Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Suicide season {n. colectiva}
Página 3 de 6. • Comparte
Página 3 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Re: Suicide season {n. colectiva}
¿Entonces la paso? ;-; es que como no se conecta ahora, pues...
Ledger.
Re: Suicide season {n. colectiva}
Yo la paso el turno, porque me da paja cambiar los turnos xd, y la mando mp. Así que sigue lana.
Ledger.
Re: Suicide season {n. colectiva}
estoy de acuerdo con wallflower creo que olvide tu nombre, cual es?
Karou.
Re: Suicide season {n. colectiva}
¿Sigo yo? ¿Desde cuando? Ñerda, voy a tratar de subir hoy entonces.
crybaby.
Re: Suicide season {n. colectiva}
Ahora si ya me leí todo y los caps fueron muy asdfghjklñ bc's Oli en el baño
y y Liane toda badass
y y Liane toda badass
wasteland
Re: Suicide season {n. colectiva}
JAJAJAJA oli en el baño LOL te amo <3 eres la única que se fijó en eso
ESPERAMOS CAPÍTULO
ESPERAMOS CAPÍTULO
Ledger.
Re: Suicide season {n. colectiva}
Tendrán que pasar mi turno porque no tengo Internet en la pc y no puedo subir.
crybaby.
Re: Suicide season {n. colectiva}
CAPÍTULO 003
Agaché mi cabeza, con los ojos abiertos de par en par mientras contemplaba con confusión el suelo, el cual se balanceaba debajo de mi. El agradable calor del alcohol bailaba en mi estómago, regodeándose de mi adicción a el y la impotente sensación que me dejaba al no tenerlo en mi.
La música era estridente, fuerte sobre mis oídos y me pasé de sentirme en el paraiso a estar nerviosa. Alcé la vista y las luces de la discoteca atacaron a mis ojos, de diferentes colores. Sólo quería regresar a casa. Con una mueca me levanté del sofá negro que se encontraba en la residencia VIP y le dí la espalda a la morbosa pareja que estaba dándose el late descaradamente. Simplemente tenía ganas de estrellarle en la cabeza de uno de los dos la botella de JB que estaba vacia en la mesa, junto a otras más de diferentes tipos de alcohol.
Pasé una mano por mi frente y con cierto asco la retire. Estaba sudando. Las ganas de querer salir de allí se acentuaron con más fuerza. Hice una mueca y ande —balanceos descordinarios— hacia el ascensor que se situaba a unos cuantos metros del sofá. Mi mente dibagaba a sus anchas y yo llegué a plantearme si seria capaz de pedir un jodido taxi, consiguiendo que nadie se aprovechará de mi. Por ahora, avanzar hacia el ascensor era una dificil azaña que traía consigo el famoso riesgo de torcerme un tobillo por culpa de los enormes tacones que llevaba. ¿Quién cojones me había mandado a ponerme unas armas de autodestrucción así?
Tropecé al bajar el único escalón que había, perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo. Caí de espaldas, sintiendo un hormigueo por ella. Una risita tonta se escapó entre mis labios, a la vez que sentía como el apretado vestido negro se subia, dejando ver más piel de la necesaria.
—Veo tus braguitas de color rosa desde aquí —escuché una voz decirme en un eco que me mantuvo confusa por unos segundos.
Arrugé mi ceño y conduje mis manos hacía el dobladillo bajándome el vestido y arañando con una de mis uñas las medias, las cuales se rompieron.
—Joder —maldecí, arrastrando todas las letras de la palabra.
Oí su risa. ¿Se atrevía a reirse de mi? Me incorporé penosamente, moviendo una mano para quitar los mechones de pelo rubios que se habían puesto en mi cara, molestándome y le lancé una envenenada mirada a la figura masculina que me contemplaba con un deje de diversión. No pude distinguir ningún rasgo de él.
El mundo giraba a mi alrededor, como si de un momento a otro estuviera metida en un colorido carrusel, como hacía de pequeña.
—¿Qué coño miras? —le gruñí, intentando sonar amenazadora pero lo único que obtuve a cambio fue otra carcajada divertida.
Eso provocó que mi sangre hirviera de rabia. Me puse en pie, balanceándome sobre mis tacones y me apoyé mi mano en la pared. No le iba a dar el gusto de verme caer una vez más y provocar que ese miserable se riera de mi una vez más.
—¿No me has escuchado, capullo? —las palabras las arrastraba con dificultad. Había bebido demasiado.
Ví como se ponía en pie y caminaba en mi dirección a grandes zancadas. Mi cuerpo se tensó instantaneamente. Estaba segura de que me iba a pegar. Todos los hombres que asistian a está estúpida discoteca eran unos putos machistas de mierda, que levantaban la mano a la primera de cambio. Yo había sido testigo de como algunos pegaban a otras tias, en mis narices.
Mis rodillas comenzaron a temblar sin control. A mi sólo me habían pegado una vez en mi vida y ese día fue cuando mi padre me pilló a los catorce años ebria, semidesnuda y a punto de follarme a un choco que me sacaba seis años por lo menos en su propia cama. Fue mi primera borrachera de verdad. A la mañana siguiente de ese dia, me había despertado con un moratón en la mejilla y la ahora familiar sensación de las lagunas en mi memoria, tapando recuerdos desde el primer sorbo de la botella. Aquella fue mi primera resaca. Recuerdo que ese mismo día, mi madre me puso maquillaje en el moratón, sin atreverse a mirarme a los ojos y luego se marchó, dejándome sola. La hija mediana de uno de los hombres más ricos del mundo no podía permitir ser vista con un moratón en la mejilla y menos borracha, me había explicado mi padre, dejándome en la entrada del Internado. Espero que un tiempo en ese sitio te ayude a reconducirte, había dicho, antes de obligarme a bajar y abandonarme, como a un perro enfermo.
—¿Estas llorando? —preguntó el chico, enfrente de mi.
Parpadee seguidamente, volviendo a la realidad. Mi mano se dirigió hacia mi mejilla, la cual estaba húmeda. Miré las yemas de mis dedos. Estaban manchadas de maquillaje negro y temblaban ligeramente.
—No me he dado cuenta —le miré a los ojos. Estos eran de un bonito azul—. ¿Quién eres, de todas formas?
La comisura de su labio se subió, regalándome una seductora sonrisa. ¿Queria llevarme a la cama?
—No me vas a llevar a la cama —aclaré—. Puede que este un poco borracha pero aún soy capaz de golpearte si intentas algo y dejarte incosciente.
Él se limitó a reir a carcajadas y dijo:
—¡Por favor! ¡Si no puedes mantener en pie tu sola, necesitas estar apoyando tu mano en la pared!
Bufé, enfadada.
—Claro que no.
Ví su ceja arquearse y su mano se dirigió a mi brazo, obligandolo a doblarse y a dejar de apoyarme. Solté un grito de sorpresa y perdí el equilibrio, cayéndome al suelo. Las manos de aquel sujeto me agarraron de los antebrazos, manteniéndome en pie. El tacto de su piel sobre la mía era frío, casi helado. Un escalofrío recorrió mi espalda.
—¿Ves?
Gruñí. El mundo seguía dando vueltas. No me encontraba bien. El estómago hacía cosas raras, haciéndome sentir naúseas. Mi temperatura descendió gravemente.
—Voy a vomitar —anuncié, en un hilo de voz que casi no pude escucharlo yo misma.
—¿Qué? —dijo él.
Abrí la boca, para repetirlo, cuando toda la bilis subió velozmente por mi garganta y me ví en la obligación de echar todo encima de sus zapatos. La luz de la discoteca se apagó para mis ojos y sentí el mundo inclinarse bajo mis pies. Pude oir una lamentación de él y a continuación, el silencio lo dominó todo.
Sí, eran agradable este tipo de sábados por la madrugada.
La música era estridente, fuerte sobre mis oídos y me pasé de sentirme en el paraiso a estar nerviosa. Alcé la vista y las luces de la discoteca atacaron a mis ojos, de diferentes colores. Sólo quería regresar a casa. Con una mueca me levanté del sofá negro que se encontraba en la residencia VIP y le dí la espalda a la morbosa pareja que estaba dándose el late descaradamente. Simplemente tenía ganas de estrellarle en la cabeza de uno de los dos la botella de JB que estaba vacia en la mesa, junto a otras más de diferentes tipos de alcohol.
Pasé una mano por mi frente y con cierto asco la retire. Estaba sudando. Las ganas de querer salir de allí se acentuaron con más fuerza. Hice una mueca y ande —balanceos descordinarios— hacia el ascensor que se situaba a unos cuantos metros del sofá. Mi mente dibagaba a sus anchas y yo llegué a plantearme si seria capaz de pedir un jodido taxi, consiguiendo que nadie se aprovechará de mi. Por ahora, avanzar hacia el ascensor era una dificil azaña que traía consigo el famoso riesgo de torcerme un tobillo por culpa de los enormes tacones que llevaba. ¿Quién cojones me había mandado a ponerme unas armas de autodestrucción así?
Tropecé al bajar el único escalón que había, perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo. Caí de espaldas, sintiendo un hormigueo por ella. Una risita tonta se escapó entre mis labios, a la vez que sentía como el apretado vestido negro se subia, dejando ver más piel de la necesaria.
—Veo tus braguitas de color rosa desde aquí —escuché una voz decirme en un eco que me mantuvo confusa por unos segundos.
Arrugé mi ceño y conduje mis manos hacía el dobladillo bajándome el vestido y arañando con una de mis uñas las medias, las cuales se rompieron.
—Joder —maldecí, arrastrando todas las letras de la palabra.
Oí su risa. ¿Se atrevía a reirse de mi? Me incorporé penosamente, moviendo una mano para quitar los mechones de pelo rubios que se habían puesto en mi cara, molestándome y le lancé una envenenada mirada a la figura masculina que me contemplaba con un deje de diversión. No pude distinguir ningún rasgo de él.
El mundo giraba a mi alrededor, como si de un momento a otro estuviera metida en un colorido carrusel, como hacía de pequeña.
—¿Qué coño miras? —le gruñí, intentando sonar amenazadora pero lo único que obtuve a cambio fue otra carcajada divertida.
Eso provocó que mi sangre hirviera de rabia. Me puse en pie, balanceándome sobre mis tacones y me apoyé mi mano en la pared. No le iba a dar el gusto de verme caer una vez más y provocar que ese miserable se riera de mi una vez más.
—¿No me has escuchado, capullo? —las palabras las arrastraba con dificultad. Había bebido demasiado.
Ví como se ponía en pie y caminaba en mi dirección a grandes zancadas. Mi cuerpo se tensó instantaneamente. Estaba segura de que me iba a pegar. Todos los hombres que asistian a está estúpida discoteca eran unos putos machistas de mierda, que levantaban la mano a la primera de cambio. Yo había sido testigo de como algunos pegaban a otras tias, en mis narices.
Mis rodillas comenzaron a temblar sin control. A mi sólo me habían pegado una vez en mi vida y ese día fue cuando mi padre me pilló a los catorce años ebria, semidesnuda y a punto de follarme a un choco que me sacaba seis años por lo menos en su propia cama. Fue mi primera borrachera de verdad. A la mañana siguiente de ese dia, me había despertado con un moratón en la mejilla y la ahora familiar sensación de las lagunas en mi memoria, tapando recuerdos desde el primer sorbo de la botella. Aquella fue mi primera resaca. Recuerdo que ese mismo día, mi madre me puso maquillaje en el moratón, sin atreverse a mirarme a los ojos y luego se marchó, dejándome sola. La hija mediana de uno de los hombres más ricos del mundo no podía permitir ser vista con un moratón en la mejilla y menos borracha, me había explicado mi padre, dejándome en la entrada del Internado. Espero que un tiempo en ese sitio te ayude a reconducirte, había dicho, antes de obligarme a bajar y abandonarme, como a un perro enfermo.
—¿Estas llorando? —preguntó el chico, enfrente de mi.
Parpadee seguidamente, volviendo a la realidad. Mi mano se dirigió hacia mi mejilla, la cual estaba húmeda. Miré las yemas de mis dedos. Estaban manchadas de maquillaje negro y temblaban ligeramente.
—No me he dado cuenta —le miré a los ojos. Estos eran de un bonito azul—. ¿Quién eres, de todas formas?
La comisura de su labio se subió, regalándome una seductora sonrisa. ¿Queria llevarme a la cama?
—No me vas a llevar a la cama —aclaré—. Puede que este un poco borracha pero aún soy capaz de golpearte si intentas algo y dejarte incosciente.
Él se limitó a reir a carcajadas y dijo:
—¡Por favor! ¡Si no puedes mantener en pie tu sola, necesitas estar apoyando tu mano en la pared!
Bufé, enfadada.
—Claro que no.
Ví su ceja arquearse y su mano se dirigió a mi brazo, obligandolo a doblarse y a dejar de apoyarme. Solté un grito de sorpresa y perdí el equilibrio, cayéndome al suelo. Las manos de aquel sujeto me agarraron de los antebrazos, manteniéndome en pie. El tacto de su piel sobre la mía era frío, casi helado. Un escalofrío recorrió mi espalda.
—¿Ves?
Gruñí. El mundo seguía dando vueltas. No me encontraba bien. El estómago hacía cosas raras, haciéndome sentir naúseas. Mi temperatura descendió gravemente.
—Voy a vomitar —anuncié, en un hilo de voz que casi no pude escucharlo yo misma.
—¿Qué? —dijo él.
Abrí la boca, para repetirlo, cuando toda la bilis subió velozmente por mi garganta y me ví en la obligación de echar todo encima de sus zapatos. La luz de la discoteca se apagó para mis ojos y sentí el mundo inclinarse bajo mis pies. Pude oir una lamentación de él y a continuación, el silencio lo dominó todo.
Sí, eran agradable este tipo de sábados por la madrugada.
Black Widow.
Página 3 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Temas similares
» Suicide season {fichas.
» Suicide season {información.
» Suicide season {inscripciones cerradas.
» Learn from yesterday. Life for today. Hope for tomorrow.
» Buzzcut Season {pvt}
» Suicide season {información.
» Suicide season {inscripciones cerradas.
» Learn from yesterday. Life for today. Hope for tomorrow.
» Buzzcut Season {pvt}
Página 3 de 6.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.