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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Un mago jamás revela sus secretos. -Larry Stylinson [Cap. 1 publicado]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Un mago jamás revela sus secretos. -Larry Stylinson [Cap. 1 publicado]
Nombre: Un mago jamás revela sus secretos
Autora: Yo, Malena :)
Adaptación: Nope, aunque me inspiré cuando vi la película "el gran truco" pero la historia no es la misma
Genero: Drama, romance.
Advertencias: Ninguna
Otras páginas: No
Un mago jamás revela sus secretos
Aunque Louis hará una excepción...
Prólogo:
Alzó sus manos al aire, recibiendo todos los aplausos con sus ojos cerrados y labios curvados en una sonrisa. Se quitó la galera y la alzó lo más alto que pudo, casi poniéndose de puntas de pie, y luego hizo una gran reverencia a su público.
Cuando la galera regresó a reposar sobre sus cabellos, la sala estaba en silencio una vez más.
“Ahora, para despedirme por hoy, les brindaré un nuevo truco.”
Apuntó hacia su derecha con elegancia, y su bella asistente, con sus cabellos cafés recogidos en un moño caminó hasta él con una enorme sonrisa y paso agraciado. Tomó su mano y el anillo dorado que adornaba su dedo anular lo hizo sentir más feliz que nunca. Había pasado casi un año completo, y aún sentía como si hubiera sido apenas hace una semana.
Tomó su mano e hizo que se presentara ante el público. Luego caminó a lo largo del escenario, señalando con ambas manos al telón rojo que ocultaba su próximo truco. Tiró del cordel y la tela se corrió, revelando el gran tanque lleno de agua a sus espaldas. Los aplausos regresaron, y Louis los recibió con una enorme sonrisa.
Regresó junto a su esposa y tomándola de la mano la condujo al centro del escenario.
“Escoge dos hombres, los que desees.”
Ella se llevó un dedo al mentón mientras pasaba la mirada por el público, mientras las manos se alzaban desesperadas.
Su dedo pasó de rostro en rostro, y se detuvo dos veces ante dos personas. Ellos subieron y cuando Louis les entregó un trozo de soga, pasaron a atar las manos y los pies de Eleanor.
Finalmente, tomó el gran gancho que colgaba del techo y colocando la punta entre los nudos que rodeaban sus delicadas muñecas.
Vio el miedo en sus ojos y le hizo un guiño para tranquilizarla. Se lo que hago.
Ella se alzó en el aire y quedó justo sobre la tapa del tanque, sus pies tocaban el agua.
Ella cayó al agua y la tapa se cerró con un chasquido, a la misma vez que la cortina volvía a cubrir el tanque.
Louis caminó de un lado a otro, y se sintió imponente. Cada pisada lo hacía sentir mejor. Cada rostro expectante aceleraba el pulso de su corazón.
Pero luego, no oyó los dos golpes de su tacón sobre la madera que le indicaron que el truco había acabado, y el orgullo fue rápidamente reemplazado por un terror que le heló los huesos.
Miró a su padre, que entre sus dedos portaba un reloj. Y con las piernas como gelatina corrió hasta él y tomó el hacha que reposaba junto a su asiento.
Corrió con el mango entre sus manos e hizo a un lado el telón, revelando a Eleanor con las manos y pies aún atados, golpeando el grueso vidrio con las palmas mientras sus cabellos rodeaban su rostro preso del pánico como una corona. Un grito silencioso escapó de sus labios y Louis alzó el hacha. El filo golpeó el vidrio, una serie de rajaduras distorsionaron su figura. Burbujas abandonaban sus labios, y un último golpe impactó inútilmente contra el vidrio. Su rostro se tensó para luego relajarse, sus ojos mirando hacia la nada.
Golpeó y golpeó, hasta que finalmente logró romperlo y el agua empapó sus pies. El cuerpo inerte de Eleanor también cayó al suelo, Louis arrojó el hacha a un lado y fue hacia ella. Se arrodilló y apenas sintió el frío del agua. La tomó sobre su regazo y sostuvo su delicado rostro, ahora pálido y frío, entre sus dedos.
“No. No, no puede ser. Ele. Ele, por favor,”
La voz le temblaba al igual que el resto de su cuerpo a la vez que las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
La culpa y la desesperación se apoderaron de él mientras el público era empujado hacia la salida y todos quienes trabajaban tras bambalinas se acercaban a asistirlos.
No soltó su mano ni un instante, el anillo dorado brillando en su dedo anular.
Fue en ese momento en el que decidió dejar la magia para siempre.
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Hola! Soy Malena pero pueden llamarme Male
espero que les haya gustado el prólogo y prometo subir seguido y con demasiado larry jajajajajaj
Autora: Yo, Malena :)
Adaptación: Nope, aunque me inspiré cuando vi la película "el gran truco" pero la historia no es la misma
Genero: Drama, romance.
Advertencias: Ninguna
Otras páginas: No
Un mago jamás revela sus secretos
Aunque Louis hará una excepción...
Prólogo:
Alzó sus manos al aire, recibiendo todos los aplausos con sus ojos cerrados y labios curvados en una sonrisa. Se quitó la galera y la alzó lo más alto que pudo, casi poniéndose de puntas de pie, y luego hizo una gran reverencia a su público.
Cuando la galera regresó a reposar sobre sus cabellos, la sala estaba en silencio una vez más.
“Ahora, para despedirme por hoy, les brindaré un nuevo truco.”
Apuntó hacia su derecha con elegancia, y su bella asistente, con sus cabellos cafés recogidos en un moño caminó hasta él con una enorme sonrisa y paso agraciado. Tomó su mano y el anillo dorado que adornaba su dedo anular lo hizo sentir más feliz que nunca. Había pasado casi un año completo, y aún sentía como si hubiera sido apenas hace una semana.
Tomó su mano e hizo que se presentara ante el público. Luego caminó a lo largo del escenario, señalando con ambas manos al telón rojo que ocultaba su próximo truco. Tiró del cordel y la tela se corrió, revelando el gran tanque lleno de agua a sus espaldas. Los aplausos regresaron, y Louis los recibió con una enorme sonrisa.
Regresó junto a su esposa y tomándola de la mano la condujo al centro del escenario.
“Escoge dos hombres, los que desees.”
Ella se llevó un dedo al mentón mientras pasaba la mirada por el público, mientras las manos se alzaban desesperadas.
Su dedo pasó de rostro en rostro, y se detuvo dos veces ante dos personas. Ellos subieron y cuando Louis les entregó un trozo de soga, pasaron a atar las manos y los pies de Eleanor.
Finalmente, tomó el gran gancho que colgaba del techo y colocando la punta entre los nudos que rodeaban sus delicadas muñecas.
Vio el miedo en sus ojos y le hizo un guiño para tranquilizarla. Se lo que hago.
Ella se alzó en el aire y quedó justo sobre la tapa del tanque, sus pies tocaban el agua.
Ella cayó al agua y la tapa se cerró con un chasquido, a la misma vez que la cortina volvía a cubrir el tanque.
Louis caminó de un lado a otro, y se sintió imponente. Cada pisada lo hacía sentir mejor. Cada rostro expectante aceleraba el pulso de su corazón.
Pero luego, no oyó los dos golpes de su tacón sobre la madera que le indicaron que el truco había acabado, y el orgullo fue rápidamente reemplazado por un terror que le heló los huesos.
Miró a su padre, que entre sus dedos portaba un reloj. Y con las piernas como gelatina corrió hasta él y tomó el hacha que reposaba junto a su asiento.
Corrió con el mango entre sus manos e hizo a un lado el telón, revelando a Eleanor con las manos y pies aún atados, golpeando el grueso vidrio con las palmas mientras sus cabellos rodeaban su rostro preso del pánico como una corona. Un grito silencioso escapó de sus labios y Louis alzó el hacha. El filo golpeó el vidrio, una serie de rajaduras distorsionaron su figura. Burbujas abandonaban sus labios, y un último golpe impactó inútilmente contra el vidrio. Su rostro se tensó para luego relajarse, sus ojos mirando hacia la nada.
Golpeó y golpeó, hasta que finalmente logró romperlo y el agua empapó sus pies. El cuerpo inerte de Eleanor también cayó al suelo, Louis arrojó el hacha a un lado y fue hacia ella. Se arrodilló y apenas sintió el frío del agua. La tomó sobre su regazo y sostuvo su delicado rostro, ahora pálido y frío, entre sus dedos.
“No. No, no puede ser. Ele. Ele, por favor,”
La voz le temblaba al igual que el resto de su cuerpo a la vez que las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
La culpa y la desesperación se apoderaron de él mientras el público era empujado hacia la salida y todos quienes trabajaban tras bambalinas se acercaban a asistirlos.
No soltó su mano ni un instante, el anillo dorado brillando en su dedo anular.
Fue en ese momento en el que decidió dejar la magia para siempre.
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Hola! Soy Malena pero pueden llamarme Male
espero que les haya gustado el prólogo y prometo subir seguido y con demasiado larry jajajajajaj
CapitanNiallHoran
Re: Un mago jamás revela sus secretos. -Larry Stylinson [Cap. 1 publicado]
Cariño, está buenísimo, cómo es que nadie ha comentado? POR FAVOR, CONTINÚA <3 abrazos babe.
hoarfrost.
Re: Un mago jamás revela sus secretos. -Larry Stylinson [Cap. 1 publicado]
hoarfrost. escribió:Cariño, está buenísimo, cómo es que nadie ha comentado? POR FAVOR, CONTINÚA <3 abrazos babe.
Holaa! gracias! me alegra que te haya gustado
ahora mismo subo el primer cap.!
un beso
CapitanNiallHoran
Re: Un mago jamás revela sus secretos. -Larry Stylinson [Cap. 1 publicado]
Capítulo 1:
Era un frío día allí en Londres, con el cielo nublado alzándose en lo alto y el frío provocando que los hombres se refugiaran bajo sus sacos negros y las mujeres bajo sus finos chales.
Elegantes carruajes tirados por caballos circulaban las calles adoquinadas, el sonido de sus cascos mezclándose con las voces y el sonar de los zapatos de tacón contra el suelo.
Louis caminaba con paso tranquilo, un caro traje que había comprado hacía años, cuando podía darse gustos, lo abrigaba contra el frío; y una galera negra sobre su cabeza mantenía sus cabellos en su lugar.
Una niña con un vasito de vidrio entre los sucios dedos miraba con ojos suplicantes a todo quien pasara frente a ella, alzando el frasquito en el que unas simples monedas tintineaban en el fondo.
Cuando se detuvo frente a ella y sus enormes ojos café se posaron en él, apenas dudó en llevarse la mano al bolsillo del saco, en donde encontró un billete de 50 euros que depositó dentro del vaso. Cuando vio la expresión de sorpresa en el rostro de la niña, como miró incrédula del dinero al hombre frente a ella, y como sus labios se curvaron en una sonrisa con algunas ventanitas, para luego agradecerle incontables veces, no se arrepintió. Menos aún cuando sintió las miradas de desaprobación de los demás peatones.
Conseguir dinero le era imposible en aquél entonces, y ese arrugado billete era poco de lo que le quedaba. Pero ver la sonrisa de la pequeña había hecho a un lado la idea de la duda y reemplazándola por una calidez que se expandió por su pecho, haciéndolo sentir más ligero.
Se detuvo unos pasos más adelante, soltando un suspiro y viendo su aliento como una nube. Se quitó el sombrero y se echó los cabellos hacia atrás, y al alzar la vista, vio algo que le llamó la atención.
En la vereda de enfrente, sobre un pequeño escenario improvisado de unas cajas viejas, había un joven vestido con un traje que le quedaba grande y unos zapatos de cuero marrones que no combinaban. Un grupo de personas, entre cuatro y cinco, se encontraban mirándolo, mientras escondía un pañuelito morado en su puño cerrado.
Su cabello café estaba tirado hacia atrás, aunque uno que otro rizo se escapaba y caía sobre su rostro, obligándolo a hacerlo a un lado con sus dedos de vez en cuando. Su sonrisa era enorme, adornada además por dos hoyuelos a cada lado de ella, y sus ojos tenían una chispa de felicidad que fue admirable para Louis, que poco a poco se fue acercando al espectáculo.
Cuando abrió su mano, el pañuelo ya no estaba, y en su lugar apareció una pequeña rosa. Oyó como una niñita hizo un sonidito de sorpresa, y el joven mago se acercó a ella y le tendió la florcita. Una sonrisa se formó en el rostro de Louis a medida que una sensación cálida se expandía por su pecho.
Al acercarse más pudo ver una pequeña pizarra en dónde se leía “Edward el Magnífico.” Y con la sonrisa aún en su rostro se volvió a colocar el sombrero y se quedó a observar.
No tardó en terminar, y tras una corta sesión de aplausos, uno tras otro, los espectadores se fueron. Pero Louis se quedó allí, mientras ‘Edward el Magnífico’ guardaba sus cosas con una parcimonia que parecía imposible en un chico como Edward, que había trastabillado incontables veces durante su espectáculo.
Acabó finalmente, y tras limpiarse el polvo de las manos sobre sus pantalones, tomó la su caja y se dio la vuelta, listo para marcharse.
La emoción de su rostro había desaparecido, y ahora lucía serio y levemente preocupado. También un poco mayor.
Al posar su mirada en Louis se detuvo en seco y se lo quedó mirando unos segundos con cierta sorpresa.
“Un gran espectáculo.”
Edward sonrió levemente a la vez que una mecha de sus cabellos caía sobre sus ojos, por lo que tuvo que hacer un rápido y cómico movimiento de cabeza para hacerlo a un lado.
“Hago lo que puedo.”
Vio el sombrero que reposaba en lo alto de la caja y quiso tener al menos un par de monedas para darle.
“¿Estás aquí todos los días?”
Asintió y sus rizos saltaron.
“Entonces supongo que te veré mañana, Edward.”
Su sonrisa se ensanchó y sus hoyuelos aparecieron. Posó la caja sobre su rodilla para saludarlo con la mano, a lo que Louis respondió con quitarse el sombrero y elevarlo lo más alto que su brazo le permitía. Luego, se hizo una reverencia, cruzando sus pies y poniéndose casi de rodillas.
¿Se habrá dado cuenta? Se preguntó mientras se alejaba.
--------------------------------------------------------------------------------------------
me costó un poco volver a la tercera persona jajajajaj
gracias por leer
Era un frío día allí en Londres, con el cielo nublado alzándose en lo alto y el frío provocando que los hombres se refugiaran bajo sus sacos negros y las mujeres bajo sus finos chales.
Elegantes carruajes tirados por caballos circulaban las calles adoquinadas, el sonido de sus cascos mezclándose con las voces y el sonar de los zapatos de tacón contra el suelo.
Louis caminaba con paso tranquilo, un caro traje que había comprado hacía años, cuando podía darse gustos, lo abrigaba contra el frío; y una galera negra sobre su cabeza mantenía sus cabellos en su lugar.
Una niña con un vasito de vidrio entre los sucios dedos miraba con ojos suplicantes a todo quien pasara frente a ella, alzando el frasquito en el que unas simples monedas tintineaban en el fondo.
Cuando se detuvo frente a ella y sus enormes ojos café se posaron en él, apenas dudó en llevarse la mano al bolsillo del saco, en donde encontró un billete de 50 euros que depositó dentro del vaso. Cuando vio la expresión de sorpresa en el rostro de la niña, como miró incrédula del dinero al hombre frente a ella, y como sus labios se curvaron en una sonrisa con algunas ventanitas, para luego agradecerle incontables veces, no se arrepintió. Menos aún cuando sintió las miradas de desaprobación de los demás peatones.
Conseguir dinero le era imposible en aquél entonces, y ese arrugado billete era poco de lo que le quedaba. Pero ver la sonrisa de la pequeña había hecho a un lado la idea de la duda y reemplazándola por una calidez que se expandió por su pecho, haciéndolo sentir más ligero.
Se detuvo unos pasos más adelante, soltando un suspiro y viendo su aliento como una nube. Se quitó el sombrero y se echó los cabellos hacia atrás, y al alzar la vista, vio algo que le llamó la atención.
En la vereda de enfrente, sobre un pequeño escenario improvisado de unas cajas viejas, había un joven vestido con un traje que le quedaba grande y unos zapatos de cuero marrones que no combinaban. Un grupo de personas, entre cuatro y cinco, se encontraban mirándolo, mientras escondía un pañuelito morado en su puño cerrado.
Su cabello café estaba tirado hacia atrás, aunque uno que otro rizo se escapaba y caía sobre su rostro, obligándolo a hacerlo a un lado con sus dedos de vez en cuando. Su sonrisa era enorme, adornada además por dos hoyuelos a cada lado de ella, y sus ojos tenían una chispa de felicidad que fue admirable para Louis, que poco a poco se fue acercando al espectáculo.
Cuando abrió su mano, el pañuelo ya no estaba, y en su lugar apareció una pequeña rosa. Oyó como una niñita hizo un sonidito de sorpresa, y el joven mago se acercó a ella y le tendió la florcita. Una sonrisa se formó en el rostro de Louis a medida que una sensación cálida se expandía por su pecho.
Al acercarse más pudo ver una pequeña pizarra en dónde se leía “Edward el Magnífico.” Y con la sonrisa aún en su rostro se volvió a colocar el sombrero y se quedó a observar.
No tardó en terminar, y tras una corta sesión de aplausos, uno tras otro, los espectadores se fueron. Pero Louis se quedó allí, mientras ‘Edward el Magnífico’ guardaba sus cosas con una parcimonia que parecía imposible en un chico como Edward, que había trastabillado incontables veces durante su espectáculo.
Acabó finalmente, y tras limpiarse el polvo de las manos sobre sus pantalones, tomó la su caja y se dio la vuelta, listo para marcharse.
La emoción de su rostro había desaparecido, y ahora lucía serio y levemente preocupado. También un poco mayor.
Al posar su mirada en Louis se detuvo en seco y se lo quedó mirando unos segundos con cierta sorpresa.
“Un gran espectáculo.”
Edward sonrió levemente a la vez que una mecha de sus cabellos caía sobre sus ojos, por lo que tuvo que hacer un rápido y cómico movimiento de cabeza para hacerlo a un lado.
“Hago lo que puedo.”
Vio el sombrero que reposaba en lo alto de la caja y quiso tener al menos un par de monedas para darle.
“¿Estás aquí todos los días?”
Asintió y sus rizos saltaron.
“Entonces supongo que te veré mañana, Edward.”
Su sonrisa se ensanchó y sus hoyuelos aparecieron. Posó la caja sobre su rodilla para saludarlo con la mano, a lo que Louis respondió con quitarse el sombrero y elevarlo lo más alto que su brazo le permitía. Luego, se hizo una reverencia, cruzando sus pies y poniéndose casi de rodillas.
¿Se habrá dado cuenta? Se preguntó mientras se alejaba.
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me costó un poco volver a la tercera persona jajajajaj
gracias por leer
CapitanNiallHoran
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