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Mensaje por peralta. Sáb 12 Sep 2015, 7:17 pm

Double Rainbow  - Página 43 2841648573
peralta.
peralta.


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Mensaje por Atenea. Dom 13 Sep 2015, 7:38 pm

Bella Steph, yo comento tu hermoso capítulo este miércoles que no tendré clases bc feriado en el país, uk Double Rainbow  - Página 43 2841648573 (pero tu ya sabes de màs que lo amè por completo ;________; )y me pongo a trabajar y terminar mi capítulo para subirlo este fin de semana que viene Double Rainbow  - Página 43 1477071114
Atenea.
Atenea.


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Mensaje por nayeon. Dom 13 Sep 2015, 7:41 pm

♡♡♡♡♡♡♡♡♡
work it gin
nayeon.
nayeon.


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Mensaje por Atenea. Dom 13 Sep 2015, 7:47 pm

sofiaaaaaaaaaaaaaaaa, igual debemos ver tu y yo la trama de los hermanos ;_________;
Atenea.
Atenea.


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Mensaje por nayeon. Dom 13 Sep 2015, 7:49 pm

Tenemos que cordinar horarios gin )-: mañana!!
nayeon.
nayeon.


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Mensaje por Atenea. Dom 13 Sep 2015, 7:50 pm

Yeap, de hecho te iba a decir que mejor mañana bc ocupada ahora ;_____; Double Rainbow  - Página 43 1477071114
Atenea.
Atenea.


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Mensaje por indigo. Miér 16 Sep 2015, 12:42 pm

Capítulo Double Rainbow  - Página 43 3136398239 Double Rainbow  - Página 43 3136398239
indigo.
indigo.


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Double Rainbow  - Página 43 Empty Re: Double Rainbow

Mensaje por hange. Dom 20 Sep 2015, 11:12 am


Holaaaa, acá la chica que deja que los comentarios se le junten en esta nc Double Rainbow  - Página 43 1054092304
pero, como siempre digo, mejor tarde que nunca Double Rainbow  - Página 43 77880782

kate:

tessa:

steph:

hange.
hange.


http://www.wattpad.com/user/EmsDepper
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Mensaje por peralta. Dom 20 Sep 2015, 1:09 pm

Ems Double Rainbow  - Página 43 1022085747 muchas gracias por tu hermoso comentario Double Rainbow  - Página 43 1022085747 me alegra mucho que te hayas reído bastante con el haha, ya que la comedia no es de mis fuertes(?) pero muchas gracias Ems Double Rainbow  - Página 43 1022085747
peralta.
peralta.


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Mensaje por indigo. Dom 20 Sep 2015, 1:50 pm

Ems amo tus comentarios, te lo digo siempre pero es que los amo en serio Double Rainbow  - Página 43 1477071114 muchas gracias, me alegra que te gustase el capítulo Double Rainbow  - Página 43 1857533193

Pd: Haré que la familia de Salow haga un viaje a Chicago para que Hattie se muera de risa con ellos xd
indigo.
indigo.


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Double Rainbow  - Página 43 Empty Re: Double Rainbow

Mensaje por hange. Lun 21 Sep 2015, 5:44 pm

es que morí con sus caps chicas muack

SI, VOTACIÓN PARA QUE LA FAMILIA SALOW VISITE CHICAGO Double Rainbow  - Página 43 3275125450
hange.
hange.


http://www.wattpad.com/user/EmsDepper
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Double Rainbow  - Página 43 Empty Re: Double Rainbow

Mensaje por Atenea. Jue 24 Sep 2015, 9:48 pm

Que sepan que ya ando trabajando con el capítulo, y créanme cuando les digo que se viene largo Double Rainbow  - Página 43 3145614072 Double Rainbow  - Página 43 2841648573 y así recompenso un poco la demora, pero ya saben, la Universidad no es para nada ligera ;___; y entro a período de exámenes la semana que viene, pero espero ya subir capítulo para el otro viernes Double Rainbow  - Página 43 1477071114

pd. btw, debo comentarios aquí de igual manera, así que disculpen, pero si he amado los capítulos más no tengo tanto tiempo de sobra para comentarlos como lo merecen ;___; Double Rainbow  - Página 43 1477071114
Atenea.
Atenea.


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Double Rainbow  - Página 43 Empty capitulo 20 parte I

Mensaje por Atenea. Lun 26 Oct 2015, 6:27 pm

hola a todaaaaas Double Rainbow  - Página 43 1477071114

CAPÍTULO 020. PARTE I.
Por: markott.
– Emmet, Gordon, Avery, Jordan, Mitchell, Ayrton, Michael.




Tarde. Como usualmente le pasaba todas las mañanas. No sabía si era porque su despertador no servía, o porque simplemente su cuerpo le pedía un tiempo más de descanso. Debía agradecerle con algo más que simples palabras a Stevie el hecho de que ella lo sacara de su profundo sueño. Se mentalizó usar parte de sus ahorros para comprarle algo el fin de semana próximo a modo de agradecimiento por estar al pendiente de él, porque de ser por sí mismo, no habría asistido a un 80% de las clases desde que se conocieron.

Termino de atar los cordones de sus zapatos, tomo su mochila, la cual solo llevaba cuando mucho una libreta para todas sus materias, y bajo a la primera planta de su casa.

— ¿A dónde crees que te diriges, bueno para nada? —ciertamente no pensaba que debía pasar por eso de nuevo esa mañana. Era demasiado temprano para pelear, y a decir verdad, le sorprendió a Avery el hecho de que ese señor estuviera despierto y no desparramado en el sillón o tirado en el suelo sosteniendo una botella de licor mientras roncaba.
— Tal y como te respondo todos los días: no es asunto tuyo, y siendo sinceros no creo que te interese el saber dónde rayos me encuentro. No nos engañemos, lo mejor para ti sería que yo desapareciera de tu vida para siempre —y tal como sucede por lo menos una vez al día, el puño de su padre se estampo contra su cara. Dolía, y sabía que más tarde saldría un gran moratón en esa zona, pero la rabia que tenía por dentro lograba disminuir el ardor originado por el golpe, y empezó a sentir el desagradable sabor a hierro dentro de su boca.
— ¡A mí no me respondes de esa manera, insolente malcriado! ¡Soy tu padre, que no se te olvide! —el aliento alcohólico solo le causo más repugnancia por ese señor y que su estómago se revolviera por el hedor que emanaba.
— ¿Sabes? Primero deberías buscar el significado de lo que es ser un verdadero padre, ponerlo en práctica y así poder atribuirte ese papel, porque créeme, estás a miles de kilómetros de considerarte uno —sabía que no debía haber respondido, así que no le sorprendió el siguiente golpe, aunque agradecía que fue en el mismo lado, lo último que quería era tener ambas mejillas moradas a lo largo del día.

Esta vez pensó antes de actuar, así que solo vio con ojos inyectados de desprecio a su padre y arrancó su caminata fuera de su casa.

— Hey, Avery, buen… —no dejo que terminara su saludo y la enfundo en un abrazo. Necesitaba uno en ese momento para serenarse por completo y no volver a su casa a darle su merecido a su padre, y la única persona que podría calmarlo era Stevie—. ¿Todo bien?
— Si… solo necesitaba un abrazo tuyo, Stevie —le confesó con completa sinceridad. Sintió como su amiga apretaba aún más el agarre y aquello lo hizo sentir mucho mejor.
— Dios… Avery, pero mira cómo te quedo la cara —comento la rubia al separarse y observar el rostro de su amigo. Él solo se limitó a reírse ligeramente por el comentario. Tomo de la mano de su mejor amiga para emprender camino a la Universidad y así alejarse de su casa lo más rápido posible antes de que aquel señor saliera a gritarle o pegarle de nuevo.

±±±


Podía decirse que Jordan se encontraba lo más cercano a la felicidad en estos momentos. Las personas que más significaban para ella estaban a su lado: Jedd, quien había vuelto de Europa; Zarina, a la cual consideraba como la hermana que nunca tuvo; Alec, quien siempre estaba ahí para subirle el ánimo; Beverly, su prima que recién se había mudado a la ciudad, la cual curiosamente viviría con Michael, quien era otro buen amigo para ella. Teniéndolos a su lado no le faltaba más, pero no podía engañarse a ella misma… Le faltaba esa pisca en su vida, esa ilusión y la sensación de plenitud y el estar completa en todo su esplendor. Le hacía falta el amor de parte de esa persona especial… le hacía falta Gordon, y dudaba llegar a amar a alguien como lo hizo con él. Y es que un amor tan fuerte era casi imposible de sentir nuevamente por alguien diferente.

— ¿Dónde dejaron a la bolita de ternura de Harlow? —Jordan, Zarina, Jedd y Alec habían ido a desayunar a la cafetería donde trabajaba Hattie para empezar bien la mañana.
— Está con su padre —respondió Zarina viendo con curiosidad y gracia a la pelirroja—. Hattie… estás llena de harina, ¿te diste cuenta de eso?
— Oh, por supuesto, pero descuida, estaba terminando unos rollos de canela. Además, la harina y yo somos uno solo —le restó importancia y dirigió su vista hacia el castaño de ojos azules, notando como había cierta incomodidad entre él y el chico que se hallaba a su lado—. ¿Qué paso, ojitos lindos? —comentó Hattie usando el apodo que menciono hace unos días, causando que las mejillas de Alec se pusieran rojas y que respondiera solamente con un movimiento de negación con su cabeza.
— Oye, Jordan —susurró Jedd lo más bajo que pudo a su hermana para que solo ella lograse escucharlo— ¿Alec y esa chica pelirroja son novios? ¿O cómo por qué le dijo “ojitos lindos”?
— Jedd, Alec y Hattie no andan —respondió restándole importancia a la pregunta— Alec es Alec, y no anda con nadie.
— ¿Acaso es gay? —interrogo Jedd con el ceño fruncido y levantando un poco el tono de voz, logrando que todos los presentes en la mesa lo escuchasen.
— Querido, si Alec fuera gay, probablemente sería la desgracia más grande para las mujeres, es decir, mírenlo —menciono Zarina señalando a su amigo y logrando sonrojarlo aún más de lo que de por sí ya estaba.
— Creo que es mucho amor hacia un solo hombre —pensó en voz alta Jedd, arrepintiéndose de haber mencionado aquello al ver cómo se reían su hermana, Zarina y la mesera con el cabello pelirrojo que los estaba atendiendo.
— Los celos son una mala emoción, querido —interrumpió Hattie con una sonrisa sincera y amable—. Sácala de tu cuerpo juvenil antes de que te haga daño —le fue inevitable para Jedd el sonreír ante el comentario—. Por cierto, chicos, ¿qué ordenaran?
— Tráenos cuatro órdenes de lo de siempre, Hattie —hablo Jordan a lo que Hattie respondió con una sonrisa, tal y como siempre lo hacía. A la morena le gustaría contagiarse del buen ánimo que la pelirroja siempre porta, o por lo menos poder aparentarlo mejor.
— Enseguida vuelvo entonces.
±±±


— Tienes dos opciones, Emmet.

Emmerson había ido a visitar a su amigo tal y como lo hacía todas las mañanas después de desayunar con su hermana y antes de ir a sus prácticas gratuitas por su carrera de Derecho. Le encantaba la carrera, pero en los últimos meses la estaba sintiendo muy complicada y tediosa, sumándole la enfermedad de Xavier le costaba el concentrarse.

— ¿Cuáles?
— Olvidar o permitir que siga doliendo. Si no la has podido olvidar es porque no quieres hacerlo. La sigues amando, hermano.
— ¿Crees que realmente me gusta el recordarla a ella todos los días, lo que vivimos y todo lo que me hizo sentir durante los cuatro años que estuvimos juntos, al igual que lo desecho y roto que me sentí en cuanto me abandono?
— Realmente creo que sí —Emmet no pudo evitar lanzarse una cara de “mejor cierra la boca”, aunque su amigo ni se inmuto—. Lo que digo es que eso no cambiará hasta que cierres ese círculo de una vez por todas.
— ¿Cómo dices tú qué lo podría hacer? —se acomodó en el respaldo de la silla estando de brazos cruzados y mirando sin ningún animo a Xavier.
— Hablando, ya te lo mencione un millón de veces —le fue inevitable sonreír ante el comentario, puesto que le recordó a las tantas veces en que Bree le decía que hiciera sus deberes y que ella no tenía por qué recordarle qué debía hacer cada cinco minutos. A pesar de que Xavier marche muy pronto, siempre verá parte de la esencia de él no solo en su hogar, sino también en su hermana—. No podrás cerrar esa gran herida hasta que platiques con ella, no importa cómo terminen después de esa charla, sino que realmente la lleguen a tener. Tanto tú como ella lo necesitan.
— ¿Qué te hace pensar que hablando con ella me llegue a sentir mejor?
— Nunca dije que te llegarías a sentir mejor, puede que sí, o que tal vez resulten peor las cosas, pero nunca lo sabrás si no lo intestas. No conoces el poder que pueden llegar a tener unas cuantas palabras, amigo. Creo que necesitas conocer su versión de la historia, y el porqué de que haya hecho lo que hizo.
— Lo dices porque no estás en la misma situación que yo.
— Tal vez no lo esté, pero eso no significa que no pueda entender tu situación, mi estimado camarada.
— No es tan fácil, Xavier —suspiró, algo agobiado por todo el asunto que conlleva su ex relación con Holly.
— ¿La odias, Emmet? —No vio venir esa pregunta y ciertamente no sabía qué contestar.

¿Odiaba a Holly? ¿Odiaba a la persona con la que compartió cuatro años de su vida, al amor de su vida, con la que deseaba compartir cada momento hasta el último día de su existencia? Recordó el día de su boda, todos los preparativos que habían hecho juntos, lo emocionada que la veía cuando checaban los diseños de la decoración para la Iglesia, para la recepción, las invitaciones… Recordó el día que le propuso matrimonio, las lágrimas de felicidad de ella, el amor que le había profesado mientras estuvieron juntos… Ese amor, ese cariño, todo eso se sintió tan real, nadie podía fingir tan bien amar a otra persona. Emmet sabía que Holly si lo amo, y era por esa razón que no la odiaba, por más que quería hacerlo no podía.

Prefería odiarla a seguirla amando con dolor.

— No. No la odio. Todo lo contrario, Xavier. Y es lo que me mata cada día. Este amor que tengo por ella es lo que me destruye.
— Ya escuchaste mi consejo, así que lo que le sigue a esa historia entre ambos depende de ti.

Emmet lo volteó a ver, notando como siempre la cama en la que se encontraba recostado su mejor amigo, con todos esos tubos que lo conectaban a varias máquinas. Ya no quería tener esa imagen en su cabeza cada que recordaba a Xavier, pero sabía que esa imagen era mucho mejor que la que pronto vendría: de verlo a él dentro de una caja de madera, con los ojos cerrados, callado, tal y como nunca lo estaba, y sin moverse.

Sinceramente, Emmet no sabía cómo serían las cosas en cuanto Xavier se fuera, ni cómo reaccionaría ante ese hecho. Siempre que venía de visita, se mentalizaba el disfrutar cada momento que le quedaba junto a él, pero le era inevitable el pensar en ese futuro tan cercano, que se hallaba a la vuelta de la esquina. Y era por el simple hecho de que no sabía cómo sería la vida sin su mejor amigo en ella. Sin la persona que mejor lo comprendía y aconsejaba, además de Bree.

Desde que se mudaron a Illionis, habían jurado que siempre serían los tres, juntos, contra todo lo que se avecinará, y sabía que el tiempo en que ese juramento siguiera en pie era muy poco.

— ¿Sabes lo que más me agrada de ti, Xavier? —habló después de ese largo momento de silencio.
— ¿Qué cosa de todas mis cualidades? —esa era una de ellas, que siempre sabía que decir en los peores momentos para mejorar el ambiente aunque sea un poco. Emmet no sabía si quería llorar de la tristeza o porque Xavier aun sabía cómo hacerlo reír, a pesar de todas las cosas por las que habían pasado, y están pasando.
— Idiota —hizo un sonido entre risa y lloriqueo que corrigió fingiendo que tosía—. Lo que más me agrada de ti, y por lo que te he admirado durante todo este tiempo, es que… siempre sabes que palabras son las adecuadas para cada momento, y como siempre encuentras una solución para cada problema que se te presentaba, o a nosotros también.
— Bueno… no pude encontrar una solución a éste problema —comento con desdén haciendo referencia a su enfermedad.
— ¿Crees que el doctor nos permita sacarte un día del hospital? —menciono, evadiendo el último comentario de su amigo.
— ¿Qué está pasando por esa cabeza tan demente?
— Nada malo, ni fuera de la ley… creo. Lo que quiero decir, es que… he de suponer que ya estás hostigado de ver puras paredes blancas cada día. Y creo que no te vendría mal salir, por lo menos un día, a tomar verdadero aire fresco y, comer comida de verdad y no del hospital.
— Emmerson Sunday —vio como la sonrisa de su mejor amigo aparecía, y esa era la mejor medicina para él en estos momentos tan depresivos. Le tomo una fotografía mental, para recordarla de ahora en adelante—. Esa es la mejor idea que has tenido desde hace mucho tiempo.
— Insultas a mi cerebro, Xavier. Si yo siempre tengo buenas ideas.
— En efecto, pero siéndote sincero, ese cerebro ya estaba algo oxidado.
±±±


Realmente Mitchell se había imaginado diferente el tipo de vida que tendría al mudarse donde su hermana. Tal vez no saldría todos los días, pero al menos… no esperaba sentirse solo, mientras se distraía leyendo algún libro o viendo de vez en cuando la televisión en sus ratos libres. Si no fuera por las clases en la Universidad, se volvería loco de tanto aburrimiento. Con decir que no había podido entablar una conversación normal que durara más de un par de monosílabos con Amara. Las pláticas entre ambos se limitaban a unos “buenos días” o “buenas noches” cuando se sentaban juntos en el comedor. Si se topaban, Mitch se quedaba estático mientras le dirigía una sutil mirada, sin hablar, sin saber qué decirle exactamente o cómo poder iniciar una conversación para conocer más de la vida personal de su única hermana.

Su única conversación verdadera fue la que tuvieron el día que llego él a esa casa, y de eso ya hacía un mes. Con decir que hasta había salido en varias ocasiones con Ayrton, el prometido de su hermana, y eso le calaba en parte; no porque le desagradara el tipo, sino todo lo contrario, habían congeniado lo suficientemente bien como para considerarlo un amigo, y de igual manera no lograba imaginar que su hermana se encontrara un mejor partido que el chico ruso.

Apenas estaba dando el primer escalón para bajar a la primera planta cuando escucho el sonoro timbre de la casa y aceleró el paso al ver como insistía la persona en ser atendida.

— Casa de los Beckett —se quedó callado ante la presencia femenina que había tocado el timbre. Era una bella joven, en todo su esplendor, con una melena rubia en ondas y unos encantadores ojos verdes. Cuando le sonrió de vuelta sintió que le daría un ataque al corazón de tanta perfección.
— ¿Se encuentra Amara?
— ¿Amara? ¿Buscas a mi hermana?
— No sabía que Amara tenía un hermano —la sonrisa de inocencia que había portado la chica se había convertido en una coqueta, cosa que le gusto aun más a Mitch—, menos uno que estuviera tan guapo.
— Supongo que viene de familia. Ahorita le hablo a mi hermana, pero pasa a la sala de mientras en lo que la esperas. ¿Quién es la hermosa joven que la visita?
— Debbie.

Se apresuró hacia el cuarto de Amara para no dejar tan desatendida a la visita. Vio a su hermana sentada a una orilla de su cama viendo su anillo de compromiso con algo de… ¿nostalgia, miedo, confusión? No sabía descifrar lo que había en la mirada de Amara y le preocupó.

— Amara, te vino a buscar una tal Debbie.
— No puedo creer que haya venido a esta casa —le sorprendió la reacción que tuvo, se veía molesta, así que probablemente Debbie y Amara no eran tan buenas amigas como llego a suponer.
— ¿Qué quieres, Debbie? —hablo golpeado su hermana una vez estando en la sala.
— Hablar sobre el trato que habíamos hecho.
— ¿Mitch puedes dejarnos a solas?
— Claro —se retiró de la sala para quedarse detrás de una de las paredes que daban hacia esa habitación. Si… Mitchell era alguien demasiado curioso y algo le decía que ese trato del que iban a hablar trataba de un tema muy serio.
— ¿Ahora qué pedirás Debbie con tal de que sigas con la boca cerrada?
— Nada, Amara. No te pediré nada.
— ¿A eso viniste entonces?
— En parte. Y también a sobre avisarte. Ya que no cumpliste lo que te correspondía del trato, yo no tengo porque cumplir con la mía.
— Debbie, no fue mi culpa que Dante no haya ido a la cita —le preocupó al rubio el tono de preocupación que había empleado Amara.
— No me interesa realmente de quien haya sido la culpa, querida. Lo hecho echo está. Dante no fue a la cita que yo te pedí a cambio para guardar tu sucio secreto.
— ¿Qué harás entonces? Dame otro chance para convencer a Dante.
— Yo no doy segundas oportunidades, Amara, me conoces bien. ¿Qué haré? Nada más que hablarle con la verdad a tu prometido —No le gustaba el tono que empleaba Debbie, el tono de superioridad y de burla hacia su hermana, y algo le decía que nada bueno resultaría viniendo de esa chica—. Le destruiré la vida al idiota e iluso de Ayrton cuando le diga que su amada y apreciada novia, a la que ama más que a su propia vida, le ha sido infiel. Sé de una ocasión, pero apuesto lo que sea a que has de haberlo engañado muchas veces, Amara.

“Madre mía… eso no puede ser verdad.”

— Debbie, no lo hagas, por favor. No le digas nada a Ayrton, dame otra oportunidad y te juro que Dante asistirá esta vez —por la voz cortada de su hermana podía confirmar que lo que Debbie dijo era verdad—. No puedes ser tan cruel.
— ¿Cruel yo? Vamos, Amara, tú eres la reina en cuanto a ser cruel. Engañar a tu novio quién sabe cuántas veces, mintiéndole que lo amas durante dos años, y peor aún, tener el descaro y cinismo completo como para aceptar la propuesta de matrimonio. Y yo pensando que la perra entre ambas era yo. Vaya que me has superado.
— Vete de mi casa.
— No te preocupes, querida, ya me iba. Probablemente sabrás de mí en cuanto Ayrton venga a reclamarte, así que suerte.

Mitchell se quedó estático en su lugar mientras veía a las dos dirigirse hacia la entrada. Conecto sus ojos a los de Amara en cuanto esta volteo tras cerrar la puerta.

— Dime qué tanto fue lo que escuchaste.
— Todo, así que puedo confirmar que estás lejos de representar la imagen de la novia perfecta que Ayrton se ha idealizado —vio el cambio de humor de la castaña debido al comentario y no pudo evitar sentirse mal por eso—. ¿Quieres hablar de eso? Digo, por si quieres la opinión de alguien del sexo masculino. Soy hombre por si no lo habías notado —era la primera vez que lograba hacerla reír, y aquello lo hizo sentir mejor.
— ¿Te parece bien una caminata en lo que te cuento la historia?
— ¿De aquí a dónde crees que llegaremos a caminar? No tengo una buena condición física, Amara.
— Es algo larga, así que probablemente termines algo fatigado.
— Llevaré mi garrafón de agua entonces —A Amara le agradó el hecho de poder entablar una conversación con su hermano, aunque se alertaba por lo que llegará a pensar de ella después de contarle todo lo que hizo mientras salía con Ayrton.
±±±


El viento estaba fresco y lo suficientemente agradable como para pasar el rato al aire libre. Gordon se hallaba caminando hacia el trabajo de Hattie, ya que habían quedado de ir a ver juntos una película, en cuanto terminase el turno de ella, el otro día. Realmente se encontraba feliz, y hacía tanto tiempo que no se sentía de esa manera: tan pleno, tranquilo, en paz y alegre; que intentaba evadir el sutil pensamiento de que cuando siempre se sentía así, algo de pronto cambiaba logrando arruinarlo todo por completo.  Entró al local con una sonrisa resplandeciente y fue directo hacia la parte del mostrador, donde vio a Hattie guardando algo en la caja registradora.

— ¡Hattie! —saludó, abrazándola y dándole un beso en el acto, sorprendiéndola por completo, sin darle tiempo de avisarle sobre los clientes que se encontraban en una mesa en la esquina del local.
— Gordon —respondió el saludo y el abrazo con empatía—. ¿Qué haces aquí? —Hattie solo esperaba que ni Jordan ni Jedd notaran la presencia de Gordon, porque sabía que si eso pasaba, se armaba algo, y nada bueno a decir verdad.
— Mi querida Jessie —empezó, llamándola como la vaquera de la película de Toy Story, apodo que le quedo tras ir vestida de esa manera a la fiesta de disfraces de Ayrton Dzvezda—. Recuerda dentro de esa cabecita tuya que seguramente está repleta de puras recetas de cocina, que quedamos en salir esta tarde después de tu turno.
— Oh cierto, lo había olvidado por un momento —quería darse un zape por no recordar esa salida, así que se disculpó dibujando una sonrisa inocente para decir “lo siento”—. Deja me cambio la ropa, y espérame en una de las mesas, no me tardo —Gordon solo pudo asentir con la cabeza, viendo a su amiga desaparecer tras esa puerta de madera.

Se quedó parado, dando una rápida mirada al lugar y deteniendo su mirada en el mostrador, donde estaban los panecillos.

— A ti te quería agarrar, imbécil —sintió que alguien jalo de su abrazo y antes de poder ver quién era, el puño ya había dado contra su cara, cayendo al piso por el impacto al tomarlo desprevenido.
— ¡Jedd, basta! —entre el mareo que tenía y el dolor que comenzaba a sentir en su mejilla izquierda causados por el golpe, diferencio la voz de Jordan. Aquello simplemente lo paralizo por breves segundos, al notar que la tenía cerca nuevamente.
— ¡Alec suéltame! Déjenme romperle la cara a este idiota, que se lo tiene más que merecido —al volver a la escena, Gordon vio como Alec junto con otro trabajador del local, retenían a Jedd para que no le terminara de dar la paliza que se tenía muy bien merecida. Porque hasta él mismo sabía que merecía decenas de palizas por haber lastimado a Jordan.
— ¡Jedd, basta por favor! Por el amor de Dios, ya déjalo por la paz y vámonos. No vale la pena —la morena no podía evitar que se le cortara la voz mientras hablaba, y es que no esperaba ver a Gordon en ese preciso momento, y en ese preciso local, al igual que ver como su hermano lo golpeaba. Eran demasiados sentimientos negativos para poder contenerlos sin romperse un poco por lo menos.

De igual manera, Gordon no sabía qué era lo que realmente dolía más: el ardor que se comenzaba a extender desde su mejilla derecha hacia toda su cara debido al golpe de Jedd, o el ver a Jordan nuevamente y sentir como lo último que quería ella era el verle la cara.

— De mi cuenta corre que no te le volverás a acercar a mi hermana —amenazó Jedd en cuanto se hubo calmado, cogiendo la mano de la morena y llevándosela fuera del local. Las miradas de Gordon y Jordan se cruzaron antes de que ésta saliera por completo de la cafetería, y nuevamente ambos sintieron aquel constante dolor que oprimía sus pechos y que les evita respirar con tranquilidad.

Alec se despidió con un gesto de amabilidad hacia Hattie y un gesto de empatía hacia Gordon. Zarina simplemente se despidió de la pelirroja, dándole un rápido vistazo al rubio sentado en una de las mesas. Gordon, sin necesidad de observar directo a los ojos de Zarina, sabía de más que esa pequeña mirada contenía odio y rencor hacia él por lo que le hizo a Jordan.

No la culpaba. No podía culpar a nadie, más que a él mismo por sus errores.

— ¿Te encuentras bien?
— ¿Realmente quieres que conteste a tu pregunta cuando sabes de más la respuesta, Hattie? —respondió sin ánimo alguno.
— Lo sé, pero no voy a permitir que te quedes ahí todo afligido y sin ganas de hacer nada en lo que resta del día, ¿me captas?
— ¿Quién dice que me quedaré acá sentado para sentirme infelizmente miserable cuando lo puedo hacer en la comodidad de mi departamento con Red? —no le agradaba tener que responder en ese tono, mucho menos a Hattie, que siempre se comportaba de la mejor manera con él, pero no tenía ganas de nada en estos momento. El encuentro anterior le había quitado por completo el pequeño trozo de alegría que llevaba consigo esa tarde.
— ¿Quién dice que permitiré que eso ocurra, eh? Quedamos en ir al cine, y ahí es a donde iremos justo ahora.
— Hattie…
— Créeme, Gordon, no quieres que te insista más de la cuenta, puedo ser la persona más insistente del mundo cuando me lo propongo —no pudo evitar sonreír ante el comentario, y aún más cuando su amiga comenzó a dar saltitos por su triunfo.
— Como usted diga, vaquera —se levantó de donde se hallaba sentado y cruzo su brazo con el de la pelirroja para salir de la cafetería, esperando realmente que lo que quedará del día le quitara la tristeza que lo volvía a consumir.
±±±



Se sentaron en las escaleras de madera a la entrada de su casa mientras tomaban del café que aún seguía caliente. Stevie veía de reojo a su amigo, notando como este permanecía pensativo desde que se encontraron al terminar las clases ese día en la Universidad. Le había preguntado el porqué de su repentino cambio de ánimo, pero Avery le restó importancia negando con la cabeza, dándole a entender que nada sucedía. Tampoco era que él se la pasara todo el día con una sonrisa en su cara y desprendiendo alegría a donde sea que iba, pero por lo menos nunca se mantenía callado, o al menos estando con ella. Siempre tenían un tema del cual charlar, ya sea de algo relacionado con la Universidad o algo de la vida privada de cada uno.

Verlo tan callado le inquietaba a Stevie. Era su mejor amiga, y por consecuente era su deber saber que le pasaba al rubio para ayudarlo con cualquier problema que tuviera en ese momento.

¿Para eso eran los mejores amigos, no? Para estar siempre cuando esa persona te necesite, tanto en los buenos como en los malos momentos. No importaba si era de madrugada o si te encuentras ocupado, la amistad se trataba de ser alguien indispensable en la vida de otro. Así lo veía Stevie, y sabía de más que también era lo mismo para Avery.

— Stevie, ¿alguna vez te conté de mi hermana? —mencionó Avery de la nada, al recordar que la vio esa mañana sin que ella se diera cuenta de ese detalle, mientras se levantaba de las escaleras.
— Ni siquiera sabía que tenías una, Avery —respondió entre perpleja y sorprendida por lo mencionado—. ¿Qué clase de mejor amiga se supone que soy si ni siquiera sabía que tenías una hermana? —el rubio se rió ante el tono de reproche que empleó su amiga, porque en efecto, nunca había sacado el tema durante todos estos años de amistad que llevaban.
— Tranquila, mujer, no te me alteres —La tomo de los hombros, para sentarse nuevamente a su lado—. Se llama Erika, y no la había visto desde hace nueve años —comento con algo de nostalgia, como usualmente se sentía cuando la recordaba y al hecho de que no estaba a su lado.
— ¿Por eso no la habías mencionado?
— Eso creo. Aunque a decir verdad no era grato para mí el recordar que mi hermana me abandono tras la muerte de nuestra madre cuando apenas y tenía trece años, dejándome a mi suerte con un padre alcohólico y violento —comento, manteniendo su mirada hacia el envase de plástico que tenía en sus manos—. Era algo que prefería evitar pensar.

Sentía nuevamente ese sabor de tristeza y soledad cada que recordaba a Erika, pero también se encontraban el enojo y rencor que nunca ha podido evitar sentir por el mero hecho de que ella se marchó de la casa, sin él, dejándolo ahí con un señor el cual no podía dejar pasar un día sin tomar dos botellas como mínimo de licor y dirigir todo su desprecio hacia su hijo, un señor a quien desconocía como padre todos los días desde el fallecimiento de su madre.

La vida de Avery había cambiado por completo desde que el cáncer logró acabar con la vida de su madre. Tras esa pérdida, su padre se volvió un alcohólico, y Erika se había ido de su casa al no soportar más esa situación. De eso ya eran nueve años, y aún recordaba perfectamente esa mañana en la que había despertado y, las cosas de su hermana al igual que ella ya no estaban en la casa.

Sabía que en parte no debería tenerle rencor, pero siempre había necesitado de Erika cada día desde que su madre murió, y mucho más cuando ella se marchó. Soporto, y lo sigue haciendo, a su padre todo ese tiempo, cargando el sentimiento de desprecio y odio hacia ese señor, que aumentaban cada día, con cada palabra de menosprecio, con cada maltrato que recibía de su parte.

No odiaba a Erika, pero simplemente, el infierno en el que se había transformado su vida podría haber sido un poco más soportable y mejor si ella se hubiese mantenido en ella.

— Avery… ¿estás bien? —la voz de su mejor amiga lo trajo al presente, dándose cuenta de que se le habían escapado un par de lágrimas al recordar nuevamente todo por lo que ha pasado.
— ¿Quieres la verdad o la mentira?
— Tomaré eso como un no. Pero dime… ¿por qué es que hasta ahora me mencionas a tu hermana? —sintió la presión de la mano de Stevie sobre su rodilla, así que la tomo entre la suya para sentirse mejor.
— Porque la vi hoy mientras te esperaba en la salida de la Universidad. Sé que me observaba, Stevie. Alcancé a verla antes de que doblase la esquina. Estuve a punto de correr hacia ella para abrazarla y decirle lo mucho que la echo de menos, lo mucho que la necesito y la falta que me ha hecho desde que se fue.
— ¿Qué te contuvo? —volteó a verla directo a los ojos pensando que vería pena por él reflejada en ellos, pero no era así, sino que había comprensión, lo cual siempre sentía estando con ella.
— Recordar que ella fue la que me abandono.
— ¿Odias a tu hermana, Avery?
— No —respondió con un largo suspiro—. Todos estos años he querido hacerlo, pero no he podido, Stevie.
— ¿Y eso es malo o bueno?
— No sé, dime tú.
— Lo que te diría, mi querido mejor amigo, es que hablarás con ella. La próxima vez que la veas no te quedes con los pies pegados a la tierra o pienses qué deberías de hacer en ese momento, simplemente ve hacia donde esta y hablen. Creo que tienen mucho de que platicar. Son hermanos, Avery, ese lazo siempre los mantendrá unidos aunque no estén juntos.
— ¿Sabes que a veces odio que me entiendas y comprendas tan bien?
— Pero luego se te pasa cuando recuerdas que soy la mejor amiga del mundo y que tuviste la fortuna de que me topara en tu camino —comento Stevie con una sonrisa de satisfacción.
— En efecto —respondió sonriendo por completo y contemplando a su amiga—, tuve la gran suerte de que te cruzaras en mi camino, Stevie. Sinceramente no sé qué hubiese sido de mí en estos años si no te hubiera conocido.
— Si de por sí eres un caso perdido en la actualidad, no me quiero ni imaginar eso, Avery —ambos se rieron, borrando el momento melancólico de hace unos minutos y contagiándose el buen ánimo que sentían justo ahora estando juntos.

Avery se quedó viendo a Stevie mientras ella observaba con una sonrisa la calle, y pensó que por el momento no había ningún otro lugar en el que desearía estar que no fuese junto a ella.

±±±



— Y ahora dime… ¿qué me aconsejas hacer?

Mitch no sabía que aconsejarle. No sabía que el asunto podía llegar a esos extremos. Pero siempre era honesto con todo lo que pensara, y aunque Amara fuera su hermana, no cambiaba el hecho de todo lo que hizo había sido incorrecto, por no decir algo peor.

— ¿Quieres escuchar realmente lo que pienso de todo este asunto, Amara?
— Por favor, Mitch. Me estoy volviendo loca. El asunto se salió de control desde la propuesta de matrimonio y ya no sé cómo controlarlo.
— De acuerdo, diré nada más que la verdad y no me inmutare, aunque posiblemente los comentarios que salgan de mi boca lleguen a herirte —se colocó enfrente de la castaña para que lo viera a los ojos mientras hablara—. Amara, eres de lejos la peor novia del mundo. No solo engañaste una vez a Ayrton, si no muchas veces, y seguiste con tu vida como si nada, como si ese secreto tuyo no existiera. Alargaste una relación que debió terminar desde la primera vez que le fuiste infiel a ese chico, porque sencillamente tú no amas a Ayrton —se terminó lo que le quedaba de su botella de agua para proseguir con sus palabras—. Lo sé, lo sabes, Debbie lo sabe, Bunny lo sabe, y muy posiblemente él sentirá que es así después de saber toda la verdad.
— ¿Dices que soy una mala persona entonces?
— No mala persona. Pero si una mala novia, que no pudo serle fiel a quien dice amar y con quien acepto casarse. También eres una mala amiga —la castaña hizo una cara como si aquel comentario le hubiese ofendido y Mitch solo atino a mirarla con reproche antes de continuar: —. Mira que meter a Bunny en todo este lío fue demasiado bajo para ti. No había necesidad de que ella lo supiera, si es que realmente lo que querías era que nadie se enterase del asunto, lo cual veo que no fue tu deseo en un principio. Dios, Amara, Bunny no es solo tu mejor amiga, es también la de Ayrton. ¿Cómo crees que se habrá sentido la pobre muchacha todo este tiempo guardando tus bajezas ante él? Dudo que muy bien. No solo arruinaste tu relación con ese chico, sino también la amistad que se tenían ellos dos, porque ni creas que Ayrton dejara pasar el que Bunny le haya ocultado todo esto.
— ¿Cuál crees que será su reacción cuando se entere? —preguntó en voz baja mientras proseguían con la caminata devuelta a su casa.
— Rabia en cuanto sepa todo lo que le ocultaron, dolor ante el hecho de que quien creía que era el amor de su vida y la persona con la que quería compartir cada día hasta su ultimo respiro le haya sido infiel muchas veces, traición con respecto a que su mejor amiga sabía la verdad y decidió no decírselo sea cual sea la razón de esa acción —se detuvo breves segundos para tomar aire y ver el rostro cansado de su hermana—. Desilusión porque se dará cuenta que no puede confiar en nadie del todo y que no debió haberse idealizado una relación perfecta que no existía en realidad, tristeza por el hecho de que se quedó sin las dos mujeres más importantes en su vida, y rencor, porque sabe que nunca podrá perdonarlas. Cada una de esas emociones y en ese orden precisamente.
— ¿Qué debo hacer, Mitch?
— Hablar con él antes de que Debbie lo haga. Sería mejor que lo supiera viniendo de ti que de alguien desconocido, eso solo lo hará que piense que todo el mundo lo sabía, salvo él, y el asunto empeorara para ti.
— Iré a su casa ahora y… —dirigió su mirada hacia donde Amara congelo la suya. Vio a Ayrton sentado en las escaleras que daban a la entrada de su casa y se quedó sin palabras.

“Bueno… supongo que ya lo sabe.”

— ¿Así que de verdad me amabas, Amara? —Fue lo primero que dijo el castaño cuando los dos se acercaron a la entrada— No, sabes, olvídalo, no respondas. No quiero escuchar una mentira más de tu boca. Me da curiosidad el saber cuántos en la ciudad sabían tu secreto, salvo yo, el idiota e iluso de Ayrton Dzvezda que creyó en cada una de las palabras de la chica que amaba.
— ¿Amaba? —Mitchell solo permaneció inmuto a la conversación que estaba teniendo la pareja.
— ¿Cómo pudiste verme la cara todo este tiempo, Amara? ¿Cómo? ¿Qué hice mal como para que actuaras de esa manera? ¿Te falte al respeto alguna vez, te mentí en alguna ocasión, no te dedique el tiempo que necesitabas y demás, no tuve detalles contigo acaso durante estos dos años de relación que teníamos?
— No. Tu no hiciste nada malo, Ayrton… sino todo lo contrario. Me alagaste, respetaste, mimaste, y amaste como cualquier mujer querría —resbalaron dos lágrimas de los ojos de Amara y Ayrton solo la veía con desdén, teniendo una mirada de lo más seria.
— ¿Entonces? ¿No era lo suficientemente bueno para que me fueras sincera y me amaras de verdad? —el líquido salado comenzaba a acumularse en los ojos de Ayrton pero trataba de no derramar ni una lágrima. Amara no merecía presenciar más dolor de su parte. Suficiente tenía él con la opresión que sentía en su pecho, con ese ardor que lo quemaba en su interior.
— Quería que los demás me necesitaran. Quería ser alguien necesario en la vida de otra persona.
— ¡Por Dios, Amara, solo escúchate! Yo te necesitaba en mi vida, contigo tenía más que suficiente para sentirme completo. Sinceramente no puedo creer lo egoísta que puedes ser.
— Soy la peor persona, lo sé…
— Te diste cuenta demasiado tarde —la corto usando un tono seco—. Creo que mi amor no te fue suficiente, Amara. Nunca fui lo suficientemente bueno para merecerte, ¿me equivoco acaso?
— Yo soy la que no te merecía, Ayrton.
— No hagas eso. No hables ahora como si de verdad te retractaras de todos tus actos, porque sería otra mentira más que añadir a la colección.
— De verdad lo hago, Ayrton, te estoy siendo sincera ahora.
— Te tardaste mucho para tomar ese papel —puntualizó sin más y Amara sabía que tenía razón: ya era demasiado tarde para las disculpas—. Solo dime una cosa más: ¿desde hace cuánto lo sabe Bunny?
— Ella nunca supo nada de lo que hice, Ayrton.
— Ahora puedo ver realmente cuando mientes, Amara Beckett, y acabas de decir otra mentira. Después de todo no solamente era mi mejor amiga, sino también la tuya —comento con una sonrisa para nada agradable. No dijo nada más y se retiró del lugar, dejando a Amara con muchas cosas que pensar.

Prefirió caminar a tomar un taxi para ir a su casa. De esa manera tendría tiempo para replantear lo que había sido su vida en los dos últimos años, y como dio un giro por completo en solo un par de horas.


±±±



Michael se encontraba terminando de sacar el contenido de las últimas cajas de mudanza, tanto suyas como de Beverly.

En un principio no le había parecido tan llamativa la idea de compartir departamento con alguien desconocido, y menos con una chica. Pero la castaña tenía una personalidad de las cuales le es inevitable a la gente el caerle bien, así que habían congeniado bien desde un principio.

Debía agradecerles a Jordan y a Zarina el haberle conseguido una compañera tan maravillosa, porque no había otra palabra con la cual definir a Beverly.

— ¿Michael, ellos son tu familia? —trago en seco ante la pregunta de la castaña y cuando volteo vio que entre sus manos tenía una foto familiar: sus padres, su hermana y él portando sonrisas verdaderas. Esa foto la habían tomado en el desayuno de su cumpleaños dieciocho. Nunca se imaginó que un día que inicio tan bien pudiese terminar en una completa tragedia.
— Sí, son mis padres y mi hermana Airi. ¿A poco no nos veíamos como una familia feliz?
— En efecto. Tus padres deber amarlos mucho a ti y a tu hermana. Aunque aún no he tenido el privilegio de conocerla, pero si tú eres su hermano, no creo que ella no tenga tu encanto —le resulto inevitable el reírse por el comentario—. ¿Dónde están viviendo tus padres ahora?
— Ellos fallecieron hace cinco años, Beverly. La foto que tienes en tus manos fue de la mañana previa a su fallecimiento.
— Dios… Michael lo siento tanto, disculpa mi metidota de pata en serio.
— Descuida, no sabías nada del tema así que no te disculpes por favor. Pero… iré a dar una vuelta por ahí ¿te parece? Prometo no tardar y volver para seguir ayudándote con las cajas —se despidió con un beso en la frente sin dejarla responder.

Sabía que Beverly no tenía ninguna culpa, pero había tocado una herida que aún no había cicatrizado a pesar de los años y de las terapias que había llevado para sobrellevar la situación.

La culpa recaía solo en él… después de todo había sido en su cumpleaños cuando murieron sus padres, causando con eso que tanto su hermana como él dejaran de ser lo que eran antes.

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Aún después de haberse puesto de acuerdo con Jordan de salir por un café y conocerse más, Emmet seguía sin creer que él mismo vaya a salir con una chica. ¿Lo hacía en el plan de conseguir alguna amistad con su género opuesto? Aunque realmente tampoco es que fuera una persona sociable, menos que tuviera tantos amigos. Siendo sincero, solo tenía a un amigo en todo el mundo: Xavier; sencillamente porque a su propia hermana no podía añadirla a la lista de amistad, porque bueno, era su hermana. ¿O es que hacia esos planes con la intención de iniciar una relación con alguien con el objetivo de borrar por completo de su mente a Holly? Sacudió esos pensamientos para que se esfumaran. Lo que era mejor para él era no pensar y solo dejarse llevar, o terminaría arruinándose lo que le quedaba del día.

Toco la puerta del apartamento de Jordan, escuchando un “ya voy” del otro lado. Se empezó a mecer sobre sus pies sin mucho que hacer mientras esperaba. Debía admitirlo, estaba algo nervioso por la salida, aunque no fuera en plan romántico. Hacía meses que no salía para socializar como el joven adulto que era. El hecho de que fuera con una mujer no mejoraba el asunto, sino todo lo contrario.

Pero debía de recordar que no todas tienen la culpa de lo que una hizo. No todas debían pagar por lo roto que Holly lo dejó.

— Hey, chico, te estoy hablando —volvió en sí al escuchar una voz femenina, que no pertenecía a Jordan, pero que peculiarmente se le hacía algo familiar—. ¿Tú debes ser Emmet, cierto?

Cuando enfoco su vista en la persona que estaba enfrente trato de dar de quién se trataba en alguno de sus recuerdos, porque sabía que la conocía de algún lugar. Vio por detrás del hombro de la joven y noto a un pequeño niño.

— ¡Zarina, cierto! —elevo tanto la voz que recibió un “shh” por parte de la oji azul. La cual se lo quedo viendo, como si tratara de recordar, al igual que él lo hizo, de donde lo conocía.
— Emmerson Sunday. Dios —lanzó una pequeña risa que resulto encantadora para el castaño—. Ya decía yo que el nombre que me dio Jordan del chico con el que saldría se me hacía conocido.
— Creo que a Jordan se le olvidó comentarme el hecho de que tenía compañera —le cedió una sonrisa amable para posteriormente entrar al departamento—, y que grata coincidencia que sea nada más y nada menos que mi ex cuñada.
— El mundo ciertamente me está resultando cada vez más pequeño.
— Ni que lo digas, Zarina, ni que lo digas.
— Jordan se termina de arreglar, así que no debe tardar mucho.
— Si, gracias —detuvo su mirada en él bebe, el cual comenzaba a levantarse, tratando de recordar su nombre—. ¿Es Harlow? —Zarina le respondió con una sonrisa mientras tomaba al niño entre sus brazos— Dios… esta enorme. Lo increíble que es el ver cómo crecen de rápido los bebes en tan pocos meses.
— Lo mismo me digo todos los días cuando lo observo y noto que crece más y más. El tiempo pasa volando y para cuando me dé cuenta, Harlow ya va a ser un joven adulto que querrá tener independencia, salirse de la casa sin permiso para ir a fiesta, dejarse llevar por las hormonas y…
— Zarina tranquila… Falta mucho para que eso pase y ciertamente, con una madre como tú, dudo que Harlow salga tan malcriado y problemático. Tú y Killian deben amarlo mucho —Algo en su comentario causo un cambio en el humor de Zarina que no pasó desapercibido por el castaño—. ¿Dije algo que no debía?
— Killian y yo ya estamos separados, así que… no es muy grato el escuchar su nombre en una conversación. De por sí recuerdo lo nuestro cada que veo a nuestro hijo —Emmet no podía sentirse más estúpido de lo que ya se sentía en estos momentos.
— Oh… entonces disculpa mi metida de pata, no sabía que tú y Killian se separaron.
— Exactamente.
— Oh… pues vaya que el mundo sí que es muy pequeño. Yo era el prometido de Holly y tú la pareja de su hermano. Y ahora estamos aquí tú y yo, recordando a nuestras ex parejas quiénes resultan ser parientes. Creo que ya ha dejado de sorprenderme lo irónica que puede resultar mi vida —menciono algo melancólico—. ¿Sabes, Zarina? Algún día deberíamos salir tú y yo a tomar algo, así podremos olvidar juntos nuestras penas y la mala racha que tenemos en el amor, y también podemos salir con el pequeño Harlow.
— Estás loco si crees que llevaré a mi hijo a un bar.
— No —comentó riéndose por lo que dijo la castaña—. Habló de ir a un parque los tres juntos algún día. ¿Qué me dices? —ni siquiera sabía de dónde había surgido ese pensamiento o el querer salir con alguien más que no fuera su hermana. Es decir, Emmet se había prometido no más mujeres en su vida, a excepción de Bree, después de lo acontecido con Holly, y estaba ahí, invitando a Zarina a salir alguna vez…, pero trato de restarle importancia. No le haría daño tener una amistad femenina, aparte de la de Jordan.
— Me parece bien.
— Estoy lista —la morena hizo acto de presencia en la habitación portando una genuina sonrisa—. ¿Nos vamos?
— Claro, su majestad… ¿Zarina no gustas acompañarnos?
— No muchas gracias —respondió con algo de pena al rechazar la oferta—. Para otra ocasión será.
— Que conste que ya dijiste, y Jordan está de testigo —se sorprendía ante su cambio de humor y notar su comportamiento. Le agradaba y mucho—. Hasta luego, Zarina —se despidió para retirarse junto con Jordan del lugar, prometiéndole a la oji azul el devolver a su amiga por lo menos antes de medianoche.

±±±



Tenía miedo. Debía admitirlo. Con creces junto la fuerza y la valentía para ir a casa de Ayrton para platicar… aunque sabía de más que lo último que le dejaría el rubio sería dejarla hablar. Y lo comprendía, lamentablemente entendía la posible reacción que su mejor amigo tuviera con ella. En cuanto Amara llego a su casa con los ojos hinchados y le conto todo lo sucedido sobre que Ayrton ya sabía que le había sido infiel, Bunny inmediatamente supuso que lo primero que él pensaría es que ella también estaba enterada de todo lo sucedido.

Debió haber hablado cuando pudo y no dejar que las cosas avanzaran hasta este punto… No podía imaginarse lo herido y traicionado que el ruso de su amigo se sentía en estos momentos. La culpa no solo recaía en Amara, también en ella al haber callado y dejar que Ayrton siguiera alimentando esa ilusión del amor que tenía.

— Hey, Bunny —la recibió Heath con una sonrisa genuina que lamentablemente no logro reconfortarla.
— Qué tal, eh… ¿se encuentra tu hermano?
— Está en su cuarto, Bunny, pero realmente no creo que quiera ver a nadie. Cuando vino de ver a Amara lo vi molesto y se encerró en su habitación desde entonces.
— Gracias, Heath —comentó, para subir hacia el cuarto de Ayrton sintiendo como si su corazón se encontrase en la garganta, impidiéndole tragar, debido al miedo por lo que pasaría en los próximos minutos.

— ¿Tu lo sabías, verdad? —escuchó decir al dar apenas un par de pasos dentro de la habitación.
— ¿De qué hablas, Ayrton?
— ¡No te hagas la desentendida, Scarlett! Sabes bien a lo que me refiero —Ayrton se dio la vuelta, viéndola a la cara. Bunny noto lo rojo y lo hinchados que estaban sus ojos. Odiaba el verlo así, y el asunto empeoraba al saber que en parte ella causo ese estado de ánimo en su mejor amigo.
— Jamás me llamas así, a no ser que…
— ¿Qué esté molesto contigo? Créeme, estoy más que molesto —respiró hondo, tratando de controlar todas sus emociones en ese momento para no explotar—. Dime, ¿cómo supones que te sentirías si descubres que tu novia, o más bien prometida, te ha sido infiel varias veces en los dos años de relación que llevan, y que además quien dice ser tu mejor amiga, y la persona en la que más confías, lo sabía y te lo oculto? ¿Dime cómo debería sentirme: feliz, alegre, triste, decepcionado o traicionado? ¿Dime, Scarlett, cómo pensaron tú y Amara que reaccionaría al enterarme de su complicidad viéndome la cara de estúpido todo este tiempo? —le fue inevitable para Ayrton el derramar algunas lágrimas. No podía contener todo el dolor que sentía en esos momentos, simplemente no podía no sacarlo porque sentía que explotaría de ser así.

Silencio. Fue lo único que el rubio escucho de parte de Bunny. Eso le bastó para saber que era verdad: que había sido traicionado por las dos personas más importantes para él. Ya no tenía novia a la cual amar, ni mejor amiga en la cual confiar.

— Ayrton, yo… —se había quedado sin palabras, esa era la verdad. Bunny no sabía que decir, a pesar que muchas veces se había ideado ese escenario en cuanto Ayrton se enterara de todo. Pero no estaba lista, y nunca lo iba a estar.
— Confiaba en ti, Bunny, pero preferiste apoyar a Amara al mentirme en mi cara mientras cubrías sus secretos y ver como yo seguía ahí, amándola ciegamente, creyéndome que ella igual lo hacía, creyendo en cada una de sus palabras —el tono de molestia y resentimiento ya se habían ido, siendo reemplazados por algo hueco. Y el escucharlo así, le dolía aún más a Bunny.
— Así no son las cosas, Ayrton —varias gotas saladas comenzaron a salir de los ojos marrón de la blonda. Le resultaba doloroso el ver como ahora su mejor amigo la odiaba.
— Y así como decidiste apoyarla incondicionalmente —continuo, haciendo caso omiso de lo que ella le decía—, yo decido ahora ya no ser más tu amigo.
— Ayrton… solo escúchame, por favor.
— No necesito, y ni quiero escucharte. Las excusas están de más en estos momentos, Scarlett. No puedes decir que tuviste una buena razón para haberme mentido todo este tiempo, no puedes justificarte ahora. Y si pensaste que lo que hacías era por mi propio bien, estabas muy equivocaba.
— Yo sé que me equivoque y que no debí haberte ocultado nada, Ayrton, es solo que…
— ¿Recuerdas una de las primeras cosas que te dije cuando empezamos a ser amigos? —la interrumpió, mientras sacaba una fotografía de una caja de madera que se hallaba en la mesita de noche a un lado de su cama.
— Fueron muchas cosas las que me dijiste.
— Sí, lo sé. Pero aún recuerdo a la perfección la combinación morada de tu ropa ese día, y tu trenza a un lado —le mostró la fotografía que tenía a la mano, y eran ellos dos juntos, sonriendo a más no poder. Fue el primer día que se conocieron, hace ya mucho tiempo—. Mencione que… era una persona muy confiada de la gente, y creo que lo sigo siendo, pero cuando creo encajar muy bien con alguien, esa persona se vuelve un pilar en vida —tomó aire para proseguir a la vez que se sentaba al borde de su cama y veía directo a los ojos de su amiga—. Bunny, tú fuiste mi pilar en todo este tiempo, cuando surgían las peleas en mi casa, cuando me deprimía por reprobar alguna materia, cuando discutía con Amara o a ella le entraban sus momentos de niña caprichosa, cuando no tenía a nadie con quien pasar el rato, sabía que siempre contaría contigo —sus labios vislumbraron una sonrisa llena de tristeza—. Pero también mencioné que aunque esa persona se convirtiera en alguien importante en mi vida, había algo que nunca llegaría a pasar en alto, mucho menos perdonar, y eso eran la traición y las mentiras.
— Ayrton…
— Me traicionaste al mentirme, Bunny. ¿Cómo podías seguir viéndome a la cara sin decirme la verdad? ¿Cómo permitiste que mi amor por ella llegará tan lejos si sabías toda la verdad que ocultaba?
— No podía, Ayrton. Siempre aparecía mi subconsciente advirtiéndome que lo que hacía estaba mal, me recordaba que tú eras mi mejor amigo y que no merecías que te mintieran una vez más.
— Pues creo que nuestra amistad no te importo demasiado —exclamo con tono golpeado—. ¿Sabes? No voy a pedirte más explicaciones, no quiero oírlas la verdad. Así que te pido de la manera más atenta y educada, de que te retires de mi habitación. No eres más bienvenida en esta casa, al menos no como visita mía. Y te agradezco el haberme soportado todo este tiempo, Bunny.
— Ayrton no tienes por qué hacer todo esto.
— No, no tengo, pero quiero. Así como tú tampoco tenías porque mentirme en mi cara, pero de todas formas quisiste hacerlo —el tono de reproche fue suficiente para la rubia. Se tragó todas las palabras que tenía en su garganta y dio media vuelta para retirarse de la habitación de su ahora ex mejor amigo, y de su vida posiblemente.

Ayrton solo se quedó estático, viendo cómo se iba. Al escuchar la puerta de entrada cerrarse lanzó una almohada a la pared, siendo acompañada por las demás halladas en su cama. Se sentó al borde de ésta, viendo la fotografía del día en que se conocieron mientras dejaba caer unas cuantas lágrimas.

A decir verdad lo que más le dolía no era el haber terminado con Amara, sino lo de Bunny. Sabía que si en algún futuro, aunque nunca lo hubiese deseado, él y Amara terminaban, tendría a Bunny como respaldo, tendría a alguien en quien apoyarse, alguien con quien desahogarse. Alguien que sabía de más que sería su incondicional en todo momento.

Ahora ya ni siquiera podía contar con eso.
Atenea.
Atenea.


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Double Rainbow  - Página 43 Empty capitulo 20 parte II

Mensaje por Atenea. Lun 26 Oct 2015, 6:35 pm

CAPÍTULO 020. PARTE II.
Por: markott.
– Emmet, Gordon, Avery, Jordan, Mitchell, Ayrton, Michael.





— ¿Michael?

El castaño quito su vista de las copas de los árboles del parque al que había ido tras lo sucedido con Beverly. Vio a Zarina con unas bolsas de víveres y le sonrió a modo de saludo. No tenía muchos ánimos para saludar a alguien sin sonar algo tosco.

— ¿Qué paso? ¿Qué haces acostado en una banca en este parque siendo de noche? Hace mucho frío, ¿estás bien? ¿Te paso algo? ¿Airi está bien? —El abordaje de tantas preguntas le divirtió un poco y la oji azul capto que había exagerado— Creo que hice muchas preguntas.
— Tranquila. Todo está bien, Zarina.
— ¿Entonces qué haces aquí solo con tu soledad en este parque a estas horas, Michael Thredson? Podrías coger un resfriado y bien merecido lo tendrás por tu necedad.
— La causa principal fue que Beverly encontró una foto donde salimos toda la familia Thredson, sé que ella no sabía lo del tema, pero el hecho de ver la foto, y recordar ese día se abrió nuevamente la herida.
— Michael, no se puede abrir algo que tú aun no has cerrado, y creo que ambos sabemos que Beverly no tiene la culpa de nada.
— Lo sé, tengo en cuenta que ambas cosas son ciertas, y descuida, me disculpare con Beverly por mi reacción tan a la defensiva.
— Ya pasaron cinco años, Michael… algún día deberás lidiar con eso sin estar a la defensiva y alejando a cualquiera que te quiera ayudar.
— No puedo. Es mi culpa que todo esto esté pasando. Yo fui el culpable de aquel accidente. Airi y yo quedamos huérfanos por mí. Si no me hubieran recogido de donde mis amigos, sino hubiéramos ido a cenar para celebrar mi cumpleaños dieciocho, el accidente no hubiera pasado, no hubiéramos chocado contra un hombre que llevaba copas de más, y mis padres no hubieran fallecido. Airi no hubiera quedado en coma dos semanas y yo tampoco hubiese terminado con una pierna rota.

— Michael —empezó Zarina empleando un tono de voz dulce, como ese tono que emplea una madre cuando ve a su hijo triste que logro tranquilizarlo—, nadie en la vida es responsables de las tragedias, y eso se aplica también contigo. Por algo pasan las cosas, lamentablemente así es la vida y uno no puede prever el posible sufrimiento. Supiste seguir adelante, junto con tu hermana, y eso es algo de admirar.
— No soy feliz, Zarina, hace mucho tiempo que deje de sentir alegría o emoción por la vida.
— Es comprensible, pero no puedes dejar que tu vida siga así. Debes seguir con ella y tratar de volver a ser el Michael que solías ser antes del accidente… ese joven que sus padres querrían que siguieras siendo en la actualidad —su amiga tomo una de sus manos para hacer presión, transmitiéndole su apoyo incondicional—. Puedes ir a terapias, como tu hermana, si crees que sea necesario. Debes volver a vivir, Michael.
— Gracias, Zarina —agradeció, devolviendo el gesto en la mano y con una sonrisa.
— ¿Por qué?
— Por escucharme… supongo que me hacía falta el desahogarme.
— Sabes que cuentas conmigo, Michael. Y en cuanto a Beverly… —comento con un tono pícaro.
— Me agrada mucho, así que en parte debo agradecerte, e igual a Jordan, el haberme conseguido a una compañera tan maravillosa.
— ¿Maravillosa, eh?
— Detén tu tren, Zarina McCarthy. Ella y yo solo somos amigos… y apenas empezamos a tratarnos.
— Si, tienes razón, pero con el tiempo eso puede cambiar y pueden llegar a conocerme y congeniar muy pero muy bien, ¿no crees?
— Zarina, no empecemos de nuevo. No estoy ni quiero empezar una relación sentimental por el momento.
— Pero Michael, ya tienes veintitrés… estas ya en edad para entrar a una relación estable, y que mejor pareja que esa dulzura de persona que es Beverly.
— Dije no.
— Ya verás como cambias de opinión en el futuro y vendrás a mí por consejo para conquistar a ese algodón de azúcar —añadió con tono de superioridad y cruzando los brazos, causándole mucha risa al castaño por el cambio de conversación.

Se mentalizó el comprar algo de cena y rentar alguna película para recompensar a Beverly por lo de la tarde. Total, él era el que se complicaba la vida apartando a todos en su vida.

±±±



Jordan se encontraba completamente sola en su departamento. Zarina había ido a visitar a sus padres en lo que ella estaba de salida con Emmet, así que se animó para ver una película mientras esperaba el regreso de su amiga.

Busco un paquete de palomitas de maíz con extra mantequilla para disfrutar durante la mini función. Mientras esperaba que las palomitas estuvieran listas recordó parte de la conversación que tuvo con Emmet esa tarde:

— ¿Crees que eres una persona fuerte, Jordan?
— No lo creo, Emmet, ¿pero por qué tú pregunta?
— Pienso lo contrario, Joe. Estos meses, desde lo ocurrido con Holly me hicieron darme cuenta de algo muy peculiar sabes.
— ¿De qué?
— Que la vida puede ser muy irónica cuando quiere —Emmet supuso que su compañera no había entendido del todo a la frase, así que suspiro para explicarlo con más detalle—. Lo que digo es que… Quien diría que los momentos más felices de la vida, en algún futuro dolerían tanto. Da risa a veces el hecho que algo que te hizo inmensamente feliz, después de un tiempo la vida misma lo convierte en algo doloroso de sentir y recordar.
— ¿Qué tiene que ver eso con que sea o no sea una persona fuerte, Emmerson?
— Tu y yo somos sobrevivientes, Jordan. Sobrevivimos a que nos rompieran el corazón en muchos fragmentos, a que nos destruyeran de una manera que jamás pensamos que pasaría, menos de esa persona que considerábamos especial para nosotros —comento con una sonrisa algo melancólica—. Solo que tú eres una mejor superviviente que yo.
— ¿Por qué dices eso?
— Porque no permitiste que ese gran dolor te transformara por completo en alguien que aborreces ser en tu presente. A comparación mía, que soy una mierda de persona en todo su esplendor, tú permaneciste con tu esencia, lo que te hace ser lo que eres. No dejaste que ese corazón roto te destruyera por completo, Joe.
— Nunca lo había pensado de esa manera.
— El amor solo existe para las personas fuertes, aquellas que podrán soportar llevar el corazón roto tras una historia trágica que marcó un antes y después en tu vida.


Fue el timbre del departamento que la hizo volver al presente. Saco un boll para verter las palomitas y colocarlas en la mesita de la sala para ir a la puerta y abrirle a Zarina, ya que posiblemente había olvidado su llave.

— Buenas noches, Joe —no podía creer lo que sus ojos veían. Gordon. Era él quien había tocado. Era él quien estaba enfrente—. ¿Puedo pasar?
— ¡No! ¡Solo vete, Gordon! —se adentró en el departamento sin cerrarle la puerta.
— Déjame hablar.
— No lo hare, ¿y sabes porque? No puedes simplemente aparecer después de todos estos meses y decirme que aún me amas.
— Lo sé, Joe. Lo sé. Sé que no merezco que me escuches, y mucho menos que me des una segunda oportunidad. Tienes en frente a un hijo de puta que lastimo, hirió, decepciono y que no fue del todo sincero con su pareja. Sabe que es demasiado tarde, porque el error ya está hecho: él fue tan estúpido al echar a perder todo. Ese chico tiene en cuenta que no merece ser escuchado por la única persona que ha amado.
— Basta…
— Pero ese hijo de puta que le rompió el corazón a esa chica, aún sigue enamorado de ella, tal y como lo ha hecho desde el primer momento en que la vio cruzar el umbral del salón de Biología Celular, hace siete años.
— Vete, Gordon… por favor —Jordan ya no pudo contener el dolor que le causaba el volver a verlo después de tanto y más al tenerlo a pocos metros de distancia, no pudo evitar que empezaran a surgir las lágrimas.
— Cometí el peor error de mi vida al terminar lo nuestro pensando que era lo mejor para ti. Hice aquello pensando que merecías algo más que un chico que no tenía nada que ofrecerte en la vida, pero me equivoque.
— ¿Por qué me dices todo esto ahora? ¿Por qué no antes? ¿Por qué no volviste al día siguiente y trataste de arreglar las cosas? ¿Por qué esperaste tanto para volver, Gordon? —habló Jordan con la voz entrecortada por las lágrimas.
— Porque fui un cobarde y no tenía cara para volver después de lo que te hice —admitió, sintiéndose impotente nuevamente—. Creí que después de aquella noche, podría olvidarte, sabía que sería difícil, pero me mentalice hacerlo, costará lo que costará.
— ¿Y?
— No te he olvidado, Joe. Ni a ti ni a todo lo que pasamos juntos por siete años.
— Gordon… —dio un largo suspiro para lograr hablar sin que se le rompiera la voz— la puerta de mi casa sigue siendo lo bastante grande. Puedes salir como lo hiciste hace unos meses y de igual manera, pensando que es lo mejor para mí —lo vio directo a los ojos, para que viera su propio sufrimiento, el mismo que noto en los ojos azulados de él—, porque lo mejor para mí es que tú ya no formes parte de mi vida.

— ¿Sabes? —Se rió Gordon con voz ahogada logrando retener las lágrimas—. Presentía que dirías eso y que las cosas no cambiarían —dio varios pasos al frente, al punto de colocar su frente contra la de ella y poder sentir el aliento a chocolate, escuchando a la vez lo lento que se había puesto su respiración—. Pero me conoces, Joe. Soy lo bastante terco como para olvidar algo que quiero.
— ¿Ah, sí? ¿Y qué es exactamente lo que quieres? —se atrevió a mirarlo a los ojos, con temor a no controlar las ansias que tenía de agarrarlo ahí mismo y besarlo, pudiendo olvidar todo recuerdo de sufrimiento que había pasado.
— A ti —fue lo último que dijo antes de salir por la puerta principal, dejando a la morena sin palabras y con el corazón latiendo a mil por hora mientras los recuerdos volvían uno por uno atormentándola más de lo que ya estaba.

Lo peor del momento no fue el haberlo visto ni el entablar nuevamente una conversación, sino la sonrisa que comenzaban a dibujar sus labios al haberlo tenido tan cerca como hace mucho no hacía, haber sentido su perfume, volver a ver el azul de sus ojos que la volvían loca, ser testigo de que ella aún causaba sus sonrisas y que también su corazón le seguía perteneciendo solo a ella y a nadie más.

— Te odio por amarte tanto, Gordon.

±±±



Tenía mucho, demasiado tiempo que Emmet no veía a Xavier vestido con ropa de civil. Su mejor amigo llevaba puesto unos jeans, un par de tenis cafés, playera azul marina y una sudadera gris, queriendo evitar a toda costa portar una prenda blanca. El castaño supuso que ya estaba harto de llevar encima solo el camisón del hospital.

Era una mañana muy tranquila. El trío (contando a Xavier, Bree y Emmet) fueron a las cinco y media de la madrugada a una parte algo alejada de la ciudad de Illionis, para no escuchar los molestos sonidos de las personas o de los automóviles, para ver el amanecer juntos.

Emmet recordó los viejos tiempos: antes de que le diagnosticaran la insuficiencia cardiaca a Xavier, venían cada fin de semana a esta parte de la ciudad para ver precisamente el alba y desayunar ahí mismo con un picnic preparado por Bree, y de esa manera sacar todo el estrés y cansancio acumulados durante la semana. Solo en esos días sentía una tranquilidad infinita y dejaba de pensar en cualquier otra cosa.
Así se sentía ahora, tranquilo, sereno… en paz. Solo se escuchaba el sonido del viento y se olía el pasto verde fresco que estaba debajo de él.

Se prometió así mismo retomar este hábito y de venir cada domingo, aunque fuera solo, a este lugar.

— ¿Qué tanto piensas, Sunday? —salió de ese pequeño momento de paz para ver a su amigo. Estando vestido con ropa de color, sintió como si las cosas hubieran recuperado su curso, como si hubieran mejorado o nunca hubieran pasado… como si la enfermedad de Xavier jamás hubiera existido.
— ¿Sinceramente? En nada.
— Eso es bueno.
— Me sorprende que mi hermana se haya quedado dormida apenas pasado el amanecer. Ni siquiera probó un bocado —comento señalando con una sonrisa a su hermana, que se hallaba recostada con su cabeza sobre las piernas de Xavier.
— Supongo que se cansó de hacer el desayuno ayer por la noche.
— Ja, buena esa, solo hizo unos sándwiches con mantequilla y mermelada de zarzamora, Xavier. Oh, y jugo natural de naranja. Hasta yo pude hacerlo.
— Pero no lo hiciste —señalo el castaño menor riéndose del asunto.
— Touché.

Emmerson metió sus manos en los bolsillos de su chamarra para calentarlas un poco. Sintió algo frío y pequeño dentro de estas y al sacar el objeto solo atino a suspirar al reconocerlo.

— Hasta cuando quiero olvidarla por completo hace acto de presencia sin querer —hablo con sarcasmo mostrándole el anillo a su amigo.
— ¿Puedes hacerme dos promesas, Emmet? —quito su vista del anillo antes de que los recuerdos volvieran, y la puso en el castaño que estaba enfrente suyo.
— Depende.
— ¿De qué, idiota?
— De lo que gane si las cumplo.
— Eres un estúpido, Emmerson, y nunca cambiaras.
— Me han dicho eso a diario, hermano. Pero dime, ¿de qué se trata? —vio lo callado que se puso Xavier, como si estuviera pensativo, y aquello solo logro aumentar su curiosidad.
— ¿Puedes prometerme que después de que muera irás a buscar a Holly para hablar y decir todas tus dudas, reclamar todo y desahogarte?
— ¿Por qué haces esto, Xavier? —sintió como sus ojos se comenzaban a llenar de lágrimas y no le importó. Ya no tenía ganas de retener sus sentimientos por el momento.
— Porque sé que no lo harás en su momento. Quería que lo hicieras y luego contarme como resultaron las cosas, que mis dos mejores amigos me contaran en que plan terminaron. Pero debo ser honesto, contigo y conmigo mismo, ya no me queda mucho tiempo, Emmet. Sabes que tengo razón. Solo quiero irme tranquilo y sin ningún pendiente. Con la seguridad de que tú y Bree estarán bien tras mi partida, de que podrás lograr volver a tener una vida normal como la que un chico de veinticuatro años debe tener.

— No deberíamos estar hablando de esto.
— ¿Entonces cuando? Quiero hacerlo ahora, no estando en el hospital. Y sé que luego no tendré ánimos para decirlo. Ya no hay más tiempo, Emmet, compréndeme.
— ¡Compréndeme tu a mí, Xavier! —Agradeció que su exclamación no haya sido tan fuerte como para despertar a su hermana— Hablas como si esto fuera una despedida. Y yo… no sé que haré en caso de que mañana tú ya no estés. No estoy listo para decirte adiós.
— Seguirás vivo, y mientras sigas respirando y aun con los cinco sentidos intactos, intentaras seguir con tu vida. Porque ahora cuidaras de ti, y de Bree, y no la puedes dejar sola.
— Aunque lo intente no será lo mismo, no sin ti.
— Emmet, solo prométemelo —sintió un tono de súplica y no podía seguir negándose, no a su petición… no a Xavier.
— Está bien, lo haré, y con eso le devolveré el anillo. ¿De qué va la otra promesa?
— Prométeme que cuidaras de Bree y no dejaras que la depresión gane la batalla, ni a ella ni a ti. Que seguirán adelante sin mí, harán las promesas que un día hicimos los tres, visitarán los lugares que pusimos en una lista hace mucho tiempo. Realizaran los planes que algún día prometimos hacer.
— Dios…
— Júralo, Emmet.
— Lo juro.
— Ya puedo irme con tranquilidad entonces —la sonrisa que dibujo Xavier al final solo logro romper su coraza un poco más—. Y siendo honestos, sabemos que nadie en este mundo está listo para despedirse de alguien que muy pronto partirá.

Realmente no sabía como le haría para cumplir con esas promesas, pero era su palabra y se trataba de su mejor amigo. Al menos intentaría por todos los medios cumplir con la última voluntad de Xavier.
Atenea.
Atenea.


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Mensaje por bxmbshell. Lun 26 Oct 2015, 6:42 pm

AY DIOS MIO. ESTÁ LARGO EL CAP, OMG. GINA PLZ Double Rainbow  - Página 43 1054092304 Double Rainbow  - Página 43 1054092304 Double Rainbow  - Página 43 1054092304 Double Rainbow  - Página 43 1054092304
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