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"The Big Ben" [Marc & Ben] Empty "The Big Ben" [Marc & Ben]

Mensaje por JaviOfJonas Jue 21 Jul 2011, 5:37 pm

Nombre: The Big Ben

Autor: JaviOfJonas [me ^^]

Adaptación: Nop. c:

Género: Drama & romance

Advertencias: Bien, no sé que pasará por poner esta novela. Desde ahora les aviso que va a ser bien rara. Tratara la homosexualidad en sí. Si es que son homofóbicas o algo, sería mejor que dejen este tema, así me evito problemas C;

Otras Páginas: Nooop :3


"The Big Ben" [Marc & Ben] Bigbenz




Prologo


Mi nombre es Marc Holly, siempre había vivido con mi madre en Londres, pero debía irme a EE.UU luego de que mis padres se pelearan mi custodia y, ahora me gustara o no, debía vivir con mi padre, en la vieja Texas. Allí había nacido hace 14 años, cuando cumplí 5 me fui con mamá a Londres.

Mamá ahora tenía otro esposo, a quien debí aceptar. La primera vez que desee irme de Londres me detuvo una pequeña sorpresa, mi madre me anunció que tendría una hermana, Ella. Pero esta vez estaba totalmente decidido a irme, no importaba lo que pudiera suceder.

Papá había vivido con 3 mujeres diferentes, Sheena, Samantha y Anne. Ahora vivía solo, bueno, debería vivir conmigo y mi gato, Kurt.
En fin…. Mi vida no podía cambiar tanto en un poco de tiempo, era imposible. Más aún si era en Texas, la vieja y aburrida Texas. Allí no podría conocer tantas personas ¿o sí? Allí no podría conocer a alguien que cambiaría por completo mi vida.

Esa era Texas, la vieja, aburrida y engañosa Texas. Su aspecto de estado a medio morir era tan solo el refugio que albergaba a diferentes personajes, personajes que me cambiarían a mí, a mi estilo de vida. A mí en un contexto general. En otras palabras, mi tierra natal.

Ese era yo, así nací y así lo descubrí...

.................................................................................................................................................................................................

Si es que les gusta, seguiré subiendo, si es que no... Pues hasta aquí llegara el Fan fic -_-
¡Todas las lectoras sean bienvenidas! Espero que este nuevo proyecto surja.
Bueh, sin más. Cuídense. c:
xoxo
Javi's Jonas
JaviOfJonas
JaviOfJonas


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"The Big Ben" [Marc & Ben] Empty Re: "The Big Ben" [Marc & Ben]

Mensaje por Yani Stephen Vie 22 Jul 2011, 9:44 pm

Sii!!!!
Primera lectora y de las fieles =)
Ya me encanto la sinopsis y no te
preocupes porque no soy homofobica.
Este proyecto obvio que va a surgir porque
voy a estar aqui apoyandote =)
Me dio curiosidad el nombre de la novela.
Yani Stephen
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"The Big Ben" [Marc & Ben] Empty Re: "The Big Ben" [Marc & Ben]

Mensaje por Yani Stephen Vie 22 Jul 2011, 9:44 pm

Espero ver un capitulo pronto =)
Yani Stephen
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"The Big Ben" [Marc & Ben] Empty Re: "The Big Ben" [Marc & Ben]

Mensaje por JaviOfJonas Sáb 23 Jul 2011, 3:49 pm

Capítulo 1

-Adiós Ella, cuídate mucho-le pedí a la vez que la soltaba de nuestro gran abrazo

-Adiós hermanito-me dijo con los ojos llorosos. Me dio demasiada lastima verla llorando, me agache a su altura

-Mira-solté por un momento mi maleta para buscar algo. Tomé un oso que llevaba a EE.UU, era un obsequio de mi abuela, que ya había muerto hace unos 4 años. Le entregue el oso de felpa, Ella lo tomó en sus manos

-Pero es tuyo-contesto con una sonrisa en su cara

-Ahora no es mío, ahora es tuyo-dije a la vez que despeinaba su cabello-No me extrañes demasiado- le dije riendo-Te quiero Ella-la abrace por última vez y dejé que se fuera con mi madre. Ella corrió a los brazos de mi mamá y yo cruce la gran puerta de vidrio que separaba el aeropuerto para subir.

Ocupe ambos audífonos para desconectarme de mí alrededor. No quería recordar el hecho de dejar a mi pequeña hermana en Londres, sin poder hacer nada al respecto.

Mientras el sonido de Rock entraba por mis oídos, callando mis pensamientos, me acercaba cada vez más a los Estados Unidos.

Llevaba años sin pisar mi tierra natal, no puedo negar que me sentí bastante nervioso.

Tras horas de un viaje que se me hizo prácticamente eterno, bajé finalmente del avión.

Corrí a buscar mis maletas para largarme pronto del maldito aeropuerto y llegar pronto a mi casa.

Como era de esperarse, allí estaba mi padre, con su mirada perdida y su postura de macho alfa de la cual me reía desde pequeño.
Sonreí leve.

Tomé una maleta en una mano y en la otra llevaba la pequeña jaula de mi gato, al tal parecer venía dormido.

Camine en silencio hasta mi padre, deje mi bolso de lado y lo abracé fuertemente

-¡Cuánto has crecido!-dijo su voz ronca a la vez que se separaba de mí-¡Ya ni te pareces al chico de dos años que…!-no continúo la frase.

Sonrió leve intentado arreglar lo que había hecho

<<…que dejé>> así debería terminar la oración

-Está bien-mire de reojo la jaula de mi mascota

-Vamos a casa-tomó mi maleta y comenzó a andar en dirección a la salida, o eso creía.

Tomé rápidamente la jaulita de Kurt y me dirigí a zancadas con mi padre. Cuando llegué a su lado, él me miro distraído

-¡Hey!-dijo fuertemente.

Dirigí una mirada rápida a sus ojos miel, ¡Jamás me había dado cuenta cuán intimidante podía ser!

-Pues… Estos últimos años me ha ido mejor de lo que pensaba.

Me sorprendí levemente.

-¿Con el negocio de jugos?-pregunte incrédulo

Rick suspiro, ese era el nombre de papá

-No son “negocios de jugos”-imitó mi voz, lo mire entrecerrando los ojos-son más que eso, es una real franquicia.

-El punto-dije aburrido ya con el tema

-El punto es que… Ahora tengo más dinero que antes.

Algo en mi cerebro hizo un pequeño clic

-¿Cuánto más?.

-El negocio ahora va a un nivel estatal… ¿Te imaginas cuánto dinero es eso?-su voz sonó extasiada

A un nivel estatal, ¡Qué demonios! Texas es el estado más grande de Norteamérica, ¡eso es demasiado!

-No es cierto-susurré

Me detuve en seco frente al nuevo auto de papá.

Cuando tenía dos años, recordaba una vieja camioneta, medio destartalada y le faltaba en su mayoría la pintura del capo.
Ahora. Un increíble mercedes, relucientemente negro, completamente nuevo, estaba justamente a nuestro frente.
Sonreí de medio lado

-Ahora si me hago una idea de cuánto puede ser.
_______________
Rick dejó caer la maleta a su lado a la vez que entraba en casa, en nuestra casa.

Las paredes estaban pintadas de un color algo como turquesa y la casa no era para nada antigua, tenía una infraestructura más bien contemporánea, con un escalera que daba directamente a un pasillo –que parecía flotar en el techo, el pasillo no tenía paredes, más bien, era algo así como “Puente de cemento”-y este te arrojaba a tres puertas puestas estratégicamente, dando la forma de que la casa era gigante, las ventanas eran altas y se componían de una pieza, lo que daba la suposición de que no se abrían, me percaté aún más y noté una manilla en cada ventana, así que si se podrían abrir-aunque entraría mucho aire- y muebles totalmente simples, adornados con objetos que los hacían parecer increíbles.

Me agaché y liberé a Kurt de su jaula.

El gato miro hacia afuera y volvió a entrar, me reí despacio. Tomé a Kurt entré mis manos y lo obligue a salir.

Mientras lo sacaba él se enroscó de una forma que alcanzó mis manos con sus filudas garras y me arañó la mano derecha, acto seguido, tire al gato volando mientras tomaba mi mano herida con la izquierda.

-¡Gato del demonio!-le grité

Kurt parecía complacido con su ataque

-¡Además caes parado!-mire levemente mi mano y luego a Kurt-Estoy seguro de que te ríes-dije bajo

Papá entro en la sala

Metí mis dos manos en cada bolsillo a mis lados y mire a Rick con despreocupación

-¿Qué tal la casa?-me preguntó mientras se apoyaba en el sillón crema a unos metros de mí

-Está linda-admití. Mire en un centello al gato gris en el suelo-Creo que no le agrada a Kurt-recordé el ataque de hace solo unos segundos y volví a tomar atención a papá

Rick reía bajo

-¿Qué?-le pregunté desentendido

-¿Cómo está tu mano?-dijo mirándome con una sonrisa burlona

-No es nada-susurré-lo hace a menudo.

Estuve a punto de pegarle un puntapié a Kurt, pero me contuve.

-Está bien-Rick se paró en frente mío al compás que sus pasos en la cerámica del suelo le seguían la huella-¿Deseas algo para comer?

Pensé un momento

-¿Patatas?-dije dudoso

-¿Es una pregunta o una orden?-ocupó su tono de milicia

Hace años papá había estado en el ejército, pero dejó todo por mi madre-que estúpido, igual terminaron separados-de vez en cuando jugaba de esa forma

-Una orden-dije con desgano

-¡Más fuerte!-ordenó

-Tengo 14 papá, no dos-le recordé

Rick suspiro

-Sería bueno que de vez en cuando fueras más comprensivo conmigo.

-Tan solo llevamos unos minutos juntos-susurré

-Horas-dijo él a la vez que se alejaba en dirección a una cocina americana al fondo de la casa-¿Patatas?-preguntó de lo lejos

-¡Sí!-respondí mientras tomaba mi bolso

-¡Tu cuarto es el primero del tercer piso!-gritó mientras veía mis actos

-Voy-dije suave, pero lo suficientemente fuerte como para que me escuchara.

Corrí hasta la escalera y quedé atascado en el pasillo…¿Cuál puerta conducía al tercer piso?

Me asomé por el barandal y mire a mi padre

-La última a mano derecha-dijo mientras cortaba papas

-Gracias-dije mientras avanzaba hasta su indicación.

Llegué a mi pieza y tire la maleta directamente al suelo, un espejo ocupaba toda un pared y una cama –que parecía inmensa- tomaba espacio entremedio del espejo-pared, con un velador a cada lado. Un escritorio de cristal estaba a la derecha, junto con una pequeña lámpara arriba de él y un plasma a mi izquierda

-Televisor en mi pieza… Excelente.

Recorrí un poco más, tenía dos puertas: la primera daba a un baño personal, la segunda a un armario con algo de ropa.

Corrí a la maleta y la tire dentro del armario, cerré la puerta tras mío y mire directamente el televisor.

-Juegos-recordé y me giré a la puerta mientras la abría, tomé la maleta una vez más y saqué mis videojuegos junto con un computador personal, el computador le di espacio entre el escritorio y al play station 3 en una mesa que estaba sujetando al televisor de pantalla plana.

-¡A comer!-sentí la voz de lejos de papá

Corrí recordando el camino que había dado y llegué en unos minutos al lado de Rick

-Se te ha hecho difícil llegar ¿Eh?-puso un plato con patatas y un filete frente mío y otro a su frente, apoyados en la mesa

-Un poco-dije avergonzado

Comí sin darle importancia a Kurt que estaba a mis pies, paseándose con su pelaje por entre mis tobillos

-¿Desde cuándo el gato?-me pregunto mientras tomaba una patata

-Desde que llegó Ella-dije mirando hacia abajo

-¿Ella?.

-Mi hermana.

-Ah…-dijo mientras comía-¿La pequeña de la foto que me mandaste?.

-Sí.

Empezaba a extrañarla.

-¿Qué tal Londres?.

Estaba decidido a entablar una conversación, no me quedo más remedio que seguirle la corriente.

-Es algo… distinto-traté de buscar una definición agradable, por no decirle a mi padre que Londres era mejor.

-¿La secundaria?-me preguntó indiferente

-Pues…-me detuve a pensar, el sistema británico era distinto al americano-voy en-intenté recordar el nombre… -¿Junior High?-pregunté a mi padre

Asintió

-Último año de Junior High-aseguré

-¿Este es el último año?.

Lo pillé volando bajo. Asentí mientras comía otra patata

-¿No que tienes 14?-me preguntó asustado

-Sí, entré un año antes… ¿Lo recuerdas?.

Suspiró.

-Cierto-papá continuó comiendo de su plato por unos segundos-Oye, Marc….

Levanté la vista, con el filete colgando de mi boca en un intento de cortarlo con mis dientes. Papá rió bajo y señaló el cuchillo al lado de mi mano derecha.

-Existe el cuchillo-comentó sonriente. Tomé rápidamente el servicio y me apresuré a cortar la carne mientras mis mejillas ardían en vergüenza-Marc-llamó una vez más.

-¿Sí?-pregunté observando como el cuchillo partía la carne en mi plato

-¿Qué deseas estudiar?.

Levanté mi vista una vez más. Me concentré en no hacer notar mi rostro de duda y nuevamente observé la carne.
Cada vez que me hacían aquella pregunta terminaba haciendo la misma acción, intentar esquivar la respuesta. ¿Por qué siempre tenían que preguntar aquello? ¿Acaso no eran capaces de hablar de fútbol, o chicas? Cualquier cosa habría podido responder menos mi futuro, sin duda eso era algo desconcertante.

El platillo resonó cuando el cuchillo lo rozó. La carne ya estaba partida y yo continuaba con los movimientos como si quisiera partir el plato. Me detuve rápidamente y dejé el cuchillo de lado para tomar el tenedor.

-Marc-pidió mi padre una vez más.

No tomé atención y agarré un pedazo del filete con el servicio para llevarlo hasta mi boca.

-No sé aún-respondí finalmente mientras masticaba.

Rick arrugó su frente tal y como lo hacía cuando lograba comprender algo. Sus rasgos no habían cambiado.

-¿Acaso tu madre no te ha enseñado modales? ¡Habla cuando termines de comer! ¡No te entendí nada!-me regañó aún con su frente como pasa y juntando sus cejas en una expresión de furia que desde pequeño me causaba miedo.

Tragué la comida e imité su reacción.

-¡Claro que me enseñó!-dije tan molesto como pude-¡No digas que no me ha criado bien!-

Si lograba armar una pequeña discusión, papá obviamente olvidaría el asunto. Quizás debería enfrentarlo de una vez por todas, pero así me salvaba de un reto peor y de una charla sobre la madurez y el futuro. Dos cosas de las que aún no quería saber.

-¡Pues parece que no!-negó con su cabeza, golpeó la mesa con sus dos manos y luego se levantó del asiento para volver a observarme sin quitar sus facciones molestas de su lugar-¡Comes indecente, hablas como un pordiosero y me gritas en mi propia casa!-

Quedé estupefacto en el asiento. Intenté pensar en la siguiente cosa que haría.

-Vete a tu cuarto-terminó por decir tras unos minutos de silencio-¡Vete!-repitió al notar que yo no movía ni siquiera un dedo.

Kurt corrió de mis tobillos en dirección fuera del comedor con su cola esponjada y los pelos de la nuca erizados.

Me levanté rápidamente de la silla y volteé mi cabeza en dirección a la escalera. Acomodé mis manos dentro de mis bolsillos y di rienda suelta a mis pies para que se dirigieran al cuarto. Mientras salía del comedor –-de espaldas a mi padre—-dibujé una sonrisa sobre mi rostro.

Lo había conseguido, una vez más.

Subí los pies, confiado, por cada escalón a la vez que sacaba mi mano derecha de mi bolsillo y observaba con dedicación la herida. Esperé que no se infectara.

Arriba ya me estaba esperando Kurt, sentado y apoyando sus dos patas delanteras en el suelo como soporte. Su pelo se había bajado y otra vez había sacado a luz aquella expresión tierna que me había obligado a adoptarlo de la calle años atrás. Le tomé entre mis manos y continué mi camino a la habitación, dando cada paso como si fuese camino a la victoria.

-¡Marc!-llamó la voz de mi padre a mis espaldas.

Me detuve espantado mientras mi sonrisa de felicidad se desvanecía tan fácil como había llegado. Giré sobre mis talones y dejé a Kurt caer al suelo otra vez. Mi padre venía tras de mí con una respiración agitada.

-Marc, lo siento-dijo quebrando el silencio-Simplemente me siento algo conmocionado con tenerte aquí otra vez. Es extraño ¿Sabes? No estoy acostumbrado a estar con alguien más en mi casa y… Bueno, tan solo disculpa, hijo.
<<Hijo>>la palabra rebotó tantas veces en mi cabeza como tantas células habían en mi cuerpo.

-Está… Está bien-asentí rápidamente-fue mi culpa-me agaché y froté dos de mis dedos sobre la vista de Kurt. El gato se acercó hasta mi mano y pasó por debajo de esta en un acto de cariño. Le tomé una vez más y volví a pararme bien sobre mis dos pies-Yo… Yo me voy a dormir-señalé con una mano mis espaldas, donde se encontraba mi cuarto.

-Sí, claro-Rick rascó una de sus cejas-Cualquier cosa que necesites…yo… Estaré abajo-marcó con su dedo índice bajo las escaleras. Luego dejó caer su mano a su lado y quedó observándome con sus potentes ojos miel.

Volteé y corrí el resto del tramo hasta la puerta en un estado de ausencia total. Cerré la puerta tras de mí y me acerqué los últimos pasos a la cama para dejar a Kurt allí. Él respondió con un leve maullido a la vez que acomodaba la colcha entre sus garras, tirando de ella mientras daba vueltas en su eje para finalmente acostarse.

Me lancé a la cama, moviendo a Kurt de su posición y haciendo que este levantara su cabeza -perfectamente ubicada- con una señal de alarma y volver de nuevo a su sesión de calma.

Tapé mis ojos con mis dedos y lancé un suave suspiro.

-Mañana es Lunes-me recordé en un murmullo-debo hacerme la idea de eso.
.................................................................................................................................................................................................

Aquí dejo este primer capítulo c:
Gracias Yanii por tus buenos deseos. ^^
Espero que te guste. Pronto se pondrá bastante interesante.
xoxo
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"The Big Ben" [Marc & Ben] Empty Re: "The Big Ben" [Marc & Ben]

Mensaje por Yani Stephen Sáb 23 Jul 2011, 9:42 pm

Como siempre, me encanto el capitulo =)
Me parecio interesante la tecnica de
distraccion que ocupa Marc para que no le
pregunten acerca de su futuro, creo que la
aplicare a mi vida diaria jajajjaja..
Bueno nuevamente FELIZ CUMPLEAÑOS!!!
y siguela pronto porque me parece buena
la historia =)
Adios.
Yani Stephen
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"The Big Ben" [Marc & Ben] Empty Re: "The Big Ben" [Marc & Ben]

Mensaje por Patu Dom 24 Jul 2011, 4:46 pm



Shit! Que distraida soy, ni cuenta me di de que ya habias empezado con la nove, la cual por cierto me encanta! Es muy diferente, y eso la hará mucho mas interesante. El padre de Marc me recuerda un poco al mio x), como sea, estaré esperando el proximo cap! :)

PD: Feliz Cumpleaños, aunque atrasado :oops: , pero bueno jaja

Patu
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"The Big Ben" [Marc & Ben] Empty Re: "The Big Ben" [Marc & Ben]

Mensaje por JaviOfJonas Lun 25 Jul 2011, 8:10 pm

Capítulo 2


Había olvidado lo que se sentían todas esas miradas de extraños sobre mí. ¡Oh, por dios! ¿Acaso no tenían nada mejor que hacer que interrumpir sus actos para voltear a observarme?

Tragué saliva mientras apretaba la correa de la mochila sobre mi hombro, en un intento de calmar mis nervios. Tapé mi visión con el papel que tenía entre mis dedos morenos, colocándolo justo frente mis ojos.

-Casillero 133-susurré para luego guardar la nota dentro de uno de los bolsillos del pantalón caqui y arreglar despreocupadamente la corbata a rayas alrededor de mi cuello.

Sinceramente no me sentía cómodo usando uniforme, no estaba acostumbrado a aquello en ningún sentido. El hecho de tener que vestirme igual que todos y no mostrar mi verdadero yo me hacía sentir aún más incomodo entre aquellos pasillos de la escuela más prestigiosa del estado.

Nuevamente las miradas.

Sentí una gota de sudor recorrer mi frente, dejando un centellado camino tras su paso por mi sien, luego la mejilla y finalmente la barbilla. Pasé mi mano sobre mi pelo.

Dirigí mi vista al casillero celeste agua con una placa dorada en la parte superior, señalando el número 133. Saqué con cuidado la llave de mi tembloroso dedo y lo abrí rápidamente para poder tapar mi rostro de las dos chicas que me observaban con curiosidad a mi lado. Ocupé la puerta de éste para cubrirme mientras dejaba la mochila y sacaba un par de cosas necesarias para la clase.

-Hola.

Escuché una tímida voz atrás de la puerta. Suspiré.

<<Cálmate, es sólo una chica que te quiere conocer. Si la rechazas cortésmente de seguro…>>

-Hola-dije sorprendido mientras cerraba el casillero, despreocupado de lo que hacía.

Sus ojos cafés eran totalmente alucinantes, su nariz perfectamente formada y respingada parecían sacadas de una princesa mientras su cabello dorado caía en cascada por sus hombros para aterrizar en picada en sus senos ¡Por favor! ¡La chica era perfecta!

<<Cálmate>>me recordé una vez más.

-Soy Catelynn Ryford-extendió su mano hasta mí. Observé alucinando su delgada y frágil mano y opté por tomarla con la mayor actitud de calma que había logrado adquirir en aquellos momentos-¿Tú eres…?.

-Marc-desperté atolondrado, agitando leve mi cabeza-Marc Holly. Un gusto.

-El gusto es mío-correspondió para dejar escapar una sonrisa-Marc, te presento a mi amiga Lauren-señaló a una chica pelirroja apoyada en los casilleros.

Su amiga expiraba un extraño sabor a misterio, con los ojos maquillados de negro, un corte de pelo sacado de alguna alocada fiesta y la ropa desarreglada me dieron a conocer a una joven rebelde –que hasta ahora- parecía sin causa. Solté mi mano del agarre de Catelynn y se la extendí a Lauren.

Ella me observó de arriba abajo y masticó algo dentro de su boca, hizo un globo con el chicle que dejó a la vista prontamente y lo volvió a masticar.

-Lauren, saluda-comentó incomoda la joven Ryford.

-Hola-dijo seria, sin dejar de masticar el chicle.

No pude evitar recordar lo que me había dicho mi padre la noche anterior, sobre los modales.

Dejé mi mano descansar a mi lado al no ver una aceptación de Lauren. Volteé mi vista a Catelynn otra vez.

-Discúlpala, es algo estúpida cuando se encuentra frente a chicos guapos-dijo sonriendo Catelynn.

El calor subió por mis mejillas como una electricidad proveniente del suelo. Esperé unos segundos a que la calma volviera a mí y me permitiera decir alguna palabra.

-Está bien-rasqué mi nuca-gracias-dije con dificultad.

El timbre sonó por los pasillos llegando en un eco hasta nosotros. Todos los jóvenes alrededor de sus casilleros los cerraron rápidamente, provocando un ruido estrepitoso, mientras se esparcían por los distintos corredores en direcciones diferentes y separadas.

Lauren abrió su casillero y sacó un cuaderno para marcharse sin decir nada más. Catelynn la miró con enfado y volvió a observarme, con aquella cautivadora sonrisa sobre sus carnosos labios.

-Debo irme, tengo clases de matemáticas. Espero verte pronto, Marc-se alejó agitando su mano libre para alcanzar prontamente a su amiga que se marchaba ya dejándole atrás.

-¡Wow!-exclamé una vez que me vi solo en el pasillo. Volteé al casillero e intenté abrirlo inútilmente.

Recorrí mis bolsillos tanteando con mis manos en un esfuerzo de encontrar las llaves. En el pantalón, no. En la chaqueta, menos. En la blusa, tampoco. Luego de revisar sin cesar por toda mi ropa levanté el rostro para quedar frente a frente con el casillero ¡Dentro del casillero!

-Maldición-golpeé con ambas manos el metal bañado en pintura celeste, provoqué un ruido al tocar con furia el casillero. Dejé descansar mi frente sobre la puerta aún con mis manos arriba de mi cabeza, empuñadas como rocas, conteniendo mi rabia por haber sido tan torpe.

-¿Te ayudo?-preguntó una agradable voz a mi izquierda.

Salté del susto mientras salía de mi posición para observar a la nueva persona a mi lado. Ésta vez se trataba de un hombre, bastante alto –-medio pie sobre mi cabeza—-con un fuerte cuerpo adornando cada parte de su piel. Los ojos eran de un increíble azul cielo mientras su cabello negro hacía una perfecta combinación con la tez pálida.

-Sí-titubeé distante.

Di un paso atrás del casillero mientras el nuevo chico se posicionaba frente éste. Él miró el candado dorado, lo tomó entre sus largos dedos y sacó un alambre de uno de los bolsillos de la chaqueta escolar. Forzó la seguridad de mi casillero hasta poder oír un leve ¡clic! Luego dejó el candado abierto, colgando desde la perilla del metal celeste agua.

-Listo-dijo conforme, dejando a conocer una sonrisa-Trata de no ser tan descuidado después.

-Sí-pronuncié como pude. Sin dudas el chico me había dejado sin palabras.

-¡Oh! Lo olvidaba, debo irme. Espero poder verte pronto-sin hacer más tiempo, dio media vuelta y se dirigió en una completa calma por uno de los pasillos.

-Las clases-me recordé para poder reaccionar.

Volteé hasta el casillero –-ahora abierto—y saqué un cuaderno junto con un lápiz. Saqué las llaves que había dejado olvidadas anteriormente y cerré la puerta con la convicción de que no se me quedaba nada.

Una vez más tome el papel que me había entregado Rick esta mañana. Bajo la mala caligrafía de mi padre del “casillero 133” se podían distinguir un par de letras más amontonadas como si no tuvieran más espacio, dictando el mensaje de “primera clase: Literatura (B-3)”

Arrugué el papel rápidamente y me di marcha rápida hasta el pasillo que me pareció más conveniente. Todas las paredes de la escuela privada se encontraban cargadas de losetas formando grandes mosaicos de una proporcionalidad artística como la de Van gogh. Intenté no distraerme con las obras de arte a mis lados y empecé a mirar las indicaciones de los salones sobre cada puerta.

-B1-dije leyendo mientras observaba por el vidrio lateral de una de las dos puertas que había a la entrada.

La sala estaba en completo silencio a pesar de que no todos ponían atención, mirando directamente sus pupitres o el profesor hablando mientras dibujaba cosas sobre el pizarrón. Una cabellera dorada ubicada casi al final del salón captó mi atención por completo, sus frágiles dedos de bailarina apretaban el lápiz y escribían apuntes, alterando sus ojos cafés entre el profesor y la libreta.
-Catelynn-dije relamiendo mis labios mientras mis párpados parecían desvanecerse y dejar casi ocultos mis ojos.

La chica Ryford volteó su atención a la puerta con una leve sonrisa sobre su rostro. Sonreí en respuesta al notar que aquella mueca de agrado iba a mí.

Hizo unas señas con las manos mientras modulaba sin disimulo -Vete. El profesor te enseñará-fue el primer intento de comunicación que logré distinguir.

-¿Qué?-pregunté haciendo un gesto de desentendimiento.

-El profesor te mirará-repitió haciendo su murmullo un poco más audible.

-¿Qué?-volví a consultar sin entender.

-¡Que el profesor te verá!-

Mi cabeza giró hasta el molesto profesor delante de los alumnos que observaba sin pestañear a la joven Ryford. Ella sonrió suavemente y bajó la mano mientras continuaba haciéndome señas en una orden de que me largara.

Volteé mi cuerpo en dirección al resto del pasillo y me dirigí hasta un bote de basura unos metros más allá. Me escondí tras de este en el preciso instante que el enojado profesor de matemáticas salía por la puerta y observaba el corredor. Confundido, al no ver a nadie, volvió a entrar.

Suspiré y me dejé descansar en la pared tras de mí. Levanté le vista y leí la placa dorada con el mensaje “B-3” grabadas en ella. Lancé algo parecido a un quejido mientras removía mi cabello lacio en un terrible intento de calmar mis nervios.

<<Tengo que aprender nuevos gestos>>reí suavemente<<Eres un pésimo comediante>>

Tras eso decidí que ya sería hora de entrar a la sala. Me levanté del suelo y permití que mi ropa se arreglara en su lugar. Desabroché un poco la corbata al sentirla que casi me cortaba la circulación del cuello.

-Hora de entrar-me animé a mi mismo tomando el picaporte con la mano desocupada –-en la otra llevaba el cuaderno—

Abrí la puerta provocando que el resto de los estudiantes interrumpieran sus acciones y voltearan a verme en un movimiento simultáneo. Todos sus ojos observándome, estudiando cada parte de mí para ocuparlo como bromas durante el resto del año. No era necesario mirar al futuro para saber que sería el empollón de la clase sin ningún remedio.

-Hola-dijo la profesora observándome igualmente, uniéndose a la masa de ojos sorprendidos por mi llegada-Usted debe ser Marc Holly ¿Cierto?

Ella era alta y tan delgada que asimilaba caerse con cualquier ráfaga de viento. Sus ojos estudiosos se refugiaban tras unas anchas gafas que aumentaban tres veces el tamaño real de sus globos oculares.

Asentí mientras movía una vez más el cabello sobre mi frente. Otra gota de sudor ¡Maldición!

-Tome asiento-me invitó la profesora con una cálida sonrisa sobre sus delgados y finos labios-Donde más guste-terminó por comentar volteándose una vez más a la pizarra.

Volví a asentir y di vuelta, nervioso, mi vista a la clase. Todos los ojos otra vez sobre mí con un silencio de incomodidad acompañado únicamente del plumón rayando el blanco material que componía al pizarrón. Arriesgue mi vista hasta los últimos asientos. Lancé un suave suspiro de alivio cuando noté que allí atrás no había nadie.

Me encaminé con mi vista fija en el fondo del aula, sin darle importancia a aquellas vistas que parecían deseosas de derretirme de vergüenza allí mismo.

-Siéntate acá-susurró la voz de un joven mientras tomaba la manga de mi chaqueta y me obligaba a ocupar un puesto indeseado.
Mi corazón se agito en cuanto me encontré sentado al lado de él. Ahora yo estaba a tres puestos del frente del salón.

Intenté hacer memoria de la tabla que una vez hice con Tom en la clase de Álgebra en Londres. Si no recordaba mal, entre los primeros dos puestos –-observando un aula desde el pizarrón-- se encontraban los empollones de la clase, destinados a ser así. Luego venían los que aspiraban a ser los niños genios en la tercera fila de mesas. Tras ellos los chicos que no pasaban de ser promedio y finalmente los matones en la última.

Calmé mi pulso al darme cuenta de que aquel chico me había salvado de convertirme el siguiente matón de la escuela.

En cuanto me sentí otra vez en calma dejé el cuaderno negro sobre la mesa frente de mí y me senté bien en la silla. Giré mi vista hasta mi nuevo compañero de puesto y me sorprendí de ver una cara ya reconocida.

-Hola-dije titubeante.

Sentado él ya no me parecía tan alto como antes.

-Casi quedas como matón. Te he ayudado dos veces ya-susurró observando a la pizarra en un intento de no mostrar su desinterés por la clase-¿Marc? ¿Ese es tú nombre?

-Sí.

-Soy Benjamin Kingman-saludó mirándome de reojo-Un gusto conocerte formalmente-estiró su mano derecha --por bajo la mesa-- hasta mi puesto.

La tomé algo distraído y finalmente me decidí por poner algo de atención a la clase que avanzaba frente mis narices. Abrí el cuaderno y me dispuse a escribir todo lo que fuera necesario para alguna próxima prueba.

______________________


Dejé la mochila a un lado del sillón y me estiré sobre éste mientras con una mano desabotonaba la camisa perezosamente. Cerré los ojos con la cabeza en dirección al techo. Luego saqué la corbata y la dejé a mi lado para hundirme aún más en el suave refugio que me regala aquel cómodo sofá. Sentí a Kurt escalar por mi pierna hasta llegar a mi regazo, moviendo continuamente su cabeza a mi pecho en una muestra de que lo acicalara.

-Estoy cansado, Kurt-dije sin ser capaz siquiera de quitar al gato gris de mis piernas-Más tarde ¿sí?-

Él continuó acariciando mi pecho con su cabeza, tal y como si no comprendiera aquel simple mensaje. Posicionó dos de sus patas sobre mi blusa y acercó su áspera lengua a mi barbilla, lamiéndola una y otra vez, cada vez más fuerte que la anterior.

Pasé una de mis manos por su pelaje logrando que por fin cesara aquella molesta muestra de afecto y se sentara sobre mis piernas, ronroneando pacíficamente al lograr su cometido. Acaricie su oreja y volví mi vista a su cabeza.

-Eres un maldito gato ¿Lo sabías? Siempre consigues lo que quieres.

El volteó su rostro a mi mano y la lamió, luego levantó su cabeza obligando a que pasara mis dedos llenos de su saliva por sobre ésta, haciendo brilloso su pelaje debido a la baba.

-Eso es asqueroso, Kurt-le regañé mientras volvía a mirar el techo de la casa.

El día había sido difícil, pero no tanto como yo había pensado que sería el asunto. Con la ayuda de Benjamin para proteger cada una de mis estupideces de tamaño colosal había conseguido pasar un día en la escuela sin lograr ninguna etiqueta mala para mi reputación. El asunto era bueno siempre y cuando él estuviera dispuesto a seguir con la ardua tarea de evitar mi caída en la escala social durante ésta semana, no, éste mes, no, mejor dicho durante mi estadía aquí o quizás mi vida completa.

Suspire hondamente e intenté hundirme un poco más en el sillón.

La puerta se abrió de una forma repentina y casi con vida propia, Kurt saltó de mis piernas asustado y se largó a correr escaleras arriba. Levanté mi vista espontáneamente con una leve sensación de adrenalina recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, despertando todas mis neuronas y dejando atrás la pereza que parecía consumirme tal como una vela es desvanecida a causa de un vivo fuego.

-¿Marc?-sentí la ronca voz proveniente de mi padre.

Todas aquellas extrañas sensaciones cercanas a vivir una experiencia única –- de alguien extraño entrando a la casa— se esfumaron tras reconocer a una persona familiar.

-Hola papá-saludé levantándome para evitar caer sin causa en el sillón.

-Hola-se acercó hasta mí y dejó el bolso de negocios a un lado de mi mochila.

Mis ojos no estaban acostumbrados a verlo de traje, peinado y perfectamente confundible con un ejecutivo de alto nivel. Sin duda ese look era poco propio de él, pero si se acomodaba a la fachada del presidente de un alto negocio.

-¿Qué tal tu primer día en la preparatoria de EEUU?-consultó sin rodeos mientras me abrazaba cálidamente.

-Fue mejor de lo que creí-dije sin poder responder a su abrazo debido a mi poca costumbre con aquellos tipos de demostración de afecto.

Rick pareció notar aquello y me soltó en el instante. Acomodó su saco sobre su fornido pecho, arrugó levemente su nariz para luego devolver sus pasos hasta el bolso. Lo tomó con cuidado –-como si se tratase de algún bebé—y terminó alejándose en dirección a las escaleras.

-Iré a terminar de hacer un par de cosas-anunció mientras subía con mi mirada expectante sobre su cuerpo.

Kurt corrió desde el pasillo-puente del segundo piso, con sus afiladas garras golpeando el cemento y provocando un chillido algo escalofriante. Pasó por entre los tobillos de mi padre, logrando que éste perdiera el equilibrio frente a tan extraño suceso, para finalmente llegar a mi lado. Tomé a Kurt entre mis manos y rápidamente me acerqué a la escalera, donde se encontraba Rick sujeto desde el barandal con la mirada perdida al frente.

-Papá.

-Estoy bien-dijo recuperándose-Estoy bien.

-¿Seguro? Creo que casi…

-No te preocupes, estoy bien-tomó su bolso que se había caído en los escalones-Tan solo… deja que me acostumbre a la idea del gato.

Dicho eso terminó por subir los últimos escalones y correr directamente a una de las puertas para cerrarla y dejarse a sí mismo encerrado.

Sonreí levemente pensando en el susto que mi gato le había conseguido sacar a Rick con simplemente pasar por entre sus tobillos. Luego volteé a ver a Kurt que estaba agarrándose despavoridamente de mi ropa.

-Te regañaría-dije llamando su atención-pero te ves tan asustado que sería mejor que fuera a ver que te sucedió.

Tomé la mochila entre mis dedos libres y corrí escaleras arriba mientras Kurt enterraba sus afiladas garras aún más dentro de mi ropa, como pidiendo que no le llevara hasta allí. Golpeé suavemente su cabeza cuando sentí sus uñas clavarse en mi carne, provocándome una mueca de dolor notoria. Apreté aún más la mochila.

-Deja de rasguñarme, Kurt. Eso duele, ya te lo he dicho antes.

Me acerqué a la puerta y tomé el picaporte plateado con dificultad, entre la mochila que comenzaba a resbalarse de mis dedos, Kurt que parecía querer lanzarse desde el pasillo hasta abajo y tener que girar la manilla terminé lanzando al gato lejos y al bolso directamente al suelo.

-Rayos-gruñí mientras veía como mi felino corría despavorido nuevamente las escaleras abajo. Una vez que se encontró en la primera planta, subió su vista hacía mí y giró leve su cabeza, con los ojos gigantes como aceitunas asustadas-¿Qué ves?-pregunté sacando mi zapato con expresión de odio al gato.

-¡Hey, Hey!-papá tomó mi brazo levantado en dirección al gato, con el zapato entre mis dedos como arma-Calma-pidió sonriendo-El pobre ya está bastante asustado.

Miré con la misma expresión de odio a mi padre, arrugando mi nariz y presionando mis labios fuertemente con los dientes. Resoplé y tiré el zapato al suelo del pasillo. Rick soltó mi brazo en cuanto dejó de ver al calzado como una amenaza.

-Sí. Lo siento.

-No te preocupes y cálmate un poco. Las cosas no son tan terribles.

-Lo sé, lo siento-repetí calzando mi pie dentro del zapato negro en el suelo-Iré a ver qué asustó a Kurt.

Arreglé mi saco de escuela y giré sobre los talones para toparme frente a frente con la puerta. Tomé la mochila a la vez que los pasos de papá se alejaban otra vez hasta la puerta abierta al otro lado del pasillo. Giré el picaporte esperanzado de tener algo de acción, algo nuevo que sentir correr por mis venas.

-Nada-dije rompiendo otra vez mis ilusiones. Lancé la mochila a la cama y cerré la puerta tras de mí. Mis ojos vagaron por alrededor del cuarto – con la esperanza viva de luchar o siquiera salir del panorama aburrido-- hasta que lograron toparse directamente con el espejo delante de mis narices-el espejo.

¡Claro! ¿Cómo podía olvidar tan simple detalle? Kurt jamás en su vida se había visto el reflejo, de seguro aquel inmenso espejo le asustó.

Pasé mis dedos por el cabello y apoyé mi cuerpo en contra de una de las paredes.

_______________________

-Hola-dijo Benjamin sentándose al lado de mi cama.

-Hola-respondí mirando a los alrededores. Era mi cuarto, no me cabía duda de aquello.

El computador estaba abierto con la pantalla negra, al igual que el televisor. Tal y como los había dejado la noche anterior. Mi celular se encontraba descansando sobre la mesita de noche y mi mochila se agarraba a duras penas de la silla, en un fuerte intento de no caerse.

Los rayos de sol se filtraban por las amplias ventanas e iluminaban cada rincón de la habitación, dejando ver aquellas pequeñas partículas, que solamente eran visibles con un rayo de luz muy potente, volando por el espacio, juntándose y luego separándose. Dejando su vuelo de lado y esperar en la incertidumbre a otro llamado de vuelo hecho por un poco de viento.

-¿Qué… qué haces aquí?-pregunté levantando mi cuerpo de la colcha y sentándome con dificultad sobre la almohada, segundos antes, en mi cabeza.

-Tan solo vine-se encogió de hombros-es una linda casa.

-Gracias-titubeé juntando mis cejas mientras mi frente se arrugaba.

Benjamin sonrió sobre aquella actitud, esbozando una tierna sonrisa mientras sus comisuras se levantaban suavemente, de una forma armoniosa. Dejó sus ojos vagar por mi rostro durante unos largos segundos, observando cada una de mis facciones confusas.

-Tú también lo eres-terminó por decir, sin quitar la serena sonrisa de su cara.


____________________

Mi cuerpo saltó de la cama como si se tratase de un espasmo, dejándome sentado sobre la colcha. Gotas de sudor bañaban cada parte de mi cara y muchas de ellas nublaban mí visión.

La noche se relucía sobre el cielo y era mucho más notoria dentro de la habitación gracias a las sombras que se producían. Era una completa oscuridad, con la excepción de dos centellantes bolas verdes a los pies de mi cama, lo que distinguí rápidamente como los ojos de Kurt. De seguro le había despertado con el gran brinco que di.

-Maldición-tomé mi cabeza entre mis manos, sujetando mis codos con la ayuda de las rodillas-¿qué fue eso?

Sabía perfectamente lo que era un sueño normal. Estaba bien soñar con amigos, más aún si los había conocido durante el día -–por alguna extraña razón, mi mente guardaba fácilmente las caras nuevas y luego las retrataba en un sueño—-pero… ¿Estaba bien pensar en ellos de otra forma? Mantuve la interrogante en mi cerebro unos segundos, la analicé por completo.

Estiré mi cuerpo correctamente en la cama, con una mano sobre mi frente.

-¡Claro que no!-respondí simultáneamente tras pensar la pregunta.

Si se hubiese tratado de alguna chica -–Catelynn, por ejemplo—-la cosa hubiese sido más normal. Si fuese ese el dilema ni siquiera me habría preocupado porque la situación llegase a mayores dentro del sueño, para luego despertar excitado y desilusionado a la vez.

Pero… Era Benjamin. Benjamin. Un chico.

El asunto claramente no estaba bien.

-Debió ser la cena-intenté culpar a la comida por aquel sueño, en un intento de calmar mis nervios que se transformaban en más gotas de sudor alrededor de mi frente.

Kurt se deslizó desde los pies de la cama hasta quedar a la altura de mi estomago, enterrado sus uñas en la colcha -–al igual que siempre—-para finalmente acurrucarse a mi lado, con el especial ronroneo producido por su garganta. Saqué mi mano de mi cara y la estiré hasta lograr tantear el pelaje del gato gris, recorrí su peludo cuerpo hasta llegar a la cabeza.

-Esto está mal, Kurt-dije asustado-Muy mal.

El felino detuvo sus ronroneos suaves y melodiosos, respondió con un leve maullido y luego continuó holgazaneando, volviendo a producir aquellos quisquillosos sonidos desde su garganta.
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Aquí les dejo el segundo capítulo. ¡Espero que lo disfruten!
¡Qué lindo ver a dos de mis más fieles lectoras por aquí! ¡Espero que les guste esta novela!
Las quiero, gracias por comentar y por leer.
xoxo
Javi's Jonas
PD: Gracias por los buenos deseos de cumpleaños, Yanii y Patu. ¡Son un amor! ^^


Última edición por JaviOfJonas el Jue 28 Jul 2011, 9:10 pm, editado 2 veces
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"The Big Ben" [Marc & Ben] Empty Re: "The Big Ben" [Marc & Ben]

Mensaje por Patu Lun 25 Jul 2011, 9:23 pm



me encanto el cap!!! Adoro como escribes! Sigue asi, estare esperando el proximo :)

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"The Big Ben" [Marc & Ben] Empty Re: "The Big Ben" [Marc & Ben]

Mensaje por Yani Stephen Lun 25 Jul 2011, 9:50 pm

OOOOHHHH!!!
me encanto el capitulo, muchas cosas
resumidas en un solo capitulo,
lo ame =)
Estare esperando el siguiente y cada vez
escribes mejor.
Yani Stephen
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"The Big Ben" [Marc & Ben] Empty Re: "The Big Ben" [Marc & Ben]

Mensaje por JaviOfJonas Jue 28 Jul 2011, 9:09 pm

Capítulo 3


El choque de la puerta en contra de la pared al lado de ésta me provocó una inhalación profunda mientras mi torso volvía a saltar como desquiciado de las sábanas, ésta vez no tan solo salté, si no que mis pies se descontrolaron con el golpe y en un intento torpe de aferrarse de algo salieron de la cama lanzando todo mi cuerpo con el impulso de éste, haciéndome rodar por el colchón hasta quedar flotando en el aire para terminar aterrizando pesadamente en el suelo.

-¡Marc!-gritó mi padre desde el umbral de la puerta-¡Marc!

-Estoy bien, estoy bien-dije sintiendo el frio del suelo filtrarse por los poros de mi piel descubierta-Qué susto me diste, papá.

Apoyé mi peso con ambas manos abiertas en contra de la superficie para lograr levantarme rápidamente.

-Lo siento-se disculpó tocando nerviosamente su frente-Debo poner un tope allí-señaló el fin de la puerta.

-Eso creo-contesté irónico.

-Bueno, venía a despertarte, llegarás tarde.

-Gracias.

-Apúrate-terminó por decir cerrando la puerta tras de sí.

Antes de que la puerta se juntara con otro estruendoso sonido -–como de un relámpago—Kurt salió meneando su peluda cola mientras lanzaba un fuerte maullido hacia mi padre, quizás en una señal de queja.

-¡Lo siento!-gritó otra vez Rick desde el otro lado de la hoja de madera blanca-¡Se me fue la puerta!

-Ni lo menciones-repetí sujetando mi pecho con una de mis manos, controlando mis pulsaciones que se habían hecho estúpidamente rápidas.

La mano que descansaba sobre mi torso –subiendo y bajando a causa de mi respiración—la llevé hasta mi pelo, hice que lo revolviera repetidamente antes de inhalar profundo. Miré por una de las ventanas a mí alrededor hacia afuera, donde una apacible mañana ofrecía su majestuosa entrada. Acariciando con el calor del sol todo lo que estaba a su alcance, entrometiéndose dentro del frio logrando alejarlo de todo lo que era visible.

-¡Apúrate, Marc!-gritó mi padre desde la primera planta.

-¡Lo sé!-respondí hastiado.

Mi mente se dirigió hasta una extraña época, en donde las cosas eran más sencillas y yo no era tan infeliz, sin duda se trataba de mi infancia. Jamás olvidaría todos aquellos recuerdos: el sonido incesante de las ruedas plásticas de mi triciclo en contra de la tierra o la sensación del lodo recorrer cada parte de mi cuerpo mientras el sol me tostaba por completo a pesar de estar recubierto en bloqueador. Jamás olvidaría eso, pero si podía adherir algo nuevo.

El sueño. ¡Maldición, ese sueño! A pesar de su extrañez y dudosa procedencia, los pocos segundos en los que había experimentado aquella extraña realidad me había sentido inmensamente feliz, y no lo podía negar. Aquellas palabras imaginarias que salieron de la boca de Benjamin con una naturalidad única me habían logrado revolcar el estomago e incluso quitarme el apetito.

-¡No!-grité de repente, interrumpiendo mis propios pensamientos.

Tomé mi cabeza entre mis manos, mientras revolvía mi cabello como si así lograse quitar el jodido sueño de mi mente.

Suspire agotado mientras me sentaba a una de las orillas de la cama, con los codos apoyados en mis piernas mientras con las manos ahuecadas albergaba mi cara, tomándola desde las mejillas.

<<¿Tienes idea de lo gay que fue tu sueño, Marcus Stephan Holly? ¡Eso fue estúpido! ¡A ti te gustan las mujeres y lo sabes perfectamente! Así es. Las chicas. Sí. Ellas son perfectas, ellas te atraen, no Benjamin>>pensé asomando mi cabeza al espejo tras el respaldo de mi cama<<Y este maldito sueño tuyo quedará entre nosotros dos. Tú como Marc Holly lo guardarás hasta tu muerte y yo como tu conciencia me encargaré de aquello>>

-Estoy desquiciado-terminé por susurrar tras aquel extraño dialogo dentro de mi cabeza, que se había formado innatamente de un instante a otro-No puedes hablar con tu conciencia de esta forma, pero…-observé el reflejo de mis ojos en el espejo-Creo que aceptaré el trato. Guardaré el secreto, conciencia.

_______________________________


Tamborileé impaciente la mesa con la ayuda del lápiz entre dos de mis dedos mientras mi vista no despegaba segundo del reloj alrededor de mi muñeca.

<<15 minutos más>>pensé mordiendo disimuladamente mis labios.

Dejé la pluma azul sobre la mesa y volteé la vista al pizarrón –ahora vacio- en donde el profesor nos observaba con detención, comprobando que hacíamos los ejercicios señalados hace unos segundos. Un nuevo tic se apoderó de mi cuerpo, tomando lugar esta vez en mi pierna izquierda, haciendo que ésta se agitara levantándola y bajándola repetidamente en un gesto de nervios.

-¿Qué te sucede?-consultó la voz de Benjamin a mi lado en un tono bajo.

Un escalofrío recorrió mi columna vertical, obligándome a dejar el tic de lado y sentarme correctamente en la silla.

-Nada-respondí seco.

-Estás muy inquieto-reflexionó él, escribiendo en su cuaderno para no ser descubierto conversando en clases-Creo que es muy poco común en ti.

-No, soy así.

-Bueno, no puedo opinar demasiado. Te conozco de hace un día-dijo finalmente para no volver a pronunciar palabra.

El sonido de la campana sonó por sobre el ruido de los lápices en contra de las hojas. El bullicio de las sillas, murmullos y pasos abundaron en el aula mientras esta se comenzaba a vaciar en un ritmo frenético. Prontamente tomé mi cuaderno en un paso rápido con un espasmo nervioso recorriendo mis manos. Me dispuse a salir y mezclarme entre la multitud frente al salón, pero algo tomó fuertemente la manga de mi chaqueta y detuvo mi intento de huida antes de que empezara.

-¿Qué te sucede?-consultó otra vez Benjamin.

Armé de valor y de fuerza mi interior para no decir la verdad. Mordí mis labios nerviosamente y finalmente volteé con la mayor expresión de indiferencia que mi cerebro logró brindarme.

-Nada, ya te lo había dicho.

-Estoy seguro de que algo tienes-dijo levantándose de la silla para luego tomar el cuaderno y así soltar mi manga-De hecho parece como si quisieras esquivarme.

Me paralicé antes de poder reaccionar. Benjamin se dirigió a la puerta con el cuaderno en sus manos y una sonrisa amarga en su rostro intentando no quitar su amabilidad a pesar de la muralla fría que él construyó en menos de un minuto entre nosotros.

-No, Benjamin, yo…-estiré mi mano para atajar su chaqueta y evitar que huyera, pero mis dedos con movimientos torpes fueron únicamente capaces de agarrar aire. Benjamin se alejaba en dirección a la puerta y yo no podría hacer nada para evitarlo.

-Está bien, Marc. Si no quieres pasar tiempo conmigo no te obligaré a hacerlo-dijo espaldas a mí sin detener su paso.

-¡Benjamin!-llamé acercándome hasta él. Tomé con mi mano su brazo derecho y le hice voltear para que me observara de una vez por todas- Lo siento, a veces soy algo estúpido y me pongo así, bueno, siempre. Pero ese no es el punto. La cosa es que si quiero pasar tiempo contigo y disculpa si lo malinterpretaste, pero soy muy torpe-dije haciendo movimientos con mis manos en el aire mientras hablaba a tropezones y sin modular en un nerviosismo que no tenía ni idea de su procedencia-Lo siento. No quería que lo tomaras de esa forma ni mucho menos que te enfadaras…

-Marc, cálmate-me interrumpió ubicando su mano derecha en uno de mis hombros-Está bien, pero mantén la calma. Parece que vas a estallar-

-Sí, lo siento.

-Y deja de pedir disculpas por todo, no has hecho nada.

-Sí, lo sien…-me callé rápidamente, volteé a verle y continué hablando-Sí.

Benjamin quitó su mano de mi chaqueta con lentitud, observando fijamente mis reacciones nerviosas frente a él mientras un extraño rubor recorría mi piel hasta quedar plasmado en mis mejillas.

-Estás muy extraño, Marc-dijo serio-¿Qué tienes?

-Nada, ya te lo he dicho-mis palabras empezaban a perder su fuerza de convicción tras haber sido usadas tantas veces.

Rio sin ganas por unos segundos, intentando parecer serio aún con la mayor muestra de diversión.

-Si no te creyera, apostaría diez dólares a que me quieres-comentó sin dejar las leves carcajadas.

Todo el rubor de mis mejillas bajó como yunque hasta perderse finalmente. Mi expresión se paralizó sin poder dar respuesta a mis intenciones y por poco creí que me desplomaría allí como si fuese una manta.

-¡Eso es antinatural!-reaccioné finalmente, gritando sin darme cuenta-¡Casi diabólico!

Benjamin dejó sus carcajadas y levantó una ceja dudosa, con una vista analizadora como de águila antes de atreverse a hablar.

-No sabía que los londinenses eran homofóbicos.

-¡No lo soy! Pero somos dos chicos-junté mis cejas y nos señalé a ambos con uno de mis dedos índices que comenzaba a delatar mi nerviosismo gracias al temblor que le recorría-No es normal.

-Parece que te hubiera dicho alguna indecencia-dijo rodeando sus ojos algo molesto.

Intenté zafarme como pude de dar alguna respuesta, necesitaba evadir la verdad –o lo que creo que es la verdad- de una u otra forma. La idea de armar una pelea con Benjamin me pareció perfecta para la situación, quizás lograba evitar la charla usando la misma táctica que ocupaba con mi familia y que siempre me regalaba resultados positivos.

-¡Lo hiciste!-acusé frunciendo el ceño.

El joven Kingman juntó sus cejas con una expresión de enfado desconocida para mí hasta aquel momento. Bajó sus ánimos de molestar y no respondió a mi acusación, en un completo estado de confusión que era notorio con observar únicamente su rostro.

-Chicos-Catelynn tocó la puerta de la sala con sus nudillos para llamar nuestra atención mientras asomaba su cabeza hacia dentro en dirección a nosotros, los únicos en el salón-¿Vamos a almorzar?

-Sí-contestó Benjamin sin apartar su vista de mi rostro, que había perdido todo el énfasis de pelear tras la interrupción de Ryford, pero estaba lejos de parecer calmado.

Sin duda mi comentario le había ofendido y agitado. Por alguna extraña razón prefirió no seguir peleando y marchar en la serenidad y calma que le caracterizaba, ignorando por completo mi presencia o que yo me encontraba allí.
_____________

Enarqué una ceja mientras tragaba el pedazo de papa que se había quedado curiosamente atascado en mi garganta. Observé a Catelynn con curiosidad por saber si ella estaba mintiendo.

El gentío acumulado en el comedor provocaba un estallido de ruidos ilegibles con una contaminación acústica superior a la que acostumbraba en Londres.

Nuestra mesa se conformaba por la animada joven Ryford, el optimista de Benjamin –quien me seguía a todas partes, o yo a él- la rebelde Lauren y yo –el casi matón de la clase-.

-¿Es en serio? ¿Son hermanos?

-Claro-sonrió para luego dar un largo sorbo de jugo-¿Jamás notaste el parecido entre Benjamin y Lauren?-enarcó una ceja mientras pinchaba con el tenedor algo de lechuga para meterlo en su boca. Desvió su vista a su amiga, Lauren, quién parecía perdida en las estrellas observando a la mesa contigua a la nuestra-Bueno, antes de que Lauren se tiñera el pelo, ambos eran iguales.

Observé alternamente a Benjamin y Lauren intentando buscar algunos rasgos familiares entre aquellas distintas personas, pero no encontraba igualdad alguna.

-Sí, claro-dije sarcástico.

Lauren era la chica rebelde, que tomaba la escuela a la ligera y de la cual no se esperaba mayores expectativas a su futuro. Su cabello rojizo obligaba a todos los chicos mantener un ojo siempre pendiente en ella y su erotismo extravagante mientras hacía travesuras por aquí y por allá. Por otro lado estaba Benjamin, el otro polo de los Kingman. Benjamin era el chico genio, carismático y seguro sucesor de la gran empresa que algún día ambos heredarían. Sus estados de ánimo eran completamente diferentes y mucho más con respecto a su físico.

-¡Son hermanos!-afirmó la joven Ryford-¿No es así, Benjamin?-

Mi amigo nos observaba sin poner palabra en el tema mientras Lauren no quitaba ojo de la mesa de al lado sin sacar aquel rostro de lenguado que cargaba desde el día en que me conoció.

-Sí-contestaron los hermanos Kingman en un unísono, distrayéndose de sus ociosas tareas para observarme en un tiempo record. Lauren con su desanimo y ojeras pintadas negras y Benjamin con su sonrisa agradable y blanca.

-Bien, ahora te creo un poco-dije convencido de que aquella polaridad podía ser alguna de las extrañas características comunes en los Estados Unidos.

Seguí comiendo sin darle importancia al bullicio, en un intento de mantenerme en la conversación sin estresarme con el infinito murmullo y risitas de música de fondo en la cafetería.

-Marc-llamó Catelynn algo frustrada.

De seguro me había llamado unas tres veces y yo no le había hecho el menor caso.

-Dime-despabilé rápidamente, agitando mi cabeza.

-¿Qué deseas estudiar?-

Otra vez el mismo cuento. Toda la gente parece preocuparse de lo mismo: el dinero, los estudios y las carreras profesionales transcurren como biblia en sus vidas. Es la misma preocupación en todas las mentes. Eso deja demostrado que todos están tallados con la misma piedra.

-La verdad es que-moví nerviosamente el flequillo sobre mi frente con la ayuda de una de mis manos-no tengo ni la menor idea.

-¿En serio?-Catelynn pareció no haberlo creído en un primer momento, pero le bastó ver mi cara de confundido para comprobar que decía la verdad. Sonrió comprensiva al asunto. Ella movió sus hombros levemente mientras su cabello dorado se agitaba provocando luces de este gracias a su perfecto cuidado-pues para mí pareces un veterinario. Deberías tenerlo en cuenta.

-Lo tendré, pero mi padre parece querer dejarme a cargo de la empresa y la verdad es que a mí no me van demasiado los negocios.

-¿Cuál empresa tiene tu padre?-quiso saber Benjamin uniéndose al hilo de la conversación tras haber almorzado tranquilamente y olvidando nuestra pequeña pelea, al tal parecer.

-Una de jugos, Holy Holly-rodeé los ojos al decir ese nombre.

Recordaba perfectamente la procedencia de la empresa de mi padre: Cuando aún Rick se encontraba casado con mi madre él soñaba con tener una empresa, de hecho se mantenía haciendo los papeles. Pero le faltaba el nombre.

Yo tenía dos años y hacía todas las atrocidades que hace un niño de dos años: rayaba mis juguetes y las paredes. Dejaba huellas de lodo por la casa y un desastre por dónde fuera que pasara. Un eterno huracán seguía mis pasos y se dedicaba a mantener el hogar en un completo desastre. Gracias a eso me gané muchos retos, y el apodo <<Holy Holly [santo Holly]>> por parte de mi madre. A ella le llegaba a parecer gracioso que un mocoso como yo fuera capaz de armar tales desastres, por lo que jamás se preocupo demasiado y tomaba mi desorden como algo divertido.

Más tarde mi padre decidió que aquel apodo era conveniente para la empresa y en un dos por tres llenó los formularios con el nombre de “Holy Holly S.A” empresa de jugos.

-¡Es genial!-dijo Benjamin.

-¿Es en serio? Eso apesta-arrugué mi nariz tal y como lo hacía Rick.

-No sé qué tendrás contra el nombre, pero adoro los jugos “holy Holly” ¡Prácticamente nací tomándolos!

-Yo igual-asumió Catelynn-A mi familia entera les encanta.

-Gracias a eso me encuentro aquí, de no ser por la empresa mi padre seguiría siendo miserable.

___________________

Corté el agua de la llave de una vez por todas. Sacudí mi cabeza quitando el exceso de agua que se acumulaba en mi pelo para luego estirar la mano a la toalla fuera de la bañera. Tomé aquella suave toalla blanca entre mis manos y sequé mi rostro y gran parte del torso, luego la crucé por mis caderas y me dirigí con cuidado a mi pieza.

Puse cada pie con cuidado, ya que mi torpeza siempre me traía tropezones, hasta llegar a la puerta del baño personal ubicado en mi cuarto.

Kurt pasó por entre mis tobillos, como acostumbraba, antes de maullar fuertemente en busca de comida.

-Lo sé, lo sé-dije mirando al felpudo gato a mis pies.

Él se cruzó una vez más por mis tobillos antes de tomar una esquina de la toalla entre sus dientes y tirar de este con todas sus fuerzas, hasta lograr arrancármela de un tirón. Kurt se largó a correr al otro extremo de la alcoba manteniendo presa la toalla.

-¡Devuélvemela, Kurt!-grité corriendo tras del gato que parecía divertido con su juego.

Corrí desnudo por mi habitación hasta alcanzar al felino hambriento, que no soltaba ni por un segundo la toalla blanca como si fuera un gran tesoro. La habilidad del gato era mayor que la mía, por la que más de una vez me vi de bruces con el suelo y me golpeé fuertemente sin más remedio que lanzar un quejido y seguir corriendo.

Entre mi extraña persecución por la toalla entró Rick en el cuarto, azotando la puerta -sin tope- como ya acostumbraba a hacer para quedar allí varado en el umbral, muerto de la impresión de verme desnudo corriendo tras del gato que se escapaba feliz con la toalla de baño.

Yo volteé la vista y me lancé a la cama avergonzado, con el pudor tomando lugar en mis mejillas y mostrando su apariencia física roja.

Rick seguía sin moverse.

Tapé mis genitales con mis manos antes de levantar los ojos a mi padre, al macho alfa, varado allí sin saber que hacer o decir por segunda vez en su vida –la primera vez fue cuando mi madre se largó de la casa conmigo en brazos-

-¿Qué… de...deseas, papá?-pregunté sin evitar tartamudear.

-Tu madre te llamó-dijo despabilando-Eso-luego cerró la puerta con un portazo.

Apreté mis labios y me quedé sentado en la cama, incapaz de mover un solo músculo debido a la vergüenza de aquella situación que muy pocas veces en mi vida había tenido que experimentar.

Desde aquel día acordamos –sin decirlo- que mi padre jamás entraría a mi cuarto sin llamar a la puerta antes, al igual que yo jamás entraría en su despacho sin preguntar. Kurt debería pasar más tiempo fuera de mi pieza y tendría que mantener su plato de comida lleno.

Esa fue la solución más fácil que logramos obtener sin hablar del tema.
.................................................................................................................................................................................................

Aquí les dejo el tercer capítulo.
¡Muchas gracias por sus comentarios, chicas! ¡Son muy tiernas! ¡Significa mucho para mí! [Les daría dedicaciones personales, pero ando corta de tiempo ¬_¬ ]
¡Gracias por leer y espero que les guste! A propósito, ahora no me puedo llevar todo el crédito de la novela, una amiga me está ayudando y haciendo el trabajo de edición, así que espero que les haya gustado esto c:
¡Las quiero, adoro!
xoxo
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Mensaje por Patu Jue 28 Jul 2011, 10:17 pm



ok quizas parezca mala pero…AJAJAJAJAJAJAJAJA "The Big Ben" [Marc & Ben] 539403 "The Big Ben" [Marc & Ben] 539403 me maté de risa con la ultima parte!! Te lo juro, estaba riendome sola enfrente de la PC ._.' jajaja y me ha pasado algo parecido una vez :oops: … ok quizas esten recibiendo mucha información ._.



Siguela pronto!!!

PD: felicita a tu amiga de mi parte, las dos escriben genial!!! :D
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Mensaje por Yani Stephen Vie 29 Jul 2011, 1:19 pm

Hola!!!
Me ha encantado el capitulo y yo tambien
me rei con la ultima parte =)
Definitivamente los gatos son mas
ágiles que yo.. me ha pasado muchas
veces.
Dile a tu amiga que hizo un trabajo genial en la
edicion..
SIGUELA PRONTO!!!
Yani Stephen
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Mensaje por JaviOfJonas Dom 31 Jul 2011, 11:03 am

Capítulo 4


-Lo sé, mamá-dije al auricular mientras pasaba una vez más el peine sobre el pelo abultado de Kurt, quién se encontraba acostado a mi lado.

-Bien, Marc-pude sentir su sonrisa-Ella te extraña mucho-

Apreté los labios con la ayuda de mis dientes. Yo también le extrañaba.

-Dile que yo igual. Espero poder ir a verla pronto a Londres-intenté alentar a mi hermana, que de seguro estaba escuchando por altavoz la conversación telefónica que mantenía con mi madre. De paso me animaba a mí.

-¿Has hechos amigos por allí?-preguntó bruscamente, cambiando el tema.

-Sí. La gente aquí es bastante amable-mencioné recordando el primer día en el que vi a Benjamin. Ya había pasado una semana completa desde aquello

-Tom me dijo que todos te extrañan en la escuela-

Podía recordar perfectamente a Tomas Galway. Un joven bastante perezoso, pero aún así amante de los deportes. Galán con las chicas y un patán con los más débiles de la escala social. Por suerte yo era su amigo, más bien su aliado… No existía persona en este mundo que nos pudiera separar, o así lo creíamos hasta que llegó mi padre otra vez a mi vida.

Debía empezar a ascender hasta la popularidad otra vez, tal y como lo había hecho en Londres.

-Si le ves dile que espero poder verlos pronto-dije despreocupado, mientras observaba como Kurt lanzaba un ronquido solitario a la vez que sus ojos se cerraban por completo. Sonreí.

Siempre me había causado curiosidad saber que pensaban los gatos, específicamente quería saber si soñaban. Si así fuese ¿qué soñarían? ¿Qué pensarían? Tal vez ni siquiera comprendían dónde demonios se encontraban y tan solo se dedicaban a vivir el momento, como vagabundo que decide recorrer el mundo.

-¡Marc!

El grito de mi padre desde la primera planta me hizo dar un brinco del susto al despertar de mi ensoñación, haciendo saltar la cama y por consecuente sacar al gato gris de su tranquilo y apacible sueño. Éste lanzó un gruñido enfadado mientras posaba sus ojos de ataque en los míos, con los pelos –que recientemente había peinado- erizados como los de un puerco espín y en menos de centello de segundo ¡Zaz! Lanzó su pata, con garras afiladas, en contra de mi brazo derecho que se encontraba bastante cercano a él.

-¡Maldito!-grité hacia Kurt, logrando que bajara a refunfuñones de la cama y se largara a correr de mi cuarto en directa dirección escalera abajo.

Observé mi brazo mal herido, donde cuatro llagas largas y verticales dejaban asomar de a poco mi sangre hasta conseguir formar una gota que cayó de lleno en el cubrecama, dejando su rastro difuminado e irregular estampado como sticker.

-¿Qué te sucedió, Marc?-escuché la voz preocupada de mamá desde el teléfono que aún mantenía en mi oreja con la ayuda de mi mano izquierda.

-Nada, nada-dije apoyando el aparato en mi hombro y apretándolo con mi cabeza, logrando que el auricular quedará en mí oído mientras sujetaba con la mano derecha, ahora libre, la sangre que continuaba cayendo. Hice presión con mis dedos.

-¡Marc!-gritó Rick otra vez.

-Mamá, te debo cortar-solté mi brazo y tomé otra vez el teléfono correctamente-Te quiero. Mándale saludos a Ella y dile que consiga buenas notas-bromeé.

-Bien, yo le diré.

Aparté el teléfono de mi oído y presioné con el pulgar el botón rojo. Tiré al aparato al colchón para luego bajar la manga de mi camisa a cuadros, logrando que ésta me tapara la herida que aún no paraba de sangrar.

Corrí escaleras abajo para toparme con la puerta principal abierta, dejando que entraran los rayos de luz que se topaban de frente con la casa, como si fueran invitados de honor, inundando cada parte del lugar como si fuera agua, iluminando la casa hasta dejarme casi ciego.

-¿Papá?-pregunté entrecerrando los ojos

-¡Por aquí!-su grito provenía desde el antejardín.

Bajé el resto de escalones que me quedaban, me dirigí a tientas hasta la puerta abierta mientras pestañeaba repetidamente esperando que mis ojos se acostumbraran a los fuertes abrazos del sol. Bastaron unos segundos más para que lograra llegar. En cuanto me encontré en el umbral cubrí mi antebrazo ubicándolo tras de mi espalda y así dejar escondida mi herida.

Me deslumbré y desconcerté en cuanto me atreví a alzar la vista al horizonte, donde podía ver un caballo de raza española con un pelaje negro y brilloso, unas crines de color aceituna que relucían y lanzaban destellos cada vez que se encontraban en contacto con el sol mientras su cola jugaba en el aire a medida que iba agarrando velocidad, galopando por el gran antejardín verde de la casa, con Rick encima de él. Mi padre sujetaba las riendas con fuerza mientras tomaba impulso y hacía al caballo correr de por allí hasta allá, forzándolo, sacándole relinchos de libertad para luego frenar su carrera, logrando que su equino se levantara en las dos patas traseras y aullara con todas sus ganas.

Quedé estupefacto ante aquella demostración de habilidad para las carreras ecuestres. No tenía ni idea de que hacía un caballo en el jardín ni mucho menos de que hacía su jinete, Rick, montándolo.

-¡Ven aquí, Marc!-llamó él al notar mi presencia.

Junté las cejas y en primer momento pensé en cerrar la puerta de sopetón y negarme a salir a ver al caballo, pero mi curiosidad terminó por doblar a mí testarudez y prontamente me descubrí en camino al encuentro de mi padre que se encontraba en medio del ante jardín.

En cuanto llegué al lado del equino esté relincho un par de veces e intentó alejarse de mí, pero mi padre –quién seguía aún montado en él- sujetó con firmeza las riendas y le negó la escapatoria. Dio un par de palmadas leves en su cuello mientras susurraba leves “calma, calma” y hacía unos extraños sonidos juntando sus labios.

-¿Qué es esto?-pregunté sin entender.

-Un caballo ¿Qué no lo ves?-burló Rick a la vez que se sentaba bien sobre la montura

-¡Sé que es un caballo!-dije enfadado-¿Pero qué demonios hace aquí?

-Te ambiento a Texas.

-¿Qué?-fruncí el ceño al no ver nada con que relacionar la estadía del caballo con el comentario de mi padre.

-Aquí es muy común tener caballos, hijo-dijo pasando una mano por su pelo-Te compré este para que estés bien ambientado a tu tierra natal-Alargó su pierna izquierda para hacerla pasar por sobre la montura mientras mantenía su peso con el pie derecho bien firme en el estribo. Saltó del caballo ágilmente y se posicionó a mi lado, con gotas de sudor recorriendo en su frente dándole toques brillantes cada vez que un rayo solar alcanzaba alguna-Es un ejemplar español-informó rápidamente-pura sangre. Corredor por naturaleza y manso por enseñanza-paso la parte dorsal de su mano sobre su frente y luego estiró el codo, quitando las gotas de sudor bruscamente-Me parece que es perfecto para ti.

-¿Me estás diciendo que no sabría correr un caballo salvaje?-enarqué una ceja, casi decepcionado por la calificación que mi padre tenía de mí.

-Si te golpea un gato a diario y tú no sabes hacer nada más que gritarle groserías, como si éste pudiera entenderte-señaló mi antebrazo derecho, donde a pesar de la blusa se lograban diferenciar las gotas de sangre trasluciéndose por la tela-obviamente un potro salvaje te mata.

Cubrí mi brazo atrás de mi espalda, avergonzado frente a la verdad que había dicho mi padre.

-¿Deseas que lo monté, entonces?-pregunté intentando evitar el tema.

-Ajá. Pero primero debes hacerte amigo de él.

-Papá, no he llegado a tal estado de locura como para hablarle a un caballo.

-Bueno, si no quieres ser su amigo, por último logra que no se aleje de ti-dijo antes de dar media vuelta y marchar rumbo dentro de la casa.

Le miré desconcertado, inmóvil, sin saber que hacer o decir.

-¿Quieres que me quede aquí?-pregunté en un grito antes de que Rick entrara a la casa.

-¡Sí!-luego de eso, se perdió tras cerrar la puerta principal.

Dirigí mi vista al caballo enfrente de mis narices, que respiraba agitado –de seguro por la carrera- y no quitaba su mirada de adrenalina. Sus venas marcadas por bajo su piel eran gruesas e irregulares, muchas eran notorias alrededor de su cuello mientras el resto por su tórax para terminar desapareciendo bajo de la montura.

Alargué una de mis manos, dubitativo, en dirección a su largo cuello. El caballo relinchó despacio, pero no movió ni un musculo. Esperé a que éste se quedara en calma para comenzar a acariciar su extraño pelaje completamente desconocido en mis sentidos.

-Calma, calma-repetí las mismas palabras de mi padre mientras acariciaba al potro negro.

Bastaron unos minutos de caricias para que el caballo se hiciera tan domable como Rick había mencionado, ahora no se alejaba ni se ponía tenso con mis tactos. Con eso eliminé la creciente duda interior de sentir una patada de herradura en mi estómago. Pronto me sentí en confianza y decidí montar al ejemplar –a pesar de que jamás había montado ni un solo caballo- puse un pie en el estribo y crucé el otro por la montura, con cuidado de no caerme o provocar alguna reacción al animal que le alterara. Tras aquel paso tomé las riendas torpemente.

-Avanza-dije sin saber qué hacer.

Obviamente el caballo no movió ni un centímetro hasta que tuve la fatal idea de agitar las riendas. El potro español partió enloquecido su furiosa carrera, posando sus pies con habilidad en el pasto mientras yo me movía como resorte sobre de él con una cara de espanto incontenible al saber que no tenía como frenarlo.

El caballo dio una vuelta en U cuando vio la cerca frente a nosotros, para poder seguir su trote imparable. Yo a esas alturas me había resignado a frenar y estaba más que dispuesto a tener que lanzarme de la montura hacia abajo.

La crin negra de mi nuevo ejemplar brillaba como nunca bajo los rayos del atardecer en Texas. Sus brillos se me hacían confundibles con las riendas y en un intento estúpido de frenar, tomé el cabello del equino y lo jalé con todas mis fuerzas. El pobre aulló de dolor y detuvo su marcha. Se levantó en dos patas –tal y como lo había hecho con Rick- para hacerme caer de la montura.

Solté su cabello a medida que sentía mi cuerpo flotar y alejarse del caballo, mientras me aproximaba sin remedio al suelo.

Me azoté repetidamente la espalda contra el pasto mientras el equino español corría en alguna dirección que no me interesó en esos momentos. Gemí debido al impacto y me tardó unos minutos reaccionar.

Cuando me sentí lo suficientemente listo como para seguir, levanté mi cuerpo de la hierba y corrí otra vez hacia el caballo –que se encontraba pastando un poco más allá- me volvía a montar, volví a correr desenfrenadamente y volví a caer sin remedio al suelo.
Aún así no me rendí. Había algo en aquello que me intrigaba por completo. Quizás era la sensación de libertad que me entregaba lo ecuestre, o tal vez la adrenalina de la velocidad. De cualquier forma estaba dispuesto a soportar cuantas caídas fuese necesario para lograr aprender finalmente.
__________________________
<<¡Claro! Marc, aquí es casi obligación saber correr un caballo>> dijo Catelynn <<Todos los jóvenes en Texas saben>>

Sus palabras me habían quedado grabadas, como si fuese un CD rayado dentro de mi mente.

<<Para ser popular>> pensé <<Tengo que acostumbrarme a lo que aquí significa popular>>

Así decidí que haría todo lo posible por montar el maldito caballo. Quizás de esa forma lograría subir más rápido a la popularidad. Y… para ser sinceros, es más fácil que yo logre correr un caballo a que entré en el equipo de fútbol americano y no muera en los entrenamientos, antes del primer partido.

-Catelynn-dije mirando a mi izquierda mientras cerraba el casillero. Ella volteó a verme y sonrió.

-Dime.

-¿Sabes montar a caballo?-pregunté mientras jugaba nerviosamente con las llaves entre mis dedos.

-¡Sí!-dijo emocionada-¡Adoro montar en caballo!

Sonreí. Pasé una de mis manos revolviendo mi flequillo y le volví a observar una vez más.

-¿Me podrías enseñar?-consulté intentando no hacer notar el temblor en mi voz que yo podía sentir dentro de mi garganta.

-Lo siento, Marc-dijo guardando algunos cuadernos dentro del casillero adornado con diversas fotos-Pero debo hacer los preparativos para mi fiesta-hizo una extraña mueca y dirigió sus ojos a mí-De verdad, lo siento.

Lancé un suspiro y maldecía en mi interior el hecho de que ella no aceptara.

-¡Cierto!-comentó exaltada. Cerró el casillero dando un portazo-Haré una fiesta el próximo viernes ¿Deseas venir?

-Claro-acepté sin dudar ni un segundo.

-¡Perfecto! Luego te daré mi dirección-recorrió su cabello con sus gráciles dedos-Si quieres aprender a andar a caballo pregúntale a algunos de los Kingman, ambos son geniales jinetes.

-Gracias. Lo tendré en mente.

Descarté la idea de aprender a andar a caballo con la tutela de alguien. Lauren me odiaba y aún no lograba entender bien por qué, pero su actitud era lo suficientemente fría como para darme a entender que no me quiere cerca de ella, y Benjamin parece seguir enfadado conmigo. Mi obstinación me seguía hacer pensando que él era el culpable del asunto y yo no tenía entre mis planes doblar en mi decisión.
_________________________

Mi círculo social era bastante cerrado, en la semana que llevaba en Texas solamente había logrado hacerme amigo de Catelynn, Benjamin –quién parecía ignorarme cuando estábamos solos y era mi amigo cuando nos encontrábamos en grupo-, Jake –un joven bastante raro de la clase químicas, una de las pocas que no compartía con Ben-, Madeleine, quién tenía el apodo de “Mad” –Loca- gracias a su falta de cordura y lógica para hablar y George, un patán que me recordaba bastante a Tom Galway.

Me bastó un día en la escuela, preguntando a cada uno de ellos –excepto a los Kingman- si podían enseñarme el asunto de lo ecuestre y cada respuesta negativa me desalentaba más. Para la hora de almuerzo ya había descartado todas las opciones y las únicas personas disponibles era Lauren y Ben.

Mordí mis labios nerviosamente mientras pinchaba el tomate en el platillo frente de mí.

La contaminación acústica en el comedor estadounidense comenzaba a ser más normal en mis oídos, a estar alturas ya no le tomaba ni importancia.

Llevé el tomate a mi boca, perezosamente. No estaba tomando en cuenta el hilo de la conversación en la mesa ni mucho menos le tenía algo de interés. El asunto del caballo me tenía fuera de lugar.

-¡Marc!-llamó Catelynn fuertemente.

Salté sin entender el asunto y volteé mi vista a la joven Ryford, quién fruncía el ceño extrañamente y no movía músculo de su rostro.

-¿Qué te sucede?

-Nada, Catelynn-dije sin ánimos, jugando con la comida.

Ella lanzó un largo suspiro. Observó a Benjamin - quién había perdido mágicamente el interés en la conversación tras haber escuchado mi nombre al igual como llevaba haciendo desde la pelea en la sala- y se decidió a hablar.

-Ben ¿Le puedes enseñar a andar en caballo a Marc?-preguntó señalándome con su tenedor blanco de plástico.

-Imposible-negó rápidamente.

-¡Por favor! Enséñale, que ya me está estresando con su cara de desilusión.

-Dije que no, Catelynn-contestó brusco.

-Ben. ¡Por favor!-suplicó ella como si el hecho de tener que enseñarme fuese de vida o muerte.

-¡Bien!-aceptó finalmente. Por primera vez en algunos días volteó a verme directamente, señaló mi cuerpo debilucho con uno de sus grandes dedos y sus ojos azules inundaron de miedo mi cuerpo-Lo haré solamente porque Catelynn me pidió-tras decir eso tomo su platillo plástico y se levantó rápidamente del asiento. Se alejó para desaparecer en un tiempo record por las filas de mesas, esquivando obstáculos y estudiantes para finalmente perderse entre la multitud de la salida.

Mire a Catelynn sorprendido y volví al asunto de comer en un silencio sepulcral.

Pude sentir sus ojos sobre mí, estudiando cada una de mis reacciones aceleradas y torpes en un intento de descifrar que pasaba por mi mente. Cuando finalmente se dio por vencida decidió romper la quietud.

-¿Qué le sucede a Ben contigo?-preguntó sin ningún rodeo o disimulo previo, volcando el tema como si fuese agua fría.

-No tengo idea.

-¿Pelearon?

-Sí, hace algo así como una semana. Pero no le había dicho nada malo-porfié como únicamente yo sabía hacer, negando mi propia culpa en el asunto que no era capaz de comprender gracias a mi orgullo y a mi obstinación. Dos cosas que sabía hacer perfectamente y cabían en mi perfil de estúpido.

Catelynn entrecerró sus ojos, pasó su mano por sus cabellos dorados peinándolos hasta llegar a la punta de ellos. Finalmente dejó su mano caer con delicadeza en la mesa y apuntó mi cuerpo debilucho con uno de sus finos dedos de bailarina.

-Sea lo que sea que hubieses hecho o dicho, debes remediarlo. Ben no afloja fácil cuando se trata de alguna pelea, ni mucho menos cuando siente que tiene la razón.

-¡Pero yo no he dicho nada!-me defendí frunciendo el ceño a la vez que dejaba el tenedor plástico apoyado entre la mesa y el plato-¡Ni siquiera le he hecho algo!

-Lo siento, Marc. Pero de verdad creo que Benjamin tiene razón. Lo conozco y el no se enfada con tanta facilidad.

Englobé mis mejillas como si fueran las de un hámster, en un gesto de enfado y confusión –que demostraba más que todo confusión- e hice un esfuerzo por no empezar una disputa en contra de Ryford. Ella no tenía que ver en el tema y lo único que deseaba era que mi amistad con Ben volviese a ser normal.

Me pregunté qué habría pasado si es que ese día Catelynn no hubiese interferido las aguas entre Ben y yo - que gracias a mi se tornaban agitadas- y la pelea hubiese llegado aún más lejos, quizás insultos y uno que otro golpe –de seguro Benjamin me ganaría- Pero aún así no podía sentirme culpable por haber logrado evitarle. Ese era mi propósito, negar a toda costa que en algún momento de mi vida me había sentido atraído por Ben, y –milagrosamente- me había salido con la mía. Mi madre siempre dijo que cuando algo se me mete entre ceja y ceja no existe persona en este mundo que logre quitarme la idea.

Y ciertamente el asunto que ahora tenía estampado en mi frente era no ser homosexual.


.................................................................................................................................................................................................

¡Hola! c: Ayer intenté subirles y no pude D: Pero aquí les dejé su capítulo.
Mi editora -que hasta ahora parece desear el anonimato ¬_¬- les da las gracias por sus comentarios, yo igualmente ¡Las adoro, chicas! Son de lo mejor.
Bueno, espero que les haya gustado. ¡Subiré el siguiente capítulo si así lo desean!
xoxo
Javi's Jonas [y mi editora anónima, LOL]

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"The Big Ben" [Marc & Ben] Empty Re: "The Big Ben" [Marc & Ben]

Mensaje por Patu Dom 31 Jul 2011, 12:22 pm



que estupido es Marc "The Big Ben" [Marc & Ben] 987434 pero bueno en parte lo entiendo por querer ir en contra de sus sentimientos, en una sociedad en la que ser homosexual a veces esta mal visto. Ojala que deje de ser tan boludo e.e y se arregle con Ben.



Siguela pronto! :lol!:
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"The Big Ben" [Marc & Ben] Empty Re: "The Big Ben" [Marc & Ben]

Mensaje por JaviOfJonas Miér 10 Ago 2011, 8:01 pm

Capítulo 5


Me había costado bastante poco darme cuenta de la distancia que Benjamin mantenía cuando nos encontrábamos a solas. Era seguro que estaba enojado conmigo y no cabía duda de aquello, pero como siempre mi orgullo era mayor que mi juicio: me hacía sentir que yo no era culpable de nada y que todo esto dependía de Benjamin.

-Tienes que tomar las riendas así-dijo él, pasando las cuerdas alrededor de sus nudillos fuertemente- y jamás, jamás, por nada en este mundo las sueltes.

Asentí distraído mientras observaba a Ben en dirección hacia arriba, buscando sus ojos azules amigables entre aquel cuerpo de frialdad que se había convertido. El joven Kingman tiró suavemente de las bridas grises logrando sacar un resoplido proveniente desde el caballo negro que mi padre me había regalado el día anterior. El potro dio un par de pasos hacia atrás y se detuvo rápidamente en cuanto su jinete se lo ordenó.

-¿Me estás escuchando, Marc?-preguntó observándome seriamente.

-Sí.

-Bien, ahora quiero que lo intentes tú-dijo a la vez que bajaba desde la montura para dejarme el camino libre. Llegó en un ágil salto hasta mi lado, subió las mangas de su camisa hasta el tope de sus antebrazos y espero pacientemente a que yo decidiera a moverme-Hazlo.

-Ben, no creo que sea buena idea. La verdad es que…-pasé mi mano atrás de mi nuca a la vez que daba suaves golpes en la tierra con mis zapatos.

-¿Deseas aprender? ¡Debes intentarlo!

-Es que creo que éste caballo me odia-dije dando leves palmazos en el musculoso cuello del potro español.

-Pues con la actitud que tienes hasta yo te odio-mencionó con frialdad sin mutarse en ninguna sola palabra y con un tono áspero y vengativo.

Mi personalidad era tan extraña como una lluvia en primavera. Dependía del día, de la hora y de los sucesos anteriores las respuestas que daba. Ciertamente eso era algo que yo sabía bien y que Benjamin tenía que seguir descubriendo.

Apreté los puños, deseoso de gritar de rabia, mientras bajaba la vista directamente al suelo. Tal y como si se tratase de un maniquí que ha perdido algún fierro principal y está a punto de desvanecerse en sus múltiples articulaciones. Logré sentir mis uñas clavarse en la carne de mis palmas dejando cuatro semi lunas rojizas marcadas con ira, en una buena imitación de las marcas que hacían con fierros calientes a los ganados en la antigua Texas.

-¿Qué te sucedió, Ben?-formulé a duras penas-¿Qué hice?

-Marc, no es momento de hablar de esas cosas-rodeó sus ojos a la vez que cruzaba sus brazos por frente de su fornido pecho-¿Vas a subir o no?

Mis labios se vieron presionados con mis dientes hasta tal punto en el que saboreé el óxido de mi sangre sobre mi lengua.

Si había una cosa que odiaba era perder mi orgullo. Caer en la humillación de pedir perdón era tan letal como si me clavasen una cuchilla por la espalda.

-¡Maldita sea, Ben! ¡Dime qué demonios te pasa!-dije hastiado para finalmente levantar la vista en dirección a él. Su cara de indiferencia ahora estaba albergando un sentimiento parecido a la confusión.

-¿Quieres saber?-enarcó una ceja a la vez que dejaba descansar sus manos a sus costados-¡Insultaste a una etnia! ¡Eso es lo que sucede!

-¡Son solamente homosexuales, Benjamin!-grité frunciendo el ceño-¡Esto no es tan grave como para que pases toda una semana molesto conmigo!

-¡Joder, Marc! ¡Ciertamente eres un estúpido!-apuntó con uno de sus grandes dedos en dirección a mi cabeza-¡¿Acaso no logras pensar aunque sea un poco?!

Mi boca se separó levemente ante semejante acusación. Tomé aire pesadamente para agarrar compostura y no explotar en millones de groserías que parecían venir a mi boca con una naturalidad única.

-¿Acaso no logras pensar?-preguntó otra vez Ben, pero de una forma más suave a la vez que bajaba la guardia y los ánimos de pelear.

Fruncí el ceño y observé los profundos ojos de Kingman. Esos azulados ojos intentaban decirme algo tras la furia falsa que cargaban. Intentaban hablarme y yo me negaba a escuchar, así como Benjamin se negaba a facilitar las cosas.

Por fin mi orgullo bajó hasta los suelos y logré comprender bien la situación: Yo había cometido el error. Era una etnia, un estilo de vida para muchas personas, y yo los había insultado como si nada. Con la misma frialdad que habría ocupado Hitler en los tiempos de su dictadura. Me sentía como un maldito bastardo.

Un nuevo impulso tomó posesión de mi mente ocupando todas mis neuronas en él. Necesitaba pedirle disculpas a Benjamin de alguna forma, y aunque ya tenía el orgullo pisoteado y rendido, no era capaz de hacerlo con palabras. No era capaz de pedir unas simples disculpas.

Mordí mis labios nerviosamente mientras una leve brisa recorrió el pasto, meciéndolo tiernamente hasta llegar a nuestro alrededor y mover mi cabello. Pasé mis dedos enredándolos en mi pelo y me acerqué con cuidado hasta Benjamin. Mis manos sudaban y mis pasos eran inseguros y más torpes que de lo normal. Llegué hasta una distancia comprometedora, con su piel blanca frente a la mía –que en contraste era trigueña- y la respiración agitada de él golpeando mis sentidos.

Me incliné en la punta de mis pies mientras alzaba la cabeza en dirección a Ben, observando con timidez única sus, ya, confundidos ojos. Él no hizo nada, no movió ni un músculo ni dio un paso atrás para apartarse. Nuestros labios estaban muy cerca y ninguno de los dos era capaz de moverse.

Entonces, en una traición de mi mente, pasó Catelynn por mis pupilas como si la estuviese viendo allí mismo. Podía ver con nitidez y detención su cabello dorado brillar con cada rayo de sol y sus ojos miel hacerse cremosos con cada segundo. Podía divisar su traviesa sonrisa y esa forma tan grácil y coqueta de moverse. Era un completo engaño.

En el último segundo que estuve próximo a los labios de Ben, desvié mi trayectoria y termine besando su mejilla izquierda rápidamente y de una forma más fría de la que tenía planeada. Catelynn me había dado un cable a tierra y gracias a ella no besé a Kingman. Cuando me separé despacio de Ben pude notar los mismos ojos azulados sin expresión, observando cautelosamente el pasto que se movía rápidamente gracias a la brisa que tomaba vuelo. Él no era capaz de reaccionar ni yo mucho menos.
Guié mi mano derecha hacia mis labios nerviosamente mientras mis pómulos enrojecían tal y como si alguien los hubiese piñizcado toda un tarde. Era un rojo aún más fuerte que el de Marte. Di un paso en reversa mientras los nervios traicioneros influían en mi piel, no fui capaz de decir siquiera una sola palabra. El asunto había sido un jodido impulso y punto.

Apreté mis labios nerviosamente mientras el silencio se alargaba más minutos de los correspondidos. Di media vuelta en cuanto me sentí capaz de hacerlo y corrí como un desquiciado hasta mi casa, dejando allí a Benjamin.

Cerré la puerta tras de mi rápidamente con la respiración agitada en mis pulmones. Aún así llegué hasta la escalera a un costado y subí los escalones a tropezones estúpidos, cosas propias de mí. Cuando por fin logré dar con el tercer piso de aquel laberinto de casa me detuve a descansar. Apoyé mi espalda en una de las murallas mientras guiaba una de mis manos hasta mis labios, que habían empezado a temblar sin siquiera pedirme permiso.

Lancé un extraño suspiro.

Dejé resbalar mi cuerpo a través de la muralla hasta llegar en una ligera caída al suelo de madera. Desvié mi rostro hasta la izquierda, dejando mi vista vagar por la sala de estar del tercer piso. Marqué mi paso con la ayuda de mis ojos por cada una de las cosas. Las paredes y las ventanas parecían difusas, los muebles y las pinturas a mi alrededor eran de agua. Guié mi nublada visión hasta la ventana a mi lado que daba con el frente de la casa. Ahora Benjamin se hallaba conversando con mi padre calmadamente, hablando sin prisas mientras su amigable sonrisa invadía gran parte de su rostro.

Mis dedos se enredaron en mi cabello una vez más.

-¿Qué demonios fue eso, Ben?-pregunté suavemente sin despegar la mirada de la ventana.

Entonces Benjamin levantó su vista de mi padre hasta mí. Quitó su atención del tema que estuviera hablando y sonrió con su característica naturalidad para luego volver a conversar con Rick.

No pude evitar sonreír igualmente mientras me levantaba del suelo para correr hasta mi cuarto.

__________________


-Debo ir a ver un par de cosas de la empresa-señaló Ben a la vez que tomaba los cuadernos entre sus dedos-Les veo pronto ¿Sí?

-Está bien-respondió Catelynn con su cautivadora sonrisa-Tan solo no te mueras pensando por la compañía. Aún no tomas el cargo legal de ella.

-Pero sin mí se va a la bancarrota-bromeó con una suave risa. Giró su vista hacía mí en un centello con un mensaje grabado en sus ojos “te veo luego”-Adiós.

-Adiós-respondí agitando levemente mi cabeza a la vez que cerraba los ojos. Cuando los abrí Benjamin ya se había largado de la cafetería.

-Parece que las cosas van mejor entre ustedes ¿Es así?-movió su refresco encerrado entre su mano, provocando el típico sonido de hielo agitarse, para luego probar un sorbo.

-Sí. Hablamos y el asunto se solucionó-sonreí algo orgulloso.

Catelynn estiró su mano por la mesa hasta llegar a tocar la mía. Sus delgados dedos se entrelazaron con los míos mientras la media luna de su boca permanecía intacta. Dejó el refresco en la superficie y apoyó su peso en el codo libre.

-Sabía que podías solucionar el asunto, Marc. No pareces una persona rencorosa-pronunció con timidez.

Observé mis dedos unidos a los de ella y recordé inconscientemente la tarde anterior, en la que estuve a medio punto de besar a Ben.

Mi cerebro en aquellos momentos pasaba a ser inservible. Me había transformado en un manojo de confusiones ilegibles y que cada vez se enredaban más. Las dos partes de mi cráneo batallaban entre sí en una contienda sin fin, cada una con sus razones y su propio orgullo que me hacía dudar a cada segundo.

Tan solo llevaba una semana y media en Texas y ya podía sentir los cambios de aquella engañosa tierra en mi piel y mi sangre. Comenzaba a descubrir el verdadero yo.

Des entrelacé mi mano de Catelynn y correspondí con una vaga sonrisa. Ella apresuró a ocultar sus dedos bajo la mesa.

-¿Cómo estás, Marc?-consultó la excéntrica Madeleine a un lado mío.

Madeleine no era como todas las chicas. Ella era rara en el sentido de ser rara. La joven parecía tener nueces en vez de cerebro y vivía haciendo de las suyas sin darle la mayor importancia los comentarios de la gente. Extrañamente la escuela le adoraba y pasaba a ser rango de los jóvenes populares. Aún mas extrañamente yo era su amigo y eso me dejaba a pequeños pasos de alcanzar la popularidad total.

Madeleine poseía una exagerada cabellera de tres colores bastante desconocidos en una combinación: morado, rosado y verde. Su cuerpo era tan delgado que cuando la abrazaba sentía que tocaba el aire y sus ojos verdes se ocultaban tras unos lentes de contacto con forma de gato, bastante peculiares.

-Bien, gracias-dije sorprendido por su presencia. Catelynn lanzó un resoplido cuando Madeleine se sentó a mi lado.

-¡Mira mis nuevos lentes de contacto! ¡Ahora son rojizos!-señaló sus coloridas pupilas-¿Te agradan?

-Te quedan bien-sonreí mientras miraba sus ojos con detención.

-¡Sabía que te agradarían!-sonrió tiernamente-Hola Catelynn-mencionó con alegría falsa, volteando su rostro hacia mi desanimada amiga.

-Hola-susurró en respuesta ella, observando en dirección a los ventanales a nuestro lado.

-Espero con ansias tu fiesta-Madeleine volteó su vista a mí-Estarás allí ¿Verdad?

Asentí sonriente. No podía esperar para el viernes y aún faltaban dos días completos.

-Okey. Entonces te veo en la próxima clase-dudó unos segundos-Álgebra ¿cierto?

-Álgebra-aseguré.

-¿Te sentarás conmigo?

-Quedé de sentarme con Ben…

-Claro, “El gran Ben”-ironizó- ¡Todo el mundo en esta escuela lo adora!

-Es bastante amigable.

-Bien. Te veo en clases, Marc-dijo Madeleine antes de besar una de mis mejillas y marcharse tras las vistas y aprobaciones de todos.

Catelynn me observó finalmente, bajando sus cejas en un estado de aburrimiento completo mientras tomaba otra vez el refresco y bebía un largo sorbo.

-Veo que no te agrada Madeleine-dije dudoso.

-Me agrada, pero creo que es muy maraca. Eso es todo.

Mis ojos se abrieron al escuchar tal improperio de la boca de Catelynn. Ella jamás había dicho una grosería –por lo menos en mi presencia- y escuchar una era algo inaudito.

-¿Maraca?-repetí incrédulo.

-Sí-asintió y volvió a dejar el refresco - -ahora vacío- - en la mesa -Hace tres semanas, antes de que tú llegaras aquí, escuché que se había acostado con Ben.

No pude evitar atorarme con mi propia saliva. Abrí mis ojos como grandes platos a la vez que me sentaba bien en el asiento para tragar con certeza aquella noticia.

-¿Qué?

-Eso. Madeleine se acostó con Ben, o algo así-se encogió de hombros como si nada mientras jugaba con la bombilla en su boca, tranquilamente.

-Pe… Pero ¿Acaso Ben te lo dijo?-apoyé mi peso en mis dos codos, inclinando mi cuerpo hacia delante.

-No, lo escuché por un rumor. No lo quise aclarar con Ben porque él es muy sensible en esos temas. Si le digo algo así lo más seguro es que se enfade conmigo.

Fruncí el ceño y dejé mi vista guiarse por un instinto. Pude ver a Benjamin dos mesas allá, conversando pacíficamente con el grupo de Madeleine, manteniendo dos de sus manos apoyadas en la mesa a su frente. En cuanto sintió mi vista, dirigió sus ojos hacia mí y me correspondió con una sonrisa.

Respondí con una sonrisa y volteé a ver a Catelynn rápidamente.
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¡Perdón! ¡PERDÓN! :3 [LOL]
Estuve fuera de Stgo. Y había tenido cero tiempo de escribir, pero ahora les dejo aquí su capítulo y les prometo que el próximo [el 6] será mil veces más largo [okno . . . Pero sí será largo c:]
Mi estimada editora me estuvo zamarreando para que hiciera un capítulo bien largo, pero no me resultó en éste [xdé] así que el próximo será eeeeextreeeemaaaadaaaaameeeeenteeee largo y tendrá un súper-hiper-mega-archi-requete-contra sorpresa c:
¡Las quiero!
Gracias por leer y por apoyarme :3
xoxo
Javi's Jonas
PD: Aprovecho para pedirles un favor . . . Mi editora me va a matar [no me cabe duda de aquello] pero igual lo diré. Si es que mi editora sube una novela ¿Ustedes la apoyarían? Yo la he leído y está de lujo. La quiero animar y necesito su ayuda. Bueh . . . eso c:
¡Las quiero!
JaviOfJonas
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