Apocalypse.

CAPÍTULO 005.

Muchos ángeles me advirtieron del golpe que se avecina al caer del cielo, no convirtiéndome en ángel caído, aunque sigo siendo lo que soy hace dos minutos. Aunque con la diferencia de una pequeña desobediencia que espero que mis años de antigüedad verdaderamente lo cubran.
Suelto un quejido de dolor y me levanto de poco a poco, sigo teniendo una chaqueta café que me prestaron, a veces el clima de la Tierra no es nada comparado con el cielo mismo.
Giro la cabeza lentamente sintiendo la falta de algo, la falta de lo que antes me conformaba como lo que era, aunque siempre se caen al venir a la Tierra pero aún así es muy diferente. Se siente diferente sin las alas en mi espalda.
Sacudo mis pantalones y la chaqueta para quitarle los rastros de tierra, no es que no haya estado antes en este lugar pero ahora permaneceré por más tiempo del esperado.
Toque con la punta de los dedos una pequeña daga que me prestó uno de los ángeles, al menos tenía algo para defenderme y le estaré eternamente agradecida.
Espero volver a encontrar este lugar un momento después, uno de mis amigos prometió enviarme un mensaje en este lugar, espero que no se olvide de enviarlo.
Volteo a ver a mí alrededor y me encuentro en medio de un bosque, es raro porque no recuerdo un bosque en mis planos imaginarios, ya veo porque dicen que la orientación es un grave problema en cuanto a mi reconocimiento.
Inicie mi marcha a donde se supone que debería de haber población, esperaba no haberme equivocado, ahora sin la protección que antes tenía se me haría muy difícil protegerme, bendito seas Roderick.
El camino era largo, gracias al cielo divino encontré una carretera y pude seguir por ese camino, me resultaba más fácil saber a dónde me dirigía con un punto de apoyo.
Cuando por fin alcance a divisar un pequeño establecimiento, supe que no estaba del todo perdida y tenía que ir a burlarme un rato de todos aquellos que no creyeron en mi pequeña travesía.
Cruce la calle y entre sin más al establecimiento, era y como esperaba por su fachada, una tienda para cazadores. Las cabezas de los ciervos en la pared o las patas de los conejos en los mostradores para la venta se me hizo algo repugnante, si pudiera matar al humano que tengo enfrente lo haría sin ninguna piedad.

— ¿Le puedo ayudar en algo? – Pregunto el señor al ver mi rostro la misma imagen del horror
— Estaba buscando la preparatoria del lugar – conteste más brusco de lo que pensaba pero estaba enfadada y no quería ser señorita sonrisas en este momento
— ¿Qué usted no estudia en ese lugar? Se ve que tiene la edad de un joven de preparatoria – la ceja del señor canoso se elevo poniendo interrogante a nuestro encuentro
— Tengo más edad de la que aparento y si no me dice donde está la preparatoria…
— Esta a cinco cuadras de aquí, doble a la derecha al final – contesto poniendo postura derecha

Di media vuelta y me dispuse a salir por la puerta.

— Es el apocalipsis ¿No? – me detuve un momento esperando que añadiera algo pero el silencio se quedo impregnado en el lugar –, no la he visto por el pueblo por lo que me da muchas especulaciones, además la espada o lo que sea que lleva en la espalda no me da mucha confianza en este momento
— Le deseo lo mejor, créame – conteste antes de salir del lugar y ponerme en marcha


Después de ocultar como cinco veces la “daga” y como cinco de tener que frenarme por ver a las personas, llegué a la preparatoria del pueblo, era espaciosa, pero en mis años puedo asegurar que hay miles de edificios más grandes del que me encontraba.
Me recargue en un árbol repasando mi plan, que aunque estuviera corto pensaba que era genial, por el momento. ¿Qué haría si se niega a venir conmigo? ¿O qué pasa si no es lo que pensé? Estaría en un problema muy grande si eso llegará a pasar.
Se escucho un timbre cercano y deje de recargarme en el árbol para esperar al muchacho, de ver a todos los humanos con sus vidas cotidianas me hacían sentir rara y en cierto grado un poco vieja, ellos con vidas totalmente mortales.
Una avalancha de muchachos se precipitó por la puerta de la entrada y tuve que esforzarme para encontrar al chico.
Detuve con la mano a una chica rubia, seguramente alguien especial por tener un uniforme diferente, falda corta y una blusa más pegada que a lo que estaba acostumbrada.

— ¿Disculpa? – pregunto con un tono arrogante, me irrito.
— Estoy buscando a Roderick Marret – hable como si fuera computarizada y ella se me quedo viendo.
— ¿Y tú eres…?
— Alguien – respondí viendo desafiante a la chica, ella me inspecciono de arriba hacia abajo, estaba sin duda más alta que ella, por lo que su superioridad se esfumo en dos segundos
— ¿Qué es lo que deseas con Rod? – pronuncio el apodo con tanto cariño que me dieron ganas de abofetearla
— ¿Me vas a decir o lo tengo que buscar por mi pie?

Nos quedamos mirando por unos minutos hasta que ella finalmente se rinde, puedo ver cómo ha cambiado su mirada, de desafiante a pasiva.

— Esta atrás de la escuela
— Gracias – me esfuerzo por decir antes de pasar por su lado y que ella choque mi hombro con el suyo

Me estabilice  en un momento y volteo atrás para alcanzar a ver solamente su sonrisa de autosuficiencia.
Sigo mi camino con un ardor dentro, como si la ira me invadiera por primera vez en la vida, pero tengo que controlarme ese es mi objetivo, no debo hacer que las emociones sean grandes y despierten distintas tentaciones.
Doy vuelta a la escuela y encuentro el campo de futbol, vació. Aunque juzgando por mis sentidos y por el rastro de humo maloliente tengo entendido que está muy cerca.

— Tengo entendido que la mariguana no es buena para tu salud – hablo en voz alta y meto las manos en los bolsillos de mi chaqueta

Veo un movimiento rápido, un cigarro volando al suelo y un pie que lo aplasta. Sin dudarlo encontré a mi chico.
Un muchacho rubio, sale de los arbustos con expresión confusa, manos en los bolsillos de su pantalón y por lo visto queriendo saber cómo llegue aquí con él.

— Pensé que eras un maestro – se queja mientras me ve de arriba abajo, al parecer todos los humanos tienen esa costumbre
— Y yo pensé que eras un poco más amable – contraataco mientras lo veo fijamente
— Perdón, pero no suelo hablar con desconocidos – se da la vuelta y comienza a caminar
— Claro Roderick – mis palabras surten el efecto y se para en seco
— ¿Cómo sabes mi nombre? – se da vuelta y me ve directo a los ojos
— En este momento no importa mucho, ahora lo que necesito es que me escuches
— ¿Escucharte? Primero me encuentras aquí y luego dices mi nombre ¿Qué más sabes de mí?

El pánico puro se escucha en su tono de voz y puedo apostar a que está a punto de hiperventilar, no sé si sea la mejor alternativa, pero en este momento no pueden estar peor las cosas.

— Te llamas Roderick Marret, tienes dieciocho años, hermana de quince y que posee cualidades…especiales – freno viendo su rostro, ha cambiado del asombro al horror, aún así sigo -, no tienes una relación estrecha con tus padres, tu padre posee el pecado de la ira, y tu madre, la lujuria…
— ¡Cállate! – grita ahora presa del más puro miedo, lo noto, lo siento
— Tú me pediste que te dijera que tanto sabía y aquí me tienes…
— ¿Cómo es que sabes tanto?
— Es otra pregunta que te puedo responder con el tiempo
— ¿Qué quieres de mí? – se recarga en la pared, puedo ver que ahora es una carga emocional, no debo hablar demasiado
— Necesito tu ayuda, o más bien, muchas personas lo necesitan – sus ojos ahora se han vuelto oscuros
— Ahora resulta que soy una clase de profeta – rueda los ojos molesto – creo más bien que eres una lunática que solo quiere molestarme
— Primero que nada estas lejos de ser un profeta – me encojo de hombros como restándole importancia, me hubiera venido mejor encontrar a un profeta –, y segundo arriesgue mucho viniendo aquí como para que seas alguien arrogante – hable lo más serena que pude, pero el final de mi dialogo sonó más enfadado que otra cosa
— ¿Quién eres? – pregunta y comienzo a caminar por el campo de futbol, en dirección al bosque
— Una amiga, pero también puedo ser tu salvación – contesto sin dejar de caminar y viéndolo por sobre mi hombro

Enderezo la espalda y sigo caminando con dirección fija, poco tiempo después escucho pasos detrás de mí y sé que mi primer objetivo está cumplido.


Rompemos algunas ramas en el trayecto, por alguna razón, algo no me está dando buena espina, algo está viniendo cerca; pero con el ruido que hace Roderick no me deja pensar con claridad o evaluar opciones.

— Hace poco dijiste que iba a ayudar a muchas personas – comienza a hablar mientras intenta no tropezar con todas las ramas - ¿Exactamente en qué?  

Trataba de procesar las cosas que estaban pasando, pero la voz de Roderick me distrae bastante de lo que debería centrarme, ¿Era necesario que le explicara todo?

— ¿Sabes que es un cazador?
— Hay muchos en el pueblo – contesto incrédulo del cambio de conversación
— No de animales – rodé los ojos con un poco de frustración – Cazadores de…demonios, ya sabes, esos que a veces están en las películas de terror
— ¿Perseguiré demonios? – suelto una risa involuntaria mientras el camino se vuelve más denso

Un chico tan voluble como él seguro se muere en cuanto vea un demonio, espero que contra los jinetes no pase nada malo, aunque creo que el jinete es mil veces peor. La risa se apaga de pronto y evaluó las opciones que va a tener este chico en el apocalipsis. Espero no haber elegido mal.

— No, es algo más complejo – me detengo a pensar un momento y sigo caminando –, cuando encontremos a un cazador él te explicara mucho mejor
— ¿Y qué tiene que ver el cazador en todo esto? – su curiosidad es peor que cuando es arrogante
— Por el apocalipsis – contesto volteando a verlo, pero su cara revela que no entiende nada – Leíste al menos una vez la biblia
— ¿La biblia?

Bufo exasperada, a veces me pregunto porque los humanos no leen por lo menos una vez la biblia en su vida.

— Cuando los jinetes del apocalipsis estén listos, la ira de Satán se desatara sobre la Tierra, las plagas que antes reinaron el terror volverán a ser liberadas – recuerdo exactamente las palabras que me dijeron algunos ángeles antes de venir
— ¿Y se supone que yo solo lo voy a detener?
— Tú y un grupo de elegidos, ahora están regados, pero pronto se reunirán
— Pero…
— Sabes, no más preguntas, te contestare todo después, ahora necesito encontrar el lugar indicado

Se calló por un momento y me siguió en silencio. Algunos árboles los comencé a reconocer y pronto encontré la carretera que me guio al principio. Comencé a correr para llegar antes, tenía que encontrar el lugar correcto.
Después de quince minutos de correr por el bosque encontré el espacio, podía reconocer ese pequeño cráter, solo que algo estaba mal.

— ¿Para que venimos aquí? – escucho la voz de Roderick a mis espaldas y me detengo a observar la Tierra, esta removida, como escarbada y eso no es bueno
— Buscaba un mensaje – me levanto rápido y comienzo a correr nuevamente
— ¿Y qué paso? – se reanuda la marcha ahora más rápido
— Algo estaba mal, el lugar estaba infestado de rasguños en el suelo, no es normal

Los jadeos de Roderick por seguirme el paso son más urgidos conforme pasamos tramos enteros de árboles.
Me detuve en un árbol y me cubrí con él, Roderick se tiro al suelo en medio de un desesperado intento de llenarse de aire.

— Tenemos que encontrar un lugar seguro – saco la espada que antes era daga, al menos sirve para protegerse en casos
de desesperación – luego marcharemos a buscar a un cazador
— Un lugar seguro, nos esconderemos de un oso – se burla mientras se recupera de la marcha
— Debieron saber cuando llegué, alguien como yo es raro que venga, así que esto se pone cada vez peor
— Podemos ir a mi casa, casi siempre está vacía y creo que es perfecto como un castillo mientras – la idea se materializa en mi mente y ya no estoy tan perdida en mis dilemas –, solo contéstame algo  
— Hazlo rápido – lo ayudo a levantarse y estamos a escasos centímetros, pero de inmediato me separo y comienzo a caminar de nuevo
— ¿Quiénes nos persiguen? – el énfasis en la primera palabra me da a entender el terror que en este momento se propaga en su interior
— Los demonios, ellos nos buscan – contesto fríamente mientras ambos reanudamos al mismo tiempo la marcha rápida.

Al menos se que en esta extraña aventura, él me seguirá.

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