the survival kit | nc.

Capitulo 007

El murmullo de la clase parecía aumentar su volumen, y no tenía la menor idea de si era una ilusión o una realidad. Todas las miradas parecían estar fijas en mi, sin embargo una de ellas lograba que mis ojos ardieran de furia. Aquel problema se había iniciado por su culpa, no obstante, él siempre lograba salir como un ángel, mientras que yo era tachada como una maldita y otras palabras que no me gustaría mencionar.

Caleb Trickson era la peor pesadilla que una chica podía tener, y convivir con él la mayoría de mi tiempo, hacía que todo pasara de una pesadilla, a un infierno. Además de que su casa estaba justamente al frente de la mía, Caleb podía ser tan malditamente bueno como yo podía serlo; y eso me molestaba.

—Hey, sirena, ¿qué harás en tus vacaciones? —preguntó Caleb en un susurro.

—Salir, supongo. No lo sé, tal vez me vaya de este infierno por unos meses —respondí, haciendo énfasis en la palabra infierno—. De todas formas, ¿te importa?

Mis ojos se desviaron hacia él, provocando que mis oídos dejaran de escuchar al profesor. Caleb jugaba con su lápiz, llevaba aquella sonrisa tan molesta que muchas veces había querido arrancar de su cara. Lentamente giró su cabeza para encontrarse con mis ojos, y luego juntó sus labios, demostrando que tenía un plan para las vacaciones.

—Estaba pensando en que podríamos ir juntos a una fiesta. —Se encogió de hombros—. Ya sabes, para que las chismosas inventen un rumor y así ser más conocidos en la escuela.

—Ya no me interesa mi reputación, Caleb —murmuré lentamente—. Quiero pasar desapercibida, ¿entiendes lo que es eso?

—Por favor, jamás dejarás de ser popular, sirena. Todos te conocen, nadie te olvidará de un día para otro.

Lo que más odiaba de Caleb era eso; su maldita obsesión por ser el mejor de todos. Nos conocimos en una fiesta, Caleb solía ser bastante codiciado y yo acostumbraba a ser la chica que todos deseaban. Después de unas horas hablando —mejor dicho, bailando—, terminé en una cama desconocida con un chico desconocido. Los días pasaron y nadie se olvidó de nuestra pequeña aventura; todos parecían desear que nos convirtiéramos en una pareja.

Muchos nos trataban de emparejar, de hacer con nosotros una relación basada en amar y odiar al mismo tiempo; lástima que lo único que existía en nosotros era odio. Nos odiábamos mutuamente, las veces que salíamos juntos era sólo para ser más conocidos en la escuela, y aquellos momentos, debíamos estar completamente ebrios para no molestarnos e insultarnos.

—¿Alguna vez alguien te ha dicho que cierres tu maldita boca? Por si nadie te lo ha dicho, aquí va: cierra tu maldita boca, Caleb.

—Oblígame.

—Lo haría si el profesor no estuviera, amor —dije falsamente.

—¿Por qué no me obligas luego, cariño?

—Porque en ese momento, el que hables me dará igual.

Di la vuelta bruscamente, tratando de calmar mis respiraciones y revisando que mis rizos estuvieran perfectamente peinados. Caleb soltó una pequeña risa y volvió a jugar con su lápiz sin prestar atención al profesor; típica acción de un idiota al que no le importa su futuro.

Escapé inmediatamente del aula cuando el sonido que anunciaba la salida retumbó en mis oídos. Por suerte, mis pies obedecían a mi cerebro, y no se detuvieron hasta llegar al baño. Cerré mis ojos por un segundo y suspiré; las últimas semanas habían pasado lentamente, y con ellas, mi estrés aumentaba. La escuela, el hacerme cargo de mi casa y hermana por culpa de mi madre que se encontraba de viaje, y el tener a unos vecinos completamente irritantes, formaban unas ojeras bastante notorias en mi rostro que no se borraban ni si quiera con maquillaje.

Cuando logré llegar al espejo, grité por lo que se encontraba frente mío. Era una adolescente que parecía haber despertado hace unos minutos; su cabello se encontraba despeinado, sus labios parecían no tener color y debajo de sus ojos se encontraban unas ojeras espantosas. ¿Lo peor? La chica que se encontraba allí era yo. Genial, Sienna, ahora pareces un monstruo, me dije a mí misma mientras buscaba a alguna persona que me pudiera ayudar con el maquillaje; sin embargo en el baño únicamente se encontraba una chica, y dudaba que llevara maquillaje con ella.

Dispuesta a irme del baño como si nada hubiera pasado, mi salvación apareció en el baño. Mackenzie caminaba con una sonrisa en su rostro, y como siempre, deduje que su linda expresión había sido provocada por Aaron. ¿Es que no se aburría de él? ¿Cómo no podía aburrirse de la rutina?

Jamás había logrado estar con alguien durante más de dos meses. Siempre terminaba por aburrirme, suponía que la razón era que, sinceramente, ninguno de ellos me agradaba o me gustaba.

—Santo Dios, ¿qué le ha ocurrido a tu cara? —preguntó Mackenzie, horrorizada. Podía comprender su expresión, yo siempre lucía perfecta—. Pareciera que hubieras ido a una fiesta con Caleb, ¡en día de escuela!

Comenzó a reír fuertemente, mientras daba aquellos saltos que demostraban su emoción. Se acercó hacia mi cara y colocó ambas manos en mis mejillas, apretándome fuertemente. Me quejé; ella seguía riendo, aunque ya no lo hacía tan fuerte como antes.

—Debes contarme lo que ocurrió anoche, con cada detalle, Sienna.

—No tengo nada que contarte, a excepción de que Caleb hizo una fiesta con sus hermanos, y no pude dormir en toda la maldita noche —reclamé, cruzando mis brazos y colocando una mueca de cansancio.

—¿No pudiste dormir? ¡Eso es más emocionante de lo que pensaba!

—¡No pienses mal! Ellos hicieron una fiesta, yo sólo me quedé en casa junto a mi hermana. Debes entender que jamás estaré con Caleb, ¡nunca! —le grité, enfurecida. Odiaba que me molestaran con aquel patán.

—Eso está por verse —susurró mientras colocaba pintalabios en su boca.

¿A qué se refería con eso? No le entendía. Me pasó uno de sus pintalabios, al parecer nuevo, y me dirigí nuevamente al espejo para colocarlo en mis gruesos labios. El rosa provocó que el color volviera a mi cara, por lo que suspiré, aliviada.

—¿Eso está por verse? ¿De qué hablas? —pregunté, confundida.

—Nada —respondió, encogiéndose de hombros y mirándome—. Por cierto, ¿qué harás en las vacaciones, Sienna?

—Bueno, supongo que saldré a algún lado, tendré un novio, y ya.

—Oh, ¡genial, porque te tengo una propuesta! —Corrí un mechón de cabello que se encontraba en mi cara—. ¿Quieres ir de campamento? Irán chicos muy lindos.

—Odio los campamentos, pero si hay chicos lindos, supongo que iré.

—¡Genial! ¿Nos vemos luego?

—Supongo. —Mackenzie sonrío y caminó hacia la entrada del baño. Mi cuerpo se congeló—. ¡Espera, Mackenzie! ¿Qué chicos son los que irán?

Pero ya era muy tarde. Ella había salido del baño, dejándome a mí con un mal presentimiento. Estaba casi segura de que iría Aaron con sus amigos, lo que me hacía pensar en un nombre: Caleb.


Sienna se había levantado antes de poder darme cuenta de que su celular permanecía en la mesa, por lo que me dediqué a buscarla. Sin éxito alguno, me senté en el pasto, al lado de un árbol, tan solitario como quería estarlo, y comencé a pensar en la clave que podría tener aquel aparato que tanto usaba y adoraba. ¿Podría ser su cumpleaños? No, no creía que fuera tan tonta como para usar esa clave. ¿El cumpleaños de su hermana? Nah, tampoco.

Dirigí mis dedos a los números que se encontraban en la pantalla, y coloqué una fecha en específico, que al menos yo, seguía recordando. Confirmé, y la pantalla de inicio me demostró que había acertado. En su fondo de pantalla aparecía una Sienna sonriente y de cabello largo, muy diferente a la Sienna que es ahora. En la foto, ella parecía tener unos cuatro años, y su mirada demostraba ternura; mientras que ahora, observas sus ojos, y ves a una caprichosa, egocéntrica, fea y soy una buena para todo Sienna. No lograba entender la manera en que acorralaba a los muchachos, haciendo que éstos babearan por ella.

Es que, ¡por favor, mírenla! ¿Quién podría estar con una labios-gordos-que-te-tragan? La respuesta es: los imbéciles de mal gusto. Miré a mis lados, percatándome de que nadie estuviera cerca, y me dirigí a su whatsapp. No era que estuviera interesado en sus conversaciones, sólo quería... bueno, sí, quizás deseaba ver con quién hablaba, pero era únicamente para tener algo con qué molestarla. Si la molestaba, ella seguramente accedería a ir conmigo a una fiesta cualquiera.

La mayoría de las conversaciones que tenía eran con chicas, suponía que eran sus amigas; sin embargo, observé muchos mensajes de muchachos, y como era de suponer, Sienna no había contestado a ninguno de ellos. Pobres.

—¡Caleb! —gritó una voz que ni conocía, o al menos, que no recordaba haber oído—. ¡Caleb, lindo!

Miré a la chica que se encontraba a mi lado, tomando mi mano para que me levantara. Su cabello era rojizo, ondulado y largo, mientras que sus ojos eran verdes. Usaba lentes y llevaba ropa muy ancha. ¿Quién era? Estaba casi seguro de que no la conocía, pero una parte de mí sabía que no era así.

—¿Quién eres? —pregunté como si nada. No la conocía, debía preguntar quién era, ¿no?

—¿Es qué no te acuerdas de la noche anterior? —musitó, sus ojos se llenaban de lágrimas, como si ella ya conociera la respuesta. Claro, todas las chicas conocían la respuesta.

¿Me había acostado con ella? No podía creerlo. Primero, no era el tipo de chica con la que me acostaba, y segundo, no recordaba haber estado ebrio, es más, ¡estaba intentando detener la fiesta! O bueno, eso era lo que suponía que había pasado.

—No... —respondí, aunque no sabía lo que debía contestar—, no te conozco. Estoy seguro de que anoche no estuve con nadie, jamás te he visto en mi vida.

—¡Eres un imbécil, Caleb! —me gritó, sus mejillas estaban coloradas y parecía querer golpearme—. ¡Jamás debí haber hecho caso! ¡Nunca debí haber ido a esa fiesta!

—Nop, no debiste. —Me encogí de hombros. Chica tonta—. Escucha, ¿por qué no vas con tu grupo de amigas y les cuentas todo lo que ocurrió? Ellas te escucharán, yo no tengo tiempo para lloriqueos.

—¡Nunca encontrarás a una chica! Vivirás solo, condenado, porque ya nadie te querrá. Todas verán que eres un mujeriego, ¡y nadie quiere a un mujeriego! Te odio, y todas te odiarán con el tiempo.

Me miró, pero luego desvió su mirada hacia algo que estaba detrás de mí, o eso creía. Analicé cada una de sus palabras, y me pregunté si sería verdad. ¿Y si nunca encontraba a la chica que me hiciera feliz? No era que estuviera interesado en tener un felices para siempre, pero nadie había logrado hacerme feliz. Y si alguien lo había logrado, o lo estaba logrando, seguía sin notarlo.

Observé el movimiento que efectuó la pelirroja con sus ojos; parecía estar viendo a una persona. Me sobresalté al sentir un suave pero notorio toque en mi hombro, haciendo que al instante me diera la vuelta. Sienna se encontraba con las manos en sus caderas, y parecía lanzar fuego con su mirada.

¡Genial! Ahora no sólo tenía a una pelirroja, también tenía a una castaña.

—Y bien, ¿dónde está la rubia? —bromeé para mí mismo, Sienna hizo una mueca de confusión y aguanté mi risa.

—Caleb, precioso y lindo Caleb. —Sienna pasó las manos por su cabello, y respiró, como si estuviera estresada—. Quería preguntarte algo.

—Entonces, ¿qué esperas?

—¿Sabías lo del campamento, no? —preguntó rápidamente.

¿Campamento? ¿Qué campamento? Sacudí la cabeza en forma de negación, y ella rodó los ojos. De un momento a otro, la pelirroja tomó mi mano, y sonrío; mirando a Sienna, quién la observaba de pies a cabeza. Oh, por favor.

—Perdón, ¿quién eres tú? —habló la pelirroja cuyo nombre no sabía, o mejor dicho, no recordaba. Sienna colocó una de sus manos en su labio inferior, mientras sonreía.

—Creo que eso es lo que yo debería estar preguntándote —respondió, su voz tenía un toque de enojo que no me agradaba—. Es obvio que me conoces, todos aquí lo hacen. Lamentablemente, yo no te conozco a ti, porque, bueno, no soy de juntarme con ratitas. Oh, cierto, nadie se junta con chicas como... tú.

Se estaba colocando feo, y no había nadie que pudiera ayudarme. Sienna parecía tan segura de sí misma que me asustaba, y a la vez, hacía que me enfadara. Ella era tan señorita perfecta, que su actitud me hartaba. Era una de las cosas por las que odiaba a Sienna Tudor, aunque eso no era nada comparado con las otras causas del porqué no la soportaba. La verdadera razón era un secreto, que se quedaría entre nosotros para siempre; al menos, eso esperaba.

—Soy la novia de Caleb, linda.

—Eso es mentira. Yo soy la novia de Caleb —remató Sienna.

—¡Hey, hey, hey, vaqueritas! ¡Detengan su pelea aquí mismo! —ordené, aunque mi voz no sonaba tan segura como de costumbre. No supe la razón hasta que me di cuenta de lo que Sienna había dicho. La miré, mis ojos se abrieron de par en par—. Espera, ¿qué has dicho? Que yo sepa...

—¿Quieres callarte? —Se acercó a mí cuando la pelirroja soltó mi mano—. ¿Quieres que se vaya y te deje tranquilo? Bien, entonces, actúa.

La pelirroja pareció salir de su nube de pensamientos y miró a Sienna, para luego dirigir su mirada a mí. Bajó sus ojos hasta nuestras manos que se encontraban entrelazadas, y asintió, con pequeñas lágrimas bajando por sus mejillas. Sin saber qué hacer, se dio la vuelta y comenzó a correr, seguramente al baño.

Estaba a punto de darle las gracias a Sienna cuando una mano en mi mejilla me pilló de improviso. Sirena me había golpeado, y no había sido despacio; estaba seguro de que quedaría rojo. Si estaba pensando en agradecerle, ahora sólo quería decirle dos palabras.

—Te odio —dijimos ambos, ella en un tono más seguro que el mío.

¿Qué me ocurría? Yo no solía actuar así. Ella observó el aparato que llevaba en mi otra mano, y me lo arrebató. Con su respiración agitada, se retiró, caminando como si la escuela se tratara de una pasarela.

Simplemente, jamás podría olvidar lo que ella me había hecho. La odiaba, odiaba todo de ella. Sentí mi celular sonar, y observé que era un mensaje de Aaron.

"Con Mackenzie organizamos un campamento, Caleb. Así que, espero que no tengas ningún plan, porque nos iremos de campamento."

Si el nombre Mackenzie estaba entrometido, eso significaba que sus amigas también lo estarían. Sienna iría a ese campamento. Tal vez, era tiempo para cumplir mi merecida y dulce venganza.

meh:

Atención.

Primero que nada, quiero pedirles perdón porque no me he comprometido del todo con la novela y sé que debo hacerlo. En estos momentos acabo de entrar a clases y se me complica mucho comentar y subir, pero realmente entre la mayoría hemos conseguido muchísimas faltas y creo que es en parte mi culpa por no ser del todo responsable con la colectiva.
La idea me parece muy buena y quisiera volver a comenzar, sólo que necesito saber quiénes quieren seguir y quiénes no. Si alguien desea seguirla comente, por favor.
█ tobias. | ann. X
█ Anastacia | annie. X X X
█ bigtimerush | mey.
█ hathaway | zoe.
█ Clifford. | lula. X X X X
█ dezza. | deby. X
█ Mess. | mel. X
█ milu. | lucy.  X
█ percy. | lena.
█ Pevensie | mar.
█ Pigeon | ana. X X X
█ sweetheart. | pushi.
█ Wallflower | coco. X