In love with a ghost { One direction

ZaynGirl.

Capitulo 008

Las horas más largas de su vida, sin dudarlo, caminaba con lentitud hacia su hogar, metió sus manos a su abrigo y bajo la mirada para no tropezar con alguna cosa en el suelo, muchas veces se sorprendía ella misma de lo torpe que podía llegar a ser. El silencio de la calle no se le hizo extraño, era un día frío, nadie querría salir sabiendo que el cielo estaba más oscuro que lo que solía estar en la noche. Unos suaves pasos se hicieron a su espalda, no faltaba mucho para llegar a casa; Liam, las pasos la siguieron por varios minutos, hasta que la desespero, al menos que le hablara ¿no?.
 
—Liam, ya deja de seguirme— afirmo la castaña con voz cruda. Una risa fue su única respuesta, no era la risa de Liam, pero el orgullo de pudo y no se giró a mirar, supuso seria la fuerte resaca que tendría. Faltaban solo 3 calles y aun los pasos estaban detrás de ella. —Al menos di algo tu risita me pone de mal humor Liam— la carcajada se hizo más fuerte, tan fuerte que ella creyó oírla dentro de su mente, sacudió la cabeza, llevaba siguiéndola casi 20 minutos y no se dignaba a hablarle, tan solo reír como idiota, vio su casa al fin y suspiro, sintió la respiración de Liam en su cuello y se tensó, estaba demasiado cerca, se detuvo. Vio su casa a unos pocos metros y luego poso la mirada en la de Liam, donde lo vio abrir la puerta sin apuro. Quedo petrificada, si Liam estaba allí ¿Quién estaba a sus espaldas? Giro sobre su cuerpo con tanta rapidez que creyó caería, la calle no tenía rastro de nadie más que ella. Asustada  y con el corazón a punto de estallar corrió a su casa como alma que lleva el diablo. Cerró la puerta con fuerza y se recostó en ella, tratando de recuperar la respiración. Cuando por fin su corazón parecía estar en un estado natural, reparo en que su madre estaba tocando el piano.

—Hola mama— dijo vacilante, sabiendo la posibilidad que podría responderle a gritos o con una dulce sonrisa; su miedo había sido cambiado por otro un poco más real.
—Hola cariño— sonrió y detuvo la dulce melodía para mirarla —¿Cómo te ha ido hoy? — parecía no notar la escena de hace unos segundos.
—Bien— sonrío y se acerca a ella aprovechando su momento de buen ánimo, su enfermedad últimamente era más agresiva y sus cambios de humor más repentinos, su madre aún se negaba a ir con un médico, decía que solo la medicarían o la encerrarían en un manicomio, y para ser sincera Vanessa prefería tener que aguantar los regaños e insultos a saber que ella estaría lejos encerrada en un lugar como ese, en manos de quien sabe que tipo de personas sin contar que además de eso ella iría directo a un orfanato a falta de más familia. 

—¿Me acompañas?— pregunto su madre acomodandose de nuevo en el piano. Antes de su enfermedad su madre era una de las pianistas más reconocidas de la ciudad, pero su constante cambio de ánimos la encerró en la casa con una pensión del gobierno para discapacitados y enfermos mentales.
—Si me encantaría— dijo Vanessa con una sonrisa y se senté a su lado. 

Pasaron la tarde recitando las piezas de millones de pianistas desde el famoso Mozart hasta las desconocidas composiciones de su experta madre. 
Finalmente ambas, cansadas y adoloridas de las yemas de los dedos fueron a dormir.
 
Ya en su cama y bajo las suaves sabanas, Vanessa no lograba conciliar el sueño, se sentó en su cama agarro un  libro y empezó a leer un poco.

De repente empezó a sonar la melodía de "Fly" de Ludovico Einaudi en el piano del primer piso, esa era una de sus canciones favoritas.  Confundida abrió la puerta de su habitación y asomo su cabeza esperando que su madre le dijera que solo era una noche de insomnio, pero desde su habitación no podía ver el piano, asi que camino por el pasillo hasta llegar al borde de la escalera, bajo unos dos escalones y se agache para alcanzar a ver un poco, esperando ver los pies descalsos de su madre con la uñas color verde claro, pero solo vio un par de botas negras haciendo uso de los pedales del piano como todo un profesional 

—¿Mama?— dijo confundida y empezó a bajar con cautela a sabiendas que esa no era su madre. De repente la melodía cambio a la de Endless Love, no podía ni creer lo que oía, esa era su canción favorita, la amaba, pero por mucho que la practicaba no podía lograr tocarla con tanto amor y pasión como lo hacía él, quien quiera que fuese. Era como oír al mismísimo Mozart en su casa.
—¿Quien esta hay? — cuando termino de bajar las escaleras y pesar el umbral de madera vio el mismo chico del parque tocar el piano con la pasión con la que alguien hace el amor, lento y suave. Quedo helada del pánico. El chico tenía los ojos cerrados y movía sus manos con agilidad y delicadeza. Vanessa ni si quiera podía respirar. Al escucharlo el miedo se fue, irracionalmente se sintió casi confortada y en las nubes, lentamente se acercó cuidando de no hacer que el piso sonara  bajo sus pies, el chico parecía tan concentrado que no notaba su presencia, o eso creía ella.
 
Supo que el no era humano cuando lo vip más de cerca y esa afirmación la hizo aterrar de golpe, pero la verdad era que no quería que dejara de tocar, no quería dejar de escucharlo. Casi inconscientemente se sentó a su lado y casi controlada por una parte de ella que no conocía empezó a tocar con él; como si de su madre se tratara.

El sudor empezó a correr por su cabeza, estaba asustada y confortada al mismo tiempo, como en un trance del que no podía salir. Fue entonces cuando sus manos se cruzaron en el mismo acorde, su mano era helada tan fría como un tempano de hielo; casi inmediatamente el se detuvo y por obvia razones Vanessa igual. 

En aquel momento el pánico y miedo invadieron su cuerpo, haciéndole caer en cuanta de que tenía un extraño -posiblemente no humano- en su casa, que podía matarle o hacerle quien sabe qué cosa, se sintió completamente estúpida. 
Se levante casi como un rayo y se pegue a la pared con temor, el permaneció quieto, casi como pensando que hacer. 

—¿Qui... Quien e..eres? — quiso no tartamudear pero apenas si podía hablar. La carcajada que la había seguido de camino a casa sonó en su cabeza, haciéndola estremecer
—Tu peor pesadilla— dijo lentamente y en un susurro, levantándose lentamente aun con la cabeza gacha. Con solo eso su corazón se aceleró aún más. Y no pensó otra cosa que salir corriendo a su habitación, subió las escaleras como loca, tropezando en el último escalón, como por varias, se incorpore y corrió a mi habitación, 

—No puedes huir de mi! — grito entre risas macabras 

Justo  antes de entrar le puerta se cerro de golpe en su cara dandole un susto que la tumbo al suelo de cola. Una sombra negra y fria creció ante sus pies con lentitud, no pudo evitar empezar a llorar del miedo, retrocediendo como podia. Se levanto temblando y corrio a el cuarto de su madre sabiendo y oyendo que algo la perseguía, pero no alcanzo a llegar cuando una mano se poso en su hombro y la estampo con la pared del otro lado del pasillo. 

Cerro los ojos por el golpe pero al abrirlos se encontré con un par de ojos rojos observándole tan aterradoramente que no pude evitar soltar un sollozo, si,  empezó a llorar asustada de nuevo, tal vez asi debía morir, pensó. De repente el color de los ojos cambio un tono mas claro hasta llegar a un hipnotizante miel, la empezó a observar de una mera que no supe comprender y finalmente se esfumo. 

"Vane, Vane..." empezó a susurrar algo en su mente, tapo sus oídos pero era inevitable oírlo "Vane, Te matare, Te matare," 
—Ya basta! Cállate! Cállate! — grito mientras tapa sus oídos y cerraba sus ojos, sabiendo que eso no lo detendría
"Estas muerta, Muerta" 
—Basta!- —sollozó, de repente sintió como la sacudían y entonces vio a mi madre sacudirla con mirada asustada. 
—Vane, cálmate, ya tranquila— repetía asustada con su pijama puesta y mirándola fijamente.  No pudo evitar abalanzarse a sus brazos y llorar en su hombro. —Tranquila. Ya paso— susurro. . 

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ZaynGirl.

Capitulo 009

Luego de aquel extraño sueño con Harry, Rita dudaba si había sido producto de su imaginación o si aquel chico era real. Nada tenía sentido, en lo absoluto.
Aquella mañana se aprontó para ir a la secundaria como cada día. Desayunó el café con leche, las tostadas con miel y su vaso de jugo de naranja que su madre preparaba cada día. Luego de eso, se despidió de sus padres y sin ánimo alguno marchó rumbo a la secundaria, donde un nuevo y aburrido día de estudios la esperaba.
 
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Entró a la cafetería con su novio, ya habían pasado las cuatro primeras horas de clase y por alguna razón, su estomago rugía como si hiciese días que no ingería alimento alguno. Louis insistía en que estaba rara, ella simplemente negaba, conocía a Louis y era consciente que si le contaba lo sucedido solo se reiría en su cara hasta el cansancio.

—así que... ¿Donde fuiste después de la fiesta? —preguntó la rubia insegura de querer saber la respuesta.
— ¿crees que lo sé? Por favor Rita, estabas tan drogada como yo, si no sabes tú como llegaste a tu casa yo menos, solo sé que desperté en el sofá con los gritos de mi madre —rió a lo que la chica solo resoplo.
—No me da mucha seguridad eso ¿Cómo sé que no estuviste con otra?
— ¿de veras? ¿Otra vez con eso? —Rodó los ojos con molestia— apenas podía mantenerme en pie ¿Cómo se supone que pasaría la noche con una chica? No hay chance alguna cariño —tomó su cintura de costado para atravesar la cafetería juntos.
Rita no estuvo contenta con la respuesta, no podía dejar de desconfiar, así era por naturaleza, había perdido tanto durante su corta vida que cuidaba lo que tenía más que a nada en el mundo y Louis, era suyo, no podía permitir que nada ni nadie se lo quitase…
 
La pelinegra atravesaba el largo y amplio pasillo corriendo tan rápido como sus pies se lo permitían. Su respiración estaba agitada, sus labios separados intentando que mas aire entrase hacia sus pulmones para no agotarse y poder por fin huir de aquel infierno junto con Rita, a quien no soltaba de la mano. Una fuerte alarma comenzó a sonar, las lágrimas de dolor y desesperación recorrían las mejillas de las chicas que solo querían desaparecer de allí y no se detendrían hasta lograrlo. Los fuertes pasos se  hacían cada vez más cercanos, sin detenerse, la morena volteó un instante solo para confirmar sus sospechas, dos guardias las seguían.


— ¡deténganse ya! No podrán escapar niñas —les advirtió uno de los sujetos molesto, esta no era la primera vez que Rita y Jenna intentaban huir del orfanato, solo que nunca habían llegado tan lejos. Metros, tan solo unos pocos las separaban de la puerta que las llevaría hacia su libertad pero aquel sueño, una vez más se vio frustrado cuando la puerta fue atravesada por otros dos guardias y la chicas se vieron rodeadas por lo cual, por más que quisieron huir, no tenían hacia donde, en sus costados solo había altas paredes.
Aquella noche, fue la última en la que se vieron, Jenna fue trasladada a otro centro y Rita nunca volvió a saber de su paradero. Las chicas eran inseparables, se conocían desde pequeñas, ambas habían quedad huérfanas por diferentes circunstancias y lo único que tenían era la una a la otra, hasta esa noche.

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La última hora del día era matemática, Rita la odiaba, odiaba los números y odiaba a la profesora que siempre la hacía sentir estúpida por no comprender la mayoría de las cosas que ella decía. Entrar a esa clase era algo tortuoso para la chica, pero de veras pretendía terminar el secundario y sin aprobar dicha materia, no le sería posible.

— ¿Señorita Parker? —la rubia fulminó con la mirada a la profesora, sabía que el odio era mutuo ¿Por qué se empeñaba en molestarla? ¿Por qué no simplemente la dejaba en paz?
—No sé la respuesta profesora —respondió encogiéndose de hombros con notorio enojo.
—Creo que ni siquiera se ha esforzado en intentarlo —insistió consiguiendo que Rita se irritara aun más— Pase al frente, lo haremos entre todos.
—No quiero hacerlo —protestó con desgano.
—No es una pregunta señorita Parker, pase al frente —dijo en un tono autoritario y la chica se levantó corriendo el banco con fuerza demostrando su gran molestia antes de caminar hacia el frente bajo la atenta mirada de sus compañeros.

Odiaba admitirse a sí misma lo estúpida que se sentía al tener aquella cantidad de números frente a sus narices escritos en el pizarrón y no saber qué hacer con ellos, se mareaba de solo ver tales cifras, una vez más, su mente viajó al pasado inevitablemente…

— ¡Eres una inútil! ¡No sabes hacer nada bien! —le gritó la maestra a lo que la niña comenzó a llorar. Sus ojos verdes se llenaron de lagrimas que en poco tiempo salían con fuerza de estos— Deja de llorar y lárgate de mi vista —la pequeña niña de melena rubia rompió en llanto y salió rápidamente del salón.
Iba a paso apurado rumbo a su habitación, estaba tan herida por dentro que no quería más que llorar hasta quedarse dormida y ojalá no volver a despertar nunca.
Llegó a aquel cuarto y observó que en la cama continua a la de ella había una pequeña maleta y dándole la espalda, una niña de rizos oscuros de unos seis o siete años como ella.
 
—Hola —saludó la pequeña con una dulce sonrisa— Soy Jenna —la rubia la quedó mirando aún triste por el hecho ocurrido hacia pocos minutos en el salón de clases.
—Soy Rita —respondió bajando la mirada al suelo.
—No llores Rita ¿Quieres que seamos amigas? Puedes contarme que te sucede y estaré siempre contigo si aceptas —propuso con dulzura e inocencia a lo que la pequeña rubia la observó con una leve sonrisa.
—Si quiero ser tu amiga —aceptó sin dudarlo, Jenna la abrazó con fuerza como si supiera que todo lo que Rita necesitaba era un poco de cariño y comprensión.
 
— ¿Señorita Parker? —la joven volvió a la tierra dándose cuentas que su mano temblaba con la tiza en ella y la dejó caer al suelo— ¿Se encuentra bien? —preguntó la profesora con cierta preocupación.
Ésta no respondió, solo volvió hacia su asiento junto a Louis pero en vez de sentarse, tomó sus pertenencias y salió del salón a gran velocidad.

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Despertó agitada con su cuerpo bañado en sudor, los recuerdos de su pasado habían vuelto a atormentarla y ni siquiera sabía el por qué.
Se levantó y tomó su ropa antes de dirigirse al baño a tomar una ducha, aun no era la hora en que solía levantarse para ir a clases, pero después de aquel sueño sabía que no volvería a dormir.

El agua caliente la reconfortó al igual que el ambiente del baño que apenas podía verse gracias al vapor que allí se encerraba. Se tomó su tiempo bajo el agua, necesitaba relajarse un poco.
Pasados unos minutos decidió que ya era tiempo de salir.
Envolvió su cuerpo en una toalla y comenzó a cepillar su pelo para escurrir el exceso de agua de éste. El espejo estaba completamente empañado, por lo cual llevó su mano hacia él para limpiarlo y cuando lo hizo, pegó un leve salto sorprendida.
Volteó de inmediato pero él ya no estaba. Podría jurar haber visto a Harry. Volvió a mirar el espejo y luego una vez más hacia atrás pero no, allí no había nadie más que ella. Soltó un bufido y luego de envolver su cabello con otra toalla secó su cuerpo para comenzar a vestirse.
 
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Louis no era el novio perfecto, mucho menos el chico más tierno y comprensivo, pero últimamente se preocupaba mucho por ella ya que la notaba extraña, por eso, aunque le resultó tonto aquello denominado como el “after school club” apoyó a su novia a que fuese.

—Enserio, creo que es estúpido. Van solo nerds —dijo ella con un gesto de disgusto ya frente al establecimiento donde se desarrollaba el club.
—Piensa que es solo por un tiempo, hasta que a la profesora Williams se le quite la obsesión que tiene contigo y te deje en paz —sonrió para darle ánimos a su chica— Vamos, no puede ser tan malo —exclamó a lo que la chica rodó los ojos— Puedes hacerte amiga del algún nerd y exigirle luego que te pase la tarea —habló con diversión provocando la sonrisa de la chica.
—Ya, mejor entro antes de que sigas diciendo estupideces —besó sus labios y él le dio un corto abrazo antes de separarse.
—Si quieres me llamas y paso por ti luego.
—Descuida, estaré bien —dicho esto, se despidieron y Rita entró a dicho lugar.
Era similar a la secundaria solo que mucho más pequeño. Al entrar se topó con un hall donde había casilleros y puertas que derivaban a diversos salones. Su atención fue robada al divisar una pizarra con un gran letrero de colores que decía “talleres” y hacia allí se dirigió.

— ¿Rita? —Dejó de leer y volteó al oír su nombre topándose con un bonito chico rubio de ojos celestes.
—Si ¿Tú quien eres? —preguntó poco amigable, no porque se lo hubiese propuesto, simplemente solía ser así con desconocidos.
—Niall Horan, mucho gusto —el chico estiró su mano en forma de saludo pero ella no hizo nada al respecto por lo que él la retiró hacia atrás— se que eres nueva aquí y me preguntaba si querías…
—Solo dime donde se dan las clases de matemáticas —lo interrumpió sin ganas de entablar algún tipo de conversación.
—Sígueme —pese a la descortesía de la chica, él parecía no verse afectado y seguía actuando con suma amabilidad— Seremos compañeros de clase, tampoco soy bueno en matemáticas— confesó divertido queriendo romper el hielo pero fue en vano.
—Genial —exclamó con ironía y ahora si Niall se dio por vencido, no dijo palabra alguna sino hasta que llegaron al salón.

—Aquí es —le cedió el paso caballerosamente y ella entró sin prestarle atención encontrándose con una mesa redonda con apenas tres sillas, una de ellas, ocupada por una chica a quien conocía pero ni siquiera sabía su nombre.
— ¿Aquí es? —lo miró confusa y la chica de lentes levantó la mirada sonriendo al verlos.
—Hola chicos, soy Vanessa —se levantó corriendo la silla hacia atrás e iba a saludar pero solo pudo hacerlo con Niall ya que Rita ni siquiera espero y ya se sentó a la mesa.
— ¿Cuándo vendrá el tutor? No tengo todo el día —bufó dejando su mochila a un lado.
—Yo… Yo soy la tutora —habló la castaña de lentes y Rita levantó su mirada para verle.
— ¿Tú no estás en mi clase? —preguntó mientras la veía sentarse.
—Sí —respondió con una tímida sonrisa levantando las gafas con su dedo índice. Rita asintió y apoyó sus codos en la mesa.
—Rita Parker y Niall Horan ¿Cierto? —preguntó viendo la hoja que tenía dentro de su carpeta. Los mencionados asintieron— Bueno, mi nombre es Vanessa Black y a partir de hoy seré su tutora de matemáticas y quiero que sepan que si necesitan ayuda en alguna otra asignatura también pueden pedirlo —ofreció amablemente.
—Gracias —dijo el rubio.
— ¿Tienen alguna tarea en la cual necesiten mi ayuda? —preguntó Vanessa y Niall de inmediato abrió su cuaderno para mostrárselo. Rita no decía nada, pero aun así, prestaba atención a lo que la castaña explicaba con suma paciencia.
 
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Había anochecido, Rita retornaba a su hogar, el after school club no era tan malo después de todo, poco había dicho pero Vanessa había sido mejor profesora en dos horas que la señora Williams durante el último tiempo.
Salió de sus pensamientos al sentir pasos tras ella más cercanos de lo deseado, por lo que volteó pero no había nadie. Una extraña sensación recorrió su cuerpo, sabía que no estaba sola, temía estar volviéndose loca pero de alguna extraña manera podía asegurar que Harry estaba allí.

—No sé qué quieres, no sé quién eres, o que eres, pero ya déjame en paz —habló a la nada, por el hecho de que creía que alguien la oía y cuando miró a su derecha, el chico de cabellos rizados y ojos verdes caminaba a la par.
—Si sabes Rita —afirmó con aquella voz ronca que erizaba la piel de la chica, eso no podía estar sucediendo, estaba sola hacía unos segundos atrás y de repente caminaba en compañía de Harry.
— ¿Porqué te empeñas en atormentarme? ¿Acaso quieres volverme loca? —preguntó exaltada como si aquello que estaba haciendo tuviera sentido alguno, el rió.
—Solo quiero que sufras, tanto como sufrí yo —dijo con maldad en su voz y una carcajada se hizo eco en la cabeza de la chica, quien sintió terror y comenzó a correr luego de escuchar aquellas palabras. Corrió sin mirar atrás y solo se detuvo, cuando llegó a su hogar donde ya no estaba sola.