Suicide silence.

Mi vida no ha sido la mejor de todas, y sé que soy una egoísta por realizar esto pero, ¿para qué sigo aquí? ¿Para saber que solamente fui un error y que lo único que hago es dañar a las personas que están a mi alrededor? No quiero seguir sufriendo, no quiero seguir viviendo en un mundo donde todos mienten, todos abusan de ti y se burlan de todo lo que haces, ya estoy cansada, he llegado a mi límite, sé que soy una cobarde, pero me da igual, ya no quiero pensar. Anhelo, por lo menos sentirme viva una vez.
Miro mis muñecas y mis piernas, ambas están cicatrizadas con todo el daño que me he hecho, pero sé que esta será la última, sostengo con fuerza aquel único amigo que me ha sido fiel, que me ha hecho sentir mejor en mis peores momentos, aquél objeto punzocortante que me ayuda a escapar de la realidad, no pienso más y lo dejo hundir sobre mi piel; cierro los ojos, soltando un suspiro de alivio, esta es mi única escapatoria. De la nada, comienzo a llorar, recordando todo lo que me ha lastimado, las palabras de mis padres, los engaños de parte de mis amigos y mi novio, todos eran unos idiotas, empezando conmigo, yo era la peor. Finalmente, me miro en el espejo, soy un caos, empezando con mi aspecto, mi rostro está corrido de maquillaje, comenzando con mis ojos, mi cabello está desordenado, en realidad, todo de mí lo está; recuerdo perfectamente lo que sucedió en la noche anterior, estúpidamente me dejé llevar por el momento, al llegar a esa fiesta, todo fue un drama, lo vi besando a otra chica, y eso me hizo sentir tan mal, estaba segura que él era un idiota y que en algún momento me haría algo, pero una parte de mí pensaba que iba a cambiar, nunca lo hizo. Después me acerqué a ellos insinuándome y terminaron violándome cuatro personas, pero yo tengo la culpa, por ser una maldita zorra depresiva, mi hermana, antes de que muriera me daba demasiados consejos y decía aquella típica frase del: “El hombre llega hasta donde la mujer quiere” suena tonto, pero es verdad, yo tengo la culpa de todo, por ser tan débil. Estoy cansada, sin tan solo las cosas hubieran sido diferentes, si primero hubiera pensando en mis actos, nada de esto pasaría, mi hermana era la única persona que me escuchaba, que le preocupaba, y ahora no está, todo es un asco y no le encuentro ningún sentido a la vida, no sé para qué sigo aquí si únicamente estoy estorbando, esta es mi única salida. Sin pensarlo, me dirijo a la habitación de mis padres, en busca del botiquín de las medicinas, sé que en algún lugar están las pastillas anti-estrés de mi madre que siempre utiliza cuando está ebria y mi padre la golpea por mi culpa o porque llega ebrio después de acostarse con una mujerzuela, husmeo por todos lados, y por fin las encuentro; debí de haber pensado antes, debajo del colchón, ella no es tan inteligente para esconder las cosas en algún lugar inédito. Observo mi cuerpo y no para de sangrar, esto no es raro para mí, tomo un puño de pastillas, en realidad, todo el frasco, medito unos segundos todo, la vida es difícil y más aún si no la sabes valorar, si no sabes qué carajo estás haciendo aquí, si piensas que es importante todo lo que digan los demás, sé que por otro lado, la muerte es fácil, rápida y un poco dolorosa, ultimadamente nadie me extrañara, ese es mi único consuelo, me llevo las pastillas a mi habitación, divisando por última vez todo, no puedo mentir que no he llegado a tener buenos momentos, y ni siquiera sé cómo de un día al otro todo cambió, todos los días comenzaron a ser una mierda, llegué al momento de desear que por lo menos un rato me fuera bien.
Ni por un momento suelto las píldoras que sostenía en mi mano, creo que ya es el momento, no quiero pensar más, mi decisión ya está tomada; introduzco todas las pastillas a mi boca, tomo un poco de agua para hacer más fácil el paso, me quedo parada esperando que el efecto de aquellas se dejen esparcir en mí. En menos de diez minutos comienzo a sentirme mal, mi vista se vuelve nublada, y no logro sostenerme en pie, mis piernas parecen gelatinas no dejan de temblar, y mi respiración no puede ser normal, por un momento olvido cómo hacerlo, me tumbo al suelo no puedo hacer nada más, sé que este dolor se irá, en realidad no me duelen los efectos secundarios que suelen realizarse al ingerir esto, desde que tengo memoria he sido masoquista, y lo único que me hace daño son las acciones, el rechazo…
Por fin, mis ojos se cierran por sí solos, siento que mi cuerpo se desprende y sé que por fin descansaré sin ningún prejuicio, este sufrimiento había terminado.