"The Big Ben" [Marc & Ben]

Espera!! ¡¡¿¿Qué??!! Eso ni yo lo sabía!!! Por lo menos dímelo!!! Waaa!!! POR ESO TE FUISTE DESPUÉS DE SUBIRLO!!! .......*tranquila, tranquila* bueno... ya, confio que haces lo correcto.. Ciao T.T :D

Capítulo 13

Tire mi cabeza sobre el banco, apoyando ambas manos sobre la mesa para dejar descansar mi mejilla mientras un suspiro escapaba de mis labios y se mezclaba con el aire y el ruido de la sala de clases de literatura.

Oí un ruido a mi izquierda, pero no le tomé mayor importancia y ni siquiera me molesté en subir la guardia para saber de que quien se trataba, al fin y al cabo, la respuesta era obvia. Benjamin se acomodó a mi lado con una sonrisa ensanchada que abarcaba casi la mitad de su rostro.

-Hola, Marc-saludó.

-Hola-murmuré agotado.

Levanté mi cuerpo en el asiento - - pero no lo suficiente como para estar sentado del todo bien - - apoyando el peso de mi cabeza en ambas palmas pálidas de mis manos.

-Tengo un evento de caridad-comentó con naturalidad-mañana en la tarde… ¿Me acompañarías?

Intenté hace un recuento mental de cuantas veces me había visto involucrado en los planes de diversión de Benjamin en los últimos 15 días. Si mi memoria no me traicionaba - - y estaba completamente seguro de que era así - - todo sumado daba alrededor de unos 15 ó 18 eventos. Todo eso simplemente por no haberme negado la primera vez que él había deseado salir junto a mí, el día de golf. Desde ese entonces, Benjamin conseguía mover mis horarios y mis planes para calzar él perfectamente dentro de éstos.

-¡Ben!-le llamó George. Mi amigo volteó a verle y le señaló con la mano que le esperara. Otra vez su vista se concentró en mí.

Necesitaba tiempo para mí desesperadamente. Necesitaba tiempo para mi padre. Necesitaba tiempo para Kurt. Necesitaba tiempo para concentrarme, para pensar… para aclarar todo. Y si había algo que podía asegurar con una confianza inédita, sería que conseguir todo ese tiempo se convertiría en una tortura mucho peor que de como Ben me lo quitaba.

Me erguí rápidamente en el asiento y pestañé un par de veces para acostumbrarme al fuerte sol que golpeaba el vidrio de los cristales y penetraba por las ventanas, llegando de lleno en nuestro banco que se encontraba precisamente al lado de una.

-De hecho…Yo-titubé inseguro al mismo tiempo que rascaba mi nuca-Ben…Yo…

Benjamin sonrió.

-Entonces te veo allí-y se largó de forma extraña del puesto, en dirección a George.

Otra vez el famoso Benjamin Kingman II había conseguido sin mayores preámbulos lo que deseaba.

Me sentía abolido por completo. Me estaba convirtiendo en la víctima de los juegos de Benjamin y todo parecía apuntar que las cosas seguirían siendo así por un largo tiempo. La telaraña de jugueteos y órdenes seleccionaba a Ben como ganador indiscutible mientras yo me veía enredado en la fina seda blanca y pegajosa.

Otro suspiro más salió desde mis labios. Mi vista divagó por la sala en un intento idiota de distracción hasta lograr encontrar con los ojos de Catelynn unos puestos más atrás.

Sentí como el peso de reproche era transmitido en aquella mirada de color marrón hasta caer sobre mí como mil toneladas. Me encogí de hombros al mismo tiempo que modulaba un < ¿Qué? > sordo. Catelynn, insatisfecha y hastiada, negó con su cabeza y volvió su vista a su grupo de amigas.

Me cuestioné de forma irreversible a qué habrá ido aquella mirada.

Observé anonado a Catelynn sin decir nada. Mi mente se había succionado por completo a sí misma, como un agujero negro repentino; esa era mi forma de protección instintiva frente algún golpe mental fuerte o de trauma.

Ahora no tenía ninguna duda de que las palabras de Catelynn habían afectado a mi propio sistema y me habían bloqueado entero. Ni siquiera era capaz de sentir mi respiración.

-¿Qué?-esas palabras salieron de mi boca con tal naturalidad que parecían ser de alguien más y no mías.

-Benjamin te está manipulando. Está quitándote tu tiempo.

-Dijiste algo más. Estoy seguro.

Catelynn rodeó los ojos y observó por fuera del ventanal gigante del pasillo de la escuela - - que ahora se encontraba vacía- - antes de volver a verme.

-Te estás haciendo homosexual, igual que Ben-repitió cruzando sus brazos delante de su pecho.

Sacudí mi cabeza, recopilando mi cerebro.

-Creo que fue eso.

Aún sentía como una explosión rebotaba por mis tímpanos, entraba en mi oído y salía. Volvía a entrar, volvía a salir. Una y otra vez. Era como mil cristales rompiéndose simultáneamente sin fin, cayendo, trisándose, reconstruyéndose y volviendo a caer. Circulo vicioso provocado por el impacto de las palabras.

-Marc-llamó Ryford. Volví mi vista hacia ella en un instinto-¿Me estás escuchando?

<<No>> pensé.

-Me debo ir-anuncié antes de dar paso a mi retirada espontanea.
Los pelos de Kurt me hicieron dar un estornudo que me hizo recuperar la razón y volver conectar cable a tierra antes de volverme loco con el propio debate de mi cabeza. El gato se posicionó sobre mi pecho, apoyándose de sus esponjosas patas antes de tirar su cuerpo completo sobre el mío. Pasé una mano por sobre su pelo al mismo tiempo que un gorgoreo tranquilo e incesante salía desde lo más profundo de su garganta.

-Aún lo siento-susurré observando la sombra del árbol en el antejardín refractada en el techo de mi pieza.

El viento soplaba y movía las ramas, botaba algunas hojas y se detenía. Así sentía a mi propio cerebro, funcionando a ratos.

¿Cómo pude dejar que algo así pasara? ¿Cómo me permití hacerme eso?

Hace unos meses me encontraba en la cima de la fama junto a Tom Galway… fiestas, excesos, chicas…. Me encontraba en lo más alto de la escala social, en la felicidad más amplia que se podía adquirir en la secundaria. Podía ver a todo el mundo sufrir desde aquel lugar, podía ver como todos eran infelices e intentaban seguir mis pasos.

Me encontraba en la cumbre del Big Ben, saludando a todo el mundo desde mi dichosa vida… y ahora… ahora había caído, había tocado fondo. Con solo poner un pie en Texas logré ganarme mi propia muerte. Con el primer paso que di desde el avión en el aeropuerto de EEUU me lancé al vacío desde los 96 metros que significaba aquel majestuoso Big Ben y di paso a la tortuosa y lenta caída final. Ahora había tocado fondo.

De seguro que si Catelynn Ryford no me hubiera dicho con todas sus palabras que yo me hacía gay poco a poco, jamás hubiese sido capaz de aceptarlo.

Kurt se removió por sobre las tapas de mi cama hasta conseguir ubicarse a un lado mío. No me moví.
Tenía que salvarme de todo aquello de alguna forma… Tenía que salvarme de las manipulaciones incesantes de Benjamin…. ¿Pero cómo? Era imposible. No había salida. Sus manipulaciones y monopolizaciones eran tan perfectas que aún encontrando salida a ellas de seguro me toparía con otra muralla de palabras que me harían cambiar de opinión en menos de un segundo y volver a caer en el juego.

Tenía que salir de allí cuanto antes y solo había una forma de hacerlo: Volver a Londres.

Lo único que necesitaba era una razón para volver que encubriera mi real huida. Si tan solo consiguiera aquella razón….

Recibí con una sonrisa casi fingida en mi rostro la copa que me ofrecía amablemente la camarera. Bebí un sorbo del néctar de durazno y luego volví a concentrarme en la charla animada que mantenía Benjamin con unos empresarios cuarentones de alto nivel.

El rostro de impresión y envidia de aquellos hombres era lo suficientemente notorio como para notarlo por sobre esa sonrisa estirada que todos regalaban con estupefacción a mi amigo. De seguro todos los empresarios deseaban tener un hijo como Benjamin.

-…Como ya sabrán, las acciones de la empresa de mi familia bajaron en un 2% en los últimos meses- todos los presentes asintieron con atención, aceptando las palabras de Ben-Aún así, he conseguido reconstruirlas a su nivel normal gracias a un pequeño plan de emergencia que ocupé. No tienen nada de qué preocuparse, señores estimados. Las empresas Kingman no quebrarán jamás-afirmó mi amigo, levantando la copa entre sus dedos.

Todos le siguieron. Me vi obligado a hacer exactamente lo mismo y corear un <<Salud>>.

De a poco la gente se fue dispersando del círculo social de Benjamin y nuevamente nos encontrábamos solos en la mesa redonda cubierta por un mantel blanco. Las llamas de la vela flameaban y cubrían cada pedazo que podían, lo que no, era sustituido por una amarga sombra obscura.

-¿Y tu padre?-consultó mi amigo, levantando una ceja al mismo tiempo que la copa de cristal viajaba a tocar sus labios.

-Se ha perdido en cuanto llegamos. De seguro está conversando con alguien-respondí algo frío.

La luz de la tarima frente nosotros se encendió incandescente. Las vistas voltearon a observarla mientras el murmullo de voces parlantes era acallado para dejar paso a un silencio absoluto.

Benjamin se sentó bien en la silla y dejó descansar su jugo sobre la mesa.

-¿Te sucede algo?

Froté mi mentón, acomplejado. En ese momento me sucedían muchas cosas y no sabía perfectamente por dónde empezar… Quizás por la parte en la que me devolvía a Londres.

Desde la tarima salió una mujer atractiva que hacía resaltar su cuerpo con un sencillo vestido formal negro detallado con brillos. Ella se dirigió al pódium que se hallaba en el centro de la tarima y que tenía una figura incrustada en el medio de éste. La luz le siguió a la mujer hasta que alcanzo el podio, ésta se ubicó y esperó unos segundos más el silencio completo del lugar. Cuando por fin se vio complacida con la quietud, se dirigió a hablar.

-Estimadas autoridades, empresarios, asistentes; quisiéramos dar el comienzo de esta actividad caritativa con el discurso preparado por el joven Benjamin Kingman II, dueño legítimo de las empresas Kingman, y niño prodigio de nuestro estado-señaló a Ben con una sonrisa-Un aplauso para él.

-Me dices luego-murmuró Ben

Y así como ella lo ordenó, un multiplicado ruido de palmas inundó el lugar al mismo tiempo que Benjamin se levantaba del asiento y arreglaba sutilmente las mangas de su traje. Me dirigió un guiñó de ojo antes de encaminarse el pódium. Él repitió la acción de la señora y esperó el silencio completo que le fue acreditado en cosa de segundos.

-Estimados-anunció Ben por el micrófono-Gracias. Les agradezco por ésta oportunidad en la que me dejan sacar el lado humanitario que contienen las empresas Kingman-sonrió-Es un placer tener ésta cena con ustedes y con mis trabajadores, es un placer estar aquí-hizo una pausa en la que todo el mundo se inclinó leve hacia delante, esperando el resto de la charla- Dejando de lado aquello, les hablaré realmente de la razón por la cual nos encontramos reunidos todos aquí. Ya todos me conocen y me etiquetan como pequeño genio; claramente no se equivocan-todos soltaron una pequeña carcajada ante la poca modestia de Benjamin, incluso él mismo se vio contagiado, pero en cosas de segundos volvió a la naturalidad-pero… ¿Alguien se ha preguntado sobre los pequeños genios que se mantienen allí afuera, esperando? Yo sí. Como siempre, nos hemos preocupado de cada uno de nuestros trabajadores, cuidando al máximo posible cada una de sus vidas y sus familias… Es por aquello que nos encontramos hoy aquí-miro en dirección a un lugar que era tapado por el elegante terciopelo azul que era ocupado como cortina de la tarima-Con mucho gusto, me complazco en presentarles a Angeline Goff-en cuanto aquel nombre fue pronunciado, una niña de unos 11 años se asomó tímidamente por la tarima, ubicándose en el lado izquierdo del pódium-Esta pequeña es la niña prodigio de la familia Goff. Ella es una excelente estudiante, y, gracias a sus esfuerzos se ha ganado una beca para el resto de su vida en estudios, alimentación y salud. Así que por eso les pido un aplauso para ella.

Nuevamente la turba aplaudió.

-Dando por conocida a la joven Angeline, les dejó para que disfruten de ésta pequeña celebración que la conmemora a ella.

Y más aplausos, todos entusiasmados.

Así transcurrió la velada, entre risas falsas, comentarios formales y estadísticas altas. Así era la vida de un empresario con un éxito en su vida… supongo que me debería acostumbrar ya que soy el único hijo de mi padre.

Para la media noche, Benjamin salió del recinto y se dirigió a paso silencioso al patio delantero, donde le esperaba su auto formal de marca Audi.

-¿A dónde vas?-pregunté persiguiéndole a duras penas.

Benjamin se volteó a verme.

-Lo siento-comentó parando su marcha-pensé que te habías ido ya.

-¿A dónde vas?-repetí.

-A mi casa, mañana tengo clases.

Relamí mis labios y rasqué nerviosamente mi nuca que estaba casi cubierta completamente gracias a la camisa fina del terno gris.

-Tengo que hablar contigo-comenté asustado.

Benjamin se dio media vuelta y soltó un suspiro amargo.

-Ahora no, Marc. Estoy cansado.

-Escúchame-pedí armándome de valor.

Necesitaba decirle que me iría y que no volvería jamás.

-No. Me voy-reclamó reanudando su caminata en dirección al automóvil que le esperaba con la puerta trasera abierta por un elegante mayordomo.

Corrí tras de él y le tomé de una manga. Benjamin volteó sus ojos azules en dirección a mí.

Me sentía acorralado e incluso acongojado por el asunto. Sentía que en cualquier momento mi posición firme se podía desmoronar por completo o que en cualquier momento mi mente cambiaría de planes en un chispear de dedos de Ben.

Intenté mantenerme con el pecho erguido y con la vista convencida.

-Me iré a Londres, Benjamin-anuncié rápidamente.
.................................................................................................................................................................................................

Jeejejejejeje.... Las amenazas son mi mejor recurso :D Me agrada que a las demás personas les agrade :3 Lo haré más seguido... ¿o ya lo hago bastante seguido? O.o bueno... seguiré con mi trabajo :D Que bueno que les guste!! Yo tambien adoro esto!! Me da más experiencia :D

Capítulo 14

Un balde imaginario de agua fría recorrió mi columna vertebral, desapareciendo de a poco tras dejar marcado su camino por mi piel. ¿Era miedo? Sí. Era miedo.

-¿Qué?-preguntó frunciendo el ceño y volteando completamente hacía mí.

Aquella sensación de encierro aumentaba aún más con cada segundo en el que no era capaz de responderle a Benjamin.

-Me voy.

Él resopló por su nariz y observó con indiferencia a la noche estrellada, rodeando en círculos su vista para luego volver a encarcelarme en el color azul profundo de su iris.

-Ah ¿Sí?-enarcó ambas cejas con una expresión de ira y asombro-¿Se podría saber por qué?

Relamí mis labios y rasqué nerviosamente mi mejilla izquierda.

-Me quiero ir-contesté con la vista baja.

La mano derecha de Benjamin se dirigió - - en un movimiento rápido que no alerté- - a mi cabeza para levantarla y obligarme a observarle y hacer frente. No podía mantener mi posición cuando me hallaba así. No se podía.

-Lo que tú quieres no es irte-corrigió él-Quieres escapar de la verdad, y no puedes. No hay nada más absurdo que esconder tu verdad, Marcus. Te perseguirá por el resto de tu vida, lo sabes.

Su tono de voz bajaba un par de notas hasta hacerse pasar como inocentes palabras; su vista se concentraba en mis pupilas únicamente y no cortaban el contacto visual… Era eso. Simplemente con eso él lograba que yo hiciera lo que deseaba, que cediera fácil frente sus deseos. Era como caer víctima de una hipnosis irremediable y eterna.

<<Mantente fuerte>>

Quité su mano de mi mandíbula en un movimiento brusco y me alejé un par de pasos. Benjamin quedó estático. Me enorgullecí durante unos segundos por lograr salir de aquello, pero prontamente volví a la realidad. Aún esto no se acababa.

-Basta. No es así. No tengo ninguna verdad que esconder-dije en posición de convicción.

Ben sacudió su cabeza, despertando de su estupefacción. Me observó frívolo.

-¿Qué tal el hecho de ser homosexual?

Apreté mis labios.

-¡No lo soy!

Rió amargamente y enarcó sus cejas en gesto de incredulidad.

-El enamorarte de un hombre es un hecho suficiente* -acusó.

-Pues para mí no.

Benjamin volvió a su expresión de austeridad que adoptaba cada vez que se veía inconforme con algo.

-Si crees que te irás tan fácil debes saber de ya que no será así-amenazó sin dudar.

-No puedes obligarme a quedarme aquí.

-Intenta irte, porque no podrás jamás-metió su mano derecha en uno de los bolsillos de su pantalón, sacando de forma rápida su Blackberry. Observó la pantalla y luego volvió a concentrar la atención en mí-¿Comprendido?

No respondí.

Benjamin se alejó a paso seguro hacia el Audi que aún le esperaba en la acera. Entró en el automóvil por la puerta que el mayordomo mantenía abierta para él en el mismo momento en el que contestaba la llamada.

Le vi alejarse, desconcertado.

Minutos más tarde logré salir de mi sorpresa. Observé mis palmas y logré diferenciar 4 medialunas marcadas en mi carne gracias a mis uñas… me había mantenido presionando las manos y no me había dado ni cuenta. Las volví a empuñar y me dirigí al árbol más cercano, golpeé una vez con ira y luego dejé que mi cabeza descansara en el tronco de éste.

Suspiré.

Sabía que algo así sucedería. Sabía que Benjamin haría eso… sabía que él saldría victorioso. Aún así, no me detuve ¿Por qué?
-Marcus-mi padre me llamó desde la cocina.

Levanté la vista de la taza de té y dediqué las pocas neuronas que tenía despiertas a las 7 de la mañana a mi padre.

-Dime.

-Creo que tenemos que hablar en cuanto regreses de la escuela ¿Está claro?

¿Y ahora que podría ser? El asunto era irrelevante, de todos modos. Por suerte ésta sería una de las últimas charlas sin sentido de mi padre. ¿Por qué no darle el gusto y hacer que se sienta un padre responsable por una vez en su vida? No había crimen ninguno en aquello.

-Está bien-correspondí agotado antes de tomar un largo sorbo de té oriental.

Abrí el casillero con la llave que colgaba desde el llavero. Observé los cuadernos con poca atención y me concentré más bien en mis pensamientos.

Quizás contarle todo lo que sucedía entre Ben y yo a Catelynn reforzaba la idea de que me hacía homosexual poco a poco, al fin y al cabo, jamás me había preocupado tanto por una relación de amistad con algún hombre. Pero… Necesitaba de alguna forma contarle todo esto a alguien, y allí estaba Catelynn.

Ryford tocó mi brazo con su codo al mismo tiempo que señalaba con sus pupilas en dirección al pasillo.

Me devolví a la realidad en cosa de segundos y giré sobre mis talones.

Pude ver como Benjamin esquivaba a cada adolescente que se interponía en su camino. Sus ojos estaban cubiertos totalmente por unas gafas oscuras mientras un bluetooh se agarraba de su oreja y se hacía notar gracias a una luz parpadeante azul incesante. Ben se llevó una taza de café Starbucks a sus labios y continuó su marcha por el pasillo sin darse la menor molestia con botar a cada persona que se opusiera.

<<Empresario>> pensé meneando mi cabeza negativamente.

Sentía como cada rastro de amabilidad era borrado con goma del carácter de Ben a través de cada paso. Quedaba un manchón en su lugar, ocupando aquel espacio.

Finalmente el joven Kingman entró en la sala de química. Cerró la puerta de un golpe que remeció las paredes.

-¿Alguien sabe qué le sucede?-consultó Catelynn.

Resoplé molesto. Me volví hacia el casillero y busqué con la mirada el cuaderno de ciencias. Ignoré por completo la pregunta de mi amiga debido a la obvia respuesta.

-Yo sé-sentí la voz de Lauren aparecer de la nada.

Mis ojos se abrieron sorprendidos instintivamente frente al casillero al mismo tiempo en el que se congelaban mis músculos como si fuesen un bloque de hielo. Con suerte era capaz de sentir mi respiración… con suerte.

Sabía que Lauren Kingman me odiaba con toda su alma debido a la extraña cercanía que mantenía con su hermano. Sabía que se si me topaba - - aunque fuese por casualidad - - con ella terminaría hecho papilla. Sabía que si Lauren se proponía pegarme una vez más, lo conseguiría: Ahora Ben no estaba para protegerme.

-¿Puedes decirme?-pregunto Ryford.

No me moví.

Una mano pálida y delgada se apareció en la mitad de mi vista, entrometiéndose dentro de mi casillero. La mano buscó titubeante entre mis cuadernos apilados y sacó uno que me extendió golpeando contra mi estomago. Mis manos se agarraron al cuaderno instintivamente gracias al golpe. Volteé.

-¿Qué haces?-pregunté, sorprendido hacia Lauren, en un hilo de voz.

-La próxima clase te toca conmigo y necesito hablarte. Acompáñame antes de que rompa mi promesa con Ben y decida que es mejor extinguirte de éste planeta-respondió en su típico tono seco y la cara seria.

Lancé un gemido ahogado y me propuse seguir su marcha hacia la sala correspondiente sin titubear.

Cerré el casillero y le puse candado.

Moví el lápiz de forma impaciente entre dos de mis dedos, golpeando los extremos del lápiz alternamente en contra del cuaderno abierto sobre mi pupitre. Tragué saliva y observé hacia mi derecha, donde se encontraba Lauren.

Esto era desquiciado. Por primera vez me encontraba de forma civilizada sentado al lado de Lauren sin que puñetazos y amenazas volaran de lado a lado…. Las cosas hasta ahora parecían calmadas, pero eso se debía únicamente al hecho de que Lauren no se decidía a hablar y prefería tomar apuntes de cada palabra - - por muy insignificante que fuese- - del profesor de ciencias.
Relamí mis labios nerviosamente y me incliné un poco hacia Lauren.

-¿Vas a decirme qué sucede?-pregunté en un murmullo poco audible.

Lauren resopló, meciendo su flequillo rojizo con el viento procedente de lo más profundo de su garganta.

-Sale de mi espacio cuadrado, ahora-ordenó en un tono frívolo.

Me alejé los mismos centímetros que me había inclinado hacia ella; pero esta vez, con un susto corriendo por mi médula espinal.

-Bien.

Lauren tiró la pluma negra sobre la mesa, dejando de lado cualquier ánimo de continuar la clase. Se estiró por la silla y me observó perezosa.

-¿Quieres saber qué sucede? La cosa es muy simple. Te necesito.

Enarqué ambas cejas.

-¿A mí?-me señalé con un dedo.

-A ti-confirmó asintiendo con la cabeza-Benjamin ayer no durmió nada pensando que te ibas. Estuvo la mitad de la noche llamando hacia los aeropuertos de los alrededores de Dallas-enumeró con sus dedos- : Desoto, Fort worth, Denton, Mc Kinney, Sherman… Y eso por no nombrar el estado de Texas por completo. Estuvo pendiente de cada vuelo que tenía como dirección Londres o que hacía escala allí… Creyó que te ibas de inmediato.

-¿Toda la noche?

Sonrió amargamente.

-Toda la noche, la madrugada y la mañana. Creo que hasta fue a bañarse con el celular en la oreja-suspiró y observó la manicura negra de sus uñas con despreocupación-El asunto es que le importas. Cuando fui a las 3 de la mañana a preguntarle qué hacía despierto, me contestó “Marc se quiere ir y te juro por mi nombre que no saldrá de aquí”-imitó la voz de su hermano-Acto seguido: Volteó al computador que tenía en frente y se mantuvo pendiente de los vuelos internacionales, nacionales y cualquier cosa que llegara a Londres. Pagó sumas inéditas para que todos los vuelos que contuvieran tu apellido no salieran del área. Se salió con la suya; ningún vuelo que llevara a bordo algún pasajero con el apellido “Holly” despegó anoche, y créeme-me señaló durante un segundo- tu apellido es más común de lo que crees. Recién a las 6 de la mañana, cuando me desperté para ir a verlo, le dije que podría llamar a tu padre para saber si te habías ido. De seguro le estaba llamando mientras entraba a la escuela, porque mi madre le quitó el celular para que comiese.

-¡Espera!-detuve su habla en una interrupción sorpresiva. Levantó su vista hacia mí-¿Tu madre? ¿Tu madre sabe?

-¡Claro que no!-hizo una mueca obvia-Benjamin le dijo que estaba hablando con unos proveedores muy importantes y bla, bla, bla-rodeó sus ojos-Por lo menos le creyeron, que es lo importante.

-Bien-suspiré aliviado-sigue.

-Entonces llamó a tu padre, confirmó que no te ibas y ahora sigue con el celular pegado a la oreja, pero no tengo la menor idea de por qué.

-Así que me quieres para saber eso-concluí nervioso.

-No-se levantó del asiento, a la par en la que sonaba el timbre de recreo-Necesito que hagas a Ben feliz. Te quería pedir que te quedaras, eso es todo.

Parpadeé nervioso sin poder analizar las palabras perfectamente. Mi voz se hizo nula al igual que mi capacidad de pensar. Para cuando quise contestar, Lauren y el resto de la clase - - incluido el profesor - - ya se habían largado.
................................................................................................................................................................................................

Ben es sexy y punto!! No tienes que andar informando cada cosa que hago Javi-chan-sensei!! ¬___¬ Además (Yo te respondo Patu) nunca te llegué a amenazar con el cuchillo... bueno.. hoy si pero ese día solo fue por que me pasaron el cuchillo(era de mantequilla ._.') y yo solo lo sostuve preguntado si te podía tocar con él :D no es tan grave :P Yo y un cuchillo no son mala combinación... tal vez un cuchilo más mi puntería pero nunca(excepto por hoy claro jejeje) he tirado un cuchillo contra alguien... Hoy fue especial!! Hace tiempo que no llevaba mi propio cuchillo >.< es tiernoo sin filo y largo :P ... Bueno basta de instinto asesino... Sigue Escribiendo así.. Mi quiere esos capítulos :D

 

Capítulo 15

Un pequeño rugido a mis espaldas me señaló la partida de Oliver junto con el Mazda negro. Inhalé aire y me erguí bien; tomé la correa de la mochila, colgada a mi hombro, y le apreté con fuerza en el mismo momento en el que decidí caminar en dirección a la casa.

Desde la ventana que daba hacia el living escapaban pequeños rayos de luz incandescentes. Era ya casi de noche.

Pise el pasto con despreocupación para apurar el paso. No podía permitir que me regañaran ahora.

Kurt saltó desde la baranda de metal del porche y me saludó con su maullido peculiar, en tonos perezosos y lentos. De seguro quería comida. Me acerqué a él y le tomé entre mis brazos con una sonrisa en mi rostro.

-Me has estado esperando ¿Eh?-dije bajo.

El gato se limitó a maullar una vez más.

Liberé una de mis manos y la extendí para golpear la puerta, pero antes de que lo lograse, ésta se abrió por si sola mientras mi padre, rojo de furia, aparecía por el umbral.

Tragué saliva.

-Hola-dije despacio.

-Entra-invitó haciéndose a un lado. Obedecí. Rick soltó la puerta y ésta se cerró de un golpe-¿Qué haces llegando a estas horas? Y más te vale que tengas una excusa creíble.

Dejé a Kurt en el suelo. Me paré nuevamente y arreglé con una mano el gorro verde sobre mi cabeza, que me había regalado Madeleine, mientras con la otra soltaba la mochila.

-Lo siento. Se me hizo tarde hablando con Catelynn.

Rick enarcó sus gruesas cejas.

-¿En serio?-ironizó-Vaya, que raro… Llamé a Catelynn hace media hora y me dijo que ustedes no se habían hablado desde el almuerzo. ¿Se podría saber dónde estabas?

-Con Catelynn, ya te lo dije-respondí dudoso.

-¡Di la verdad!

-¡Estaba hablando con Catelynn! ¡Punto!-que mentira más frívola e increíble, pero debía salvarme de la verdad de alguna forma.

-Escúchame, Marcus –mi padre avanzó en zancadas hacia mí, hasta quedar lo suficientemente cerca como para que pudiera sentir el calor de ira que expedía su cuerpo con cada aliento -¡Nadie, pero nadie, viene a mi casa y me miente como si nada! ¡Mucho menos mi hijo! Así que en éste preciso instante me dices dónde demonios estabas.

Fruncí el ceño.

-¡Me quedé hablando con Catelynn! ¡Allí vas tú a saber si me crees o no!-argumenté exaltado en furia- ¡Pero yo te estoy diciendo la verdad!

Mi padre hurgó en el bolsillo trasero de su pantalón de jeans y sacó en cosa de segundos la Blackberry blanca de éste. Apretó una tecla y me enseñó la pantalla bruscamente.

-Ésta es la última transacción de tu cuenta- explicó –Allí sale que hace media hora retiraste 1.922 dólares. ¿Se podría saber para qué?-preguntó en un intento fallido de sonar calmado.

Chasqué mi lengua y observé al vacío sin responder por unos largos segundos.

-Los necesitaba.

Rick guardó nuevamente su celular y se cruzó de brazos en el mismo tiempo en el que apoyaba su peso en el respaldo del sillón tras de él.

-Benjamin II Kingman me llamó hoy para preguntarme si de verdad te ibas…-maldije en silencio a Ben- ¿No será que querías tanto dinero para irte de vuelta a Londres?

-¡Sí!-asumí exhausto, encogiéndome de hombros- Me quiero ir de acá. Quiero ir a ver a Ella; quiero ir a ver a Tom; me quiero olvidar de todo esto.

-Pensé que ibas a pasar tu cumpleaños aquí.

Sonreí al ver una barata escapatoria a mi estadía aquí en el comentario de mi padre. Volví a mí expresión serena en cosa de segundos y otra vez hice el intento de irritarme con facilidad.

-¡Quiero pasar mi cumpleaños con mi madre!-exclamé como típico adolescente americano mimado.

-¡Perfecto!-Rick se levantó del respaldo del sillón. Kurt huyó escaleras arriba cuando mi padre estuvo a medio punto de pisarle su peluda cola- ¡Porque tu madre y tu hermana vendrán hacia acá!-a pesar de la noticia, él no pudo dejar su tono de cinismo de lado.

Abandoné mis pensamientos de escapatoria para bloquearme por completo frente aquella idea.

-¿Hacia acá?-señalé el suelo de la casa-¿Te refieres a Texas?

-Me refiero a que la próxima semana llegará tu madre junto a Ella para pasar una semana aquí por tu cumpleaños-aclaró más calmado.

-¿En la casa?-fruncí el ceño involuntariamente al pensar en la escena que habría.

-¿Cuál es el problema? ¿No es eso lo que deseabas toda tu vida desde que nos separamos con tu madre?

-¡Ahora no!-grité haciendo una mueca. Tomé mi mochila y me dirigí a las escaleras.

-¡Qué mal!-exclamó con reproche desde la primera planta mientras yo subía a pasos agigantados los escalones-¡Porque tu madre vendrá sí o sí!

Gruñí improperios y seguí el resto del camino conteniendo mis ganas de explotar en gritos.

-¡Ah! ¡Y devuelve ese dinero a tu cuenta mañana en la mañana!

Inhalé aire y lancé un grito ahogado en el mismo instante en el que cerraba de golpe la puerta de mi pieza. Rick gritó un par de cosas más desde la primera planta, pero con la distancia - - y mis ganas de matarle - - ni siquiera me molesté en hacer el esfuerzo de escucharle.

Bufé molesto y me recosté en la cama, exhausto. Saqué mi gorro con una mano y le lancé sin importar donde cayese mientras guiaba una de mis manos en dirección a mi oreja y acariciaba el arete. El celular en el bolsillo de mi pantalón vibró mientras sonaba la canción de repique. Llevé el aparato a mi oreja tras apartar un mechón de cabello de mi vista.

-¿Ya te han regañado?

Salté del susto en la cama en cuanto reconocí la voz. Me incorporé del colchón y observé la pantalla para confirmar las ambulantes dudas que pudiesen quedar en mi mente.

-Benjamin-reconocí, molesto-Gracias a ti acabo de perder la oportunidad de largarme de aquí ¿Feliz?

-Te dije que no te podrías ir ¿No es cierto?-rió malévolo-Pues ahí lo tienes. Que no te quepa duda ahora.

-¿Para qué demonios me quieres aquí? ¿No te das cuenta que continuar con algo que no da para más no es correcto?

-Te equivocas rotundamente, Marc. Además, ir en contra de tus sentimientos es incorrecto.

Rodeé los ojos y observé aireado por la ventana como llegaba de a poco la luna a su máxima expresión en medio del cielo estrellado y centellante. Llené mis pulmones de aire - - como si fuese valor - - antes de atreverme a contestar.

-¡Yo no siento nada por ti, Ben!

-Continúas equivocándote.

-¡Asume que has perdido! ¡Se acabo!

-Asume que me amas, primero-exigió furioso, adquiriendo rápidamente una expresión autoritaria.

-¡Pero no es así!

-Llámame cuando te decidas a aceptar la verdad.

El sonido de fin de llamada salió del parlante al lado de mi oreja, dejándome con todas las ganas de contestarle dentro de mi boca y con las palabras amarradas a la lengua para evitar escupirlas en un arranque de ira.

Lancé aire - - en vez de insultos - - en contra del teléfono.

Segundos más tarde volvió a vibrar el aparato entre mis dedos; ésta vez era un mensaje.

“Casi lo olvidaba. Mañana te acompañaré al aeropuerto para que puedas recibir a tu madre junto a tu hermana… Así me aseguro de que no escaparás.
Ben”

Apreté el celular entre mis dedos mientras una fuerza de impotencia se apoderaba de mí ser. Lancé el objeto al colchón y golpeé con la mano derecha empuñada una de las paredes de mi cuarto, logrando que las murallas vibraran junto con algunos objetos.

-Es un perro-susurré.

.................................................................................................................................................................................................