Luminosa.

ficha:

El treinta y uno de diciembre, en un mundo desteñido, dos almas se encuentran. Su mundo nunca fue de colores; alguna que otra vez ella había conocido el color indefinido de el liquido que brotaba de sus muñecas con poca gracia y mucho dolor, y él, alguna que otra vez, había conocido el color indefinido de la bebida que tanto añoraba, que a veces hacía que tuviera mal aliento en las mañanas, pero que de todas maneras ahogaba sus penas. Fue algo fugaz: la vio pasar por las calles y de repente, podía ver colores en todas partes, aunque ninguno tan hermoso como el de su piel pálida que, indirectamente, exclamaba auxilio.
Ella se paralizo unos segundos en el medio de la Avenida, con los ojos grandes como platos, creyendo haber visto algo más que el habitual y monótono gris. No encontró nada, así que siguió su camino sin mirar atrás, su vestido flotando detrás de su perfecto caminar. Él no la siguió.
El primero de diciembre, en un mundo desteñido, dos almas no se encuentran. Ella lo ve en una fiesta de año nuevo que su amiga había preparado para ese año, hablando de lo más bien con sus amigos. Sus ojos se encuentran, y así sin más, ella puede ver algo más que gris. Hay colores. Sus ojos se llenan de lágrimas involuntariamente ante la reacción de él, simplemente, porque no hay una. Había escuchado de esas cosas millares de veces, gente que al mirar a X persona por fin ve los colores mientras la otra persona no ve nada nuevo; Un amor no correspondido.
A Ella jamás le gustaron las cifras, y menos, ser una. Así que giró en su talones y se alejó, esta vez, mirando atrás.
Él no recordó su rostro. Ella procura no recordar el suyo.
El siete de febrero, en un mundo desteñido, dos almas se olvidan. Ella sigue clavando la cuchilla, apreciando el color vivo que brota de sus muñecas, mientras él, más perdido que nunca, se bebe las estrellas hasta perder la conciencia. Por unos momentos, él cree que es lo más poético que ha hecho en su vida. Y, por unos momentos, ella cree que es lo más hermoso que ha hecho en su vida.
El veinte de marzo, en un mundo desteñido, dos almas se recuerdan. Es algo nada fugaz, piensan ambos, cuando ella le ve en un restaurante. Esta más guapo que la última vez - no puede evitar pensar. Piensa unos minutos, todavía mirando sus ojos - diamantes desnudos - qué le sucede al mundo. Él no la ama, y ella no le ama, pero a veces le gusta pensar en como sería despertar a su lado todos los días. Abrumada, rápidamente se va del lugar, dejando un rastro de soledad atrás.
Él cree que es la cosa más hermosa del mundo. Ilumina la habitación, él cree que es una criatura... Luminosa. Y luego piensa qué demonios están haciendo, ambos sentados solos en la misma sala, compartiendo miradas cristalinas, mientras él cree que tal vez si estén enamorados cuando la ve alejarse. Esta vez, intenta seguirla. No pasa mucho tiempo para que se rinda, siendo esa su especialidad. Vuelve a su departamento y bebe hasta el desmayo. Ella, en cambio, llega a su departamento y clava la cuchilla más profundo de lo habitual.
El cinco de abril en un mundo no tan desteñido, dos almas se reencuentran. El color ya era algo común para él: habían pasado meses desde su encuentro, su no encuentro, su olvido y su recuerdo. Eventualmente, él fue olvidándose y aceptando el hecho de una soledad melancólica y duradera, hasta que un viernes por la noche, observando vidrieras en la avenida, el color comienza a desvanecerse. No hay más rojo, no hay más azul, no hay más amarillo; No hay más nada. Él, desesperado, corre hasta su departamento, donde todo esta ya completamente pintado de un enfermizo gris. Después de varias horas mirando las noticias, esperando que haya alguna noticia sobre alguna epidemia de una enfermedad tratable que hacía todo volver a hacerse gris, volvió a ver su rostro en el televisor. La llamaron Astoria Gyllenhall, una mujer en sus veinte y tantos, pálida, hermosa, y, según las noticias, victima de depresión desde la muerte de sus padres y quien se suicidó aquella mañana.
Él nunca realmente llora. Ella no le amaba y él no le amaba, tampoco. Pero hay tiempos en donde la soledad se vuelve demasiado en los que a él le gustaría sentir su cuerpo a su lado en las noches.

hola carola:

ayyY muchas gracias bb <33. gracias por pasarte, y me alegro mucho que te haya gustado 

Te amo, bueno quiero decirte, que me destruyes el alma con tus escritos, pero escribes hermoso. QUE, TE AMO LULO.

AY, bebé, sos lo mejor que existe, nilu TE AMO MÁS.

por qué te quiero tanto, xq xq xQ.