drugs | NC {a. cerradas

Las lagrimas estaban a pocos milímetros de salir de mis tristes ojos, la cabeza entre mis pernas y mis huesudas manos en mi nuca, en esta posición mi padre me golpearía por parecer un marica llorón, una niñita, todo menos hijo suyo. La mandíbula me temblaba y hacia castañear mis dientes, sonaban como un cascabel.
La cena había salido mal, mi padre habla sobre cuentas y como se debe a educar a los niños de hoy en día. Todo se vino abajo cuando me sirvieron la cena, en mi plato había un paro cardíaco, papas fritas, costillas con un millón de grasa untadas y casi un kilo de espaguetis con salsa especial que tenía otro millón de grasas acumuladas. En definitiva pensaba que esa mujer me quería matar. En un acto de cobardía comí la mitad de todo lo que me sirvieron y sentí recaer todo ese peso en mi abdomen y glúteos, y así nunca jamás en su vida mi padre estría orgulloso.
—Tengo tarea que hacer — dije rápidamente levantándome de mi asiento y saliendo del comedor. Nadie me dijo nada y puedo jurar que casi ni se dieron cuenta de que salí de ahí. Subí de dos en dos los escalones a mi habitación, al llegar a mi destino cerré la puerta con seguro y la atranque mas con una silla por si mi querido padre se le ocurría traer las llaves. A paso veloz camine a mi baño privado y cerré la puerta,  me senté  un lado del cesto de ropa sucia que estaba casi a un lado del escusado; abrase mis rodillas, tratando de no pensar en que voy arruinar mi cuerpo y no volver a hacerlo en mi vida. Un asido subía por mi garganta y fui obligado a vomitar y sacar todo alimento que tenía dentro de mí. La boca me sabia mal, tenía un vació en el estomago que me hizo sentir bien, pero aun sentía las grasas acumularse en mi cuerpo, limpie mis dedos anular e índice y los introduje hasta mi campanilla, sentí como todo se regresaba por mi garganta y salía de mi interior, me quemaba las paredes bucales y me daba mas asco saber lo que hacia.  
Me levante y quite la camisa, mire mi delgado y flácido torso espejo me sentía una mierda ni aun así podía hace feliz a su padre, trataba ante todo poder tener un cuerpo masculino, fornido y grueso, tal y como mi padre lo espera no ser el espagueti que soy ; deje salir toda la furia que tenia dentro y eso tal vez había hecho hacer feliz a mi padre, mientras yo me sentía mas miserable a cada segundo que me daba cuenta que locura había hecho; los pedazos de vidrio seguían por toda mi baño y mis manos ardían y sangraban, me arrodille y trate que las lagrimas no salieran, pero fueron rebeldes y lo hicieron. No pude hacer otra cosa más que quedarme ahí rendido, miserable y sangrando.
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Desperté en la misma posición, apoyado en la pared y la cabeza en mis rodillas, tenia frió y mi estomago pedía comida la cual no le daría. Me levante y apoye mis manos en el lavabo me mire al espejo frente a mí, tenia las ojeras hasta el piso y lagrimas secas que recorrían mis mejillas y terminaban en la barbilla, mis manos estaban entumidas gracias al frió y en los nudillos y muñeca aparecieron líneas poco derechas de sangre seca era como un camino hasta mi codo. Abrí el grifo del agua y limpie el camino de sangre así como lave mi cara, tenía cara triste y de pocos amigos. Ya no recodaba como era mi sonrisa, hace mucho que no sabía nada de lo que era la libertad, de lo que era vivir aunque a veces sospecho que nunca lo he sabido, nunca he llegado al punto en el que no puedes imaginarte viviendo de una forma diferente, siempre trate de imaginar a mi madre cargándome en brazos justo antes de que llegara Francis y me arrebatara de ellos, pero ya ni a ella la recuerdo.
Tome mi camisa y salí del baño, me lance a la cama con la intención de volver a dormir un poco más cómodo, apenas empezaba a cerrar los ojos cuando fuertes golpes accionaron todos mis sentidos y me atrajeron de nuevo a la realidad.
—Inútil, si quieres ir a la escuela sal de ahí ahora— amenazo mi padre con su típica voz grave y estruendosa—si no veras como te ira cuando llegue del trabajo
—de acuerdo— dije pegado a la puerta, en un casi un susurro para que el pudiera escuchar, dio un último golpe de advertencia a esta y se fue.
Tome mis prendas y cambie, asee un poco y con miedo desatrampe la silla y abrí la puerta hacia el mundo, trague con pesadez y camine por el pasillo hasta la sala, baje las escaleras lo más despacio que pude, mis hermanas estaban en el comedor desayunando, junto a Carmen mi madrastra y no había señal de mi padre, aliviado camine hacia la sala en silencio, cogí mi mochila y salí de la casa como si nada. Tome camino en mi auto a la escuela y trate de despejarme, trate de olvidar el ataque de la noche anterior, recodar lo que hice fue tan repentino  
—¡Mierda! — Exclame de forma repentina, frene de golpe ante el semáforo rojo, saque mi celular del bolsillo de mi jean y marque el numero de la casa, la mucama siempre atendía el teléfono — vamos contesta el maldito teléfono— susurre arrancando el auto por el cambio de color en el semáforo.
—Buenos días, la familia Vances ¿con quién hablo? —la voz de una mujer alivio mi ritmo cardiaco.
—Soy yo Thom, solo quiero avisar que hoy el servicio no debe entrar a mi habitación para nada—dije tan rápido que ni yo mismo me entendí— si hacen un solo movimiento en mi habitación le diré a mi padre desobedecieron mis órdenes y las de él también—odiaba hablarle así a la gente, pero tenía que sonar como hijo de mi padre, literalmente.
—okay, señor nadie entrara a su habitación el día de hoy—respondió con su voz delicada. Colgué después de eso y estacione mi auto y salí de el cerrando con seguro todas las puertas y corriendo para poder alcanzar mi primera clase a la cual ya iba atrasado.
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Mi lápiz moría entre mis dientes, tenía un ataque de hiperactividad y si no estaba moviendo me pierna, mordía mi lápiz. Un libro se estrello contra mi cabeza lo que me hizo reaccionar y voltear hacia tras de mi asiento y ver quien se atrevía a golpearme, ¿una chica? Ella me miraba de forma irónica, tenía los ojos más grandes y azules que pude haber visto en mi vida y de verdad que podían desnudarte y dejarte dedil frente a esos ponentes ojos.
—podrías parar de moverte— pidió pero con un tono cortante — trato ponerle atención al viejo que habla y habla sobre estupideces que a nadie en esta clase le importa, excepto por mi porque aunque tal vez nunca utilice la historia en mi vida, a mi no me joderan por inculta y estúpida— dijo la chica de ojos azules sin nombre, tan rápido, sonreí de forma inconsciente,  subió las mangas de su sudadera azul oscuro, y por fin la pude identificar. Era Liane, decidan que era una chica muy rebelde y le encantaba meteré en problemas, tenía su antebrazo izquierdo total mente tatuado y en la mano derecha igual.
—eh…este…claro—tartamudee, sentí el alma de Francis golpearme por tartamudear con la frase "Solo los maricas y estúpidos tartamudean mis hijos no"
—Gracias— dijo esta mirándome directamente a los ojos—por cierto soy…—la chica no pudo terminar su frase gracias al viejo que teníamos como profesor de historia.  
—Kenneth y Vances si tanto no les importa mi clase con mucho gusto se pueden salir— dijo el viejo que penas podía hablar dando sus últimos alientos de vida. Liane viro los ojos y se levanto de su asiento.
—Mire viejo decrepito, le aseguro que yo soy la única considerada que esta poniendo atención a su ignorante clase—dijo de forma agresiva, el profesor abrió los ojos de par en par ante las ofensas de la chica— y ahora como ya está prohibido reclamar le a alguien sobre tus derechos, me voy con mucho gusto— dijo mientras cogía su mochila y la monto en su hombro derecho— y es un inculto la segunda guerra mundial empezó en 1939 no en 1935— dijo mientras salía del aula, el profesor me miro fulminante así que tome mis cosas y salí siguiendo a Liane.
—eso fue— pensé una buena palabra para lo que acaba de suceder—genial— ella me sonrió e iluminó todo su hermoso rostro. Liane no era una chica fea de hecho era de las chicas mas sexys en todo la escuela o eso según los chicos con los que almuerzo.
—Liane, pero dime lia o lin—dijo ella estirando su huesuda y delgada mano.
—Thomas pero dime thom—le respondí de la misma manera, tome su mano y caminamos por la escuela, trato de ofrecerme un cigarro pero yo no quise trato de abstenerme a las adicciones juveniles pero está bien, ella fumo y hablo durante el resto del tiempo que tuvimos antes de la campana para dar inicio a mi segunda clase del día. Ella me había hecho olvidar mi ansiedad y el ataque de la noche anterior, fue raro pero se sintió bien, un pariente triste de una sonrisa se apodero de mi rostro y no se quito hasta el final del día.