que amas a Nathan, al menos yo ya no tendré que cargar con ese peso en mis hombros.

Dicho aquello dí media vuelta, dejando a todos con la boca abierta, mientras que entraba a mi habitación y cerraba la puerta de golpe, con llave. Me despojé de inmediato de mi vestido, para luego dirigirme al baño y darme una larga y merecida ducha. Había declaro amarlo, con esas palabras le había dado, literalmente, el amor que sentía por Nathan a Lucy; ahora ella se encargaría de amarlo, o al menos actuar que lo hacía. Lo mejor para mí sería el dejar los sentimientos por él de un lado, olvidarme completamente de lo que alguna vez sentí por él; no me mentía a mi misma cuando decía que la vida era mucho mejor sin el amor, aunque cada vez que miraba a mis padres me daba cuenta que tampoco era completamente verdad. Luego de la ducha me puse mi pijama y me cepillé los dientes, sequé mi cabellera oscura y me preparé para ir a dormir. Le quité el seguro a la puerta y me acosté. Tres golpes sonaron en mi puerta, acompañados de la voz de Teesha.

-Mañana no se van a la Arena, mañana les explicó por qué- dijo ella, sentí sus pasos alejarse y escuché como tocaba a otra puerta. ¿No nos íbamos mañana? Debía de haber una muy buena razón para que los Vigilantes retrasaran uno de los eventos más esperados del año, en el Capitolio, al menos. No pude evitar sentir cierto alivio, pero aún así una gran duda continuó en mi cabeza. Aquello no me impidió dormir, la verdad es que poco después logré conciliar el sueño.

Sangre, gritos de guerra, lamentos...Eso abundó en mi sueño, o mejor dicho, pesadilla. Todos corrían de un lado a otro, las caras de los tributos de mi Arena se me aparecían de la nada, para luego desaparecer de la misma manera. Podía ver a Athena, Clash, Glare, Dush y Dreuk asesinando a sangre fría a quien se cruzara por su camino; Whisper saltaba de árbol en árbol, seguida de Ellender, quien tenía un hacha en mano. Poseía cuchillas en mis manos, estaba sobre un verde césped, pero aún así pude notar el gran charco de sangre que se creaba a mis espaldas. Al voltear pude ver a Lucy y Nathan falleciendo desangrados, mirándome con ojos suplicantes, de que los ayudara. La desesperación se apoderó de mí, no sabía que hacer, todo mi plan se había ido por la basura; al poco después el grito de una niña pequeña me hizo voltear para ver como Whisper caía de un árbol, aterrizando en el césped, con su cuerpo inerte y una flecha enterrada en su corazón; flecha que había lanzado Glare. Los cañonazos sonaban cada cinco segundos, avisando la muerte de otro tributo. Ellender se detuvo unos minutos para lamentar la pérdida de su aliada, momento que Dush aprovechó para enterrar su lanza en el estómago de la morena; esta cayó al suelo, muerta, mientras que Dreuk se daba cuenta y peleaba a muerte con Dush. Con rapidez volteé y traté de ayudar a mi mejor amiga y el chico que amaba, con lágrimas en mis ojos, rogándoles que se quedaran, cuando sentí alguien aproximarse. Al mirar al frente pude ver a Athena correr hacia mí, con sus ojos no marrones sino que negros con reflejos del color de la sangre, hacha en mano, lista para decapitarme. No escapé, sino que me quedé ahí, en espera del momento.

Cuando sentí como la hoja del hacha acariciaba mi cuello, desperté de golpe; no porque deseaba, sino que porque alguien me agitaba fuertemente.

-¡Despierta!- era la voz de Nathan, desesperada, implorando que abriera los ojos.

Los abrí, al igual que me senté inmediatamente, con la respiración entre cortada y mirando a todos lados, como si buscara alguna pista que me dijera que seguía en la pesadilla. Cuando comprendí que me encontraba en la realidad miré a Nathan, a sus ojos grisáceos brillantes, ya con mi respiración calmada; no pude evitar una sonrisa dibujarse en mis labios, mientras que impulsivamente me lanzaba sobre él para abrazarlo. Al parecer lo agarré desprevenido, debido a que se había quedado quieto, pero luego pude sentir como me rodeaba con sus brazos.

-Gracias por despertarme- le agradecí. No podía quitarme la imagen de él, de Lucy, muriendo desangrados en la Arena; sin nada que yo pudiera hacer, que mi plan hubiera fallado, llevándose sus vidas. No podía soportar el pensar que en la realidad aquello pudiera ocurrir, no iba a ocurrir si yo estaba viva para vivir aquello. Delicadamente pasó su mano por mi espalda, como si pudiera presentir que pensaba en cosas perturbantes, para así tranquilizarme.

-¿Malos sueños?- preguntó, presintiendo que lo que había soñado no era nada agradable. Asentí lentamente con la cabeza, el hizo que lo mirara a los ojos, un poco preocupado- ¿Qué fue lo que soñaste?

-Soñé que estábamos todos los tributos juntos en un bosque, todos se mataban entre todos y luego estaban ustedes desangrando hasta la muerte- respondí, mientras tragaba sonoramente y desviaba la vista de sus ojos. Pensar que aquello podría ocurrir mientras que estuvieran en la otra Arena simplemente me daban ganas de gritar, pero las ocultaba, aunque él se dio cuenta de aquello. Me volvió a abrazar y no lo rechacé.

Estar junto a él se sentía tan...correcto. Como si siempre debía de haber estado en sus brazos y en los de nadie más, me sentía segura a su lado, como si las preocupaciones desaparecieran por un simple segundo. ¿Estúpido? Lo sé, ni yo misma puedo creer que me haya encontrado pensando en aquello, pero simplemente no podía evitarlo; Nathan tenía ese cierto aire que al estar a su alrededor ya comenzabas a creer que pronto todo estaría bien, aunque no fuera así. Delicadamente besé su mejilla, sintiendo como estaba se calentaba; sonreí al notar que se había sonrojado. Por un segundo acaricié su suave cabellera rubia, para luego alejarme de él y sentarme mejor.

-¿Te importaría que pase eso?- preguntó él. No entendía la pregunta, notó en mi cara confundida aquello, por lo que se explicó- Me refiero a que si yo y Lucy somos asesinados; no parecía importarte mucho luego de haber cometido tan gran error.

-Por supuesto que me importaría, demasiado debo de agregar- respondí de inmediato, un poco molesta porque tuviera que dudar aquello- Tampoco podría soportar el tener que vivir con el hecho de que no los protegí bien.

-¿Proteger? Tampoco necesito tanta protección- dijo él, defendiéndose, mientras que yo lo miraba enarcando una ceja y con una sonrisa sarcástica- ¿Qué? Si soy mucho más fuerte que tú.

No pude evitar soltar una risa, él me miró sorprendido de que no le creyera. Hizo el típico esfuerzo con los bíceps, para mostrar que realmente si tenía músculos, no tanto como los de los Profesionales, sino que era más moderado. Aún así seguí con la sonrisa divertida en mis labios.

-¿No me crees? Bueno, hagamos algo. Hagamos una pequeña lucha, evitando pegar en las partes bajas y moderando la fuerza, para ver quién es más hábil- sin pensarlo, confiada, asentí con la cabeza. Nathan sonrió- Y, algo más; mientras que luchamos, una se irá turnando para hacer preguntas de la vida del otro, ¿Vale?

-Vale- dije, aún sonriendo.

Salí de la cama, mientras que el se ponía de pie; él empezaría con las preguntas, podía ver como pensaba una. Aproveché ese mismo momento para lanzarme sobre él, pero me retuvo, sosteniendo mis dos manos con las suyas, una a cada lado, mientras que hacíamos fuerzas para derribar al otro.

-¿Tienes hermanos?- me preguntó sencillamente. La pregunta me sorprendió, pero aún así no debilité mi esfuerzo y respondí, ocultando mi esfuerzo para evitar que Nathan me ganara.

-Una hermana. Su nombre es Melissa, tiene doce años- respondí, mientras que suavemente golpeaba con el costado de mi pie derecho el pie izquierdo de Nathan, moviéndolo y haciendo que este cayera. Caí sobre él, traté de inmovilizarlo, pero no duraría mucho- ¿Es cierto que tú cocinabas las tortas que venden en la Panadería Mellark Everdeen?

-Mi padre me enseñó todo lo que sé sobre los decorados, pero las tortas las hace Primrose, mi hermana- dijo, mientras que se ponía de pie, moviéndome a mi también, pasando a mover una mesa y rompiendo una lámpara. Trató de agarrarme, pero me escabullí y puse mi brazo alrededor de su cuello, haciendo que mirada solo hacia arriba- ¿Haz ido alguna vez a los bosques del Doce?

-Si, si he ido; sólo una vez. Fui en busca de una pelota que había saltado la cerca, había un agujero e ingresé, la fui a buscar y luego volví; pero estaba tan asustada que no logré apreciar lo hermoso que era- Nathan llevó ambas manos a mis costillas, tratando de hacerme cosquillas- No soy cosquillosa -avisé- ¿Conoces a algún otro Vencedor además de tus padres?

-Si. Todos los veranos nos venía a visitar Annie Odair, la vencedora del cuatro, pero desde la Rebelión del Capitolio que no ha salido de su distrito; quizás por miedo de dejar a Finnick Jr. solo, aunque ya tiene 32 años- rió por lo bajo, para luego darse la vuelta, haciendo que termine abrazándolo por detrás del cuello. Me sujetó de los brazos y de alguna manera logró zafarse, traté de darle una pequeña patada en el costado, pero me tomó del pie y lo volteó, de manera que terminé dándole la espalda. Realmente era bueno- ¿Algún posible aliado, fuera de nuestro grupo?

-Hay una niña pequeña, Whisper, que quizás pueda ser una posible aliada; pero no creo que Ellender, su aliada, confíe en mí como para aliarse- dije, junto con una mueca. Aunque si la información que había escuchado en su conversación con Dreuk no me fallaba, ella sólo deseaba que la pequeña fuera asesinada. Levanté violentamente mi pie, para librarme de su agarre. Me dí vuelta y lo empujé lejos de mí, consiguiendo que cayera sentado, para luego agarrarlo de las manos y sacar un pequeño pedazo de tela de su camiseta, su brazo, y comenzar a atarlo a una mesa, con sonrisa triunfadora- ¿Alguien por tu lado?

-Hay un muchacho de trece años, su nombre es Fodder, parece bastante tímido y débil; pero es muy bueno con el tridente, pues es del cuatro, aunque no es un Profesional- lo había atado bien, pero sólo necesitó dos tirones para deshacerse del agarre. Sonriendo triunfante hacia mí, luchamos un poco más, no pude dejarlo hablar, pero finalmente terminó por caer sobre mí en el suelo, imposibilitando que me moviera. Podía sentir su respiración cálida sobre mi cara, terminamos por quedar mirándonos fijamente a los ojos, ambos con los labios entreabiertos- ¿Hablabas en serio cuando dijiste a Lucy que ahora ella sería quien me amara, no tú?

-Por parte sí, de todas maneras así tendrá que ser. No podemos mostrarnos enamorados ni nada de eso, pues se pensaría como una "traición" hacia Lucy, o eso pensaría el público. Y si hiciste el trato con ella, entonces significa que realmente quieres estar con ella- la última parte no pude controlarla para no hacerla sonar como una chica celosa, al parecer lo estaba- ¿Quieres estar con ella?

-¡No!- se apresuró a responder- Osea, es una gran amiga, me cae de maravilla; pero no se iguala a lo que siento por ti- la distancia entra ambos comenzó a cortarse, no podía hacer nada para alejarme, pues mi cabeza chocaba contra el suelo; pero aún así tampoco deseaba acortarla- ¿Qué sientes por mí?

-Estoy un sesenta por ciento de que es amor- respondí sinceramente, declarando mi amor al frente suyo por primera vez. Mi orgullo aún me impedía admitir que realmente lo amaba, pero el pareció entender, siempre lo hacía- ¿Estás enamorado de mí?

-Nunca había amado a alguien como te amo a ti- reconoció, mirándome a los ojos intensamente. Nuestros labios se encontraban a milímetros, solo bastaba que uno se estirara para que hicieran contacto- ¿Me amas?

-Sí, te amo- admití finalmente, en un leve susurro. Podía ver la sorpresa en sus ojos, no se lo había esperado, pero luego una alegre chispa reemplazó la sorpresa. Sonrió levemente, mientras que cortaba la distancia entre ambos y besaba delicadamente mis labios. Con los brazos se levantó para no aplastarme, mientras que yo lo abrazaba por el cuello, sin deseos de cortar el beso.

Sus labios eran tan cálidos y suaves, casi podría estar besándolos todo un día. El beso duró unos momentos más, hasta que alguien abrió de golpe la puerta; de inmediato volteamos a ver quien era, encontrándonos con una Dorotheea con una mascarilla verde en la cara y su cabello enroscado en cosas para el cabello. No nos observó a nosotros, sino que a la lámpara rota al final de la habitación.

-¡Teesha! ¡Mira lo que estos niños han roto!- gritó de inmediato, sin siquiera darse cuenta que nosotros estábamos en el suelo. Al bajar la vista se encontró con nuestros ojos, saltando sorprendida- ¡TEESHA! ¡Hay gente aquí que está a punto de crear bebés!

Este último grito fue desesperado, como si realmente estuviera sorprendida. Nosotros sólo reaccionamos a reír nerviosamente y separarnos de inmediato.