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Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu

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Mensaje por Kardashian♡. Vie 27 Ene 2012, 6:37 pm

Que bueno que Nina pudo hacer que Harry se olvidara aunque sea un poco de lo sucedido.
Pobre Hagrid, esta muy triste por Buckbeak :/
¡May, debes seguirla pronto, no puedes dejarme asi!
Kardashian♡.
Kardashian♡.


https://twitter.com/#!/GloriaJonas

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Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu - Página 8 Empty Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu

Mensaje por Kardashian♡. Vie 27 Ene 2012, 6:38 pm

¡Yeaaaah!
Pase de pagina :D
Kardashian♡.
Kardashian♡.


https://twitter.com/#!/GloriaJonas

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Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu - Página 8 Empty Re: Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu

Mensaje por ~Susie ∞Wallflower∞ Vie 27 Ene 2012, 8:41 pm

hola!!!!
estuvo jenial el cap!!
la tienes que seguir pronto por favor!!!
harry estan lindo!!
por favor sube cap pronto
besitos!!
~Susie ∞Wallflower∞
~Susie ∞Wallflower∞


https://www.wattpad.com/user/LinShinning

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Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu - Página 8 Empty Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu

Mensaje por TheGirlImpossible Vie 27 Ene 2012, 11:31 pm

Perdon me colgue con la subida del cpai! :P OMG ¡PAGINA 8! Gracias Gloria! :D
¡Gracias a todas por comentar! ♥️ Que bueno que les gusto el capitulo, ahora les subo la segunda parte
para que disfruten!! Las quiero! :D


19

Navidad. 2/2



— Eh... ¿preparo un té? —preguntó Ron. Harry lo miró sorprendido—. Es lo que hace mi madre cuando alguien está preocupado —musitó Ron encogiéndose de hombros.
— Hagrid sabes que te apoyamos. –hablo Nina.- No dejaremos que esto se sentencie sin luchar antes ¿o sí?

Por fin, después de que le prometieran ayuda más veces y con una humeante taza de té delante, Hagrid se sonó la nariz con un pañuelo del tamaño de un mantel, y dijo:

— Tienen razón. No puedo dejarme abatir. Tengo que recobrarme...

Fang, el jabalinero, salió tímidamente de debajo de la mesa y apoyó la cabeza en una rodilla de Hagrid.

— Estos días he estado muy raro —dijo Hagrid, acariciando a Fang con una mano y limpiándose las lágrimas con la otra—. He estado muy preocupado por Buckbeak y porque a nadie le gustan mis clases.
— De verdad que nos gustan —se apresuró a mentir Hermione.
— ¡Si Hagrid, no digas tonterías! –gruño Nina, aunque ella si estaba diciendo la verdad.- ¡Yo amo tu clase!
— ¡Sí, son estupendas! —dijo Ron, cruzando los dedos bajo la mesa—. ¿Cómo están los gusarajos?
— Muertos —dijo Hagrid con tristeza—. Demasiada lechuga.
— ¡Oh, no! —exclamó Ron. El labio le temblaba.
— Y los dementores me hacen sentir muy mal —añadió Hagrid, con un estremecimiento repentino—. Cada vez que quiero tomar algo en Las Tres Escobas, tengo que pasar junto a ellos. Es como estar otra vez en Azkaban.

Se quedó callado, bebiéndose el té. Harry, Ron, Nina (que no sabía que Hagrid había estado en Azkaban) y Hermione lo miraban sin aliento.
No le habían oído nunca mencionar su estancia en Azkaban. Después de una breve pausa, Hermione le preguntó con timidez:

— ¿Tan horrible es Azkaban, Hagrid?
— No te puedes hacer ni idea —respondió Hagrid, en voz baja—. Nunca me había encontrado en un lugar parecido. Pensé que me iba a volver loco. No paraba de recordar cosas horribles: el día que me echaron de Hogwarts, el día que murió mi padre, el día que tuve que desprenderme de Norberto... —Se le llenaron los ojos de lágrimas. Norberto era la cría de dragón que Hagrid había ganado cierta vez en una partida de cartas—. Al cabo de un tiempo uno no recuerda quién es. Y pierde el deseo de seguir viviendo. Yo hubiera querido morir mientras dormía. Cuando me soltaron, fue como volver a nacer; todas las cosas volvían a aparecer ante mí. Fue maravilloso. Sin embargo, los dementores no querían dejarme marchar.
— ¡Pero si eras inocente! —exclamó Hermione.

Hagrid resopló.

— ¿Y crees que eso les importa? Les da igual. Mientras tengan doscientas personas a quienes extraer la alegría, les importa un comino que sean culpables o inocentes.
— Hagrid se quedó callado durante un rato, con la vista fija en su taza de té. Luego añadió en voz baja—: Había pensado liberar a Buckbeak, para que se alejara volando... Pero ¿cómo se le explica a un hipogrifo que tiene que esconderse? Y... me da miedo transgredir la ley... —Los miró, con lágrimas cayendo de nuevo por su rostro—. No quisiera volver a Azkaban.
— No lo aras Hagrid. –dijo Nina, dándole una de esas sonrisas iluminadoras que sin saberse como, esperanzaban a las personas.

La visita a la cabaña de Hagrid, aunque no había resultado divertida, había tenido el efecto que Ron, Nina y Hermione deseaban. Harry no se había olvidado de Black, pero tampoco podía estar rumiando continuamente su venganza y al mismo tiempo ayudar a Hagrid a ganar su caso. Él, Ron y Hermione fueron al día siguiente a la biblioteca y volvieron a la sala común cargados con libros que podían ser de ayuda para preparar la defensa de Buckbeak. Los tres se sentaron delante del abundante fuego, pasando lentamente las páginas de los volúmenes polvorientos que trataban de casos famosos de animales merodeadores. Cuando alguno encontraba algo relevante, lo comentaba a los otros.

— Aquí hay algo. Hubo un caso, en 1722... pero el hipogrifo fue declarado culpable. ¡Uf! Miren lo que le hicieron. Es repugnante.
— Esto podría sernos útil. Mirad. Una mantícora atacó a alguien salvajemente en 1296 y fue absuelta... ¡Oh, no! Lo fue porque a todo el mundo le daba demasiado miedo acercarse...

Entretanto, en el resto del castillo habían colgado los acostumbrados adornos navideños, que eran magníficos, a pesar de que apenas quedaban estudiantes para apreciarlos. En los corredores colgaban guirnaldas de acebo y muérdago; dentro de cada armadura brillaban luces misteriosas; y en el vestíbulo los doce habituales árboles de Navidad brillaban con estrellas doradas. En los pasillos había un fuerte y delicioso olor a comida que, antes de Nochebuena, se había hecho tan potente que incluso Scabbers sacó la nariz del bolsillo de Ron para olfatear.
La mañana de Navidad, Ron despertó a Harry tirándole la almohada.

— ¡Despierta, los regalos!

Harry cogió las gafas y se las puso. Entornando los ojos para ver en la semioscuridad, miró a los pies de la cama, donde se alzaba una pequeña montaña de paquetes. Ron rasgaba ya el papel de sus regalos.

— Otro jersey de mamá. Marrón otra vez. Mira a ver si tú tienes otro.

Harry tenía otro. La señora Weasley le había enviado un jersey rojo con el león de Gryffindor en la parte de delante, una docena de pastas caseras, un trozo de pastel y una caja de turrón. Al retirar las cosas, vio un paquete largo y estrecho que había debajo.

— ¿Qué es eso? —preguntó Ron mirando el paquete y sosteniendo en la mano los calcetines marrones que acababa de desenvolver.
— No sé...

Harry abrió el paquete y ahogó un grito al ver rodar sobre la colcha una escoba magnífica y brillante. Ron dejó caer los calcetines y saltó de la cama para verla de cerca.

— No puedo creerlo —dijo con la voz quebrada por la emoción.

Era una Saeta de Fuego, idéntica a la escoba de ensueño que Harry había ido a ver diariamente a la tienda del callejón Diagon. El palo brilló en cuanto Harry le puso la mano encima. La sentía vibrar. La soltó y quedó suspendida en el aire, a la altura justa para que él montara. Sus ojos pasaban del número dorado de la matrícula a las aerodinámicas ramitas de abedul y perfectamente lisas que formaban la cola.

— ¿Quién te la ha enviado? —preguntó Ron en voz baja.
— Mira a ver si hay tarjeta —dijo Harry.

Ron rasgó el papel en que iba envuelta la escoba.

— ¡Nada! Caramba, ¿quién se gastaría tanto dinero en hacerte un regalo?
— Bueno —dijo Harry, atónito—. Estoy seguro de que no fueron los Dursley.
— Estoy seguro de que fue Dumbledore —dijo Ron, dando vueltas alrededor de la Saeta de Fuego, admirando cada centímetro—. Te envió anónimamente la capa invisible...
— Había sido de mi padre —dijo Harry—. Dumbledore se limitó a remitírmela. No se gastaría en mí cientos de galeones. No puede ir regalando a los alumnos cosas así.
— Ése es el motivo por el que no podría admitir que fue él —dijo Ron—. Por si algún imbécil como Malfoy lo acusaba de favoritismo. ¡Malfoy! —Ron se rió estruendosamente—. ¡Ya verás cuando te vea montado en ella! ¡Se pondrá enfermo! ¡Ésta es una escoba de profesional!
— No me lo puedo creer —musitó Harry pasando la mano por la Saeta de Fuego mientras Ron se retorcía de la risa en la cama de Harry pensando en Malfoy.
— ¿Quién...?
— Ya sé... quién ha podido ser... ¡Lupin!
— ¿Qué? —dijo Harry riéndose también—. ¿Lupin? Mira, con todo respeto a él y a Nina pero si tuviera tanto dinero, podría comprarse una túnica nueva.
— Sí, pero le caes bien —dijo Ron—. Cuando tu Nimbus se hizo añicos, él estaba fuera, pero Nina debe haberle contado y quizás el decidiera acercarse al callejón Diagon para comprártela.
— ¿Que estaba fuera? —preguntó Harry—. Durante el partido estaba enfermo.
— Bueno, no se encontraba en la enfermería —dijo Ron—. Yo estaba allí limpiando los orinales, por el castigo de Snape, ¿te acuerdas?

Harry miró a Ron frunciendo el entrecejo.

— No me imagino a Lupin haciendo un regalo como éste.
— ¿De qué se ríen los dos?

Hermione y Nina acababan de entrar con los camisones puestos, Hermione llevaba a Crookshanks, que no parecía contento con el cordón de oropel que llevaba al cuello.

— ¡No lo metas aquí! —dijo Ron, sacando rápidamente a Scabbers de las profundidades de la cama y metiéndosela en el bolsillo del pijama. Pero Hermione no le hizo caso. Dejó a Crookshanks en la cama vacía de Seamus y contempló la Saeta de Fuego con la boca abierta.
— ¡Vaya, Harry! ¿Quién te la ha enviado?
— No tengo ni idea. No traía tarjeta.
— ¡Es hermosa Harry! –dijo Nina sorprendida.

Pero ante su sorpresa, Hermione no estaba emocionada ni intrigada. Antes bien, se ensombreció su rostro y se mordió el labio.

— ¿Qué te ocurre? —le preguntó Ron.
— No sé —dijo Hermione—. Pero es raro, ¿no les parece? Lo que quiero decir es que es una escoba magnífica, ¿verdad?

Ron suspiró exasperado:

— Es la mejor escoba que existe, Hermione —aseguró.
— Así que debe de ser carísima...
— Probablemente costó más que todas las escobas de Slytherin juntas —dijo Ron con cara radiante.
— Bueno, ¿quién enviaría a Harry algo tan caro sin si quiera decir quién es?
— ¿Y qué más da? —Preguntó Ron con impaciencia—. Escucha, Harry, ¿puedo dar una vuelta en ella? ¿Puedo?
— Creo que por el momento nadie debería montar en esa escoba —dijo Hermione.

Harry y Ron la miraron. Nina solo se mordió el labio inferior, ella veía venir una discusión.

— ¿Qué crees que va a hacer Harry con ella? ¿Barrer el suelo? —preguntó Ron.

Pero antes de que Hermione pudiera responder; Crookshanks, saltó desde la cama de Seamus al pecho de Ron.

— ¡LLÉVATELO DE AQUÍ! —bramó Ron, notando que las garras de Crookshanks le rasgaban el pijama y que Scabbers intentaba una huida desesperada por encima de su hombro. Cogió a Scabbers por la cola y fue a propinar un puntapié a Crookshanks, pero calculó mal y le dio al baúl de Harry; volcándolo. Ron se puso a dar saltos, aullando de dolor.
— ¡Ron! –chillo Nina corriendo hacia el.- ¿Te lastimaste mucho?

A Crookshanks se le erizó el pelo. Un silbido agudo y metálico llenó el dormitorio.
El chivatoscopio de bolsillo se había salido de los viejos calcetines de tío Vernon y daba vueltas encendido en medio del dormitorio.

— ¡Se me había olvidado! —dijo Harry, agachándose y cogiendo el chivatoscopio—. Nunca me pongo esos calcetines si puedo evitarlo...

En la palma de la mano, el chivatoscopio silbaba y giraba. Crookshanks le bufaba y enseñaba los colmillos.

— Sería mejor que sacaras de aquí a ese gato —dijo Ron furioso. Estaba sentado en la cama de Harry, frotándose el dedo gordo del pie—. ¿No puedes hacer que pare ese chisme? —preguntó a Harry mientras Hermione salía a zancadas del dormitorio, los ojos amarillos de Crookshanks todavía maliciosamente fijos en Ron.

Harry volvió a meter el chivatoscopio en los calcetines y éstos en el baúl. Lo único que se oyó entonces fueron los gemidos contenidos de dolor y rabia de Ron mientras Nina le ayudaba a sentarse. Scabbers estaba acurrucada en sus manos. Hacía tiempo que Harry no la veía, porque siempre estaba metida en el bolsillo de Ron, y le sorprendió desagradablemente ver que Scabbers, antaño gorda, ahora estaba esmirriada; además, se le habían caído partes del pelo.

— No tiene buen aspecto, ¿verdad? —observó Harry.
— ¡Es el estrés! —dijo Ron—. ¡Si esa estúpida bola de pelo la dejara en paz, se encontraría perfectamente!
— Ya tranquilo… a ti también te dará estrés si sigues así. –le sonrió Nina, consoladoramente.

Pero Harry, acordándose de que la mujer de la tienda de animales mágicos había dicho que las ratas sólo vivían tres años, no pudo dejar de pensar que, a menos que Scabbers tuviera poderes que nunca había revelado, estaba llegando al final de su vida.
Y a pesar de las frecuentes quejas de Ron de que Scabbers era aburrida e inútil, estaba seguro de que Ron lamentaría su muerte.
Aquella mañana, en la sala común de Gryffindor; el espíritu navideño estuvo ausente. Hermione había encerrado a Crookshanks en su dormitorio, pero estaba enfadada con Ron porque había querido darle una patada. Ron seguía enfadado por el nuevo intento de Crookshanks de comerse a Scabbers. Harry desistió de reconciliarlos y se dedicó a examinar la Saeta de Fuego que había bajado con él a la sala común junto a Nina. No se sabía por qué, esto también parecía poner a Hermione de malhumor. No decía nada, pero no dejaba de mirar con malos ojos la escoba, como si ella también hubiera criticado a su gato.
A la hora del almuerzo bajaron al Gran Comedor y descubrieron que habían vuelto a arrimar las mesas a los muros, y que ahora sólo había, en mitad del salón, una mesa con trece cubiertos.
Se encontraban allí los profesores Dumbledore, McGonagall, Snape, Sprout y Flitwick, junto con Filch, el conserje, que se había quitado la habitual chaqueta marrón y llevaba puesto un frac viejo y mohoso. Sólo había otros tres alumnos: dos del primer curso, muy nerviosos, y uno de quinto de Slytherin, de rostro huraño.

— ¡Felices Pascuas! —dijo Dumbledore cuando Harry, Nina, Ron y Hermione se acercaron a la mesa—. Como somos tan pocos, me pareció absurdo utilizar las mesas de los colegios. ¡Siéntense, siéntense!

Harry, Nina, Ron y Hermione se sentaron juntos al final de la mesa.

— ¡Cohetes sorpresa! —dijo Dumbledore entusiasmado, alargando a Snape el extremo de uno grande de color de plata. Snape lo cogió a regañadientes y tiró. Sonó un estampido, el cohete salió disparado y dejó tras de sí un sombrero de bruja grande y puntiagudo, con un buitre disecado en la punta.

Harry, acordándose del boggart, miró a Ron y a Nina y los tres se rieron. Snape apretó los labios y empujó el sombrero hacia Dumbledore, que enseguida cambió el suyo por aquél.

— ¡A comer! —aconsejó a todo el mundo, sonriendo.
— Oye Nina … ¿Y tu padre? –pregunto Hermione.
— ¡Oh no! –chillo ella, lo había olvidado por completo.- Profesor Dumbledore… eh… ciento molestarle pero yo… eh… ¡tengo que ir a ver a mi padre!
— Oh, cierto querida, entonces ve y ten cuidado. –le sonrió.
— ¡Gracias! Lo ciento chicos, los veré mañana. –les sonrió para luego irse.
— ¿Qué nos ve mañana? ¿No les parece extraño? –pregunto Ron.

Mientras Harry se servía patatas asadas pensando en Nina y lo triste que era no pasar navidad con ella y el profesor Lupin, las puertas del Gran Comedor volvieron a abrirse. Era la profesora Trelawney, que se deslizaba hacia ellos como si fuera sobre ruedas. Dada la ocasión, se había puesto un vestido verde de lentejuelas que acentuaba su aspecto de libélula gigante.

— ¡Sybill, qué sorpresa tan agradable! —dijo Dumbledore, poniéndose en pie.
— He estado consultando la bola de cristal, señor director —dijo la profesora Trelawney con su voz más lejana—. Y ante mi sorpresa, me he visto abandonando mi almuerzo solitario y reuniéndome con ustedes. ¿Quién soy yo para negar los designios del destino? Dejé la torre y vine a toda prisa, pero les ruego que me perdonen por la tardanza
— Por supuesto —dijo Dumbledore, parpadeando—. Permíteme que te acerque una silla...

E hizo, con la varita, que por el aire se acercara una silla que dio unas vueltas antes de caer ruidosamente entre los profesores Snape y McGonagall. La profesora Trelawney, sin embargo, no se sentó. Sus enormes ojos habían vagado por toda la mesa y de pronto dio un leve grito.

— ¡No me atrevo, señor director! ¡Si me siento, seremos trece! ¡Nada da peor suerte! ¡No olviden nunca que cuando trece comen juntos, el primero en levantarse es el primero en morir!
— Nos arriesgaremos, Sybill —dijo impaciente la profesora McGonagall—. Por favor, siéntate. El pavo se enfría.

La profesora Trelawney dudó. Luego se sentó en la silla vacía con los ojos cerrados y la boca muy apretada, como esperando que un rayo cayera en la mesa. La profesora McGonagall introdujo un cucharón en la fuente más próxima.

— ¿Quieres callos, Sybill?

La profesora Trelawney no le hizo caso. Volvió a abrir los ojos, echó un vistazo a su alrededor y dijo:

— Pero ¿dónde está mi querido profesor Lupin? Vi salir a su hija hace un momento.
— Me temo que ha sufrido una recaída —dijo Dumbledore, animando a todos a que se sirvieran—. Es una pena que haya ocurrido el día de Navidad.
— Pero seguro que ya lo sabías, Sybill.

La profesora Trelawney dirigió una mirada gélida a la profesora McGonagall.

— Por supuesto que lo sabía, Minerva —dijo en voz baja—. Pero no quiero alardear de saberlo todo. A menudo obro como si no estuviera en posesión del ojo interior, para no poner nerviosos a los demás.
— Eso explica muchas cosas —respondió la profesora McGonagall.

La profesora Trelawney elevó la voz:

— Si te interesa saberlo, he visto que el profesor Lupin nos dejará pronto. Él mismo parece comprender que le queda poco tiempo. Cuando me ofrecí a ver su destino en la bola de cristal, huyó.
— Me lo imagino.
— ¿Saben? Ahora me alegro que Nina se haya ido a tiempo, si hubiese escuchado a Trelawney… -comento Ron.
— Dudo —observó Dumbledore, con una voz alegre pero fuerte (sin haber escuchado lo de Ron, claro) que puso fin a la conversación entre las profesoras McGonagall y Trelawney— que el profesor Lupin esté en peligro inminente. Severus, ¿has vuelto a hacerle la poción?
— Sí, señor director —dijo Snape.- Aunque su hija está aprendiendo a hacerla rápidamente.
— Bien —dijo Dumbledore—. Entonces se levantará y dará una vuelta por ahí en cualquier momento. Derek, ¿has probado las salchichas? Son estupendas.

El muchacho de primer curso enrojeció intensamente porque Dumbledore se había dirigido directamente a él, y cogió la fuente de salchichas con manos temblorosas.
La profesora Trelawney se comportó casi con normalidad hasta que, dos horas después, terminó la comida. Atiborrados con el banquete y tocados con los gorros que habían salido de los cohetes sorpresa, Harry y Ron fueron los primeros en levantarse de la mesa, y la profesora dio un grito.

— ¡Queridos míos! ¿Quién de los dos se ha levantado primero? ¿Quién?
— No sé —dijo Ron, mirando a Harry con inquietud.
— Dudo que haya mucha diferencia —dijo la profesora McGonagall fríamente—. A menos que un loco con un hacha esté esperando en la puerta para matar al primero que salga al vestíbulo.

Incluso Ron se rió. La profesora Trelawney se molestó.

— ¿Vienes? —dijo Harry a Hermione.
— No —contestó Hermione—. Tengo que hablar con la profesora McGonagall.
— Probablemente para saber si puede darnos más clases —bostezó Ron yendo al vestíbulo, donde no había ningún loco con un hacha.

Cuando llegaron al agujero del cuadro, se encontraron a sir Cadogan celebrando la Navidad con un par de monjes, antiguos directores de Hogwarts y su robusto caballo. Se levantó la visera de la celada y les ofreció un brindis con una jarra de hidromiel.

— ¡Felices, hip, Pascuas! ¿La contraseña?
— «Vil bellaco» —dijo Ron.
— ¡Lo mismo que vos, señor! —exclamó sir Cadogan, al mismo tiempo que el cuadro se abría hacia delante para dejarles paso.

Harry fue directamente al dormitorio, cogió la Saeta de Fuego y el equipo de mantenimiento de escobas mágicas que Hermione le había regalado para su cumpleaños, bajó con todo y se puso a mirar si podía hacerle algo a la escoba; pero no había ramitas torcidas que cortar y el palo estaba ya tan brillante que resultaba inútil querer sacarle más brillo. Él y Ron se limitaron a sentarse y a admirarla desde cada ángulo hasta que el agujero del retrato se abrió y Hermione apareció acompañada por la profesora McGonagall.
Aunque la profesora McGonagall era la jefa de la casa de Gryffindor; Harry sólo la había visto en la sala común en una ocasión y para anunciar algo muy grave. Él y Ron la miraron mientras sostenían la Saeta de Fuego. Hermione pasó por su lado, se sentó, cogió el primer libro que encontró y ocultó la cara tras él.

— Conque es eso —dijo la profesora McGonagall con los ojos muy abiertos, acercándose a la chimenea y examinando la Saeta de Fuego—. La señorita Granger me acaba de decir que te han enviado una escoba, Potter.

Harry y Ron se volvieron hacia Hermione. Podían verle la frente colorada por encima del libro, que estaba del revés.

— ¿Puedo? —pidió la profesora McGonagall. Pero no aguardó a la respuesta y les quitó de las manos la Saeta de Fuego. La examinó detenidamente, de un extremo a otro—. Mmm... ¿y no venía con ninguna nota, Potter? ¿Ninguna tarjeta? ¿Ningún mensaje de ningún tipo?
— Nada —respondió Harry, como si no comprendiera.
— Ya veo... —dijo la profesora McGonagall—. Me temo que me la tendré que llevar; Potter.
— ¿Qué?, ¿qué? —dijo Harry, poniéndose de pie de pronto—. ¿Por qué?
— Tendremos que examinarla para comprobar que no tiene ningún hechizo —explicó la profesora McGonagall—. Por supuesto, no soy una experta, pero seguro que la señora Hooch y el profesor Flitwick la desmontarán.
— ¿Desmontarla? —repitió Ron, como si la profesora McGonagall estuviera loca.
— Tardaremos sólo unas semanas —aclaró la profesora McGonagall—. Te la devolveremos cuando estemos seguros de que no está embrujada.
— No tiene nada malo —dijo Harry. La voz le temblaba—. Francamente, profesora...
— Eso no lo sabes —observó la profesora McGonagall con total amabilidad—, no lo podrás saber hasta que hayas volado en ella, por lo menos. Y me temo que eso será imposible hasta que estemos seguros de que no se ha manipulado. Te tendré informado.

La profesora McGonagall dio media vuelta y salió con la Saeta de Fuego por el retrato, que se cerró tras ella. Harry se quedó mirándola, con la lata de pulimento aún en la mano. Ron se volvió hacia Hermione.

— ¿Por qué has ido corriendo a la profesora McGonagall?

Hermione dejó el libro a un lado. Seguía con la cara colorada. Pero se levantó y se enfrentó a Ron con actitud desafiante:

— Porque pensé (y la profesora McGonagall está de acuerdo conmigo) que la escoba podía habérsela enviado Sirius Black.


Nina corrió hasta llegar a la oficina del segundo piso. Respirando agitadamente por la prisa que llevaba, y aun con el estómago vacío saco una llave que tenía dentro de la túnica y abrió la puerta.
Todo estaba oscuro y tranquilo, apenas se oían unos gemidos temblorosos entre la oscuridad o la luz de la luna.

— Papa lo ciento de verdad. –chillo.- se me había olvidado por completo pero mira, are aparecer algo de comida y… tranquilo. –le sonrió a Lupin, quien estaba acurrucado en un rincón como un cachorrito asustado.- Feliz navidad.

El no respondió, no podía hacerlo aunque quisiera, solo le dedico una mirada y Nina hizo aparecer la comida. Ella estaba acostumbrada a esto, le platicaba como todos los días.
No le tenía miedo, sabía que era su padre, una buena persona.

— Tengo que contarte algo. –comento mirándole acercarse.- alguien le envió una Saeta de Fuego a Harry por navidad, pero no había tarjeta y… -al notar que su padre no podría contestarle prefirió no continuar.- Te lo diré mañana cuando estés mejor ¿quieres? Ahora descansa, sé que te agotas fácilmente.

Sonriéndole y comiendo lo que podía Nina se hizo cargo aquella noche, la noche de navidad, de su padre. Y aunque hubiese querido que los dos pasaran la navidad en el gran comedor con los demás no podía suceder, y ella lo comprendía. Siempre habían sido su padre y ella, los dos solos; pero ella no podía negar que ahora tenía amigos, cuatro amigos a los que quería y sobre todo a uno en especial. Y ella creía saber, de quien (y de que) se trata.



Fin del Capitulo. :study:
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Mensaje por Kardashian♡. Sáb 28 Ene 2012, 10:26 am

¡Oh Dios, gran cap!
Que mala onda que McGonagall se llevara la Saeta de Fuego :/
& que triste que Nina y su padre no pudieran cenar con los otros
Nina ya sabe que siente algo especial por Harry♥
¡Siguela pronto May, no puedo con la duda de saber que pasara!
Kardashian♡.
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Mensaje por ~Susie ∞Wallflower∞ Sáb 28 Ene 2012, 6:48 pm

hola!!!!!
estuvo jenial el capi!!!
no me gusto que la profesora mcgonagall se llevara la saeta de fuego
y nina ya siente algo especial por harry!!!
por favor siguela pronto!
besitos!!
~Susie ∞Wallflower∞
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Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu - Página 8 Empty Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu

Mensaje por TheGirlImpossible Lun 30 Ene 2012, 12:26 am

Capi largo :D ¡GRACIAS! chicas por haber comentado ♥️
Perdon q tarde en subir es que andube algo ocupadita pero aca estoy con capis! :D
Que lo disfruten ñ___ñ bess!!


20

Patronus & Secretos. 1/2

Harry sabía que la intención de Hermione había sido buena, pero eso no le impidió enfadarse con ella. Había sido propietario de la mejor escoba del mundo durante unas horas y, por culpa de Hermione, ya no sabía si la volvería a ver. Estaba seguro de que no le ocurría nada a la Saeta de Fuego, pero ¿en qué estado se encontraría después de pasar todas las pruebas antihechizos? Ron también estaba enfadado con Hermione. En su opinión, desmontar una Saeta de Fuego completamente nueva era un crimen. Nina por su parte, quien no había aparecido hasta la noche del día anterior al enterarse de lo ocurrido con la Saeta de Fuego se vio algo molesta porque Hermione involucraba a Sirius Black, pero entendió que si se ponía en su contra Hermione quedaría sola, por lo que prefirió defenderla. Y finalmente Hermione, que seguía convencida de que había hecho lo que debía, comenzó a evitar la sala común. Harry y Ron supusieron que se había refugiado en la biblioteca y no intentaron persuadirla de que saliera de allí por más que Nina intentara convencerlos cada segundo que tenía la posibilidad.
Poco después, el resto del colegio regreso después de Año Nuevo y la torre de Gryffindor volvió a estar abarrotada de gente y de bullicio.
Wood buscó a Harry la noche anterior al comienzo de las clases.

— ¿Qué tal las Navidades? —preguntó. Y luego, sin esperar respuesta, se sentó, bajó la voz y dijo—: He estado meditando durante las vacaciones, Harry. Después del último partido, ¿sabes? Si los dementores acuden al siguiente... no nos podemos permitir que tú... bueno...

Wood se quedó callado, con cara de sentirse incómodo.

— Estoy trabajando en ello —dijo Harry rápidamente—. El profesor Lupin me dijo que me daría unas clases para ahuyentar a los dementores. Comenzaremos esta semana. Dijo que después de Navidades estaría menos atareado.
— Ya —dijo Wood. Su rostro se animó—. Bueno, en ese caso... Realmente no quería perderte como buscador; Harry. ¿Has comprado ya otra escoba?
— No —contestó Harry.
— ¿Cómo? Pues será mejor que te des prisa. No puedes montar en esa Estrella Fugaz en el partido contra Ravenclaw.
— Le regalaron una Saeta de Fuego en Navidad —dijo Ron.
— ¡Ron! – Nina le había dado un hincapié pero era demasiado tarde, Wood parecía haber enloquecido.
— ¿Una Saeta de Fuego? ¡No! ¿En serio? ¿Una Saeta de Fuego de verdad?
— No te emociones, Oliver —dijo Harry con tristeza—. Ya no la tengo. Me la confiscaron. —Y explicó que estaban revisando la Saeta de Fuego en aquellos instantes.
— ¿Hechizada? ¿Por qué podría estar hechizada?
— Sirius Black —explicó Harry sin entusiasmo—. Parece que va detrás de mí. Así que McGonagall piensa que él me la podría haber enviado.

Desechando la idea de que un famoso asesino estuviera interesado por la vida de su buscador; Wood dijo:

— ¡Pero Black no podría haber comprado una Saeta de Fuego! Es un fugitivo. Todo el país lo está buscando. ¿Cómo podría entrar en la tienda de Artículos de Calidad para el Juego del Quidditch y comprar una escoba?
— Ya lo sé. Pero aun así, McGonagall quiere desmontarla.

Wood se puso pálido.

— Oliver, Oliver… -le llamo Nina.- Tranquilo ¿sí? Seguro puedes hacer algo.
— ¡Si es cierto! –animo a la idea el pelirrojo.
— ¡Puedes hablar con la profesora McGonagall! –continuo Nina.
— ¡Genial idea Nina! iré a hablar con ella, Harry —le prometió mientras le sonreía a Ron y Nina —. La haré entrar en razón... Una Saeta de Fuego... ¡una auténtica Saeta de Fuego en nuestro equipo! Ella tiene tantos deseos como nosotros de que gane Gryffindor... La haré entrar en razón... ¡Una Saeta de Fuego...!


Las clases comenzaron al día siguiente. Lo último que deseaba nadie una mañana de enero era pasar dos horas en una fila en el patio, pero Hagrid había encendido una hoguera de salamandras, para su propio disfrute, y pasaron una clase inusualmente agradable recogiendo leña seca y hojarasca para mantener vivo el fuego, mientras las salamandras, a las que les gustaban las llamas, correteaban de un lado para otro de los troncos incandescentes que se iban desmoronando.
La primera clase de Adivinación del nuevo trimestre fue mucho menos divertida. La profesora Trelawney les enseñaba ahora quiromancia y se apresuró a informar a Harry de que tenía la línea de la vida más corta que había visto nunca.
A la que Harry tenía más ganas de acudir era a la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Después de la conversación con Wood, quería comenzar las clases contra los dementores tan pronto como fuera posible.

— Ah, sí —dijo Lupin, cuando Harry le recordó su promesa al final de la clase—. Veamos... ¿qué te parece el jueves a las ocho de la tarde? El aula de Historia de la Magia será bastante grande... Tendré que pensar detenidamente en esto... No podemos traer a un dementor de verdad al castillo para practicar...



— Aún parece enfermo, ¿verdad? —dijo Ron por el pasillo, camino del Gran Comedor—. ¿Qué crees que le pasa?

Oyeron un «chist» de impaciencia detrás de ellos. Era Hermione, que había estado sentada a los pies de una armadura, ordenando la mochila, tan llena de libros que no se cerraba.

— ¿Por qué nos chistas? —le preguntó Ron irritado.
— Por nada —dijo Hermione con altivez, echándose la mochila al hombro.
— Por algo será —dijo Ron—. Dije que no sabía qué le ocurría a Lupin y tú...
— Bueno, ¿no es evidente? —dijo Hermione con una mirada de superioridad exasperante.
— Si no nos lo quieres decir, no lo hagas —dijo Ron con brusquedad.
— Vale —respondió Hermione, y se marchó altivamente.
— No lo sabe —dijo Ron, siguiéndola con los ojos y resentido—. Sólo quiere que le volvamos a hablar.
— Ya déjalo Ron. –propuso Harry.
— ¿Y porque no le preguntamos a Nina?
— Bueno, si no nos ha dicho antes es porque es algo privado de ellos ¿no crees?
— Pero tú eres el que más contacto tienes con ella y Lupin, te conto a ti primero lo de su madre ¿no?
— Bueno, si es cierto. –se ruborizo de inmediato al recordar esa noche.- Pero creo que quizás es el clima, tengo entendido que vivían lejos de estos climas cambiantes.
— Bueno… ¡Mira ahí esta!
— ¡Hola chicos! Harry mi papa me dijo que día te dará clases –sonrió.- y Ron, ¿podrías no tratar mal a Hermione? ¡es mi amiga!
— ¡Yo también lo soy!
— Pero eres muy grosero. –se quejó.
— ¡No es cierto…!
— Nina, ¿vienes? –le llamo Ginny.
— Bien chicos los veo luego. –saludando con la mano y corriendo hacia Ginny, los chicos la vieron alejarse.
— Yo no soy grosero, ¿verdad Harry?



A las ocho de la tarde del jueves, Harry salió de la torre de Gryffindor para acudir al aula de Historia de la Magia. Cuando llegó estaba a oscuras y vacía, pero encendió las luces con la varita mágica y al cabo de cinco minutos apareció el profesor Lupin, llevando una gran caja de embalar que puso encima de la mesa del profesor Binn.

— ¿Qué es? —preguntó Harry.
— Otro boggart —dijo Lupin, quitándose la capa—. He estado buscando por el castillo desde el martes y he tenido la suerte de encontrar éste escondido dentro del archivador del señor Filch. Es lo más parecido que podemos encontrar a un auténtico dementor. El boggart se convertirá en dementor cuando te vea, de forma que podrás practicar con él. Puedo guardarlo en mi despacho cuando no lo utilicemos, bajo mi mesa hay un armario que le gustará.
— De acuerdo —dijo Harry, haciendo como que no era aprensivo y satisfecho de que Lupin hubiera encontrado un sustituto de un dementor de verdad.
— Así pues... —el profesor Lupin sacó su varita mágica e indicó a Harry que hiciera lo mismo—. El hechizo que trataré de enseñarte es magia muy avanzada... Bueno, muy por encima del Nivel Corriente de Embrujo. Se llama «Encantamiento Patronus».
— ¿Cómo es? —preguntó Harry, nervioso.
— Bueno, cuando sale bien invoca a un Patronus para que se aparezca —explicó Lupin— y que es una especie de antidementor; un guardián que hace de escudo entre el dementor y tú.

Harry se imaginó de pronto agachado tras alguien del tamaño de Hagrid que empuñaba una porra gigantesca. El profesor Lupin continuó:

— El Patronus es una especie de fuerza positiva, una proyección de las mismas cosas de las que el dementor se alimenta: esperanza, alegría, deseo de vivir... y no puede sentir desesperación como los seres humanos, de forma que los dementores no lo pueden herir. Pero tengo que advertirte, Harry, de que el hechizo podría resultarte excesivamente avanzado. Muchos magos cualificados tienen dificultades con él.
— ¿Qué edad tenia Nina cuando logro hacer uno?
— Doce años. –explico preocupado.- Siempre temí que eso le dañara de alguna forma, parecía casi imposible que una niña de doce años pudiera conjurar uno pero ella lo logro. Claro que luego quedo internada por semanas, ya sabes, es un gran esfuerzo el que se necesita.
— Vaya… -exclamo sorprendido.- ¿Y qué aspecto tiene un Patronus? —dijo Harry con curiosidad.
— Es según el mago que lo invoca.
— ¿Y cómo se invoca?
— Con un encantamiento que sólo funcionará si te concentras con todas tus fuerzas en un solo recuerdo de mucha alegría.

Harry intentó recordar algo alegre. Desde luego, nada de lo que le había ocurrido en casa de los Dursley le serviría. Al final recordó el instante en que por primera vez montó en una escoba.

— Ya —dijo, intentando recordar lo más exactamente posible la maravillosa sensación de vértigo que había notado en el estómago.
— El encantamiento es así —Lupin se aclaró la garganta—: ¡Expecto Patronum!
— ¡Expecto Patronum! —Repitió Harry entre dientes—. ¡Expecto Patronum!
— ¿Te estás concentrando con fuerza en el recuerdo feliz?
— Sí... —contestó Harry, obligando a su mente a que retrocediese hasta aquel primer viaje en escoba—. Expecto patrono, no, Patronum... perdón... ¡Expecto Patronum! ¡Expecto Patronum!

De repente, como un chorro, surgió algo del extremo de su varita. Era como un gas plateado.

— ¿Lo ha visto? —preguntó Harry entusiasmado—. ¡Algo ha ocurrido!
— Muy bien —dijo Lupin sonriendo—. Bien, entonces... ¿estás preparado para probarlo en un dementor?
— Sí —dijo Harry, empuñando la varita con fuerza y yendo hasta el centro del aula vacía. Intentó mantener su pensamiento en el vuelo con la escoba, pero en su mente había otra cosa que trataba de introducirse... Tal vez en cualquier instante volviera a oír a su madre... Pero no debía pensar en ello o volvería a oírla realmente, y no quería... ¿o sí quería?

Lupin cogió la tapa de la caja de embalaje y tiró de ella. Un dementor se elevó despacio de la caja, volviendo hacia Harry su rostro encapuchado. Una mano viscosa y llena de pústulas sujetaba la capa. Las luces que había en el aula parpadearon hasta apagarse. El dementor salió de la caja y se dirigió silenciosamente hacia Harry, exhalando un aliento profundo y vibrante.
Una ola de intenso frío se extendió sobre él.

— ¡Expecto Patronum! —Gritó Harry—. ¡Expecto Patronum! ¡Expecto. ..!

Pero el aula y el dementor desaparecían. Harry cayó de nuevo a través de una niebla blanca y espesa, y la voz de su madre resonó en su cabeza, más fuerte que nunca...

— ¡A Harry no! ¡A Harry no! Por favor... haré cualquier cosa...
— A un lado... hazte a un lado, muchacha...
— ¡Harry!

Harry volvió de pronto a la realidad. Estaba boca arriba, tendido en el suelo. Las luces del aula habían vuelto a encenderse. No necesitó preguntar qué era lo que había ocurrido.

— Lo siento —musitó, incorporándose y notando un sudor frío que le corría por detrás de las gafas.
— ¿Te encuentras bien? —le preguntó Lupin.
— Sí...

Para levantarse, Harry se apoyó primero en un pupitre y luego en Lupin.

— Toma. —Lupin le ofreció una rana de chocolate—. Cómetela antes de que volvamos a intentarlo. No esperaba que lo consiguieras la primera vez. Me habría impresionado mucho que lo hubieras hecho.
— Cada vez es peor —musitó Harry, mordiendo la cabeza de la rana—. Esta vez la he oído más alto aún. Y a él... a Voldemort...

Lupin estaba más pálido de lo habitual.

— Harry, si no quieres continuar; lo comprenderé perfectamente...
— ¡Sí quiero! —dijo Harry con energía, metiéndose en la boca el resto de la rana—. ¡Tengo que hacerlo! ¿Y si los dementores vuelven a presentarse en el partido contra Ravenclaw? No puedo caer de nuevo. ¡Si perdemos este partido, habremos perdido la copa de quidditch!
— De acuerdo, entonces... —dijo Lupin—. Tal vez quieras seleccionar otro recuerdo feliz. Quiero decir; para concentrarte. Ése no parece haber sido bastante poderoso...

Harry pensó intensamente y recordó que se había sentido muy contento cuando, el año anterior; Gryffindor había ganado la Copa de las Casas. Empuñó otra vez la varita mágica y volvió a su puesto en mitad del aula.

— ¿Preparado? —preguntó Lupin, cogiendo la tapa de la caja.
— Preparado —dijo Harry, haciendo un gran esfuerzo por llenarse la cabeza de pensamientos alegres sobre la victoria de Gryffindor; y no con pensamientos oscuros sobre lo que iba a ocurrir cuando la caja se abriera.
— ¡Ya! —dijo Lupin, levantando la tapa.

El aula volvió a enfriarse y a quedarse a oscuras. El dementor avanzó con su violenta respiración, abriendo una mano putrefacta en dirección a Harry.

— ¡Expecto Patronum! —gritó Harry—. ¡Expecto Patronum! ¡Expecto pat...!

Una niebla blanca le oscureció el sentido. En tomo a él se movieron unas formas grandes y borrosas... Luego oyó una voz nueva, de hombre, que gritaba aterrorizado:

— ¡Lily, toma a Harry y vete! ¡Es él! ¡Vete! ¡Corre! Yo lo detendré.

El ruido de alguien dentro de una habitación, una puerta que se abría de golpe, una carcajada estridente.

— ¡Harry! Harry, despierta...

Lupin le abofeteaba las mejillas. Esta vez le costó un minuto comprender por qué estaba tendido en el suelo polvoriento del aula.

— He oído a mi padre —balbuceó Harry—. Es la primera vez que lo oigo. Quería enfrentarse a Voldemort para que a mi madre le diera tiempo de escapar.

Harry notó que en su rostro había lágrimas mezcladas con el sudor. Bajó la cabeza todo lo que pudo para limpiarse las lágrimas con la túnica, haciendo como que se ataba el cordón del zapato, para que Lupin no se diera cuenta de que había llorado.

— ¿Has oído a James? —preguntó Lupin con voz extraña.
— Sí... —Con la cara ya seca, volvió a levantar la vista—. ¿Por qué? Usted no conocía a mi padre, ¿o sí?
— Lo... lo conocí, sí —contestó Lupin—. Fuimos amigos en Hogwarts. Escucha, Harry. Tal vez deberíamos dejarlo por hoy Este encantamiento es demasiado avanzado... No debería haberte puesto en este trance...
— No —repuso Harry. Se volvió a levantar—. ¡Lo volveré a intentar! No pienso en cosas bastante alegres, por eso... ¡espere!

Hizo un gran esfuerzo para pensar. Un recuerdo muy feliz..., un recuerdo que pudiera transformarse en un Patronus bueno y fuerte...
¡El momento en que se enteró de que era un mago y de que tenía que dejar la casa de los Dursley para ir a Hogwarts! Si eso no era un recuerdo feliz, entonces no sabía qué podía serlo. Concentrado en los sentimientos que lo habían embargado al enterarse de que se iría de Privet Drive, Harry se levantó y se puso de nuevo frente a la caja de embalaje.

— ¿Preparado? —dijo Lupin, como si fuera a obrar en contra de su criterio—. ¿Te estás concentrando bien? De acuerdo. ¡Ya!

Levantó la tapa de la caja por tercera vez y el dementor volvió a salir de ella. El aula volvió a enfriarse y a oscurecerse.

— ¡EXPECTO PATRONUM! —gritó Harry—. ¡EXPECTO PATRONUM! ¡EXPECTO PATRONUM!

De nuevo comenzaron los gritos en la mente de Harry, salvo que esta vez sonaban como si procedieran de una radio mal sintonizada. El sonido bajó, subió y volvió a bajar... Todavía seguía viendo al dementor. Se había detenido... Y luego, una enorme sombra plateada salió con fuerza del extremo de la varita de Harry y se mantuvo entre él y el dementor; y aunque Harry sentía sus piernas como de mantequilla, seguía de pie, sin saber cuánto tiempo podría aguantar.

— Papa soy yo, ¿puedo pasar? – Nina que había entrado al aula luego de golpear vio fijamente al boggart.- ¿Es un… boggart?
— ¡Nina no! –pero antes de que pudiera hacer nada, el boggart en forma de dementor se había volteado hacia ella y Harry lograba ver como el dementor que estaba frente a Nina se convertía en una esfera plateada, como el de su padre.
— ¡Riddíkulo! —gritó Lupin, saltando hacia delante.

Se oyó un fuerte crujido y la esfera plateada se desvaneció. Harry se derrumbó en una silla, con las piernas temblando, tan cansado como si acabara de correr varios kilómetros. Por el rabillo del ojo vio al profesor Lupin obligando con la varita al boggart a volver a la caja de embalaje. Mientras miraba a Nina, quien tenía los ojos aguados y una mirada perdida en ningún punto fijo.

— Tranquila ¿sí? –hablo Lupin a su hija.
— Perdón… -susurro.
— ¡Estupendo! —dijo Lupin, yendo hacia donde estaba Harry sentado—. ¡Estupendo, Harry! Ha sido un buen principio.
— ¿Podemos volver a probar? Sólo una vez más.
— Ahora no —dijo Lupin con firmeza—. Ya has tenido bastante por una noche. Ten...

Ofreció a Harry una tableta del mejor chocolate de Honeydukes.

— Cómetelo todo o la señora Pomfrey me matará. ¿El jueves que viene a la misma hora?
— Vale —dijo Harry.- ¿Esta bien?
— ¿Nina? Si, solo necesita espacio para reponerse. –intento sonreír.
— Ah, -Harry Dio un mordisco al chocolate y vio que Lupin apagaba las luces que se habían encendido con la desaparición del dementor. Se le acababa de ocurrir algo—: ¿Profesor Lupin? —preguntó—. Si conoció a mi padre, también conocería a Sirius Black.

Nina parecía más pálida de lo normal pero parecía estar escuchando lo que su padre y Harry hablaban. Lupin por su parte, se volvió con rapidez:

— ¿Qué te hace pensar eso? —dijo severamente.
— Nada. Quiero decir... me he enterado de que eran amigos en Hogwarts.

El rostro de Lupin se calmó.

— Sí, lo conocí —dijo lacónicamente—. O creía que lo conocía. Será mejor que te vayas, Harry. Se hace tarde.
— Papa… - Nina no miro a Harry cuando se fue, tenía el rostro fijo en su padre.

Harry salió del aula, atravesó el corredor; dobló una esquina, dio un rodeo por detrás de una armadura y se sentó en la peana para terminar el chocolate, lamentando haber mencionado a Black, dado que a Lupin, obviamente, no le había hecho gracia.
Luego volvió a pensar en sus padres.

— ¿Qué le has dicho? –pregunto la chica.
— Solo que conocía a su padre, él lo escucho a James.
— ¡Tendrías que haberle dicho más! –reclamo.- Harry merece saber…
— No puedo, no sé si deba.
— ¿Y enserio crees que no conocías a Sirius? Porque yo creo que…
— Toma tú también. –le dio un trozo de chocolate.- No debiste aparecerte de la nada, sabes lo débil que te pone el boggart.
— Lo odio. –susurro.- pero no importa venía a contarte que casi esta lista la poción matalobos, creo que esta es la segura. –sonrió.
— ¿Enserio?
— Bueno… ¡lo sabremos! Pero será mejor irme.
— Bien, cuídate ¿sí?
— ¡Te quiero! – Nina le dio un abrazo y se marchó, tenía que llegar a tiempo.


Mientras tanto, Harry se sentía extrañamente vacío, a pesar de haber comido tanto chocolate. Aunque era terrible oír dentro de su cabeza los últimos instantes de vida de sus padres, eran las únicas ocasiones en que había oído sus voces, desde que era muy pequeño. Nunca sería capaz de crear un Patronus de verdad si en parte deseaba volver a oír la voz de sus padres...

— Están muertos —se dijo con firmeza—. Están muertos y volver a oír el eco de su voz no los traerá a la vida. Será mejor que me controle si quiero la copa de quidditch.
— ¡Harry…! –le grito.- espérame…
— ¿Chocolate?
— Sí, es la mejor medicina ¿no? –sonrió.
— Nina, ¿Por qué nunca me dijiste que tu padre conoció al mío?
— B-bueno yo… yo quería hacerlo Harry pero él no me lo permitió. –explico.- Aun está dolido ya sabes, perdió mucho en esa noche…
— No entiendo. –negó.
— Mira Harry, no solo perdiste a tu padre aquella noche, el mío perdió a todos sus amigos en una noche ¡se quedó solo! Para luego diez años después, perder a la mujer que amaba.

Harry no respondió, no supo que decirle. Se puso de pie y se acercó entre dudoso y temeroso para envolverla en un cálido abrazo. Cuando la veía tan débil, tan triste, el sentía que debía protegerla que tenía que mantenerla a salvo; se sentía tan afortunado de haberla conocido, que no imaginaria lo que sería perderla.
Aquella noche cuando todos dormían, Nina aprovecho para pensar en todo lo que había sucedido y en cómo podría probar la inocencia de Black. Caminando sigilosamente hasta la ventana vio a través de la luz de la luna, unas sombras extrañas a lo lejos, cerca del bosque.

— ¿Crookshanks? –susurro mirando de cerca.- no puede… ser…

Sin dudarlo ni pensarlo, Nina tomo su bata y su varita y saliendo con el menor ruido posible se escabullo por la escalera de caracol, tuvo que ignorar los quejidos de Sir Cadogan y esquivar varias veces a la Señora Norris en los corredores.
Quitando las trabas de la puerta principal, susurro “Lumos” y la luz salió de su varita, no sabía si se arriesgaba a ser descubierta por alguien más, o si se estaba metiendo en problemas pero al llegar a los límites del bosque se detuvo.

— ¿Crookshanks? –le llamo.- ¿Estás aquí? ¡Crookshanks!

Camino hacia el sauce boxeador, se veía tranquilo, como si estuviera congelado.
Entonces lo vio.

— No puede ser… -susurro emocionado.

Su padre le había contado como se entraba al pasadizo de la Casa de los Gritos, le dijo como burlar al Sauce y al parecer Crookshanks estaba enterada también.
Camino con el corazón saltándole tan fuerte que le dolía, hasta la entrada del pasadizo y dando una última mirada al castillo se metió por él.
Era estrecha y polvorienta, apenas podía verse algo. Camino hasta llegar a la sala de la casa y divisar las escaleras del otro lado. Definitivamente alguien estaba allí dentro.
¿Pero cómo había Crookshanks prendido la luz? Subió al segundo piso hasta quedar frente a una puerta semi abierta y con el miedo y la emoción rondándole susurro: “Nox” y se adentró en la habitación.

— Mira gatito, tenemos visitas. –sonrió del otro lado.
— No puede ser… -susurro emocionada ante lo que sus ojos veían.- ¡Eres… eres…!
— Si, Sirius Black. –bramo aquel hombre.- puedes llamar a los Dementores.


Continuara... :study:
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Mensaje por ~Susie ∞Wallflower∞ Lun 30 Ene 2012, 4:58 am

hola!!!!
estuvo jenial el cap!
me ah encantado!!
por favor siguela pronto!!
¿cuando ocurrira algo entre harry y nina??
bueno me despido
besitos!!
~Susie ∞Wallflower∞
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Mensaje por Kardashian♡. Lun 30 Ene 2012, 4:18 pm

¡El cap estubo bien jsaksjkasjaks!♥️
Nina encontro a Sirius :D
¡Espero que el le cuente la verdad & ella tenga pruebas para demostrar que es inocente!
Ojala que Wood pueda convencer a McGonagall de que le regrese la Saeta de Fuego a Harry ;)
¡Siguela pronto May!
Kardashian♡.
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Mensaje por Sandy 99 Lun 30 Ene 2012, 11:56 pm

Hola! :)
Perdon si no te comente antes :(
Pero estube fuera el fin de semana, bueno, enrealidad no podre comentarte los fines de semana (o la mayoria de ellos)
Pero cambiando de tema me han encantado los caps :D
Nina ha encontrado a Sirius!:O
Jaja, me emocione junto con Harry cuando encontro la Saeta bajo el arbolito :D
Me encanta la novela, siguela cuando puedas ;)
Y ando emocionada por que tuve la mejor calificacion de la clase en el examen! (que fue 10) me siento especial :)
Bueno siguela! o morire :S
Te comentare despues ;) ahora tengo que hacer tarea :/
SIGUELA!

atte: Sandy ^^
Sandy 99
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Mensaje por TheGirlImpossible Miér 01 Feb 2012, 11:43 am

susie kamiya escribió:hola!!!!
estuvo jenial el cap!
me ah encantado!!
por favor siguela pronto!!
¿cuando ocurrira algo entre harry y nina??
bueno me despido
besitos!!

¡Hola Su! :D Muchisiimas graciias por leer la nove
y por comentar siempre que ppuedes! :D
En unos de los cap's anteriores hubo un "acercamiento" entre tu y Harry :arre:
Pero despues no se si pasaba mas xD ya lo olvide :| voy a seguir leyendo los cap's q faltan subirse para saber.
Es que como la novela tiene 2 temporadas creo q deje el romance y los celos mas q nada para la otra! :D
Pero seguro que algo va a pasar eh! ;) Uff en fiin, graciias x comentaar! ♥️ bess!!

PD: Estoy leyendo tu nove! :cheers: Espero llegar a la pagina 15 entre hoy o mañana :D
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Mensaje por TheGirlImpossible Miér 01 Feb 2012, 11:46 am

Gloria' Jonas escribió:¡El cap estubo bien jsaksjkasjaks!♥️
Nina encontro a Sirius :D
¡Espero que el le cuente la verdad & ella tenga pruebas para demostrar que es inocente!
Ojala que Wood pueda convencer a McGonagall de que le regrese la Saeta de Fuego a Harry ;)
¡Siguela pronto May!

Hola Gloria!! :D awwww me gusto tu comentario!! ñ___ñ
Gracias x leer siempre la nove y estar al pendiente de todo!! ♥️
La sigo ya mismo!! Besitos!!
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Mensaje por TheGirlImpossible Miér 01 Feb 2012, 12:11 pm

Sandy 99 escribió:Hola! :)
Perdon si no te comente antes :(
Pero estube fuera el fin de semana, bueno, enrealidad no podre comentarte los fines de semana (o la mayoria de ellos)
Pero cambiando de tema me han encantado los caps :D
Nina ha encontrado a Sirius!:O
Jaja, me emocione junto con Harry cuando encontro la Saeta bajo el arbolito :D
Me encanta la novela, siguela cuando puedas ;)
Y ando emocionada por que tuve la mejor calificacion de la clase en el examen! (que fue 10) me siento especial :)
Bueno siguela! o morire :S
Te comentare despues ;) ahora tengo que hacer tarea :/
SIGUELA!

atte: Sandy ^^

Holis Sandy! :D No te preocupes x no comentar antes lo q importa es q pudiste ahora!
Gracias de verdad x comentar[color=red]♥️[(color] :')
Y te super felicito x lo de tu calificacion!!*-* Harry Potter y El Prisionero de Azkaban [Adaptacion] Harry&Tu - Página 8 88550944 a mi me paso una vez :D pero solo una :P jaja
En fin, de nuevo gracias y enseguida la sigo! ;) Bess!!
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Mensaje por TheGirlImpossible Miér 01 Feb 2012, 1:07 pm

Bueno mis chicas, (si, MIAS :twisted: ) jaja espero esten teniendo una buena semana!
Aca en Argentina son vacas de verano (odio el calor u.u) asi q estoy al pepe lo unico q me mantiene ocupada es que como mis papas trabajan y mi hermana se la pasa en la calle D: cuido de mi hermanito de 8 meses♥️ :')
Y es por el, q a veces no puedo subir capis, escribir o leer otras noves! :S en fin, aca el capitulo!
La segunda parte q esperaban, ojala les guste! Las quiero mucho! ♥️ ñ___ñ

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Patronus & Secretos. 2/2



— Si, Sirius Black. –bramo aquel hombre.- puedes llamar a los Dementores.
— ¿Qué, estas bromeando cierto? –rio con desesperación.- ¡Eres, tu! Yo no puedo creerlo…
— Un momento… -bramo viéndole.- ¡Yo te conozco! ¿Eres Nina cierto?
— ¡Sabes quién soy! –sonrió mas.- Si, si soy yo Nina, Nina Lupin.
— Sí. –asintió.- como olvidarte, eras tan pequeña ¡la edad de Harry! Pero dime Nina, ¿Por qué no corres a entregarme?
— Por la misma razón que tu no me has atacado hasta ahora.
— ¿Tampoco me tienes miedo?
— No. ¿Cómo te tendría miedo? ¡Si yo te creo! Eh esperado tanto para esto, mi padre me lo ha contado todo sobre ustedes y créeme que siempre supe que eras inocente…
— Un momento. –gruño.- ¿Qué soy inocente? ¿Por qué crees eso?
— Lo veo en tus ojos. –susurro segura.- Son la ventana del alma, lo decía mama. Los tuyos están cansados y sedientos de venganza pero son nobles y yo sé que no eres culpable.
— Vaya… -susurro sorprendido.- entonces me crees.
— Si, ¿Por qué entraste a Hogwarts Sirius? No querías dañar a Harry ¿verdad?
— ¡Oh claro que no! –chillo.- Es esa rata traidora a la que quiero.
— ¿Scabbers? –pregunto confundida.
— ¿Nunca la has mirado bien? – Nina negó con la cabeza.- Maldita rata, te contare algo Nina porque confías en mi ¿de acuerdo? Pero debes prometer que será nuestro secreto.
— Nadie lo sabrá, ni siquiera mi padre. –advirtió.- Solo si así podemos comprobar tu inocencia y que al fin estés con Harry.
— Eres una buena chica en verdad, una muy buena chica. –sonrió a penas como pensó que se hacía.- Con tu ayuda y la de…
— ¡Crookshanks!
— Si eso, podremos atrapar a la maldita rata traidora esa.

Aquella noche Black le conto toda la verdad de lo ocurrido a Nina, ella no tenía miedo, ni siquiera le sorprendía lo rápido que habían sucedido las cosas. Conocer a Black de la nada, entablar conversación como si nada e incluso idear planes para atrapar a Scabbers.
Todo estaba calculado, Nina tenía que tener cuidado de no hablar de más o de ser descubierta al regresar al castillo, y luego de prometer a Black enviarle comida con Crookshanks se marchó con una sonrisa en el rostro; por fin su oportunidad de demostrar que él era inocente, se estaba por cumplir.

. . .
Ravenclaw jugó contra Slytherin una semana después del comienzo del trimestre.
Slytherin ganó, aunque por muy poco. Según Wood, eran buenas noticias para Gryffindor; que se colocaría en segundo puesto si ganaba también a Ravenclaw. Por lo tanto, aumentó los entrenamientos a cinco por semana. Esto significaba que, junto con las clases antidementores de Lupin, que resultaban más agotadoras que seis sesiones de entrenamiento de quidditch, a Harry le quedaba tan sólo una noche a la semana para hacer todos los deberes. Aun así, no parecía tan agobiado como Hermione, a la que le afectaba la inmensa cantidad de trabajo. Cada noche, sin excepción, veían a Hermione en un rincón de la sala común, con varias mesas llenas de libros, tablas de Aritmancia, diccionarios de runas, dibujos de muggles levantando objetos pesados y carpetas amontonadas con apuntes extensísimos. Apenas hablaba con nadie y respondía de malos modos cuando alguien la interrumpía.

— ¿Cómo lo hará? —le preguntó Ron a Harry una tarde, mientras el segundo terminaba un insoportable trabajo para Snape sobre Venenos indetectables. Harry alzó la vista. A Hermione casi no se la veía detrás de la torre de libros.
— ¿Cómo hará qué?
— Ir a todas las clases —dijo Ron—. Esta mañana la oí hablar con la profesora Vector, la bruja que da Aritmancia. Hablaban de la clase de ayer. Pero Hermione no pudo ir, porque estaba con nosotros en Cuidado de Criaturas Mágicas. Y Ernie Macmillan me dijo que no ha faltado nunca a una clase de Estudios Muggles. Pero la mitad de esas clases coinciden con Adivinación y tampoco ha faltado nunca a éstas.
— Ya olvídalo Ron –le sonrió Nina, mientras terminaba también su trabajo.- Solo déjala y ya, al menos que quieras ir hasta allá y preguntarle pero ya sabemos que te responderá.
— Pienso igual.

Harry no tenía tiempo en aquel momento para indagar el misterio del horario imposible de Hermione. Tenía que seguir con el trabajo para Snape. Dos segundos más tarde volvió a ser interrumpido, esta vez por Wood.

— Malas noticias, Harry. Acabo de ver a la profesora McGonagall por lo de la Saeta de Fuego. Ella... se ha puesto algo antipática conmigo. Me ha dicho que mis prioridades están mal. Piensa que me preocupa más ganar la copa que tu vida. Sólo porque le dije que no me importaba que la escoba te tirase al suelo, siempre que cogieras la Snitch. —Wood sacudió la cabeza con incredulidad—. Realmente, por su forma de gritarme... cualquiera habría pensado que le había dicho algo terrible. –Ron y Nina se enviaron una miradas de incredulidad mientras trataban no reírse.- Luego le pregunté cuánto tiempo la tendría todavía. —Hizo una mueca e imitó la voz de la profesora McGonagall—: «El tiempo que haga falta, Wood.» Me parece que tendrás que pedir otra escoba, Harry. Hay un cupón de pedido en la última página de El mundo de la escoba. Podrías comprar una Nimbus 2.001 como la que tiene Malfoy.
— No voy a comprar nada que le guste a Malfoy —dijo taxativamente.



Enero dio paso a febrero sin que se notara, persistiendo en el mismo frío glaciar. El partido contra Ravenclaw se aproximaba, pero Harry seguía sin solicitar otra escoba. Al final de cada clase de Transformaciones, le preguntaba a la profesora McGonagall por la Saeta de Fuego, mientras Ron y Nina esperaban expectante junto a él, lo malo fue que la Profesora McGonagall les había dicho que aún no la tenían lista.
Y para empeorar aún más las cosas, las clases antidementores de Harry no iban tan bien como esperaba, ni mucho menos. Después de varias sesiones, era capaz de crear una sombra poco precisa cada vez que el dementor se le acercaba, pero su Patronus era demasiado débil para ahuyentar al dementor. Lo único que hacía era mantenerse en el aire como una nube semitransparente, vaciando de energía a Harry mientras éste se esforzaba por mantenerlo. Harry estaba enfadado consigo mismo. Se sentía culpable por su secreto deseo de volver a oír las voces de sus padres.
Aquella noche, Nina había participado de la clase para animar a Harry a conjurar el Patronus, aunque no había logrado nada aun y ella, había logrado hacerlo tres veces.

— Lindo lobo. –susurro.
— Es una Loba. –corrigió la chica.- Y si, es hermosa.
— Esperas demasiado de ti mismo —le dijo severamente el profesor Lupin en la cuarta semana de prácticas mientras observaba desvanecerse el Patronus de su hija—. Para un brujo de catorce años, incluso un Patronus como éste es una hazaña enorme. Ya no te desmayas, ¿a qué no?
— Pero Nina …
— Ya deja de compararte conmigo Harry. –se quejó.- Eres mil veces mejor que yo, es solo que cada quien aprende a su manera y tiempo.
— Bien, de acuerdo yo… -Harry busco rápidamente como cambiar de tema.- Creí que el Patronus embestiría contra los dementores, que los haría desaparecer...
— El verdadero Patronus los hace desaparecer —contestó Lupin—. Pero tú has logrado mucho en poco tiempo. Si los dementores hacen aparición en tu próximo partido de quidditch, serás capaz de tenerlos a raya el tiempo necesario para volver al juego.
— Usted dijo que es más difícil cuando hay muchos —repuso Harry
— Tengo total confianza en ti —aseguró Lupin sonriendo—. Toma, te has ganado una bebida. Esto es de Las Tres Escobas y supongo que no lo habrás probado antes...

Sacó dos botellas de su maletín.

— ¡Cerveza de mantequilla! —exclamó Harry irreflexivamente—. Sí, me encanta.
— Harry… -susurro Nina dándole un codazo en las costillas, Lupin alzó una ceja.
— Bueno... Ron y Hermione me trajeron algunas cosas de Hogsmeade —mintió Harry a toda prisa.
— Ya veo —dijo Lupin, aunque parecía algo suspicaz—. Bien, bebamos por la victoria de Gryffindor contra Ravenclaw. Aunque en teoría, como profesor no debo tomar partido —añadió inmediatamente.
— ¡Mentiroso! –rio Nina.- Sabes que quieres que gane Gryffindor, y yo igual.

Bebieron en silencio la cerveza de mantequilla, hasta que Harry mencionó algo en lo que llevaba algún tiempo meditando.

— ¿Qué hay debajo de la capucha de un dementor?

El profesor Lupin, pensativo, dejó la botella.

— Mmm..., bueno, los únicos que lo saben no pueden decimos nada. El dementor sólo se baja la capucha para utilizar su última arma.
— ¿Cuál es?
— Lo llaman «Beso del dementor» —dijo Lupin con una amarga sonrisa—. Es lo que hacen los dementores a aquellos a los que quieren destruir completamente. Supongo que tendrán algo parecido a una boca, porque pegan las mandíbulas a la boca de la víctima y... le sorben el alma.

Harry escupió, sin querer; un poco de cerveza de mantequilla.

— ¿Las matan?
— No —dijo Lupin—. Mucho peor que eso. Se puede vivir sin alma, mientras sigan funcionando el cerebro y el corazón. Pero no se puede tener conciencia de uno mismo, ni memoria, ni nada. No hay ninguna posibilidad de recuperarse. Uno se limita a existir. Como una concha vacía. Sin alma, perdido para siempre. —Lupin bebió otro trago de cerveza de mantequilla y siguió diciendo—: Es el destino que le espera a Sirius Black. Lo decía El Profeta esta mañana. El Ministerio ha dado permiso a los dementores para besarlo cuando lo encuentren.

Harry se quedó abstraído unos instantes, pensando en la posibilidad de sorber el alma por la boca de una persona. Pero luego pensó en Black.

— Se lo merece —dijo de pronto.
— ¡Dios mío Harry! –chillo Nina fingiendo mirar a otro lado para ocultar el enojo y una lagrima que caía desprevenidamente por su mejilla.- ¿Cómo puedes…?
— ¿Eso piensas? —interrumpió Lupin, como sin darle importancia—. ¿De verdad crees que alguien se merece eso?
— Sí —dijo Harry con altivez—. Por varios motivos.

Le habría gustado hablar con Lupin sobre la conversación que había oído en Las Tres Escobas, sobre Black traicionando a sus padres, aunque aquello habría supuesto revelar que había ido a Hogsmeade sin permiso. Y sabía que a Lupin no le haría gracia.
De forma que terminó su cerveza de mantequilla, dio a Lupin las gracias y salió del aula de Historia de la Magia. Nina por su parte, quien ya había arreglado con Sirius el siguiente plan que tenían a realizar, se encontraba llorando y muy frustrada. Ella sabía la verdad, y no poder gritarla a nadie le entristecía mucho. Harry tenía que cambiar de parecer, y tenía que hacerlo como fuera.

— ¡Él lo piensa! ¡El cree que deberían darle el beso! –chillo Nina.
— ¿Y que se supone que debo hacer?
— ¡No lo sé, si le dijeras algo…!
— ¡No voy a hablar de Black como si fuera la persona que no es!
— ¡Él es bueno! –lloro con rabia.- ¡Y voy a demostrarlo aunque te enojes papa!
— Hija yo… perdón, no quiero gritarte. –se acercó preocupado.- Pero no debes llorar por quien no lo merece.
— Era tu amigo, ¿Cómo puedes hablar así de el? –le miro a los ojos.- ¿Cómo puedes decir todo esto como si nada? –soltándose del agarre de su padre se fue dando un portazo.- Nadie lo entenderá nunca, lo se… -sollozo a escondidas en un pasillo desierto.


Harry casi se arrepentía de haberle preguntado qué había debajo de la capucha de un dementor. La respuesta había sido tan horrible y lo había sumido hasta tal punto en horribles pensamientos sobre almas sorbidas que se dio de bruces con la profesora McGonagall mientras subía por las escaleras.

— Mira por dónde vas, Potter.
— Lo siento, profesora.
— Fui a buscarte a la sala común de Gryffindor. Bueno, aquí la tienes. Hemos hecho todas las comprobaciones y parece que está bien. En algún lugar tienes un buen amigo, Potter.

Harry se quedó con la boca abierta. La profesora McGonagall sostenía su Saeta de Fuego, que tenía un aspecto tan magnífico como siempre.

— ¿Puedo quedármela? —dijo Harry con voz desmayada—. ¿De verdad?
— De verdad —dijo sonriendo la profesora McGonagall—. Tendrás que familiarizarte con ella antes del partido del sábado, ¿no? Haz todo lo posible por ganar; porque si no quedaremos eliminados por octavo año consecutivo, como me acaba de recordar muy amablemente el profesor Snape.

Harry subió por las escaleras hacia la torre de Gryffindor; sin habla, llevando la Saeta de Fuego. Al doblar una esquina, vio a Ron, que se precipitaba hacia él con una sonrisa de oreja a oreja.

— ¿Te la ha dado? ¡Estupendo! ¿Me dejarás que monte en ella? ¿Mañana?
— Sí, por supuesto —respondió Harry con un entusiasmo que no había experimentado desde hacía un mes—. Tendríamos que hacer las paces con Hermione. Sólo quería ayudar...
— Sí, de acuerdo. Está en la sala común, trabajando, para variar.

Llegaron al corredor que llevaba a la torre de Gryffindor; y vieron a Neville Longbottom que suplicaba a sir Cadogan que lo dejara entrar.

— Las escribí, pero se me deben de haber caído en alguna parte.
— ¡Id a otro con ese cuento! —vociferaba sir Cadogan. Luego, viendo a Ron y Harry—: ¡Voto a bríos, mis valientes y jóvenes vasallos! ¡Venid a atar a este demente que trata de forzar la entrada!
— Cierra la boca —dijo Ron al llegar junto a Neville.
— He perdido las contraseñas —les confesó Neville abatido—. Le pedí que me dijera las contraseñas de esta semana, porque las está cambiando continuamente, y ahora no sé dónde las tengo.
— «Rompetechos» —dijo Harry a sir Cadogan, que parecía muy decepcionado y reacio a dejarlos pasar. Harry quería saber si Nina había llegado ya a la sala común, pero tan pronto como entraron hubo murmullos repentinos y emocionados cuando todos se dieron la vuelta y rodearon a Harry para admirar su Saeta de Fuego.
— ¿Cómo la has conseguido, Harry?
— ¿Me dejarás dar una vuelta?
— ¿Ya la has probado, Harry?
— Ravenclaw no tiene nada que hacer. Todos van montados en Barredoras 7.
— ¿Puedo cogerla, Harry?

Después de unos diez minutos en que la Saeta de Fuego fue pasando de mano en mano y admirada desde cada ángulo, la multitud se dispersó y Harry y Ron pudieron ver a Hermione, la única que no había corrido hacia ellos y había seguido estudiando.
Harry y Ron se acercaron a su mesa y Hermione levantó la vista.

— Me la han devuelto —le dijo Harry sonriendo y levantando la Saeta de Fuego.
— ¿Lo ves, Hermione? ¡No había nada malo en ella!
— Bueno... Podía haberlo —repuso Hermione—. Por lo menos ahora sabes que es segura.
— Sí, supongo que sí —dijo Harry—. Será mejor que la deje arriba.
— ¡Yo la llevaré! —se ofreció Ron con entusiasmo—. Tengo que darle a Scabbers el tónico para ratas.

Cogió la Saeta de Fuego y, sujetándola como si fuera de cristal, la subió hasta el dormitorio de los chicos.

— ¿Me puedo sentar? —preguntó Harry a Hermione.
— Supongo que sí —contestó Hermione, retirando un montón de pergaminos que había sobre la silla.

Harry echó un vistazo a la mesa abarrotada, al largo trabajo de Aritmancia, cuya tinta todavía estaba fresca, al todavía más largo trabajo para la asignatura de Estudios Muggles («Explicad por qué los muggles necesitan la electricidad»), y a la traducción rúnica en que Hermione se hallaba enfrascada.

— ¿Qué tal lo llevas? —preguntó Harry
— Bien. Ya sabes, trabajando duro —respondió Hermione. Harry vio que de cerca parecía casi tan agotada como Lupin.
— ¿Por qué no dejas un par de asignaturas? —preguntó Harry, viéndola revolver entre libros en busca del diccionario de runas.
— ¡No podría! —respondió Hermione escandalizada.
— La Aritmancia parece horrible —observó Harry, cogiendo una tabla de números particularmente abstrusa.
— No, es maravillosa —dijo Hermione con sinceridad—. Es mi asignatura favorita. Es...

Pero Harry no llegó a enterarse de qué tenía de maravilloso la Aritmancia. En aquel preciso instante resonó un grito ahogado en la escalera de los chicos. Todos los de la sala común se quedaron en silencio, petrificados, mirando hacia la entrada. Se acercaban unos pasos apresurados que se oían cada vez más fuerte. Y entonces apareció Ron arrastrando una sábana.

— ¡MIRA! —gritó, acercándose a zancadas a la mesa de Hermione—. ¡MIRA! —repitió, sacudiendo la sábana delante de su cara.
— ¿Qué pasa, Ron? –Pregunto Nina saliendo del dormitorio de las chicas, fingiendo preocupación.
— ¡SCABBERS! ¡MIRA! ¡SCABBERS!

Hermione se apartó de Ron, echándose hacia atrás, muy asombrada. Harry observó la sábana que sostenía Ron. Había algo rojo en ella. Algo que se parecía mucho a...

— ¡SANGRE! —exclamó Ron en medio del silencio—. ¡NO ESTÁ! ¿Y SABES LO QUE HABÍA EN EL SUELO?
— No, no… —dijo Hermione con voz temblorosa.

Ron tiró algo encima de la traducción rúnica de Hermione. Ella y Harry se inclinaron hacia delante. Sobre las inscripciones extrañas y espigadas había unos pelos de gato, largos y de color canela.
Nina se sintió culpable por la cara que Hermione traía en ese momento, pero no podía echarse atrás. Esto apenas estaba iniciando.


Fin del Capitulo. :study:
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Mensaje por ~Susie ∞Wallflower∞ Miér 01 Feb 2012, 2:27 pm

hola!!!
estuvo jenial el cap!!!
y comprendo lo de tu hermanito no te preocupes si
demoras en subir cap, yo tambien estoy muy ocupada
nina por fin conocio a sirius!!
pobre ron...
me alegra que ah harry le allan devuelto la saeta de fuego y como la recibio
por favor siguela pronto!
besitos!!
~Susie ∞Wallflower∞
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