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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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If I decide to stay {resultados.
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Re: If I decide to stay {resultados.
Hola, mucho gusto. ¡Claro que acepto las parejas gay!. Hay en algunas ene cé que no lo aceptan y es feo. :nolike: Perdón la demora estaba ocupada. Espero tu fichaHowell. escribió:omggggggggg omgggggggg debo estar en eso. lo único, gabi, corazón mío, la luz de mis ojos (?) ahre que ni te conozco (soy soph, por cierto:3 seamos amiguis (?)). boe, gabi, quería preguntarte si mi pé-jota podía ser chico. así relación homosexual gay ghei geeeeeeei *foca*
Invitado
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Re: If I decide to stay {resultados.
+ Nombres: Kristian Johan; Michael Jones.
+ Representantes: Luhan; Oh Sehun.
+ Rol: Step by Step.
+ Escritos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]; [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]; [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
+ Representantes: Luhan; Oh Sehun.
+ Rol: Step by Step.
+ Escritos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]; [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]; [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
Invitado
Invitado
Re: If I decide to stay {resultados.
Howell. escribió:
+ Nombres: Kristian Johan; Michael Jones.
+ Representantes: Luhan; Oh Sehun.
+ Rol: Step by Step.
+ Escritos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]; [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]; [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
¡Ficha aceptada!
linda, amé tu escritura, tanto ortográficamente como gramaticalmente, además de que te me han atrapado ¡tú escrito de gatos y tenedores me hizo reír a más no poder! por supuesto que tu ficha está aceptada. suerte.
drums.
Re: If I decide to stay {resultados.
Me dijiste Mill :'( Soy Clary jajaja. Gracias por aceptar Gabi.
Harold
Re: If I decide to stay {resultados.
Me ha encantado la idea :') Te dejo mi ficha <33.
+ Nombres: Shopie Gillies y Matt Melark
+ Representantes: Elizabeth Gillies e Ian Somerhalder.
+ Rol: Passion for singing
+ Escritos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
+ Representantes: Elizabeth Gillies e Ian Somerhalder.
+ Rol: Passion for singing
+ Escritos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Insane.
Re: If I decide to stay {resultados.
yo quiero, yo quiero, ¡qué idea tan hermosa! voy a ir por la cantante bc amo cantar<3.
btw, me llamo celeste, pero decime cele.
btw, me llamo celeste, pero decime cele.
Invitado
Invitado
Re: If I decide to stay {resultados.
Oh Dios Mio, por estar ausente me prometí a mi misma no audicionar ni nada de na, pero no puedo, es If I decide to stay, mi libro favorito y puede que mi pelicula. ¿Lo adaptaste de ahí o te diste la idea? ahque.
Bueno, audicionare en contra de mi voluntad y ahsbdaishfnfaisf.
Bueno, audicionare en contra de mi voluntad y ahsbdaishfnfaisf.
wilkinson.
Re: If I decide to stay {resultados.
+ Nombres: dylan shepard, chase shepard.
+ Representantes: acacia brinley, ash stymest.
+ Rol: letters, parts of your life.
+ Escritos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
+ Representantes: acacia brinley, ash stymest.
+ Rol: letters, parts of your life.
+ Escritos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
wilkinson.
Re: If I decide to stay {resultados.
+ Nombres: Tegan Hale & Nathaniel Lane.
+ Representantes: Shelley Hennig & Dylan O'brien.
+ Rol: "passion for singing".
+ Escritos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
- escrito2:
- La primera vez que la vi, traía su pelo atado en una trenza larga y rubia, con retazos rosas, que le llegaba hasta su cintura.
El piercing de su labio la hacía ver temeraria, a pesar de que su rostro y cabello parecían angelicales.
Recuerdo que caminé hacia su mesa de trabajo y me senté en la silla libre que se encontraba a su lado.
Mis primeras palabras para aquella chica fueron:
—Si quieres parecer temeraria con ese aro, quítate la trenza al estilo Katniss Everdeen.
Cuando se giró a verme, noté que poseía unos enormes ojos azules, y no pude evitar compararla con un pequeño pajarito de alas celestes y gigantes ojos. A pesar de su piercing, claro.
Me sonrió, mostrando una hilera de dientes chuecos, y los del medio con una pequeñísima abertura.
Aún así, pensé que era una sonrisa muy hermosa.
—¿Te gusta? —Preguntó, señalándolo con un dedo.
Asentí sinceramente. En realidad me gustaba. No era de color negro, sino azul oscuro. Eso me puso feliz, porque odiaba el negro —era un color demasiado triste.
—A mi mamá no. Lo odia —ríe un poco, como si acabara de decir un chiste privado, que sólo ella entiende—. Es por eso que lo uso.
Alcé una ceja. Esta chica comenzaba a ser interesante, con sus dientes torcidos y cabello rosa y su aro en el labio y su personalidad vibrante, pero resultaba ser igual a cualquier adolescente.
No era que no me parecieran atrayentes, sólo que ya poseía amigos así (sin pensamientos, llenos de hormonas y comunes y corrientes). Sólo quería a alguien distinto a ellos, y, a los trece años, era fácil hallar ese tipo de cualidades en cualquier persona de mi edad.
—¿Lo usas porque quieres rebelarte? —Hablé por primera vez, mientras sacaba los libros de mi mochila y evitaba el contacto visual; no quería que se diera cuenta de mi mirada de decepción.
—Claro que no —negó con la cabeza, y levanté mi vista de nuevo hacia ella. Tenía una sonrisa burlona en su rostro—. Lo tengo para complacerla.
Y desde ese momento, supe que me convenía estar cerca de esta chica.
En esa misma clase, aprendí varias cosas de ella —incluyendo su nombre, Tegan; me gustaba muchísimo—, pero la más interesante fue la historia de su madre, Lorraine, que creía que era una ‘niña-oh-muy-extraña-y oh-no-intenta-rebelarse-contra-sus-padres-como-las-niñas-de-su-edad’ —y en realidad lo era, me dijo ella, pero su mamá no debía de enterarse de esto— e insistió en que realice un acto típico adolescente; aunque, claro, intentó encubrir la parte de quedar demasiado obvia (“¿Sabías que las drogas son más baratas que el alimento, Tegan? Eso quiere decir que, cada vez que te entrego dinero para comer afuera, podrías estar comprano heroína!”).
Así que, la tarde siguiente, Tegan apareció en su casa con un nuevo aro y su pelo rosa, teniendo demasiado en cuenta lo mucho que su progenitora pensaba de esas cosas (“Las odio, Teg, no entiendo cómo alguien podría hacer esas cosas con su cara o pelo”).
Pasé varios minutos riendo gracias a esa historia, y la única consecuencia que tuvimos por no prestar ni una pizca de atención al primer período fue un regaño del profesor.
El día había comenzado de maravilla, y planeaba que continuara del mismo modo, así que se me ocurrió sentarme con ella en el almuerzo.
Se lo dije al toque de la campana cuando finalizó la primera clase del día, y aceptó gustosa.
Recuerdo haber sentido una felicidad inmensa, porque por primera vez tendría una amiga mujer. Fue la primera y única vez que sentí ese tipo de alegría.
En el segundo período, el cual compartía con mi mejor amigo, Denver, no paré de hablar de ella y de cómo cortaría sus pelotas si no se comportaba.
Él sólo reía y asentía, rodando los ojos sin despegar su mirada del boceto que dibujaba en su cuaderno (un avión disparando misiles y matando a una ciudad entera; debía admitir que estaba genial).
La historia —la clase que se estaba enseñando— me aburría demasiado, y pensé que sería mejor pensar en los chistes que haría en el almuerzo, o que diría.
Lo mismo hice en el siguiente período, y en el posterior, y así sucesivamente hasta el cuarto, en el que sonaba la campana para comer.
En el momento en que escuché aquel sonido agudo y estrepitoso, me levanté corriendo de mi asiento —no sin antes escuchar las risas de mis amigos, con los cuáles compartía aquella clase— y llegué a la cafetería (al parecer, no era el único que tenía prisa por largarse del salón, ya que había unos cuántos chicos más allí).
Cogí una mediana mesa vacía en un costado de la sala, que contenía siete sillas, y me senté, esperando pacientemente a la llegada de los demás.
Ni siquiera se me cruzó por la mente que debía recoger la comida primero, porque la excitación de una nueva persona en mi vida era demasiado grande (parecerá infantil, pero de veras quería una amiga, y la había estado buscando desde los diez años).
Denver y Camber se acercaron a mí unos cinco minutos después, con sus bandejas repletas de papas fritas y una hamburguesa gigante (era día de comida rápida, y los alumnos se emocionaban por esto ya que en la escuela nunca servían nada delicioso, sabroso o nutritivo. No estaba seguro de que la carne que se comía venía de un animal, o de que los vegetales eran provenientes de la tierra). Me miraron con el ceño fruncido, ya que, usualmente, soy el primero en robar todo lo que pueda de la barra de almuerzo.
—Estoy esperando a Tegan —me precipité, y respondí antes de que pudieran preguntar algo.
Denver sonrió y subió sus cejas, mientras que Camber rodaba los ojos y me pegaba una palmada en la espalda con su mano libre. Podía apostar a que pensaban que quería tener algo más que amistad con ella debido a sus palabras de apoyo y gestos obscenos (pero sólo por parte del chico con nombre de ciudad. Y sí, solía burlarme de él por eso).
—Escuchen —les dije apenas dejaron las bandejas repletas en la mesa, y ellos tomaron asiento—. No quiero que piense que soy un idiota.
—Pero lo eres. —Señaló Camber, con una patata en la boca.
—Sé que lo soy, pero ella no tiene porque saber eso.
—Ntonces quiebes mentible —Denver intervino en la conversación, hablando mientras masticaba su hamburguesa.
Negué con la cabeza.
—Quiero aplazar la verdad, y eso es totalmente diferente a mentir —aclaré, señalándolos con un dedo. Ellos fruncieron su entrecejo y negaron con la cabeza. Suspiré—. Miren, sólo quiero causar una buena primera impresión. Sé que yo no creo que ellas, pero quizás Tegan lo haga, y necesito agradarle.
El primero en encogerse de hombros fue Camber, seguido por un “como tú quieras”. Mi otro mejor amigo sólo seguía disfrutando de la carne, olvidando por completo la anterior conversación en la que él había tenido participación.
Lo miré mal (aunque no se dio por aludido), y fijé mi vista en la puerta de entrada.
Habían pasado unos diez minutos, y Tegan no llegaba.
¿Qué tal si había decidido comer fuera, con otras personas? ¿O qué si estaba sentada en alguna otra mesa, y yo no la había visto llegar?
No, me rehusaba a pensar esto. No, claro que no, ella lo había prometido, y las promesas deben de cumplirse, ¿verdad?
Y, por fin, unos segundos más tarde, apareció en la entrada, con su cabello rosa y amarillo en su misma trenza de hoy, su aro en el labio y sus dientes torcidos sonriendo a mi dirección.
Moví una mano en modo de saludoy le sonreí de vuelta.
Me señaló la pequeña fila en la barra de almuerzos, y asentí, entendiendo que se dirigía a tomar la comida primero. Pensé en hacer lo mismo, después de todo, mi bandeja seguía vacía.
Me levanté y dirigí hacia ese mismo lugar, ubicándome detrás de ella.
—Hola —le dije tímidamente, desde atrás.
Tegan se sobresaltó y giró, para luego esbozar una pequeña sonrisa que no mostraba sus dientes (cosa que me entristeció).
—Hola, Jackhes —escuchar mi nombre siempre había sido una tortura, ya que es algo raro y difícil de pronunciar; pero, de alguna manera, ella lograba hacer que me gustara.
Caímos en un silencio incómodo, aunque no sé cuán real es la incomodidad que siento, porque en mi opinión, todos los silencios lo son.
Me aclaré la garganta, preparado para decir algo seguramente estúpido, cuando su turno de elegir la comida llega y despega su mirada de mí.
Suspiré agradecido a lo que sea que me ayudó a no hacer el ridículo e intenté centrarme en otra cosa además de los pedazos rosados que contenía su trenza.…—¿Cuántos años tienes, Tegan? —comenzó la conversación Denver, quién ya no tenía una hamburguesa para mostrar libremente como la masticaba, pero sí patatas.
—Trece, recién cumplidos —contestó con una sonrisa.
—¿Y ya tienes un aro en la boca? ¿Y el pelo pintado? ¡Wow! —Denver abrió los ojos y la boca (algo repugnante, por cierto), y esbozó una gran sonrisa de admiración.
Realmente no le veía lo fantástico a poseer una pequeña bolita azul oscuro en el labio, o teñirse el pelo de un color distinto al que siempre se ve. Pero, por alguna extraña razón, la mayoría de la gente lo hacía.
Eso o pensar que era una acto de extremada rebeldía que debía castigarse con la inscripción de esa persona particular a una escuela de monjas o de sacerdotes, para asegurar que ese error no volviera a cometerse.
—No es algo fuera del otro mundo —le dije a mis amigos luego de un momento, en el cuál los dos idiotas frente a mí no dejaban de mirar a Tegan con un deje de admiración en sus rostros—. Scott Haley tiene un piercing en su pezón, y no veo a nadie haciendo un alboroto por ello.
—Quizás es porque, oh, no lo sé, él tiene tres años más que todos nosotros. —Comentó, sarcástico, Camber.
—No tiene importancia. —Sacudí mi mano, en un gesto que decía claramente “eso no cuenta”.
El resto del almuerzo lo pasamos en un cómodo silencio, el cual se rompía cuando Denver o Camber recordaban bromas que no hacían gracia —pero Tegan reía, lo que hizo que mi simpatía por ella aumentara; aunque no creía eso posible ya que, de veras, me gustaba su personalidad.
—Saben —dijo Tegan, de repente, mientras tomaba su gaseosa—, creo que entiendo porque se habla de mí y no de Scott.
Mis amigos y yo levantamos nuestras cejas, y Tegan sonrió.
—Tengo trece años, soy una chica y poseo un piercing y el pelo de color; mientras que Scott tiene dieciséis, es un chico y sólo dijo que tenía un aro en su pezón. Yo soy diferente por elección. Él no tiene otra opción que intentar serlo.
Nunca he entendido lo que había querido decir aquella vez, pero hoy, en este momento en el que decido recordar todos mis momentos con ella, por fin sé de lo que habla.
Invitado
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Re: If I decide to stay {resultados.
»Lovestruck. escribió:Me ha encantado la idea :') Te dejo mi ficha <33.
+ Nombres: Shopie Gillies y Matt Melark
+ Representantes: Elizabeth Gillies e Ian Somerhalder.
+ Rol: Passion for singing
+ Escritos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Suerte.! xx:)
Invitado
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Re: If I decide to stay {resultados.
wilkinson. escribió:
+ Nombres: dylan shepard, chase shepard.
+ Representantes: acacia brinley, ash stymest.
+ Rol: letters, parts of your life.
+ Escritos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Suerte.! xx:)
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Re: If I decide to stay {resultados.
Colfer. escribió:
+ Nombres: Tegan Hale & Nathaniel Lane.
+ Representantes: Shelley Hennig & Dylan O'brien.
+ Rol: "passion for singing".
+ Escritos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
- escrito2:
La primera vez que la vi, traía su pelo atado en una trenza larga y rubia, con retazos rosas, que le llegaba hasta su cintura.
El piercing de su labio la hacía ver temeraria, a pesar de que su rostro y cabello parecían angelicales.
Recuerdo que caminé hacia su mesa de trabajo y me senté en la silla libre que se encontraba a su lado.
Mis primeras palabras para aquella chica fueron:
—Si quieres parecer temeraria con ese aro, quítate la trenza al estilo Katniss Everdeen.
Cuando se giró a verme, noté que poseía unos enormes ojos azules, y no pude evitar compararla con un pequeño pajarito de alas celestes y gigantes ojos. A pesar de su piercing, claro.
Me sonrió, mostrando una hilera de dientes chuecos, y los del medio con una pequeñísima abertura.
Aún así, pensé que era una sonrisa muy hermosa.
—¿Te gusta? —Preguntó, señalándolo con un dedo.
Asentí sinceramente. En realidad me gustaba. No era de color negro, sino azul oscuro. Eso me puso feliz, porque odiaba el negro —era un color demasiado triste.
—A mi mamá no. Lo odia —ríe un poco, como si acabara de decir un chiste privado, que sólo ella entiende—. Es por eso que lo uso.
Alcé una ceja. Esta chica comenzaba a ser interesante, con sus dientes torcidos y cabello rosa y su aro en el labio y su personalidad vibrante, pero resultaba ser igual a cualquier adolescente.
No era que no me parecieran atrayentes, sólo que ya poseía amigos así (sin pensamientos, llenos de hormonas y comunes y corrientes). Sólo quería a alguien distinto a ellos, y, a los trece años, era fácil hallar ese tipo de cualidades en cualquier persona de mi edad.
—¿Lo usas porque quieres rebelarte? —Hablé por primera vez, mientras sacaba los libros de mi mochila y evitaba el contacto visual; no quería que se diera cuenta de mi mirada de decepción.
—Claro que no —negó con la cabeza, y levanté mi vista de nuevo hacia ella. Tenía una sonrisa burlona en su rostro—. Lo tengo para complacerla.
Y desde ese momento, supe que me convenía estar cerca de esta chica.
En esa misma clase, aprendí varias cosas de ella —incluyendo su nombre, Tegan; me gustaba muchísimo—, pero la más interesante fue la historia de su madre, Lorraine, que creía que era una ‘niña-oh-muy-extraña-y oh-no-intenta-rebelarse-contra-sus-padres-como-las-niñas-de-su-edad’ —y en realidad lo era, me dijo ella, pero su mamá no debía de enterarse de esto— e insistió en que realice un acto típico adolescente; aunque, claro, intentó encubrir la parte de quedar demasiado obvia (“¿Sabías que las drogas son más baratas que el alimento, Tegan? Eso quiere decir que, cada vez que te entrego dinero para comer afuera, podrías estar comprano heroína!”).
Así que, la tarde siguiente, Tegan apareció en su casa con un nuevo aro y su pelo rosa, teniendo demasiado en cuenta lo mucho que su progenitora pensaba de esas cosas (“Las odio, Teg, no entiendo cómo alguien podría hacer esas cosas con su cara o pelo”).
Pasé varios minutos riendo gracias a esa historia, y la única consecuencia que tuvimos por no prestar ni una pizca de atención al primer período fue un regaño del profesor.
El día había comenzado de maravilla, y planeaba que continuara del mismo modo, así que se me ocurrió sentarme con ella en el almuerzo.
Se lo dije al toque de la campana cuando finalizó la primera clase del día, y aceptó gustosa.
Recuerdo haber sentido una felicidad inmensa, porque por primera vez tendría una amiga mujer. Fue la primera y única vez que sentí ese tipo de alegría.
En el segundo período, el cual compartía con mi mejor amigo, Denver, no paré de hablar de ella y de cómo cortaría sus pelotas si no se comportaba.
Él sólo reía y asentía, rodando los ojos sin despegar su mirada del boceto que dibujaba en su cuaderno (un avión disparando misiles y matando a una ciudad entera; debía admitir que estaba genial).
La historia —la clase que se estaba enseñando— me aburría demasiado, y pensé que sería mejor pensar en los chistes que haría en el almuerzo, o que diría.
Lo mismo hice en el siguiente período, y en el posterior, y así sucesivamente hasta el cuarto, en el que sonaba la campana para comer.
En el momento en que escuché aquel sonido agudo y estrepitoso, me levanté corriendo de mi asiento —no sin antes escuchar las risas de mis amigos, con los cuáles compartía aquella clase— y llegué a la cafetería (al parecer, no era el único que tenía prisa por largarse del salón, ya que había unos cuántos chicos más allí).
Cogí una mediana mesa vacía en un costado de la sala, que contenía siete sillas, y me senté, esperando pacientemente a la llegada de los demás.
Ni siquiera se me cruzó por la mente que debía recoger la comida primero, porque la excitación de una nueva persona en mi vida era demasiado grande (parecerá infantil, pero de veras quería una amiga, y la había estado buscando desde los diez años).
Denver y Camber se acercaron a mí unos cinco minutos después, con sus bandejas repletas de papas fritas y una hamburguesa gigante (era día de comida rápida, y los alumnos se emocionaban por esto ya que en la escuela nunca servían nada delicioso, sabroso o nutritivo. No estaba seguro de que la carne que se comía venía de un animal, o de que los vegetales eran provenientes de la tierra). Me miraron con el ceño fruncido, ya que, usualmente, soy el primero en robar todo lo que pueda de la barra de almuerzo.
—Estoy esperando a Tegan —me precipité, y respondí antes de que pudieran preguntar algo.
Denver sonrió y subió sus cejas, mientras que Camber rodaba los ojos y me pegaba una palmada en la espalda con su mano libre. Podía apostar a que pensaban que quería tener algo más que amistad con ella debido a sus palabras de apoyo y gestos obscenos (pero sólo por parte del chico con nombre de ciudad. Y sí, solía burlarme de él por eso).
—Escuchen —les dije apenas dejaron las bandejas repletas en la mesa, y ellos tomaron asiento—. No quiero que piense que soy un idiota.
—Pero lo eres. —Señaló Camber, con una patata en la boca.
—Sé que lo soy, pero ella no tiene porque saber eso.
—Ntonces quiebes mentible —Denver intervino en la conversación, hablando mientras masticaba su hamburguesa.
Negué con la cabeza.
—Quiero aplazar la verdad, y eso es totalmente diferente a mentir —aclaré, señalándolos con un dedo. Ellos fruncieron su entrecejo y negaron con la cabeza. Suspiré—. Miren, sólo quiero causar una buena primera impresión. Sé que yo no creo que ellas, pero quizás Tegan lo haga, y necesito agradarle.
El primero en encogerse de hombros fue Camber, seguido por un “como tú quieras”. Mi otro mejor amigo sólo seguía disfrutando de la carne, olvidando por completo la anterior conversación en la que él había tenido participación.
Lo miré mal (aunque no se dio por aludido), y fijé mi vista en la puerta de entrada.
Habían pasado unos diez minutos, y Tegan no llegaba.
¿Qué tal si había decidido comer fuera, con otras personas? ¿O qué si estaba sentada en alguna otra mesa, y yo no la había visto llegar?
No, me rehusaba a pensar esto. No, claro que no, ella lo había prometido, y las promesas deben de cumplirse, ¿verdad?
Y, por fin, unos segundos más tarde, apareció en la entrada, con su cabello rosa y amarillo en su misma trenza de hoy, su aro en el labio y sus dientes torcidos sonriendo a mi dirección.
Moví una mano en modo de saludoy le sonreí de vuelta.
Me señaló la pequeña fila en la barra de almuerzos, y asentí, entendiendo que se dirigía a tomar la comida primero. Pensé en hacer lo mismo, después de todo, mi bandeja seguía vacía.
Me levanté y dirigí hacia ese mismo lugar, ubicándome detrás de ella.
—Hola —le dije tímidamente, desde atrás.
Tegan se sobresaltó y giró, para luego esbozar una pequeña sonrisa que no mostraba sus dientes (cosa que me entristeció).
—Hola, Jackhes —escuchar mi nombre siempre había sido una tortura, ya que es algo raro y difícil de pronunciar; pero, de alguna manera, ella lograba hacer que me gustara.
Caímos en un silencio incómodo, aunque no sé cuán real es la incomodidad que siento, porque en mi opinión, todos los silencios lo son.
Me aclaré la garganta, preparado para decir algo seguramente estúpido, cuando su turno de elegir la comida llega y despega su mirada de mí.
Suspiré agradecido a lo que sea que me ayudó a no hacer el ridículo e intenté centrarme en otra cosa además de los pedazos rosados que contenía su trenza.…—¿Cuántos años tienes, Tegan? —comenzó la conversación Denver, quién ya no tenía una hamburguesa para mostrar libremente como la masticaba, pero sí patatas.
—Trece, recién cumplidos —contestó con una sonrisa.
—¿Y ya tienes un aro en la boca? ¿Y el pelo pintado? ¡Wow! —Denver abrió los ojos y la boca (algo repugnante, por cierto), y esbozó una gran sonrisa de admiración.
Realmente no le veía lo fantástico a poseer una pequeña bolita azul oscuro en el labio, o teñirse el pelo de un color distinto al que siempre se ve. Pero, por alguna extraña razón, la mayoría de la gente lo hacía.
Eso o pensar que era una acto de extremada rebeldía que debía castigarse con la inscripción de esa persona particular a una escuela de monjas o de sacerdotes, para asegurar que ese error no volviera a cometerse.
—No es algo fuera del otro mundo —le dije a mis amigos luego de un momento, en el cuál los dos idiotas frente a mí no dejaban de mirar a Tegan con un deje de admiración en sus rostros—. Scott Haley tiene un piercing en su pezón, y no veo a nadie haciendo un alboroto por ello.
—Quizás es porque, oh, no lo sé, él tiene tres años más que todos nosotros. —Comentó, sarcástico, Camber.
—No tiene importancia. —Sacudí mi mano, en un gesto que decía claramente “eso no cuenta”.
El resto del almuerzo lo pasamos en un cómodo silencio, el cual se rompía cuando Denver o Camber recordaban bromas que no hacían gracia —pero Tegan reía, lo que hizo que mi simpatía por ella aumentara; aunque no creía eso posible ya que, de veras, me gustaba su personalidad.
—Saben —dijo Tegan, de repente, mientras tomaba su gaseosa—, creo que entiendo porque se habla de mí y no de Scott.
Mis amigos y yo levantamos nuestras cejas, y Tegan sonrió.
—Tengo trece años, soy una chica y poseo un piercing y el pelo de color; mientras que Scott tiene dieciséis, es un chico y sólo dijo que tenía un aro en su pezón. Yo soy diferente por elección. Él no tiene otra opción que intentar serlo.
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