In love with a ghost { One direction

ZaynGirl.

Capitulo 003

Enero de 2013, Londres, Reino Unido.
 
El despertador sonó como cada día a las 07:00 am. Rita sacó su brazo de abajo de las sábanas para agarrar el aparato que no dejaba de sonar, pero solo lo empujó y cayó al piso. —Mierda —susurró pero aun el sonido no disminuía. Con pesadez, se vio obligada a destaparse, llegar a él y ahora si apagarlo. El frío de la casa heló su cuerpo, por lo cual cinchó la frazada para colocársela e ir rumbo al baño. Bostezó mientras se miraba al espejo. —Otro maldito día te espera Rita —Giró sus ojos soltando un bufido y abrió luego las canillas para hacer chocar el agua helada contra su rostro. Un escalofrío la recorría completa, lo hizo rápidamente dos veces más y luego cerró la canilla. Secó su rostro con la toalla y volvió a colgarla. Luego de que cepillé sus dientes volvió a su dormitorio envuelta en la frazada, la cual tiró sobre la cama desordenada al llegar. A rápida velocidad quitó su pijama para ponerse la ropa para el resto del día; Jeans grises, una remera holgada y por arriba un abrigo color gris oscuro con puños y cuello de corderito. Dejó su cabellera lacia suelta como siempre y colocó un gorro de lana negro con pintas blancas.
Tomó su bolso con las cosas necesarias para el secundario y salió de su dormitorio.
 
—Buen día Rita —Saludó su madre mientras servía el café.
 
—Buen día má —Respondió sin entusiasmo alguno dejando salir otro bostezo— ¿Papá?
 
—Ya se fue —Jenna, su madre adoptiva, era una mujer dulce, tierna, comprensiva y sumamente paciente, pero esa mañana tenía mala cara, algo demasiado extraño en ella ya que siempre, pasase lo que pasase ella mantenía su sonrisa. Rita no sabía como hacía, pero su madre buscaba el lado bueno de las cosas siempre, pero  ese día, sus ojos no brillaban con la intensidad habitual.
 
— ¿Qué te pasa? —Preguntó observándola antes de tomar el primer sorbo de su café.
 
—Nada cariño ¿Por qué lo preguntas? —Respondió sin mirarle dejando las tostadas en la mesa para luego sentarse frente a su hija.
 
—Tu cara no dice lo mismo  —Acotó con ironía mientras ponía algo de manteca en su tostada.
 
—Tengo derecho a tener un mal día ¿No? —Respondió molesta sin levantar el tono, nunca lo hacía.
 
—Hey tranquila —Respondió riendo apenas y bebió lo poco que quedaba de su café— Me retiro al matadero y no vuelvo a almorzar —Se levantó de la mesa rumbo a la salida.
 
— ¿A dónde vas? —Cuestionó Jenna sin levantarse.
 
—Hace unos cinco años que ya no respondo eso ¿Por qué debería hacerlo ahora? —Respondió naturalmente antes de cerrar fuertemente la puerta cuando ya se encontraba del lado de afuera.
 
Realmente hacía frío porque hasta ella, que no era para nada friolenta lo sentía. Cerró su abrigo hasta el último botón y metió las manos heladas a los bolsillos mientras caminaba.
La brisa gélida chocaba con su pálido rostro, agachó un poco la cabeza para evitar el frío, aunque era casi imposible, Londres estaba bajo cero.
 
+++
—Los padres de Polly se fueron por el fin de semana y hará fiesta esta noche en su casa ¿Sabías? — Preguntó Carly, con emoción, con esa euforia que la caracterizaba y que tanto molestaba a Rita.
 
—No, no sabía ni me importa —Respondió sin interés y cerró su casillero luego de haber tomado lo necesario.
— ¿Porqué eres tan dura con ella? ¿Qué te hizo? —Preguntó siguiéndole, cosa que detestaba.
 
—Me cae mal, no me gusta su cara, ni su voz, ni como mira a mi novio ¿Ok? Ahora deja de seguirme porque Polly no va a ser la única que se gane mi odio —Soltó molesta y siguió su camino, para su suerte, Carly ya no le seguía. Aquella chica era la típica simpática que creía caerles bien a todos y que puede ser amiga de todos, se tomaba la confianza de preguntar cosas que no le correspondían. Rita era su antítesis, no entendía como existía gente así, solo no la mandaba al demonio y aun le hablaba porque años atrás, había sido la única chica que se acercaba a ella, la pobre huerfanita, pero ahora, ambas habían cambiado mucho, a Rita no le importaba nada que no fuese ella misma y Carly pretendía aparentar todo el tiempo ser algo que no era.
 
— ¡Rita! —La rubia sintió su nombre que provenía de una voz masculina gritando desde el otro lado del pasillo, por lo que inmediatamente volteó quedándose parada esperando que el llegase a ella.
 
—Hoy llegué tarde y no pude verte —Besó los labios de la chica reiteradas veces.
 
—Polly entró tarde a clases ¡Qué casualidad! —Exclamó con ironía alejándolo de ella de un empujón.
 
— ¿Qué te pasa? Es mi ex, solo eso, sabes bien que la dejé por ti —Louis bufó molesto—. Odio que desconfíes de mí.
 
—Tampoco te hagas la victima porque ese papel no te queda, igual me sigue pareciendo extraño que justo los dos hayan llegado tarde —Se encogió de hombros y volteó para ir a su siguiente clase.
 
— ¿Porqué eres  tan desconfiada? —Alzó la voz molesto agarrándole del brazo.
 
—Porque me das los putos motivos para serlo —Respondió desafiante, lejos de acobardarse. — ¿Y ustedes que miran? —Preguntó soltándose del agarre de su novio al ver que algunos alumnos se habían parado a verles porque discutían. Empezó a caminar rápido para perderle de vista pero no le fue posible, sin decir nada le agarró nuevamente del brazo ahora con más fuerza llevándola hacia algún lugar— Suéltame idiota —Gritó enojada mientras con su mano libre golpeaba su brazo. Unos segundos después, sin aun haber soltado una palabra la llevó a uno de los armarios del servicio de limpieza y cerró la puerta girando la llave y al fin soltándole— ¿Qué carajo crees que haces? —Gritó con furia y confusión.
 
—Me tienes harto con tus dudas estúpidas —Él también se veía furioso, y aunque no lo demostró, Rita sintió cierto temor al verlo de aquella forma— ¿Que mierda tengo que hacer para que confíes en mi? —Gritó a centímetros del rostro de la rubia, por lo cual ésta quedó contra la pared, ya que no había mucho espacio en aquel lugar.
 
—No seas pendejo y dame esa puta llave —Lo obligó a separarse de ella e intentó agarrar la llave de la cerradura pero él lo hizo primero—, dámela y terminamos con esta estupidez —Propuso intentando sacársela, pero no le fue posible, el muy maldito metió las llaves dentro de su pantalón, y no justamente en el bolsillo.
—Sácamelas —Desafió divertido.
 
—No voy a meter mi mano ahí, que quede claro —Lo cierto era que eso ya no le divertía, estaba jugando con ella, no era justo.
 
—Como si nunca hubieses metido la mano en mi ropa interior —Rió irónico disfrutando de la situación.
 
— ¿Qué carajo quieres? ¿Porque me traes aquí? —Cuestionó cruzándose de brazos, esperando respuesta, no pensaba seguir su juego.
 
—Quería hablar contigo, demostrarte que eres la única chica para la cual tengo ojos y que la zorra de Polly ya no me interesa —Confesó ahora con seriedad y sonó sincero. Rita miró hacia el techo, cerró sus ojos suspirando y volvió su vista a él—, realmente nunca me interesó.
 
— ¿No estás mintiéndome? —Preguntó seria a lo que él negó mirándola fijamente— Ok, si ya no te importa la zorra podríamos ir juntos esta noche a la fiesta en su casa —Sonreí apenas de costado, no una sonrisa feliz, sino más bien malvada.
 
—Si es lo que quieres... —Se encogió de hombros.
 
—Sí, quiero restregarle a esa zorra que eres únicamente mío ¿Queda claro? —Lo acercó a ella de golpe tomándolo por la nuca hasta que sus frentes quedaron pegadas.
 
—Muy claro —Sonrió con picardía y comenzó a besarle. Lo que vino después, no era necesario explicarlo. Rita era consciente de que Louis no era el hombre de su vida, tal vez no había nacido un hombre para ella, pero al menos podía pasarla bien. Después de todo, siempre creyó que no tenía nada que perder.
 

+:

 

Capitulo 004

Enero 2013 - Londres, Reino Unido

Esa noche había sido tan corta para ella que apenas podía reaccionar que ya estaba bajo la pequeña lluvia artificial de su baño. Salió con delicadeza evitando resbalar como tantas veces le había pasado, secó su cuerpo y cumplió la rutina diaria; vestida con un lindo vestido azul y unas bailarinas blancos bajo las escaleras aferrandose a su mochila y sintiendo cierto temor en su pecho, rogaba por que aquella mañana su madre no se encontrará enojada, observo la ventana junto a la puerta y vio que el sol alumbraba con muchísima fuerza contra la cortinilla de color claro, a su madre le gustaban los días soleados, eso era un punto positivo; al terminar de bajar las escaleras instantáneamente inhalo el dulce aroma de un buen desayuno hecho por el amor de una madre; esa fue la pista final para saber que su madre está en zona verde. 
Vanessa camino hasta la cocina y vio el inconfundible cuerpo de su madre, la observo por unos segundos, recapacitando el hecho de tener que levantarse con miedo cada mañana, con miedo de que su madre estuviera en zona roja; así le había llamado a las dos facetas de la enfermedad de su madre, pues la mujer que tenía ante ella padecía de un agudo caso de Bipolaridad, zona verde era cada vez que ella era su madre, que era la mujer que la cuidaba y le decía lo linda que se veía cada mañana; zona roja era cuando se iba el ángel y llegaba el demonio, una mujer tan intocable como un aguja, con el mismo poder de una filosa asesina, en zona roja su madre era casi como un irritante oso recién despierto, agresiva y descorazonada. 
La pequeña Vanessa suspiro con un horrible pregunta en su mente ¿Amaba a su madre? Se respondió a si misma con gran rapidez, amaba a su madre, más no a su enfermedad, el problema es que zona verde y roja eran tan unidas como lo era ella a la idea de no dejar que su madre se fuera a un horrible psiquiátrico, pues prefería aguantar sus ataques que saber que sufría en otro lugar. 
—Buenos días— dijo Vanessa mientras depositaba su mochila en la mesa y se sentaba en una de las pulcras sillas de madera 
–Buenos días, amor— dijo su madre dedicándole una corta mirada y una sonrisa dulce —¿Cómo amaneciste?— pregunto mientras giraba sobre si misma y servia un poco de huevo y tocino.
—Cansada— dijo divertida la castaña. Su madre soltó una pequeña risita
—Que novedad— afirmo mientras agarraba una tasa de café y se sentaba junto a su hija. En silencio vio como la niña comía lentamente su desayuno —Hija, con respecto a lo de ayer...— Vanessa dejo de comer y la miro directo a los ojos dedicándole una mirada de cansancio, había perdido la cuenta de las veces que su madre hacia esto. 
—No hay de que disculparse Ma', ya paso, déjalo donde pertenece, el pasado—respondió como siempre lo hacia, pues las disculpas ya sobraban en su relación. Término de tomar el jugo de naranja que ya estaba en la mesa, agarro su mochila y se levantó a depositar un beso en el cabello de su madre —Nos vemos más tarde Ma'— su madre no respondió, pues se lamentaba cada vez que tenía que escuchar a su hija actuar como un adulto, cuando ella no actuaba como tal. 
Vanessa cerró la puerta y salió si entiendo como la luz penetrante del sol mañanero hidrataba sus poros y su piel, pero aún así con sol o no el aire era tan frío que la había sofocado, definidamente estaba congelando allí afuera, confusa observo el sol el cual alumbraba irónico; se encogió de hombros. sacó las gafas de su mochila y las acomodo en el puente de su nariz, apresuro el paso al ver el reloj en su muñeca, faltaban tan sólo 10 minutos para iniciar la primera clase. 
Mientras camina repetía lo mismo de cada año. 
"Por favor, no más humillaciones" 
Suspiro cuando vio la vieja estructura de color marrón al final de la calle, ni ella misma se creía lo que tanto deseaba. 
Paso por el campus con cabeza gacha, casi queriendo ocultar su identidad, el 90% allí no sabían quien era, y le gustan así, pero por otro lado quedaba ese horroroso 10% que sabían perfectamente quien era la nerd; a ellos era a quienes estaba evitando. 
Subió la vista y le pareció ver uno de los del odioso 10% y casi como rayo entro por otro pasillo, lastimosamente pecó creyendo que el pasillo iba a estar vacío, su pequeño y diminuto cuerpo chocó con el amplio pecho de un chico. Subió la vista un poco avergonzada y su mirada se cruzó con unos ojos color verde y un cabello negro. Era alguien nuevo, pues jamás le había visto por allí, podía que nadie la notara pero ella notaba a todo el mundo, le gustaba observar en silencio. 
—Fijate por donde vas nerd— le acuso con el ceño frunció el joven. Perfecto, incluso los chicos nuevos, que se supone están en la base de la pirámide social escolar. ¿Eso dónde la ponía? ¿En el subsuelo? 
Una inconfundible risa sonó en el pasillo. Llego el 10%. 
—Empezaste bien Mick— dijo nada más no nada menos que el esculpido Michael Kont, apareció por la espalda de la pequeña Vanessa y rodeó su cuello con su brazo, aunque la imagen era un poco romántica, Vanessa tenía más que claro que la intención no tenía nada romántico —Hola mi pequeña nerd— dijo Michael observándola de medio lado —Un placer recibirte otro año por aquí, aunque tenía la esperanza de que desaparecieras— lo soltó sin anestesia —Estuve pensando en ti, verás mi familia y yo estuvimos en el zoológico...— Vanessa no soporto aquello y se separó de rápidamente de el. Lo observo y examino, lastimosamente el verano le había hecho bien, su rostro estaba más formado y el cabello rubio estaba cortado de manera que su mandíbula acentuaba sus labios. ¿Cómo un chico tan guapo podía ser tan idiota? 
Vanessa dejo de observar la sonrisa cínica en los labios del rubio y se fue, sin defenderse, como un perdedora, como una cobarde, como siempre. 
Se dirigió a su casillero con la mente a gritos —Cobarde— se repetía una y otra vez. Sacó el libro de química y cerró de nuevo el casillero. 
—Fue cobarde lo que hiciste allá— dijo alguien a sus espaldas, haciéndola sobresaltar. Giró y vio los ojos color chocolate de su único amigo. 
—Mierda Liam casi me matas de un susto— le reprocho la chica. Quería evitar pesar que incluso la única persona estable y buena con ella en su vida la acaba de llamar "cobarde". 
—No evites el tema— dijo con los brazos cruzados sobre el pecho 
—No lo evito, sólo no me place hablar de cosas sin importancia— afirmo Vanessa, sabiendo lo mentirosa que era al repetir aquello. 
—Como digas, después no quiero verte venir a mi, llorando— afirmo enojado. Liam podía ser un chico bueno y dulce, de por si ya lo era al arriesgarse al hablarle a la chica más apartada de todo el lugar, pero aún así era tan sincero que dolía en algunos casos.
—¿Podemos cambiar de tema?— pregunto ella mientras iniciaba una caminata a el laboratorio. 
—Ok, Ok como mande la señorita— Vanessa rogó mentalmente porque lo que Liam había dicho no pasara, pues sinceramente tampoco anhelaba volver a llorar a causa de aquellos malos momentos como el que acaba de ocurrir. 
{...} 
Perfecto, hora del almuerzo, momento propicio para evitar pensar en las fórmulas complejas del carbonato de sodio y el sulfato de magnesio. Era buena estudiante, pero eso no implicaba que le gustará hacerlo. 
Camino hasta la fila y sirvió una buena cantidad de comida, moría de hambre. Pagó y giró para ver donde sentarse, esperaba ver alguna mesa sola, alcanzo a divisar a Liam sentado con todos los demás chicos de equipo de Fútbol, Liam no era un típico buen amigo, en el instituto apenas le hablaba, pero eso ya era mucho para tratarse de ella; sin embargo hablaban más, fuera de el, pues eran vecinos y así se habían conocido, Liam la apreciaba bastante y cada vez que podía le defendía, pero tenía muy claro que debía guardar distancias dentro de aquellas cuatro paredes, pues también debería mantener una reputación y ella no encajaba muy bien. Vanessa desvió la mirada del castaño y fijo si vista en una mesa justo al lado del basurero, camino a ella con toda la intención de sentarse allí pero no vio como la persona que venía a ella agarraba la bandeja por debajo y con un simple movimiento la impulsaba directo a su pecho, estrellando la sopa y la pasta de macarrones por todo su vestido. 
—No queremos que creas que este año serás un poco más libre— susurro la voz femenina en su oído. 
Las risas de la cafetería no demoraron en sonar tan fuerte que Vanessa no oía más que eso, incluso de reojo podía ver como las señoras de la cocina reían a fuertes carcajadas, finalmente todo volví a su equilibrio. 
—Pensé que al ser un nerd, serias un poco más inteligente— afirmo Michael colocándose frente a ella con la rubia a su lado, la rubia tenía como nombre Megan, ambos no eran novios pero todo el mundo sabía que compartían cama más de una vez a la semana. Vanessa tan sólo bajo la mirada, pues termina decir algo que les ayudará a humillarle aún más, se concentró en las risas de la gente, encontrando una muy peculiar, de reojo vio a nada más ni nada menos que Liam Payne estallando a carcajadas. Los pequeños ojos verdes de la castaña se humedecieron lentamente, incluso para él ella era una burla. 
—Hay querida tranquila, de hecho creo que te hicimos un favor, eso era mucha comida y tu necesitas bajar unos kilos— la voz irónica de Megan irritaba a la castaña —Ja! Así cada vez que te pongas un vestido no parecerás un rollo de carne mal envuelto— aquello se había dolido, Vanessa bajo la mirada a su abdomen y con disimulo lo toco, jamás había pensado en verse gorda con aquel hermoso vestido, pero tenía razón, Megan tenía razón. 
—Oh no te sientas mal nerd— hablo Michael —Tampoco es que sea necesario que bajes de peso, eres fea, gorda o no gorda, nadie te quiere por eso, nerd, fea, tonta y ahora gorda, una más a la lista no pasa nada— Vanessa no soporto más aquella humillación, pues la cafetería parecía querer estallar en risas; salió de allí rápido, no sin antes hechas un vistazo a la carcajeante risa de Liam, quien al verla directo a los ojos quedo mudo de golpe. Vanessa salió de la cafetería y corrió al baño, cerró la puerta tras de si y coloco el seguro, se apoyo en el lava-manos y se miro al espejo, avergonzada de si misma observo con pesar su reflejo. Ella si era todo lo que ellos decían, era una contarte, una fracasada, una nerd, una tonta y ahora una llorona y sin dudarlo una gorda. 
Suspiro varias veces tratando de bajar los sollozos, mientras que hacia lo posible por limpiar su adorable vestido azul. Cuando finalmente dejo de sollozar, observo la mancha verde y roja aceptando que aquellas no quitarían tan fácilmente. El timbre sonó haciéndola sobresaltarse, secó sus manos y salió de allí evitando a toda costa observarse en el espejo. 
{...} 
Casi extasiada al oír el timbre del final del día salió disparada por la puerta inicial, aún escuchando burlas por su ropa sucia y manchado. Vio a Liam al fondo del campus, la observaba fijo, teniendo miedo de que se atreviera a hablarle Vanessa apresuro el paso, con tanta intensidad que llego a su casa en menos tiempo del esperado. 
Se detuvo ante la puerta y con manos temblorosas entro, su madre giró y justo cuando sus ojos se fijaron Vanessa lo supo, zona roja. 
—Hola— saludo la pequeña castaña con voz temblorosa
—Agh! Hueles a basurero— fue lo único que dijo su madre 
—Lo siento— bajo la mirada, sabía que para evitar cualquier estallido de ira debía mantener una actitud sumisa y callada. Vanessa se dirigió directo a las escaleras, dispuesta a evitar lo inevitable. 
—eh-eh a donde crees que vas—Helen corrió a su hija y la detuvo del brazo, haciéndola detener tan bruscamente que hizo que su tobillo se torciera con rudeza. 
—Auch!— fue lo único que dijo
—Hay si eres delicada niña, tienes que ayudareme con el aseo de la casa, Agh pero primero lava esa ropa de mierda— término Helen con asco y la soltó con desagrado
—Pe-pero tengo varias tareas—dijo casi rogando Vanessa 
—Y acaso me interesa?— pregunto con disgusto su madre —Tu buscarás el tiempo para eso ¡No me importa!— grito, en ese instante Vanessa supo que no debía hechas más leña al fuego. 
Suspiro y bajo hacia el cuarto de lavado, pelear con su madre en ese estado era como querer suicidarse de una manera dolorosa.
El cuarto de lavado no superada un tamaño de 2 metros por 2 metros, apenas cabrían la lavadora y la secadora. 
Se quito la ropa que llevaba y se coloco un short y una camisa que estaban en la secadora luego los metió en la ropa en la lavadora y luego en jabón, en eso su mama entro a el cuarto.
-No! Que haces tonta?!- corrió a ella y sin pensarlo la empujo haciendo que su espalda chocara con la pared de manera brusca -Se hace así- agarro el jabón que había caído al suelo e hizo exactamente lo mismo que estaba haciendo Vanessa. 
Helen solo prendio la máquina y salió azotando la puerta con fuerza.
Vanessa se escurrió en la pared y me se sentó en el suelo, agarro sus piernas y escondió su cabeza en ella. 
Dejando que el dolor se soltará en las millones de lágrimas que bajan por sus mejillas. 
Estaba cansada de todo, ya no aguantaba más, le dolía, le dolía todo lo que los demás hacían con ella, como si ella no importara, cómo si ella no existiera, como si ella tuviera un valor como persona. 
Estaba sola, nadie podía ayudarla, nadie que le dijera que todo estaría bien, o que no era nada de lo que ellos decían, que no era tonta o imbécil , nadie que le dijera que no era una Nerd, una marrana, que era fea o asquerosa.
La noche llego entre todo el trabajo y el aseo, entre los gritos y empujones de su madre, porque no limpiaba bien, porque no secaba bien o no pasaba con exactitud el trapo. Tenía dos marcas rojas en sus brazos y una morada en el abdomen, Helen tenía una muy buena puntería, tan exacta que pudo dar en el blanco cuando lanzo el sartén. 
Se deje caer en la cama, muerta del cansancio, lo peor era que aún no terminaba, debía hacer sus deberes de el instituto. 
{...}
Termino todo alrededor de las 1:30 de la mañana, casi ni podía mantener sus ojos abiertos.
Apenas se dejo caer en la cama y en menos de un minuto ya estaba bajo el abrazo de su sábana, su almohada y el poder de un profundo sueño.

ZaynGirl.

Capitulo 005

Ya casi era hora de la fiesta. A Rita no le gustaba llegar temprano por lo cual entró a bañarme media hora antes y estuvo bajo la ducha unos quince placenteros minutos sin prisa alguna.
Se secó a rápida velocidad ya que la calefacción seguía rota, y el frío intenso calaba los huesos. Una vez que envolvió su cabello en una toalla, colocó su ropa interior, medias de abrigo hasta las rodillas, una musculosa blanca, un sweater color marfil a lunares café, un pantalón al cuerpo negro, botas a tono y por último una campera de jean con cuello de corderito, era de su novio Louis, y nunca se la había devuelto ni estaba en sus planes.
Ya estaba lista, fue a su cuarto, buscó dentro de su caja de alhajas, su gargantilla de plata, la cual adoraba y ni siquiera estaba segura del porqué, lo colocó alrededor de su cuello y cuando ya estuvo lista, guardó algo de dinero en sus bolsillos, celular, y llaves, antes de bajar las escaleras rápidamente, como solía hacerlo.

— ¿Vas a salir? —Preguntó su padre mirándole desde el sillón del living mientras leía un libro y bebía café.
—Sí, y no sé a qué hora vuelvo —respondió la joven con desinterés.

—Rita, hace mucho frío —habló su madre saliendo con el delantal de la cocina—, cuídate y tómate un taxi para volver, que no te traiga Louis como la vez pasada.

—Si mamá —La rubia rodó los ojos mis ojos, Louis no era el mejor conductor, menos cuando estaba ebrio, pero odiaba que su mamá le buscara siempre defectos, ya era claro que no lo quería, no tenía por qué hacérselo saber a Rita cada vez que encontraba oportunidad.

Luego de ponerse su tan adorado beanie color negro que su novio le había obsequiado tiempo atrás, salió de su casa.
 

Las calles estaban casi desiertas, eran más de las veintiuna horas y solo algunos autos pasaban de vez en cuando. La joven metió las manos en los bolsillos y miraba hacia el pavimento para evitar que aquel cruel frío golpease contra su delicado rostro.
Caminó unas cuadras a paso apurado para que su cuerpo entrase en calor, y por suerte funcionó.
Louis no le había atendido el móvil en toda la tarde por lo cual decidió ir sola, no se perdería arruinarle la fiesta a Polly por más que estuviera muy enfadada con su novio, eso lo arreglaría después con él.
Encendió un cigarrillo de marihuana, era solo para que su organismo tuviera un comienzo “light” esa noche, lo menos nocivo que recibiría sería eso.
 
—Rita... —Volteó de inmediato al sentir su nombre pero no había nadie. Fue algo extraño, pero supuso que tan solo era producto de su imaginación y siguió caminando. Unos pocos pasos más y la sensación de que alguien estaba persiguiéndole se hizo presente.
Volteó una vez más pero nada, apuró el paso para llegar a la fiesta lo antes posible y justo cuando daba la vuelta a la esquina de topó con fuerza contra alguien ya que ambos iban apurados.

— ¿Qué demonios…? —se separó de inmediato aunque el chico la había sujeto de la cintura para no cayera tras el fuerte impacto— Deberías fijarte por donde caminas —protestó la rubia una vez que ya estaban a una distancia prudente, el chico la observó sin decir nada en lo absoluto— Ya ¿Qué miras? Sal de mi camino —soltó con enfado y siguió su rumbo. El muchacho de ojos esmeraldas y cabello rizado la vio irse sin modular palabra alguna.
 

Dentro de la casa de Polly había calefacción, por lo cual colgó la campera de Louis en el perchero donde había tantas otras, y remangó su sweater para estar más cómoda.
Buscó una cerveza y luego de abrirla para comenzar a tomar decidió buscar a Louis.
Todas eran caras conocidas para Rita, pero ninguna que le interesase, saludó a algunos ignoró a otros y casi sin darse cuenta el líquido de la botella había desaparecido, no tenía más opción que ir por más.
La casa era enorme, los padres de Polly eran gente de dinero, aquel lugar estaba lleno de adolescentes con las hormonas alborotadas, bebiendo, fumando y drogándose sin control.
Abrió la heladera y sacó otra cerveza, cuando la cerró, apareció de la nada el chico que había cruzado hace minutos en la calle pegándole un buen susto.

— ¡Hey, no vuelvas a hacer eso! —Protestó molesta y luego se distrajo buscando el destapador, lo encontró casi enseguida y se dispuso a abrir la otra botella— ¿Acaso eres nuevo aquí? Porque nunca… —Sus palabras se detuvieron al voltear y darse cuenta que el joven ya no estaba. Se encogió de hombros y arrugó su nariz en un gesto de confusión.
 
 

Se entretuvo con la música y su grupo de ''amigos'' hasta que por fin, divisó a Louis entre la gente, él también parecía estar en busca de alguien.
 
— ¿Dónde se supone que estabas? —fue lo primero que dijo al llegar cerca de él, elevando el tono de voz por su enojo y además, porque la música sonaba muy alto.

—Lo siento, mi hermanita Phoebe rompió mi móvil jugando con él ya que estaba solo con las cuatro en casa porque mamá me dejó a su cuidado ¡Me volvieron loco! —Exclamó con una mueca de cansancio suspirando al final— Discúlpame ¿Si? No tenía forma de avisarte, pase por tu casa y tu madre me informó que ya habías salido y supuse que estarías aquí.

—Está bien Louis, siento ser tan desconfiada a veces —agachó la mirada con algo de culpa pero el levantó su rostro para dejar un beso en sus labios.

—Vine a disfrutar de la fiesta y a hacerle saber a Polly y a todos que eres tú la única chica que me interesa ¿Lo olvidas? —sonrió provocando lo mismo en ella.

— ¡Claro que no! —dijo rodeando el cuello del chico con sus brazos para comenzar a besarle en medio de todo aquel alboroto.
 
Ambos habían tomado demasiado, ella podría decirse que aun no estaba tan mal, pero Louis solo decía incoherencias como cada vez que se embriagaba. La chica necesitaba un baño urgente, por lo cual, subió escaleras arriba en busca de este dejando a su novio a cargo de sus amigos.
Había una sala de estar y muchas puertas a su alrededor ¿Cuál sería el baño? Se dispuso a abrir cada una hasta encontrarlo. Algunas estaban con llave, de otras salían sonidos extraños por lo cual prefirió pasar de largo y de algunas recibió insultos hasta que por fin encontró el baño.
 

—Hey bebé, mira lo que me dieron —Louis le guiñó a su novia mostrándome una pequeña bolsa que en su interior, tenía algunas píldoras de distintos colores.

— ¿Qué es? —Pregunté luego de que deposito una pastilla blanca en mi mano.

—Me dijeron que es algo de otro planeta, vamos, no seas miedosa —Desafió el chico pasándole una botella de cerveza que le quitó a alguien que pasó a su lado.

 —Tu primero —dijo con algo de desconfianza.

—Ya ya, como quieras —tomó una píldora y trago de inmediato sacando la lengua luego para mostrarle que ya había desaparecido de su boca— Te toca.

—Dame eso —dijo con una sonrisa quitándole la botella de las manos para hacer lo mismo que él, la píldora ya se encontraba recorriendo su organismo.
 

Al poco rato reían como idiotas sin saber el porqué.

— ¿Has visto a Louis? —Le preguntó a un chico con el que desde hace rato compartía un cigarrillo de marihuana y alguna que otra botella de cerveza. Éste le respondió algo, pero no pudo entenderlo, nada de lo que veían sus ojos tenía sentido, de repente todo se tornó de colores. Todo se veía muy distante pero de golpe parecía que la gente chocaría contra ella— ¿Que mierda? —exclamó entrecerrando los ojos, los colores eran fuertes y brillantes.
Debía irse de ahí antes de perder el conocimiento y que alguien quiera sobrepasarse con ella, había perdido a Louis, no podía confiar en nadie más.
No supo cómo, pero encontró su abrigo, se lo puso y salió de la casa.
 

La joven se sentía en el país de las maravillas y ella, era la desorientada Alicia. Aquella sensación no le desagradaba, lo único malo era que no sabía dónde estaba parada, aunque haber salido de aquel tumulto de gente era la mejor decisión que había podido tomar.
—Rita... —giró rápidamente, tan rápido que se mareó y cayó al suelo de rodillas —Rita... —Se quedó justo como estaba, levantó la cabeza despacio y volvió a encontrarse con aquel misterioso chico de ojos esmeralda.
— ¿Otra vez tú? —Preguntó confusa, nada de lo que sucedía tenía algún sentido—  ¿Quién eres? ¿Acaso estás siguiéndome? —El joven no respondía, estaba pálido, como un muerto, aunque Rita supuso que era por el frío.
La miraba seriamente por lo cual ella comenzó a sentirse nerviosa.
Apoyó ambas manos en el frío pavimento, impulsándose hacia arriba para levantarse.
— ¿No vas a hablar? —cuestionó una vez de pie.
Él era alto, más que ella, delgado, con la piel tan blanca como un papel. Su cabello rizado caía hacia un lado de su rostro  y ojos verdes parecían tan tristes, que hasta Rita se sintió conmovida.
— ¿Quién eres? —Ella dio unos pasos hacia atrás, ya estaba asustándose por la actitud tan seria del chico, no le quitaba los ojos de encima ni emitía sonido alguno.
Chocó de golpe con lo que supuso era un árbol por lo cual algo de nieve calló de las ramas— Esto no es gracioso —Comenzó a correr dejándolo atrás. Él no dijo ni hizo nada, seguía allí parado, hasta que Rita, por simple curiosidad se detuvo para mirar una vez más y ya no estaba— Maldita droga —exclamó creyendo que todo aquello había sido producto de su imaginación, pero no estaba drogada cuando lo vio y lo pechó en la calle, ni cuando lo cruzó en la cocina, pensar eso, le provocó un escalofrío.
Era mejor ir a casa a dormir mientras el efecto se le pasaba, solo deseaba estar mejor a la mañana siguiente. El encuentro con ese chico había sido demasiado extraño, una alucinación, quería creer, porque parecía algo así como un fantasma, y eso, era simplemente imposible.
 

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