Werewolf {N.C

First day. 1

Estaba en mi cuarto mirándome al espejo vestida únicamente con mis prendas interiores, tenía un pequeño montón de ropa sobre mi cama desarreglada, no sabía que ponerme, era mi primer día en la escuela y llegaría tarde, perfecto justo lo que deseaba, escuchaba los pasos de mi madre bajar hasta mi cuarto, solo para darme una mirada divertida.
Habíamos llegado a Beacon Hills hace tres días, nos habíamos mudado de un penthouse en Boston a una gran casa a la mitad del bosque en el pequeño condado de Beacon, mi madre había recibido una oferta del hospital y ambas queríamos un cambio, Beacon Hills parecía el lugar perfecto para una vida tranquila, aunque tal vez mi madre había confundido la palabra tranquilo con aburrido. Dada la posición de nuestra casa se podría decir que no tenemos vecinos o por decirlo de otra manera, si alguien me llega a masacrar en la noche nadie escucharía mis gritos agonizantes de dolor, elimine el pensamiento de la cabeza y volví a concentrarme en mi ropa, veía lentamente mis opciones (las cuales no eran muchas puesto que la mayoría de mis pertenencias seguían en cajas) finalmente me decidí por una playera roja con estampado de osos panda y unos jeans azules, puse unas viejas zapatillas en mis pies y camine al tocador blanco que mi madre había comprado. Revise mi ojo, aun tenia ese color violáceo propio de los moretones, una razón más para mudarnos. La inseguridad.
Decidí no ponerle maquillaje, en parte porque me dolía bastante tocarlo y porque no tenia ni la menor idea de donde se había quedado mi maquillaje, suspire, tome un bolso negro y avente mi reproductor, mi celular y mi aparato para el asma, corrí al baño, me lave los dientes y subí a la primer planta de la casa.
Yo dormía en el sótano, era la habitación más grande de la casa y me hacía sentir segura, por lo que mi madre no tuvo ningún problema en dejarme dormir en ese lugar. A decir verdad y pese a la locación de mi nuevo hogar esté me gustaba bastante. Era una casa moderna, pero con ese clásico y hermoso toque victoriano, con un amplio jardín y bellas habitaciones. Salí de mi habitación por la pequeña puerta que la conectaba al recibidor y después gire a la derecha solo para encontrarme en la amueblada sala (mi madre había hecho traer todos los muebles una semana antes), di un suspiro de frustración y corregí mis pasos caminando hacía la izquierda, así di con el pequeño bar y el comedor, seguí caminado derecho hasta topar con la pequeña barra que unía el comedor y la cocina, ahí estaba mi madre, preparando los dos desayunos, con una tierna sonrisa deslizo un plato con crepes en mi dirección y yo comencé a comer con gran satisfacción.
— ¿Lista para tu primer día? —pregunto mi madre sonriendo y sentándose a la mesa para tomar el desayuno.
— ¿Si te digo que no me podría quedar?
—No —respondió ella poniendo un pedazo de crepe en su boca.
—Entonces todo perfecto, no estoy nerviosa —dije con notable sarcasmo, mi madre solo río.
—Tranquila, solo son chicos, no hombres lobo.
Amaba a mi madre sobre todas las cosas y amaba verla reír, cuando lo hacía lucia diez años más joven de lo que en realidad era, no podía negar que mi madre era una mujer guapa, con la tez bronceada y los ojos verdes tenia un gran encanto, ella era una persona bien dotada y bastante alta con su hermoso cabello rubio siempre atado en una cola alta, a su lado yo parecía una muñeca de trapo, mi madre era guapa y yo era graciosa, injusticias de la vida.
Terminamos de desayunar y deje mis platos en el fregadero, me encargaría de lavarlos cuando regresara del colegio, tome mis vitaminas y agarre la mochila que me esperaba colgada en el gancho de la entrada.
—Probablemente llegue tarde hoy, no salgas, no le abras a extraños, lavas los trastes y te haces de cenar, por favor no me esperes despierta. —Mi madre se despidió de mi con un beso en la frente y salió de la casa dejando la esencia de su perfume lavanda tras de ella.
Encamine mis pasos al garage y saque la bicicleta azul cielo, coloque mis cosas en la canasta y puse mis audífonos sobre mis oídos, la canción que sonaba era Pretty girl de Blink-182, fui todo el trayecto cantando levemente y parando de vez en cuando para aplicar el inhalador.
…
Llegue temprano a la escuela, los alumnos apenas entraban, las manos me comenzaban a sudar, las seque levemente en mis jeans y después de una rápida hojeada al celular anote las cosas importantes en esta, mi mano derecha tenia escrito mi horario y la conminación de mi casillero, pedalee un poco más y después sentí un impacto que me derrumbo al suelo.
Intente pararme, pero el peso de mi bicicleta lo impedía, la pierna izquierda (se encontraba abajo de la bicicleta) me dolía horrores, un pensamiento negativo se cruzo por mi mente. Iba a quedarme atrapada bajo mi bicicleta para siempre, iba a morir ahí. Fue entonces cuando sentí la opresión de mi pierna parar y una mano fuerte ayudándome a incorporarme y recogiendo mis cosas.
—En verdad lo lamento, mis frenos no funcionan correctamente, intente advertirte, pero no me escuchaste. —Un joven moreno me dijo intente recordar como se hablaba, pero su presencia me hacia que olvidara las cosas.
—No te preocupes, estaba distraída —comente viendo fijamente mis zapatillas como si esas fueran el descubrimiento más importante desde la penicilina.
— ¿Eres nueva verdad? Quiero decir, nunca te había visto por aquí, soy Scott —dijo el extraño de nombre Scott en un tono alegre.
—Si, soy Valentine —le sonreí mirándolo fijamente, pude ver la confusión en su rostro al notar el moretón que cubría mi ojo.
— ¿Puedo preguntar que te paso? —aquí es donde se aplica a la perfección el termino “salvada por la campana”.
Está había sonado haciendo que todos se precipitaran a entrar, incluyendo a Scott, dejándome sola en el patio.
Comencé a sentir que los pulmones me estallaban en llamas y como mi garganta se cerraba, intente jalar aire, pero este no llegaba a mis pulmones, lo que era peor no salía, desesperadamente busque el inhalador en mi bolso y corrí a ponérmelo en la boca, apreté el tubo como si fuera un arma dejando que el sabor de la medicina llegara hasta mi garganta haciendo que el aire entrara normalmente, en momentos así me sentía como si tocara el cielo con los dedos, un pedazo de gloria personal.
Respire un par de veces para calmarme y después entre al edificio encaminando mis pies hasta la dirección para entregar los pocos papeles que faltaban y firmar mis clases, la secretaria hablo al director quien (y por más vergonzoso que suene) me escolto hacia mi primer clase, un profesor con cara de enojado abrió la puerta dejándome pasar y me mostró mi banca, después de eso el director se retiro.
—Buenas tardes alumnos, como sabrán el profesor Harries fue dado de baja por lo que paso, soy su nuevo profesor, Joseph Williams, pero díganme señor Williams.
Había algo inquietante en el profesor, una parte de mi me decía que saliera corriendo, que gritara y corriera por mi vida, sin embargo otra parte de mi (a la que en su momento llame racional) me decía que era solo un hombre y no me haría daño.
Busque discretamente a Scott, puesto que era la única persona que “conocía” aunque mi corazón sabía que no era así, simplemente había algo en él, algo que no podría apuntar con el dedo, pero era algo que me había llamado la atención.
Fue entonces que lo vi, hablando con un chico pálido y lleno de lunares, me obligue a desviar la mirada hacia el pizarrón y copiar los ejercicios que ponía el profesor en el pizarrón, sintiendo la mirada de alguien clavada en mi espalda.
Mire sobre mi hombro y vi a una chica pelirroja mirándome, cosa que me hizo ruborizar y concentrarme más en el cuaderno, la campana marco el final de la primera hora y yo salí del aula viendo como la pelirroja y el pálido hablaban con Scott, quien tenia una cara seria.
Buscaba con la mirada el numero de mi casillero, hasta que di con él, marque la combinación que tenia apuntada en mi palma, pero este no se abría, lo seguí intentando algunos momentos, pero no pasaba nada.
Muy bien Valentine, primero haces que te atropelle un extraño guapo y después no puedes abrir ni tu propio casillero, eres todo un genio, pasando penas desde él día uno.          
La pelirroja se me acerco y yo por instinto me cubrí la cara, quiero decir ella parecía el tipo de chica popular a quien todo mundo tiene miedo.
—Ese es mi casillero —dijo poniendo una cara de confusión por mi reacción
—Disculpa, creo que me confundí —sentí mis mejillas arder y me recorrí al casillero de junto, coloque la contraseña y esta vez abrió a la primera, razón por la cual me alegre.
—Soy Lydia —comento la pelirroja distraídamente y después me miro de arriba a bajo, como si me estuviera calificando.
—Soy Valentine —susurre levemente y espere con mi corazón que me hubiera escuchado.
El resto del primer periodo paso sin ninguna novedad, no había hablado con Scott ni con Lydia pese a coincidir en muchas clases, pero siempre lo veía, ya sea con su amigo pálido o con la pelirroja o con una castaña pálida o con dos chicas de origen asiático, sin embargo nunca me atreví a hablare, a ninguno de ellos.
La hora del almuerzo llego como un esperado oasis en un árido desierto y yo salí con rumbo a la cafetería para recoger mi almuerzo, ocupando una mesa alejada de las personas, comencé a comer escuchando Asleep y dejando a mi mente vagar por unos instantes, perdiéndome completamente en la música.
Mi mente regreso a la realidad cuando sentí una vista fría clavarse en mi espalda, un chico rubio junto con una pelirroja (que no era Lydia) me observaban directamente, haciendo que mi piel se erizara completamente y mi cerebro se paralizara como un venado que ve las luces de un auto.
Tire los residuos de mi almuerzo en los contenedores correspondientes y deje la charola en el lugar designado lista para volver a mis clases, sin embargo todavía quedaba bastante del receso, por lo que fui hacia la sala de música y comencé a tocar un viejo violin que se encontraba entre los equipos musicales. Tocaba cada cuerda tan finamente que parecía o al menos a mi modo de ver las cosas, como si el instrumento cantara en perfecta armonía con una orquesta inexistente, podía no ser buena en muchas cosas, pero el violin no era una de esas.  
…
La escuela termino más rápido de lo que creí iba a durar y la mirada de esos chicos no se me borraba de la mente causándome calofríos. Subí en mi bicicleta y planeaba irme cuando vi a Scott hablando con un chico que se veía demasiado grande para asistir con nosotros.
Llegue a mi casa antes de lo que planeaba, lo cual me dio tiempo de hacer todas las cosas que mi madre había mandado y terminar de guardar mis cosas en su respectivo lugar.
Hablaba con Derek sobre los rumores de una nueva manada llegando a Beacon Hills cuando la vi marcharse en su bicicleta azul, misma en la cual la había atropellado en la mañana, probablemente la cosa más estúpida que he hecho en mi vida y la lista es bastante larga.
—Scott, te estoy hablando de cosas serias —no había escuchado una palabra de lo que Derek había dicho, era como Allison otra vez, era estar experimentando lo mismo que sentía con Allison. De reojo vi a Derek observar la dirección en la que Valentine se había marchado.
—Lo lamento, no preste atención —voltee a verlo rascándome la nuca.
—Te lo advierto, hoy es luna llena, pero si los rumores que escuche son ciertos, esa es nuestra ultima preocupación —su semblante se puso serio, sabía que deberíamos de tener cuidado.
—Buscaremos una manera de pasar todo eso, siempre lo hacemos.
—Esta ocasión no es como la pasada, la manada de Alphas fue un juego de niños si lo comparamos con esto.
— ¿Qué dice Peter?
— ¿No hablaras en serio cierto? —sentí el brazo de Stiles rodear mi cuello.
—Si, odio interrumpir lo que sea que pase aquí, pero tenemos cosas importantes. Algo como; prefiero al señor Harries antes que nuestro nuevo profesor de química, él da miedo. —pude ver la mueca que Derek le lanzaba a Stiles y no pude contener la risa.
Derek se fue y me quede hablando con Stiles.
— ¿Entonces que paso con Kira?
—Nada, simplemente no funciono de la manera en que creí que lo haría y probablemente se deba a que aun no supero a Allison —le respondí a mi mejor amigo sabiendo que eso no era cien por ciento verdad. —Aun así, no pasa nada raro entre nosotros, quiero decir solo funcionamos como amigos.
Al parecer eso le basto a Stiles quien se fue subiéndose en su Jeep.
Yo por mi parte fui a las canchas, sabía que ahí podia encontrar a Sunny. Mis predicciones fueron correctas, ahí estaba ella sentada en las gradas con un gran libro entre las manos.
Me iba a acercar, pero no quise asustarla ni desconcentrarla, por lo que me retire de las canchas y fui en dirección a la clínica animal.
…
Me encontraba a menos de una cuadra cuando percibí un aroma extraño, un aroma de un lobo, un lobo al cual no conocía, apure mi marcha hasta llegar a donde se encontraba Deaton, listo para atacar a la amenaza (en este caso un lobo desconocido)
Me sorprendí cuando encontré a mi jefe hablando animadamente con un joven de cabello castaño, razón por la cual me relaje.
—Scott, él es un viejo amigo, se llama Pharrell, viene de visita desde Londres.
—Un gusto conocerte Scott, Deaton no paraba de hablar sobre ti —dijo estrechando mi mano, acción que respondí.
—Él nunca te menciono.
—Bueno digamos que nunca me pongo en contacto con nadie —dijo sonriendo.
Nos quedamos hablando un rato hasta que se hizo de noche y yo tuve que salir, pese a ya tener control sobre mi transformación en luna llena (como a todos lo lobos) me costaba más trabajo controlarme, así que esa noche había decidido (y por sugerencia de Deaton) entregarme completamente a la luna, por lo que me debía internar en el bosque, un lugar donde no pudiera dañar a nadie.
…
Iba de camino cuando vi a Derek cerca de la entrada a los bosques, su cara denotaba más seriedad que de costumbre.
—Scott, algo paso.

Spoiler:

Miraba fijamente al dibujo que reposaba en el escritorio. Parecía ser un bosque, sin embargo, nunca lo había visto antes. Nada trazado en ese pedazo de papel pertenecía a ningún recuerdo de mi vida, mas las manchas del carboncillo en mis manos demostraban que yo lo había dibujado. Ni siquiera recordaba saber dibujar.

Me levanté de mi escritorio, arranqué la hoja que contenía el dibujo y la examiné por unos segundos. Lo conocerás pronto. Aparté la vista y miré a mi alrededor. No había nadie. Asustada, entré a mi armario, tomé la caja escondida entre mis ropas, la abrí y tiré el dibujo dentro de ella, guardándolo con los otros. Puse la caja en su posición anterior y caminé al baño de mi recámara.

Lavé mis manos tratando de eliminar cualquier rastro de carbón, frotando un poco más fuerte de lo necesario, no obstante, el dolor era opacado por la sensación de suciedad que sentía bajo mi piel. Luego de unos segundos empecé a notar que el agua se tornaba roja. Aparté mis manos rápidamente y noté el gran y profundo rasguño en mi mano derecha, uno que no había sido hecho conscientemente.

Por acto reflejo capté mi mirada en el espejo. Mis pupilas estaban dilatadas y mi rostro pálido, mi respiración agitada y hasta ese momento fui capaz de notar las lágrimas que escurrían por mis mejillas. Me estaba volviendo loca. Traté de calmar mi respiración y de recuperar mi compostura. Con lentitud logré vendar mi mano utilizando las cosas del botiquín de emergencias.

Guardé todo en su lugar y me apoyé en el lavamanos, no entendía nada de lo que me sucedía últimamente. Dibuja cuadros y escenas que nunca había visto en mi vida, incluso dudaba que en serio existieran, escribía cuentos inconscientemente tan detallados como si yo misma los hubiera experimentado, perdía el control de mis acciones e imaginaba voces en mi cabeza que parecían estar determinadas a llevarme a la locura. Un poco de locura no daña a nadie.

Exaltada, busqué por alguien a mi alrededor, de nuevo fue en vano. Sentí las lágrimas acumularse nuevamente y la presión constante en mi pecho creció al punto de dificultar mi respiración. Dejé que las lágrimas cayeran, ya que, al parecer, sería la única liberación que obtendría en toda la noche.

…

Terminé el último pedazo de fruta que quedaba en mi plato y esperé por la aprobación de mi madre para retirarme de la mesa. Ella hablaba cálidamente con papá por lo que no pareció notar que había acabado con mi desayuno. De todas maneras, no dije nada.

La noche y las primeras horas de la mañana habían sido una lenta tortura, al igual que el resto de mis noches los últimos meses. No lograba dormir y apenas lograba mantener mi cordura, por lo tanto, ahora el maquillaje y una falsa sonrisa se habían hecho indispensables para mi diario vivir. No necesitaba molestar a nadie con mis problemas, además, de llegar a hablar seguramente terminaría en un instituto mental.

Apreté el agarre en mis manos tratando de desviar mis pensamientos.

– ¿Terminaste? – levanté la mirada y me encontré con la sonrisa de ambos de mis padres. Asentí e intenté sonreír más naturalmente para no levantar sospechas. – Puedes retirarte. Ten cuidado y por sobre todo mantén la postura. – Asentí de nuevo, besé la mejilla derecha de ambos y salí del comedor.

Terminé de prepararme en mi habitación, tomé mi mochila con sus debidas pertenencias y me miré en el espejo antes de salir de mi recámara. Mi aspecto era aceptable, sin embargo, no llegaba a reconocer al reflejo que me devolvía la mirada, no obstante, mientras nadie más lo notara, no tendría problema con ello.

…

“Las primeras lecciones habían transcurrido normales, nada fuera de lo común había pasado en ellas.” Suspiré, eso sería lo que en verdad quisiera decir, o pensar en todo caso. Sólo eso ansiaba, un poco de normalidad a lo largo del día para poder descansar mi mente por al menos unos segundos.

Suspiré mirando perdidamente el libro que sostenía en mis manos. Desde hace varios minutos que había dejado intentar de leer, las palabras se veían borrosas y sólo me provocaba un mayor dolor de cabeza, así que dejé de intentarlo.

Ergo, no tenía nada que me distrajera de sobre analizar mi día. No quería pensar en ello, no quería recordar las frases escritas en los bordes de mis cuadernos o las imágenes de territorios que lograban encontrar su camino a mi mente sin llegar a haberlos visto nunca antes. Simplemente no tenía sentido.

Sun. Escuché un pequeño susurro. Decidí ignorarlo y continuar con mi vista en la lectura. Sun-Hi. Cerré los ojos, mas los abrí segundos después recordando que estaba en un lugar público. Sun-Hi. Evitaba mostrar los escalofríos que en serio sentía. La melódica voz iba aumentando de volumen cada vez que pronunciaba mi nombre. Unos segundos después no escuché nada más. Dejé salir el aire que mantenía captivo en mis pulmones.

Un grito ensordecedor me tomó por sorpresa. Dejé caer el libro y miré a mis espaldas no más para comprobar que no había nadie allí. Evalué mi entorno y comprobé que todos seguían en sus asuntos. Sólo yo lo había escuchado. Limpié la lágrima que había escapado de mis ojos y levanté el libro lo más rápido que pude esperando evitar sospechas. Al levantar la vista, pude notar la espalda de Scott quien tomaba rumbo a la salida. Scott. Guardé el libro en mi bolso y caminé rápidamente para intentar alcanzarlo. Él podría ayudarme.

Antes de llegar a tocar su espalda, detuve mi mano y mis pasos, me aseguré de que no supiera que lo había seguido desde un principio e hice todo lo posible para retener las lágrimas. No podría, ni yo misma sabía que me sucedía. Empecé a caminar hacia atrás y me sobresalté al sentir que mi espalada chocaba algo.

Al darme vuelta comprobé que no era algo, si no un alguien. La vergüenza me carcomía por lo que no pude ni levantar la mirada. Murmuré un lo siento y me fui de allí, sólo quería llegar a la casa, mi habitación parecía ser el único lugar donde parecía tener cierta seguridad y no porque todo desapareciera, si no porque era el único lugar donde nadie podía ver la realidad, había enloquecido.



– Eres ridículo Ian.
– Claro que no, todo tiene perfecto sentido. Es la única razón por la que me dejaría un maldito ensayo sólo por revisar mi teléfono.
– El profesor de historia no va a tener celos de un estudiante. – rodó los ojos.
– Oh vamos Thad, tengo buenas notas en el curso, no encuentro otra razón por la que me vigile tanto como para verme revisar un mensaje.
– Tal vez porque siempre buscas la manera de burlarte de su clase. – me empujó levemente mientras reía, logrando que riera también.
– Es eso o quedarme dormido. – me encogí de hombros restándole importancia.

La clase de historia lograba quedar como las más tediosas de todas las que recibía. No tanto por la materia, de hecho, ésta no me disgustaba tanto. Era más por el hecho de que el profesor hablaba tan lento que no había forma de lograr mantenerse activo, tenía que hacer algo al respecto o en lugar de un ensayo sería una boleta de castigo por dormir en clase.

– ¿Irás a mi fiesta cierto? – levantó la ceja.
– Por supuesto. – revolví su cabello, sabiendo que eso lo molestaría, me despedí y continué caminando hacia mi casillero.

Al llegar a él, lo abrí, tiré el libro de historia dentro (ya lo arreglaría luego), cerré la puertecilla y me volví para tomar camino a la salida, pero me detuve al sentir un suave golpe y al ver que esa persona me inhabilitaba el paso.

Ella habló, pronunciando una apenas audible disculpa antes de irse tan rápido como había llegado. Pude ver como el color carmín aparecía en sus mejillas antes de que acelerara el paso. Yo me quedé en mi lugar por unos segundos. ¿Qué rayos había sucedido? ¿Quién era ella? Fruncí el ceño y decidí seguirla, parte era por curiosidad, pero principalmente la seguí porque no tenía nada mejor que hacer.

Aceleré el paso, al llegar a la salida del edificio pude localizarla unos metros más adelante mientras subía a un muy elegante Range Rover. La ventana estaba baja por lo que pude ver como ella bajaba la mirada y un par de lágrimas escapaban de sus ojos.

– Hey Ian – aparté la mirada para ver quién me llamaba. Derek se acercó lo suficiente y frunció el ceño. – ¿qué te sucede?
– Nada, ¿por qué?
– Siempre logras ser irritante y extrañamente hiperactivo, es raro verte pensativo, no sabía que ese lado tuyo siquiera existía.
– Muy gracioso. – le dediqué una falsa sonrisa y miré el lugar donde había estado el auto antes, esta vez sólo visualicé un campo vacío.
– ¿En qué pensabas?
– En que necesito un nuevo proyecto, he estado muy aburrido últimamente. – hablé sin despegar mi mirada del mismo lugar.
– ¿Y? – preguntó al ver que seguía dándole vueltas a algún asunto en mi cabeza.
– Y en que creo que acabo de encontrarlo.

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